El Pensamienteo Humanista de Tomas de Aquino (1)

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. EL PENSAMIENTO DE SANTO TOMÁS DE AQUINO Lo primero que se debe hacer al ingresar a la Usta, es conocer algunos rasgos de la vida de Santo Tomás de Aquino. Fue un hombre que en su momento se interesó por desarrollar un método que le permitiera conocer la realidad del Siglo XIII para después interpretarlo críticamente y hacer su aporte intelectual a toda la humanidad. Su preocupación central fue armonizar Fe y Razón, Teología y Filosofía, mundo material y mundo espiritual, para ofrecerle a los hombres de la época una nueva comprensión de la realidad integradora y sistémica. Con Tomás es posible ser hombre de razón y de fe al mismo tiempo, hecho que para los tiempos en que vivió resultaba incomprensible, pues eran abiertamente incompatibles. Con el texto que va a leer, podrá conocer algunos rasgos de su personalidad, su obra y su manera particular de ver el mundo como una fábrica que tiene todo dispuesto para que el hombre construya, cree y fabrique lo que le parezca, dentro de unos parámetros éticos y responsables claramente definidos. Su aporte antropológico, al distinguir individuo y persona como dos categorías con naturalezas distintas, fue y sigue siendo su mayor expresión de grandeza y sabiduría desde la perspectiva antropológica. Lectura 1 : Actualidad de la figura de Tomás y su pensamiento moral (Tomada de actualidad de la figura de Santo Tomás y su pensamiento moral. De Edgar Antonio López, en el Módulo de Seminario de Ética y Tomismo, Especialización en Educación, Universidad Santo Tomás. Bogotá, Mayo de 1999) “El cristianismo que reinaba en la Europa antigua del s. XIII se distinguía por un profundo platonismo, que concebía al hombre como un compuesto de cuerpo y alma, partes constitutivas de la persona y factibles de separar. Esta doctrina resultaba favorable para las prácticas de explotación, pues se hacía pensar a la gente que sí padecía infortunios en esta vida, habría otra en que su alma gozaría las dichas que le fueron negadas mientras estuvo prisionera en el cuerpo. En el s. XIII, mientras el dominico Tomás de Aquino colaboraba con la fundación de diversas universidades en Europa, la cristiandad continuaba la lucha con los musulmanes por asegurar el dominio de la Tierra Santa. Las incursiones militares de los cristianos europeos al Oriente cercano produjeron un mutuo enriquecimiento cultural entre oriente y occidente y uno de los elementos más importantes para el desarrollo del cristianismo fue el redescubrimiento de las obras de Aristóteles, pensador griego del s. IV a.c. discípulo de Platón y cuyo legado había sido olvidado en Occidente. Tan pronto como Aristóteles volviera a figurar en el pensamiento Occidental, gracias a las cruzadas, Tomás de Aquino se dedicó a estudiar sus obras y encontró en ellas valiosos elementos para comprender de un modo más humano el cristianismo, En efecto, Aristóteles entendía que el alma y el cuerpo no se pueden separar y que el hombre era una unidad en que la materia y el espíritu se complementaban de tal modo que ninguno podía vivir sin el otro. Con estos elementos, Tomás combatió el desprecio por el cuerpo y la materia que hasta entonces había sido visto como parte del cristianismo, y con esto contribuyó a que la fe cristiana no sirviera a la esclavitud sino favoreciera la libertad de las personas y de los pueblos. Esta contribución de Tomás no fue bien recibida por los pensadores y las autoridades eclesiásticas de la época, pues Aristóteles era visto como un pensador pagano cuyo pensamiento atentaba contra la “sana” compresión platónica de la doctrina cristiana, en la que el cielo se había asimilado a un mundo de ideas más allá de esta vida y de esta tierra. Pero Tomás supo armonizar la innovación propia de su teología con el respeto que tenía por las autoridades de la iglesia y su pensamiento realista fue impregnando poco a poco la mentalidad de los cristianos, que al final comprendieron que la gloria celestial se debe construir aquí, en esta etapa de la vida, sin esperar la muerte. La perspectiva aristotélico-tomista favorece la responsabilidad porque no posterga la felicidad a otra vida ubicada más allá de al muerte o a la dimensión trascendental de la vida. Esto es, el

