El Pino: brigadista del 68 · 2018-11-09 · Auditorio Dr. JuliÀn Adem del mencionado centro, en...

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Viernes 9 de noviembre de 2018 EL UNIVERSAL E20 CULTURA PROYECTO UNAM Texto: Rafael López [email protected] Plática sobre el fracking El Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM, dentro de su ciclo “Miércoles de divulgación”, invita al público en general a la plática “Qué es el f ra ck i n g y cómo contribuye el cambio climático”, que impartirá Ale- jandro Bezanilla Morlot el 14 de noviembre, de 16:00 a 17:00 horas, en el Auditorio Dr. Julián Adem del mencionado centro, en Ciudad Universi- taria. Entrada libre. ESPECIAL Altos costos por bombear agua a la capital Para bombear agua de pozos lo- cales y de los sistemas Cutzamala y Lerma, y así abastecer del vital líquido a la capital del país y su zo- na metropolitana, el Sistema de Aguas de la Ciudad de México (SACMEX) gasta mil 600 millones de pesos anuales sólo en energía. De acuerdo con Gerardo Ruiz So- lorio, investigador de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, en di- cho proceso se consumen 2 mil 800 millones de kilowatts cada hora; además, al costo energético se suman gastos variables por sub- sidios y mantenimiento, lo que eleva mucho las cifras. Por qué las noticias falsas tienen éxito Según Fabián Romo Zamudio, director de Sistemas y Servicios Institu- cionales de la Dirección General de Cómputo y de Tecnologías de In- formación y Comunicación de la UNAM, las noticias falsas siempre han existido, pero hoy en día su proceso se ha acelerado debido a la acce- sibilidad de la información, la hiperconectividad y la facilidad de su pu- blicación. “Ahora todo es rápido, sencillo y simple. La tecnología es tan veloz que los métodos para verificar la validez de la información, su origen y su fuente, entre otros aspectos, ya no son asumidos o aplicables.” ESPECIAL El Pino : brigadista del 68 Salvador Martínez Della Roca, entonces estudiante de la Facultad de Ciencias de la UNAM, hace un recuento de lo que vivió ese año en compañía de sus compañeros del CNH La masacre del 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Cul- turas, en Tlatelolco, significó un golpe letal para el movi- miento estudiantil y, a la vez, marcó la vida de buena parte de la juventud me- xicana de esa época. A 50 años de aquellos sucesos, Salvador Mar- tínez Della Roca, El Pino, entonces estudiante de la Facultad de Ciencias de la UNAM y brigadista durante dicho movimiento —así como autor de Centenario de la UNAM. Estado y Universidad Nacional. Cien años de conciliaciones y ruptu- ras, entre otros libros—, hace un recuento de lo que vivió ese año junto con sus compañeros del CNH, incluyendo las vicisitudes que debieron afrontar para alcanzar la libertad. En la tarde del 27 de agosto de aquel año, el Consejo Nacional de Huelga (CNH) llevó a cabo la marcha más grande del 68. En la noche, como propuesta de Sócrates Amado Campus Lemus, un gran número de estudiantes permaneció en el Zócalo. Gilberto Guevara Niebla, delegado de la Facultad de Ciencias ante el CNH, estaba ago- tado y le dijo a El Pino: “Voy a dormir un rato, estáte pendiente de los compañeros y, si pasa algo, me avisas.” “Junto con Maricarmen Fernández, delegada de la Prepa 5 ante el CNH, Ángel Verdugo y Ta- kahiko Kayashaki Sasaki, de la Facultad de Cien- cias, fui por la cena para los compañeros que estaban en el Zócalo. Takajiko manejaba su ca- rro y, cuando volvimos, casi choca con un tan- que del Ejército. Era muy ingenua y tonta la pro- puesta de permanecer ahí hasta el día del in- forme presidencial para exigir solución al pliego petitorio. Obviamente no lo iban a permitir.” Enseguida, los cuatro estudiantes se dirigie- ron a la casa de asistencia de la calle de Xo- chicalco, donde vivían. “¿Qué pasa?”, pregun- tó Guevara Niebla. “Nos desalojaron”, contestó El Pino. Ingreso en Lecumberri Al día siguiente, Díaz Ordaz, presidente de Mé- xico, y Corona del Rosal, jefe del Departamento del Distrito Federal, obligaron a los trabajado- res de distintas dependencias del gobierno a “desagraviar” la bandera nacional, porque la noche anterior los estudiantes habían izado en el asta