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    AAAAAnlisis

    e Investigacin

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    EL ORDEN POLITICO EN LA VENEZUELA DE FIN DE SIGLO:

    DE LA INEFICACIA DECISIONAL AL NEOPOPULISMO

    por Lus Aznar*

    Qu culpa tiene la estacasi el sapo salta

    y se ensarta.**

    Introduccin

    La cuestin venezolana, en relacin al rgimen poltico-institucionaly su dinmica, ha sido abordada desde diversas perspectivas analticas.Por ejemplo, Levine y Martz sealaron en su momento la importancia delos partidos polticos y de la lgica de encapsulamiento de ciertos con-flictos en la constitucin de un rgimen democrtico representativo yestable1.

    Interpretaciones crticas sobre el tipo de democracia insturada a par-tir de 1958 fueron generadas por Karl2, centrndose en el estudio de lospactos entre lites y en el uso por parte de las mismas de la renta petrolera.Nosotros hemos investigado el impacto del contenido de proyectos partida-rios sobre la transicin y consolidacin del rgimen3, mientras que ciertasrigideces y tensiones presentes en el sistema han sido atribudas porCoppedge4 a lo que denomin la partidocracia venezolana.

    * Profesor de Teora Sociolgica y Ciencia Poltica - Departamento de Humanidades

    (UDESA) y Carrera de Ciencia Poltica (UBA).** Dicho popular venezolano.1 D. Levine : Conflict and Political Change in Venezuela, Princeton University Press, 1973

    y J. Martz : Party elites and leadership in Colombia and Venezuela, en Journal of LatinAmerican Studies, vol. 24, febrero 1992

    2 T. L Karl : Petroleum and political pacts : the transition of democracy in Venezuela, en LatinAmerican Research Review, 1987

    3 L. Aznar : Las transiciones desde el autoritarismo en Venezuela. El Proyecto de AccinDemocrtica y sus efectos sobre el sistema sociopoltico, en Desarrollo Econmico, N117, Bs As, 1990

    4 M. Coppedge : Strong Parties and Lame Duks. Presidential Partyarchy and factionalismin Venezuela, Stanford University Press, 1994

    POSTDataDataDataDataData5, Julio/99 (pags.75-96)

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    Tomando en consideracin, entre otros, los resultados de las investi-gaciones antes mencionadas es posible plantear una cuestin sustantiva queintentaremos responder en este trabajo: cmo han reaccionado los actores y

    las estructuras del rgimen poltico venezolano a la fragmentacin social y alas tensiones generadas por la crisis poltico-econmica de fin de siglo?Al concebir el estudio de las sociedades como el anlisis y compren-

    sin de la gnesis y transformacin de los sistemas de relaciones socialestanto de produccin como de dominacin, surge con claridad la impor-tancia de analizar las articulaciones entre actores y estructuras y la lgica querige su dinmica de cambio. En este sentido un cierto orden social,constitudo por dichos sistemas estructurados, puede ser entendido como elespacio en el que, bajo determinadas condiciones histricas, se desarrolla

    la prxis de los actores sociopolticos.Estos conjuntos de relaciones sociales presentan dos caractersticas

    que operan conjuntamente: permanencia y variabilidad. Por lo tanto, la re-lativa estabilidad que surge de las articulaciones entre las estructurassociopolticas y econmicas, no es ms que una objetivacin transitoria deprocesos relacionados con el accionar de los actores, tanto individuales comocolectivos.

    Todo orden poltico contiene en s relaciones contradictorias y con-flictivas que son las que determinan su transformacin y las que permitenexplicar su dinmica a travs de las crisis sociales. Estas se presentan comoresultado de las interrelaciones entre crisis econmica del sistema produc-tivo y crisis poltica del sistema de dominacin y de sus distintas resolu-ciones histricas5.

    En 1985, Lechner afirmaba que cualquier anlisis de la actual reali-dad latinoamericana constata una situacin de crisis. Hablo de crisis paradestacar el estado de descontento: se deja de tomar el estado de cosas exis-tente como un orden normal y natural... para secularizar la visin mesinica

    o tecnocrtica de las transformaciones sociales propongo analizar la cons-truccin de un nuevo orden social como un proceso de rupturas pactadas...(perspectiva que) por un lado se opone a una concepcin que enfoca la luchapor el orden como una guerra y... por otro... a una concepcin que identificael orden con el consenso (de modo anlogo a la utopa liberal del mercadocomo competencia perfecta)6.

    5 A. Gramsci: Notas sobre Maquiavelo, sobre la poltica y el Estado moderno, NuevaVisin, Bs As, 1972.

    6 N. Lechner:Revolucin o ruptura pactada?, enCrtica y Utopa, N 13, Bs As, 1985,pp.51-53.

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    Ms de una dcada despus la mayora de los problermas en los queLechner basaba sus reflexiones siguen vigentes. La actual situacin regional,definida por varios analistas como una crisis de mutacin, nos parece un

    mbito propicio para la aplicacin de teoras de alcance intermedio deriva-das de la perspectiva ms general que articula el accionar de los actores socia-les con las crisis y los procesos de cambio.

    Remmer7 , estudiando comparativa y empricamente regmenes autori-tarios y democrticos, pone a prueba un conjunto de proposiciones que expre-san que la competencia institucionalizada aumenta la durabilidad del rgi-men poltico democrtico, que el impacto del desempeo econmico sobre ladurabilidad del rgimen poltico est mediada por las instituciones polticas yque la durabilidad de los regmenes democrticos vara de acuerdo a su

    competitividad. Una de las principales conclusiones a las que arriba es que lasustentabilidad de los regmenes democrticos est condicionada fundamen-talmente no por su desempeo econmico sino por la existencia de oportuni-dades institucionalizadas de participacin, confrontacin y oposicin.

    Estos enfoques no pueden ser dejados de lado al analizar las situacio-nes latinoamericanas, sobre todo cuando se trata de prever el futuro de lasrelaciones entre el desarrollo de economas centradas en las relaciones delibre mercado y la dinmica de regmenes polticos democrticos pensadaen trminos de consolidacin.

    Como lo ha sealado Waisman ...la liberalizacin econmica y laconsolidacin de la democracia estn gobernadas por dos lgicas socialesopuestas... la privatizacin, la desregulacin y la apertura de la economaestn gobernadas por la lgica de la diferenciacin. Su primer impacto sobrela sociedad es el aumento de la diferenciacin social tanto en el sentidovertical como horizontal... Por el otro lado, la consolidacin de la democra-cia est gobernada por la lgica de la movilizacin... Estas dos lgicas tienenel potencial para inhibirse mutuamente y consecuentemente para bloquearo dificultar la liberalizacin econmica o la consolidacin de la democracia oambas cosas a la vez.8

    Y en este anlisis de situaciones conflictivas debemos acordar conBobbio y Przeworski, por ejemplo, en que la democracia es un rgimencaracterizado por una particular forma de procesar los conflictos9, pero sin

    7 K.L Remmer: The sustainability of political democracy, en Comparative Political Studies,Vol.29, N 6, 1996.

    8 C. Waisman: The end of neomercantilism: Argentina and Chile as paradigmatic cases(mimeo), 1997, Dept. of Sociolgy,University of California, San Diego, pp 25-27.

