El Movimiento Sindical Venezolano Frente a La Situación Sociolaboral. Desafíos y Propuestas

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    Diciembre de 2011

    El movimiento sindicalvenezolano frente a lasituacin socio-laboral:desafos y propuestas

    Josu Bonilla Garca

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    El movimiento sindical venezolano frente a la

    situacin socio-laboral: desafos y propuestas

    Josu Bonilla Garca

    Caracas, Diciembre 2011

    Los anlisis y conclusiones contenidos en el presente documento son de la

    exclusiva responsabilidad del autor y en nada comprometen al Instituto

    Latinoamericano de Investigaciones Sociales (ILDIS) como organizacin que

    coordin su elaboracin y promovi su debate pblico.

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    Instituto Latinoamericano deInvestigaciones Sociales (ILDIS)Oficina en Venezuela de laFundacin Friedrich Ebert

    Av. San Juan Bosco, cruce

    con 2da Transversal deAltamira, Edif. San Juan, Piso 4,Oficina 4-B.Caracas, Venezuela.Telf.: (0212)2632044 / 2634080www.ildis.org.ve

    Director del ILDIS yRepresentante de la

    Fundacin Friedrich Ebert en VenezuelaHeinrich Sassenfeld

    Coordinador Institucional del documentoFlavio Carucci T.Jefe de Proyectos del ILDIS

    Asistente:Vernica Fortunato RodrguezAsistente de Proyectos del ILDIS

    Autor: Josu Bonilla Garca

    La impresin y reproduccin total o parcial de este documento es permitida,siempre y cuando se mencione el nombre de su autor y la institucin quecoordin su elaboracin.

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    ndice

    Introduccin: la situacin socio-laboral de Venezuela 1

    Sobre los principales retos del movimiento sindical: puntualizando losproblemas

    3

    El bono demogrfico y la capacitacin para el trabajo 3

    Salarios, inflacin y baja productividad 3

    Marco normativo 4

    Ruptura del dilogo y desequilibrio de poder entre los actores 5

    Desempleo y empleo precario 6

    Conflictividad laboral y sicariato sindical 7

    Convenciones colectivas 8

    El movimiento sindical: su pasado reciente y la necesidad de enfrentar elfuturo

    8

    El movimiento sindical en una encrucijada 12

    Conclusiones. El punto de partida hacia la unificacin (una visin) 14

    Bibliografa 17

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    Introduccin: la situacin socio-laboral de Venezuela

    Venezuela ha fracasado en el intento de transformarse de un pas rentista ydependiente a uno industrializado y productivo. Esto no es nuevo, pues losesfuerzos en este sentido datan de los aos 50. Sin embargo la situacin se haagravado durante la presente dcada, producto de una poltica econmica queincentiva la importacin de productos, debilitando al sector manufacturero ydescuidando polticas para el fortalecimiento de otros sectores como el de servicios(turismo o fomento de actividades basadas en el conocimiento). En concreto, noha sido posible la creacin de la infraestructura necesaria para garantizar lasoberana productiva (Lucena, 2011b).

    El comportamiento del principal indicador de productividad, el Producto InternoBruto (PIB), as lo refleja: especficamente el PIB del sector manufactura se

    incrementa significativamente entre 1950 y 1980: 221% en los 50, 114% en los60 y 97% en los 70. Sin embargo en las siguientes tres dcada (1980-2010) elcomportamiento del indicador se revierte pasando de un 15% de crecimiento enlos 80 a un 1% en los 90 hasta hundirse durante la primera dcada del siglo XXIcon un dramtico decrecimiento (-7%) (Lucena, 2011b). En definitiva todo ello setraduce en una prdida de empleos formales, protegidos por la seguridad social ylos convenios colectivos y en un debilitamiento del aparato productivo.

    El incremento de la dependencia de la industria petrolera, a lo que se suman laslimitaciones a la libertad empresarial y autonoma sindical, el desestmulo a lainversin, la inseguridad jurdica y un desequilibrio en trminos del intercambio

    comercial, enmarcan las relaciones de trabajo y de empleo de la Venezuela de hoy.El conjunto de estrategias, planes y polticas impulsadas desde el Gobierno a partirdel ao 1999 no han generado los resultados esperados.

    Las cifras del desempleo (8,8% -2do semestre 2011-) que afecta a ms de unmilln cien mil personas, no es el nico indicador que debe considerarse paraentender la verdadera situacin que se vive en esta materia (INE, 2011). Unaescasa capacitacin de los trabajadores1 y un crecimiento concentrado en lossectores menos productivos se unen a una alta tasa de precariedad que no permiteconectar el bienestar social con el crecimiento econmico. Al cierre de 2008, siete

    millones de personas (64% de la poblacin ocupada) se desempeaban enempleos precarios (Zuiga, 2010)2

    . Adicionalmente, el pas mantiene a ms decinco millones de personas en el sector informal de la economa, estando granparte de ellas en situacin de minusvala. A esto se suma la alta tasa de desempleojuvenil (jvenes entre 15-24 aos de edad), la cual ronda el 20%.

    1En 2008 solamente el 41% de la poblacin entre 15 y 64 aos contaba con bachillerato, nivel educativoformal mnimo para incrementar sus posibilidades de insercin en una ocupacin productiva (Zuiga, 2010).2La precariedad se mide en dos dimensiones: 1. subutilizacin del recurso humano disponible y 2. deficienciasde la insercin. El concepto de precariedad lo integran 5 indicadores. Dos de ellos responden a la dimensin

    subutilizacin del recurso humano: a) grado de utilizacin del recurso humano y b) duracin de la jornadalaboral (comnmente denominada subempleo). Mientras que las deficiencias de la insercin contempla: a)salarios, b) condiciones de ocupacin y c) beneficios laborales.

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    La cada del ingreso en trminos reales es otro indicador fundamental, la prdidadel poder adquisitivo expresada en el desequilibrio entre el costo de vida (inflacin)y los ingresos afectan las condiciones de vida de los trabajadores. En este sentidoresulta elocuente que el 45% de los trabajadores ocupados (alrededor de cincomillones de personas) tengan un ingreso igual o inferior al salario mnimo (Riutort,

    2008b).

