El Montevideo Victima de Los Piratas Nazis

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Colaboraron:* RONALD* ANTONIO GARCIA PINTOS* MARIO JOSE CLERICO* FEDERICO LOZANO

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PALABRAS PRELIMINARES

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Antes de iniciar el lector la lectura de las páginas que

siguen nos corresponde hacerle una advertencia. No encon.trará en el presente relato del viaje del "Montevideo" falsosensacionalismo ni aventuradas teorías ni juicios fuera de lu-gar porque este libro no ha sido editado con fines comercia-les. Fué con pureza de intenciones que lo redactamos. Quis¡'mos que el público conociera en todos sus detalles, ordenadoen forma, cronológica, el viaje del buque que tripulado pon

uruguayos zarpó indefenso y amparado en Ia honrada misiónque le guiaba y fué torpedeado con indignante atevosía porel pirata nazi, Para lograr ello hemos reunido sólida documen-tac¡ón; en muchos pasajes hablan por nosotros los sobreúi-vientes del viaje trágico, De sus labios hemos recogido estosepisodios a los que nada debe agregar la pluma del periodis-ta para que cobren una emocionante grandeza en su sencillezelemehtal.

En este tomo, pues, está encerrado el relato de un acon-tecimiento doloroso pero pródigo en enseñanzas, que entrade lleno con sus perfiles de metralla y lágrimas en el acervo histórico del Uruguay. AI hacer este esfuerzo.¡EDlClO-t{ES NOTICIAS" inicia el noble derroiero que ha señaladoa su labo¡.

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AMERtrCA, UNAESPIRITU Yc0NTR,{ t0s

E INDIVISIB[8, ENCARNE, ,ANTE YTOTALITARISMOS

Nuest¡a América -norte, centro y sur en perfecta comunióu

espiritual, realizando el ideal c1e los viejos humaristas de la uni-dad corrtinentai, que no pudo ser en la Europa ilagacla, de entrañacancerosa y máscara desfigurada de odios- nuestr¿ América, unae indivisible para el cuito de ios ideales generosos, está pagandosrl contribución de sangre al monstrno insaciable. No sólo con elaporte de su. representante rnás poderoso, empeñado, con las demásnaciones derhocráticas, en Ia. lucha de vida o muerte que ha divi-dido el muntio en ,clos campos itleológicos perfectamente determi-nados, sino también con el otro inevitable aporte de ios pueblosde paz, cujuos hijos son cobarder¡ente sorprendidos y fríamenLeasesinados.

A ios amelicanos debe unirnos, sin duda, algo más que 1a ca-rretera pauarnericana J¡ el comercio intercoDtiueltal o los conve-nios aduaneros. Necesitamos otra comrurión. Comunjón rle sailgrey Iágrimas en qrie ya juntaron ni'.estroÉ destinos 1a gesta ernán-cipadora, el despertar conjr:Lnto y el mismo amor a la libertacl enque toclavía se afimra rruestra uniclacl espiritual. La tierra madleeir ia que las razas han venido a dejar su semilta, nos ha alimen_tado a todos con la misma savia. Ahora, q-rie el imperativo r,le iascircunstancias ha dejado. en lluestras manos 1a gian misión de1pon-enir, sabemos el crisol pronto y ya no tenemos la mismamirada para ia ancha tielra, geuerosa. y Ia misma oscura gleyde la traición y la insidia, que ]ra altémado para impresionainoslos falaces cantos de sirena con la bronca voz de la amenaza,está contribuyendo eficazrneute a nLrestra unión, está trabajandopor el mejor entendimiento amer.icano, está haciendo 1o posiblepoi convertirnos e1t un solo bloque de oposición a ese tótalita-rismo sanguinario, sinónimo de opresiórr j- muerte. y 1o está ha_ciendo con ia eiocuencia .despiadacla cle sus mortíf eros mensajes,of¡eciéldonos a todos los pueblos de las tres Arnéricas esa comu_nión de sangre y iágrimas que forja los eslabones de la más firrnetuión. En la tragedia individual de cada pueblo atacado injusta.ülente en sus hijos empeñados en labor de paz, en el dolor inme_

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recido que mueve los sentimíentos ife fratérnidad tlesde el septen-trión aI tróBico, clesde la;pampa a la nicntaña, está formalizándo-se Ia mejor uniclad ameiridana ¡paia el amanecer del luevo mundo.

No ha de ser, entonces, inútil el sacrificio a que son arras-traalos los hombres del mar. Estos hombres curtiCos, amigos detotlos los vientos, viajeros de totlas las' rutas, héroes siienciososy desconocidos de la mejor. Iucha: la lueha noble y generosa dela paz, estos callatlos trabajadores que hacen posible, con su sen-cillez viril; el comercio internacional y el abastecimiento de lospaíses que han puesto el pecho al enemigo de todgs, estos mari-nos sin galones y sin uniformes vistosos. rudos y fuertes, ama-dos por Jack London, por Joseph Conracl, por Eugene O'Neiil, quehicieron a su laho todos los caminos del mar, ccnstituyen hoy, enesta hora tle las nuevas y verdarleras valorizaciones, el contin^gente de más auténtico heroismo.

La muerte acecha, callada y tenaz, bajo eI lomo encrespadode todos los mares. ta guelra total no exige para el sacrificio-determinadas banrleras:. sóio ia víciir¡a propicÍa, colocada a tiropor el rlestino. Los hombres del mar van bacia. ese alestino, lamano firme en el timón, realizando su viaje cle paz.