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. EL PENSAMIENTO DE SANTO TOMÁS DE AQUINO Lo primero que se debe hacer al ingresar a la Usta, es conocer algunos rasgos de la vida de Santo Tomás de Aquino. Fue un hombre que en su momento se interesó por desarrollar un método que le permitiera conocer la realidad del Siglo XIII para después interpretarlo críticamente y hacer su aporte intelectual a toda la humanidad. Su preocupación central fue armonizar Fe y Razón, Teología y Filosofía, mundo material y mundo espiritual, para ofrecerle a los hombres de la época una nueva comprensión de la realidad integradora y sistémica. Con Tomás es posible ser hombre de razón y de fe al mismo tiempo, hecho que para los tiempos en que vivió resultaba incomprensible, pues eran abiertamente incompatibles. Con el texto que va a leer, podrá conocer algunos rasgos de su personalidad, su obra y su manera particular de ver el mundo como una fábrica que tiene todo dispuesto para que el hombre construya, cree y fabrique lo que le parezca, dentro de unos parámetros éticos y responsables claramente definidos. Su aporte antropológico, al distinguir individuo y persona como dos categorías con naturalezas distintas, fue y sigue siendo su mayor expresión de grandeza y sabiduría desde la perspectiva antropológica. Lectura 1: Actualidad de la figura de Tomás y su pensamiento moral (Tomada de actualidad de la figura de Santo Tomás y su pensamiento moral. De Edgar Antonio López, en el Módulo de Seminario de Ética y Tomismo, Especialización en Educación, Universidad Santo Tomás.

Bogotá, Mayo de 1999)

“El cristianismo que reinaba en la Europa antigua del s. XIII se distinguía por un profundo platonismo, que concebía al hombre como un compuesto de cuerpo y alma, partes constitutivas de la persona y factibles de separar. Esta doctrina resultaba favorable para las prácticas de explotación, pues se hacía pensar a la gente que sí padecía infortunios en esta vida, habría otra en que su alma gozaría las dichas que le fueron negadas mientras estuvo prisionera en el cuerpo.

En el s. XIII, mientras el dominico Tomás de Aquino colaboraba con la fundación de diversas universidades en Europa, la cristiandad continuaba la lucha con los musulmanes por asegurar el dominio de la Tierra Santa. Las incursiones militares de los cristianos europeos al Oriente cercano produjeron un mutuo enriquecimiento cultural entre oriente y occidente y uno de los elementos más importantes para el desarrollo del cristianismo fue el redescubrimiento de las obras de Aristóteles, pensador griego del s. IV a.c. discípulo de Platón y cuyo legado había sido olvidado en Occidente.

Tan pronto como Aristóteles volviera a figurar en el pensamiento Occidental, gracias a las cruzadas, Tomás de Aquino se dedicó a estudiar sus obras y encontró en ellas valiosos elementos para comprender de un modo más humano el cristianismo, En efecto, Aristóteles entendía que el alma y el cuerpo no se pueden separar y que el hombre era una unidad en que la materia y el espíritu se complementaban de tal modo que ninguno podía vivir sin el otro. Con estos elementos, Tomás combatió el desprecio por el cuerpo y la materia que hasta entonces había sido visto como parte del cristianismo, y con esto contribuyó a que la fe cristiana no sirviera a la esclavitud sino favoreciera la libertad de las personas y de los pueblos.

Esta contribución de Tomás no fue bien recibida por los pensadores y las autoridades eclesiásticas de la época, pues Aristóteles era visto como un pensador pagano cuyo pensamiento atentaba contra la “sana” compresión platónica de la doctrina cristiana, en la que el cielo se había asimilado a un mundo de ideas más allá de esta vida y de esta tierra. Pero Tomás supo armonizar la innovación propia de su teología con el respeto que tenía por las autoridades de la iglesia y su pensamiento realista fue impregnando poco a poco la mentalidad de los cristianos, que al final comprendieron que la gloria celestial se debe construir aquí, en esta etapa de la vida, sin esperar la muerte.

La perspectiva aristotélico-tomista favorece la responsabilidad porque no posterga la felicidad a otra vida ubicada más allá de al muerte o a la dimensión trascendental de la vida. Esto es, el

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Santo invita a vivir la armonía consigo mismo, con lo demás, con Dios y con la naturaleza como un anticipo de la vida eterna. Al concebir la unidad constructiva de la persona, Tomás mostró la vía para que la lucha entre el bien y el mal, propuesta al interior del hombre por el platonismo, diera su lugar a la felicidad propia del individuo que busca el bien de su comunidad.