    Pocas actividades econmicas han crecido amparadas por el sector privado; por elcontrario, en el sector pblico se ha generado un crecimiento de la nmina, la cualrene actualmente a ms de 2,3 millones de trabajadores. Esta cifra en trminosnominales no significa una mejora en la calidad de vida, ya que segn Ziga(2010), ms de la mitad (51,9%) de estos trabajos se cuentan como precarios.

    Un panorama sombro de inseguridad e incertidumbre incentivan el xodo deltalento humano que busca oportunidades en otras tierras; Venezuela ya no es unpas atractivo y actualmente enfrenta un problema muy grave: la fuga de cerebros.

    Esta prdida trae consecuencias, especialmente si se considera que un buennmero de los que se van del pas son cientficos, tecnlogos y profesionales decarreras importantes para la sociedad, tal como el caso de los mdicos.

    El constante ataque al movimiento sindical (MS)3

    como institucin, que se expresaen aspectos como la criminalizacin de la protesta y las restricciones a suautonoma, develan la estrategia del Gobierno de poner de rodillas a la dirigenciasindical. A esto se suma el clima de violencia e inseguridad que afecta alsindicalismo y que ha cobrado la vida de doscientos cincuenta dirigentes entre losaos 2005 y 2011, vctimas del sicariato o muerte por encargo.

    La alta conflictividad laboral es otro indicador clave; su crecimiento ha sidoimpresionante, especialmente a partir de 2006. De acuerdo a cifras de Provea(2011) en el ao 2009 se registraron dos mil (2000) conflictos, cifra que pas a2500 en 2010 y hasta el mes de octubre de 2011 ya alcanzara los 3000. Del totalde los conflictos registrados, 40% son laborales (unos 1.200) y de stos el 80% sepresenta en el mbito pblico. El nivel de conflictividad es slo un sntoma deldesequilibrio que caracteriza a las relaciones de trabajo, donde el Gobiernoimpone un protagonismo que asfixia al resto de los actores sociales. Prueba de elloes la imposicin de polticas pblicas, como la del incremento del salario mnimo,sin un proceso necesario de consulta y dilogo, las cuales terminan por convertirse

    en cascarones vacos de poco o ningn efecto positivo real (Bonilla, 2009). Por otraparte la gran cantidad de contratos colectivos vencidos, especialmente en el sectorpblico, es una tarea pendiente a la que el Gobierno ha venido dando largas,subestimando su importancia y desvirtuando su esencia como institucin.La actualidad del mercado laboral venezolano revela que, ante la falta dedinamismo de la economa, la estructura productiva sesgada hacia sectores menosproductivos, el incremento de la poblacin disponible para el trabajo y laprecariedad laboral, el pas debe enfrentar, en el corto plazo, graves problemaspara mejorar las condiciones de vida de la poblacin (Ziga, 2010).

    3Tal vez el trmino ms adecuado es movimiento de los trabajadores (MT) en el sentido de que resulta msinclusivo de mayor alcance, sin embargo para efectos de este trabajo utilizaremos como sinnimos:Movimiento Sindical (MS) y Movimiento de Trabajadores (MT).

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    Sobre los principales retos del movimiento sindical:puntualizando los problemas

    Partiendo de un diagnstico sobre el mercado de trabajo, es posible identificaralgunos puntos o reas temticas prioritarias que requerirn del anlisis y puestaen marcha de un plan de accin por parte del MS y sus representantes con laparticipacin activa de sus miembros. A continuacin se identifican los puntos mscrticos as como algunos de los retos que representan, que pueden servir de basepara la definicin de una agenda para el MS.

    El bono demogrfico y la capacitacin para el trabajo

    Actualmente Venezuela atraviesa por una dinmica demogrfica particulardenominada Bono Demogrfico, Ventana de Oportunidades o DividendoDemogrfico. El trmino es usado por los expertos para describir la consecuencia

    que trae una disminucin de la fecundidad y de la mortalidad de formacombinada. Consiste en un perodo de tiempo en el que las cohortes de jvenes(con edades comprendidas entre 0 y 14 aos) y las de mayores (60 aos y ms) sonms pequeas que las de personas en edad de trabajar (de 15 a 59 aos). Elaumento de la poblacin en edad de trabajar se manifestar cada ao hasta el2045, aproximadamente, lo cual genera mayor presin en el mercado de trabajo.Esto implica que el no desarrollar polticas pblicas para encarar el fenmenosignificara desaprovechar la coyuntura (Ziga, 2010). Esta situacin obligara agenerar empleos para absorber el crecimiento y desarrollar estrategias efectivas deformacin y capacitacin para el trabajo.

    Salarios, inflacin y baja productividad

    Otro aspecto importante que destaca como caracterstica del mercado de trabajo,tiene que ver con la prdida del poder adquisitivo del salario determinado por elalto nivel de inflacin, calificada como el peor impuesto de los asalariados. Engeneral se aprecia un incremento superior del ndice de remuneraciones del sectorpblico con respecto al sector privado. Es necesario alertar sobre la deformacinde la utilizacin de la figura del salario mnimo (SM), la cual se ha transformado deun medio para proteger a los sectores ms dbiles a un privilegio de ciertossectores del mercado de trabajo. Los esquemas de remuneracin tanto a nivelmacro como a nivel micro deben basarse en la equidad, por lo que resultanecesario plantear estrategias para no violar este principio. Tal como estn lascosas el SM lejos de convertirse en una referencia base sobre la cual se levantatodo el esquema remunerativo macro, se ha ido convirtiendo en una especie deimn gigante que concentra la mayor parte de la poblacin asalariada; endefinitiva, se ha transformado en un gran igualador o punto de equilibriosocial de valor negativo. Resulta notable el incremento en el nmero detrabajadores con ingreso igual o inferior al salario mnimo; el porcentaje de lapoblacin ocupada en esta condicin ha pasado del 10,6%, en 1996, al 44,9% en2008 (Bonilla, 2009). En el sector pblico el fenmeno tambin se hace patente,

    ya que el 70% de sus empleados ganan entre uno y dos salarios mnimos.

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    La productividad est ntimamente relacionada con el ingreso per cpita. Deacuerdo con cifras del Banco Interamericano de Desarrollo, el ingreso per cpita seduplicara si Venezuela estuviera cerca o aprovechara su potencial productivo, locual es clave debido a la relacin entre productividad y pobreza (BID). Otro dato deinters es que la productividad tiene una relacin positiva con el tamao de las

    empresas e inversa al nmero de trabajadores informales y/o por cuenta propia(cuya productividad per cpita es menor). Ante ello, resulta imperativo:

    Incrementar los niveles de productividad y definir indicadores que sirvan debase para el seguimiento control y generacin de polticas pblicas.