Están le.jos ya los legen.darios tiempts del pirata de romancey bandera negra. Ya no es Ia época bárbara,'pero relampaguean-te de coraje y aventura de los Acle y lop Morgan, de Drake y eIExterminador, que buscaban por los mares antillanos las navestle Castilla, asistid.os Bor los audaces bu.aneros, rodeados poi unaog uasf]Ila, aslslrcos por' ros auoa{-'es uui alleIUS, I'uueaous poi ulra Iaureola de terror y valor, temido hasta el delirio la celcanía fu- !nesta de su pabeilón, el cabeceo retador de sus bergautines, el Ialetear lleno de anunciaciones de su Yelamen frente a la costa Ide Cartagena, t1e Indias.

¡Ahora la piraterÍa .ha perditlo su escasa nobleza de pecho tles- |

cubierto. Ahora es el"tiempo del corsario emboscado, que dejalde se|io, para convertirse en .despiadado e innoble pirata, al ata'icar los barcos neutrales del comercio pacífic.o y los pueltes des-,1guarneciilos y sin defensa. Ahora es la "guerra totai", que justi- ifica el crimen inútil y la caza .frí,a y rnetódica de tna vÍctima Iperfeetamente reconocida y determinada, que está clamando su Inacionaiidad no beligerante con la gran voz sitt sonidos de su I

t' ---: {t' Recordamos aquella máñana opaca, cruzada Ia casi recienl

arnanecicla actividad ciucladana por la impaciencia ululante de laslsirenas de algunos diarios. Unos cuantos optimista -¿o demaj

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siaclo amigos de la clásica "cachatla" criolia?- corrÍan por laPIaza Independeucia desparramando la noticia; "iHitler le pidióel armisticio a Rusial".

No era eso, desgraciaclamente. Era algo más simple, más lógi.co y más doloroso: la primer noticia ilegada a Ia patria del tor-pedeamiento del "Montevideo". La guerra nos golpeaba de lleltoen el pecho por primera vez. AIgo nuestro, vürdáderamente nues'tro, carne y alma de la tierra, había sido atropellado, sorprendicloen la noche por los banrlidos del mar y arrastrado impotente ala muerte. Era Ia primer arteria que los vándalos nos abrían paraque goteara por ella, en el ara del dios enloquecitlo, la primerasangle oriental.

Hubo una reacción indignada y clolorosa, exacerbado el pue-blo por la injusticia. Los primeros detalles llegados de la trage-dia que enlrltaba hogares urugüayos, fueron bien pronto elocuen-tes. Nada había faltado al drama del mar: ni la noche propiciaa la traición, ni la persecución despiadada y tenaz, ni la friaidadinconcebible de los bárbaros rubios que envían la muerte emer-giendo de las profundidacles ante la nave sin d€fensa.

Nuestros muchachos habían pagado muy caro Ia serena deci-sión Ce trabajar, oscura y silenciosamente, por- el bien de la patrianecesltada .cle la navegación mercante. Pero, ¿podríamos sorprell-nos siquiera cle que ello sucediese? Dlercautes de Brasil, de Ar-gentina, de Méjico, cle Chiie, de Panamá, fueron hunditlos antes ydespués que el "Montevideo". Como en los viejos tiempos de N{ot'-gan y Drake, pcr el Caribe transita la rnuerte; sólo que esta pila-tería submarina y noctuma no ha de eirconti'ar romattcelos, sittoiapiclarios clonistas.

Y tctlo está, sin embargo, tan tle acuerdo al espíritu y a la letradel nazifascisrxo, y al desprecio de sus jelarcas por la vida hurira-na, por ios delechos ajenos, por la justicia, por e1 rnás elemen-tal sentido cle humanitlad...

Adolfo Hitler había dicho a Hermann Rauschuing, hace añosya, cuando maduraba en sn cabeza de megalómano

-hoy en tra,n-

ce desesperado, por la afortunada y hermosa coalición de fuerzasque está rn.inando su poderÍo un clí,a demoníaco-- e1 rnaquiavélicoplan de la conquista del mundo:

"No retrocederé ante nada. No hay derecho internacional, nohay tratatlo que Bueda impetlilme sacar provecho cle una ventajacuando se presente."

"La crueldad impone respeto; la crtteldacl y la brutalitlad-""Pues bien, sí, sornos bárbarcs y queremos serlo. Es un iítulo

de honor. Somos los que rejuvenecerán al mundo. Et mundo actualtoca a su fin; nuestra sola faena es la de saquearlo."

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Saqueo. Ruina. Muerte. El mundo es urla hoguera. Los hom-bres muertos -que no vive para el espíritu quien no es libre en1o intimo de su corazón- llevan la muerte consigo. . .

Y los hombres del mar continúan muriendo en su puesto, se-rerros y firmes. El "Montevideo", siu rluda, es uDo eiltre cientos.Su tragedia nos ha golpeado en el corazón, pero sólo es una parte

., ale la gran tragedñ universal. Por todos los océanos acecha lamuerte. Miles de toneladas de la mq,rina mercante mundial se hanperdido. Nuestros. muertos se han sumado a la extensa lista quehabremos de presentar cuando el dÍa de la justicia haya llegado.

