EL PERDON Y LA FURIA - Antonio Altarriba€¦ · Guión “El perdón y la furia”, Antonio...

Guión “El perdón y la furia”, Antonio Altarriba, 2017 Dibujante: Keko 1

El guión


PÁGINA 1 ...................... 4 Viñeta 1.-‐ ........................ 4 Viñeta 2.-‐ ........................ 4 Viñeta 3.-‐ ........................ 5 Viñeta 4.-‐ ........................ 5 Viñeta 5.-‐ ........................ 5

PÁGINA 2 ...................... 6 Viñeta 1.-‐ ........................ 6 Viñeta 2.-‐ ........................ 6 Viñeta 3.-‐ ........................ 6 Viñeta 4.-‐ ........................ 7

PÁGINA 3 ...................... 8 Viñeta 1.-‐ ........................ 8 Viñeta 2.-‐ ........................ 8 Viñeta 3.-‐ ........................ 8 Viñeta 4.-‐ ........................ 8 Viñeta 5.-‐ ......................... 9

PÁGINA 4 ...................... 9 Viñeta 1.-‐ ........................ 9 Viñeta 2.-‐ ........................ 9 Viñeta 3.-‐ ........................ 9 Viñeta 4.-‐ ...................... 10 PÁGINA 5 ...................... 10 Viñeta única.-‐ ............... 10

PÁGINA 6 .................... 11 Viñeta 1.-‐ ...................... 11 Viñeta 2.-‐ ...................... 11 Viñeta 3.-‐ ...................... 11 Viñeta 4.-‐ ...................... 12



PÁGINA 9 .................... 15 Viñeta 1.-‐ ...................... 15 Viñeta 2.-‐ ...................... 15 Viñeta 3.-‐ ...................... 15 Viñeta 4.-‐ ...................... 15 Viñeta 5.-‐ ...................... 16

PÁGINA 10 .................. 16

Viñeta 1.-‐ ...................... 16 Viñeta 2.-‐ ...................... 16 Viñeta 3.-‐ ...................... 16 Viñeta 4.-‐ ...................... 17 Viñeta 5.-‐ ...................... 17

PÁGINA 11 .................. 17 Viñeta ÚNICA.-‐ ............. 17

PÁGINA 12 .................. 18 Viñeta 1.-‐ ...................... 18 Viñeta 2.-‐ ...................... 18 Viñeta 3.-‐ ...................... 18 Viñeta 4.-‐ ...................... 19

PÁGINA 13 .................. 19 Viñeta 1.-‐ ...................... 19 Viñeta 2.-‐ ...................... 19 Viñeta 3.-‐ ...................... 19 Viñeta 4.-‐ ...................... 19 Viñeta 5.-‐ ...................... 20

PÁGINA 14 .................. 20 Viñeta 1.-‐ ...................... 20 Viñeta 2.-‐ ...................... 20 Viñeta 3.-‐ ...................... 20 Viñeta 4.-‐ ...................... 20 Viñeta 5.-‐ ...................... 21 Viñeta 6.-‐ ...................... 21





PÁGINA 19 .................. 27 Viñeta.única-‐ ................ 27

PÁGINA 20 .................. 27 Viñeta 1.-‐ ...................... 27




PÁGINA 24 .................. 31 Viñeta única .-‐ .............. 31









PÁGINA 32 .................. 39 Viñeta 1.-‐ ...................... 39 Viñeta 2.-‐ ...................... 39 Viñeta 3.-‐ ...................... 39

PÁGINA 33 .................. 40 Viñeta 1.-‐ ...................... 40 Viñeta 3.-‐ ...................... 40 Viñeta 4.-‐ ...................... 40 Viñeta 6.-‐ ...................... 40 Viñeta 7.-‐ ...................... 40 Viñeta 8.-‐ ...................... 40 Viñeta 9.-‐ ...................... 41

PÁGINA 34-‐35 ............ 41 Doble página.-‐ .............. 41


PÁGINA 37 .................. 42 Viñeta 1.-‐ ...................... 42 Viñeta 2.-‐ ...................... 42

Viñeta 3.-‐ ...................... 43 Viñeta 4.-‐ ...................... 43 Viñeta 5.-‐ ...................... 43








Viñeta 4.-‐ ...................... 50




PÁGINA 48 .................. 54 Viñeta 1.-‐ ...................... 54 Viñeta 2.-‐ ...................... 54 Viñeta 3.-‐ ...................... 54 Viñeta 4.-‐ ...................... 54 Viñeta 5.-‐ ...................... 54 Viñeta 6.-‐ ...................... 55



PÁGINA 51 .................. 57 Viñeta 1.-‐ ...................... 57 Viñeta 2.-‐ ...................... 57 Viñeta 3. ....................... 57 Viñeta 4.-‐ ...................... 57 Viñeta única.-‐ ............... 57


“Lo que súbitamente veía y me angustiaba -pero al mismo tiempo me liberaba- era la identidad de estos perfectos contrarios, oponiendo al éxtasis divino un horror extremo.”

Gorges Bataille, Las lágrimas de Eros

PÁGINA 1 Se compone de cinco Viñetas distribuidas en tres tiras. La primera consta de dos Viñetas dedicadas a escenificar distintas zonas del dormitorio de Osvaldo. Objetos y decoración aparecen boca abajo como si el punto de vista estuviera invertido. La segunda tira consta de dos Viñetas, quizá algo más altas que las anteriores, pero de igual longitud. En la primera Viñeta de la segunda tira nos centramos en un primerísimo plano sobre los ojos de Osvaldo, también presentados boca abajo. La segunda Viñeta de la segunda tira abre el plano con respecto al anterior y nos muestra el rostro de Osvaldo. La tercera tira consta de una única Viñeta que ocupa, aproximadamente, la mitad inferior de la página. Teniendo en cuenta que el cuadro de Ribera al que imita mide 227 x 301, se puede guardar la proporción. Vemos a Osvaldo de cuerpo entero, desnudo en la cama y con la cabeza en los pies. La postura de su cuerpo, la de sus brazos y hasta la expresión de su rostro recuerdan la de Ticio.

Viñeta 1.- La lámpara, el despertador, el vaso de agua y algún otro objeto de la mesilla del dormitorio de Osvaldo aparecen boca abajo. Este “comienzo del revés” funciona como impacto visual de comienzo de relato, pero, como se irá comprobando, adelanta la composición desequilibrada característica de Ribera y también, simbólicamente, la interpretación “invertida” de sus cuadros que lleva a cabo el protagonista. Los objetos responden a una calidad y diseño convencionales, sugiriendo que nos encontramos en una vivienda de clase media, sin ni siquiera una preocupación especial por la decoración. Es más, casi podríamos deducir que hay en ella un cierto mal gusto. La lámpara, con pie de cerámica (incluso de plástico) y pantalla de tela, resulta el elemento más visible. También distinguimos un despertador digital, ya antiguo, que señala la hora, las 07:13. El vaso de agua, medio lleno, aporta la mayor perplejidad pues se hace chocante que, en esa posición, el agua no se derrame. Sería importante ver una caja de pastillas para dormir, abierta y con el cartucho de comprimidos asomando. De esa manera avanzaríamos el estado de ansiedad del propietario y sus dificultades para conciliar el sueño. Las pastillas tienen que ser reconocibles, sin duda Orfidal. Todo el conjunto está bañado en la penumbra de un amanecer que se filtra por la ventana. La luz no es plena, pero cada objeto resulta perfectamente reconocible.

Viñeta 2.- Pone en escena otra parte del dormitorio y también la presenta patas arriba, como si los objetos tuvieran que caer por su propio peso. En este caso estamos ante un par de baldas llenas de libros. De hecho, vemos la parte superior (aquí inferior) de una y la inferior (aquí superior) de otra. Así que, aunque tenemos


acceso al espacio de dos estanterías, sólo vemos la balda que las separa. No se trata de una biblioteca principal sino, por el aspecto, de una auxiliar. Quizá sólo está formada por los libros de cabecera, los que el protagonista lee antes de dormir. En cualquier caso, permite adivinar que es un aficionado a la pintura, especialmente la española del siglo XVII. Sólo vemos algunos lomos y sólo algunos lomos resultan legibles. Los nombres de Velázquez, Valdés Leal, Barroco destacan. Aunque, sin duda, es el de Ribera el que tiene una mayor presencia. No puede faltar el catálogo de la exposición de 2014 con el título Las Furias. De Tiziano a Ribera. Además de libros, las estanterías contienen otros objetos decorativos, alguna figurita, algún apoya-libros y hasta algún jarroncito con flores artificiales. Todo, por supuesto, boca abajo. En el trozo de pared que queda visible (ángulo inferior derecho) distinguimos el fragmento de un cuadro, apenas una esquinita. Se trata de un paisaje relativamente anodino. También boca abajo.

Viñeta 3.- Primerísimo plano sobre los ojos de Osvaldo González Sanmartín. Se trata del doctorando que, en Yo, asesino, lograba el título de doctor por la Universidad de Salamanca. Naturalmente aquí no se le reconoce. Sólo vemos dos ojos del revés. Y en ellos una expresión sobresaltada. Como descubriremos más adelante, el protagonista despierta repentinamente de una pesadilla.

Viñeta 4.- El punto de vista se aleja y permite que entre en la Viñeta el rostro completo de Osvaldo. También entra su cuello y hasta una pequeña parte de sus hombros desnudos. Tiene la cabeza boca abajo (habría que decir boca arriba en sentido estricto). A pesar de ello, leemos en sus facciones la expresión de susto. Apenas ha transcurrido un instante desde la Viñeta anterior pero la mirada de sus ojos ha cambiado ligeramente. Antes había sobresalto, apertura repentina de los párpados. Ahora se transforma en dolor y miedo. Siguiendo el modelo del Ticio de Ribera, la cabeza no está totalmente invertida, pero algo más que en el original. El aspecto de Osvaldo recuerda también al de Ticio. Han pasado unos cuantos años desde que leyó la tesis (tres exactamente) y se nota que las cosas no le han ido bien. Está demacrado y mal afeitado, se le nota la perilla, pero ya se le mezcla con los pelos de las mejillas formando una barba incipiente. A ello hay que añadir que se halla recién despertado, ojeroso y despeinado.

Viñeta 5.- Vemos a Osvaldo de cuerpo entero como si fuera Ticio. La Viñeta se centra, pues, en la cama con las sábanas revueltas. Sobre ella, desnudo, con las piernas encogidas (como el modelo “riberiano”) y saliéndose por los pies de la cama, se extiende la anatomía ya convulsa de nuestro protagonista. Deducimos que su sueño ha sido tan agitado que le ha llevado a cambiar de postura, a rotar 180 grados. De hecho, se diría que está a punto de caerse porque cabeza y brazos cuelgan fuera de la cama. En esta Viñeta la posición de Osvaldo se identifica totalmente con la de Ticio. Hasta las arrugas de la frente, el movimiento de los brazos y la apertura de la boca recuerdan el cuadro. Aunque centrados en el cuerpo, también entra en plano una parte mínima de la habitación. Por supuesto, la cama y, al menos, la mesilla con la lámpara, el despertador, las pastillas y el


vaso de agua. Es la manera de identificar a qué corresponden las dos primeras Viñetas. Todo en la habitación está del revés. Incluso en esta Viñeta en el que el mobiliario aparece del derecho, el desequilibrio del cuerpo de Osvaldo, el escorzo que aproxima su cabeza al primer plano y los pies al fondo, contribuyen a dar esa sensación de espacio invertido.

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Viñeta 1.- Osvaldo se levanta de la cama y, desnudo, se dispone a abandonar el dormitorio. Le vemos desde el interior de la habitación, en un plano similar al de la tercera Viñeta de la primera página de Yo, loco. El punto de vista se sitúa en la cabecera de la cama, en realidad en la mesilla. Así pueden entrar en plano la lámpara, el vaso de agua, los somníferos que aparecían en la Viñeta 1 de la primera página. Asoman por la parte inferior o por un lateral de la Viñeta, pero, naturalmente, ahora están del derecho (no, boca abajo). De esa manera damos la vuelta a la página anterior y mantenemos la atención sobre la lámpara como anticipo de la importancia que la luz tendrá en la historia. La gestualidad de Osvaldo, sacudiéndose la pesadilla e intentando incorporarse a la realidad se asemeja también a la de Ángel en Yo, loco. Al fondo, al otro lado de la puerta del dormitorio, apenas se distingue nada. Lo suficiente, no obstante, para comprobar que hay por delante una perspectiva oscura y desordenada.

Viñeta 2.- Osvaldo sale a la azotea por una pequeña puerta metálica. La Viñeta funciona como contraplano de la anterior. Si en la Viñeta 1 le veíamos abandonar el dormitorio, aquí le vemos acceder a la terraza del edificio. Antes de espaldas, ahora de frente pero igualmente desnudo y, aproximadamente, a la misma distancia del punto de vista. Todavía tiene una pierna dentro y, por la posición del cuerpo, deducimos que una escalera (igualmente metálica) conduce hasta la misma puerta. La puerta es lo suficientemente pequeña como para obligar a Osvaldo a agacharse. También es estrecha. La brisa matinal despeina a nuestro protagonista y también le despeja. Le vemos con expresión más serena. Ha desaparecido el pánico (o el dolor) de sus facciones, pero queda la preocupación, quizá la concentración. Delante y alrededor del personaje una serie de elementos señalan, de manera inconfundible, que nos encontramos en una azotea. En el suelo y delante de él distinguimos una claraboya o una chimenea. Alrededor de la puerta una estrecha zona construida, apenas una caseta, indicando que sólo se trata de un acceso. Y en la parte superior, estalla el cielo que empieza a clarear. Una bandada de palomas, ante la irrupción de Osvaldo, levanta el vuelo.

Viñeta 3.- Osvaldo entra en el torreón o templete que se encuentra en la azotea. De planta octogonal destaca, exento, al fondo de la terraza, lindando con la fachada, formando, de hecho, parte de ella. El torreón ofrece un aspecto señorial y degradado. Resulta imponente y, de alguna manera, inquietante. Puede responder a una arquitectura neoclásica, barroca, en cualquier caso, evocadora de otra época, con frontispicios, ventanales y hasta cúpula. No es excesivamente


grande (unos diez metros de diámetro) y, a pesar de su majestuosidad, se integra en el entorno arquitectónico. Estamos en una casa de vecinos, antigua, con estilo, de un cierto standing, pero no se trata de un palacio. Osvaldo abre la puerta y penetra en el torreón. La puerta contrasta con la metálica de la Viñeta anterior. Esta es más alta y hasta puede estar flanqueada por un par de columnas y presidida por un frontispicio. El carácter misterioso del torreón viene reforzado por el hecho de que las ventanas tienen los postigos cerrados. Son postigos interiores. De hecho, alguna de las ventanas puede presentar los cristales rotos o no tenerlos. El torreón presenta cuatro vanos y cuatro paredes ciegas que alternan en el octágono global. Los vanos se abren en los lados rectos del octágono y las paredes ciegas ocupan los lados oblicuos. Uno de los vanos es la puerta que ahora abre Osvaldo. Le vemos desnudo y de espaldas, al fondo de la perspectiva. Detrás de él, a la altura del suelo, distinguimos las claraboyas o chimeneas (las mismas que tenía delante en la Viñeta anterior),

Viñeta 4.- Osvaldo se encuentra ya en el interior del torreón. Es más, ha llegado hasta el fondo de la estancia, justo en frente de la puerta. Abre la ventana dejando entrar la luz, todavía indecisa, de la mañana. No la abre de par en par sino tan sólo el batiente de la izquierda y no del todo. De esa manera la luz (todavía penumbra) se filtra por una rendija relativamente estrecha. El punto de vista está situado a la altura de la puerta de entrada. Por lo tanto, seguimos viendo a Osvaldo de espaldas, desnudo y de cuerpo entero. El plano también da acceso a una parte del interior del torreón. Aunque la luz, tenue, no permite hacernos una idea precisa del decorado, sentimos que hemos entrado en otro mundo o, mejor dicho, en otra época. Nos encontramos en un espacio entre la gruta y el estudio del pintor. De techos altos y con la magnificencia correspondiente al aspecto exterior, el torreón alberga papeles, trípodes, carpetas, alguna mesa (y/o estantería) donde se acumulan cuadernos, una pila de libros antiguos, quizá algún grimorio de bella encuadernación, pinceles, lapiceros, tubos y botes de pintura… (todo apenas visible en la oscuridad y conformando un espectacular desorden). Por un rincón asoman bastidores sin lienzo y también algún bastidor con el lienzo montado. No todos los lienzos están en blanco. En algunos se esbozan figuras “riberianas”. Se adivinan lienzos pegados en las paredes (¿o son pósteres?), aunque no se distinguen los contenidos. El lugar, tanto por su arquitectura como por su ambientación o su iluminación, revestirá siempre un halo mágico (aparecerá en varias ocasiones). En cierta medida nos encontramos en territorio sagrado, el templo donde se va a producir la transubstanciación (Osvaldo se convierte en Ribera) y la redención.


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Viñeta 1.- Osvaldo coloca un caballete en el centro del torreón. Se trata de una operación de precisión. La pata trasera tiene que situarse, exactamente, en el centro de un octágono rojo dibujado en el suelo. Es un octágono de unos diez centímetros de diámetro y contiene en el centro una estrella o una figura irradiada. Para reforzar el carácter esotérico de su acción, puede tratarse de una estrella de seis puntas (o de ocho). Para construir el plano, el mejor punto de vista se halla por encima de Osvaldo, a su espalda o sobre su cabeza. Sujeta el caballete con las dos manos y, como si apuntara al punto mágico, se dispone a depositar la pata en el suelo. El plano se halla lo suficientemente cerrado como para que el resto de la pieza desaparezca.

Viñeta 2.- Nos vamos a un plano general y ligeramente cenital que da entrada a Osvaldo de espaldas, de cuerpo entero y, por supuesto, desnudo. Está colocando un cuaderno de dibujo sobre el caballete. Se trata de un cuaderno de hojas grandes, verticalmente rectangulares, casi una ampliación de la página. Todavía no está colocado del todo, de manera que podemos ver, tras él, una parte del caballete. Al fondo divisamos la ventana abierta en la página anterior. Por el batiente abierto (izquierdo) entra ya una luz nítida. No es el clareo de la madrugada sino el sol amaneciendo en todo su esplendor. Eso hace que la luz recorte de manera tajante las sombras que todavía envuelven el interior del torreón. El batiente, tal y como se entreabre, la lleva a proyectarse sobre la parte derecha. De momento sólo ilumina la zona colindante con la ventana. El resto de la pared permanece a oscuras, aunque algo empezamos a adivinar. En concreto y todavía indistinguible, el fragmento izquierdo de la reproducción del Ticio de Ribera que, de momento, parece pegada a la pared. El caballete está orientado hacia la reproducción y Osvaldo mira en esa dirección, con la luz de la ventana entrando por su izquierda.