    Reducir y controlar la inflacin. Insistir en la consolidacin mecanismos de dilogo social en torno a la

    poltica de Salario Mnimo. Mejorar los indicadores de remuneracin (IRE) y del poder adquisitivo.

    Marco normativo

    Durante los ltimos aos se han aprobado, o estn en proceso de aprobacin,nuevos instrumentos legales que traen consigo un cambio en las reglas de juego,entre los cuales se cuentan: la Ley del Poder Popular, la Ley Orgnica de lasComunas, la Ley del Sistema Econmico Comunal y Ley Orgnica del Trabajo 4

    .Paralelamente contina la indefinicin sobre el marco jurdico e institucionalrelacionado al sistema de seguridad social. En este mbito, se imponen lossiguientes desafos:

    Discutir y acordar sobre un nuevo marco regulatorio adaptado a la realidaddel mercado laboral.

    Contribuir a generar la seguridad jurdica necesaria para el crecimiento ydesarrollo.

    Ruptura del dilogo y desequilibrio de poder entre los actores

    El proceso de reacomodo del sistema de relaciones laborales, se caracteriza porla ruptura del dilogo y del modelo tripartito tradicional, especialmente luego delos sucesos ocurridos entre los aos 2002 y 2003. A partir de entonces se hanimpuesto decisiones tomadas de manera unilateral por el Gobierno, especialmente

    en materias salarial (salario mnimo) y de empleo (inamovilidad laboral). Eldesequilibrio entre los actores se evidencia en el excesivo protagonismo del Estadocomo regulador y empresario, ejerciendo gran influencia en las polticas laborales,negociacin colectiva y promocin de planes con la intencin de introducircambios en las relaciones de trabajo, como es el caso del Plan Guayana Socialista(Ministerio del Trabajo y Seguridad Social- MINTRASS-, 2009).

    4El 10 de Noviembre de 2011, durante el acto de fundacin de la Central Sindical Bolivariana de Trabajadores,

    el Presidente de la Repblica anunciaba la elaboracin de una nueva Ley Orgnica del Trabajo va habilitante,la cual contemplara un la vuelta al rgimen de prestaciones sociales anterior a 1997 (El Universal, 13-11-2011).

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    Los resultados de la poltica de nacionalizacin y los experimentos fallidos decontrol obrero han ido en menoscabo de las condiciones laborales, eliminando oposponiendo las discusiones de las convenciones colectivas y desconociendo lasestructuras sindicales (Barrios, 2011b). Resalta, adems, la falta de transparenciaen las cifras y resultados sobre la gestin de estas empresas. Segn

    FEDECMARAS, durante los ltimos cinco aos se han estatizado o expropiado,con o sin pago de sus bienes, un total de 988 empresas, siendo el 2011 el aodonde se han dado ms casos al alcanzar los 402 (casi la mitad del quinquenio).

    En el marco de una estrategia de cambio radical, el Gobierno ha dado granimportancia primero a las cooperativas como forma de organizacin laboral y, apartir del Plan de Desarrollo Econmico y Social 2007-2013, a las Empresas deProduccin Social (EPS). En ellas no existen jerarquas entre los trabajadores y lastareas a realizar se hacen bajo una planificacin participativa y protagnica. Elcaso de las cooperativas resulta elocuente. Segn las cifras de la Superintendenciade Cooperativas, en 1988 existan 820 cooperativas en el pas y para agosto de2006 la cifra llegaba a 25.436 (Bonilla et al, 2005)5

    . Este crecimiento atendi a unacoyuntura. Segn datos del Instituto Nacional de Estadsticas (INE9, el nmero decooperativistas en Venezuela se habra desinflado dramticamente entre 2004 y2010, pasando de 537.798 a 211.984, lo cual significaba un descenso de 60,5%.En 2004, los miembros de las cooperativas representaban el 5,3% de la poblacinocupada y en 2010 apenas llegaba al 1,8%. El movimiento cooperativista habasido impulsado por el Gobierno, especialmente entre los aos 2000 y 2007,mediante un plan productivo basado en el impulso a la pequea y medianaindustria, a travs de una nueva clase empresarial integrada por cooperativistas. Elapoyo ms fuerte se dio durante 2004 cuando el Presidente delimit los 10 puntos

    del mapa estratgico de la nueva etapa de la Revolucin Bolivariana, que inclua ala cogestin como una forma de crear un nuevo modelo productivo en Venezuela.Con la promulgacin del Primer Plan Socialista 2007-2013 la orientacin cambi yel Presidente, que antes las defenda, seal que las cooperativas eran uninstrumento del capitalismo y que estaban alejadas del ideal socialista. A partirde este momento el Gobierno perda el inters en los procesos de cogestin ycomenz a animar a los trabajadores a conformar Empresas de Produccin Social(EPS) para llevar a cabo las operaciones de las empresas expropiadas (Bonilla et al,2010).

    No obstante, la realidad es que las condiciones laborales de este tipo de

    trabajadores son similares a las de un trabajador informal: ausencia de proteccinsocial, de estabilidad y baja remuneracin (Ziga, 2010).Adicionalmente, el Gobierno ha impulsado figuras o instituciones que debilitan alMS, tales como: los consejos de trabajadores, los delegados de seguridad y laspatrullas y milicias obreras. Frente a esta situacin, resulta indispensable:

    Reestablecer el dilogo social. Promover formas de organizacin del trabajo que impulsen el empleo y la

    productividad.

    5

    El 52% de las cooperativas estaba dedicada a la prestacin de servicios y tan slo un 31% se orientaba a laproduccin (Bonilla et al, 2006).

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    Desempleo y empleo precario

    Para el segundo semestre de 2011, el nivel de desempleo se ubica en 8,8% y elempleo formal ha elevado su participacin a 56% de la poblacineconmicamente activa, la cual goza de beneficios laborales (utilidades,

    prestaciones sociales y vacaciones), pero estos promedios ocultan grandesdesigualdades.