Reconforta el ánimo, sin embargo, la seguriclaal de que todoslos peligros y todas las ácechanzas son impotentes para detenera esos hombres callados y heroicos, que recorren impertértitoslas rutas marÍtimas, impidien'do 7a paralización del comercio, vi-tal para los intereses comunes de todos los puebios... Seguros es-tamos de que esos mismos muchachos del !'Montevideo"

-cuyaodisea hemos tratado de reproducir en las páginas que. van a leer-se y que les ofrecemos como hornenaje de nuestra gratitud- esosmuchachos que han vuelto enriquecidos en dolor y en experien-cia, volverán a embarcarse tau pronto encuentren ocasión de ha-cerlo. Y lo harán sencillamente, con la misma rucla alegría y eImismo coraje sereno del auténtico héroe que todo marino tle lanavegación mercante lleva dentro.

Y potlrán tener la seguritlad tle que su esluerzo y su sacrifi-cio no han de ser inútiles, Ni largos ya, Borque no está lejos laalborada de Ia victoria.

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tA PARTIDA(9 de febrero de 1942)

Dulante varios días se ha trabajado iltetlsamen're en la cal'-ga clel "llontel'ideo", barco' que tiempo atrá,s navegara bajo el'pabellóu italiano con el nombre de "Adamello". La intensifica-ción de la guerra en eI mar le sorplendió en el puerto uruguayo,r-londe fué anclado ante 1a imp,osi¡ilia*t de emprender viaje. Ba-lauceándose suavemente en la pacibilidail de la bahía era un sím-bclo de f uerza anulada; sus boclegas perrnanecí.an inirtiles al ias-tre, en tanto ,los países americanos snftían eu su comercio y suVid¿r económica por la falta de navíos en que transportar susmatef ias plim¡.s y recibir otras imprescinclibles para la vida delos pueblos. Esa situación se agrava paulatinamente pues los go-biei'nos totalitalios han hecho conocer su resolución de perseguiriraplac:ll;lemente a 1a marina rnercante, sin distinción casi cle na-cionalidacLes, por metlio de sus sumergibies. Sobreviene el aug;eCe la guel'ra submarina. Los barc,os de car-ga son torpedeatlos sinc:nmiseración. Arnérica debe defeniiei s11 conrercio, su nutr'íción.). se olclena en rll1a acción conjrilrta de toclo el contiirente la in-car"ltac;ón de 1os balcos del "trje" r'efugiarlos en los puertos ame-ricanos.

Así es conlo e1 ."Aciameiio" se ha transformaiio en el ,,Mon.tevicieo" y un día gi'ilviclas sris bodegas tle cereales, cai"ues coll.selvarlas, hrievos. cllercs y fertilizantes, por urr total de bg98 to-nela,clas se dispone a partir mmbo a Nueva York. El barco ]ralecoblatr'o su pf estancia: le pi"otege la iitsignia de un país labo-rioso y culto, cuyo anhelo inrnediato es comerciar con sus her'-rnanos amelicanos cumpliendo si Ia más matei"ial, también Ia máseficaz tarea 11e reiación entre los pueblos. Entre estos pueblosamericarlos que recién por el ejemplo cloloroso van aprendiendoqne sólo es indestructibie ia rnás Íntima cornunión espiritual.

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TARGA AMARRAS

En la tarcle del día 9 de feblero a las 18 horas, el "lIontevi-deo" zarpa. Lentamente se aleja clel mueile I' gira enfilando 1a

prca al mar abierto. Un núcleo reducido de pelsonas, familial"escasi tcclas ellas cle 1os marinos, le contemplan agitantlo stls pa-ñuelos en señal cle despedida, gritaudo recomendaciones y hacien'ciq esas frases sencillas qtle se catnbiatt en estas ocasiones y que.

en su intrascendencia ocultan el deseo de explayarse más Ínti'mamente y disflazan a medias la verdadera y doloi'ida voz delcorazón.

No es rnayor eI núc1eo de personas que en apt'etado haz ales'pidel a los tripulaltes d,ei "Moltevideo" porque l¡uchos de éstosno han quericlo ltarticipar ni a sus rnás íirtitnos Ce la fechq deembarque. Esto es ya casi una tradición entre los rnarinos pro-fesionales cnando deben hacer nna tl'avesía peligt'osa porcltte eIconocímiento rlel riesgo a que se exponelt y la visión rle esosseres eutlañables que se pierdeu en ia lejauía miertras e1 buquepone entre ambos una faja tle agua cada vez más ancha, pueclequehrantar la resolución más firme y hacet: qne eI ¿inimo mássereno se deshaga eir lágrimas.

Así el "Montevicleo", cantando todas sus mác1uilas la r'ancióridel viaje cobra alas y abre una estela de espuma en el agr.La

tornasolada tle la bahía. Stt dotación ha sido completada a r'lltimornonento con el jovelcito de 19 años, José Atilauo Gouzále2, gru-mete. Es et ú1timo en embalcatse y el clestino 1e ha señalado selel Drimclo elr nelecer.

POR UN BORDE DE AN{ERICA

Bajo ]a guía segura del capitán José Rodríguez Varela eInavío asciende lentar¡ente por un borde <le América rumbc; alnorte. Sigue 1a ruta normal para la travesí.a eiltre el Plata )'Nueva York que es el costeo al€l Brasil hasta el Atlántico norte.Las primeras semallas de viaje transcrirrer sin novedad. Lcs ma-¡ineros novatos para los cuales es éste ei plimer viaje, se amol-dan rápidamente a las exigencias de la. vida de a bordo con laintehgencia y habilidad proverbial de criollos. Abuucla en-ire eliosel elemento joven. Hermes Ramón Sar'li, fogLrista, tiene 20 años;Américo Rao, mozo,20; Nelson RodrÍguez Varela, grumete,20:José Atilano Gottzález tainbién grumete es el benjamín de la tri-pulación, cuenta sólo 19 años; Camilo Saralegui, foguista 23;tr'rancisco Benítez, 20; Valentín Cabrera, 22.

