EL PAPA SAN JUAN XXIII, EXTRATOS DE SUS MEDITACIONES Y ANÉCDOTAS BASADOS EN CUATRO DE SUS MEJORES...

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EXTRACTOS DE LOS LIBROS:Diario del Alma. Autor, Juan XXIII. Juan XXIII, Anécdotas de una vida, Autor, José Luis González Balado Juan XXIII, Autor, León Algisi. El Papa Juan, Ernesto Balducci, PARA MEDITAR CON LA CONSOLADORA VIDA DE ESTE GRAN PAPA DE LA IGLESIA.

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    MEDITACIONES Y ANCDOTAS DEl

    papa JUAN XIII ,

    PARA EL CONSUELO DEL ALMA

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    INDICE DE LOS EXTRACTOS:

    LIBRO 1: Diario del Alma. Autor, Juan XXIIIPg 1

    LIBRO 2: Juan XXIII, Ancdotas de una vida, Autor, Jos Luis Gonzlez BaladoPg 10

    LIBRO 3: Juan XXIII, Autor, Len Algisi.Pg17

    LIBRO4:El Papa Juan, Ernesto Balducci....Pg19

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    LIBRO 1:

    Diario del Alma.

    Autor, Juan XXIII

    Mi jornada debe ser siempre una ORACIN; la

    ORACIN es mi aliento" (Juan XIII, Diario del Alma)

    LO QUE HA HECHO POR M EL SEOR

    Qu delicioso es pensar en lo que hizo Jess para fundar la Iglesia! En vez de llamar de las academias, de las sinagogas, de las ctedras a los

    doctos, a los sabios, puso sus ojos amorosos en doce pobres pescadores, rudos

    e ignorantes. Les admiti a su escuela, les hizo las ms ntimas confidencias.

    Les hizo objeto de sus ternuras ms amorosas, les confi la gran misin de

    renovar la Humanidad.

    Para dilatar su reino, para participar de alguna manera en la obra de los

    Apstoles, Jess en el correr de los tiempos, se ha dignado llamarme tambin

    a m. Me ha sacado del campo desde pequeito, con afecto de madre amorosa

    me ha provisto de todo lo necesario. No tena pan y me lo busc, no tena

    para vestirme y me visti, no tena libros para estudiar y tambin pens

    en ellos. A veces me olvidaba de l y siempre me llam con dulzura; me

    enfriaba en su afecto y l me calent en su seno, con la llama en que arde

    perennemente su corazn. Los enemigos suyos y de la Iglesia me cercaron y

    me tendieron emboscadas, me arrastraron al medio del mundo, al fango, a las

    inmundicias, y l me preserv de todo mal y no permiti que el mar me

    engullese; para elevar mi espritu a ms fuertes sentimientos de fe, de

    caridad, me trajo a su tierra bendita, a la sombra de su Vicario, junto a

    las fuentes de la verdad catlica, junto a las tumbas de sus Apstoles, donde la

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    tierra est todava enrojecida por la sangre de sus mrtires y el aire est

    embalsamado con el perfume de santidad de sus confesores, y no se da reposo

    ni un instante, ni de da ni de noche, como no lo hiciera una madre con su hijo

    pequeo. Despus de todo esto, en recompensa de tantos cuidados, no sabe

    otra cosa que preguntarme con ansiedad: Hijo mo me amas? Seor,

    qu puedo responder? Mira mis lgrimas, fjate cmo palpita mi

    corazn, cmo tiemblan mis labios, cmo se escapa la pluma de mis

    manos Qu puedo decir yo? Domine, tu scis quia amo te.

    Que yo pueda amaros con el amor de Pedro, con el entusiasmo de

    Pablo y de vuestros mrtires; que a la caridad se una la humildad y el

    bajo aprecio de m mismo, el desprecio por las cosas del mundo, y

    despus HACED DE M LO QUE QUERIS: UN APSTOL, UN

    MRTIR, OH SEOR. (Ejercicios espirituales post captivitatem Babylonis, 10-20 diciembre, 1902, en el seminario de Roma, con el p. Francisco Pitocchi, con 21 aos, Diario del alma, pp. 157-58).

    "Los deberes de mi vida se compendian en estas tres palabras, slo

    debo hacer esto: CONOCER, AMAR, SERVIR A DIOS SIEMPRE Y A

    TODA COSTA; la voluntad de Dios debe ser la ma, la nica que debo buscar

    incluso en las cosas ms pequeas"(Ejercicios espirituales para subdiaconado,

    seminario de Roma, 1-10 de abril-1903, con 21 aos, p. 200)

    "...pensar que Jess pas treinta aos de su vida oculta, siendo Dios,

    siendo el esplendor de la sustancia de Padre, habiendo venido a salvar al

    mundo, y que hizo esto solamente para ensearnos cun necesaria es la

    humildad y cmo debe practicarse... Y yo, tan gran pecador, miserable en

    exceso, no pienso ms que en complacerme de m mismo, en complacerme

    por los triunfos con vistas a un pequeo honor mundano; no s concebir ni

    siquiera el pensamiento ms santo, sin que se introduzca en l el gusto de mi

    propia reputacin ante los dems, aunque aparente devocin, espritu de

    caridad y devocin, no s soar con un ideal pursimo, sin que el otro "yo"

    venga a buscar su parte, quiera hacerse ver, hacerse admirar de prximos y

    lejanos, de todo el mundo, si posible fuera. Y lo peor es que yo, en ltimo

    trmino, no s adaptarme sino con gran esfuerzo a la idea del verdadero

    escondimiento, segn lo practic y me lo ense Jesucristo." (id. p.205)

    "Lo mismo que un resplandeciente rayo de sol disipa de repente las

    nubes del cielo y devuelve la vida, as mi buen Maestro se ha dignado

    elevarme, esclarecerme en este da, que es para m quiz el ms solemne

    (jueves santo). Me he sentido inundado de una gran paz, cuando me he

    acercado a recibirlo; he sentido todo el gozo de su presencia, he escuchado

    con emocin su ltimo discurso, las ltimas palabras de adis, y

    TEMBLANDO DULCEMENTE EN TODO MI SER POR NO S QU

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    TERNURA QUE ME HUMEDECA LOS OJOS, LE HE ACOMPAADO

    AL REPOSO DEL MONUMENTO". (id. p.206)

    Imitacin de Cristo: Cuatro cosas que causan gran paz: procura, hijo, hacer antes la voluntad de otro que la tuya. Escoge siempre tener menos

    que ms. Busca siempre el lugar ms bajo y est sujeto a todos. Desea

    siempre, y ruega que se cumpla la voluntad de Dios. (Id. Ejercicios espirituales en Groppino, 10 de agosto de 1914, tras diez aos de sacerdocio,

    secretario de Mons. Radini, 32 aos. p.264)

    "En cuatro aos de guerra, transcurridos en medio de un mundo

    convulso cuntas gracias me ha concedido el Seor, cuntas experiencias,

    cuntas ocasiones de hacer el bien a mis hermanos! Jess mo, te lo agradezco

    y te bendigo. Conservo el recuerdo de las muchas almas de jvenes con

    quienes he entrado en contacto durante ese tiempo: a no pocas las he

    acompaado hasta la otra vida. Ahora me siento emocionado, y el pensar que

    rogarn por m me da consuelo y aliento." (Fue llamado a filas como

    consecuencia de la declaracin de guerra contra Austria, el 24 de mayo de

    l915, con 33 aos, y destinado a los hospitales de Brgamo, primero como

    suboficial y luego, a partir del 28 de marzo de 1916, como capelln; fue

    licenciado el 10 de diciembre de 1918, con 37 aos. El texto es de su Diario,

    p. 271, la nota, de la p. 269)

    "La breve experiencia de estos meses de episcopado me viene a confirmar

    que, para m, no hay nada mayor en la vida que llevar la cruz, segn el Seor

    me la pone sobre los hombros y en el corazn. Debo considerarme como el

    hombre de la cruz y amar la que Dios me da, sin pensar en otra cosa. Todo lo

    que no es honra de Dios, servicio a la Iglesia y bien de las almas debe ser

    accesorio y sin importancia para m." ( En Roma, haciendo ejercicios

    espirituales en el monasterio de san Pablo, 27 de noviembre-2 de diciembre,

    1926, con 45 aos. visitador apostlico en Bulgaria , Diario, p. 284).

    "Para m debe ser una perenne invitacin la imagen de San Francisco de

    Sales, que me gusta repetir entre otros: "Yo soy como un pajarillo que canta

    en un bosque de espinas". As, pues, pocas confidencias sobre lo que pueda

    hacerme sufrir. Mucha discrecin e indulgencia en el juicio de personas y

    situaciones; inclinacin a orar especialmente por quien me fuere motivo de

    sufrimiento; y en todo, GRAN BONDAD, PACIENCIA SIN LMITES,

    recordando que cualquier otro sentimiento -a lo macednico, como se puede

    decir aqu- no est de acuerdo con el espritu del Evangelio, ni de la

    perfeccin evanglica. CON TAL DE HACER QUE TRIUNFE LA

    CARIDAD A TODA COSTA, PREFIERO SER TENIDO POR UN POBRE

    HOMBRE. Me dejar aplastar, pero QUIERO SER PACIENTE Y BUENO

    HASTA EL HEROSMO. Slo entonces ser digno de que me llamen obispo

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    perfecto, y merecer participar en el sacerdocio de Jesucristo, quien, al precio

    de sus condescendencias, humillaciones y sufrimientos, fue el verdadero y

    nico mdico y salvador de toda la humnidad: "cujus livori sanati sumus"

    (Retiro anual en la casa de los padres pasionistas de Ruschuk, 28 de abril-4 de

    mayo, 1930, con 48 aos, Diario, p. 293).

    Reanudo mi trabajo decidido siempre a redimere tempus. En esto tengo que insistir y castigar sin piedad el cuerpo y el espritu. Quiero y debo

    rendir ms, incluso en mi actual ministerio (En Bulgaria casi no poda ejercer su ministerio pastoral por la escasez de catlicos, y los pocos que haba estaban muy

    dispersos; y tambin las enemistades de stos con los ortodoxos, se lo ponan muy

    difcil; estaba entre dos fuegos) Por tanto, mayor escrpulo en el uso de mi

    tiempo: hacer todo pronto y bien; no aguardar, no poner las cosas secundarias

    antes que las principales; siempre rpido, ocupado, sereno. Pero sobre todo et in omnibus preocupado por expresar en mi vida interior y en mi actividad exterior la IMAGEN DE JESS MITIS ET HUMILIS CORDE. DEUS ME

    ADIUVET. (Breve retiro espiritual en Bujukada, junto al Bsforo, casa de los padres conventuales, 18-21 de junio, 1931, con 49 aos, Diario, pp. 296-

    97).

    La prolongada vida de representante pontificio en este pas me acarrea con frecuencia agudos e ntimos sufrimientos, que me esfuerzo por ocultar.

    PERO TODO LO SOPORTO Y SOPORTAR DE BUEN GRADO,

    INCLUSO GOZOSAMENTE POR AMOR A JESUS, PARA

    ASEMEJARME A L LO MS POSIBLE, PARA HACER EN TODO SU

    SANTA VOLUNTAD, por el triunfo de su gracia en medio de este pueblo

    sencillo y bueno pero cun desventurado!-, para el servicio de la Santa Iglesia y del santo padre, para mi santificacin. Domine, tu omnia nosti, tu scis quia te amo (Retiro espiritual en Sofa, con los padres capuchinos, 4-8 de septiembre, 1933, con 51 aos. Diario, p. 298).

