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    MUSEOS SIN BARRERAS Y SIN FRONTERAS:

    INTEGRACINACCESIBILIDAD, COMUNICABILIDADE

    Pedro Lavado Paradinas

    Hace una veintena de aos, la preocupacin de los res-ponsables de museos en Espaa era por un lado com-pletar la recepcin del mayor nmero de competenciasen materia de cultura y de patrimonio de parte delEs-tado y comenzar la andadura de los museos entoncesdefinidos como regionales, de la comunidad o nacio-nales en algunas autonomas histricas, valga la tau-tologa y confusin creadas.

    De la misma forma, casi todas las autonomas se afa-naban en completar algunas colecciones artsticas, ar-queolgicas o cientficas, sobre la base de vestir aunos museos, desvistiendo a otros y creando nuevasinstituciones, all hasta donde de momento no habanexistido nunca. Vase, que ni hago mencin de la pre-ocupacin por las colecciones etnolgicas o etnogr-ficas que en Espaa ha dado lugar a una curiosa y tr-

    gica consecuencia. An no existe un museo delpueblo espaol, ni mucho menos un AntropolgicoNacional y ni tampoco ha pasado por algunas cabe-zas pensantes del arco autonmico, ya que hacindo-se eco del conocido refrn de qudeme yo tuerto, siel otro se queda ciego, han conseguido que ni el mu-seo del Pueblo Espaol, creado por la Repblica, nilos posibles sucesores en los siguientes setenta aoshayan llegado a ver la luz o al menos despuntar algo.

    Pero esto no es el tema de este trabajo, porque ya lodijo hace unos aos Julio Caro Baroja al hablar de es-te museo por el que trabaj o en el que crey. No es

    que la repblica, la dictadura, ni la democracia tuvie-ran algo en contra suya o de la misma idea del museo,es que nunca les interes, -ni les interesa todava,apostillo yo. An se me cae la cara de vergenza derecordar que en un lugar como Marruecos y quizs me-moria de la etapa del Protectorado espaol, pude verhace algunos aos un museto y colecciones dedica-dos a exponer lo que los espaolesy otros cainitas se-guamos sin dejar llevar a cabo.

    Pues con toda esta introduccin se preguntar el lec-tor a dnde vamos a ir a parar en materia de museossin barreras, ni fronteras?, porque ya bastante difcilnos lo han puesto algunos polticos, si de verdad cre-

    emos en museos para todos, accesibles, abiertosy conun cierto futuro.

    Hace tres lustros la preocupacin musestica era cre-

    ar museos de arte contemporneo en todas las auto-nomas y en algn ayuntamiento moderno, sea Gali-cia, el Pas Vasco, Extremadura,Andaluca, Marbella,Villafams o Barcelona. El resultado no pudo ser me-nos extico: Museos de una novedosa arquitectura, al-gunos an en obra, y otros con pintorescas situacio-nes, vacos almacenes y menos ideas de exposiciones.Pensar que alguno hubo de abrir sus exposiciones conarte chino o motocicletas, y otros al poco tiemporeparaban que no tenan sala de audiovisuales o staestaba en el peor de los sitios y con la menor oportu-nidad. Verdad Bilbao, Barcelona o Santiago de Com-

    postela?

    Ni que decir tiene que ninguno de estos espacios cum-pla con las condiciones de accesibilidad, eliminacinde barreras, inteligibilidady comunicabilidad en susmensajes y rotulacin. La verdad es que asistamosyan asistimos en Espaa en lo que ha dado en llamarsela era de los museos de monos y moneos. Alguienha intentado llevar un grupo y explicar en el museo deMrida, sin interferencias, ruidos e incomodidad?Yvisualizar un audiovisual en su sala de conferencias conuna ventana en el testero?...

    Miserias del diseo y de los premios de arquitectura.Sigo pensando que mientras no se haga recorrer a un

    arquitecto o diseador su propia obra en una silla deruedas y por sus propios medios, o menguado de al-guno de sus sentidos, caso de la vista o del odo, se-guiremos teniendo engendros como los que acostum-

    bramos a ver y sufrir. Hace unos das, tras unaconferencia y trabajo prctico sobre accesibilidad enespacios pblicos suger a dos arquitectos municipa-les de Torrevieja, una ciudad donde se preocupan porel tema de la eliminacin de barreras arquitectnicas,que montaran en una silla de ruedas y que se pasea-ran por uno de los aprobados y con todos los bene-

    plcitos municipales. An recuerdo las palabras deuno que le deca al otro: Pero chico, a esto le damos

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    licencia?. Nunca se les haba ocurrido poner en prc-tica lo que parece que cumpla la normativa vigentey la ley de accesibilidad.