    An cuando el empleo ha aumentado, ste se ha concentrado en sectores ligadosal incremento de las importaciones y en el sector servicios. Mientras el comercio ylos servicios personales renen el 55% del total de ocupados, el sectormanufacturero concentra solamente al 12% y no muestra cambios sustanciales enlos ltimos 11 aos. Entre 1984 y 2007 la importancia de la manufactura en elempleo cay de manera casi irreversible, lo que significa que el pas ha vivido unproceso de des-industrializacin que ha tenido serias repercusiones sobre lacompetitividad, la estabilidad econmica y la inversin (Vera, 2009). Los

    trabajadores ocupados tanto en el sector formal como en el informal conformanuna masa heterognea, con realidades, expectativas y necesidades diferentes.Cualquier iniciativa debe partir del reconocimiento de dicha heterogeneidad.

    Entonces, de cada 100 nuevos empleos generados en los ltimos once aos, 19fueron en el sector pblico, 52 en el privado -bsicamente en el comercio al detal,restaurantes y hoteles y en menor medida la construccin y la manufactura-, 9trabajadores por cuenta propia y 18 en el sector informal. En consecuencia, esposible afirmar que el pas cuenta con una oferta de mano de obra abundante ycon una estructura econmica que tiende a generar puestos de trabajo en los

    sectores menos productivos de la economa (Ziga, 2010). Para revertir estasituacin se requerira:

    Entender la diversidad e identificar nuevas estrategias para que lasorganizaciones sindicales se perciban como una forma de organizacinlegtima y efectiva.

    Centrarse en propuestas orientadas al diseo y desarrollo de polticaspblicas orientadas a la creacin de empleos productivos: des precarizar eltrabajo.

    Conflictividad laboral y sicariato sindical

    La falta de institucionalidad para atender los conflictos laborales resulta unproblema que amerita atencin. La gran cantidad de conflictos laborales, entre losque se cuentan huelgas de hambre, huelgas de sangre o acciones extremas comola de coserse los labios y el asesinato por encargo de ms de 250 dirigentessindicales, son efectos de la falta de institucionalidad y de polticas claras (Barrios,2011c). La imprecisin en los datos oficiales es evidente. En este sentido, en laMemoria y Cuenta del Ministerio del Trabajo de 2011, basndose en los datos de2010, se proyectaba la ocurrencia de 30 conflictos laborales durante el ao, lo quecontrasta significativamente con los datos de Provea que registraban 3000protestas, de las cuales el 40% corresponda a protestas laborales (1.200protestas) relacionadas a aspectos como: el incumplimiento de los contratoscolectivos, la no negociacin de los mismos, el desmejoramiento de las condiciones

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    de trabajo, el despido de trabajadores, el cierre de fuentes de empleo, entre otras.Tal situacin resulta catica y desgasta a los trabajadores que protagonizan elreclamo (Lucena, 2011). Por otra parte, el sicariato sindical o sindicariato hasido banalizado; prueba de ello es que los casos no figuran en los documentosoficiales: Memoria del Ministerio del Trabajo, Informe Anual de la Fiscala General

    de la Repblica. En concreto, por la forma de tratarlo, el problema no existeoficialmente (Lucena, 2011d).

    Este panorama se agrava con la criminalizacin de la protesta, impulsada desde elGobierno promoviendo la ejecucin de 120 medidas judiciales penales en contrade trabajadores que ejercan su derecho a protesta. Estas prcticas han sidocuestionadas por organismos internacionales como la Comisin Interamericana delos Derechos Humanos.

    Sobre esta problemtica se imponen los siguientes desafos:

    Consolidar al movimiento sindical como un interlocutor vlido para mejorarla efectividad de la propuesta.

    Generar una respuesta creativa a la situacin, que permita plantear ycoordinar acciones de mayor impacto.

    Insistir en la necesidad de formalizar indicadores de medicin o control parael registro de la conflictividad y del sicariato sindical.

    Definir y promover polticas, programas y proyectos de carcter pblico paraenfrentar el problema.

    Convenciones colectivas

    La convencin colectiva ha representado una institucin clave del sistema derelaciones de trabajo. Desde 2003, estos acuerdos han perdido peso e importanciadisminuyendo o debilitndose cualitativa y cuantitativamente. La disminucin delnmero de convenciones colectivas firmadas y de trabajadores amparados, la faltade cifras oficiales, el vencimiento de convenciones emblemticas como la de losempleados pblicos (7 aos vencida), la de los obreros de la educacin y la delsector salud (paralizadas desde 1994 y 1996, respectivamente), o la de lostrabajadores del aluminio (vencida en 2009) son evidencias que permitencorroborarlo. Un gran nmero de denuncias as lo indican; adems destacan casoscomo el del Metro de Caracas y de los educadores, donde se formalizan

    convenciones colectivas que no se corresponden con las verdaderas aspiracionesde los trabajadores. Otro caso de referencia es el del Contrato Colectivo Petrolero(2005-2007) que desmejora las condiciones de los trabajadores petroleros ymodifica el esquema o estructura histrica que caracteriz a este tipo de contratodesde 1946. El ltimo Contrato Colectivo Petrolero, firmado en 2009, careci denegociacin y el interlocutor de los trabajadores fue el Frente nico deTrabajadores Petroleros de Venezuela (FUTPV), organizacin que para muchos fueconvenida con el patrono. En su aplicacin se han violado el 70% de susclusulas (Barrios, 2011b). Frente a esta situacin resulta indispensable:

    Fortalecer a la Convencin Colectiva como institucin clave del sistema derelaciones de trabajo

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    Hacer seguimiento continuo y ejercer medidas de presin para que se llevena cabo los procesos de discusin de las convenciones colectivas.

    El movimiento sindical: su pasado reciente y la necesidad deenfrentar el futuro

    El perodo 1983-19996 se caracteriza por la confrontacin y ruptura entre elmovimiento sindical y los sectores polticos (1985); el desgaste de la dirigencia delos trabajadores se materializa en una cada alarmante de la tasa de afiliacinsindical7

    . En concreto, el movimiento sindical se estanca en una profunda crisisextendida hasta nuestros das, que lo ha debilitado hacindolo perder capacidad yprotagonismo como actor del sistema de relaciones de trabajo. A pesar de estepanorama, resulta paradjico que en el marco del proceso de reforma de la LeyOrgnica del Trabajo (1997) se haya logrado un acuerdo histrico entre elGobierno, los empleadores y trabajadores, mediante un proceso de dilogo social:

    el Acuerdo Tripartito de Seguridad Social Integral y Poltica Salarial (ATSSI), suscritoel 17 de marzo de 1997, para muchos el de ms trascendencia luego de 40 aosdel pacto de Avenimiento Obrero Patronal de 1958 (Carballo, 1997). La eleccinde Hugo Chvez como presidente de la Repblica (1998) y la aprobacin de unanueva Constitucin a travs de una Asamblea Nacional Constituyente (1999),marcan un hito en la historia contempornea de Venezuela. A partir de esta fechacomienza un nuevo ciclo en las relaciones de trabajo as como un proceso detransformacin o cambio en los actores que lo constituyen. Para algunos autores elsistema de relaciones laborales se encuentra en una etapa de reacomodo, cuyodesenlace est todava pendiente.