    Para el cristiano, para el eclesistico, la idea de ser pecador NO ES EN ABSOLUTO DEPRESIN DE ESPRITU SINO ABANDONO CONFIADO

    Y HABITUAL EN EL SEOR JESS, que nos ha redimido y perdonado (Ejercicios espirituales en la casa de las religiosas de Ntra. Sra. De Sin, junto

    al Bsforo, 25 de noviembre- 1 de diciembre, 1940, delegado apostlico en

    Turqua y Grecia, con 59 aos, meditando el salmo Miserere por invitacin del papa Po XII; haba empezado la segunda guerra mundial, Diario, p. 319).

    La manifestacin de las cosas inciertas y ocultas de la Divina Sabidura vienen por s mismas. EL AMOR A LA VERDAD ES UNA

    INFANCIA PERENNE, FRESCA, DELICIOSA (Meditando tambin el salmo Miserere en el versculo: Asperges me hisopo et mundabor, p. 323).

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    LA DULZURA ES LA PLENITUD DE LA FUERZA (Ejercicios espirituales con su clero en la Delegacin de Estambul, 25-31 de octubre de

    1942, con 60 aos, muy cerca de los 61. Esta frase la cita monseor Roncalli

    tomada de un autor de apellido Gratry y que su vez la cita el cardenal Mercier,

    Diario, p. 338).

    Familiaridad con el pensamiento de la muerte que sirve para dar tanta soltura y alegra a la vida. (En los mismos ejercicios, p. 339).

    Recuerdo el elogio de san Fulgencio hecho por san Isidoro de Sevilla y que figura entre mis notas de los Ejercicios de 1942 en Estambul. Es una

    pgina estupenda Debo fijarme especialmente en la inter omnia et castitatis eminentiam, como repite san Isidoro y como yo deseo conseguir a toda costa. Pondr cuidado a este respecto, en las conversaciones, que deben

    caracterizarse por la ausencia de todo juicio temerario y de toda falta de

    respeto a la dignidad episcopal de quienquiera que sea y a los superiores

    eclesisticos ms o menos elevados, de los que depende la nunciatura. An a

    precio de mortificaciones ntimas y de humillaciones ms personales, quiero a

    todo trance conseguir esto. Y dgase lo mismo de la benignitas y charitas, de la hospitalidad en la nunciatura. San Isidoro dice que Diversorium episcopi cunctorum debet esse receptaculum. Mi temperamento y la educacin recibida me ayudan en el ejercicio de la amabilidad con todos, de la

    indulgencia, de la cortesa y la paciencia. NO ME APARTAR DE ESE

    CAMINO. Sn Francisco de Sales es mi gran maestro. Ojal me asemejase a

    l de veras en todo! Con tal de no faltar al gran precepto del Seor, estar

    dispuesto a afrontar incluso burlas y desprecios. El mitis et humilis corde no dejar de ser la aureola ms resplandeciente de un obispo y de un

    representante del Papa. Qudese para los dems el acopio de astucia y de la

    llamada destreza diplomtica: YO SIGO CONTENTNDOME CON MI

    BONDAD Y SENCILLEZ DE SENTIMIENTO, DE PALABRA, DE

    TRATO. Al final, las cuentas resultan siempre ventajosas para quien permanece fiel a la doctrina y a los ejemplos del Seor. ( Ejercicios espirituales, 8-13 de diciembre, 1947, Pars, Clamart, Villa Manresa de los

    padres jesutas, nuncio en Pars desde el 1 de enero de 1945, con 66 aos,

    Diario, pp. 347-48).

    Cuanto ms voy madurando en aos y experiencia, ms me convenzo de que el camino ms seguro para mi santificacin personal y para el mejor

    resultado para el servicio a la Santa Sede es siempre el esfuerzo vigilante por

    reducir todo principios, directrices, posiciones, asuntos-, AL MXIMO DE SENCILLEZ Y DE CALMA, con cuidado de podar en todo tiempo mi via,

    de lo que slo son hojas o ramas intiles, marchando derecho a lo que es

    VERDAD, JUSTICIA Y CARIDAD; sobre todo caridad. Cualquier otro

    sistema de actuacin no es ms que jactancia y afn de afirmacin personal,

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    que pronto se traiciona y resulta molesta y ridcula. Oh la sencillez del

    Evangelio, del libro de la Imitacin de Cristo, de las Florecillas de san Francisco, de las pginas ms exquisitas de san Gregorio en los Moralia: Deridetur justi simplicitas, con lo que sigue! Todos los sabios del siglo, todos los astutos de la tierra, incluso los de la diplomacia vaticana, qu papel

    ms mezquino representan, PUESTOS A LA LUZ DE GRACIA QUE

    EMANA DE ESA GRANDIOSA Y FUNDAMENTAL ENSEANZA DE

    JESS Y DE SUS SANTOS! Esta es la habilidad ms segura, que confunde

    la sabidura del mundo y se adapta igualmente bien o incluso mejor- con exquisitez y autntico seoro, a lo que hay de ms alto en el orden de la

    ciencia tambin de la ciencia humana y de la vida social- en conformidad con las exigencias de tiempos, lugares y circunstancias. SEOR JESS,

    CONSERVADME EL GUSTO Y LA PRCTICA DE ESTA SENCILLEZ

    QUE, MANTENINDOME HUMILDE, ME ACERCA MS A VUESTRO

    ESPRITU Y ATRAE Y SALVA A LAS ALMAS. (Retiro espiritual en el monasterio benedictino del Sagrado. Corazn, en Calcat, Dourgne, 23 - 27 de

    noviembre, 1948, nuncio en Pars, con 67 aos, Diario, p. 350)

    As termina, como conclusin de mis veinticinco aos de episcopado, el captulo de la Imitacin con que los comenc (nemo bonus nisi solus Deus Lc. 18,19-, qui est super omnia laudandus et in omnibus benedicendus), lo cual me deja siempre para mortificacin saludable de mi espritu, el recuerdo de mis culpas cogitatione, verbo et opere-, cuntas, cuantas en veinticinco aos! Y me permite a la vez la inextinguible confianza

    de mi sacrificio diario, hostia divina e inmaculada, ofrecida pro innumerabilibus peccatis et offensionibus et negligentiis meis. Veinticinco aos de misas episcopales, ofrecidas con todo el esplendor de las buenas

    intenciones y tambin con todo el polvo del camino, qu misterio de gracia y a la vez de confusin! La gracia de las ternuras de Jess pastor et episcopus para con el que eligi para sacerdote suyo; la confusin de ste QUE NO ENCUENTRA CONSUELO SINO EN EL ABANDONO. (Breve retiro en Orn, Argelia, 6-9 de abril, 1950, viernes, sbado santo y Pascua, en

    la casa de monseor Lacaste obispo de Orn, en el 25 aniversario de su

    consagracin episcopal, nuncio en Pars, con 68 aos, Diario, p. 355).

    Mi presente. Aqu estoy en vida, con 69 aos en curso, postrado ante el crucifijo, para besarle el rostro y las llagas santsimas, para besarle el

    corazn descubierto; aqu estoy en acto de amor y de dolor. Cmo no renovar

    a Jess mi agradecimiento por encontrarme todava joven y robusto de cuerpo,

    de espritu, de corazn? El nosce te ipsum ME MANTIENE HUMILDE Y SIN PRETENSIONES. Algunos se fijan en mi pobre persona con admiracin

    y simpata; pero, gracias a Dios, YO ME AVERGENZO DE M MISMO,

    DE MIS INSUFICIENCIAS, DE LO POCO QUE SOY PARA UN PUESTO

    TAN IMPORTANTE, donde el Santo Padre me quiso y me mantiene por su

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    bondad. Desde hace tiempo y sin esfuerzo HAGO PRETENSIN DE

    SENCILLEZ, reprendiendo amablemente a todos los espritus que, en la

    bsqueda de las dotes de un diplomtico de la Santa Sede, prefieren las

    apariencias de la envoltura exterior al fruto sano y maduro. Y sigo fiel a mi

    principio, que sigue teniendo, segn me parece, un puesto de honor en el

    sermn de la montaa: bienaventurados los pobres, los mansos, los pacficos,

    los misericordiosos, los que tienen sed de justicia, los puros de corazn, los

    atribulados, los perseguidos, el judicium mortis, cuando nos lo hacemos familiar, es bueno y til para mortificar la vanidad, para imponer a todo el

    sentido de la mesura y de la calma Me reserva todava el Seor algunos o tal vez bastantes aos de vida? Me querr pronto en la patria celestial? Le

    dar gracias por ello, pero siempre suplicndole que no me conserve en la

    tierra si soy intil para la Santa Iglesia o sirvo de estorbo. Pero tambin en

    esto LA SANTA VOLUNTAD DEL SEOR Y NADA MS, Voluntas Dei pax nostra. (El mismo retiro en el mismo lugar, pp. 355-57).

    Llevo conmigo el sentimiento de confusin y dolor pro innumerabilibus peccatis e ofensionibus et negligentiis meis, por lo poco que he sacado en limpio y por lo mucho ms que habra podido y debido hacer en

    servicio del Seor, de la Santa Iglesia, de las almas. Pero, a la vez, no puedo

    olvidar el cmulo de gracias y misericordias con que Jess me obsequi

    generosamente contra todo merecimiento mo. Por eso semper laus eius in ore meo. Simplicitas cordis el labiis. Cuanto ms avanzo, mejor advierto la dignidad y hermosura conquistadora de la sencillez en el pensamiento, en el

    trato, en las palabras. Una tendencia que se aplica a simplificar todo lo que es

    complejo, a reducir todo al mximo de espontaneidad y claridad, sin

    preocuparse por primores y embrollos de pensamiento o palabra. Simplicem esse cum prudentia. El lema de san Juan Crisstomo cunta doctrina en dos frases!. AMABILIDAD, CALMA Y PACIENCIA IMPERTURBABLE.

    Debo recordar siempre el sermo mollis frangit iram. Cuntos fracasos nacen de la aspereza, de la impulsividad, de la falta de aguante! A veces, el

    temor de ser menos apreciado, de aparecer como gente de poco valor, se

    convierte en acicate para mantenerse erguido, para darse tono, para imponerse

    un poco. Eso es contrario a mi carcter. El ser SENCILLO, SIN

    PRETENSIN ALGUNA, A M NO ME CUESTA NADA, Y es una gran

    gracia que el Seor me concede. Quiero continuar y hacerme digno de ella. Retiro espiritual en Montmartre, religiosas del Carmelo, jueves-sbado santo,

    10-12 de abril, 1952, con 70 aos, nuncio en Pars, pp.358-59).

    Slo deseo que mi vida acabe santamente. Temo ante el pensamiento de tener que soportar dolores, responsabilidades, pruebas superiores a mis

    pobres fuerzas, (ya habas pasado por muchas y seguas en Pars pasndolas; eras la

    humildad en persona!) pero CONFO EN EL SEOR, SIN PRETENSIN

    ALGUNA DE TRIUNFOS O MRITOS LLAMATIVOS Y SINGULARES.

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    (tu sencillez, mansedumbre y humildad haban llamado la atencin y los comentarios de

    toda clase de personas en Pars y en cualquier ciudad o lugar por donde pasabas).

