El Músico Ciego

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El Músico Ciego Por Vladimir Korolenko

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ElMúsicoCiego

Por

VladimirKorolenko

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I

Nadiesediocuentaalprincipio.Elniñoteníalamiradaobscura,incierta,quetienentodoslosniñosdurantealgúntiempo.Pasarondíasysemanas;susojostornáronsebrillantes;elglobodelojoquedómássaliente,peroelniñonomovíalacabezahacialosrayosdeluzqueentrabanporlaventanamezcladosconelalegrecantodelospájarosyconelmurmullodelfollajedelashayasqueadornabaneljardín.Lamadrefuelaprimeraennotarlaextrañaexpresióndelacaradelniño,seriaypocomovida.

Miróasualrededorconespantoypreguntó:

—Decidme:¿cómopuedeseresto?

—¿Cómo? ¿Qué dices?—le contestaron con indiferencia—. En nada sedistinguedelasdemáscriaturillasdesuedad.

—Miradcómopalpaconsusmanecitasconextrañoimpulso.

—Es que el niño no puede relacionar todavía los movimientos de lasmanosconlasimpresionesdelaluz—dijoelmédico.

—Mirasiempreenlamismadirección.¡Esciego!—exclamólamadre;ynadiefuecapazdepodertranquilizarla.

Elmédicotomóalniñoenbrazos,leacercódeprontoalaluzylemirólosojos. Pronunció confusamente algunas palabras tranquilizadoras y se fue,prometiendoquevolveríaaldíasiguiente.

La madre lloraba; sufría mucho y estrechaba contra el pecho a su hijo,cuyosojoscontinuabaninmóvilesyserios.

Alcabodedosdíasvolvióelmédicoconunoftalmoscopio,encendióunaluz, la acercó y apartó de los ojos del niño, miró a éste con atención, yfinalmenteconvozconfusaypaulatinadijo:

—Pordesgracia,teníaustedrazón,señora;elniñoesciegoysucegueraesincurable.

Lamadreescuchólanoticiaconsilenciosacongoja.

—Losabíatiempoha—dijoenvozbaja.

*

Elniñopertenecíaaunafamiliapoconumerosa.Constituíanla,ademásdelamadre,elpadreyel«tíoMax»,comotodoelmundolellamaba.ElpadrenosediferenciabaennadadelosdemásterratenientesdelsudoestedeRusia;eradebuencarácter, amable con losobreros, a los cuales,noobstante,vigilaba

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mucho,yteníaunasolapasión:ladeconstruirmolinos.Semejanteaficiónleabsorbíamuchísimo tiempo,ypor talmotivo en su casa seoía suvoz rarasveces;alahoradecomer,aladealmorzarypocasvecesmás.

Siemprehacíaasumujerlamismapregunta:

—¿Teencuentrasbien,palomitamía?

Sesentabaenseguidaalamesa,yúnicamenteterciabaenlaconversacióncuando quería decir algo de sus molinos. Un padre así, tan pacífico ydescuidado,naturalmente,podíainfluirmuypocoeneldesarrollodelespíritudesuhijo.

PeroeltíoMaxyaeraotracosa.

Diezañosantes,eltíoMaxhabíasidoeljovenmáscalaveraymalapieza,nosólodelascercanías,sinotambiéndelascontratas.Porfin,altíoMaxleinvadióunagrancóleracontralosaustríacosysefueaItalia.Porsuparte,losaustríacosnodemostraron,alparecer,grancariñohaciaeltíoMax.DevezencuandoenelKurier,queeraelperiódicofavoritodelosterratenientes,podíaleerse sunombreentre losde losmásentusiastasdefensoresde Italia;yporúltimosesupoporelmismoperiódicoqueMaximilianIazenkosehabíacaídoconsucaballo.Losfuriososaustríacos,queaguardabandesdelargotiempolaocasión de pagarle los daños que les había causado, destrozaron al odiadovolini.Perolossablesdelosaustríacosnopudieronobligaraqueelalmatercay revoltosa de Max abandonara su cuerpo; y por eso alma y cuerpo semantuvieron unidos, aunque el último resultase muy malparado. Suscompañeros le condujeron al hospital donde curó sus heridas. Al cabo dealgunosañossedirigióMaxdeprontoacasadesuhermanayallíseinstalódefinitivamente.Yanuncapensóenvolveralasandadas.Lefaltabalapiernaderecha, locual leobligabaa servirsedeunaartificialdemadera,y tenía lamano izquierda tan maltrecha, que sólo podía utilizarla para apoyarsepenosamenteenelbastón.Sehabíavueltomásserioymásreposado,ysólodevezencuandoheríaconlalenguacomoenotrotiempoconelsable.Noibanuncaalasferias,muypocasvecesalasreuniones,ypasabalamayorpartedel tiempo en su biblioteca leyendo libros cuyo contenido ignoraban todos.Escribíaalgo,perocomosustrabajosnosepublicabanyaenelKurier,nadiecreíaquetuviesenimportancia.

Porlosañosenquenacióycrecióelcieguecitoenlacasaseñorial,yateníaeltíoMaxalgunascanas;aconsecuenciadeusarmuletas,sucabezasehundíaentre los hombros y su cuerpo había tomado la forma de un rectángulo. Susingular aspecto, sus cejas contraídas con aire sombrío, el cric-crac de lasmuletasy lanubedehumodelapipa—suinseparablecompañera—,quelerodeaba siempre, no eran muy a propósito para hacerle simpático a losextraños, y únicamente los que le trataban asiduamente sabían que en aquel

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cuerpodesventuradolatíauncorazónsensible,yqueenaquellabuenacabeza,cubierta de cabellos que parecían cerdas de cepillo, trabajaba siempre elpensamiento.Peronilosquemásdecercaletrataban,conocíancuáleseranlascuestiones que le preocupaban; sólo sabían que pasaba largas horas en labibliotecaconlascejascontraídas,lamiradasombríayrodeadodeunanubede humo, pero no sabían que el guerrero viejo y estropeado ensartabaconsideracionesfilosóficassobrelaideafijadequelavidaesuncombate,enel cual no hay lugar para los heridos; se empeñaba en creer que él fueexpulsado de las filas de los guerreros y que sólo era un estorbo para losdemás. En la lucha de la vida había perdido la batalla. ¿No sería cobardeacción arrastrarse por la tierra como un gusano? ¿No sería vergonzosopermanecera lasplantasdelvencedorimplorandopiedadparalas lastimosasruinasdesuexistencia?

En tanto el tío Max con sangre fría se entregaba a sus meditacionespesandoelproyel contra, crecía ante susojosunnuevo ser, inválidoyaalentrarenelcaminode lavida.Alprincipionosefijóenelniñociego,peroprontoleinspiróinteréslasemejanzadesusuerteconladelmuchacho.

—Sí—decíareflexionando—,esemuchachoestambiénuninválido.Sideélyyopudierahacerseunsoloser,quizáresultaríaunhombreaceptable.

Ydesde aquelmomento, y cada vez conmás frecuencia, se dirigían susmiradasalniñitociego.

¡Quiénsabeloquehubierasidoelmuchachoconeltiempo,destinadoporla suerte, según parecía, a vivir descontento de la suya, advirtiendo ademásquelaexageradacondescendenciadelosquelerodeabanlehabríaconducidoa convertirse en odioso egoísta, si la misma funesta suerte y los sablesaustríacosnohubiesensidolacausadequeeltíoMaxvivieseretiradoencasadesuhermana!

La presencia del cieguecito determinó poco a poco un cambio en ladireccióndelospensamientosdelenérgico,activoyviejosoldado.Esverdadque pasaba todavía largas horas en su biblioteca, rodeado de una nube dehumodetabaco,peroensusojosnohabíayalamiradadesombríayhondapena, sino la expresión reflexivadel agudoobservador,y cuantomásymásobservaba,mássefruncíansuscejasyelhumodesupipaeramásespesoyconstante.Porfin,seresolvióaintervenirenelasunto.

—Estemuchacho—dijo fumandoconmás fuerzaquenunca—serámásdesgraciadoqueyo.Mejorhubierasidoparaélnohabernacido.

Lapobremadrebajólacabezaydejócaerunalágrimaensuregazo.

—¡Esunacrueldad,Max,recordarmeesto!—respondióenvozbaja.

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—Digolaverdad;yonotengopiernasnibrazos,perotengoojos;élnolostiene,yconeltiemponotendrámanosnipies,nisiquieravoluntadpropia.

—¿Porqué?

—Fíjatebienen loquevoyadecir—añadióMaxcondulzura—.Nohepronunciado inútilmente estas palabras. El niño tiene una naturaleza muysensible.Prometedesarrollarsemagníficamenteentodosconceptos;másaún,sus restantes sentidos podrían en parte substituir al que le falta. Pero paralograrestefinesprecisoelejercicio,yésteúnicamentepuededeterminarlolanecesidad. El neciomimo y cuidado de que rodeáis, impidiendo en él todanecesidad de esforzarse, mata toda esperanza posible de cualquier clase dedesarrolloindependiente.

La madre tuvo suficiente sentido para comprender la idea de Max ydominarse;desdeentoncesresistiólainclinación,muycomprensibleporotraparte,deatenderalmenorllamamientodesuhijoparaquenolefaltaranada.

Al cabo de algunos meses de esta conversación, el niño andaba solo yaprisaportodalacasa,escuchandocongranatenciónhastalossonidosmenosperceptibles;yconunavivezaqueporreglageneralnosuelentenerlosniños,palpabatodoslosobjetosquecaíanensusmanos.

Muyprontoconocióasumadreporlospasos,porelrumordelvestido,porciertasseñalesquesóloélapreciaba;pormuchaspersonasquehubieseenunahabitación, siempre sabía dirigirse con paso seguro hacia el punto en queestabasumadre.Siellaleasíasúbitamentelamano,laconocíaenseguida.Sihacíalomismoalgunaotrapersona,inmediatamentelepalpabalacaraconsusmanecitas;yporestesistemaprontoconocióasunodriza,al tíoMaxyasupadre. Pero si se trataba de un forastero, susmovimientos eran inseguros yreflexivos; pasaba con detención sus manos diminutas por aquella caradesconocida,yensurostrosereflejabaesforzadaatención.Parecíaquemiraseconlayemadesusdeditos.

Por temperamento, era vivo y movedizo, pero con el tiempo la cegueraobrósobresucarácter;pocoapocofueaquietándoseyempezóaretirarsealosrincones obscuros, quedando allí inmóvil durante largas horas escuchandoalgo, según todos creían comprender. Si en la habitación no se oía rumoralguno y nada le llamaba la atención, parecía que elmuchacho reflexionaseacercadealgunacosaincomprensibleconexpresióndesorpresaensurostro,queteníaunaseriedadraraeimpropiaenunniño.

ElconsejodeltíoMaxhabíasidoacertadísimo.Laorganizaciónnerviosadelmuchacho, delicaday fuerte a un tiempo, sedesarrolló, esforzándose ensubstituirporlasensibilidaddeltactoydeloído,almenosenparte,elsentidodelavistaquelefaltaba.

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Todoelmundoseadmirabadelasensibilidaddesutacto.Avecesparecíaqueloscoloresleeranaccesibles.Siledabanunatiradecolorvivo,lapalpabaconmás atención y semarcaba en su cara una expresión de sorpresa. Peroprontosevioclaramentequeelsentidoquemássedesarrollabaenéleraeldeloído.

