El Muro de Los Lamentos - Ps Rony Chaves

El Muro de los Lamentos - Rony Chaves CAPITULOS DEL LIBRO

1. Nehemías y la restauración de Jerusalén

2. Los dos mundos

3. Los dos reinos y sus jerarquías

4. Muros, murallas y puertas, prisiones, grillos y cadenas

5. “El hombre desde la eternidad”

6. La iglesia y su autoridad

7. La iglesia intercesora

8. Los diversos tipos de oración

9. Bases de la intercesión efectiva

10. La oración en común acuerdo

11. El intercesor efectivo

12. Armas espirituales

13. La oración en y por el Espíritu Santo

14. La oración mental

15. La oración en el espíritu

16. La intercesión

17. Dolores de parto

18. El cuerpo de Cristo herido y mutilado

19. Jeremías, el profeta llorón

20. La sal de la tierra

21. Abriendo brechas en terreno adversario

22. Victorias en la intercesión

23. La oración que agrada al Padre

24. Resultados de interceder

25. Testimonios modernos de nuestros días

26. Permaneciendo en El y su palabra en mi

27. “El jucio por la alabanza”

28. Conclusión

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El Muro de los Lamentos - Rony Chaves

Nehemías fue un varón de Dios que vivió en la época cercana al 500 A.C. Su propósito fue recons-

truir las murallas de Jerusalén y cimentar la unidad de los judíos para lograr así la consolidación de Israel como nación.

UNO

NEHEMIAS Y LA RESTAURACIÓN DE

JERUSALEN

Todo el proceso, en el cual se vio involucrado este siervo de Dios en la reedificación de la Ciudad Santa, nos da una enseñanza de riqueza espiritual extraordinaria. Este pro-ceso, vivido por Nehemias e Israel, es una gloriosa figura para la Iglesia en los tiempos del fin; en los días de su res-tauración y reedificación como la "Nueva Ciudad Santa de Dios"; o bien, su nueva morada con los hombres. Todo el libro de Nehemías nos relata la forma y métodos de Dios para restaurar a su Pueblo y llevarlo a un poderoso avivamiento; en donde aun las naciones que le rodean, sabrán que Jehová está en medio de ellos. Estudiaremos esta bella historia bíblica, y a través de la misma, descubriremos lo que Dios hizo ayer, lo que está haciendo hoy y lo que quiere llevar a buen término con la Iglesia. El Capítulo 1 del libro, nos presenta a un judío llamado Nehemías viviendo en cautiverio en Susa, centro del impe-rio de Persia. Veamos lo que dice la Escritura: "Palabras de Nehemias, hijo de Hacalías. Aconteció en el mes de Quisleu, en el año veinte, estando yo en Susa, capital del reino, que vino Hanani, uno de mis hermanos, con algunos varones de



Judá, y les pregunté por los judíos que habían escapado, que ha-bían quedado de la cautividad, y por Jerusalén (Nehemías 1.1, 2). Nehemías hace la consulta a sus hermanos: "¿Cómo está mi pueblo?, ¿cómo se encuentra la Ciudad Santa de Jerusalén?". Me lleva a pensar, si no será la pregunta que Dios mismo nos impulsa a hacer hoy, ¿cómo están los hermanos en Cristo?, ¿cómo se encuentra la Jerusalén espiritual? Señor, ¿cómo es hoy el estado de tu Iglesia? Veamos lo que le fue contestado a Nehemías, pues es la fi-gura de lo que hoy el Señor nos está respondiendo a los que le hemos preguntado por la condición de su pueblo, la Iglesia. "Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Je-rusalén derribado y sus puertas quemadas a fuego" (verso 3). Este ha sido el estado de la Iglesia en el mundo, por siglos y hasta los últimos años de nuestro tiempo. El remanente cristiano que ha sido sacado por El del cautiverio, sufre afrenta y persecución de las tinieblas; sus murallas y puertas están derribadas. El enemigo entra y sale cuando quiere, destruyendo lo que encuentra por delante. Por ello, Nehemías, al conocer la condición de su pueblo y la ciudad, se humilla ante Jehová y pone su vida en sa-crificio vivo para clamar e interceder por aquellas tristes circunstancias. Veamos: "Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algu-nos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos" (verso 4). La restauración de Israel, como nación, comenzó con el cla-mor de Nehemías. Su oración intercesora fue lo que inició el movimiento de Jehová para restaurar la ciudad, reparar

sus muros y puertas, así como prosperar a sus moradores. ¡Aleluya! Igualmente hoy, es necesario señalar que, el pro-ceso de restauración y restitución de la Iglesia vendrá como producto de una humillación, clamor e intercesión de los que, dolidos por la condición espiritual reinante, se postren ante el Padre Celestial. Alguien dijo una verdad que es toda una enseñanza hoy: "cuando Dios piensa hacer algo grande con su pueblo, lo primero que hace, es invitarlo a orar". Así sea. En los días de Salomón, Dios enseñó un fundamento y una verdad para su pueblo: "Si mi pueblo se humillare y oraren... yo oiré desde los cielos". Nehemías clamó, fer-vientemente, al Padre y su respuesta no se dejó esperar. El imperio persa se sometió a los propósitos divinos, y su rey Artajerjes, movido por el Espíritu Santo de Dios, al notar la tristeza de su copero Nehemías, decidió enviarlo con toda autoridad a reconstruir la ciudad de sus padres. ¡Aleluya! (Nehemías 1.5-11; 2.1-9). La humillación en la intercesión por la Iglesia será escuchada ciertamente por Dios y El levantará ministerios para su gloriosa reedificación. ¡Aleluya! Recordemos el porqué del dolor de Nehemías ante las no-ticias del estado desastroso en que estaban los judíos en Jerusalén. Aunque era copero del rey, posición de privilegio y de influencia en aquellos días, Nehemías, como todo judío que amaba a su patria, añoraba a Jerusalén, su tierra y su pueblo. Durante muchos años, los judíos estuvieron cautivos en Babilonia (70 años); cerca de 100 años atrás que Judea ha-bía sido azotada por la invasión babilónica comandada por Nabucodonosor. Quedando, Jerusalén, en ruinas y los habitantes de Judá llevados al cautiverio fuera de sus fron-teras como resultado de aquel conflicto.



En los días de C i r o , rey de Persia, éste, movido por Dios, dio libertad a un buen número de judíos para que volvieran a su patria e iniciaran su reconstrucción. Pero, en los días de Nehemías, cautivo aún en Susa, éste escuchó, las noticias sobre su pueblo: pobreza, miseria, destrucción, desánimo y total desolación. Los muros de la ciudad seguían en ruinas, quedando a ex-pensas de los saqueadores, ladrones y enemigos que, dedi-cados a la invasión y vandalismo, deambulaban cerca de Jerusalén para saquearla y amedrentar constantemente a sus moradores (figura de los ataques demoníacos a la Iglesia en su estado de debilidad y falta de defensas, con las murallas de la "ciudad" derribadas). Con estas noticias, Nehemías tenía que llorar, lamentarse del estado de su pueblo, pero a la vez, debía involucrarse personalmente en la tarea de reconstrucción. Después de la intercesión del copero Nehemías y la res-

puesta positiva del Rey, se dio inicio a la reconstrucción de la ciudad. Un aspecto muy importante en toda recons-trucción, es que Dios mueve líderes para provocar la uni-dad en el resto de sus hijos. Pues, El es un Dios de unidad, y sin la misma, jamás obtendremos las victorias que nos han sido prometidas. Nehemías, r e c o n s t r u c t o r de Israel, lo sabía, y motivó a sus hermanos a unirse en un propósito común: "Les dije, pues: Vosotros veis el mal en que estamos, que Jerusalén está desierta, y sus puertas consumidas por el fuego; venid, y edifique mos el muro de Jerusalén, y no estemos más en oprobio" (Nehemías 2.17). En otras versiones de la Biblia, notamos palabras que conforman esta idea de unidad con una fuerza aún mayor. "La Biblia al Día" dice: "¡Vamos! Reedifiquemos los muros de Jerusalén y quitemos de nosotros este oprobio".

La Biblia "Dios habla hoy" apunta: "Únanse a mí y re-construyamos la muralla de Jerusalén, para que ya no sea objeto de burla". Recordemos que la muralla era la que daba protección a la ciudad; por ello, era necesario levantarla. Así, también hoy, el ministerio de la oración debe ser edificado para que la "La ciudad del gran Rey", la Iglesia, sea totalmente protegida de todos sus enemigos. Amén. En el Capítulo 3 del libro, observamos algo en este proceso de reconstrucción, que es necesario que vuelva a la Iglesia, para cumplir el plan divino de su reestructuración. Este algo, es que cada uno de los moradores de Jerusalén dé ini-cio a su trabajo de reconstruir su ciudad con una decisión a toda prueba, en forma individual; es decir, llenos de una convicción profunda de que es necesario trabajar todos, cada uno poniendo su empeño y su responsabilidad. Pero, también comprometiéndose en lo colectivo, en la unidad de grupo para hacerlo como un solo hombre. Notemos esta idea en algunos trozos del pasaje: "Entonces se levantó el Sumo Sacerdote Eliasib con sus hermanos los sacerdotes, y edificaron la puerta de las Ovejas... Junto a ella, el siguiente tramo lo edificaron los varones de Jericó... Los hijos de Senaa edificaron la puerta del Pescado... Junto a ellos, restauró Meremot hijo de Unías... e inmediato a ellos, restauraron los tecoítas... La puerta Vieja fue restaurada por Johiada... etcétera". Esta unidad ha de llegar a la Iglesia. ¡Aleluya! Toda labor de reconstrucción o reedificación es dura, quizás más que levantar toda una nueva obra. Habrá que limpiarse de cosas sucias, sacar estorbos y lo que no sirve; eliminar prejuicios que dividen, bregar con ataques externos, y muchas cosas más que tienden a producir temor o



apatía en unos y desinterés o desánimo en otros. Todo lí-der debe saber que la lucha no será fácil; pero, debemos perseverar y dedicamos plenamente a tal labor, sin intere-ses personales, de modo que el nombre del Altísimo sea glorificado. En los Capítulos 4 y 5, Nehemías, enfrenta una problemá-tica semejante. Debe animar a los desanimados, levantar el deseo y la visión del pueblo para eliminar la gran cantidad de escombros que entorpecían la reconstrucción. El profeta debe llevar valor a los amedrentados por las amenazas del enemigo. Ante tal situación, el hombre de Dios, Nehemías, planificó su estrategia, y motivó al pueblo a la unidad. Para esto, tuvo que negarse a sí mismo, y aun no recibir paga alguna durante años por el trabajo realizado; tanto él como sus ayudantes. Este breve paso por el libro de Nehemías nos deja ejemplos reales, útiles para la Iglesia. No solamente, el varón de Dios, decidió no recibir su justa retribución monetaria por el trabajo, sino que con ello luchaba y derribaba la pésima imagen que se tenía de su cargo debido a la mala gestión de los anteriores gobernadores, que habían hecho de su puesto un medio para lucrarse y enriquecerse. Este pro-blema, lamentablemente, ocurre en nuestros días también; y, al igual que en los tiempos de Nehemías, al reconstruirse la Morada de Dios en la tierra, esto también, será ordenado por Jehová. Cada vez que al ser humano se le presiona para moverse a un cambio y se pone en peligro su rutinaria estructura de vida, se rebela, se asusta o se aleja. Igual ocurre en los asuntos espirituales. Nehemías debía reestructurar, re-construir las ruinas, y para ello, era necesario mover el fundamento decadente y obsoleto de muchos; lo cual pro-vocó reacciones adversas contra el siervo de Dios, tanto

desde adentro (con sus propios compañeros), como de afuera (de sus muchos enemigos). El Capítulo 6 del libro nos narra las tremendas luchas del profeta, aun bajo peligro de muerte, por llevar adelante la obra a la que Jehová lo había llamado. "Cuando oyeron Sanbalat y Tobías y Gesem el árabe, y los demás de nuestros enemigos, que yo había edificado el muro y que no quedaba en él portillo (grieta o brecha)... enviaron a decirme... Ven y reunámonos en alguna de las aldeas... mas ellos habían pensado hacerme mal... porque fui sobornado para hacerme temer así, y que pecase, y les sirviera de mal nombre con que yo fuera infamado (desprestigiado)... Acuérdate, Dios mío, de Tobías y Sanbalat, conforme a estas cosas que hicieron; también acuérdate de Noadías, profetisa, y de los otros profetas que procuraban in-fundirme miedo". Nehemías 6.1, 2, 13, 14. Todo siervo de restauración será perseguido, pero Dios le dará la victoria. Durante el trabajo de restauración de un pueblo, nos dare-mos cuenta de la necesidad que hay de la palabra de Dios; ésta es imprescindible para guiar, apoyar, animar y esti-mular la fe del pueblo. Así, también, comprenderemos que es necesario volver a enseñar sus verdades y propósitos al grueso de los fieles. Nehemías tuvo que hacer esto. La condición de miseria y desolación en que se encontraba el pueblo judío le hacían ver que era necesario reanimarlos con la palabra fresca de Jehová. Hoy, la Iglesia debe ser reanimada, evangelizada. Debe ser llevada a un verdadero compromiso con Dios. Muchos, estando aún en el seno de la misma, sólo han llegado a un convencimiento mental e histórico de Cristo como Hijo de Dios; pero, no han experimentado aún el nuevo nacimiento por el Espíritu, con su previo arrepentimiento.



Éstos son aspectos ineludibles, en la vida de aquellos que son parte de la Iglesia del Señor. Hoy, más que nunca, el evangelio de la Gracia debe ser llevado al cuerpo de Cristo para su completa sanidad. Entiéndase que, es el evangelio de la Gracia el que' debemos dar a conocer y no el de la Ley, que condena y mata. Es necesario llevarle a los creyentes y ministros la Palabra de Unidad, de Amor, Fidelidad y Perdón de Cristo para con su pueblo. Muchas verdades primitivas de la Iglesia se han perdido, y ésta debe ser llevada de nuevo al funda-mento de apóstoles y profetas. Amén. "Entonces todo el pueblo en masa se reunió en la plaza y le dije-ron al maestro Esdras que trajera el Libro de la Ley... que el Se-ñor había dado. Esdras trajo el Libro de la Ley ante la reunión compuesta de... todos los que tenían uso de razón... y desde la mañana hasta el medio día lo leyó en presencia de todos ellos. Todo el pueblo estaba atento a la lectura del Libro de la Ley. Entonces Esdras alabó al Señor, el Dios Todopoderoso, y todo el pueblo con los brazos en alto respondió: Así sea". (Versión Popular, Nehemías 8.1-6). Toda restauración dirigida por Dios, como todo lo que Él empieza, llegará a su feliz final: "Total reconstrucción". "Para la edificación del muro de Jerusalén, buscaron los levitas de todos sus lugares para traerlos a Jerusalén, para hacer la dedi-cación y la fiesta con alabanzas y con cánticos, con címbalos, sal-terios y citaras". Nehemías 12.27 Esto mismo ocurrirá a plenitud en la Iglesia cuando sus muros (Ministerio de Intercesión) sean reedificados. En otras palabras, la restauración del Muro de la ciudad inun-dará al pueblo de fortaleza y alabanza. El júbilo vendrá sobre los niños y sobre los mayores, pues, para ese día, nuestros enemigos habrán sido derrotados.

La palabra restauración es sinónimo de avivamiento espiritual. El gozo de Dios y su poder colman a su pueblo; pero, son tan abundantes que, también, llenan a muchas otras naciones de la tierra. El final glorioso de toda recons-trucción divina es el avivamiento. La iglesia será recons-truida, la gloria del poder de Dios en ella será maravillosa. Recordemos el propósito de todo esto: que los reinos de este mundo vengan a ser los reinos de Cristo; y que, como las aguas cubren la mar, así el conocimiento de Jehová y su Palabra llenará la tierra, para que todas las almas invoquen su Santo Nombre. Amén. Luego les dijo Nehemías: "Id, comed grosuras, y bebed vino dulce, y enviad porciones a los que no tienen nada preparado; porque día santo es a nuestro Señor; no os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza". Nehemías 8.10 "Y sacrificaron aquel día numerosas víctimas, y se regocijaron, porque Dios los había recreado con grande contentamiento; y se alegraron también las mujeres y los niños; y el alborozo de Jerusalén fue oído de lejos". Nehemías 12.43 Testimonio a todas las naciones. ¡Qué diferente la Jerusalén derribada y desolada a la de la restauración! Ahora había gozo, vida y alabanza. Esto no podía ser ignorado por el mundo, ya que todos los pueblos cercanos a Judá, supieron que Dios había devuelto todo su poder a los judíos. ¡Aleluya! "Y cuando lo oyeron todos nuestros enemigos, temieron todas las naciones que estaban alrededor de nosotros, y se sintieron humillados, y conocieron que por nuestro Dios había sido hecha esta obra". Nehemías 6.16



Igual será cuando la Iglesia sea perfeccionada como está escrito. El mundo conocerá que Cristo es el enviado del Padre. Amén (Juan 17.21). "Vi un cielo nuevo .y una tierra nueva... vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios... Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero. Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cíelo, de Dios, teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal. Tenía un muro grande y alto con doce puertas... Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero". Apocalipsis 21.1, 2, 3, 9, 10, 11, 12, 14



Lo quiera o no, lo crea o no, el ser humano habita en dos mundos: el natural y el espiritual; uno con el

otro, íntimamente ligados en sus circunstancias y fuentes provocadoras de las mismas.

DOS

LOS DOS MUNDOS

Hay un mundo natural creado por Dios en el cual vivimos y nos desarrollamos; es aquel que vemos con nuestros ojos naturales, lo podemos palpar con las manos y percibir por los sentidos corporales. Es todo aquello que podríamos pintar o esculpir: estrellas, sol, luna, mares, animales, bos-ques, valles, etcétera. Es el medio ambiente que incluye al hombre y la naturaleza; un conjunto de puntos, líneas y planos que al unirse, por la providencia divina, conforman la creación visible de Dios. Paralelo a este mundo natural se mueve el mundo espiritual, que es invisible a los ojos del ser que vive en el mundo natural; el cual a diferencia de dos líneas paralelas que nunca llegan a tocarse entre ellas, sí toca o afecta enormemente el mundo natural. Esto implica que el mundo espiritual es un mundo superior al natural, en conocimiento, influencia, sabiduría y poder. A veces, esta influencia es positiva y otras negativa. De cualquier modo, afectará en alguna medida, al mundo natural y a quienes lo componen. Quiere decir, entonces, que la influencia proveniente del mundo espiritual afectará ineludiblemente al mundo natural, y esa influencia se manifestará paralelamente en el plano natural. Todo lo que ocurra en el plano espiritual se manifestará materialmente en el plano natural y todo lo que predomine o se manifieste visiblemente en el plano natural ha tenido su principio en el mundo espiritual, de donde salió la influencia dominante.



Si al acercarnos a una comunidad observamos el predomi-nio de la prostitución, manifestado en gran cantidad de seres entregados a tal práctica indeseable, eso nos ha de enseñar que hay una fuerza de prostitución procedente del mundo espiritual que ha lanzado su influencia sobre aque-lla comunidad. Esta se hace patente y visible al proliferar este flagelo sexual entre las personas de dicha comunidad. Al orar, debemos conocer este secreto anterior; para que así logremos tomar autoridad y reprender las influencias malignas de prostitución que, desde el plano espiritual, han invadido la ciudad. Amén. Si lo que observamos al entrar a un hogar, pueblo, ciudad o nación, es un dominio absoluto del alcoholismo, droga-dicción, adulterio, violencia, etcétera; manifestado en el plano natural por la proliferación de alcohólicos, cantinas, drogadictos, tráfico de drogas, muerte, divorcios, y más; eso implica que hay fuerzas espirituales procedentes de ese otro mundo siendo lanzadas sobre los hombres, y que a su debido tiempo, se han materializado destruyendo con esas diversas formas de pecado a la comunidad. Todo lo que se evidencia en el mundo natural ha tenido su inicio en una influencia en el plano espiritual. Al observar lo que predomina en el mundo natural, podemos atacar y afectar con oración en el Nombre que es sobre todo nombre para traer libertad al mundo natural. ¡Aleluya! Creador, creación, rebelión, oposición Dios es espíritu -dice la Escritura- y Él es el Padre de los espíritus. Principio y fin de todo, Creador absoluto y único, Dios verdadero, el cual habita en lugar inaccesible y es inmortal e invisible, hacedor de mara-villas. (Juan 4.24; Colosenses 1.16, 17; 1 Timoteo 1.17; Santiago 1.17; Exodo 15.11). Su morada es más allá del Sol,

más allá de lo natural. Pero, Él ha tenido y tendrá siempre una total influencia sobre el mundo natural. Su Palabra creó el mundo, lo sustenta y lo transforma. Cuando ese mundo natural, ambiente del ser humano, estaba en pro-ceso de ordenamiento, dice la Escritura: "Su Espíritu se movía sobre la faz de las aguas y dijo Dios: sea la luz y fue la luz; sea el hombre y fue el hombre". Su influencia po-derosa procedente de su trono, afectó el mundo espiritual y afectará siempre muy positivamente al mundo creado por Su mano. (Génesis 1.2) Pero, retrocedamos un poco en el tiempo con respecto a la formación del ambiente natural y recordemos que en un "momento" específico, allá en la eternidad, el Creador de-cidió hacer su creación; y formó, procedente de su mano creadora, seres espirituales. Esto fue antes, desde luego, de crear al ser humano (habitante de la creación natural). Por ser Dios la máxima autoridad y Rey soberano de todo lo creado, comenzó a ejercer su gobierno de amor sobre la obra de sus manos. Para ello, constituyó líderes específicos, a Ios cuales dotó de autoridad, les dio poder y una posición jerárquica en su reino. Dios es orden y su gobierno se rige por obediencia y delegación de autoridad (Romanos 13.1, 2). Él formó ángeles y querubines, serafines y arcángeles (se-res espirituales sin cuerpo material), a los cuales dotó de sabiduría, conocimiento y autoridad para ser sus regentes en todo el universo creado. Uno de ellos fue Lucero, que-rubín hermoso, sello de la perfección creadora del Altísimo, lleno de sabiduría y conocimiento de Dios, el cual también en un "momento", impreciso ahora para nosotros, allá en la Eternidad, decidió rebelarse contra su Rey y tratar de tomar el trono de la creación (o al menos, instaurar



su propio gobierno), oponiéndose totalmente a su Creador. (Isaías 14.12-17; Ezequiel 28.15-18). Esto originó su caída, su destitución como líder de la Crea-ción. Así se convirtió en oponente o adversario de Dios; declarándole la guerra y sublevando con él, a la tercera parte de los seres espirituales, habitantes del mundo espi-ritual, que habían sido creados por Dios (Apocalipsis 12.4). Esta rebelión de Lucero, hoy conocido como Satanás, divi-dió el Reino; surgiendo así la formación de un segundo reino: el reino de tinieblas y oscuridad, cuyo director o príncipe es el mismo diablo, el que inicialmente era Lucero. En el mundo espiritual, hay entonces dos reinos, que ineludiblemente batallan por el dominio total del universo y que, en la mayoría de los casos, llevan su conflicto a las áreas del mundo natural, influenciándolo, poseyéndolo, salvándolo o destruyéndolo, según la fuente de la cual proceda la influencia, si de Dios, o del demonio. La esfera del conflicto: el aire y lo creado Enseña la Escritura en Ezequiel 28, que para el tiempo en que había sido creado Lucero, también existían otras cosas creadas por Dios. El Edén, el monte de Dios, etcétera. En Job 38.1-7, se nos enseña que, en la creación del planeta tierra, ya los seres espirituales existían y alababan a Dios en el momento de esa bella creación (las estrellas del alba, por ejemplo). También enseña la Escritura que, en el momento de la re-belión, hubo una influencia negativa sobre la naturaleza, que se hizo mucho mayor con la caída de Adán; provo-cando esclavitud a la Creación. Esa rebelión provocó un conflicto espiritual que, inicialmente, tuvo como área de batalla, los aires, y luego, la misma naturaleza; es decir, abarcó dos mundos: el espiritual y el natural (áreas de

conflicto que aún siguen siendo usadas en esta enorme guerra). Cuando la creación se vio sometida a esta tremenda ba-talla, la tierra ya formada para entonces, fue víctima del caos, por la rebelión satánica y el juicio de Dios. La tierra (el mundo natural) que fue creada en el principio con los cielos, llegó entonces a estar desordenada y vacía. El Espíritu Santo se movía sobre la faz de las aguas, y ese Es-píritu, por la palabra de Dios, transformó la materia de nuevo, ordenando nuevamente la creación y preparando el ambiente o el mundo natural donde el hombre se desenvolvería (Génesis 1). Al formar Dios al hombre del polvo y entregarle autoridad para regir la tierra, automáticamente, éste tendría contra sí un enemigo espiritual que trataría de destruirlo; por el sólo hecho de ser creación de Dios en comunión con El. Al tentar, Satán, al hombre y hacerle caer en pecado, lo escla-vizó y con él sometió la tierra a esclavitud. Desde aquel día, los hombres y sus familias, así como su medio ambiente, han sido el blanco del ataque satánico. Pero, al ser Satán un ser espiritual, era superior en fuerza al hombre natural, por lo tanto, la lucha con los humanos se convirtió en un conflicto desigual. Es decir, el mundo espiritual contra el mundo natural, seres que no vemos, contra hombres de carne y hueso, débiles y separados de su Creador.



hay entonces, dos reinos que luchan por el dominio de dos mundos. El reino de la luz, reino de

Dios y sus hijos; y el reino de las tinieblas, reino de Satán y sus seguidores que luchan por la hegemonía del mundo espiritual y, por ende, del mundo material (Colosenses 1:13; 1 Pedro 2:9). Por tratar de gobernar e imponer los principios de su reino, tanto Dios como Satán, tienen su es-cala de autoridad y jerarquías.

TRES

LOS DOS REINOS Y SUS

JERARAQUIAS

El diablo no es omnipotente. Pero, trata de imponer su nefasta influencia sobre los pueblos a través de sus subalternos, que según la Biblia (Efesios 6:12), se ubican en diversos órdenes jerárquicos de autoridad. Teniendo, según ese orden, autoridad sobre continentes, regiones ex-tensas de tierras, naciones o grupos de ellas, así como ciudades, pueblos pequeños y hombres.

jerarquías del reino de Dios y del reino de Satán: Reino de la luz o de los cielos

a. Dios Trino (Padre, Hijo y Espíritu Santo) b. Querubines c. Serafines d. Arcángeles e. Angeles f. Siervos de Dios (hombres que le sirven y se dejan usar por El)



Reino de tinieblas: a. Satán: príncipe de este mundo (Juan 16.11) b. Principados c. Potestades d. Gobernadores de tinieblas e. Milicias espirituales f. Legiones o huestes espirituales de maldad g. Espíritus inmundos (o demonios) h. Siervos del diablo (hombres que sirven a Satanás y se

dejan usar por él). El gobierno sobre las naciones Una nación escoge sus gobernantes y tiene los que merece, dice una expresión popular. Esto, desde luego, hablando en el plano humano, político y natural. Pero, bien se puede aplicar el mismo razonamiento en el plano espiritual. Aun-que Dios es el Señor del universo y Rey absoluto de su creación, Satán trata de sojuzgar a los pueblos. Para ello, lanza su influencia demoníaca haciendo que los hombres dotados de un libre albedrío o libre voluntad para decidir, se inclinen por servirle a él a través de practicar el pecado y tornarse hacia la mundanalidad e idolatría. Lamentablemente, para los hombres, hoy en ignorancia, el verdadero gobierno de los pueblos es el espiritual. Este gobierno espiritual se manifestará en lo político, sea bueno (si Dios señorea la nación, como en los tiempos prósperos de Israel), o sea malo (si el pecado y el diablo, a través de éste, predomina). Lo que se manifieste en la vida de una nación en los te-rrenos diversos de la vida: político, económico, social, etcétera, evidenciará quién o quiénes gobiernan en ese pueblo. Aunque dicha nación se crea religiosa y se pro-clame cristiana, si hay corrupción, inmoralidad sexual

manifiesta en adulterios, divorcios, sexo libre, fornica-ciones, homosexualismo, drogas y alcoholismo, robo, vio-lencia o ateísmo, así como hambre, pobreza, miseria, etcétera, el gobernante no es ni más ni menos que Satanás y sus fuerzas del infierno, aunque la ceguera religiosa de los pueblos diga lo contrario. Cuando Dios es el Señor de un pueblo, su influencia de amor, paz, sanidad, prosperidad o abundancia y rectitud se manifiestan en la vida nacional desde el obrero más sencillo hasta el más importante de los gobernantes del pueblo. ¿Quién gobierna su país?... Oremos para que nuestro Dios sea el que reine. Amén. Es necesario recalcar, para una intercesión positiva, que Satán se ha organizado enviando fuerzas espirituales sobre cada nación; que a su vez, dirigen legiones de demonios y espíritus inmundos que son enviados sobre comunidades, hogares y seres humanos, para poseerlos, dominarlos y destruirlos. Nuestra lucha no es contra carne y sangre, sino contra fuerzas espirituales de maldad que se mueven y operan en las regiones celestes. El causante de todos los males Los conceptos que estamos emitiendo son, aunque senci-llos, cruciales para una buena labor intercesora. En Isaías 14:6, 12, 17, la Escritura establece que, el perso-naje del cual se habla a través de la figura simbólica del rey de Babilonia, es Lucero, conocido hoy Satán (verso 12). Es quien hiere a los pueblos con fuerza y debilita a las nacio-nes en todos los niveles con su influencia. El es quien pone al mundo como un desierto (sembrando plagas, miseria, muerte y sequedad), asolando ciudades y aprisionando a sus moradores. El diablo es el causante de los males.