    Estar atento a una piedad religiosa ms intensa. Evitar el exceso de prcticas

    secundarias y nuevas, antes bien, fidelidad a las fundamentales CON

    FERVOR VIBRANTE. Santa Misa, breviario, rosario, meditacin, lecturas

    edificantes, UNIN NTIMA Y FRECUENTE CON JESUS

    SACRAMENTADO. Me parece tener la conciencia en paz, y confo en Jess,

    en su Madre y ma gloriosa y amantsima, en san Jos, el santo predilecto de

    mi corazn, en san Juan Bautista, en torno al cual me gusta ver reunida a mi

    familia y parentela segn la carne y la sangre. Y me dispongo a subir al

    templo del Sagrado Corazn que me aguarda para una noche luminosa y

    solemne, que quiere ser smbolo de la resurreccin de las almas, de la Santa

    Iglesia y de las naciones. La cruz de Jess, el Corazn de Jess, la gracia de

    Jess: eso es todo sobre la tierra; es el comienzo de la gloria futura reservada a

    los elegidos para siempre: Cor Jesus, vita et resurrectio nostra, pax et reconciliatio nostra, salus in te sperantium, spes in te movientium, deliciae

    sanctorum omnium. Cor Jess, miserere nobis. (El mismo retiro en el mismo lugar, con 70 aos, p.360)

    Desde abril del ao pasado, cuando me recog a la sombra del Sagrado Corazn en Montmartre, Pars, hasta mayo de este ao, que me encuentro aqu

    a los pies del Grappa como cardenal y patriarca de Venecia, qu

    transformacin se ha operado en torno a m! No s en qu detenerme ms: en

    el laetatus sum in his quae dicta sunt mihi, con lo que sigue, o ms bien en mi confusin, que me lleva a SENTIMIENTOS DE HUMILDAD Y DE

    ABANDONO EN EL SEOR. ES L QUIEN REALMENTE HA HECHO

    TODO, Y LO HA HECHO SIN M , QUE NI REMOTAMENTE HABRA

    PODIDO IMANIGAR O ASPIRAR A TANTO. Un motivo de gozo interior

    es que el conservarme humilde y modesto no me cuesta gran trabajo y

    responde a mi temperamento natural. Envanecerme o enorgullecerme, de

    qu, Seor mo? meritum meum no es todo miseratio Domini? (Retiro espiritual con los obispos de la provincia trivneta en Fietta, en el edificio del

    seminario de Venecia, siendo patriarca de esta ciudad y dicesis, 15-21 de

    mayo, 1953, con 71 aos, p. 361).

    Dos espinas dolorosas tengo ya aqu, entre tanto esplendor de dignidad eclesistica y de respeto, como cardenal y como patriarca. La exigidad de los

    ingresos de la mesa y la turba de pobres y de solicitudes de empleos y ayudas. Sin embargo, me gusta bendecir al Seor por esta pobreza un tanto

    humillante y a menudo embarazosa. Gracias a ella, me parezco ms a Jess

    pobre, y a san Francisco, seguro como estoy de que no morir de hambre.

    Bienaventurada pobreza, que me asegura una mayor bendicin para lo dems

    y para lo que es ms importante en mi ministerio pastoral! La entrada triunfal

    en Venecia y estos dos primeros meses de contacto con mis hijos son una

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    prueba de la bondad natural de los venecianos para con su patriarca: me

    proporcionan un gran aliento. No quiero imponerme otros preceptos. Seguir

    por mi camino y con mi temperamento. HUMILDAD, SENCILLEZ,

    FIDELIDAD verbo et opere AL EVANGELIO, CON MANSEDUMBRE INTRPIDA, CON PACIENCIA INEXPUGNABLE, CON CELO

    PATERNAL EN INSACIABLE POR EL BIEN DE LAS ALMAS. Veo que

    se me escucha de buena gana y mi palabra sencilla va directamente al corazn.

    Pondr, sin embargo, sumo cuidado en prepararme bien, para que mis

    discursos tengan siempre dignidad y logren cada vez mayor edificacin. (El mismo retiro en el mismo lugar, p. 363).

    El curso de mi vida en estos dos aos -28 de octubre de 1958 hasta el 27 de noviembre de 1960-, registra una intensificacin espontnea y ferviente

    de la unin con Cristo, con la Iglesia y con el paraso que me aguarda.

    Considero como indicio de una gran misericordia del Seor Jess para

    conmigo, este conservarme su paz y las seales, incluso externas, de su gracia,

    que explican, por lo que oigo decir, LA PERENNIDAD DE MI CALMA.

    Este, me permite disfrutar de una sencillez y dulzura de espritu que me

    conserva siempre en todo momento de mi jornada, la disposicin a dejar todo

    y partir an inmediatamente para la vida eterna.

    Mis defectos y miserias, por los que pro quibus innumerabilibus peccatis et offensionibus et negligentiis meis- ofrezco a diario la misa, son

    para m motivo de interna y continua confusin, la cual no me permite

    enaltecerme en modo alguno, si bien tampoco debilita mi confianza, mi

    abandono en Dios, CUYA MANO CARIOSA SIENTO SOBRE M

    SOSTENINDOME Y ANIMNDOME. Ni siquiera siento tentaciones de

    envanecerme o complacerme. Lo poco que s de m mismo basta para confundirme, (como dice la hermosa frase puesta por Manzoni en labios del cardenal Federico). In te Domine speravi, non confundar in aeternum.

    A mis ochenta aos comenzados lo que importa es eso: humillarme,

    confundirme en el Seor y permanecer en actitud de confiada espera en su

    misericordia, para que me abra la puerta de la Vida Eterna. Jess, Jos y

    Mara, en vos descanse en paz el alma ma. (Retiro espiritual en el Vaticano, 27 de noviembre al 3 de diciembre, 1960, con 79 aos, p. 380).

    Lo confieso. Fue una inspiracin repentina en m. De nio, muy nio todava, observ la devocin privada a la preciossima sangre de Jess en mi

    anciano to Javier, el primognito de cinco hermanos Roncalli, y en realidad,

    el primer iniciador en la prctica religiosa de que brot muy pronto,

    espontneamente dira yo, mi vocacin sacerdotal. Recuerdo los libros de

    devocin de su reclinatorio, y entre estos uno: Preziosissimo Sangue, que le serva durante el mes de julio. Oh recuerdos santos y benditos de mi infancia!

  • 12

    Qu preciosos me resultis a la luz de este atardecer de mi vida, para precisar

    los puntos fundamentales de mi santificacin y como visin consoladora de lo

    que uno espera como humildemente confo- en la eternidad. Cruz y eternidad: pasin de Cristo a la luz de la interminable eternidad. QU

    DULZURA, QU PAZ! As y siempre as debe ser vivificada la vida que

    todava me queda por vivir aqu abajo, a los pies de la cruz de Jess

    crucificado, regada con su preciossima sangre y con las lgrimas de la

    Dolorosa Madre de Jess y Madre ma. (El mismo retiro en el mismo lugar, p.

    386).

    La fuente de todo sacerdocio es Cristo, como dice Sto. Toms. Esto debe decirse del papa eminenter, y por la conciencia del papa que se siente investido de la presencie, de la gracia, de la luz de Cristo y a l se encomienda

    en todo, pensamientos y operaciones en las mltiples expresiones de su

    actividad apostlica. BASTA LA PREOCUPACIN DEL PRESENTE: no

    hace falta gastar imaginacin y ansiedad para construir el futuro. El Vicario de

    Cristo sabe lo que quiere de l, no es preciso que se adelante a darle consejos

    o anticiparle proyectos. Regla fundamental de la conducta del papa es esta de

    contentarse siempre con su estado presente, y de NO ANGUSTIARSE POR

    EL FUTURO, SINO ESPERARLO DEL SEOR, sin hacer sobre l clculos

    o previsiones humanas, y guardndose, incluso de hablar de l con seguridad y

    ligereza con cualquiera. La experiencia de estos tres aos de mi servicio

    pontifical que tremens et timens, acept en pura obediencia a la voluntad del Seor es:absoluto abandono en Dios en cuanto al presente, y perfecta tranquilidad en cuanto al futuro (Retiro espiritual como preparacin al cumplirse el octogsimo ao de mi vida en noviembre de ese ao-, Castelgandolfo, 10-15 de agosto, 1961, con 79 aos, p. 393).

    * * * * *

    2 LIBRO:

    Juan XXIII, Ancdotas de una

    vida,

    Autor, Jos Luis Gonzlez

    Balado, Madrid, 2000, PPC. (Extractos)

  • 13

    An no nos hemos dado cuenta de que en el quinquenio juaneo, casi

    inadvertidamente, algo se puso en movimiento en inspir un cambio positivo

    ad intra y ad extra de notable calado, como una renovada tensin contemplativa y apostlica de la Iglesia de Cristo. (Walter Lippman) (p.321)

    Cmo pudo un eclesistico de este jaez, que deca de s mismo No me cuesta reconocer y repetir que no soy nada ni valgo absolutamente nada, conjugar conservadurismo y renovacin, no es un misterio. Lo logr

    mediante la obediencia al Espritu, el esfuerzo de imitacin de los paladines

    de la fe y de la santidad y la docilidad al dinamismo nsito en el mensaje

    evanglico: Nadie sentir siquiera la tentacin de pensar escribi el cardenal Garrone- que la eficacia singular del ministerio de este Papa no

    tenga ninguna relacin con su actitud interior. Nadie osar afirmar que una

    audacia tan extraordinaria, felizmente recompensada, haya de explicarse a

    pesar de esta sorprendente continuidad interior con la tradicin sacerdotal.

    La intimidad evanglica de Juan XXIII se manifest en la actividad exterior;

    Dios pudo servirse de l porque no opuso ninguna resistencia. As pues, no

    pese a su profunda fidelidad sino a causa de la misma rompi muchas

    barreras. (p. 323)

    Un diario espiritual que no tiene nada, absolutamente nada, de los grandes diarios espirituales, de las sugestivas pginas autobiogrficas de los

    msticos, que no conoce manifestaciones sobrenaturales sorprendentes, el

    humilde diario de un seminarista, de un buen cura, de un obispo, cuya

    hermosura radica slo en un CONSTANTE CANDOR CASI INFANTIL Y EN

    EL DESCUBRIMIENTO DE UNA SERENIDAD INTERIOR QUE NO

    DESFALLECE, ANCLADA COMO STA EN TODO MOMENTO EN LA

    VOLUNTAD DIVINA. Es esto lo que ha impresionado al mundo como el de

    nuestros das, que se dira que presta atencin exclusivamente a lo

    sensacional (Cardenal Lercaro). (p.210)

    La diferencia que yo notaba entre Po XII y Juan XXIII la resumira de esta manera: A Po XII lo admiraba todo el mundo. A Juan XXIII todo el

    mundo le quera. Y en tanto la admiracin en cierto sentido, distancia, el

    cario aproxima. Por esto, todos consideramos a Juan XXIII tan cercano a

    cada uno de nosotros, como un amigo y un padre (Cardenal Tarancn). (P.212)

    Algn pensamiento que consideraba el Papa til para su alma lo copiaba en un cuadernillo que tena siempre al alcance de su mano, como ste de

    Antonio Rosmini: Jess no alab nunca las dotes de inteligencia sino las del corazn. Ingenio lo posee tambin el demonio, el ser ms malvado que existe;

    pero no corazn. Los hombres aman ms un buen corazn que una gran

    inteligencia. De hecho, tambin en el mundo se considera peligrosos a los

  • 14

    grandes ingenios, que tienen muchos enemigos, en cambio, quienes est

    dotados de un gran corazn son amados por todos.

