El Relator

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El presente número busca recoger el pensamiento de algunos líderes, que durante los últimos doscientos años, han propuesto diferentes visiones sobre el deber ser de las instituciones políticas colombianas. A partir de estas ideas, invitamos a la comunidad académica a reflexionar sobre el futuro de nuestras instituciones y nuestro deber frente a ellas como ciudadanos y servidores públicos. El Relator es un medio de difusión inspirado en los pasquines políticos que sirvieron como refugio para las ideas de los librepensadores en el siglo XIX. Hoy quiere convertirse en un canal de comunicación abierta para los alumnos del programa en Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia.

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El Relator es un medio de difusión inspirado en los pasquines políticos que sirvieron como refugio para las ideas de los librepensadores en el siglo XIX. Hoy quiere convertirse en un canal de comunicación abierta para los alumnos del programa en Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia.

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El presente número busca recoger el pensamiento de algunos líderes, que durante los últimos doscientos años, han propuesto diferentes visiones sobre el deber ser de las instituciones políticas colombianas. A partir de estas ideas, invitamos a la comunidad académica a reflexionar sobre el futuro de nuestras instituciones y nuestro deber frente a ellas como ciudadanos y servidores públicos.

El Relator es un medio de difusión inspirado en los pasquines políticos que sirvieron como refugio para las ideas de los librepensadores en el siglo XIX.

Hoy quiere convertirse en un canal de comunicación abierta para los alumnos del programa en Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia.

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Equipo Editorial

Coordinación

Andrea Colette Suárez

Monitora Área de GobiernoArnovy Fajardo

Profesor Área de Historia

Viviana Lozano

Monitora Área de Gobierno

Cindy Garcia

Monitora Área de Gobierno

Silvia Herrera

Monitora Área de Gobierno

Edición

Relatores

Sofía Miranda Cogollos

Monitora Área de Gobierno

Angie Gonzaléz

Monitora Área de Gobierno

Natalia Diaz

Monitora Área de Gobierno

Jaime Duarte Quevedo

Coordinador del Área de Gobierno

Cindy Garcia y Silvia Herrera

Monitoras Área de Gobierno

Diagramación

Cindy García, Manuela Gómez González, Andrea Laverde

Estudiantes de VI semestre de Gobierno y Relaciones Internacionales.

Andrea Laverde

Estudiante

Manuela Gómez González

Estudiante

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A cargo de: Andrea Colette Suárez

Antonio Nariño 1765-1823

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En el texto “Mi dictamen sobre el Gobierno que conviene al Reino de la Nueva Granada”, Antonio Nariño pretende ejercer el papel de un soberano que da respuesta a las necesidades de la población de las diferentes provincias, representada en los Diputados. Éstos realizan visitas periódicas al Soberano en busca de respuestas y ayuda, y en las actuaciones del soberano, Nariño deja entrever cuál es su ideal de gobierno para el Reino y la mejor forma para su organización.

“Esto fue pasar de un extremo a otro; nada hemos adelantado, hemos mudado de Amos pero no de condición.”

“los grandes Estados no pueden ser libres sino bajo este sistema, y mucho menos donde la pobreza, la ignorancia y una corta población diseminada en un inmenso terreno disponen a la servidumbre.”

“No es la extensión del terreno, no es la población, no son las riquezas, ni las luces las que forman la fuerza de un Imperio por sí solas: la suma total de todas estas cosas forman su fuerza”.

“Cada ciudadano es un Monarca: soy libre, dice, tengo asegurada mi subsistencia en mi trabajo; mis hijos crecen a la sombra de un gobierno justo; sus sabias leyes los ponen a cubierto de la corrupción de las costumbres”.

“Bien sabido es la preponderancia de algunos ricachos en casi todos los pueblos del Reino; si se reconcentra en ellos la administración de justicia ¿qué recurso le queda al pobre, al desvalido, para no ser oprimido por el poderoso?”

En definitiva, la principal preocupación de Nariño y el centro del debate en sus artículos, tiene que ver con la división de poderes forma de organización de las provincias al interior de la República y con su representación a nivel nacional. Esto con el fin de garantizar el bienestar necesario a la población junto con la representación y defensa de sus intereses, de manera que todos puedan constituirse como ciudadanos libres e iguales ante la ley.

Nariño, A. (1811), Mi dictamen sobre el Gobierno que conviene al Reino de la Nueva Granada, Bogotá.

Bibliografía

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A cargo de: Manuela Goméz Gonzaléz

Camilo Torres Tenorio 1776-1816

Camilo Torres Tenorio, el hombre que ha sido calificado como el ideólogo de la Revolución neogranadina de 1810, nació en Popayán el 22 de noviembre de 1776 y se convirtió en mártir de la patria el 5 de octubre de 1816, día en que fue ejecutado en Santafé debido a la condena de muerte impuesta sobre su cabeza por los tribunales del terror en la época de la reconquista (1815-1816).

Dos textos de la autoría de Camilo Torres Tenorio son adjuntados a continuación, dos textos en los que el prócer de la independencia declara sus ideas políticas, hace evidente su inclinación hacía el pensamiento liberal y deja claro, tal como lo establece Rafael Gómez Hoyos, “ese federalismo que mantuvo como un ideal político para la Nueva Granada que nunca se doblegó, lo quería ver practicado pero quedando a salvo el centro de unidad y evitando el fraccionamiento de las provincias”.

La fuerte influencia de Jacques-Pierre Brissot de Warville, fue lo que inspiró sus ideas federalistas y de hecho, en ocasiones en sus escritos reescribe las ideas de este pensador. Y fueron también sus ideas federalistas la que lo llevaron a organizarse y a luchar en contra de los centralistas, liderados por Antonio Nariño.

Los textos que se encuentran a continuación son la Carta que Torres le envió a su tío, el Oidor de Quito, para obtener apoyo para su proyecto político. Adicionalmente, se incluye el Memorial de Agravios, texto más conocido de Torres en el cual arremete contra la política de España sobre las Américas y reclama la igualdad entre los que él denomina españoles peninsulares y españoles americanos, sin rebatir la autoridad de Fernando VII en el territorio pero rechazando el poder que pretendía ostentar Napoleón sobre las colonias españolas.

Finalmente, estas ideas se incluyen en el Acta de Federación de las Provincias Unidas de la Nueva Granada redactada por Torres, en el denominado “Congreso de Canapé” celebrado 27 de noviembre de 1811, el cual debe su nombre a los pocos delegados de las provincias que asistieron.

Los siguientes tres apartes corresponden a la carta que Torres envió a su tío Ignacio Tenorio, oidor de quito escrita el 29 de mayo de 1890.

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“La única forma de gobierno que sería la más conveniente para nosotros. Una junta suprema en cada reino o provincia concentraría allí todas las miras políticas, todos los recursos y todos los beneficios de la asociación civil; se lograría ver realizada la sabia máxima de que el centro político no debe estar fuera del centro físico; los sabios, los hombres de mérito y de virtudes serían los miembros de dichas juntas, y esto sería un nuevo motivo para hacer amar las ciencias y la virtud, y últimamente nos iríamos acercando a la forma de gobierno de los norteamericanos, a esa Constitución que, según sentir del doctor Price, es la más sabia que hay bajo el cielo; a esa Constitución, en fin, de la cual dice un político que si Montesquieu resucitara hoy, arrancaría dos hojas de su obra inmortal del Espíritu de las leyes en que hace elogio de la Constitución inglesa.”

“Estas Juntas así formadas serán otros tantos cuerpos representativos de cada provincia o distrito, que deben subsistir hasta que se haga la instalación de un Congreso general en la capital del Reino, y hasta que el tiempo y la opinión pública que deberá formarse por buenos escritos públicos, hagan conocer la forma de gobierno que mejor conviene a cada provincia y el modo con que deben dividirse y administrarse en ella los tres poderes: legislativo, ejecutivo y judicial.”

“ I m i t e m o s l a c o n d u c t a d e l o s norteamericanos, sigamos los pasos de este pueblo filósofo, y entonces seremos tan felices como ellos. Trabajemos, pues, para formar un Gobierno semejante, y si es posible, igual en un todo al de aquellos republicanos.

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Para conseguirlo cultivemos nuestra razón, perfeccionemos nuestras costumbres, porque la razón y las costumbres son en un pueblo libre, lo que las cadenas y los calabozos son en un pueblo esclavo. Sin costumbres privadas, no hay costumbres públicas, y sin estas no puede llegar la sociedad al estado perfecto, que es la libertad. Pero ante todas cosas, ilustremos al pueblo, hagámosle conocer sus derechos sagrados; estos derechos que la tiranía y la esclavitud de tres siglos han sepultado en un abismo, cuya inquisición sola se ha castigado con las penas más severas hasta el anatema.”

Este fragmento fue tomado del Memorial de Agravios escrito en 1819.

“Lo que es bueno para una provincia, puede no serlo para otra y para el reino en general. Al contrario, limitándose cada una de ellas a su bien particular, desatenderá el otro, cuando no lo impugne abiertamente. Nadie puede remediar este mal, sino un cuerpo como el que se ha dicho, formado de elementos de las mismas provincias o de diputados de los cabildos que han tenido parte en la elección.”

En conclusión entonces, Camilo Torres fue un defensor acérrimo del federalismo pues estaba convencido de que imitar la organización de América del norte era la mejor forma de procurarnos un destino próspero. Adicionalmente, su pasión por la libertad y la igualdad se evidencian en su insistencia de que cada provincia debía darse la forma de gobierno más conveniente para sí misma conservando una armonía con el gobierno central.

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Camilo Torres fue una ficha indispensable en el desarrollo del movimiento independentista de la antigua República de la Nueva Granada y es por esto, un personaje ineludible cuando se trata de entender los diferentes debates ideológicos de la época y la influencia que estos tuvieron en el desarrollo de nuestra historia como pueblo y en el proceso de consolidación del Estado colombiano.

Bibliografía

Torres, C. (1992). Memorial de agravios. 4ª ed. Bogotá. Editorial Panamericana.

Umaña , E. (1952). Camilo Torres y el memorial de agravios. Bogotá. Editorial Temis.

Restrepo, C. (1995), Constituciones Políticas nacionales de Colombia. Bogotá. Universidad Externado de Colombia.

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A cargo de: Manuela Gómez González

Simón Bolívar 1783-1830

Simón Bolívar, el hombre que liberó con espada firme y espíritu galopante a seis pueblos americanos y que a lo largo de aquella hazaña se hizo acreedor del título El Libertador, nació en Caracas el 24 de Julio de 1783 y como a todos los mortales, la muerte lo alcanzó el 17 de diciembre de 1830 en la ciudad costera de Santa Marta alojado en la quinta de San Pedro Alejandrino.