    Si obsesin fue para algunos polticos disponer de ar-te contemporneo, luego sucedi lo mismo con lasciencias. Todos pujaron por tener el ms moderno y

    avanzado museo de Ciencias, desde Cuenca a Valen-cia, Barcelona, Granada, La Laguna...

    Los frutos losestamos gustando ahora. Edificios de maravillosas yatrevidas arquitecturas que no slo no albergan nada,sino a los que es imposible acceder. Quin podra si nollegar hasta la puerta del Museo del Cosmos en La La-guna por aquel empedrado que se nos hace difcil a lospeatones comunesy descender por aquella escalera queno tiene dos marchas de peldao del mismo tamao.Bueno la verdad que esto tambin pasa en el extran-

    jero, an recuerdo el diseo del saln de actos de la Ciu-dad de la Tcnica y de la Industria en Pars, donde enun pasado congreso para educadores de museos, el

    grupo espaol apostbamos durante su celebracin so-bre cuntos iban a caer en el segundo, tercero o cuar-to peldao. Ms all nadie pasaba sin traspis.

    No se piense que tengo una visin negativa del pro-greso musestico espaol de los ltimos diez aos,

    porque ah estn algunos ejemplos de mencin so-bresaliente como el Museo de la Naturalezay el Hom-bre en Santa Cruz de Tenerife, que incluso va mejo-rando con los aos, porque ha demostrado tener unproyecto museolgico y museogrfico coherenteo al-gunas de las propuestas del Museo de Arte de Gero-na o del de la piel de Vic, posiblemente la obra de Joan

    Surroca se percibe muy a las claras y su huella y con-tinuidad son palpables. Me asombran con los pocosmedios algunos museos locales como el de Sabini-go o el de Puerto de la Cruz, tienen mayor concienciasocial que el Museo del Prado, el Thyssen y el ReinaSofa juntos. Buenoah es que no existe eso. Son m-quinas de ganar dinero o de malgastarlo.

    Con stas y otras cosas, recordando las obsesionesytraumas de nuestros gobernantes en materia de mu-seologa (competencias, Arte Contemporneo, Cien-cias y Tcnica) o en la actualidad Aulas de Cultura,Centros de Visitantes y Parques temticos hemos lle-gado a ver lo que sospechbamos desde el principio,que nos encontramos con los mismos perros con dis-tintos collares. Porque no se trata de construir ms oms bonito que los vecinos. Ser ms moderno o con-tar con el mejor arquitecto y de ms campanillas, sellame Moneo, Foster, Calatrava o Garca. Lo que setrata es de lo que ya hace algunos aos nos plateba-mos en relacin con algo que se ha convertido en loms importante de nuestros museos: el pblico.

    La verdad es que al pblico no se le puede tratar co-mo a ovejas, y eso habido el caso de que en la actua-lidad tendemos a cuidar y proteger a los animales conms cario que a algunas personas. Vase que la le-

    gislacin alemana ya prohibe sacrificar con dolor a los

    animales, mientras que pocas son capaces de plantearseel tema de la autodeterminacin a llevar una existen-cia digna y poder escoger la eutanasia.

    Lo deca Henri Riviere un ilustre muselogo francs,los museos se han convertido en mataderos culturales,si slo atienden a tener ms y ms exhaustivas colec-

    ciones, las exhiben sin contar con las propias fuerzashumanas y no tratan en modo alguno de comunicar-se con sus visitantes.Y es que los museos se han con-vertido en la actualidad en un increble centro cultu-ral al que acuden desde escolares en su visita anual,universitarios a estudiar y trabajar, turistas con nimosde comprender el pas y cultura visitados, jubilados yamas de casa con espritu de superacin culturaly unamplio elenco de colectivos e individuales que ven enel museo un lugar para el recreo, el placer esttico, lacreatividad, el descubrimiento y para la conservaciny multiplicacin del patrimonio cultural de su colec-tividad.

