El Problema de Las Dicotomías Como Explicación Filosófica

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El problema de las cualidades primarias y secundarias como explicación filosófica Guillermo Bernabé Hernández UNAM-FES Acatlán El presente ensayo tiene como objetivo principal analizar la crítica expuesta por Hilary Putnam respecto a la visión dualista del conocimiento (la relación entre propiedades primarias y secundarias de las cosas) así como también relacionarlo con la manera en que utiliza dicha crítica para fundamentar su teoría denominada realismo interno. Para ello será necesario centrarme en los argumentos que el mismo autor formula en la primera y segunda conferencia del libro “Las mil caras del realismo”. En dichos apartados el autor expone algunas ideas que le permiten afirmar que no es posible trazar una división clara entre propiedades de las cosas y propiedades que se muestran a nuestro intelecto tal y como lo concebían los filósofos del siglo XVII. Esto implica un reto o incluso una necesidad de reformulación para el realismo, dado que, mediante estas dificultades es notorio que resulta sumamente difícil hablar de un realismo que describa al mundo tal y como es. Será necesario hacer énfasis en el hecho de que Putnam no considera a esta división como una explicación que nos lleva a un esclarecimiento respecto a la relación epistemológica que tenemos con el mundo, sino que, en realidad el echar mano de esta dicotomía nos lleva a problemas teóricos más serios. El hecho de superar las dificultades que plantea esta dicotomía y 1

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Filosofía de la ciencia, Filosofía contemporánea, Hilary Putnam, Realismo interno

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El problema de las cualidades primarias y secundarias como explicación filosófica

Guillermo Bernabé Hernández UNAM-FES Acatlán

El presente ensayo tiene como objetivo principal analizar la crítica expuesta por Hilary Putnam

respecto a la visión dualista del conocimiento (la relación entre propiedades primarias y

secundarias de las cosas) así como también relacionarlo con la manera en que utiliza dicha

crítica para fundamentar su teoría denominada realismo interno. Para ello será necesario

centrarme en los argumentos que el mismo autor formula en la primera y segunda conferencia

del libro “Las mil caras del realismo”.

En dichos apartados el autor expone algunas ideas que le permiten afirmar que no es posible

trazar una división clara entre propiedades de las cosas y propiedades que se muestran a nuestro

intelecto tal y como lo concebían los filósofos del siglo XVII. Esto implica un reto o incluso

una necesidad de reformulación para el realismo, dado que, mediante estas dificultades es

notorio que resulta sumamente difícil hablar de un realismo que describa al mundo tal y como

es.

Será necesario hacer énfasis en el hecho de que Putnam no considera a esta división como una

explicación que nos lleva a un esclarecimiento respecto a la relación epistemológica que

tenemos con el mundo, sino que, en realidad el echar mano de esta dicotomía nos lleva a

problemas teóricos más serios. El hecho de superar las dificultades que plantea esta dicotomía y

sus derivaciones constituyen el elemento principal para formular una visión diferente del

realismo.

La filosofía a lo largo de su desarrollo se ha preguntado por la naturaleza del conocimiento,

sobre sus alcances y su posibilidad. En torno al problema del conocimiento muchas teorías han

supuesto que lo que sabemos de las cosas nos da una idea acerca de cómo estas son en sí

mismas, dicho supuesto parece estar muy arraigado no sólo respecto al mundo, sino también, al

hablar del conocimiento que tenemos de él. Un ejemplo de esto es la relación que la filosofía

moderna estableció entre la manera en que las cosas se manifiestan a nosotros mediante la

percepción y la razón.