Los fragmentos de algunos de sus escritos políticos que se encuentran a continuación, intentan ser un retrato fehaciente de lo que este hombre, influenciado por las ideas de la ilustración y por pensadores como Montesquieu y Rousseau, consideraba la forma ideal de gobierno para dirigir a estas repúblicas nacientes. De esta manera, se incluyen apartes del Manifiesto de Cartagena, las Cartas de Jamaica, el Discurso de Angostura y el Discurso ante el Congreso Constituyente de Bolivia tomados del libro Escritos Políticos Simón Bolívar, Selección y prólogo de Jaime Jaramillo Uribe. En ellos, Bolivar se ubica claramente del lado del centralismo, aseverando que el federalismo no es conveniente para nuestros nacientes estados,

“El sistema federal, bien que sea el más perfecto y más capaz de proporcionar la felicidad humana en sociedad, es, no obstante, el más opuesto a los intereses de nuestros nacientes Estados. Generalmente hablando todavía nuestros conciudadanos no se hallan en aptitud de ejercer por sí mismos y ampliamente sus derechos; porque carecen de las virtudes políticas que caracterizan al verdadero republicano: virtudes que no se adquieren en los gobiernos absolutos, en donde se desconocen los derechos y los deberes del ciudadano.”

Es preciso que el Gobierno se identifique, por decirlo así, al carácter de las circunstancias, de los tiempos y de los hombres que lo rodean. Si estos son prósperos y serenos, él debe ser dulce y protector; pero si son calamitosos y turbulentos, él debe mostrarse terrible, y

como tampoco lo es un sistema enteramente democrático, debido “al carácter y las costumbres que la tiranía y la guerra nos han dado.” Esto, lo lleva a afirmar la necesidad de crear un cuarto poder público que nos regeneraría: el poder moral. Adicionalmente, Bolívar caracteriza dos de los poderes públicos, el ejecutivo y el legislativo, proponiendo para ambos lo que considera conveniente y necesario.

Del Manifiesto de Cartagena escrita en Cartagena de India en el año 1812. Se transcriben los siguientes apartes:

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armarse de una firmeza igual a los peligros, sin atender a leyes, ni constituciones, ínterin no se restablecen la felicidad y la paz.

Del Discurso de Angostura 1819 se tomaron los siguientes segmentos:

L a s i n s t i t u c i o n e s p e r f e c t a m e n t e representativas no son adecuadas a nuestro carácter, costumbres y luces actuales.(…) Y así como Venezuela ha sido la república americana que más se ha adelantado en sus instituciones políticas, también ha sido el más claro ejemplo de la ineficacia de la forma democrática y federal para nuestros nacientes Estados.(…) En tanto que nuestros compatriotas no adquieran los talentos y las virtudes políticas que distinguen a nuestros hermanos del norte, los sistemas enteramente populares, lejos de sernos favorables, temo mucho que vengan a ser nuestra ruina.

(…) Esta nación se llamaría Colombia, como tributo de justicia y gratitud al creador de nuestro hemisferio. Su gobierno podrá imitar al inglés; con la diferencia de que en lugar de un rey habrá un poder ejecutivo electivo, cuando más vitalicio, y jamás hereditario, si se quiere república; una cámara o senado legislativo hereditario, que en las tempestades políticas se interponga entre las olas populares y los rayos del gobierno, y un cuerpo legislativo, de libre elección, sin otras restricciones que las de la cámara baja de Inglaterra.

(…) Si el Senado, en lugar de ser electivo, fuese hereditario, sería en mi concepto la base, el lazo, el alma de nuestra república. Este cuerpo en las tempestades políticas pararía los rayos del Gobierno, y rechazaría las olas populares. Adicto al Gobierno por el justo interés de su propia conservación, se opondría siempre a las invasiones que el pueblo intenta contra la jurisdicción y la autoridad de sus magistrados. Debemos confesarlo: los más de los hombres desconocen sus verdaderos intereses, y constantemente procuran asaltarlos en las manos de sus depositarios: el individuo pugna contra la masa, y la masa contra la autoridad. Por tanto, es preciso que en todos los Gobiernos exista un cuerpo neutro que se ponga siempre de parte del ofendido, y desarme al ofensor. Este cuerpo neutro para que pueda ser tal, no ha de deber su origen a la elección del Gobierno, ni a la del pueblo de modo que goce de una plenitud de independencia que ni tema, ni espere nada de estas dos fuentes de autoridad. El Senado hereditario como parte del pueblo, participa de sus intereses, de sus sentimientos, y de su espíritu.

Estos senadores serán elegidos la primera vez por el Congreso. Los sucesores al Senado llaman la primera atención del Gobierno, que debería educarlos en un colegio especialmente destinado para instruir aquellos tutores, legisladores futuros de la patria.

Hemos dividido como los americanos la representación nacional en dos Cámaras: la de Representantes y el Senado.

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Meditando sobre el modo efectivo de regenerar el carácter y las costumbres que la tiranía y la guerra nos han dado, he sentido la audacia de inventar un poder moral, sacado del fondo de la oscura antigüedad y de aquellas olvidadas entre los griegos y los romanos.

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Por exorbitante que parezca la autoridad del poder ejecutivo en Inglaterra, quizás no es excesiva en la República de Venezuela. Aquí el Congreso ha ligado las manos y hasta la cabeza a los magistrados. Nada es tan peligroso respecto al pueblo, como la debilidad del ejecutivo, y si en un reino se ha juzgado necesario concederle tantas facultades, en una república son éstas infinitamente más indispensables. .

Finalmente, del Discurso ante el Congreso Constituyente de Bolivia pronunciado en 1826 se extrajeron los siguientes apartes:

El presidente de la república viene a ser en nuestra Constitución como el Sol que, firme en su centro, da vida al universo. Esta suprema autoridad debe ser perpetua, porque en los sistemas sin jerarquías se necesita más que en otros un punto fijo alrededor del cual giren los magistrados y los ciudadanos: los hombres y las cosas. Dadme un punto fijo, decía un antiguo, y moveré el mundo. Para Bolivia, este punto es el presidente vitalicio. En él estriba todo nuestro orden, sin tener por esto acción. Se le ha cortado la cabeza para que nadie tema sus intenciones, y se le han ligado las manos para que a nadie dañe.

(…) el presidente de Bolivia está privado de todas las influencias: no nombra los magistrados, los jueces ni las dignidades eclesiásticas, por pequeñas que sean. Esta disminución de poder no la ha sufrido todavía ningún Gobierno bien constituido: ella añade trabas sobre trabas a la autoridad de un jefe que hallará siempre a todo el pueblo dominado por los que ejercen las funciones más importantes de la sociedad. Los sacerdotes mandan en las conciencias, los jueces en la propiedad, el honor y la vida, y los magistrados en todos los actos públicos.

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Este fue el proyecto político que Simón Bolívar concibió cuando se dedicó a pensar en construir la gran nación unitaria con la que soñó. Esta fue la forma ideal de gobernar los pueblos americanos que nos presentó este hombre, que hoy por hoy, resulta ser uno de los referentes históricos obligados de nuestro nacimiento, creación y construcción, como nación y república.

Bibliografía

Bolivar, S. (2007), Discursos, en Escritos Políticos Simón Bolívar. Selección y prólogo de Jaime Jaramillo Uribe. Bogotá, El Áncora Editores Panamericana Editorial Ltda.

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A cargo de: Natalia Diaz

Francisco de Paula Santander 1792-1840

Los presentes apartes fueron extraídos del discurso pronunciado por Francisco de Paula Santander en Bogotá el 8 de Octubre de 1832 con motivo de su ascenso a la presidencia de la República. Santander introduce dicho discurso manifestando su intención de desarrollar las ideas con las que pretende dirigir el destino de la nación así como, esclarecer a los ciudadanos aquello a lo que tienen derecho a esperar de él como político y lo que a su vez Santander debe esperar de ellos. La idea central sobre la que Santander hace énfasis en la totalidad del contenido responde al sometimiento a la ley tanto de los ciudadanos como de los dirigentes de un país, lo que indica una fuerte propensión a favor del Estado de Derecho.

A dicho respecto las frases de mayor relevancia a destacar son las siguientes:

“Vosotros y yo tenemos recíprocos deberes de que no podemos prescindir sin hacernos delincuentes y arruinar nuestra patria. El mío es arreglar mis funciones a la constitución, sostenerla en todas las circunstancias y hacerla observar con fidelidad”.

“Inútiles serían todos mis esfuerzos a favor del orden, de la paz y del honor de nuestro país, si vosotros no cooperáis al logro de tan inestimables bienes, prestando la más religiosa obediencia a la ley.”

“Vosotros tenéis libre la imprenta para advertirme las faltas en que puedo incurrir, e indicarme el medio mejor de hacer vuestra felicidad; tenéis el libre acceso al gobierno para quejaros y reclamar el cumplimiento de las leyes; y tenéis, en fin, el recurso de hacer oír ante el congreso la voz de la justicia contra los crímenes que la autoridad suprema puede cometer”.

“Yo voy a gobernaros como he querido y quiero que me gobiernen: conforme a las leyes. (…).La ley arregla nuestras acciones, las recompensa o castiga; yo seré su más fiel ejecutor sin miramiento a personas, estados ni opiniones.

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Mi administración no se distinguirá por persecuciones innobles; yo no predicaré la anarquía en nombre de la gloria y de la libertad para crear la necesidad de alterar las instituciones. Las leyes serán una realidad; respetaré los derechos de la minoría sin permitir que triunfe de la voluntad del mayor número; la fuerza armada no será protegida a expensas de los derechos del pueblo, ni recompensada por erigirse en cuerpo deliberante; las autoridades no traspasarán impunemente la esfera de sus atribuciones; (…) se podrá pensar libremente y decir con libertad lo que se piensa (…); Bajo el régimen legal que la Nueva Granada ha escogido, nuestra gloria consiste en un sometimiento absoluto a la ley.”

“Incorporados en la sociedad de las naciones, mi deber me impone la obligación de respetar las instituciones y las autoridades de todos los pueblos, cumplir fielmente los tratados existentes con algunos gobiernos, recibir con benevolencia a todos los extranjeros que vengan a nuestro territorio, y darles la protección que la ley les concede. Nunca permitiré que ellos vengan a insultar nuestras instituciones”.

“Os llamo, en fin, a todos vosotros, habitantes de la Nueva Granada. Cualesquiera que hayan sido vuestras opiniones políticas y vuestra

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conducta en las angustias de la discordia civil, venid a sacrificar vuestros resentimientos delante del código político, que nos garantiza con igualdad nuestros derechos y nos impone unas mismas obligaciones. No haya más que un partido entre nosotros: el de la libertad bajo las instituciones juradas. Ya no queda sino un solo medio de merecer la estimación pública y el título de buen ciudadano: el sometimiento absoluto y sincero a las leyes. Sometámonos, pues, todos a ellas confiando al tiempo la reforma de los defectos de que adolezcan, y tendremos entonces patria, y gozaremos de la libertad, y disfrutaremos de los bienes de la paz, y empezaremos a recoger el fruto de veintidós años de sacrificios.”

A lo largo de todo el documento se hace énfasis en la relevancia del imperio de la ley como marco regulador de la conducta tanto de gobernados como gobernantes. Lo anterior, denota una tendencia en favor de una forma de Estado de derecho a partir del cual la forma de gobernar se base en el seguimiento irrestricto al orden jurídico vigente.

Bibliografía

Santander, F. (1998), Escritos Políticos y Mensajes Administrativos 1820 1837, Bogotá. Fundación para la conmemoración del bicentenario del natalicio y el sesquincentenario de la muerte del general Francisco de Paula Santander.

