El paradigma de El Vacie. Informe sobre el chabolismo en sevilla y su núcleo más representativo

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EL PARADIGMA DE EL VACIE Informe sobre chabolismo en Sevilla y su núcleo más representativo Octubre 2016 Informe a cargo de: Rafael Llacer- Moreno-Aurioles Editor: Alberto J. Revuelta Lucerga Maquetación: Rafael Budia Fernández Documento de trabajo producido por el COMITÉ RENE CASSIN Rgtro. Nal. Asociaciones 124.673

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EL PARADIGMA DE EL VACIE

Informe sobre chabolismo en Sevilla y su núcleo más representativo

Octubre 2016

Informe a cargo de:

Rafael Llacer-Moreno-Aurioles

Editor:

Alberto J. Revuelta Lucerga

Maquetac ión:

Rafael Budia Fernández

Documento de trabajo producido por el

COMITÉ RENE CASSIN Rgtro. Nal. Asociaciones 124.673

El paradigma de El Vacie

Informe sobre chabolismo en Sevilla y su núcleo más representativo

PRESENTACIÓN

TÓ, PA QUÉ? Continuando la serie de documentos de estudio sobre los vertederos sociales de Sevilla que iniciamos el pasado año con el dedicado a las 3000 viviendas, publicamos hoy el que se ciñe al Vacie, ejemplo y prez de la desidia e ineficacia de las sucesivas administraciones municipales, estatales y autonómicas que a lo largo de varios lustros han gobernado nuestra ciudad. Se anuncia estos días, como siempre a bombo y platillo, la financiación de una intervención definitiva en el Vacie que lo hará desaparecer como núcleo chabolista. Escépticos a fuer de realistas, publicamos este documento realizado por Rafael Llacer Moreno-Aurioles para contribuir a la vergüenza ajena en una ciudad donde hay dinero para los adornos civiles, militares, políticos, religiosos y deportivos pero que no ha conseguido el mayor de los adornos humanos: erradicar la miseria en el Vacie. ¡A ésta, es! Alberto Revuelta

1. Un fenómeno global El surgimiento, el crecimiento y la consolidación de los asentamientos de infraviviendas en núcleos urbanos de todo el mundo constituyen un fenómeno con una dilatada historia, incardinada en la historia misma de las ciudades modernas. En España, donde este se conoce popularmente como chabolismo, se extendió rápidamente a lo largo del siglo XX, mucho más rápido de lo que lo hizo la consciencia social ante la proliferación de estos poblados improvisados. Los rasgos de este fenómeno pueden reconocerse en ciudades repartidas por todo el mundo. Adoptan distintas formas y se identifican con otros nombres (favelas, en Brasil; bidonvilles, en Francia; slums, en Estados Unidos), pero, en todos los casos, se produce una severa degradación del hecho urbano en todas sus dimensiones, una claudicación de la urbs, la civitas y la polis.

En el marco internacional que representa UN-Hábitat, tras una reunión celebrada en Nairobi en 2002, un grupo de expertos definió asentamiento precario como un “asentamiento contiguo donde los habitantes se caracterizan

por tener vivienda y servicios básicos inadecuados”, y donde a menudo “no son reconocidos y no son tratados como una parte incorporada o igual a las demás partes de la ciudad por las autoridades públicas” (UN-Hábitat, 2003: 14). Para acabar con esta desigualdad que supone la existencia de este tipo de asentamientos, en el año 2000, los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) iniciaron una nueva etapa en el seno de las Naciones Unidas. En concreto, la meta 7D de los ODM se encaminaba a una mejora sustancial de la vida de al menos 100 millones de habitantes de tugurios de países en desarrollo antes de 2020. Con ello, se obtuvieron grandes éxitos en todo el mundo, pero de forma desigual entre regiones, y millones de personas en extrema vulnerabilidad continúan hoy desamparadas.

En 2015, después de finalizar el plazo marcado para los ODM, surgió un nuevo impulso que da continuidad a los anteriores logros: los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), 17 objetivos y 169 metas con un alcance más amplio, que profundizan en las tres dimensiones del desarrollo sostenible: el

crecimiento económico, la inclusión social y la protección del medio ambiente. Los ODM estaban dirigidos a los países en desarrollo; en cambio, la aplicación de

los ODS, con una agenda programada hasta 2030, se extiende a todos los países del mundo. El objetivo 11 aspira a lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles, a través de 10 metas concretas.

Esta perspectiva global muestra un fenómeno social y urbano de una enorme complejidad. Aun así, quizás, la posibilidad de acceder a una compresión profunda sobre el mismo, y, con ello, a la capacidad de hallar las claves de su erradicación, requiera en todo caso ir más allá del mero análisis de una realidad material concreta1.

1 “Cobra singular interés plantear esta relativa infravaloración del chabolismo como hecho material concreto y localizado, e interpretarlo no sólo a través de la constatación de que sus expresiones físicas puntuales tengan menor o mayor vigencia histórica, sino también como representación de otras desigualdades y dinámicas de segregación con las que puede considerarse indisociable” (Torres Gutiérrez, 2011: 68).

2. Evolución del problema de la vivienda en España y Andalucía

Las distintas políticas de vivienda llevadas a cabo en nuestro país desde hace más de medio siglo se han caracterizado de un marcado “continuismo”. Así las define Leal2, y distingue dos grandes pilares, excesivamente potenciados, sobre los que han ido creciendo: el impulso a del régimen de propiedad frente al alquiler y el impulso productivista en la construcción de viviendas. Estas han ascendido hasta una cifra completamente desproporcionada para el número de habitantes del país, en comparación a la relación que guardan los países de nuestro entorno. Sin embargo, pese al incremento del suelo urbanizado y del número de promociones residenciales, en la actualidad, siguen existiendo asentamientos precarios en todo el país y un grave problema de acceso a una vivienda digna.