En poquísimo tiempo supo distinguir unas habitaciones de otras por lascondicionesacústicasdecadacual;conocíalospasosdetodoslosmoradoresde su casa, el ruido que hacía la silla cuando se sentaba el tío Max, elpespunteosecoyuniformedelasagujascuandocosíasumadre,eltictacdelreloj.Aveces,cuando ibasiguiendo lapared,suoídoapreciabasonidosquenadiehubieranotado;conlasmanostratabadecogerunamosca,ycuandolamosca huía, veíase en la cara del muchachito una expresión de penosodesencanto.No sabía explicarse la desaparición de lamosca.Más adelante,hasta en tales casos, enmarcaba en su rostro la expresión de habercomprendido lo que pasaba y andaba en la dirección que había tomado lamosca,puessuoídoeratanfino,queapreciabasuligerísimovuelo.

Elmundo,consusmovimientos,coloresyrumores,entróenlacabezadelniño en forma de sonidos, y sus ideas tomaron también esta forma en suimaginación.Leíaseensurostrolaexpresiónespecialqueponedemanifiestounagranatenciónhacialossonidosquesetratadeapreciar;subocaseabríaligeramente, sus cejas se fruncían, su cabeza se inclinaba, y entre tanto susojos,hermososeinmóviles,dabanalacaradelcieguecitounaexpresiónseriayconmovedora.

Llegaba a su ocaso el segundo invierno del niño ciego. En el patio sederretía la nieve, el agua corría por los torrentes primaverales, y al mismotiempomejoraba la saluddel niño, quedurante el inviernonopudo salir decasaporestaralgoenfermo.

Abriéronse las ventanas, y con poderosa fuerza entró en la habitación elaire tibio de la primavera. El sol sonreía amistosamente, se balanceaban lasramasdelashayasdesnudastodavía,yalolejosrelucíanlaspraderasenlasque había aún algunas manchas de nieve que se derretía mientras el restoverdeaba. El viento corría libre y aromático, y la primavera, al despertar,llenabaatodoelmundodefrescohálitovital.

La primavera consistía para aquel ser privado de vista en un ruidomisterioso; oía el murmullo del agua de los torrentes, como si cada olaquisieraabalanzarsesobre lasdemásalsaltarensurodarsobre laspiedrasyremover el fondo; oía el rumor del ramaje de las hayas al golpearsemutuamenteyalgolpearlaventana.Aldeshacerselaescarchadeltejado,lasgotasdelaguacaíanalsueloconvariadojuegodecoloresyligeroruido.

Ytodosesossonidosllegabanaloídodelcieguecito,juntoconloscantos

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queentonabanlascigüeñasensusvuelos.

Enlacaradelniñovolvióadibujarselaexpresióndelasorpresa.Frunciólas cejas y escuchó. Angustiosamente, dominado por aquellos tonosincomprensibles,tendiósusmanecitasasumadreyescondiólacabecitaensuregazo.

—¿Quétendrá?—sepreguntóella.Ylosdemáspensaronlomismo.

El tíoMaxobservaba laexpresiónde lacaradelniño,sinhallarningunaexplicaciónasuestadodeexcitaciónincomprensible.

—Nocomprende,nopuedecomprenderalgo—adivinólamadrealleerenlacaradelniñolaexpresióndepreguntamuda.

Sí;elniñoestabaexcitadoeintranquilo, llegabanhastaélnotasnuevasydesconocidas,ylesorprendíaquelasqueestabaacostumbradoaoírhubiesencalladoydesaparecidosúbitamente.

II

Ya tenía cinco años cumplidos; era flaco y débil, pero corría sin ajenoauxilioportodalacasa.Cualquieraquehubiesevistolaseguridadconqueibadeunaparteaotraytomabatodoloquenecesitaba,hubieracreídoquenoeraun niño ciego, sino un niño original cuyos ojos reflexivos teníanconstantemente la mirada incierta. Por el patio andaba tentándolo con unbastónen lamano.Avecessearrodillaba,yde rodillaspalpaba todo loquepodíaencontrar.

*

Eraundomingomuytranquilo.EltíoMaxsehallabaeneljardín.Elpadrehabía salido, comodecostumbre; en lashabitacionesde los sirvientesno seoíanyaconversaciones.Elniñoestabaencama.

Comenzaba a dormirse. Tiempo ha que aquella hora estaba para élenlazadaconunespecialrecuerdo.Él,naturalmente,noveíaelcieloqueibavistiéndosesumantoazulobscuro,lascopasdelosárbolesquesemovían,lostejados de las casas vecinas, que desaparecían en la obscuridad, lamagnificenciaqueentrelastinieblasmostrabanlalunaylasestrellasconsusrayos de plata. Algunas noches el niño iba durmiéndose con una sensaciónextrañayencantadora,delaquenuncaaldíasiguientesabíadarsecuenta.

Apenas el sueño enturbiaba sus pensamientos, el ligero rumor de losárbolesseapagabaynooíayalosladridosdelosperrosdelpuebloyelcanto

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delruiseñordelbosquevecino,nielmelancólicosonidodeloscencerrosdelganado.Apenastodosestosrumoresmorían,leparecíaalniñoquesefundíantodosenunasolaarmoníaquegirabadulcementeporsuhabitación,llevandoconsigoimágenesindefinidasyhechiceras.Aldíasiguiente,despertabacomodeunsueñoencantadoypreguntabaasumadre:

—¿Quéfuelodeayer?¿Quéfue?

La madre no comprendía la pregunta y creía que las pesadillas habíanexcitadoa suhijo.Ellamisma lemetíaen lacama, ledabaunbesoyno ledejabahastaquesehabíadormido,sinobservarnadadeparticular.Peroalamañanasiguiente,elniñohablabadenuevodeaquellasimágenesmagníficaseindefinidasquetantolehabíaninteresado.

—¡Madre!¡Erahermoso,muyhermoso!

Unanochelamadreresolvióquedarsejuntoalacamadelniño,ansiandodescifrar aquel enigma. Se sentó en la silla que había junto a la cabecera,cosiendo medias mecánicamente y escuchando con anhelo la tranquilarespiracióndePiotr,queasísellamabasuhijito.

Parecía que estaba enteramente dormido, cuando, de pronto, entre laobscuridaddelahabitaciónseoyóunaligeravozquepreguntaba:

—¡Madre!¿Estásaquí?

—Sí,hijomío.

—Pues te ruego que te vayas. Estaba casi dormido ya y todavía no hanllegado.

La madre escuchó sorprendida la queja de su hijo. Hablaba éste de lasimágenesdesussueñoscomosifuesenalgoverdaderamenterealyexistente.

Se levantó, lediounbeso,y sinhacerelmás ligero ruido se fue, con laresolución de bajar al jardín y acercarse en silencio a la ventana de lahabitación.

Apenassalióaljardín,adivinóelenigma.Habíaoídolasapagadasnotasdeunaflauta,queveníandelestabloysemezclabanconlosligerosrumoresdelexterior. Comprendió en seguida que las notas de aquella melodía eran lasimágenesqueimpresionabantantoasuhijo.

Semantuvomuyquietecita,escuchandolasnotasdeunacanciónpropiadela pequeña Rusia, que taladraban el corazón, y luego, tranquilizada porcompleto,fueseporelobscurosenderoabuscaraltíoMax.

—Jojem toca bien —pensó—. ¡Parece extraño que en un mozo sininstrucciónquepatantosentimiento!

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CuandoJojemquisotocarlaflauta,heridoporciertodesengañoamoroso,escogióuna en casadelmercader, pero el instrumentono supo expresar tansinceramentecomoélqueríasutristedecepción.Envanolacambióyescogióentremediadocenalaquelepareciómejor;lasecóalsol,laexpusoalviento;todoinútil;laflautanotransmitíaellenguajedesucorazón.

Seenfadóconlosmercaderesyseconvenciódequeningunodeellosteníabuenas flautas.Tomó la resolucióndehacerse la flauta élmismo.Undía sedirigió al bosque por la orilla del rio, y examinó los árboles uno por unomirando si tenían alguna rama que le sirviese. Cortó algunas, pero no leresultaron buenas. Por fin llegó a un punto en que el río pasabaperezosamente.Susuperficieapenassemovía,porqueacausadelespesordelbosque el viento no podía empujar las aguas. Jojem se abrió caminoresueltamente como si presumiese que allí encontraría lo que buscaba.Empuñóelcuchilloydespuésdehabermirado todas las ramas,escogióunamuy recta, de tamaño adecuado, que se inclinaba hacia el río. La tocóligeramenteysealegródelaelasticidadconquesemovía,echóunamiradaalrío,ehizoseñalafirmativaconlacabeza.

—¡Meconviene! ¡Meconviene!—dijoentredientesconvisiblegozo.Yarrojóalagualasramasinútiles.

¡Yesinnegablequehizoconellaunamagníficaflauta!Despuésdehaberlasecadoyatravesado,laagujereóporseispartesdeunlado,delotrolaperforóunasolavezycubrióelextremoconuntapóndemadera,dejandoúnicamenteundiminutointersticio.Nohizomásqueunaligerapruebaduranteeldía,peroporlanochemanarondelaflautanotastiernas,tristesytemblorosas.

Jojemestabasatisfecho.Diríasequesuflautahabíallegadoaserunapartede sí mismo. Las notas que daba al aire parecía que saliesen de su propiopecho, y cada uno de sus sentimientos y el exacto reflejo de su tristeza seponíademanifiestoenlossonidosdelaflautaquesedejabasentircadanoche.

*

Desdeentonces, elniño iba todas lasnochesal establoparaoír a Jojem.Nunca se le hubiera ocurrido pedirle que tocase durante el día. En suimaginación el ruido del día aparecía como incompatible con las melodíassuaves y tristes. Al obscurecer, el niño entraba ya en un estado de febrilimpaciencia.El téy lacenanoeranparaélmásqueelanunciodeldeseadomomento, y la madre, a quien no gustaban mucho los consabidosentretenimientos musicales, no podía privarle de que fuera a oír a Jojem ypasaselashorasmuertasasulado.

Estashoraseranlasmásagradablesparaelciego,yconverdaderoscelosnotaba su madre que las impresiones que por la noche recibía su hijo, le

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dominaban todavía al día siguiente, de modo que sus caricias resultabanmolestasparaél,ysiestabasentadoensuregazoyledababesos,seacordaba,segúnpodíaleerseensurostro,delacancióndeJojemdeldíaanterior.

Entonceslamadreseacordódequeañosatrás,cuandoibaalcolegiodelaseñoraRadetkienKiev,entreotrasartesdeadorno,habíaaprendidolamúsica.Ciertamenteeserecuerdonoseríadelosmásagradables,porqueletraíaalamemorialaimagendelamaestra,unaviejasolterona,laseñoritaKlaps,muyseca,muyprosaicaysobretodomuyrigurosa.Aquellaseñoritamalhumorada,quecontantoarteenseñabaasusdiscípulasamoverlosdedos,sabíamatarenellasdemodomagistraleldespertardetodosentimientomusical.Sentimientode tal naturaleza, delicado y tímido, no podía soportar la presencia de laseñorita Klaps y mucho menos resistir su arte pedagógico. Por esto AnaMijáilovna al salir del colegio no pensó volver a dedicarse a ejerciciosmusicales.Peroahora,alescuchar larústicaflauta,sintióque,mezcladaconlos celos que ella tenía, entraba en su espíritu la sensación de la melodíaviviente, quedando en segundo lugar la imagen de la maestra alemana. Elresultadodesemejanteprocesofueque laseñoraPopelskipidióasumaridoquemandarabuscarunpianoalaciudad.

—Bien, como quieras—respondió su marido—. Pero antes no parecíashacergrancasoalamúsica.

Elmismodíaenviaronunacartaalaciudad;perohastaqueelinstrumentofuecompradoyllegó,pasarondosotressemanastodavía.

Al cabo de tres semanas llegó el deseado piano. Piotr estaba en el patioescuchando con gran atención el ruido que hacían los obreros al conducirhacialasalalacajademúsicaextraña.