    9 N. Bobbio: The future of democracy, Minneapolis,University of Minessota Press, 1984y A. Przeworski:Democracy and the market, Cambridge University Press, 1991.

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    olvidar y subrayando el hecho que la democracia, o si se prefiere la poliarqua,es en s misma un rgimen conflictivo.

    Esta conflictividad se expresa, entre otras esferas, en la del orden po-

    ltico, en las relaciones entre el Estado y la Sociedad Civil, en la que actoressociales individuales y colectivos con intereses especficos accionan poltica-mente para realizarlos. Para lo cual, con racionalidades y ticas diferenciadashacen uso de las posibilidades, y tratan de superar las restricciones, quegeneran los ordenamientos institucionales ms o menos estructurados.10

    El estudio del accionar de los actores y sus conflictos, como as tam-bin de las diversas formas de procesamiento y resolucin de los mismosremite necesariamente, entre otros elementos, a la discusin sobre los parti-dos y los sistemas de partidos11. Este mbito, el de la accountability vertical,se

    conecta con uno de los problemas polticos fundamentales: el de la repre-sentacin poltica, sus formas, sus lgicas de funcionamiento y metamorfsis12,articulado a su vez con la temtica de la accountability horizontal.

    En este sentido ODonnell concluye una de sus discusiones sobreesta cuestin afirmando que la efectividad de la accountability horizontaldepende en buena medida de los tipos de accountability vertical includas,aunque de ninguna manera exclusivamente, las elecciones que slo lapoliarqua hace posible.13

    Es importante y necesario conectar lo anterior no slo con la legitimi-dad de los gobiernos sino tambin con su eficacia decisoria: es decir, la capa-cidad para disear polticas pblicas especficas, aplicarlas y mantenerlas enel tiempo hasta que hagan sentir sus efectos. La eficacia decisoria de ungobierno no slo es un problema de mayor o menor institucionalizacin, estambin al mismo tiempo una cuestin ligada a las caractersticas y al accio-nar de ciertos actores polticos relevantes, lo que nos permite diferenciarentre eficacias decisorias ms o menos democrticas.

    Como lo ha expuesto Immergut, las instituciones polticas ni trasmi-

    ten demandas neutralmente ni tampoco ratifican solamente acuerdos. Por elcontrario, configuraciones institucionales concretas generan contextos estra-

    10 Para una crtica de cierto estructuralismo que minimizaba el accionar de los actores vaseel ya clsico artculo de F.H. Cardoso:Althusserianismo o marxismo ?a propsito delconcepto de clases en Poulantzas, en R. Bentez Zenteno (comp.) Las clases sociales en

    Amrica Latina, Mxico, Siglo XXI, 1985.11 Vase S. Mainwaring and T. R. Scully (comps.): Building democratic institutions.Party

    systems in Latin America, Stanford, Stanford University Press, 199512 Vase B. Manin: Principes du governement representatif, Pars, Calmann-Levy Ed.,199513 Vase G. ODonnell:Accountability Horizontal, en Agora, N 8, Bs As, 1998, p.29.

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    tgicos en los que se seleccionan aquellos intereses que sern expresados enforma efectiva y se determina cules prevalecern sobre otros14.

    En la perspectiva desarrollada por Kaiser, en su estudio sobre tipos de

    democracia desde una visin neoinstitucionalista, el anlisis y la considera-cin de dichas configuraciones especficas es fundamental dado que puedenservir de puntos de veto para los diferentes grupos de inters15.

    El anlisis comparado de diversos sistemas polticos latinoamericanoscontemporneos permite afirmar que, con desarrollos institucionales simila-res, dependiendo de las caractersticas del accionar de las autoridades electasy los ministros y burocracias no electas, se pueden tomar tanto decisionesque afectan positivamente las posibilidades vitales de amplios sectores de lapoblacin como aquellas cuyas consecuencias son aumentar las tendencias

    hacia la concentracin y la exclusin.Lo anterior se explica, entre otras cosas, porque como lo ha sealado

    Przeworski la representacin contiene dos formas diferentes de las relacionesprincipal-agente: entre los ciudadanos como principales y los polticos electoscomo agentes y entre los polticos electos como principales y los burcratas no-electos como agentes. Como las instituciones democrticas no contienen meca-nismos que permitan a los ciudadanos sancionar directamente el accionar de losburcratas, el control ciudadano sobre los mismos puede ser slo indirecto.16

    En estas condiciones puede producirse perfectamente el mantenimien-to de los mecanismos de la democracia poltica pero las condiciones de ex-clusin social, que en algunos casos generan ciudadanas dbiles o incom-pletas17, debilitan las posibilidades de su consolidacin.

    Nuestra perspectiva de anlisis asume que el estudio especfico delaccionar de los diferentes actores, expresado en parte a travs de los partidospolticos y los sistemas de partidos, en las formas de representacin y en laexpresin de apoyos y demandas conflictivas y en las formas de ejercer ladominacin, cierra el crculo terico-conceptual articulndose con el tema

    de la gobernabilidad y la estabilidad del regimen poltico democrtico entanto orden conflictivo.

    14 E. Immergut : Health Policies : Interests and Institutions in Western Europe, CambridgeUniversity Press, 1992

    15 A. Kaiser : Types of Democracy. From Classical to New Institucionalism, en Journal ofTheoretical Politics, London, 1997

    16 A. Przeworski:Minimalist conception of democracy: a defense, ( mimeo ), Yale University,1997.

    17 M.Roche: Rethinking citizenship, Cambridge, Polity Press, 1992 y D. Zolo: La strategiadella cittadinanza, en D. Zolo (comp.):La Cittadinanza, Bari, Laterza, 1994.

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    El anlisis de la crisis en la democracia que viene afectando desde hacetiempo al sistema poltico venezolano y tambien el del surgimiento delliderazgo de Chvez, en trminos de lo que Manin ha definido como repre-

    sentacin personalizada, son para los interesados en el estudio de los proce-sos de consolidacin democrtica casi una situacin de laboratorio.El sistema de partidos mantendr su matriz bipartidista o rotar

    hacia un multipartidismo atomizado? Se convertir este militar ex-golpistaen un demcrata convencido y accionar en consecuencia, a partir de unalgica democrtica, respetando la existencia de la oposicin y aceptando losconflictos consecuentes? O expresar en momentos de crisis conductas au-toritarias tratando de evitar o fragilizar los mecanismos de accountabilityhorizontal?