    El hecho cada vez ms frecuente de encontrar a niosy ancianos en museos, aparte de ser un lugar que tam-

    bin demandan personas con algn tipo de discapaci-dad fsica, psquica o motora nos hace plantear unconcepto de museos que ya tena que estar en marchay funcionando. Se trata de museos sin barreras, conrampas, ascensores, sealizaciones, barandillas, ase-os y servicios de todo tipo, franqueables en la medi-da de lo posible y en caso contrario accesibles, usa-bles o al menos visitables en lo que compete acolecciones, exposiciones, audiovisuales, servicios yotros espacios comunes. Naturalmente donde las per-

    sonas que all trabajan estn sensibilizadas y forma-das para atender a cualquier persona de estas caracte-rsticas: acompaar, asistir, traducir al braille o allenguaje de signos y escuchar sus necesidades.

    Hay que comprender que los primitivos museos del pa-sado se asentaban en edificios con muchos aos de his-toria y donde era muy difcil hacer desaparecer esasescalinatas monumentales, esas puertas estrechas y al-tas, esa iluminacin deficienteo algn mobiliario quems que destinado a guardar objetos y a ambientar elespacio pareca destinado a mortificar al visitante. Pe-ro me pregunto, jcmo es que todava los arquitectossiguen construyendo escalinatas monumentales en lafachada de tales edificios, cuando est ms que de-mostrado que slo sirven para sentarse el pblico,que por lo general opta por subir por rampas o luga-res ms cmodos? Que conste que no estoy hablandode edificios histricos, bueno hoy ya son algo de his-toria, porque no han sabido adaptarse a las condicio-nes de accesibilidad que se les demandaba, caso delIVAM de Valencia.

    Es incomprensible que los edificios pblicos tengantan alto grado de incoherencia en la construccin y msen el caso de espacios culturales. Muy poco estn anadaptados al cien por cien y podemos encontrar la

    asombrosa contradiccin que mientras los espacios co-

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    merciales o los fiscales han cubierto sus accesos derampas y ascensores, los lugares de enseanza, bi-

    bliotecas, salas de concierto o teatros, y naturalmen-te los museos llegan como a regaadientes a esta si-tuacin y tras muchos aos.Naturalmente que a ningnempresario se le ocurrira hoy edificar unos grandesalmacenes que no pensasen en sus visitantes discapa-

    citados y por lgica a los responsables de Hacienda es-tatal o municipal, ni se les pasa por la cabeza que o ha-cen accesible sus oficinaso van a pagar los impuestosslo algunos paganos, que no todos.

    Ante esta situacin, convendra puntualizar de formams o menos esquemtica que entendemos por un

    programa de accesibilidad para los museos y en ex-tensin para otros edificios pblicos, que en este ca-sobien puede tratarse de salas de exposicin tempo-ral, bibliotecas y otros espacios destinados al pblicocon una oferta culturalms o menos especfica, segnlos momentos.

    Tanto los museos como los espacios culturales tienenuna funcin a la que hay que ceirse, ms que caer enflorituras y otros adornos de diseo. Lo dice el viejorefrn que se aplican los arquitectos a menudo: el m-dico entierra sus errores y el arquitecto los cubre deflores. Hecho ms que frecuente cuando se trata deespacios de ocio y urbanos, ya que todo parece sol-ventarse con una fuentecita, un poco de verde y unaspapeleras, temas de por si contradictorios,porque hayfuentecitas a las que no llegan los nios o son inma-nejables cuando se trata de abrir el grifo del agua, dela misma forma que el verde o los senderos rsticosson intransitables para sillas de ruedas, cochecitos oancianos y las papeleras y otros elementos de mobi-liario urbano siempre estn puestos a la altura adecuadapara que tropiecen las personas con deficiencias vi-suales o los simplemente despistados.

    Los edificios como sealaba antes puede catalogarsecomo franqueables, si todo su espacio ha sido cons-truido ypensado como tal, accesible si se ha adapta-do al menos para conseguir que todas las personas pue-dan moverse por su interior, usable si permite en parteser utilizado por las distintas personas y visitables, sislo dispone de algunos espacios comunes con estascondiciones de utilizacin.

    Los edificios viejos rehabilitados han de contemplarsu accesibilidad y la eliminacin de barreras arqui-tectnicas, aunque nunca fueran pensados para tenerrampas o ascensores. Siempre es posible en algnmodo dotar a uno de estos edificios, pensados por logeneral para museos o archivos, con algunos de los re-cursos de la tcnica actual sin daar o afectar grave-mente la fachada o su estructura. Si no es posible po-ner ascensor, siempre existe la posibilidad de un sillnvolante. Lo que desde luego es totalmente incoheren-te es que un museo como el de San Isidro de Madrid,hecho de nuevo, no slo tenga rampas impracticables

    por su pendientey su longitud,sinoque encima de ellas

    haya que poner los mencionados sillones volantes oplataformas. Ms que evitar contratar en el futuro a unarquitecto que hace tales despropsitos, es necesario

    ponerle en evidencia por ignorancia y falta de profe-sionalidad.