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A cargo de: Andrea Laverde

Ezequiel Rojas 1803-1873

Ezequiel Rojas, conocido como el fundador del partido liberal, jugó un papel importante durante los intentos de consolidación de la nación colombiana. Su aporte se centró en el debate que ayudó a impulsar, que amplió la gama de ideologías y posicionó una concepción más liberal del Estado y la sociedad. Esto sin duda estimuló la modernización de las ideas de la nación y ayudó a separar cada vez más al país de la tradición hispana. Todo este proceso tuvo importantes repercusiones en la institucionalización de la democracia, al tener un partido político sólido con una ideología y un programa de gobierno claro.

en 1848, en el que plasma la ideología liberal. A continuación se muestran algunos apartes del texto:

Es innegable el aporte de Rojas a la vida política del siglo XIX, sin embargo, no hay que dejar de mencionar que éste erudito también se interesó en la filosofía con su libro “filosofía moral” en el que expone su ideología utilitarista de apoyo a las teorías de Bentham. Su recorrido como periodista quedó plasmado en uno de sus textos más reconocidos “La razón de mi voto” publicado en el periódico El Aviso de Bogotá

“República quiere el Partido Liberal; quiere sistema representativo, real y verdadero, y no apariencias como las que existen. Quiere que las libertades públicas y los atributos de la s o b e r a n í a n a c i o n a l s e g a r a n t i c e n suficientemente y no se les deje expuestos a ser invadidos y usurpados“

“Quiere que los derechos individuales y sus garantías sean realidades y no engañosas promesas, y quiere esto por hoy los que ejercen los poderes públicos pueden hacer impunemente cuanto quieran, y pueden disponer de la vida de los hombres y de los intereses de la nación a su arbitrio; porque las instituciones no contienen freno alguno de prevenir estos atentados“

“Quiere que sólo la voluntad de la ley sea la que disponga de la suerte de los hombres, y que los funcionarios, tanto del orden ejecutivo como del judicial, se contraigan a ser un órgano fiel de ella; y se quiere esto porque las instituciones actuales no proporcionan este beneficio; y porque cuando la voluntad de la ley es sustituida impunemente por la voluntad de los encargados de su cumplimiento, hay un absolutismo, tanto más detestable cuanto mayor es el número de los que de ejercen”

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“Quiere que la ley sea la expresión de la voluntad del legislador, y no la expresión de la voluntad del Poder Ejecutivo”

“Quiere el Partido Liberal que no adopte la religión como medio para gobernar: las dos potestades deben girar independientemente, cada una dentro de su órbita, puesto que cada una tiene su objeto y fin distinto”

“Quiere el Partido Liberal que se organice un gobierno en beneficio de los gobernados; quiere República, sistema verdaderamente representativo, Congreso independiente, Poder Ejecutivo que no pueda hacer sino lo que la ley le permite, responsabilidad positiva y para ello tribunales independientes, buenas leyes… justicia imparcial con todos, que en sus actos no se tenga en cuenta otra consideración que el bien público”

“Quiere todo esto para que los que obedecen no sean esclavos de los que gobiernan; para que haya verdadera libertad; para podernos liberar del gobierno teocrático; para que los granadinos realmente tengan aseguradas sus personas y sus propiedades; y para que las garantías no sean engañosas promesas”

Al leer las frases surge un comentario evidente, las reclamaciones y deseos de Ezequiel Rojas no disciernen mucho con los deseos de la sociedad actual y de las críticas frecuentes que se hacen a los gobiernos contemporáneos.

Sin duda alguna, Rojas fue un hombre con un pensamiento moderno para su época, que supo interpretar los avances de las sociedades más modernas y los quiso adaptar al contexto colombiano. Sin embargo también hay que subrayar la imposibilidad de los gobiernos colombianos de cumplir con estas expectativas, que desde la época de Rojas hasta hoy ya cumplen más de 150 años.

Dentro del texto podemos encontrar diferentes elementos que describen tanto la situación de hace siglo y medio, como la de hoy en día: un sistema representativo de apariencias, derechos que solo aparecen en el papel pero no se garantizan realmente, la voluntad de la ley fácilmente sustituida por la voluntad de los funcionarios públicos y una no muy clara división entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo. Sin embargo, no es objetivo dejar primar una visión tan pesimista de la situación actual, la separación de la iglesia del Estado, la universalidad del voto, una economía de mercado abierta que progresivamente elimina más sus barreras y un poder judicial que ha logrado declarar su independencia de los otros dos poderes, son algunos de los hechos que enorgullecerían a este autor.

Bibliografía

Rojas, E. (1848), “La razón de mi voto”, en El Aviso, Bogotá.

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A cargo de: Cindy García Buitrago

Mariano Ospina Rodríguez 1805-1885

Mariano Ospina Rodríguez fue presidente de la Confederación Granadina de 1857 a 1861, tiempo en el que se suceden conflictos entre centralistas y federalistas. Ante dichos eventos, y una vez afronta las riendas del país, Mariano Ospina, a contrario de lo que había apoyado años anteriores, decide defender un gobierno central, como se manifiesta en el “Informe del presidente de la confederación Granadina al Congreso Nacional en 1860”:

“Algunos han querido ver en la naturaleza del sistema federal la causa de las agitaciones que en esta época inquietan los ánimos; pero se engañan evidentemente.”

“El origen de este desasosiego funesto […] no está en la forma de Gobierno, sino en las preocupaciones y en los hábitos de los granadinos […]”

“El establecimiento del Gobierno Federal no ha podido en el espacio de dos años cambiar en principios de orden las ideas anárquicas y disolventes […] ni disipar las ambiciones personales, inquietas e insaciables, que todo lo agitan y lo explotan para buscar satisfacción.”

“Si los hombres llamados al ejercicio de los altos poderes se dejan dominar de pasiones lugareñas y del espíritu estrecho que ve rivales y enemigos en todo los que tienen derechos o ejercen poderes que limitan los suyos, la federación será la lucha de todos contra todos; y en un pueblo como el nuestro, en que los vencidos en las contiendas legales pretenden con frecuencia buscar el triunfo con las armas, la federación será la guerra”

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De igual forma, como el férreo conservador que era, Mariano Ospina tenía una gran tendencia a la unión entre moral, religión, riqueza y gobierno, como lo expone en su texto “La moral y la demagogia”:

“En el pueblo que disfruta de una alta moralidad, impera necesariamente la justicia; pues que lo que constituye la moralidad es precisamente la práctica de la justicia. En donde la justicia impera, allí y solo allí, se goza de seguridad y de la libertad lícita y honrada”.

“En donde hay libertad y seguridad, allí se despiertan y se enrobustecen con la energía y al actividad humanas; allí se trabaja y se ahorra, porque allí no teme el hombre que el fruto de su trabajo le sea arrebatado, que sus ahorros sean destruidos o usurpados. […] El camino de la prosperidad pública, es pues, la moralidad. El hombre que trabaja en fundar, en mantener, en impulsar la moralidad pública, ese trabaja en la prosperidad de la patria, ese es verdaderamente patriota.”

“La moralidad es inseparable de la Religión. Nunca se ha visto ni se verá jamás un pueblo impío morigerado. […] Donde Dios no es reconocido como el Legislador de la humanidad, las nociones de justicia y de derecho desaparecen, o no representan sino el capricho de la pasión humana, enseñoreada de la fuerza material. Este es el despotismo sin corazón y sin ley; bajo cuyo imperio la riqueza retrocede, muere la ciencia, la moral se corrompe, y los pueblos se degradan y envilecen.”

Así entonces, el apego a la defensa de un gobierno central por parte de Mariano Ospina Rodríguez se debe a la posición presidencial que asumiría para el tiempo en cuestión y a los bajos niveles de gobernabilidad que una organización federal le representaban para ese entonces; como se puede interpretar, Ospina creía que un gobierno federal sería el campo perfecto para la germinación de la semilla de la guerra.

Adicionalmente su texto sobre la moral y la religión concluye demostrando lo indispensable de la religión y la moral para que una sociedad puede dejar la pereza, los delitos, la indisciplina y todo aquel comportamiento derivado de la falta de justificación; sin religión los delitos se incrementan y se da lugar a la demagogia que como él menciona es desmoralizadora y en pablaras castizas, madre de todos los males.

Bibliografía

Informe del presidente de la confederación Granadina al Congreso Nacional en 1860.

Wise. D, (1990), Antología del pensamiento de Mariano Ospina Rodríguez, Bogotá, Editorial: Banco de la República departamento Editorial.

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A cargo de: Silvia Herrera

Rafael Núñez 1825-1894

Si se comparan los artículos y discursos escritos por Rafael Núñez a lo largo de su vida puede evidenciarse un interesante giro en lo que respecta a sus principales planteamientos políticos e ideológicos. Así, en un principio, prevalece una posición revolucionaria, liberal, en favor de un estado federado, y contraria a las prerrogativas de las que gozaba la iglesia católica en la época. No obstante, conforme aumentaba su experiencia y se presentaban importantes cambios sociales, políticos y económicos en la joven República, se dio una transformación en la identificación partidista y en las opiniones de Núñez en lo concerniente a la iglesia y a la forma en la que debería organizarse el Estado. De esta manera, pasó del liberalismo radical a recibir el apoyo de los conservadores; de una posición claramente anticlerical a declarar la religión católica como la oficial además de autorizar el concordato y una enseñanza religiosa en la Constitución de 1886; y finalmente, como se mostrará en algunos pasajes de los artículos “La Federación” y “La Reforma”, Núñez pasó de una enérgica defensa del federalismo a abogar por el centralismo. Del primer artículo, escrito en 1855, vale la pena destacar las siguientes afirmaciones:

“Si un artista hábil recorriera la inmensa extensión der nuestro territorio y tomando un habitante de cada una de las grandes secciones naturales en que está dividida la nueva granada, formará con ellos un grupo fisonómico; este hábil artista habría comprobado con la lógica risueña de los colores, lo mismo que nosotros hemos querido demostrar en nuestras líneas precedentes.”

“Y para decirlo de una vez, no hay una sola de las extensas fracciones de la Republica, que no haya pedido, o que no pida actualmente, alguna medida especial, de suma importancia y completamente distinta, de las que han solicitado o solicitan las demás como cardinales o imprescindibles, para el desarrollo y conservación de sus intereses sociales.”

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Esta heterogeneidad de pensamientos, esta diversidad de necesidades, que ha llegado hasta el antagonismo; este cumulo de aspiraciones, de distinto orden, que semejantes a las olas del océano, a fuerza de bullir y de chocarse, habrán de tomar las proporciones de una borrasca ; este cuadro político, moral y material de nuestra vida interior y de nuestras condiciones topográficas, se ha hecho más perceptible desde que la relajación del centralismo, quitando algunas ligaduras a la voluntad de las secciones, les ha permitido arreglar y dirigir muchos de sus negocios peculiares, con entera independencia del Gobierno Nacional.”

“La Nueva Granada no es una sola nacionalidad sino un conjunto de nacionalidades, cada una de las cuales necesita de un gobierno especial, propio, independiente y exclusivo, respecto de todo cuanto diga relación a sus negocios e intereses peculiares.”