Al principio de su texto, Putnam expone algunos problemas en torno al conocimiento que se

supone tenemos de las cosas y entre ellas da una gran importancia a la división que la filosofía

del siglo XVII hizo en torno a las cualidades de los objetos de nuestro conocimiento. Cómo

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sabemos, la filosofía moderna buscó fundamentar el conocimiento atribuyendo importancia no

sólo al mundo sino también al sujeto que conoce. El conocimiento desde esta perspectiva está

determinado por una relación sujeto-objeto. En torno a la división que la filosofía moderna hace

dice Putnam lo siguiente: “Esta es la famosa imagen, la imagen dualista del mundo físico y sus

cualidades primarias, por un lado, y de la mente y sus datos de los sentidos, por otro, a causa de

la cual los filósofos se han estado peleando, como dice Husserl, desde los tiempos de Galileo1”

Esta imagen representa el canon moderno que determina y a su vez limita el conocimiento para

el hombre. Por un lado tenemos a las cualidades primarias que son propias de las cosas y que

no dependen de la percepción del sujeto, son cualidades que se encuentran intrínsecas en los

objetos, por otro lado, encontramos a las cualidades secundarias que surgen de la percepción

que el sujeto tiene de las cosas, por ejemplo, el sabor, color, textura, olor, etc.

Vista superficialmente esta distinción parece aclararnos el panorama en tanto que se distinguen

ambos tipos de cualidades, sin embargo, es necesario reflexionar un poco en torno al problema

planteado por nuestro autor. En la visión dualista de las cualidades de las cosas encontramos

implicaciones interesantes. Una de ellas es que se concibe al mundo con cualidades propias

(existentes en las cosas independientes de la mente) y que por lo tanto le son propias

independientemente de la percepción del sujeto, la manera de percibir de este último no las

determina.

Por otra parte, también encontramos el hecho de que las cualidades secundarias surgen como

producto de la percepción que la mente tiene de esas cosas pero que no son propiedades de la

cosa como tal, sino que, se nos aparecen de acuerdo a la constitución de nuestro intelecto y

nuestros sentidos. En pocas palabras, estas cualidades surgen de la conjunción entre las

propiedades de las cosas, sus disposiciones para afectar al sujeto y la percepción de este último.

Esto más que un supuesto teórico parece una afirmación que se aproxima a describir una

escisión realmente existente entre el mundo, sus propiedades y las del sujeto. Aparentemente se

pretende formular una explicación que logre aclarar el problema de la relación sujeto-objeto

pero encontramos que esta manera de explicar en realidad deja más dudas que aclaraciones.

Una división de este tipo se tomaba como una explicación que pretendía demostrar cómo es que

opera el conocimiento y cómo este ultimo nos decía algo del mundo, sin embargo, Putnam

1 Putnam H. “Conferencia I ¿Queda todavía algo por decir acerca de la realidad y la verdad?”en Las mil caras del realismo. Paidós. Barcelona. 1994. Pág. 46

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dirige una fuerte crítica a dicha concepción debido a que más que una explicación, la concibe

como una especie de supuesto que en lugar de solucionar, oscurece más el problema en

cuestión; a este respecto nuestro autor dice: “Una <<explicación>> que involucra conexiones

de un tipo que no entendemos en absoluto (conexiones en <<suspenso nomológico>> las llamó

Herbert Feigl), y respecto de las cuales no tenemos ni siquiera el esbozo de una teoría, es una

explicación por medios algo más oscuros que el fenómeno que ha de ser explicado.2”

El problema que conlleva la explicación que divide cualidades primarias y secundarias consiste

en que pretende aclarar un fenómeno como el del conocimiento estableciendo supuestos y

principios que sirven de explicación pero que a su vez necesitan de una fundamentación. Esto

quiere decir que si tomamos como explicación la visión dualista de las cualidades entonces

debemos fundamentar una teoría que sostenga dicha división.

La visión de la filosofía moderna defiende una concepción realista, es decir, considera que

existe un vínculo entre el sujeto y el mundo y que su conocimiento puede dividirse entre

cualidades primarias y secundarias. En términos generales, esta noción apela a un realismo que

defiende a toda costa la distinción de las cualidades, este dualismo se considera como algo que

es real y que posibilita el conocimiento, sin embargo, al tomarlo como principio no logra su

justificación de una manera sólida.