Antes de la Guerra Civil, en España ya existían tugurios y poblados de chabolas (principalmente en Barcelona, debido a la inmigración que acogió su industria), pero no se había alcanzado una conciencia plena por parte de los

poderes y la ciudadanía3. No fue hasta los años 50 y 60, coincidiendo con el éxodo rural experimentado en aquel periodo, cuando existe un verdadero despertar administrativo; el Estado español comenzó a actuar de un modo estructural, favoreciendo el acceso en propiedad a una gran cantidad de familias que vivían en condiciones lamentables. Primero, lo hizo a través de precarios polígonos de viviendas, sobre todo desde 1954 con los llamados núcleos satélite y poblados de absorción4; después, a partir de la creación del Ministerio de la Vivienda en 1957, estos poblados dieron paso a las unidades vecinales de

2 Leal, 2005: 65. 3 En el plano normativo, tan solo puede citarse la Ley de Casas Baratas; una primera de 1911, y otra, de

1921, ya en tiempos de Primo de Rivera, que por Real Decreto se extiende a la clase media en 1925. 4 En 1954, se aprobó la Ley de Viviendas de Renta Limitada (un año después, se inicia la construcción de

la primera serie de poblados de absorción en Madrid), y, en 1956, la Ley sobre el Régimen de Suelo y Ordenación Urbana. En 1961, se crea el Plan General de Absorción de tugurios de Madrid, que serviría de base para las actuaciones llevadas a cabo en Sevilla tras el desbordamiento del Tamarguillo. La urgencia causada hizo que hubiera de improvisarse una política municipal ante el enorme problema de la vivienda que la riada desenmascaró.

absorción (UVA), de las que se hizo cargo la Obra Sindical del Hogar en 19635. De este modo, una nueva periferia fue surgiendo alrededor de las principales

ciudades del país, construcciones muy humildes diseñadas para alojar a la población con menos recursos.

Esta primera gran oleada de intervención estatal dio paso, con la apertura económica del país, a un periodo de mayor liberalización del sector de la construcción. Los cambios que entonces se produjeron fueron fundamentales. La etapa tecnócrata del franquismo, que estableció desde 1964 un modelo de crecimiento basado en los llamados Planes de Desarrollo, puso los cimientos a una política de vivienda en la que ganó peso la promoción privada mediante subvenciones al sector. Más tarde, ninguno de los gobiernos democráticos que se han sucedido cambió significativamente de rumbo. El resultado de más de tres décadas de democracia es un Estado de bienestar mixto, con rasgos del régimen liberal y el corporativista, que fue creciendo cimentándose en la industria de la construcción6. Además, en ciertos periodos, se intensificó el ritmo del proceso liberalizador: durante la primera etapa socialista se produjo en España el primer boom inmobiliario (1986-1989); y, en 1994, se inició un periodo neodesarrollista, donde el sector de la construcción experimentó su mayor expansión y cuyo colapso posee un papel protagonista en la crisis económica que en la actualidad aún atraviesa el país.

Como señala Lago7, en la etapa preconstitucional ya aparecieron algunos desacuerdos en relación con el problema de la vivienda tras la primera reforma de la Ley de Suelo de 1975. Según la Fundación de Fomento de Estudios Sociales y Sociología Aplicada (FOESSA), en aquel año se contabilizó la existencia de 111.526 chabolas repartidas en 365 municipios del país, que alojaban a 557.630 habitantes.

La promulgación de la Constitución de 1978 trajo consigo un nuevo marco de competencias en materia de vivienda y ordenación del territorio; el artículo 148.3 abría la posibilidad a su descentralización, y esta se materializó una vez se

5 Beltrán, 2002: 34-35. 6 Gago-Cortés y Novo-Corti, 2015: 141-142. 7 Lago, 2012.

fueron aprobando los Estatutos de Autonomía de las Comunidades Autónomas. Se produjo así un reparto desigual de estas competencias, donde el Estado pasó

a tener una capacidad de maniobra muy restringida (en ocasiones, hubo de ser limitada por el Tribunal Constitucional) y todo el peso recayó en la esfera autonómica y local. Es el Estado el que cede parte del presupuesto a las Autonomías, y estas dotan a los Ayuntamientos de los recursos necesarios para crear sus políticas de vivienda, pero el flujo de la iniciativa parte desde lo local: desde entonces, son los poderes municipales los verdaderos protagonistas en los proyectos de eliminación de infraviviendas.

A mediados de los años 80 ya se había producido la mayoría de traspasos de competencias entre el Estado y las Comunidades, pero esta nueva distribución de las responsabilidades coincidió en el tiempo con esa primera expansión del sector de la construcción. Durante las décadas de los 80 y 90, a pesar de las reformas llevadas a cabo, no se consiguió una coordinación estable entre las administraciones competentes. El impulso de la construcción disparó los precios de las viviendas, y la oferta de vivienda de promoción pública se estancó; el chabolismo continuó existiendo, en muchos casos reforzado, alimentado por estragos de la crisis económica, el crecimiento del paro y el aumento del consumo de droga.

El traspaso de competencias en materia de vivienda y urbanismo entre el

Estado y las Comunidades fue paulatino, incluso hubo gobiernos autonómicos que retrasaron la asunción de esta responsabilidad hasta bien entrados los años 908. Hasta entonces, fueron complementando los planes estatales que se iban aprobando.

