El Otro psi . nº152

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exo, sexualidad y sexuación no son sinónimos. Por el contrario cada uno de estos términos tiene una lógica muy precisa en psicoanáli- sis. Freud nos enseñó que de sexo y muerte el sujeto nada quiere saber, no obstante paradójicamente este no saber es crucial a la hora de los particulares y singulares modos del goce. El erotismo efecto de lo pulsional pone en juego cuestiones entra- ñables y viscerales en el ejercicio de la sexualidad de cada sujeto. Lacan aportó una lógica precisa en la escritura de hombre y mujer señalando que entre los goces de cada cual no hay relación lógica que pueda escribirse. Sexo y sexualidad no son sinónimos de posición masculino femenino, Jacques Lacan aportó escrituras a las que le dio el nombre y el estatuto de matemas, es decir escrituras extraídas de la lógica y de las matemáticas que intentan escribir sin imaginarizaciones apuntando a una ausencia de equivoco propio de la lengua, los matemas son escrituras no bilingües que conllevan el menor grado de equivocidad en la lectura. El matema no aporta una significación, sino que escribe en términos de formula matemá- ticas proposiciones que tienen un cuantificador y una variable. La proposición de la existencia y la función fálica pueden afirmarse o negarse cada una de ellas, así como la proposición universal puede afirmarse o negarse junto a la variable. Será a través de la función fálica que concernirá una determinada posición del sujeto al goce. A partir de este posicionamiento escritural las diferencias anatómi- cas quedan subsumidas bajo el semblante, perspectiva en la cual el hábito hace al monje. (1) Es por los efectos de la cultura en la actualidad que nos soli- citan a los psicoanalistas opinión sobre los aconteceres sexuales. Hace cien años, en tiempos de Freud, no se contaba con métodos científicos para la fertilización asistida. No había métodos médicos para hacer el amor o sustituir mediante complejos procedimientos sus fines procreativos. Si bien el lazo sexual entre los partenaires amorosos era el mismo que hoy. Por otra parte los interrogantes sobre la sexualidad no son sin relación a los fantasmas neuróticos: ¿Pueden adoptar niños las pa- rejas de homosexuales? ¿Qué consecuencias le acarrearán a los niños que ambos padres sean del mismo sexo biológico?. Los periódicos cuentan con columnas en las que sociólogos, psicólogos, analistas de género y también psicoanalistas intentan responder a diferentes trastornos, por ejemplo: violadores, pedófi- los, perversos. Me he preguntado qué papel juega el psicoanálisis. ¿Se le solicita alguna definición frente a las políticas del sexo que levanta cada vez y en cada época la política ciudadana?. ¿Se le demanda al psicoa- nálisis o al psicoanalista?. ¿El psicoanálisis puede responder a otra cuestión que a la política del síntoma?. La política del síntoma, su lectura, implica el caso por caso, la singularidad del sujeto y no las tecnologías ni los fantasmas sociales ni la doxa de cada tiempo. Es preferible no confundir la política de la polis alrededor del sexo con la política del síntoma ya que la política ciudadana generalmente está destinada a la regulación y control social. Violadores, adictos, alcohólicos, mujeres golpeadas no confor- man grupos homogéneos a los que debemos dedicarles técnicas de adaptación o patrones de conducta. TRES ENSAYOS PARA UNA TEORÍA SEXUAL, CIEN AÑOS DESPUÉS EL DESPERTADOR n analizante dice: “Entonces me sentí desesperada, las palabras se amontonaron y me salió un grito y un llanto terrible, me dolía mucho el pecho.” El cuerpo del parlêtre afectado. A veces hay llantos, respiración acele- rada, etc.. Lo real ha irrumpido sobre lo simbólico, las palabras pierden el espacio entre, se amontonan y solo queda el continuo de la voz. Lacan nos dijo: “La angustia no es sin objeto”. Considerado logicamente corresponde a una línea de la tabla de verdad del condicional: p q v v v v f f f v v f v f Puede expresarse: Es falso que pueda darse angustia sin objeto. Indicación muy precisa que permite marcar ese punto en la dirección de una cura. Si la campanilla de la angustia ha sonado, apareció el afecto que no engaña. El cuerpo del parlêtre está afectado. A veces hay llantos, respiración acelerada, etc. El tejido simbólico imaginario no puede armar su malla de semblan- tes para dar significaciones, aunque fueran muy dolorosas, para cubrir lo real que siempre estaba ahí pero enmascarado por semblantes. Lo real ha irrumpido y el tejido ima- ginario-simbólico no puede armar su malla de semblantes para dar significaciones, aunque fueran muy dolorosas, para cubrir lo real del ser, que siempre estuvo ahí pero enmascarado por sentidos. El significante ha sufrido una inte- rrupción. Una señal que no conoce, no sabe como llamarla. La cam- panilla de la angustia avisa: el sistema no responde. En términos actuales podría considerarse como un virus en el sistema informático globalizado. Las bolsas financieras hacen sonar las alarmas. Los sis- temas de seguridad de todos los países en alerta rojo. Recordemos el pánico de fin de milenio. De pronto, el hombre no puede usar su sistema significante, aún el más sofisticadamente tecnificado. Val- ga el ejemplo para aproximarnos al punto de la angustia. Entonces, si el analizante no pue- de servirse de su sistema y sigue angustiado, el analista tendrá que hacer algo con eso. Pienso en un saber hacer del analista cuando se encuentra en la sesión con el cuerpo afectado del parlêtre. Si lo pensamos como punto de acu- mulación, al que han convergido las redes de significantes que venían articulándose, habrá uno que quedó solo. En lugar de otro significante con un espacio entre, se compactó el punto, hay falta de falta. En la clase 15-03-77, Lacan diferen- cia “Lo realmente simbólico, esto es lo simbólico incluido en lo real lo cual tiene perfectamente un nombre, eso se llama la mentira. Lo sim- bolicamente real, o sea lo que de lo real se connota en el interior de lo simbólico, es la angustia. El sínto- ma es real” La angustia no es una mentira, no intenta engañar. Podría considerarse este punto en re- lación al corte en una sesión, antes que la deriva significante, a partir del axioma fantasmatico recubra ese espacio. Dependerá entonces del momento de la cura, la posibilidad de distintas maniobras del analista. Lo real es imposible solamente de escribirse. La angustia es la señal de esa imposibilidad. Algo apareció en la sesión imprevis- tamente, disjunto al sistema usado por el sujeto. Y digo imprevistamente con toda intención, no todo aconte- cimiento imprevisto es angustioso. La caída de identificaciones en un momento de la cura, provoca acon- tecimientos imprevistos. La caida de ideales tambien, generalmente para alivio del parlêtre, dejar de ser un trabajador forzado, es un acontecimiento imprevisto. Pero la compacidad repentina, no poder pasar de un significante de índice 1 al índice 2, deja sin representa- ción al sujeto, en una consistencia desconocida e imposible de escribir. Eso si es un acontecimiento impre- visto angustioso. Habrá un tiempo de la cura, en que el analista provocará el relanzamiento de la cadena para aliviar la angus- tia. Pero sabiendo que por ese punto se volverá a pasar varias veces. Tal vez sea el punto anunciado del final cuando la imposibilidad de escribir lo real no resuene en la angostura de la intersección imaginario-real, en esa doliente estrechez. Cuando saber hacer algo nuevo con su goce sea un acontecimiento im- previsto. Releer, una vez más, esta valiosa obra de Freud nos permite asombrarnos por su vigencia, su exquisita sabiduría y sobre todo la ausencia de preconceptos y prejuicios. Dos preguntas para abrir el tema. ¿A qué llamamos afecto?, ¿A qué llamamos engaño?