del Zócalo una bandera rojinegra, sím- bolo de huelga. Por la tarde, con tres compañeros (Juan Es- trada, Takajiko y Jean Paul Manuel Signoret, también de la Facultad de Ciencias), El Pino se fue a la cárcel de mujeres de Santa Martha Aca- titla, donde habría un mitin en demanda de la libertad de las mujeres presas, entre ellas Ana María, hermana de Víctor Rico Galán, otro pre- so político. Quería decirles a los compañeros que se regresaran porque había habido balazos en el Zócalo. Cuando llegaron, un patrullero de tránsito se acercó a ellos y le dijo a El Pino que se fueran. “Le dije que sí, que nos iríamos. Pero me di cuenta de que Chelo, la hermana de Eduardo Valle, El Búho, delegado de la Facultad de Eco- nomía de la UNAM ante el CNH, iba en el ca- mión del contingente que había sido rodeado por agentes de tránsito y granaderos. ¿Cómo la iba a dejar sola? Cuando ella bajó y la quise se- guir, la policía ya estaba sobre mí. Luego, los agentes de tránsito dijeron: ‘En el carro aquel hay subversivos.’ Ahí nos detuvieron a Takahi- ko, a Jean Paul y a mí, ‘agitadores extranjeros’, y a otros ocho compañeros.” La policía los trasladó a Lecumberri, donde les asignaron la crujía E, “la de los rateros de pri- mera ocasión”. Era el 28 de agosto. Masacre de Tlatelolco Un mes y días después —el 2 de octubre— su- cedió la masacre de Tlatelolco. Fueron horas te- rribles para los estudiantes presos. Al otro día, la mamá de El Pino les informó a él y a los demás que sus compañeros estaban detenidos en el Campo Militar Número Uno. “Sócrates —lo documentó El Búho— iba de celda en celda, delatando a los miembros del CNH. Más tarde los presentaron a la prensa, no sin antes haberlas inyectado quién sabe qué co- sa para borrar las huellas de la golpiza que les habían dado. Luego llegaron a Lecumberri. La crujía se llenó de compañeros, presos políticos todos.” De acuerdo con El Pino, uno de los errores que cometió el CNH fue proponer un diálogo públi- co sin discutir en privado las reglas del juego. “¿Qué hizo Díaz Ordaz? Cuando faltaban 12 días para la inauguración de la Olimpiada pi- dió que nombráramos a nuestros representan- tes para resolver el conflicto. Él ya había nom- brado a los suyos: Andrés Caso Lombardo, una persona respetada; y Jorge De la Vega Domín- guez, un gángster… Los combinó el cabrón: el bueno, el malo y el feo. El tercero era él mismo, Díaz Ordaz.” Demandas Ni un solo punto del pliego petitorio fue resuelto por las autoridades; sin embargo, los estudian- tes avanzaron políticamente. No hay duda de que la generación del 68 conquistó espacios de- mocráticos en una sociedad autoritaria. “En Las revoluciones burguesas , Marx —lo cito porque sigo siendo marxista— dice que en todo movimiento social siempre hay una demanda central; por ejemplo, tierra y libertad... Pero en el proceso van surgiendo nuevas demandas que co- bijan a la primera. Nosotros coreábamos: ‘¡Prens a ve n d i d a ! ’ ¿Cuál era el significado de esta frase? Exigir un ejercicio democrático, porque la prensa no informaba, más bien desinformaba”. Otra demanda del movimiento fue la libertad de expresión y de manifestación, ya que en esos años había que pedir permiso para salir a la calle y marchar. “‘Esta marcha no pidió permiso’, se leía en las pancartas. Marcela Lagarde —esto lo cuento siempre— hizo una manta gigantesca que de- cía: ‘La virginidad causa cáncer’, y todo mundo se apuntaba. En realidad, ¿qué proponía? Liber- tad sexual. Eso también configuró las libertades democráticas que seguimos defendiendo.” En libertad El 8 de marzo de 1971, luego de ver por televisión “La pelea del siglo” entre Joe Fraizer y Muham- mad Ali, El Pino y sus compañeros se fueron a dormir decepcionados por la derrota de Ali. Al poco rato se oyó la voz que oían cuando alguien estaba a punto de salir. Nombró a López Osuna, a Marcué Pardiñas y a otros, pero a El Pino n o. Raúl Álvarez Garín, delegado de la Escuela de Físico-Matemáticas del IPN ante el CNH, los convocó a todos, incluso a los que se irían, y dis- cutieron qué hacer. La idea era salir a luchar por la libertad de todos los presos políticos. El ar- gumento era sencillo: “Si me acusan de los mis- mos delitos que a ellos, ¿por qué estoy libre y ellos no?” “En la mañana tocaron en la puerta de mi cel- da y oí: ‘Pine tree, you’re going to leave.’ Era Raúl. ‘Ya te vas. Viene tu nombre en el periódico; guar- da lo que te vas a llevar.’ ‘Sólo me voy a llevar los libros; ustedes decidan a quién le dan el resti- rador que me regaló mi papá y lo demás’, dije, y me dediqué a empacar en una caja los libros que nos mandaba el rector Barros Sierra. Cuan- do estuve listo, los compañeros se acercaron y, en el momento en que me despedía, empecé a llorar. ‘No me voy hasta que salgan ustedes’, dije. Entonces, Javier González me sacudió y me dijo: ‘Te vas ahorita. Te necesitamos afuera.’ Ra ú l , Gilberto y El Búho lo respaldaron.” Afuera lo esperaban su mamá, sus hermanos, Carlos Ímaz (quien le dio trabajo de bibliotecaria a su mamá en el CINVESTAV), Eugenio Filloy, Santiago Ramírez y otros amigos. “Cuando se abrió la puerta, vi el reloj: eran las cuatro de la tarde. Dos años, seis meses y nueve días en punto, porque eran las cuatro de la tarde cuando entré por esa misma puerta.” Ayuda para los compañeros El Pino se reincorporó al movimiento. Y cuando se organizó el Comité Coordinador de los Co- mités de Lucha, él y sus compañeros pidieron la libertad de los presos con el argumento que ya habían discutido. En esa coyuntura, Mario Moya Palencia, se- cretario de Gobernación, se comunicó con Ma- ne Garín, la mamá de Raúl, con Alejandro Ál- varez y con El Pino. Les explicó de qué se trataba: sus compañeros saldrían, pero se tendrían que ir del país. Ahora bien, como en la Constitución mexicana no existe la figura de exilio, deberían conseguir lo necesario para hacer su viaje... El Pino fue a Lecumberri y les expuso a sus compañeros el planteamiento de Moya Palen- cia. Éstos quisieron saber qué opinaba él. “Pri- mero deben salir de aquí, porque temo que los vayan a matar”, les dijo, y les propuso encar- garse de las gestiones. “Mucha gente quería cooperar. El historiador Jesús Silva Herzog me entregó 10 mil pesos para comprar dos boletos de avión. Otro personaje que me dio 10 mil pesos fue Manuel Gómez Mo- rín, a condición de que no lo supiera nadie.” Todos dijeron que querían ir a Chile, donde acababa de ganar la Unidad Popular con Sal- vador Allende. El Pino pidió una cita con el em- bajador de Chile en México y le dijo que sus com- pañeros podrían salir de prisión con la condi- ción de que viajaran al extranjero y que por eso le solicitaba amablemente que les diera asilo. “Se negó (tengo testigos de su respuesta). Le contesté con una mentada de madre. ‘Mucho cuidado que está usted en territorio chileno’, me amenazó. ‘Esta calle se llama Reforma’, dije, y salí.” De este desencuentro se enteró Alfonso Be- navides Correa, entonces embajador de Perú en México y ex guerrillero. Invitó a El Pino a su casa y, en presencia de Rafael Hernández, La Polla, delegado de la Universidad Iberoamericana an- te el CNH, comentó que sabía lo que había pa- sado con el embajador de Chile. “Quiero aclarar que no es del grupo de Allende. Aún no se ha designado nuevo embajador”, añadió. “Benavides Correa habló a la embajada para que nos dejaran entrar. Luego me dijo: ‘F í j a te bien, no te vayas a equivocar. Te voy a decir en dónde están los sellos para los pasaportes.’ Y ahí nos tienes, a Rafael y a mí, yendo a la embajada de Perú en domingo y sellando los pasaportes de los compañeros.” Al día siguiente, El Pino fue a Lecumberri y les entregó los pasaportes y dinero. “‘Aquí está lo que les mandan todos: cuates, profesores, investigadores, intelectuales’, les dije. Y salieron del país, a donde regresaron poco menos de tres meses después, el 3 de junio, por- que Moya Palencia declaró a la prensa que en México no había exiliados políticos. A los siete días, el 10 de junio, ocurrió el Halconazo…” b “‘Esta marcha no pidió permiso’, se leía en las pancartas. Marcela Lagarde —esto lo cuento siempre— hizo una manta gigantesca que decía: ‘La virginidad causa cáncer’, y todo mundo se apuntaba. En realidad, ¿qué proponía? Libertad sexual. Eso también configuró las libertades democráticas que seguimos defendiendo” SALVADOR MARTÍNEZ DELLA ROCA, “EL PINO” RAFAEL LÓPEZ Estuvo preso en Lecumberri dos años, seis meses y nueve días.