La colaboración entre administraciones también fue fraguándose lentamente. Lago expone algunos ejemplos en los que actuaron de forma coordinada las tres administraciones: tras la designación de Barcelona en 1989 como sede olímpica, se unieron con el objetivo de adecuar la ciudad para el evento; en 1994, la declaración de Granada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO consiguió que pusieran en marcha una gran operación de

8 La Comunidad de Madrid no creó su primer programa de vivienda hasta 1983, y no comenzó a actuar hasta 1997.

saneamiento de los barrios más desfavorecidos de la ciudad; y en Navarra, en los años 90, se llevaron a cabo actuaciones exitosas en asentamientos con la

participación de los tres niveles de competencias. En el caso de Sevilla, con el impulso que significó la Exposición Universal

de 1992, se eliminaron asentamientos y se realojaron a las familias. Tras estas experiencias, en 1997, se aprobó un plan para la colaboración entre las distintas administraciones: el Plan de Erradicación del Chabolismo de Andalucía. La Expo logró unir a las tres; en esta ocasión no participó el Estado central, pero se creó un primer marco para desarrollar un trabajo conjunto entre la Junta de Andalucía y los gobiernos municipales en los que se encontraban situados los núcleos chabolistas.

En base a este plan, en Sevilla, a través de la Empresa Municipal de la Vivienda de Sevilla (Emvisesa), se llevaron a cabo labores de rehabilitación en los barrios de La Paz, Palmete, Torreblanca o El Vacie, y se eliminaron las chabolas de San Diego, Los Bermejales y Los Perdigones. Sin embargo, en todos ellos no se obtuvo el mismo resultado. En 2005, el Defensor del Pueblo Andaluz publicó un informe sobre los asentamientos chabolistas, analizando las distintas actuaciones puestas en marcha en esta Comunidad, y en él dio cuenta de la lamentable situación que atravesaban9. El desmantelamiento de los núcleos de Los Perdigones y Los Bermejales se consiguió resolver a cambio de una

indemnización económica (entre 30.000 y 42.000 euros), un hecho que suscitó una sonada polémica durante aquellos años. No zanjó el problema, tan solo se trasladó de lugar; en cuestión de días, muchas familias se instalaron en pisos del Polígono Sur (sobre todo, en la barriada de Murillo), y otras trasladaron la chabola a otra zona de la ciudad10.

9 “No lo vamos a reiterar aquí, por haberse pronunciado reiteradamente esta Institución en distintas ocasiones, los otros asentamientos que se han eliminado en Sevilla, con la excepción del de San Diego, han sido un rotundo fracaso en la consecución de los objetivos de integrar a las familias” (Defensor del pueblo Andaluz, 2005: 76.

10 “La gran mayoría de las familias que residían en el asentamiento de Perdigones están dispersas por la ciudad y, sobre todo, en algunos de los municipios de los alrededores, y las que estaban en Los Bermejales, se han realojado parte en el Polígono Sur de Sevilla (agravando la situación de esta zona que estaba ya desbordada por los problemas de exclusión social de sus habitantes) con alguna excepción como las que se han alojado temporalmente en los bajos del Puente de Juan Carlos I” (Defensor del pueblo Andaluz, 2005: 76).

Hoy, el chabolismo continúa siendo en Andalucía un enorme problema, que ha sabido transformarse con el paso de los años. Existen ejemplos de

actuaciones y políticas públicas que cuentan con algunos logros, pero este fenómeno perdura en muchas ciudades andaluzas sin que se haya sabido encontrar el remedio capaz de acabar con él. Muchos asentamientos con décadas de historia se mantienen en pie; otros surgen, presentando nuevas formas. La inmigración, proveniente sobre todo de otros países de Europa, ha renovando la población de muchos de los antiguos núcleos; y las personas inmigrantes de origen africano, mayoritariamente empleados como temporeros, terminan alojándose en asentamientos de chozas repartidos por los campos de la Comunidad (sobre todo en Huelva y Jaén, las provincias que acogen a un mayor número de ellos). Estos evidencian que el fenómeno sigue muy vivo, pese al empeño voluntarioso que han prestado todo tipo de organismos durante décadas.

3. Chabolismo en Sevilla: un problema crónico

De este modo, como una enfermedad que se apaga para renacer antes de terminar el periodo de convalecencia, Lago califica la progresión de este fenómeno en Sevilla, valiéndose de los resultados obtenidos en las actuaciones impulsadas tras el plan de 1997: núcleos que vuelven a resurgir pasado el tiempo, o que se desarrollan en otra localización11.

Se trata de un problema longevo, enraizado en la historia moderna de la ciudad. Un resumen de esta particular intrahistoria de Sevilla, que puede servir para tener una visión panorámica de su desarrollo en el tiempo, es la relación que ofrecen Lucas y Ríos en Arquitectura y urbanismo marginal en Sevilla: una cronología de esta dolencia que se resiste a ser sanada, sobre el chabolismo existente en la ciudad desde comienzos del siglo XX hasta 1975. Recojo aquí parte de la misma, omitiendo alguna información tan solo con la intención de no hacer la lectura de este informe aún más pesada; puede servir como un breve esbozo con el que comprender mejor su desarrollo a escala local.

1910: San Jerónimo cuenta con 38 edificios y una población de 184

personas. 1912: Referencia a un asentamiento marginal en La Cruz del Campo 1915: Aparición y rápido incremento del fenómeno del chabolismo, debido

a la demolición y a la inmigración. 1924: Torreblanca tiene una población de 132 personas (A. M. H.

Instrucción Pública, 1927, Exp. 11). 1926: En este momento se estima la existencia de un total de 1.252

chozas con una población de 5.707 personas (Diario El Liberal, 25-11-26).

1929: Sevilla cuenta con 2.500 chozas, casi todas situadas en las inmediaciones de las rutas de acceso (Ayuntamiento de Sevilla, Labor del primer año triunfal, 1938).

11 Lago, 2012: 307-308.

1930-1936: Continuas referencias de los archivos municipales al chabolismo de la ciudad.

1933: Torreblanca cuenta ya con un censo de 600 habitantes. Asistencia Pública Sanitaria, Exp. 5.

1933: Referencia a la Barriada España. Junto a terrenos que habían cambiado su uso de pastoreo para ser asentamiento de un núcleo chabolista.