    Este gran Papa ha sido humilde. El Espritu Santo no ha encontrado obstculos en l, por lo que han bastado pocos meses de pontificado para que

    se abriese a la gracia una brecha que durar siglos. Por esa brecha pasar el

    Espritu sin que nada lo pueda detener. Juan XXIII ha sido el Papa de la

    esperanza, y qu esperanza! Claro, habamos credo siempre que un da

    habr un solo rebao bajo un solo pastor, pero al final de los tiempos. Hoy

    sabemos que esa realidad est en marcha y que esa marcha durar milenios,

    pero que ha empezado ya. Bendito sea Juan XXIII por haber bendecido a

    todos los hombres, por haber dirigido a todos la palabra como un padre

    amoroso, por haber amado a este mundo tal como lo han engendrado tantos

    males y tantos crmenes, pero tambin el genio y la santidad. Su recompensa

    es la de haber sido escuchado y comprendido por la humanidad entera,

    incluidos aquellos que est separados de la vieja madre Iglesia, y hasta por

    los filsofos que han decretado la muerte de Dios. Y nosotros, sus hijos hemos

    tomado conciencia, gracias a l, de que, a pesar de unas estructuras

    gastadas, el agua viva de los primeros das sigue brotando. (Paul Mauriac) (p.49)

    El que hemos recibido ha sido un Papa, un anciano Papa, procedente de los pobres. Este Papa ha aceptado la velocidad de nuestro tiempo Ha tendido los brazos al mundo entero y lo ha abrazado. Ha estado cerca de

    todos Fue testigo humilde, fiel y sonoro de un Dios paterno y bueno. Testimonio que le perteneca como a cualquier humano. Nos ha anunciado y

    recordado que el evangelio de Cristo debe ser proclamado en lenguas

    humanas, que no se le puede separar del lenguaje de Cristo, de ese lenguaje

    que es la bondad tan devaluada en el mundo, es con nuestro corazn la carne

    de la caridad (Madeleine Delbrel)

    Los observadores atentos de los hechos, y los investigadores del

    pensamiento, se encuentran frente a frente a un cristiano dispuesto a dejarse

    guiar y transformar por el Espritu hasta el punto de no pertenecer a s

    mismo, para identificarse con los indigentes y poco apreciados, que Cristo

    eligi en primer lugar y envi al mundo como mensajeros de liberacin y

    salvacin. El secreto del xito de Roncalli est en la matriz tradicional y,

    pese a todo, dinmica de su formacin y cultura eclesistica. Est en la

    aparente paradoja entre el severo conservadurismo y la humana y

    evanglica apertura. (pp.329-30)

    Hablar a los pequeos, tratar a los enfermos y ancianos, acoger complacido a los huspedes, partir el pan en fraternidad con todo el que se

    le acercaba, constituan los momentos ms bellos de innata y educada

  • 15

    inclinacin a comunicar y difundir la riqueza de su exquisita sensibilidad

    sacerdotal. (p.333)

    El papa Juan, el bueno, no suscita nostalgias, que equivaldra mirar hacia atrs; ms bien nos estimula a emprender la aventura del testimonio,

    y nos invita a reabrir el Libro Divino para descubrir su inspiracin para la

    FIDELIDAD y la RENOVACIN, binomio acuado por l como hilo

    conductor del Concilio Vaticano II y de su fiel actuacin.

    Este ngelo Giuseppe, ngel del Seor, renueva ahora la advertencia de vigilar cuando desciende la noche; de prestar atencin, de no rendirse a las modas recurrentes y cambiantes; y lo hace con autoridad de los

    carismas recibidos, la elocuencia del ejemplo y la fuerza de la bondad. (p.336)

    El pontificado, breve pero intenssimo de Juan XXIII dio enseguida la sensacin de su alma privilegiada. La oracin y las lgrimas del mundo

    con motivo de su muerte envidiable, han dejado el presentimiento de una

    gloria imperecedera; pero SU COLOQUIO CON EL SEOR que ahora se

    nos desvela (cuando recibi y ley el Diario del alma su secretario Mons.

    Loris Capovilla) confiere a tal sensacin una medida insospechada, que

    produce vrtigo y brinda a tal presentimiento una explicacin que tiene EL

    RESPLANDOR DE LOS DONES DEL ESPRITU SANTO Un sentimiento que no dudo en definir como asombroso, penetra de manera

    saludable en el corazn de nosotros los hombres de iglesia, cuando vemos

    el ejemplo y el sumiso pero perentorio reclamo que proviene del

    aniquilamiento asctico por parte de quien como l se vio colocado en el

    trono ms augusto de la tierra y SE GRANJE, ACASO SIN

    COMPARACIN EN LA HISTORIA, LA SIMPATA, EL APLAUSO, EL

    AMOR DE TODO EL MUNDO (pp. 288-89, palabras del cardenal Ottaviani en una carta a Mons. Capovilla).

    El que sera saludado lricamente como vendimiador de las vias de la esperanza, colono del arado ms profundo, seor de gentes sin

    fronteras (M. Vincieri), emprendi en Roma el itinerario que lo conducira a predicar y testimoniar unidad, libertad y paz donde quiera que

    lo destinara la Providencia. Los unos con los otros y para los otros, nunca

    los unos sobre los otros, en la comn persuasin de que la vida ya no est destinada a ser un peso para muchos y una fiesta para algunos, sino una

    tarea para todos de la cual tendr que dar cuenta cada uno. (Manzoni) (p.309).

  • 16

    Fiel al Speculum asceticum de su puericia, colgado a la entrada de la casa del prroco de su pueblo, don Francisco Rebuzzini, cuyas palabras se

    le decan que eran de san Bernardo y cuyo recuerdo jams borr de su

    mente: Paz en tu corazn. Recuerda, sin embargo, que te esperan luchas sin cuento. Por consiguiente, no creas en todo lo que te dicen, no juzgues

    todo lo que ves, no hagas todo lo que creas que puedes hacer, no te

    desprendas de todo lo que tienes, no digas todo lo que sabes, reza, lee,

    huye, calla, descansa. Fiel al ideal madurado en los aos de seminario de Brgamo y Roma: Unidad, libertad y paz. Una voz le susurraba al odo. En la medida en que madures en sentido cristiano, todo el mundo saldr

    beneficiado; por medio de ti hombres y mujeres, casi insensiblemente, se

    acercarn al Verbo Hijo del Padre que se encarn para reunir a los hijos de Dios dispersos(Jn.11,52), liberarlos de los condicionamientos del pecado y llevarlos a las faldas del monte de las bienaventuranzas. (pp.312-313).

    Desde la ventana de su apartamento privado, la noche de la inauguracin del Concilio Vaticano II, ante una plaza de san Pedro a

    rebosar de gente con antorchas encendidas organizada por jvenes de

    Accin Catlica pronunci estas palabras: Hijos mos queridos, oigo vuestras voces. La ma es una sola voz, pero resume las del mundo entero.

    Aqu est representado todo el mundo. Dirase que hasta la luna se ha

    apresurado esta noche (miradla all en lo alto!) a contemplar este

    espectculo que, la baslica de san Pedro, con cuatro siglos de existencia,

    haba contemplado jams. Mi persona no importa en absoluto. Es un

    hermano que os habla; un hermano convertido en padre por voluntad de

    nuestro Seor. Pero todo, paternidad y fraternidad, es gracia de Dios;

    todo, todo Al regresar a casa encontraris a vuestros nios. Hacedles una caricia y decidles: esta caricia es del Papa. Encontraris alguna

    lgrima. Enjugdsela y decidles: el Papa est junto a vosotros, sobre todo

    en los momentos de dolor y de sufrimiento. (Discurso de la luna, fue mucho ms largo, todo improvisado, p.326)

    La persona del sacerdote es sagrada () La buena ndole, los estudios severos, la propiedad de la palabra y del gesto, son como la capa

    que cubre la humanidad del sacerdote; pero la linfa divina de su

    aplicacin a los divinos misterios y a las obras de apostolado seguir

    recibindola del altar. Ese es el puesto que le conviene ante todo. Desde l

    habla a los fieles y al dirigirse a ellos con el lenguaje elaborado y

    asimilado en la meditacin, ha de aparecer como de casa en el templo del

    Seor, y las sagradas palabras del misal, del breviario o del ritual deben

    resonar en la intimidad misteriosa de su alma antes que el las bvedas del

  • 17

    santuario. (Discurso de Juan XXIII al clero, el 25 de enero de 1960, p.331)

    La oracin recitada en un encantador escenario natural: las montaas bergamascas, los jardines floridos de Sofa, las orillas

    perfumadas del Bsforo, el mirador de la casa patriarcal de Venecia, la

    colina vaticana, junto a un enfermo, en las catacumbas romanas, en la

    ttrica rotonda de la crcel Regina Coeli con los presos, o en la fastuosa sala Clementina del Vaticano con los pequeos mutilados de Don Orione,

    iluminaba su rostro, hasta el punto de reflejar su luz sobre quien le

    observaba de cerca y comprenda que se hallaba en contacto con un hombre

    que crea en lo que lea, enseaba lo que crea y practicaba lo que enseaba. (p.333)

    Feliz hora cuando Jess llama de las lgrimas al gozo del espritu(De la Imitacin de Cristo, uno de sus libros favoritos, escrita en la foto de su cuerpo fallecido. p.334)

    Nos gustara recorrer ahora con l el ao jubilar 2000, ao de su beatificacin, con l, hombre prudente y sabio, antiguo y moderno,

    confiado y nada iluso, optimista, no arrogante, satisfecho de su fe, no

    orgulloso, dinmico, no imprudente; con l, hombre que renueva la trmula

    pregunta Centinela qu hora de la noche es?Noche de religin y de razn, noche de voluntades flacas y de pasiones desencadenadas. El pastor de la Iglesia universal es ante todo el guardin y el custodio que

    vigila sobre la grey de Cristo. Es muy natural que pueda surgir y

    preocuparnos alguna hora de incertidumbre y debamos dirigirnos a l, al

    humilde vicario de Cristo que os habla con las palabras de Isaas: A qu hora de la noche estamos?Qu hora es? El guardin, el mstico pastor, no podr responder: Es un claror que anuncia el amanecer, pero volver la noche? Hay que seguir preguntando. Mas el pastor guardin del rebao proseguir advirtindonos buenamente: Arrepentos de vuestros errores y volved todos juntos. Venid, no obstinados en malentendidos o crueldades entre pueblos hermanos, sino con la ley de la humana y cristiana

    sabidura, que ser esplendor de verdad y de justicia para gloria

    verdadera del pueblo de Dios. (Juan XXIII, 2 de febrero de 1962). Pero para venir, para volver, hay que desprenderse del lastre. Esto significa

    cautela y vigilancia: liberarse de orgullos, de arrogancias, de

    concupiscencias, del abuso de los bienes terrenales, de despilfarros, de

    presunciones. (pp.336-37)

    El Papa Juan suscribira el angustioso llamamiento de Gogol, cuyos acentos encontramos en las catequesis de los pontfices del siglo veinte:

  • 18

    Para nosotros slo hay una propaganda posible: nuestra vida. Con nuestra vida debemos defender a nuestra Iglesia, que est completamente

    viva; con la pureza de nuestra alma debemos anunciar su verdad. EL PREDICADOR DEBE PRESENTARSE AL PUEBLO DE MODO QUE SU

    MISMO ASPECTO HUMILDE, OJOS AUSENTES Y VOZ CALMA,

    SUGESTIVA, QUE VIENE DE UN ALMA EN LA QUE HAN MUERTO

    LOS DESEOS DE ESTE MUNDO, INDUZCAN A TODOS A

    CONVERTIRSE AN ANTES DE QUE L EXPLIQUE DE QU SE

    TRATA; Y ENTONCES, AL UNSONO LE DIR: No pronuncies palabras, incluso sin ellas sentimos la santa verdad de tu Iglesia (esta ltima frase es de Nicolaj Gogol, literato insigne ruso, fiel de la iglesia

    ortdoxa, pp.337-38)

    Bendito Papa Juan! l nos ha enseado a tocar a las almas antes de abrir los labios. Como hablaba a su Seor con el texto admirable del

    Imitacin de Cristo: Oh, Jess, resplandor de la eterna gloria, consuelo del alma peregrina. Delante de ti est mi boca muda, y mi silencio te

    habla. (p.338. Los ltimos prrafos de estas hojas, desde la pgina 299, estn tomados de la 3parte del libro Ancdotas, titulada Dos ojos y una sonrisa, de monseor Loris Capovilla, secretario particular del Juan XXIII, a excepcin de los prrafos interclados de su Diario del alma).