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Page 1: El Pino: brigadista del 68 · 2018-11-09 · Auditorio Dr. JuliÀn Adem del mencionado centro, en Ciudad Universi - taria. Entrada libre. E S P EC I A L Altos costos por bombear agua

Viernes 9 de noviembre de 2018 EL UNIVERSALE20 CU LT U R A

PROYECTO UNAM Texto: Rafael Lópezrl o p e z g @h o t m a i l.c o m

Plática sobre el fra c k i n gEl Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM, dentro de su ciclo“Miércoles de divulgación”, invita al público en general a la plática “Q uées el f ra ck i n g y cómo contribuye el cambio climático”, que impartirá Ale-jandro Bezanilla Morlot el 14 de noviembre, de 16:00 a 17:00 horas, en elAuditorio Dr. Julián Adem del mencionado centro, en Ciudad Universi-taria. Entrada libre.

E S P E

C I A L Altos costos por

bombear aguaa la capitalPara bombear agua de pozos lo-cales y de los sistemas Cutzamalay Lerma, y así abastecer del vitallíquido a la capital del país y su zo-na metropolitana, el Sistema deAguas de la Ciudad de México(SACMEX) gasta mil 600 millonesde pesos anuales sólo en energía.De acuerdo con Gerardo Ruiz So-lorio, investigador de la Facultadde Ingeniería de la UNAM, en di-cho proceso se consumen 2 mil800 millones de kilowatts cadahora; además, al costo energéticose suman gastos variables por sub-sidios y mantenimiento, lo queeleva mucho las cifras.

Por qué las noticias falsas tienen éxitoSegún Fabián Romo Zamudio, director de Sistemas y Servicios Institu-cionales de la Dirección General de Cómputo y de Tecnologías de In-formación y Comunicación de la UNAM, las noticias falsas siempre hanexistido, pero hoy en día su proceso se ha acelerado debido a la acce-sibilidad de la información, la hiperconectividad y la facilidad de su pu-blicación. “Ahora todo es rápido, sencillo y simple. La tecnología es tanveloz que los métodos para verificar la validez de la información, su origeny su fuente, entre otros aspectos, ya no son asumidos o aplicables.”