1936: Destrucción al comienzo de la Guerra Civil de los siguientes núcleos de chozas: Callejón de la Inquisición (10), Chapina Miramar (27), Haza del Huesero (5), Tejar de Las Lomas (17), Calle Febo (4), Calle Salado (4), Vereda de Córdoba (26), Cruz de la Vereda (14), Vega de Triana (9), Senda del Pino (5), Carretera de Extremadura (10), Calle Alfarería (26, Cruz de La Cartuja (12), Barrio León (26), Calle Muñoz Seca o Barriada España (4), Calle Campamento (2). En total, 205.

1937: Nueva destrucción de Barriadas de chozas. En Amate se habla de la destrucción de 2.500 chozas con una población de 6.000 habitantes. En realidad no se consigue erradicar el núcleo.

1938: Se habla de la necesidad de crear escuelas en Torreblanca de los Caños (A. M. H. Enseñanza Exp. 14).

1940: Referencia en el Ayuntamiento de la existencia de las siguientes Barriadas: Árbol Gordo, Los Carteros, Las Barzola, Huerta del Pilar, Oriente 103, El Polo, El Patrocinio, Voluntad, Vista Hermosa, Bellavista. Enumeradas como privadas de los servicios de agua, alcantarillado, trazado de urbanización aprobado, pavimentación de calzadas y aceras y alumbrado.

1942: Censo parcial con 267 vecinos sin hogar viviendo en su mayoría en la Carretera de La Pañoleta, junto a los Caños de Carmona, en el Puente de Ranilla y en el Puente del Matadero.

1942: Referencia según la cual la Barriada de Los Carteros aún no tiene aprobado ningún Proyecto de parcelación (A. M. H. Obras Públicas. Exp. 19).

1945: Plano levantado por el Ayuntamiento en el que se incluyen 17 núcleos de chabolismo al Norte y al Noroeste.

1946: 4.249 familias viviendo en chozas.

1946: Destrucción de las Barriadas de Vázquez Armero y La Cartuja por la construcción de La Darsena. Total: 462 chozas, 492 familias y 2.465 personas. Aparece la siguiente clasificación de familias: Profesionales de la mendicidad (34), De mala conducta moral (32), Obreros y empleados (340), Indigentes (150); y la siguiente de personas según su procedencia: Naturales de Sevilla (617), Provincia de Sevilla (299), y Resto de España (1.549).

1948: Nueva referencia a la necesidad de escuelas en la Barriada de Torreblanca de los Caños.

1951: Visita de Girón al Vacie. 1951: Aparece un proyecto de parcelación de San Jerónimo (A. M. H.

Ordenación Urbana, 1952; Exp. 22). 1953: Documento relativo a Torreblanca de los Caños, donde la Sección

de Fomento del Ayuntamiento habla de que la Barriada aparece poco menos que ignorada.

1954: A.M. H. Obras Públicas. Exp. 149, registrando peticiones de permiso de construcción de chozas. En total 31 instancias para la Carretera Amarilla y El Vacie.

1956: A. M. H. Obras Públicas. Exp. 500: Denuncia la Comunidad de Regantes sobre la existencia de chozas en las Veredas de La Carne, “que se han construido y se siguen construyendo”. La contestación del Ayuntamiento admite la existencia de 16 núcleos de chozas de los que solo 5 se encuentran emplazadas en dichas veredas: Vereda del Poco Aceite (28 viviendas), Vereda de Palmete (255 viviendas), Camino Viejo de La algaba (73 viviendas), y Vereda de Ranilla y Carretera Amarilla (269 viviendas).

1958: Se proyecta Torreblanca La Nueva. Se inaugura en 1960. 1959: Se estima la existencia de 32 núcleos de chozas con 4.042 chozas

y 4.249 familias y más de 21.000 personas: Huerta de Los Granados; Vacie o Mato de San Joaquín; Carretera Amarilla; Vereda de Palmete; Cruz de la Vereda; Plantinar; Los Negritos; Las Erillas; Haza del Huesero o Vega de Triana; Calle Febo o Rincón de La Mosca; Calle María Niño; Camino Viejo de La Algaba; Villa Patos; Vereda de Brenes; El Higuerón; Villa Rana; Vereda de Valdezorras; Vereda de San Cayetano o Pinarillo; Calle Nueva o Pirineo; Los

Remedios; Tejar del Mellizo, Huerta de López o Patrocinio; San Gonzalo; Tapias de Cobian; Huertas de La Estrella y Escalones; La Cartuja; Vereda del Polo; y Lafape.

1959: Informe de la Sección de Urbanismo del Ayuntamiento. A. U. S. sin catalogar: recoge los siguientes. El Vacie: 918 / 4.214 / 900

1959: En el informe del Ayuntamiento también se refiere a las viviendas insalubres que según dicho informe totalizan: 5.995 familias en viviendas inhabitables, y 8.570 familias en viviendas insalubres. Y en total 14.565 que unidas a las 4.065 cifradas por chabolismo, arrojan un total de 18.630 familias sin vivienda.

1960: Nueva visita de las autoridades al Vacie. 1961: Inundación del 25 de noviembre por el desbordamiento del

Tamarguillo. El problema deriva claramente de la falta de solución en cuanto a la defensa de zonas inundables respecto al río y a sus afluentes.

1961: La catástrofe afecta a 125.000 personas de las 442.300 que pueblan la ciudad, y a una extensión de 552 ha.

1971: Desaparecidos también en este año los refugios habilitados en los barracones de Torreblanca.

1975: Referencia al núcleo de La Bachillera y a la demolición de Santa Teresa.

1975: Referencia al núcleo de El Vacie en El Correo de Andalucía (25-09-75). Se apuntan incluso alusiones a ciertas responsabilidades acerca de unas supuestas absurdas ventas de terrenos en el sector.

La historia que sigue ha sido resumida anteriormente: una lenta

adaptación por parte de las administraciones al nuevo estado de las cosas, con el Plan de Erradicación y las cuestionables actuaciones que le siguieron como mayores hitos, hasta alcanzar el siglo XXI.

