El Papel Del PolíTico Y La CooperacióN Internacional
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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELAMINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA DEFENSA
UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL POLITÉCNICA DE LA FUERZA ARMADA
DECANATO DE POSTGRADONÚCLEO APURE
Asignatura: La Tecnología en el Proceso de Enseñanza y Aprendizaje
EL PAPEL DEL POLÍTICO Y LA COOPERCIÒN INTERNACIONAL
(Ensayo)
Facilitadora:
Dra. Mery J. Mirabal de T.
Participantes:
Charles Carvajal
Eva Rodríguez
Margarita Carreño
Zaida Maldonado
San Fernando de Apure, febrero del 2009
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El crecimiento demográfico acelerado, el derroche de los recursos
naturales, la degradación del medio, la persistente pobreza de gran parte de
la humanidad, la opresión, la injusticia y la violencia que aún padecen
millones de individuos, son algunos de los problemas que la comunidad
internacional enfrenta en la actualidad, que pueden variar en amplitud,
urgencia e imbricación de un país a otro, pero que la globalización sin
distinción alguna se encarga de poner de manifiesto.
Este escenario mundial, exige la implementación de medidas de
alcance global que deben surgir de la cooperación internacional. Para Delors
(1996) la educación se erige como una de las opciones fundamentales para
superar esta situación, siempre y cuando, la comunidad internacional se
enmarque en un convenio de cooperación internacional en materia de
educación que permita sumar esfuerzos y lograr una toma de conciencia
entorno a esta realidad global.
En este sentido, la cooperación internacional se instaura como una
necesidad en el área de la educación, que no solo es responsabilidad de los
sistemas educativos y agentes promotores de las políticas educativas, sino
de todos los miembros del colectivo.
Los sistemas educativos para Peano (s/f) citado por Delors (1996)
tienen la misión de formar a los individuos en la ciudadanía, lograr la
transmisión entre las generaciones de los conocimientos, la cultura y
desarrollar las actitudes personales. Tienen asimismo por misión dotar a los
individuos de las calificaciones que la economía necesitará en el futuro. (p.
187). En consecuencia, la educación es un pilar fundamental en el desarrollo
humano y económico de cualquier sociedad, por lo tanto, requiere de una
gran inversión, no solo económica sino también política para que a largo
plazo genere beneficios que favorezcan el desarrollo socioeconómico del
colectivo.
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Es por ello, que los sistemas educativos, ya sean estos de países en
desarrollo (mayor limitación financiera) o desarrollados (menor limitación
financiera) se enfrentan a una demanda cada vez más creciente de
educación que compromete significativamente el porvenir económico, social
y cultural de las colectividades. Estas demandas pueden puntualizarse en
tres contextos: el económico, donde las demandas están relacionadas con la
exigencia de mayor calificación y competencia; el científico, que reclama
créditos para investigación y enseñanza superior de alto nivel, productora de
nuevas generaciones de investigadores; el contexto cultural y educativo, que
aboga por medios para el desarrollo de la escolarización y de la formación,
así como, por un aumento constante de la educación de calidad. A este
respecto, para Delors (1996), en el trasfondo de estas demandas “se perfilan
expectativas legítimas que corresponden en su totalidad a las misiones
fundamentales de la educación” (p. 177).
En este contexto, las decisiones referidas a equidad y calidad en los
sistemas educativos que vayan en pro del desarrollo económico, social,
cultural, ético, tecnológico y comunicacional, deben ser vistas y entendidas
como “decisiones de sociedad, inspiradas en principios comunes” (Delors,
1996, p. 175), es decir, decisiones que involucran y afectan a todo el
colectivo. Es por ello, que en el campo de la educación la toma de decisiones
debe estar en estrecha y coherente relación con la formulación de
estrategias que aseguren el aprovechamiento racional de los beneficios que
ofrece actualmente la sociedad de la información.