    La crisis en la democracia venezolanay su impacto sobre el bipartidismo

    El sistema poltico venezolano se asemeja a un conductor ingls ma-nejando por Amrica Latina, en el sentido de mostrar cierta tendencia a irpor el carril contrario.

    Es as que a partir de 1958 y durante treinta y cinco aos fue uno de lospocos regmenes democrticos consolidados de la regin, en un ocano deautoritarismos, democracias dbiles y dictaduras sangrientas. Un rgimen queentr en crisis justamente cuando la ola democratizadora de los 80 comenza-ba a humedecer las playas polticas de los otros pases iberoamericanos.

    Hasta ese entonces la dinmica poltica se haba expresado funda-mentalmente a travs del populismo democrtico, diseado, aplicado y sos-tenido por la social -democracia criolla ( Accin Democrtica ) y el social -cristianismo caribeo (COPEI).18

    Basado en una lgica de funcionamiento centrada en la conciliacinde clases y a travs de un articulado y extendido spoil system, el rgimendemocrtico funcion eficientemente durante dcadas, mediante la mecni-ca del pndulo bipartidista, logrando el control poltico de la conflictividad.Su eficacia en este sentido se agot a fines de los 80 como consecuencia,entre otros factores, de los desbastadores efectos de una inmanejable deudaexterna, altos niveles de corrupcin y una manifiesta prdida de legitimidadde los sectores dirigentes a nivel nacional.

    18 J.C. Rey: La democracia venezolana y la crisis del sistema populista de conciliacin, enRevista de Estudios Polticos, ( nueva poca ), N 4, Madrid,1991

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    Poco orgnicos pero de gran intensidad, los disturbios del 27 y 28 defebrero de 1989 (popularmente bautizados como el caracazo) se iniciaroncomo protesta contra algunas medidas contenidas en el plan de ajuste que

    intent aplicar, desde una posicin cercana al autoritarismo de mercado, elentonces presidente Carlos Andrs Prez (Accin Democrtica).No fue solamente una de las pocas reacciones populares explcitas

    contra un plan de ajuste y reformas estructurales que se produjo en AmricaLatina, al que de hecho lograron fragilizar, sino tambin la parte visible deun gran iceberg de desigualdades sociales, exclusin e ineficacia decisionalcontra el que impact el Titanic de la democracia venezolana.19

    Tres aos despus, en febrero de 1992 y como una de las derivacionesde la controversia suscitada en las Fuerzas Armadas por la resolucin mili-

    tar del caracazo, el hasta entonces desconocido teniente coronel Hugo Chvezencabez un intento de golpe que fracas rpidamente. En el mismo inter-vinieron jvenes oficiales enfrentados con los generales ligados a los parti-dos polticos tradicionales de ideologa nacionalista bolivariana y con undiscurso populista y fuertemente antipartidario.

    Los apoyos civiles confusos y en algunos casos post-factum provinie-ron, por un lado, de cierta derecha intelectual que centraba sus crticas en elsistema de partidos y en la clase poltica y, por otro, de algunos sectores deizquierda que creyeron presenciar un milagro poltico: la materializacin deun extendido mito latinoamericano, pero con cierto orgen egipcio, como loes el golpe militar progresista, popular y anti-imperialista liderado por sec-tores medios de las Fuerzas Armadas.

    Tanto las elecciones regionales para gobernadores de Estado como lasnacionales dos aos despus, consagrando como presidente por segunda veza Rafael Caldera (ex COPEI y uno de los patriarcas, junto con RmuloBetancourt, de la democracia venezolana), si bien mostraron un debilita-miento de los partidos tradicionales, parecieron volver las cosas a la norma-

    lidad. Tanto es as que, rpidamente, Caldera quien en su primera presi-dencia haba hecho algo similar con los dirigentes guerrilleros de izquierdade los 60, indult a Chvez quien form un movimiento poltico a travsdel cual comenz a accionar desde la legalidad en una situacin permeadapor una crisis aparentemente incontenible.

    Y como la realidad sociopoltica es dialctica Marx dixit, entre otros,hace ya mucho tiempo hoy nos encontramos con Chvez electo democr-ticamente como presidente de Venezuela, jurando sobre una Constitucin

    19 L. Aznar: Venezuela: inestabilidad y crisis en una democracia consolidada, enSociedad, N2, Bs As, 1993.

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    que le permiti lograrlo pero a la que calific de moribunda e intenta refor-mar, prometiendo una revolucin popular pacfica, con el apoyo de casi el60% de los electores, muchos de ellos, pertenecientes a sectores populares y

    medios, ex- partidarios desencantados de Accin Democrtica y de COPEI.Esta situacin tiende a confirmar, al menos desde nuestra perspecti-va, lo que han sostenido Gino Germani y Torcuato Di Tella en relacin a losmovimientos nacional-populares. El populismo no es solamente un fen-meno caracterstico de una determinada poca sino, bsicamente, una parti-cular relacin entre cierto tipo de liderazgo personalista y sectores socialesen disponibilidad para movilizarse o ser movilizados en contextos de crisissocial, poltica y econmica.

    Como proposicin tentativa de anlisis me parece posible enunciar

    que la actual situacin en Venezuela puede entenderse en trminos de unareaccin neopopulista ante los efectos del fracaso tanto de las polticas p-blicas ligadas al Estado de Bienestar, como de las neoliberales y antiestatistas.

    Neopopulista porque Chvez anuncia que habr ajuste fiscal pero de-creta casi simultneamente un aumento general para el personal de la Ad-ministracin Pblica. Y porque no hay todava claros indicios de cul ycmo ser en definitiva la relacin del gobierno de Chvez con la mayoradel movimiento obrero organizado, relacin que en la actualidad oscila en-tre la desconfianza y el enfrentamiento.

    Lo anterior es un punto clave ya que los sindicatos son controladosfuertemente y en forma mayoritaria por militantes de Accin Democrtica yen menor medida de COPEI. A modo de ejemplo slo basta recordar quedurante un largo perodo el mximo dirigente de la Confederacin de Tra-bajadores de Venezuela (CTV) fue al mismo tiempo Secretario General delpartido Accin Democrtica.

    Un indicador del control de Accin Democrtica sobre las estructurassindicales surge de la comparacin de la conflictividad laboral durante el

    primer gobierno de Carlos A. Prez (Accin Democrtica 1974-1978) y enel gobierno de Luis Herrera Campns (COPEI 1979-1983).Mientras que en el perodo 1974-1978 se llevaron a cabo 7 huelgas

    legales y 741 ilegales involucrando a 169.744 trabajadores con 3.999.315horas de trabajo perdidas, en el perodo de la administracin de COPEI seprodujeron 11 huelgas legales y 759 ilegales participando de las mismas187.013 trabajadores perdindose 10.595.268 horas de trabajo, lo que de-muestra que no slo se iniciaron menos huelgas durante el gobierno de

    Accin Democrtica sino que las mismas fueron de menor duracin.