“¿La Federación? Sí- la Federación es la única solución posible que tiene el problema. Ella es la sola vía que puede sacar a la Republica de las continuas e insuperables dificultades que la asedian de todos lados. Ella es el arca santa destinada a guardar en su seno salvador todos los restos de nuestros cataclismos políticos, para fundar con ellos una nueva era de tranquilidad y bienaventuranza.”

El instinto de la Nueva Granada no se ha engañado en este sentido. La primera palabra que pronunciaron nuestros pueblos,

cuando aun no estaba consumada nuestra independencia, fue la palabra Federación; y después de esa época solemne, la misma palabra ha vuelto a vibrar en nuestros oídos, en todas las circunstancias angustiosas en las que nos han colocado nuestros propios delirios. ¿Será que efectivamente la voz del pueblo es la voz de Dios?”

A continuación, en 1883 Rafael Núñez redacta “La Reforma”, artículo en el cual ya se evidencia la transformación mencionada en el pensamiento político de este personaje, y que está en la misma línea de su regeneración y de la Constitución Política de 1886. De aquí, las frases que plasman el cambio son las siguientes

“Los tiempos en que ya nos encontramos requieren definido programa, porque se trata no simplemente de conservar la paz a cualquier precio, sino de remplazar la muerta constitución de 1863 con una nueva en consonancia con las necesidades sentidas; de suerte que sea, no una obra quimérica y perjudicial, o inútil, sino una obra que respire savia y verdad en todos sus componentes.

“La República ha entrado visiblemente en una nueva era. Aires bonancibles soplan de todos lados, y un orden de ideas más saludables se difunde rápidamente. La exageración ha perdido terreno, la concordia bate risueña sus verdes palmas, y el demonio del odio se dispone a retirarse de la escena. Muchos hombres alucinados comienzan a despertar de su ofuscación, empiezan a entreabrir los ojos, y llegan a dudar de los hechos que ellos mismos contr ibuyeron a produc i r , ta l vez inconscientemente.”

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quimérica y perjudicial, o inútil, sino una obra que respire savia y verdad en todos sus componentes.” “Se necesita que los Estados deleguen al Congreso la facultad de legislar sobre todo lo concerniente a las elecciones nacionales, menos la de Senadores, y que sometan a la justicia de la Unión el conocimiento de los delitos e infracciones que puedan cometerse, con el pretexto de ejercer el derecho de sufragio, a fin de que éste no sea fácilmente conculcado.”

“Se necesita hacer otro tanto respecto de la legislación penal común, para que sea una e indivisible y más eficiente. Se necesita amparar de tal manera la libertad de conciencia, que no puedan sancionarse leyes excepcionales que pongan al Clero católico bajo el dominio de jueces extraordinarios, ni se le coarte con ningún sofisma de libertad el derecho reconocido a favor del último de todos los colombianos.”

Pero, sin duda alguna, y en concordancia con el propósito del presente trabajo, el cambio más sorprendente fue aquel relacionado con la forma de concebir la organización del Estado. Esto, debido a que en un principio Núñez considero a la federación como la organización ideal, encaminada a defender las numerosas diferencias e intereses internos, mientras que posteriormente defendió de manera enérgica la regeneración, lo cual se resumía en “pulcritud administrativa, orden, progreso, centralismo y descentralización administrativa” . En pocas palabras, en la etapa de su madurez política “pensó que el país necesitaba salir del federalismo, pues éste no era el sistema más apropiado para la unidad y la paz de los colombianos. Consideró que en un país esencialmente católico, luchar contra la Iglesia sería como ir contra la corriente, pues a pesar de los esfuerzos, ésta lo haría naufragar”

Bibliografía

Núñez, R, (1888), La Reforma Política, en Escritos Políticos, Bogotá, Imprenta de Echavarría Hermanos.

Núñez, R, (1888), La Federación, en Escritos Políticos, Bogotá, Imprenta de Echavarría Hermanos.

“Rafael Núñez Moledo”, En: Presidencia de la República de Colombia (en línea) disponible en: http://www.presidencia.gov.co/prensa_new/historia/rafanu.htm, recuperado: 12 de diciembre de

En conclusión, puede establecerse que la importancia de contrastar los principales argumentos de estos dos textos radica en que puede evidenciarse, a través de ello, el virage ideológico que se produjo, con el paso de los años, en el pensamiento de Rafael Núñez, también conocido como “El Regenerador”. Dentro de estas contradicciones se destaca, por ejemplo, el hecho de haber firmado las leyes de desamortización de bienes de manos muertas, y unos años más tarde haber autorizado y firmado el concordato entre el Estado y la Iglesia Católica, como se evidencia en “La Reforma”.

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A cargo de: Arnovy Fajardo

Miguel Antonio Caro 1843-1909

En el caso de uno de los líderes e ideólogos del partido conservador de mediados y finales del siglo XIX, y uno de artífices del proyecto de la Regeneración y de la Constitución de 1886, es complejo encontrar su visión de lo que para él es el gobierno, debido a la amplitud de su obra; esta abarca ensayos filosóficos, artículos periodísticos de carácter polémico, estudios históricos, escritos y discursos políticos, ya fuese como vicepresidente encargado del Poder Ejecutivo (1892-1898) o como senador.

Uno de los primeros indicios en los que podemos encontrar su visión de gobierno proviene de la dura crítica que le hizo a las doctrinas utilitaristas, que en Colombia estuvieron en boga desde el mismo momento de la independencia, con momentos en los cuales el debate fue más intenso. En medio de la refundación de la Universidad Nacional de Colombia (1867) y la utilización oficial –una vez más- de las obras de Jeremías Bentham y Destutt de Tracy, Caro publica uno de sus ensayos más importantes, el Estudio sobre el Utilitarismo (1869).

Este escrito es esencialmente filosófico, pues plantea, antes que nada, un examen y una refutación a los postulados esencialmente morales de las ideas utilitaristas, con base en un pensamiento iluminado por el catolicismo, que según Caro, se podía resumir en el establecimiento de la Justicia y la Caridad, como ejes articuladores de la sociedad. No es sino después de haber hecho este examen y refutación, que Caro entra a hablar de los aspectos políticos del Utilitarismo, y a partir de ahí, podemos ver su concepción de lo que es el gobierno.

A continuación se ofrecen algunos fragmentos extraídos del ensayo de Caro.

“Para nosotros, la sociedad es una gran familia, y su misión la misma que, en su escala, cumplen los padres de familia: educar por medio de la sensación y de la idea; la autoridad pública debe perfeccionar al hombre como la autoridad doméstica perfecciona al niño. La ley es la razón del padre de familia, dice Montesquieu. La teoría social que dando a la sociedad carácter mercantil, mira en la autoridad sólo un administrador, está en oposición con los hechos; ella no satisface a la razón ni a los sentimientos generosos del corazón humano.

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“Según la teoría que presentamos, el gobierno debe asumir un carácter más bien paternal que administrativo; son distintivos de aquel carácter, en lo visible y material, la antigüedad, la fuerza, la permanencia; pero amor es su atributo esencial. La naturaleza, queremos decir el curso natural de los hechos, provee a esta necesidad sólo en lo material, en lo que nos es común con los animales, suscitando fuerzas preponderantes en el seno de la sociedad; lo mismo que en el de la familia. Bajo cualesquiera instituciones hay familias y personajes cuya preponderancia es inevitable, como si una fuerza oculta la produjese y consolidase.

Pero la naturaleza no siempre provee (y no cumplidamente cuando algo pone de su parte) a la necesidad esencial, que es la disposición a educar, a cumplir la misión social; al amor, en una palabra. Crea la naturaleza padres así en el seno de la familia como en el de la sociedad; Dios les ilustra el corazón enseñándoles su deber, pero sin quitarles la libertad; de aquí resulta que muchas veces el padre, así en la sociedad como en la familia, se hace tutor despótico; la culpa es suya, y puede serlo también de los hijos o gobernados; no de la naturaleza, que le elevó en medio de tales o cuales vicisitudes, al puesto que debe ocupar; no de Dios que le ilustra suficientemente respecto de los deberes que debe cumplir.”

Capítulo XV. “El derecho. La utilidad”

“Gobernar es educar. Pero toda educación supone deberes y derechos: nociones preconstituídas sobre lo bueno y lo malo, lo que debe procurarse y lo que debe evitarse,

El que impone leyes está sujeto a una ley anterior que le señala sus derechos y deberes al intento mismo de legislar. El hombre constituído en autoridad es un maestro aleccionado por otro maestro superior. Dios es este maestro de maestros, rey de reyes. El dicta la ley universal, la enseña a la razón (esta ilustración es lo que llamamos ley natural), y complementa su enseñanza mediante la revelación. Toda sociedad humana se asienta

Capítulo XVI. “Extensión del poder público. El utilitarismo liberal”

“Mas volviendo al problema arriba propuesto: cuáles son los límites del poder público, creemos que su solución está en el reconocimiento recíproco de todas las potestades legítimas. En efecto, la sociedad civil no es la única sociedad humana, ni la potestad política la única potestad legítima. La autoridad paterna y la eclesiástica desempeñan cada una su respectiva misión en la obra de la educación de la especie. Reconocida su legítima jurisdicción por la autoridad política, acordes las tres en la obra de la educación, cada una sabrá reducirse a sus justos límites, y el equilibrio social queda establecido.

No puede fijarse en esta materia una línea de demarcación inviolable y universal. La educación debe ser más activa y enérgica cuando más atrasado y rebelde sea el pueblo educando.

y medios eficaces de acción y corrección. Sin duda, el que enseña está obligado a saber lo que enseña, cómo y por qué lo enseña.

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No es lo mismo educar gentes cultas que salvajes.; para aquéllos se hizo un gobierno más suave. A mayor suma de incapacidad en los gobernados, mayor suma de poder civilizador en el gobernante. Algunos dirán aquí: 'Si la justicia es eterna e inmutable, ¿cómo ha de admitirse en justicia que la ley haya de ser más o menos represiva, según las circunstancias? ¿No se oponen estos cambios a aquella inmutabilidad?'. No, precisamente por ser inmutable, la justicia exige que la ley se atempere a las circunstancias. ¿Por qué? Porque atemperándose la ley a las circunstancias, es cabalmente como puede mantenerse igual y constante la relación entre el poder civilizador y el estado de los individuos que han de ser civilizados. Ahora bien, esta relación, o llámese orden, es la verdadera manifestación de la justicia. Pueden modificarse los términos de la ecuación;

“¿Conviene la uniformidad religiosa en un Estado? ¿Este debe elegir y proteger la religión verdadera como nacional? Así lo manda la justicia y lo aconseja la prudencia. La justicia, porque el Estado por ser Estado no está exento del deber de la religión, y si no está exento de él, debe profesarla. La prudencia, porque la conformidad de principios entre los ciudadanos, como la concordia entre los miembros de una familia, es condición indispensable para que se cumplan los fines así sociales como domésticos.

Pero, sobre todo, ya hemos demostrado que todo poder viene de Dios; el magistrado es un ministro de su reino. Gobernar es educar; toda buena educación, toda educación propiamente tal supone como fundamento la verdad moral, la verdad religiosa. Un gobernante ateo es un funcionario que no tiene idea de su misión, es un usurpador. Gobierno ateo es un contrasentido”.