En 1999, tras la firma de un convenio de colaboración entre la Consejería de Asuntos Sociales y la Diputación de Sevilla, nace el Plan de Intervención en Barrios; y a este, en 2002, le sucede el de Zonas con Necesidades de Transformación Social (ZNTS) de Andalucía, cofinanciado por ambas administraciones, bajo el cual se pusieron en marcha distintos servicios sociales

específicos para el Polígono Sur, Tres Barrios-Amate, Torreblanca, Polígono Norte y poblado chabolista del Vacie. Ese mismo año, una información revelada por

Europa Press, que tuvo acceso a informes de los técnicos del Plan de Erradicación del Chabolismo, alertaba la espectacular multiplicación del chabolismo en la ciudad, solo cuatro años después de ponerse en marcha dicho plan: de las 38 familias censadas en El Vacie en 1998, habían pasado a más de 200, tomando terrenos aledaños; y el núcleo de Los Bermejales creció de 17 a 40 familias (que fueron desalojadas, junto a las de Los Perdigones y San Diego)12.

Durante los años siguientes se dieron grandes pasos a distintos niveles, producto de la experiencia de antiguos fracasos; mientras, a nivel estatal, se aprobaba el primer plan nacional de vivienda (2009-2011) que contemplaba un programa específico para la erradicación del chabolismo, en Sevilla comenzaban a despegar el Plan Integral para el Polígono Sur, la gran primera estrategia de intervención integral impulsada en la ciudad, que pronto suscitó promesas de su extrapolación a otras zonas urbanas marginales y asentamientos chabolistas de la ciudad por parte de los poderes públicos.

Por su parte, el plan de Zonas ha tenido un recorrido desigual e intermitente hasta ahora, y se ha convertido en otro ejemplo de los problemas que afectan a los modelos de financiación compartida. La primera interrupción se produjo en 2011: el gobierno municipal impuso una reducción de la jornada

laboral de 7 a 5 horas (y, por tanto, del 30 % del salario) a de sus 48 trabajadores13. Un año después, 49 fueron despedidos14. En noviembre de 2014 volvió a suceder algo similar; fruto de la desavenencia entre administraciones por motivos presupuestarios, de nuevo no se renovó el plan de Zonas15, con el consiguiente despido de 43 de sus trabajadores; hasta marzo de 2015 no se produjo el inicio de la anualidad y el retorno de la prestación de estos servicios, suspendiendo 4 meses las actuaciones.

Ya en el 2016, volvemos a encontrar otra interrupción entre marzo y abril, pero su reanudación solo supuso un remiendo (el programa se sostuvo con una

12 ABC de Sevilla (19 de septiembre de 2002). 13 Diario de Sevilla (16 de septiembre de 2011). 14 Europa Press (31 de diciembre de 2012). 15 Diario de Sevilla (19 de noviembre de 2014).

prórroga de 5 meses, financiada en exclusiva por parte del Ayuntamiento), y el programa volvió a sufrir un parón. Recientemente la historia se ha vuelto a

repetir, con un nuevo capítulo de este vaivén: en septiembre, se produjo una nueva reducción de la jornada laboral de sus trabajadores (de 7,5 a 6,5 horas diarias) y dos semanas de interrupción16.

Por todo ello, el plan de Zonas, que en la actualidad continúa vigente como marco de actuación entre la Junta y el Ayuntamiento hispalense, significa otro caso más en el que un proyecto de estas características ve afectada gravemente su continuidad y su capacidad de acción por la falta de entendimiento de las mismas: tanto de sus trabajadores, que se quedan en paro cada cierto tiempo, además de sufrir otras formas de precariedad laboral; como de las familias desfavorecidas que podrían beneficiarse de los servicios que, en distintas áreas, este programa les procura.

En la actualidad, varios asentamientos siguen en pie en distintos puntos de la ciudad. Torres Gutiérrez17, en el año 2011, contabilizó hasta seis núcleos: los de El Vacie y Torreblanca, de mayor tamaño y estabilidad; y, con una menor entidad, en el Canal de Ranillas (Palmete), en las caballerizas de Padre Pío, en la avenida de La Paz (Polígono Sur), y en el puente de San Juan a Tablada. Además, desde entonces, en San Jerónimo, han surgido nuevos casos de infraviviendas.

Las chabolas de Torreblanca y Padre Pío tienen en común el haber crecido

bajo la disputa entre los Ayuntamientos de Sevilla y Alcalá de Guadaíra sobre los terrenos de qué municipio se asientan. Del mismo modo, las chabolas que son desmanteladas y vuelven a surgir en los márgenes del río también se aprovechan del descontrol que provoca su situación fronteriza: los gobiernos municipales de uno y otro lado evitan asumir esta responsabilidad18.

16 20 minutos (6 de octubre de 2016). 17 Torres, 2011: 70. 18 “Su carácter marginal [el del fenómeno del chabolismo en Sevilla] está indisolublemente unido, desde

distintos puntos de vista, a su indefinición o ambigüedad: a nivel conceptual genera dudas si de-terminados alojamientos precarios se ajustan o no a las determinaciones jurídicas de la infravivienda; por otro lado, la eventualidad inicial de algunos poblados se apoya también en su indefinición administrativa, situándose en espacios fronterizos entre distintas administraciones (en espacios intermunicipales generalmente) u organismos que puedan sentir responsabilidad al respecto” (Torres, 2011: 88).

Figura 1. Distribución del chabolismo en en Sevilla

Fuente: Elaboración propia a partir del plano “Distribución urbana de los asentamientos chabolistas existentes en Sevilla”, en El territorio de los desheredados. Asentamientos chabolistas y experiencias recientes de erradicación en Sevilla, de Torres Gutiérrz,, F. J. (2011).

