El Proceso Urbano de Quito

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1. EL PROCESO URBANO DE QUITO 1 Quito ha tenido cambios urbanos importantes en los últimos años, quizás a partir de la década de 1980; son cambios que han ido dando forma al carácter metropolitano del distrito. El carácter “metropolitano” no deriva, por supuesto, de la ley (1993), sino de los procesos económicos y sociales que, al afianzarse, han ido modificando el territorio y sus relaciones. Las ciudad ha venido “desbordándose” aceleradamente sobre los valles orientales, de modo que al tradicional crecimiento longitudinal norte-sur se ha sumado la expansión oriental, con lo cual, a la tradición segregación norte-sur se añaden segregaciones centro-periferia. Por el norte, Quito avanza sobre dos frentes: Pomasqui y San Antonio, por un lado, y, por otro lado y sobre todo, hacia Calderón. Por el sur, la ciudad se extiende hacia el cantón Mejía; en poco tiempo más, algunas áreas de ese cantón se encontrarán ya incorporadas a la dinámica del distrito. Hacia el oriente, Quito avanza en los valles de Tumbaco y Los Chillos, separados por el volcán Ilaló. Sólo el macizo montañoso del Pichincha, al occidente, sigue siendo una barrera natural aún relativamente infranqueable. El desborde de la ciudad transcurre por dos vías conexas: el emplazamiento de actividades económicas y el desplazamiento de la población. En el emplazamiento de actividades económicas han jugado un papel de primerísima importancia el comercio y la banca: agencias de grandes casas comerciales se establecen en las zonas de expansión urbana en los valles cercanos, por lo general dentro o cerca de los centros parroquiales establecidos o de los nuevos centros en construcción. Lo propio ocurre con agencias bancarias. Y con los centros comerciales, convertidos en el instrumento característico de la expansión urbana. 1 Véase: Mario Unda. Apuntes para la historia del movimiento barrial en Quito, de próxima publicación.

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1. EL PROCESO URBANO DE QUITO1

Quito ha tenido cambios urbanos importantes en los últimos años, quizás a partir de la década de 1980; son cambios que han ido dando forma al carácter metropolitano del distrito. El carácter “metropolitano” no deriva, por supuesto, de la ley (1993), sino de los procesos económicos y sociales que, al afianzarse, han ido modificando el territorio y sus relaciones.

Las ciudad ha venido “desbordándose” aceleradamente sobre los valles orientales, de modo que al tradicional crecimiento longitudinal norte-sur se ha sumado la expansión oriental, con lo cual, a la tradición segregación norte-sur se añaden segregaciones centro-periferia.

Por el norte, Quito avanza sobre dos frentes: Pomasqui y San Antonio, por un lado, y, por otro lado y sobre todo, hacia Calderón. Por el sur, la ciudad se extiende hacia el cantón Mejía; en poco tiempo más, algunas áreas de ese cantón se encontrarán ya incorporadas a la dinámica del distrito. Hacia el oriente, Quito avanza en los valles de Tumbaco y Los Chillos, separados por el volcán Ilaló.

Sólo el macizo montañoso del Pichincha, al occidente, sigue siendo una barrera natural aún relativamente infranqueable.

El desborde de la ciudad transcurre por dos vías conexas: el emplazamiento de actividades económicas y el desplazamiento de la población. En el emplazamiento de actividades económicas han jugado un papel de primerísima importancia el comercio y la banca: agencias de grandes casas comerciales se establecen en las zonas de expansión urbana en los valles cercanos, por lo general dentro o cerca de los centros parroquiales establecidos o de los nuevos centros en construcción. Lo propio ocurre con agencias bancarias. Y con los centros comerciales, convertidos en el instrumento característico de la expansión urbana.

El desplazamiento de la población ha sido una vía tradicional de expansión urbana. En estos últimos 15 años han habido fuertes movimientos migratorios de población urbana hacia los valles de Los Chillos y Tumbaco, igual que hacia Calderón. Estos desplazamientos llevan la vida urbana con ellos: la gente mantiene sus actividades económicas urbanas y a sus alrededores se generan y multiplican nuevas actividades vinculadas con el asentamiento de población: comercios y servicios.