    Es evidente que algunos edificios son imposibles pa-

    ra ese uso pblico ypor ello deben de ser desestima-dos de cualquier rehabilitacin, restauracin y funcinsocial. Si se demuelen los edificios viejos, por inse-guros opor lo costoso que resulta su reconstruccin,por qu no hacer lo mismo con esos engendros his-tricos, algunos de ellos incluso recientes?

    Por lo que respecta a las barreras hay que pensar en loque atae a los suelos y pavimentos, lo suficiente-mente secos y duros que permitan el paso de ruedas desillas, cochecitos, carritos..., controlados en cuanto adesages, desniveles, aceras, baches y trazado. Cuidadoen sus texturas y en su horizontalidad, en sus reflejosmolestos para personas con problemas visuales y en-

    gaosos en cuanto a sus dimensiones. En el museo deNios de Chicago hay un espacio en el que los crosjuegan opractican con sillas de ruedas, bastones, mu-letas y otras prtesis sobre diferentes terrenos, tratande alcanzar enchufes, entrar en aseos... Una autnticagymkhana que aparte de divertirlos, les ayuda a com-

    prender, por qu nuestras ciudades deben de ser prac-ticables para todos. Posiblemente los arquitectos quesalgan en el futuro de la escuela de Chicago, llevarnun marchamo especial,y es que sern ms sensibles aesos problemas de barreras arquitectnicas.

    La circulacin en los espacios urbanos y los edificios

    pblicos debe de ser cuidaday controlada para permitirel cruce de sillas, el giro, el descanso, al igual que las

    barandillas ypasamanos estn destinados para ayudary dar seguridad a personas de edad y acompaan a lasrampas. Los suelos deben de marcar con texturas loscambios, cruces y movilidad, as como los giros de

    puertas, ventanas y otros elementos mviles que nospueden sorprender en nuestro trnsito. As esta dise-ado el museo de Prehistoria y Protohistoria de Frank-furt y no es ms costoso el cambiar unas losetas opin-tar unos suelos de otro color. Recuerdo al anteriordirector de la ONCE, Miguel Durn, inaugurando edi-ficios y dndoles la recepcin. Temblaban los arqui-

    tectos y tcnicos, pues era capaz de ver>> /esosfallos en el suelo, estrechuras, medidas incorrectas.Hasta cierto punto era un descanso y momento espe-rado, aquel en el que se volva despus de haber re-corrido una sala y deca: De aqu hasta siete metrosms atrs que cambien el suelo, o esta puerta no da lamedida.

    No debemos de olvidar que los escalones que puedenser usados por los invidentes y otros tantos usuarioshan de contemplar unas medidas en la huella, con-trahuella ybordes o sealizacin.Los ascensores de-

    ben estar provistos de barandillas, botones con escri-

    tura braille o signos gruesos, disponer de una puerta

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    y amplitud que permita que entre una silla de ruedasy que la botonadura quede a una altura idnea para si-llas de ruedas o nios. El tener voz y otros elementoses opcional, pero poco a poco se irn incorporando co-mo nos muestra el progreso. Algunos edificios no pre-

    parados, unen a sus trazados y escaleras el uso de si-

    llones volantes, u orugas, siempre que haya un personalcualificado para utilizarlas.

    Los edificios pblicos y en su caso los museos han dedisponer de espacios de aparcamiento, acceso y sea-lizacin con las medidas oportunas y amplias, apartede controlar el uso de tales espacios por personas de-saprensivasy de corta sensibilizacin social. En el pri-mer caso hay que disponer de unos lugares oportunoslo ms cercanos y en el segundo avisar con pegatinaso de palabra a las personas que toman como suyo,aquello destinado a personas con discapacidad opro-ceder que la gra retire tales vehculos. En algunos ca-sos las barreras hacen imposible que el vehculo per-sonal pueda llegar con personas de edad o nios hastael lugar oportuno, lo que justifica que se busque un sis-tema alternativo de acceso o un transporte de acceso.

    Los vanos deben de ser marcados en el suelo y en sutrazado, permitiendo su luz el paso de personas y si-llas sin despellejarse las manos, de la misma forma quelos puntos de acogida, deben de situarse de formaidnea para nios y discapacitados, a su alturay de for-ma fcil de localizar. Puntos de informacin o de re-laciones pblicas son deseables, en muchos casos ser-vidos por voluntariosopersonal del edificio.