En el pensamiento de Tomás se reconcilió la fe y la razón, la religión y la ciencia, pues su ingenio riguroso favorecía y se alimentaba de gran fe, sinergia que le permitió distinguirse por su altura intelectual y caridad profunda, Este sabio y santo supo expresar su fe como amor por los demás, por la creación, por Dios y por sí mismo.

La pregunta por el bien encontró en Tomás una respuesta doble, una correspondencia de vida y de pensamiento, pues compartiendo las inquietudes del común de las personas y de los teóricos de la moral supo guardar coherencia entre las virtudes que predicaba y las actitudes que mostraba en la vida cotidiana. El dominico comprendió que hay dos planos de conocimiento moral: uno práctico que obedece a la educación en las virtudes y uno teórico, que surge de la necesidad de renovar la tradición para responder a nuevas situaciones.

Del mismo modo como se aprende a vivir en sociedad ha de desarrollarse el estudio sobre la moral, pues aquel que observa las leyes y la práctica de las virtudes morales puede desarrollar un estudio sobre las mismas. El ejercicio de las virtudes intelectuales necesita el correlato de las morales. La práctica de la justicia, la prudencia, la fortaleza y la templanza habilita para reflexionar sobre estas cuatro virtudes denominadas cardinales. Aprender a actuar y aprender cómo actuar son adiestramientos en los que se crece conjuntamente.

La investigación moral que lleva adelante Tomás se caracteriza por su sistematicidad. Apoyado en la inferencia y la absorción pretende mostrar la clase de persona que se debe intentar llegar a ser, una persona integra, entregada al servicio de su comunidad. El presupuesto de Tomás está en un conocimiento para el que los hombres naturalmente están dispuestos, el conocimiento de la ley natural que permite a todas las personas juzgar de manera común y dirigirse por el criterio de “hacer el bien y evitar el mal”.

Tomás distingue que el ser humano es unidad biológica, parte de una familia y miembro de una comunidad social, de manera que divide la filosofía moral en monástica (acciones personales”, económica (acciones interpersonales) y política (acciones sociales). La enseñanza sobre el bien acaece en la familia, dice Tomás, pero también en la escuela y en lo amplio de la sociedad, y cosiste en discernir la concordancia de los fines que se siguen y el fin último o bien final, que el Santo identificaba con Dios. La finalidad del hombre es el bien, la vida cosiste en ser feliz y esta felicidad lo conduce a Dios.

El bien es fundamento de la vida ética y a él se llega por la felicidad, que es el ejercicio del bien pero la felicidad no termina con la muerte, sino se prolonga, pues el bien último depende de la relación de la persona con algo que está fuera de ella, de un bien que la sobrepasa, esto es, el hombre se encuentra en movimiento constante dirigido hacía Dios.

La práctica del bien es el ejercicio de la virtud y esto sólo es posible bajo la dirección de la razón. La justicia es la voluntad de dar a cada persona lo que es debido y el conocimiento de las normas que lo permiten. La prudencia consiste en actuar dentro de condiciones particulares según principios universales, pero también es la experiencia de juzgar cómo lógralo y de aprender a partir de la misma experiencia. La aplicación de la razón deviene prudencia y la aplicación de la razón en el mundo produce justicia, pero cuando algo actúa sobre la persona, la primacía de la razón se manifiesta como fortaleza o como templanza, en casos extremos.

La dificultad evidente para vivir según la ley natural y la carencia de medios para sobreponerse a tal estado manifiestan la presencia en la persona de un mal deliberado: El pecado. Esto es la tendencia contaría de la felicidad, la inclinación por el egoísmo, el desconocimiento de la comunidad, la negación de los demás, el desprecio de Dios en ellos. Pero el bien último se manifiesta aún en medio del pecado, pues es posible percatarse y reconocer la humana debilidad. Esto es condición necesaria para recibir las virtudes que viene de Dios, las virtudes teologales: esperanza, fe, y calidad, que es la forma de todas las virtudes.

Como Aristóteles. Santo Tomás considera al hombre como un ser social llamado a perfeccionarse en compañía de sus semejantes, pues comprende que el bien común garantiza el bien individual y por eso promueve la unión amistosa entre los miembros de las comunidades y de las comunidades entre sí”.

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Preguntas para la reflexión Al finalizar estas lecturas, usted como estudiante deberá estar en condiciones de responderse las siguientes preguntas: 1. Si Tomás de Aquino existiera en este momento histórico, cuál seria su aporte a la paz, a la convivencia y a la democracia de Colombia? 2. Como estudiante de la USTA, qué retos siente que le plantea los cambios de este nuevo siglo?