Viñeta 3.- La Viñeta se centra en el progreso de la luz del sol sobre la pared del torreón. Siguiendo la evolución del sol en el cielo, cada vez es más intensa, ilumina zonas más altas y más internas. Ahora alcanza ya los pies de Ticio. Y no sólo los ilumina, también les da color. Se establece, pues, un corte, relativamente tajante, entre la zona de luz y la zona de penumbra. La parte de pared iluminada permite ver con claridad el muro y cualquier otro elemento que se encuentre colgado en ella. Pero lo vemos en blanco y negro. El efecto cromático se limita a la reproducción de Ribera, pegada sin marco a la pared. Tiene, aproximadamente, el tamaño del original y ocupa casi toda la pared entre ventana y ventana. De todas formas, aunque vemos que el cuadro se prolonga por la zona de sombra, la oscuridad impide que lo veamos en su totalidad. La Viñeta acoge desde la ventana a la izquierda hasta la zona todavía en penumbra de la pared. Entre

Viñeta 4.- El plano se centra en la reproducción del Ticio de Ribera. La luz avanza, iluminándolo y llenándolo de color. En estos momentos alcanza el centro del cuadro. Queda en penumbra, por lo tanto, la parte derecha del mismo. También


entran, alrededor de la reproducción, las zonas aledañas de pared (convenientemente descascarillada). La Viñeta está repartida, casi equitativamente, entre la parte iluminada y la parte en penumbra. El extremo derecho de la reproducción queda fuera de campo.

Viñeta 5.- El plano sigue acercándose hasta coincidir exactamente con el Ticio de Ribera. El marco de la Viñeta funciona como marco del cuadro. El cuadro aparece totalmente iluminado y en color. El cartucho con el primer texto destaca en el ángulo inferior derecho, casi a modo de firma. CARTUCHO.- Falta Sísifo…

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Viñeta 1.- Plano general y relativamente cenital sobre el interior del torreón. El punto de vista se halla ligeramente más cercano a Osvaldo que en la Viñeta 2 de la página anterior. Así que le vemos de espaldas y desnudo ante el caballete, pero en plano americano (no de cuerpo entero). Está dibujando en el cuaderno. En esta posición y a esta distancia no sabemos el qué ni con qué. Por sus movimientos adivinamos que ya está muy concentrado en ello. En la pared del fondo destaca la reproducción del Ticio, iluminada por el sol y coloreada. Aunque apenas hay color en el cuadro de Ribera, destaca de manera asombrosa en el blanco y negro general. Casi parece un milagro (el primero). CARTUCHO .- También falta Tántalo… Sólo se conservan Ixión y este Ticio… De los cuatro grandes supliciados que le encargaron a Ribera, dos se han perdido…

Viñeta 2.- El plano se acerca a Osvaldo que sigue dibujando en el cuaderno. Mantiene la posición cenital, colocando el punto de vista a la altura de la espalda. No distinguimos lo que está dibujando, pero ya vemos cómo mueve la mano sobre el papel. Lleva un carboncillo que agita con energía, como si estuviera en trance. Como mucho podemos entrever algunas rayas. Al fondo se percibe la copia de Ticio, algo fragmentada por el recorte de plano, pero todavía coloreada. El milagro del color destacando sobre el blanco y negro persiste. CARTUCHO.- Él llegó a pintarlos, de eso no me cabe duda… Las cuatro Furias los llamaron… Siempre había pintado suplicios de mártires… ¿Cómo se prestó a pintar el dolor pagano…? No es igual el sufrimiento del pecador que expía culpa que el del santo que gana el cielo…

Viñeta 3.- El plano se acerca a Osvaldo tomando la cabeza y los hombros. En estos momentos arranca la hoja que acaba de dibujar. Lo hace con delicadeza. No


parece que esté descontento con el trabajo y quiera deshacerse de él. Al contrario, se diría que ha terminado un primer dibujo y se dispone a seguir con otro. El plano sólo nos permite ver algunas rayas negras en la hoja que acaba de arrancar. Centrados en el cuaderno y en el hombro de Osvaldo, perdemos de vista el fondo y, por supuesto, también el Ticio de Ribera. CARTUCHO.- Nadie sabe quién le hizo el encargo ni por qué lo aceptó… ¿Quiso demostrar que no le interesaba la fe sino la gestualidad convulsa del sufrimiento…? ¿Qué no era un pintor religioso sino un virtuoso del escorzo y la anatomía retorcida…?

Viñeta 4.- Todavía nos acercamos más a Osvaldo. Ya vemos lo que dibuja por encima de su hombro. No con gran precisión y todavía no adivinamos qué representa. Como descubriremos en la página siguiente, se trata del buitre que le come las tripas a Ticio. Desde esta posición distinguimos ya la curva que forman sus alas desplegadas CARTUCHO.- Yo lo sé… Sé por qué Ribera lo hizo…

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Viñeta única.- La página del cómic se convierte en la hoja del cuaderno de Osvaldo. De hecho, no tiene marco y se va a sangre, como si coincidieran totalmente. El efecto de suplantación obligaría, incluso, a suprimir el número de paginación en el caso de que lo hubiera. Es la mejor manera de transformar la página (del libro) en hoja (del cuaderno). El dibujo se centra en la parte mediana del cuadro, donde se encuentra el buitre. De hecho, reproduce la parte más cruel de la escena, dejando fuera las piernas por la izquierda, la cabeza y los brazos por la derecha. Es como si el dibujo quisiera focalizar la zona del dolor. Y del desgarro. Todo ello presidido por el pájaro devorador. En realidad, el dibujo se extiende a lo ancho tanto como abarcan sus alas desplegadas. Como veremos más adelante, Osvaldo descompone en tres partes los cuadros de Ribera. Así cree encontrar la estructura, la geometría básica sobre la que están construidos. En este caso, la geometría básica (la geometría mágica) sería el círculo que conforman las figuras protagonistas de las cuatro furias. El dibujo está hecho con trazos rápidos y expresivos. Pretende poner al descubierto la estructura sobre la que se asienta la composición, una especie de diagrama. Si fuéramos críticos de arte, diríamos que se trata de una deconstrucción. Como somos autores de cómic, se trata de que el dibujante haga la interpretación gráfica que le parezca mejor. Siempre, claro está, resaltando el carácter macabro de la escena, la ferocidad del buitre, la amplitud de la llaga, el dramatismo del desgarro…


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Viñeta 1.- Vemos a Esther por el ojo de la mirilla. Como iremos descubriendo, se trata de una compañera de Facultad que viene a visitar a Osvaldo. Aparece deformada por la distorsión óptica propia de la mirilla, un efecto ojo de pez algo exagerado. La imagen viene presentada, además, dentro del círculo de la propia mirilla dejando en negro los ángulos de la Viñeta. Adoptamos, pues, el punto de vista del que mira desde dentro de la casa. A pesar de la deformación de la mirilla y de la escasa iluminación del rellano, nos hacemos una idea de su aspecto. Tiene, aproximadamente, la misma edad que Osvaldo, quizá algo menos (entre treinta y muchos y cuarenta y pocos). No va muy arreglada, pero, sin ser espectacular, puede resultar atractiva. Morena, con el pelo recogido en una breve cola de caballo, porta gafas graduadas sobre unos ojos sorprendentemente claros. Lleva un vestido de verano, estampado sobre fondo negro. La vemos de cintura para arriba, el plano que permite la distancia de la mirilla. Espera que le abran sin mirar al frente. Por lo que podemos adivinar, lleva una pesada mochila colgando de los hombros.

Viñeta 2.- Nos encontramos en el interior del piso de Osvaldo, justo en el recibidor. De hecho, Osvaldo se encuentra con la espalda apoyada contra la puerta que da a la escalera. Deducimos que acaba de mirar por la mirilla y se plantea si debe abrir o no. Tiene la cabeza echada hacia atrás en postura meditativa, con los ojos muy abiertos y la mirada perdida. Se halla desnudo en un entorno oscuro y desordenado que no invita a abrirse al exterior. Pero las palabras que pronuncia Esther al otro lado de la puerta le animan a hacerlo. Se nota en su expresión que, finalmente, va a abrir. ESTHER (en off).- Abre, Osvaldo… Sé que estás ahí… Traigo los papeles que me pediste…

Viñeta 3.- Osvaldo franquea la puerta a Esther. Ella entra en la casa mientras él sujeta la puerta por el pomo interior. Él se ha puesto un albornoz hirsuto o una bata cutre. Se adivina que sólo se ha echado algo por encima para tapar mínimamente las vergüenzas. De hecho, con esa penumbra, también podría ser una pelliza y hasta una piel de animal como la que suelen llevar ermitaños y anacoretas. Esther ha pasado por delante de él sin mirarle (a menos en apariencia) y ya se interna en la vivienda. Lo hace con gesto despectivo, olisqueando y mirando a izquierda y derecha por un pasillo de cuyas paredes cuelgan prendas y otros bultos. Avanza decidida con una pesada mochila a las espaldas. Lo cierto es que tiene razón y el piso de Osvaldo parece una pocilga. El desorden y la suciedad, más que verlos, los adivinamos. Porque todo está sumido en una penumbra en la que mobiliario y objetos se antojan formas fantasmales. Las persianas están bajadas salvo alguna rendija o las contraventanas cerradas. Resulta evidente que hay una voluntad del residente para impedir que entre la luz. OSVALDO.- Pasa, Esther… ESTHER.- ¡Qué mal huele…! Vives es un antro… Y tienes un aspecto horrible…


Viñeta 4.- Osvaldo y Esther han llegado hasta una de las piezas del piso. Podría ser el despacho, aunque con esa penumbra tampoco estamos seguros. Se encuentran de pie con una mesa entre los dos. La mesa, amplia y relativamente larga, desborda papeles y libros, todos de aspecto viejo, puede que algunos realmente antiguos. Entre la oscuridad del fondo podemos distinguir las baldas de una biblioteca, con más legajos y papeles enrollados que libros. Por alguna de las zonas iluminadas asoman dibujos de estilo clásico (podrían ser de Ribera). Para alivio de su espalda, Esther ha depositado la mochila encima de la mesa. O, mejor dicho, encima de los papeles que la abarrotan. Con una mano la sujeta y con otra saca un fajo de folios que se dispone a dejar sobre el desorden de la mesa. Y aún lleva más carga dentro. Del interior de la mochila asoman unos folios y resmas enrolladas. Esther los saca con gesto de suficiencia, como si supusiera un triunfo haberlos conseguido. ESTHER.- Aquí están los archivos farnesianos casi completos… Todo lo que ocurrió en el virreinato de Nápoles desde el siglo XVI al XVIII… Te lo habría podido traer en un pincho y venir menos cargada… OSVALDO.- Necesito la documentación en papel… No estoy investigando sobre Ribera, estoy convirtiéndome en él… ¿Te imaginas a Ribera consultando la pantalla de un ordenador…?

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Viñeta 1.- Plano similar al anterior, con mayor acercamiento al personaje femenino. Esther sigue sacando documentos de la mochila mientras mira a Osvaldo con evidente preocupación. Realmente piensa que su compañero se está volviendo loco. Y lo cierto es que su aspecto lo confirma, despeinado, mal afeitado, demacrado, con el albornoz semiabierto, un brillo febril en la mirada… Se ha lanzado sobre los papeles que Esther ha depositado sobre la mesa y ya empieza a consultar un primer puñado de folios. Lo hace, más que con curiosidad, con compulsión. Parece que el resto del mundo haya desaparecido y ya no presta atención a Esther. ESTHER.- Estás loco, Osvaldo… No sé por qué te hago caso… En el último consejo de departamento Quintana ha solicitado que se te abra expediente… Y todos han votado a favor…

Viñeta 2.- El plano se acerca a Esther y desciende el punto de vista. Acompaña el movimiento de la propia Esther que en estos momentos se sienta en un taburete situado delante de la mesa. Nos centramos en el rostro y los hombros de la mujer así que el taburete puede quedar fuera de campo. Adivinamos que se sienta por la posición inclinada de su cabeza. Desde esta perspectiva la figura de Osvaldo aparece en contrapicado en el lateral derecho de la Viñeta. Apenas levanta la vista de los papeles para responder a su interlocutora. Lo hace con despreocupación, casi con displicencia.


ESTHER.- Yo también he tenido que votar a favor… Tu posición es indefendible… OSVALDO.- No me importa… Ni siquiera podrán comunicármelo… Sólo tú conoces mi nueva dirección…

Viñeta 3.- Nos dejamos llevar por el relato de Esther, cuya voz pasa al cartucho, y nos trasladamos al Consejo de Departamento presidido por Quintana. A él asiste, además de otros profesores, la propia Esther. La escena se asemeja a la que veíamos en la página 27 de Yo, asesino. Naturalmente la sala de juntas es otra y también los profesores son distintos. Habría que dibujar una sala acorde con la arquitectura de la Facultad de Geografía e Historia de Salamanca. Puede haber menos profesores que en el Consejo de la Universidad vasca o quedar algunos fuera de campo. Es importante que veamos a Quintana y a Esther. También sería bueno que aparecieran algunos de los que formaban parte del tribunal de tesis de Osvaldo. En concreto, alguno de los que aparecen en la Viñeta 3 de la página 112 de Yo, asesino. Se trata de crear coherencia ambiental entre las dos historias, como si pertenecieran al mismo universo ficcional. ESTHER-CARTUCHO.- Quintana está utilizando tu ausencia para fortalecer su posición como director… QUINTANA (dirigiéndose a los miembros del consejo con expresión hipócrita de desolación).- Le he llamado, le he escrito, le he mandado notificación oficial… Sin respuesta… El profesor González Sanmartín no nos deja otra salida… Tenemos que solicitar la apertura de expediente… ESTHER (intercediendo).- Un expediente puede acarrear sanción grave… Todos sabemos que Osvaldo no es mal profesor… Seguro que anda con sus investigaciones y se ha olvidado de lo demás…

Viñeta 4.- Seguimos en el Consejo de Departamento guiados por la voz narrativa de Esther. El plano se acerca algo más a Quintana para que podamos apreciar con detalle su expresión de padre dolorido por la escapada de un hijo al que no tiene más remedio que castigar. Se nota que miente o, al menos, que exagera sus sentimientos. Esther le mira incrédula, incluso acusadora porque consciente de la manipulación. Entra en plano algún otro asistente al Consejo. ESTHER-CARTUCHO.- Presenta tu desaparición como una traición personal… Después de todo lo que ha hecho por ti… Así queda como el mejor director del mundo… QUINTANA.- Nadie lo lamenta más que yo, Esther… No olvides que le convencí para que abandonara las teorías de Rodríguez Ramírez y se incorporara a mi grupo de trabajo… Le aprecio intelectual y personalmente… Pero los alumnos llevan tres meses sin clases…


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Viñeta 1.- Seguimos en la penumbra desordenada del despacho. Osvaldo ha dejado los papeles que tanto parecían interesarle y ha pasado al otro lado de la mesa. Coge a Esther por el brazo y la levanta del taburete. Resulta evidente que quiere deshacerse de ella, acabar la conversación y echarla de casa. Lo hace con suavidad, pero sin admitir discusiones. Esther, por su parte, se deja llevar, aunque también insiste en dar su opinión. En cualquier caso, tras la regañina, asoma un evidente cariño. Riñe a Osvaldo, pero se resigna a dejarse expulsar. Se incorpora recogiendo la mochila que ha quedado en el suelo o sobre la misma mesa. OSVALDO.- Me tiene sin cuidado lo que diga Quintana… Estoy trabajando en algo realmente importante… No es una investigación universitaria al uso… Tú no lo entenderías… ESTHER (Rebelándose contra el menosprecio de Osvaldo).- Pues que sepas que estoy al tanto de lo que haces… Llevas la metodología religiosa de Quintana al extremo… Analizas a Ribera desde el milagro… Y eso no es científico… Además, te está afectando sicológicamente…

Viñeta 2.- Osvaldo sigue empujando a Esther hacia la salida. La lleva por el brazo y ya la tiene en la misma puerta de entrada. La puerta está abierta. El sujeta el pomo con una mano mientras con la otra pone a Esther de patitas en el rellano. Esta ofrece ligera resistencia, sobre todo para terminar de decirle lo que piensa sobre su “trascendente investigación”. OSVALDO.- No te preocupes por mí… Nunca he estado mejor… Sólo te pido que me ayudes en la búsqueda de documentación… ESTHER.- Lo que le pasaba a Ribera es que era pequeño y tenía muy mal genio… Por eso pintaba esos hombres grandes, con piernas tan largas que tenía que doblarlas para que entraran en el cuadro…

Viñeta 3.- Esther ya ha salido del piso de Osvaldo, pero todavía está al otro lado de la puerta. Como ya ocurriera en la Viñeta 2 de la página 6, escuchamos su voz atravesándola. Osvaldo le responde desde dentro. Empuja la puerta ya cerrada, como si quisiera asegurarse de que no va a volver a entrar. Y le grita una advertencia importante. ESTHER.- La pintura de Ribera es la de un acomplejado… No la de un místico… OSVALDO.- Y no des a nadie esta dirección…

Viñeta 4.- Osvaldo abandona el recibidor para volver hacia el interior del apartamento. Lo hace con notable alivio. Por fin recupera la soledad investigadora. Su expresión no deja lugar a dudas y hasta lanza un suspiro. Al mismo tiempo se quita el albornoz. Es como si necesitara volver al estado salvaje o al despojamiento


místico. Le vemos de cuerpo entero (al menos desde las rodillas) encaminándose hacia la gruta de su despacho. El albornoz cae deslizándose por su espalda. OSVALDO.- ¡Uffff…!