    Hay que tener una especial atencin a puertas pesadascon muelles o clulas que no funcionan correctamen-te. Medir distanciasy tiempos. Ojo a los muros de cris-tal que simulan puertas, una simple pegatina obvia elerror y algunos cabezazos. Eliminar los obstculosno es quitar las papeleras, telfonos y carteles de to-dos los lugares de trnsito, sino situarlos a una alturacorrecta y evitar sustos.

    Otro tanto sucede con la manipulacin de puertas.Sustituir los picaportes por barras es algo tan impor-tante como dotar los servicios y aseos con varillas ymanubrios en vez de los usuales grifos. Y no digo na-da si stos son de diseo. En estos lugares hay que te-ner un cuidado exquisito en lo que atae a personascon discapacidad y ancianos: barras, espejos regula-

    bles, suministradores de papel, jabn o elementos hi-ginicos accesibles es algo ms que sensato. Contro-lar el uso y limpieza de los aseos para que siempreestn dispuestos para su uso es algo que conviene re-cordar a menudo.

    Tanto las reas de hostelera, telfonos o mquinas ex-pendedoras de productos de consumo deben estar se-alizadas. A veces basta con un simple logotipo sen-cillo o una foto o relieve tctil, pensando en los ciegos.Las reas de descanso en los museos, no slo son ne-

    cesarias, sino han de ser frecuentes y evitar el uso de

    esos modernos e incomprensibles muebles y sillas, afavor de cosas ms simples y cmodas. El confortunido al descanso son las dos reglas.

    Conviene tener pensado un plan de evacuacin y alar-mas que contemplen toda clase de discapacidades y fa-cilidades opersonal destinado a ello. El uso de alar-mas sonoro-visuales es imprescindible para ciegos ysordos. Hay otros muchos problemas especficos que

    pueden ser solventados segn necesidadesy con mu-cho de buena voluntad. En resumidas cuentas lo quedebe de prevalecer es la coherencia y sensibilidad ha-cia las personas con discapacidad e incluso a algunascuyas discapacidades temporales, prtesis, accidentes,zurdos o simplemente la edad nos plantean otros re-cursos. Un profesional sensible y coherente es lo me-

    jor, ms que muchos titulados, premios de arquitecturay diseo o informes posteriores. Hay que recordarque construiro adaptar de primeras es mucho ms ba-

    rato que luego en posteriores reformados, bien que sa-bemos que en muchos casos es dinero extra y nuncaquedar como si se tratara de algo pensado desde el

    principio.

    En el caso de accesibilidad a partir de transporte p-blicos y desde el exterior hay que contemplar simila-res pautas, estudiar las vas de acceso mejores, evitarobras, zanjas, alcorques, imbornales... Denunciar loque queda inacabado o mal rematado en obras muni-cipales y urbanas evitar que aquello se convierta enun cncer crnico, donde discapacitados, madres connios o usuarios todos tengamos un grave problema.

    La sealizaciny los sistemas de rotulacin son algomuy importante en los museos y en espacios pblicos,no slo para estos elementos comunesy servicios, si-no tambin en el montaje de vitrinas, paneles infor-mativos, documentacin y todo tipo de textos e in-formaciones visuales y sonoras al servicio del pblico.No cuesta ms usar macrotipos, negritas o un tamaode letra que las personas de edad siempre agradece-rn, de la misma forma que los fondos de fsforo, lostextos en Braille o Makaton y tener siempre presen-tes los problemas causados por la iluminacin o faltade iluminacinypor los brillos que algunos metales,cristales y distorsiones provocan a vistas cansadas y

    discapacitados visuales o cansan a todos, aunque nolo digamos tan evidentemente.

    Algunos recursos utilizados para ciegos, como las tin-tas hinchadas o los elementos en relieve o texturas di-ferentes, no slo les sirven de gran utilidad, sino quetambin son deseables por otros usuarios en museos.Lomismo pasa cuando en algn sitio se permite tocar ob-

    jetos o reproducciones, no son slo los invidentes losque lo reclaman, sino sus acompaantesy el gran p-

    blico el que quiere disfrutarms con todos los sentidos.Recuerdo el singular ejemplo del Museo de Huelva oel de Mriday donde los no videntes pugnaban tambin

    por participar de esta manera en una visita sensorial.