El apóstol Juan nos lo presenta como un ladrón. (Juan 10:10), que sólo viene contra el hombre a robar, matar y destruir; pues, ésa es su naturaleza ahora, destrucción. En Romanos 6:16, nos enseña cómo el pecado esclaviza a los hombres. Por ende, el diablo, tentador de la humanidad, es el mayor productor de la esclavitud; pues él es quien promueve el pecado. En Lucas 4:5, 6, se nos enseña cómo Satanás es el regente de este mundo; y por lo tanto, el que origina sus mundana-lidades y su tentador. Efesios 6:12 afirma que toda lucha o problema que a los humanos viene, sea individual o colectivamente (especial-mente a los creyentes), procede del reino de Satanás. Daniel 10 enseña que los males que caen sobre vastos im-perios, están dirigidos por fuerzas de las tinieblas (príncipe de Persia). El diablo es el causante de todos los males, la voluntad de Dios es pues, oponernos a sus malignas obras. La tercera parte de las estrellas Apocalipsis 12:1-4 nos presenta la figura del dragón, ser-piente antigua o Satanás, oponiéndose a la obra de Dios. Mas, lo interesante para nuestro estudio en este pasaje está en el verso 4. Allí se enfatiza que arrastró con su cola (in-fluencia) la tercera parte de las estrellas (ángeles caídos) y las arrojó (dirigió) sobre la tierra (para sojuzgarla). La Escritura presenta detalles muy significativos a lo largo de ella, mostrándonos una cantidad de espíritus malignos que operan contra los hombres, y que en el nombre de Cristo, deben ser aprisionados. Ellos no son los únicos que andan provocando el pecado a la humanidad, sino que se

acompañan de una cantidad enorme de demonios y espíritus del mal que andan al acecho buscando a quién derribar. Veamos algunos:

1. Guerra (Jueces 9:23) 2. Adivinación (1 Samuel 28:7) 3. Ocultismo (Levítico 17:7, Deuteronomio 32:17 y

1 Corintios 8) 4. Altivez (Proverbios 16:18-19) 5. Idolatría (1 Samuel 15:23) 6. Fornicaciones (Oseas 4:12) 7. Enfermedad (es) (Lucas 13:11) 8. Ceguera (Mateo 12:22-37) 9. Sordera y mudez (Marcos 9:25-26) 10. Juicio (Isaías 4:4) 11. Error (1 Juan 4:6) 12. Mentira (2 Crónicas 18:22) 13. Destrucción (Apocalipsis 9:11) 14. Miseria 15. Angustia (Isaías 61:3) 16. Tristeza 17. Celos (Números 5:14) 18. Ira (Efesios 2:3) 19. Muerte 20. Maldad (1 Samuel 17:15) 21. Anticristo (1 Juan 4:3) 22. Confusión (Isaías 19:14) 23. Rebelión (1 Samuel 15:23) 24. Esclavitud (Romanos 8:15) 25. Cobardía (2 Timoteo 1:7) 26. Mundanalidad (Efesios 2:2-3) 27. Devastación (Isaías 4:4) 28. Inmundicia (Zacarías 13:2) 29. Desobediencia (Efesios 2:2-3)



Es de concluir, por lo mencionado anteriormente, que mu-chos espíritus demoníacos se podrían agrupar en algunos de estos nombres mencionados por la Biblia. O bien, estar sujetos a los nombrados, que podrían ser dirigentes de grupos de demonios, ejerciendo autoridad sobre ellos: violencia, robo, adulterio, prostitución, homosexualismo, violación, homicidio, suicidio, vicio, drogadicción, brujería, hechicería, etcétera. Por la misericordia de Dios, hay espíritus ministra-dores procedentes del Padre de los espíritus, Dios. Estos espíritus ministradores actúan bajo la dirección de Dios, a favor de los herederos de la salvación. (Hebreos 1:14): 1. Rectitud (Salmo 51:10) 2. Santidad (Romanos 1:4) 3. Nobleza (Salmo 51:12) 4. Poder (2 Timoteo 1:7) 5. Vida (Romanos 8:2) 6. Bondad (Salmo 51:10) 7. Inteligencia (Isaías 11:2) 8. Sabiduría (Efesios 1:17) 9. Conocimiento (Isaías 11:2) 10. Vivificación (avivamiento) (Romanos 8:11) 11. Verdad (1 Juan 5:6) 12. Sanidad (gracia) (Zacarías 12:10) 13. Libertad 14. Amor (2 Timoteo 1:7) 15. Oración (Zacarías 12:10) 16. Revelación (Efesios 1:17) 17. Fe (2 Corintios 4:13) 18. Obediencia 19. Mansedumbre (1 Corintios 4:21) 20. Adopción (Romanos 8:15) 21. Paz (Romanos 8:2) 22. Salvación o gracia (sanidad incluida) (Zacarías 12:10)

23. Humano (Zacarías 12:1) 24. Consejo (Isaías 11:2) 25. Temor de Jehová (Isaías 11:2)

Es de esperar que, con la oración intercesora, las fuerzas de las tinieblas sean doblegadas y que las fuerzas del bien sean desatadas a favor de la Iglesia y la humanidad.



Es necesario conocer el lenguaje espiritual que se desprende de la Biblia, para llevar a la victoria una

oración de intercesión. Hay símbolos y figuras bíblicas que nos enseñan sobre estos aspectos, y que al dominarlos po-

demos hacer proezas en el nombre de Cristo (Salmo 60:12).

CUATRO

MUROS, MURALLAS Y PUERTAS; PRISIONES, GRILLOS Y CADENAS; CERROJOS Y LAZOS

Muros o murallas La muralla es un muro muy fuerte que ciñe o defiende una plaza o ciudad, apunta el diccionario de nuestra lengua. Un muro es también una pared resistente y sólida; o bien, un vallado poderoso que detiene invasores brindando protección. Algo que se interpone entre la ciudad y sus enemigos. También, el muro o muralla es aquella pared sólida que se levanta para coartar la libertad de un hombre o de un p u e b l o

entero y que los mantiene en total aislamiento, esclavitud y falta de libertad. Es lo que le da a un pueblo o plaza el carácter de fortaleza inexpugnable. En el libro de Deuteronomio 3:4-5, la Escritura enseña que por la dirección de Moisés, Israel venció a Og, rey de Basán y sus súbditos, tomando cada una de sus ciudades, las cuales tenían muros muy altos, y por ello, estaban suma-mente fortificadas. Los judíos tuvieron que traspasar o derribar en muchos casos, con el poder de Dios, las murallas existentes. Josué capítulo 6 es el relato de la toma de Jericó por Israel. I .a

ciudad poseía, para su defensa, muros totalmente



invencibles para el hombre. Pero, Dios indicó a su pueblo que caerían al alabarlo, y esto fue lo que hizo el pueblo de Israel. Luego, el verso 20 narra cómo cayeron los muros del enemigo, el cual inmediatamente fue vencido por el pueblo de Dios, saqueada la ciudad y disfrutados los boti-nes de guerra (Hebreos 11:6). El profeta Isaías, en varios pasajes del libro del mismo nombre, nos presenta la parte positiva del concepto de mu-rallas, indicándonos que Dios puso muros y antemuros de protección a su pueblo (Isaías 26:1); que El mismo es el que construye su ciudad o ciudades para morar; y uno de los aspectos que no deja de lado para darle abrigo, es esculpir muros en derredor para que no pueda penetrar el ene-migo (Isaías 49:16). Afirma también que Jehová mismo, ha puesto guarnición poderosa para cuidar su ciudad día y noche (Isaías 62:6). Tomando todos estos aspectos y aplicándolos al tema que tratamos, podemos concluir que, al igual que una ciudad o pueblo natural de seres humanos en la tierra ha utilizado murallas poderosas para protegerse de su enemigo invasor, (como, por ejemplo, la Gran Muralla China) a nivel espiritual sucede lo mismo. También, a través de los siglos, murallas y fortalezas se han levantado para esclavizar a los pueblos tanto en lo natural (por ejemplo, el Muro de Berlín) como en lo espiritual. Lo que en lo natural nos es bien claro, debemos llevarlo a su paralelo en lo espiritual, donde no siempre podemos verlo tan claramente. Dios, por medio de la obra de Cristo en el Calvario (salvación) y su conquista sobre los de-monios, nos levanta muros y murallas inexpugnables para nuestra protección como creyentes, como familias y como Iglesia sobre todo. El envía sus ángeles guardianes, espíritus ministradores a favor de los herederos de la salvación (Hebreos 1:14) para socorrernos y defender

nuestras murallas y fortalezas. Pero, es necesario mencio-nar que Satanás y sus demonios, han puesto sus muros al-rededor de la gente para esclavizarla y quitarle su libertad tanto en lo material corno en lo espiritual. Debemos derri-bar estos muros en la intercesión por los pueblos; y desde luego, defender con la ayuda del Señor nuestros muros de defensa. I.a palabra de Dios afirma que la morada de Dios con los hombres, su tabernáculo, la nueva Jerusalén, tiene y tendrá también su muro. ¡Aleluya! (Apocalipsis 21:14), su salvación (Isaías 26:1). Dentro de ellos, en su pueblo, habrá paz perpetua. Y lo más hermoso aún, es que Dios será con su protección divina en medio de ellos, muro de fuego en derredor (Zacarías 2:5). Debemos, en nuestra intercesión, abatir toda muralla del enemigo en medio de los pueblos y reclamar el círculo de I uego protector de manos de aquel que es nuestro refugio (Salmo 91). Cadenas, cárceles y prisiones (o cisternas y grillos) I.as cadenas son eslabones trabados en conjunto, de un me-tal fuerte; son sinónimos de cárcel. La prisión es un medio usado para castigar a un delincuente, o para cortarle la li-bertad de un hombre o pueblo aunque no haya cometido ninguna transgresión. De ahí, que el término "cadena per-petua", muchas veces, significa que el castigo es estar re-cluido en una prisión hasta que muera, aunque en la práctica nunca le lleguen a colocar cadenas durante el tiempo su condena. También son sinónimos de opresión, falta de libertad, juicio, problemas, luchas, pruebas, etcétera; en las que muchas veces, casi todas, existe un verdugo acusador y castigador. Las cárceles o prisiones son recintos pequeños



o muy grandes (como las penitenciarías o centros correc-cionales), donde se custodian presos impidiéndoles vivir libremente como cualquier otro ciudadano. En el capítulo 16 de Jueces, se nos narra la historia de Sansón y Dalila. En el verso 21, se nos dice que, al ser se-ducido el hombre de Dios y caer en manos de sus enemigos, fue colocado en la cárcel lleno de cadenas. Otro término para describir cárcel es la cisterna, pozos que usaban los judíos para el agua y donde muchas veces deja-ban a sus presos. El apóstol Pablo nos relata cómo las cadenas, muchas veces, vinieron sobre su ministerio coartando su libertad natural de vivir en la sociedad (2 Timoteo 2:9). Es interesante notar también, cómo Pedro, en Hechos 8:14-25, nos habla de un tipo de cadena o prisión en cjue pueden estar encarcelados los hombres y los pueblos. Estas son las prisiones satánicas de oscuridad y tinieblas. En el verso 23, dice a Simón, el mago (quien pretendía comprar dones espirituales a los apóstoles): "porque en hiel de amargura y prisión de maldad veo que estás". La Biblia muestra que el diablo ha aprisionado a los hombres con cadenas, que ellos no pueden ver, y que nunca ha abierto las cárceles a sus prisioneros; y los ha cegado en su entendimiento para que no conozcan a su Salvador. Pero, también, establece que uno más poderoso que él, abriría ,esas cárceles y rompería esas cadenas de esclavitud. Ese es Jesucristo, nuestro Libertador (1 Juan 3:8). El sería ungido por Dios para ese fin (Isaías 61:1), para darle apertura a la cárcel de los oprimidos por el diablo.

Aunque el salmista David menciona que el alma puede es-tar encarcelada (Salmo 142:7), y de hecho, la de muchos humanos lo está, también dice en el Salmo 107:14 que Dios ya rompió en Jesucristo, nuestras prisiones y nos sacó de las tinieblas a su luz admirable (1 Pedro 2:9). La gracia de Dios se manifiesta en forma especial en nosot ros, en esta lucha contra los poderes del infierno. El Padre, en Cristo, nos ha dado la victoria. En 2 Pedro 2:4, así como en Judas 6 y en el libro de Apocalipsis 20:7, nos dice la Es-critura que, en el pasado, en días venideros, así como hoy, en Su Nombre, los espíritus malignos y el mismo Satán, han sido, son y serán echados a prisiones de oscuridad, re-servándoles para el juicio venidero. Nosotros tenemos la autoridad dada por Jesucristo, no sólo para sacar de la cárcel a los prisioneros, sino también, para que con Su au-toridad, encadenemos a los verdugos espirituales de la humanidad (Salmo 149:5-9). ¡Aleluya! I:,n nuestra oración intercesora, debemos clamar con todo nuestro ser para que sean rotas las cadenas y abiertas las prisiones en que el diablo ha encerrado a los hombres y los pueblos, a la vez, ejercer autoridad atando en el nombre de Jesucristo, toda hueste demoníaca. Amén. Cerrojos y puertas (caminos o dinteles) Las puertas de una casa o ciudad son aberturas hechas para entrar o salir (así como las ventanas son agujeros más pequeños para dar entrada a la luz y al aire, aunque también pueden dar lugar a individuos). Es lógico pensar que, si las puertas están abiertas en una ciudad, el enemigo puede invadirla fácilmente y hasta salir y entrar cuando quiera. En cambio, si fuera lo contrario, es decir, que las puertas estuvieran bien cerradas, no podría siquiera entrar.



De tal manera, la puerta es símbolo de entrada o salida de algún lugar. Si estuviera cerrada, el individuo no podría salir ni entrar libremente (como sucede en una cárcel), o bien, no podría penetrar a destruir por los muros y la puerta juntamente; sitiando un lugar se convierten en un verdadero castillo o fortaleza inexpugnable. Aleluya. De ahí, que se hacen necesarios los buenos cerrojos, (barras de hierro movibles entre dos armellas que cierran una puerta o ventana), para asegurar que esas puertas queden bien ce-rradas, sea para impedir que penetre el enemigo, o bien, para impedirle que salga y mantenerlo prisionero ("el que tiene oídos para oír, que oiga"). En el Capítulo 16 de los Jueces, dice la Escritura que San-són arrancó con su fuerza las puertas de la ciudad de los filisteos, con sus dos pilares y su cerrojo; y echándoselas al hombro, las subió al monte, dejando desamparada la ciudad de los filisteos. Las puertas no prevalecieron contra el siervo de Dios, pues, recordemos que Jesús nos dijo: "Las puertas del Hades no prevalecerán contra la Iglesia" (Mateo 16:18) ¡Aleluya! En Proverbios 17:19, se nos aconseja no abrir demasiado la puerta, pues esto arruina al hombre. Una puerta cerrada es sinónimo de seguridad. En el libro de Nehemías 13, verso 19, se nos relata el mo-mento en que los muros de Jerusalén ya han sido recons-truidos y vemos cómo Nehemías instruye a Israel en cuanto a lo que debían hacer en el día de reposo, y prohibe que en ese día, se abran las puertas de la ciudad. Notemos cómo al cerrarse las mismas, ningún mercader pudo entrar a vender, pues la ciudad estaba cerrada. A través de la Escritura, podemos notar cómo en el mundo espiritual, también hay puertas que se abren o se cierran, sea las que cierra el diablo sobre los hombres para

aprisionarlos al pecado, o las que abre y cierra Dios para li-bertarlos y protegerlos. Génesis 28:17, nos narra cómo Jacob descubre que hay lugares que son puerta abierta en el caminar a la Presencia de Dios. Apocalipsis 4:1, nos refiere la visión de Juan, enseñándonos que los misterios de Dios nos son revelados cuando t i abre las puertas de Su Infinito Conocimiento. Apocalipsis 3:8, nos señala que sólo Dios tiene el poder para abrir y cerrar las puertas. Y que lo que El abre, nadie lo cierra, y lo que t i cierra, ni el diablo lo puede abrir. El apóstol Pablo, nos indica en 1 Corintios 16:9, 2 Corintios 2:12 y Hechos 14:27, que Dios es quien, en diversos lugares y pueblos, abre puertas espirituales para que el evangelio sea predicado. En Juan 10:9, la Escritura afirma que la única puerta para entrar a la presencia de Dios es Jesucristo, la puerta de la justicia divina es Cristo (Salmo 118:20). ¡Aleluya! En el Salmo 24:7, 9, nos dice que en la manifestación en gloria de nuestro Rey Jesucristo, todas las puertas de la tie-rra se abrirán para que ésta sea llena de Su conocimiento. Cuando eso ocurra, las puertas de Su morada estarán abiertas día y noche para que le alaben las naciones (Isaías 60:11). En Génesis 22:17, Dios le hace una promesa a A b r a h a m : "Tu descendencia poseerá las puertas de tus enemigos". Nosotros, somos esa descendencia de fe. (Romanos 4:16). En Mateo 6:6, el Señor nos habla de la oración e intimidad con El, y nos aconseja cerrar la puerta de la cámara secreta



y orar al Padre. La oración a puerta cerrada es aquella en donde el enemigo de las almas no puede penetrar. En Isaías 45:2, nos dice -el Creador que, Él será quien, a nuestro favor, quebrantará puertas de bronce y cerrojos de hierro, haciéndolos pedazos. ¡Gloria a Dios! Así también, en Deuteronomio 33:25 el Señor promete a sus siervos que sus cerrojos para protección serán fortísimos, de bronce y hierro. Oremos para que Dios quebrante en los pueblos de hoy las puertas de hierro y los cerrojos de bronce, y así también, abra las puertas y los candados de los esclavizados al pecado. Lazos, redes o cuerdas (hoyos o trampas). El lazo es un nudo que se hace con un propósito específico y con arte en una cuerda, con el afán de coger, acechar o derribar una presa (sea humana, animal o espiritual) a ma-nera de trampa. Su propósito es semejante al de una red o cuerda, hoyo o trampa. Sirve para coartar la libertad del perseguido y limitar sus movimientos, aún tratando, en muchos casos, de provocarle una caída aparatosa y aun la muerte. La red es aún más peligrosa, pues es una trampa que se utiliza para cazar o pescar; puede apretar bastante y es un tejido de malla que cubre más terreno que el lazo o la cuerda. Ejemplos: • En 2 Samuel 22:6, el profeta establece que, sobre David,

el Seol o las fuerzas infernales tendieron lazos o cuer-das de muerte (espiritualmente hablando).

• En Job 22:10, Elifaz en su acusación contra Job anuncia que hay lazos alrededor de los hombres que provocan temores y espantos repentinos.

• El salmista David establece que una práctica de nues-

tros adversarios humanos y sobre todo, de los espiri-tuales, es tendernos lazos o trampas (Salmo 38:12) y que hay un cazador (o demonio) que nos quiere dañar con su lazo (Salmo 91:3).

• En el Salmo 141:9, la Palabra nos enseña que es bueno

orar para que Dios nos libre de las trampas y lazos que nos tienden nuestros enemigos.

• En el libro de Proverbios (14:27; 22:5; 29:25), la Escri-

tura afirma que en el camino de perversidad, el hombre sólo encontrará lazos del diablo y sus redes, y que la única forma de huir de ellos es confiando en Jehová.

• En el Nuevo Testamento, en 1 Timoteo 3:7 y 6:9, la Bi-

blia menciona que la vanidad y el amor a las riquezas hacen caer al hombre en el lazo del diablo.

• En Mateo 18:18, la Escritura afirma que el Hijo de Dios

puede desatar esos lazos y redes del enemigo, así como atar a nuestros adversarios.

()remos persistentemente para que sean desatadas las al-mas atribuladas y atados los demonios que oprimen a los pueblos. Amén. Ataduras o ligaduras

Ina atadura es aquella que ata o liga una cosa o individuo, impidiéndole la libertad en sus movimientos. La ligadura es una vuelta que se da con una cinta o liga, apretándola o



sujetándola, impidiendo el accionar normal del que ha sido ligado. En asuntos espirituales, Satán trata de atar o ligar cuerpos y mentes, aun en el pueblo de Cristo, para impedir su libre movimiento en el Espíritu, según vemos en: • Jueces 15:13, narra cómo los filisteos quisieron esclavi-

zar a Sansón cuando éste permitió, burlándose de ellos, que lo ataran con dos cuerdas nuevas. Pero, él las rom-pió, provocándoles una gran derrota. Esta es la figura de cómo hoy los creyentes en Cristo, podemos romper ataduras infernales y vencer al enemigo, por el poder que El nos ha delegado.

• En Mateo 12:29 y Marcos 3:27, Jesús enseña que para

tomar una casa, primero se debe atar al hombre fuerte que habita en ella, y entonces, es posible tomarla. El diablo trata de engañarnos y enlazarnos para tomar nuestro cuerpo, hacerlo guarida de sus demonios y, también, tomar nuestras familias. Pero, en Cristo so-mos más que vencedores sobre él y lo podemos atar (Mateo 18:19), no sólo para echarlo fuera de nuestra casa, sino como hombre fuerte (demonio regente de un pueblo) de toda una comunidad o nación. Aleluya.

• En el libro de Marcos 5:3, las Escrituras presentan la

historia de un endemoniado gadareno que atormentaba la región y no lo podían atar ni siquiera con cadenas; pero Jesús pudo atar a los espíritus que lo tenían preso, y echarlos fuera de él. Sin embargo, Jesús no utilizó métodos terrenales como las cadenas de hierro, sino con la fuerza y el Espíritu de Su Palabra. Amén.

• La Escritura, en Lucas 13:16, enseña que muchas

enfermedades son ligaduras que el diablo ha echado sobre los cuerpos; y que, como Jesús sanó a la mujer que

padecía de daños en la espalda, que la hacían caminar encorvada (por 18 años), así debemos hacer nosotros hoy con todos los pecadores.

Opresiones y posesiones demoníacas I.a opresión o influencia es una fuerza o violencia externa que se ejerce sobre un individuo o cosa, con el fin de angustiar, ahogar anímicamente, abatir y hasta destruir tiránicamente (es también una aflicción o persecución espiritual). La opresión espiritual es una acción influyente, a veces continua, con el fin de desequilibrar al ser creado por Dios, en cuerpo, alma y espíritu; para afectar sus emoc-iones, mente, órganos y vida de comunión con Dios. Es una presión que ejercen los demonios sobre el hombre, desde k afuera, con el fin de poseerlo y usarlo para sus nefastas maquinaciones. La presión demoníaca establece otro nivel más profundo. Es aquel en que la presión externa ya halló cabida en el interior del hombre y los demonios han venido a hacer morada en él, manipulando a su antojo, emociones, voluntad y cuerpo, bloqueando cualquier tipo de relación con Dios. cua n d o esta posesión se prolonga, confiere dominio al espiritu verdugo y poseedor sobre el hombre. Estos casos se conocen como posesión demoníaca o lunatismo. Situación en la cual, el individuo no sólo está demente, o a veces furioso, sino poseído por espíritus inmundos. fundamento bíblico de la afirmación anterior: El salmista David comenta en el Salmo 42:9, que un hom-bre. puede andar triste o enlutado porque hay presión del enemigo contra él, e incluso por la presión del hombre im-pio que se deja usar por malos espíritus (Salmo 55:3).



• Salomón afirma en Eclesiastés 7:7, que la opresión puede afectar nuestra libertad para pensar y puede entontecernos.

• Amós 3:9, muestra a una ciudad llena de opresiones que se manifiestan en un estado deplorable del pueblo y la ciudad.

• Los Salmos 17:9 y 1 1 9 : 1 2 1 - 1 2 2 , enseñan que debemos orar para que Dios nos libre de las opresiones y de los que nos oprimen.

• Eclesiastés 4:1, habla de que en la humanidad existen multitudes de oprimidos; pero, en el Salmo 69:32, se dice que, al buscar a Dios, el corazón se alegra y los oprimidos se gozan alabándole.

• En Hechos 10:38, la Biblia es clara con los humanos, y afirma que Jesús anduvo sanando a todos los oprimi-dos por el diablo. ¡Aleluya! Hebreos 13:8 dice, que ayer, hoy y mañana, El es el mismo y siempre lo hará con toda la humanidad que le busque. ¡Amén!

La Escritura enseña en muchos pasajes, cómo Satán a través de los demonios, se posesiona de los hombres en pecado:

En Marcos 5, se nos habla del gadareno, quien fue tomado por una legión de demonios (no menos de 2000).

En Marcos 1, se habla de un hombre que, estando en la misma sinagoga, un espíritu inmundo lo quería destruir. En Hechos 16, nos encontramos con una joven que era usada por un espíritu familiar o de adivinación, el cual fue expulsado con poder de ella por Pablo.

Ha y un sinnúmero de casos que podríamos citar, pero lo más i m p ortante, es que cada uno recibió la libertad a través de Jesucristo. debemos interceder para que caigan abatidos esos perse-g u i d o r e s , esos demonios opresores y que sean liberados p l e name nte los poseídos por Satán y sus demonios. En Cristo, todo esto es posible (Lucas 1:37).

Fortalezas Una f o r t a le z a es un recinto totalmente fortificado, lugar de proteccion, de seguridad (de ataque y refugio a la vez). Satán t i e n e sus fortalezas en aquellos que le sirven y en aquellos pueblos que, con su pecado, le rinden pleitesía. Pero, para nosotros, el pueblo de Dios, el Señor es nuestra Fortaleza y refugio (Salmo 46:1-3), nuestro defensor y auxi-liador, a s í como nuestra morada y castillo inexpugnable (Salmo 9 7:1-3). Jesús dije que, al dejarnos su poder, ninguna fortaleza del enemigo nos dañaría; y más aún, que ni las puertas de esa fortal e z a nos detendrían para derrotar al adversario (Iucas 10:19). Cautividad o cautiverio Es ni mas ni menos que dejarse aprisionar o vivir aprisionado; e s una falta de libertad; es estar prisionero de la angustia, el temor y el abatimiento. Mas en Jehová, el cautiverio o cautividad ha sido ya derrotado. En Cristo y el Espiritu Santo hay libertad plena (2 Corintios 3:17).

E n el Salmo 126:2, la Escritura dice: "Cuando Jehová hiciere volver la, cautividad de Sión (de la Iglesia apunto yo) seremos como los que sueñan. Entonces, nuestra boca se llenará de risa y



nuestra lengua de alabanza. Entonces dirán entre las naciones: grandes cosas ha hecho Jehová con éstos". ¡Amén! Pablo, en su carta a los Efesios 4:8-10, nos habla de que Jesús venció al enemigo del hombre y abolió todo poder de la muerte y el infierno, para llevarlos en cautiverio eterno (Apocalipsis 1:18); por lo cual dice: "Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad y dio dones a los hombres" (verso 8).



La trágica caída del ser humano, representado en Adán, hundió a toda la humanidad en las garras De Satanás. Ese pecado inicial del hombre nos sometió a una lucha totalmente desigual, sin posibilidad alguna de triunfo contra el imperio del infierno. Vemos al hombre, después de su aparatosa caída, soltarse de la mano de Dios y quedar a expensas de las armas satánicas. Es el hombre, Habitante del mundo natural, sin vida espiritual, enfren-tando a los seres espirituales, más sabios y poderosos, del inundo espiritual que le acechan, le destruyen y le matan, Ilevándole sin remedio a la eterna condenación. Triste, muy triste, pero totalmente una realidad.

CINCO

EL HOMBRE DE LA

ETERNIDAD

del libro escrito por este servidor sobre la adoración, recopilo algunos conceptos que nos introducen en este tema. Veamos:

1. La sabiduría de Dios se manifestó en la eternidad, en su omnisciencia. El sabía lo que iba a ocurrir y tomó previsión contra la rebelión del diablo y la posterior caída del hombre.

2. Planificó en Sí mismo (La Deidad), algo que estaba fuera de si mismo.

3 . Creó algo que no es eterno como Dios, finito y limitado

(creación). 4. El hombre (sexto ser) a hechura suya, según Efesios

2:10.



5. Es decir, decidió introducirse en el tiempo y limitarse. 6. En la mente de Dios, decidió ser lo que no es, creación,

para deshacer lo que es, la rebelión. 7. Se haría creación, mas no por creación, sino por el en-

gendramiento del Espíritu Santo. 8. De tal manera que, esa nueva criatura cumpliría una

de sus misiones claras, enfrentar al que se rebeló contra Dios y sujetó parte de la creación a esclavitud. Esta criatura es Cristo hombre, no Adán (Romanos 5:14).

9. Solamente Dios mismo podía derribar la rebelión, y

esto lo planificó hacer por medio de su Hijo. Es enton-ces, Jesucristo, "El Hombre de la Eternidad".