Otros son más avezados. El capitán Rodríguez Varela estámagníficamente conceptuado e¡r los cfrculos navales. A su vete-

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CAPITAN

Fernín Reparaz. e1 pt'imer ofi-cial rlel "l{orttevicleo" es un ve-telauo m¿ri'ino. Se coutlujo se-I'enamente durante e1 salvata-je y ayudó etr iodo 1o lrosiblea la tripulacióD.

trlulante eI r,íaje en el botealentó siu cesar a lcs l¿infra,gos, corrro 1o ir"rclica bien str ar:-titncl cuanrlo se divisó nn bnl.to en el horizo[te. F1té enton-ces que Reparaz aleutó )¡ rliri-gió a los soblevif ientes a iintle llegai' a lo que suitonía rurbuque. Era desgi'aciatlamente,un llote con náufragos uotue-gos y así se desvaneció oiraesperanza. Pero el temple cle

Reparaz ya había sirlo fijaalopor su frase:

-iA los remos muchachos ya trabajar con coraje!

eIEl capitáD José Rodr'íguez Vá-

lela cuando se Drodujo eI ata-que a ia nave encargacla a sucustodia supo cumplir con srl(l-eber. llarino expelto y estu-clioso ya había ejercido cargosc]e importancia.

Fué comanclante <1e1 crücero"fTrngnay" puesto que clesem-peñó clurante largo tiempo. -J{otnbre estudiosoy de glan vo-cacióu por su carrera, es ur1

marino cle relevantes condicio.]]es.

La tripnlación del "lfontevi-rieo" ha elogiado 1a actnaciónqrre le cu¡o tlulalrte e1 plernio-so lllomeilto rlel tot'1le tleantie:t-to.

PR.IMER OFICIAL

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ranía l/ experieltcia recogida e1l muchos aílos de mal, tlne sl1l¡ien caiiÍicada capaciclacl técnica, que 1e valió ser. designaclo por,el gobieruo en una opoj.tunidad lo lejana ¡' fresca aún por suresollancia en el ánimo de los lectcres, jefe de la Conisión Na_val que inspeccionó al "Admiral Graff VoD Speef" con el objelcde determiuar e1 tienlpo Decesafio llara sL1 leparación crlanc1onaltrecito y perseguido cle cerca lnego c1e1 f amoso combate dePnnta ilel !lste atualió a refugiarse a Duestt'o pruerto.

El plimero y seguüdo ofisial, Fermín Reparaz y José peclroNatero son expet'imenta,dos lobos de ma;:. Ernesto Ulichaelsol,tercet' oficiai, no obstante su juventud, ha cimentaclo ya sóiidafama como marino, pues su vocación es honda y sts conocimien-tos ef icieltísirnos se acrecientan rlía a clía con ros estuclios ma-rÍtimos que cuitiva con rigor de disciplina. El resto de 1a t|ipu-iación, honbres jóvenes y madlros; maquinistas, marineros.

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griistas, carboneros, teiegtafistas v tnozos de cncina, ¡o va ellzaga en cuanto a Yoiuntad )' brlela disposición a la oficialictacl.

"SEF'E *H ffiAQLíXNAS TilNgflNT"E

Mcgiorino Bicnchi José Pedro Nctero

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trll rnaterial humano que tripula al ex "Atiatnello" es excelente'Toclos ellos proceden cle clases humilcles, de la entraña del Bue-b1o. Son parte de su robnsta y valiente gayadura.

ZONA DE PELIGRO I

Sin novetlad el buque corl'e por la ruta marítima marcada auna velocidatl prorneclial cle 12 nurlos. Porto Alegre, BahÍa y Ríorle Jandiro han sido dejados atrás. La zona calurosa del trópico,que abochorna y escuece es ttaspuesta. Ei "Montevideo" tocaPernambuco y vira el famoso cabo, hombl'o rlue América amimaa Europa, y enfila resueltamente al üorte en clireeción a Haití'El navÍo se interna en la zona que se podría tletlominar pre-pe-ligrosa. A bordo se extreman precauciones y las tlisposicicnesdictadas por el capitán son meticulosamente cumplitlas, sin ner'viosismo de ninguna clase, polr parte de la tlibulación. Se hacent¡ien visibles las insignias üruguayas y al llegar la noche lasIuces son apagadas.- Fuera ile ellc ]a 'r'ida a bordo no experirnenta carnbios. Conel correr de ios días se han estrecllado entre los tripulantes lazos¿le amistad. La camaradería y el compañerisrno son virtudes co-munes en el barco uruguayo que surca lejanos mares. A1 caer latarde. terminada la labor, Ios marineros, exceptuando aqnellosque deben cttmplir el tumo cle la noche, se reunen eD gr'npos enalgrlna parte de cubierta.

Fln Ia ruecla cordial se recuerda la patria; la ciudad natalJ¡ esa- otr:a patlia en pequeño que es el barrio. Se refieren anéc"dotas. -cada cual tiene 1as suyas- y a metlida que el tiempoavailza la muchachada. -oue va cono sol'bienclo recuerdos tlelmate amargo gue ruecla calentito cle mano en lnarro,- se con-fía más liblemente. La convelsación se hace íntima- v confiden-cial. Se mrr-estral1 retratos de "la viejita". "ia patrona", "la no.r.'ia" o "el pebete" v mientras a popa cada revolución tte hélicecon su soi'do murmuilo de espnma aleja un poco más de tantacosa queritla, el milagro del pensamiento vuela en linea recta atl'avés de Ios mares ¡r ios bosques y se allega a lo recordaclo yterliéndole plesente y vivo en la memoria le besa con cariño.