1 - El Vacie 4 - Avenida de La Paz 2 - Torreblanca 5 - Padre Pío 3 - Puente San Juan-Tablada 6 - Canal de Ranillas

4. El Vacie, un caso paradigmático Debido a sus más de 60 años de historia, el asentamiento de El Vacie constituye un paradigma ampliamente reconocido19, que ha trascendido las fronteras de Sevilla y se ha convertido en un referente a escala nacional de la desigualdad y la marginalidad en las ciudades. Es recurrentemente considerado como el poblado chabolista más longevo de Europa, pero lo cierto es que este título deshonroso que suelen atribuirle, como en gran parte de su precaria existencia, no hay un conocimiento claro. Como sucede en otros casos, en su origen hubo de dominar la improvisación y la voluntad de permanecer ocultos ante el resto de la sociedad20. Esto último supone una paradoja: el chabolismo es un fenómeno ligado íntimamente a la realidad urbana; forma parte de ella, al tiempo que representa el extremo opuesto de la mejor de sus expresiones. Identificación del territorio

El Vacie se ubica en el norte de la ciudad, un área históricamente

desfavorecida, continente durante siglos de una gran parte de la población obrera que la habitaba. En ella, se fueron localizando distintos equipamientos de la ciudad (las huertas, los conventos, los hospitales, el cementerio…) que revelan el papel subalterno que fue adquiriendo frente a al sur, donde se instalaron a los principales centros de poder.

19 “La ciudad de Sevilla, dentro del mapa del chabolismo en Andalucía, tiene una significación especial por ser la ciudad que más chabolas posee (…). El Vacie ha recibido la atención y la visita, durante 50 años, de una diversidad de representantes de los poderes políticos y mediadores sociales, y un sin fin de promesas sobre su erradicación. La denuncia pública en los medios de comunicación de las condiciones indignas en las estas familias desarrollan su vida ha sido permanente por parte de asociaciones, ONG y ciudadanos” (Defensor del Pueblo Andaluz, 2005: 75).

20 “El rasgo más llamativo de este tipo de desarrollo es la espontánea movilización de recursos humanos y materiales, espontánea en el sentido de que tiene lugar independientemente e incluso a pesar de las instituciones públicas” (Lucas y Ríos, 1980: 10).

Figura 2. Ubicación de El Vacie en la zona norte de Sevilla

Fuente: Elaboración propia a partir de la cartografía de la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Sevilla.

El asentamiento nació en una posición alejada de la realidad urbana, cerca de los muros del cementerio de San Fernando21, pero con la progresiva expansión de la ciudad durante el siglo XX fueron colmatándose los espacios y el núcleo se vio fagocitado por esta realidad. En la actualidad, El Vacie se encuentra cercado

por aquella nueva periferia impulsada a partir de la etapa desarrollista: barriadas de promoción pública, polígonos industriales y de usos terciarios, que le han dado continuidad a esa relación de desigualdad del norte respecto a otras zonas de Sevilla.

21 “El origen de estos núcleos es diverso, pero en general la configuración del terreno, al abrigo de los vientos dominantes; la existencia de un talud a donde adosarse o algún edificio en ruinas, su apartamiento del tránsito y por lo tanto de la vigilancia de la autoridad son los principales determinantes de su creación y desarrollo” (Ministerio de Vivienda, 1969: 7).

Breve historia del asentamiento

Como señala Torres, este espacio viene acogiendo chabolas desde los años 30 del siglo XX; no obstante, advierte el autor, durante su existencia ha experimentado cambios profundos; fue reducido o eliminado en distintos momentos (se llegó a erradicar por completo en septiembre de 1961 y en noviembre de 1977), y la composición de su población ha sufrido distintas transformaciones22.

Hasta los años 60, este núcleo, junto a otros que formaban parte de la periferia de Sevilla, permaneció en el olvido. Este es un periodo negro de la historia de la ciudad, donde pudo crecer sin trabas toda una tercera Sevilla. De este modo, González (1981: 414) define una ciudad marginal, que fue desarrollándose de forma silenciosa mediante la autogestión (desde los modelos de Casas Baratas, al surgimiento de distintas formas de infravivienda), frente a otros dos modelos de ciudad “que coexisten y se complementan durante el primer tercio del siglo XX”: la ciudad real, a intramuros; y la Sevilla Futura de la Exposición Iberoamericana de 1929, una ciudad “de cartón-piedra” ubicada en el sur de Sevilla, que representaba “la evasión burguesa de la ciudad real”. Así, al lado del cementerio, fueron instalándose de forma espontánea una parte de la población que no encontró cabida en la ciudad: aquellos que se vieron expulsados

de la misma, por no tener suficientes recursos para acceder a un techo digno, o quienes llegaron a la ciudad procedentes del campo en busca de empleo y una vida mejor y lo lograron ni una cosa ni la otra. Resultan especialmente significativos los cambios que se produjeron en el asentamiento de forma paralela a la expansión de la ciudad, ya que ilustran de algún modo la discontinuidad de su historia. En este caso, se trata de un cambio de ubicación y una transformación morfológica. Torres (2011: 71), basándose en la fotografía aérea del vuelo americano de 1956, muestra cómo el asentamiento se encontraba en una localización más alejada del cementerio (unas 900

22 Tal permanencia histórica no significa en nuestra opinión un verdadero arraigo socioterritorial de su población, ya que la evolución de este núcleo –al menos la experimentada en los últimos 20 años– ha estado sujeta a continuos cambios en su composición social y estructura espacial interior, con familias que, con cierta recurrencia, lo abandonan y otras nuevas que se instalan en él” (Torres, 2011: 71).

unidades habitacionales, 4.214 personas distribuidas en 918 familias); en la actualidad, este se sitúa junto al muro, a lo largo del mismo, siguiendo la

orientación de las casas prefabricadas instaladas en 1992; en definitiva, mucho más oculto de la mirada de los vivos, de los que los separan un terreno baldío (con algunos grupos dispersos de chabolas), una valla y la ronda de circunvalación SE-30. Figura 3. Cambio de emplazamiento y desarrollo urbanístico

Espacio no urbanizado

Espacio urbanizado en 2009

1. Situación aproximada del

asentamiento en 1956. 2. Situación aproximada del

asentamiento en 2009. 3. Vallas. 4. Polígono de viviendas.