La lucha desigual entre los humanos y Satanás, Dios la miró allá en la Eternidad, nos vio indefensos y sin fuerza, por tanto, El mismo vino por nosotros a enfrentar al diablo. ¡Aleluya! El libro de Hebreos nos enfatiza la realidad de Jesucristo como Dios hecho hombre: "Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos" Hebreos 13:8. El es el hombre que partió de la Eternidad, tomó cuerpo, se dejó guiar por el Padre a través del Espíritu Santo, murió por nosotros, siendo tentado en todo por el diablo, perseguido y crucificado, pero vencedor de la muerte y del infierno. Aleluya (Hebreos 2:14-18). El salmista David lo dijo con estas bellas palabras: "Has cambiado mi lamento en baile y me ceñiste de alegría". La lucha desigual, por Jesucristo, se ha tornado en aplastante derrota del imperio de las tinieblas y suficiente estímulo

para que los creyentes en Jesucristo, levantemos nuestras manos al Padre en reverente adoración. ¡Aleluya! Jesucristo vengó la afrenta que Satán le hiciera al Padre, así como reivindicó a la humanidad caída. El nos hizo sentar en lugares celestiales y nos devolvió, por Su obra de victoria en el Calvario, nuestra posición original como señores y gobernadores de esta tierra. Amén (Efesios 2:47). En la caída del hombre, su pecado le separó de Dios, y se-

gún afirma la Escritura, era necesario que la Justicia Divina quedase satisfecha por esta falta y transgresión al mandato del Altísimo. Esto sólo era posible con un derramamiento de sangre, pues sin éste no hay remisión de pecados, y ello implicaba también que el transgresor debía pagar sus ye-rros con su muerte (Hebreos 9:22). Jesucristo tomó nuestro lugar, se hizo en carne un hombre sustituto de la humanidad y proveedor de la satisfacción que demandaba Dios en su justicia. El fue quien pagó el precio por nuestros pecados, aplicándonos por gracia la justicia Divina y, por ende, el perdón. Nuestras culpas, al creer en Cristo, son totalmente perdonadas y Dios nos ve

Limpios de pecado. Amén. Veamos lo que dice al respecto la Escritura: "Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y las potestades, los exhibió publicamente, triunfando sobre ellos en la cruz". colosenses 2:13-15



los creyentes en Cristo, es decir, la Iglesia del Señor, han sido ya justificados; o sea, que han sido puestos

en la posición de privilegio que ocupaba el hombre antes de la caída de Adán. Y Dios nos ve así, limpios y justifica-dos por Cristo.

SEIS

LA IGLESIA Y SU AUTORIDAD

"justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por me-dio de nuestro Señor Jesucristo". Romanos 5:1 Los mismos privilegios y poderes del principio han retor-nado a la Iglesia por medio de Jesucristo, quien se consti- yó la máxima autoridad, al vencer al imperio del infierno de la muerte. Dios, el Supremo Creador, le dio esa potestad sellando así su gloriosa obra redentora. En el libro Cómo ministrar a Dios para ministrar a los hombres poder, escribo sobre este particular:

"Bajo este maravilloso misterio descubierto, podemos entender claramente, lo que Jesús quiso decir en Juan 14:9-14. Aquí, afirma que convenía a sus discípulos que El subiera al Padre, para que enviara al Espíritu Santo; entonces, las obras que Jesús había hecho, ellos y nosotros también las haríamos y aún mayores. Bajo la enseñanza que estamos presentando, el que Jesús partiera al Padre, significaba que esto estaba ocurriendo. Porque la misión, que fue el motivo de su venida, se estaba cumpliendo en El: la restauración del ministerio de la Creación. Por tanto, se restauraría el acceso a la presencia de Dios a través de El. Como resultado de lo anterior, al ministrar al Señor en alabanza



y adoración, su poder y autoridad serían entregados a sus discípulos, para que a través de ellos, Dios pudiera manifestar las obras que caracterizan su eterno y sobe-rano poder. Este fue el secreto de Jesús: que nunca hizo nada por su propia voluntad, sino lo que el Padre le mostró que hiciese. Pero, donde se lo mostró fue, lógi-camente, en esa comunión íntima con El; y éste es el mismo camino que, por Jesucristo, está abierto hoy para nosotros (Juan 14:21).

2. Este bello portento de la revelación divina se explica

por medio del término griego "exousia"; palabra com-puesta por el prefijo ex, que significa "fuera de" y ousia, que significa "estar en", y que juntos dan la idea corn-pleta de esta manera: "desde fuera, estando adentro y a través de". Más adelante, ampliaremos acerca de este hermoso concepto.

3. Dios es la máxima autoridad y su trono se

fundamenta en ella. 4. La autoridad lleva, inherentemente, el poder para

ejercerla. 5. "Poder" es la facultad para o el medio de hacer una

cosa. No nace en nosotros ni lo producimos nosotros, sino que nos es dado.

6. "Poderdante" es el que, teniendo el poder, lo concede

para que se le represente. 7. Cuando afirmamos que alguien tiene autoridad, que-

remos indicar que el poder y la autoridad se le han entregado, como instrumentos con que se autoriza a ese individuo, para que haga algo.

8. Es, Dios, que es la autoridad, delega desde afuera, esa autoridad a sus miembros; ousia (estando dentro de su autoridad representativa) va a ejercer esa autoridad a través de ella misma, ousia (a través de), y con ella, lógicamente, su poder.

Ampliando, diremos que Dios, la deidad (Elohim), la auto-ridad máxima y poderdante máximo, estando fuera de la creación por ser el Creador (Ex: fuera de), decidió en el plan eterno de restauración, ser lo que no es (creación), li-mitándose y haciéndose finito, esto es en la humanidad de Jesucristo, para que estando dentro de El, (ousia: estando dentro), pudiera por su vida santa y llena del Espíritu, con-vertirse en el receptor del poder y la autoridad del Padre. Esto permitiría que Dios pudiera, a través de El, alcanzar a su creación caída (ousia: a través de). Pero esta gran verdad no concluyó allí; sino que, Jesús en su limitación, pero en el poder de Dios, enfrentó al adversario del Eterno, y al vencerlo, humillantemente (Colosenses 2:13-15; Apoca-lipsis 1:18; 1 Juan 3:8), Dios le dio un Nombre que es sobre lodo nombre; y lo hizo el receptor de poder y autoridad, le dio la facultad de ser el poderdante máximo y suprema autoridad. Según dijo Jesús mismo: "Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra" (Mateo 28:18). Y con ello, volvió al lugar donde siempre había estado, a la diestra del Padre, lugar que ocupa hasta hoy, intercediendo por todos nosotros, según Romanos 8:34. Así, Cristo en la actualidad, estando fuera de la Iglesia (ex: fuera de), al subir al Padre, pero también dentro de ella (ousia: estando dentro) a través le su Espíritu Santo, para que estuvieran su vida y Espíri tu en ella a través del nuevo nacimiento, delegando su autoridad y poder para fluir a través de ellos y ganar al mundo (ousia: a través de) (Lucas 10:17-19; Mar-cos 16:16-18).

Ia Iglesia de Cristo tiene autoridad. Si, el Cuerpo de Cristo ha sido dotado de poder para moverse sobre la tierra como



reyes y sacerdotes del Señor (1 Pedro 2:9). Sometiendo to-dos los reinos del mundo al señorío de Cristo y sojuzgando a las potestades del maligno a la obediencia a Jesús. El dijo: "Os doy potestad de hollar escorpiones, serpientes y de-rribar toda fortaleza del adversario y nada os dañará". (Lucas 10:19) ¡Aleluya! Somos el cuerpo de Cristo en unidad; somos sus manos, sus pies sobre la tierra. El hará la obra a través de nosotros y por su Espíritu y autoridad. Amén. Es necesario que todo hijo de Dios, miembro del cuerpo de Cristo, tenga realmente su autoridad en El (Efesios 1:17). Pero, el apóstol Pablo revela una gran verdad que no podemos pasar por alto en este tema. Según escribe en 1 Corintios 1 y 2, actualmente, con respecto a poder y autoridad, hay tres clases de seres humanos pisando la tierra. Aunque el propósito del Señor es que el hombre ejerza su poder y autoridad, esto no es así, pues la relación que guardan con su Dios no es la misma y es lo que ha he-cho posible esta triple posición humana. Veamos: El primer hombre que Pablo describe es el hombre natural (sin "conocimiento" dé Dios y sin Cristo en el corazón); el cual, aunque posee talentos y grandes conocimientos inte-lectuales y científicos, no puede ser usado, con autoridad, por Dios y ser obedecido por las fuerzas de las tinieblas. Es el hombre que se sienta en el gobierno de su propia vida, su ego domina su ser, sus pensamientos y acciones. Cristo está fuera de su vida, y el sistema del mundo lo envuelve totalmente. Este hombre no es autoridad espiritual en Dios, y aunque Dios lo puede usar cuando quiera, no forma parte del cuerpo de Cristo y El no brilla a través de este tipo de hombre. Este hombre nunca cambiará el mal estado de las cosas vigentes.

El siguiente tipo de ser humano del que el apóstol habla (también en sus epístolas) es el creyente carnal, el que, por su falta de consagración y sometimiento al Señorío de Cristo, continúa viviendo una vida cristiana mediocre y sin crecimiento ni testimonio vivo para el mundo. A este tipo de hombre, Pablo le llama "niño en la fe". Se le conoce también, como inmaduro o como el creyente no compro-metido; algunos muy osadamente los determinan como aquellos "cristianos convencidos, pero no convertidos". Son creyentes, parte de la Iglesia, con enormes promesas de Dios para su vida, que han introducido a Cristo en me-dio de su vida, muy probablemente, se han apartado del mundo o quizás no, pero, para su infortunio todavía su ego, su mente y sus ideas, siguen rigiendo el derrotero de sus vidas. Dios aún no es el Señor, y por tanto, su autoridad en acción es poca y no pueden ser usados contra el mal como el Señor quisiera. Mas, gracias sean dadas a Dios, porque Él siempre tiene un pueblo fiel, hombres que le aman en verdad, que le han he-cho Señor de sus vidas y gobernador de sus caminos. Estos tienen el poder de orar y ser oídos en los cielos, son los su-jetos obedientes y consagrados que se apegan a la Palabra y a quienes los demonios temen. Pablo los define como hombres o cristianos "espirituales". Juan el apóstol los llamó "padres", y la Iglesia los llamó "ancianos". Son, ni más ni menos que, hijos e hijas de Dios clue han permitido a Cristo sentarse en el trono de su vida y que han sacado de su ser los sistemas pervertidos del mundo, sometiendo todo su ego a la voluntad gloriosa del Padre. Para ellos y sólo para ellos, es la promesa. "Todo lo que atares en la tierra, será atado en los cielos y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos ". ¡Amén!



Ordenando al enemigo La Iglesia de Jesucristo ha sido capacitada con todo el po-tencial de lo alto para preparar en nuestros días el retorno de Cristo a la tierra, y con El, la consumación del plan glorioso de los siglos, la implantación total sobre la tierra del Reino de los Cielos. Esto sólo será posible cuando entendamos que es ahora, en este instante, que el poder de Dios está de nuestra parte. No esperemos a Cristo como si fuera tan sólo el escape de la angustia que vendrá sobre los pueblos; ¡no! Debemos movernos ya, en esta hora, como su cuerpo y en su nombre, apabullando los poderes del demonio. Hemos sido llamados como Iglesia a reflejar su gloria y resplandecer como su luz sobre la tierra. No hay que pedir al diablo que suelte su influencia maliciosa sobre las almas; hay algo más ¡Hay que ordenarle que lo haga! Somos hijos de Dios con poder y autoridad sobre los demonios. La intercesión es ordenar, es ejercer autoridad. El lenguaje que debemos usar; para la intercesión efectiva, es la misma palabra de Cristo, la cual debe ser respetada por el imperio del infierno. Amado intercesor, cuando ores, ordena, quebranta los yugos de opresión sobre los pueblos, despedaza cadenas infernales y destruye las fortalezas del pecado. Recuerda querido lector, la Iglesia tiene hoy autoridad: "Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria (Isaías 60:1-2).



El libro de Ester es una parábola en todos sus capí- tulos; una enseñanza gloriosa se desprende de ella,

figurando a la Iglesia y todo su caminar hasta el día del en c-

uentro con su esposo, Jesucristo. Ester es la figura de la Iglesia; Asuero, del Padre Eterno; la reina Vasti, del pueblo tIe Israel; Amán, del diablo y Mardoqueo, de Cristo.

SIETE

LA IGLESIA INTERCESORA

Este libro muestra aspectos hermosos de escatología. Y tino de ellos, que se liga muy bien a nuestro tema, está en t l Capítulo 4. Ester es nombrada sucesora de Vasti, tal como ocurrió t uando Israel no recibió a su Mesías, según Juan 1:11-13. El tornó otro pueblo para sí, la Iglesia, a la que constituyó en au esposa. Mas, pasado el tiempo Amán trama la destruct ión de los judíos, con la idea de masacrarlos. Mardoqueo, figura de Jesucristo, que es el padre adoptivo de Ester, le (ide su intercesión. Pero, Ester, al ver demasiados obstáulos (como el de perder su propia vida), se niega a ayudar

su pueblo. Mardoqueo la exhorta recordándole que ella I,rmpoco escapará al juicio con sus excusas, y la amenaza ton dejar al desnudo su verdadera identidad (judía) hasta .!hora desconocida por el rey Asuero. Esto es lo que le ocurrirá a la Iglesia de hoy si no entra en la voluntad ie Dios a orar e interceder; quedará al desnudo y sin 1, rotección. Jesús dijo: "Sin mi, nada podéis hacer..." Veamos lo que Mardoqueo dijo a Ester, que bien podrían er las palabras que el Cristo de la gloria dijera a su amada Iglesia:



"No pienses que escaparás en la casa del rey, más que cualquier otro judío. Porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos; mas tú y la casa de tu padre perecerán. z Y quién sabe si para esa hora has llegado al reino?" Ester 4:12-14 Cristo hoy llama a la Iglesia, "su novia", a interceder por los santos y la humanidad en crisis. Es tiempo de presentarnos ante el Muro de los Lamentos, ante su presencia gloriosa e interponernos a favor del mundo. Ester decidió arriesgar su vida, ponerla como ofrenda por su pueblo si fuera necesario; figurando así, la identificación y entrega de la Iglesia intercesora. Veamos lo que respondió a Mardoqueo: "Ve y reúne a todos los judíos que se hallan en Susa y ayunad por mí, y no comáis, ni bebáis en tres días, noche y día, yo también con mis doncellas ayunaré igualmente, y entonces entraré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca". Ester 4:15, 16 Que Dios nos ayude én esta hora de prueba, en que mu-chos hermanos en el mundo perecen bajo regímenes ateos y cruentos, en cárceles, mazmorras y en las calles. Que Dios nos ayude a decir coma Ester: "entraré a ver al Rey, aunque no sea conforme a la ley (de hecho, no es por la ley, sino por gracia, que tenemos libre acceso al Rey); y si perezco, que perezca". ¡Aleluya! ¡Iglesia de Cristo!, tu máximo intercesor, Jesucristo, te llama en esta hora a clamar e interceder por el mundo. Es tiempo de doblar rodillas y llorar ante el Padre por un po-derosísimo avivamiento espiritual en toda la tierra. Amén.



La vida cristiana es una vida llena de sabiduría. Nuestro Dios posee una sabiduría multiforme y

desea enseñarnos la forma de orar efectivamente; para así entregarnos todas sus bendiciones. Hay diversas formas de hablar con El, de dialogar o conversar con Dios. Veamos algunas:

OCHO

LOS DIVERSOS TIPOS DE ORACION

Dependiendo de "dónde" hemos de orar, hay dos tipos de oración:

Oración en público: La oración de Jesús ante la tumba de Lázaro (Juan 11).

Oración en secreto: "Cuando ores entra a tu cuarto en secreto...." Mateo 6:6

Dependiendo de "cómo" hemos de orar hay otras dos I formas:

Oración mental: "Qué pues, oraré con el entendimiento (mente)". 1 Corintios 14:14

Oración espiritual: "Pero, oraré también con el espíritu". 1 Corintios 14:15

dependiendo de "para qué" hemos de orar, hay varios modelos (oraciones con propósito):

Oración de alabanza y adoración Oración de acuerdo (Mateo 18:19) Oración de intercesión (Romanos 8.26, 27)



4. Oración en el Espíritu (1 Corintios 14:14-15) 5. Oración de atar y desatar (Mateo 18:18-19) 6. Oración de fe "para engendrar milagros".

(Marcos 11:24) 7. Oración en unidad o de unidad (Hechos 12) 8. Oración de compromiso o de cometido 9. Oración en la voluntad de Dios (Lucas 23:45) Todas estas clases de oración son efectivas por sí solas y se entrelazan mutuamente; así como también, pueden funcio-nar en forma unida. De ahí, que en la intercesión se conju-guen varias de ellas. Por ejemplo, la oración de atar y desatar, es una oración de autoridad en contra de los poderes del demonio. Veamos en qué consiste este tipo de oración. Oración de Atar y Desatar • Este tipo de oración tiene su apoyo bíblico en Mateo

18:18: "De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo".

• Al vivir nosotros en dos mundos: uno natural (la tierra,

o sea, lo terrenal) y otro espiritual, al cual podemos lla-mar el cielo (o cielos), nuestra intercesión puede afectar esos dos mundos. Primero, por estar en el ambiente de la tierra (aun no siendo de este mundo); y segundo, que al ser hijos de Dios, tenemos su Espíritu Santo y su vida espiritual en nosotros; por ello, es que podemos penetrar con la autoridad de Dios, delegada a nosotros por Jesucristo, en el mundo espiritual.

• Significa que el creyente, hijo de Dios, tiene "su" auto-

ridad aún estando en la tierra; para que al ser ejerci-tada en oración, las fuerzas espirituales de maldad que

operan en las regiones celestes, sean contenidas, sujeta-das y dirigidas.

• El término "atar" significa sujetar con cuerdas, unir fir-memente o enlazar. También tiene otra acepción lite-raria, que es impedir o quitar movimiento, enlazando con una soga o cinta. Llevándolo al plano espiritual y al contexto de la oración de autoridad, significa ligar espiritualmente o impedir libertad de movimiento es-piritual y hasta sujetar espíritus con autoridad.

• La oración de atar es aquella en la que un intercesor toma control de las fuerzas del diablo que operan en una vida, hogar o nación, sujetándolas con cuerdas y cadenas espirituales y condenándolas a prisiones de oscuridad. Esto implica que al reconocer los malos es-píritus, legiones o potestades que afectan una región, podemos con nuestra oración de autoridad y poder, atarlos eficazmente, para dar libertad a los hombres que habitan dicha región. ¡Gloria a Dios!

• La "oración de desatar" se refiere a la intercesión que desde la tierra hace el intercesor ante el Padre, para que sean desatadas (o enviadas), en los cielos a favor de los hombres las fuerzas del bien, espíritus ministradores a favor de los herederos de la salvación (Hebreos 1:14).

• También con la intervención del intercesor, las almas encadenadas al vicio y al pecado, así como los hogares y naciones, son desatados del yugo satánico.

• La "oración de atar y desatar" significa que en la tierra, lo que los intercesores clamen a Dios, será hecho en el cielo. Ya sea, desatar el favor de Dios en bien de la Igle-sia y de los ligados espiritualmente, o bien, atar las



fuerzas de las tinieblas que tratan de oprimir y destruir a los hombres y a sus respectivas naciones.

• Bajo la guía del Espíritu Santo, el intercesor debe, nom-bre por nombre, según le dé el Espíritu, atar a los de-monios y libertar a los pueblos.

• Dios da una promesa victoriosa para el intercesor al doblar sus rodillas: Todo lo que ate en la tierra, Dios lo atará en el mundo espiritual y lo que desate en la tierra, al orar, Dios lo desatará en el mundo espiritual. Esta es una oración llena de victoria y autoridad.

• En este tipo de oración, como en todas las del tipo "Para qué orar", nada será posible sin que ocurran tres cosas primordiales en la vida del que ora:

• Debe permanecer en Dios y la palabra de Dios en él (vi-vir en total rectitud de acuerdo a la voluntad del Padre, expresada en la Escritura).

• Debe ser específico al orar (mencionando aquello por lo que ora, ata y desata, totalmente límpido, sin confusión y específico).

• Debe conocer tanto, su posición en el Reino de Dios, como hijo con autoridad, como la posición del diablo, ya derrotado y vencido, y lo que la Palabra de Dios promete a nuestro favor y en contra del enemigo. ¡Amén!

• La versión "La Biblia al Día" en Mateo 18:18 dice: "Les aseguro que cuando aten (liguen) en la tierra, quedará atado en el cielo y lo que suelten en la tierra, quedará suelto en el cielo".



uno de los aspectos más notorios hoy, lamentablemente, en la Iglesia, es la falta de misericordia.

Recuerdo que, después de un largo período de ayuno, durante el cual transcurrieron 21 días comiendo sólo legumbres (según Daniel 10:1-3), Dios me reveló un secreto para tener éxito en la oración por los enfermos: compasión. El dijo: Jesús sanaba a los enfermos porque tenía compasión de ellos, tenla tú y verás mi gloria. La Iglesia de Cristo debe volver a la senda antigua de compasión y misericordia. El intercesor efectivo debe conocer el amor de Dios por las almas (Juan 3:16), su misericordia eterna por los humanos (Jeremías 31:3) y su perpetuo deseo de sanarlos. ¡Aleluya!

NUEVE

BASES DE LA ORACIÓN EFECTIVA

I.as siguientes son las bases para obtener éxito cada vez que doblamos las rodillas en nuestra oración intercesora. 1. Identificación total del intercesor con aquellos por

quienes ora y sus necesidades:

La palabra empatía nos resulta especial para analizar este punto. Empatía, significa ponerse en el lugar de, o en la situación de. El intercesor debe colocarse a favor de otros como si fuera él mismo. Debe sentir la pena y el sufrimiento de otros como si fueran propios. Debe identificarse totalmente con las cargas y luchas ajenas, con las necesidades y angustias ajenas. Debe identificarse, a tal punto, que sienta que son propias y que es necesario pararse en la brecha y clamar con todas sus fuerzas por una respuesta positiva, como si fuera para su propio beneficio.



• Interceder por otros significa negarse uno mismo en ol-vido total del ego y de los propios asuntos, para hacer un vallado de oración ferviente en favor de los demás.

• La identificación total es hacer que dos cosas o situaciones que parecen diferentes, sean totalmente idénticas o iguales. Es decir, que la carga y el pesar ajeno, sea la carga y el pesar de la vida del intercesor. Es la batalla espiritual que se siente desde adentro y que nos em-puja a clamar al Padre por otros. ¡Gloria a su Nombre!

• Jesús es el ejemplo del máximo intercesor. ¡Qué pro-funda identificación con los humanos fue su vida!, tanto que hasta murió por nosotros. Se identificó plenamente con los aprisionados por el diablo (Hechos 10:38), con los quebrantados de corazón, los cojos, los mudos y los ciegos; pagando el precio en el Calvario por todos ellos. El puso su vida sin que nadie se lo demandara, sino que de sí mismo, en plena identi-ficación con el pecador, se entregó a una muerte de cruz para salvarlo. Y no sólo murió, sino que resucitó y sigue intercediendo por nosotros a la diestra de Dios (Romanos 8:34). Y aún hoy, sigue teniendo compasión de los hombres.

• En Juan 10:17, 18, el Señor Jesús establece que el Padre le ama, porque El da su vida. Nadie se la quita, sino que El la pone por su propia voluntad para volverla a tomar con su poder. La identificación en la intercesión implica poner la vida, o sea, poner todo nuestro ser en sacrificio vivo (Romanos 12), con total entrega voluntaria y racional por otros; permitiéndole a Dios, usamos por el poder de su Espíritu Santo, para producir su vida y su restauración donde no la había.

• Jesús, como ejemplo de intercesor, se identifica con sus discípulos , rogando e intercediendo por ellos

(Juan 17:9). Y lo hace apartándose y negándose a todo tipo de placer y goce terrenal; santificándose a sí mismo en ofrenda al Padre por ellos. Identificación en la intercesión también significa llorar con los que lloran, apartarse, enclaustrándose en ella por Jesucristo en la agonía de la intercesión. Para que muchos sean libra-dos de los yugos de opresión demoníaca.

• Jesús, como máximo intercesor, se identifica con nues-

tras debilidades; entendiendo nuestras tentaciones y comprendiendo nuestra situación. Hebreos 4:14-16 dice que podemos acercarnos a jesús con confianza, pues El es nuestro Sumo Sacerdote, que se compadece de nues-tras debilidades, por haber sido tentado en todo, según nuestra semejanza, pero sin haber pecado. Identificación en la intercesión significa entender al débil y clamar por él; significa comprensión para con el caído, el descarriado, el negador de la fe, el vicioso, la ramera y sobre todo, comprensión y compasión del que por la misericordia de Dios ha sido fortalecido por su Espíritu para vencer. Identificación significa compasión del más fuerte por el más débil y abatido, traducida en lágrimas y gemidos por él.

• Identificación significa comprensión y compasión para

aquel al cual la luz del evangelio aún no le ha resplan-decido y no puede hacer nada por sí mismo para escapar de la condenación y de las cadenas del infierno.

• Identificación significa mediación, interposición por otros

como lo hizo Cristo por todos nosotros. Ahora, gracias a El, ya no con sangre, sino a través de la inter-cesión, por su victoria en la cruz. ¡Gloria a Dios! (Hebreos 7:22-25).

• Identificación significa clamar al Dios Todopoderoso por

su intervención divina a favor del necesitado.



2. No hay verdadera Intercesión si no hay "Amor". Por lo general, las situaciones que atraviesan los hombres y las naciones sobre la tierra, son producto del tipo de vida que llevan ante Dios. Habrán problemas, enfermedades y pesar si el pecado reina en ellos, así como bonanza cuando ya no lo practiquen. Eso implica que la mayoría de las ve-ces, tendremos que orar intercediendo por aquellos que, simplemente, están pasando situaciones disciplinarias por alejarse de Dios, y aun por negarlo, vituperarlo y ofenderlo con sus hechos. En estos casos, se necesita del amor del Pa-dre, el amor ágape, el amor que ama "a pesar de", el amor que produce cariño por quien no lo merece. Ése es el amor divino, que nos impulsa a ponernos en la brecha por el homicida, el ratero, el alcohólico, etcétera; ese amor que el hombre no puede producir, sino que viene del cielo. La base de la intercesión efectiva, es el amor de Dios en nosotros. Es permitirle a El, a través del Espíritu amar al enemigo, al que mata y al que roba, a los que el mundo no encuentra dignos de misericordia. • Intercesión es amar y tener misericordia. • Un ejemplo de intercesión es cuando Cristo dijo: "Pa-

dre mío, perdónalos porque no saben lo que hacen". • Jesús, el máximo intercesor, es el ejemplo supremo de

la intercesión llena de amor. Según Lucas 22:39-46 y Mateo 26:36-44, Jesús estuvo durante horas en el huerto de Getsemaní, intercediendo en intensa agonía por las almas. Sabiendo que aquellos por los que moriría, serían sus propios asesinos; sabiendo que aquellos por quienes El derramaría su sangre, sus discípulos, amigos, favorecidos por su mano, terminarían siendo sus enemigos a muerte. ¡Oh, bendito amor de Dios! Pues, El, en aquella amarga hora, podría haberse

negado, con razones más que justificadas, a morir en la cruz por los pecadores. Pero, en su agonía de amor in-tenso, derramó sudor con sangre, símbolo de interce-sión agónica y suprema y extendió su amor eterno al mundo, muriendo por cada uno de nosotros. ¡Aleluya!

• La intercesión llena de amor, es Cristo diciéndole al Pa-

dre allá en la Eternidad: "Heme aquí, envíame a mí" (Isaías 6:8a), sabiendo que aquellos por los cuales iba a entregarse, no podían hacer nada por sí mismos, sino que estaban condenados por la eternidad.

• Muchas veces, intercesión significa misericordia plena;

es decir, "amar con una profunda compasión". • Intercesión, también significa amar tanto a un

hermano o a un ministro que, aún cuando él no sepa que está en peligro y duerme tranquilo con la muerte ante su lecho, el intercesor está clamando por su vida a la distancia. El intercesor sabe del peligro por la revelación del Espíritu, y entra en agónica pelea por la bendición de aquel al cual ama, sin crédito visible, más que saber que Jehová nuestro Dios lo oye. ¡Amén!

3. No hay verdadera Intercesión si no hay "Unidad".

• La intercesión es más que un rezo que alivia concien-cias muertas o que apoya una fe viva en obras muertas.

• La Intercesión es más que repetir palabras y hacer ora-ciones con la mente.

• La Intercesión es agresiva, convulsiva; es poner cuerpo, espíritu, mente, fuerzas, pensamientos, en las manos de Dios para clamar con todo el ser unido, por algo o alguien que está necesitado.



• La intercesión es poner el cuerpo en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios; como el culto racional a El, en total unidad y entrega, sin egoísmos ni prejuicios. Para ser usado por su mente y espíritu para la bendición de muchos y la liberación de los esclavos del pecado.

• El hombre, como templo del Espíritu Santo, debe tener su ser unido totalmente en cuerpo y espíritu, concen-trado en la labor intercesora, para que el Espíritu fluya libremente, guiando el clamor por los hombres (cre-yentes o no). Es una intercesión con gemidos inde-cibles, para así manifestar en esa unidad plena del hombre con su Dios, la voluntad perfecta del Padre. La oración intercesora es la oración en la voluntad divina dirigida por el Espíritu Santo en nosotros (Roma-nos 8:27-28).

4. El Amor en la Iglesia es el resultado del sometimiento al Señorío de Cristo (lo cual produce la Unidad).

• Pablo escribió en 2 Corintios 5:14 "El amor de Cristo nos constriñe" (nos obliga, motiva, empuja o apremia). El apóstol da a entender que el amor de Cristo, que es la manifestación visible del amor eterno del Padre, es excelso y sublime, y que al comprenderlo, nos obliga a someternos sin titubear a su Señorío. Implicando con ello, que su amor, bajo su guía y dirección, será desa-tado en y a través de nosotros, la Iglesia. ¡Aleluya!

• La Iglesia que obedece la Palabra y que establece como prioridad número uno el gobierno de Dios y el señorío de su Cristo en medio de ella, tendrá, como lógico e ineludible resultado, el amor de Dios para clamar y hacer las obras del Padre.