Más allá de eso Putnam encuentra implicaciones aún más profundas, la distinción entre

cualidades no sólo marca la pauta para determinar lo que se puede y no se puede conocer

basándose en un principio completamente metafísico sino que también lleva implícito un

problema como el de las disposiciones de las cosas para afectar a la mente o a los sentidos. Esto

trae como consecuencia que las explicaciones se vayan haciendo cada vez más complejas y que

en consecuencia se defienda una tesis que está fundamentada en estas nociones. Dicha tesis es

la idea de que existe un mundo real y objetivo que podemos conocer independientemente de

toda teoría o perspectiva.

Cabe mencionar que esta idea es sólo aparente por el hecho de que incluso para establecer que

existen cualidades primarias que no cambian lo hacemos a partir de una teoría, de una

explicación, es decir, desde un perspectiva teórica. El mundo en sí o los datos brutos no pueden

ser concebidos sin una teoría que los respalde, explique y ordene; en el caso de la distinción

2 Op. Cit. Pág. 48

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entre cualidades encontramos ya una separación teórica entre tipos de cualidades que nos

brinda una manera de entender el mundo.

El problema que pone en jaque a la visión realista del conocimiento es el problema de las

nociones disposicionales debido a que resulta un fuerte reto explicar su naturaleza y sobre todo

su relación con el conocimiento, en torno a esto podríamos preguntar ¿Cuál es el estatus de las

cualidades como color, sabor, textura, solubilidad, etc. si tomamos en cuenta que estas

cualidades dependen de la percepción del sujeto?

Es claro que siguiendo los supuestos de la distinción entre cualidades (primarias y secundarias),

el problema de las nociones disposicionales resulta un elemento interesante por el hecho de que

parece difícil determinar el estatus de dichas cualidades, en tanto que son cualidades

secundarias no se encuentran estrictamente en las cosas, pero entonces ¿En dónde? ¿En la

mente? ¿En el sujeto?

Putnam detecta el origen del problema de la siguiente manera: “La raíz profunda de la

enfermedad en el sistema descansa en la noción de una propiedad <<intrínseca>>, una

propiedad que algo tiene <<en sí mismo>>, al margen de cualquier contribución hecha por el

lenguaje o la mente.3”

Más adelante Putnam afirma que la idea de una cualidad o propiedad en sí de las cosas es

producto de una proyección, es decir, una especie de actividad mental que supone propiedades

de las cosas en sí mismas y que nos conduce hacia el idealismo. Tomando en cuenta estos

argumentos es necesario analizar un poco las implicaciones que conlleva una visión dualista del

conocimiento que tenemos de las cosas. Aparentemente el principio del que parte la

epistemología moderna y que le sirve de explicación para entender nuestra relación

epistemológica con el mundo contiene en sus principios mismos un absurdo.

En consonancia con lo anterior resulta complicado afirmar que existen propiedades, cualidades

o cosas en sí mismas que pueden ser conocidas objetivamente, esto no implica que todo sea

relativo o que se niegue la existencia del mundo; esta crítica le da a Putnam la pauta para

analizar con mayor detalle los supuestos del realismo. Las nociones de un mundo en sí mismo o

de propiedades en sí mismas representan elementos incómodos para la filosofía por el hecho de

que no son fáciles de explicar y por lo tanto de sostener. Estos supuestos nos llevan a la

3 Op. Cit. Pág. 49

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conclusión de que sería posible trazar una línea entre los subjetivo y lo objetivo, sin embargo,

esta labor no ha sido realizada con éxito e incluso hoy día el problema sigue presente.

Esto hace sospechar a Putnam acerca de la solidez de los supuestos objetivistas, mismos que él

mismo considera de la siguiente manera: “Por <<supuestos objetivistas fundamentales>>

entiendo a) el supuesto de que se puede trazar una clara distinción entre las propiedades que las

cosas tienen <<en sí mismas>> y las propiedades que <<nosotros proyectamos>>, y b) el

supuesto de que la ciencia fundamental –en singular, ya que sólo la física tiene hoy ese status-

nos dice qué propiedades tienen las <<cosas en sí mismas>>4.”