    Por lo tanto cabe la pregunta sobre la posibilidad de un populismo enAmrica Latina sin intermediacin de los sindicatos entre el lder y los sec-

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    tores populares y sobre la posibilidad de que el presidente Chvez reempla-ce, si no logra cooptarlas, a las estructuras sindicales por las militares.

    En el contexto de una crisis social, nuestro argumento central tratar

    de desarrollar la idea de una continuidad (cuyo tipo discutiremos ms ade-lante ) entre el debilitamiento de los partidos tradicionales como actorescentrales en el control de la conflictividad social, los disturbios conocidoscomo el caracazo, los intentos de golpes de estado y el surgimiento de unnuevo populismo de origen democrtico bajo el liderazgo de Chvez.

    La perspectiva desde la que estructuramos nuestra argumentacin searticula con el hecho que la dinmica actual del rgimen poltico venezola-no, por sus caractersticas y desarrollo, permite utilizar el eje conceptualtrabajado por L. Morlino en relacin a las situaciones de crisis enla demo-

    cracia por contraposicin a las situaciones de crisis dela democracia.20La idea de crisisenla democracia se relaciona con dos emergentes

    emprico bsicos:a) suspensin del funcionamiento o mal funcionamien-to, sobre la base de las normas existentes, de algunas estructuras, mecanis-mos o procesos cruciales del rgimen (por ejemplo crisis de gobierno ) otambin de la relacin legislativo/ejecutivo o de otras estructuras propiasde cada tipo de rgimen, burocracia o magistraturas. b) separacin, divi-sin o mal funcionamiento de las relaciones sociedad/partidos o grupos/estructuras del rgimen democrtico, que se manifiestan en demandas dela sociedad civil que no se traducen o no pueden traducirse, por diversosmotivos, en decisiones tomadas por el rgimen, con consecuencias diver-sas, por ejemplo, la disminucin de la eficacia decisional, de la efectividady de la legitimidad.

    La importancia de esta perspectiva radica en el hecho que la crisis enla democracia, en caso de no ser procesada o controlada adecuadamente,conduce bajo determinadas condiciones a la crisis de la democracia.

    Pero la anterior no es la nica salida posible: el caso del sistema pol-

    tico italiano ha mostrado en forma especfica otra alternativa, que consisteen una larga crisis sin derrumbe de la democracia. Ser ste el futuro inme-diato del sistema poltico venezolano?.

    Uno de los momentos iniciales de la actual crisis se desarrolll durante elgobierno del presidente Jaime Lusinchi ( Accin Democrtica, 1984-1988) enconexin directa con el tratamiento de la deuda externa. Los principales acree-dores de Venezuela, a travs del Comit de Bancos, asumieron una actitud in-transigente negndose a proporcionar nuevos crditos y forzando en 1986 lafirma de un acuerdo sumamente estricto, seguido de una fuerte devaluacin.

    20 L. Morlino: Cul es la crisis democrtica de Italia?, enCrtica & Utopa, N 13, Bs As, 1985.

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    En septiembre de 1987 se firm un complemento al acuerdo ante-rior. El pago de la deuda (15 mil millones de dlares entre 1985 y 1988 )fue acompaado de un plan de ajuste y austeridad que no logr controlar la

    inflacin (40% anual) ni el aumento de la tasa de desempleo 7,7% segncifras oficiales y 35% segn estimaciones extraoficiales.Manifestaciones callejeras y huelgas estudiantiles, algunas reprimidas

    con relativa dureza, indicaron que las tensiones sociales comenzaban a supe-rar los mecanismos sociopolticos de control de la conflictividad.

    Paralelamente, desde los inicios de su administracin, el presidenteLusinchi puso en funcionamiento la Comisin Presidencial para la Reformadel Estado (COPRE) cuyas funciones eran disear polticas de moderniza-cin del Estado y reformas institucionales. En ese sentido, una de las pocas

    recomendaciones poltico-institucionales que se implementaron fue la elec-cin directa de los gobernadores de Estado (que hasta ese momento erannombrados directamente por el Presidente) que se realiz a principios de1989 cuando ya haba asumido una nueva administracin.

    La novedad, con consecuencias impredecibles en su momento, fue quela nueva administracin surgida de las elecciones de diciembre de 1988 eraliderada por un miembro prominente del mismo partido poltico que JaimeLusinchi, Carlos A. Prez, que de esta manera se convirti por segunda vez enPresidente de la Repblica como candidato de Accin Democrtica.

    La paralizacin de la dinmica del pndulo bipartidista fragiliz alsistema poltico en su conjunto, concentrando las tensiones econmicas ysociopolticas y haciendo visibles en forma directa las contradicciones inter eintrapartidarias de las dos organizaciones que hasta ese momento habancompartido el cuasi monopolio de la representacin. La crisis social ya tenaarmado su escenario: slo faltaba que algunos actores entraran en escena y lohicieron casi inmediatamente.

    Antes de iniciar el anlisis coyuntural de lo ocurrido en los ltimos

    aos nos parece importante mencionar aqu, para utilizarlas como elemen-tos comparativos, dos conocidas interpretaciones de la dinmica sociopolticavenezolana contempornea.

    A mediados de los aos 60, desde el Centro de Estudios del Desarro-llo (CENDES) de la Universidad Central de Venezuela y con apoyo delCentro de Estudios Internacionales del Instituto Tecnolgico de Massachusetts(MIT), Jos Agustn Silva Michelena dirigi un trabajo cuyo objetivo erarealizar un diagnstico del sistema poltico venezolano, incluyendo la defi-nicin de alternativas para el desarrollo del pas.

    A partir de las hiptesis centrales de la denominada teora de la de-pendencia y basndose en el anlisis del proceso histrico desde la poca de

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    la sociedad colonial, el equipo de investigadores concluy que en Venezuelaexista una crisis de la democraciay que para 1984 la situacin sociopolticatena altas probabilidades de presentar las caractarsticas de una nueva crisis

    revolucionaria.Como lo sabemos, la democracia venezolana no fue sustituda por otrotipo de rgimen poltico y la conflictividad de los 80 dist mucho de aseme-

    jarse a una crisis revolucionaria. Por el contrario, como lo hemos sealadoanteriormente, a partir de ese momento el proceso sociohistrico venezolanoparece adecuarse mucho ms ajustadamente en lo que hace a la dinmica delrgimen poltico a lo que Morlino define como una crisis en la democracia.

    Por su parte uno de los ms interesantes historiadores venezolanos con-temporneos, Germn Carrera Damas, luego de definir a la sociedad de su pas

    como implantada gener una interpretacin sobre el desarrollo de la misma apartir de la articulacin de Venezuela con el sistema capitalista mundial. Elncleo de su indagacin y uno de los elementos explicativos centrales es la exis-tencia de lo que denomin el proyecto nacional de la clase dominante. Lasdiversas transformaciones econmico-polticas seran entonces efectos directosde la redefinicin histrica que la clase dominante realiza de dicho proyecto.