E S P E

C I A L

El Pino: brigadista del 68Salvador Martínez DellaRoca, entonces estudiantede la Facultad de Cienciasde la UNAM, hace unrecuento de lo que vivióese año en compañía desus compañeros del CNH

La masacre del 2 de octubre de1968 en la Plaza de las Tres Cul-turas, en Tlatelolco, significóun golpe letal para el movi-miento estudiantil y, a la vez,

marcó la vida de buena parte de la juventud me-xicana de esa época.

A 50 años de aquellos sucesos, Salvador Mar-tínez Della Roca, El Pino, entonces estudiante dela Facultad de Ciencias de la UNAM y brigadistadurante dicho movimiento —así como autor deCentenario de la UNAM. Estado y UniversidadNacional. Cien años de conciliaciones y ruptu-ras, entre otros libros—, hace un recuento de loque vivió ese año junto con sus compañeros delCNH, incluyendo las vicisitudes que debieronafrontar para alcanzar la libertad.

En la tarde del 27 de agosto de aquel año, elConsejo Nacional de Huelga (CNH) llevó a cabola marcha más grande del 68. En la noche, comopropuesta de Sócrates Amado Campus Lemus,un gran número de estudiantes permaneció enel Zócalo. Gilberto Guevara Niebla, delegado dela Facultad de Ciencias ante el CNH, estaba ago-tado y le dijo a El Pino: “Voy a dormir un rato,estáte pendiente de los compañeros y, si pasaalgo, me avisas.”

“Junto con Maricarmen Fernández, delegadade la Prepa 5 ante el CNH, Ángel Verdugo y Ta-kahiko Kayashaki Sasaki, de la Facultad de Cien-cias, fui por la cena para los compañeros queestaban en el Zócalo. Takajiko manejaba su ca-rro y, cuando volvimos, casi choca con un tan-que del Ejército. Era muy ingenua y tonta la pro-puesta de permanecer ahí hasta el día del in-forme presidencial para exigir solución al pliegopetitorio. Obviamente no lo iban a permitir.”

Enseguida, los cuatro estudiantes se dirigie-ron a la casa de asistencia de la calle de Xo-chicalco, donde vivían. “¿Qué pasa?”, pregun-tó Guevara Niebla. “Nos desalojaron”, contestóEl Pino.

Ingreso en LecumberriAl día siguiente, Díaz Ordaz, presidente de Mé-xico, y Corona del Rosal, jefe del Departamentodel Distrito Federal, obligaron a los trabajado-res de distintas dependencias del gobierno a“desagraviar ” la bandera nacional, porque lanoche anterior los estudiantes habían izado enel asta del Zócalo una bandera rojinegra, sím-bolo de huelga.

Por la tarde, con tres compañeros (Juan Es-trada, Takajiko y Jean Paul Manuel Signoret,también de la Facultad de Ciencias), El Pino sefue a la cárcel de mujeres de Santa Martha Aca-titla, donde habría un mitin en demanda de lalibertad de las mujeres presas, entre ellas AnaMaría, hermana de Víctor Rico Galán, otro pre-so político. Quería decirles a los compañerosque se regresaran porque había habido balazosen el Zócalo. Cuando llegaron, un patrullero detránsito se acercó a ellos y le dijo a El Pino quese fueran.

“Le dije que sí, que nos iríamos. Pero me dicuenta de que Chelo, la hermana de EduardoValle, El Búho, delegado de la Facultad de Eco-nomía de la UNAM ante el CNH, iba en el ca-mión del contingente que había sido rodeadopor agentes de tránsito y granaderos. ¿Cómo laiba a dejar sola? Cuando ella bajó y la quise se-guir, la policía ya estaba sobre mí. Luego, losagentes de tránsito dijeron: ‘En el carro aquelhay subversivos.’ Ahí nos detuvieron a Takahi-ko, a Jean Paul y a mí, ‘agitadores extranjeros’,y a otros ocho compañeros.”

La policía los trasladó a Lecumberri, donde lesasignaron la crujía E, “la de los rateros de pri-mera ocasión”. Era el 28 de agosto.