La expansión occidental es aún limitada y “exploratoria”. La apertura de la nueva vía a la costa por La Independencia le dio un nuevo impulso a los vínculos con una zona que hasta entonces era enteramente marginal. Desde entonces Nono, Nanegal, Nanegalito, Puerto Quito, Los Bancos..., se han integrado rápidamente a la economía de Quito, sobre todo con el desarrollo del “turismo ecológico” y “de aventuras”.

La ciudad se expande hacia afuera. Pero lo hace también hacia adentro. Quito vive un acelerado proceso de renovación urbana; valdría decir: la confluencia y la combinación de varios procesos de renovación

1 Véase: Mario Unda. Apuntes para la historia del movimiento barrial en Quito, de próxima publicación.

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Uno es la densificación de amplias áreas que habían sido incorporado al territorio urbano por la vía administrativa antes que por la dinámica urbana: ocurre básicamente en el sur; extensas zonas que habían quedado baldías a lo largo de las últimas dos décadas están siendo ahora llenadas por lotizaciones, urbanizaciones y construcciones de todo tipo; se vive en las llanuras del sur y en la zona de Ponciano Alto en el norte.

Otro es el cambio de uso del suelo, sobre todo por la expansión de las actividades comerciales. El comercio, en principio, sigue a la urbanización, pero cuando la urbanización se ha establecido ya, entonces el comercio atrae más urbanización; esto es visible en las zonas urbanas de más reciente densificación en el sur, por ejemplo. Los servicios operan cambios radicales también en zonas relativamente “especializadas”: es el caso de la reciente renovación de La Mariscal, entre la Amazonas y la Reina Victoria.

Otro, finalmente, es la densificación residencial: zonas de casas familiares de uno o dos pisos están siendo drásticamente intervenidas por el capital inmobiliario y convertidas en zonas de edificios en altura. Varios lugares de la ciudad viven actualmente esa transformación, sobre todo en el centro norte, y se puede esperar una profundización de esa tendencia con el futuro traslado del aeropuerto.

La expansión territorial y la disposición de las actividades en el espacio reformuló la centralidad; o, para expresarnos con más propiedad, las centralidades. Se construye una estructura de centralidades que tiene por eje las centralidades de gestión económica y de gestión política y administrativa.

La gestión económica fue desplazándose, a partir de los años de 1970, desde el centro histórico hacia el centro norte. Primero, al eje de la Colón y Amazonas, más tarde, al eje de la Amazonas y Naciones Unidas, donde se encuentra actualmente. Los avances tecnológicos, sobre todo en lo que tiene que ver con las nuevas tecnologías de información, aceleran los cambios operados en la centralidad de la gestión económica: por un lado, permiten su separación física de los espacios en los que se desarrollan las actividades de producción o de comercialización, indispensable, además, a medida que los negocios crecen y se multiplican las plantas, las agencias o los puntos de venta; por otra parte, acentúan una tendencia a la concentración de las actividades de gestión, dados los “beneficios de la aglomeración” (redes de servicios –de comunicación especialmente–, cercanía a servicios conexos –información, tecnología, legales–, status e imagen, etc.); pero también pueden actuar para impulsar tendencias a la descentralización o desconcentración de la centralidad.

Al parecer, en la zona de Cumbayá podría estarse constituyendo un pequeño núcleo de centralidades de gestión económica, que tal vez podría marcar una tendencia de relocalización de centralidades de gestión a futuro, sobre todo tomando en cuenta el rol urbano de la zona: residencia de sectores acomodados vinculados al capital “nacional” y multinacional; concentración de redes de servicios urbanos; concentración de actividades económicas de servicios y comercios de elevado status; mayor proximidad al nuevo aeropuerto y a la posible zona franca prevista en su zona de influencia inmediata; por lo tanto, tendencia a mantener altos precios del suelo.