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El Otro psi . nº152 . Octubre 2008

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exo, sexualidad y sexuación no son sinónimos. Por el contrario cada uno de estos términos tiene una lógica muy precisa en psicoanáli-

sis. Freud nos enseñó que de sexo y muerte el sujeto nada quiere saber, no obstante paradójicamente este no saber es crucial a la hora de los particulares y singulares modos del goce.

El erotismo efecto de lo pulsional pone en juego cuestiones entra-ñables y viscerales en el ejercicio de la sexualidad de cada sujeto.

Lacan aportó una lógica precisa en la escritura de hombre y mujer señalando que entre los goces de cada cual no hay relación lógica que pueda escribirse. Sexo y sexualidad no son sinónimos de posición masculino femenino, Jacques Lacan aportó escrituras a las que le dio el nombre y el estatuto de matemas, es decir escrituras extraídas de la lógica y de las matemáticas que intentan escribir sin imaginarizaciones apuntando a una ausencia de equivoco propio de la lengua, los matemas son escrituras no bilingües que conllevan el menor grado de equivocidad en la lectura. El matema no aporta una significación, sino que escribe en términos de formula matemá-ticas proposiciones que tienen un cuantificador y una variable. La proposición de la existencia y la función fálica pueden afirmarse o negarse cada una de ellas, así como la proposición universal puede afirmarse o negarse junto a la variable. Será a través de la función fálica que concernirá una determinada posición del sujeto al goce. A partir de este posicionamiento escritural las diferencias anatómi-cas quedan subsumidas bajo el semblante, perspectiva en la cual el hábito hace al monje.(1)

Es por los efectos de la cultura en la actualidad que nos soli-citan a los psicoanalistas opinión sobre los aconteceres sexuales. Hace cien años, en tiempos de Freud, no se contaba con métodos científicos para la fertilización asistida. No había métodos médicos para hacer el amor o sustituir mediante complejos procedimientos sus fines procreativos. Si bien el lazo sexual entre los partenaires amorosos era el mismo que hoy.

Por otra parte los interrogantes sobre la sexualidad no son sin relación a los fantasmas neuróticos: ¿Pueden adoptar niños las pa-rejas de homosexuales? ¿Qué consecuencias le acarrearán a los niños que ambos padres sean del mismo sexo biológico?.

Los periódicos cuentan con columnas en las que sociólogos, psicólogos, analistas de género y también psicoanalistas intentan responder a diferentes trastornos, por ejemplo: violadores, pedófi-los, perversos.

Me he preguntado qué papel juega el psicoanálisis. ¿Se le solicita alguna definición frente a las políticas del sexo que levanta cada vez y en cada época la política ciudadana?. ¿Se le demanda al psicoa-nálisis o al psicoanalista?. ¿El psicoanálisis puede responder a otra cuestión que a la política del síntoma?. La política del síntoma, su lectura, implica el caso por caso, la singularidad del sujeto y no las tecnologías ni los fantasmas sociales ni la doxa de cada tiempo. Es preferible no confundir la política de la polis alrededor del sexo con la política del síntoma ya que la política ciudadana generalmente está destinada a la regulación y control social.