• En Efesios 3:14-21, Pablo expone sus motivos de ora-ción por los Efesios; iglesia por la cual doblaba las

rodillas ante Dios, el Padre Celestial. Uno de estos motivos era que Dios pudiera revelarles, lo inmenso del amor de Cristo, de lo cual se expresa diciendo: "y de conocer el amor de Cristo que excede todo conoci-miento". Pablo sabía que este conocimiento del amor pleno de Cristo, era lo que fundamentaría la Iglesia, lle-vándola a un total sometimiento al señorío de Cristo y a seguir su ejemplo de amor por las almas. La Iglesia que conoce el amor de Dios y se somete a él voluntaria-mente, es dotada por el Espíritu Santo del amor del Padre (1 Corintios 13, Gálatas 15:23), elemento impres-cindible para la intercesión efectiva.

• En la versión de "La Biblia al Día", Efesios 3:17-19 dice

así: "Oro que, por fe, Cristo habite de veras en sus cora-zones, para que arraigados en el maravilloso amor de Dios, puedan sentir y entender como hijos de Dios, lo ancho, largo, alto y profundo que es su amor. Y oro que ustedes experimenten ese amor, aunque su grandeza está en que jamás verán su fin ni lo entenderán plenamente. Así estarán plenamente llenos de Dios".

• El creyente es sólo una partícula pequeña del cuerpo de

Cristo, y como tal, debe estar unido íntimamente a El. La unidad de esas partículas como un solo hombre, en la oración intercesora es todo un caudal de autoridad y poder, que fluirá contra el adversario de Dios.

• Toda congregación, que quiera lograr una intercesión

efectiva, debe prevalecer totalmente unida, acoyuntada y vinculada entre sí, para que el Espíritu Santo la use en total armonía con los propósitos del Padre.

• La unidad en cuerpo y espíritu, mente y propósitos, al

interceder, dará a la Iglesia la potencialidad que tuvo en los primeros siglos. De tal manera que, donde se reúnan a orar en unanimidad y armonía, Dios desatará



su poder como en el día de Pentecostés en el aposento alto; o como en medio de la persecución de sus apóstoles, produciendo temblores donde oraban, acompañándoles por doquiera (como señal del Poder de Dios en ellos) con prodigios y milagros que maravi-llaban a todos los que se acercaban. (Hechos 2 y 4:24, 29, 30, 31)

• En Hechos 12, la Biblia relata el encarcelamiento de

Pedro por orden del rey Herodes para ser sacrificado en la Pascua y así congraciarse con el pueblo judío y re-ligioso de su tiempo. Pero, el pueblo de Dios, la Iglesia primitiva, en la casa de Juan (de sobrenombre, Marcos) hacía incesante oración por él. Esta oración provocó que Dios moviera su ángel poderoso y Pedro fuera sa-cado de la cárcel milagrosamente. Al llegar a casa de Juan, la reacción de los que estaban allí, fue de espanto y asombro; tanto que creían ver un fantasma, cuando eso mismo era por lo que habían estado orando unidos ante el Padre. Dios nos enseña algo con este pasaje. La oración fue una intercesión agonizante, desesperada, en total unidad y con un propósito bien definido, la vida de Pedro. Mas, no fue una oración común, repito, sino una oración unida, en armonía y con la unción del Espíritu Santo. Esto permitió que, aun niños espiritua-les y ancianos, se unieran en clamor; permitiendo al Espíritu Santo, orar a través de ellos en la perfecta vo-luntad de Dios, aunque ellos mismos no lo supieran ni entendieran. Los resultados son claros, Dios mueve sus ángeles y Pedro es libre, aunque la Iglesia se asombre; pues, todavía no habían conocido la magnitud del poder de la oración intercesora, que el Espíritu Santo les había guiado a hacer. En la unidad, el Espíritu Santo fluye por el canal abierto: La Iglesia.

5. La unidad de la Iglesia es el fruto del Amor de Cristo en ella.

• El amor de Cristo derramado en nosotros (Roma-nos 5:5) produce la capacidad para perdonar, soportar, levantar, olvidar lo negativo y edificar. Estos son vehí-culos necesarios para la unidad del cuerpo de Cristo.

• El amor de Cristo permite o impulsa a los creyentes a hacer todo tipo de esfuerzos en pro de la unidad del cuerpo.

• Unidad es armonía. Armonía entre humanos, y sobre todo, entre creyentes, es producto del amor de Dios.

• El Salmo 133 dice, que Dios se goza en el amor entre hermanos, manifestado en una vida de armonía y un convivir en unidad, pues allí es donde envía Jehová su bendición y vida eterna.

• La intercesión efectiva es consecuencia directa de la in-teracción del amor y la unidad en la Iglesia, manifestado en sometimiento al Señorío de Jesucristo. Amén.



Este tipo de oración se ubica en el grupo de oraciones con propósito específico. Pues, para estar de

acuerdo, es necesario que haya un propósito común por el cual orar. Tiene su fundamento claramente definido en el libro de Mateo 18:19: "Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidieren, les será hecha por mi Padre que está en los cielos ".

DIEZ

LA ORACIÓN EN COMUN ACUERDO

La unidad es parte fundamental para una intercesión efectiva; y este tipo de oración es el comienzo de la misma. Dos personas o más, de común acuerdo, para clamar al Pa-dre por un mismo propósito. Llevando este tipo de oración al plano que nos ocupa, la intercesión es ponernos de acuerdo, en base a la palabra de Dios, para interceder en pos de una respuesta victoriosa. Hilando 'un poco delgado, diremos que es necesario que haya verdadero amor para unirnos en ese común propósito y para interceder por esa causa o esas personas. A la vez, debe haber armonía de intereses entre los que se ponen de acuerdo para clamar a Dios por su intervención a favor de la tierra. Creo, sin temor a equivocarme, que esa unidad, amor y armonía, fue entregada por Dios en su sabiduría. Y lo hizo a través de la unidad en el espíritu que ha provisto por medio del matrimonio al esposo y la esposa. Matrimonio que tiene como fundamento a Cristo, y en el caso de los solteros, de la unión del Novio con la Novia, de Cristo con Su Iglesia. Muchas veces, buscamos esa otra persona con la cual ponernos de acuerdo, para clamar con toda el alma a Dios por una petición; sin recor-(lar que no hay nadie mejor que nuestro cónyuge, que nos



ama y desea unirse en fe a rogar por nuestros propósitos, que por lógica, serán también los suyos. En el caso de la intercesión, la oración en acuerdo con mi hermano o la congregación, toma mayor fuerza y derriba murallas. La Escritura afirma en Eclesiastés 4:9-12: "Mejo-res son dos que uno, porque tienen mejor paga para su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compa-ñero; pero ¡ay del solo!, que cuando cayere, no habrá se-gundo que lo levante". También si dos durmieren juntos, se calentarán mutua-mente; mas ¿cómo se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto". Yendo un poquito más profundo en este tipo de oración, diremos que: como no sabemos orar como conviene, la in-tercesión hace que, el Espíritu Santo en nosotros, enseñe a nuestro espíritu a orar en total acuerdo con la voluntad del Padre y con gemidos indecibles. La intercesión es la oración perfecta, hecha en el templo del Espíritu Santo, por los méritos de Jesucristo, en acuerdo total del Espíritu con el Padre. ¡Aleluya! (Romanos 8:26, 27). El espíritu humano y el divino, se ponen de acuerdo, de hecho, para hacer la voluntad del Padre en la gloriosa ora-ción intercesora. En la intercesión, la oración de acuerdo cobra su más rele-vante cumplimiento. Es aquí donde el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad, y se une en oración con noso-tros por los propósitos del Padre. El término ayuda, del griego sylnatilam-banetai, es en el original, una palabra muy fuerte, compuesta por dos preposiciones: syn "junto con" y anti "por encima".

Se desprende de la metáfora bíblica, la idea de un ayudante que soporta el peso en cooperación con el que lo lleva, en el extremo opuesto de la carga. La expresión de Romanos 8:26-27, que se traduce "debili-dad", se refiere a la fragilidad del creyente en su ignorancia o comprensión parcial de la voluntad de Dios". Pues, qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos". Aquí se descubre la ayuda específica del Espíritu Santo. Su inter-cesión es dentro de nosotros; la intercesión del Salvador está a la diestra del Padre. El Paracleto (el Espíritu Santo) no está meramente a nuestro lado, sino que mora dentro de nosotros. El nos fortalece al darnos energía e inspira los anhelos inarticulados del alma hacia una completa relación filial de justicia impartida como fruto de la justicia imputada. La intercesión es más que orar; es estar de acuerdo con Dios por medio del Espíritu Santo.



Un intercesor es aquel que intercede; e interceder, es mediar en favor de alguien. Por ello, para ha-

cerlo de una manera efectiva y con un fruto abundante para el Reino de los Cielos, debemos conocer algunos principios que debe vivir aquel que siente un llamado a la oración intercesora.

ONCE

EL INTERCESOR EFECTIVO

Debe tener una identificación plena con aquel por el que intercede. Jesús es la figura clave a considerar en este caso. Él es el único y verdadero mediador entre Dios y los hombres (1 Timoteo 2:5). Su ruego fue efectivo porque dio su vida intercediendo por los humanos. Es interesante notar que nunca llamó a nadie "pecador", (a los hundidos en la transgresión), sino que se identificó tanto con ellos, que los ayudó, solucionó sus problemas y los socorrió aun a costo de su vida. Isaías en el Capítulo 53, enseña que Él llevó nuestras do-lencias, nuestras enfermedades y nuestro castigo; fue molido por nuestros pecados y rebeliones, por amor al hombre, y lo hizo, aún siendo El, justo, sin pecado. Esto se llama identificación; El se puso en nuestro lugar. ¡Aleluya! En Romanos 8:26-27, nos enseña la Escritura, que los hu-manos no sabemos orar como conviene; por eso, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. Es decir, que se identifica con nosotros y, entonces, nos enseña, nos guía y hasta in-tercede por nosotros con gemidos indecibles.



Es estremecedor cómo al subir Jesús al Padre y sentarse a su diestra como máximo intercesor, no nos dejó solos en la tierra, sino que envió a "otro", el Consolador, otro interce-sor como El: al Espíritu Santo, nuestro ayudador. Nos mos-tró que, la misericordia de Dios es tan grande, que Él mismo, por su Espíritu, se identifica tanto con la angustia humana y su dolorosa condición, que gime dentro de no-sotros por todos ellos. El intercesor efectivo debe ser un verdadero ayudador; uno que se entrega totalmente a clamar con todo su ser, identificándose con la angustia ajena, con la necesidad ajena, para que Dios haga llegar su misericordia sobre aquellos por los cuales ora. Es aquel que se esfuerza hasta lo sumo, por tocar a Dios en favor de las almas, sabiendo que El es su única esperanza. El intercesor efectivo es aquel que llora con el que llora y sufre con el que sufre, manifestándolo en horas de agónica oración por ellos ante el Padre. (Juan 14:16, 26; 15:7-15). Agonía La palabra agonía se usa para describir el último período en la vida de un moribundo. Es la lucha postrera de las fuerzas vitales que precede a la muerte. De aquí, se des-prende que, un intercesor es aquel que entra en agonía por las almas, es el que hace un esfuerzo extraordinario con todo su ser, como si realmente fuese a morir; es decir, pone su vida en agonía por la muerte ajena o el dolor y cargas de la humanidad. El diccionario común dice que agonía es aflicción extrema; vestirse de cilicio y ceniza, lo cual es símbolo de humillación ante Dios (Ester 4:1). El intercesor efectivo es aquel que se aflige por el dolor del mundo, y por unos mi-nutos al menos, mientras clama al Padre, se viste de ese

manto de aflicción, se humilla ante Dios y expone su ruego en mediación por los demás. Jesús, nuestro máximo ejemplo de un intercesor en agonía, nos presenta un sobrecogedor cuadro en el huerto de Getsemaní, la noche antes de ir al Calvario. Lucas 23:39-46 y Mateo 26:36-46, nos narran esta historia. Su intercesión por la humanidad fue tal, que todo su ser se entregó a una batalla titánica contra las tinieblas. Su cuerpo se estremecía, se convulsionaba, su carne estaba totalmente entregada, con todas sus fuerzas a la mediación, y El es-taba lleno de esa carga de identificación con el pecador. Los científicos han afirmado que aquel sudor con sangre que brotó de su cuerpo provenía de una total entrega física por los hombres; que su sistema circulatorio llegó a niveles tan altos de extravasación sanguínea, que, en su oración agónica, la sangre brotó por sus poros. ¡Alabado sea su Nombre!

Él se entregó agonizando de dolor por la humanidad perdida; hubo sudor, lágrimas, gemidos, convulsiones, aflicción enorme, sangre y estremecimiento, así como un sublime clamor al Padre. Esto lo resumimos así: El máximo intercesor agonizó por nosotros en el huerto. El intercesor efectivo es aquel que literalmente agoniza en la oración intercesora, se convulsiona, suda, se esfuerza, llora, gime, etcétera. ¡Que Dios levante intercesores que agonicen por las almas! Amén.



Autoridad La oración intercesora es una oración agresiva, de batalla contra los poderes del infierno. Es una oración autoritaria, donde el creyente ejerce el poder que jesucristo le ha otor-gado en contra del diablo (Lusas 10:18, 19). La oración intercesora es aquella que se hace con el conoci-miento, debido a la posición que ahora tenemos por Cristo en el universo. Somos, por su sangre, hijos de Dios, reyes y sacerdotes del Altísimo. Somos herederos de Dios y cohe-rederos con Cristo en esta tierra (Romanos 8:16-17). El intercesor efectivo debe comprender a cabalidad que ya no es un simple pecador; sino que ya ha sido engendrado por la voluntad de Dios, por su Santo Espíritu y consti-tuido por potestad divina, en hijo de Dios, y por lo tanto, el maligno no puede tocarle. Más aún, le es dado poder y do-minio contra toda potestad diabólica y ni siquiera las puertas del infierno deben mantenerse en pie ante la Igle-sia de Cristo cuando se mueve, predica, intercede y ora. (Mateo 16:18, 19; 1 Juan 5:18). El intercesor efectivo es aquel que ha comprendido que ya ha sido justificado del pecado por Cristo; y que, por lo tanto, ha sido también, restaurado a la posición de señorío sobre el mundo que tuvo el hombre en la tierra antes de caer en el lazo del pecado. Por lo tanto, un intercesor es aquel que toma las fortalezas adversarias cuando ora; es aquel que rompe lazos y cadenas, así como revienta redes y destruye todo tipo de murallas del infierno (Roma-nos 5:1; Efesios 1:19, 20). El intercesor efectivo siempre es ofensivo y victorioso; no le pide al diablo sus derechos, sino que lo obliga a devol-verlos; además, le ordena a someterse y le señala con poder que está derrotado. ¡Gloria a Dios!

El intercesor efectivo es aquel que vive la obra triunfadora de Cristo en el Calvario como propia. Es aquel que conoce los alcances de la gran victoria de Jesús y se mueve contra el diablo amparado en ella. Es agresivo, reclamador y po-deroso en El; es violento, invasor y decidido cuando ora en el Espíritu Santo. El intercesor efectivo ordena y señorea sobre los demonios, problemas y enfermedades; es aquel que sabe quién es Su Señor y vence en su nombre, los obstáculos del diablo. El intercesor efectivo debe ejercer autoridad; debe en-lazar y encadenar poderes demoníacos, echar "hombres fuertes", principados y legiones del averno fuera de las comunidades y naciones. Es aquel que representa la autoridad de Su Señor. El intercesor efectivo debe conocer que, a quien él repre-senta, es la máxima autoridad, que tiene un nombre sobre todo nombre y que en ese nombre, los demonios flaquean, se doblan y sucumben. ¡Amén! (Filipenses 2:5-11). El intercesor efectivo manda y gobierna en la tierra al permitir, con su oración intercesora, que Dios gobierne en él a través de la obra del Espíritu Santo. La importancia de la Palabra y la confesión de fe En cierta oportunidad, leí un libro con un titulo muy su-gestivo y lleno de una profunda verdad: "Hay un milagro en tu boca". Yo agregaría algo más a la idea que expresa el título de ese libro: Hay autoridad en tu boca. Hilando un poquito más delgado, diremos que hay palabra de poder y autoridad contra el diablo en la boca de cada cristiano verdadero.



La Escritura apoya esta idea diciendo en Romanos 10:8 "Cerca de ti está la Palabra, en tu "boca" y en tu corazón...." Cerca de ti está la Palabra, la palabra viva, la palabra de poder y autoridad; la palabra que sojuzga los "infiernos" cuando oras, que destruye y vapulea al demonio. El intercesor efectivo debe conocer abundantemente, la Palabra; pues, su obra se basará en las promesas que han salido de la boca de Dios. El intercesor efectivo debe poner en él la abundancia de la palabra de Cristo (Colosenses 3:16-17), esa palabra de autoridad ante la cual tiemblan los moradores del "abismo". El intercesor debe estar sumergido en la fe que viene de la Palabra, pues su labor es, para muchos, locura; aun para muchos cristianos. (Romanos 10:17; Hebreos 11:6). Veamos: tendrá que hablar lenguas, gemir, estar como con dolores de parto, sudar, estremecerse, llorar, clamar, ayunar y hasta gritar; todo por cosas que a veces ni conoce o de las cuales nada sabe. Por ello es importante, en el intercesor, la confesión; pues, la confesión de fe y autoridad es la manifestación vocalizada de lo que ha creído en su corazón. Por ello, su oración será, en la mayoría de los casos, en voz muy alta, si no a gritos, y con claras órdenes dadas al diablo. Dios oirá al intercesor cuando éste confiesa su Palabra; cuando la declara, habrá milagros. ¡Gloria a Dios! (Jere-mías 33:3).

El intercesor efectivo hará con su boca lo que Dios hizo en la eternidad. En la eternidad, Dios desató su Palabra y fue la Creación: Dios dijo y fue hecho, El ordenó y fue creado. El intercesor debe, también, hablar su mismo lenguaje.

Ordena a tu enemigo y él obedecerá en el nombre de Jesucristo. ¡Amén!



La Escritura establece, en el libro de los Efesios, que nuestra lucha no es contra carne y sangre (es decir,

no contra fuerzas humanas) sino espirituales. Por lo tanto, nos exhorta a que usemos armas espirituales en forma es-pecífica para derrotar a nuestros enemigos: "Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino podero-sas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conoci-miento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo" (2 Corintios 10:3-5).

DOCE

ARMAS ESPIRITUALES

Así como la alabanza y la adoración son armas poderosas, la

oración y la intercesión también lo son. Sumado a éstas, el ayuno, forman una bomba de poder que desata la unción de Dios a través de sus siervos. Aunque el ayuno no es el tema de este libro, no podemos hablar de intercesión sin mencionar algo sobre el mismo. Considero que no hay verdadera intercesión si no hay ayuno. Jesús enseñó que cierto género de espíritus que oprime a los hombres y naciones, no pueden ser derrotados y echados fuera de es-tos lugares, si no es con mucha oración intercesora y ayuno. Veamos: "Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo diciéndole: "Espíritu mudo y sordo yo te mando, sal de él, y no entres más en él. Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndolo con violencia, salió y él se quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto. Pero Jesús, tomándole de la mano, le enderezó, y él se levantó. Cuando él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera? Y El les dijo: Este género de



espíritus con nada puede salir, sino con oración y ayuno". (Mateo 9:26-29). Cuando todo parece haber fracasado, el ayuno en interce-sión rompe los yugos del diablo. No estamos diciendo que el ayuno es un sacrificio para comprar el favor de Dios, o que sea un acto religioso y automático con el que hacemos mover su mano; ni estamos afirmando que es el precio para obtener salvación o sanidad divina. ¡No! La Escritura es clara en este particular. Jesucristo ya pagó el precio total por nuestros pecados y en su llaga bendita, se pagó lo ne-cesario para que la sanidad divina sea nuestra. ¡Aleluya! (Isaías 53:4-5). No es, el ayuno del que hablamos, un acto religioso y rutinario hecho por fariseos, ni mucho menos es algo que por el simple hecho de hacerlo, obligue a Dios a mover su mano a nuestro favor. Hay quienes, dándole el uso inadecuado, le llaman huelga de hambre y otros hasta le llaman ayuno. Pero, el espíritu que los inspira no es el de Dios, ni las motivaciones de sus corazones son limpias ni están de acuerdo a la palabra del Señor. El ayuno lo hace el mahometano, el guerrillero, el comunista y hasta el más simple pecador. Mas el nuestro, difiere en que lo hacen hi-jos de Dios, llamados por El a servirle. Cuando hablamos de ayuno, lo hacemos pensando en el segundo ejercicio de una práctica vivida por los verdaderos hombres de Dios e instituida por la Palabra. Pensamos en esa arma potente que debe ser usada cuando el Espíritu Santo, nuestro guía, lo indique. Estoy seguro que El, no permitirá que pasen muchas horas, mucho menos bas-tantes días, sin estarlo llevando al ayuno de humillación, donde el siervo de Dios busca el apartarse con el Señor, para tener mayor comunión e intimidad con Él. Para amarle, adorarle, y permitir que le dé palabra ungida y dirección espiritual para su vida. Allí es donde el poder y la unción son desatados a nuestro favor, pues El ha dicho: "El que me busca, me hallará". Amén.

¿Qué es ayunar? Simple y sencillamente, en nuestro lenguaje moderno, ayunar significa no ingerir ningún tipo de alimento por un intervalo de tiempo determinado. Si solamente se deja de comer algunos alimentos o se suspenden algunas comidas del día, éste será un ayuno parcial. Aunque el agua no corta el ayuno, pues no provee nutrientes al cuerpo, sino que, sólo sirve de vehículo para transporte de los mismos a través del organismo, el no tomarla mientras se ayuna, hace que éste sea total y de mayor beneficio para el espíritu. Ayunar es permitir que el cuerpo (la carne y sus conse-cuentes deseos) sea debilitado, y que el espíritu vivificado por Dios sea fortalecido, edificado y sensibilizado para poder percibir, con mayor claridad, las cosas del mundo espiritual. Ya sea para derribar a nuestros enemigos, los espíritus malignos, o bien, para captar la guía y el mover de Dios. Amén. ¿Por qué ayunar? Jesús lo pidió y se lo ordenó a la Iglesia, para aquellos que lo harían (a diferencia de las prácticas fariseas) con motiva-ciones de amor por las almas en pena y por la obra del Señor. " Y los discípulos de Juan y de los fariseos ayunaban; y vinieron y le dijeron: ¿Por qué los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunan, y tus discípulos no ayunan? Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los que están de bodas ayunar mientras está con ellos el esposo? Entre tanto que tienen consigo al esposo, no pueden ayunar. Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces, en aquellos días, ayunarán". Marcos 2:18-20



Tal vez, usted pensará: "Bueno, yo acepté ya a Cristo y eso nunca me será quitado". Yo respondo: "Todo en la obra de Dios es por amor. Y en este reino, existe la ley de "La Siem-bra y la Cosecha", hay que dar para recibir. Quiero decir que, existen millones de almas a las cuales el esposo, su amor y el conocimiento de El, les ha sido quitado, y nos toca a nosotros romper esas murallas y cadenas en ayuno y oración. Y qué decir de aquellos que, ya conociendo a Cristo, se mueven en la Iglesia como si no tuvieran al Esposo en sus corazones; con cantidad de problemas, ataduras y errores del pasado. Por ellos, hay que ayunar también, para pro-veerles su libertad. ¡Amén! Ahora, seamos más honestos con nosotros mismos. Hay días en que pareciera que el Señor no está a nuestro lado y que hemos sido desechados; sentimos la opresión del ene-migo, quizás, más fuerte que nunca y pareciera que nos va a aplastar el ministerio. Allí, mi hermano, hay un arma que puedes usar y que rompe los lazos del diablo: el ayuno del Señor. Jesús mismo comenzó su ministerio con ayuno, y producto de ayunar 40 días, derrotó a Satanás en el monte de la ten-tación, obteniendo allí la victoria espiritual que con-sumaría en la crucifixión y resurrección dándonos vida (Mateo 4:1-1.1). Sus discípulos, enseñados por Él de palabra y ejemplo, practicaron el ayuno (Hechos 1:12, 13; 10:9, 10). Pablo, el apóstol de los gentiles, lo practicó, siendo uno de los mayores intercesores que ha tenido la Iglesia en toda su historia (Hechos 9:8, 9; 13:1-3).

La Iglesia apostólica nació por el poder de Dios al entrar los ciento veinte en ayuno y oración, esperando la promesa de Jesucristo (Hechos 2:1-13). La Iglesia gentil nació producto del poder divino desatado en el ayuno de Cornelio y su familia (Hechos 10:1-31). La Iglesia primitiva y sus ministerios, ejemplos y figuras de la Iglesia moderna, también ayunaron y vivieron con poder (Hechos 13:1-3). Mas, no sólo en el Nuevo Testamento, el ayuno ha sido practicado por hombres de fe; también, en el Antiguo Tes-tamento, hubo siervos de Dios que entendían que las bata-llas gigantes se ganaban ayunando y doblando las rodillas para interceder. Algunos profetas, reyes y sacerdotes ayunaban para bus-car el poder y la unción de Dios; pues, les era necesario para sus ministerios (como Joel, Esdras, Ester, Josafat, Nehemías y tantos otros). Moisés ayunó dos veces 40 días y 40 noches en la presencia de Jehová (Éxodo 24:15-18). Elías se fortaleció alimentado sólo por la comida de los án-geles, y Dios lo usó en forma poderosa (ayunó 40 días). Daniel ayunó desde jovencito y aún de anciano lo hacía, obteniendo con ello, grandes victorias (Daniel 9:3; 10:1-3). El rey David también propuso ayunos en su vida y los efectuó, siendo una tipología de Cristo y figura de la Iglesia (2 Samuel 12:15-17).


El Muro de los Lamentos - Rony Chaves •

naciones.

Para verle como Él es, majestuoso.

Para sentirle en nuestro ser en forma dulce y profunda.

• clamarlo al mundo a través de nuestro testimonio.

Para vernos como somos realmente.

ndo. Para ello, Dios determinó diversos tipos de ayuno.

¿Para qué ayunar? • Para recibir sabiduría (Daniel 10:1-21). • Para recibir revelación de Dios (Daniel 10:1-21). • Para pedir protección del Señor (2 Crónicas 20:1-15). • Para recibir poder y fe (Marcos 9:14-29). • Para pedir que Dios llame, nombre y ordene a sus

siervos (Hechos 13:1-3). • Para buscar un derramamiento del Espíritu Santo

(Hechos 2). • Para prepararse para echar fuera las fuerzas del mal

(Mateo 17:18:21). • Para recibir el bautismo del Espíritu Santo (Hechos

10). • Para evitar el juicio de Dios sobre los pueblos peca-

dores (Jonás 3:1-10). • Para que hayan conversiones plenas y madurez en el

pueblo de Dios (Joel 2:12). El profeta Isaías, en el Capítulo 58 del libro que lleva su nombre, habla acerca del "ayuno escogido por Dios". En éste, podemos percibir, con mente espiritual, que se ayuna, no por religiosidad ni tradicionalismo, ni mucho menos para satisfacer el orgullo personal, ni para forzar a Dios para que haga algo, sino por "amor". Ayunamos para: • Desatar las ligaduras o ataduras en hombres y

pueblos, liberándolos de la esclavitud por la unción conquistada y desatada.

• Para quitar la carga de enfermedades que ha lanzado

Satanás sobre los cuerpos de los hombres (para recibir poder en el nombre de Jesús).

• Para que Dios nos dé misericordia por los desnudos o

pecadores, y les podamos proveer, a través de la predicación ungida, la salvación en Cristo, es decir, vestiduras blancas de santidad.

Para que Dios nos dé misericordia por el hambriento, no sólo de pan material, sino sobre todo, de la Palabra viva y poderosa de Dios, resultando del ayuno.

• Para que Dios nos dé misericordia para liberar a los

cautivos del pecado y los demonios. Ayunamos: • En busca de una presencia de Dios más real y activa en

nuestras vidas. • Para conocer a Dios en una forma espiritual, como Él lo

desea, y para dar a conocer su nombre, con poder, a las

• •

Para llegar a ser como Él y pro

•

La Iglesia debe interceder por el mu

Ayuno total (Hechos 9). Ayuno parcial (Daniel 10:1-4). Ayuno nacional (Jonás 3). Ayuno total con agua (Mateo 4). Ayuno congregacional (Hechos 13).

En la intercesión verdadera, debe haber ayuno; y en el ayuno del Espíritu, debe haber intercesión.



Fui formado en una agrupación protestante de las más notorias, con una importante labor misionera; la

cual ha llevado a cabo desde finales del siglo pasado hasta el presente. Poseedora de un celo extraordinario por las almas durante sus primeros años de establecerse en el país. Guardo, de mis años de infancia, gratos recuerdos de varios hombres de Dios, que dieron instrucción a nuestra familia y especialmente a mi alma. Lamentablemente, este celo que marcó los primeros años de esta iglesia, fue disminuyendo junto con el ardor misionero que impulsaba a la oración ferviente por las almas.