Masacre de TlatelolcoUn mes y días después —el 2 de octubre— su -cedió la masacre de Tlatelolco. Fueron horas te-rribles para los estudiantes presos. Al otro día,

la mamá de El Pinoles informó a él y a los demásque sus compañeros estaban detenidos en elCampo Militar Número Uno.

“Sócrates —lo documentó El Búho— iba decelda en celda, delatando a los miembros delCNH. Más tarde los presentaron a la prensa, nosin antes haberlas inyectado quién sabe qué co-sa para borrar las huellas de la golpiza que leshabían dado. Luego llegaron a Lecumberri. Lacrujía se llenó de compañeros, presos políticosto do s.”

De acuerdo con El Pino, uno de los errores quecometió el CNH fue proponer un diálogo públi-co sin discutir en privado las reglas del juego.

“¿Qué hizo Díaz Ordaz? Cuando faltaban 12días para la inauguración de la Olimpiada pi-dió que nombráramos a nuestros representan-tes para resolver el conflicto. Él ya había nom-brado a los suyos: Andrés Caso Lombardo, unapersona respetada; y Jorge De la Vega Domín-guez, un gángster… Los combinó el cabrón: elbueno, el malo y el feo. El tercero era él mismo,Díaz Ordaz.”

D e ma n d a sNi un solo punto del pliego petitorio fue resueltopor las autoridades; sin embargo, los estudian-tes avanzaron políticamente. No hay duda deque la generación del 68 conquistó espacios de-mocráticos en una sociedad autoritaria.

“En Las revoluciones burguesas, Marx —lo citoporque sigo siendo marxista— dice que en todomovimiento social siempre hay una demandacentral; por ejemplo, tierra y libertad... Pero en elproceso van surgiendo nuevas demandas que co-bijan a la primera. Nosotros coreábamos: ‘¡Prens ave n d i d a ! ’ ¿Cuál era el significado de esta frase?

Exigir un ejercicio democrático, porque la prensano informaba, más bien desinformaba”.

Otra demanda del movimiento fue la libertadde expresión y de manifestación, ya que en esosaños había que pedir permiso para salir a la calley marchar.

“‘Esta marcha no pidió permiso’, se leía en laspancartas. Marcela Lagarde —esto lo cuentosiempre — hizo una manta gigantesca que de-cía: ‘La virginidad causa cáncer’, y todo mundose apuntaba. En realidad, ¿qué proponía? Liber-tad sexual. Eso también configuró las libertadesdemocráticas que seguimos defendiendo.”

En libertadEl 8 de marzo de 1971, luego de ver por televisión“La pelea del siglo” entre Joe Fraizer y Muham-mad Ali, El Pino y sus compañeros se fueron adormir decepcionados por la derrota de Ali. Alpoco rato se oyó la voz que oían cuando alguien

estaba a punto de salir. Nombró a López Osuna,a Marcué Pardiñas y a otros, pero a El Pino n o.

Raúl Álvarez Garín, delegado de la Escuela deFísico-Matemáticas del IPN ante el CNH, losconvocó a todos, incluso a los que se irían, y dis-cutieron qué hacer. La idea era salir a luchar porla libertad de todos los presos políticos. El ar-gumento era sencillo: “Si me acusan de los mis-mos delitos que a ellos, ¿por qué estoy libre yellos no?”

“En la mañana tocaron en la puerta de mi cel-da y oí: ‘Pine tree, you’re going to leave.’ Era Raúl.‘Ya te vas. Viene tu nombre en el periódico; guar-da lo que te vas a llevar.’ ‘Sólo me voy a llevar loslibros; ustedes decidan a quién le dan el resti-rador que me regaló mi papá y lo demás’, dije,y me dediqué a empacar en una caja los librosque nos mandaba el rector Barros Sierra. Cuan-do estuve listo, los compañeros se acercaron y,en el momento en que me despedía, empecé allorar. ‘No me voy hasta que salgan ustedes’, dije.Entonces, Javier González me sacudió y me dijo:‘Te vas ahorita. Te necesitamos afuera.’ Ra ú l ,Gilberto y El Búho lo respaldaron.”