Bibliografía

Estudio sobre el Utilitarismo (Bogotá, Imprenta de Foción Mantilla, 1869). Publicado en Caro Miguel Antonio, Obras. Tomo I. Filosofía, Religión, Pedagogía, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1962. Estudio preliminar de Carlos Valderrama Andrade.

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A cargo de: Arnovy Fajardo

Carlos Arturo Torres 1867 - 1911

La generación que maduró hacia finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, en medio del desastre político y económico que fue la Guerra de los Mil Días y la impotencia producida por la pérdida de Panamá, fue muy crítica del legado que los partidos políticos habían dejado a la República. En vísperas de la Reforma Constitucional de 1910, y en medio de un ambiente intelectual dominado por un conservadurismo moderado basado en una desconfianza a la democracia de masas y una crítica a las consignas partidistas que desembocaban en las revoluciones y guerras civiles, se formaron unas concepciones sobre la manera como los gobiernos debían organizarse dentro de un sistema republicano.

A este interés responde el ensayo Idola Fori (1909) de Carlos Arturo Torres. Tomando la idea de Francis Bacon sobre la existencia de una serie de supersticiones –los “ídolos del foro”- que seguían vigentes aún después de que se hubiera demostrado racionalmente que eran falsas, y con

énfasis en el caso colombiano, Torres analiza las supersticiones que afectaban a la política colombiana a inicios del siglo XX, y que debían evitarse en lo sucesivo.

Anexamos ahora algunos apartes de las reflexiones de Torres en su texto “las supersticiones democráticas”.

“Si al derecho divino de los reyes ha sucedido el derecho divino de las asambleas, al de éstas se sustituye alguna vez el derecho divino de las multitudes; la dinastía de las divinidades tutelares se democratiza, y la superstición que las forja –una esencia, aunque asuma en su exteriorización formas diferentes y entre sí antagónicas- depone, como el maligno espíritu en el drama de Goethe, su antiguo arreo de arcángel miltoniano, para gastar el ferreruelo estudiantil o el rojo airón de los tumultos y de los carnavales callejeros. El proverbio que atribuye a la voz del pueblo el maravilloso don de infalibilidad y justicia privativas de la voz de Dios no se confirma, desgraciadamente, en los más trágicos y decisivos momentos de la historia. Desde las turbas que ante el árbol de afrenta escarnecieron, a nombre de la tradición y de la ley antigua, la doble majestad del martirio y de la excelsitud moral en la personalidad de Cristo, hasta las que a nombre de la nueva ley y de la Revolución inmolaron a los prisioneros de las cárceles de París en las aciagas jornadas de

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septiembre, el impulso de las multitudes representa cuanto hay de más inconsciente e irrazonado en las acciones humanas; cuanto en éstas se acerca más a la brutal y ciega fatalidad de las fuerzas de la Naturaleza. Querer allegar un átomo de razón a esas impulsiones instintivas sería tanto como pretender discutir con un terremoto o convencer al ciclón; discernir un prestigio moral a esas energías primitivas o hacer a la multitud árbitro de sentencias inapelables, o medir el valor de una acción, o el mérito de una actitud por el aplauso o el vituperio de esa deidad caprichosa y versátil , es desconocer la íntima inconsciencia de sus juicios, la impulsividad de sus actos, el simplismo de su criterio, su ductilidad a las peores sugestiones y su veleidad en los más trascendentales propósitos (…)”

·“Muchos rectos caracteres, muchas inteligencias esclarecidas se prosternan ante el supremo tribunal de los tiempos modernos: la opinión pública, sin pensar que en algunas ocasiones ella no es sino la pasión colectiva, no siempre legítima, y en otras el general extravío, no siempre inocente; la arenga de Stockman de Ibsen, que Rodó cita, es la consignación de un hecho frecuente y desconsolador: 'Las mayorías compactas son el enemigo más peligroso de la libertad y de la verdad'.

Cuando esa mayoría se llama el pueblo o la nación, es decir , la inmensa masa incontrastable que sugestiona o inspira, modela o conduce aquel que sabe abatir su inteligencia al nivel inferior de la de ese sempiterno niño, y le habla su propio lenguaje,

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y sin escrúpulo halaga sus más reprobables apetitos, entonces, si encaminada contra el iniciador de un espíritu nuevo, de una revelación superior de la verdad o de una original concepción de la filosofía, de la ciencia o de la política, esa mayoría detiene por siglos y a las veces hace malograr definitivamente la siembra de ideas que el pensamiento solitario confía a la inerte gleba del presente para que fructifique en el porvenir (…) No es una corriente unánime ni una mayoría poderosa, sino un grupo desamparado y casi siempre una sola mente de elección, quien señala a los pueblos, en los momentos de extravío o en la tenebrosidad de las regresiones, la vía de la salud y las cúpulas de la ciudad futura.

No es de un gobierno, así sea el más despótico de ellos, de donde parten para ese pensador o para ese grupo las más aviesas asechanzas y las persecuciones más implacables; es la sorda hostilidad de la opinión dominante, la tácita reprobación de las mayorías, la abrumadora adversidad del medio, la que niega el aire y la luz, la que aísla en una suerte de cuarentena moral a los audaces que denuncian el prejuicio universal y sacuden, arrojando indiscretas chispas, la antorcha de la verdad sobre el espeso manto de tinieblas en que las multitudes se envuelven obstinadamente para negar la luz (…)”

“Las mayorías parlamentarias, por su especial psicología, por las circunstancias que presiden a su elección y por la casi completa irresponsabilidad individual de quienes las componen, están particularmente expuestas a los extravíos de la ceguedad y de la pasión. Dice Bernard Shaw en su originalísimo Manual del revolucionario que las democracias

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sustituyen el nombramiento de los corrompidos pocos por la elección de los incompetentes muchos. Sin dar excesiva importancia a las paradojas del genial dramaturgo que triunfa en el teatro inglés, sí puede afirmarse con Le Bon la relativa inferioridad mental de los cuerpos colegiados, magüer los formen o en ellos aparezcan intelectualidades de excepción; la sugestión los domina y se observan en ellos casos de inconsciencia imposibles en cada uno de los individuos que los componen. 'Las decisiones que tanto se nos han reprochado –dice en sus memorias el famoso convencional Billaud Varenne- no las queríamos frecuentemente el día anterior; la crisis sola las suscitaba'. El profesor Lowell consigna alarmado la creciente e incondicional subordinación de las mayorías del Parlamento inglés a las sugestiones de los leaders de los partidos y denuncia la nueva forma de absolutismo, perfectamente irresponsable, que por este medio puede ejercer un hombre sobre todo el imperio”.

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Bibliografía

Torres, C. (2001), “Idola Fori”, en Arturo, Obras. Tomo I. Idola Fori y escritos políticos de Valencia, F. Bogotá, Instituto Caro y Cuervo.

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A cargo de: Manuela Gómez González

María Cano 1887-1967

Los siguientes son fragmentos de escritos políticos de María de los Ángeles Cano, mujer que luchó por los derechos de los obreros, los campesinos y la mujer de forma activa en cada una de las protestas, manifestaciones y giras políticas en las que participó, señalando de manera enérgica las violaciones de las que eran objeto. Esta mujer Antioqueña, obrera y trabajadora asidua, nació en Medellín el 12 de Agosto de 1887 y su vida se extinguió finalmente, el 26 de Abril de 1967 en la misma ciudad.

A continuación se transcriben apartes de una serie de escritos de Cano que se encontraban en poder de Torres Giraldo y fueron plasmadas por él mismo en su libro; “María Cano: apostolado revolucionario” bajo el título “Cartas Políticas de María Cano”. Adicionalmente, se incluye un fragmento de un discurs que hace parte de la compilación de escritos de María Cano realizada por Miguel Escobar Calle. En ellos, Cano señala la situación de obreros y obreras, campesinos y campesinas, denuncia los abusos, la opresión y el yugo que se mantiene sobre ellos, critica el régimen del momento que los permite y

señala enfáticamente la necesidad de concientizar como clase al proletariado, adelantar su revolución e idealmente instaurar el comunismo, demostrando así, su formación marxista y leninista señalada en ocasiones por ella misma en sus escritos como también por Torres Giraldo.

Los siguientes tres fragmentos son de una carta que escribió Cano al secretario general de la CGTU (Confédération générale du travail unitaire) el 24 de septiembre de 1930.

Es necesario, para la acción conjunta del proletariado de todo el mundo, que el proletariado de Colombia no se quede atrás en el concierto de fuerzas para derrocar el régimen capitalista. Es necesario el conocimiento del verdadero sentido de nuestra única patria, la proletaria, que es la URSS, para que la inminente guerra que los e s t a d o s c a p i t a l i s t a s i m p e r i a l i s t a s desencadenarán sobre ella, encuentre en este proletariado factor de ofensiva al capitalismo y de solidaridad con la URSS. De no hacerlo así, este vacío implicaría mañana una fuerte dificultad para el cumplimiento de nuestra aspiración marxista: el derrocamiento mundial del capitalismo y la implantación de la dictadura del proletariado.

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Consciente de mi deber he tomado mi puesto de soldado. Trabajo en la construcción de esta conciencia revolucionaria, procurando, por los medios que estén a mi alcance, extender el radio de educación marxista, que capacite a los trabajadores para formar los cuadros de vanguardia. Estudiamos con las orientaciones de nuestros maestros rojos.

Es un gran delito el que infama hoy la nación que pretende llamarse libre; es un delito premeditado el que en esta Nación que se dice justa se perpetúa hace años y años dejando al pueblo en la ignorancia para que no sabiendo de sus derechos no se oponga a que el gran pulpo succione su vida moral y material. Ay de aquellos que violan los derechos que todo hombre nacido tiene de ascender; ay de aquellos que olvidan su deber y en lugar de instruir al pueblo le acosan con la ignorancia y la miseria para que ciego se lance al delito! Ay de ellos, porque este pueblo que estruja y ahejorra se levantará un día y medirá con rasero terrible a sus tiranos y violadores!

El siguiente aparte corresponde a una carta escrita al Compañero Guillermo Hernández Rodríguez

El capitalismo lo sabe: soy su más encarnizada enemiga. El proletariado lo sabe: he pasado por encima de todo, he roto todas las cadenas del convencionalismo, y he ceñido las que la reacción pone a sus perseguidos, para estar con él en las barricadas de la revolución social. Y, más tarde, por qué no? , en la grandiosa obra de revolución del proletariado del mundo. Todo lo pueden la voluntad y el querer de la fe revolucionaria.

Finalmente, este último segmento corresponde a un escrito titulado Palabras en la manifestación contra la pena de muerte publicado en el periódico Antioqueño “El Correo Liberal” en 1925.

Para que haya justicia debe haber igualdad, y bien se sabe que no irán al patíbulo los traidores de la patria, los que la codicia arrolla como aludes contra el pueblo, los pulpos voraces que succionan, oprimen y quieren enmordazar ese pueblo a quien hoy ponen el siniestro es espantajo del patíbulo. Eso no es justicia y es un delito profanar así su sagrado evangelio de igualdad.