    El Concilio Vaticano II fue un Concilio convocado por Juan XXIII que no se hubiese atrevido a convocar Pablo VI, pero llevado a feliz

    trmino por Pablo VI que Juan XXIII no hubiera sido capaz de concluir (Una prueba ms de que la Divina Providencia es la que mueve los hilos de la Historia).

    (del libro Pablo VI, autor: Jos Luis Gonzlez Balado, p. 17. S. Pablo, Madrid, 1995).

    * * * * *

    LIBRO 3:

  • 19

    Juan XXIII,

    Autor, Len Algisi. Sal Terrae, 1960. (Extractos)

    Los resultados de pacificacin de la obra del Nuncio quedaron de manifiesto de una manera simptica en los ltimos das en Pars, cuando

    pudo permitirse el lujo de invitar a un banquete a todos los Presidentes de

    Consejo de los varios gobiernos que se haban sucedido en el cargo durante

    su nunciatura Todo se desarroll en un clima maravillosamente sincero, cordial y afectuoso. Al levantarse de la mesa tuvo una palabra para todos,

    viva y rica en evocaciones personales de un pasado de notable amistad. En

    nombre de todos, y para darle las gracias, tom la palabra Eduardo Herriot,

    siempre spero, pero al fin profundamente conmovido. Dijo: El pueblo francs no puede olvidar la bondad, la finura de trato, las pruebas de

    amistad despus de haberos conocido no solamente como diplomtico, sino

    como un amigo que ha visitado Francia avanzando hasta las costas

    africanas, vido de pginas antiguas y profundo conocedor de los hombres.

    El Pueblo francs, a pesar de sus defectos, se deja fcilmente seducir por la

    bondad del corazn; y ha encontrado tanta bondad en el Nuncio, este

    italiano afrancesado, que se ha abierto a Vos cordialmente. Agregaba que l mismo haba citado la ltima leccin recibida del Nuncio en la

    presentacin de los augurios de fin de ao: el mejor camino para llegar a

    feliz trmino es CONOCERSE; despus PROCEDER CON FE, CON

    OPTIMISMO, CON AMOR. Haba sido entendida la leccin. El Nuncio no

    logr saber nunca si haba logrado llegarle al corazn. Pero muchos as lo

    creyeron cuando el viejo anticlerical mora unos aos despus pidiendo

    auxilios religiosos. (Pars, 1953)(pp.230-31)

    Los cardenales permanecan en sus puestos, sonrientes; los tronos estaban cados. Slo el del Electo, cuya silla estaba vaca, apareca alzado,

    y bajo el baldaquino, en gruesos caracteres, se lea: Cardenal Angelo

    Roncalli. Juan XXIII haba ya anunciado al mundo su nombre que revelaba

    de un golpe la novedad de su figura y encerraba en sencilla sntesis, ternura

    de afectos, religiosidad de sentimientos y profundidad de cultura.

    Comenzaba de nuevo a difundir serenidad en torno suyo. El entusiasmo de

    los venecianos y de los bergamascos desbordaba. En la humilde casa de

    Sotto il Monte los familiares a duras penas dominaban el llanto y la

    emocin. Los hermanos acababan de regresar del campo y se miraban las

    manos callosas preguntndose si de veras comprendan lo que l haba llegado a ser. Todos los que le haban conocido de cerca en Brgamo,

  • 20

    Venecia, Roma, Francia, Bulgaria, Turqua, Grecia y en otras partes,

    lanzaban exclamaciones de asombro. Ninguno en realidad se haba

    figurado aquella hiptesis; tan sencillas, familiares, amistosas y humanas

    haban sido sus relaciones con aquel hombre que ahora se distanciaba de

    ellos al escalar la alta dignidad de Vicario de Cristo.

    Juan XXIII apareci desde la logia de san Pedro inclinndose ante todas las gentes en un caracterstico abrazo de alegra y de paz universal.

    Lo que apareci en la espontaneidad y ternura de sus gestos, revel pronto

    un no s qu de su alma. El mundo no tard en leer sobre su rostro la

    bondad y el gozo de poderle llamar exactamente con el verdadero nombre

    de El Dulce Cristo en la tierra.

    l, por su parte, haba dado comienzo a su nueva vida, seguro ya de

    no encontrar ms curvas imprevistas (estaba en lo ms alto), con su

    acostumbrada paz interior y su abandono. Haba pasado insomne la ltima

    noche del cnclave, pero logr descansar en la primera noche despus de su

    eleccin. Prueba inequvoca de que en todo aquello obraba exclusivamente

    la voluntad de Dios y l no haba hecho ms que aceptarla. Una nueva

    ocasin para aplicar su lema episcopal: Obedientia et pax. Por la larga experiencia saba bien que poda aceptar todo lo que le viniere de Dios sin

    temor y sin turbarse. Y al secretario, que despus de la eleccin le

    preguntaba qu era lo que ms le urga que se hiciera, respondi: Por ahora cojamos el breviario y recemos Vsperas y Completas. Y avanzada ya la noche se le sincer declarndole cul era la impresin ms bella y

    ms fuerte de todo aquel cambio: Pienso en mi casa de Sotto il Monte, pienso en mi padre y en mi madre

    Realmente, tampoco la nueva vida modificaba su sencillez y su modestia. Y quien ahora est cerca de l (el padre Loris Capovilla, su

    secretario), asegura que permanece inmutable.

    Juan XXIII se ha presentado al mundo como un Pastor. El tema del Pastor ha punteado todos los discursos de su vida episcopal en Sofa,

    Estambul y Venecia. Se nota cmo en muchos de sus discursos, el tema de

    las innumerables gentes y de los innumerables pases, encontrados a lo largo de su vida se repite transfigurado por una dulce emocin a veces con

    sabor de poesa. Y poesa es, porque es desinters, condicin de toda

    poesa; pero es especialmente riqueza interior, conocimiento superior y

    detallado de las virtudes y de las miserias de los hombres.

    Las tristes consecuencias de la divisin entre la Iglesia y el Estado Italiano desde 1870, haban confinado a los Pontfices a una soledad que

  • 21

    con excesiva facilidad se haba considerado como parte integral de su

    carcter sagrado. Por eso la concreta actividad pastoral es algo ms que una

    necesidad para el corazn de Juan XXIII. Es la expresin de su concepcin

    teolgica e histrica del papado cuyo modelo es la vida real del supremo

    Pastor, Cristo. (pp. 309-313. Todo esto est escrito antes de salir al mundo el Diario del alma, nadie conoca estas pginas tan sublimes y a la vez tan sencillas que escribi Juan XXIII durante toda su vida. Solamente su secretario Mons. Loris Capovilla lo supo al final del pontificado del papa y, aos ms tarde, l mismo -el secretario- las hizo publicar).

    * * * *

    4 LIBRO:

    El Papa Juan,

    Ernesto Balducci, Ed. Catlica, Madrid, 1964. (Extractos)

    Al Cardenal Cicognani, 30 de mayo de 1963, h. 21, cuatro das antes de su muerte: Oh, qu agradecido me siento! El verme objeto de delicadas atenciones me conmueve y me deja perfectamente tranquilo en

    mi habitual sencillez, a la vez que me siento unido ms que nunca a tantos

    y tantos que sufren en los hospitales y en los domicilios, y que se ven

    angustiados en diversas formas. Este inters por el Papa, que

    humildemente representa al Seor, entraa en nuevo fervor de oracin,

    pensamientos y propsitos de paz, conviccin neta y clara de que en la

    vida lo que tiene algn valor est siempre en la direccin del Evangelio,

    que es mansedumbre, bondad y caridad. Deseo que todos reciban una

    seal de mi emocionada gratitud, y que so voluntad de permanecer unidos

    conmigo les sirva de motivo e impulso de amor fraterno y recproco Bendigo y aliento.

    Al Cardenal Cicognani, 31 de mayo de 1963, h.10, tres das antes de morir, entrando en agona: Estoy contento porque se me ha dicho que estamos entrando en la casa del Seor. (p. 29)

  • 22

    El juego de Dios.

    Haba logrado llegar hasta el umbral de la ms provecta edad pasando poco menos que por un hombre de bien, de agradable

    conversacin, de buena mesa, un poco conformista ante los magnos

    problemas culturales que agitaban al mundo religioso: un diplomtico de

    no mucho lustre, aunque de una absoluta sumisin; en suma, uno de esos

    prelados que saben, sin menosprecio de la asctica, combinar en un sabroso

    conjunto el buen natural campesino y el refinamiento curial. Hizo carrera

    no tanto por sus extraordinarias cualidades cuanto porque, en tres o cuatro

    ocasiones, el Vaticano tuvo necesidad de un servidor obediente, que fuese

    capaz de conservar el buen humor en medio de las situaciones ms

    complicadas.

    Liberado del yugo de la obediencia, bajo el cual haba estado dispuesto a morir sin dejar especial rastro de s, empu las riendas de la

    autoridad suprema sacando a luz desde el primer momento su genialidad

    creadora, mantenida hasta el momento en humilde inhibicin. (pp. 36-37)

    El Pontificado de Juan XXIII ha sido calificado de milagroso an por hombres que usan el trmino con parsimonia y sin sentido sobrenatural,

    por la riqueza de poder creador que lo distingue (por ejemplo: Walter

    Lippmann, en New York Herald Tribune, 7 de junio de l963). Los cristianos (y no

    slo los catlicos) prefieren, sin embargo, usar el trmino en su sentido ms

    legtimo. Fue justamente un Obispo separado el primero en aplicar al Papa Roncalli el versculo de San Juan: Fuit homo missus a Deo cui nomen erat Johannes (el Patriarca Atengoras de Constantinopla en su encuentro con Pablo VI el 5 de enero de l964, en Jerusaln). El estupor nacional que nos

    invade cuando observamos, en sntesis y en anlisis, este quinquenio

    extraordinario, slo encuentra una explicacin satisfactoria dentro de las

    categoras con que la fe concibe la Historia. (pp.39-40)

    La intuicin y el carisma.

    El actual Pablo VI, entonces arzobispo de Miln, al anunciar a su pueblo la muerte del Papa Juan, el 3 de junio de l963, dijo, entre lgrimas:

    Bendito este Papa que nos ha demostrado que la bondad no es debilidad o flaqueza, no es irenismo equvoco, no es una renuncia a los grandes

    derechos de la verdad y a los grandes deberes de la autoridad, sino la virtud

  • 23

    principal de quien representa a Cristo en el mundo. Bendito este Papa que

    nos ha hecho ver, una vez ms, que la autoridad de la Iglesia no es

    ambicin de dominio, no es paternalismo consuetudinario, no es

    alejamiento de la comunidad de los fieles. Bendito este Papa que nos ha

    permitido gustar una hora de paternidad y de familiaridad espiritual, y que

    nos ha enseado a nosotros y al mundo que la Humanidad de nada necesita

    tanto como de amor (p.44)

    Las lneas caractersticas de su Pontificado.

    Ha sido motivo de sorpresa para muchos la constatacin de que mientras ningn Papa, en este ltimo perodo de tiempo, ha tenido como l

    el gusto por las cosas antiguas y por el pacfico respeto a las instituciones

    existentes, nadie como l las ha sacudido y renovado desde sus

    fundamentos (p. 45)

    En una Iglesia que pareca agitada por las dos corrientes de los progresistas y de los tradicionales, l sorprendi a unos y a otros,

    remitindoles a algo superior a sus esquemas, a un punto en que los

    esquemas no valen nada. Su preocupacin, que de vez en cuando se

    transparentaba, no se deba a las tradiciones amenazadas por la edad

    moderna, sino al convencimiento de que la Cristiandad no haba

    comprendido todava todas las exigencias del Evangelio.