    A continuacin repasaremos brevemente lo ocurrido, especialmente con elmovimiento sindical, durante el perodo 1999-2011. Uno de los sectores que vienesufriendo un proceso de cambio es el de los representantes de los trabajadores,especficamente en cuanto a las formas de organizacin de sus cpulas. Durante elao 1999 (abril), la Confederacin de Trabajadores de Venezuela (CTV) encongreso extraordinario ejecuta una de las reformas ms profundas ocurridas en laestructura organizacional del movimiento sindical, cuando se aprueba la eleccindirecta, universal y secreta desde las bases de todos los cargos de organizacin deprimero, segundo y tercer grado (Lucena, 2007). A partir de esta decisin, en elao 2000 (3 de diciembre) se celebra un referndum sindical de carcter nacional,proceso totalmente abierto donde podan participan todos los electores inscritosen el Registro Electoral Permanente (REP), con el fin de consultar a la poblacinsobre la conveniencia o no de renovar a la CTV. La propuesta presentada por elPresidente Chvez, fue rechazada por los sectores opositores, partidostradicionales y sindicatos adversos al Gobierno. Sin embargo el Presidente de laRepblica termin por imponerse y la opcin del S triunfaba con un 62,02% delos votos (2.632.523) y una alta abstencin de 8.569.691 votantes (76,50% de lapoblacin inscrita en el REP). Para muchos, estos resultados representaban un

    6.Un interesante trabajo sobre la historia del sindicalismo venezolano (1920-1999) puede consultarse enLaurio (2011).7

    .Durante la dcada de los 70 se lleg a alcanzar tasas de afiliacin cercana al 30% de la PoblacinEconmicamente Activa (PEA). Para el ao 2001 las tasas de afiliacin rondaban el 14% de la PEA (1.612.000afiliados) (Lucena, 2003). Segn Daz (2009) a finales de 2008, la tasa de sindicalizacin no pasara del 11%.

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    pase de factura por parte de la sociedad civil a las organizaciones sindicalestradicionales, las cuales eran percibidas como corresponsables de la crisis por serapndices de los partidos polticos como usufructuarios del poder y ejecutores dedesviaciones que contribuyeron al deterioro de las instituciones pblicas. Mesesms tarde (octubre de 2001) se realizan las elecciones en la CTV, y se proclama

    como nuevo Presidente a Carlos Ortega8

    . Los resultados de este proceso terminanpor desconocerse, dando ms fuerza a dos fenmenos que han impactadonegativamente el esquema organizativo del movimiento sindical: la fragmentaciny el paralelismo9. La ruptura definitiva del dilogo social entre el Gobierno y susorganizaciones y la de los trabajadores se da durante 2002, luego del vaco depoder o golpe de estado (abril de 2002) y paro petrolero (2002 2003),cuando FEDECMARAS y la CTV desbordan su mbito tradicional de poder yasumen el papel de otras organizaciones del quehacer poltico nacional. Luego delas elecciones sindicales de 2001 y los sucesos de 2002-2003 cobra ms fuerza latesis de crear una nueva central de trabajadores. En 2003 se cre la UninNacional de Trabajadores (UNT). Desde entonces el Gobierno ha encabezado una

    cruzada para desconocer la legitimidad de la CTV y de los sindicatos tradicionales(corriente corporativista del movimiento sindical)10

    negando la convocatoria de suslderes a integrar la misin de la Organizacin Internacional del Trabajo (OIT) o a lapropia discusin de polticas pblicas en materia laboral, tales como: el incrementodel salario mnimo, la inamovilidad laboral o la firma de convenios colectivos(Lucena, 2005).

    A partir de 2002 el Gobierno da inicio a una poltica de impulso al sistema omodelo productivo cooperativista, promovindolo mediante esquemas de crditosespeciales y participacin directa del Estado en la propiedad de empresas 11

    8Para detalles sobre la situacin de la CTV entre 1998 y 2001 puede verse Rincn (2005).

    . Esta

    decisin se toma en un contexto econmico, social y poltico particular. En cuantoa la relacin de los trabajadores con los empresarios, estas se han caracterizadopor una diversidad que las hacen complejas y difciles de interpretar. Por una parteel movimiento sindical tradicional y el no alineado u opositor y la representacinde los empleadores tienden a coincidir en sus planteamientos y posturas frente a lapoltica gubernamental. Esta coincidencia se materializa en los paros de 2002 y2003, durante los cuales la CTV y FEDECMARAS establecen una alianza ad hocen torno a la situacin poltica (Coordinadora Democrtica). Sin embargo lasrelaciones han sido tensas en cierto mbito especialmente a raz del proceso denacionalizacin o cambio de los esquemas de propiedad (privado a pblico) deempresas en diversos sectores de la economa: petrolero, elctrico, cemento,

    telecomunicaciones, agrcola y alimenticio, siderrgico, bancario, hipermercados

    9 El fenmeno del paralelismo se hace patente en el sector educativo, dnde coexisten 11 Federaciones(Lucena, 2007). Se entiende como la coexistencia de ms de una organizacin sindical en un determinadoespacio productivo (Lucena, 2009).10El Registro Electoral Sindical constituido en el Consejo Nacional Electoral indica que de 2.974 organizacionessindicales, realizaron elecciones 2.852 sindicatos, de los cuales 2.044 estaban afiliadas a la CTV, 49 a laConfederacin general de Trabajadores (CGT), 34 a Codesa y 847 no confederados. CTVconstituye el 70% de

    los

    sindicatos, con un porcentaje mayor en cuanto a poblacin sindicalizada ya que incluye los de mayortamao (CNE-2002. Cp. Lucena, 2005, p. 12)11En este sentido los casos de Inveval, Invepal e Invetex resultan representativos.