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Viñeta 1.- Osvaldo ya está en su despacho y todo parece indicar que ha vuelto a sus tareas investigadoras. Vemos en primer plano la mesa con los papeles, rollos y legajos que acaba de traer Esther. El se encuentra algo más al fondo, de pie, cerca de la biblioteca donde se apilan libros y más papeles. De hecho, acaba de sacar de una de las estanterías un libro de gran formato y aspecto antiguo. Lo tiene abierto entre las manos y parece ojearlo. No sabemos si logra leer con esa oscuridad, aunque podemos deducir que está acostumbrado a ella. La portada y el lomo del libro se muestran hacia el lector. Se trata de una portada sin imágenes, pero con el título legible en letra brillante, como si fuera de plata. Estamos ante De Magia mathemática de Giordano Bruno, famosa referencia esotérica. OSVALDO (bocadillo de pensamiento).- Esther está en la fase en la que yo me encontraba hace tres años, cuando leí la tesis sobre Valdés Leal…

Viñeta 2.- Como ya habíamos hecho con la voz de Esther, utilizamos la de Osvaldo para evocar una escena ocurrida en otro tiempo y en otro espacio. Se trata del momento en el que Osvaldo leyó su tesis sobre Valdés Leal. Así que utilizaremos, sin ninguna variación, las Viñetas correspondientes de Yo, asesino. En este caso la 2 de la página 111. Sólo habría que añadirle el siguiente cartucho. OSVALDO-CARTUCHO.- Fue una tesis conflictiva… Yo no había entendido todavía la importancia de Ribera… Y sin él no se explican ni Valdés Leal ni Velázquez ni Rembrandt…

Viñeta 3.- Mantenemos el mismo principio evocador. La voz narrativa de Osvaldo (en cartucho) nos permite traer a cuento Viñetas de Yo, asesino. Ahora tomamos la 4 de la página 111. Y le añadimos el cartucho, claro. OSVALDO-CARTUCHO.- Descubrí que la pintura no es sólo técnica… Ni la expresión de unos intereses políticos como sostenía en la tesis…

Viñeta 4.- Seguimos con el reciclaje de Viñetas de Yo, asesino. Le toca el turno a la 5 de la página 111. A la que le añadimos el siguiente cartucho. OSVALDO-CARTUCHO.- Así que abandoné las teorías de Rodríguez Ramírez y me pasé al grupo de investigación de Quintana…


Viñeta 5.- Terminamos la reconstrucción de la tesis de Osvaldo utilizando la Viñeta 2 de la página 112, pero aquí eliminamos los bocadillos. La Viñeta contiene sólo el primer plano de Osvaldo con la expresión penosamente desconcertada. Por supuesto, añadimos cartucho. OSVALDO-CARTUCHO.- Pero en seguida me decepcionó su trasfondo cristiano… La pintura tampoco es cuestión de fe…

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Viñeta 1.- Primer plano de Osvaldo en la actualidad que viene a contrastar con el de la Viñeta anterior (hace tres años). Comprobamos que se trata de la misma persona, pero, ante todo, apreciamos las diferencias. Está más delgado y demacrado. Aunque lo que más claramente distingue un Osvaldo de otro es su aspecto “asalvajado”. En la actualidad tiene más barba (también más descuidada, una melena más larga y no lleva gafas Mira al frente (como en la Viñeta anterior), pero en su rostro ya no se lee la desorientación sino, al contrario, la obsesión febril. CARTUCHO.- La pintura es magia… Y más en Ribera…

Viñeta 2.- El plano se aleja lo suficiente como para dar entrada a la mesa, que parece algo más ordenada. Tiene menos papeles encima y el lomo de De Magia Mathematica, más cercano al punto de vista, resulta legible. Es como si Osvaldo estuviera preparando el espacio para adentrarse en sus peculiares investigaciones. Ahora aparece al fondo en una Viñeta similar a la 1 de la página 9. Está buscando en una estantería elevada y eso le obliga a ponerse de puntillas. Se halla, por lo tanto, de espaldas, con el rostro ligeramente vuelto, estirado hasta el punto de que su mano derecha (la que rebusca en la estantería) sale de plano por el marco superior. CARTUCHO.- A principios del XVII Nápoles era ciudad de prodigios… Por eso Ribera se instaló allí…

Viñeta 3.- El plano se acerca a Osvaldo al que vemos de cintura para arriba. Sujeta en la mano derecha el objeto que acaba de alcanzar de la estantería. Se trata de una calavera. La mira de hito en hito en una posición que recuerda a la de Hamlet en el monólogo sobre el “ser o no ser”. Con el acercamiento, la mesa de trabajo puede haber salido de campo.


CARTUCHO.- Las huellas de Caravaggio aún estaban frescas en sus calles… También las de Giordano Bruno que acababa de publicar De Magia Mathematica…

Viñeta 4.- Osvaldo se encuentra ahora detrás de la mesa. Sigue de pie. Ha pasado del extremo de la mesa (al fondo de la perspectiva) a ocupar ese espacio central. Sujeta una vela encendida en la mano derecha. Más que de una vela, se trata de un grueso cirio no muy alto (unos veinte centímetros). La llama cambia la iluminación de la estancia. La penumbra generalizada se ve arañada por esa luz incierta creando un escenario muy al gusto de pintores tenebristas. La mesa queda debajo de él, pero no entra en plano o, como mucho, asoma algún papel por el marco inferior de la Viñeta. CARTUCHO.- Por si no fueran suficientes maravillas, la sangre de San Genaro licuó por primera vez en esas fechas…

Viñeta 5.- Plano sobre la mano de Osvaldo sujetando el cirio. Lo tiene inclinado de manera que escurra la cera derretida. Vemos pues cómo gotea, densa y continua. Va a caer sobre el cráneo de la calavera, depositada sobre la mesa. El plano es bastante cerrado, de manera que sólo vemos la parte superior de la calavera (cráneo y, como mucho, comienzo de las órbitas). La cera se desliza por la calavera creando chorros espesos. Algunos empiezan a cuajar. CARTUCHO.- Y todo esto ocurría en un territorio que dependía de la corona de España…

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Viñeta ÚNICA.- Osvaldo se ha sentado a la mesa de trabajo en una posición y en un decorado que recuerda la figura de San Jerónimo que Ribera pintó en varias ocasiones. La Viñeta funciona, pues, como cuadro. Tiene todos los ingredientes para ello. A la izquierda de la mesa aparece la calavera con la vela colocada sobre el cráneo. Entendemos que la cera derramada ha servido para fijar el cirio. A la derecha, entre otros libros y papeles, distinguimos el De magia matemática. En el centro Osvaldo aparece concentrado ante un rollo de papel que ha desplegado ante él. En realidad, la Viñeta propone un cruce del San Jerónimo penitente de Ribera, que sujeta una calavera entre las manos y otro San Jerónimo que consulta un rollo de papel mientras levanta la pluma hacia el cielo. El documento desplegado ante Osvaldo contiene una caligrafía antigua, similar a la de un códice y también algún diagrama o dibujo geométrico. Los contenidos del documento se dibujan en rojo.


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Viñeta 1.- Osvaldo sigue consultando los papeles que le ha traído Esther. Lo hace en la posición e iluminación “jeronimiana” que hemos “picturalizado” en la página anterior. Parece menos estático, como si hubiera dejado de posar para volver a su papel de personaje de historieta. El punto de vista se sitúa detrás de Osvaldo. Le vemos pues de espaldas y en ligero picado. Tiene a su derecha la calavera con el cirio ardiendo sobre el cráneo. La zona izquierda, con la pila de libros y papeles, queda fuera de campo (o casi). Aunque la imagen muestra sólo el cogote de nuestro protagonista y algo de su perfil (ligeramente vuelto), le adivinamos sumamente concentrado. Distinguimos algo mejor la caligrafía de los papeles, pero sin resultar legible. La forma y el color sanguina de la letra están suficientemente definidos para establecer la relación entre el documento y el cartucho. Porque aquí el cartucho funciona como detalle de lo que Osvaldo está leyendo. El texto del cartucho va escrito en rojo y con la misma letra del documento. CARTUCHO.- Sanguis sanctorum OSVALDO (bocadillo de pensamiento “pronunciado” con la mayor concentración).- Sangre de santos…

Viñeta 2.- El plano se acerca algo más a Osvaldo, como para mirar por encima de su hombro. De hecho, tenemos un mejor acceso a la documentación. La escritura se hace más visible, aunque todavía ilegible. El cogote de Osvaldo asoma por el lado izquierdo de la Viñeta. El punto de vista se abre hacia la parte superior de la mesa y da entrada a otros papeles, entre ellos algunos dibujos de Ribera que también percibimos con escaso detalle. Podemos, sin embargo, reconocer algunos. Sobre todo la cabeza con figuras. También los estudios de bocas aullantes y narices. Y, aunque sea lejos, alguna de las cabezas grotescas. CARTUCHO.- “Ribera empapaba sus pinceles en sangre de santos…” Lo dijo Byron para explicar la expresión de sus mártires, ese sutil encuentro entre el dolor y el éxtasis…

Viñeta 3.- Osvaldo se ha levantado de la mesa y se dispone a abandonar el despacho. Le vemos desde la mesa, aproximadamente desde donde se encontraba él en la Viñeta anterior. En primer plano, por lo tanto, los papeles extendidos. El documento con la caligrafía sanguina apenas asoma por el marco inferior de la Viñeta. Hasta el final de la mesa aparece algún legajo más y, sobre todo, los dibujos (cabeza con figuras y caricaturas grotescas). La parte superior de la Viñeta acoge la figura de Osvaldo alejándose. Le vemos de espaldas y desnudo. La parte superior (hombros y cabeza) queda fuera de campo cortada por el marco superior de la Viñeta.


CARTUCHO.- Y no era una metáfora…En estos papeles está la prueba… En Nápoles se vendían ampollas con sangre de San Jenaro… Y del beato Francesco y de sor Giovanna…

Viñeta 4.- Osvaldo entra en el torreón. Está abriendo la puerta e introduciéndose en él. La Viñeta recuerda la 3 de la página 2. Ha cambiado la hora y, por la luz, adivinamos que no amanece, sino que cae la tarde. El punto de vista está lo suficiente alejado para que el torreón tenga cabida, casi completo, en la Viñeta. CARTUCHO.- Seguro que Ribera la utilizaba en su paleta… Sangre sola o mezclada con algún pigmento… Tendré que encontrar la fórmula…

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Viñeta 1.- Osvaldo se está haciendo un corte en el brazo izquierdo. Utiliza un cuchillo no muy grande, quizá una navaja. Según se abre la herida, brota la sangre, que pintamos en rojo, claro. El tajo es relativamente profundo y surca de arriba abajo (en vertical) por la parte anterior del brazo, justo debajo de la muñeca. Se trata de un plano corto, centrado en el corte y en la mano que sujeta el cuchillo. Aunque no entra en la Viñeta ni el rostro ni ninguna otra parte del cuerpo de Osvaldo, queda claro que se trata de un gesto decidido. Ninguna vacilación en apuñalarse. Todo con tal de descubrir la magia de la pintura de Ribera.

Viñeta 2.- El punto de vista se aleja ligeramente de la parte anterior del brazo. Ahora entra hasta el inicio de la palma de la mano. La herida, relativamente larga, sangra en abundancia. Osvaldo empapa un pincel en ella. La mano derecha ha dejado de empuñar el cuchillo para sujetar el pincel. La sangre, aunque quiera ser pigmento, se pinta en rojo.

Viñeta 3.- El punto de vista continúa alejándose dando entrada a parte del torso de Osvaldo y de la hoja del cuaderno colocado en el caballete. Mantiene el brazo izquierdo doblado y con la parte anterior hacia arriba. De esta manera le sirve de paleta, para untar el pincel de vez en cuando. Además, evita que la sangre caiga al suelo. Aún con todo, mana con tanta fuerza que ya gotea. La sangre aparece en rojo. También los trazos que marca el pincel en el cuaderno. Sólo son manchas rojas y todavía no vemos lo que pretenden colorear. Sí vemos algunos trazos del carboncillo que Osvaldo utilizó en la página 4, aunque sin distinguir lo que dibujan.

Viñeta 4.- Sigue alejándose el punto de vista que ya se sitúa tras Osvaldo. Entra en plano su espalda, sus hombros y su cabeza. También el brazo con el que pinta


(derecho) y el que mantiene encogido y sangrante, a modo de paleta. Por la postura y los movimientos adivinamos que sigue pintando con sangre en el cuaderno. Pero su cuerpo nos oculta el qué y el cómo. De su brazo izquierdo puede gotear una gota de sangre (rojo).

Viñeta 5.- Sigue alejándose el punto de vista. Entra Osvaldo de cuerpo entero y de espaldas. Ha dejado de pintar con sangre. Se ha alejado ligeramente del cuaderno y del caballete que lo soporta. Observa los resultados de sus sangrientas pinceladas y no se muestra nada satisfecho. Ha dejado caer los brazos, sobre todo el izquierdo. Por él escurre un goteo constante de sangre. El brazo derecho no parece tan desmayado. En la mano sigue sujetando el pincel, manchado de sangre, pero sin gotear. OSVALDO.- No… No sirve… Tiene que ser sangre de santo…

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Viñeta 1.- Plano general del interior del torreón. El punto de vista se sitúa detrás del caballete, de manera que todavía no vemos lo que hay pintado en el cuaderno. Osvaldo está saliendo. Apenas distinguimos su sombra o su pie franqueando la puerta que ya se cierra. Hace mutis, pero todavía percibimos algo de su presencia.

Viñeta 2.- El punto de vista da la vuelta y, por fin, nos presenta el cuaderno en el que Osvaldo ha estado pintando. Se trata de uno de los tres bloques en los que había descompuesto la figura de Ticio (ver página 4). Pero ahora no es la parte central, con el buitre posado sobre el vientre. Es la parte superior, hombros, cabeza y brazos. Aparecen claros los trazos de carboncillo que copian, con fidelidad estructural, el cuadro original. Y, en medio, unas cuantas pinceladas rojas que no han secado y que aún escurren por algunas zonas. No hay voluntad de crear textura ni gradación con ese rojo disperso, apenas trabajado. Es como si Osvaldo se hubiera limitado a dar unos cuantos brochazos.

Viñeta 3.- El plano se centra en la cabeza de Ticio. Está dibujada con trazos negros y, forzosamente, con mayor esquematismo que en el cuadro original. Aún con todo resulta suficientemente expresiva y perfectamente identificable. Sin embargo, el gesto de dolor se antoja más amortiguado que en Ribera. Como si el sufrimiento estuviera apagado.

Viñeta 4.- Idéntica a la anterior en tamaño y contenido. Tenemos delante, pues, la cabeza de Ticio. Pero algo está ocurriendo. La expresión de dolor se refuerza. Parece que el grito se abre paso.


Viñeta 5.- Idéntica a la anterior. El proceso de mutación gráfica prosigue. Se intensifica el dolor en las facciones de Ticio. Ahora se trata ya de un quejido tan desgarrado o más que en el cuadro de Ribera. Diríase, pues, que la hemoglobina está provocando su efecto. Pero Osvaldo no está para comprobarlo.

Viñeta 6.- Plano centrado en el suelo del torreón, justo en la zona cercana al caballete. De hecho, distinguimos perfectamente su pata izquierda. La sangre de Osvaldo ha dejado abundantes salpicaduras que, por supuesto, se pintan en rojo.

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Viñeta 1.- Un mendigo se instala en un cajero automático para pasar la noche. Es una escena típica de estos tiempos de crisis, pero aquí se presenta como si fuera la escena de un cuadro. El marco de la puerta del cajero (metálico y con asa para empujar) funciona como marco de Viñeta y, en este contexto pictórico, sugiere un marco de cuadro. El mendigo se encuentra en el interior, de pie y recibiendo la luz blanquecina de los fluorescentes. Aspecto e indumentaria no dejan lugar a dudas. Se trata de un mendigo característico, con muchos años de vida en la calle, casi clochard. En ese aspecto no se diferencia mucho de los mendigos del XVII que la pintura de la época reflejó ampliamente (Caravaggio, Velázquez, Murillo…). El propio Ribera ofrece algunos ejemplos. El más famoso es “el patizambo”, enano y con el pie deforme. Para la escena que nos ocupa, viene mejor el modelo que utiliza en “el olfato”, también de aspecto miserable. Así pues, un sombrero sucio, un abrigo raído, una barba descuidada bastan para producir el efecto. Podría titularse “retrato de mendigo en tiempos apenas modernos”. En el suelo y ligeramente al fondo distinguimos el petate, también alguna manta o cartón. Todavía no ha desplegado los objetos que constituirán su dormitorio portátil. De momento, se mantiene de pie, casi posando y recibiendo desde arriba la luz arrasadora del fluorescente. Aunque a esta distancia y con el sombrero puesto no distinguimos bien sus facciones, debe parecerse al San Felipe de Ribera. Más adelante su muerte recordará el martirio de este santo.

Viñeta 2.- El plano se aleja de la puerta del cajero dando entrada a una parte mayor de fachada. Vemos así la mitad inferior del letrero del banco (Bankia), algo más de los escaparates con anuncio de créditos o de grandes rentabilidades para tus ahorros y el portal de la casa colindante. El mendigo ha salido de su “pose” y prepara la cama en la que pasará la noche. Ya ha extendido los cartones por el suelo y ahora despliega una manta o un saco de dormir. El alejamiento del punto de vista hace que entre en primer plano el cogote de Osvaldo, que observa la escena desde la acera de una estrecha calle perpendicular. Aún no le podemos identificar con seguridad porque, además de estar de espaldas, también lleva sombrero.


CARTUCHO.- Seguramente no es un santo… Pero es un mendigo… Y los pobres heredarán el reino de los cielos…

Viñeta 3.- El punto de vista se sigue alejando. Así entra algo más de la espalda de Osvaldo. Queda claro que se encuentra al acecho, vigilando los movimientos del mendigo desde un lugar discreto de la calle que desemboca en el banco. Puede estar resguardado en un portal o detrás de un saliente de la fachada. Ya podemos adivinar que su indumentaria no se diferencia mucho de la del mendigo. También lleva un abrigo o un gabán viejo y un sombrero (¿o una gorra?), eso sí con más estilo y de mejor calidad. Es de noche y, aunque el plano resulta muy corto para identificar el lugar, nos encontramos en algún punto del barrio viejo de Salamanca. El suelo está mojado por la lluvia (ahora ya ha dejado de llover) y reverbera con la iluminación ciudadana. Osvaldo contempla cómo el mendigo sale del cajero automático para introducirse en el portal de al lado. Lo hace con rapidez y facilidad, como si lo tuviera todo controlado. La puerta del cajero ha quedado entreabierta con algún tope y la del portal no se le resiste, como si estuviera abierta. CARTUCHO.- Ahora va a pasar al portal de al lado para hacer sus necesidades… Como todas las noches…

Viñeta 4.- La Viñeta no es más que un fogonazo de luz que el lector recibe justo en los ojos. En realidad, es Osvaldo el que queda deslumbrado. Nosotros sólo estamos ocupando su lugar. El fogonazo es tan intenso que no podemos distinguir qué lo provoca. Descubriremos en la Viñeta siguiente que se trata de la linterna de una patrulla de policía. De momento, apenas distinguimos un par de siluetas al otro lado de la luz. Y, desde luego, la voz que ordena con autoridad. POLICÍA VARÓN.- Identifíquese, por favor…

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Viñeta 1.- Dos policías municipales miran el carné que Osvaldo acaba de entregarles. La luz de la linterna se dirige, pues, al documento de identidad y restringe el fogonazo. Ya podemos distinguir que se trata de dos agentes, un hombre y una mujer, con el característico uniforme. El policía varón es el que sujeta la linterna con la mano derecha y el DNI de Osvaldo con la izquierda. Parece concentrado y lee los datos en voz alta. Su compañera queda en un segundo plano, pero observa con atención a Osvaldo. Parece la más curiosa, al menos la más indagadora. Seguimos viendo a Osvaldo de espalda mientras que los agentes se presentan de frente. Al fondo, el mendigo sale del portal en el que había entrado un par de Viñetas antes. El punto de vista se ha alejado aún más, de manera que los personajes entran en plano americano. POLICÍA VARÓN (leyendo en el carné de identidad).- ¿Se llama José de Ribera y Cucó…?