El "llontevirleo" ha hecl-ro ya tres cuartas partes de camino.Se acerca a las aguas del Caribe, r'uta obligada en que conflu-yen varias líneas de navegación.

Esa zona ha siclo elegida por los submarinos nazis para des-a.rrollar su crimiual activídad. El Mar del Caribe está infestaclocle piratas nazis corno antaño lo estuviera por piratas europeos,ingleses en su mayor pai.te. Pero entonces, en aquella época deia doraria Arnérica hispana, se combatía noblemente y difÍcil-mente un ataque se efectuaba con saña y ferocidait contra unbuque indefenso. El ataque nazi es ahora solapado. En la nocheel submarino torpedea al buque sin previo aviso casi siempi'e ysin interesa|se por la suerte de sus tripulantes se aleja en tan.to las aguas engullen a la nave hqrida con su preciosa carga deexistencias humanas.

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I.A TRAGEBEASin vacilación el buque uruguayo se interna en la zona pe-

ligrcsa. El día 5 de marzo, exactarxente a los 27 dÍas de haberzarpado de su puerto de origen hace escala en Saint Thomas,puerto cle Islas Vírgenes, con el fin de abastecerse de calbón.Los marineros bajan a tierra'y recorrel la pintoresca localidad,trabando rápida amistail con sus habitantes. A1lÍ les precavenccntra los peligros que le acechan. Al marinero uruguayo Gior-dauelli, por ejemplo, le aseguran que "volverán aquí, seguramen-te, y quien sabe si todos...". A otros grupos de mnchachos lesnarran un episodio reciente, según eI cual un convoy fuei'temen-te protegido fué completamente deshecho y dos dÍas clespués dehaber zalpado de Saint Thomas legresaron só1o tres buques de1:s seis componentes del convo¡. Pese a tan desalentadolas no.ticias 1a m¿rchachad.a rlrugueya legresa a bordo decidida a afron.tar la sitnación que se presente y confiando Íntimamen're en sal-

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Este grófico nos permite recoger ideo sobre el lugcr, se-ñolodo con uno flecho, donde se produjo el torpedeamiento

y lo posición de Hoití en lo ruto de novegoción

TUGAR DEL TORPEDEAMIENTO

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ver el paso fleligroso. A las cinco de la tarde, poco antes decer¡ado el puerto el "Montevideo"" emBrende la etapa de su vje que clebe lievarle directarnente a Nueva York.

Se ha ctictado ura nueva norma de navegación. Durante lalhcras del día el buque'marcha en zig-zag y por las noches sq

lrace a bordo una osculidad absoluta, habiéndose prohibido hata fumar, con el pr:opósito de disimular la presencia del buqSe escudriíra ansiosamente el horizonte pero sin avistarsemarinos. El peligroso mar clel Caribe va sien'do surcarlo sinveclad du|ante cuatro dí.as. Una colfianza creciente en lacidád del viaje invade el pecho de los marinos. El día 9 sinbargo, por la mañana, se consigna una desagradable noticia.pocas millas de distancia ha sido entrevista una masa na flor de agua que desapareció rápi'damente. Ese mismo dÍa,las cuatro de la 'tarde, pero ahora mucho más cerca, de talnela que yá no debe guardarse ninguna duda, emerge nuevte esa masa que tiene ahora todas las características del dode un submarino. Oficiales y maril.reros, agrupados en cubierpueden complobarlo- Se atloptan medidas; las máquinas sonzadas y el buque, marchando con leves zig-zag levalta su vcidad. El submarino deja de r¡erse, pero ya nadie coufía, pusupónese con toda lógica que el tiburón persigue a su pl'esaveganclo bajo agua.

Cae Ia noche. A las 19 y 20, aproximadamente, un gruponueve malineros reunidos en cubierta descansan luego de lana diaria que ese clía ha sido más dura que de costumbre.mate y comentan en animado tono la sorpresa que les ha derado la jornada. Otro grupo se halla reulrid.o en ulto de losllatlos. En las máquinas trabaja un turno de 15 hombres, q

hán de ser relevados a las 20 horas. Quienes cleben reempiazaIos se levantan recién, luego de haber dormido varias horas;el propósito de almadenar energías necesarias para afr,ontaragobiante tarea noiturna. Se encuentra de turno en la cabinatransmisión el primer telegrafista Ol'osimbo Machado. EI srute José Atilano Gonzále2, se halla en la cofa, cumpliendo sude vigilante. Los minutos pasan y, no dando señales de vidasubmarino desde hace algunas horas, gana poco a poco el ánde todos la confianza de haberle despistado.

. La realidad desgraciadamente es otra, pues err ese momenlo el submarino pirata se ha acercado al "Montevideo,' y a,mparado en las sombras le dirige un torpedo a su lfnea de flotaci

Las die'cinueve y treinta. El destino ha marcado su hora.proyectil asesino llega juirto al barco uruguayo y explota.

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TORPEDEADOS.."!

"No. sigan", "no pasarán", ies alijerorr a nuestros marinos en'Saint Thomas, como acabamos de exponer, pero como la contrac¡'{len de l{ontevideo no vino en el día y hora señalados para la par-tiila e1 barco con 1a bandera desplegada se hizo nuevamen¡e a la1nar. en demanda de su destino. A bordo el ambiente imperante erat1e prevención. La aalveltencia de los büenos pobladores del puertoSaint Thomas se hizo eco en el alma de aquellos muchachos quepasaron a vivir nerviosamente, cumpliendo sus cliversos cometid.oscon la inteligencia puesta en e1 peligro, que 1o presentían, que iosospechal¡an en todo instante.