Segúnparecía,elpianoerabastantepesado,porqueelentarimadocrujióylos trabajadores respiraron pesadamente. Luego lo llevaron con pasosacompasadosallugarenquedebíainstalarse,yacadapasoquedabanhacíanresonar algo sobre sus cabezas. Cuando la caja de música singular quedóinstalada en la sala volvió a resonar en tono vacío como si amenazase aalguien,muyenfadada.

TodoestoprodujoaPiotrunaimpresiónsemejantealmiedoynoleinspirógrandessimpatíasafavordelpobreeinanimadohuésped.Sefuealjardínynooyó losúltimospormenoresde la instalacióndel instrumento, ni el afinadorvenidode la ciudad,que lo afinóy repasó.Sólocuandohubieronconcluidoporcompletosutarealosoperarios,sumadrelellamóalasala.

AnaMijáilovnaestabaconvencidadesutriunfo.Conlosojosbrillantesdealegríamiró a su hijo, que entraba temeroso en la sala acompañado del tíoMax,aquienseguíaJojem,quehabíapedidopermisoparaoírlanuevamúsica

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yquesequedóalladodelapuertaconlosojosbajos.CuandoeltíoMaxyelniñosehubieronsentado,lamadreempezóatocar.

TocóunapiezaqueenelcolegioNadetzkihabíaaprendidoalaperfección,dirigidapor la señoritaKlaps.Se tratabadeunapiezanomuy ruidosa,perodificilísima,queexigíagranligerezayflexibilidaddededos.Enunconciertopúblico obtuvoAnaMijáilovna con su ejecución grandes alabanzas, que sehicieronextensivasasuprofesora.

Claroesquenoeraartículodefe,peromuchoscreíanqueprecisamenteenaquelcuartodehorafuecuandoelseñorPopelskiseenamoródeAna.AhoratocabaAnalamismapiezaconlaesperanzadeotravictoria:queríaganarelcorazónenterodesuhijo,seducidoporlasencillaflautadeunpastor.

Pero esta vez su esperanza la engañó. Cierto que el piano vienés eramagnífico, pero la flauta de la pequeña Rusia tenía un poderoso aliado: supatria,lanaturalezadedondehabíasurgido.

Antesdeque Jojem lacortaseyagujerease, la ramasehabíabalanceadosobrelasaguasdelrío;elsoldelpaís lahabíacalentado,esemismosolquecon sus rayosacariciabaalniño; elvientodeaquella tierra lahabíamovidodulcementeantesdequelaatentamiradadelhumildepeónsehubiesefijadoenella…Yfinalmente, faltaba tambiéna laseñorade lacasaelsentimientomusicaldelmozo.

EsverdadquesusdedosdelicadoseranligerosymásflexiblesquelosdeJojem,ylamelodíaquetocabamásdifícilymásrica,yquealaseñoritaKlapslehabíacostadonopocashorasyesfuerzosenseñarlea tocarelcomplicadoinstrumento. En cambio, Jojem poseía ya naturalmente un sentimientomusical;estabaenamoradoytriste,yconsuamorysutristezasedirigíaalanaturaleza de su tierra. Su maestra fue la naturaleza misma; el rumor delbosque y el balanceomás ligero aún de la hierba de las estepas y la viejamelancólicacancióndelpaísenquehabíavividodesdelacuna.

Apenashubieronpasadoalgunosmomentos,eltíoMaxdiounfuertegolpecon sus muletas como para llamar la atención. Cuando se volvió AnaMijáilovna,violacaradePiotrinvadidaporintensapalidez.

Jojem,quecontemplabacompasivamentealmuchacho,dirigióunamiradadespectiva a la música alemana y se fue, haciendo gran estrépito con lostaconesclaveteadosdesuszapatos.

Sí;elrústicoJojemposeíauncaudaldeverdaderoeintensoafecto.Pero¿yella? ¿Acaso no poseía ni una chispa de pasión? Su pecho se agitaba, sucorazónlatíafuertementeylaslágrimaspugnabanporsalirasusojos.¿Noeraestoelpoderososentimientodelamorhaciasudesgraciadohijo,quehuíadeellaparairconJojemyalcualnopodíaofrecerlamismasatisfacciónqueel

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mozoleproporcionaba?

Nopodíaborrardesuretinalaexpresióndepenaquehabíaaparecidoenlacaradelniñomientrasellatocabaelpiano,ycongrandificultadpudoahogarunsollozodesconsolador.

Peseatodaslasdificultades,aumentócadadíalaconfianzaensusfuerzas,ydurante lasnoches,mientraselniño jugaba lejosdeellaose ibaapasear,Ana se sentaba al piano.No pudieron satisfacerla los primeros ensayos; lasmanosnoseguíansuimpulsointerior,ylasnotasquearrancabannoeranlasqueellaquería.Peropocoapocofuerontomandoformasmásconocidas;lasleccionesdelrústicopeónnohabíansidoinútiles,yasíelamormaternalylacomprensióndeloquecontantafuerzahabíaaprisionadoelespíritudelniño,ledabanlaposibilidaddeaprovechardebidamenteestaslecciones.Enlasaladelpianono resonabanyapiezasaparatosasde salón, sinosuavesmelodías;los tristessueñosrusos temblabany llorabanen laobscurasalareflejandoelcorazóndelamadre.

Por fin, cuando se creyó segura, tuvo valor para luchar cara a cara, yentoncesempezóunaguerrasingularentrelacasadelosseñoresyelestablodeJojem.Delassombrasdelestablocubiertodepajasurgíanlassuavesnotasdelaflautaydelasventanasabiertasdelacasa,querelucíanconlaluzdelaluna,salíanacombatirlaslosacordesmásllenosypoderososdelpiano.

Alprincipio,nielniñoniJojemhicieroncasoalgunodelamúsicafinadelacasa,puesestabanprevenidoscontraella,yelniñohastaarrugabalafrenteytirabadeJojemsiéstequeríadetenerseuninstante.

—Tocatú,toca—ledecía.

Mas apenas hubieron transcurrido tres días, los descansos de Jojem sehicieron más frecuentes. Varias veces éste dejaba la flauta a su lado paraescucharconatencióncreciente,yelniñoseolvidabatambiéndelaflautayescuchabaloquetocabasumadre.Porfin,Jojemexclamó:

—¡Eshermoso!¡Esunamelodíabellísima!

Luego,conelmismoairedeatención, tomóalniñode lamanoyse fuecon él hacia la ventana abierta de la sala. Jojem creía que la señora tocabaúnicamenteporsuplacerpersonalyquenosepreocupabadeellos.PeroAnaMijáilovna oyó muy bien que su rival, la flauta, había cesado de tocar;comprendióquehabíatriunfadoysucorazónlatióconmásfuerza.

EnesemismoinstantedesapareciólaantipatíaquesentíaporJojem;Anaera feliz y reconoció que al humilde peón le debía su dicha; él le habíamostradodequémodopodíarecobrarelcorazóndelniño;ysielniñorecibíatesorosdeimpresionesnuevas,ambos,ellaysuhijo,debíanagradecérseloal

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mozo,sumaestrocomún.

III

Pocotiempodespuésdelossucesosreferidos,lapropiedadlindanteconlade los Popelski cambió demoradores.En vez del antiguo ymolesto vecinoquehastaconelpacíficoseñorPopelskihabíapleiteadoacercadeunapradera,fueavivirallíelancianoJaskulskiconsumujer.Aunquelosdosespososnoreuníanmenos de un siglo, hacía poco tiempo relativamente que se habíancasado;porqueelseñorJacovtardólargosañosenahorrarlasumanecesariapara el arrendamiento, sirviendo entre tanto en casas ajenas con el cargo deadministrador,mientraslaseñoritaInésesperabaeldíadelmatrimonio,siendocamarera de honor de la condesaN.N.Cuando llegó el feliz instante y losnoviospudierondarselamanoanteelaltar,enlabarbadelnovioseveíaalgúnpeloblanco,ylacaratímidayruborizadadelanoviaestabacoronadaderizosdecolordeplata.

Circunstancias tales no impidieron que marido y mujer alcanzasen lamayorfelicidadmatrimonialposible,delacualfuefrutopromisoriounaniñaqueteníalamismaedadqueelniñociego.

Despuésdehaberseprocuradoenlavejezunhogarpropioenelcualeranlegítimos dueños y señores, aunque con alguna restricción, vivían con granpazytranquilidad,comosiquisieranrecobrarlosañosdeagitaciónyzozobraquehabíanpasadoencasasextrañas.Lacosechadelprimerañonofuemuybuena,porcuyacausa tuvieronque reducir susgastos.Enunánguloenquehabía una serie de imágenes de santos, y que estaba adornado de hojas delaurel,teníalaseñora,consuspalmasyluces,saquitoscondiferenteshierbas,conlascualessolíacurarasumaridoyalasmujeresylabradoresqueaellaacudían.Lashierbasesparcíansuolorcaracterísticoportodalacasa,yaquelolorquedabaenlamemoriadetodoslosquehabíanidoallí,mezcladoconelrecuerdodelalimpiayagradablecasita,coneldesutranquilidadyconeldelosdosesposos,quevivíanenunaarmoníamuysingularennuestrostiempos.

Conlosyaancianospadresvivíasuúnicahija,unaniñadeojosclarosylarga trenza rubia, que sorprendía a todos a primera vista por el especialaspecto de tranquilidad que respiraba todo su ser. Diríase que la falta deapasionamientoenelamortardíodesuspadressereflejabaenelcarácterdelahija, en su entendimiento impropio de una niña, en la calma de susmovimientos,ensureflexiónyensumirar.

Nolaatemorizabanlosforasteros;nohuíadeltratodelosniñosdesuedad

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ytomabaparteensusjuegos,aunquesiempredeunmodoespecial,comosino sintiese ninguna necesidad de hacerlo. Y la verdad es que también legustabaestarsola;ibaapaseo,recogíaflores,seentreteníaconlamuñecaylohacía todo con aire de seriedad tal, que más que una niña parecía unamujercita.

Sucedió, pues, que un día el cieguecito estaba sentado al pie de unapequeñacolinajuntoalrío.Poníaseelsol;elairepermanecíaquietoynoseoíamásqueelruido,casiapagadoporlagrandistancia,delrebañoquevolvíaalpueblo.Elniñohabíadejadolaflautaasuladoycansadoporelcalordeldía,setendiósobrelahierbaysedurmió.

Unruidodepasosinterrumpiósusueño.Levantólacabezacontrariadoyescuchó.Lospasoscesaronalpiedelacolinita;eranpasosqueélnoconocía.

—Niño—ledijounavozinfantil—,¿quiéntocabaaquíahoramismo?

Alcieguecitonolegustabaqueleestorbasencuandoestabasolo,demodoquerespondióbrevemente:

—Yo.

Contestáronle con un grito de admiración, y la voz infantil en son dealabanzayconbuenaintenciónprosiguió:

—¡Quéhermosoeraloquetocabas!

Elciegocalló.

—¿Porquénosemarchadeaquí?—dijoluego,alnotarquelapersonaquepreguntabahabíacalladoynosemovía.

—¿Por qué quieres que me vaya? —preguntó la niña tranquila ysorprendida.

Aquellavoz infantil, serenay clara, produjo agradable impresión al oídodelciego,peroapesardetodo,contestóenelmismotonosecoycortantedeantes:

—Nomegustaquevenganadie.

Laniñaseechóareír.

—¡Qué cosas dices! ¡Vaya! ¿Acaso es tuyo todo el mundo y puedesimpedirquelosdemássepaseen?

—Mimadrehaprohibidoquesemeacercaran.

—¿Tumadre?—preguntóreflexionandolaniña—.Pueslamíamepermitepasearjuntoalrío.

El niño,mimado y acostumbrado a la condescendencia de los suyos, no

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podíasufrircontradicciones.Selevantóygritóirritado:

—¡Váyasedeaquí!¡Váyasedeaquí!