Estas estrategias representan una especie de regulación de la
educación, que al mismo tiempo, determinan el papel de los políticos en la
toma de decisiones en educación, pues en palabras de Delors (1996) su
papel ha de estar comprometido con una visión de largo plazo que permita
“conseguir la estabilidad del sistema educativo y su capacidad para
reformarse, garantizar la coherencia del conjunto estableciendo al mismo
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tiempo prioridades y abrir un autentico debate de sociedad sobre las
decisiones económicas y financieras” (p. 175).
En este sentido, el político como principal responsable de tomar las
decisiones en educación, que son en escénica decisiones de sociedad, tiene
la tarea de establecer un amplio, participativo y democrático debate que
incluya a todos los colectivos, donde se ponga de relieve el análisis de
diversos temas para facilitar la evaluación del sistema educativo, sin perder
de vista varios aspectos esenciales, según afirma Delors (1996), en el ámbito
político, como son: guiar a todos los agentes de la educación hacia objetivos
colectivos respetando los valores comunes, administrar mejor los recursos
existentes sin menoscabo de la equidad y de la calidad, considerar a la
educación no solo como un gasto social, sino también como una inversión
económica y política, asumir que la educación constituye un bien de carácter
colectivo que no puede someterse a una regulación por el mercado.
En la misma línea, otra de las exigencias que los sistemas educativos
deben enfrentar es la referida al uso de las tecnologías de la información y
comunicación para que verdaderamente la educación y la sociedad se
encaminen en el siglo XXI. Es evidente que estas tecnologías están
generando cambios no solo en el ámbito de las actividades vinculadas con la
producción y el trabajo, sino que han logrado penetrar en el campo de la
educación y la formación. La incursión de las tecnologías de la información y
la comunicación en la educación ha generado un amplio y polémico debate
entorno a las amplias posibilidades que representan en la diversificación de
las fuentes de búsqueda del conocimiento.
A este respecto, es conveniente señalar ciertas cuestiones inherentes
a la utilización de las tecnologías de la información y la comunicación en la
educación, expresadas por Delors (1996):
La capacidad de acceso de los individuos a la información y de tratarla
va a resultar determinante para su integración no sólo en el mundo del
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trabajo sino también en su entorno social y cultural. Motivo por el cual,
los sistemas educativos para evitar que las desigualdades sociales
aumenten aún más, deben formar a todos los alumnos en el manejo y
dominio de estas tecnologías, orientando sus acciones hacia dos
objetivos bien definidos: (1) lograr una mejor difusión del saber y (2)
fortalecer la igualdad de oportunidades (p. 196).
Brindan diversidad de posibilidades y oportunidades en el plano
pedagógico para la educación de los niños y los adolescentes; además
representa un mejoramiento de la educación a distancia y de la
educación de adultos, de acuerdo con las condiciones particulares de
cada país. Asimismo, le permite a los docentes organizar con mayor
facilidad y creatividad los aprendizajes (p. 196). De allí, que el
desarrollo y uso de las tecnologías de la infamación y comunicación no
disminuye el papel de los docentes, sino que lo modifica profundamente
(p. 198).
Por consiguiente, el docente en la sociedad de la información no debe
y no puede considerarse como el único poseedor del conocimiento y limitar
su misión únicamente a trasmitir lo que sabe. Por el contrario, las tecnologías
de la información y comunicación han conllevado a que el docente se
replantee su rol en la educación y en la formación, ahora pasa a ser un
participante organizador de un proceso compartido, donde el saber es
colectivo y a él le corresponde prepararse de manera constante y continúa
para lograr un dominio real de estas tecnologías, con la intención de
proporcionarle a los alumnos las herramienta necesarias no solo para
aprender sino para buscar, seleccionar y procesar información con visión
reflexiva y critica de la realidad local y mundial.
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REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
Delors, J. (1996). La Educación Encierra un Tesoro. Informe a la
UNESCO de la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI.
Ediciones UNESCO. México.