“María Cano; la figura revolucionaria de mujer más importante de nuestra historia” Así la concebía también Ignacio Torres Giraldo; f igura revolucionaria de mujer, en una época en la que el voto aún no les había sido otorgado a las mujeres en Colombia y por consiguiente la participación política; sólo lo fue trece años antes de su muerte, sin embargo, durante los momentos más activos de su lucha aquel existía. Por ende, el clamor de María Cano en el ámbito público, tal como describe José Restrepo Jaramillo sus poemas, derruye prejuicios y enciende almas. Cargaba con dos estigmas; ser mujer y comunista y rompió con ambos para adelantar su lucha de ideas con

BibliografíaTorres, I (1980). María Cano: apostolado revolucionario. Bogotá, Carlos Valencia Editores.

Cano, M. (1985), Escritos. Compilación y prólogo Miguel Escobar Calle. Medellín, Extensión Cultural Departamental.

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A cargo de: Cindy García Buitrago

Laureano Gómez Castro 1889-1965

Laureano Gómez fue un congresista ejemplar y presidente de la República de Colombia entre 1950 y 1953. Durante el mandato, Laureano Gómez impulsó una reforma constitucional (Reforma de 1953) que expresa en sus lineas una férrea oposición crítica frente al sufragio universal, ésta se materializa al proponer una composición del órgano legislativo del país de orden cooperativista, tal y como como se retoma a continuación.

Los documentos “Los efectos de la reforma de 1953” y “Proyecto de Reforma Constitucional que el Gobierno presenta a la Asamblea Nacional Constituyente de 1953” aclaran lo anteriormente expuesto de la siguiente manera:

El arte de gobernar bien una nación exige el mayor cúmulo de conocimientos y excelsas calidades de la inteligencia afianzadas sobre dotes s i ngu l a r e s de i n teg r idad y desprendimiento; y es absurdo remitir a la noción del mayor número, obra que sólo puede ser aceptable cuando se produce por la conjugación de la virtud con la sabiduría.

El sufragio universal generalizado excluye la excelencia de la dirección política y ni siquiera permite la mediocridad: impone la inferioridad. El estudio de la sociedad humana demuestra que los sujetos de inteligencia excelsa, y realmente justos, en un pueblo dado son muy escasos.

La entrega completa de la organización del Estado a la influencia directa o muy inmediata del sufragio universal está en la raíz cierta de todas las desgracias sufridas por Colombia a lo largo de su vida independiente.

Del segundo texto se extraen los siguientes apartes.

Artículo 93. Del Senado: El senado se compondrá de los siguientes miembros:Del Vicepresidente de la República, que lo presidirá; de los ex-Presidentes de la República que a cualquier titulo hayan ejercido el cargo; Tres Senadores en representación de las Intendencias y Comisarías […]; Por quince miembros de las organizaciones económicas y culturales de la Nación. Tales organismos, el número de sus representantes y la forma en que deban ser elegidos serán determinados por la ley, teniendo en cuenta la distribución equitativa entre las diversas comarcas.

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Uno por cada Departamento, elegido por el siguiente sistema: dentro de los 30 días anteriores a la elección, cada Concejo Municipal designara, por mayoría de votos, dos ciudadanos para integrar la lista general de candidatos, y comunicará esta designación a la Asamblea Departamental, la cual, en la fecha que fije la ley, elegirá el Senador Dentro de la lista de nombres indicados por los Cabildos;

La reforma, reescribe también algunos artículos relacionados con la familia, la educación y el concordato, aspectos fundamentales del conservatismo colombiano. No obstante esta reforma y por lo tanto las ideas corporativistas y elitistas de Laureano se vieron truncadas por el derrocamiento de su mandato a manos del General Rojas Pinilla, lo que produjo que los esfuerzos del ex – Presidente se convirtieran hoy en no más que un importante antecedente conservador en la historia constitucional y política del país.

Bibliografía

Gómez. L, (1953) “Los efectos de la reforma de 1953”. Bogotá, el autor.

Gómez L, (1953) “Proyecto de Reforma Constitucional que el Gobierno presenta a la Asamblea Nacional Constituyente de 1953”. Bogotá.

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A cargo de: Viviana Lozano

Santiago Pérez Manosalba 1890-1900

Los siguientes apartes hacen parte de las reflexiones de Santiago Pérez en torno al Manifiesto de la Convención del Partido Liberal, las cuales fueron publicadas en 1893 en El Relator y cuyo contenido constituye un ataque directo a la Regeneración y a la extralimitación del poder ejecutivo imperante en ese entonces, que, conforme a lo señalado por el autor, agredía en forma explícita las libertades y opiniones políticas de los colombianos, vulnerando incluso aquellas consagradas en la Constitución original de 1886. Santiago Pérez, a través de sus reflexiones, hace un llamado a la protesta pacífica contra el despotismo del régimen. Su crítica, aunque explícita y radical en contra de la Regeneración, señala la inutilidad de la guerra para hacerle frente, pero la necesidad de una o p o s i c i ó n c o n s i s t e n t e q u e a p e l e a l restablecimiento de la República.

A continuación se destacan las frases más relevantes que articulan y dan sentido a su argumentación:

“El sistema de gobierno en vigor actualmente en Colombia ha anulado en común y por igual los derechos políticos de cuantos no se han constituido en incondicionales servidores de la “Regeneración”, o mejor dicho, de los intereses de sus caud i l l o s . Los despo j ados prácticamente del derecho de sufragar, del de asociarse, del de hablar y escribir por la prensa, no somos sólo los liberales. Lo son todos los colombianos de convicciones y de conciencia”.

“El restablecimiento de la República debe ser incruento. Mas tiene que ser espontáneo en una tierra como Colombia, en que las convicciones, la educación, las costumbres, los sentimientos, los caracteres y todo, con sola excepc ión de l gobierno actua l , es irrevocablemente republicano”.

“Es despotismo lo que mantiene ahora en Colombia las superfetaciones constitucionales denominadas artículos transitorios, y las leyes que como la 61 de 1888, han derogado virtualmente la constitución impresa en 1886, de la cual no ha quedado permanente vigor sino la irresponsabilidad del Poder Ejecutivo”. La función ordinaria de este poder consiste en el ejercicio discrecional de sus facultades extraordinarias”.

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“El sufragio ha sido abierta e íntegramente monopol i zado . Toda asoc iac ión no regenerativa ha sido prácticamente impedida. A la prensa se le ha tenido sujeta no ya a una responsabilidad legal más o menos estrecha, no ya a una censura previa más o menos inquisitorial, sino al variable criterio de los supremos y aun a la servil acucia de los subalternos”.

“¿Cuál es la luz del derecho humano, a la luz del común sentido, el verdadero valor de derechos que la Constitución reconoce y que sin embargo la ley atropella?¿ Cual es e verdadero deslinde de poderes que la Constitución separa, y que sin embargo la ley hacina a los pies de una responsabilidad “inaceptable”, como dice el citado órgano conservador de Cali, “ para la fracción conservadora republicana; inaceptable para el partido histórico, que no reconoce ni puede reconocer ningún ser irresponsable si no es Dios?”.

“Bajo la Regeneración, efectivamente, a todas horas, los ciudadanos, aunque sumisos e inermes, pueden ser tratados como rebeldes; y, sin un enemigo en las fronteras ni un revolucionario en el territorio, a ningún partido político, se le consiente acto de presencia o representación efectiva; y hay en Colombia un hombre que, conforme a las instituciones y para prevenir la ejecución de intenciones acaso imaginarias, imposibles acaso, puede ejercer él solo más facultades que las que tienen todos los gobiernos, todas las Cortes de Justicia y todas las leyes juntas, desde la Inglaterra hasta el Congo, desde el centro de la Europa hasta los limbos de la Oceanía”.

“Lo único que se necesita, eso sí, es, no darle al personalismo ocasión de que se disfrace de interés público; no darle a la fuerza meramente material en la que se apoyen las facultades extraordinarias oportunidad de que funcionen como salvaguardia social”.

“Si el doble espectáculo de un pueblo enteramente desnudado de sus derechos y literalmente abrumado de impuestos y de monopolios, de un lado; y de otro lado, el de un régimen consistente en poderes absolutos, que sólo sirven para sostener un tren de empleados inútiles o sobrantes, con enormísimos sueldos; si ese doble espectáculo con su pavoroso contraste y sus desesperaciones crecientes no determina un cambio de reparación y justicia; cambio que de las conciencias pasa sin sacrificios a los hechos, entonces hay que creer en la dementación de una nación entera”.

“La desazón general que se experimenta, no es preparativo de guerra. Lo que está atormentando a las poblaciones son las infinitas dolencias con que, conjunta o sucesivamente, se suele manifestar la miseria”.

·“Los colombianos no son un pueblo pusilánime, que se pueda dominar con sólo levantar sus ojos a la vara de la arbitrariedad. Ellos, al contrario, sabrán obligar a los sostenedores de esa vara a asirla a dos manos y a descargarla sobre la espalda paciente a todo el largo de su conciencia y su brazo”.

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·“Más si la guerra civil es o sería, ahora más que nunca, moral y materialmente posible para los adversarios de la regeneración, la oposición racional o civilizada a ese desventurado sistema de gobierno, –oposición consistente en la sujeción abnegada a sus rigores, acompañada de la protesta respetuosa pero constante y universal contras sus injusticias, no sólo es posible sino que es necesaria, si no se quiere que con la ruina de los caracteres, debida a la indiferencia general, se borre las memorias de las libertades públicas”.

“La protesta justa, sostenida y pacífica constituye el heroísmo civil, heroísmo sin violencias y sin sangre, que está al alcance de todo hombre de corazón y de todo pueblo por desarmado que se halle. Ese heroísmo importa la abnegación del presente, pero es al mismo tiempo la aseguración para más o menos pronto de la reparación que se busca”.

Santiago Pérez manifiesta el retroceso que el período de la Regeneración generó para Colombia en lo concerniente a los derechos políticos y a las libertades públicas. Su crítica se dirige principalmente a la utilización de la ley como herramienta de atribución de prerrogativas excesivas al poder ejecutivo, lo cual refuerza el

personalismo, el centralismo y va en detrimento de la Constitución, del equilibrio de poderes y de las libertades ciudadanas, a la vez que propende por la represión y censura de aquellas opiniones adversas al régimen, incluidas las posturas liberales y de la prensa independiente. Sin embargo, sus reflexiones expresan la necesidad de oposición y constituyen en sí mismas una herramienta de protesta pacífica aunque contundente contra el despotismo del régimen. Además, Pérez manifiesta su confianza en la respuesta del pueblo colombiano en contra de la supresión de sus libertades y de la extralimitación de las facultades del Gobierno. En este sentido, considera que la lucha armada no es la mejor opción para dicho fin, sino que la reacción de los colombianos debe propender por la continuidad de la paz, lo que él denomina “heroísmo civil”.

Bibliografía

Pérez, S. (1893), “Convención del Partido Liberal”, en El Relator, Bogotá.