QuiénsabecómohubieraterminadoestaescenasiJojemdesdelacasanohubiesellamadoalniñoparatomarelté.Piotrbajócorriendolacolinita.

—¡Queniñotanmalo!—oyógritaralaniña.

Al día siguiente volvió el niño al mismo lugar, pues se acordaba de laentrevistadeldíaanterior.Noguardabaelmenorrestodelenfadoquesintierahacia la niña.Al contrario, casi deseaba que acudiese de nuevo la personitaque tenía una vozmás agradable y tranquila que las voces que él conocía.Sentía haber insultado a la niña, que quizá se había ofendido y no volveríamás.

Y,enrealidad,pasarontresdíassinquecompareciera.AlcuartodíaPiotroyósuspasosjuntoalrío.Andabadespacito.

Los pájaros huían al oír sus pisadas; la niña cantaba quedamente unacanciónpolaca.

—Oiga—gritóél,cuandoellaestuvomáscercana—.¿Estáustedaquí?

Laniñanorespondió.Laspiedrecillasrodaronbajosuspies.Poreltonodefingidaindiferenciaconquecantabalacanción,elniñocreyóadivinarquenohabíaolvidadoelinsulto.

Laniñadioalgunospasosmásysedetuvo.Pasarondosotressegundosensilencio.Laniñamirabaelramodefloresqueteníaenlamano,yélesperabaque la niña hablase. En elmodo de detenerse y en su silencio, Piotr creyónotarseñalesdedesprecio.

—¿Noloves?—dijoellaalfincondignidad,despuésdehaberarregladoelramo.

Aquella sencilla pregunta produjo en el niño dolorosa impresión. Nocontestó,perosusmanos,apoyadasenelcésped,cogieronnerviosamentelashierbas.Maslaconversaciónyahabíaempezado,ylaniña,quecontinuabaenelmismolugaryquevolvíaaocuparsedesusflores,preguntódenuevo:

—¿Quiéntehaenseñadoatocartanbienlaflauta?

—Jojem—contestóPiotr.

—Tocasmuybien.Pero…¿porquéerestanmalo?

—Yo…yonosoymaloconusted—dijoélconvozbaja.

—¿No?Puesyasemepasóelenfado.Venyjugaremoslosdos.

—Nosabríajugarconusted—murmuróélabatido.

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—¿Nosabesjugar?¿Porqué?

—Nosé—contestó el niño abatidoy convoz apenasperceptible. Jamáshabíatenidoocasióndehablarconnadiedesuceguera,ylaamableniñaqueinsistíaenaquelinterrogatorio,lehizomuchodaño.

Ladesconocidasubióalacolinita.

—¡Quéextrañoeres!—dijolaniñasentándosesobrelahierbaasulado—.Seguramenteobrasasíporquenomeconoces.Cuandonosconozcamosbien,notedarémiedo.Yonotengomiedodenadie.

Laniñadijotodoestoconcalmayclaridad,yéloyóqueellaseechabaalregazounascuantasflores.

—¿Dóndecogeslasflores?—preguntó.

—Allí—contestólaniña,volviendolacabeza.

—¿Enelcampo?

—No;allí.

—Puesentoncesenelbosque.¿Quéfloressonéstas?

—¿Noconoceslasflores?—preguntó.

Elciegotomóunaflorypasósuavementeporencimadeellalaspuntasdesusdedos.

—Éstaesunarosadeagua…Éstaesunavioleta—dijo.

Inmediatamentequisoconocerlaaella,delmismomodolepusounamanoenlaespaldaypasólaotraporsuscabellos,cejaycaraconatención.

Hizo todo esto de una manera tan imprevista y tan súbita, que la niña,sorprendida,nopudoarticularniunapalabra;solamentemiróalniñoconlosojos muy abiertos, pintándose en su mirada una expresión de espanto. Porprimera vez notó un aire singular en el rostro de su nuevo amigo. En sufisonomía,pálidaydelíneasfinas,semanifestabaunaobservaciónatentaqueno estaba en armonía con su mirada fija. Los ojos del niño parecían mirarlejos,sinfijarseenloqueestabahaciendo,yelsolcrepuscularsereflejabaenellosdeunmodosingular.Todoestoleparecíaalaniñaunsueñoangustioso.Sedeshizodelamanodelcieguecito,selevantóyseechóallorar.

—¿Porquémeespantas,malo?—dijoenfadada,llorando—.¿Tehehechoyoalgúndaño?

Él permaneció inmóvil, consternado, con la cabeza baja; un sentimientoparticular,mezcladeirritaciónyhumillación,llenósupechodeamargodolor.Por primera vez conoció que un defecto físico no sólo puede inspirar

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compasión, sino miedo. Seguramente no podía darse exacta cuenta delsentimientoopresorque lodominaba,perosudesconocimientonodisminuíasu pena. Cayó al suelo y se puso a llorar. Su llanto fue en aumento, lossollozosnerviososhacían temblar todosucuerpo tantomáscuantoqueríaélreprimirseporinnatoamorpropio.

Laniñahabíahuidocuestaabajoyaloírelllantoreprimidoamedias,sedetuvosorprendida.Volvióelrostroyvioasunuevoamigotendidodecaraalsueloyllorando;entoncessintiócompasión,volvióasubirysesentódelantedeél.

—Escucha —dijo en voz baja—, ¿por qué lloras? ¿Crees que voy aquejarmedeti?Nollores.Nodirénadaanadie.

Estas compasivas palabras y el tono de dulzura en que fueron dichas,aumentaronelllantodelniño.Laniñasearrodillóasulado,lepasólamanoporencimadeloscabellos,alisándoselos,yconlosdulcescuidadosconquelasmadrestranquilizanalosniñosqueacabandecastigar,lehizolevantaryleenjugólaslágrimasconelpañuelo.

—Escúchame—dijoconel tonoseriodeunapersonamayor—,noestoyenfadada…Novolverásahacerlo,¿noesasí?

Leayudóalevantarseytratódesentarleasulado.Élobedeció,quedaronenlaposicióndeantes,conlacaradirigidaalsolponiente,ycuandolaniñavolvióamirarlelacara,queiluminabanlosrayossonrosadosdelsol,volvióaparecerleextraño.Ensusojoshabíalágrimasaún,perolosojosestabanfijoscomoantes.Susfaccionestemblabantodavíaporlosesfuerzosquehacíaparareprimirelllanto,yalmismotiemposeleíaenellosunagranpenaimpropiadeunniño.

—Ycontodoeresextraño…—dijolaniñaentonocompasivo.

—Nosoyextraño—contestóélenvozbaja—.No,nosoyextraño…Soyciego.

—¿Ciego?—repitió ella con voz temblorosa, como si la palabra que elniñopronuncióenvozbajahubiese sidoun fuertegolpepara sucorazóndeniña.

—¿Ciego?—dijoconvozmástemblorosatodavía.Yelpobreniñociego,como si hubiese querido buscar protección en el sentimiento de infinitacompasiónquenacióensupecho,seabrazóalcuellodelaniña,reclinandolacabezaensupecho.

Consternada por aquel súbito y triste descubrimiento, lamujercita no semantuvopormástiempoalaalturadesucalma;setransformóenunapobrecriaturillayprorrumpióensollozosyenamargollanto.

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Asítranscurrieronalgunosminutos.

Laniñahabíacesadodellorarysólodevezencuandosollozaba.Conlosojosllenosdelágrimascontemplabaelsol,quecomosigiraseenlaatmósferaenrojecidadelapuestadesaparecíatraslalíneaobscuradelhorizonte.Todavíabrillóporunmomentounrayodoradodelglobodefuego,luegosóloalgunaslíneasluminosas,yseobscurecieronloscontornosdelbosquelejano.

Subíadelríounasuavefrescura,ylacalmadelanochequeempezaba,ibareflejándose en la cara del ciego. Éste permanecía con la cabeza inclinada,visiblementesorprendidodequeunapersonaforasterafuesetancompasiva.

—Te compadezco —dijo la niña sollozando aún, como si tratase dedisculparsudebilidad.

Y después de haberse reprimido, trató de entablar conversación sobrealgúnotroasuntoquenolesimpresionaratanto.

—Sehapuestoelsol—dijo.

—Yonosédequémodoeselsol…Losientoynadamás—lerespondióelniñotristemente.

—¿Nolosabes?

—No.

—Peroatumamá¿laconoces?

—Sí,laconozco.Hastalaconozcoenelpaso.

—Cierto.Yotambiénconozcoalamíaconlosojoscerrados.

Laconversaciónsehizomástranquila.

—Oye—empezóadecirelciegoconciertavivacidad—,yosientoelsolysécuándosepone.

—¿Cómopuedessaberlo?

—Sí,porque…¿ves?…nosédequémodo…

—¡Ah! —exclamó ella completamente satisfecha de esta respuesta. Yamboscallaron.

—Yoséleer—dijoluegoelniño—yprontoempezaréaescribircontinta.

—¿Cómo puedes…? —preguntó la niña y se detuvo, porque no quisoterminarlapreguntaempezada.Peroéllacomprendió.

—Leoenmilibroconlosdedos—aclaróelniño.

—¿Conlosdedos?Yonuncaaprenderíaaleerconlosdedos.Bastantemecuesta leer con los ojos. Mi papá dice que las mujeres comprenden

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difícilmentelaciencia.

—Tambiénséleerfrancés.

—¡Eres un sabio!—exclamó la niña, de todo corazón—.Pero temoquepillesunresfriado.Selevantaunagranbrumadelrío.

—¿Ytú?

—Yonotengomiedo.¿Quépuedesucedermeamí?

—Tampocoyotengomiedo.¿Acasoseresfríamásprontounhombrequeunamujer?EltíoMaxdicequeelhombrenohadetemernada;nielfríonielhambrenilostruenosnilosrelámpagos.

—¿EltíoMax?¿Elqueandaconmuletas?Yalehevisto…¡Eshorrible!

—Noeshorrible.Esmuybueno.

—¡Es horrible, es horrible!—insistió ella—. Tú no lo sabes, porque nopuedescontemplarle.

—Peroleconozco.Élmeenseña.

—¿Ynotepega?

—Nomepeganimeriñenunca.

—Claro está. ¿Por ventura se puede pegar a un niño ciego? ¡Sería unpecado!

—Nome pega, ni pega a nadie—dijo el niño distraído, porque su oídofinísimohabíaescuchadolospasosdeJojem,queseacercaba.

Enefecto;prontoselevioyseleoyógritar:

—¡Señorito!

—Tellaman—dijolaniñalevantándose.

—Sí,peronoquieroirme.

—Vete,vete.Mañanairéaverte.Ahorateesperanati,yamítambién.

Lavecinitacumpliósupalabra,yaunmásprontodeloquePiotresperaba.A lamañana siguiente, cuando éste en su habitación estaba con el tíoMax,dandolaleccióncomodecostumbre,Piotrlevantódeprontolacabezaydijovivamente:

—Permítameuninstante.Havenidolaniña.

—¿Qué niña?—preguntó sorprendido el tíoMax, acompañando al niñohacialapuerta.

LanuevaamigadePiotrhabíaentradorealmenteenlacasa,yalverpasar

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aAnaMijáilovna,seacercóaella.

—¿Quéquieres,niña?—ledijoAnaMijáilovna,creyendoquelaniñatraíaalgúnrecado.

Laniñaletendiólamanoyledijo:

—¿Viveaquíelniñociego?

—Sí —respondió la señora Popelski mirándola con amabilidad yadmirandoelairedepersonamayorqueteníalaniña.

—Puesmimadremehadadopermisoparaveniravisitarle.¿Puedoverle?

EnestemomentosalióPiotrseguidoporeltíoMax.