Violadores, adictos, alcohólicos, mujeres golpeadas no confor-man grupos homogéneos a los que debemos dedicarles técnicas de adaptación o patrones de conducta.

TRES ENSAYOS PARA UNA TEORÍA SEXUAL,

CIEN AÑOS DESPUÉSEL DESPERTADOR

n analizante dice: “Entonces me sentí desesperada, las palabras

se amontonaron y me salió un grito y un llanto terrible, me dolía mucho el pecho.”

El cuerpo del parlêtre afectado. A veces hay llantos, respiración acele-rada, etc.. Lo real ha irrumpido sobre lo simbólico, las palabras pierden el espacio entre, se amontonan y solo queda el continuo de la voz.

Lacan nos dijo: “La angustia no es sin objeto”. Considerado logicamente corresponde a una línea de la tabla de verdad del condicional:

p q

v v v

v f f

f v v

f v f

Puede expresarse: Es falso que pueda darse angustia sin objeto. Indicación muy precisa que permite marcar ese punto en la dirección de una cura. Si la campanilla de la angustia ha sonado, apareció el afecto que no engaña. El cuerpo del parlêtre está afectado. A veces hay llantos, respiración acelerada, etc. El tejido simbólico imaginario no puede armar su malla de semblan-tes para dar significaciones, aunque fueran muy dolorosas, para cubrir lo real que siempre estaba ahí pero enmascarado por semblantes. Lo real ha irrumpido y el tejido ima-ginario-simbólico no puede armar su malla de semblantes para dar significaciones, aunque fueran muy dolorosas, para cubrir lo real del ser, que siempre estuvo ahí pero enmascarado por sentidos.

El significante ha sufrido una inte-rrupción. Una señal que no conoce, no sabe como llamarla. La cam-panilla de la angustia avisa: el sistema no responde. En términos actuales podría considerarse como un virus en el sistema informático globalizado. Las bolsas financieras hacen sonar las alarmas. Los sis-temas de seguridad de todos los

países en alerta rojo. Recordemos el pánico de fin de milenio. De pronto, el hombre no puede usar su sistema significante, aún el más sofisticadamente tecnificado. Val-ga el ejemplo para aproximarnos al punto de la angustia.

Entonces, si el analizante no pue-de servirse de su sistema y sigue angustiado, el analista tendrá que hacer algo con eso. Pienso en un saber hacer del analista cuando se encuentra en la sesión con el cuerpo afectado del parlêtre.

Si lo pensamos como punto de acu-mulación, al que han convergido las redes de significantes que venían articulándose, habrá uno que quedó solo. En lugar de otro significante con un espacio entre, se compactó el punto, hay falta de falta.

En la clase 15-03-77, Lacan diferen-cia “Lo realmente simbólico, esto es lo simbólico incluido en lo real lo cual tiene perfectamente un nombre, eso se llama la mentira. Lo sim-bolicamente real, o sea lo que de lo real se connota en el interior de lo simbólico, es la angustia. El sínto-ma es real”

La angustia no es una mentira, no intenta engañar.

Podría considerarse este punto en re-lación al corte en una sesión, antes que la deriva significante, a partir del axioma fantasmatico recubra ese espacio.

Dependerá entonces del momento de la cura, la posibilidad de distintas maniobras del analista.

Lo real es imposible solamente de escribirse. La angustia es la señal de esa imposibilidad.

Algo apareció en la sesión imprevis-tamente, disjunto al sistema usado

por el sujeto. Y digo imprevistamente con toda intención, no todo aconte-cimiento imprevisto es angustioso. La caída de identificaciones en un momento de la cura, provoca acon-tecimientos imprevistos. La caida de ideales tambien, generalmente para alivio del parlêtre, dejar de ser un trabajador forzado, es un acontecimiento imprevisto. Pero la compacidad repentina, no poder pasar de un significante de índice 1 al índice 2, deja sin representa-ción al sujeto, en una consistencia desconocida e imposible de escribir. Eso si es un acontecimiento impre-visto angustioso.

Habrá un tiempo de la cura, en que el analista provocará el relanzamiento de la cadena para aliviar la angus-tia. Pero sabiendo que por ese punto se volverá a pasar varias veces. Tal vez sea el punto anunciado del final cuando la imposibilidad de escribir lo real no resuene en la angostura de la intersección imaginario-real, en esa doliente estrechez.

Cuando saber hacer algo nuevo con su goce sea un acontecimiento im-previsto.

Releer, una vez más, esta valiosa obra de Freud nos permite

asombrarnos por su vigencia, su exquisita sabiduría y sobre

todo la ausencia de preconceptos y prejuicios.

Dos preguntas para abrir el

tema. ¿A qué llamamos afecto?,

¿A qué llamamos engaño?

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EN LOS BORDES DE LA TRANSFERENCIA

a violencia y el desamparo, en la infancia, determinan un estilo

de subjetivación diferente al que pro-du morosa. Entiendo infancia, con Agamben, no como una etapa de la vida, sino como sede de la experien-cia de adquisición de la lengua. El encuentro y compromiso de cada uno con una lengua cualquiera es siempre traumático. Pero a veces, dice Sylvie Le Poulichet, “hay cuerpos precipita-dos tan precozmente en la urgencia de un goce devorador, que no tienen “la opción de la neurosis ni del repliegue psicótico”. No se trata de un mundo sin Otro, sino de una posición al margen del Otro, una especie de insubordina-ción al pacto simbólico obligado para cada ser hablante.