OSVALDO.- Sí… Soy pintor y tengo el estudio aquí al lado… He salido un momento a tomar el fresco…

Viñeta 2.- El punto de vista sigue alejándose dando entrada a una perspectiva más amplia sobre la calle perpendicular al banco. Osvaldo se ha girado y se ha quitado el sombrero. Podemos verle la cara y comprobamos que su aspecto no se diferencia mucho del mendigo. Con el pelo sucio y la barba desarreglada, también tiene un aire “clochard”. Pretende ser amable con los policías, se descubre, muestra su rostro y hasta hace un mal chiste. Queda claro que no quiere despertar sospechas. Así que muestra el brazo izquierdo vendado, remangándose el abrigo. La venda está manchada de sangre (rojo). Asomaba por la manga del abrigo (quizá ya visible en la Viñeta anterior, lo que explica que la chica se haya dado cuenta. Los policías se muestran incrédulos, especialmente la mujer. Al fondo, el mendigo mira en dirección al grupo. Está en la acera, sin entrar aún en el cajero. Se pregunta qué hace la policía interrogando a ese desconocido (al menos pone cara de ello). POLICÍA MUJER.- Pues le hemos estado vigilando y lleva media hora aquí apostado… ¿Tiene el brazo herido…? OSVALDO.- No es nada… Me corté con el clavo de un cuadro… El oficio de artista tiene más riesgos de lo que la gente cree… Je je…

Viñeta 3.- El plano sigue alejándose y el punto de vista se eleva ligeramente. Tenemos así una vista amplia del escenario urbano. Al fondo el mendigo entra de nuevo en su cubículo bancario. OSVALDO (algo nervioso).- Observaba al mendigo… Y tomaba el fresco… Nada más… POLICÍA MUJER.- El director de la sucursal permite que el mendigo duerma ahí… De doce a siete de la mañana… Son tiempos difíciles…

Viñeta 4.- El plano se aleja y se eleva algo más proporcionando una vista general sobre esas dos calles del barrio viejo de Salamanca. Vemos la escena desde arriba. La escena se diluye y sus protagonistas desaparecen. El coche de policía municipal se va en una dirección haciendo destellar las luces distintivas. Osvaldo se va en la dirección opuesta y, aunque no podemos ver su rostro, le adivinamos contento. Del cajero automático emana la luz potente de los fluorescentes. Desde esta perspectiva en picado no vemos el local, sólo la luz proyectándose sobre la acera. OSVALDO (bocadillo de pensamiento).- Si he podido falsificar la identidad de Ribera y hacerme pasar por él, podré falsificar sus cuadros… Al menos reconstruir su magia…


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Viñeta 1.- Primer plano sobre un plano. Es decir, la Viñeta presenta el plano de un edificio. Podría ser perfectamente el del torreón de Osvaldo. Porque se trata de un edificio de planta octogonal. Aunque, si miramos con detalle, ofrece algunas diferencias. Sólo tiene una ventana situada en frente de la puerta. Y no parece un torreón exento sino integrado en un conjunto más amplio, seguramente un palacio. En cualquier caso no se trata de un plano moderno, ni por el tipo de trazo ni por la nitidez. Como comprobaremos en páginas siguientes, se trata de un plano del siglo XVII consultado por Osvaldo en uno de sus legajos. No es un mero octógono dibujado en un papel. Señala vanos, detalles ornamentales de fachada y lleva anotaciones. Las anotaciones van en una caligrafía similar a la que hemos visto en los otros papeles. El centro geométrico está señalado por un octógono con una estrella dentro y lleva el nombre “axis” (eje). Es el mismo signo que veíamos en el centro del torreón de Osvaldo (página 3, Viñeta 1). Aquí, en plano, es mucho más pequeño, pero también va en rojo. En las paredes alternan los nombres de los cuatro supliciados, Sisyphus, Ixio, Tantalus, Ticio. Para representar la presencia de cuadros se puede reforzar la línea de pared con una segunda línea. Tendremos, pues, a la derecha de la ventana Sisyphus, pared siguiente vacía, pared siguiente Ixio, pared vacía, Tantalus, pared vacía, Ticio. Una línea de puntos une en diagonal los cuadros. Las diagonales conectan, pues, Sísifo con Tántalo e Ixión con Ticio. Naturalmente, las diagonales se cruzan en ese centro al que llamamos “axis”. Por el vano que representa la ventana, penetra una flecha o un haz de líneas que lleva la palabra “lux”. Las líneas de luz van a dar a un pequeño triángulo isósceles acompañado de la inscripción “speculum humanae salvationis”. Para reforzar el aspecto de documento antiguo, el plano lleva dibujos, bocetos y anotaciones complementarias, fundamentalmente de carácter arquitectónico, molduras, capiteles, frontispicios, jambas, dinteles… No muchas, porque la Viñeta se centra en el plano de planta octogonal. CARTUCHO.- El encargo no se lo hizo Lucas van Hagel, como algunos creen… Se lo hizo Don Manuel de Acevedo y Zúñiga, virrey de Nápoles en aquel año de 1632… De eso ya no me cabe duda…

Viñeta 2.- Aquí se inicia un trasvase un tanto particular que nos lleva del grafismo de un plano al de un grabado del XVII, en el estilo de Ribera o, quizá, algo más esquemático. De esta manera, apoyados en las diferencias de dibujo, realizaremos un salto en el tiempo y trasladaremos al lector al momento en el que el virrey de Nápoles le hace el encargo a Ribera. En realidad, se trata de una única imagen que iremos descomponiendo y que presentaremos completa como página 19 (tres páginas a partir de un único dibujo). La imagen global representa al virrey de Nápoles y a Ribera en el espacio octogonal donde van a colocarse las cuatro furias para que produzcan el milagro de la completa absolución. El lugar guarda semejanza con el torreón de Osvaldo, pero este es mucho más señorial. Tiene techos más elevados, adornos sofisticados en las paredes, bajorrelieves, algún grutesco, refuerzo de columnas y dinteles en los


dos vanos... El suelo también ofrece mayor lujo, con alguna cenefa de adorno en las losas de mármol. Por lo demás se halla relativamente despojado, expedito para su mágica función. Quizá una consola o un taburete pegados a alguna de las paredes. Y un detalle pequeño, pero importante. Es lo que en el plano llamábamos “specullum humanae salvationis”. Se trata de un espejo de tres caras en forma de triángulo isósceles, abierto por arriba y por abajo. El vértice del triángulo se orienta hacia la ventana. Los lados más largos son de un metro aproximadamente. El más corto de setenta centímetros. Todos de unos cincuenta centímetros de alto. Los más largos reflejan la luz que entra por la ventana y refulgen. El artefacto pende de la cúpula por un cable que entra por su apertura superior. Dos personajes ocupan el centro de la pieza, a ambos lados de la marca central (axis redemptionis) en rojo. Como sabemos, es la misma marca que se halla en el suelo del torreón de Osvaldo. A la izquierda de la marca se encuentra el virrey, ataviado como corresponde a rango y época. Está recibiendo en casa. No hace falta, pues, traje de gala ni sombrero ni capa. A la derecha de la marca se halla Ribera. Sus prendas son más modestas y, como viene de visita, lleva capa. También sombrero con pluma o adorno, pero lo sujeta en la mano en una característica reverencia. Pliega la pierna izquierda y se inclina con elegancia, pero manteniendo la cabeza alta para que le podamos ver la cara. Están separados por unos tres metros de distancia y queda clara la dependencia jerárquica. Por si fuera poco, el virrey tiene el brazo derecho levantado y señala con el dedo una de las paredes que tiene en frente. Es un gesto claro de autoridad y que en la escena tendrá una función ambivalente (“aquí mando yo” y “ahí irá Sísifo”). La descomposición de esta única escena, convenientemente fragmentada, nos permitirá apoyar el desarrollo argumental de todo el episodio. En este caso, la Viñeta enfoca el centro del octógono con su marca característica. También da cabida a las botas del virrey, próximas a la marca, y a una parte de sus pantalones. En el primer plano se aprecian los detalles lujosos de estas prendas. CARTUCHO.- En la corte de España se le consideraba próximo al iluminismo, un “alumbrado” como se decía en la época… VIRREY (en off).- Este es el “axis redemptionis”, el eje de la redención… Lo he calculado siguiendo la fórmula de Giordano Bruno en su De magia mathemática…

Viñeta 3.- Seguimos descomponiendo el grabado global. Ahora enfocamos al virrey de cintura para arriba. No vemos hacia dónde señala, pero lo está haciendo. Y este simple gesto logra que la imagen sea congruente con el discurso. CARTUCHO.- El iluminismo sostenía que no puede haber mala acción en el ser humano… Al fin y al cabo, está hecho a imagen de Dios y sólo actúa siguiendo sus designios… VIRREY.- Aquí irá Sísifo, después una pared vacía, después Ixión, después pared vacía, después Tántalo, después pared vacía y, por último, Ticio… Las cuatro furias…


Viñeta 4.- Vemos al virrey de cuerpo entero, con el brazo levantado y señalando con el dedo. El plano está centrado en el personaje y apenas se ve el decorado. CARTUCHO.- De una manera o de otra, el de Acevedo y Zúñiga quería limpiarse de todo pecado, al menos garantizarse la entrada en el reino de los cielos... VIRREY.- El dolor de estos condenados vendrá a concentrarse en el eje de la redención… Si me coloco en él el tiempo suficiente, mis pecados serán purgados…

PÁGINA 18

Viñeta 1.- El plano se abre, pero sólo hacia la izquierda. Mantiene a Ribera fuera de campo. Permite, sin embargo, una vista más amplia del espacio octogonal en el que se encuentran, pero sólo de la zona de la izquierda. CARTUCHO.- Poseía una gran colección de bulas, indulgencias y dispensas papales… Pero, al llegar a Nápoles, encontró una solución más eficaz para librarse del peso de la culpa… VIRREY.- Porque el mayor perdón se encuentra donde confluyen los mayores castigos… Es la “coincidentia oppositorum”… De las tinieblas surgirá la luz…

Viñeta 2.- El plano se centra ahora en Ribera y en su rostro sonriente, como corresponde al saludo que está haciendo. También entran en campo sus hombros, pero queda fuera el sombrero y el gesto de saludo. CARTUCHO.- El virrey descubrió la obra de Giordano Bruno, el gran esotérico, fallecido unos años antes de su llegada a la ciudad… RIBERA.- Excelencia, soy pintor religioso y no tengo gran aprecio por las fábulas mitológicas… Prefiero el suplicio del mártir al castigo del pecador…

Viñeta 3.- La Viñeta acoge ahora a los dos hombres de cuerpo entero, uno señalando y otro saludando. También da cabida a una estrecha franja de decorado. CARTUCHO.- La mezcló con la mitología clásica, siempre en boga en Italia… RIBERA.- No es lo mismo pintar la expresión de quien expía culpa que la de quien gana gloria… Uno está enterrado en el infierno, el otro se dispone a subir a los cielos… VIRREY.- Bueno, Ribera, todos sufren… Y el dolor, sea por un motivo o por otro, tiene siempre la misma cara…


Viñeta 4.- Primer plano sobre la mano con el dedo siñalético del virrey. Es gesto de autoridad como corresponde a su discurso. CARTUCHO.- E ideó un proyecto que, según él, le aseguraba la gracia plena… Quizá la ascensión inmediata al paraíso… VIRREY.- Además, vuesa merced es pintor español… Debéis servicio a la corona… Lo queráis o no… Pero, si lo hacéis de buena gana, seréis generosamente recompensado…

Viñeta 5.- Primer plano sobre el sombrero de Ribera y la mano que lo sujeta. Es gesto de pleitesía como corresponde a su discurso. CARTUCHO.- Todo con la colaboración y el buen oficio de José de Ribera… RIBERA.- Siempre a las órdenes de su excelencia…

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Viñeta.única- Coincide con el grabado del siglo XVII inventado para la ocasión. Vemos, por fin, la escena completa, Virrey y Rivera encontrándose en la habitación de los milagros redentores. Por fin, nos hacemos una idea clara de las proporciones y comprobamos hasta qué punto el espacio resulta majestuoso en comparación con los personajes. El marco de la página-Viñeta-grabado puede tener doble o triple lineado como suelen llevar los grabados.

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Viñeta 1.- Las cuatro Viñetas que componen esta página se presentan como hojas del cuaderno de Osvaldo. No tienen marco, la propia hoja delimita el espacio figurativo. Las cuatro Viñetas-hojas tendrán el mismo tamaño y, para que encajen en la página, se podrá ampliar el espacio blanco entre una y otra. De hecho, será necesario para dar cabida a los bocadillos de pensamiento donde van los textos. En realidad, presentarán el aspecto de nubecillas ubicadas en el ángulo superior derecho de cada Viñeta-hoja. Pero apenas morderán la hoja, extendiéndose en su mayor parte sobre el blanco. Esta hoja en concreto recoge la que reproducíamos en la página 14. En ella se ve, por lo tanto, la parte superior de Ticio, hombros, cabeza y brazos. Aparece la hoja completa, es decir tal y como se ve en la Viñeta 2 de la 14. Pero, claro, con la expresión desgarrada que sólo aparecía en la Viñeta 5. No hay manchas de sangre. Es como si el papel las hubiera absorbido para incrementar el dolor del personaje. OSVALDO.- El rostro de Ticio ha cambiado… Ahora expresa mejor el dolor…


Viñeta 2.- Tenemos ahora la hoja en la que Osvaldo dibujó la parte central del cuerpo de Ticio, con el águila y la herida en el costado. Es decir, la misma página-hoja que llenaba nuestra página 5. Aquí sí aparecen los límites del cuaderno (en página 5 se confundían con la hoja del libro). La diferencia estriba en que la herida del costado aparece en rojo y de ella gotea sangre (en rojo). OSVALDO.- Y la herida del costado se ha coloreado… Hasta aparecen las gotas de sangre, invisibles en el cuadro… Viñeta 3.- Hoja-Viñeta en blanco. Deduciremos que acaba de colocarla para empezar un nuevo dibujo, en este caso de Ixión. OSVALDO.- Empapar el pincel con mi sangre ha obrado el milagro… La de un santo mejorará los efectos… Viñeta 4.- La mano de Osvaldo, con el carboncillo, empieza a dibujar en la hoja que aparecía en blanco en la Viñeta anterior. Dibuja el ojo del verdugo y zona aledaña del rostro. Vemos su mano y parte de la muñeca entrando por el margen derecho y prolongándose a sangre. OSVALDO.- Y ahora vamos con Ixión…

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Viñeta 1.- El punto de vista se aleja del cuaderno y nos presenta a Osvaldo, desnudo, dibujando en él. Naturalmente, se encuentra en su torreón. Dibuja el Ixión a partir de la copia desplegada en una de las paredes. Está al fondo de la perspectiva y sólo divisamos la mitad inferior del lienzo. En cualquier caso, sí vemos el rostro del verdugo y su ojo interpelador. Por si son necesarias más precisiones fisionómicas, el verdugo es un sátiro de orejas puntiagudas (casi invisibles en el lienzo). Osvaldo ha cambiado de orientación el caballete y, en lugar de mirar a la izquierda, mira a la derecha, hacia donde se encuentra colgado Ixión. La ventana por la que se filtra la luz tiene abierto el postigo derecho, en lugar del izquierdo, para iluminar la zona donde se halla la copia a pintar. El fragmento del Ticio que entra en plano aparece en color. Del ojo del verdugo parte un inexplicable y sutil destello. OSVALDO (bocadillo de pensamiento).- El ojo del verdugo es lo más importante… Mira al espectador de manera que le mete en el cuadro… Así todos entramos en la rueda del sufrimiento…

Viñeta 2.- Plano sobre la cabeza del águila que devora a Ticio. Su ojo destella de manera similar al del verdugo de Ixión. Como el águila es negra, no queda claro si la Viñeta es en color o en b/n. CARTUCHO.- (voz de Osvaldo).- Corresponde con el ojo del águila, que es el verdugo de Ticio… No sé cómo se puede dudar de la magia de Ribera… Y más alguien como Quintana… En la época todos lo sabían…


Viñeta 3.- El plano se aleja de la cabeza del águila y el punto de vista desciende para dar entrada a la parte inferior del cuadro. Importa destacar la mano izquierda de Ticio, crispada por el dolor. Pero no sólo entra la parte inferior del cuadro con su marco. También distinguimos un trozo de la pared en la que cuelga. Como descubriremos en Viñetas posteriores, nos encontramos en un interior burgués de los Países Bajos en el siglo XVII. Está dibujado con el estilo lineal de un grabado, muy parecido al que representaba el encargo del virrey a Ribera El cuadro, por supuesto, aparece en color. CARTUCHO.- La historia de Jacoba van Duffel era conocida en todos los talleres de pintura de Europa… Esta burguesa de Amsterdam compró una copia del Ticio en 1635, estando embarazada…

Viñeta 4.- El punto de vista se sigue alejando y ya da entrada a la parte superior del matrimonio que posa en ese interior en el que cuelga el cuadro. Es el mismo matrimonio que aparece en la mujer barbuda. Sus actitudes y sus indumentarias son muy similares. Y también sus expresiones de tristeza. Cambia, claro, el rostro de la mujer, que no lleva barba. Tiene veinte años, pero está avejentada. El cuadro se mantiene al fondo destacando la mano de Ticio. CARTUCHO.- Y sólo por la contemplación del cuadro su hijo nació con los dedos crispados de dolor y vivió melancólico hasta su temprana muerte….

Viñeta 5.- Sigue alejándose el punto de vista hasta ofrecernos completo este retrato de familia en forma de grabado. La familia, por pose y actitud, obedece a la misma que adoptan los personajes de La mujer barbuda. Ahora se ve el niño que la mujer lleva en brazos. Y aquí no mama de una teta peluda. Llora y agita las manos como Ticio, con los dedos crispados. La mano de Ticio al fondo y en color lo subrayan CARTUCHO.- Así de auténtico y contagioso es el sufrimiento que desprende la pintura de Ribera…

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Viñeta 1.- Se presenta muy parecida a la 1 de la 15. El marco de la puerta del cajero automático sirve de marco de Viñeta. En este caso el mendigo lo rompe abriendo la puerta, que se viene hacia el primer plano mordiendo en el blanco interViñetal. El propio mendigo, al salir del cajero, también se sale del marco y avanza un pie hacia el blanco interViñetal. Va vestido igual que en su anterior aparición y adivinamos lo que, siguiendo la rutina, se dispone a hacer. Ya tiene preparado


el dormitorio, con cartones y mantas desplegados. Sale, pues, a evacuar en el portal de al lado.