—Eslaniñadeayer,mamá.Yateloexpliquétodo—dijoélysaludándolaañadió—:Sólotengounahoradetiempo.

—Bien,eltíoMaxnoseráexigentehoy—dijoAnaMijáilovna—.Yaselopediréyo.

Entretantolaniña,queparecíaestarensucasa,sedirigióaltíoMax,queseacercabaapoyadoensusmuletas.

—Hacemuybienustedennopegar alniñociego.Yame lohadichoélmismo.

—¿Es posible, señorita? —preguntó el tío Max con cómica seriedad,mientras cogía con su gruesa mano la manecita de la niña—. Muchoagradezcoamidiscípuloquehayahechoformarbuenconceptodemíaunadamatansimpática.

EltíoMaxreíayacariciabalamanecitadelaniña,mientraséstaledirigíasufrancamirada,queganóenseguidaelcorazóndelanciano,porlogeneralgranenemigodelasmujeres.

—¿Noloves?—dijoconsignificativasonrisadirigiéndoseasuhermana—,Piotryaserelacionaindependientementedenosotros.Yhayqueconfesar,queaunquenopuedever,nohaelegidomal.¿Noesverdad?

—¿Qué quieres decir con esto, Max? —preguntó seriamente la señoraruborizándose.

—¡Era una broma! —contestó su hermano lacónicamente al ver queacababadetocarunpuntodoloroso,unpensamientosecretoquehabíapasadovelozmenteporelcerebrodelamadre.

Ana Mijáilovna se volvió más colorada todavía; se inclinó con rapidezhacialaniñaylabesóapasionadamente.Laniñarecibiólainesperadacariciaconlamismamiradafrancayenciertomodoadmirada.

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IV

Transcurrieronalgunosaños.

En la casa del ciego no había variado nada. Los árboles del jardínmurmuraban como antes, aunque sus hojas hubiesen tomado un color másobscuroyestuviesenmásespesas;lasblancasparedesresplandecíantodavíaaldarleselsol,ycomoantescontinuabasonandoenelestablolaflautadeJojem,aunquealmozo,yaviejo,legustabamásescucharalseñoritocuandotocabalaflautaoelpiano.

Piotrsehabíavueltomássabio.ComolosPopelskinoteníanmáshijoqueelciego,éstecontinuósiendoelcentroentornodelcualgirabalacasaentera.Éstayladelvecinoconstituíantodoelmundodelniño,quepasabaunavidamuytranquila.Asícrecía,comounaplantadeinvernadero,acubiertodetodoslosvientosdelmundoexterior.

Como antes, se hallaba en medio de una esfera infinitamente obscura.Encimade él, a su alrededor, por todas partes, nohallabamásque tinieblasilimitadas.Perosuorganizaciónsensibleydelicadasehacíacargohastadelasimpresionesque,pordecirloasí,apenaspresumía.Enelestadodesuespíritu,esta sensibilidadsemanifestabadeunmodomuypreciso;parecíalealciegoque las tinieblas, nunca en reposo, se movían a su alrededor, y penetrandodentrodeélseponíanencontactoconaquelalgoespecialquetantolepesabayleoprimía.

Laobscuridadconocidayuniformedelacasadesuspadresresonabaenelmurmullo del antiguo jardín y producía comopor encanto en su espíritu unsentimiento indeterminado y tranquilizador. El mundo lejano con todos susvientos tempestuosos no podía entrar allí. El ciego sólo le conocía por lascancionesyporlahistoria.Entreelrumordelosárbolesyentrelacalmadelavidadel campo,únicamente sabía la existenciade la vidadelmundopor loquedeellahabíaoídocontar.Veíalotodocomoentrebrumas,lejano,comoloquediceunacanción,unatradición,uncuento.

Parecíaquetodoibabien.Lamadreveíaqueelespíritudesuhijo,aunqueestuviese separadodelmundo exterior por todos lados comopor unapared,hallábase con todo en un estado tranquilo, como en una especie de sueñomágicoyartificial.Ylamadreseguardabamuybiendedespertarle.

Evelina,puesésteeraelnombrede laniñavecina,que ibacreciendosinquenadiesefijaraenello,contemplabaaquellapazconsusojosazules,enloscuales aunque a veces se leía una duda, una pregunta sobre el porvenir del

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niño,nunca,sinembargo,senotabaniunasombradeimpaciencia.

Popelski,elpadre,gobernaba lacasaconadmirableorden,peronohabíapensadograncosaenel futurodesuhijo.Únicamenteel tíoMaxeraquien,dadosucarácter,congran trabajopodíasoportar lapaz, lacalma,ysino laturbaba, era porque la consideraba necesaria, pero transitoria. Juzgabaindispensable robustecer el espíritu del niño a fin de que se encontrase endisposiciónderesistirelcontactodelavidareal.

Mientrastanto,lavidabullíafueradeestecírculoencantado,yalfinllegóelmomento que juzgó a propósito el viejomaestro para abrir la puerta delinvernáculo,afindequeentraraenélunafrescaráfagadelmundoexteriorylibre.

Paradar comienzoa suplan, invitóaque levisitaraaunantiguoamigoque vivía a setenta verstas de allí. Ya antes había ido a verle Max, perosabiendo que en Stavrushenko había algunos jóvenes, convidó a todo elmundoaquefueraacasadelosPopelski.

Con tal motivo, las conversaciones, las disputas, el movimiento depreguntas,esperanzasyopinionesdela juventudsepresentaronalciegoconfuerza y de un modo inesperado. Al principio escuchó con sorpresa yentusiasmo,peroluegodebiónotarqueaquellasolasdevidapasabanporsulado sin tocarle. Nadie se dirigía a él, nadie le pedía su opinión, y prontocomprendióqueestabasolo,entristísimoaislamiento,tantomástristecuantamásanimaciónreinabaenlacasa.

Apesardeello,escuchabatodoloqueparecíanuevo;suscejascontraídasysucarapálidaponíandemanifiestolomuyexcitadaqueestabasuatención.Pero sus observaciones eran tristes, porque en la tarea de su entendimientohallabaamarguraydificultades.

Cierta noche, uno de los tres jóvenes de Stavrushenko hablabaapasionadamente, con excitación juvenil, con el valor del que desafía elporvenir sin temer, sin reflexionar. En este valor, en esta pasión existía unafuerzamisteriosaqueparecíacapacitarleparaemprendercualquierluchaconlaseguridaddeltriunfo.

Evelina,queestabaconellos,seruborizó;comprendióquetodoaquelloleibadirigido,aunqueeloradornoparecíadarsecuentadeello.

EljovenseguíahablandoyEvelinaleescuchaba,inclinadalacabezasobrelalaborquequedabaensuregazo;susojosbrillaban,sucaraardía;sucorazónlatíaconfuerza.Peroprontosusojosperdieronelbrillo,palideció,apretóloslabios, su corazón siguió latiendo fuertemente y apareció en su rostro unaexpresióndemiedo.

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Lajovenseespantó,porqueconlasardientespalabrasdeljovenestudianteaparecióunaampliaesferadeacciónenelmundolejano.

Sí; hacía mucho tiempo que había oído su voz atractiva, aunque no lahubieseentendidomuybien;sentadaenunbancoaisladoentrelassombrasdelantiguo jardín, había pasado largas horas abstraída, pensando en deseos yesperanzas imposiblesde realizar.Ahoraaquelmundo lejanose leacercaba;nosólolaatraía,sinoquelallamabadirectamente.

Entoncesmiróalciegoysesintióheridaenlomáshondodelcorazón.Elciegopermanecíaquieto,reflexionando…parecíaestaroprimido.

«Lo ha comprendido», se dijo la joven, y un frío intenso recorrió sucuerpo.

Poruninstantecreyóvivirenaquelmundolejanoyanimado,mientrasélsoloycabizbajopermanecíaenelmismolugar,no…allíenlacolinitacercanaalríodondeellalloróundíaconelcieguecito.

Y tuvomiedo, como si alguienquisiese arrancar aquel puñal de suviejaherida.PensóenlaspenetrantesmiradasdeltíoMax…Perono,ellasabíaelprimerpasoquehabíadedar;luego,mástarde,veríaloquesepudierahacerenelmundoyenlavida.

La joven respiró con fuerza, como si después de un trabajo fatigoso lefaltara aire a su pecho. No sabía si el estudiante hablaba todavía o habíacallado…MiróhaciaellugarqueocupabaPiotr,peroéstehabíadesaparecido.

Existíaeneljardínunmolinoviejoyabandonado.Hacíamuchosañosquenofuncionaba;susmaderassehallabancubiertasdemusgoyal travésde lapresapasabannumerososhilillostransparentes.Eraellugarfavoritodelciego.Allípermanecía largashorasescuchandoel rumordelagua,quesabía imitarmuy bien en el piano. Pero aquella noche estaba pensando en algo muydistinto;sepaseabadeunladoaotronerviosamenteyconlainquietudpintadaenelrostro.

Aloírlosligerospasosdelajovendetrásdeél,sedetuvo.Evelinapusolamanoenlaespaldadelciegoylepreguntóconseriedad:

—¿Quétienes,Piotr?¿Porquéestástantriste?

El joven sevolviódeespaldas en seguidaypaseóotravezdeun ladoaotro del jardín. La joven le siguió, sin apartarse de su lado.Comprendía susilencioyavanzabacabizbaja.

Desde la casa una canción llegaba a sus oídos. Una voz joven y fuertecantabael amory ladicha,y lasnotas resonabanenel silenciode lanochedominandoelrumordelashojasdelosárboles.

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Allí había gente feliz que gozaba de una vida hermosa y sonriente. Ellaacababadedejarles,cegadapor lasesperanzasde lavida,mientrasélestabamuy lejos.Ellanohabíanotadoqueél semarchase,y ¡quién sabe lo largosquealciegolehabríanparecidolosinstantesquepasóasolasconsuaflicción!

Todo esto es lo que pensaba Evelina mientras andaba al lado de Piotr.Nunca le había sido tan difícil iniciar con él una conversación; perocomprendíaquesusolapresenciacalmabalapenadeljoven.

Poco a poco la cara del ciego fue tranquilizándose. Sentía a su lado lospasos de ella, y poco a poco también su dolor dejó imperar nuevossentimientos.Insensiblementeibaentregándoseaellosporcompleto.

—¿Quétienes?—repitióEvelina.

—Nadadeparticular—respondióélconamargura—.Parecequeestoydesobraenelmundo.

Lacancióndelacasahabíacesadoyempezabanacantarotra.Devezencuando parecía detenerse el canto; se hacía una pausa; esperanzas y deseosveladosdominabanelpensamiento,yunanuevamelodíaturbabaelsilenciodelanoche…

Eljovensedetuvoinvoluntariamenteyescuchó.

—Oye—dijopensativo—,avecescreoque losancianos tienen razónalasegurarquetodoempeoradeañoenaño.Anteslosciegosestabanmejor.Yo,envezdetocarelpiano,hubieratocadolaguitarra,yendoerrantedeunpaísaotro.Rodeadodelagentedelpueblo,cantaríalashazañasdelosantepasados.Tambiényoseríaentoncesalgo;mividatendríaalgúnobjeto…

Losojosazulesdelajovenseabrieronmásatemorizadosaúnysellenarondelágrimas.

—Todoesoesdebidoalaspalabrasdelestudiante—dijoconfusamente.

—Sí—respondió el ciego pensativo—. Es tan… tan bueno, tan guapo,tieneunavoztanhermosa…

—Sí; es un muchacho de talento —consintió Evelina pensativa, perosúbitamente, como si quisiese corregirse, dijo con exaltación—: ¡No, nomegusta de ninguna manera! Es demasiado presuntuoso y hasta tiene la vozásperaydesagradable.