TRECE

LA ORACIÓN EN Y POR EL ESPIRITU SANTO

De la oración de los años que siguieron, pocas cosas recuerdo; mas una de ellas que sí recuerdo, es la falta de fervor y autoridad que aplastaba el poder de la Iglesia. No olvidaré jamás, el tremendo problema físico de bronquitis semejante al asma, que me agobiaba gran parte de cada año. A pesar de los intentos, no hubo poder para orar y sanarme; por lo que crecí así hasta hacerme hombre. Básicamente, la oración era dirigida por una sola persona. Esta persona oraba 3 o 5 minutos, mientras los demás, sólo se dedicaban a oír su oración; al final, como cualquier otra religión sin vida, el que presidía la oración decía el "Amén" y el resto, si estaba aún despierto, contestaba, fría-mente: "Amén". Las reuniones de oración, si las había, eran muertas, sin vida y sin unción. La mitad de los concurrentes se dormían en los inicios, otros se reían y contaban chistes en plena oración, y los más reverentes, que eran pocos, luchaban por mantenerse despiertos. Es triste decirlo, pero así era. Y



aun más doloroso es, saber que hoy, en muchas de las con-gregaciones del país, la situación no ha cambiado; sino que ha ido de mal en peor, quedando ya tan sólo una tenue luz en la lámpara de Dios que comienza a extinguirse. En otras palabras, mi niñez me trae recuerdos de una igle-sia carente de soluciones para el mundo, de una iglesia sin unción ni liberación, de una iglesia que no alcanzó a saber cómo se debe orar a.Dios. En otras religiones, se usaban rezos o repeticiones, o como hoy, modernamente, se les llama oraciones a los santos. Estas deben leerse una y otra vez, o bien, repetirse según las respectivas indicaciones, para, supuestamente, recibir respuesta y poder de parte de Dios para enfrentar las pro-blemáticas de la vida diaria. Lamentablemente, este sistema tampoco proveyó las solu-ciones esperadas, y los partidarios de estos grupos siguen siendo presos del pecado, la enfermedad, los vicios y los problemas; lo cual mantiene sus manos atadas y en total incapacidad para mover las manos del Altísimo. ¿Y qué podemos decir de las personas de uno u otro medio religioso, sinceras, que hacen todo lo que saben para enfrentar las crisis de nuestro tiempo, sin resultados positivos? Ataques al hogar, divorcios, drogas, alcoholismo, cáncer, muerte, ceguera, parálisis, accidentes, etcétera. Innumera-bles males, ante los cuales no funcionan rezos, oraciones ni peticiones; ya sea en una u otra congregación. ¿Dónde está la respuesta para ellos? ¿Y qué hacer cuando agotamos lo que, en forma tan con-servadora, se nos ha enseñado como fundamental acerca de la oración en las congregaciones; y aún así, persisten los

ataques del demonio: hechicería, nerviosismo, epilepsia, SIDA, derrames cerebrales, adulterio, homosexualismo, etcétera? ¿Dónde está la respuesta para todas estas almas? ¿Qué hacer cuando todo falla en los negocios, en la lucha por la conversión de un esposo, esposa, hijos, o familia; en la enfermedad, en los estudios, en el trabajo, etcétera? ¿Dónde hallaremos la respuesta, si quizás, la mayoría de los que enfrentan estas penas son cristianos? Cristianos serios, que han orado y pedido a Dios punto por punto, tan específicamente, que lo tienen todo anotado en un cuaderno; que, quizás, hasta han usado versos de la Biblia y se han puesto de acuerdo con otros cristianos para, de forma unida, presentárselo todo al Padre, y nunca han recibido respuesta a sus oraciones. Es muy importante que, como cristianos, tengamos pleno conocimiento de la oración que se debe utilizar en este campo. Pues, según la Biblia, hay diversos tipos de oración. Lo que sucede es que la Iglesia, no ha usado el que realmente corresponde cuando todo ha fallado.



Sólo para comenzar, debemos reconocer que la Igle- sia de Cristo ha dependido para sus movimientos

tan solamente de la oración mental. De ahí, tanto fracaso. No es, desde luego, una oración para desechar; pues, es buena y efectiva dentro de sus límites. Lamentablemente, esta oración depende de nuestro conocimiento finito y limitado de las circunstancias que rodean o envuelven aquello por lo cual oramos.

CATORCE

LA ORACIÓN MENTAL

Depende de lo que yo sepa de cada caso o petición por la cual oro a Dios, de lo que se me ha informado o de lo que me haya enterado por otros (que a veces dicen la verdad, en otros casos, la dicen a medias y otras veces mienten, o simplemente la ignoran). La oración mental es una oración limitada, ya que no puede llegar más allá de donde alcanza mi mente y la in-formación suministrada a ésta. Muchas veces, ni siquiera podemos captar o estar seguros de que sea la voluntad de Dios orar por algo. En otras ocasiones, los sentimientos se mezclan con nuestras buenas intenciones y oramos muy subjetivamente; incluso, con prejuicios, ya sean emotivos, políticos, denominacionales, religiosos, etcétera, alejándonos sin querer de la perfecta voluntad de Dios. El apóstol Pablo, escribiendo a los corintios en su primera carta, en el capítulo 14, versos 14 y 15, nos enseña que den-tro de las diversas formas de orar, se encuentra la oración mental, llamada por él, "oración con el entendimiento". En la explicación que el apóstol nos brinda, podemos entender



la limitación en la cual se incurre si sólo se ora de esta manera. El problema básico de esta forma de orar es que, muchas veces, no se ora como conviene ni en la voluntad directa de Dios. Por eso, Pablo enseñó en el mismo pasaje, que era ne-cesario orar también en el espíritu. Más aún, lo lleva al plano de ministrar a Dios en alabanza, ya que, no sólo se debe cantar con el entendimiento, sino también en el espíritu, es decir, en lenguas espirituales. ¡Amén!

Veamos lo que dice la Palabra: "Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto. ¿Qué pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento". 1 Corintios 14.14, 15 Esto nos introduce a un tipo de oración poco practicada por la Iglesia, y que es donde, realmente, radica su poder y fuerza: ¡La oración en el Espíritu!



E1 Dios trino es el supremo intercesor. El Padre es intercesor, pues nos amó de tal manera que envió a

su Hijo para que abogara a nuestro favor con infinita misericordia (Juan 13:16).

QUINCE

LA ORACIÓN EN EL ESPIRITU

El Hijo es el mediador por excelencia e intercesor victorioso, que derramó su sangre hasta la muerte por nosotros, e intercede por los santos a la diestra de Dios Padre. El Espíritu Santo, quien ha venido a morar en nosotros, es también nuestro intercesor. Pues, al nosotros no saber orar como conviene, El lo hace por cada uno lo profundo de nuestro ser. La esencia divina del Dios trino, es intercesora. Desde la eternidad, planificó la venida de Jesucristo, el Hombre de la eternidad, para morir por los pecadores y redimirnos para Dios. La oración en el espíritu es la que se hace en el mismo sentir de Dios; por su misma carga y por sus propios propósitos. La oración en el espíritu es la que se hace en la misma vo-luntad de Dios; y, para ello, es necesario que el Cínico que la conoce, su Santo Espíritu, esté con nosotros para guiar-nos en una oración que esté dentro de la voluntad de Dios Padre para alcanzar la victoria.



La oración en el espíritu es la oración que incluye:

1. Mente (oración mental donde se cede la voluntad al Espíritu en base a una carga que se siente por la humanidad).

2. Oración en lenguas espirituales 3. Gemidos indecibles 4. Lloro, lamento y lágrimas 5. Dolores de parto 6. Ejercicio de autoridad 7. Sometimiento al Espíritu para que ti pueda canalizar el

poder de Dios a través de nuestra oración

La oración mental

De ella, diremos que no es suficiente y que tan sólo per-mite que la carga por las necesidades ajenas o propias, lleguen al nivel de nuestra mente. Esta oración permite que nuestras emociones sean sensibilizadas ante el dolor ajeno; que nuestros pensamientos sean cautivados por el dolor del prójimo y, como resultado, que nuestra voluntad acceda a someterse a la voluntad del Espíritu Santo. Entonces, es posible entregar todo nuestro ser a la oración intercesora de acuerdo a la voluntad de Dios. La oración en lenguas espirituales La oración en el espíritu incluye práctica y lenguaje propios del Espíritu. De hecho, la naturaleza caída del hombre, sin Cristo, no entiende ni conoce a Dios hasta que a El, en su misericordia, le place revelarle al Redentor y salvarle. Es, entonces, que es nacido por la voluntad de Dios por el Espíritu Santo. Y su propio espíritu es vivificado y entra en comunión plena con Dios. Pero, es necesario recalcar que, esta relación con Dios (quien es el Espíritu) es a nivel espiritual; por tanto, necesitará un lenguaje espiritual también para poder conferenciar e

interceder ante su Padre. Este lenguaje, proveniente de Dios, son lenguas angelicales habladas por medio de un ser humano (1 Corintios 12:10, 11), y éstas a su vez, son dadas a cada uno por el Espíritu Santo como El quiere. Las cuales son, a la vez, armas efectivas que podrá utilizar en su oración intercesora. Pablo enseña en 1 Corintios 14:14 que, al orar en el espíritu (en otras lenguas), el entendimiento queda sin fruto, pero el espíritu ora; y en el verso 2 dice: "Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios, pues nadie le en-tiende, aunque por el Espíritu hable misterios". Es necesario orar en el entendimiento, pero es más efectivo interceder en lenguas porque es la perfecta voluntad de Dios por la que se ora. En Romanos 8:26, 27, el apóstol enseña que los humanos no sabemos orar como conviene a la voluntad de Dios. Por ello, el Espíritu Santo nos ayuda intercediendo por nosotros. Es decir, es mi espíritu el que ora con la inspira-ción y ayuda del Espíritu Santo en completa unidad. Pablo, quien no perdía el tiempo en cosas sin importancia, dice en 1 Corintios 14:18, que él hablaba en lenguas más que todos los corintios, oraba en el espíritu más que todos ellos. Amén. Gemidos indecibles (oración por el Espíritu) Aquello que comenzó en una carga traída al corazón del creyente, fue transformado en oración a nivel de la mente y elevado, luego, a oración en otras lenguas. Al ser tocada la voluntad por el Espíritu Santo, se convierte en gemidos indecibles, es decir, en la oración por el Espíritu.



Cuando cedo totalmente mi cuerpo, mente y espíritu a Dios, el Espíritu Santo gime en mí, intercediendo por mí y por todos los santos (Romanos 8:26, 27). Estos gemidos son sonidos inspirados por el Espíritu Santo en nosotros, son sonidos inarticulados, no comprensibles. Son gemidos que brotan de lo profundo del espíritu. Salen de lo profundo del hombre, de sus entrañas, conmoviendo todo su ser físico; son sonidos inenarrables, que no se pue-den expresar en palabras. Es la oración del Espíritu en mí, es la oración hecha por el Espíritu en un vaso totalmente cedido a su guía y voluntad. Lloro, lamento y lágrimas La intercesión es la oración de un corazón totalmente con-vertido y consagrado a Jehová. Por ello, la oración en el es-píritu, es aquella en que se siente dolor por las almas y las naciones; se gime, se lamenta y se derraman lágrimas por ellas. Joel 2:12, nos reclama esto en nuestros días: "Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno, con lloro y con lamento".

Dolores de parto

La obra del Espíritu Santo en la oración espiritual hace converger la oración mental, el orar en otras lenguas, los gemidos indecibles, el lloro, las lágrimas y los lamentos, en unos dolores muy especiales, "los dolores de parto". Sensaciones en el cuerpo del hombre que sin estar embara-zado o presto a dar a luz, siente en su cuerpo y espíritu do-lores semejantes a los que tiene una mujer antes de dar a luz un hijo.

Los dolores de parto son necesarios para traer hijos al mundo en el plano natural. Igualmente ocurre en el plano espiritual. Isaías lo describe así: "¿Quién oyó cosa semejante? ¿Quién vio tal cosa? ¿Concebirá la tierra en un día? ¿Nacerá una nación de una vez? Pues en cuanto Sión estuvo de parto, dio a luz sus hijos". Isaias 66:8 Ejercido de autoridad La oración en el espíritu es una oración en la autoridad de Dios. Por tanto, es una oración de fe en la obra de Cristo y en su victoria sabre Satanás. La oración en el espíritu es una oración llena de convicción, con la cual las maquinaciones del diablo son quebrantadas. Es una oración en la cual desplazamos el gobierno del enemigo e implantamos el de Dios. Colosenses 2:13-15, nos da la base para hacerlo: "...Os dio vida juntamente con El, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que habían contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente triunfando sobre ellos en la cruz". Sometimiento al Espíritu Este tipo de práctica espiritual implica pasos totalmente de fe, como lo son: interceder por lo desconocido, llorar y la-mentar por seres que no se conocen, etcétera. De ahí, que debernos dejamos caer en las alas del Espíritu Santo para que El pueda canalizar, a través de nosotros, el poder de Dios en la oración. ¡Amén! La oración en el espíritu conlleva en sí, varias características que son dignas de consideración:



• Nos ayuda a orar por lo desconocido, según lo que nos

indique el Espíritu cada vez que nos inquieta para queoremos.

• Nos edifica sobremanera y nos hace crecer y madurar.

• Estimula nuestra fe.

• Confirma en nosotros la presencia del Espíritu Santo

y su morada interna en nosotros cada día. • Es la oración al Padre en su perfecta voluntad.

¡Amén! Atravesar el problema

La intercesión, por ser una oración en la fuerza del Espíritu., da al que la practica, la seguridad de que ningún problema puede prevalecer ante él. En algún momento de tu vida, por ti mismo o por otros, tendrás que orar sin-tiendo una carga o peso apabullante. Déjate caer en las alas del Espíritu, déjale a El interceder en ti y no quites tu ser de la oración intercesora antes de que sientas que la carga se ha ido; y percibas en tu interior el gozo de Dios testi-ficando que el problema, de la índole que sea, ha sido atra-vesado y con éste, las murallas y fortalezas del diablo. ¡Amén! No dejes de interceder hasta que caigan las cadenas. Tal vez Dios te lleve a orar por media hora, una hora o más; pero no cejes en tu empeño por atravesar las líneas adver-sarias y así obtendrás la bendición de Dios. Levantar una carga Gwen Shaw, en su libro sobre Intercesión, escribe: "Antes de cada crisis en una familia o nación, el Espíritu Santo dará a los intercesores una carga". Esto viene corno un

sentir de tristeza, preocupación o, posiblemente, ansiedad; con la particularidad de que el intercesor puede saber o no por quién es la carga. Otras veces, Dios traerá el rostro de una persona o nombre a la mente. También, el Espíritu Santo, puede darnos información por medio de los canales normales de la comunicación humana. Por ejemplo, alguien puede decirnos acerca de una necesidad, puede escribirnos un pedido de oración, entre otros. Cuando sucede esto, inmediatamente sentimos una empatía y una gran preocupación por esa persona y su necesidad; las cuales, van más allá de lo común. Esto es, sin duda, el Espíritu Santo llamándonos a la oración. Y a menos que tomemos tiempo y nos entreguemos a la intercesión, no podremos experimentar "haber dado vida a algo", o sea, el verdadero alivio y gozo que se sienten al dar a luz la voluntad de Dios y experimentar la bendición de haber "orado prevaleciendo".

Cuando alguien ora cerca de nosotros, pocas veces, enten-demos lo que ocurre. A veces, le dejamos solo y nos alejamos; o lo que es más corriente en el seno de las congregaciones, nos ponemos a leer la Biblia o a conversar, mientras aquél gime en el espíritu. Levantar una carga es unirse a él en clamor, es dejarse envolver en el sentir del Espíritu y juntarnos en intercesión ferviente a ese her-mano, para que su carga sea menor. Será, como si se la hubiésemos levantado de los hombros. Entonces, la victoria vendrá. ¡Amén! (Mateo 18:19).

Muchas veces, habrá que "orar prevaleciendo" como lo hicieron los antiguos profetas. De modo que, llenos de la carga del Señor en nuestro espíritu, oremos por cosas que quizás no veamos realizarse en nuestros días. Pero, que por ser Dios en nosotros intercediendo, la respuesta llegará algún día. Esta es la oración que prevalece.



Al venir la carga de Dios sobre nosotros, llegará también una experiencia fuera de lo normal (sobrenatural) que nos impulsará a orar. Dios nos hará sentir y vivir su propia carga, su dolor, su pena y su amor por los necesitados. En la mayoría de los casos, nada tendrá que ver con nosotros; ni siquiera con nuestro cónyuge o nuestros hijos, ni siquiera con alguien conocido. Pero, el Señor hará latir, fuertemente, nuestro corazón al mostrarnos en su presencia lo que E l siente por los humanos. Allí nuestro ser se humillará y será quebrantado, ,y en ese quebrantamiento, oraremos y E l nos oirá; pues, El nunca desprecia un cora-zón contrito y humillado. (Salmo 51).

Cuando obtengamos la victoria y su carga se haya ido, un gozo inefable vendrá sobre cada uno de los intercesores. Eso es suficiente para alabarle, pues hemos levantado con éxito la carga. ¡Amén!



Además de los conceptos que un diccionario nos puede dar, a nivel secular, para entender lo que es la

intercesión, la Biblia usa palabras hebreas y griegas con mayor contenido espiritual y un hondo significado en el lenguaje cristiano de la oración. Y al conocer qué nos quiso decir el Señor a través de sus profetas, encontraremos más luz para interceder efectivamente.

DIECISEIS

LA INTERCESION

El profeta Isaías, conocido como el profeta evangélico o como el evangelista del Antiguo Testamento, usa en el capítulo 53, verso 12 del libro que lleva su nombre, el vocablo hebreo PAGA. Paga ("habiendo orado por los transgresores"), significa influir con violencia o por importunidad; interponerse, causa para suplicar, interceder, juntar, orar, alcanzar y correr. Se desprende, de tan amplio significado, que interceder es más que orar con la mente, interceder es más que orar en voz alta o hablar con Dios, es más aún que hablar en otras lenguas. Interceder es interponerse a favor de algo o alguien hasta conseguir la respuesta. Interceder es influir con valentía y violencia en los cielos, provocando el mover de la mano de Dios. Interceder es hacer todo tipo de esfuerzo físico, dominado en su interior por la carga del Espíritu Santo, suplicando al Padre su absoluta intervención.

En el griego, vocabulario rico en significados, símbolos y figuras, interceder aparece en el Nuevo Testamento con la palabra "juperentuncano", que viene de dos vocablos, que son:



Juper: significa más allá, arriba, a través, más que, en vez de, mucho más arriba.

• Entuncano: significa tratar con, conferenciar con, hacer

intercesión. Al unir los significados de ambos vocablos, obtenemos la idea clara de lo que significa la Intercesión a través de la palabra que los contiene: "juperentuncano". Intercesión es, entonces, más que conferenciar con el Todopoderoso, es subir más allá de un simple diálogo con Dios, es más que orar humanamente. Interceder es más que tratar de hablar con Dios, porque no es la oración de' los mortales sino la del Espíritu.

El profeta Isaías nos aclara algo más sobre el término intercesión. E l enseña que este tipo de oración es influen-ciar o influir, según el vocablo hebreo "paga". E influenciar significa golpear con un choque agudo, ajustar, meter o ponerse en contacto directo. La intercesión es la oración del Espíritu Santo que, como choque de herramienta aguda, golpea las murallas de opresión derribándolas y nos pone en contacto directo con Dios. La palabra influir tiene, también, otra acepción que no debe

pasarse por alto. Esta es "ejercer dominio o autoridad". Es decir, es hacer uso de nuestra posición en el Reino de los Cielos (la de reyes y sacerdotes por medio de Jesucristo), y tomar dominio sobre las huestes del maligno, ejerciendo sobre ellas nuestra autoridad como hijos de Dios; aprisionándolas y sometiéndolas bajo el señorío de Cristo. La intercesión es más que orar, más que conferenciar con Dios. Necesitamos llegarnos a su trono hablando su mismo idioma y sometidos a su santa voluntad. Esto sólo lo lograremos a través de la oración en el Espíritu.



U n siervo de Dios tuvo una visión dada por el Espí- ritu Santo acerca de la obra intercesora de la iglesia;

la cual, nos indica con todo acierto, lo que la Iglesia del Señor está haciendo para interceder ante el Padre en estos días de tanta dificultad a nivel mundial. Esto es lo que Dios mostró: "Había una mujer embarazada con su período de gestación muy avanzado, con contextura gruesa y sentada en un asiento de una iglesia. La mujer parecía no hacer nada, tan sólo descansar y masticar y masticar una goma de mascar en forma casi desesperante. Dios habló a su siervo y le dijo: 'ésta es la Iglesia, y ése es su estado actual'. De pronto, volvió a hablar diciendo: 'pero, mírala, ahora sale de su letargo y apatía'. En ese momento, el cuerpo de la mujer comenzó a estremecerse; dolores agudos y penetrantes comenzaron a sacudirla, así como gestos de dolor y gemidos indecibles comenzaron a inundar su rostro y llenar su boca. Esta mujer, a punto de dar a luz, se levantó del asiento, moviéndose de un lado a otro con impaciencia y desesperación. Su corazón comenzó a latir más aceleradamente y el sudor y la agitación comenzaron a hacerse notorios en su cuerpo. Se llevó las manos al vientre mientras lágrimas surcaban sus mejillas y su ser fue lleno de un sólo pensamiento que crecía influenciando toda su persona: 'Han llegado los dolores del parto'.

DIECISIETE

DOLORES DE PARTO

Los creyentes de hoy, lamentablemente, se encuentran sentaditos y acomodados en sus sillas; pero, la hora viene y la hora es, en donde es menester que comiencen a produ-cirse en ella los dolores del parto, que darán a luz un pueblo glorioso, sin mancha y sin arruga, con un total avivamiento en su espíritu y una extraordinaria capacidad y



arrojo para saturar el mundo del divino conocimiento de Jehová.

Oremos para que Dios despierte a su pueblo y nos envíe los «Dolores del Parto». Amén.

La oración intercesora u oración de intercesión por el Espíritu, es más profunda que tan sólo orar en lenguas. En esta oración, es el mismo Espíritu Santo, en nosotros, quien nos usa como vehículo para la intercesión ferviente e inter-cede por nosotros con gemidos indecibles. Por cuanto, esta oración es mediadora, ayudadora y llena de carga por los necesitados, el Espíritu Santo nos lleva a someter todo nuestro ser a una verdadera entrega en la oración.

Esta entrega total nos lleva, en la mayoría de los casos, a

poner nuestro cuerpo en sacrificio vivo por las almas. No es para salvarles, pues ya Cristo hizo el único sacrificio ne-cesario para ello, sino sacrificio o dádiva corporal por ellos, para que el mismo Espíritu Santo, que conoce la perfecta voluntad de Dios, nos use intercediendo por los que ni siquiera pueden o saben orar como conviene. Amén (Efesios 5:25-27). El Espíritu Santo nos lleva a gemir dolorosamente, a sudar

en el clamor sincero, luchar y llorar, pareciendo todo esto como si el intercesor entrara en una verdadera agonía física. Este tipo de manifestación producida por el Espíritu en nosotros, es muy semejante a los dolores que experi-menta una mujer que está por dar a luz un niño. En la verdadera intercesión, es como si el creyente tuviera ver-daderos dolores de parto. A través de la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, el término "dolores de parto" se repite, incesantemente, una y otra vez. Lo interesante es que no se usan las mismas palabras griegas o hebreas para ello, sino

muchas otras, muy diversas, que nos presentan diferentes facetas o cuadros de un verdadero estado de parto. Si estu-diamos algunas de ellas con sus significados traducidos a nuestro idioma, obtendremos ideas más claras de la forma en que la Iglesia de hoy debe orar e interceder, es decir, entrar en los dolores de parto. Comencemos por entender lo que Jesús, el Máximo Inter-cesor, vivió a causa de dar a luz la Iglesia en su gloriosa in-tercesión y mediación por la humanidad. El profeta Isaías, en el retrato perfecto de Cristo, dado en el capítulo 53, nos habla así en el verso 11: "Verá el fruto de la aflicción de su alma y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos ". El término usado para este tipo de aflicción es "AMAL"; el cual, nos da una idea clara de la obra de intercesión que significa: afanarse, soportar esfuerzos, pena, dolores de parto y angustias. Todo intercesor debe vivir, en sí mismo, todo el profundo significado de la palabra "AMAL": dolor de parto. La palabra hebrea "CHIYL", es usada también por Isaías 23.4, nos enseña algo más sobre la oración intercesora: "Avergüénzate, Sidón, porque el mar, la fortaleza del mar habló, diciendo: Nunca estuve de parto, ni di a luz, ni crié jóvenes, ni levanté vírgenes". El término "CHIYL" significa: retorcerse de dolor, parir o dar a luz. Esto es lo que debemos hacer al interceder. Un pasaje, que bien puede ser una ilustración para mirar a la Iglesia, está en Génesis 38:27, donde Moisés emplea el término hebreo YALAD, que significa: "dar a luz por una primeriza, engendrar, hacer, nacer, trabajar, verse libre del embarazo y actuar de partera.



"Y aconteció que al tiempo de dar a luz, he aquí había gemelos en su seno". Génesis 38:27

Hoy también es tiempo de que la Iglesia engendre hijos; y es necesario que trabaje fuerte para ello, así como que los haga nacer y cuide de ellos a la hora del alumbramiento.

Los dolores de parto que deben existir en medio de la ora-

ción intercesora son descritos en la Biblia como dificulta-des y angustias vividas; son viajes penosos o dolores de parto. Moisés los describe así (Exodo 18:8): "Y Moisés contó a su suegro todas las cosas que Jehová había hecho a Faraón y los egipcios por amor de Israel, y todo el trabajo que habían pasado en el camino, y cómo los había librado Jehová". La palabra hebrea usada para trabajo es "TELAAH". Ésta describe las angustias y dificultades de los viajes de aquel tiempo, que eran tan penosos, que sólo eran comparables con el sufrimiento de una mujer al dar a luz un hijo. La Iglesia de hoy debe emprender ese viaje de angustias y di-ficultades, ese viaje que ahora se debe hacer de "rodillas", el viaje de la intercesión. Aleluya. El profeta Jeremías, conocido por sus, lloros y lamentos, sabía mucho acerca de la Intercesión. El nos describe, con una sola palabra, cuál debe ser el estado de un intercesor en la oración. "Porque oí una voz como de mujer que está de parto, angustia como de primeriza; voz de la hija de Sión que lamenta y extiende sus manos, diciendo: ¡Ay ahora de mí!, que mi alma desmaya a causa de los asesinos ". La palabra usada aquí es "CHALAH", sinónimo de interce-der, estar de parto, estar pisoteado o estropeado, estar dé-bil, enfermo, lastimado, maltratado; hacer penitencia, orar, hacer oración, estar triste, mujer en el trance de dar a luz.

Así debería estar la Iglesia hoy. Pero, es lamentable saber que ya muchos ni siquiera doblan sus rodillas, porque piensan que se les van a ensuciar los pantalones, o bien, se les van a ensuciar sus medias elásticas. Ya no oran con fer-vor, pues pueden despeinarse, o quizás, hasta piensan que se pueden sudar un poco perdiendo así el aroma del per-fume francés que han puesto sobre su cuerpo. ¡Que Dios nos ayude, y levante intercesores dispuestos a "maltratarse y lastimarse" por las almas! ¡Amén! Salomón, a quien Dios dotó de deslumbrante sabiduría, nos enseña que el "dolor de parto, o sea, la oración de in-tercesión", es todo un negocio o trabajo fatigoso. El empleó el término "INYAN" para describirlo. (Eclesiastés 1:13). Las anteriores palabras hebreas usadas en el Antiguo Testamento, se unen a las del idioma griego del Nuevo Testamento. El vocabulario griego es amplio y sumamente descriptivo; no hay otro para darnos enseñanzas tan claras sobre cómo orar. Veamos qué más se nos enseña en La Pa-labra sobre la intercesión o el dolor de parto por las almas: El apóstol Pablo, extraordinario intercesor, enseña lo siguiente: En 1 Corintios dice, que él hablaba más lenguas que cual-quiera de los corintios. Le escribe, también acerca de esto, a la Iglesia en Galacia, que se estaba enfriando y volviendo a los rudimentos caducos de la ley. En el capítulo 4, verso 19, les habla así: "Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto hasta que Cristo sea formado en vosotros". Pablo usa la expresión "ODINO", que traducida es experi-mentar el dolor de dar a luz, dolores de parto. La Iglesia hoy necesita siervos como Pablo, dispuestos a interceder con dolores de parto, con angustia, para producir hijos



espirituales e Iglesias robustas y bien formadas en Cristo Jesús. por nuestros sufrimientos, mientras llega la hora de dar a

luz. Y daremos a luz un nuevo cielo y una nuevá tierra conun nuevo gobierno sobre ella.

Una palabra muy semejante a la anterior en su significado, usa Pablo cuando escribe a la Iglesia en Tesalónica. (1 Te-salonicenses 2:9): "Porque, os acordáis hermanos, de nuestro trabajo y fatiga; cómo trabajando de noche y de día, para no ser gravosos a ninguno de vosotros, os predicamos a Cristo". El término empleado por el apóstol es "MOCHTOS ", que significa sentir dolor, dolores de parto, fatiga y tristeza. En el mismo libro usa, también, la palabra ODIN (1 Tesalo-nicenses 5:3), al hablar de los tiempos del fin: "Que cuando digan paz y seguridad, vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán ". Este término nos habla de algo que debe tener todo intercesor: dolor, pena, trabajo humano. La intercesión, hemos dicho ya, cobra las características de un arma poderosísima, espiritualmente hablando, cuando hay unidad entre creyentes, líderes y congregaciones al interceder. Pablo, en la carta a los Romanos (Roma-nos 8:22), nos define la necesidad de orar en completa unidad y con dolores de parto. Veamos: "Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora". La palabra griega "SUNODCNO", aquí significa: angustia de parto en compañía, simpatizar en la espera del alivio del sufrimiento, trabajo en conjunto en los dolores de parto. Transcribo, con referencia a este verso, un pensamiento hermoso de la misionera Gwen Shaw: "¡Cómo nos anima saber que todo este mundo está pasando por la misma agonía de dolores de parto. Que espera con fe y anticipa que, un día, toda la creación de Dios será aliviada

Jesús,, el Maestro por excelencia, enseñó en Juan 16:21, algo hermoso sobre la intercesión. El dijo: "La mujer cuando da a luz, tiene dolor, porque ha llegado su hora; pero después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo que haya nacido un hombre en el mundo". El empleó, a través de Juan, la expresión griega "TEKO" que significa: hacer nacer, traer, ser librado del embarazo, estar con dolores de parto. Creemos con todo el corazón que ha llegado la hora de que la Iglesia comience a sentir los dolores de parto.