Viñeta 2.- Y es lo que hace en esta Viñeta. Se crea así un curioso efecto entre esta y la anterior. En la 1 está saliendo del cajero y aquí entrando en el portal colindante. La puerta del portal está tomada a algo más de distancia, de manera que entra en plano una parte de la del cajero por la que salía en la página anterior. Naturalmente pasamos a marco de Viñeta convencional. Como si temiera algo o por simple precaución de vagabundo, el mendigo mira hacia atrás. Se trata de comprobar que nadie le vigila.

Viñeta 3.- El mendigo orina en el portal. Está oscuro y apenas distinguimos lo que se adivina un hueco de escalera normal en una casa del barrio antiguo de Salamanca. No parece un espacio muy grande. El mendigo está de espaldas, con las piernas abiertas y la cabeza agachada, en la posición característica del “orinante”. Distinguimos en la penumbra las barras que sujetan la barandilla de la escalera. Su brillo destaca por encima de la cabeza del mendigo. La oscuridad no permite ver ningún otro detalle. Quizá un interruptor de luz y poco más.

Viñeta 4.- El punto de vista da la vuelta, de manera que vemos al mendigo de frente. Mantiene la cabeza agachada, por lo que deducimos que sigue mingitorio. El plano es más corto que el anterior. Sólo le vemos de cintura para arriba, justo desde el principio de las manos (juntas) hasta la cabeza. Como está concentrado en la “operación pis”, tiene los párpados entornados y no muestra los ojos. Por el contrario, detrás de él, apenas a dos metros, unos ojos brillan. Son, claro, los ojos de Osvaldo que ofrecen una mirada sorprendentemente agresiva. Están matizados por la penumbra, insertos en un rostro que apenas se adivina y, debido a la distancia, no son muy grandes. Pero resultan inquietantemente visibles.

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Viñeta 1.- Osvaldo se lanza a degüello. El plano está centrado en la garganta del mendigo. Una mano de Osvaldo echa hacia atrás la cabeza mientras la otra le corta. Utiliza el mismo cuchillo pequeño del que se sirvió para autolesionarse. Con el cuello tenso y tan cercano al plano, la sangre salpica hasta salir de la Viñeta. Seguimos así jugando con las rupturas de marco, pero ésta en rojo.

Viñeta 2.- Plano sobre la cabeza desmayada del mendigo. Seguramente ya está muerto, pero sigue sangrando. La mano derecha de Osvaldo sujeta una copa en la que recoge la sangre. No terminamos de verla, pero parece bellamente labrada. Casi se podría decir que es un cáliz de cristal. Necesitamos que sea transparente para ver cómo se va llenando de sangre (en rojo, claro).


Viñeta 3.- Osvaldo desnuda el cuerpo del mendigo. Se mueve con dificultad en ese cuchitril que es el hueco de la escalera. Pero tampoco le vemos por completo. Distinguimos sus brazos sujetando las piernas de su víctima y sacándole los pantalones. El resto de Osvaldo queda fuera de campo. El cuerpo del mendigo aparece tendido en el suelo. Tiene las piernas levantadas pero su espalda reposa en horizontal y su rostro, con ojos vidriosos, mira al lector. Un surco de sangre se viene hasta el primerísimo plano.

Viñeta 4.- Osvaldo ata las muñecas del mendigo. La Viñeta es, por lo tanto, un auténtico lío de manos. Aparecen cuatro. Las dos de Osvaldo que atan una de las muñecas del mendigo. La otra ya la tiene atada.

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Viñeta única .- El mendigo se muestra desnudo y atado en el portal en la misma postura de El Poeta, grabado de Ribera. Las manos levantadas en alto se sujetan en uno de los barrotes de la barandilla.

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Viñeta 1.- Plano corto centrado en las manos de Osvaldo que ejerce de mago, al menos de alquimista. Está revolviendo entre morteros, pigmentos, redomas y algún tubo de ensayo. En lugar prominente destaca la copa de sangre, presidiendo toda la cacharrería (rojo). Osvaldo sujeta con la mano derecha un almirez con el que machaca un polvillo negro. Lo hace sobre una tabla compacta. La sujeta con la mano izquierda cuya muñeca sigue vendada y cuya venda sigue manchada de sangre (rojo). Todo ello se extiende sobre una mesita estrecha pegada contra una de las paredes del torreón, que ahora no vemos en todas sus dimensiones. OSVALDO (bocadillo de pensamiento) .- ¿Y si añado hematites de hierro a la sangre…?

Viñeta 2.- El plano se abre de manera que entren hombros y cabeza de Osvaldo. Sigue con sus experimentos. Ahora inclina la copa con sangre sobre la tabla con polvo de hematites. Vierte una gota que reacciona provocando una efervescencia roja. En este momento su concentración es interrumpida por una voz en off que le sobresalta. OSVALDO (bocadillo de pensamiento) .- Sí… Parece que la densifica… ¿Y si…? ESTHER (en off).- ¿Osvaldo, estás ahí…?

Viñeta 3.- El plano se abre dando entrada a todo un lateral del torreón. En la parte derecha de la Viñeta se abre la puerta por la que asoma Esther, ya con una pierna dentro.


En la parte izquierda aparece Osvaldo junto a la mesa de los experimentos. Se ha puesto en pie (antes sentado en una banqueta) con un gesto, casi un calambre en el cuerpo, en el que se mezclan, la sorpresa, la alarma y el enfado. Y no es de extrañar. Están entrando en su sancta sanctorum. Él se encuentra desnudo, pero, con la excitación, ni siquiera se entera. ESTHER (con normalidad, quitando importancia a la profanación que acaba de cometer).- Te hemos buscado en el piso… Y al final hemos dado con este lugar maravilloso… OSVALDO.- ¿Qué haces aquí…? ¿Cómo has entrado…?

Viñeta 4.- Plano muy similar al anterior. Osvaldo se precipita hacia Esther como una furia (cualquiera de las cuatro que atormentan a nuestros pobres titanes). De hecho, ya ha llegado casi a su altura. Por el contrario, Esther apenas ha logrado introducirse en el torreón. La puerta está abierta y se adivina una presencia en el exterior, quizá una sombra. Esther se halla amedrentada por la rabia que percibe en Osvaldo, pero intenta desdramatizar, como si no ocurriera nada. ESTHER.- La puerta del piso estaba abierta… Hemos llamado varias veces y, como no contestabas, pensamos que te podía haber ocurrido algo… OSVALDO.- Mentira… Siempre cierro la puerta… Es muy importante para mí que no entre nadie… Y tú lo sabes, Esther…

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Viñeta 1.- El plano se centra en la puerta donde ahora se concentran los tres personajes. Porque Quintana acaba de hacer su aparición. Asoma por la puerta, con medio cuerpo adentro, y observa con curiosidad el interior. De hecho, no da importancia ni a la desnudez ni a la rabia de Osvaldo. Adivina que se encuentra en un lugar especial, en cierta medida maravilloso, e intenta avistar todos los detalles. Al verle, Osvaldo se ha quedado de piedra, paralizado ante los dos visitantes. Ha pasado de la furia al mayor de los desconciertos. La irrupción de Esther ya era muy grave, pero con Quintana resulta inadmisible. Mientras tanto, Esther sigue intentando suavizar la situación. ESTHER.- Pues esta vez se te habrá olvidado… Como sólo piensas en Ribera… Pero mira con quién he venido… OSVALDO.- ¡Quintana…!

Viñeta 2.- Plano similar al anterior. Quintana ha logrado poner los dos pies dentro del torreón y prosigue su inspección del lugar. Osvaldo les tiene acorralados en la entrada y, sin ningún reparo, les empuja. Esther empieza a salir, pero Quintana, atrapado en el encanto, se resiste. QUINTANA (admirativo).- ¡Menudo torreón…! ¿Es tuyo…? OSVALDO (tajante).- No es un torreón… Es un belvedere… Y no podéis entrar…


Viñeta 3.- Plano muy similar al anterior, quizá más cercano a la puerta, que aparece más entornada. Por el intersticio asoma todavía el rostro de Quintana, incapaz de alejarse de tan mágico lugar. Se diría que Osvaldo tira de él, pero él opone resistencia. QUINTANA.- Claro, un “bel-vedere”…

Viñeta 4.- El plano regresa a la mesa de los experimentos y enfoca la tabla sobre la que la sangre se funde con el hematites. Ahí está el vaso con la sangre, los tubos de ensayo, el almirez, los pigmentos… En la tabla sangre y polvos han formado un engrudo espeso, una especie de goma roja, pero de un rojo lleno de matices. No es el rojo liso, mera mancha, de los bitonos, sino ya un ente cuatricromático.

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Viñeta 1.- El plano se centra en el rostro de Osvaldo. Está hecho un basilisco. Riñe a Esther por la intromisión. Realmente, en su situación (o en su obsesión) es lo peor que le podía ocurrir. Resulta evidente que los tres personajes han abandonado el torreón. De hecho, se encuentran en el desordenado despacho de Osvaldo. Pero, como en esta página los planos son muy cortos, apenas lo vemos de fondo. OSVALDO.- ¡Te había prohibido decir dónde vivo…! ¡Taxativamente…! ¡Y vienes acompañada…! ¡Sin avisar…! ¡Además con él…!

Viñeta 2.- Primer plano sobre Esther que se muestra tranquila. No parece afectada por la ira de Osvaldo. Todo indica que guarda una baza exculpatoria en la manga. Hasta se permite utilizar tono maternal para pedirle que se vista. ESTHER.- Antes de enfadarte, escucha… Escucha y mira lo que Quintana ha venido a traerte… ESTHER (segundo bocadillo).- Y haz el favor de ponerte algo… Que pareces un salvaje…

Viñeta 3.- Primer plano de Quintana, que sonríe. Se diría que disfruta con la bronca que mantienen sus compañeros. De hecho, les mira con suficiencia. Su silencio, mientras ellos discuten, resulta ya muy significativo. De alguna manera quiere marcar su superioridad.

Viñeta 4.- Osvaldo se mantiene adusto, incluso agresivo. Al menos hace caso de Esther y se enfunda esa bata vieja, algo hirsuta, que ya le conocemos. El plano le coge de cintura para arriba y, en la maniobra vestimentaria, queda a la vista la venda ensangrentada (rojo) que envuelve su muñeca izquierda.


OSVALDO.- Me da igual… No lo entendéis… Ya no tengo nada que ver con la vida académica… Si habéis venido a traerme un apercibimiento o cualquier otra sanción, la quemaré aquí mismo…

Viñeta 5.- Plano sobre Quintana, algo más abierto que el de la Viñeta 3. Su expresión ha cambiado. Ha pasado de la sonrisa de superioridad a otra más juguetona. Es como si quisiera jugar a las adivinanzas con Osvaldo. QUINTANA.- No es ninguna sanción… Y seguro que no lo quemas… ESTHER (en off).- ¿Qué te has hecho en la muñeca…? Llevas la venda con sangre. OSVALDO (en off).- Nada… No es nada…

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Viñeta 1.- Plano sobre Esther más abierto que el de la Viñeta 2 de la página anterior. Recupera aplomo y una cierta autoridad sobre Osvaldo. Hasta se permite regañarle por haber dudado de ella. ESTHER.- Venga, enséñaselo… Enséñale el Prometeo… Y enséñale lo otro… ESTHER (segundo bocadillo).- No le he traído aquí sin una razón importante… Parece que no me conozcas…

Viñeta 2.- Plano sobre la mesa de despacho de Osvaldo. Quintana despliega sobre ella (o sobre su característico desorden) una copia del Prometeo. Es relativamente grande (como de un metro de lado) y la reproducimos en color. Está casi totalmente desenrollada (bien en rollo) y Quintana sujeta los extremos con sus manos. El color de Prometeo destaca sobre otros papeles de la mesa, arrinconados o apenas visibles. Convendría que se distinguiera alguno de los dibujos fantásticos de Ribera (hombre con figuritas). Y por algún rincón tiene que asomar la calavera que sirvió de candelero hace unas páginas. Como el plano es cenital, puede entrar la cabeza de Osvaldo (desde arriba) mirando la copia. La de Quintana, sin embargo, quedaría fuera de campo. Como veremos, Osvaldo se ha sentado ante la mesa mientras Quintana y Esther permanecen de pie. QUINTANA.- Esta es la primera versión de Prometeo… Todavía está en poder de la familia Johnson & Johnson… Observa la composición en diagonal, los brazos abiertos, la expresión sufriente… Y el águila devorando el costado… Prácticamente igual que Ticio…

Viñeta 3.- Vemos la escena de frente dando cabida a la mesa y a los tres personajes. Osvaldo se halla, efectivamente, sentado. Quintana, a su derecha, despliega nuevos papeles ante sus ojos. Desde nuestro punto de vista no podemos ver su contenido. A la derecha de Quintana, Esther saca más papeles de un maletín apoyado en el extremo de la mesa. Entendemos que se han presentado en casa


de Osvaldo con ese material. Esther rebusca y se lo pasa a Quintana quien, a su vez, despliega ante Osvaldo. Este se muestra vivamente interesado. Es más, devora con los ojos lo que le están enseñando. QUINTANA.- Y aquí el gran tesoro… Los bocetos preparatorios de Sísifo y Tántalo… Como verás, las versiones de Giordano se inspiran directamente en ellos…

Viñeta 4.- El plano se centra en Osvaldo que contempla maravillado esos papeles. Seguimos sin descubrir lo que contienen. Osvaldo los sujeta con ambas manos y los mantiene ligeramente levantados. Sólo vemos, pues, una parte del dorso. Quintana y Esther se quedan fuera de campo.

Viñeta 5.- El punto de vista se aleja, se levanta y se desplaza hacia la izquierda. De esa manera vemos a los tres personajes, Osvaldo sentado y los otros dos de pie a su derecha. Osvaldo prosigue ensimismado ante el espectáculo que se abre ante él. Quintana y Esther le miran complacidos, como al niño que descubre un nuevo juguete. Esther no puede evitar la sonrisa y un comentario. ESTHER.- ¿Qué…? ¿Ya se te ha pasado el enfado…?

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Viñeta 1.- El plano recoge a Osvaldo y a Quintana, que siguen en la misma posición. Osvaldo mira desde abajo (sentado) hacia Quintana, que permanece de pie a su lado. Y lo hace con desconfianza, incluso con un destello de odio. Ha salido de la fascinación y entra en el terreno de las sospechas. ¿Cómo es que Quintana le ofrece semejante tesoro? OSVALDO.- ¿Por qué me los das…? QUINTANA.- No te los doy… Te los presto… También soy investigador y sé lo que se siente cuando se está en una búsqueda tan intensa como la tuya…

Viñeta 2.- Primer plano sobre la calavera, medio hundida entre papeles. Eso deja fuera de campo todo lo demás, personajes incluidos. QUINTANA (en off).- Los encontré en Roma… Hace unos meses… De manera casual… No te diré dónde… Eso me lo reservo… OSVALDO (en off).- Yo no investigo, Quintana… Yo creo… O recreo… Bueno, no sé muy bien lo que hago… Pero no investigo como hacéis en la Universidad…

Viñeta 3.- El plano se centra en Quintana y lo toma en ligero contrapicado de cintura para arriba. Se exalta. En cierta manera se pone divino. Descubrimos el beneficio que le pueden reportar las investigaciones de Osvaldo. O los que él espera.


QUINTANA.- Da igual… Lo importante es que demuestres que Ribera es un pintor religioso y no un estilista como sostiene Rodríguez Ramírez… Y si logras que sus cuadros hagan milagros, se acaba la discusión…

Viñeta 4.- Osvaldo se ha levantado. Vemos a los tres personajes de cintura para arriba detrás de la mesa. Osvaldo mira con odio hacia Esther que, en esta ocasión, baja la cabeza. Al parecer, Quintana está al tanto del cariz de sus investigaciones. Al menos, no va muy descaminado. Y sólo Esther ha podido contárselo. OSVALDO.- ¿Quién te ha contado eso…? Porque no es verdad… Sus cuadros están pintados guardando proporciones muy rigurosas… Las Furias siguen una geometría mágica… Pero no hacen milagros…

Viñeta 5.- El punto de vista se ha elevado y vemos a Quintana y Osvaldo de hombros para arriba. Como Esther es más pequeña, sólo entra la parte superior de su cabeza. Quintana sigue con la expresión trascendente y mira a las alturas, como si quisiera imitar a los mártires de Ribera. Osvaldo mira en dirección opuesta con tajante incredulidad, incluso con desprecio. Esther sigue agachando la cabeza. QUINTANA.- En cualquier caso Ribera estaba motivado por la fe… Sólo una firme creencia explica el luminoso arrebato que desprenden sus santos… OSVALDO.- No lo creo…

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Viñeta 1.- Esther levanta la cabeza y retoma las riendas de la situación. Se dirige de manera autoritaria a los dos hombres. Pero, por el contenido del segundo bocadillo, deducimos que, en esta ocasión, con más insistencia a Osvaldo. Naturalmente, la vemos en un plano corto, de hombros para arriba. ESTHER.- Dejaos de discusiones… ESTHER (segundo bocadillo).- Osvaldo, ¿quieres los bocetos o no…?

Viñeta 2.- Plano sobre Osvaldo que se encuentra de pie detrás de la mesa. Está centrado en él, pero adivinamos que ya no hay nadie más a ese lado de la mesa. Tiene las manos apoyadas sobre la mesa y la cabeza inclinada. Podría estar mirando los papeles que se acumulan sobre la mesa, especialmente los bocetos que Quintana le acaba de traer. Pero lo interpretamos, sobre todo, como un gesto de sumisión. Queda claro que por esos documentos haría cualquier cosa. Hasta dejar de discutir con Quintana (o darle la razón). Aunque el punto de vista se sitúa delante de la mesa, no permite ver los contenidos de los papeles, tan sólo su amontonamiento. Y, como mucho, la calavera en función de lo alejada que se encuentre del centro. Porque los laterales de la mesa quedan fuera de campo. OSVALDO.- Sí…


Viñeta 3.- Plano sobre Esther a la que vemos de cintura para arriba. Sigue mandando. Mira hacia la derecha donde descubriremos que se encuentra Quintana. Tiene detrás la puerta del despacho de Osvaldo. De lo que deducimos que está delante de la mesa, relativamente alejada de ella y encaminándose a la salida. ESTHER.- Pues dáselos, Quintana… Osvaldo va a hacer con ellos algo maravilloso… Ya discutiréis luego la manera de utilizarlo… ESTHER (segundo bocadillo).- Y prométele que no tendrá ningún sanción en la Universidad…

Viñeta 4.- El punto de vista se sitúa a la altura de la puerta. Delante se encuentran Esther y Quintana. Ella ya se vuelve hacia el plano disponiéndose a abandonar el habitáculo. Ha cumplido su misión poniendo firmes a los dos hombres y parece satisfecha. A su derecha se encuentra Quintana, que habla con gesto de sumisión correspondiente al de Osvaldo en la Viñeta 2. Al fondo y sentado detrás de la mesa se encuentra Osvaldo, que ya se enfrasca en los papeles que le acaban de traer. Los levanta ligeramente entre las manos y los mira con atención descifradora. Ha comprendido que se los dejan y lo demás no le importa. Lo que menos las sanciones universitarias. QUINTANA.- Prometido… Me encargaré personalmente… OSVALDO.- Me da igual…

Viñeta 5.- El punto de vista se sitúa detrás de la mesa. Delante los papeles y, más allá, el hueco negro de la puerta. Deducimos que Esther y Quintana se han marchado. Pero no del todo. Porque de más allá de la puerta del despacho llega la voz de Esther. Al escuchar lo que dice, Osvaldo se levanta precipitadamente. Es una de las pocas Viñetas de la historia con algo de humor. Ante la posibilidad de que la puerta se quede abierta, nuestro protagonista se precipita a cerrarla. ESTHER (en off).- ¿Dejamos la puerta abierta…? OSVALDO.- ¡Noooo…! ¡Ahora mismo cierro…!