    Sin desconocer la importancia especfica de los sectores dominantesen la esfera econmica y en la poltica, nos parece que esta interpretacintiende a dejar de lado, o al menos a minimizar, el impacto que sobre ladinmica poltica venezolana ha tenido el accionar de los sectores subalter-nos tanto en su versin coyuntural y contestataria, como en su forma msorgnica a travs de la actividad de los sindicatos y confederaciones obreras.

    El caracazo : la respuesta inorgnicaal Plan de Reformas Estructurales

    La candidatura de Carlos A. Prez por parte de Accin Democrticapara las elecciones de diciembre de 1988, las que finalmente gan, generen su momento dos movimientos encontrados.

    Por un lado, sectores importantes de la dirigencia histrica de su propiopartido se opusieron a la misma, temerosos de la concentracin de poder deriva-da de una segunda presidencia, mientras que algunos sectores de dirigentes ms

    jvenes la apoyaron usndola como cua contra la dirigencia tradicional.Por otro lado, se estructur un clima altamente positivo en la opinin

    pblica, ligado al recuerdo de sus polticas desarrollistas y distribucionistas,

    a pesar de sus sealamientos en los discursos de campaa sobre la necesidadde aplicar un programa de reformas, cambio y transformacin.

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    Lo anterior es importante porque permite comprender, en gran me-dida, la dinmica de la segunda presidencia de Prez y su final: levanta-miento inorgnico contra sus primeras medidas de ajuste, ruptura en parte

    de la relacin de representacin con sus votantes decepcionados y retiro deapoyo de la dirigencia de su partido en el Congreso, cuando la crisis seacentu, permitiendo y promoviendo el juicio poltico que termin con sudestitucin un ao antes de cumplir su mandato constitucional.

    Menos de un mes despus de haber asumido el gobierno, al que llegcon el apoyo del 53% de los votantes en las elecciones de diciembre de1988, lanz un plan de reformas y restriccin del gasto que fue diseado yaplicado por su equipo econmico. Los principales tcnicos que fueron con-vocados a tal efecto, desde una perspectiva ligada al pragmatismo neoclsico,

    evaluaron sus decisiones econmicas tomando como criterio fundamental laautoridad del mercado sin considerar, aparentemente, sus consecuenciaspolticas.

    Durante el 27 y 28 de febrero de 1989 en un contexto de frustracinde expectativas, demandas sociales insatisfechas y fragilidad de los mecanis-mos tradicionales de agregacin y articulacin de intereses (partidos polti-cos y sindicatos) se produjeron principalmente en Caracas, pero tambin enotras ciudades del interior, levantamientos sociales intensos aunqueinorgnicos, que se iniciaron a partir del aumento del precio de la gasolina ypor lo tanto del transporte.

    La participacin en los mismos no slo de sectores marginales sinotambin de grupos de obreros y clase media baja, que sobrepasaron en suaccionar a la dirigencia que pareci tan sorprendida como inoperante, indi-caron que los mecanismos clsicos de control de la conflictividad comenza-ban a presentar serias ineficiencias.

    Consecuentemente, el gobierno debi apelar a las Fuerzas Armadaspara que intervinieran en el control de la situacin. El accionar del Ejrcito

    en funcin represiva directa se produjo luego de una intensa controversiaentre los generales y un grupo de oficiales que expresaron su reticencia aenfrentar a lo que definan como el pueblo y del cual se consideraban parteintegrante.

    Uno de los ncleos de la argumentacin de estos oficiales era que elproblema deba ser resuelto por la dirigencia de los partidos polticos queera la que lo haba generado con su ineficiencia y corrupcin y que por lotanto el Ejrcito no deba intervenir. Cientos de muertos y heridos marca-ron el fin de un movimiento social que, aunque inorgnico e impensable

    algunos meses antes, dejara una marca permanente en el sistema poltico.

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    El intento de reaccin de la esfera poltica

    Las respuestas a la situacin de crisis manifestada por los sucesos defebrero se concentraron fundamentalmente en el mbito poltico-institucional.El gobierno puso en funcionamiento una Comisin Bicameral para la Revi-sin de la Constitucin cuyo objetivo, entre otros, era disear nuevos meca-nismos institucionales de representacin y participacin poltica.

    Asimismo, en diciembre de 1989 se realizaron las primeras eleccionesmediante voto directo para gobernadores de Estado, mecanismo includo enla Constitucin de 1961 pero nunca implementado hasta entonces.

    Los resultados, sorprendentes para algunos observadores, parecieron

    indicar que en buena medida las tensiones se haban procesado poltica-mente y que el rgimen tena capacidad de autodinamizarse. Accin Demo-crtica triunf en once estados y en la Alcalda de Caracas21 y COPEI impu-so sus candidatos en siete estados.

    La izquierda partidaria logr por primera vez xitos electorales significati-vos. El Movimiento al Socialismo (MAS) obtuvo la gobernacin de Aragua, unestado con alta concentracin industrial, y Causa Radical (CAUSA R)autodefinido como un partido marxista basista no leninista que hasta ese mo-mento no haba logrado superar el uno por ciento de los votos en las eleccionespresidenciales triunf en el estado Bolvar, centro de la produccin de acero yaluminio, expandiendo su influencia desde el rea sindical a la poltica.

    Pero la conflictividad aflor rpidamente en otro nivel: el de la con-frontacin intra e interpartidaria y en la expresin de grupos corporativos.En Accin Democrtica, el partido de gobierno, parte de la dirigencia, quese haba opuesto en su momento a la candidatura de Prez, restaba apoyopblicamente a las polticas econmicas del Presidente y su equipo.

    Paralelamente, las tensiones entre los partidos sobrepasaron los lmites

    de cualquier acuerdo y dirigentes de los partidos de oposicin como as tam-bin algunas personalidades pblicas de la cultura, ligadas a posiciones decentro-derecha, comenzaron a poner en cuestin la legitimidad presidencial.

    Diversos grupos corporativos, que no vean asegurados conveniente-mente por el gobierno sus intereses econmicos y polticos, tambin inicia-ron un movimiento de alejamiento del mismo aumentando de esta manerasu aislamiento con respecto a la sociedad civil.

    21 Utilizamos los datos correspondientes a la eleccin directa del Alcalde de Caracas debido

    a que el gobernador del Distrito Federal sigue siendo nombrado en forma directa por elPresidente de la Repblica.