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    etc., cuya poltica se ha agudizado durante los dos ltimos aos12. Posicionesencontradas en un ambiente de fragmentacin, paralelismo y polarizacin13

    que enmuchos casos enfrentan a trabajadores y empresarios y en otros los alinea, almenos en cuanto a sus posturas.

    La actual lucha de poderes entre el Gobierno, empresarios y trabajadores, semanifiesta tanto a lo interno de cada organizacin como entre las organizaciones.Dichas relaciones se dan en el marco de un contexto legal que favorece y permiteque el Gobierno imponga mecanismos de control para regular las relaciones detrabajo por varias vas. Una de ellas es la creacin de mecanismos normativos queenfatizan en el control al sector privado tales como: la solvencia laboral y la LeyOrgnica de Prevencin y Condiciones de Trabajo (LOPCYMAT) que introduce lafigura del delegado sindical, para muchos polmica si se le contrasta con la figuradel sindicalista tradicional. Estos esquemas calificados como de carcter tutelarson, en principio, bien acogidos por la clase trabajadora que, de acuerdo aldiscurso gubernamental, es la protagonista del proceso. No obstante,paradjicamente, muchas instituciones e individuos reclaman a ese mismoGobierno pro-trabajadores una continua violacin de la libertad y autonomasindical y la promocin de polticas y esquemas que debilitan institucionesfundamentales de las relaciones de trabajo, como la convencin colectiva, o queimpulsan la precarizacin del trabajo como las cooperativas y las empresas deproduccin social.

    Al revisar sus antecedentes y las relaciones laborales durante el perodo 1999-2011, es posible afirmar que el sistema laboral venezolano est altamenteintervenido por el Estado (Lucena, 2005). Tanto los trabajadores como los

    empresarios y sus representantes han perdido terreno. Su legitimidad, prestigio yparticipacin en la toma de decisiones se han visto mermadas por un procesodegenerativo de larga data y agudizado por una postura gubernamental queinsiste en debilitarlo, especialmente impulsando artificialmente una estrategia deconformacin de organizaciones paralelas de corte oficialista y de carcter verticalque pretenden llenar el vaco dejado por un modelo corporativista raqutico yagotado. Los nexos de subordinacin entre el Gobierno y sus agencias y losrepresentantes de los trabajadores persisten. Por otra parte, el sector privado se havisto constantemente presionado por un marco normativo que le impone reajusteso reacomodos en muchos casos imposibles o insostenibles, dejndole pocomargen de accin y reaccin. No cabe duda que el deterioro de las relaciones

    Gobierno-empresarios-trabajadores y de las instituciones que se ha producido enlos ltimos aos en Venezuela, tendr un fuerte efecto negativo en el crecimientoeconmico de largo plazo (Montero, 1997). El desequilibrio del poder entre los

    12Para mediados de 2008 el Gobierno controlaba dos tercios de la rama petrolera, casi el total de la produccinde cemento, cuatro quintos de la telefona fija y la produccin siderrgica, toda la rama energtica, ms de lamitad de la distribucin de gas domstico, un cuarto de la banca, dos tercios de la rama de productos lcteos,5% de los hoteles, ms de un tercio de la telefona celular y 16% del comercio de alimentos (El Nacional, 24-8-08, Cp. Maingon y Welsch, 2008 ).13Segn informes de Ministerio del Poder Popular para el Trabajo y la Seguridad Social (MINPPTRASS) al mesde diciembre del 2008 existan alrededor de 6124 organizaciones sindicales registradas. Durante el periodo

    2002 y diciembre 2008 se registraron 3150 nuevas organizaciones sindicales, esta cifra nos da la idea de queexisti una poltica alentada desde el gobierno en extremar la polarizacin de las organizaciones existentes(Daz, 2009).

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    actores fundamentales del sistema de relaciones de trabajo, no es beneficioso. Esacorrelacin de poderes entre dos actores dbiles con instituciones tambaleantesfrente a un Gobierno cada vez ms fuerte con instituciones que tienden afavorecerlo y con un marco normativo producto de su interpretacin particularsobre el deber ser social, no favorecen un proceso de dilogo social y un

    equilibrio que permita enriquecer las discusiones y orientar al pas hacia eldesarrollo. La definicin de un modelo de pas traducido en una forma deEstado ejercido por un Gobierno e instituciones que contribuyan al equilibrio defuerzas en la sociedad mediante actividades de mediacin, administracin dejusticia o regulacin, es una tarea pendiente que no puede ser resuelta por unsector de la sociedad; hace falta un acuerdo nacional que reconozca la importanciade las instituciones vinculadas a los actores del sistema de relaciones de trabajo yde su fortalecimiento. La realidad actual exige ser creativos en la concepcin de unproceso de dilogo legtimo que permita tender puentes entre los distintos actoresy sectores sociales. Los retos que plantea el contexto actual y la propia dinmicadel sistema de relaciones de trabajo, se hacen mayores dada las caractersticas y la

    situacin de crisis que enfrentan los actores y sus organizaciones.

    El movimiento sindical en una encrucijada

    El movimiento sindical a nivel mundial y regional atraviesa una crisis severa que loha obligado a buscar frmulas para reanimarse; entre estas formas, destaca lacreacin de una nueva estructura organizativa para el sindicalismo internacional,como son los casos de la Confederacin Sindical Internacional (CSI-2006)14y de laConfederacin Sindical de los Trabajadores de las Amricas (CSA-2008). Estasiniciativas parten de la premisa de que un proceso de unificacin fortalecera almovimiento sindical15

    14Conformada por 306 centrales sindicales nacionales de 154 pases, en las que representan a 168 millones detrabajadores (Central Latinoamericana de Trabajadores, 2006).