Piotrescuchóasombradosemejanteexclamación.Lajovengolpeóelsueloconsulindopieycontinuódiciendo:

—Todo eso no es más que tontería. ¡Ideas del tío Max! ¡Hombre másantipático!

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—¿Quétienes,Evelina?—preguntóelciego—.¿QuéculpatieneentodoestoeltíoMax?

—Porcreerseútil,yafuerzadepensar,sehaendurecidoelpococorazónque tenía. ¡Te lo ruego, nome hables de esta gente! ¿Quién les ha dado elderechodedisponerdelasuertedelosdemás?

Callódeprontoysepusoallorarcomounaniña.

Elciego,compasivoysorprendidoalmismotiempo,letomólamano.Laexcitacióndelajoven,quesiempreestabatantranquilayserena,eraalgoqueno esperaba ni podía explicar.Observaba su llanto y el extraño sentimientoqueelllantodelajovendespertabaensupropiocorazón.SúbitamenteEvelinasedeshizodelasmanosdeélyvolvióasorprenderle.Sereía.

—¡Qué tonta he sido! ¡Por qué simplezas he llorado!—y se enjugó laslágrimas—. No; seamos justos; los dos son buenos. Lo que ahora mismodecía,tambiénesbueno,peronoparatodos.

—Paralosquepuedan—respondióelciegoconvozsombría.

—¡Tontería!—dijo la jovenenvozbajayentre llorosayrisueña—.QuelucheeltíoMaxcuantoquieramientrasviva.Peronosotros…

—Nodigas«nosotros».Túeresmuydiferente.

—Nolosoy.

—¿Cómo?…

—Porquetútecasarásconmigoyseremosunosolo.

Elciegocallósorprendido.

—¿Yo?…¿Contigo?¿Esdecirquequieressermimujer?

—¡Naturalmente! —respondió con rapidez y calor la joven—. ¿No haspensadonuncaenesto?Puesesmuysencillo.Ysino¿conquiéntecasarías?

—Es verdad —dijo el joven con algún egoísmo, pero en seguida secorrigió—. Escucha, Evelina, ahora mismo hablaban de las jóvenes en lasciudades;atiseteabriríaunavidahermosa,espléndida,yyosoy…

—¿Qué?

—¡Ciego!—añadióél.

Lamuchachaserioybajólacabezapensativa,comosiquisieseescucharloquepasabaensuespíritu.

Noseoíaruidoalguno,aexcepcióndelmurmullodelagua.Ydevezencuandohastaelmurmullomenguabayparecíacesardeltodoalgunasveces.

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Con las palabras atrevidas e inesperadas de la joven se iluminó aquellanubeobscuraquepesabasobreelcorazóndelciego.Elsentimientoindefinido,inadvertidamentedespertado,quedesdemuchotiempodormíaensupecho,selepresentóconformasrealesyprecisasyllenóyfortaleciótodosucorazón.¿Podíadejardealegrarse?

Porbreveratopermanecióinmóvil.Luegolevantólacabeza,ypusoentrelas suyas la delicada mano de la joven. Al ciego le parecía extraño que elapretón de manos de ella fuese tan distinto de antes; le llegaba a los máshondos rinconesdel corazón.En lugar deEvelina, la amigade su juventud,adivinabaenellaunnuevoser.

Pensabaenelllantoqueacababadederramaryleparecíaquelajoveneramásaltaymás fuerte, apesardehaberlaobservadodébily llorosa.Conunmovimientodeternuralaatrajohaciaélylealisóloscabellos.Leparecíaquelaamarguradesudolorhabíadejadodesentirseensucorazón;leparecíaquenoqueríanideseabanadayquesóloporellaexistíaenlaactualidad.

Denuevoseoyólavozdelruiseñoryentreelsilenciodeljardíndormidoresonabansuscantosmelodiososysiemprevariados.Lajovensedesprendiódelosbrazosdelciego.

—Tenemosquevolveracasa,amadomío.

Él no respondió y respiró con fuerza. Oyó que ella se arreglaba loscabellos; su corazón latía con fuerza, pero con regularidad y con unsentimientodebienestar.Sintióquesusangre,enardecida,llevabaatodaslasfibrasdesucuerpounafuerzanueva.Cuandoalcabodeunminutolajovenledijo:—Ven, volvámonos a casa—escuchó con deleitosa sorpresa la amadavozqueleparecíatannuevaytanamiga.

Todossehabíanreunidoenlasalita;sólofaltabanelciegoyEvelina.EltíoMaxconversabaconsuviejocompañero;losjóvenespermanecíansilenciososal lado de la ventana. Max, durante la conversación, miraba la puerta confrecuencia. La señora Popelski parecía esforzarse en cumplir los deberes deseñora de la casa y en ser amable con los huéspedes, y solamente el señorPopelskiempezabaacabecearcomodecostumbre—gordoyconsuaspectodebuenhombre—,sentadoensusillónesperandolahoradecenar.

Cuandoseoyeronpasosenelpatioquemediabaentreeljardínylasala,todosdirigieronlamiradahacialapuerta.EntrelaobscuridadseviolafiguradeEvelina,quesubíalostramosseguidadelciego.

Sediocuentalajovenquetodoslamirabanconatención.Atravesólasalaconsuacostumbradopaso,ysólocuandosumiradaseencontróconladeltíoMax,sonrióunmomentoy lucióensusojosel triunfoyciertaexpresióndeburla.Max se puso a reflexionar y respondió desconcertado a una pregunta

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quelehicieron.LaseñoraPopelskimirabaasuhijoconexcitación.

Elciegoparecíaseguiralajovensinsaberdóndelellevaba.Alllegaralapuerta se detuvo como embelesado, pero en seguida entró en la sala, laatravesórápidamente,aunqueconairedistraído,sesentódelantedelpianoyloabrió.

Seveíapalpablementequehabíaolvidadodóndeestabayquenosedabacuenta de que hubiese gente en la habitación; iba instintivamente hacia suamadoinstrumentoparaexteriorizarlossentimientosqueledominaban.

Pasó con ligereza las manos por encima de las teclas y tocó algunosacordes. Parecía que dirigiese una pregunta en parte al piano, en parte a supropioespíritu.Luegosedetuvopensativo,yenlasalitanoseoyónielmásligerorumor.Lanochemirabaaltravésdelasobscurasventanas;alláyacullá,desdeel jardín, lashojasverdesde losárbolesmirabancuriosamente la salailuminadaporlaluzbrillantedelalámpara…Losoyentes,preparadosporlosacordesqueacababandeescucharytambiénanimadosenparteporelespírituquelucíaenlapálidafrentedelciego,esperabansilenciosos.

Piotr permanecía inmóvil. En su espíritu bullían, como olas agitadas,sentimientosmuy distintos. Le había arrastrado consigo el torrente de aquelmundodesconocido,arrastrándolelasolascomoarrastranlasolasdelmarlabarcaquetiempohareposabaenlaplaya.

Los ojos ciegos se dilataron, brillaron y se enturbiaron de nuevo. Pudocreerse por un momento que su alma no podía dominar lo que con ávidaatenciónescuchaba.Peroluegotembló;tocólasteclas,dominadoporelpoderdelnuevosentimientoqueleinvadíaconfuerzayabandonósecompletamentealasnotassimples,temblorosas,armoniosas,deadulaciónydeamenaza.

Enaquellosacordesseconcentrabantodaslasideasquepocosmomentosantes pasaron por su espíritu, al reflexionar en su pasado silenciosamente.Oíanselavozdelanaturalezaviviente,elruidodelviento,losmurmullosdelbosque y del agua y aquellos sonidos tan tristes, ruidos misteriosos quemuerena lo lejos…Todosestoselementosseuníanysehacíancomprenderconlabasedelsentimientopropioyarraigado,queensanchaelcorazónyalcuales imposibledarunnombre,seaelquefuere.¿Eraañoranzao tristeza?¿Qué motivo podía tener? ¿Era alegría? ¿Por qué, pues, era tanextremadamentetriste?

Elcaucequedeunmodomarcadosiguióelsentimientomusicaldelciego,fueaquélquelehizoporprimeravezaccesiblelamúsica,yquemástardesefijómásaúnconlasleccionesdesumadre;eralamúsicapopularquesiempreresonabaensuespíritu,inspiradaenlavozdelatierra.

Y también, después, cuando tocó una pieza que había aprendido,

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armonizando con ella su sentimiento, ya de manifiesto en los primerosacordes, algo chocante, vivo y especial, se producía en los oyentes unsentimiento de alegría y de sorpresa a la vez. Pronto aquel precioso estilomusicaldominóa todosysolamenteelhijomayordeStavrushenko,músicodeprofesión,escuchabaalpianistaconairesdecríticoparaadivinarquépiezaeraaquéllayparaanalizarelsistemadelpianista.

Losojosdelosjóveneslucíanvivamente,susrostrosestabanacaloradosyensusespíritusbullíanpensamientosdeunadichaydeunavidadesconocidas.Hastaenlosojosdelescépticobrillóelentusiasmo.YelviejoStavrushenko,dándoleconelcodoaMax,ledijoenvozbaja:

—Hayqueconfesarquetocamuybien,¡admirablementebien!

Ana Mijáilovna contemplaba con aire interrogador a Evelina. La jovenhabíadejadocaerlalaborsobreelregazoymirabaalartistaciego;peroensusojoslucíaunaentusiastaatención.Comprendíalossonidosasumodo;oíaelruidodelaguaenlapresayelmurmullodelashojasenelpaseoobscuro.

Noobstante,enlacaradelciegonoseleíaseñalalgunadelentusiasmoqueanimaba a sus oyentes. La última pieza no le proporcionó tampoco lasatisfacción que buscaba. En las últimas notas expresaba una preguntasilenciosa,unaduda,unaqueja.

Entoncesresonaronen lasalagrandesaplausos.ElancianoStavrushenkoabrazóaljovenmúsico.

—¡Tocasmagníficamente!¡Divinamente!

Los jóvenes le estrecharon la mano con entusiasmo. El estudiante leprofetizóungranporvenirdegloria.

—Sí, es cierto—añadióelhermanomayor—.Ustedha logradodominardeunmodoadmirableelcarácterdelascancionespopulares.Havividoensuatmósferaylasdominaporcompleto.Perodígameusted,¿quépiezaeslaquehatocadoúltimamente?

Piotrnombróunapiezaitaliana.

—Esomeparecía—respondióeljoven—.Enciertomodolaheconocido,pero usted tiene un estilo propio; algunos la tocaránmejor que usted; perocomoustednolahatocadonadie.

—¿Cómo puedes creer que habría quien la tocasemejor?—preguntó suhermano—.Yohabíaoídoyaestapieza.PerohoyhemosoídounaespeciedetraduccióndelitalianoallenguajedelapequeñaRusia.

El ciego escuchaba con atención. Por primera vez era el centro de unaconversaciónanimadayconociósupropiovaler.

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«¡Tambiényopodréseralgoenlavida!»

Estaba sentado en su silla, con la mano sobre el teclado, y de prontopercibióqueenmediodelaanimadaconversaciónotramanocalientetocabalasuya.Evelinaselehabíaacercadoyledijoenvozbajaycontonodealegreentusiasmo:

—Yalooyes.Tambiéntútienesunobjetivo.¡Sipudiesesverlaimpresiónqueproducesenlagentecuandotocas!

Aloírestoelciegotemblódepiesacabezayselevantó.

Nadieobservóestabreveescena,aexcepcióndesumadre,queseruborizócomosihubieserecibidoelprimerbesodeunamorjuvenilyapasionado.

El ciego permaneció en el mismo sitio con la cara pálida. Estabafuertementeimpresionadoporsuinesperadayrecientedicha;talvezsentíalaproximidaddeuntemporalcuyasnegrasnubesparecíaqueselevantaranenelfondodesuespíritu.