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    Si la eliminacin de barreras es un elemento ms quedeseable y el que motiva de arranque estas lneas, no

    por menos puedo dejar de mencionar el siguiente as-pecto que est recogido en el ttulo de este trabajo yque atae al museo sin fronteras, esto es a la integra-cin y a la participacin en el museo de otros colec-tivos que empiezan a ser numerosos y que tratan deabrirse un caminoy un futuro para ellos y sus hijos enesta sociedad globalizada. Me refiero a la integracinque en le museo debe atender a emigrantes e inmi-grantes y ofertarles un productos culturales a su nively de calidad. Muchos han abandonado sus familias y

    pases buscando una situacin econmica ms favo-rable. Con ello no slo dejaron sus costumbres, for-mas de vida y parte de su cultura que se va a perderdentro de nuestra globalizacin indeterminada oporun ansia de superacin econmica que hace que olvi-den el resto. Por otro lado, muchas de estas personastienen muy bajos niveles culturales y sus concepcio-

    nes religiosas opolticas y sociales chocan con lasnuestras. Una forma de aculturar es ver primero y ob-servar. El museo tiene entre sus papeles uno muy im-

    portante para acogery ofertar a estas personas un pro-grama apetitoso y que en algunos casos les traigarecuerdos de hogar.

    El Museo Nacional Germnico con el que trabaj ha-ce algunos aos, ya tena un programa de atencin aesa comunidad que ya en Alemania empezaba a sermuy representativa, los turcos. El museo no tratabaaqu de convertirlos en alemanes a machamartillo, si-no al revs de concienciarles y reconciliarles con su

    cultura original, ofreciendo exposiciones, actividadesy todo un amplio surtido de acciones sociales, que ala larga enriquecan al museo y por otro lado le apor-taban unos potenciales clientesy visitantes muy agra-decidos. En mis experiencias de talleres y actividadesen las salas de Exposiciones del Ministerio de Edu-cacin, Cultura y Deporte constato la respuesta cadavez mayor y ms fiel de personas de fuera de nuestrasfronteras. Tengo un grupito de sudamericanos y algnque otro joven que han sido enganchados en activi-dades de talleres de fotografa o en talleres de graffi-ti con un indudable entusiasmo.

    Como deca al comenzar el artculo y dar un repaso ala evolucin y objetivos de los museos espaoles enla actualidad, constataba el retraso entre la demandasocialy la respuesta de lospolticos o de los tcnicos.Siempre bamos por detrs de las inquietudes socia-les. Se haban habilitado y construido nuevos mu-seos, ms para honra y gloria de inauguraciones fu-gaces que con destino a una necesidad social, y de lamisma forma que avisaba que no se cumplan por logeneral las normas de accesibilidad y eliminacin de

    barreras, incluso en museos ultramodernos y en otrosde un prestigio supranacional, tampoco en este casoestbamos al da para ofertar un servicio de calidad y

    con un valor actual.

    Ms al contrario, parece que la locura nacionalista yalgunas incoherencias polticas de nuestro pas nos lle-vaban a un concepto no slo arcaicoyprimitivo y unombliguismo en los diseos de tales museos. Habams preocupacin por poner textos en lenguas loca-les opublicar catlogos y guas en tres y ms idiomas,que atender a una demanda social que poco apoco sehar audible a voces y ante la que no les quedar msque quedar avergonzados. Siempre uno tiene la espe-ranza de que alguien recoja el testigo y ms cuandose trata de un espacio sin barreras y sin fronteras.

    No tengo ninguna literatura que citar, algunos librosya son historia y casi se trata ms de ofertar a quienquiera continuar avanzando o ver la resolucin de al-gunos problemas y que los interesados vean en esta bi-

    bliografa que aqu se adjunta una muestra para con-tinuar buscando.

    El aula de formacin de profesionales de planificacin

    educativa en museos que patrocin AABADOM du-rante los das 11 y 12 de mayo de 2002, tuvo no slola ventaja de unir a un grupo de personas a la bsquedade un museo para el tercer milenio, sino que en el ca-so de las barreras y fronteras cont con un ejerciciode prctica del cual se han escogido un par de imge-nes y donde los participantes pusieron a prueba elMuseo de Bellas Artes de Asturias, el buque insigniade la cultura y el patrimonio artstico asturiano, queal estar recientemente inauguradoy en un edificio de-finido como accesible soport una prueba, unas vecessuperada y otras veces suspendida en cuanto a susinstalaciones, serviciosy sistema expositivo. Es de es-

    perar que la prctica y ejercicio llevados a cabo sir-van para mejorar y para incorporar lo que falta en lanueva ampliacin que se anuncia.

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