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A cargo de: Sofía Miranda Cogollos

Gerardo Molina 1906-1991

Gerardo Molina ha sido uno de los grandes pensadores del liberalismo colombiano. Vinculado a los movimientos estudiantiles contra la educación confesional desde su juventud, se graduó de doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales en la Universidad Nacional. Su carrera se desarrolló entre la política y la academia. Fue senador con tan sólo 27 años y se destacó por llevar la vocería legislativa en temas como la reforma universitaria o la protección obrera. Su labor más destacada fue la de docente, fue rector de la Universidad Nacional de Colombia y guía de ésta hacia una reforma sin precedentes para la época: la apertura hacia otros campos del saber distintos al derecho, la medicina y la ingeniería, como la filosofía, la economía y la psicología. Además impulsó la investigación al interior de la universidad y el establecimiento de docentes de planta para ésta.

A pesar de ser militante activo del liberalismo a lo largo de su carrera, siempre se caracterizó por su interés por las ideas socialistas, lo que le costó en muchas ocasiones la calificación de traidor por parte de los intelectuales del marxismo y el comunismo ruso. En 1982 fue postulado por los grupos de izquierda para la presidencia de la republica, y sus discursos televisados reflejaron su propuesta de un socialismo democrático para Colombia donde se tuvieran en cuenta los intereses de los obreros, campesinos y clases medias del país. Uno de estos discursos, pronunciado el 22 de abril de 1982 se denominó “Colombia una democracia restringida”, fue publicado posteriormente en la compilación La formación del Estado en Colombia y otros textos políticos y refleja las ideas de Molina sobre la democracia en Colombia y las insuficiencias del Estado frente a ésta.

En primer lugar, resalta la ilegitimidad de los gobernantes en el país dado el bajo porcentaje de votación de la población, lo que implica que el Estado colombiano se encuentra gobernado por las minorías. En este sentido también se refiere a la crisis de los partidos políticos en el país y a su inhabilidad para resolver los problemas que afectan a la mayoría del país. Asimismo, resalta que el verdadero problema de la democracia colombiana es que los ciudadanos no están en capacidad de emitir un voto libre y sincero, dadas las condiciones de pobreza de la población que le impiden escoger

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debidamente entre las diferentes opciones que se le presentan. Así se constituyen gobiernos débiles que ceden cada vez más poder al aparato castrense y que no están en capacidad para tener una política internacional autónoma, por lo que se ven obligados a girar en la orbita de las grandes potencias.

En este sentido, para Gerardo Molina es necesario crear nuevas alineaciones políticas que congreguen a todas las personas que profesen determinada posición ante los problemas sociales. Además rechaza las prácticas que se han ido popularizando en la política colombiana como la compra de votos. En general, resalta que todo esto constituye una crisis en la política colombiana que ha debilitado el Estado y su capacidad de responder a las demandas de la población. Así, se debe construir una democracia con el pueblo y para él, cuya base sea la solución del problema de la pobreza. En este orden de ideas, el autor resalta las altas tasas de desempleo del país y la importancia de crear un seguro de desocupación; asimismo, le preocupa el hecho de que la clase patronal atente constantemente contra los derechos de los trabajadores y el gobierno colabore con esto declarando ilegales las huelgas o apoyando el paramilitarismo.

“Para resolver este impasse, de la democracia participativa y representativa, creo que necesitamos organizar nuevas alineaciones políticas con el objetivo de constituir fuerzas nuevamente vigorosas que estén en capacidad de resolver los problemas que afecten a las mayorías.”

“Si queremos que en realida exista en Colombia una democracia participativa y representativa, hay qye crear un movimiento de renvacio que tenga entre sus objetivos prioritarios la solución del magno problema de la miseria.”

“El hambre, sabemos, no es revolucionaria. Si lo fuera la revolución habría estallado hace tiempos en Colombia. La verdad, entonces es que con ciudadanos deficientes no podemos seguir funcionando si queremos ganar el título de democracia.”

“La democracia de que tanto nos ufanamos no esta en el pasado ni en el presente. Esas formas de democracia han sido unas veces democracia sin el pueblo y otras democracia contra el pueblo.”

“La ofensiva de la clase patronal contra los salarios reales y contra las conquistas de la clase trabajadora es brutal.”

“El gobierno colabora, a su turno, con esos propósitos mediante el fácil sistema de declarar ilegales los paros y las huelgas, dilatando extremadamente las negociaciones o imponiendo los tribunales de arbitramento.”

En conclusión, para Gerardo Molina, el Estado colombiano afronta una crisis económica y política, dadas las altas tasas de pobreza que impiden que la población emita un voto sincero en las elecciones, defienda sus derechos debidamente y se exprese libremente.

En conclusión, para Gerardo Molina, el Estado colombiano afronta una crisis económica y política, dadas las altas tasas de pobreza que impiden que la población emita un voto sincero en las elecciones, defienda sus derechos debidamente y se exprese libremente.

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Asimismo, el debilitamiento de los partidos políticos ha contribuido a que la democracia en Colombia sea cada vez más restringida. En este sentido, se puede interpretar que la única forma que concibe el autor para tener un Estado fuerte, que responda a las demandas de la mayoría es solucionando el problema de la pobreza en el país, lo que junto a la reforma de los partidos políticos, logrará formar gobiernos fuertes tanto interna como externamente que se guíen por los intereses de toda la sociedad. En este sentido, el aspecto más importante del pensamiento de Molina es su relevancia en la sociedad actual, pues es evidente que a pesar de ser estas opiniones pronunciadas en un discurso de hace varias décadas, la pobreza y la ilegitimidad de los partidos políticos son aún dos de los grandes problemas que aquejan a la Colombia de hoy.

Bibliografía

Molina,G. (2004), Colombia una democracia restringida, Bogotá, Editorial Universidad Externado de Colombia.

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A cargo de: Angie González

Gilberto Alzate Avendaño 1910-1960

Fue un conservador polémico, debido a que en varias ocasiones expreso afinidad política hacia gobiernos de corte fascista. En palabras de Jorge Mario Estman, fue un contradictor sistemático del statu quo. Se atrevió a revelarse de la ortodoxia conservadora e incluso de la idiosincrasia colombiana, legalista y republicana hasta los tuétanos, cuando el empuje cesáreo de Mussolini hechizaba e inflamaba las ambiciones de su juventud derechista.

Considera en su escrito “la democracia dirigida” que la estabilidad de un país se fundamenta en la fortaleza del poder ejecutivo:

“Descansa sobre la voluntad colectiva y defiende a los de abajo contra las oligarquías parlamentarias.”

“Es superstición muy extendida creer que los regímenes fuertes son antidemocráticos. Al contrario. El “demos” está allí como coágulo o núcleo vivaz, sin desmembrarse en votos que suman aritméticamente, sino a modo de una totalidad orgánica que anima las formas políticas con su vasto calor humano. Si la democracia consiste en el ejercicio del poder con el asentimiento de las masas, ningún Estado es más democrático que Italia, Alemania y Portugal, donde el gobierno está respaldado en la unanimidad nacional y no en precarias mayorías.”

“Lo que ocurre es que los demagogos hallan en la “democracia” no un concepto normativo, ni un valor ético, ni un principio formal de gobierno, sino una palabra mágica para el oído de las multitudes. Esa ampolleta de fluidos hipnóticos sirve para anestesiar al pueblo y explotarlo. Yo declaraba hace varios meses, en un reportaje para Relator, que es urgente alinderar el significado de ese vocablo político. ¿Qué se entiende por democracia? Nadie sabría precisar hoy su significado.

“Hostil a la gazapera demagógica de los congresos, que tanto desasosiego y estrago causaron en la infancia de las naciones indolatinas, no por eso Bolívar rechaza la intervención popular en los destinos del Estado. Su sistema es demófilo. Con el pueblo y para el pueblo.”

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Es un balón verbal, un poco de viento sonoro, un flatus vocis. Los más antagónicos sistemas tratan de justificarse detrás de la mitología democrática. Simultáneamente se declaran demócratas el régimen soviético, la monarquía inglesa, el frente popular francés, la plutocracia yanqui y los Estados totalitarios de Europa.”

“La dictadura también se legitima en el consentimiento popular. Nunca puede sostenerse si no tiene consigo el apoyo de la nación. Mommsen considera que el gobierno cesáreo, lejos de ser contrario al principio democrático, es su complemento y su fin, pues constituye la nación representada en su más alto mandatario con plenos poderes.”

“El cesarismo es la democracia dirigida – ha escrito Georges Roux -. Es tal vez una forma de crisis de la democracia. Las dictaduras nacen por la negativa de la forma política a adecuarse al espíritu del tiempo. Vemos siempre que ellas suceden un sistema reacio a las reformas necesarias, que se ha sometido a la inercia y se sobrevive a sí mismo. Un orden anacrónico constituye un desorden. La vuelta al ritmo es una evolución forzada, que no puede salvarse sino por el camino dictatorial. Un pueblo atollado, incapaz de resolver sus problemas, tiene que darle mandato al dictador. El poder absoluto es un estímulo moral y la acción puede desplegarse sin límites, permitiendo los grandes regímenes constructivos. Donde una autoridad dividida se confiesa impotente, una dictadura puede cortar y coser a su antojo.”

De ésta manera Gilberto Alzate, apegado a su ideología conservadora, promueve por medio de sus polémicos escritos la idea de que ante el fracaso de una forma de gobierno democrática (que ni se puede definir en si misma y se maniquea según intereses) debe existir otro mecanismo legítimo para ejercer el poder, interrogante al cual responde de manera sutil proponiendo el establecimiento de formas de gobierno dictatoriales como las de la Italia y Alemania de los años 40 que a través del orden pueda gobernar.

Bibliografía

Alzate, G. (1979) Obras Selectas/ Gilberto Alzate Avendaño, Bogota, Cámara de Representantes.

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A cargo de: Natalia Díaz

Gilberto Viera White 1911-2000

En el texto “Frente Amplio contra el Despotismo” redactado en 1979, Gilberto Viera White, quien fue secretario del Partido Comunista Colombiano, plasma el deseo por la construcción de una dirigida por el proletariado pero que a diferencia de la dictadura del proletariado de la Unión Soviética el desarrollo de la misma fuera de manera democrática, con libertad, derechos humanos y sin represión.

“Yo la invito a que vaya a la Unión Soviética y compruebe la libertad de cultos (…). Allá prima la concepción ortodoxa. Pero no persiguen a nadie. Lo que hay allá es separación de la iglesia del Estado, como debería haberla en Colombia”.

“En la Convención de la Unión Nacional de Oposición (UNO), que se reunirá el 6 y 7 de agosto próximo, propondremos a nuestros aliados y simpatizantes, la elaboración conjunta de un programa sobre bases como […] política internacional de paz y de solución pacífica a los diferendos de límites. Activa solidaridad con los pueblos que luchan por su independencia y contra los regímenes militar-fascistas.

“La represión no es la solución: “Al respecto tengo que decirle al señor ministro de Educación, que el problema de la universidad pública, en este caso de la Universidad Nacional de Colombia, no se va a resolver sino con procedimientos democráticos y nunca con métodos represivos como se viene practicando.”

“Por un Estado democrático dirigido por los obreros, campesino y capas medias, que abra e l c a m i n o h a c i a l a s n e c e s a r i a s transformaciones socialistas de la sociedad colombiana”

“Hemos propuesto la elaboración colectiva de un Programa de independencia nacional y democracia efectiva”.

