El Politico Corrupto

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EL POLÍTICO AUSENTE Hubo una vez un político que vivía en un pueblo muy pobre. Su meta era alcanzar el máximo nivel de su profesión, y llegar a ser gobernador de las tierras en donde residía. Para ello, necesitaba ganarse el favor de la gente del pueblo en el que vivía, y comenzó a hacerlo lanzando ridículas promesas a sus interlocutores desde la plaza local. Un día comenzaron a acercarse personas alrededor del político para dejarse atraer por aquellos exagerados beneficios de los que hablaba el hombre, los cuales lograrían sacar al pueblo de su miseria. Día tras día, se reunía más y más gente, hasta tal punto que la mayor parte de las personas de la región se congregaban para escucharlo. Sin embargo, existía entre este grupo de personas un hombre anciano, el más sabio del pueblo, el cual insistía en hacer caso omiso del discurso de aquel político, alegando que hace mucho tiempo, había existido otro igual a él que escaló en su profesión a base de mentiras y de infundirle a la gente falsas esperanzas, pero la gente decidió ignorar las advertencias del anciano. Pasó el tiempo y aquel político logró ubicarse en su tan deseado puesto gubernamental, pero al poco tiempo de empezar su mandato, la gente que estuvo apoyándolo anteriormente, comenzó a notar que aquellas promesas no se cumplían. Pasaron meses y años, pero las cosas continuaban de igual manera, o peores. Los habitantes pasaban hambre, no tenían vestido y sus hogares se encontraban totalmente arruinados. Decidieron dejar de esperar y poner manos a la obra. Entonces, un día, enfurecidos, marchó la gente hacia la casa del político para reclamarle por todas aquellas promesas que todavía no se habían cumplido, y al llegar, el gobernador los recibió ataviado con las mejores prendas. Al ver de cual manera irrumpían en su vivienda, se enfadó mucho y les ordenó, casi con desdén, que volvieran a sus empobrecidos hogares. Ante esta actitud, la gente se enfureció aún más, y se propusieron echar al político del pueblo. En ese preciso instante apareció el anciano del pueblo, y con gran determinación y paciencia, le replicó al político todas las malas acciones que había tomado y que

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Cuento corto. Escritura de invención. Primeros esbozos como escritor

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EL POLÍTICO AUSENTE

Hubo una vez un político que vivía en un pueblo muy pobre. Su meta era alcanzar el máximo nivel de su profesión, y llegar a ser gobernador de las tierras en donde residía. Para ello, necesitaba ganarse el favor de la gente del pueblo en el que vivía, y comenzó a hacerlo lanzando ridículas promesas a sus interlocutores desde la plaza local.

Un día comenzaron a acercarse personas alrededor del político para dejarse atraer por aquellos exagerados beneficios de los que hablaba el hombre, los cuales lograrían sacar al pueblo de su miseria. Día tras día, se reunía más y más gente, hasta tal punto que la mayor parte de las personas de la región se congregaban para escucharlo. Sin embargo, existía entre este grupo de personas un hombre anciano, el más sabio del pueblo, el cual insistía en hacer caso omiso del discurso de aquel político, alegando que hace mucho tiempo, había existido otro igual a él que escaló en su profesión a base de mentiras y de infundirle a la gente falsas esperanzas, pero la gente decidió ignorar las advertencias del anciano.

Pasó el tiempo y aquel político logró ubicarse en su tan deseado puesto gubernamental, pero al poco tiempo de empezar su mandato, la gente que estuvo apoyándolo anteriormente, comenzó a notar que aquellas promesas no se cumplían. Pasaron meses y años, pero las cosas continuaban de igual manera, o peores. Los habitantes pasaban hambre, no tenían vestido y sus hogares se encontraban totalmente arruinados. Decidieron dejar de esperar y poner manos a la obra.

Entonces, un día, enfurecidos, marchó la gente hacia la casa del político para reclamarle por todas aquellas promesas que todavía no se habían cumplido, y al llegar, el gobernador los recibió ataviado con las mejores prendas. Al ver de cual manera irrumpían en su vivienda, se enfadó mucho y les ordenó, casi con desdén, que volvieran a sus empobrecidos hogares. Ante esta actitud, la gente se enfureció aún más, y se propusieron echar al político del pueblo. En ese preciso instante apareció el anciano del pueblo, y con gran determinación y paciencia, le replicó al político todas las malas acciones que había tomado y que debía responder por ellas. Al político le pesaron mucho las palabras del anciano, se sintió muy avergonzado de su accionar y decidió abandonar su puesto como gobernador.

A manera de agradecimiento por haberse encargado de toda la situación, los habitantes nombraron al anciano como el nuevo gobernante del pueblo, mientras que al político jamás volvió a vérsele por allí.