Si la respuesta subjetiva es el re-husamiento de la palabra como pacto (y en este sentido elegí el epígrafe), adviene el colapso de la mediación de la palabra, con otras consecuencias que las derivadas de la sujeción a la cadena significante.

Quienes nos consultan o son traídos, se presentan con relatos deshilvana-dos de infortunios no historizados, sin preguntas, con estados de actuación casi permanentes, que se alternan con momentos de intensa angustia carente de palabra.

La experiencia precoz de no-lugar en el lenguaje no permite la histori-zación, sustituyéndola por un devenir de acciones en las que se trastoca el peligro de vivir en un peligro puesto en juego en escenas que convocan al Otro, para escapar a la desintegración. El acting, al sustraer los equívocos de la palabra, mostrando la infidelidad al

pacto simbólico, priva, por ese atajo, al sujeto de tratar el goce por la pala-bra. Aspira a cancelar el malestar en forma directa, sin pasar por el retorno de lo reprimido. La precipitación de una escena en otra delinea un trayecto que procura un lugar vacante donde alojarse. Esta experiencia de exclusión

cer Otro deseante, no anónimo, que reconoce, nombra y aloja al joven. Establece pautas, pactos, normas y sanciones. Situamos allí operaciones, maniobras e intervenciones destinadas a promover un pedido de ayuda para aliviar el sufrimiento, y pasar de la urgencia del Otro a la urgencia del sujeto por venir.

Es un trabajo entre varios, que se sostiene de un discurso dominante que define jerarquías, modos operativos e ideales. Pero se fundamenta también

en el discurso analítico. La institución, como decía Winnicott es terapéutica, y no mera antesala de un psicoanálisis que toma sobre sí toda la responsa-bilidad del tratamiento.

La diversidad de los que participan deben coordinar sus tareas y encontrar su propio fundamento, articulados al discurso-amo, pero, a la vez sosteni-dos de la relación de cada uno, uno por uno, con su vacío, con su causa. La institución no se constituye como amo del saber, sino que debe garanti-zar la interrogación permanente sobre la práctica de cada uno en el equipo, práctica que respeta la iniciativa y el estilo singular, y refiere siempre al tra-bajo de los demás, siendo “cada uno, en primera persona, responsable de ello” (A. di Ciaccia: “De la fundación por

Uno a la práctica entre varios”)De este modo se mitigan los efec-

tos imaginarios, las rivalidades, y se hace posible llevar adelante el pro-yecto “con la sorpresa y la invención de cada uno”.

Para que la oferta de escucha, como recurso para hacer entrar en vereda discursiva esa turbulenta secuencia de acciones, tenga eco, se hacen necesa-rias, por parte del analista, una serie de maniobras. Entre ellas: mostrarse barrado, ofreciendo un lugar de alo-jamiento a quien viene, primero, a dar testimonio de su padecer. Permanecer callado ante estos relatos no genera enigma, sino más bien reitera el horror de la experiencia muda padecida. Las interpretaciones no encuentran lugar ante la consistencia del desafío.

El acting-out interroga la ética: ¿prohibir, interpretar, abstenerse? Sostener,dice Lacan, dar la mano.

A continuación, una experiencia clínica.

A partir de un pedido voluntario de protección a Cáritas, Mariana ingresó a la institución, derivada por el Consejo del Menor. Se trata de una institución con régimen abierto, ONG que tra-

baja con los programas del Consejo. Es una casa donde las adolescentes viven y realizan actividades. Asisten a la escuela y/o trabajan afuera. En la mayoría de los casos la tutela es ejercida por un juez.

Mariana se presentó sin documentos, bajo el nombre de María. Sus relatos deshilvanados, contradictorios, rei-terativos y su inhibición intelectual sugirieron al psiquiatra la posibilidad de una debilidad mental o un delirio psicótico. Sin embargo, esto contrasta-ba con su aspecto luminoso e infantil y con un débil hilo conductor en sus narraciones. ¿Mentiras, delirios, fabu-laciones? No era fácil orientarse

A los pocos días de su llegada debió ser llevada al hospital con un cuadro de mareos e intensos dolores

abdominales, en medio de gritos y relatos inconexos de escenas de tiros, heridas, internaciones. La coordina-dora pensaba en un traslado a otra institución, el psiquiatra en una breve internación psiquiátrica. Sugerí espe-rar unos días.

En la siguiente entrevista insistía con un pedido, casi ruego: que le comprara una revista con fotos de Ricki Martin. Ante mi negativa, propuso que yo le comprara la revista y, a cambio, ella me contaría cosas. Ofrecí escucharla, si eso la ayudaba. “Es mi trabajo, por el que me pagan”, agregué.

Días más tarde, volvió a hablar de heridas, internaciones, en diferentes versiones. Cerré la sesión con “la vez que viene sigue el próximo capítulo de la novela”. Se rió.

Estas intervenciones se enlazaban con la oferta institucional de parti-cipar de un taller de revista. En este marco, la coordinadora le compró la revista pedida, como material de tra-bajo para escribir un artículo sobre Ricki Martin en la revista que hacían en el taller.