V

Al día siguiente el ciego se despertó muy temprano. El silencio másprofundoreinabaensualcobayenlacasanoseoíamásqueelcomienzodelas diarias tareas; por la ventana, que había quedado abierta aquella noche,entrabaelfrescodelamañana.Nopensabaelciegoenlosacontecimientosdeldíaanterior,perosesentíaanimadodenuevosydesconocidossentimientos.

Permanecióalgunosminutosenlacama.

—¿Quéme ha sucedido?—pensaba acordándose de las palabras que lehabíadicholajovenenelmolino—:¿Nohabíaspensadonuncaenesto?¡Eresmuyextraño!

No,elciegonohabíapensadonuncaenaquello.LapresenciadeEvelinalesatisfacía,lealegraba;perohastaeldíaanteriornosehabíafijadoentalcosa,comonadie se fija en el aire que respira.Las sencillas palabras de la jovenhabían caído en su espíritu cual una piedra en la superficie tranquila de lasaguasdelestanque;unmomentoantesestabanlisasyreflejabanlaimagendelsoly el azuldel cielo; cae lapiedra, la superficie cristalina sequiebray lasaguasseremuevenhastaelfondo.

Conrapidezselevantó,sevistió,yporloscaminoscubiertosderocíosedirigió al viejomolino.El agua seguía entretejiendo espuma ymurmurandocomoeldíaanterior,ytambiénmurmurabanlashojasdelosárbolescercanos

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altorrente.Nuncahabíasentidolaluzdelsoltanclaramentecomoentonces.Leparecióquejuntamenteconlasensacióndelaromaagradableyhúmedoydel fresco de la mañana sentía los rayos risueños del sol penetrando en suinterioryexcitandosusnervios.

Pero además de esta excitación alegre, notó algomás en el fondo de sucorazón; algo inexplicable. No se fijó al principio, mas a pesar de esto, elsentimientoparticularsurgiódelfondodesuespíritu,ydelmismomodoquedeunanubécula blanca se formaunnubarrónobscuroy amenazador, así seformóelnuevosentimientoyseexplayóenlágrimas.

Creciendo intensamente por momentos la nueva afección, llegó a ser laobsesión dominante de su espíritu. Oyó las palabras de la joven, sintió suscabellosdesedabajosusdedosysobreelpecholoslatidosdesucorazón…Pero aquel sentimiento extraño parecía que hubiese tocado con manodestructoraaesaimagen,haciéndoladesaparecer,matándola.

Envanoseibaalmolinoypasabaallílargashorasqueriendoacordarsedelavoz,laspalabrasylosmovimientosdelajoven.Nopodíareunirtodosesoselementosenunconjuntoarmónico,ni lograraquelsentimientoquelehabíahechotanfeliz.Yadesdeunprincipio,enelfondodeesesentimiento,habíaunagotadeotracosaindeterminada,queluegohabíacrecidodominándole.Elsonido de la voz de la joven se había extinguido; todas las impresiones deaquellanochefelizhabíandesaparecidoyensulugarnoquedabamásqueuntristevacío.Desdeelfondodelalmadelciegoselevantabaunvivodeseodellenareseabismo.

¡Queríaverla!

Aquella piedra que despertó de su sueño las fuerzas dormidas, despertótambiénunafuerzaqueconteníaloscomienzosdeinfinitossufrimientos.

¡AmabaaEvelinayqueríaverla!

Cadadíaelciegofuevolviéndosemásretraído,yhastaEvelinanosabíasiensusmomentosdetristesreflexionesdebíahablarono.

—¿Creesqueteamo?—lepreguntóélundía.

—Yaséquemeamas—respondióella.

—Puesyonolosé—dijoélconvozsombría—.Nolosé,no.Antesestabasegurodeque teamabamásqueamímismo;peroahorano lo sé.Déjame;siguealosqueteconvidanavivir,antesqueseademasiadotarde.

—¿Porquémeatormentasasí?—sequejósuavementelajoven.

—¿Yoteatormento?—preguntóél,yensurostrosemarcóunaexpresiónespecial, mezcla de egoísmo y de compasión—. Pues sí; te atormento y te

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atormentaré durante toda la vida. Es preciso que lo sepas. Déjame.Abandonadmetodos,porqueyosólopuedoproporcionarpenasentruequedeamor.¡Quierover!—dijoalcabodeunratoconvozmássuave—.Quieroverynopuedodesprendermedeestedeseo.Siunaveztansólo,aunquefueseensueños,vieseelcieloylatierrayelsolytodoquedasegrabadoenmiinterior;sipudiesever amipadre, amimadre, a ti y al tíoMax,quedaría contento,seríafelizynomemartirizaríamásamímismo.

Un día el tíoMax encontró en la sala a Piotr y Evelina.Dominábale alciegounaexpresiónsombría,yelancianonotóenélseñalesdeaquellatristezamaliciosa que desde algún tiempo le invadía frecuentemente. Parecía quehabía llegado a necesitar nuevas razones para atormentarse a sí mismo yatormentaralosdemás.

—Escúchame, Piotr —dijo con tono serio el tío Max—. Piensa que terodeanpersonasque teaman.Túnohacescasodeelloysólosufresporqueeresdemasiadoegoístayúnicamentetepreocupasdetuspenas.

—¡Sí!—respondió Piotr con pasión—, ¡Sí!Así es, en efecto, pero obroinvoluntariamente.

—Si comprendieses que en elmundo hay penasmuchomayores que latuya,yqueencomparacióndeellastuvida,rodeadadeamorydecompasión,puedellamarsefeliz,entonces…

—¡No,no!—exclamóelciegoexaltado—.No;mecambiaríaporelciegomáspobre,porqueesmilvecesmásfelizqueyo.Alosciegosnoselesdebecuidar tanto…Esunerror…Lohepensadomuchasveces.Alosciegoshayque llevarlesa lacalleydejarlosallíparaquepidan limosna.Siyohubiesesido un ciego como éstos, ahora mi desgracia sería mucho menor. Por lamañana estaría ocupado contando el dinero obtenido y temiendo la escasez.Mealegraríaluegodelorecogidoymeesforzaríaenrecogerlonecesarioparalanoche.Sinololograse,sufriríahambreyfrío,ycontodoesonolograríaunmomentodelibertad;nomequedaríaningúnratoenquenomepreocuparanlos trabajos de la vida diaria, y con las fatigas del cuerpo padeceríamuchomenosdeloqueahorapadezco.

—¿Esocrees?—preguntóeltíoMaxconfrialdadmirandoaEvelina.

Lajovenestabaseriaypálidayenlamiradadelancianoseleíanelinterésylacompasión.

—Sí;estoyconvencidodeello—respondióPiotrcondureza.

—No quiero discutirlo —dijo fríamente también el tío Max—. Quizátengasrazón.Peroaunquefuesesmásdesgraciado,seríasalmenosmejordeloqueeresahora.Ahoranoeresmásqueunegoístaodiosoquesólopiensaensí

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mismo.

El anciano dirigió de nuevo una mirada compasiva a Evelina y saliócojeando.

A sesenta verstas de la propiedad de los Popelski, venerábase en unapequeña ciudad la maravillosa imagen de un santo de la Iglesia Católica.Todos los años, en su célebre festividad, durante el otoño, acudía una granmuchedumbrealaciudad;laantiguacapillavestíasedefloresyhojasverdes;en la ciudad se oía el alegre son de las campanas, los coches de losterratenientesinvadíantodaslascalles;yportodaspartes,encalles,plazasyhastaenelcampo,seveíangruposderomeros.

No solamente acudían a la ciudad los católicos. La fama de la imagenmaravillosa estaba muy extendida y hasta algunos ortodoxos enfermos ydescontentos, principalmente de las ciudades, iban allí en busca de socorroparasusdiversasnecesidades.

En la festividad consabida el pueblo rodeaba por completo la capilla. Sidesdeunamontañahubiesemiradoalguienelespectáculo,habríacreídoqueelcaminoqueibadelaciudadalacapillaeraunaserpientegigantesca,quesólode vez en cuando movía su cuerpo de mil colores. A uno y otro lado delcamino extendíase una larga línea de pobres que tendiendo la manoimplorabancaridad.

El tíoMax,apoyadoensumuletayPiotrdelbrazodeJojem,avanzabanlentamenteporlacarretera.Habíansedirigidoalmercado,ydespuésdehaceralgunas compras, se volvían a su casa. De pronto los ojos del tío Max seanimaron; había visto algo que le inspiró un rápido pensamiento, y el cojoabandonólacarreteraescogiendouncaminoqueconducíaalcampo.

Alejáronsedelbullicioyrumordelamuchedumbre;losgritosconquelosmercaderesjudíospregonabansusmercancías,elrodardeloscoches,todoelruido que se propagaba como una ola inmensa quedó detrás de ellos. Perotambiénenelnuevocamino,aunqueelmovimientoeramenor,seoíanpasos,traqueteoderuedasyanimadasconversaciones.

Piotr oía distraídamente los rumores todos; siguió obediente al tíoMax,abrigóse mejor porque sentía frío y continuó preocupado con suspensamientos,quenuncaleabandonaban.

Mas de pronto, en medio de su aislamiento egoísta, algo despertó suatención, y como si hubiese recibido una fuerte impresión, se detuvosúbitamente.

Hastaaquellugarllegabanlasúltimascasasdelaciudad,ylacarreteraquea ellas conducía se extendía entre campos y jardines. Algunas personas

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piadosashabíancolocadoallíunacolumnacon la imagendeunsantoyunalámpara,que,comonuncaestabaencendida,parecióhabersidocolgadaconelúnicofindequeelviento lahiciesebalancearycrujir.Alpiede lacolumnahabíasesituadoungrupodepobresciegosquelosrestantesmendigoshabíanobligadoahuirdeloslugaresmásconcurridos.Tendíansusplatosdemadera,ydevezencuandoresonabanentonolastimosolaspalabras:

—¡PorelamordeDios,unacaridadparaelciego!

Eldíaerafrío.Lospobresciegosestabanallídesdelamañana,recibiendosin cesar las ráfagas del viento. No podíanmezclarse con lamuchedumbrepara calentarse, y en sus voces, que iban turnando, se notaba un tonoconmovedor de amarga queja de su padecimiento físico y su completoabandono.Lasprimeraspalabraspodíancomprenderse,aunquecondificultad,pero las últimas salían de los pechos oprimidos sólo como un suspiro quemueredefrío.Masapesardetodo,lostonospostrerosycasiimperceptiblessonabanhondamenteeneloídodelostranseúntes,porquerevelabanlaquejadesumanifiestaytristedesgracia.

Piotrpalidecióysusfaccionessecontrajeron.

—¿Qué te ha espantado? —le preguntó el tío Max—. Éstos son loshombres felices que poco tiempo ha envidiabas; son ciegos que pidenlimosna…Verdadesquetienenfrío,perosegúntusideas,noimporta.

—¡Vámonos!¡Vámonos!—rogóPiotrtomándolelamano.

—¡Ah!¿Quieresirte?¿Nocabeentupechootrosentimientoenpresenciadeestosinfelices,delantedelsufrimientodelprójimo?Sialmenoslesdiesesalgo,comotodoshacen,aliviaríassupena.Perotúsólosabesblasfemarconlaboca llena. Envidioso, empequeñeces el dolor de los demás; y ahora que teencuentrasconél,quiereshuircomounaseñoritadelicadaynerviosa.

Piotrbajólacabeza.Luegosacóelportamonedasysedirigióalosciegos.Hallandoalprimeroconelbastón,buscóelplatoa tientas,dejandoenél suportamonedas. Algunos transeúntes se habían detenido y contemplaban consorpresaaaqueljovenesbeltoyelegantequedabaatientasunalimosnaalospobres que la recibían del mismo modo. El tío Max le miró arrugando lafrente,peronoasíJojem,quientuvoqueenjugarunalágrima.