¡Pueblo de Cristo! ¡Es tiempo de interceder! ¡Aleluya!



Cuán difícil es lograr que un miembro de nuestro propio cuerpo realice funciones normales cuando ha sufrido una cortadura, un golpe o una herida! Las actividades normales y naturales, así como sus movimientos, reacciones, energía, etcétera, se ven, en estas circunstancias totalmente limitadas. Más aún, el cuerpo, en forma general, es casi aprisionado o atado en su desplazamiento y funciones cuando sufre la pérdida o amputación parcial de un miembro (1 Corintios 12:26, 27).

DIECIOCHO

EL CUERPO DE CRISTO HERIDO Y MUTILADO

Cristo Jesús vivió en su came heridas profundas por nosotros. Su cuerpo fue lacerado, atravesado con clavos, espinas y lanza; mas en su muerte, hubo victoria. El fue herido "una sola vez" por nuestros pecados y enfermedades. Su sacrificio, apunta el libro de Hebreos, fue uno sólo, perfecto y para siempre. Jesús se limitó en la cruz por nosotros; su cuerpo fue crucificado, impidiéndole así mo-verse libremente por la tierra. Pero, en su limitación, cons-tituyó la Iglesia. Su sangre derramada la compró a buen precio, satisfizo la justicia del Padre y la sanó con las heridas de su cuerpo mutilado (1 Pedro 2:24). El venció la muerte y nos dio la vida. No nos dejó limita-dos, sino que delegó su autoridad y poder a la Iglesia para que, guardando la unidad de la fe en el Espíritu, como un sólo hombre, con una sola mente y un mismo propósito, extendiéramos el Reino por la tierra. Doloroso es tener que afirmar, más de dos mil años des-pués de su muerte, que su Cuerpo, que es la Iglesia, sigue herido, sangrando constantemente y sufriendo cada día los



embates de la mutilación. Si, mi buen lector, aunque Él ya pagó el precio, nosotros los cristianos (entienda bien, no los impíos), somos los que más daño nos hacemos unos a otros. (Filipenses 3:1-.2). El nos llama diariamente a la uni-dad y nosotros, vez tras vez, nos separamos y hasta nos herimos, dividiéndonos más y más (1 Corintios 1:10-17). El Cuerpo de Cristo hoy está herido y mutilado por tanto razonamiento humano y por tanto interés personalista y organizacional. La Iglesia, hoy más que nunca, como Cuerpo de Cristo, se encuentra dividida. Es imprescindible que en toda intercesión, el problema de la desunión del pueblo de Dios sea llevado al trono de la gracia. Orar e interceder por la sanidad de cada miembro del Cuerpo de Cristo y su perfecta ubicación y funcionamiento en el mismo, debe ser la prioridad de cada servicio de oración. Jesús rogó al Padre que fuésemos uno (Juan 17:21-22), uni-dos como los miembros del cuerpo humano. Es necesario que todo intercesor invierta parte de su tiempo de clamor por la unidad y sanidad completa del Cuerpo de Cristo. Intercesión es orar la plena voluntad del Padre, es clamar con todo nuestro ser para que El rompa toda barrera divi-soria en la Iglesia y caigan los espíritus de orgullo deno-minacional que tanto nos afectan e impiden que fluya libremente la bendición y guía del Espíritu Santo. Intercesión es ponerse en la brecha para que cada uno que ha nacido de nuevo y es verdadero hijo de Dios, vea a Cristo viviendo en su hermano. Para así abolir prejuicios, altivez, sectarismo y banderías doctrinales y de organiza-ciones; que lo único que han logrado es que el mundo en crisis nos mire como una serie de grupos antagónicos que no ofrecen ninguna solución.

En una oportunidad, Dios me llevó en un sueño a un alma-cén sumamente amplio, y me mostró una gran cantidad de muebles con diversas formas y tamaños. El Espíritu me dijo: "Así son ustedes con sus denominaciones. Cada uno tiene, como estos muebles, su propio modelo o molde, y a mí me tienen limitado en el mismo y no puedo moverme como quiero". Seguidamente, en tan sorprendente experiencia, fui llevado en el espíritu a través del cuerpo humano. El Espíritu Santo me iba indicando qué era cada órgano, el hígado, el corazón, los riñones, etcétera... Hasta que en cierto instante dijo: "Cada órgano que ves tiene su forma y su función. Así son ustedes, la Iglesia, o bien mi Cuerpo, con sus deno-minaciones y modelos de organización, tienen formas y ac-tividades a veces muy diferentes entre sí, como los órganos del cuerpo humano que has visto; pero, existe una muy marcada diferencia entre ustedes y el cuerpo que yo formé. Ustedes tienen formas diversas, pero no están unidos entre sí. En cambio, el cuerpo que yo he creado trabaja total-mente unido y ligado entre sí. Hay órganos diferentes, pero todos laboran al unísono para cumplir la función para la cual los he formado". Por eso te digo hoy: "Predica unidad, tú eres un siervo de unidad. Predica unidad y te honraré". Esto ha cambiado mi vida. Como intercesor ahora sé, por la revelación del Espíritu en mí, que hay un sólo Cuerpo de Cristo. Oremos para que sea sanado. No es la denominación o la organización lo que hiere el Cuerpo de Cristo, sino nosotros (los creyentes), que al apartamos del plan de Dios por intereses propios o de otros, impedimos la unión de la Iglesia, o al menos, no co-laboramos para que sea una.



He mencionado estos conceptos anteriores porque, a veces, estamos muy atentos a los ataques que Satan nos hace desde fuera de la Iglesia. Pero, la Biblia afirma que los anti-cristos salen desde adentro de ella, y que los mutiladores del Cuerpo de Cristo están en medio de la iglesia. Judas, quien entregó al Señor, era su discípulo, y eso hoy no ha cambiado. Deseo mencionar, para que al interceder con fuerza al Padre, quebrantemos las cadenas y lazos que nuestro adversario lanza contra la Iglesia, que Satán ha en-viado en nuestros días con mayor poder, cierto tipo de es-píritus para oprimir cristianos y, sobre todo, dividir al Cuerpo y destruir las columnas de la Iglesia. Veamos cuáles son esas fuerzas negativas para que en la intercesión cada líder y congregación apunte directo al blanco y haga caer las maquinaciones del diablo contra la obra de Dios. Amén. Comenzaré diciendo que, personalmente, no creo que un verdadero hijo de Dios, renacido por el Espíritu Santo en la familia del Reino, pueda ser poseído en su espíritu por demonios. Si creo que un cristiano puede ser oprimido en su espíritu, ligado o atado en su cuerpo y en su mente. La Biblia enseña en Efesios 1:13, 14, que al creer en el Evan-gelio, hemos sido sellados por el Espíritu Santo en nuestro espíritu y constituidos en hijos de Dios con herencia santa y divina. El tabernáculo de Moisés, que es una ilustración simbólica de Cristo y su obra redentora, también habla de la Iglesia en unidad y del creyente individual. Recuerde usted, que el atrio o patio interior simboliza el cuerpo del ser humano, y allí aún podría haber pecado por el sacerdocio; no que Dios lo permitiera, sino que lo había, dice 1 Samuel 1 y 2. El lugar santo, ya en el santuario, es una ilustración clara del alma o de la mente del hombre y allí sólo

entraban los sacerdotes de la tribu de Levi (tipo del cre-yente, en su nuevo sacerdocio). Pero los hijos de Elí, Sumo Sacerdote judío en tiempos de Samuel, cometían pecado de fornicación en el santuario, y no eran fulminados por el poder de Dios. Pero ya para entrar al Lugar Santísimo, donde estaba el Arca del Pacto, figura de la Presencia de Dios y símbolo del espíritu humano vivificado, donde Dios viene a morar por Cristo, el asunto era diferente. Allí, el sumo sacerdote podía entrar solamente si no tenía pecado. Esto era una vez al año; y si al correr el velo estaba con in-mundicia en su alma, ahí mismo, venía sobre él el juicio di-vino y caía muerto en forma fulminante. No hay permisión de llegar, adonde Dios mora, para lo sucio y pecaminoso (como los demonios). El espíritu del creyente, morada o santuario del Espíritu Santo, es propiedad sólo de Dios, sellada para El. Ya nadie puede arrebatar ese espíritu de la mano del Altísimo. Los capítulos 4 y 5 del Apocalipsis presentan un asunto concerniente a los sellos de un libro, sellado con autoridad; manifestando que el sello es sinónimo de poder y autoridad y que nadie puede quitarlo del lugar donde se halla puesto, si su autoridad no lo confiere. En el caso que tratamos, es un sello del Espíritu Santo pro-veniente de la Máxima Autoridad y ningún demonio tiene autoridad para quitarlo. ¡Aleluya! Lo que Dios cierra nadie lo puede abrir jamás. ¡Ya somos su propiedad... amén! He aquí, los espíritus que Satanás quiere infiltrar en cada congregación usando los instrumentos que se le presten: Espíritu de división o sectarismo: Es el espíritu que, se-gún hemos mencionado anteriormente, ha dividido al Cuerpo de Cristo por siglos; pero, que hoy más que nunca, quiere socavar la autoridad de los siervos de Dios ungidos.



A la vez, quiere hacer creer a cada líder que su agrupación u organización es la única que está en la voluntad de Dios, separándonos cada vez más. Zacarías lo profetizó para cuando Jesús fue aprisionado y crucificado: "Levántate, oh espada, contra el pastor y contra el hombre com-pañero mio, dice Jehová de los ejércitos. Hiere al pastor y serán dispersadas las ovejas y haré volver mi mano contra los pequeñitos". Zacarías 13:7 Hoy se sigue dando este fenómeno, pero a nivel del Cuerpo de Cristo y contra sus autoridades delegadas. Oremos para atar fuertemente este espíritu. Espíritus de legalismo: Operan a través de diversas for-mas de pensamiento, tratando de volver a llevar al pueblo de Dios a vivir por medio de la ley y las obras muertas. Li-mita la obra del crecimiento y santificación del Espíritu Santo. Pone a la gente en prisiones y esclavitud, provo-cando la formación de una actitud negativa del corazón. PeroDios hoy quiere eliminar esto de su pueblo, pues lleva a crear cristianos orgullosos, legalistas y enjuiciado-res de los demás, así como sectaristas; lo que es más peligroso aún, pues no les es fácil tener comunión con el resto del Cuerpo de Cristo y esto impide su unidad. (Lucas 11:37-54). Espíritus de Judas: Son espíritus, a los que he identificado así, para que entendamos que su fin es la infidelidad y la traición, y que tienen su manifestación en la murmuración y el chisme contra siervos de Dios y creyentes de buen testimonio. Operan en personas envidiosas, enjuiciadoras, ególatras y con el interés de conseguir una posición. (Lucas 22:1, 46, 48). Estos espíritus deben ser extirpados de la Iglesia.

Espíritus seductores o espíritus de Jezabel: Su anhelo y deseo mayor es la cabeza del profeta; es decir, la des-trucción del varón o varona de Dios. Usan instrumentos manipulables para destruir al siervo de Dios de hecho o por palabra (con mentira y engaño), (1 Reyes 18 y 19; Mar-cos 6:14-29). Tratan de allegar al ministerio o líder para controlar sus ojos, oídos, sentimientos y su alma; tratando de capturar su tiempo, su atención o simpatía. No necesa-riamente atacan en el plano de la perversión sexual, sino en diversos aspectos de la vida. Perturban mucho, al siervo de Dios cuando éste está despierto; pero, sobre todo, cuando duerme. Es una influencia externa que hay que abatir intercediendo. Hagámoslo para bien de la Iglesia. Amén. Espíritus de Absalón: Su pretensión es socavar la autori-dad delegada de Dios; especialmente, de pastores o líderes de grupo. Perturbar la visión de Dios en sus siervos, ro-bándose el corazón de algunos en las congregaciones para rebelarlos contra Dios y sus líderes. Al igual que Absalón en tiempos de David, se sientan en las puertas para oír a los que no están de acuerdo con el plan de Dios impartido por sus ministros, y provocarlos a rebelarse contra la visión divina. (1 Samuel 15:1-14). Este tipo de espíritu ha hecho un daño tremendo a la obra de Dios y a sus ministros. Intercedamos para que el Señor aprisione estos espíritus y haya fidelidad en la Iglesia. ¡Amén! Espíritus de rebelión intelectual: Inducen al creyente a ra-cionalizar demasiado la palabra de Dios, sus instrucciones y su gobierno, dado a través de los pastores. Mientras, Dios habla al corazón de la Iglesia, estos espíritus motivan al pueblo a intelectualizarlo todo, provocando que la mente cuestione a Dios y a sus profetas. Esto, finalmente,



impide el libre mover del Espíritu Santo en la Iglesia (1 Corintios 1 y 2). Espíritus de muerte: Provocan conformismo en las congre-gaciones y apatía espiritual en los creyentes. Los cristianos están tranquilos, creyendo que todo marcha bien, cuando realmente, existe una carencia total de vida y de fluir del Espíritu Santo en medio de ellos (Apocalipsis 3:1-3). Lleva a los creyentes a oponerse a la adoración, a la alabanza, al fluir de los dones del Espíritu Santo y al cambio vivo por el Espíritu. Hace cristianos religiosos, ritualistas, endurecidos y de mal testimonio. Oremos para destruir su accionar en la Iglesia del Señor. ¡Amén! Espíritus de competencia o controladores de autoridad: La Biblia los llama "pequeñas zorras" (Cantares 2:15) que destruyen la viña del Señor (la Iglesia). Tratan de influen-ciar a líderes y personas que ocupan posiciones de privilegio; especialmente, aquellos que administran como tesoreros, miembros del cuerpo oficial o directivos; o bien, presbiterios o consejeros. Esto se ve también con todo tipo de creyentes, y todo, con el propósito de bloquear el plan de Dios a través de la cabeza o pastor de la congregación, poseedor de la visión divina (Lucas 23:6-12). Esto ha ocurrido por siglos, la autoridad de posición, o sea, los que administran (Representantes de la mente de la razón) han tomado dominio de las decisiones importantes de la Iglesia. Hoy, por votación y simpatía, se eligen pasto-res y diáconos, se entregan credenciales a nuevos ministros y se ordenan otros; usurpando o bloqueando a la autoridad delegada, designada por Dios; es decir, su verdadera autoridad espiritual (Representante de la mente de la fe). Espíritus de humanismo: Este tipo de fuerzas demoníacas pretenden, con su influencia, hacerle creer al cristiano que realmente ni Dios ni su Palabra son necesarios. Que por sí

sólo puede vencer; y que realmente él es el que determina su propio camino y destino (el hombre y su raciocinio son su propio redentor). El espíritu humanista, estimula el egoísmo, la autosufi-ciencia, el racionalismo y la justicia propia; así como, la egolatría y la vanidad, estimulando la autoestima a grados realmente pecaminosos y rebajando a lo impermisible la palabra de Dios (Salmo 146:3-4). Da origen a la idolatría, el error y la adivinación en la Iglesia. Oremos para que Dios aparte este espíritu de su pueblo. Espíritus de ateísmo: La incredulidad es elevada a un grado altísimo, debido a la influencia de este espíritu. También, estos espíritus, llevan así a la perversión de la sana doctrina, haciendo creer que el cristianismo es c o m -

p a t i b l e con el marxismo-leninismo, o bien, con el social-comunismo, siendo que son, totalmente, antagónicos. Este espíritu, en los últimos años del Siglo XX, invadió se-minarios e institutos bíblicos. Desvirtuando así, la ense-ñanza bíblica, ensuciando los púlpitos y altares del Señor e incitando a la revolución armada y a la rebelión con hechos punibles (bajo el estandarte diabólico de la Teología de la Liberación). Salmo 14:1 La intercesión debe velar por la eliminación de esta nefasta influencia en el Reino de Cristo. Uno de los aspectos que vale la pena mencionar aquí, es que hoy, más que nunca, por los ataques del enemigo, se hace necesaria la cobertura espiritual para cada creyente y ministro. Esta es l a

protección para cada cristiano. Dios nos demanda hoy que tengamos cobertura espiritual, sumisión y obediencia a su Palabra y autoridad, así como sometimiento al mover del Espíritu Santo (Salmo 91:1; Romanos 13:1-2; Hebreos 13:17).



Termino este breve subtema diciendo que la Iglesia ne-cesita, libremente, el don de discernimiento de espíritus, en movimiento libre y constante (1 Corintios 12:10). Intercedamos para que entre en operación poderosa, este don de discernir los espíritus que influencian a la Iglesia. Amén.



Jeremías fue un varón de Dios llamado al difícil ministerio de profeta, siendo una figura o símbolo que nos

anunciaba al Profeta por excelencia, jesucristo. Su mensaje, al igual que el de Jesús, fue recibido por gran parte del pueblo; mas, con total desagrado por los príncipes y falsos profetas de su época (Jeremías 1:4-10).

DIECINUEVE

JEREMIAS EL PROFETA LLORON

Su ministerio se extendió por más de 40 años. Tiempo, en el cual, se convirtió en un atalaya para los judíos; trajo profecía de Dios para varios reyes de la nación hebrea (Josías, Jaacaz, Joacim, Jeconías y Sedequías); siendo, prácticamente venerado por los judíos. Tanta fue la veneración que generó, que esta nación creyó que resucitaría de entre los muertos para ser el precursor del Mesías Redentor (Mateo 16:14). Jeremías sufrió, como buen prototipo de Cristo, grandes luchas, persecuciones y padecimientos. En sus claras de-nuncias por el estado pecaminoso del pueblo de Dios, fue vituperado por sus coterráneos y aún, hubo confabulaciones para matarlo y acallar su voz (Jeremías 11:18-23). Padeció ataques de su misma familia (Jeremías 12:6; 11:21), llevándole a partir de su tierra Anatot (donde fue llamado al ministerio, según Jeremías 1:1-2), para trasladarse a la ciudad de Jerusalén. Fue conducido por sacerdotes, profetas y gente del pueblo ante las autoridades de su tiempo por profetizar el juicio de Dios, aún cuando se vivía en una aparente bonanza. Estos trataron de condenarle a muerte por ello, restringiéndosele su aparición en público, teniendo



muchas veces que esconderse para no ser eliminado (Jere-mías 28:8-11). El profeta Jeremías fue perseguido, implacablemente, por el rey Joacim (600 a.C.), juntamente con su amanuense Baruc. (Baruc, era quien escribía los manuscritos de las profecías dictadas por Jeremías y quien, muchas veces, se encargaba de leerlas en público; sobre todo, en los tiempos de ayuno en que los judíos buscaban el rostro de Jehová). También, fue encarcelado breve tiempo por Pashur. (capí-tulo 20), principal gobernador de la casa de Jehová, en di-cho gobierno. También, fue aprisionado y maltratado por los príncipes de su pueblo en la cisterna de Malquías (Jere-mías 38:6-13); de la que fue libertado por Nabucodonosor, al tomar éste, con los babilonios, la ciudad de Jerusalén. También, fue apedreado en Egipto por sus perseguidores en la ciudad fronteriza de Tafnes o Tahpanhes, en el brazo del río Nilo. El personaje de Jeremías es muy importante hoy para la Iglesia del Señor, pues nos habla de un ministerio que per-cibe la verdadera realidad y el estado en que se encuentra el pueblo de Dios aun cuando otros no lo hacen. 1 Es, jeremía, de características muy diferentes a los demás pro-fetas de su tiempo. Una sombra gloriosa del ministerio de intercesión de Jesucristo y de su Cuerpo, la Iglesia. Se distinguió de sus colegas contemporáneos como Sofo-nías, Habacuc, Daniel y Ezequiel, en que, no sólo profetizó la caída de Jerusalén y Judá por el pecado, sino que evidenció una carga profunda por su pueblo, una amarga dolencia interna por la condición. de su nación y una inter-cesión constante por los hijos de Israel. De ahí que, por esa oración constante, esa carga intercesora, su lloro y su mediación ferviente, se le haya llamado "El profeta

llorón". Él es toda una representación de lo que debe ser un buen intercesor. Amén. Su hermoso ministerio se extendió desde el año 625 a.C. hasta el año 586 a.C. Su ambiente natal era de total apostasía, promovido por el reinado trágico del apóstata Manasés. Para, luego, ser seguido por un cambio positivo durante el reinado de Josías (tiempo de su llamado), quien introdujo en medio de su pueblo una clara reforma religiosa, apoyada con entusiasmo por el profeta Jeremías. Esta reforma logró restablecer el culto a Dios en gran escala; y reprimir con fuerza la tremenda idolatría imperante y el desenfreno hacia el paganismo. Al ver Jeremías que esta reforma no cambiaba el corazón del hombre, perdió el entusiasmo por ella. Aprendió allí, que era y es necesario, que el corazón del pueblo fuese cambiado por el Espíritu de Dios. Allí recibió, realmente, su gran carga como intercesor, y se convirtió en el ejemplo para su pueblo. El fallido gobierno de los reyes judíos y su total negatividad para aceptar la dirección divina, provocaron la i n e v i t a b l e

caída de Jerusalén en el año 586 a.C., en manos de Babilonia; y el consecuente exilio del pueblo escogido, su vergüenza, vituperio y agonía. Fueron cumplidas las profecías dadas por Jeremías sobre la caída de su nación; comenzando allí una nueva etapa en el ministerio del profeta, donde ahora, tiene que llorar y la-mentarse por la destrucción y sufrimiento de su pueblo. Hagamos un paréntesis para mencionar las palabras que el apóstol Pablo escribió en 1 Tesalonicenses 5.3: "que cuando digan: paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos la destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta y no escaparán".



Jeremías, al igual que Cristo Jesús, habló a los religiosos de su época (el pueblo de Dios en sus tiempos), llamándoles a un arrepentimiento sincero y haciendo, a la vez, inter-cesión por ellos. Mas, no quisieron oír. La Iglesia, como Cuerpo de Cristo, está llamada a provocar en el mundo, ese arrepentimiento sincero a través de la oración. Cono-ciendo lo que ocurrió, en la época de los profetas, es ne-cesario que clamemos al Padre para que ablande los corazones de piedra, y los prepare para la Palabra Profética que ha de ser predicada antes de la total restauración del Reino,, Muchos harán lo mismo que los judíos, perseguirán a sus profetas en tiempos de bonanza. Pero, después, será el lloro y el crujir de dientes para ellos, pues la destrucción llegará. Bendito sea Dios, porque como las lágrimas y gemidos de Jeremías un día tuvieron fruto, también, las aflicciones del Maestro dieron fruto. De igual forma, será con la intercesión de la Iglesia. Llegará el tiempo en que dé su fruto ayudando a aplastar el poder de Satanás y a con-vertir los reinos de este mundo en el Reino Universal de Cristo. ¡Aleluya! En las profecías de Jeremías, se encuentran aspectos her-mosos, que nos ayudarán a comprender el ministerio del intercesor: • Las circunstancias en que se movía el profeta eran pe-

nosas.

• Su labor era llena de dolor por el auge de la idolatría y el pecado en su pueblo.

• Su carga se nota al estar, constantemente, atacando la falsedad de los profetas del error en su pueblo, que trataban de sustituir la palabra revelada de Jehová, por las mentiras de Satanás.

• Es notoria la angustia espiritual que sufre el profeta

ante esta creciente apostasía (la cual hoy también está presente en nuestros días y nos debería motivar a llorar delante del Señor, para que sea destruida).

Jeremías nunca fue, a pesar de sus luchas y pruebas, un va-rón negativo; sino, todo lo contrario. Como buen intercesor del Reino del Señor, fue un verdadero guerrero de Dios, así como un extraordinario atalaya (o vigía) y un testigo del Dios Vivo que no claudicaba, que a su tiempo, inclinó la balanza para enjuiciar el pecado de Israel (Jeremías 34:1; 46:1). Todo intercesor es un testigo de Dios para enjuiciar el pecado y los demonios. Jeremías, al igual que el pueblo de Dios hoy, estaba encar-gado de una misión divina. Y, así lo prueba su carácter; él fue suave, timido y susceptible a la melancolía (atributos de un intercesor), pero también, lleno de intrepidez y audacia en el desempeño de su ministerio. El Espíritu Santo lo poseyó totalmente, en carácter y personalidad, para capacitarlo en su retraimiento y delicada sensibilidad espiritual. Este dulce "profeta llorón" se identifica, plena-mente, con aquel que está en desgracia, poniendo todo su sentimiento y simpatia en su labor por él. Jeremías es un ejemplo para todo intercesor. Sus "Lamen-taciones" expresan, sin duda, la carga y el desconsuelo por su país esclavizado. Muestran, notoriamente, la carga del profeta por su tierra, la tristeza y empatía por un pueblo en el exilio y en total estado de aflicción. Jeremías fue un destacado hombre de Dios, sensible a la in-fluencia espiritual, celoso por su Dios y por hacer regir su voluntad; capaz de sentir profundas emociones y de una visión muy definida del plan de Dios, así como de una en-tera pureza para sus juicios y profecías.



Seguía lo que su mente le aprobaba, desde luego, apoyado siempre por el espíritu de adoración de su vida interior. Desde el principio hasta el fin de sus días, fue un santo va-rón de Dios; llevándole, esto, a ser un patriota (es lo que debería ser todo intercesor santo, un "patriota"). Percibía con claridad y dolor amargo que al pecado, inelu-diblemente, le seguía el castigo; y preveía el exilio (o la dis-ciplina decretada por Dios), como la condena inevitable, a menos de que hubiera un rotundo cambio de corazón. Para lograr este cambio en cada corazón, se entregó, lloró, gi-mió, sufrió y trabajó sin reservas, sin miedo. Y aun, por esta misma meta, como un tipo del Cristo, también se negó a sí mismo y murió. La Iglesia, como intercesora presente, debe mirar en él, el modelo a seguir en entrega, sacrificio y amor. Algo bello, de este ejemplar profeta y que debe ser imitado por el pueblo de Dios, es que vivió una religión personal, o bien, como diríamos hoy, una verdadera relación personal con su Dios. Anduvo estrecha y personalmente con Jehová, fue un mensajero divino, de testimonio y vida intachables; con una comunión con su Salvador, de una gran calidad. Fue Jeremías, "el profeta llorón", un agradecido adorador de su Dios. Lo proclamó y lo sirvió hasta el final; anun-ciando, también, la carga del Padre por una humanidad perdida y por su pueblo escogido, que no le quiere escu-char y que se va detrás de los "amores de otro rnarido". Jeremías, en sus lamentaciones, endechó y se entristeció por Israel. El fue un buen intercesor en sus días (1 Cró-nicas 35:25), que enseñó al pueblo a presentarse en humillación al Señor, y aun con cánticos de lamentos en intercesión. La Iglesia debe volver a buscar a Dios, y como este mismo varón de Dios dijo en el capítulo 6, verso 16:

"Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cual sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma", la Iglesia, el Cuerpo de Cristo, debe revivir su vida de oración y tornar su corazón al Padre. El Cuerpo de Cristo provocará, con su oración intercesora y su predicación poderosa, que el Dios Omnipotente decida enviar a su Hijo a la tierra, y aplastar el poder de la muerte y del diablo para siempre. ¡Aleluya! Por ello, es necesario que ese espíritu de "profeta llorón", llamado Jeremías, comience a activarse con poder en la Iglesia. Que ese espíritu de intercesión, que hará volver el corazón de los hijos a los padres y de los padres a los hijos, es decir, el espíritu profético de Elías, Jeremías, Isaías, etcétera, se mueva, libremente, en el seno de la Iglesia. Para hacernos uno, y restaurar las verdades "primitivas" de la Iglesia y así hacernos volver al fundamento de apóstoles y profetas, es decir, al corazón de los padres. ¡Alabado sea su Nombre! Fue Jeremías quien entendió lo que es la intercesión de-lante de Dios. Inspirado por el Santo Espíritu escribió: "Clama a mí y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces". Jeremías 33:3 Fue él quien nos habló hace muchos siglos atrás de la ora-ción con dolores de parto (Jeremías 4:31). Usando el voca-blo hebreo "CHALAH", que describe con toda claridad la entrega de un intercesor en su oración y el estado físico en que termina su labor (pisoteado, maltratado, lastimado y débil). Ese es su significado. "Oh, si mi cabeza se hiciere aguas, y mis ojos fuentes de lágrimas,

para que llore día y noche los muertos de la hija de mi pueblo! (Jeremías 9:1).



La Palabra de Dios no es como las filosofías o ense- ñanzas doctrinales que brotan en el corazón del ser

humano; las cuales, aunque puedan ser hermosas y razo-nables, son humanas y proceden de la mente del hombre y no de su espíritu vivificado. La Palabra procede de Dios y su contenido, son espíritu y son vida. La Escritura no es letra, sino espíritu. Esas palabras que brotaron de la boca de Dios, cuando son sazonadas por la obra del Espíritu Santo, cobran vida en un momento preciso para el que las lee u oye. Es decir, la Palabra es sazonada con sal y trans-formada en poder y autoridad. Esa sazón sólo puede venir de la obra del Espíritu Santo en el creyente, que al permi-tirle a Dios santificarle, al orar fervientemente al Padre, hace que los versos que parecieran inertes sean tocados por Dios, recubiertos de poderosa unción, y al ser pronunciados, sea testificando o predicando, lleguen al espíritu del que los recibe y le motive a la consagración espiritual.