Estas y otras maniobras institu-cionales, como sancionar sus relatos

no exilia del lenguaje, pero sitúa al sujeto en un borde precario.

Convocados a operar con esta “sin-tomatología muda”, para los analistas “se trata de localizar los modos, in-cidencias, supuestos, operaciones de enlace, entre la experiencia de cada sujeto y la catástrofe” del Otro. (Ritvo) ¿Cómo operar?

Aqui se abre un lugar para la insti-tución, dispositivo que, como aparato de lenguaje, instaura lazos que acotan el goce y hacen lugar al advenimien-to subjetivo.

¿Cómo fundamentar la práctica en la institución que responda a estos fenómenos?

Es una apuesta clínica habilitar re-cursos diferentes a los ofrecidos por las instituciones filantrópicas, educa-tivas o punitivas.

Se trata en primer término, de ofre-

como verdaderos o falsos, señalar su sometimiento a sus compañeras, ha-cerle saber las preguntas que suscitaba en el equipo, la fueron conduciendo a la experiencia del relato. Es así que, acompañada por la operadora que co-ordinaba el taller, reveló su nombre y su edad. Pidió perdón por las menti-ras, destinadas a evitar que el juez la forzara a retornar con su familia de crianza, de donde se había fugado.

La hostilidad de las compañeras y la inquietud en el equipo, que no terminaba de alojarla, disminuyeron notablemente.

Lentamente, en las sesiones indi-viduales fue desplegando escenas y retazos de historia que no seguían ninguna cronología.

Un movimiento se verificó tras

“Cuando la única experiencia posible es el horror o la mentira, el rechazo de la experiencia puede entonces constituir -provisoriamen-te- una defensa legítima.”

G.Agamben: “Infancia e historia”

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ASEGURAMOS EL 90% DE EFECTIVIDAD

Lejos está el psicoanálisis a partir de Freud y la lectura de Tres Ensayos de inspirar, orientar o controlar la sexualidad. El psicoanáli-sis, su clínica, aborda el caso por caso y con la ética que le concierne atraviesa la singular posición fantasmática, la arquitectura borromea del sujeto y de sus condiciones de goce.

Ahora bien cada analista, si así lo desea, dejo suspendida la pregunta si podemos hablar de psicoanalista fuera del campo de la transferencia, podrá realizar su lectura del malestar de la cultura y su real.

***En “Tres ensayos para una teoría sexual“ Freud plantea cuestio-

nes cruciales: uno de los conceptos fundamentales del psicoanálisis: la pulsión y una lógica de la sexualidad que adviene en dos tiempos: por una parte la sexualidad infantil y su relación insoslayable al Otro materno y por otro la definitiva elección de objeto sexual a partir del segundo florecimiento sexual propio de la adolescencia . Asimismo Freud nos indica que las perversiones son modos particulares de la elección de objeto y no degeneraciones o alteraciones biológicas que provocan trastornos respecto de un ideal sexual normal.

Advertimos que Freud adelanta una perspectiva que hoy sigue siendo necesaria y de vanguardia frente a los modelos cientificistas y cognitivistas, que se presentan como los paradigmas actuales de una nueva psiquiatrización. Diferentes intentos de abordar el sexo y el goce desde saberes científicos que proponen respuestas y alternativas para una educación sexual sin grietas, tal alternativa se topa con su impo-sibilidad, es decir con lo real del sexo y el goce. Asimismo cuando en los medios de comunicación se intenta difundir técnicas sexológicas, en variadas ocasiones se transforman en chiste freudiano, generando risa, humor y comicidad como prima de placer por aquello que por su origen cayó bajo represión.

Relataré una secuencia del análisis de una adolescente que cercana a su iniciación sexual la invitan a lo que ella menciona como orgía.

M dice en una sesión: “No me conformo con tener un pensamiento básico sobre la vida sin experimentar todo aquello que se me ocurra o que se le ocurra mis amigos. Algunas de mis amigas reducen su vida a ese pensamiento básico casarse y tener hijos, yo quiero cono-cer otras opciones”.

Luego comenta que unos amigos la invitaron a una fiesta en la que seguramente se producirá una orgía. Al preguntarle sobre esta fiesta advierto que me preocupa que su desfloración acontezca en esa cir-cunstancia. Me interrogo por mi preocupación ya que excede la puesta en juego y los límites de la transferencia, es mi preocupación. Me pre-gunto si no toca una arista del superyó, la responsabilidad del analista no corre en la cuenta del prejuicio .En el límite de la transferencia ¿se trata del semblante o de la vacilación de la función del analista que raya con el límite de su subjetividad? .

En la siguiente sesión M relata: “El sábado fui a casa de J. con una amiga .Me vestí con una ropa super-sensual , encontré a F. que estoy convencida que quiere estar conmigo. Bailé un rato y luego entré en el dormitorio en el que había chicos y chicas acostados. Unos contra otros. Todos contra todos. Mezclados hombres y mujeres .Me acosté con ellos. Nos acariciamos, nos besamos. Todos transaban con todos y yo también. Transé con unas chicas…no sé con cuantas….me besé y toquetee con F y con otros chicos .

No sentí casi nada, era como no estar con nadie….Está todo bien… pero hacer el amor es otra cosa, querés estar con alguien”.