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    En febrero de 1992, tres aos despus del caracazo y recordndolo enalgunas de sus proclamas antipartidarias y nacional-populares, un sector detenientes coroneles a punto de ser ascendidos y perder, por lo tanto, el man-

    do directo sobre la tropa produjo un intento de golpe de estado. Lideradopblicamente por el teniende coronel Hugo Chvez fracas al no obtenerapoyos significativos explcitos por parte de otros sectores, pero al igual queel caracazo dej sus marcas en la sociedad.

    Una de ellas fue fundamental ya que sirvi de base para la posteriorreaparicin pblica de Chvez, devenido en dirigente poltico, luego de seramnistiado aos despus por el entonces presidente Rafael Caldera.

    Como lo ha sealado Abreu Sojo: la maana del cuatro de febrero de1992, el teniente coronel Hugo Chvez Fras, jefe del intento fallido de

    golpe de estado, rinde las armas en una presentacin de 30 segundos detelevisin.

    (Lo) Observa un pas expectante e inmediatamente, por el templedemostrado y ante una audiencia desencantada del sistema poltico, se pro-duce la reaccin carismtica: en esos 30 segundos, el lder golpista pasa deuna notoriedad pblica de 0 a 100 por ciento.22

    Independientemente de si la reaccin fue carismtica y causada por eltemple demostrado o no, creemos que lo importante es que este hecho gene-r una particular articulacin entre Chvez y sectores bajos y medios de lasociedad civil venezolana.

    Como lo ha investigado y desarrollado B. Manin, a propsito de lametamorfosis de la representacin poltica, en el ambiente de la democraciade lo pblico la representacin tiende cada vez ms a personalizarse y eso eslo que parece haber sucedido con Chvez.

    A fines de 1992 se realizaron nuevamente elecciones directas paragobernadores de Estado cuyos resultados indicaron que comenzaban ahacerse sentir los efectos de la crisis sobre Accin Democrtica, el parti-

    do de gobierno. Este perdi el control de varios estados, en los que triunfCOPEI, y el de la Alcalda de Caracas donde se impuso Causa R demos-trando una capacidad de expansin poltica, hasta ese momento, casiimposible de predecir, mientras que por su parte el MAS volvi a triun-far en Aragua.

    El clsico bipartidismo que haba regido la poltica venezolana desdelos aos 60 se haba desestructurado, al menos a nivel regional.

    22 I. Abreu Sojo: Lderes, imgen pblica y medios de comunicacin, en Revista Latina deComunicacin Social, Tenerife, enero de 1998.

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    La transformacin del formatodel sistema de partidos a nivel nacional

    Como lo hemos sealado anteriormente la segunda administracindel presidente Carlos A. Prez termin abruptamente cuando el mismo fuedestitudo mediante un juicio poltico, acusado de mal manejo de fondosreservados. Su mandato fue completado por Ramn J. Velsquez, luego deser propuesto por el Congreso de la Nacin.

    En este contexto se desarroll la campaa para las elecciones presi-denciales de diciembre de 1993 en la que se concretaron algunas de lastendencias que haban comenzado a emerger en el perodo anterior.

    Uno de los casos ms interesantes es el accionar de Rafael Caldera, uno delos fundadores del sistema poltico venezolano contemporneo, creador y diri-gente histrico de COPEI, uno de los firmantes privilegiados del Pacto de Pun-to Fijo en 1958 y coordinador de la redaccin de la Constitucin de 1961.

    No pudiendo lograr la nominacin por parte de COPEI form, apartir de un discurso de contenido fuertemente antipartidista, un movi-miento denominado Convergencia y apoyado sorprendentemente por elMovimiento al Socialismo y otros partidos menores gan las elecciones.

    Pero el anlisis de los resultados generales permite percibir con clari-dad que el bipartidismo clsico (AD y COPEI concentraban hasta ese en-tonces alrededor del 80% del total de votos) haba llegado a su fin histrico.

    Caldera logr sumar el 30,5% de los votos (17% de Convergencia,11% del MAS y 2,5% de varios partidos pequeos), el candidato de AccinDemocrtica el 23%, el de COPEI 22% y el de CAUSA R 22%. Esta clarafragmentacin, que transform el formato del sistema de partidos a nivel na-cional, se reflej en el Congreso por lo cual el presidente Caldera se enfrent aserias dificultades en el proceso de diseo y aplicacin de polticas pblicas.

    Sin embargo, la crisis determin que el Congreso, afectado por esamisma fragmentacin, tuviera que delegar en el Presidente, si bien lo hizopor un perodo acotado de treinta das, la facultad de decretar leyes en ma-teria econmica y financiera.

    La administracin del Presidente Caldera no logr superar en sus cin-co aos las incoherencias de su propio origen. Tensionada entre la perspecti-va poltico-econmica del propio Caldera que se opona, desde su posicinsocial-cristiana, a un ajuste definido como inhumano y la necesidad objetivade poner en marcha reformas estructurales para acotar la crisis, hecho apo-

    yado por buena parte de los miembros ms prominentes del Movimiento alSocialismo su contraparte en la coalicin gobernante.

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    El resultado previsible fue el incremento de la conflictividad en lasociedad civil, dividida por un lado entre los grupos y corporaciones queinsistan casi melanclicamente en el retorno a las pocas del Estado de

    Bienestar y aquellos que exigan la aplicacin de planes de liberalizacin,ajuste y control del gasto pblico, pero bastante uniforme, por otro lado, ensus crticas a los politicos y a los partidos a los que acusaban de ineficaciagubernamental y corrupcin.

    Y lleg el teniente coronel y mand parar

    En el contexto de la campaa para las elecciones presidenciales de

    diciembre de 1998, los partidos tradicionales, ya debilitados, se debatanentre las tensiones internas y la innaccin.

    Partidos no tradicionales, como CAUSA R, sufran tambin proble-mas serios, algunos debidos a su explosivo crecimiento y otros relacionadoscon sus polticas de alianzas, hecho ste ltimo que tambin afect al Movi-miento al Socialismo.

    La incertidumbre era de tal magnitud que durante varios meses lossondeos de opinin ubicaron primera en intencin de voto para presidentea Irene Saenz, ex reina de belleza y Alcaldesa de Chacao una de lassubdivisiones poltico administrativas de Caracas.

    Lo interesante de este fenmeno es que se basaba simplemente en lacorrecta administracin de un municipio y en la solucin de problemas casicotidianos como el trnsito, los baches y la recoleccin de residuos entreotros.

    Su meterico ascenso comenz a debilitarse justamente cuando sehizo pblico el apoyo que reciba de ciertas figuras polticas provenientes departidos tradicionales, como por ejemplo algunos dirigentes de COPEI.

    La evidente y extendida crisis de legitimidad que afectaba al rgimenpoltico venezolano, empricamente estructurado en un Estado de partidosahora ineficiente e ineficaz, fue el nicho ecolgico en el cual se implant confuerza el mensaje crtico y fundamentalmente antipartidos del ex tenientecoronel Chvez al frente de su Movimiento V Repblica.