    En un coloquio ntimo, el 3 del ltimo mes de mayo ha contado Mons. Guerry, Arzobispo de Cambrai-, el Papa me confiaba su pena al

    pensar en tantos hombres de buena voluntad que en el mundo piensan que

    la Iglesia les ataca y les condena. Entonces mostrndome el crucifijo que estaba sobre su mensa-, deca con entusiasmo: Pero yo represento a Cristo, y les abro hasta el fondo mi corazn. Yo les amo y soy su padre.

    Estoy siempre dispuesto a recibirles. Despus, volvindose a m: Monseor, no se comprenden todas las exigencias del Evangelio! (p.47)

    l abri su corazn ms all de los lmites de nuestra prudencia carnal.

    Cuando un papa habla de sus hijos, puede dar a estas palabras

    diversos contenidos afectivos. Puede pensar en los catlicos fieles a l,

    puede pensar en todos los bautizados, puede pensar en todos los hombres

    sin distincin alguna. En el Papa Juan era este ltimo el sentido inmediato

    y preponderante, y era de tal manera sincero que fueron precisamente los

    hijos prdigos los que mejor le entendieron, mientras que los

  • 24

    escandalizados fueron los hermanos mayores, a quienes el sentido demasiado legal de la fidelidad cristiana ha dado, en no raras ocasiones,

    dureza de corazn y espritu farisaico.

    Monseor Loris Capovilla ha contado en una conferencia suya del 5 de octubre de 1959, un episodio sucedido en el primer ao de Pontificado

    de Juan XXIII, que ilumina claramente el objetivo de su obra. Pasebamos por los jardines del Vaticano cuando, sorprendido por el espectculo de la

    cpula de Miguel ngel, iluminada por el sol, el Papa se detuvo. Estaba

    escuchando la lectura de unos apuntes suyos de un documento que no tardar en salir y era la Encclica Princeps Pastorum, del 28 de noviembre siguiente. Resuena fulgurante escribe Capovilla- una frase escultrica de San Juan Crisstomo, uno de los Padres preferidos y ms

    familiares a Juan XXIII: Cristo nos ha puesto sobre la tierra para que seamos faros que iluminan, doctores que ensean; para que cumplamos

    nuestro deber como ngeles, como anunciadores entre los hombres; para

    que seamos adultos entre los menores, hombres espirituales entre los

    carnales con el fin de ganarlos; para que seamos semilla y llevemos mucho

    fruto. Ni siquiera sera necesario exponer la doctrina, si nuestra vida

    irradiase de esta manera; no sera necesario acudir a la palabra, si nuestras obras diesen ese testimonio. No habra ningn pagano, si

    nosotros nos comportsemos como verdaderos cristianos (aqu pensaba el Papa en los hombres y mujeres de buena voluntad que sin estar bautizados tienen

    dentro la semilla del Verbo en frase de Juan Pablo II). Unos momentos de

    silencio. Dice el Papa: Estamos en el punto clave. A quien quiera conocer las lneas caractersticas de mi Pontificado, se le puede responder con

    estas o parecidas palabras. Esto es todo. Pasarn precisamente tres aos y estas lneas caractersticas tendrn solemne proclamacin en el discurso de apertura del Concilio. Esto -como escribi el Cardenal Montini- sabe a profeca en el doble sentido de la palabra, es decir, en el vigor lrico y

    religioso que conmueve nuestra vida presente, y en el vaticinio proyectado

    hacia el futuro del mundo. (Y ciertamente as est sucediendo hoy, 21 de diciembre de 2013: los papas que siguieron a Juan XXIII, Juan Pablo I (Albino Luciani) -lstima que slo fuese papa 33 das-, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco estn cumpliendo con creces esta profeca y poniendo en la prctica las enseanzas del Concilio del Papa Bueno; la total apertura de la Iglesia al mundo, su cercana, la de los papas y los clrigos y la participacin activa y comprometida de los laicos, son una muestra de ello, sin hablar de los viajes que han hecho estos papas por el mundo entero, la cercana con los ortodoxos, anglicanos, judos, incluso musulmanes, orando en comn con todos los lderes religiosos del mundo varias veces en Ass,y un largusimo etc; y como broche final el Papa actual, Francisco, tiene un carisma especial para acercarse a todos los que sufren, besar a los nios, abrazar a los jvenes; la JMJ de Ro de Janeiro fue la apoteosis, el no va ms, con dos millones y medio, la mayora

  • 25

    jvenes, etc, etc, etc ; pero el mal sigue reinando en muchas regiones del mundo; hay hambre, pobreza, catstrofes naturales, atentados terroristas, persecucin a los cristianos en muchos pases; crisis econmica y de valores espirituales; queda muchsimo por hacer).

    La intuicin del Papa Juan pasar como herencia, a travs del Concilio, a toda la Iglesia futura (ciertamente as est sucediendo, querido Balducci; t tambin eres profeta, porque estas letras tuyas fueron escritas hace casi

    50 aos!). Segn esta intuicin, la Iglesia, abandonando posiciones y

    estructuras exigidas por otras pocas, debe reconquistar su propio mdulo

    especial, determinado en el Evangelio, y hacerse presente a los hombres no

    como depositaria de cultura, de filosofa, de tcnica, de poltica, de

    riquezas materiales, sino como testimonio inerme y luminoso del Reino de

    Dios. Este es el servicio de la Iglesia al mundo, ste es el servicio

    pontifical. Desde el punto de vista terico, no es sta una posicin nueva.

    Siempre se llam el Papa servus servorum Dei. Pero el haber llevado este

    servicio a una pureza de expresin, el haberlo librado de su envoltura

    principesca, el haberlo traducido en palabras, gestos y expresiones

    perfectamente conformes con la esperanza del mundo moderno, he

    aqu el carisma del Papa Juan. (s seor! as se escribe, Balducci!). De manera particular se manifiesta en esta perfecta adaptacin a las esperanzas

    del mundo moderno. Es tan cabal, que ningn telogo y ningn hombre de

    cultura lo hubiera podido prever -y ni mucho menos los cardenales que le eligieron- ni programar de esta manera. Estamos convencidos de que, aunque favorecida por su larga experiencia de hombres y de pueblos, no

    fue su personal sabidura solamente la que le inspir: fue el Espritu del

    Seor. Me parece a veces que soy un saco vaco dijo una vez jocosamente a un amigo- al que el Espritu Santo llena sbitamente de

    fuerza. Su discrecin ocult ciertamente a nuestros ojos el aspecto milagroso de aquellas sbitas iluminaciones interiores, que se reflejaban

    sobre nosotros con una luz suave y familiar. Pero algo se dej traslucir en

    ocasiones, como, por ejemplo, al contar la ocurrencia que tuvo de reunir un

    Concilio Ecumnico: Para el anuncio del Concilio Ecumnico, Nos habamos recibido una inspiracin: en la humildad de nuestra alma,

    consideramos la espontaneidad como un toque imprevisto e inesperado. (O.R., 29 de abril de 1959).

    El ritmo sosegadsimo de su vida espiritual calmaba, absorbindolos,

    los impulsos de Dios, y resolva en pacfica esencia de sentimientos

    humanos aun las ms ardientes experiencias contemplativas. l siempre

    desconfi, con ejemplar equilibrio, de los hombres de voz inspirada y de

    fantica devocin; tambin en esto nos hizo un amable servicio. Sentse a

    nuestra mesa, habl palabras comunes, como las nuestras; comparti

  • 26

    el pan cotidiano de nuestras tribulaciones y de nuestras alegras, y al

    final del todo nos dimos cuenta de que el Seor haba estado una hora

    con nosotros y nos haba transformado el corazn. (genial, Balducci! y as sigue hacindolo el Papa Francisco, 21 de diciembre de 2013). (pp.48-51)

    Obediencia y paz.

    1. El misterio Roncalli

    Roma haba destinado a Pars al Delegado Apostlico de Estambul porque haba experimentado su ms absoluta docilidad, unida a los

    recursos, muy tiles para Pars en aquellas circunstancias, de un carcter

    imperturbable y jovial. Para un diplomtico de la Santa Sede, obediencia no

    es solamente una virtud profesional. ngel Roncalli haba tenido siempre

    muy clara la idea de lo total, irrevocable e independiente de las formas

    concretas de su ejercicio, que es la consagracin que el sacerdote hace de s

    mismo a Dios y a su Iglesia.

    La vida diplomtica de un prelado de la Santa Sede as escriba l con fecha 11 de octubre de 1954-, es como una magna y continuada Misa,

    con su canon que envuelve en un misterio secreto la celebracin sustancial

    del sacrificio; pero hay antes y despus del canon una trama de

    enseanzas, de plegarias, de cantos, que son gozo del espritu, suavidad

    encantadora para el corazn sacerdotal y edificacin conmovedora para

    los fieles. En este mismo sentido, otro Nuncio, buen amigo mo,

    desaparecido tambin hace tiempo, escriba pblicamente que un

    diplomtico de la Santa Sede, en cuanto tal, es un libro cerrado con siete

    sellos, que no se abre si no es ante el Papa (Scritti e discorsi, vol.I, p.330)

    En un hombre como l, firmemente convencidos de que la voluntad

    de Dios se manifiesta tambin a travs de las instituciones eclesisticas, no

    importa si de origen divino o de derecho positivo, la obediencia exige hasta

    el rechazo de toda reserva interior y el empeo por enterrar en el corazn,

    si fuera necesario, en sacrificio definitivo convicciones o iniciativas no

    conformes con las directrices de la autoridad. De esta manera su obediencia

    se arrebola de cierta nobleza filial que se preocupa por salvar, ante los ojos

    de los dems, la dignidad del superior en todo momento, aun en aquellos

    casos en que no sera estrictamente ilcito manifestar que un

    comportamiento impopular se debe nicamente a la obediencia y no a las

    convicciones personales.(PP.64-65)

  • 27

    Los que no tuvieron un trato muy ntimo con l, tal vez lo tuvieron por poco ms que un buen hombre, siempre dispuesto al servicio, pero

    poco abierto a las inquietudes de la inteligencia cristiana. Don Jos De

    Luca -Giovanni XXIII in alcuni scritti de Don Giuseppe De Luca, ed. Morceliana, 1963, pp.60-61- parece aludir a esta difundida opinin -que ya estaba un poco en decadencia cuando l escriba en 1961- en este

    fragmento de fcil pero sabrosa psicologa: En contra de la opinin corriente, vuelvo a decir, yo no soy de aquellos que le tienen por un hombre fcil, agradable, ocurrente, toda una simptica y bella fiestecita de familia o de colegio. Al contrario. l sabe lo que quiere, no lo dice, pero lo manda decir. Y lo consigue. Sonre, bromea, pero su secreto permanece con l. A puerta cerrada y en su interior, tanto su oracin como su alma, y, aunque podramos prometernos ni siquiera del ms querido amigo una sonrisa ms franca y una acogida ms calurosa, nadie podr creer nunca haberlo cogido o poder cogerlo, ni un tantico as, en una palabra. La primera idea, cuando debe ser suya, es suya, y l se levanta todas las maanas tan imprevisible como el da que apunta.

    Y, sin embargo, l tena su secreto: estaba celebrando en silencio su

    canon. El tesoro de luces que sbitamente sali de bajo el celemn y fue colocado en el candelero para que alumbrara la casa del hombre, estaba ya

    en l, pero oculto por las consignas de la obediencia diplomtica o, ms

    an, por el holocausto que, como hombre de Iglesia, haba hecho y haba

    renovado continuamente ante Dios. Solamente prestando atencin a esta

    interioridad, siempre alerta sobre s misma, se puede explicar el misterio Roncalli.