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Viñeta 1.- Osvaldo pega uno de los documentos recién recibidos en la pared del torreón, en la única que queda libre. Porque dos están ocupadas por las copias de Ticio e Ixión y la otra por la mesa para los experimentos (lo demás son ventanas). Está extendiendo los bocetos preparatorios de Sísifo y Tántalo. A partir de ellos, intentará la reconstrucción de los cuadros de Ribera. Pero nosotros no vamos a ver esos bocetos. Sólo de manera parcial. Las partes que se perciban las deberá inventar el dibujante (¡je!) en función de los cuadros. Estudios anatómicos, partes del cuerpo y hasta esquemas geométricos. Hay por ahí una lámina con bocas y narices que podría aparecer completa. Todo a lápiz. Es más, en la Viñeta podrían quedar en lapicero en lugar de a tinta. En estos momentos, tapados por el cogote


de Osvaldo o saliendo parcialmente de campo, entrevemos un estudio de una parte de Tántalo. Además del cogote, entran en plano los hombros y los brazos de Osvaldo. Ya se ha desnudado y todavía lleva la venda ensangrentada en la muñeca izquierda. OSVALDO (bocadillo de pensamiento).- Estoy seguro de que cerré la puerta… Siempre lo hago…

Viñeta 2.- Osvaldo dibuja en el cuaderno colocado en el caballete. El caballete se encuentra, como siempre, con una pata sobre la marca del centro del torreón. Le vemos de espaldas, desnudo y casi de cuerpo entero. Frente a él, la pared con unas cuantas láminas de bocetos pegadas. Desde donde nos encontramos sólo podemos ver fragmentos porque se encuentran parcialmente ocultos por Osvaldo y su caballete. Tampoco distinguimos lo que dibuja. Sólo que utiliza el carboncillo y lo hace con remarcable energía. La luz le entra por la izquierda. OSVALDO (bocadillo de pensamiento).- ¿Cómo entraron…? Esther puede haber hecho copia de la llave o un molde de la cerradura…

Viñeta 3.- El punto de vista empieza a girar alrededor de Osvaldo. Se trata de adelantar con el movimiento de la cámara el círculo sobre el que van a girar las próximas páginas. Así pues, le vemos de perfil, a la misma distancia que en la Viñeta anterior y desde la zona de la puerta. Tras él distinguiremos una parte de la ventana frontal entreabierta y la copia de Ticio a la derecha de la ventana. Lo que distingamos de la copia de Ticio va, por supuesto, en color. Algo ha cambiado casi imperceptible pero importante. El cuaderno en el que dibuja no está colocado en posición vertical sino horizontal. Estos cambios en la posición del cuaderno encontrarán explicación en páginas posteriores. Y es muy simple. Dos de las Furias tienen disposición vertical, las otras dos horizontal. OSVALDO (bocadillo de pensamiento) .- Eso implicaría que es cómplice de Quintana… Todo puede ser… La Universidad crea extraños compañeros de viaje…

Viñeta 4.- El punto de vista sigue girando en torno a Osvaldo. Esta vez lo toma de frente. Le estaríamos viendo, pues, desde la pared donde se halla desplegada la documentación. En primer plano tenemos el dorso del caballete y, tras él, asomando por la derecha, Osvaldo. Mira al frente con penetración admirada. Está empezando a entender el secreto compositivo de las Furias y sus ojos se enciende de entusiasmo. Tal y como está enfocado, se diría que mira al lector y le interroga. El cuaderno vuelve a estar en posición vertical. OSVALDO (bocadillo de pensamiento).- No importa, me han entregado un tesoro… Ellos mismos ignoran su valor… Aquí está el secreto de las cuatro furias…


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Viñeta 1.- Página en cuatro Viñetas que muestran los dibujos que Osvaldo ha realizado en la página anterior. Son, pues, de estilo similar a los que veíamos en la página 20. Como dice aquí mismo Osvaldo, se trata de la estructura de la composición. En esta página se presentan los dibujos de Sísifo y Tántalo en las dos primeras Viñetas, alargadas, verticales y algo más grandes. Ticio e Ixión aparecerán en las dos Viñetas inferiores, más cuadradas y de menor tamaño. A diferencia de la página 20, aquí el cuaderno de dibujo no conforma la Viñeta. Cada Viñeta tiene su marco. Distinguimos, sin embargo, que las figuras se dibujan en el papel del cuaderno. Centrados en los cuerpos de los personajes, los marcos pueden cortar algún elemento dibujado. En cualquier caso, a diferencia de los cuadros, que dan cabida a fondos y hasta paisajes, el dibujo se centra en las figuras. En este caso tenemos a Sísifo, que es muy parecido al que ahora atribuyen a Giordano. Pero en vertical. Prácticamente sólo hay que cambiar de posición el cuadro, que se presenta normalmente en horizontal. En una de las esquinas (quizá inferior derecha) se lee “Sisyphus” en rojo y con la caligrafía de Osvaldo (que descubrimos). El bocadillo de pensamiento se ubica también en una esquina, en una de las superiores (claro) OSVALDO (bocadillo pensamiento).- Es la estructura básica, el esqueleto del cuadro…

Viñeta 2.- Aquí, como era de prever, vemos a Tántalo. También siguiendo el modelo de Giordano o de su escuela (el personaje con la boca abierta que levanta los brazos hacia las manzanas). Al igual que el Sísifo, estamos ante el dibujo, el esqueleto del cuadro. Y le damos la vuelta. Es decir, ponemos a Tántalo boca abajo como si colgara de las alturas e intentara atrapar las manzanas que crecen en la copa de un árbol por debajo de él. Para lograr el efecto, sólo haría falta dejar fuera de campo la parte inferior de las piernas. En una de las esquinas inferiores leemos en rojo manuscrito “Tantalus” OSVALDO (bocadillo de pensamiento).- Porque aquí cuadro es cuatro, como en la etimología…

Viñeta 3.- Aquí tenemos a Ixión (lo siento, lo dejamos en horizontal, como está en el Prado) y a su verdugo. Mismo estilo que los dibujos de la página anterior. En una de las esquinas leemos en rojo “Ixio” OSVALDO (bocadillo de pensamiento) .- O cuatro es uno… El conjunto forma una unidad… Una tétrada, la figura más potente para la invocación mágica… Viñeta 4.- Y por último el dibujo de Ticio con el águila sacándole las entrañas. Ya ha sido dibujado en página 14, pero en partes. Aquí le vemos de cuerpo entero. También Ticio escrito en rojo en una esquina. OSVALDO (bocadillo de pensamiento) .- Al menos, según Giordano Bruno….


PÁGINA 33

Viñeta 1.- Osvaldo, en cuclillas, distribuye los cuatro dibujos por el suelo del torreón. Lo hace alrededor de la marca central. Lo cual supone que el caballete ha sido apartado y se encuentra ahora arrinconado. De todas formas, no vemos la marca ni tampoco los dibujos. El plano toma a Osvaldo de perfil y a una cierta distancia. Sólo le vemos distribuir papel. OSVALDO (bocadillo de pensamiento) .- Si los pongo juntos, lo veré mejor… Viñeta 2.- Los dibujos ya están distribuidos por el suelo. Osvaldo se ha levantado y los contempla con atención. El plano es cenital, así que, prácticamente, compartimos el punto de vista de Osvaldo. Pero su cabeza y la dimensión de la Viñeta nos impiden ver el conjunto. Distinguimos la marca del suelo (en rojo) y algún fragmento de dibujo. OSVALDO (bocadillo de pensamiento) .- Con algo de pintura aparecerá más claro…

Viñeta 3.- Iniciamos aquí una serie de pequeñas Viñetas, planos cortos que recogen las maniobras pictóricas de Osvaldo. Lo mejor sería que fueran disminuyendo de tamaño de aquí al final de la página. La última quedaría muy pequeña, preparando el estallido de la doble página. Aquí está impregnando el pincel en la masa roja, mezcla de sangre de mendigo y hematites. OSVALDO (bocadillo de pensamiento).- Sangre de santos…

Viñeta 4.- Centrada en las manos de Osvaldo. En la derecha lleva el pincel impregnado de sangre de santo. En la izquierda todavía la venda ensangrentada. Viñeta 5.- Osvaldo se quita la venda. Sólo vemos sus manos. Prácticamente se la arranca con la mano derecha.

Viñeta 6.- Vemos la herida de la muñeca, que todavía supura una sangre densa. OSVALDO (bocadillo de pensamiento).- Todavía sangra la herida…

Viñeta 7.- Osvaldo se pinta la herida con el pincel impregnado de sangre y hematites. Según pasa el pincel por la herida, esta va cicatrizando y se pone a brillar. OSVALDO (bocadillo de pensamiento).- Parece que cicatriza…

Viñeta 8.- Primer plano sobre los ojos de Osvaldo, entre la sorpresa y la alucinación. Es la mirada que, con ligeras variantes, tiene también en la doble página.


OSVALDO (bocadillo de pensamiento) .- Y la cabeza se me llena de colores…

Viñeta 9.- Primer plano sobre un ojo de Osvaldo, con la mirada todavía más alucinada y la pupila dilatada. Se encuentra entre el viaje lisérgico y la aparición milagrosa. OSVALDO (bocadillo de pensamiento).- Ahora lo veo…

PÁGINA 34-35

Doble página.- Llegamos a una de las imágenes más espectaculares a la que le concederemos doble página. Es una vista cenital, un picado casi total que nos presenta a Osvaldo en medio del resultado del puzzle. Es tal y como él lo imagina en su alucinación por sobredosis de sanguina. Los cuerpos de los cuatro supliciados reposan en el suelo. De hecho, él ya ve los cuadros que, convenientemente incardinados, dejan claro que componen un círculo. En realidad, cada personaje forma un arco, un arco de un cuarto de círculo. Sísifo es el arco de la izquierda, Ixión el superior, Tántalo el de la derecha y Ticio el inferior. Así dispuestos, también establecen correspondencia los cuatro torturadores, piedra, verdugo, fruta, águila. Esta maravillosa evidencia es contemplada, prácticamente en éxtasis, por Osvaldo. La mirada al cielo, la gestualidad admirativa, presentada en un fuerte escorzo, lo confirma. En la mano derecha sujeta el pince manchado con sangre-hematites. La herida de su muñeca izquierda, cicatrizada y desinfectada, brilla. Y sólo hay esto en la doble página. No tenemos marco de Viñeta, ni siquiera suelo. Para reforzar el efecto maravilla, los cuadros y el propio Osvaldo destacan sobre el fondo de la página que, este caso, puede ir en negro.

PÁGINA 36

Viñeta 1.- Volvemos a la realidad, pero esta confirma la alucinación. El torreón en el que se encuentra nuestro protagonista recupera su corporeidad. Osvaldo está fuera del círculo de las Furias, en el lateral derecho inferior. Y estas ya no son cuadros, vuelven a ser dibujos. Pero el círculo furioso sigue resultando evidente, incluso aún más que con los cuadros. La vista está tomada desde un picado más atenuado que en la doble página. Osvaldo ya no mira al cielo sino a las hojas de dibujo. Estas se organizan en torno a la marca roja del centro del torreón. Como la marca tiene forma de octógono permite un encaje, casi natural, de las cuatro figuras. Todo, por supuesto, montado para resaltar la forma circular. Sigue sujetando el pincel en la mano derecha (impregnado en sangre santa) y la herida de su muñeca brilla. OSVALDO (bocadillo de pensamiento).- Es la cuadratura del círculo…

Viñeta 2.- Osvaldo ya ha colocado el caballete en su sitio, con la pata en el centro de la marca. En estos momentos está encajando un lienzo en el caballete. Tiene las dimensiones del Sísifo, formato ligeramente vertical. Naturalmente los pies del caballete y los del propio Osvaldo pisan las hojas con los dibujos, pero, lejos de


producir interferencia, mantienen la impregnación de nuestro artista en trance. Ocupado con el lienzo, ya no sujeta el pincel. La herida de su muñeca sigue brillando y lo hará hasta el momento de su muerte. OSVALDO (bocadillo de pensamiento).- O, mejor, la circularidad del cuadro… Porque los cuatro están pintados siguiendo un único esquema compositivo… Cuatro Furias y un solo torbellino de dolor…

Viñeta 3.- Esta Viñeta y la siguiente están montadas como explicación didáctica de los pensamientos de Osvaldo. Por eso no reflejan la realidad de los dibujos tal y como están montados en el suelo sino las comparaciones a las que Osvaldo se refiere. Por lo tanto, en este caso, veremos los ojos del verdugo de Ixión y del águila de Ticio. La conexión entre ambos se hará utilizando la marca del centro del torreón. La marca, siempre en rojo, repartirá los ojos a comparar, colocándonos en los lados opuestos del octógono o señalándolos con dos puntas de la estrella CARTUCHO.- El ojo del verdugo de Ixión encuentra correspondencia con el ojo del águila de Ticio… Los dos torturadores nos miran…

Viñeta 4.- Siguiendo el mismo sistema, comparamos ahora la piedra de Sísifo y las manzanas de Tántalo. Van acompañadas de las manos de los titanes, unas con la carga y otras abiertas en la búsqueda. La marca roja sigue funcionando como transición del paralelismo. CARTUCHO.- Sísifo y Tántalo también guardan paralelismo… El uno cargando con la piedra de la que no se puede librar y el otro deseando la fruta que no puede alcanzar… La masa compacta de la roca oponiéndose a la fértil disgregación de las manzanas…

PÁGINA 37

Viñeta 1.- Plano de Osvaldo pintando. Realmente parece iluminado. El plano le presenta de pecho para arriba enarbolando el pincel. Sólo vemos el mango porque el pelo del pincel queda fuera de campo, como si saliera por el frente de la Viñeta. El punto de vista está situado en el lienzo, de manera que Osvaldo aparece mirando hacia el lector con expresión de artista en trance o de místico viendo a Dios. OSVALDO (bocadillo de pensamiento) .- Todo me aparece claro ahora… Es como si estuviera iluminado… Sólo tengo que dejarme llevar…

Viñeta 2.- Iniciamos un zoom de alejamiento que nos sitúa detrás del caballete. Lo vemos entero mostrando el dorso del lienzo. Las piernas de Osvaldo asoman por la parte inferior. El resto del cuerpo de Osvaldo queda oculto por el lienzo. El bocadillo de pensamiento asoma por encima del lienzo.


OSVALDO (bocadillo de pensamiento).- No saldré de aquí hasta que haya reconstruido las dos Furias que faltan…

Viñeta 3.- Seguimos con el zoom de alejamiento. Estamos a una distancia que permite ver la orientación de Osvaldo y su caballete. Da la espalda a la ventana y, por lo tanto, la cara a la puerta. Esta manera de ignorar la luz y las copias de Ticio e Ixión viene a corroborar que ya no necesita ninguna referencia ni siquiera una buena luz. Le basta con plasmar lo que lleva dentro (lo que le sube desde los pies o lo que le entra en vena por la muñeca). La ventana está abierta y la luz penetra por ella. Osvaldo se hace sombra, pero no le importa. Al fondo a la derecha, colgado de la pared, adivinamos el Ticio (en color). Al fondo a la izquierda, colgado en la pared, adivinamos el Ixión. El bocadillo de pensamiento asoma por detrás del lienzo. OSVALDO (bocadillo de pensamiento).- Sé quién las hizo desaparecer… Y ahora entiendo el por qué y hasta el cómo…

Viñeta 4.- Prosigue el zoom de alejamiento. El punto de vista se sitúa en la puerta del torreón de manera que los batientes, en primer plano, ocupan ambos laterales de la Viñeta. Por el intersticio seguimos viendo a Osvaldo, casi al fondo de la perspectiva. Entra en campo porque se halla justo en frente de la puerta. La distancia y los batientes impiden ver cualquier otro elemento del interior del torreón. El bocadillo de pensamiento asoma por detrás del lienzo. OSVALDO (bocadillo de pensamiento).- Fue el propio Ribera…

Viñeta 5.- Prosigue el zoom de alejamiento colocándonos ya en el exterior del torreón. De hecho, la Viñeta nos muestra la señorial entrada. No sólo la puerta sino todos los adornos arquitectónicos que la rodean. A esa distancia, aunque los batientes están entreabiertos, no distinguimos ya el interior. Como la figura de Osvaldo desaparece, su voz pasa del bocadillo de pensamiento al cartucho. Así hacemos la transición hacia el episodio que él mismo nos va a contar. CARTUCHO.- Liberó a Sísifo y a Tántalo y mantuvo en el suplicio a Ticio y a Ixión… Porque habían cometido el pecado que él más aborrecía… Ambos eran violadores… Ticio intentó violar a Artemisa e Ixión a Hera…

PÁGINA 38

Viñeta 1.- Volvemos a utilizar el “estilo grabado” para narrar un episodio protagonizado por Ribera. Al igual que en ocasiones anteriores, se tratará de una única imagen que utilizaremos de manera fragmentada en cada Viñeta. El grabado representa el rescate de Margarita, la hija de Ribera, secuestrada por Juan José de Austria. La historia es real, a expensas de confirmar si Margarita se sintió forzada de verdad. Lo cierto es que Ribera lo encajó muy mal. La escena global se ubicaría,


pues, en la sala del trono del palacio del virrey. No sabemos cómo era, pero servirá un espacio lujoso que responda a la arquitectura y los gustos ornamentales del siglo XVII. Es una habitación alargada. A la izquierda, de pie sobre una tarima lujosamente alfombrada aparece Juan José de Austria. De éste sí hay retratos porque fue personaje importante (bastardo de Felipe IV). Gobierna en Nápoles desde 1947, con 18 años de edad. Ribera tiene ya 56 y le faltan 5 para morir. Margarita tiene 20. Han pasado, por lo tanto 15 años desde la escena en que recibe el encargo de pintar las Furias. Pintaremos, sin embargo, un Ribera todavía enérgico. Es más, amenazando al propio virrey y saliéndose con la suya. Siguiendo con la descripción de la escena, aparece un trono detrás del virrey y algún otro signo de poder (baldaquino, escudo de armas…). El virrey tiene el brazo izquierdo extendido con la mano abierta. Acaba de soltar a Margarita que corre a echarse en brazos de su padre, a la derecha de la imagen. Margarita se halla entre los dos hombres. Ribera tiene los brazos abiertos para acogerla con un abrazo. En la mano derecha sujeta el sombrero. Su expresión es gozosa mientras que la del virrey parece atemorizada. La escena está tomada de frente (personajes de perfil) con una elegante pared de fondo y unos techos llenos de artesonados, capiteles o cualquier otro adorno de época. En esta Viñeta nos centramos en un elemento del decorado. Puede ser, perfectamente, el trono con los símbolos de poder que le rodean. CARTUCHO.- Y ese odio contra los hombres que abusan de mujeres se le exacerbó cuando Juan José de Austria, recién nombrado virrey de Nápoles, se prendó de su hija Margarita y la llevó a su palacio…

Viñeta 2.- Escogemos un fragmento del grabado que muestre algún detalle del lujoso salón, la pared del fondo, por ejemplo. Y, más en concreto, la parte superior, donde se junta con el techo y se hace más recargadamente ornamental. CARTUCHO.- Ribera ideó una ingeniosa argucia… Con unos ayudantes de confianza robó los cuadros del palacio del virrey… Fue fácil porque él mismo los había colocado allí unos años antes…

Viñeta 3.- Plano sobre Ribera al que toma de cuerpo entero y de perfil, como los demás personajes. CARTUCHO.- Y así se lo explicó al de Austria… RIBERA.- Excelencia, pinté las Furias para mostrar el duro castigo que corresponde al pecado más despreciable que un hombre puede cometer, la violación de una mujer…

Viñeta 4.- Nos acercamos a Ribera. Le tomamos de pecho para arriba. La distancia es tan corta que el brazo extendido hacia el punto de vista sale de campo.