    . En este sentido la unin del movimiento se define como:un proceso mediante el cual las distintas expresiones del pensamiento y accin dela clase trabajadora coinciden y se concertan en forma solidaria, para lograrobjetivos comunes a travs de una organizacin u organismo comn, unaconduccin o direccin comn, un programa de accin y estrategias, planes yacciones reivindicativas y de transformacin social, comunes (Moure, 2009, p.83).Se entiende que la unidad no representa un ente o medio unidimensional; suconsolidacin abarca tres dimensiones en las que el movimiento sindical debeavanzar: a) la unidad de accin: trabajo conjunto de varias organizaciones paradefender o conquistar un derecho; b) la unidad programtica: va ms all que la

    de accin, es ms permanente e implica un plan de accin y c) la unidad orgnica:contempla la conformacin de una unidad de conduccin poltica que abarca elmbito nacional e internacional (Abad y Goncalves, 2011). La unidad delsindicalismo mundial se ha presentado como un fenmeno progresivo. El caso deVenezuela es particularmente complejo; durante este trabajo ya se ha hechoreferencia al contexto en que se desenvuelve el movimiento sindical, as como

    15El proceso de unificacin surge como un imperativo de sobrevivencia de las organizaciones sindicalesindependientes y autnomas. Por la necesidad de potenciar a las organizaciones y reencontrar su eficiencia

    combativa, para reconstruir el poder de la clase trabajadora, para profundizar su compromiso histrico;poltico, econmico, social, cultural y esencialmente para responder a los derechos y conquistas de toda laclase trabajadora (Navarro, 2009, p. 16).

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    sobre su situacin a nivel interno. La polarizacin y profunda fragmentacinagravada por el paralelismo sindical es quizs una de las principales barreras avencer. El mapa actual del movimiento sindical as lo refleja. A partir de su anlisis,se identifican organizaciones de tercer grado (confederaciones) que poltica eideolgicamente muestran profundas diferencias: La Confederacin de

    Trabajadores de Venezuela (CTV-1947), La Central Unitaria de Trabajadores deVenezuela (CUTV-1963), la Confederacin de Sindicatos Autnomos (CODESA-1964), La Confederacin General del Trabajo (CGT-1971), La Unin Nacional deTrabajadores (UNT-1993). A estas se han sumado recientemente nuevas iniciativasde organizaciones de trabajadores, algunas no reconocidas oficialmente: LaAlianza Sindical Independiente (ASI-2002), La Central Socialista de Trabajadores(CST-2008), el Movimiento Solidaridad Laboral (MSL-2009), El Frente Autnomopor la Defensa del Empleo, el Salario y el Sindicato (FADESS-2010), y La Unidad delos Trabajadores de la Ciudad el Campo y el Mar (2011) (Abad y Goncalves, 2011).Cada una de estas organizaciones refleja particularidades que las hacen complejas,lo cual implica que un acercamiento e intercambio estar determinado por una

    dinmica particular de relaciones (entre organizaciones y dentro de lasorganizaciones). A pesar de la diversidad y de la cantidad de organizaciones elmovimiento sindical se encuentra muy debilitado y con una escasa capacidad demovilizacin, impacto y participacin en la toma de decisiones en el mbitolaboral. Adems su vinculacin con los partidos polticos y/o Gobierno y la bajatasa de afiliacin ensombrecen an ms el panorama (Abad y Goncalves, 2011).

    En la dirigencia sindical actual, existe un consenso sobre la necesidad de unacentral unificada, aunque no hay claridad en cmo instrumentarla. Se coincide ensealar que debe hacerse desde las bases donde los lderes se conviertan en

    promotores del debate. Esto pasa por superar barreras especficas: interesesparticulares, voluntad poltica, desconfianza, formacin y respeto a la libertadsindical. En general, se espera la consolidacin de un movimiento sindical unitario,con conciencia de clase, con propuestas innovadoras, mejor organizado yarticulado, con mayor capacidad de respuesta y sin incidencia de grupos conintereses particulares. En concreto, un movimiento autnomo orientado hacia lacreacin de un nuevo proyecto mediante una nueva estrategia. Para ello, esnecesario pensar en la creacin de condiciones para el encuentro y el debate deideas que permitan el acercamiento entre todos los involucrados (Abad yGoncalves, 2011).

    Algunos rasgos que caracterizan al movimiento sindical venezolano en laactualidad: Decrecimiento de la tasa de afiliacin sindical: actualmente slo un 15% de los

    trabajadores estn sindicalizados; no obstante es posible afirmar que el fenmeno seha extendido a lo largo del mundo, especficamente a partir de los aos 80 16

    Poca poblacin ocupada amparada por Convenios Colectivos (solo el 10%)..

    Polarizacin del movimiento sindical: especialmente por aspectos ideolgicos o deorganizacin.

    16Sin embargo hay casos emblemticos que demuestran que esta tendencia podra revertirse (pases nrdicos,caso de la Federacin Nacional de Camioneros de Argentina). La afiliacin sindical ha subido en algunos pasesdel cono sur: Argentina, Brasil y Uruguay

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    Fragmentacin: por diferencias en cuanto a fines y mecanismos de accin. Estefenmeno se agudiza a partir de 2002-2003, hacindose patente la limitacin de sucapacidad de protesta y su debilitamiento. El paralelismo sindical agrava el problema.

    Visin de corto plazo e incapacidad de planificacin y definicin de iniciativas. Falta de unidad de accin, crisis programtica y desarticulacin orgnica.

    Debilitamiento de los valores y carencia de una verdadera conciencia de progreso ycompromiso social. Crisis de liderazgo: formacin insuficiente, no se vislumbra una generacin de relevo. Prdida de libertad y autonoma sindical. Dificultad para la relegitimacin de autoridades sindicales: interferencia o intervencin

    del Consejo Nacional Electoral (CNE). Prdida de rumbo y desnaturalizacin de su esencia.

    Conclusiones. El punto de partida hacia la unificacin (una

    visin)

    La complejidad del contexto internacional y nacional que implica mayor diversidadde la fuerza de trabajo, la intensificacin de presiones para ser ms productivos ycompetitivos, cambios tecnolgicos y, por otro lado, la incertidumbre generadapor la crisis financiera por la que atraviesan importantes economas desarrolladas 17

    ,enmarcan la definicin del porvenir del movimiento sindical. El reto radica en fijarsu mirada en el futuro, definiendo una visin as como un conjunto de planes yestrategias claras que contribuyan a la identificacin, aplicacin y medicin depolticas, planes y proyectos orientados a la generacin de empleos decentes, aincrementar los niveles de proteccin social, as como de superar el dficit yerradicar la exclusin social.

    El empleo decente slo puede existir cuando hay posibilidades de que todos lostrabajadores puedan tener acceso a l y para ello es condicin indispensable lapresencia de un contexto econmico, poltico y social que lo permita. Ello significaque el pas debera contar con un msculo institucional y una capacidad polticaque permita generar las condiciones necesarias para reactivar el aparatoproductivo bajo la premisa indiscutible de generar empleos de calidad (Godfrey,2003. Cp Ziga, 2010).