M. se sitúa frente al amor como enlace, su deseo se orienta a partir de desear estar con alguien que no es idéntico a todos o cualquiera. El flirteo homosexual con su amiga, la ambigüedad sexual tal como se lo denomina en la actualidad concierne a lo que Freud denominó en el texto que hoy nos ocupa: inversión sexual ocasional ,motivada por la carencia de objeto sexual o por imitación que puede tomar como objeto sexual a alguien del mismo sexo y hallar satisfacción con él.

Podemos señalar en este caso que la carencia de objeto se sitúa en la aún no definida condición de goce. M está constituyendo su posición sexual, “toquetea” la diferencia. Si bien la “orgía” no implicó su debut sexual salió de esta experiencia transformada. Algo de la misma tocó lo real del enlace amor-deseo-goce.

La suspensión por parte del analista de una posición aparentemen-te correcta pero prejuiciosa le permitió a M. partir de la ambigüedad inicial a otros recorridos amorosos. La cuestión del amor en M. excede la esfera de lo imaginario, no se trata solo del amor narcisista en su matiz de completud sino del amor que se enlaza a lo real, y por ende se anuda con lo simbólico también. Dicho de otro modo el amor anuda a través de la falta pasando por agujero.

Freud funda el amor en las Ich-triebe, las pulsiones del yo, no sexuales, sin embargo las hace pasar de la conservación al campo de la sexualidad a partir de ponerlas en función de lo erótico pasando lo erógeno al erotismo, en función de la apropiación de cada uno de los campos de las pulsiones parciales. La sexualidad aparece por media-

un episodio en el que fue pegada por algunas compañeras. Por primera vez se defendió y rehusó seguir siendo “la muñequita de todos. Antes no me daba cuenta. Ahora me cansé”. Do-ble sanción: a las compañeras: no se puede pegar, interdicción del golpe como recurso; a Mariana: se puede decir que no.

Ante una nueva propuesta de inter-cambio: “ me comprás marcadores y yo te doy una pulserita que hice con cuentas” se mostró disconforme: “es una caja de 6, no de 12”. Transacción con pérdida, primer indicio de que algo podía faltar.

Más adelante, la institución dispuso la reducción en la frecuencia de las sesiones individuales, a lo que Maria-na reaccionó con enojo. Me pidió más cigarrillos, y, ante mi negativa se fue del consultorio llevándose el paquete. La seguí, se lo reclamé, teniendo por testigo casual a una operadora. Prome-tió devolverlos la próxima. Pero la vez siguiente pretendía que eso ya había pasado, que no se acordaba, que no se dio cuenta. Le respondí que yo había tomado en serio su palabra. “Es tu pa-labra contra la mía”, replicó. Invoqué al tercero, testigo de su compromiso. Entonces ella misma se impuso una sanción: “bueno, como yo ya me los fumé y convidé, entonces vos no me convides por un mes”.

Con un cierto grado ya de confianza en los pactos, hilvanó su historia de padecimientos, abandono y maltrato en la primera infancia y violaciones sucesivas más tarde, por un joven in-tegrante de la familia guardadora, que fueron inadvertidas hasta poco antes de un parto prematuro.

Un momento de viraje se sitúa ante el surgimiento espontáneo de una escena que se tornó cómica por la vía de una intervención. Mariana estaba con algunas compañeras y una operadora cuando yo entré. Saludé y nadie respondió. Al pasar cerca, sin querer, chocamos hombro con hombro. Le dije: “Ah! Qué nueva forma de sa-ludo!” Se rió a carcajadas. Las demás se unieron a la risa, sanción reforzada por palabras de la operadora. Desde entonces Mariana no sólo instaló ese saludo conmigo, sino que no dejó de

TRES ENSAYOS PARA UNA TEORÍA SEXUAL,

CIEN AÑOS DESPUÉS

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ción de las pulsiones parciales, así el amor entra en el campo de la sexualidad anudando lenguaje y cuerpo.(2)

La zona erógena se presta como zona de amor pues no es sin el cercado que oportunamente perimetró la demanda de amor del otro ma-terno, al orificiar el cuerpo con su voz y su insistencia pulsional.

Lacan plantea en el seminario de 1964, que hay un forzamien-to en la sexualidad para anclarse al amor, este enlace requiere en muchas ocasiones el paso por un análisis. Anudar el amor, despe-jado de narcisismo, implica su articulación a una hiancia, que es la del inconsciente.

A partir de la conceptualización descubierta por Freud de que la pulsión es un montaje por el cual la sexualidad participa de la vida psíquica podemos situar la deriva de goce de la pulsión en sus posibles viscisitudes y destinos. Es así que la sexualidad entra en los intervalos del recorrido pulsional pasando por el cuerpo que es sensible a los ecos del decir. Mientras que la legibilidad del sexo es siempre retroactiva ya que se lee y se escribe en el síntoma.(3)

Aprendimos con Freud que la sexualidad es polimorfa y abe-rrante, desde el niño al adulto pasa por las redes de la palabra en la constitución subjetiva. La lalangue que porta el significante se opacifica en las posiciones fantasmáticas otorgando enigmas y mis-terios entre inconsciente y sexualidad.

En las Conferencias de St. Anne en 1972 Lacan nos recuerda la poesía de Antoine Tudal que muchos años antes expuso en el Informe de Roma.:

“Entre el hombre y la mujerestá el amorentre el hombre y el amorHay un mundoEntre el hombre y el mundoHay un muro”El muro sitúa la castración e impide la escritura de la relación.