    Desde una posicin nacionalista y popular e implementando unaamplia poltica de alianzas hacia la centro izquierda, en la que incluy aparte del MAS, de CAUSA R, del partido Comunista Venezolano (PCV) ydel Movimiento Electoral del Pueblo (MEP), sus ndices de apoyo comen-

    zaron a aumentar sistemticamente a medida que se acercaba la fecha de laselecciones presidenciales de diciembre.

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    A principios de noviembre de 1998 se realizaron las elecciones parla-mentarias que, para tratar de evitar el posible efecto de arrastre, fueron en sumomento, desfasadas de las presidenciales.

    Los resultados de estas elecciones, un verdadero test de las posicionesde los diferentes partidos y alianzas, confirmaron por un lado la movilidad ydinmica del voto e indicaron por otro que el Polo Patritico, unin de losdiferentes grupos de apoyo a Chvez, mostraba una considerable capacidadde representacin de sectores sociales en disponibilidad, como consecuenciatanto de la crisis de representacin por la que pasaban las estructuras parti-darias tradicionales como de los procesos de exclusin social generados porla crisis econmica.

    Sin embargo, es importante notar que Accin Democrtica segua

    siendo, al menos hasta ese momento, el partido con mayor capacidad demovilizacin del sistema poltico venezolano. Esto le otorgaba la posicin deprimera minora, tanto en la Cmara de Diputados como en la de Senado-res. Consecuentemente, an si no ganaba las presidenciales ostentara unagran capacidad de intervencin en el accionar parlamentario.

    Cuadro N 1Venezuela. Elecciones parlamentarias del 8-11-1998

    Nmero de Diputados y Senadores obtenidos por los principales partidos y alianzas

    Fuente: Consejo Nacional Electoral.

    La tarda y a la postre ineficiente reaccin de los grupos polticostradicionales (fundamentalmente Accin Democrtica y COPEI) consistien encolumnarse detrs de la candidatura del empresario Salas Romer, quien

    al frente del movimiento Proyecto Venezuela exhiba ndices de intencinde voto para presidente superiores a los de su propios candidatos.

    Diputados Senadores

    Accin Democrtica 62 19

    Polo Patritico (Chvez y aliados) 45 12

    COPEI 27 7

    Proyecto Venezuela (Salas Romer) 21 1

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    En diciembre de 1998 Hugo Chvez, encabezando una amplia coali-cin, fue electo Presidente de la Repblica para el perodo 1999-2003 re-presentando al 56% de los votantes.

    Cuadro N 2Venezuela. Elecciones Presidenciales de diciembre de 1998

    Fuente: Clculos propios sobre datos del Consejo Nacional Electoral

    La matriz de un nuevo bipartidismo

    La crisis en la democracia que afecta al sistema poltico venezolano haproducido, en relacin al formato del sistema de partidos, una serie de cam-bios tanto cuantitativos como cualitativos, que es importante analizar a finde lograr una comprensin ms adecuada de su dinmica.

    Desde sus orgenes en 1958, luego de la segunda transicin desde elautoritarismo, el actual rgimen poltico venezolano mostr una tendencia

    hacia el bipartidismo. Pero a partir de las elecciones de diciembre de 1973el bipartidismo adquiri caractersticas estructurales, los dos principalespartidos del sistema (Accin Democrtica y COPEI) concentraron ms delochenta por ciento del total de votos: 84% en 1973, 88% en 1978, 88% en1983, 93% en 1988, alternndose adems en el control del aparato estatal.

    Esta lgica de funcionamiento, aparentemente estructurada yestabilizada, lleg a su lmite mostrando serias ineficacias en el control de laconflictividad social y por lo tanto en el mantenimiento del orden polticoen condiciones de estabilidad.

    Como ya lo hemos sealado, la ruptura del pndulo bipartidista produ-cida en las elecciones de diciembre de 1988 con el triunfo por segunda vez

    Candidato Partidos Votos Absolutos %Votos

    Chvez MVR, MAS, PPTPCV, MEP y otros 3.673.685 56,2

    Salas Romer PRVZLA, AD, COPEI y otros 2.613.161 39,27

    Saenz IRENE, FD y otros 184.568 2,82Alfaro ORA,URD y otros 27.586 0,42

    Rodriguez Apertura 19.629 0,3

    Ramos La Causa Radical 7.275 0,11

    Otros 11.400 0,17

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    consecutiva- de un candidato de Accin Democrtica sintetiz y agudiz almismo tiempo la crisis sociopoltica y econmica que se expanda por el sistema.

    La solucin a las tensiones pareci darse, en las elecciones de diciem-

    bre de 1993, con la superacin del formato bipartidista y la irrupcin de unpluralismo limitado en un abanico que abarcaba desde el centro a la centroizquierda (Accin Democrtica 23%, COPEI 22%, Causa R 22%, Conver-gencia 17% y el MAS 11%).

    Ahora bien, los resultados de las ltimas elecciones indican que elbipartidismo, ahora expresado a travs de coaliciones y alianzas, ha retorna-do y con ms fuerza al sistema poltico venezolano. Es que los dos principa-les candidatos concentraron el 95% de los votos, la sumatoria ms elevadade la historia del rgimen poltico venezolano contemporneo.

    Pero lo ms interesante del caso, desde nuestra perspectiva, es que losactores colectivos han cambiado su posicin en el sistema. Accin Democr-tica y COPEI, anteriormente los polos del sistema bipartidista se encuen-tran en la actualidad formando parte de la misma coalicin opositora.

    En la coalicin electoral ganadora, adems del movimiento de Chvez,se observa la presencia entre otras fuerzas del Movimiento al Socialismo,otrora aliado con Caldera en la administracin anterior y del movimientoPatria Para Todos.

    El anlisis del accionar de este movimiento es de gran importanciapor su significado ya que se trata de un desprendimiento de CAUSA R queaport a la coalicin de Chvez no solamente un porcentaje cuantitativamenteimportante de votos (basta recordar que el candidato de CAUSA R con elpartido unificado logr obtener el 22% en las elecciones de 1993 y que enlas ltimas esa cifra baj al 0,11%) sino que adems realiz un aportecualitativamente casi tan importante o ms que el anterior.

    Se trata de una base social mayoritariamente obrera ligada fuerte-mente a la vida y al accionar sindical opositor a los partidos tradicionales.

    Este dato adquiere gran relevancia, sobre todo conociendo la estrecha co-nexin que hasta ahora haban mantenido Accin Democrtica y COPEIcon el resto de las bases sindicalizadas.

    Conclusiones

    Una cuestin clave para el anlisis de la trayectoria futura del rgimen ydel orden poltico venezolano es si la coalicin electoral ganadora podr redefinirse

    adecuadamente en trminos de una coalicin de gobierno eficaz y con posibili-dades, por lo tanto, de mantener un orden poltico relativamente estable.