    Este es el misterio de mi vida -dijo l mismo a una peregrinacin de venecianos, el da 15 de marzo de 1959-. No busquis otra explicacin. Me

    fue siempre familiar la frase de San Gregorio Nazianceno: Non voluntas nostra sed voluntas Dei pax nostra: nuestra paz no est en nuestra voluntad sino en la voluntad de Dios (pp.65-66)

    2. La conversin de ngel Roncalli.

    Tena poco ms de veinte aos. Apenas haba vuelto del servicio militar ( Post Captivitatem Babylonis, escribe) y haba visto, con sus ojos inocentes y aterrorizados, muchas infamias cuyo nombre mismo

    desconoca hasta entonces; pero juntamente haba tomado contacto con la

    vida libre, donde la bondad logra florecer y crecer sin tener los ojos

    bajos Volvi al seminario con alegra a la antigua disciplina, pero con el

  • 28

    corazn cambiado. Una vez comprendida con claridad la armona entre la voluntad de Dios y la propia espontaneidad humana, el joven Roncalli

    comenz a respirar a pleno pulmn e inici su ascensin gozosa y alegre.

    No quiero hacerme santo estropeando un discreto original e intentando una copia desgraciada de otros que tienen una ndole diversa

    de la ma, escribe el 10 de agosto de 1904. Un santo haba nacido ya,

    aunque lo sabremos slo despus de medio siglo. -con todos los santos pasa lo mismo-. Tambin cambiaron los mtodos de santidad en estos primeros meses de 1903. El puesto de San Luis Gonzaga fue ocupado por

    San Francisco de Sales: Qu bella estampa de hombre, de sacerdote, de Obispo! Si yo tuviese que ser como l no me importara nada, aunque me

    hicieran Papa. Me es dulce pensar con frecuencia en l, en sus virtudes, en

    su doctrina. Cmo descienden suavemente sus sentencias al corazn!,

    qu animado me siento a la luz de sus ejemplos, a ser humilde, dulce,

    tranquilo!... Nada de extraordinario en m, en mi conducta, fuera del modo

    de hacer las cosas ordinarias: omnia communia sed non comuniter. Amor grande, ardentsimo, hacia Jesucristo y su Iglesia; inalterable serenidad de

    espritu, dulzura inefable con el prjimo: esto es todo. (Diario, 29 de enero de 1903). Y junto a San Francisco de Sales, el otro modelo del

    humanismo cristiano: Felipe Neri, el santo con quien se le compara ms

    veces Ciertamente el santo florentino tena un registro psicolgico ms amplio y ms apropiado para encerrar dentro de los lmites de la

    normalidad un comportamiento extravagante y con apariencias de locura.

    l, Roncalli, despus de todo, no era un dscolo de Oltrarno; era un

    muchacho del campo bergamasco y por lo mismo, tena en demasiada

    consideracin el buen sentido. Pero, en fin de cuentas, tambin l

    perteneca a la familia espiritual de los cristianos que no saben tomarse en

    serio; se mantienen en paz, a pesar de todas las contrariedades, no se dejan atraer o turbar por la ambicin, la calumnia o los juicios humanos y

    solamente llegan a comprender que las acciones humanas son ms dignas

    de risa que de llanto. (Genial, Balducci!)

    Por qu no tendr el tiempo y la facilidad para escribir de este santo como yo quisiera y como me dictara el corazn? San Felipe es uno

    de los santos que me es ms familiar, a cuyo nombre estn asociados

    muchos recuerdos dulces de mi historia ntima. Siento que amo a San

    Felipe de una manera particular, y me encomiendo a l con gran

    confianza. Oh, mi buen padre Felipe: sin hablar, vos me entendis! El

    tiempo se acerca; dnde est en m vuestra copia?, dnde el espejo de

    vuestra virtud? Ah!, que yo entienda los verdaderos principios de vuestra

    escuela mstica para el cultivo del espritu y los aproveche: humildad y

  • 29

    amor. Seriedad, seriedad, bienaventurado Felipe, y alegra santa, pursima

    y arrojo fecundo para las grandes empresas. (Diario est tomado de una edicin publicada, quiz, por el P. Leo Algisi distinta de la que yo tengo. Esta frase, por ejemplo no aparece , pp.69-72)

    Que este acercamiento al fundador del Oratorio no es forzado lo demuestra el hecho de que el binomio oboedientia et pax (que escogi el ao l925 como emblema episcopal, diciendo con espritu proftico: Estas palabras son en cierto sentido mi historia y mi vida. Oh, sean ellas la

    glorificacin de mi pobre nombre en los siglos!) lo aprendi el joven Roncalli, en 1907, estudiando la vida de Baronio, el discpulo predilecto de

    Felipe Neri. Del gran Cardenal le haba impresionado un episodio que l

    mismo narr en un artculo escrito precisamente en aquel perodo, con

    ocasin del tercer centenario de su muerte: En Roma, hacia la hora de vsperas, durante un largo nmero de aos, se vea todos los das a un

    pobre sacerdote atravesar el puente San ngelo y dirigirse grave y

    pensativo hacia la Baslica Vaticana; daba unos ochavos a los golfillos frente a la puerta del templo que se ponan de rodillas en torno suyo;

    despus, entrando con reverencia en la Baslica, se diriga directamente

    hacia la estatua de San Pedro y besando el pie del Apstol pronunciaba

    siempre estas dos palabras: Oboedientia et pax. Era el Baronio El artculo conclua, profticamente: Quisiera que un da fuese esta mi grandeza: por los caminos de la obediencia llegar exultante a la gloriosa conquista de la paz!

    su celo le empujaba a subordinar la routine burocrtica a la fantasa pastoral; su confianza en el hombre le llevaba a descuidar los

    manejos de la astucia; su temperamento le sacaba demasiado fcilmente de

    las cortinas aterciopeladas de las oficinas eclesisticas y le llevaba a las

    calles y a las plazas donde se mueve la humanidad viviente, aquella entre la

    cual circulaba misericordioso y paciente, Jesucristo. (bravo, Balducci!) Si no tenemos en cuenta que para un hombre de Dios la obediencia, adems

    de una virtud moral, es una norma especfica de la fe y que, como tal, tiene

    razones que la razn ignora, nunca podremos esclarecer, como ya hemos indicado, el misterio Roncalli; el mundo de ideas y de programas que

    Roncalli hubiera podido desarrollar, si se hubiera liberado de s mismo, fue

    sacrificado por l, hasta el punto de no dejar vivir a otro que al hombre de

    la obediencia. Ese otro yo -escriba el 25 de noviembre de 1933, desde Sofa- que est siempre en m, aunque encadenado, quisiera a veces

    moverme a compasin, y agita sus grilletes, y quisiera chillar y gritar. Que

    se est ah, en su prisin, usque ad mortem et ultra. Yo llevo siempre alta y todava invicta mi bandera con su mote: Oboedientia et pax

  • 30

    3. La pura prdida.

    Hasta la muerte, pues. Y en efecto, ya estaba para escurrirse de las manos de la historia -y la posteridad no hubiese sabido nada o casi nada de

    l, -como de tantos y tantos otros- cuando Dios lo sujet. Algisi recoge una carta suya dirigida a un amigo unos aos antes de su eleccin para el

    Pontificado: Vivir al da. Nada se pierde, aunque se tenga o se d la impresin de estar perdiendo los aos. Bossuet, en sus Elevations sur les Mystres, tiene 22 captulos sobre la Presentacin de Jess en el templo. Doctrina dulce y sublime. En la ltima elevacin dice: Simon a inmol lamour de la vie et la laisse pour ainsi dire sexhaler Dieu en pure perte: qu misterio en este desgranar la vida ante Dios en una pura prdida! Y no la perdi del todo. Su tiempo inoperante le prepar para presentar ante el mundo a Cristo Salvador. Ahora te dir que mi pobre

    vida sigue desgranndose como t sabes: con mi habitual cilicio, que me es tan querido, pegado a los costados Esta extraordinaria confidencia basta para levantar el velo sobre las races de una espiritualidad que ha

    conmovido al mundo. Sexhaler en Dieu significa renunciar a encontrar un sentido humano a nuestras vicisitudes, dejarse llevar, con toda

    naturalidad, por el soplo de Dios. Esta pura prdida viene tambin a

    identificarse con el abandono de toda autodefensa y de toda

    preocupacin, y favorece una completa autenticidad humana. Sacerdote,

    obispo, diplomtico, cardenal, pastor, Papa: ngel Roncalli no cambi

    nunca su estilo de vida; la variedad de sus funciones no interrumpi nunca

    la continuidad de su modo de ser. Fue Papa sin hacer el Papa. Estoy haciendo mi noviciado de Papa, dijo a los fieles en una de sus primeras audiencias. Pero hizo muy bien el noviciado, porque en realidad no tena

    nada que aprender: le bast seguir siendo lo que era. La causa de esta

    facilidad estaba en su abandono total a la simplicidad de la accin de

    Dios y en el olvido de s mismo. (genial, Balducci! poner el yo debajo de mis pies, deca a su secretario Capovilla ,y lo hizo desde joven) l mismo fue el que nos cont que, no pudiendo una noche dormir a causa de una

    gran preocupacin referente al gobierno de la Iglesia, se dijo

    inesperadamente a s mismo: Pero quin es el que gobierna la Iglesia?

    Eres t o el Espritu Santo? Y ahora, a dormir!, Juan! (genial y santo, Papa Juan!) Y a los fieles del Laterano, en un momento gravsimo de su ministerio pontifical les dijo con candor: No creis que el Papa pasa noches de insomnio. No, el Papa duerme muy bien. Su convencimiento de que las instituciones de la Iglesia estn gobernadas por el Espritu Santo le

    bastaba para darle un sentido cabal de su responsabilidad. Antes de ser

    Papa, la obediencia a las directrices de otro le resultaba fcil, aun en el caso

    de que su punto de vista fuese distinto: saba que a l no le tocaba decidir

  • 31

    sino ejecutar. Y acaso ms de una vez esta conformidad fue calificada de

    conformismo y de estrechez de entendimiento; pero l ni siquiera se

    preocup del juicio de los hombres: le bastaba saber que haba hecho

    lo que Dios le haba pedido por medio de la Iglesia. Nada hizo por salir

    del rgimen de la obediencia ms fervorosa y simple; cuando, hecho Papa,

    tuvo en sus manos todos los resortes del poder, comenz a obrar segn

    su propia iniciativa o, mejor dicho, segn su manera espontnea de

    entender la voluntad de Dios. Apareci entonces su genialidad y

    quedaron estupefactos todos los que le haban juzgado sin tener en

    cuenta la profundidad de su obediencia.

    El Seor sabe cmo y cunto me ha costado la separacin -escribi

    en 1939 a un amigo que haba tenido que alejarse;- cuando Pio XII le nombr Nuncio en Pars; tuvo que dejar todos sus asuntos en manos del segundo en responsabilidad de la Delegacin en Estambul, despedirse a toda prisa de las principales autoridades, recoger sus objetos personales y salir en menos de quince das a Pars, para pronunciar el discurso de Ao Nuevo el 1 de enero de 1940 ante el presidente De Gaulle. Esta confidencia, seguramente se la escribi a su querido amigo Mons. Bernareggi, obispo de Brgamo, con el que mantena una correspondencia muy frecuente e ntima; y tambin en esa misiva fue donde probablemente comparaba su precipitada salida de Estambul a Pars como cuando el profeta Habacuc fue trasportado por un ngel, agarrado de su cabellera, de Jerusaln a Babilonia-. Esta vez todo se ha realizado segn la voluntad del Seor. Fracto alabastro: he aqu un caso bien claro en que la frase se

    aplica a la perfeccin.(Algisi) (pp.72-77, estractos del libro de Balducci).