—¿Porquéjugáisconelniño,señor?—murmuróJojemdirigiéndosealtíoMaxmientrasPiotr,pálidoyconmovido,regresabahaciaellos.

—¿Puedoirmeahora?—preguntó—.¡PorelamordeDios!

Maxsevolvióymarcharontodoscarreteraabajo.

El tío se sintió oprimido al ver el estado en que estaba su discípulo, yobservándole con atención se preguntó a sí mismo si habría sido tal vez

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demasiadocruelconPiotr.

Piotrseguíacabizbajoytembloroso.Unvientofríolevantabaelpolvodelascallesdelapequeñaciudad.

VI

Cuando Evelina dijo a sus padres que estaba resuelta a casarse con elciego,sumadreseechóallorar,ysupadre,despuésdehaberoradoanteunasantaimagen,dijoquesehallabaconvencidodequeaquéllaeralavoluntaddeDiosydequenoeraposibleotracosa.

Secelebróelmatrimonio,yPiotrcomenzóunavidatranquilayfeliz,peroensudichanofaltabaalgunaintranquilidad.

De vez en cuando, entre sus tribulaciones, despertaba en su espíritu laexclamacióndelosciegospobres,ysucorazónsentíacompasiónhondísimaysuspensamientostomabannuevogiro.

En la misma habitación en que nació Piotr reinaba gran quietud,únicamenteinterrumpidaporel llantodeunniño.Habíanacidoalgunosdíasantes.Piotrparecíacadavezmásabatidoporloconvencidoqueestabadelaproximidaddeunanuevadesgracia.

Elmédicotomóalniñoenbrazosy leacercóa laventana.Apartódeuntirónelcortinaje,yenseguida,consuinstrumento,examinódetenidamentealniño. Piotr permanecía en el fondo de la habitación, cabizbajo, oprimido ydominadoporsuideafija.

—Seguramente será ciego —repetía—. ¡Mejor hubiera sido para él nohabernacido!

El joven médico no respondió ni una palabra y siguió observando ensilencio.Alfindejóeloftalmoscopioyconvozclarayseguradijo:

—¡Lasniñasdelosojosseensanchan!¡Elniñove!

—¡El niño ve! —Piotr experimentó fortísima impresión. Aquelmovimientoprobabaquehabíaoídolaspalabrasdelmédico,peroajuzgarporla expresión de su fisonomía, hubiérase dicho que no las comprendía bien.Conmano temblorosa se apoyó en la ventana y permaneció allí con la carapálidaylacabezaalta,inmóvil…

Hastaaquelmomentosehabíahalladoenunestadoespecialdeexcitación.Peroentoncesparecíaquenofuesedueñodesímismo:todaslasfibrasdesucuerpotemblabandeexcitaciónydeesperanza.

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Siemprehabíatenidoconcienciadelaobscuridadquelerodeaba.Laveía,la sentía en toda su inmensidad. Aquellas tinieblas le oprimían, pesabanencimadelciego,queselasimaginabaensufantasía.Ysedirigíahaciaellasqueriendo proteger a su hijo delante del mundo en que se movíaconstantemente,delaobscuridadpenetranteeimpalpable.

Mientras elmédico siguió examinando al niño, él continuó en elmismoestado.Teníamiedo.Antesconservabaensuespírituunabriznadeesperanza;entonces elmiedo terrible y atormentador llegó a sumayor grado, puso entensión sus nervios excitados en extremo y desapareció la esperanza, quequedóescondidaenalgúnrincóndesuespíritu.

Mas de pronto oyó las palabras —¡El niño ve!— que cambiaronenteramente el estado de su alma. Desapareció el miedo y la esperanza seconvirtióenrealidad.Fueunapoderosasacudidaqueprodujoenelespíritudelciegoelefectodeunvivorayodeluz.

Yenseguida,despuésdeestevivísimorayodeluz,antesusojos,ciegosdenacimiento, se formaron singulares figuras. ¿Eran rayos luminosos? ¿Eransonidos?Nosabíadarsecuentadeello.Quizáseransonidosqueseanimaban,que tomaban formayque lucían como fulgores espléndidos.Brillaban,perocomo la bóveda del cielo encima de nosotros, como los rayos del sol en elhorizonte,semovíancomolahierbaverdedelasestepas,comoelfollajedelashayasmelancólicas.

Todoestoduróunsoloinstante,yelciegosóloconservóenlamemoriaelrecuerdodelassensacionesrecibidas.Seolvidódetodolodemás.Enloquepersistiófueenasegurarqueenaquelmomentohabíavisto.

Lo que vio, cómo lo vio y si verdaderamente vio, no se supo nunca acienciacierta.Muchosledijeronqueeraimposible,peroélpersistióenelloyaseguróhabervistoelcieloylatierra,asumadre,suesposayeltíoMax.

Permanecióalgunossegundosconlacabezaerguidayconlacaraanimadaporunaexpresióndevivaalegría.

Tenía un aspecto tan especial que involuntariamente todos le miraron yenmudecieron.Parecíalesatodosqueaquelhombreeramuydistintodelqueantes habían conocido. El hombre antiguo había desaparecido con el nuevomisterioqueselehabíadescubierto.Perosólolequedó,traselfugazinstante,unasensacióndefelicidadylaconviccióndehabervisto.

¿Eraposiblequerealmentehubiesevisto?¿Eraposiblequelasimpresionesluminosas,débileseindecisasqueporvíadesconocidatratasendepenetrarensucerebrorodeadodetinieblas,enaquelmomentoenquelamiradasedirigíahaciaellascontodalaenergíadesuespíritu,enunmomentodeéxtasisquesepresentó súbitamente, hubiesen llegado hasta su cerebro como una claridad

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brumosa?¿Habíanaparecidoverdaderamenteante susojoselcieloazulyelsolbrillanteylasaguastransparentesdelrío,conlacolinitaallado,enlaquecuando niño tanto había sufrido y llorado? ¿O únicamente era obra de sufantasía, que por encanto había creado montañas, y a lo lejos campos ymagníficos árboles, y el sol que iluminaba el cuadro total con sus rayosbrillantes,elsolquehabíacontempladoatodossusantepasados?

¿Quiénpodíasaberlo?

Él creía únicamente que se le había revelado aquel misterio, paradesaparecerenseguidaporcompleto.Enelpostrermomentosemezclaronlasnotasdotadasdeformas,moviéndoseysonando,temblandoymuriendocomosuena,tiemblaymuerelavozdeunacuerdaentensión;fuertealprincipio…más ligeradespués…menosperceptiblemás tarde…ymuere;enelespacioinfinito parece rodar algo, luego las tinieblas infinitas sin rastro alguno deluz…

Ymuere,enmudece,seapaga.

Obscuridad y silencio alrededor…, tratan aún de salir de las tinieblasalgunasfigurasindecisas,indeterminadas,perosinforma,sonidonicolor.

Deprontoelciegooyerumoresdelatierra.Creedespertar,perosigueconel mismo aspecto de viva emoción y alegría, estrechando las manos de sumadreydeltíoMax.

—¿Quétepasa?—preguntólamadreconvozangustiosa.

—Nada…creo…creoqueosviatodos…¿Noduermo,verdad?

—¿Yahora?—preguntó lamadre conemoción—.¿Teacuerdas? ¿No tedesaparecerádelamemoria?

Elciegosuspiróhondamente.

—No—dijoconvisibleemoción—.Perono importa,porque lohevistotodo,todo…¡hastaelniño!

Yperdióelconocimiento.Sucarapalideció,pero,noobstante,todavíaseleíaenellalaexpresióndeunadulcefelicidad.

Conclusión

EnKiev,durante la contrata, sehabía reunidounnumerosopúblicoparaoíraunmúsicooriginal.Eraciego,perolafamacontabamaravillasdeél.Enla sala no cabía ni un alfiler: estaba de bote en bote y el producto de lasentradas(queestabadestinadoaunobjetobenéficodesconocidodelpúblicoydel cual disponía un caballero anciano, pariente del músico) formaba unacantidadrespetable.

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En la sala reinó un gran silencio al aparecer en el proscenio un hombrejoven,deojosgrandesyhermososydecarapálida.Nadie lehabría tomadoporciego,si susojosnohubiesenpermanecido inmóvilesysino lehubieseacompañadouna señora joven,decabellos rubios,que segúnsedecíaera laesposadelartista.

—No es extraño que produzca tanta impresión—decía un oyente a suvecino—,ofreceverdaderamentesingularaspectodramático.

Yenefecto,sucarapálidaysuairepensativo,susojosinmóvilesytodosuaspectohacíanesperaralpúblicoalgunacosagenialyextraordinaria.

Sumaneradetocarestabaenarmoníaconlaimpresiónqueproducíaalservisto.Alterminarunaimprovisaciónsobremotivospopulares,todoelpúblico,entusiasmado,gritóyaplaudiófebrilmente.

El ciego, con la cabeza baja, escuchaba sorprendido aquel ruidodesacostumbrado.Perovolvióalevantarlasmanosytocódenuevo.Entodalasalareinóenseguidaelsilencio.

Enaquelmomentoentróel tíoMax.Contemplóconatenciónalpúblico,queparecíaanimadoporunsolosentimiento.Todoelmundodirigíalavistaalciegoconexpresióndeentusiasmoexaltado.

El anciano escuchaba y esperaba. Le parecía que aquella grandiosaimprovisación,quetanlibreyfácilmentebrotódelespíritudelciego,habíadeceder el paso como antes a algún pensamiento inquieto, a alguna preguntaenfermizaqueprodujeseunanuevaheridaenelcorazóndesudiscípulociego.Pero los sonidos cada vez eran más fuertes y llenos, y dominaban porcompleto los corazones de los espectadores, que latían hondamenteconmovidos.Ycuantomásescuchabael tíoMax,más leparecía conocer elsentidodeaquellacomposición.

«Sí, sí, es la algazara de la ciudad. El animado curso de gente se da aconocerenlamultiplicidaddelossonidos.Creceybajayllegaalfinaaquelruidolejano,peroperceptible,siempreigual,desapasionadoyfrío.»

DeprontoMaxtemblóhastalomáshondodelcorazón.

Bajolasmanosdelmúsicosonóunanotadequeja.

Apareció,semantuvoporalgúntiempoydesapareció.

Perono,noeraunaquejadelsufrimientopropio;noeralarepeticióndelosegoístasdoloresdelciego.Enlosojosdelviejoaparecieronlas lágrimas.Suvecinollorabatambién.

Flotando sobre la corriente animada de la ciudad, fría, hermosa,desapasionadaymovediza,resonabaenlasalaunsonidoquieto,yalmismo

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tiemporobusto,quellorabaydominabaloscorazonesdelosoyentes.

EltíoMaxconocióaquelsonido;eralavozdelciego:—¡PorelamordeDios,caridadparaunpobreciego!

Todos loscorazones temblabanaloíraquelgrito lastimero.Hacía tiempoquenoseoíaya;peroelpúblico,conmovidoporlosdoloresdelavida,seguíasumidoenhondosilencio.

Elancianobajólacabezapensando:

«Sí; ahora es todo un hombre. En vez de dejar crecer en su corazón unsufrimientociegoyegoísta,llevaenéllaspenasdelprójimo;lasoye,lasve,ysecreecapazdehacercomprenderalosdichososlaspenasdelospobresquepadecen.»

Yelancianoinválidofueinclinandolacabezacadavezmás…

Habíacumplidosumisiónydadofinasuobra;nohabíavividoenvano;selodecíanlospoderososacordesqueresonabanenlasalayqueseadueñabandeloscorazonesdelosoyentes…

Asídebutóelmúsicociego.

FIN