En cambio la centralidad político-administrativa aparece subdividida en dos segmentos. Uno de ellos se mantiene en el centro histórico y en su prolongación tardía hacia La Alameda y El Ejido, espacio configurado ya plenamente para los años de 1960. En este

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segmento tiene un peso simbólico preponderante el centro histórico, por la presencia del palacio presidencial y del palacio municipal. Sin embargo, el centro se reconfigura, básicamente, desde los servicios turísticos, a cuyo desarrollo propende toda la política de recuperación iniciada en las alcaldías de Paz y Mahuad, y continuadas en las administraciones de Moncayo, y que incorpora incluso los elementos arquitectónicos de las funciones de centralidad administrativa.

El segundo segmento se extiende hacia el norte, siguiendo los pasos de la centralidad de la gestión económica, pero de modo más disperso, en parte aprovechando la crisis bancaria que dejó en manos del Estado algunos edificios, luego transferidos a instituciones públicas.

Al mismo tiempo, se han ido estableciendo centros subalternos, tanto en lo atinente a las actividades económicas cuanto en lo tocante a la gestión pública. En lo económico, las actividades de comercio son las que marcan la pauta. En este sentido, y para abreviar, podríamos hablar de dos niveles diferenciados jerárquicamente, construidos sobre la base de la doble segregación que constituye el territorio urbano de Quito: norte-sur y centro-periferia.

Un nivel se construye alrededor de los centros comerciales. Han predominado en el norte y en Cumbayá, pero en los últimos años se han volcado también hacia Los Chillos y hacia el Sur, reconfigurando los territorios, generando nuevas centralidades, y dando contenido a la metropolitanización de Quito: la centralidad dispersa. Ese es un proceso que continúa en los nuevos espacios de expansión, como se ve actualmente en la Morán Valverde, al sur; o en la reconfiguración de espacios de centralidad, como en San Rafael tras la apertura del San Luis Shopping, que modifica la simbólica urbana de la zona, ya antes relativamente comercial, y ya antes lugar de concentración de sectores acomodados, pero ahora con mucho más status.

El otro nivel es aquel que se constituye como centros microlocales, generalmente en zonas de asentamiento popular, por lo común a la vera de alguna avenida o acceso principal (en Carcelén, en Carapungo, en Solanda, etc.).

Lo propio ocurre con la centralidad administrativa de la gestión pública municipal. La ley del Distrito Metropolitano había establecido una gestión desconcentrada con la creación de las administraciones zonales, en principio sólo 3. El esquema fue desarrollándose hasta dar con la forma actual de 8 administraciones zonales.

Quito. Administraciones zonales

1. Administración Zona Municipal Equinoccio ( La Delicia ) 2. Administración Zona Municipal Calderón 3. Administración Zona Municipal Norte (Eugenio Espejo) 4. Administración Zona Municipal Centro (Manuela Sáenz) 5. Administración Zona Municipal Sur (Eloy Alfaro) 6. Administración Zona Municipal Tumbaco 7. Administración Zona Municipal Valle de Los Chillos 8. Administración Zona Municipal Quitumbe

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Esto supone la presencia de 8 centros administrativos de gestión pública que necesariamente refuerzan tendencias de centralidad microlocales, combinándose con la presencia de otras entidades públicas (por ejemplo, el Registro Civil, el Mercado Mayorista) y del gran comercio privado (esto es evidente en el sur con el centro comercial El Recreo y el proyecto del Quicentro, más al sur). Otras iniciativas privadas acaban por configurar el panorama (por ejemplo, los desplazamientos de los servicios educatvios, etc.).

De este modo, se va configurando una red de centralidades, jerárquicamente dominada desde la centralidad de los negocios.

En todo este proceso, la segregación residencial se consolida y profundiza. La segregación norte sur sigue siendo determinante. El norte es más homogéneo en sectores sociales que van de clases medias hacia arriba. El sur es más homogéneo en sectores sociales que van de clases medias hacia abajo. Los valles orientales reproducen este patrón: el valle de Tumbaco es el valle del norte; el valle de Los Chillos es el valle del sur.