    4. La voluntad de los dems.

    Estando en Turqua, recibi de Roma orden de trasladarse a Atenas para tratar complicados asuntos para cuya solucin hubiera sido mejor, a su

    parecer, esperar. La orden era un mudo reproche. l hizo el siguiente

    comentario: No estamos ya en la partida del Padre Cristbal para el cuaresmal de Rmini, sino all mismo. El buen Monseor Roncalli calla, sonre y va.(Algisi). Con esta ltima expresin de amabilidad -el buen Monseor Roncalli- pretenda registrar una difusa opinin, que para otro hubiera sido motivo de amargura y para l era una ocasin de sonreir.

    La opinin debi nacer y crecer entre ciertos individuos de la diplomacia

    eclesistica a los que l, ya Nuncio en Pars, haba de llamar los de la otra escuela. Su sonrisa no era la de un hombre bonachn, que lo soporta todo

  • 32

    falto de toda dignidad; era una sonrisa consciente, de un hombre que mira

    lejos, en el doble sentido de la palabra; lejos en la historia y lejos en Dios.

    Cuando, por ejemplo, fue trasladado de Bulgaria a Estambul, muchos pensaron que aquel traslado fue todo menos una promocin:

    Estaba en la boca de todos la manera como le haba engaado el rey Boris

    acerca del bautismo del heredero. Pero l parti, alegre probablemente

    tambin ahora, callando y sonriendo. En aquella ocasin escribi: Estoy muy contento. Muchas personas de ambas partes de Europa y de Asia me

    compadecen y me llaman desafortunado. Yo no veo por qu. Hago lo que

    me pide la obediencia y nada ms. Yo s me entristezco ante el lento pero

    fatal caer de muchas cosas que eran el ornamento del catolicismo y del

    nacionalismo de otros tiempos. Tal vez me esperan das feos y situaciones

    penosas. Pero yo no dejo de mirar hacia arriba y hacia adelante. (Algisi)

    La obediencia no le libraba de la prueba de las contradicciones del pensamiento, porque l estaba muy por encima del doble peligro de la

    obediencia: el formalismo farisaico, que todo lo pone en la mecnica

    docilidad a las normas de la institucin, y el misticismo, que pretende

    superar las contradicciones entre la conciencia y la realidad, refugindose

    en el insondable misterio de Dios y dejando la historia al juego del absurdo

    que parece gobernarla La escrupulosa fidelidad a las disposiciones

    generales y particulares de la Iglesia, que fue siempre un rasgo de nobleza

    en el diplomtico Roncalli, nunca engendr en l la confusin entre

    fidelidad a Dios y fidelidad a la ley. La verdadera norma de su vida era la

    voluntad de Dios.

    Me estoy haciendo cada vez ms dogmtico -escriba en 1948 en Pars, con 67 aos- acerca de la eficacia de este fiat voluntas tua, que es tambin la Oboedientia et pax de mi lema episcopal tengo la conviccin de que este sacramentum voluntatis nostrae, absorbido por el sacramentum voluntatis Dei es verdaderamente la cspide de nuestra perfeccin y el motivo ms seguro de nuestra alegra y de nuestra

    tranquilidad interior

    Pero no era este recurso a la voluntad divina una manera de evadirse hacia las regiones interiores, donde los problemas concretos de la historia

    no causan turbacin. l no renunciaba a pensar y a mirar lejos, no slo en

    la vertical que lleva a Dios, sino en la horizontal que atraviesa el presente

    en direccin al futuro, en la realidad existencial del mundo -donde van

    cayendo fatalmente las defensas del catolicismo- proyectada en una situacin futura: aquella que Dios, al margen de toda previsin, haba

    confiado a su prudencia de Pontfice (id.pp.79-80)

  • 33

    El genio de la simplificacin le condujo, paso a paso, hacia xitos no slo religiosos, sino tambin polticos y de tal envergadura que superan,

    en capacidad de duracin, a los conseguidos por los hombres ms expertos

    en el arte de gobernar, que no son pocos ciertamente en nuestro siglo.

    Aceptar con sencillez el honor y el peso del Pontificado, con la satisfaccin de poder decir que no hice nada por provocarlo,

    completamente nada; ms an, con un empeo esmerado y consciente por

    no suministrar de mi parte ningn reclamo sobre mi persona Qu maravillosa frmula: recibir las buenas inspiraciones del Seor,

    simpliciter et confidenter! Sin haberlo pensado jams, sacar en el primer coloquio con mi Secretario de Estado, el da 20 de enero de 1959, la

    palabra Concilio Ecumnico, Snodo Diocesano y recomposicin del

    Derecho Cannico El primero en sorprenderse por esta propuesta ma, fui yo mismo, pues nadie me haba hecho nunca ninguna sugerencia. Y

    decir que todo, en fin, me parece tan natural en su inmediato y posterior

    desarrollo. (Diario)

    los diplomticos ms hbiles lo tenan por demasiado locuaz, los intelectuales lo encontraba poco entusiasta del valor renovador de las

    teoras; los tradicionalistas vean en l una inclinacin excesiva hacia

    cuanto de bueno y vlido surge en el campo enemigo; los progresistas le

    encontraban demasiado enamorado de las sanas tradiciones de un

    cristianismo devoto y un tanto campestre, y demasiado fiel a las consignas

    de la obediencia; los obispos no vean en l los signos convencionales de la

    solemnidad episcopal. En resumen, antes de que, elegido Papa, nos

    infundiese a todos, en bien pocos meses, la ms filial admiracin, l no

    lograba entrar en ninguno de los esquemas con que solemos medir y exaltar

    a un hombre. Lo saba, y viva en paz. Y sigui viviendo en paz, aun

    despus, cuando, una vez Papa, sin hacer tantas historias, sigui

    adelante como antes, sin ms diferencia que el empeo por permanecer

    oculto ya no tena resultado y que sus decisiones afectaran a todo el

    mundo. Dej de obedecer a los hombres, pero no dej de vivir en paz,

    porque sigui obedeciendo a Dios. (pp.82-83)(Todos se equivocaron, los de dentro y los de fuera, porque eras nico, como todos los santos)

    Qu ser de m en el futuro? Ser un buen telogo, un insigne jurista, un prroco rural, o tal vez un simple pobre clrigo? Mi Dios es todo. Todas estas cosas, mis ideales de ambicin, de hacer un bonito papel ante el mundo, el buen Jess tendr que convertrmelo en humo Si quiero ser verdaderamente grande, un gran sacerdote, debo despojarme de

    todo, como Jess en la cruz, y enjuiciar todos los acontecimientos de mi

  • 34

    vida, las disposiciones de mis superiores sobre mi persona, con espritu de

    fe. No llevemos, por caridad, la crtica a este campo!: o beata simplicitas, o beata simplicitas! (Diario, 1904, con 22 aos!)

    El pensamiento que ms fuertemente ocupa hoy mi mente, en este gozo de mi decenio sacerdotal, es ste: yo no me pertenezco a m mismo ni

    a los dems: yo soy de mi Seor en la vida y en la muerte, mi yo debe aniquilarse, que mis energas no deben estar orientadas a otra cosa que a

    cooperar con el reino de Jess en la mente y en el corazn de los hombres,

    as, por las buenas y siempre en la oscuridad La sonrisa habitual que aflora a los labios debe saber ocultar la lucha interna, a veces tremenda,

    del egosmo, y manifestar nicamente la victoria del espritu contra la

    repugnancia de la sensualidad y del amor propio; que Dios y mi prjimo

    tengan as siempre la mejor parte de m mismo Las preocupaciones del amor propio en torno al porvenir retardan la obra de Dios en nosotros, Tengo que vigilar mucho este punto, da a da, porque presiento que, con el

    correr de los aos, y acaso pronto, tendr batallas con el amor propio.

    Que pase y que siga hacia adelante el que quiera; yo me quedo, sin

    ansiedades, all donde me coloca la Providencia, dejando libre el camino a

    los dems. (Diario, 1914, 33aos)

    Particularmente me obligo a buscar la pobreza de espritu en el olvido absoluto de m mismo, no preocupndome ni poco ni mucho de

    puestos, de carrera, de distinciones o de cualquier otra cosa (Diario, 1919, 38 aos)

    Ves cmo la obediencia te ha ayudado? Obedece siempre, con sencillez y con bondad, y deja obrar al Seor. l es el que habla a los

    corazones (Dilogo entre san Francisco y el hermano Len, recogido por el Papa Juan en su Diario) A una distancia de dieciocho aos, vuelvo a pensar, con emocin que no puedo contener, en la belleza de aquella

    doctrina del pequeo viejo libro; (Diario,1922, 41 aos, Director nacional de Propaganda Fidei, pp. 85-90)

    5. El realismo evanglico:

    1. Santidad al natural.

    Si hubiese que resumirlo en una palabra, me parece que se podra decir que Juan XXIII ha sido un hombre singularmente natural y

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    sobrenatural al mismo tiempo. La naturaleza y la gracia formaban una sola

    cosa en una unidad viviente llena de encantos y de sorpresas.

    Todo brotaba de la misma fuente. Con toda su naturaleza era

    sobrenatural, y era natural con tal espritu sobrenatural que no se poda

    percibir la lnea de suturacin. Respiraba la fe, como respiraba la salud

    fsica y moral, a pleno pulmn. Viva en l presencia de Dios se ha escrito- con la simplicidad de uno que va de paseo por las calles de su ciudad

    natal Dio a San Jos la sorpresa de introducirlo en el canon de la misa y a unos santos de la regin lombardo-vneta la de elevarlos al honor de los

    altares: as a San Gregorio Barbarigo y a los beatos Inocencio de Berzo y

    Luis Palazzolo La bondad espontnea, directa, siempre atenta de Juan XXIII era como el rayo de sol que disipa la oscuridad, derrite el hielo y se

    insina sin ser advertido, como quien entra por su casa.(pp.97-98),

    (Palabras del Cardenal Suenens ante el Concilio, el 27 de octubre de l963, subrayadas por un sonoro aplauso de toda la Iglesia)

    El suave fulgor del Papa Juan, que har ciertamente poca en la tradicin cristiana, se puso en el justo momento en que los grmenes de la

    renovacin catlica estaban para abrirse y dar la bienvenida a la primavera

    profetizada por Po XII.(p.99)

    2. La inteligencia cristiana.

    Fijmonos, por ejemplo, en el hecho que tanto ocup a la Prensa de marzo de 1963. Est en Roma el director de un diario sovitico junto con su

    esposa. Quieren ver al Papa El Papa Juan juzga segn la fe, y se comporta de acuerdo con su intuicin, mantenindose en todas sus palabras

    al nivel de la fe. Qu sucedi? Nada, en apariencia. Los dos esposos, son

    tal vez, ateos todava; entre la Iglesia Catlica y el mundo sovitico nada ha

    cambiado sustancialmente. Sin embargo, nadie se atrevera a decir que no

    ha sucedido nada. La Humanidad no farisaica capt en este gesto, mejor

    que en todos los discursos teolgicos, la trascendencia de la Iglesia sobre

    la poltica: en todo el mundo un gesto sencillo ha producido ms luz y ms

    disponibilidad hacia el cristianismo que 100.000 cuaresmales.(pp.102-3)

    3. El Evangelio y la vida.

    La modernidad del Papa Juan est sustancialmente en este su confiar, por encima de toda prudencia carnal, en la capacidad del Evangelio

    para dominar el misterio individual y colectivo del hombre y para trazar

    una regla suprema de relaciones concretas que no se confunden con

    ninguna otra regla, por buena y legtima que sea(id.)

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    La manera precisa y preciosa con que citaba la Escritura, especialmente en los discursos solemnes -pensemos en el de la apertura del

    Concilio-, revelaba en l una gran capacidad para establecer relaciones

    entre la historia sagrada y la historia de los hombres. La historia de los

    hombres no presentaba ante su mirada la configuracin que todos nosotros

    hemos aprendido en los manuales de cultura y que nos tiene, en el caso

    menos lamentable, atados a u