VEINTE

LA SAL DE LA TIERRA

La pregunta que surge ahora es: ¿qué mueve al hombre a orar fervientemente para que Dios bendiga a otros, sean éstos buenos o sean malos? Todo se resume en una sola pa-labra: "compasión". En realidad, el hombre que le permite a Dios usarle y quebrantarle para producir vida en otros, sólo puede hacerlo cuando es motivado por la compasión de Dios en él. En términos sencillos, la compasión de Dios en mí es "la sal de la tierra". El buen intercesor debe tener compasión para que su oración no sea muerta, sino llena de entrega, amor, sacrificio y vitalidad. Hablemos, entonces, de esta



gloriosa compasión para que conociendo qué es, la anhele-mos, y al obtenerla, seamos buenos intercesores. La compasión de Dios en mí (la compasión divina) La palabra compasión viene del griego "splagchnizesthai", que significa compadecerse. Antes de que surgiera este verbo, en el griego clásico anterior a su aparición, se usó la palabra "splagchna", que significa hombre, pero con el sig-nificado de hombre en relación a las partes internas del ser humano y el asiento de las emociones más profundas. "Splagchna ", que significa hombre, estaba relacionado con el corazón, pulmón, hígado e intestinos; pues, la acepción principal de este verbo, era vísceras principales. Splagchna significa hombre o vísceras principales que identificaban a ese hombre. La palabra "spalgchna" (hombre), para los griegos, significaba que el asiento de las emociones y pa-siones corno la ira, la ansiedad, el miedo y hasta el amor, estaban radicados en esas vísceras y definían al hombre como persona. De ahí, que al aparecer en el Nuevo Testamento el verbo "splagchnizesthai'", implicaba una forma de compadecerse y sentir piedad no común u ordinaria. Es el término que, de todos los vocabularios conocidos, describe con mayor fuerza la idea de la compasión. "Splagchnizesthai", significa compadecerse por algo o alguien sintiendo conmoción hasta lo profundo de las entrañas; implica conmoverse, fí-sica y emocionalmente en lo más profundo del ser del hombre. Esta es la compasión que debe predominar en el que ora intercediendo. Aleluya. La palabra "splagchnizesthai", que significa compadecerse con todas las fuerzas del corazón, hígado, pulmón e intestinos, (con todo nuestro ser físico involucrando todas

nuestras emociones y mente), es la clase de compasión que aparece empleada en el Nuevo Testamento con relación a Jesucristo. El sanó a los hombres enfermos y oprimidos por el diablo, porque tenía compasión de ellos. Tenía de esa compasión que le hacía llorar por ellos, sufrir por ellos y morir por ellos. ¡Gloria a Dios! (Hechos 10:38; Mateo 14:14) Esta compasión es la que conmovió a Jesús por el pueblo de Israel al verle como "ovejas sin pastor". Era compasión por los que no tenían conocimiento espiritual. La tuvo ante el judío instruido (como Nicodemo y José de Arimatea), ante fariseos y sacerdotes, mujeres santas y pecadoras, ante los griegos y los judíos. Era la compasión manifestada en horas de agonía por una humanidad en total oscuridad. Fue la compasión por una multitud en abandono espiritual (Mateo 9:36). ¡Que Dios levante hoy, hombres y mujeres que se conmue-van por los pecadores de las naciones decadentes de moral y sin conocimiento de Dios! Jesús se compadeció por la aflicción de los hombres, siendo ejemplos típicos, sus lágri-mas derramadas ante la tumba de Lázaro (Juan 11) y su pena ante el cadáver del hijo de la viuda de Naín (Lucas 7:13). El mundo padece hoy de aflicción extrema, hay dolor en los hogares a causa de las drogas, adulterios, alcoholismo, etcétera. Necesitamos, desesperadamente, que la compasión de Cristo por las almas, brote en las iglesias. Jesús se compadeció por el hambre humana y el dolor de los hombres. Por ello, sanó al ciego, al mudo y al cojo; por ello, limpió al leproso, a la ramera y al ladrón. Simple y senci-llamente, El tuvo compasión de ellos. Jesús nunca mostró indiferencia hacia el sufrimiento del enfermo, mucho me-nos asco por el que estaba cubierto de llagas; tampoco sintió disgusto por el que estaba hundido en el pecado,



sino que tuvo misericordia, los sanó y los limpió de todo disponible para el pueblo del Señor, para así poder hacer laobra en nuestro tiempo, con la misma misericordia denuestro Padre.

pecado.

Hoy, la humanidad también padece de cánceres, úlceras, hernias y cuanta llaga ha sido lanzada por el diablo sobre ella. En esta hora, debemos llenamos de su compasión para ponemos en la brecha e interceder con todo nuestro ser, a favor de la sanidad de los hombres y las naciones. Pero, quizás, el término "splagchnizesthai", compadecerse, que se identifica con Jesús, también le corresponde al Dios y Padre Nuestro. Recordemos que Jesús vino a revelarnos al Padre. Su compasión era la compasión del Padre en El al permitirle usarlo. Jesús no hizo nada que no viera hacer al Padre o que el Padre no le mostrara; su misericordia y compasión eran procedentes del amor del Padre. Dios se compadece por las almas. Esto nos debe ser revelado pro-fundamente; pues, los antiguos griegos tenían (y creo que la mayoría de los hombres hoy también tienen) la creencia de que Dios no se conmueve ni compadece por el dolor humano, porque si así lo hiciera, dejaría de ser Dios, lo cual es falso. Pero, ¡Aleluya! Cristo Jesús es la revelación del verdadero Dios, que no cambia y que tuvo, por ser Dios, su pro-pia opción y decisión: compadecerse de los humanos (Salmo 103:17). Los "dioses" paganos no se movían a compasión, según los griegos, pues eso los rebajaba de posición y los hacía viles como el hombre. Mas, nuestro Dios, por amor se hizo hombre; para compadecerse de nosotros en medio nuestro. Y, en su victoria como humano, Dios nos dio la posición de ser sus hijos y herederos del Reino de los Cielos. La compasión que cambió la era de la historia de los hom-bres vino del cielo, es de Dios, es divina, impartida sólo por su Espíritu. Y gracias a la obra del Calvario está ahora

Por cuanto nos es posible, como hijos de Dios y herederos con Cristo de su Reino, tener su misma naturaleza, su com-pasión está en nosotros, su amor sublime está en nosotros, su misericordia y entrega por los hombres están en nosotros. Desatemos esta naturaleza divina, orando por las almas, dejémosla fluir gimiendo y conmoviéndonos con to-das las entrañas por los pueblos; y entonces, sólo entonces, su compasión en mí producirá la sal que necesita el mundo. Solamente cuando la palabra "SPLAGCHNIZESTHAI" (compadecerse) se haga real en el intercesor, la tierra será sazonada y tocada con el fuego del Espíritu Santo. Iglesia de Cristo, recuerda: "Tú eres la sal de la tierra". ¡Amén!


El Muro de los Lamentos - Rony Chaves ~ l Muro de los Lamentos

de la jornada de la oración, en el nombre de Jehová de los ejércitos, venceremos. El profeta Daniel, en el capítulo 10 del libro que lleva su nombre, nos enseña algo al respecto, en una de sus más impresionantes experiencias con Dios. En los primeros versos, él aflige su ser en ayuno y oración; (note cómo todo buen intercesor dedica días de ayuno para tener mayor efectividad en su ministerio. Ayuno e interce-sión son el secreto para una vida victoriosa en Cristo. ¡Aleluya!) no come manjares, ni came, ni vino, por veintiún días. Se pasa ese tiempo orando e intercediendo en sa-crificio vivo ante el trono de la gracia en favor de Israel. Tres días después de este ayuno, es decir, el día 24, tuvo una gran visitación de Dios. Veamos lo que dice la Escritura: "Y alcé mis ojos y miré y he aquí un varón vestido de lino, y ceñidos sus lomos de oro de Ufaz. Su cuerpo era como de berilo, y su rostro parecía un relámpago y sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y sus pies como de color de bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como e l estruendo de una multitud". Daniel 10:5, 6 El profeta captó la visión y el mensaje divino, aunque los otros, que estaban con él, no supieron de eso. Mas, sí, percibieron algo extraordinario, pues sintieron temor y hu-yeron a esconderse. Daniel quedó solo; el impacto de la manifestación de Dios fue tan tremendo (algunos ven en este mensaje, a Cristo antes de su encarnación, o sea, su teofanía) que quedó sin fuerzas y como muerto ante el va-rón de Dios venido de su trono. Mas, el ángel del Señor le tocó y le fortaleció y habló con él (versos 7 al 12) y le dijo:

Abriendo brechas en terreno adversario (Daniel 10)

"Daniel no temas, porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de Dios, fueron oídas tus palabras, y a causa de tus palabras, yo he venido". Daniel 10:12 Note, amado lector, que cuando se camina en santidad y con rectitud, nuestra oración es escuchada por Dios desde el momento en que se hace. Más aún, la Palabra enseña que antes de que pidamos al Padre ya El conoce nuestros pensamientos y palabras y sabe de qué tenemos necesidad antes de que le pidamos. ¡Aleluya! Perciba usted que, ante nuestra oración de intercesión en la tierra, Dios mueve a nuestro favor los ángeles de su ejército en los cielos o mundo espiritual. ¡Gloria a Dios! Pero, la esencia de esta enseñanza está en los versos siguientes: "Mas, el príncipe del reino de Persia, se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme y quedé allí con los reyes de Persia. He venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueb lo en los postreros días, porque la visión es para esos día" (versos 13, 14). Recordemos que era un ángel el que hablaba con Daniel. Por tanto, el que se le opuso no era un príncipe humano, ni los reyes de Persia a los que hacía referencia eran de carne y hueso, sino autoridades superiores del ejército satánico que se movían en los aires, tratando de impedir la res-puesta de Dios para Daniel y la revelación de los hechos que vendrían. Hay dos pasajes más que quiero mencionar, pues aclaran los conceptos anteriores. Daniel dice, que al ángel, en su lucha por traer el mensaje divino le fue enviada ayuda; un personaje más poderoso que el príncipe de Persia (príncipe de tinieblas), su nombre era, Miguel. Apocalipsis 12,


El Muro de los Lamentos - Rony Chaves El Muro de los Lamentos

versos 7 y 8, nos describe quién es este Miguel: "Después hubo una gran batalla en el cielo, Miguel y sus ángeles lucharon contra el dragón y luchaban el dragón y sus ángeles, pero no pre-valecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo". Aquí, está claro que, así como Satán es el dragón con autoridad de querubín, y hoy príncipe de este mundo (Juan 12:31), así Miguel es un ser espiritual con autoridad de arcángel, po-deroso en el ejército de Dios. Observe que Miguel enfrentó al diablo y lo venció. Esto nos indica la clase de poder y autoridad de este guerrero de Dios. Al ser enviado a cola-borar con Daniel, nos indica que el príncipe de Persia, era un ángel caído y rebelde del reino de Satanás, al que había que enfrentar con todo el poder del Altísimo. Amén. Es el mismo Daniel en el Capítulo 12:1, quien nos indica, con lujo de detalles, quién es Miguel. De allí, donde dilucidamos quién es el príncipe de Persia: "En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces ". Concluimos, entonces, que el príncipe de Persia que se opuso al ángel de Dios, era un príncipe de las tinieblas (o principado) que ejercía dominio sobre los gobernantes del imperio de Persia. Es muy importante que nosotros podamos comprender esto hoy; pues, nos enseña que, so-bre cada nación en la tierra, hay mensajeros de Satanás (o gobernadores), que influyen sobre Ios gobiernos de esas naciones. Así como también, existen príncipes demoníacos y otras autoridades del enemigo que ejercen su influencia sobre territorios más grandes o sobre naciones poderosas o imperios políticos en la tierra. Por esto, el intercesor debe prevalecer con la ayuda de los ángeles de Dios. ¡Aleluya! Pablo escribió a los efesios en el capítulo 6 y verso 12 así:

Abriendo brechas en terreno adversario (Daniel 10)

"Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes ". El apóstol entendía, claramente, al escribir a la Iglesia en Efeso, lo que le había ocurrido a Daniel en su tiempo. Pero, también, comprendía que era algo que no había variado en sus días. Así mismo, el Espíritu Santo lo inspiró para entregarle este conocimiento a la Iglesia de hoy, dándonos a comprender que la situación aún hoy, sigue siendo la misma. Nuestros países tienen, sobre sus aires, espíritus antagónicos al Espíritu Santo; que quieren gobernar al mundo a través de los políticos y gobernantes. Mas, hay un poder mayor, que a través de la Iglesia, gobernará las naciones, lo quiera o no el diablo; y ese poder es Dios junto con su ejército. Intercedamos y eso ocurrirá pronto. Dios colocará en cada nación hombres y gobernantes de acuerdo a su corazón. Continuemos con Daniel 10 para aprender algo más. En los versos posteriores, el ángel le revela misterios a Daniel. Uno de ellos es que Dios no puede ser contenido por el diablo. El ángel le enfatiza a Daniel que Miguel es príncipe, autoridad de Dios para la nación de Israel y que guerrea a su favor (verso 21). Enseña también, en el verso 20, que debe ir a combatir al príncipe de Persia. Pero, que al vencerle, el diablo levantaría otro jerarca de su gobierno espiritual para tratar de dominar al mundo. Este jerarca sería el príncipe de Grecia (recordemos que con la caída del imperio Medo-Persa, entró a tomar dominio del mundo, entonces conocido como el imperio de Grecia, con Alejandro el Grande). Al reflexionar sobre esto, podemos sacar las siguientes conclusiones: Sobre las grandes naciones del mundo de hoy, hay principados, igual que en aquellos días. Es decir,


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sobre Rusia, Estados Unidos, China Comunista, etcétera, y sobre otras naciones o territorios como Europa Central, Medio Oriente, Africa, Centro América, y demás, que están dirigiendo desde los aires a fuerzas jerárquicas menores, tales como: gobernantes, huestes, malicias y demonios, que trabajan, incesantemente, para tomar dominio de la tierra y someterla a su rey, Satanás. Algunos territorios son amenazados con "religiosidad". Por ejemplo, en naciones como Italia (Roma y el Vaticano) y España en Europa, México y Colombia en América, para citar algunos casos. Así sucede, también, con las naciones árabes y su mahometanismo, y con las naciones en Africa y Asia. Brasil, Haití y las Antillas con fuerzas de ocultismo en América; Holanda, Inglaterra y Estados Unidos con principados de pornografía, fornicación, drogadicción, ho-micidio, etcétera. Sobre cada nación, hay influencias que están impidiendo que Dios reine y su bendición bañe los pueblos. Nos toca a nosotros, como lo hizo Daniel, abrir la brecha en las fortalezas del enemigo. Eso, lo lograremos orando, ayunando e intercediendo hasta perforar sus murallas en los cielos; provocando así, agujeros en sus fortalezas, para que pasen a la tierra las bendiciones que traen los ejércitos del cielo. ¡Gloria a Dios! ¡Iglesia de Cristo! ¡Es tiempo de abrir la brecha en las forta-lezas adversarias! ¡Amén!



Muchos cristianos ignoran que, al orar, hay fuerzas opositoras que están dispuestas a impedir que la

respuesta de Dios llegue a ellos. Nos hemos contentado, con sólo bendiciones del Señor como la salvación o la lle-nura del Espíritu Santo, que son, de hecho, muy especiales; pero, recibirlas depende sólo de la gracia de Dios obrando en nosotros. Es decir, son dádivas o regalos de El, donde nuestra tarea sólo es recibir. Pero, hay una serie de logros, conquistas o batallas que, para ver la victoria en ellas, tene-mos que pelearlas nosotros mismos, pagando el precio mi-nisterial para ver el fruto. ¡Amén!

VEINTIUNO

ABRIENDO BRECHAS EB TERRENO ADVERSARIO

(DANIEL 10)

Hay pueblos, naciones y continentes, así como hogares, congregaciones e individuos que podrían ser grande-mente bendecidos por Dios, pero en los aires, hay nubes diabólicas de oposición que impiden que caiga la lluvia de abundancia espiritual y la prosperidad material sobre los hombres. Si los cristianos tan sólo oran, sin una verdadera comprensión de lo que está sucediendo en el campo espiritual, cesarán de hacerlo sin haber logrado combatir esas fuerzas; perdiendo así, la provisión de Dios. Nuestra oración no debe ser sólo presentar nuestras quejas o peticiones al Padre, sino una ferviente oración de batalla e intercesión agresiva contra las fuerzas infernales en los aires. Hasta sentir que hemos traspasado esas barreras y que hemos conmovido el trono de Dios, obteniendo res-puestas seguras y claras. En algunas ocasiones, tendremos que persistir por horas, días y semanas intercediendo sin desmayar para obtener resultados positivos. Pero, al final


Henry Herrera

Note

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Henry Herrera

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Las Sagradas Escrituras son pródigas en historias de gloriosos triunfos para el pueblo de Dios; cuando, en circunstancias adversas, oró fervientemente al Padre.

Veamos algunas de ellas:

VEINTIDÓS

VICTORIAS EN LA INTERCESION

En 2 Crónicas 20:1-30, nos narra la situación de conflicto que enfrentó el rey Josafat en el tiempo de su reinado. Se levantaron contra los judíos varios pueblos amonitas, Moab, Amón y los del Monte Seir, con ejércitos extraordi-nariamente grandes en número y fuerza. En los primeros versos (1-3), Josafat recibe la terrible noticia con gran temor; pero, en los siguientes, tenemos la reacción hermosa de un hombre de Dios, que supo que por sus fuerzas no podría vencer. Así nos lo dice el verso 3: "Entonces él tuvo temor y Josafat humilló su rostro para consultar a Jehová e hizo pregonar ayuno a todo Judá". Aquí fue donde comenzó la batalla, en el ayuno, la oración y la humillación; es decir, en la oración del cuerpo, el ayuno y en la adoración. Para resumir esto con claridad, podemos decir que la batalla comenzó con la intercesión del rey. El verso 4 es bello en su enseñanza: "Y se reunieron los de Judá para pedir socorro a Jehová; y también de todas las ciudades de Judá vinieron a pedir ayuda a Jehová". ¡Cuánto lograríamos si todo el pueblo de Dios se reuniera para pedir ayuda de nuestro Rey en este tiempo de caos! Josafat, tomando la iniciativa ante el pueblo, clama a Dios presentando su ruego e intercediendo para que el enemigo fuese derrotado (versos 5 al 12).



La intercesión procede de corazones que se humillan, y Dios nunca los ha dejado de escuchar. Los versos 12 y 13 son gloriosos: "¡Oh, Dios nuestro! ¿No los juzgarás tú? Por-que en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos. Y todo Judá estaba de pie delante de Jehová, con sus niños y sus mujeres y sus hijos ". El Señor respondió a ese clamor de intercesión enviando a su Espíritu sobre Jahaziel, hijo de Zacarías, levantándole a profetizar: "Jehová os dice así: No temáis ni os amedrentéis de-lante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra sino de Dios". ¡Aleluya! Él entregó el plan de batalla a Josafat (verso 16-17) para vencer a los amonitas; los cuales, ante la confusión enviada por Jehová, comenzaron a combatir entre sí. Al oír la ado-ración y alabanza de Judá en el ataque, Dios concedió una gloriosa victoria. La intercesión siempre producirá alabanza. Es como la mu-jer que, cuando está de parto, se duele; pero, cuando ha ve-nido su hijo al mundo, olvida los dolores y se goza. ¡Gloria sea al nombre de Cristo! En 2 Reyes 19, el rey Ezequías, en su reinado, experimentó una situación de crisis. La ciudad Santa de Jerusalén es-taba rodeada por los ejércitos del rey de Asiria, llamado Senaquerib. Un ejército poderosísimo, el más feroz y san-guinario de su tiempo. Ya habían arrasado con todo lo que habían encontrado a su paso, desde Nínive hasta Jerusalén. En los versos 10, 11, 12, los asirios se burlan de Judá y le amenazan al sitiar la ciudad, menospreciando a Jehová su Dios y comparándolo con otros dioses de los pueblos conquistados; pretendiendo así, sembrar pánico entre los judíos. Ezequías conocía a su Dios y oró de esta manera:

"Señor, Dios de Israel, que tienes tu trono sobre los querubines, tú sólo eres Dios de todos los reinos de la tierra, tú creaste el cielo y la tierra; pon atención Señor, y escucha las palabras que Senaquerib mandó a decirme, palabras todas ellas ofensivas contra ti, el Dios viviente, ahora pues, Señor y Dios nuestro, sálvanos de su poder, para que todas las naciones de la tierra sepan que tú eres el único Dios". La intercesión y el clamor de Judá fueron oídos por Dios. ¡Aleluya! "Y aconteció que aquella misma noche salió el ángel de Jehová y mató en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil; y cuando se levantaron por la mañana, he aquí que todo era cuerpo de muertos" (verso 35). Senaquerib, avergonzado, huyó de nuevo a Nínive. Una gloriosa victoria contra un invasor poderoso, fue lo-grada por la oración intercesora de fe. En tiempos de peligro bélico contra una nación, el pueblo de Dios debe unirse para clamar a Dios y El responderá enviando su divina protección. 2 Crónicas 14:1-15 - En este pasaje clave, el rey en proble-mas era Asa, nieto de Salomón y padre del ya citado Josafat. Es de notar que los reyes de los pasajes menciona-dos fueron ayudados por Dios en su humillación; porque se esforzaron en andar por los caminos de Jehová e hicieron lo recto delante de El, siendo de los mejores reyes y líderes de la nación hebrea en todos los tiempos de su existencia. Asa fue atacado por el rey de Etiopía, con un ejército de un millón de hombres. Asa preparó su ejército para combatir en el valle de Zephatha, aún sabiendo que su fuerza humana era menor que la de su adversario.



Pero Asa conocía el secreto de la victoria: ¡Intercesión! Por lo tanto, antes de salir al combate oró a Jehová: "Y clamó Asa a Jehová su Dios y dijo: ¡Oh Jehová, para ti no hay diferencia alguna en dar ayuda al poderoso o al que no tiene fuerzas! Ayúdanos, oh Jehová Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos y en tu nombre venimos contra este ejército. Oh Jehová, tú eres nuestro Dios; no prevalezca contra ti el hombre" (verso 11). El resultado de tan bella oración intercesora lo apunta el verso 12: "Y Jehová deshizo a los etíopes delante de Asa y delante de Judá y huyeron los etíopes". ¡Aleluya! Siempre que tengamos que enfrentar batallas espirituales, oremos intercediendo, y la victoria será nuestra. ¡Gloria a Dios!



El pecado, dice el profeta Isaías, siempre ha hecho separación entre Dios y el hombre (Isaías 59:1, 2).

Pero, aún su brazo no se ha acortado para salvar, ni su oído se ha agravado para escuchar. El, siempre tiene excepciones a la regla y ha oído al que en pecado le busca. Aunque, es claro en la Escritura, que sin arrepentimiento verdadero, manteniendo el pecado y la transgresión en el alma, el hombre no recibirá bendición de Dios. El que ora o intercede debe poseer un corazón limpio de manchas, que agrade a Dios. Debe ser nacido de nuevo o renacido por el Espíritu de Dios, según la Palabra (Juan 1:11-13). Debe es-tar en correcta relación con Dios en el momento de orar y también con sus semejantes.

VEINTITRES

LA ORACIÓN QUE AGRADA A EL PADRE

Según Hebreos 12:14 y 15, la amargura o pasiones seme-jantes a ésta, como el odio, el resentimiento, el rechazo, la ira, la envidia, etcétera, impiden que la oración suba al Padre como incienso limpio. Por el contrario, el orar con todo este cúmulo de obras de la carne es tratar de agradar a Dios con fuego extraño. Debe haber profunda sinceridad y fe en el que se acerca a Dios; siendo esto absolutamente necesario. (Hebreos 11:6). El orgullo, la vanidad, el egocentrismo y la vanagloria personal, son sentimientos que deben estar ausentes de la vida del intercesor; prevaleciendo en él la reverencia y la entrega total al Dios vivo para agradarle y brindarle gozo y alegría (Gálatas 5:18-21). La oración intercesora que agrada al Padre está fundamentada en la Unidad y el Amor.



John Carrette, en su libro El Salvador Milagro en Marcha (página 30), habla sobre la Intercesión, de la siguiente manera: "Hasta ahora, hemos estado hablando del Amor y la Unidad. Lo he hecho así porque el amor es el cimiento de la unidad, y la unidad nos da las paredes que soportan un techo, el cual vamos a llamar 'la Oración de Intercesión'. Sin las paredes en perfecta simetría e igualdad de medidas, el techo no es estable... Para que la estructura sea sólida y la intercesión sea poderosa y efectiva, tiene que estar soste-nida por el cuerpo de Cristo, unido, pero con una unidad sólida, madura; que no se mueve porque está cimentada en el amor". La oración que agrada al Padre es aquella que se hace bajo el total sometimiento al Señorío de Cristo, sabiendo que El es Señor y creyendo que El hará. Arnén. Muchas oraciones han sido malogradas por una incorrecta relación familiar, que bien puede ser, una incorrecta relación entre hermanos de una familia más grande, como la Iglesia. Veamos lo que dice la Palabra al respecto en 1 Pedro 3:7-12: "Vosotros maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo. Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino que por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición. Porque: "El que quiere amar la vida y ver buenos días, refrene su lengua de mal y sus labios no hablen engaño, apártese del mal y haga el bien, busque la paz y sígala. Porque los ojos de Jehová están sobre los justos y sus oídos atentos a sus oraciones, pero el rostro de Jehová está contra aquellos que hacen el mal".

La Palabra habla por sí sola, y ésta es la oración que agrada al Padre. ¡Gloria a Dios!



La oración de intercesión es un arma poderosa que nuestro Dios nos da para deshacer las obras del

enemigo. Es muy importante, para todo creyente, conocer y manejar bien esta arma para usarla con todo su poder contra el enemigo. Es por eso, que quiero transmitirle varios de los resultados que podemos obtener de la intercesión.

VEINTICUATRO

RESULTADOS DE INTERCEDER

• La intercesión produce que Dios obre, por su Espíritu

Santo, milagros jamás soñados por el hombre. • Derriba murallas del diablo y destruye todas sus

maquinaciones. • Produce avivamiento en la Iglesia y la convicción pro-

funda de que se debe evangelizar a los perdidos. • Produce congregaciones robustas y bien edificadas, lle-

nas de autoridad. • Produce cristianos robustos y victoriosos, bien forma-

dos en Cristo y con la capacidad de permitirle a El fluir su Vida a través de cada uno de ellos.

• Permite que fluyan los dones de revelación en la Iglesia y

el creyente: La palabra de ciencia, de sabiduría y el discernimiento de espíritus en forma notoria y poderosa. ¡Aleluya!

• Toca a Dios y le hace obrar a nuestro favor en forma

poderosa.



• Permite que se manifieste la voluntad del Padre en me-dio de la Iglesia.

• Activa en la Iglesia, los dones del Espíritu Santo. • Permite, al Espíritu Santo, sacar a la luz el pecado

donde no quiere ser confesado. • Edifica sobremanera al que ora.

• Desata unidad, revelación divina y amor de lo alto. ¡Amén!

• Madura y ensancha ministerios.

• Engendra vida y produce multitud de hijos espirituales para el Reino.

• Libera cautivos y endemoniados.

• Genera autoridad y somete a los necios y a los poderes del infierno.

• Produce salud, sanidad y fortaleza.

• La intercesión acerca el cielo a la tierra. ¡Aleluya!



Con la expansión que está teniendo el Evangelio en nuestros días, muchos son los que desean servirle al Señor; y la mayoría de ellos quieren hacerlo a través del ministerio de la predicación. Pero, cuán pocas veces se les enseña a estos hombres y mujeres con amplia motivación de servicio, que la llave maestra para moverse con poder y sabiduría de Dios en este maravilloso campo, así como, el obtener su respaldo en señales y milagros, es ni más ni me-nos que "Largas horas de Intercesión".

VEINTICINCO

TESTIMONIOS MODERNOS EN NUESTROS DIAS

Muchos ministerios quedan sin crecimiento, sin madurez y sin fruto glorioso para Dios, porque no saben hacer uso de la llamada "Intercesión". Mas, los que se postran ante el Padre, clamando a El, serán honrados y su fruto será multiplicado y muy evidente. He aquí, algunos breves ejemplos de lo que a través de la Intercesión, Dios ha hecho con hombres y congregaciones que le han creído y se han humillado ante El.

Evangelista Charles Finney

Este hombre de Dios fue conocido en sus días por poseer un fuego extraordinario en su predicación. Cantidad de comunidades y enormes ciudades fueron impactadas por su ministerio de enseñanza y en pro de la salvación de las almas. La historia nos narra que cada pueblo que visitaba era transformado por el poder de Dios; las can-tinas y prostíbulos se cerraban por la gran conversión de prostitutas y viciosos; las fábricas le llamaban a predicar. Hombres importantes le invitaban y los pueblos ansiosos le esperaban. En su ministerio, fueron alcanzados miles;



muchos ministros fueron renovados y congregaciones en-teras fueron llenas del poder del Espíritu Santo. Los que lo conocieron, cuentan cómo Finney irradiaba la gloria de Dios en trenes, ciudades y pueblos, con sólo su presencia física como apóstol del Señor. Sin siquiera hablar una pala-bra, la gente comenzaba a llorar y a sentir la necesidad absoluta de entregar su vida a Cristo. ¡Aleluya! Finney fue portador de gran fe, sabiduría y sencillez, así como promotor de un avivamiento en Norte América en el siglo pasado como no ha vuelto a haber otro hasta ahora. Pero su secreto era, también, la Intercesión. Pasaba noches enteras en los bosques en agonía intensa por las almas. En esos momentos de clamor, gemía con dolores de parto por horas antes de penetrar en alguna ciudad. Al llegar a ella, todos, sin excepción, eran conmovidos por su mensaje arrollador. Tenía a su lado, un anciano colaborador del mi-nisterio, quien, uniéndose a él en oración ferviente, llegaba a las ciudades antes que Finney. Este se encerraba en un hotel, y acostado en el suelo, comenzaba a gemir y a llorar engendrando vidas espirituales. Cuando Carlos Finney predicaba la Palabra, los hombres eran como hojas secas devoradas por el fuego. ¡Aleluya! ¿Quieres un ministerio poderoso, en sanidad y salvación? El secreto está en orar e interceder por las almas.