“Más homogéneo” significa justamente eso, una predominancia. Al interior del norte y del sur, la segregación se complejiza en el sentido centro-periferia. De este modo, las parroquias “centrales” del norte (con epicentro en La Carolina, en la González Suárez y en El Bosque) son más homogéneas que sus periferias, donde la heterogeneidad se vuelve visible con la presencia de sectores medios menos aventajados y de clases populares, más visibles en las partes altas de Cotocollao.

Esto anticipa espacialmente un norte “popular”, que se extiende desde Cotocollao alto y el Comité del Pueblo hacia Calderón, una de las principales zonas de expansión urbana popular, cuanto más que tiene aún harto territorio por llenar.

El centro se configura cada vez menos como el centro comercial popular que era hasta antes de la “recuperación”, y cada vez más como la transición a los servicios turísticos. Eso hace que las viviendas sean desplazadas hacia los anillos pericentrales. Se configura una realidad heterogénea, entonces: en un primer anillo se encuentran zonas urbanas consolidadas, con ciertos niveles de degradación: La Colmena, zonas alrededor de La Marín. En un segundo anillo se sitúan barrios no plenamente consolidados en cuanto a la provisión de servicios urbanos básicos; incluye barrios relativamente tradicionales (en las lomas de La Libertad y de Toctiuco, por ejemplo), como las nuevas urbanizaciones y lotizaciones que crecen en dirección a Los Chillos (Monjas, Puengasí, etc.), asiento de diversas fracciones de clases medias y populares.

El sur es la zona de expansión popular privilegiada. Lo ha sido desde inicios del siglo 20, una tendencia que fue afirmada incluso normativamente por los primeros planes reguladores que tuvo la ciudad a fines de la década de 1930 e inicios de la siguiente, los planes Mortensen Gangotena y Jones Odriozola. La ley de distrito metropolitano santificó en la época moderna la misma tendencia, añadiéndole un énfasis muy fuerte en la creación de núcleos de centralidad para ordenar el sur y prevenir su desborde hacia otras zonas de la ciudad. El sur tiene aún muchísimo espacio hacia donde expandirse, dentro mismo de los linderos reconocidos de la ciudad. Se ha densificado mucho en los últimos años, y continuará haciéndolo a pasos agigantados, más ahora que sus espacios de centralidad se afirman en combinación de acciones muncipales e iniciativas privadas.

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Un ejemplo es la coincidencia de la nueva terminal terrestre y el nuevo hipermercado de Mi Comisariato (Quicentro del sur).

Estos espacios de centralidad y nuevos servicios servirán para atraer a nuevos contingentes de sectores medios no tan acomodados, que ya no tienen cabida socioeconómica hacia el norte.

Es evidente, en todo esto, que la vialidad y el transporte continúan siendo el principal cuello de botella.

Hacia adelante, es previsible que se mantenga el patrón mencionado. El funcionamiento del nuevo aeropuerto jalará el crecimiento de la ciudad hacia el oriente, especialmente hacia el nororiente, creando probablemente una periferia económica ligada a los flujos globales de capital.

Probablemente, también, el comercio y los servicios continuarán jugando un papel central en la economía local; entre ellos, los servicios turísticos y el comercio de consumo masivo.

La ciudad continuará expandiéndose tanto al norte como al sur, y se profundizarán los procesos de renovación urbana, de cambio de uso del suelo y de densificación. Los sectores sociales acomodados continuarán mirando hacia el norte y hacia los valles orientales, sobre todo Cumbayá y ciertos bolsones exclusivos de Los Chillos.

Al mismo tiempo, se afirmarán las zonas de expansión popular en dirección hacia el norte, especialmente hacia el eje de Calderón; y se consolidará el sur como la zona popular homogénea, con extensiones hacia el sur oriente, utilizando las vías de comunicación terrestre como vehículo de expansión.