Fuente: Elaboración propia a partir de las fotografías que aporta Torres (2011:72), a partir de la imagen tomada por el vuelo americano de 1956 y la Ortofotografía digital en color de Andalucía.

Durante las últimas décadas, se han conseguido avances significativos. La población del asentamiento se ha reducido considerablemente con el paso de los años, experimentando ciertos aumentos que evidencian su condición de contenedor de los excluidos de la ciudad.

En los primeros años de este siglo hubo un crecimiento; el Informe del Defensor del Pueblo Andaluz contabilizó 735 habitantes en 2004 (163 familias,

con 209 menores de 3 a 16 años), y, como recoge Torres (2011: 74), la prensa fue dando cuenta los años sucesivos de este aumento (en 2008, eran 225 familias, unos 830 habitantes; en 2009, sumaban ya 908, ente los cuales 225 eran niños). Ese año, la concejala de Bienestar Social, Emilia Barroso, explicó a la prensa que 100 familias del asentamiento habían sido baremadas para iniciar "con cautela" un proceso de realojo, y unas 70 personas ya se hallaban en situación de abandonarlo23. En esta acción intervinieron los poderes autonómicos y locales; la Empresa Pública de Suelo de Andalucía (EPSA) financió con 3,4 millones de euros actuaciones para la mejora de las condiciones del poblado llevadas a cabo junto al Ayuntamiento, y se firmó un convenio entre la Consejería de Vivienda y Ordenación del Territorio y la Fundación Forja XXI para la compra de 34 viviendas.

Desde entonces, El Vacie ha ido perdiendo paulatinamente habitantes. El proceso de realojos se ha llevado a cabo de forma silenciosa, evitando generar conflictos vecinales y la oposición de parte de la opinión pública, como ha ocurrido en el pasado24. El año 2015, la prensa volvió a dar cuenta de una considerable reducción de su población (del 23 %), que pasó de 650 en 2011 a unos 500, y el mes de marzo de este año el gobierno municipal anunció que se estaba

trabajando con otras 20 familias para llevar a cabo su realojo25.

Situación actual del asentamiento

Esta organización tuvo acceso el pasado mes de febrero a los datos

registrados en el Padrón Municipal de Habitantes de Sevilla. A pesar de su carácter falible, son útiles para entender su composición.

23 Diario de Sevilla (15 de abril de 2009). 24 ABC de Sevilla (13 de julio de 2007). 25 El Correo de Andalucía (5 de marzo de 2016).

Figura 4. Distribución de la población por sexo y edad

Edad Sexo Habitantes TOTAL Edad Sexo Habitantes TOTAL

0 - 4 años Hombre 31 50 40 - 44 años Hombre 20 39 Mujer 19 Mujer 19

5 - 9 años Hombre 34 73 45 - 49 años Hombre 13 20 Mujer 39 Mujer 7

10 - 14 años Hombre 38 61 50 - 54 años Hombre 5 12 Mujer 23 Mujer 7

15 - 19 años Hombre 28 51 55 - 59 años Hombre 9 19 Mujer 23 Mujer 10

20 - 24 años Hombre 27 53 60 - 64 años Hombre 6 11 Mujer 26 Mujer 5

25 - 29 años Hombre 24 49 65 - 69 años Hombre 3 7 Mujer 25 Mujer 4

30 - 34 años Hombre 26 47 70 - 74 años Hombre 1 2 Mujer 21 Mujer 1

35 - 39 años Hombre 19 35 TOTAL Hombre 284 529 Mujer 16 Mujer 245 Fuente: Elaboración propia a partir del Padrón Municipal de Habitantes. A día 26 de febrero de 2016, el Servicio de Estadística del Ayuntamiento de Sevilla contabilizaba hasta 529 personas, 284 hombres y 245 mujeres. En general, se trata de una población muy joven (el 45,9 %): 197 son menores de 16 años, 107 niños y 90 niñas.

Figura 5. Lugar de nacimiento de la población

Lugar de nacimiento Sexo Habitantes TOTAL

España Provincia de Sevilla Hombre 210 392

485 Mujer 182

Otras Hombre 49 93 Mujer 44

Extranjero Portugal Hombre 23 42

44 Mujer 19

Otras Hombre 2 2 Mujer 0

Fuente: Elaboración propia a partir del Padrón Municipal de Habitantes.

Como muestra la Figura 4, existe una gran diversidad en cuanto al lugar de nacimiento; predomina la población procedente de la provincia de Sevilla, 392

personas, pero existe un número importante, 93 personas, que llegaron a El Vacie desde otros puntos del país. También resulta llamativo el número de extranjeros, sobre todo de origen portugués. Por otro lado, intentamos recoger información de los actores presentes en El Vacie, tanto por parte de la administración como de otro tipo de organizaciones. Algunas de ellas, que realizaron labores en el poblado, como Prodean o la Unión Romaní, ya no se encuentran en él o han reducido considerablemente su implicación; el resto, guarda un rotundo silencio. Solo la Asociación Aliento aceptó mantener un encuentro, en el que pudimos visitar el asentamiento y comprobar la situación en la que se encontraba26. Esta asociación gestiona una guardería en El Vacie desde el 2005, pero ejerce un papel de mucho mayor calado. Comenzó atendiendo a 30 niños, en una construcción tan humilde que la voluntaria que nos recibe describe como “una chabola más”; desde 2009, año en el que la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento le cedió una nueva instalación, atienden a unos 60 (niños de 0 a 8 años, aproximada mente a 30 por las mañanas y 40 por las tardes). Pero es mucho más que eso, debido a las necesidades de la población se ha convertido en un referente: ofrecen talleres por las tardes para la población en edad escolar y para las madres, reciben del