El sexo pasa por las pulsiones parciales para cada uno de los par-tenaires, es decir por el fantasma, por el a - muro , el objeto a y si hay algo que se juega seriamente entre hombre y mujer pasará por los desfiladeros de la castración. El goce se escribe en la pa-red, muro en el que se escribe la carta de amor, lalangue amorosa que se dibuja con formas extrañas no siempre transparentes porque conciernen al cuerpo y a las pasiones del alma. A tal punto que La-can al introducir el nudo borromeo en el seminario XIX, conocido como Ou’ Pire nos propone una definición del amor que enlaza tres tramos y que nos conducirá a la disarmonía radical de cada sexo para con el otro sexo.

“Te pido que rechaces lo que te ofrezco porque no es eso”.

TRES ENSAYOS PARA UNA TEORÍA SEXUAL,

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aria tiene 26 años, dos hijos y esta embarazada de 4 meses,

vive en una villa con su actual pare-ja, padre de su hijo menor y del bebe que espera.

Desde la primera entrevista su que-ja ronda en su embarazo, ya que no quería tener más hijos, dice que ella quería ponerse el DIU, pero que su pareja no quiere. …”sino me emba-raza no se siente macho”… Habla de la falta de trabajo tanto de ella como de él, que esto se debe a que no son Argentinos y que les resulta difícil conseguir el documento de identidad al no tener una dirección.

Las condiciones en las que viven son muy precarias (su casa es de ma-dera y nylon, con piso de tierra, no tiene ni cocina, ni baño propio).

A medida que transcurren las entre-vistas su discurso parecería no variar, habla de los mismos temas. Al pregun-tarle por su historia, por su infancia, familiares y por como llego a este lu-gar, en un primer momento hace un silencio como tratando de recordarlos, luego su relato se torna pausado y poco claro. Como si no pudiera ubicar ni los hechos, ni los lugares en los que estuvo de forma precisa y segura.

Otras de las pacientes de la villa, de 24 años de edad, a la que llamaré Natalia, tiene 4 hijos y esta embarazada de 6 meses, su marido es alcohólico y cuando esta ebrio se torna violento. Dice no saber como ayudarlo y que cuando no toma es un buen hombre. Esta afligida por la mala relación que tiene con su suegra y por las dificul-tades de su hijo mayor en la escuela. Argumenta que trata de ayudarlo pero que ella apenas sabe leer y escribir. Y que la maestra le pone casi todos los días insuficiente en el cuaderno.

Natalia también hace referencia a la discriminación por no ser Argentinos y que la maestra no tiene en cuenta a su hijo por esto.

A medida que trascurre el relato de Natalia, se angustia y por momentos el llanto casi no la deja hablar, dice que no sabe que hacer con todo esto, que no puede más.

Josefa tiene 45 años, habla de sus dolores de espalda, la tos casi no la deja hablar, se queja de las condi-ciones en las que vive y del frió que hace en su carpa. Al preguntarle con quienes vivé menciona con mucha dificultad el nombre y las edades de sus hijos, que en realidad parecería no recordar.

2-Los silencios que se producen más que dar cuenta de una cuestión resistencial, donde no se les ocurre nada, parece responder a la imposi-bilidad de asociar libremente, que se ve obstaculizada por lo anteriormen-te expuesto.

Al escuchar estos relatos, tuve la sensación de que les era muy difícil hablar del pasado, de su historia, pre-cisar lugares, fechas y acontecimientos, como si de lo único que podían dar cuenta es de la realidad inmediata en la que viven.

Estos relatos me llevan a pregun-tarme por la posición y la manera de intervenir del analista, cómo dirigir la cura, cuando como en estos casos,

TRANSFERENCIA Y DIRECCIÓN DE LA CURA

Dos cuestiones a tener en cuen-ta, que considero importantes para poder precisar algo de la dirección de la cura en estos casos.

1-Más allá de la precariedad del discurso y la pobreza de simbolizar que denota lo relatado hasta el mo-mento por estas tres pacientes, no hay indicios para conjeturar una psicosis.

el discurso se sitúa en un aquí y ahora quejoso, en un intento de sobrevivir el día a día, donde la posibilidad de simbolizar parecería quedar delegada a una realidad urgente e insoportable.

Para que la dirección de la cura sea posible en estos casos es nece-sario recordar la firme posición de

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TRANSFERENCIA Y DIRECCIÓN DE LA CURA

lo cual están enredadas, dando paso a una historización, más cerca del sujeto que de la reinvidicación social.

Historización que parecería ser necesaria en estos pacientes que se presentan con una modalidad, donde hay pocas posibilidades de lo subjetivo. Arrasados por el Otro en un lugar de objeto que dificulta imaginar otra rea-lidad posible. Siendo el objetivo ético

al que todo se subordina en psicoaná-lisis, es la rectificación de la posición del sujeto respecto al deseo, propiciar la demanda, será fundamental para que el deseo se constituya.

En estos casos el analista no solo debe esperar la palabra del paciente,

que hable, sino que esa expectativa debe girar en torno al entronizamiento de la división subjetiva.