Como se puede ver la objetividad está fundamentada en el supuesto de que es posible

determinar las cualidades de las cosas mismas, sin embargo, esta afirmación resulta

insostenible por que no hay una manera de acceder a esos datos crudos por así decirlo, en este

punto de fisura es donde Putnam establece la imposibilidad de un conocimiento de las cosas

mismas y deja abierta la puerta para formular su noción de relatividad conceptual en donde

basándose en estas dificultades abandona la distinción entre cualidades primarias o propiedades

de las cosas en sí mismas y cualidades que se presentan al sujeto.

Si seguimos la argumentación de Putnam, todo objetivismo nos lleva a un callejón sin salida en

dónde toda explicación tiene que ser de naturaleza metafísica para explicar el mundo como algo

que existe y que posee determinadas cualidades, si esto es así, entonces podríamos preguntar

¿Cuál es la salida teórica a este problema? Y quizás Putnam nos respondería que la clave está

en tomar en cuenta el papel de la relatividad conceptual.

Esto no es relativismo por las siguientes razones: la relatividad conceptual implica que las

teorías explican el mundo siguiendo determinados principios y compromisos teóricos que se

deben seguir a partir de dichos supuestos, las diferentes teorías parten del mundo para

explicarlo, hay un referente, es decir, un objeto que representa su campo de estudio y que

determina la manera en que se analiza y estudia. Todas las teorías tienen como fundamento al

mundo que es lo que pretenden explicar.

No es relativismo porque en todo caso refieren a algo concreto, los fenómenos que se dan, que

están presentes y que son constatables. Putnam ilustra esto con el ejemplo del mundo de Carnap

y el de los lógicos polacos en donde llega a esta conclusión: “-El método de contar o la noción

4 Op. Cit. Pág. 55

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de lo que constituye un objeto- depende de nuestra elección (llamemos a esto una convención);

pero la respuesta no por eso se convierte en un asunto de convención.5”

De manera que la teoría o los supuestos que la guían pueden resultar de una cierta convención,

pero la explicación que arroja no está determinada por un convencionalismo sino que está

condicionada por la relación que guarda con los fenómenos, es decir, con el mundo que

pretende explicar.

Así pues la dicotomía entre cualidades primarias y secundarias es inconsistente porque se aferra

a una explicación que supone un objetivismo en dónde hay un mundo que posee cualidades en

sí mismas que reclaman ser conocidas como sí tuviésemos la capacidad de tener el ojo de dios y

ver las cosas en su totalidad, independientes de toda perspectiva.

De manera que la ciencia y la filosofía de la ciencia se sitúan ante el problema planteado por

Putnam en dónde el realismo interno no pretende hablar de las cosas o las propiedades mismas

del mundo sino que se sitúa en una posición más prudente. Nuestro autor dice a este respecto:

Podemos y debemos insistir en que algunos hechos están ahí para ser descubiertos y no para ser

legislados por nosotros, aunque eso sea algo que hay que decir una vez que se ha adoptado una

manera de hablar, un lenguaje, un <<esquema conceptual>>.6” por lo tanto la visión de la

ciencia desde esta perspectiva es una actividad que pretende descubrir a partir de la teoría y no

determinar cómo es el mundo y qué alcances puede tener el conocimiento a partir de la misma.

La visión de la ciencia propuesta por Putnam está más abierta a los descubrimientos científicos

al no imponer cualidades propias de las cosas, es decir, al no establecer un objetivismo

exagerado.

Referencias

Putnam H. Las mil caras del realismo. Paidós. Barcelona. 1994.

5 Putnam H. “Conferencia II El realismo y la razonabilidad?”en Las mil caras del realismo. Paidós. Barcelona. 1994. Pág. 826 Op. Cit. Pág. 86-87

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