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Peligroso paralelismo: “Colombia necesita una Constitución coherente, por lo menos, y no la colcha de retazos actual. Una constitución moderna en la que se reflejen los nuevos hechos de la sociedad colombiana que están sucediendo ante nuestros ojos. Naturalmente una nueva Constitución del país, realmente democrática y moderna, no la podría aprobar en este caso sino una asamblea constituyente e leg ida democrát icamente , en una circunscripción nacional que justamente barriera con los “feudos podridos”, y no con esta conspiración anticonstitucional y antidemocrática que es la convocatoria de una constituyente para estudiar reformas que nadie conoce”.

“Libertades para el pueblo: “Por eso llamamos al pueblo a luchar contra el estado de sitio, a levantar la bandera de las libertades democráticas, que es la bandera de todo el pueblo colombiano. Porque no se trata, como dicen ciertos charlatanes, de libertades burguesas, sino de libertades que ha ganado el pueblo colombiano en innumerables luchas cívicas, y también en los campos de batalla con la acción heroica de las guerri l las revolucionarias de Colombia”

Derechos humanos en Colombia: “Nosotros l e v a n t a m o s n u e s t r a c o n c e p c i ó n revolucionaria de la defensa de los derechos humanos, que es la defensa de los intereses de la clase obrera, del campesinado…”

Si bien Gilberto Vieira White constituye uno de los principales representantes y dirigentes del Partido Comunista Colombiano, este considera que la implementación de componentes ideológicos de tipo socialista debía realizarse en conjugación con el acatamiento de principios democráticos.

Así pues, considera conveniente un Estado democrático carente de mecanismos represivos, que garantice la libertad de cultos, que sea protector de los Derechos Humanos y permita la oposición. De forma paralela manifiesta su rechazo hacia cualquier forma de dictadura así como, de gobiernos militaristas–fascistas.

BibliografíaVieira,G. (1979), Frente amplio contra el despotismo, Bogotá, Fondo Editorial Suramérica.

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A cargo de: Sofía Miranda Cogollos

Antonio García 1912-1982

La literatura de izquierda en Colombia ha sido poca y altamente censurada y criticada. El maestro Antonio García Nossa, es uno de los íconos del pensamiento socialista democrático del país y su obra, aunque desconocida por el ciudadano de a pie, es un elemento infaltable de las colecciones literarias de los intelectuales colombianos. García, además de dedicarse a la docencia y a la creación de una gruesa producción escrita (más de ochenta libros sobre distintas materias como Economía, Sociología, Historia, Geografía, Antropología, Política, etc.) también trabajó activamente en el campo de la política, siendo compañero del caudillo Jorge Eliecer Gaitán, fundador del Partido Socialista Colombiano y Secretario Nacional de Educación Política de la ANAPO socialista. Su legado más importante es la fundación del Instituto de ciencias económicas en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional (1943) donde se iniciaron los estudios de economía política en el país.

En su obra La Democracia en la Teoría en y en la Práctica, García dedica un capítulo para referirse especialmente a lo que él denomina el Problema del Estado. En éste resalta la importancia de entender el Estado acorde al momento histórico en el cual se desarrolla y teniendo en cuenta las distintas transformaciones sociales que caracterizan cada época. En este sentido, se ha entendido el Estado capitalista moderno dentro de un arquetipo cerrado, que se concibe como inmutable, en el cual, la substancia clasista del Estado no varía porque sirve políticamente para rodear de garantías jurídicas a la propiedad capitalista y a las clases que sobre ella edifican su poder. Así, el liberalismo ve el interés social como una suma de los intereses individuales, sin tener en cuenta, la importancia de la distribución social de la renta. Dentro de este juicio se oculta la opresión de clase, porque los derechos que el Estado propende por defender (propiedad privada) sólo corresponden en realidad a las clases que son propietarias de bienes y el resto de las clases se encuentran por fuera de esta protección.

Sin embargo, que el Estado haya sido hasta ahora un órgano de opresión de clase no implica que no pueda ser nada diferente a esto. En este sentido, García se opone a las concepciones comunistas de que el Estado ha de desaparecer. Pues reconoce el progreso social del Estado capitalista (seguros sociales, derecho laboral, servicios de educación, etc.), que aunque no resuelve la crisis del capitalismo, si aminora y amortigua las

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manifestaciones de opresión de clase. Es por esto que para García lo importante es darles un nuevo enfoque a estas conquistas ya logradas, ir del Estado de poder al Estado de servicio. Así, el nuevo Estado deberá encargarse de guiar todas las actividades hacia el hombre como fin, podrá regular la vida económica y ser un órgano de servicios sin estar separado de la sociedad misma. La cual, aunque desaparezcan las clases, no será homogénea, sino que estará agrupada en partidos, iglesias, cooperativas u órganos culturales que proyecten sus intereses formando un todo.

En este orden de ideas, la única forma de conformar una sociedad libre es por medio de la organización de la democracia. Si se elimina el Estado se elimina la posibilidad de un orden político basado en la libertad y un orden económico basado en la planificación socialista. Si la sociedad está organizada democráticamente, el Estado es un producto de los hechos sociales, por lo cual es un órgano de servicio y autorregulación de la vida económica de la sociedad misma. Está fundida a ella, incorporada totalmente a su vida, pensamiento, a sus necesidades y a su voluntad política, por lo que no se constituye como un órgano de opresión de clases, sino como un mecanismo de autorregulación.

El Estado capitalista ha sido exhibido como un arquetipo de hierro, como un armazón que se agranda pero que no se transforma en su estructura ni en sus funciones.

Si el Estado es la verdadera y exacta proyección de toda sociedad no puede construirse sino como un órgano de servicio y de regulación de la vida económica.

Lo necesario es ir del Estado de poder al Estado de servicio, del que opera como órgano de predominio de las clases al que es órgano de una sociedad sin clases.

La abolición del Estado corresponde a la creencia de que el ideal democrático está atrás: en esos periodos semi-bárbaros en los que el pueblo directamente ejerce su propio gobierno. ¿Por qué hemos de decir que este órgano de la sociedad para gobernarse a sí misma, no es un Estado? No es un Estado de poder o de clase: pero eso no quiere decir que sea el no Estado sino un nuevo Estado. El Estado que corresponda una nueva vida del hombre, a la nueva y antigua aspiración de totalidad humana.

Los teóricos liberales mismos no pueden negar la utilización del Estado en la observación del orden capitalista, idealizado como un orden natural: lo que niegan es el empleo del Estado como un órgano de opresión de clase.

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En conclusión, para García Nossa el problema que aqueja a la sociedad actual no es el Estado mismo como lo han entendido los teóricos del comunismo, sino el Estado capitalista porque se dirige a la protección de las clases propietarias y desconoce los derechos de las clases oprimidas. Sin embargo, la solución no está en la desaparición de éste, sino en forjar un nuevo enfoque para el cumplimiento de sus funciones. Es decir, formar un Estado que surja de la sociedad misma y la refleje, una sociedad organizada democráticamente, donde se garantice la libertad y donde desaparezcan las clases.

En este sentido, esta nueva sociedad, aunque no será homogénea, si reflejará los intereses de los grupos sociales que la conforman, como un todo, y

el Estado no será otra cosa diferente a un mecanismo de autorregulación.

Lo anterior evidencia que la posición de García se aleja del comunismo, y por el contrario es altamente crítica de éste, lo que se reflejó en sus constantes altercados con el Partido Comunista Colombiano durante los años treinta debido a su posición independiente de las teorías foráneas. Es por esto, que este constituye un punto de vista innovador, entendido desde las dinámicas propias del país, que puede hoy retomarse como una alternativa favorable para solucionar muchos de los problemas que agobian a la sociedad colombiana.

Bibliografía

Antonio,G. (1957), La Democracia en la Teoría en y en la Práctica, el autor.

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Alfonso López Michelsen 1913-2007

Ex- presidente de Colombia por el partido Liberal, se caracterizó por su carácter crítico frente a las realidades del país y la forma en la que los distintos gobiernos orientaban su política, era un analista del denominado “establecimiento”, que resaltaba los prejuicios y errores del sector privilegiado y dominante de la sociedad colombiana.

Su posición es clara frente a la conveniencia de introducir cambios estructurales en el Estado colombiano, que giran en torno a fortalecer la descentralización o establecer el federalismo y establecer un sistema parlamentario, situaciones que afectarían, entre otras cosas, la dinámica partidista.

“El hecho colombiano actual es que estamos tratando de sobrevivir con unos municipios raquíticos, con unos departamentos que con contadas excepciones, no tiene razón de existir, y que las tentativas de descentralizar, lejos de realizar la aspiración de descentralizar, lo que hacen por naturaleza misma del problema es centralizar cada vez más.

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El impuesto a las rentas, o el situado fiscal hace depender más y más a las regiones de la mano caritativa del Estado central. ¿Quiénes se benefician?”

“Pero la realidad colombiana, es que la fuente de recursos para los municipios y departamentos está agotada y que es necesario devolverle algunas fuentes de recursos de esa índole a las regiones y dividir, parcelar servicios que se vienen prestando ineficazmente desde la capital, por delegación. La delegación no es descentralización. La delegación es una burla a la descentralización. La descentralización verdadera está en crear los recursos en las fuentes donde se tome.”

“Yo creo que es claro que de aquí al final del siglo, el proceso que va a vivir Colombia es un regreso a cierta forma de federalismo, como en el siglo XIX, el proceso fue hacia el centralismo. ¿Por qué? Porque si el centralismo fue un factor de unificación en el siglo XIX, hoy el centralismo es un factor de desunión nacional. Hoy el centralismo es un factor que pone en peligro la unidad nacional, como se registra periódicamente. Yo estoy seguro que no ocurrirá nada en casos como el de San Andrés y Providencia.”

A cargo de: Angie González

“El hecho colombiano actual es que estamos tratando de sobrevivir con unos municipios raquíticos, con unos departamentos que con contadas excepciones, no tiene razón de existir, y que las tentativas de descentralizar, lejos de realizar la aspiración de descentralizar, lo que hacen por naturaleza misma del problema es centralizar cada vez más.

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“Creo de este modo dejar embozado un concepto sobre lo que me parece a mi va a representar la línea divisoria entre nuestros partidos. Sustitución de concepción Keynesianista de la economía por un regreso al neoliberalismo, esta vez en manos de los conse r vado re s y p r i v a t i z a c i ón v s . descentralización.”

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“Ese deseo de cambio, no es tan radical como pudiera pensarse, teniendo por fundamento lo que se llamó el programa común en la época en que socialistas y comunistas estaban en estrecha alianza. Lo que acaba de ocurrir es significativo. Los socialistas pudieron triunfar sin el lastre comunista, como no habían podido triunfar en alianza con los comunistas

Entonces el programa de nacionalizaciones y de estatización se reduce a estatización del sector bancario y de otros sectores que están por discutir, intermediarios financieros. Algo que aquí se trato de iniciar con la llamada colombianización de la banca.”

Bibliografía

Michelsen. A (2004), El sistema parlamentario: el mejor gobierno para Colombia, Bogotá, Legis.

Ardila, B. e Suarez de la Cruz, A. (1985), Obras Selectas/ Alfonso López Michelsen, serie pensadores políticos colombianos, Bogotá, Cámara de Representantes.

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