En un más allá de esta demanda que pide a los analistas que apaci-güemos el incendio de la sociedad, es solo tomando distancia, que el analista debe hacer prevalecer el de-seo de escuchar cada demanda en su singularidad, como un acto en si mis-mo, que vaya constituyendo el campo propicio de las entrevista, para que pueda devenir un segundo accionar, ya bajo transferencia con quien, por sufrimiento psíquico, haya decidido testimoniar y trabajar descifrando sus determinaciones con ánimo de ceder u acotar su goce.

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Coordinación: Cecilia Fèvre - Patricia Hanono - Norma Manavella - Susana NeuhausDía y horario: Jueves de 13:30 a 15 Hs.Frecuencia: Semanal

Coordinación: Héctor Depino - Elisa MarinoDía y horario: Viernes de 11:30 a 13 hs.Frecuencia: Quincenal. (2dos. y 4tos. viernes de cada mes)

Coordinación: Diana VijnovskyDía y horario: Viernes de 11:30 a 13 hs.Frecuencia: Quincenal. (1ros. y 3ros. viernes de cada mes)

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PSICOANÁLISIS LOS INICIOS EN LA EXPERIENCIA CLÍNICA

INTERPRETACIONES DEL DESEO:

UNA REFORMULACIÓN DE LA CLÍNICA FREUDIANA

EL FANTASMA Y LAS FORMACIONES DEL INCONCIENTE

MIÉRCOLES

JUEVES

VIERNES

VIERNES

reírse de cuanta torpeza me sucedía a mí y más tarde a ella misma.

Lo cómico se despliega en el campo imaginario, localizando y recortando un defecto en la imagen, que indica un vacío al señalar el rasgo que descom-pleta. En este sentido, la intervención que produce comicidad cumple una función en la cura. Acota un goce real atrapado en la relación imaginaria yo-otro, que la risa sanciona.

Como advierte Freud, lo cómico no concierne a lo inconsciente, a diferen-cia del chiste, porque opera desde lo imaginario, pero también apunta a un real. Conecta con un más allá de la imagen donde se sitúa el objeto “a”. Por eso conduce a la división subje-tiva bordeando la angustia.

Del gesto cómico que sustrae un goce a la imagen, puede pasarse al deslizamiento significante que, por el equívoco hará oír lo que de otro modo no se dice. La escena cómica muestra aquello que hará texto en el chiste.

Este trayecto no pretende suplir las carencias padecidas, sino suscitar el recurso del significante.

Esta intervención estableció un tope a la inhibición y abrió un intersticio por donde introducir la dimensión del equívoco y el engaño. Mariana comenzó a ejercitarse en esta dimen-sión del significante, enriqueciendo su quehacer con chanzas y juegos verbales graciosos.

En una sesión, al hablar de cómo se consigue el dinero, dijo saberlo. Me incita a leer sus labios con los que articulaba, sin proferir: “prostitu…” Cuando yo enuncié el vocablo, se rió y dijo:”Cómo! N0…!

Cómo voy a decir eso! Yo quise decir proyecto joven”. A continuación

preguntó qué era, cómo funcionaba, si ella podía ir. Proyecto Joven era un programa del Ministerio de Economía destinado a incluir a los jóvenes en el aparato productivo. Ofrecía cursos de capacitación laboral en los más diversos oficios, con viáticos pagos y pasantías rentadas, sin requisitos de escolaridad o formación previos-

En el curso de los meses siguientes se produjeron distintos contactos con la familia a cargo, con su hijo y se lo-calizó a la madre y abuela biológicas. Mariana fue acompañada desde la ins-titución en todos esos encuentros.

En sesión, concluyó:”Estaba como en un sueño y desperté. Yo entendía

Freud…”rehusamos decididamen-te adueñarnos del paciente que se pone en nuestras manos y es-tructurarle su destino, imponerle nuestros ideales y formarle, con orgullo creador, a nuestra imagen y semejanza”…

En estos casos, cuando como analistas recibimos personas aque-

urgencia de la situación, para que este pedido se trasforme y pueda produ-cirse una demanda de análisis, que el paciente pueda posicionarse de una manera mas neurótica con respecto a su síntoma, que hable de él y se dirija al Otro con una pregunta del por qué de su sufrimiento.

Dando lugar al decir de aquello en

todo al revés. No me daba cuenta. Pensaba que mi familia de crianza me había separado de mi mamá. Y fue al revés. Ella me dejó. No me voy a ha-cer más la tonta.”

Se propuso indagar otras cuestio-nes: qué pasó con su padre biológico, qué pasó con la madre adoptiva que ignoró su padecimiento, qué pasará con su hijo “que un día tendrá qué saber la verdad”

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jadas, sufrientes y por ende con una fuerte obturación del deseo, que llegan al hospital público o a los centros de salud de las villas en busca de respuestas a sus pesares físicos, anímicos, existenciales y últimamente a desesperados so-ciales. Cuantos más desvalidos se sienten, mas esperan del Otro de las instituciones.

Para miles de personas que la reali-dad se presenta como una experiencia muy dura, aún en estos casos, Freud nos señalara que la cura debe desa-rrollarse en la abstinencia, es decir sin satisfacciones sustitutivas.

¿Es posible el análisis en estas condiciones?

Si siempre hay sujeto del incons-ciente y la lógica del significante no es privativa de las clases sociales, la experiencia analítica es posible también en estas circunstancias.

El pedido con el cual se acer-can parecería ser socorro ante la

Lic. Martina MoraPsicóloga U.B.A

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