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    En las condiciones crticas actuales, la visin y el accionar polticoneopopulista del presidente Chvez, expresados en aplicar una lgica queconsiste bsicamente en prometer y tratar de satisfacer todas las demandas

    de todos los sectores simultneamente, permite preanunciar a corto plazo elsurgimiento de tensiones sociopolticas y econmicas.A modo de indicador de lo que estamos sealando retomamos aqu el

    ejemplo de su decisin de anunciar, al mismo tiempo, un programa de con-trol de gastos y decretar un aumento general de salario para la administra-cin pblica o sus promesas de defender la propiedad privada y ofrecer solu-cionar paralelamente el problema de la falta de vivienda y de asentamientospara los sectores marginales y populares.

    Como expresin directa de la altsima sensibilidad a las promesas que

    ha generado la crisis en estos sectores, a partir de la segunda semana demarzo, se produjeron a lo largo y ancho de Venezuela una serie de invasionesy tomas de edificios y tierras, algunas espontneas y otras guiadas por acti-vistas partidarios.

    Mientras que miembros de Patria para Todos, uno de los partidos queapoyan a Chvez, acusan directamente a Accin Democrtica de promoverlas tomas para desestabilizar al gobierno, sectores de la oposicin sealanque es el propio discurso presidencial el que las est generando.

    Con respecto a los sindicatos mayoritarios la relacin actual es declaro enfrentamiento. En principio, Chvez coloc en el Ministerio de Tra-bajo a Leopoldo Puchi un miembro del Movimiento al Socialismo (MAS),partido ste histricamente enfrentado tanto en lo poltico como en lo sin-dical sobre todo con Accin Democrtica. Por cierto que el ncleo de estadisputa ha sido el sistemtico accionar del MAS, por presentarse como el verdadero partido socialdemcrata venezolano a pesar de su escaso peso enla esfera sindical.

    El primer intento, desde el Ministerio de Trabajo, para debilitar la

    hegemona de los partidos tradicionales en esta esfera expresa directamentelas principales lneas de la conflictividad: se trata de un proyecto para refor-mar la lgica de las relaciones de representacin a partir de instaurar laeleccin directa (en la actualidad es de segundo y tercer grado)para loscargos en las Centrales y Confederaciones Obreras.

    Otro tema que merece un seguimiento especfico es el del uso de laestructura militar como base de apoyo en su relacin con la sociedad civil.El Presidente Chvez no solamente ha nombrado en puestos claves a variosmiembros de su camada que lo acompaaron en el frustrado intento golpista

    contra el gobierno del Presidente Prez ahora electo senador y por lo tantoun miembro importante y activo del bloque opositor en el Parlamento sino

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    que ha diseado y puesto en marcha el denominado Plan Cvico MilitarBolvar 2000.

    El mismo consiste, en principio, en utilizar las capacidades ociosas de

    las Fuerzas Armadas, definidas por Chvez como parte del pueblo, parasatisfacer las necesidades mdico-asistenciales, educativas, ambientales y deinfraestructura de la sociedad venezolana.

    La respuesta de amplios sectores populares y marginales a la puestaen marcha del Plan parece preanunciar el reforzamiento de una particular yespecfica relacion poltica entre estos sectores y el nuevo Presidente.

    Es que, como ha sido sealado por algunos analistas polticos, duranteel primer da de actividades, miles de hombres, mujeres y nios concurrierona establecimientos educativos, asistenciales y militares includos en el Plan a

    plantear y buscar soluciones a sus necesidades y demandas especficas.El otro eje de desarrollo de nuevas tensiones es el relacionado con la

    esfera institucional en general y en particular con la propuesta de Chvez dereformar la Constitucin de 1961.

    Sectores polticos que antes de la exitosa irrupcin del hoy presidenteen la poltica formaban comisiones para revisarla, en la actualidad se oponenfirmemente a dicho intento y a la convocatoria a un plebiscito realizada porChvez.

    La incgnita principal es el sentido y contenido de las transformacio-nes constitucionales. Se trata bsicamente de permitir la reeleccin conse-cutiva como en la Argentina posibilidad negada por la actual Constitu-cin y de esta forma asegurar la permanencia de Chvez en el control delEstado o se busca por el contrario promover un cambio institucional msprofundo al estilo de lo que se intent en su momento en Brasil?

    Una cuestin bsica sobre la que seguramente se generarn controver-sias y enfrentamientos abiertos es la relacionada con los partidos polticos ysus funciones.

    La Constitucin de 1961, lo que en su momento fue una verdaderanovedad y avance poltico-institucional, reconoce explcitamente a los parti-dos polticos como elementos constitutivos principales del rgimen polti-co, mientras que el contenido especfica y abiertamente anti-partidos deldiscurso de Chvez, con el que logr adhesiones populares significativas,permite preanunciar, al menos, un intento de restarles centralidad.

    A fines de febrero de 1999, la opinin pblica venezolana23 se mani-festaba mayoritariamente favorable (89%) al llamamiento a una Asamblea

    23 La fuente de los datos es el sondeo realizado, entre el 23 y el 28 de febrero, por laempresa DATANALISIS sobre mil casos a nivel nacional.

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    Constituyente. Pero este consenso se desestructuraba, surgiendo una claracontraposicin de actitudes, a partir de la idea de Chvez de disolver elParlamento, al menos en el tiempo de la Constituyente. Casi el 50% de los

    entrevistados apoy la posibilidad de cesar las actividades legislativas y per-mitir en consecuencia que el Presidente gobierne a travs de decretos-leyes,mientras que el 44% se opona.

    La corrupcin y la ineficacia eran mencionadas centralmente por losque apoyaban la disolucin del Congreso y la importancia de la divisin delos poderes pblicos y los principios democrticos por los sectores que apo-yaban su continuidad.

    Un dato que no puede dejar de sealarse, por sus posibles consecuen-cias sobre el accionar gubernamental en el nuevo populismo venezolano, es

    que a medida que se desciende en la escala de estratificacin aumentasistemticamente el apoyo a la disolucin del Parlamento y la aceptacin,por lo tanto, de una delegacin ampliada del poder a favor del Presidente.

    Esta marcada tendencia a la delegacin ampliada, se percibe clara-mente cuando al analizar los datos surge el hecho que ms del 30% de losentrevistados afirma que es el propio Presidente el que debe decidir qusectores deben ser convocados a integrar la Constituyente.

    Si algo parecido llegase a concretarse, cules estructuras socio-polti-cas sern propuestas entonces desde el Polo Patritico como sustitutas de lospartidos, en cuanto a la agregacin, procesamiento y representacin de inte-reses?

    Quiz el neo-corporativismo sea el complemento y la derivacin casidirecta de este nuevo populismo de base democrtica, pero discursivamenteantipartidario, que ha surgido en la Venezuela de fin de siglo.