Evangelista Morris Cerrullo

Poderoso hombre de Dios, de padre italiano y madre judía, quienes al morir, le dejaron en manos de orfanatos judío-ortodoxos para su crianza y formación.

A la edad de 14 años, Dios le reveló en forma totalmente sobrenatural, que jesús es el Mesías. Fue allí que le llamó al ministerio, el cual ha sido, quizás, el mayor que ha existido desde los días del apóstol Pablo. Cerrullo es un

verdadero apóstol y profeta del Siglo XX y uno de los hombres más usados en toda la historia del cristianismo con respecto a sanidades, milagros y señales. También, extendió su servicio en la capacitación de miles y mi-les de ministerios en todo el mundo, con su Escuela de Ministerio. Las luchas que este gigante de la fe ha librado con la ayuda del Espíritu Santo son realmente asombrosas. Ha ministrado en muchísimos rincones de la tierra, sacudiendo de lado a lado cada nación visitada. Pero, el éxito de tan potente llamado divino ha sido, desde luego, la obra de Cristo a través de él; y porque en cada cruzada, y antes de ella, Cerrullo dedica largas horas cada día para orar con autoridad intercediendo y destruyendo las fortalezas del diablo. Leamos una de sus propias frases, la cual nos enseña cómo, este poderoso ministro, ha basado su fuerza en la oración intercesora: "Cuando estuve en la India y el Espíritu vino sobre mí, yo empecé a agonizar en mi espíritu y a mencionar ciertas cosas por su nombre. Comencé a atarlas en el nombre de Jesús, lo cual siguió por horas. También, he hecho esto en todos los países del mundo donde Dios nos ha dirigido. Cuando estaba en Brasil, Corea y todos los demás lugares, yo permanecía horas sobre mi rostro delante de Dios, con agonía en mi espíritu. En el nombre de Jesús, ataba los poderes del enemigo, los espíritus de pecado, los espíritus de enfermedad, el espíritu de religión, las falsas sectas, el espíritu de adoración a los ídolos y los falsos profetas de Baal". Morris Cerrullo. Haz tú lo mismo, amado lector, y te aseguro que Dios hará maravillas y proezas a través de ti.



Rees Howells, siervo de Dios

La historia de la Iglesia enseña que, como este hombre, pocos han existido. Su paso por la vida sólo tuvo influencia sobre miles y miles. de personas por su absoluta de-pendencia del Espíritu Santo. Howells, era conocido por su don de Intercesión. En la biografía que de él escribiera Norman Grubb, titulada In-tercesor, se dice en la contraportada: "Este hijo de un pue-blo minero que salió del colegio a la edad de 12 años, y se dedicó a trabajar en las minas de carbón, es más conocido como fundador del Instituto Bíblico de Gales, su país natal. Fue un hombre especialmente enseñado por Dios, que aprendió la Biblia como el Espíritu se lo exigió. Aprendió a amar lo odioso; encontró la clave de vencer por medio de la oración; llegó a ser canal de avivamiento en Africa y fue enseñado en principios de sanidad divina. Su fe fue tanta, que sus oraciones alteraron algunos acontecimientos durante la época de la guerra". Howells, quien naciera a finales del Siglo XIX, creyó que los acontecimientos del mundo podían ser cambiados por medio de la oración. Este valeroso hombre de Dios con su ejemplo de oración ferviente, pues oraba intercediendo cada día por las almas, ha motivado a miles de ministros y creyentes en toda la tierra. "La mayor verdad que el Espí-ritu le reveló, gradualmente, al señor Howells y que fue el caudal principal en su ministerio durante toda su vida fue la intercesión" apunta Norman Grubb. ¿Quieres influenciar positivamente a tu nación y a tu familia? La intercesión es la respuesta. ¡Amén!

Pastor Blumhardt, de Alemania

Un hombre que había logrado ubicarse, en el Trono de la Gracia, en un lugar especial de intercesión por los enfermos. Pasó más de 18 meses de oración y ayuno antes de obtener el triunfo contra las fuerzas demoníacas en su ministerio. El oraba y permitía a Dios obrar milagros. Dejó sentado todo un precedente para la Iglesia moderna: La Intercesión. Miles fueron bendecidos por su ministerio; se dolía, tan grandemente, con el sufrimiento de los demás, que clamaba con ardor al Padre como si fuera por sí mismo. Eso era verdadera intercesión.

Evangelista Yiye Avila

Nacido en Puerto Rico, en los últimos años ha sido portador de un mensaje profético poderoso para los pueblos de habla hispana y más allá. Ha sido levantado por el Señor en un ministerio glorioso de salvación, sanidad divina y milagros; donde la ciencia y la convicción del Espíritu Santo fluyen en forma abundante. Muchísimos predicadores de la nueva generación han sido impactados y motivados por este sencillo hombre de fe. Sus libros sobre "El Ayuno del Señor" y "La Intercesión" han transformado ministerios. Sobre él, es notoria una unción extraordinaria al ministrar la palabra de Dios. Obtuvo su éxito al seguir los pasos de los profetas de antaño: oración y ayuno. Ha sido dirigido por el Espíritu Santo, mu-chas veces (como buen intercesor), a largos períodos de ayuno y oración intercesora (hasta 41 días sin probar bocado).

Su ministerio está basado en la intercesión, orando en pe-ríodos normales, gimiendo por las almas, de 7 a 9 horas diarias y, a veces, hasta 14 y 15 horas cada día, según le ha guiado el Señor. El fruto de su vida de entrega es patente.



Países enteros llenos de avivamiento y miles y miles de al-mas cambiadas por Jesucristo. ¡Gloria a Dios! Todo el que anhele ser usado por Dios, debe caminar por este sacrifi-cado camino: La Intercesión.

Centro Cristiano de San José

He querido tomar algunos breves testimonios de lo que en nuestro ministerio hemos visto en los últimos años, para motivar a pastores y congregaciones a clamar al Señor por las diversas necesidades de la obra. El responderá. En el año 1984, la congregación del Centro Cristiano había crecido y ya no teníamos lugar en nuestro antiguo local. El Señor nos dirigió a establecer una cadena de oración, inter-cesión y ayuno por 80 días. Obedeciendo a su voz, 30 ó 35 hermanos cada día tomaban la carga. Fue en el día nú-mero 78, que Dios obró. Adquirimos un bello local sin estrenar que, de lo contrario, hubiera sido usado para un supermercado. Dios suplió lo necesario, escuchó la interce-sión de un pueblo y nos regaló uno de los edificios de más alto costo que tiene la obra en nuestro país. Al pasarnos de local, nos dimos cuenta que éramos pocos, el espacio que quedaba vacío era enorme. Volvimos a la carga y comenza-mos a gemir y a clamar por las almas. Los cultos de inter-cesión se tornaron los más fuertes de la semana. Se organizaron cadenas de ayuno y servicios de oración en la madrugada. El Señor no tardó en responder; las almas se han ido añadiendo desde entonces. Hoy, con gozo y alegría en el corazón, podemos decir que ya no queda lugar en el templo. La congregación se ha cuadruplicado, sigue creciendo y ya comienza a orar para que el Dios de todo poder provea de nuevo espacio para los nuevos hermanos. ¡Aleluya!

Amado lector, la intercesión es efectiva, practícala, vívela, úsala, y el Señor, quien escucha el clamor de sus hijos, no tardará en responderte. Así sea.



En Juan 15:7, Jesús dijo: "Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis y os será hecho ".

Para cualquier tipo de oración o petición al Padre, hay requisitos que son imprescindibles para recibir óptimos resultados con relación a la respuesta. El intercesor debe conocerlos para ponerlos por obra y así permitir al Señor hacer su voluntad a través de su oración.

VEINTISEIS

PERMANECIENDO EN EL Y SU PALABRA EN MI

En el pasaje citado, Jesús enfatiza que para pedir lo que se anhela y recibirlo plenamente de Dios, hay que someterse a dos requisitos que resumen todos los puntos necesarios y pedidos por la Palabra para agradar al Padre. "Si permanecéis en mi", significa estar en Él. Es decir, que debemos fundamentar nuestra vida, nuestros pasos y deci-siones tanto personales, familiares como ministeriales, en los pasos de Cristo. Permanecer en Él, significa que en el momento de pedir, Cristo es Señor y Rey de nuestra vida, que su vida es la que fluye en nosotros. Permanecer en Él, significa que la vida de constante nega-ción de Cristo está en mí. Es como dijo Pablo: "Con Cristo estoy juntamente crucificado". Es tomar la cruz cada día y se-guirle, negándonos a nosotros mismos todos los días, horas y minutos de nuestra vida.



Jesús comparó al hombre prudente, según Mateo, con aquel que, al fundamentar su casa, lo haría sobre la peña o roca firme, para que los ríos y tempestades, al dar contra ella no la derribaran. Claramente, se desprende de esta enseñanza, que esa peña o roca es Jesús mismo, la Roca Inconmovible de los Siglos, o Roca de la Eternidad. Perma-necer en El es precisamente fundamentar todo lo que edi-ficamos, en esa gloriosa Piedra Angular que desecharon los edificadores del mundo; pero, que ha venido a ser cabeza del ángulo, Jesucristo. Permanecer en Él, significa permanecer siempre en sus mismas actitudes de obediencia, amor, mansedumbre, ter-nura, compasión y santidad. Permanecer en Él, significa permanecer siendo ejemplo a los demás de rectitud, fidelidad, sometimiento, sacrificio, abnegación, paciencia y oración. Permanecer en Él, es dejarlo vivir su vida en mí; es dejar a Dios cumplir sus propósitos eternos en mi vida. El primer requisito para pedir en oración a Dios e interceder con resultados positivos, es permanecer en El. Es decir, permanecer en obediencia y sumisión total a Jesús, vi-viendo una vida de limpio testimonio. El mismo verso enseña que sus palabras deben permanecer en mí para recibir lo que pida. Esto implica creer de tapa a tapa las Santas Escrituras, creyéndolas, practicándolas y predi-cándolas. Todo lo que el Señor enseña en su Palabra re-ferente a nuestra fidelidad para con El, los hombres, nuestro hogar y nuestra vida, deben vivirse plenamente. Así también, lo que está escrito sobre cada tópico de nuestra vida cristiana y sus demandas. Tenemos hoy, muchos líderes y congregaciones que creen en la Palabra a medias, o que solamente aceptan de ella lo

que les conviene, torciendo el resto y menospreciando lo demás. Mas, para recibir de Dios hay que creer, sin dudar nada, en Su Palabra.



Después de algunos años de ministerio itinerante y de observar a Dios moverse a través de la adoración

y la alabanza, he llegado a concluir que es el arma más poderosa con que cuenta el cristianismo; al menos, un arma y ministerio que, bien ejercitado, creará enormes problemas a nuestros enemigos espirituales. ¡Aleluya!

VEINTISIETE

EL JUICIO POR LA ALABANZA

Por tanto, comprenderá usted, amado lector, que no podría concluir este libro sin mencionar algo con respecto a la alabanza como arma de gran poder para traer el juicio a nuestros adversarios. Como el espacio no me lo permite, quisiera remitirles a dos libros que Dios, en su infinita gracia, me permitió escribir. Uno sobre la alabanza: "El Tabernáculo caído de David" y otro sobre la adoración: "Cómo ministrar a Dios, para ministrar a los hombres con poder". Sé que muchos ministerios y congregaciones ente-ras han sido edificados y transformados poderosamente por ellos. Creo que usted también será bendecido por Dios en su lectura. El libro de Josué nos presenta una bella ilustración de cómo la alabanza, juntamente con la adoración, son el reco-nocimiento de un pueblo de la Autoridad de su Dios, que produce enormes resultados para destruir toda fortaleza adversaria. Recordemos cómo en los capítulos 5 y 6, Israel se encuentra enfrentada a sus enemigos de Jericó; ciudad rodeada de muros inexpugnables. También, nos ilustra acerca de cómo en la humillación y adoración de Josué ante su Dios, recibe las instrucciones para hacer caer las murallas adversarias.



La orden es: ¡Alabanza! Josué en fe, dirige al pueblo a dar vueltas a la muralla por siete días. Y en la séptima vuelta del último día a la ciudad sitiada, ordena al sacerdocio que hagan sonar las trompetas e instrumentos haciendo brotar alabanza a Jehová en cada boca israelita. Esto hace operar el poder de Dios y que sean enjuiciados los adversarios de Israel al caer los muros de la ciudad. La alabanza produce juicio divino sobre nuestros enemigos. Toda intercesión debe estar apoyada en una vida de ala-banza y adoración. El Salmo 149, en sus versos 7 al 9, nos enseña ese impor-tante detalle, de cómo el intercesor provoca con su vida de entrega, con su alabanza y su adoración, que la mano justi-ciera de Dios se mueva para hacer prevalecer su justicia Divina. Veamos: Dios, quien es sabio, nos enseña a dejar la justicia y la ven-ganza en sus manos; pues nosotros, lo haríamos a nuestra manera personal, subjetiva y llena de sentimientos, que la desequilibrarían y la sacarían de la voluntad del Padre (2 Crónicas 20:15 y Romanos 12:19). Dios enseña en su Palabra que hay armas carnales y armas espirituales que los hombres podrían usar. Mas, el cristiano ha sido dotado de una vida espiritual, para que entienda que su lucha es contra fuerzas espirituales y no humanas (Efesios 6:12). Por lo tanto, éste debe usar armas totalmente espirituales para vencer a estas fuerzas. Debemos eliminar la venganza, el rencor y el odio; y aun la tentación de recurrir a la justicia humana para guerrear nuestras batallas. No debemos emplear el juicio humano, sino dejar que Dios obre en su perfecta justicia y ejecute su venganza; que sus decretos judiciales lleguen a donde El haya determinado. Esto sólo lo lograremos descansando en

El y produciendo por nuestras gargantas el fruto de nues-tros espíritus adoradores: Alabanza y Adoración. Amén. La Alabanza es un arma espiritual tanto para juicio divino entre las naciones, como para ejecutar en ellas la venganza por su pecado, su persecución a la obra de Dios o su some-timiento a Satán. Recordemos que el anhelo del Padre es que sean ajusticiados los verdaderos responsables del mal. Es decir, las fuerzas del demonio y no los hombres atrapa-dos en sus garras. No dudemos que la disciplina de Dios vendrá a los pueblos y su castigo sobre los malvados. La alabanza es en realidad una verdadera intercesión que destruye las cadenas de los pueblos y hace prevalecer la Justicia de Dios. La Escritura dice en el verso 7 del Salmo 149, que la ala-banza es: "Para ejecutar venganza entre las naciones y castigo entre los pueblos". ¡Alabémosle y veremos Su Gloria! El verso 8, de ese mismo Salmo, afirma que la Alabanza puede ser un vehículo de la intercesión para quebrantar los poderes demoníacos y someter las potestades superiores a prisiones y cadenas poderosas: "Para aprisionar a sus reyes con grillos. Y a sus nobles con cadenas de hierro". El verso 9 agrega: "Para ejecutar en ellos el juicio decretado", lo cual será Gloria para todos sus santos. ¡Aleluya! La alabanza dará gloria y poder al Cuerpo de Cristo, pues permitirá que el juicio determinado por Dios sobre Satanás y sus demonios, desde la eternidad, irrumpa en nuestro tiempo humano y le sojuzgue, le aplaste y le aprisione para siempre. Esto, de hecho, será la manifestación clara de su gloria en medio de la Iglesia.



La victoria, entonces, llegará sobre jerarquías y vasallos d. moníacos, cuando el pueblo de Dios alabe su Nombre. El Triunfo intercesor se obtendrá cuando la Iglesia cumpla los , versos 5 y 6 del mismo Salmo: "Regocíjense los santos por gloria. Y canten aún sobre sus camas. Exalten a Dios con sus; gargantas y espadas de dos filos en sus manos".



Vivimos época de crisis, días de tinieblas que presagian que pronto habrá un glorioso amanecer.

Jesucristo viene pronto; pero, su venida será precedida por principios de dolores (Mateo 24:8) en toda la tierra. Es decir, con señales claras que proclaman su retorno.

La tierra, dice la Escritura en Romanos 8:22: "Gime a una y a

una está con dolores de parto hasta ahora, esperando ser libertada de su esclavitud". Mas, no sólo la tierra, sino nosotros mismos (verso 23), gemimos también en nuestro ser por ese día de gloria. Amén.

Hoy, ya vivimos los días llamados "Principios de dolores", donde la tierra dará a luz una tierra nueva y la Iglesia, un pueblo glorioso y vencedor. Estamos viviendo días, en los cuales, es necesario apercibirse; pues es tiempo de interceder. ¡Ha llegado la hora de estar de parto!

Hoy, como nunca antes en la historia de la Iglesia, ella debe ponerse a orar. Las almas perecen víctimas de Satanás y los cristianos sucumben ante las presiones adversarias.

El mundo necesita, en esta época de caos y tinieblas, res-puestas claras, definidas y totalmente centradas en las necesidades básicas de la humanidad. Los hombres ya están cansados de religiones muertas y vacías, de filosofías huecas y vanas, de hombres y mujeres demagogos y mentirosos, Los hombres están hartos de mentiras, guerras,

bombas y alcohol. Viven atrapados en los vicios, y hasta pareciera que se gozan en ellos, pero, no pueden es-capar aunque lo anhelan. Es como dicen en mi tierra: "la

CONCLUSION



procesión anda por dentro". Por fuera, todo parece ser diversión; pero, por dentro, hay angustia, miedo, dudas y terrible temor. La Iglesia debe entenderlo. La humanidad caída necesita un encuentro claro con su Dios, y esta solución solamente la Iglesia se la puede presentar. Amén. Le hemos fallado al Dios del cielo en llevar al mundo su mensaje. También, le hemos fallado al hombre sin fe, al no decirle abiertamente quién es Cristo. Le hemos fallado a Dios y al hombre como Iglesia, pues no hemos gemido y llorado para que el nombre de Jesucristo sea proclamado en todos los rincones de la tierra. No hemos estado emba-razados de dolor por las almas; mucho menos, hemos es-tado con dolores de parto por ellas. No le hemos permitido a Dios usarnos para engendrar sus hijos, sus discípulos y sus siervos. Hoy, debemos arrepen-timos y caminar el trecho que no hemos querido andar, el de la Intercesión. ¡Iglesia de Cristo, es tiempo de doblar rodillas y ponernos a orar! La humanidad necesita nuestra intercesión para romper las cadenas del infierno que la esclavizan. Pues, no habrá plena libertad si no nos ponemos a orar. Veamos algunos datos por los cuales es necesario tornar conciencia como jamás en nuestra historia eclesiástica, de la necesidad de clamar al Todopoderoso para que envíe un despertar a la Iglesia, y con ello, sanidad a las naciones: Solamente en los Estados Unidos, hacia 1973, se estaban practicando 750.000 abortos por año; o para ser más claros,

asesinatos en los vientres de las madres que se prestaban para ello. Para 1983, la cantidad se duplicó llegando a 1.500.000 abor-tos anuales, sólo para esta nación (y la mayoría, lamenta-blemente, bajo el amparo legal de nuestra sociedad y leyes decadentes y sin moral). Datos más claros nos cuentan que desde la legalización del genocidio llamado "aborto", hasta nuestros días, más de 35 millones de bebés han sido asesinados con aprobación, en la mayoría de los casos, de la ciencia médica. Esto, a su vez, le ha permitido al diablo levantar todo un extraordinario negocio con las deslum-brantes, pero satánicas clínicas del aborto, que aumentan cada día en los Estados Unidos y que ya han colocado a este negocio infernal entre los más productivos del mundo (figura entre los 500 mejores negocios de la tierra).

v .

Lo anterior implica que, cada 20 segundos, muere un niño bajo los procedimientos del aborto. ¡Horripilante! ¿No cree usted? Es tiempo para que esto se detenga. En América Latina, aunque el aborto es ilegal, el diablo ha lanzado todo su poder para ponerlo como opción del hom-bre, el matar niños dentro del vientre de sus madres, aduciendo que el feto no tiene vida. Hasta 1974, se sabía que en nuestro continente (Latino-américa) se habían practicado 500.000 abortos. Doce años después, para el 1986, ya se habían cometido cerca de 12 millones de asesinatos, bajo el nombre de aborto, al año. Algo horroroso y diabólico. Para el 1974, el 35% de cada 1.000 mujeres entre los 15 y 44 años, abortaba. El índice de nuestros días es cercano al 55% entre las mujeres embarazadas. Es decir, de cada mil embarazos, más de 500 se convierten en abortos. ¡Algo terrible! Para el 2001, 28 años después, ya se practican, en



todo el mundo, 45 millones de abortos al año. ¡Esto es infernal! Al presente, hay cerca de 210 países y protectorados en el mundo. Cerca del 40% de ellos, están en conflicto bélico. Eso implica que casi 100 países en este instante, en alguna medida, son víctimas de cañones, bombas, guerra o revo-lución y muerte. Cerca del 40% del globo terráqueo, está bajo la doctrina del comunismo ateo. Esto significa que, aproximadamente, dos mil millones de hombres en alguna medida, están blo-queados para conocer a Dios y su Palabra. Media humanidad nunca ha oído proclamar el Nombre Salvador de Jesucristo. Es decir, que no conocen el Evange-lio, único medio que los puede salvar. Veamos lo siguiente: Hay 6.000 millones de hombres, aproximadamente, en toda la tierra, distribuidos en sus respectivas naciones. Más de 1.000 millones bajo la China Comunista; más de mil millones entre hindúes y mahometanos que niegan la obra de Cristo (hay más de trescientos millones de dioses falsos adorados en la India). Dentro de estos últimos, se agrupan los pueblos árabes que suman 900 millones de personas; y que cada vez, cobran más fuerza para retornar a las prácticas de barbarie religiosa de sus antecesores que, sanguinariamente, asesinaban a sus adversarios en nombre de su credo. Ellos, hoy, se levantan en Medio Oriente es-parciendo el terrorismo entre las naciones del orbe. Hay motivos suficientes para orar. Rusia y sus satélites, con su influencia ateo-leninista, afecta entre 500 a 700 millones de hombres en la tierra y amenaza, año tras año, con dominar la humanidad. El

comunismo domina hoy el 35% del terrorismo mundial y más del 40% de la población del mundo. Hay más de 60 millones de judíos en Israel y entre los pue-blos dispersos que niegan a su Dios. Hay más de 30 millones de homosexuales en Estados Unidos. En cada nación de Europa y América Latina, del total de sus poblaciones, entre el 10% y el 20%, están sexualmente desviados; sin tomar en cuenta el lesbianismo y la prostitución. En Rusia, el mayor problema es el alcoholismo; en los Esta-dos Unidos, son las drogas y en América Latina, ambos; teniéndose índices increíbles de todo esto, presentes en una sociedad que se dice moderna e ilustrada. El divorcio es creciente en el mundo occidental hoy. De cada 10 parejas que se casan, al primer año, sólo quedan tres unidas y a los tres años, sólo una. Los niños y jóvenes de hoy, son el resultado de una generación de post-guerra frustrada. El 80% de los jóvenes de hoy no tienen hogar, pues sus padres se divorcian o se separan antes de que ellos cumplan los 10 años de edad. El concubinato o unión libre irresponsable y pecaminosa es cada vez mayor en nuestros pueblos. Pero, también, con los mismos males sociales y la desmoralización de los seres humanos. Hoy, todos estos males van siendo aceptados con mayor recepción por nuestros pueblos. Mi hermano amado, definitivamente es tiempo de ponernos a orar. Las sectas falsas crecen desaforadamente. Es terrible su in-fluencia entre las naciones, y más terrible su crecimiento, que parece inevitable. Ellos agrupan mormones, testigos de Jehová, legalistas, ciencia cristiana, etcétera. Son cerca



de 200 a 300 millones de humanos confusos y prisioneros del error. Sabemos que Dios está operando por su Espíritu Santo en diversas religiones de la tierra, revelando a su Hijo y sal-vándoles poderosamente. Uno de estos casos es lo que ha estado ocurriendo en la Iglesia Católica Romana. El movi-miento genuino del Espíritu Santo entre ellos, ha producido en su ambiente religioso, que muchos hayan renacido en Cristo jesús, pero no en número tan elevado que cambie totalmente la fisonomía del romanismo idólatra y anti-escritural. Esta agrupación, que se atribuye ser la Iglesia verdadera (aunque niega los principios básicos del funda-mento y constitución de la Iglesia de Cristo y su absoluto señorío en ella), agrupa según sus datos, 500 millones de adeptos. Ni qué decir de la proliferación del ocultismo en nuestros días, es alarmante. Por cada 1.000 personas en Francia, hay sólo un médico. Mientras que, para esas 1.000 personas, hay 3 hechiceros y adivinos que podrían consultar. En las principales ciudades de los Estados Unidos encon-tramos cada 25 metros (como si fueran agencias de viajes) consultorios de astrología y ocultismo. En América Latina, casi no hay familias que no hayan te-nido parientes practicantes del ocultismo en alguna de sus variedades; ya sea brujería, hechicería, adivinación, espiri-tismo, etcétera. Tampoco hay casi familias que no tengan personas víctimas de dolencias ocultas por este tipo de prácticas. Proliferan las orgías, misas negras, Vudú, Umbanda y Macumba en Haití, las Antillas y el Brasil y la moderna pa-rasicología en las universidades para atrapar a los orgu-llosos, sabihondos de nuestros días.

La Ouija, instrumento satánico de espiritismo y causa de terribles daños síquicos en multitudes de jóvenes y matrimonios, se venden como juguetes navideños para niños en Alemania y Europa; y hoy inunda nuestras aulas en América_ Todo esto es un anuncio de que es tiempo de clamar. Y, ¿qué decir de los reportes de las instituciones mundiales que velan por el abastecimiento de alimentos de los pue-blos? Las Naciones Unidas reportan que, al ritmo del creci-miento de la población mundial actual, en los próximos años, millones de personas no tendrán qué comer y muchos pueblos no tendrán dónde recostar su cabeza. La tierra no será capaz de producir lo necesario, y países enteros, como Etiopía hoy, serán arrasados por trágicas hambrunas en los próximos meses. Cada año nacen 108 millones de seres humanos, (3 por segundo); pero, lo más doloroso es que también. perecen 86 millones al año sin Cristo. Oremos para que Dios levante evangelistas con celo y amor por las almas que se pierden. Amén. Hay muchas estadísticas para citar, que nos abrirían clara-mente los ojos ante la problemática sin solución del mundo sin Dios. Pero, agreguemos una más, quizás la más dolorosa y la más alarmante en nuestro medio cristiano. Veamos: El propósito de Dios nunca fue constituir organizaciones que se atribuyeran ser la única iglesia o la poseedora de la verdad absoluta. Creemos en la organización y la necesidad de grupos serios, legalizados o denominaciones, siempre y cuando, no se pierdan los principios de unidad y comunión entre hermanos, dados en la Palabra. Conforme ha ido creciendo ta humanidad y el evangelio ha recorrido



los pueblos, han surgido también, las constantes mutilacio-nes al Cuerpo de Cristo, la desunión y la separación de creyentes en grupos, que al paso de los años, se han ido alejando más entre sí, llevándolos a ir en contra de la misma Escritura y enlazándolos en una relación casi de enemigos fervientemente antagónicos. En vez de ser un sólo cuerpo bien coyunturado en Él, so-mos muchos, bien disgregados, y con demasiados prejui-cios denominacionales para ser usados por Dios como El quiere. Hoy nadie quiere unirse, nadie quiere ceder sus in-tereses de grupo en pro de la unidad por amor al Cuerpo de Cristo. Muchas excusas se presentan, especialmente, a nivel de los ministros. Pero, poco se hace para unirnos como verdaderos hermanos en la fe, como verdaderos hijos del mismo Padre. De esto, tenemos todos que arrepentirnos, pues ha estor-bado la manifestación gloriosa de Jesucristo en el mundo. Unidad es sinónimo de Amor. Jesús lo dijo claro: "En esto conocerá el mundo que sois mis discípulos, en que os amáis los unos a los otros". Hay casi tantas denominaciones o grupos cristianos como pastores o congregaciones. Son cientos de ellas; serían difí-ciles de enumerar, pues en cada nación, surgen diversos nuevos grupos cada año que no existen en otros países. Sólo en mi país, Costa Rica, pequeña en territorio (50.900 Km) y con pocos habitantes (3.8 millones), los grupos se cuentan en gran cantidad; casi podríamos decir, usando el título de un estudio sobre la Iglesia que escribiera Mario Fumero, "La Iglesia Descuartizada", que ése es el lamenta-ble estado del Cuerpo del Señor en el mundo; lleno de separación, mutilación y divisiones.

En síntesis, mi querido lector, hoy es tiempo de orar y cla-mar al Padre. El ha prometido responder a ese clamor y mostrarnos sus maravillas (Jeremías 33:3). Dios necesita más que de predicadores o buenos oradores, de aquellas personas que quieran, sintiendo su carga, doblar sus rodillas y disponer su cuerpo en total humi-llación, en intercesión ardorosa por la humanidad en crisis. Tú puedes ser uno de ellos. Motiva en tu Iglesia las reuniones de oración. Mueve a tus líderes a hacerlo. Une a los pastores y congregaciones para orar y ayunar juntos por tu tierra. O bien, cierra tu puerta y pelea con denuedo la batalla por tu patria. Un consejo más (y con el mismo, termino este libro), que no ha sido escrito con otro propósito más que el de hallar eco en el corazón de hombres y mujeres que quieran pararse en la brecha por las almas y la obra de Dios. Este es el consejo: "Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra" (2 Crónicas 7:14).

¡Que Dios te use grandemente! ¡Amén!


El Muro de Los Lamentos - Ps Rony Chaves

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