En su cabina e1 radiotelegrafista Orosimbo Nlachado no clesrcansaba. Habían recibi.do varios rnensajes de fuenle imprecisapleviniéntlcles de1 peligro cuya ilminerrcia se aceltuaba a mecli-.da que e1 "Montevideo" ganaba rnillas. EI ablegado radiotele-grafista siempre alerta en sL1 puesto esperaba el aviso bue¿o queindicara Lrua ruta exenta de peligro. Nacia. Y e1 "l\,Ionter.ldeo"con ei pal¡ellón c1e 1a patria despleg¿rlo avanzaba en ia inmen-sirlarl c1e1 At1áttico Norte en procura del puerto norte amelicano.La noclie' de1 sái.lado 7 de ma,rzo }iermerlegil{:lo Sriárez Rao y juallFedro Suírrez, c{ile se encontraban cn la cubielta junto a1 ra,si-lleie de prca distinguiel'on níti¡-'ane nte grandes re Ílejos a iar"i"aciisltancia. Uran reÍiejcs de explosiones. Lriego se sLlpo que a esanisma hora ;' en ei lugar iildicacio po;' iorl nucha¡:iros i:.cmb}a-rlcs el sullinalinc plrata irabía torpetieallo 3' hrinrliclo a 1111 cafgue-r'o hola,niés. Se dié 1a voz cle ai¿rila y en seguida tcrlo el i:luud,orisi-ió si1¡i s¿cos de agila y los sa.ivafidas íueron ciejados a nla1to.ilesde qüe saiieron de Saint Tironras varias veces por c1ía 1¿r iri-puiación hacía maniobra de abanciolo clel btque. El misno cc-mancla-lte 'cle la unirlad, capitán liodriguez \¡arela dirígía per-soualirelrte esios'Lrairajos de salvataje. Algunas noches leitiiie-i'o;r tambíén e sta rrranicbra pcrque eta criterio unánime c1e qiierie ¡;i'oducilse el traicionero ataque éste se verifi*aria en 1a'os-cui'idarl, eii 1as tinieble"s, como tcdos los cli.menes, a iraicidn.

Aqliella noche r;arlie dui'mió a boido.- trl "llontevidec" aj,.ri-r'ó 1¡. nai'cha y con todas sus luces enceldidas siguió viaje. Lamañaira de1 domingo 8 era herrnüsa. E1 mar estaba serelo. ]r.e-lació el opiimisino entre los []arinos, y la esperanza cle e¡tcor.irar u1r bncl'tre de guerra aliadc da,,l-a la prcximidad de ia cost¿¡.orteamericana tomó alas. Iln todo 1o ircsible el "Dloirteviileo"había aceleiado su marcha. Pasó ei clía sin novedad. Con la ui'o-xirníciat-l de la iroche volvió ei ambienl e cle uelviosismo. Se le-solvió via.iar esa noche a obscuras, Las ór'denes en ese sentidofueron severísimas. Nadie podia fumar en cubierta. En ei so.

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gual'dia a las 8. De un tiempo atrás el tema p1'e:erido !o1' todoséra eI huntlimiento tlel "Glaf Sppeed". Ya nadie irablaba de fítt-bo1. E} irnico que sienpre reccrdaba al Cerro e¡?' IfÉ.ll:.!egiliioSuárez. Esa noche le diio al cocinero ConCe: "E: - - ::rzis nopueclen oivirlar los 4 pepinos que le mantiar:ros e:: -:=: '=irlanr"'Bairchero, que estaba f1'ente a la cocina, jutrto a l¿ '¡:r:ia. el1 ese

rnomento miraba el mar y de pronto exclanó: "Y=.3¿ Conde,veDgan muchachos a vei' una estrella que ca}-ó ¿l .¿ =at"'- Fnécriando explotó el torp€clo. En el reloj del cuar:o ':: ':=:l'cta' . lasagujas narcaban precisamente las l9 y 25' El de l: :1::' tle má'quilas las 19 y 30.

TERRIBLE ESPECTACULO

Nan'an los muchachos rl'.Ie el espectácu1o d=l . - : -::¿nlen'to es algo indescriptible e inolvidable. Cualdo :l 'l'I--:=:iriec''reribirl la bl'utal clescarga se esccró de ta1 fo¡ita. =: '.:::l delt-sída<l de 35 a 40 glados, qr-'.e j)or nn instalte p?:=:-: -:l :ir3 setumbaba clel laclo ile est¡ibor'. Fero paulatinarrlei:r : -:l -' a snestabiiidad a,l mismo tierripo que caía sobre su ¡:ri.:-:- .: ior-midable ti'omba cle agua que tctlo destruyó a su ir¿:,, Y: :¡abía

caído de la cof a y yacía inef te sobre la cubier¡a :- ;-: -:. -s1't1-mete González Larralcle. Fué la" primera vÍc¡i¡:a. I--:. .-'si-guieicir Conde y Baigorri. ambos violentamen:! ¿:l; -'-:: : lol'la ola contra los gninches c1-estrozándolos. Cabr'ili:-:-:. ---.:-: ielizque los anteriores, sólo sufrió la fractula tlel b:':-¡: ;:- a i'.tesoser salvado, en circunstancias muy tlifíciles, !,r L:¡::-'--ili ¡'Alroyc. que 1o arra,straton hasta la borda desit .: *:= =, ¡l'o-p,io Cabrillana se zambulló para el intet'iot' de, I -= r--: :-1 É-.q-