cartero la correspondencia de sus habitantes, o toman sus citas con el médico. Según nos relatan, han mejorado su situación considerablemente en los últimos años; al recudirse la población, cuentan con más recursos, y estos les proporcionan más posibilidades para actuar. En la guardería cuentan con 6 trabajadores y 25 voluntarios, y existe un trabajo coordinado entre todos los actores implicados y de todas las áreas: se reúne una vez cada dos meses una Mesa Estratégica, donde participan la administración autonómica y local y todas las entidades implicadas en el asentamiento, y una vez al mes las Mesas de Salud y Educación (en la que participan los colegios afectados). Sí reconocen estar preocupados por los embarazos de menores, los cuales se han producido varios

26 Visita realizada el 25 de mayo de 2016.

casos durante este año. Además, reconocen haber sufrido nuevo asalto (ocurrido la noche antes de nuestra visita), en el que sustrajeron las cámaras de foto que

empleaban para un taller con las mujeres del poblado. Al ser preguntados por los realojos realizados, afirman estar satisfechos

con los resultados obtenidos, de los que no pueden dar cuenta de ningún caso de fracaso, y nos confirman que existen varios programados para los próximos meses. En cambio, advierten del reto que supone continuar esta tarea, puesto que las familias que van quedando en el poblado son precisamente las que requieren un mayor esfuerzo; de hecho, reconoce la existencia de ciertos grupos que se oponen a su marcha (en todos los casos, para continuar un estilo de vida delictivo, fundamentalmente basado en el tráfico de drogas). Un proyecto europeo que reaviva la esperanza

En mayo de 2015, a las puertas de las elecciones municipales, el alcalde y candidato a la reelección, Juan Ignacio Zoido (el mismo que había entrado en El Vacie portando una pala cuatro años atrás), prometió de nuevo acabar con el núcleo si continuaba en su cargo27. Finalmente, los resultados de las elecciones no le fueron favorables.

Este nuevo intento de desmantelar el asentamiento se enmarca en un macroproyecto de regeneración en el norte de la ciudad, titulado Estrategia de Desarrollo Urbano Sostenible Integrado (EDUSI). El nuevo alcalde, Juan Espadas, lo retomó y, el pasado mes de enero, lo elevó al Ministerio de Hacienda y Administración Pública para solicitar la cofinanciación del proyecto por parte de los fondos europeos Feder (que aportan un 80 % del total del proyecto, unos 15 millones de euros, mientras que la administración local sumaría el 20 % restante, uno 3,7 millones). Al desmantelamiento de El Vacie, le acompañarían otras actuaciones urbanísticas en la misma área, hasta 72 iniciativas localizadas en los distritos Norte y Macarena, entre ellas, la mejora en las vías de comunicación, la potenciación del edificio CREA y el polígono Arte Sacro, reformas en zonas verdes,

27 ABC de Sevilla (15 de mayo de 2015)

la reurbanización de La Bachillera, o la reutilización de las naves de Renfe de San Jerónimo.

Este mes de octubre, Bruselas se ha pronunciado de forma positiva y Sevilla podrá poner en marcha este plan, con un desarrollo programado hasta 2020, en el que se destinarían 4.350.000 euros para financiar las intervenciones necesarias para eliminar el asentamiento. Según esta estrategia, en tres años habrán finalizado los realojos y, en el área donde aún reside su población se recuperaría como zona verde.

Esta gran inyección económica, reaviva una vez más la ilusión de toda una ciudad que, no obstante, permanece a la espera de ver los resultados para cantar victoria. Repasando su historia, es difícil evitar teñir de ironía la pregunta: “¿Será esta la definitiva?”.

Conclusiones

El chabolismo representa el fracaso de toda una sociedad, y este aún supone para Sevilla una tarea pendiente. No solo está en juego la vida de las personas que habitan las infraviviendas dispersas por su territorio, también lo está el futuro de la misma. Por ello, todo aquel que quiere hacerse con el gobierno municipal se ve en la necesidad de prometer su empeño en erradicar el asentamiento más importante, el símbolo de la exclusión y la marginalidad de una ciudad entera.

Durante décadas, ninguno ha sabido resolver la situación, ni en El Vacie, ni en otros casos. Con el actual estado de las cosas, su eliminación requiere de un trabajo continuado por parte de los poderes públicos, con la implicación de distintas administraciones; sin embargo, a pesar del enorme tiempo transcurrido y las numerosas oportunidades que este ha ido ofreciendo, no ha existido un empeño capaz de ponerle fin. Por el contrario, esta inoperancia ha alimentado el problema, y con los años ha arraigado con mayor fuerza; hoy, El Vacie y otras zonas de Sevilla ejercen de vertederos sociales, donde terminan los excluidos de los excluidos, y desde los poderes se tolera la asunción de este papel.

Mientras, se han ido sucediendo titulares jugosos y fotografías de portada junto a los chabolistas. Solo ha dominado cierto silencio durante la última década en lo que respecta a las acciones llevadas a cabo para el desmantelamiento progresivo de El Vacie. Este vacío informativo ha sido fundamental para no generar el rechazo social que sí tuvieron otras actuaciones y así facilitar el realojo de centenares de personas; pero, al mismo tiempo, esta estrategia no tiene en cuenta la necesidad de una pedagogía ciudadana que pudiera hacer frente a las voces que se oponen a la integración de una parte de la población de la ciudad.

Su punto y final puede estar más cerca tras la adjudicación de fondos europeos para tal efecto. Es una nueva gran oportunidad, aunque, a menos de Sevilla cure sus males, desde las instituciones a la calle, corre el riesgo de significar tan solo otro capítulo de esta historia infame.

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