EL NUDO DESENLACE · 2018. 12. 10. · cuento “Muchacha Punk”, de Ro-dolfo Fogwill, quedó en...

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76 SIGLO NUEVO EL NUDO A los 38 años hace su ingreso a la literatura argentina, en ese tiempo gana el premio Coca Cola con su ma- terial Mis muertos Punk, además de dinero, el reconocimiento era la publicación del libro. Dentro del compendio descansa Muchacha Punk, cuento escrito en la cubierta de su barco. “En diciembre de 1978 hice el amor con una muchacha punk. Decir “hice el amor” es un decir, porque el amor ya estaba hecho antes de mi llegada a Londres y aquello que ella y yo hicimos, ese montón de cosas que “hicimos” ella y yo, no eran el amor y ni siquiera –me atrevería hoy a demostrarlo–, eran un amor: eran eso y sólo eso eran. Lo que interesa en esta historia es que la muchacha punk y yo nos “acostamos juntos”, así comienza el relato. En 1999 la editorial Alfaguara hizo una encuesta entre escritores y críticos que tuvieron que elegir cuál era, en su opinión, el mejor cuento argentino del siglo XX. El cuento “Muchacha Punk”, de Ro- dolfo Fogwill, quedó en la decimo- segunda posición. La prosa contundente y posmo- derna de este peculiar argentino, lo hizo sobresalir y ser considerado uno de los tres escritores más importan- tes en Argentina, junto a César Aira y Ricardo Pigilia; esto después de que en los ochenta murieran Jorge Luis Borges y Julio Cortázar. DESENLACE En los ochenta decide suprimir su Rodolfo y Enrique, y con solo su ape- llido como marca publica unos de sus mejores cuentos de la década. “El sabía la musicalidad de su apellido. El capital simbólico de un apellido inglés. Me suena a que Fo- gwill usaba su apellido y su figura como marca”, declaró el periodista Patricio Zununi. Por su parte el cronista Fede- rico Bianchini, escribe en su texto sobre este autor: “En la Argentina, si uno habla de literatura, dice “Fo- gwill” sin antecederlo por Rodolfo Enrique. Casi nadie recuerda su nombre de pila. De algún modo, él promovió este olvido a los 44 años, días antes de publicar su séptimo libro, Pájaros de la cabeza, cuando vio la futura tapa y decidió, por una cuestión estética, de diseño gráfico, truncar su firma. Desde entonces fue solo Fogwill. Para ello, este escritor y publicista creó un perso- naje del que pocas veces quiso esca- par. Un personaje procaz, sincero, hipersexual, polémico. Egocéntrico, aunque a veces perdedor. Despia- dado pero tierno en ocasiones”. Aparte de escribir novela y cuen- to, Fogwill disfrutó de las curvas pronunciadas de la poesía, género que siempre lo sedujo y amó. En cada oportunidad disfrutaba de re- pasar sus versos en voz alta, claro, primero se fumaba un cigarrillo. En uno de los fragmentos del poema Llamado por los malos poetas reza: Se necesitan poetas gay, poetas lesbianas, poetas consagrados a la cuestión del género, poetas que canten al hambre, al hombre, al nombre de su barrio, al arte y a la industria, a la estabilidad de las instituciones, a la mancha de ozono, al agujero de la revolución, al tajo agrio de las mujeres, al latido inaudible del pentium y a la guerra entendida como continuidad de la política, del comercio, del ocio de escribir. El 21 de agosto de 2010 fue el último día de Fogwill en la tierra, un enfisema pulmonar le puso punto final a su existencia, pero su genio, vitalidad y energía siguen explotando cada vez que alguien abre alguno de sus libros. Correo: [email protected] Foto: Diego Sandstede

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76 • S I G L O N U E V O

EL NUDO

A los 38 años hace su ingreso a la literatura argentina, en ese tiempo gana el premio Coca Cola con su ma-terial Mis muertos Punk, además de dinero, el reconocimiento era la publicación del libro.

Dentro del compendio descansa Muchacha Punk, cuento escrito en la cubierta de su barco.

“En diciembre de 1978 hice el amor con una muchacha punk. Decir

“hice el amor” es un decir, porque el amor ya estaba hecho antes de mi llegada a Londres y aquello que ella y yo hicimos, ese montón de cosas que “hicimos” ella y yo, no eran el amor y ni siquiera –me atrevería hoy a demostrarlo–, eran un amor: eran eso y sólo eso eran. Lo que interesa en esta historia es que la muchacha punk y yo nos “acostamos juntos”, así comienza el relato.

En 1999 la editorial Alfaguara hizo una encuesta entre escritores y críticos que tuvieron que elegir cuál era, en su opinión, el mejor cuento argentino del siglo XX. El cuento “Muchacha Punk”, de Ro-dolfo Fogwill, quedó en la decimo-segunda posición.

La prosa contundente y posmo-derna de este peculiar argentino, lo

hizo sobresalir y ser considerado uno de los tres escritores más importan-tes en Argentina, junto a César Aira y Ricardo Pigilia; esto después de que en los ochenta murieran Jorge Luis Borges y Julio Cortázar.

DESENLACE

En los ochenta decide suprimir su Rodolfo y Enrique, y con solo su ape-llido como marca publica unos de sus mejores cuentos de la década.

“El sabía la musicalidad de su apellido. El capital simbólico de un apellido inglés. Me suena a que Fo-gwill usaba su apellido y su fi gura como marca”, declaró el periodista Patricio Zununi.

Por su parte el cronista Fede-rico Bianchini, escribe en su texto sobre este autor: “En la Argentina, si uno habla de literatura, dice “Fo-gwill” sin antecederlo por Rodolfo Enrique. Casi nadie recuerda su nombre de pila. De algún modo, él promovió este olvido a los 44 años, días antes de publicar su séptimo libro, Pájaros de la cabeza, cuando vio la futura tapa y decidió, por una cuestión estética, de diseño gráfi co, truncar su fi rma. Desde entonces fue solo Fogwill. Para ello, este

escritor y publicista creó un perso-naje del que pocas veces quiso esca-par. Un personaje procaz, sincero, hipersexual, polémico. Egocéntrico, aunque a veces perdedor. Despia-dado pero tierno en ocasiones”.

Aparte de escribir novela y cuen-to, Fogwill disfrutó de las curvas pronunciadas de la poesía, género que siempre lo sedujo y amó. En cada oportunidad disfrutaba de re-pasar sus versos en voz alta, claro, primero se fumaba un cigarrillo.

En uno de los fragmentos del poema Llamado por los malos poetasreza: Se necesitan poetas gay, poetas lesbianas, poetas consagrados a la cuestión del género, poetas que canten al hambre, al hombre, al nombre de su barrio, al arte y a la industria,a la estabilidad de las instituciones, a la mancha de ozono, al agujero de la revolución, al tajo agrio de las mujeres, al latido inaudible del pentium y a la guerra entendida como continuidad de la política, del comercio, del ocio de escribir.

El 21 de agosto de 2010 fue el último día de Fogwill en la tierra, un enfisema pulmonar le puso punto fi nal a su existencia, pero su genio, vitalidad y energía siguen explotando cada vez que alguien abre alguno de sus libros. Correo: [email protected]

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