tal-.a semi arreatlo. En eI interior del barco. :l:::=,= :-¿uiz,Caram y Moledo quedaron, eI "gaucho" Galaiz¿ .:::, :, B.litezlogralon llegar: a cubierta luego cle sostenel i -::.-: .'. --¿ corlla coi'riente de agua que ya había invadido tc:¿::-=::- =- l::-ico-El torpedeaniento sorprendió aI capitán Varela :: -- ::=-::; delmauclo y éste cle inmediato, apreciada ya la s1:::ii-- .:=- barcoy la inutilidad de todo esfuerzo de resistencia. ,+- "--'l:- ¿;ideo"no ller¡aba armarnento - alguuo) orrlenó que todo ¿l =::,1o acu-diese a sus lespectivos lugales en las embarcac:.r:=:.1: salva-taje. Es de hacer notar qne prevista ia posibilid¿d 1-l :'-,:pedea-miento se habÍan tomado desCe muchos rlías anl¿: d= =::;.lu:iiseel ataque las medidas pertiuentes al salvataje. Caia tl¿nbro dela tripuiación sabían de antemano cuáI era su bo:e. -.'¡ lugar yen. el caso tarnbién previsto de quedar inutilizaca-. ai_::ras em-barcaciones en qué otra le tocaba a cada uno eB]bar":ar'- El tor-peelo que hizo impacto en la bodega 2 provocó ei esccrazo quefué tan violento que tlestruyó los botes y la lancha de estribor.Todo eI mundo se lanzó entonces sobre las embarcaciones de ba-bor. Ettre. éstas una sola unidad estaba en concliciones de pres-tar servicios. Era el bote, con una capacidarl para 50 personas.

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También estabirn las balsas. La p"inera Ce ésta se perdió. Eri:l segunda se embarcó Eustaquio Soria quien logró mantener lal¡alsil en ecluilibrio hasta tanto el propio Capitáu, alumbl'ado conla liirterna cle iYichaelson que el mismo persoualrnente sosteníaen la mano derecha, logró ccrtar el cabo que la sostenía pren'tliCa al ba|co. Orosimbo l,Iachado, el valiente telegrafista quel:asta irltimo momento procuró ayudar a sus compañel'os luegode comprobar: que ya nada podía hacer en su cabina porque te-]1ía lcs aparatos de trasmisión destrozados fué hasta el puentey iogró descender a cubierta segundos antes que aqué1 se derrum'bal-a. Fné hasta el bote de babor pero recordando qlte e1t el casode no pocler usarse de esia embarcación a él se le había clesti-nado Ia balsa c1e la clrie era patrón, a la rnisrna se dirigió. Cuan-tlo vió que 1a plirnera balsa se perclía tle inmed-iato ordenó setirase a1 mar la segulria,. Por un momento se pensó que tam-bién esta segunda se peltlía y fué entoirces cnando corljuntarnen-te con Buschiazzo se tíraron aI mar corr ull enjaretado. ]io fue-ron felices. Cuanclc iuego de la zarnbullida volvieron a la super-ficie vieron la balsa. En la 'misma estaba ya Soria. Luego se lesjrintó Juan Pedro Suárez que traía junto consigo una navajaqrie habría de tener en la odisea que corrieron en la balsa unpapel importantísimo. Fué con esa navaja que lograron cortal'ul últimr cabo, menos potente que los otros pero 1c snficietlte-mentd fuerte para que eI "Montevideo" ya agouizante arrastrat'aen su caída al abismo a la débil ernbarcación.. Suárez, ccrn sar-gre fr# cortó ese amarre que era fatal y ia balsa se fné a 1a

rleriva. La corriente fué generosa y provitielcial. En pocos mn-mentos la ba-lsa se alejó clel "Montevideo" a üna distancia" Irrir-tlencía1, y no sintió las consecr'.encias del oleaje qne provocara1a postrefa zambullid¿¡- del buqne.

hlientras tanto en otlo lado del buque el bote ya con lcs 31tlipulantes que el1 el mismo se salvaron también se hacía a la¡nar'. La difícil maniobi'a de tlespegarse clel "N,Iontevideo" se hizocoil i'ara habilidad. L3s gritos ¿le Cabrillana con sLl brazo frac-i rratlo se perdían entre las voces de manclo y de aliento y losgiitos de inrlignación. A pocos metros todavía, rlel bal-co que len-tamente se hunclía se legistra una escena impresionante paran.üe.qtros marinos; eI subrnalino que hasta entonces, totalmente aÍloie se rnantenÍa a una clistancia de 300 rnetros avalza. Losir.uestros puetlen distinguir nítidamente a los ofÍciales y marine-los en su cubierta. Ven cómo los artilleros cargan un cañón.Ahora es un poderoso reflector que se posa sobre el bote y lue-go sobie el nomble clel balco, pintado notablemente en popa quese lrundía. La luz clel reflector quedó fija dulante mucho tiem-po en ese denominativo. Nuestros hombres comprenden perfecta-lnente e1 significado de esta pelsistencia. Y mentalmente asociandos nombres: "Gráff Speed" y "nlontevideo"-