    El desarrollo de la institucionalidad para enfrentar los problemas que afectan el

    mundo de las relaciones de trabajo pasa por el fortalecimiento del dilogo socialcomo aspecto clave. Parte de la institucionalidad es la que se teje en torno a lostrabajadores y sus representantes, lo cual plantea la necesidad de relanzar almovimiento sindical como un interlocutor legtimo, efectivo y con la suficienteenvergadura para que su accin abarque tanto el mbito nacional como elinternacional con profundas y slidas relaciones e intercambio con instituciones deamplio alcance.

    La reconstruccin del movimiento sindical se plantea como un proceso de mediano(5 aos) y largo plazo (15 aos) y su unificacin como una visin. Para lograrlo, es

    17De acuerdo a los informes de la OIT (2009) la crisis mundial generar ms pobreza, ms desempleo y msobstculos para ofrecer empleo a quienes se incorporan al mercado de trabajo

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    necesario plantear una reconexin paulatina con las bases, lo cual permitircentralizar las luchas laborales mediante un proceso de construccin de unidadprogramtica y de accin (agenda comn). Unirse en distintos mbitos ocircunstancias en torno a necesidades o problemas comunes plantea, como el ejede accin, la conflictividad laboral, hoy abordada de forma fragmentada. Esta

    conflictividad podra ser un elemento amalgamador del movimiento sindical18

    .

    El punto de partida es la construccin conjunta de un plan estratgico conobjetivos definidos: crecimiento, fortalecimiento institucional, relacionesinstitucionales, capacitacin y formacin de lderes y de generaciones de relevo,servicios de seguridad y bienestar social de los trabajadores. Este proceso debehacerse con referencia a mejores prcticas o experiencias, definicin de valores ycompromiso tico de estas organizaciones que con transparencia y profesionalismopueden ser capaces de iniciar y gestionar proyectos que beneficien a lostrabajadores.

    Adems es necesario definir y tener claro cul es el liderazgo que se necesita y qumtodo emplear este liderazgo, as como la importancia de establecer alianzas eidentificar puntos en comn con movimientos profesionales o de otra ndole(colegios, organizaciones no gubernamentales, asociaciones civiles yorganizaciones comunitarias); el movimiento sindical no puede verse ni concebirsecomo una fuerza aislada, impenetrable y lejana, por el contrario, debe serpercibido como una organizacin cercana y flexible pero a la vez losuficientemente fuerte y robusta para que sea realmente efectiva, capaz depromover y coordinar el dilogo entre todos los actores y ampliar las barreras deltripartismo para dar cabida a un multipartismo renovado, donde cada actor asuma

    el rol que le compete. Se trata de construir consensos sostenibles para orientar lapoltica a largo plazo.

    En este sentido resulta clave la autonoma del movimiento sindical, cuyaorganizacin debe ser lo suficientemente slida; para ello es clave la definicin deuna identidad propia, particular y diferenciadora. En la medida que esto ocurra, elproceso de despartidizacin del movimiento podra ser una realidad.

    La negociacin colectiva debe convertirse en una bandera de lucha del movimientosindical y recuperar su estatus como la institucin ms importante del sistema derelaciones de trabajo; este es otro punto en el que coinciden los representantes del

    mundo sindical y los expertos que han abordado su diagnstico.

    Se trata de trabajar en la definicin de polticas pblicas as como en planes,programas y proyectos que permitan su ejecucin y puesta en prctica. Entre lostemas ms importantes que deben ser abordados a la brevedad destacan: el bonodemogrfico, el dilogo social y el papel del Estado en las relaciones laborales, elempleo decente, la seguridad social, el salario mnimo, la libertad y autonomasindical, los incentivos al sector privado, la seguridad jurdica, la conflictividad

    18Un ejemplo se observ en la jornada de protesta nacional coordinada por FADESS, realizada el 20 de octubrede 2011, la cual agrup iniciativas en veinte (20) estados en las que participaron veintids (22) sectoressindicales (Barrios, 2011)

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    laboral y el sindicariato (Derechos Humanos), as como todo lo relacionado conestadsticas/indicadores confiables en materia de trabajo y seguridad social, engeneral, todos los aspectos vinculados a las polticas pblicas que directa oindirectamente impactan a las relaciones de trabajo, las cuales deben tener un finclaro y medible.

    En este sentido, el papel de las organizaciones tradicionales resulta clave, en lamedida en que sea posible extraer de su historia aprendizajes claves que sirvan debase para discutir las posibilidades presentes y futuras del movimiento sindical enun espacio de dilogo donde prevalezca el respeto y la tolerancia. Esto harposible la identificacin de acciones y programas comunes para una luchaconjunta que lo fortalezca.

    Entre las premisas que podran servir de base para un proceso de dilogo,asumiendo como visin la unificacin (de accin, programtica u orgnica),estaran las siguientes:

    Existe un vaco que no ha sido del todo llenado por las organizacionessindicales. El mundo del trabajo ha evolucionado y las nuevasorganizaciones deben incluir a tcnicos, profesionales y trabajadores delconocimiento, integrando en un todo a los asalariados.

    La heterogeneidad y posicin poltica o ideolgica no implica que no puedadarse un proceso de dilogo franco, abierto y en el marco de la tolerancia yel respeto.

    La direccin debe basarse en principios de participacin, democracia ypluralismo.

    La confianza es indispensable para la reconstruccin del movimientosindical. Esta confianza se basa en un fuerte sentido de pertenencia y declase.

    El nfasis debe darse en los puntos de encuentro, como pilar de la unidad. Se reconoce que puede haber un mtodo para lograr unidad de accin y

    programtica, as como el establecimiento de mecanismos de coordinacinorgnica.

    Resulta un reto la identificacin de una estrategia para integrar a las basesen este proceso de fortalecimiento.

    Deben sumarse al movimiento sindical sectores no tradicionales: jvenes,

    trabajadores informales, jubilados y pensionados. La formacin y capacitacin de la dirigencia sindical es un aspecto clave

    para su fortalecimiento. El fortalecimiento del movimiento pasa por consolidar un proyecto

    econmicamente factible y sostenible en el tiempo. Fortalecer a la CTV es necesario para el movimiento sindical y su

    institucionalidad.

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