Afuera lo esperaban su mamá, sus hermanos,Carlos Ímaz (quien le dio trabajo de bibliotecariaa su mamá en el CINVESTAV), Eugenio Filloy,Santiago Ramírez y otros amigos.

“Cuando se abrió la puerta, vi el reloj: eran lascuatro de la tarde. Dos años, seis meses y nuevedías en punto, porque eran las cuatro de la tardecuando entré por esa misma puerta.”

Ayuda para los compañerosEl Pino se reincorporó al movimiento. Y cuandose organizó el Comité Coordinador de los Co-mités de Lucha, él y sus compañeros pidieronla libertad de los presos con el argumento queya habían discutido.

En esa coyuntura, Mario Moya Palencia, se-cretario de Gobernación, se comunicó con Ma-ne Garín, la mamá de Raúl, con Alejandro Ál-varez y con El Pino. Les explicó de qué se trataba:sus compañeros saldrían, pero se tendrían queir del país. Ahora bien, como en la Constituciónmexicana no existe la figura de exilio, deberíanconseguir lo necesario para hacer su viaje...

El Pino fue a Lecumberri y les expuso a suscompañeros el planteamiento de Moya Palen-cia. Éstos quisieron saber qué opinaba él. “Pri -mero deben salir de aquí, porque temo que losvayan a matar”, les dijo, y les propuso encar-garse de las gestiones.

“Mucha gente quería cooperar. El historiadorJesús Silva Herzog me entregó 10 mil pesos paracomprar dos boletos de avión. Otro personajeque me dio 10 mil pesos fue Manuel Gómez Mo-rín, a condición de que no lo supiera nadie.”

Todos dijeron que querían ir a Chile, dondeacababa de ganar la Unidad Popular con Sal-vador Allende. El Pino pidió una cita con el em-bajador de Chile en México y le dijo que sus com-pañeros podrían salir de prisión con la condi-ción de que viajaran al extranjero y que por esole solicitaba amablemente que les diera asilo.

“Se negó (tengo testigos de su respuesta). Lecontesté con una mentada de madre. ‘Muchocuidado que está usted en territorio chileno’,me amenazó. ‘Esta calle se llama Reforma’, dije,y salí.”

De este desencuentro se enteró Alfonso Be-navides Correa, entonces embajador de Perú enMéxico y ex guerrillero. Invitó a El Pino a su casay, en presencia de Rafael Hernández, La Polla,delegado de la Universidad Iberoamericana an-te el CNH, comentó que sabía lo que había pa-sado con el embajador de Chile. “Quiero aclararque no es del grupo de Allende. Aún no se hadesignado nuevo embajador”, añadió.

“Benavides Correa habló a la embajada paraque nos dejaran entrar. Luego me dijo: ‘F í j a tebien, no te vayas a equivocar. Te voy a decir endónde están los sellos para los pasaportes.’ Y ahínos tienes, a Rafael y a mí, yendo a la embajadade Perú en domingo y sellando los pasaportesde los compañeros.”

Al día siguiente, El Pinofue a Lecumberri y lesentregó los pasaportes y dinero.

“‘Aquí está lo que les mandan todos: cuates,profesores, investigadores, intelectuales’, lesdije. Y salieron del país, a donde regresaron pocomenos de tres meses después, el 3 de junio, por-que Moya Palencia declaró a la prensa que enMéxico no había exiliados políticos. A los sietedías, el 10 de junio, ocurrió el Halconazo…” b

“‘Esta marcha no pidió permiso’,se leía en las pancartas. MarcelaLagarde —esto lo cuentosie mp re— hizo una mantagigantesca que decía: ‘Lavirginidad causa cáncer’, y todomundo se apuntaba. En realidad,¿qué proponía? Libertad sexual.Eso también configuró laslibertades democráticas queseguimos defendiendo”SALVADOR MARTÍNEZ DELLA ROCA, “EL PINO”

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Estuvo preso en Lecumberri dos años, seis meses y nueve días.