RIBERA.- Ticio e Ixión fueron violadores… Sísifo y Tántalo sólo pueden haber desaparecido para dar cabida en el infierno de mis cuadros a algún nuevo violador…

PÁGINA 39

Viñeta 1.- La página deberá diagramarse teniendo en cuenta que la mitad inferior queda reservada para reproducir el grabado en su integridad. Tendremos, pues, una tira superior de tres Viñetas y una inferior de una sola. En esta primera seguimos acercándonos a Ribera hasta dar un primer plano de su rostro. La sonrisa que en él se dibuja aparece aquí bien clara. Y adquiere un significado ambiguo. Porque, interpretada a la luz de lo que dice, deja de implicar alegría por recuperar a la hija para presentarse como placer por permitirse amenazar a un virrey. RIBERA.- Y mucho me temo, excelencia, que estando vos reteniendo contra su voluntad a mi hija Margarita…

Viñeta 2.- La Viñeta recoge la figura del virrey de cuerpo entero. Así, de pie, con el brazo izquierdo extendido y la expresión amedrentada, parece rendirse a las insinuaciones de Ribera. VIRREY.- No sigáis, Ribera… Llevaos a vuestra hija, que no quiero sufrir los encantamientos de vuestros cuadros…

Viñeta 3.- Se centra en la parte derecha del grabado. Vemos, pues, a Margarita corriendo hacia su padre y a éste esperándola con los brazos abiertos. Para escenificar que Margarita pasa de las manos de un hombre a otro, la muchacha tiene el brazo izquierdo hacia atrás y el derecho hacia delante. El izquierdo se ha librado de la mano del virrey y el derecho espera alcanzar los de su padre. En esta Viñeta la figura de Margarita queda cortada por el marco izquierdo. Sólo vemos el brazo derecho, que la impulsa hacia su padre. MARGARITA.- Gracias, padre… Vuestro arte me ha salvado… RIBERA.- Las gracias hay que darlas siempre a Dios… Aunque en este caso puede que a Zeus… Condenó a Ticio y a Ixión… Aunque él mismo era un gran violador…

Viñeta 4.- Grabado completo ocupando mitad inferior de la página.

PÁGINA 40

Viñeta 1.- Prácticamente idéntica a la 1 de la página 37. Osvaldo, de pecho para arriba, pinta con entusiasmo. Sujeta el pincel con la mano derecha de manera que el pelo sale fuera de campo. Cambia ostensiblemente la expresión de nuestro


protagonista. Al furor del trance se le sobrepone una sonrisa. La osadía de Ribera le hace reír. OSVALDO (bocadillo de pensamiento).- Y así fue cómo de un virrey cobró y al otro le robó… Menudo era “el españoleto”… Y los cuadros desaparecieron… Giordano hizo unas versiones años después…

Viñeta 2.- Centrada en el lienzo que Osvaldo está pintando. El Sísifo ha avanzado notablemente. Sólo vemos un fragmento significativo ya acabado y, por supuesto, en color. Entra por el marco derecho el final del mango y el pelo del pincel (en blanco y negro). OSVALDO (bocadillo de pensamiento en off).- Pero no estaban a la altura de los originales… Yo estoy ahora en condiciones de rehacerlas con mayor fidelidad… Y si sigo a este ritmo, habré terminado en un par de días…

Viñeta 3.- Vemos a Osvaldo de perfil y de pecho para arriba. El plano permite la entrada de una parte del lienzo, también de perfil. La concentración de nuestro artista queda bruscamente interrumpida por la voz en off de Quintana. La expresión de su rostro manifiesta la frustración y, sobre todo, la rabia. QUINTANA (en off).- ¿Estás reconstruyendo las Furias que faltan…?

Viñeta 4.- El plano se abre hasta proporcionarnos una visión general de una buena parte del torreón. De esa manera entran de cuerpo entero los dos personajes. Quintana está dentro y se apoya tranquilamente en la pared lindante con la puerta. Deducimos que se ha introducido silenciosamente y Osvaldo, llevado por su entusiasmo, no le ha oído. Tampoco le ha visto, porque el lienzo le oculta la puerta. Osvaldo se ha separado ligeramente del caballete y tiene los brazos caídos en un gesto de cansancio. Sin embargo, sigue sujetando el pincel en la mano derecha y la paleta en la izquierda. Si resulta visible, la sangre de santo irá en rojo en la paleta. Y, por supuesto, la herida de su muñeca brillará. OSVALDO.- No me lo puedo creer… Tú otra vez aquí… QUINTANA.- No olvides que los bocetos son míos… Quiero saber qué haces con ellos…

Viñeta 5.- Los dos hombres se han acercado el uno al otro. Quintana se ha adentrado en el torreón y Osvaldo se dirige hacia el intruso con el fin de cortarle el paso. Ambos se encuentran en tensión. Se diría que nos disponemos a presenciar un duelo al sol. De momento, Osvaldo parece más violento y grita airado a Quintana. Ya no tiene la paleta, pero sigue sujetando el pincel casi como un arma. OSVALDO.- Eso no te da derecho a entrar en mi casa cuando te venga en gana…


PÁGINA 41

Viñeta 1.- Llegamos a la confrontación cara a cara. Osvaldo y Quintana, de perfil y en primer plano, se gritan. Quintana lo hace con expresión solemne, aparentando autoridad. Osvaldo, por el contrario, se muestra rebelde. QUINTANA.- Debemos aclarar algo que, con Esther de por medio, no pudimos… Ribera es un pintor religioso inspirado por la fe… Eso tiene que quedar claro en tus investigaciones… O en tus manipulaciones… OSVALDO.- No, Quintana… Ya no voy a acatar tus planteamientos… Me da igual que seas el director del equipo de investigación… He dejado la Universidad, ¿no lo entiendes…?

Viñeta 2.- Plano sobre Osvaldo de hombros para arriba. Más que discutir, predica. Se deja llevar por sus certezas. Unas certezas que le vienen por impregnación pictórica, de ahí el tono arrebatado. OSVALDO.- Esto está por encima de tus rivalidades con Rodríguez Ramírez… En los cuadros de Ribera técnica y religión no se oponen… Sencillamente porque, para él, la composición es Dios… Más que la religión, practicaba la geometría… Una geometría radiante…

Viñeta 3.- Funciona como contraplano de la anterior. Del mismo tamaño y a la misma distancia del punto de vista, Quintana muestra su rechazo a los argumentos de Osvaldo. QUINTANA.- Sigues empeñado en dar crédito a la influencia de Giordano Bruno… Y era un hereje que la Inquisición condenó a la hoguera…

Viñeta 4.- Osvaldo, claramente más agresivo que Quintana, le acorrala y le lleva hacia la salida. De hecho, ya le tiene contra la puerta. Se muestra furioso (puesto que de Furias se trata). Con el brazo izquierdo le señala el exterior y con el derecho sujeta el pincel como si fuera a clavárselo. Quintana no se arredra. Está en territorio enemigo y no puede hacerle frente. Se dispone a retirarse, pero su mirada expresa odio, sugiriendo que la cosa no va a quedar ahí. OSVALDO.- Pues puede que yo también sea un hereje… Un hereje que te echa de su casa… ¡Fuera…!

PÁGINA 42

Viñeta 1.- Tras el incidente con Quintana, Osvaldo vuelve a su frenesí pictórico. Le vemos de perfil y cuerpo entero pintando el lienzo. No es el mismo que pintaba cuando le interrumpió Quintana. Ahora se enfrenta a Tántalo. No lo vemos, pero lo deducimos porque el Sísifo se encuentra al fondo del torreón, en el suelo y


apoyado en la pared. Aparece en color y, a pesar de la iluminación y la distancia, lo reconocemos. Mantiene la misma posición, con el caballete en el centro geométrico y de espaldas a la ventana frontal. La inspiración febril le sube por las piernas desde los dibujos que pisa. No le importan ya bocetos, dibujos ni siquiera iluminación. De hecho, es de noche. La escena transcurre a la luz de las velas, esparcidas por el suelo y, sobre todo, delante del caballete. Entre este alumbrado, destaca la calavera con el cirio en el cráneo.

Viñeta 2.- Osvaldo cuelga el cuadro de Tántalo en la pared correspondiente del torreón. Deducimos que ya ha terminado su tarea de reconstrucción pictórica. De hecho, el Sísifo ya está colgado. Recapitulamos la disposición de los cuadros. Entrando por la puerta, a la derecha de la ventana frontal, está Ticio y a la izquierda Ixión. A la derecha de la puerta tenemos a Tántalo y a la izquierda a Sísifo. Todos, por supuesto, se hallan equidistantes y colocados a la misma altura. El punto de vista enfoca hacia la puerta y nos da una perspectiva amplia del torreón. Osvaldo está a la izquierda (derecha de la puerta) colgando el lienzo (3 metros serían, efectivamente, mucho). Y vemos a la derecha (izquierda de la puerta) el Sísifo ya colgado. La parte superior de los cuadros queda cortada por el marco de la Viñeta. Además, ahí al fondo la penumbra es densa. Porque sigue siendo de noche. Las velas se mantienen encendidas en el centro, aunque el caballete ya está recogido. Los cuadros en color.

Viñeta 3.- Osvaldo, subido a una escalera de mano, cuelga el “speculum redemptionis”. El sistema de anclaje de la improvisada lámpara puede ser muy parecido al que utilizaba Rodríguez Ramírez para colgar de los pies al “action painter”. De hecho, la muerte de Osvaldo funcionará también como guiño a este crimen. Así pues, hay un cable anclado en el suelo y que pasa por una argolla que cuelga del techo (¿cúpula?). El cable termina en un gancho del que intenta colgar su “espejito”. La forma del “speculum” guarda relación con el que vimos en el torreón del virrey (página 19), pero menos aparatoso, más moderno y peor acabado porque se trata, realmente, de una construcción artesanal. Basta con que tenga forma triangular (de triángulo isósceles) y la punta señale hacia la ventana frontal. Estamos hablando de un artefacto de metro y medio de lado (los lados iguales del triángulo) y unos cincuenta centímetros de alto (la altura de lo que es la superficie del espejo). Osvaldo se halla algo apurado con la operación. Tiene que guardar el equilibrio en lo alto de la escalera y engarzar la argolla del “speculum” en el gancho. Pero lo está consiguiendo. Naturalmente, se halla en el centro del torreón. Las velas han desaparecido y la escena está iluminada por la tenue luz del amanecer, que se filtra por una de las ventanas (la de la derecha de la puerta según se entra) OSVALDO (bocadillo de pensamiento) .- El “speculum redemptionis”… Espero que funcione… Pasé días calculando el ángulo de refracción y la altura a la que debía colgarlo…

Viñeta 4.- Osvaldo coloca un espejo circular (unos diez-quince centímetros de diámetro sobre el ojo del águila que devora a Ticio. Para llegar a esa altura, también


necesita la escalera de mano, pero no está tan alto (a media altura de la escalera). Lo vemos en un plano relativamente corto para que se entienda la operación (por si acaso, lo explica él mismo en el bocadillo). No sabemos si lo pega o lo engancha, en cualquier caso, lo fija. Y, sobre todo, lo orienta. Puede tener a mano (en uno de los peldaños de la escalera) una cinta métrica y un medidor de ángulos (normal, metálico o de plástico). Concentrados en la manipulación, la parte superior y la inferior de su cuerpo pueden salir fuera de campo. A pesar de tratarse de un plano corto, notamos que la iluminación se intensifica. El día ya clarea en el torreón. OSVALDO (bocadillo de pensamiento).- Ahora un espejo en el ojo del águila y otro en el del verdugo de Ticio… No me puedo equivocar ni un milímetro en la orientación…

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Viñeta 1.- Plano cenital sobre el torreón de manera que podamos contemplar cómo ha quedado todo dispuesto. Tenemos, pues, en primer plano, el “speculum” colgando de la cúpula. Visto desde arriba, es, simplemente, un triángulo isósceles. Con esta perspectiva, no tenemos vista sobre los cuadros, pero los distinguimos ahí, colgados de sus respectivas paredes. El resto del torreón está bastante recogido. Caballete, escalera, mesa de experimentos, pinceles, herramientas, utensilios de pintura aparecen ordenados por los rincones y contra las paredes. Osvaldo lo observa todo y parece satisfecho. Levanta la cabeza mirando hacia el “speculum”, con lo cual accedemos a su expresión satisfecha. La luz del día se ha hecho ya normalmente intensa. Son entre las nueve y las diez de la mañana de un día de verano. OSVALDO.- Todo está según las distancias y proporciones de la Geometría Mágica… Tal y como el virrey Acevedo y Zúñiga lo dispuso hace casi cuatrocientos años…

Viñeta 2.- Osvaldo cierra, mejor dicho, entorna la ventana frontal. Ya ha cerrado las otras dos ventanas y sus correspondientes postigos. También la puerta de entrada. Así que se vuelve a hacer la oscuridad en el torreón. La ventana frontal también tiene los postigos cerrados. Entra la luz por el intersticio que aún queda abierto. La figura de Osvaldo aparece de espaldas y a contraluz. OSVALDO (bocadillo de pensamiento).- Y ya sólo falta la luz… Que esa siempre funciona…

Viñeta 3.- Osvaldo contempla la raya de luz que entra en el torreón. Se filtra por el resquicio que ha quedado abierto e ilumina el suelo y el torreón hasta media altura. Se ve el destello del sol filtrándose por la parte inferior de la ventana. Osvaldo lo contempla a una cierta distancia, en frente del rayo de sol, de pie y cerca de la puerta. OSVALDO (bocadillo de pensamiento).- En esta época del año el sol llegará al “speculum” a eso de las doce…


Viñeta 4.- Osvaldo se ha sentado en el suelo. Está acurrucado, con la espalda pegando a la pared que linda con la puerta y mirando hacia la ventana. Por cómo llega la luz hasta él deducimos el paso del tiempo. Ya está a su altura, incluso por encima de su cabeza. Aún falta para que alcance la parte alta del torreón. OSVALDO (bocadillo de pensamiento).- Dicen que, después de adquirir las Furias, el virrey se mostró más “calmo y valeroso”… Participó en la guerra Valtellina “sin temor a herida o muerte”…

Viñeta 5.- Viñeta muy similar a la anterior. La luz ha subido y ya se encuentra muy por encima de la cabeza de Osvaldo. Deducimos que no debe de faltar mucho para que llegue al “speculum”. De hecho, Osvaldo está menos acurrucado, como si se dispusiera a incorporarse. OSVALDO (bocadillo de pensamiento).- Cuando regresó a su palacio del Prado de San Jerónimo, corrieron rumores en la corte acerca de su “posesión”… Al parecer, permanecía abstraído en fiestas y reuniones, su cuerpo se ponía a brillar y despegaba unos centímetros del asiento…

PÁGINA 44

Viñeta 1.- La luz del sol se filtra por el intersticio de la ventana y alcanza el “speculum”. Un primer destello se desprende de él. La luz se parte en el vértice del triángulo y se esparce ligeramente a izquierda y derecha. De momento no es destello sino pequeño brillo. Osvaldo ya se ha colocado en el centro del torreón, sobre la marca y, por lo tanto, debajo del “speculum”. Levanta la cabeza hacia él, expectante. OSVALDO (bocadillo de pensamiento).- ¿Qué efectos tendrá sobre mí…?

Viñeta 2.- Comienza la carambola lumínica. El reflejo del “speculum” va a dar en el espejo colocado en el ojo del águila. Naturalmente, el rayo de sol y sus rebotes circulan a una cierta altura, desde luego por encima de Osvaldo. Este contempla cómo se difunde la luz desde su posición sobre la marca del centro, en actitud ritual. OSVALDO (bocadillo de pensamiento).- Ya…

Viñeta 3.- El rayo de luz rebota en el ojo del águila y de ahí va a iluminar la piedra de Sísifo.

Viñeta 4.- Vista general del torreón presentando el cruce lumínico que se está produciendo. La misma carambola que hemos escenificado (sol-speculum-ojo águila-piedra Sísifo) se ha producido en sentido contrario (sol-speculum-ojo verdugo-fruta Tántalo). Hay, por lo tanto, un cruce de rayos (ojo águila-piedra/ojo verdugo-fruta) que se produce en el centro del torreón, justo por encima de la marca y,


por lo tanto, sobre la cabeza de Osvaldo, en posición de firmes, cráneo inclinado en señal evidente de recogimiento. OSVALDO (bocadillo de pensamiento).- Sólo durará un par de minutos…

PÁGINA 45

Viñeta 1.- Es el momento mágico que Osvaldo ha intentado reconstruir a lo largo de toda la historia. Se produce el mismo encantamiento, consecuencia de la geometría mágica, al que se sometiera el virrey Zúñiga. La escena es de máxima tensión-espectacularidad y el entramado de haces luminosos lo baña todo en una atmósfera mágica. Osvaldo está con la cabeza inclinada bajo el entramado lumínico. Es como si estuviera recibiendo un bautismo de luz. Aprieta los puños.

Viñeta 2.- La convergencia lumínica termina. La luz que penetra por la ventana todavía se refleja en el “speculum”, pero ya en su parte más alta. De hecho, deja de incidir en los espejos de los ojos del águila y del verdugo. Por lo tanto, ya no hay rebote de luz ni cruce de haces. La luz del sol sale rebotada del speculum, se proyecta en Ticio e Ixión, pero ya fuera de los espejos, sin continuidad en Sísifo y Tántalo. Osvaldo parece noqueado, como si hubiera recibido una paliza. Se lleva una mano a la cabeza y separa la otra del cuerpo en señal de debilidad o de desequilibrio. Parece que vaya a desmayarse. OSVALDO (bocadillo de pensamiento).- Ufff… Me siento muy cansado…

Viñeta 3.- El milagro lumínico ha terminado por completo. La luz del sol que penetra por la ventana ya ha dejado de reflejarse en el “speculum”. El sol está más alto y por lo tanto sus rayos pasan por debajo del speculum. No hay ningún reflejo ni rebote especular. Osvaldo se ha sentado en el suelo al lado de la marca central y parece estar a punto de tumbarse en el suelo. Tiene el aspecto de un hombre totalmente agotado. OSVALDO (bocadillo de pensamiento).- ¿Será este el efecto…? No sé… Pero no puedo más…

Viñeta 4.- Plano general y cenital del torreón. Osvaldo está dormido en posición fetal alrededor de la marca central. Empieza a atardecer. Como sólo entra luz por el resquicio de la ventana, el espacio empieza a sumirse en la oscuridad. Puede entrar un último rayo de sol que se queda justo delante de la ventana, sin mayor recorrido.

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Viñeta 1.- Osvaldo sigue durmiendo en posición fetal. Ahora no le vemos desde el techo sino desde el suelo. Se encuentra de costado, con los ojos cerrados y orientado


hacia la cámara. Parece haber caído en un sueño profundo. Aunque el plano está centrado en el cuerpo de Osvaldo, adivinamos que se está haciendo de noche. La anatomía de Osvaldo se pierde en la penumbra.

Viñeta 2.- Plano similar al anterior, quizá algo más alejado del cuerpo de Osvaldo. Y también algo más oscuro. Deducimos que se ha hecho de noche. Osvaldo sigue profundamente dormido, pero alguien más ha entrado en el recinto. Como el punto de vista sigue a ras de suelo, sólo vemos el calzado y la parte inferior de sus pantalones. Adivinamos que se trata de dos personas (dos pares de piernas y de zapatos). Llevan deportivas y pantalones. Por el tamaño del calzado, ya podemos deducir que se trata de un hombre y de una mujer. El hombre, además, lleva un bastón, cuya parte inferior entra en plano. Descubriremos en Viñetas posteriores que se trata de Esther y Quintana. Y que el bastón es un arma mortífera, elegante al tiempo que contundente, con punta afilada retráctil. QUINTANA (en off).- Está dormido… ESTHER (en off).- Profundamente…

Viñeta 3.- El bastón, de un fuerte golpe, rompe el “speculum”. Vemos la misma punta de bastón que en la Viñeta anterior, pero, en lugar de apoyarse en el suelo, se estrella contra el artefacto haciéndolo saltar en añicos. A pesar de la oscuridad en la que se encuentra sumido el torreón, los cristales brillan con blanca palidez. Como veremos, el conjunto baña en la luz de una luna llena que entra por la ventana central. De momento, resulta visible la trayectoria del bastón sugiriendo un golpe lanzado con mucha fuerza. ONOMATOPEYA (rotura de speculum).- CRASHH

Viñeta 4.- Plano sobre rostro y hombros de Osvaldo, que se despierta sobresaltado. Su expresión es una mezcla de sorpresa, desorientación y todavía sueño. Ha salido de la posición fetal, aunque sigue tumbado en el suelo. Levanta la cabeza y mira hacia lo alto en un intento de identificar a los intrusos. Su cuerpo está rodeado de fragmentos reverberantes de “speculum”. Se hallan esparcidos por el suelo, incluso sobre su pecho. La mayor parte de los fragmentos son pequeños, pero alguno tiene todavía un buen tamaño (10, 15 cms). OSVALDO.- ¿Quintana…?

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Viñeta 1.- Quintana apoya el bastón contra la garganta de Osvaldo, que sigue en el suelo. Puede adivinarse que aprieta hasta hacerle daño. La expresión de su rostro no tiene nada que ver con sus anteriores apariciones. Son las mismas facciones, la misma calva, las mismas gafas, pero adoptando ahora un aspecto de Furia (Quintana va a ser la Furia de Osvaldo). Despeinado (el pelo que aún le queda), airado, vengativo, mantiene una posición de superioridad sobre Osvaldo que


queda, de hecho, inmovilizado. Aprieta son fuerza el bastón sobre la garganta. A pesar de ello, Osvaldo no parece atemorizado sino más bien desafiante. Cree en los poderes recibidos por el encantamiento lumínico, no teme a nada y planta cara al intruso casi con un hilo de voz. OSVALDO.- No puedes hacerme nada… Estoy lleno de luz… QUINTANA (irónico).- ¿Lleno de luz…? Yo te voy a apagar…

Viñeta 2.- Se abre el plano de manera que Esther también entra en él. Osvaldo sigue en el suelo, sujeto por la presión del bastón. Esther está sacando del bolso una copia del cuadro de Ribera “Apolo y Marsias”. No es muy grande (no llega al medio metro) y ni siquiera está totalmente desplegada. En cualquier caso, se la muestra a Osvaldo y nosotros la vemos en color. Quintana mantiene su expresión malévola, reforzada por la penumbra. Esther, por su parte, no se atreve a mirar a Osvaldo. Vuelve la cara en otra dirección para no tener que contemplar el espectáculo y afrontar la mirada inquisidora que este le dirige. QUINTANA.- Te hemos traído nueva documentación… Enséñasela, Esther… QUINTANA (segundo bocadillo).- Pero no es un cuadro para que reconstruyas tú… Lo vamos a reconstruir nosotros… Contigo… OSVALDO (mirando a Esther sorprendido y lastimero).- ¿Tú también, Esther…?

Viñeta 3.- Plano en contrapicado sobre Quintana. Es como si le viéramos con los ojos de Osvaldo, siempre por los suelos. Quintana está crecido y no sólo por la perspectiva. Se le ve seguro y vengador, dispuesto a desquitarse por tanto desorden como el que ha sembrado Osvaldo. Sujeta el bastón con las dos manos, pero no lo agarra por el mango sino por la punta. Se apresta a asestar un golpe y ya tensa su cuerpo en torno al arma. QUINTANA.- ¿Reconoces el cuadro, verdad…? Apolo despellejando a Marsias… Porque se atrevió a considerarse mejor poeta que él… El mismo pecado que Sísifo, Tántalo, Ticio o Ixión… Rebelarse contra un mandato superior… Creerse por encima de los dioses…

Viñeta 4.- Quintana asesta un golpe en la cabeza de Osvaldo. Lo hace con el bastón como si fuera un palo de golf. Lo sujeta por el extremo y hasta mueve los brazos con un cierto swing. El movimiento es enérgico y deducimos que el golpe es muy fuerte. Pero sólo lo deducimos. Porque el golpe propiamente dicho queda fuera de campo. Osvaldo y la parte inferior de las piernas de Quintana están por debajo del marco inferior de la Viñeta. El rostro de Quintana refleja energía, concentración y una cierta alegría (sonríe). Su silueta se recorta sobre la ventana frontal, algo más entreabierta que cuando, hace unas Viñetas, entraba el rayo de luz. Ahora es de noche, el cielo está negro, pero una luna llena brilla en el cenit, justo por encima de la cabeza de Quintana. QUINTANA.- Como tú…


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Viñeta 1.- Quintana está ensartando la pierna derecha de Osvaldo en el gancho del que colgaba el “speculum”. Deducimos que lo ha bajado de nivel o ha soltado cable desde el punto de anclaje. La cabeza y los hombros de Osvaldo están apoyados en el suelo (pueden quedar fuera de campo). Quintana está realizando un esfuerzo importante puesto que levanta en el aire medio cuerpo de Osvaldo. Puede sujetar una de sus piernas (o apoyarla sobre un hombro) mientras engancha la otra. Toda la escena se desarrolla a la luz de esa luna redonda que se recorta tras la ventana entreabierta.

Viñeta 2.- Quintana ya tiene a Osvaldo colgado por la pierna derecha. Es la misma postura que Marsias en el cuadro de Ribera, pero no le vemos de cuerpo entero. De hecho, el plano es relativamente corto y está centrado en el tobillo de Osvaldo que Quintana empieza a despellejar. Lo hace con un cuchillo corto parecido al que el propio Osvaldo utilizó para rajarse la muñeca. Empieza a rasgar la piel mientras la aparta con la otra mano. El boquete no es tan grande como el de Marsias, pero sangra abundantemente (en rojo).

Viñeta 3.- Esta es la Viñeta que más se asemeja al cuadro de Ribera. De hecho, toda la página gira en torno a esta Viñeta central y muy pictórica. Las otras cinco que integran la página, al ser planos cortos, pueden resolverse como complementarias. Naturalmente, las posiciones de los personajes deben recordar a los de Ribera. Quintana es Apolo y Osvaldo es Marsias. La mayor similitud la presenta Osvaldo, que abre la boca en un grito mudo de dolor. Además de sangrar por el tobillo, que Quintana sigue despellejando, Osvaldo sangra por la cabeza. El golpe que Quintana le asestó en la página anterior le ha provocado una buena herida y le mantiene entre el desmayo y el sufrimiento más atroz. Las diferencias con el cuadro de Ribera no dejan de ser importantes. Aquí la escena es interior y nocturna (y por supuesto contemporánea). De todas formas, el paralelismo debe resultar evidente.

Viñeta 4.- No sabemos si Quintana ha terminado el despellejamiento de Osvaldo. Por lo que vemos, no parece haber pasado de la pierna. El plano está centrado en la punta del bastón que ahora esgrime Quintana. Osvaldo yace en el suelo desmayado. En contrapicado y tras la hoja que asoma por la punta del bastón, Quintana prosigue el sacrificio y hasta parece recitar un responso. QUINTANA.- La religión comporta orden… Y el orden obediencia…

Viñeta 5.- Quintana desde su posición cenital-divina (contrapicado) apoya la punta de la hoja del bastón en la garganta de Osvaldo desmayado. Sujeta con las dos manos el mango y, mirando a su víctima, sentencia. QUINTANA.- Dios condena… Zeus condena… Apolo condena…


Viñeta 6.- Plano de Quintana de tobillos para arriba. Está apoyándose con todas sus fuerzas sobre el bastón. La parte inferior del bastón, así como el cuerpo de Osvaldo, quedan fuera de campo, por debajo del marco inferior de la Viñeta. Deducimos que le está clavando la hoja en la garganta. No sólo lo deducimos, sino que un chorro de sangre salpica desde el marco inferior. Ahora Quintana mira al frente con expresión alucinada y autoritaria. Es como si se dirigiera al lector. Tras él, riela la luna. QUINTANA.- Yo te condeno…

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Viñeta 1.- Quintana limpia la hoja de la cuchilla con la que acaba de asesinar a Osvaldo. Utiliza un trapo que puede haber encontrado en el mismo torreón. Lo hace con parsimonia y hasta con cierto deleite. Ha disfrutado con su acción. Al menos queda claro que le tenía ganas a Osvaldo. Deducimos que se trata de la limpieza obligada antes de retraer el filo dentro del bastón. Esther, por su parte, da muestras de arrepentimiento. Tampoco excesivo. En cierta medida, sólo es por cumplir, pero aparta la mirada del cuerpo de Osvaldo y de la complacida limpieza de Quintana. De hecho, nos da la espalda y finge estar atareada recogiendo papeles. Puede estar arrancando de la pared los bocetos que Osvaldo utilizó para recomponer Sísifo o revolviendo en algún rincón a la búsqueda de dibujos que guarda en una carpeta. Así que no demuestra tanto horror como dice. ESTHER.- ¡Qué horror…! QUINTANA.- ¿Te arrepientes…? Estabas de acuerdo en que se lo merecía…

Viñeta 2.- Funciona como contraplano de la Viñeta anterior. Vemos a Esther de frente, concentrada en la recogida de documentos. Tras ella, aparece Quintana de espaldas. No distinguimos bien lo que hace, pero parece limpiar huellas (frota el anclaje del cable del que pende Osvaldo o un batiente de la puerta). Esther, por su parte, intenta exculparse con su discurso, al menos convencerse de que el crimen no tendrá consecuencias. Puede tener en la mano uno de los dibujos de Osvaldo, el de Ticio con el águila, que es el más remordido. Mantiene la mirada baja. ESTHER.- Nadie sabrá quién es… Vivía con otra identidad… Me contó que había falsificado el DNI… Pero es horrible… QUINTANA.- La justicia sólo se hace con furia… Precisamente es la lección de Ribera en estos cuadros…

Viñeta 3.- Plano de Quintana en uno de sus trances mayestáticos. Más que satisfacción, exhibe arrogancia. Podemos verle en contrapicado y en una pausa de su tarea limpiadora.


QUINTANA.- No se podrá saber lo que falta porque nadie sabe lo que había… Y no se podrá descubrir al asesino porque nadie conoce a la víctima… QUINTANA (segundo bocadillo).- Un crimen perfecto…

Viñeta 4.- Plano sobre Quintana revisando el torreón, como si comprobara que no dejan nada. De pie, mira en todas direcciones. Esther coloca al lado de la puerta la carpeta y alguna bolsa con documentos. Suponemos que ha terminado de recoger y agrupa la carga para sacarla. El cuerpo de Osvaldo queda fuera de campo. QUINTANA.- ¿Has recogido documentos y bocetos…? Que no quede nada que le relacione con nosotros… ESTHER.- Todo recogido… ¿Qué hacemos con los lienzos de Osvaldo…? Son copias magníficas… En el “fake market” las pagarían bien… QUINTANA.- No… Esos lienzos me los quedo yo…

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Viñeta 1.- Plano centrado en la cabeza y hombros de Osvaldo muerto cabeza abajo. La sangre que mana de su cuello empapa el suelo y ya coagula. Destacan sus ojos, abiertos como platos, dirigidos (ya sin mirada) al lector. Tras él, como ocurriera en la Viñeta 2 de la página 45, se divisan zapatillas y bajos de pantalón de Esther y Quintana. También el tercio inferior de uno de los cuadros pintados por Osvaldo. Se lo están llevando a pulso entre los dos (factible sin marco y con esas dimensiones). Tántalo es el que más conviene simbólicamente, porque vendría a recordar el deseo no alcanzado de Osvaldo. Pero, como el dibujante prefiere Sísifo, lo dejo a su elección. En cualquier caso, se ve al supliciado con la piedra o intentando alcanzar las manzanas. Los fragmentos de “speculum”, esparcidos por el suelo, brillan con luz de luna. Algunos salpicados de sangre. QUINTANA (en off y cínico).- Adiós, Osvaldo… Te creías en posesión de la luz y se te fundieron los plomos…

Viñeta 2.- Preferentemente vertical para recoger y, en cierta medida, enmarcar el cuadro que acaba de pintar Osvaldo. Es el mejor formato para acoger el cuerpo de Osvaldo colgado boca abajo. Lo vemos entero y recortándose a la luz de la luna que entra por la ventana. Los fragmentos de “speculum” destellan por el suelo. La sangre escurre por el tobillo despellejado y por la garganta

Viñeta 3.- El plano se centra en la cabeza y hombros de Osvaldo, ensangrentada por la frente y por el cuello. Sus ojos, vacíos, nos miran. Entra en plano un fragmento de “speculum” relativamente grande y no muy alejado de uno de los ojos de Osvaldo. Brilla con luz de luna.


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Viñeta 1.- Nos acercamos al rostro de Osvaldo y al fragmento de “speculum”. Estamos ya en un primer plano. El brillo del “speculum” empieza a reflejarse en el rostro iluminando sus facciones, aclarando la sangre que las tiñe. Entendemos que la evolución de la luna en el cielo posibilita la reorientación lumínica. En realidad, se trata del mismo juego que Osvaldo intentó con los rayos del sol rebotando en los ojos del águila y del verdugo. El reflejo alumbra la mejilla, pero próxima ya al ojo de Osvaldo.

Viñeta 2.- El plano se acerca aún más al rostro de Osvaldo. Se centra en el ojo en el que empieza a entrar el reflejo proyectado por el fragmento de “speculum”. Y esa luz que penetra en el ojo se convierte en un gran resplandor dirigido al lector. Como el reflejo todavía no cubre por completo el ojo, el destello se mantiene en un deslumbramiento relativo. Aunque centrados en el ojo, deberíamos ver al menos un fragmento del fragmento de “speculum”.

Viñeta 3. Primer plano sobre el ojo de Osvaldo, alcanzado de lleno por el reflejo del “speculum”, ahora ya fuera de campo. El mismo ojo queda desdibujado, prácticamente desaparecido tras el resplandor. Es un resplandor que apunta al lector y le deslumbra. La Viñeta recuerda la 4 de la página 15, donde el fogonazo provenía de la linterna de los policías.

Viñeta 4.- Se abre el plano para proporcionarnos una vista casi completa del torreón. Nos centramos en la parte inferior, más afectada por el resplandor que emana del ojo de Osvaldo. Todo queda tamizado por esa luz blanquecina, ahora ya halo mágico.

PÁGINA 52 Viñeta única.- Vemos el torreón completo desde una perspectiva frontal . El punto de vista se situaría, pues, en la puerta metálica de acceso a la terraza (Viñeta 2 de página 2). Tenemos en frente la puerta del torreón, que sigue cerrada. Por las cuatro ventanas salen rayos luminosos, pálidos y brillantes. El torreón se convierte en una especie de prisma radiante-irradiante. Estamos ante un milagro lumínico en la noche salamantina, que ahora es todas las noches. Por encima del torreón, en lo más alto del cielo abarcado por la Viñeta, se recorta el círculo blanco de la luna. El fogonazo del torreón, partido en cuatro rayos, atenúa el brillo de la luna.

EL PERDON Y LA FURIA - Antonio Altarriba€¦ · Guión “El perdón y la furia”, Antonio...

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