Fné en ese instante que se registra la escena emocionante

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-22-que cor(iensa e11 ése solo gesto e1 valor y e1 espífitu de abtle'gación de nuesttos maritlos: el "pibe" Benítez. no se puede 11a-

tnar c1e o'11'a manera este narino niño, leYanta su diestra gritaam€nazante para el podel'oso submariüo: "Ti|en llomás, cobal!cles, Viva el Urtlguay ! ! " tri submarino nazi hacieildo un latpJo

vÍ;:aje enfrentó al "ltontevideo" po¡ el ládo de babol' ]- descar-gó r-arios y certeros c¿.ñonazos. Lejos ya estaban la baisa ]- elbote, cuanclo el "Nlontevideo" desapai"eciÓ. Tambiél \-oil-ió a su-mergilse el submarirro, N¿rt1a quedaba en la ittrnelsica{t de aquelmar. flir ei fcndo del bote, Cabrriii'ura sufría )- B€nÍ¡ez. a gritos,iiamaba a los compañeros q11e muriei'on junto ccl ¿i ' lioltevideo".

3er. ffiAQUINESTA 4.+ I*AQUII]iSTA

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M. Mortínez Aurelionc Arroyo

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EN EL BOTELa tremeutla impt'esión que habían recibi¡lo perduró en 1os

sol:revir¡ieDtes rlurante toda la noche. El bote navegaba en me-¿.lio de la más absoluta obscuriclad. No telían faroi. Había a bor-tio galletas y latas tle paté. El agua calocada en barriles viejosno tenia buer: sabor, y pol' ello ie agregaton unas botellas rlecaña que llevaban dentro c].e la barrica de provisiones, Tampocoel botiquín del bote estaba en buen estado. No ha]:ía nacla den'

AQUI DESEMB.ARCARoN DEL B0TE

Cobo Jeremíes, lugor donde desernborcoron los nóufrogos

tl'o dei rnismo, Ni una miserable venda para acomodar el bl'azotr'acturailo de eabriilana ni alcoho] para desinfectar Ia herida deSilveila, que infectada, se degeneró bien pronto erl una gan-gre¡a clue por poco le cuesta la vida. Como no fué posible, dadaia obscuridacl, colocar esa noche ia vela, se resolvió remar, peroiueso, no queriendo alejarse del lugar del srtceso hasta la ma-

d.ll/nagua,\ryOCEANO AT{-ANF{{";}

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-" :,-. i +ñana siguiente para.,ver si,potlÍan presfar socorro a otros náu-fragos se resolvió ecirár ancla. En merlio cle la impresionante in'

-mensidad de aquel océano, ahora calmo, pasaron la noche. Ala mañana siguiente üavegaron a vela y cuando comprobaron que'en toda la superficie que alcanzaba sus ojos nada existía se or-denó Ia marcha hacia el continente. En primer lugar se estudióy se puso en práctica un sistema de racionamiento. Se calculóexactamente 1as proporciones con ias posibilidades -v comenzó elrepario de las galletas y del agua respetándose r-igurosamente Ioordenado por el Comandante Va,rela. Se hizo una excepción; lade los €nf ermos. Cabrillana vivÍa en un grito y 1o mismo Sil-I'eira, que a medida que avanzaba la infección sentía las conse-cuencias de la fiebre. Fleute a estos aspectos tristes se desta-caba la jovialida.d, Ia alegle sspiritualidad' de Hermenegildo Suá-lez. Cuando más apesadurnbrados estaban toalos era Suárez quiencon sus ocurrencias hacía reír y mantenía aita la moral d.e to-dos. Cuando la desesperación parecía apoderarse de 1os bravosmarinos que por iargos períodos lemaban para ayudar la accióDde la vela, era Suárez con eI relato de una anécdota o fruto desu imagináción realnente interesante el que hacía renacer eloptimismo lz el ansia de vivir. Fué Banchero e1 que primero vióel "Tea1amon". Aquello fué delirante. Con lcs remos hlcielon 8barderas que firmernentes sujetas por brazcs musruiosos ilamea-ban corao pendo[es de esperanZa. Sncedió c:]n e-ile i¡arco holan-dés lo mismo que corl el "Explorer"' cuando encoltió a los cua-t¡o de la balsa. Por nomentos pareció des!::telesarse de los náu-f ragos y solamente clespués de hacer un la.rgo r..deo se r-ió ciuecnvia}¡a un bote. Los nuestros fueron iemolcaCos has:a el bai'ccy iuego de una lalga conr.ersación entre ei Capi:án -r-areJ.a y suc¡1ega del "Tealamon" el comandante de éste orde]ló que fuel:atambién izado el bote del "llontevideo". A bordo iuelon trata-clos cariñosamente y de inmetiiato se le presiarou los pi'imerosauxiiios a Cabrillana y Silveira. Este último ¡arería más mrieltoque vivo y segiin 1a opinión del méclico ¡le a boldo. de habelpasado un día rnás sin asistercia médica hubiese muerio. Luegrel capiián del "Tealamon" explicir a la e:ici¿-iiij¿..i del l,.iiciuehundido a qué se clebÍan los ralos movimientos ilecllos por subarco cuand-o los descubrielon. Dijeror (lue sospeiiralclo c1e quefuese un submarinc "camouflado" qusieron il'imeranrente cercio-rarse de que fuesen autéüticos náufragos. L¡.rego, añadió eI co.r¡andante que ellos se tlirigí.al a Europa ]- que üna de las ra-zones por las cuales no querían volver hacia el contilent.e eraque no coiltaban con artilleros para clefeudei'se en caso de r¡liataque. Finalmente deciar'ó que los tlejaría eu la isla cle Curazao.A esto responclieron los sobrevivientes que estaban dispuestos atrabajar a bordo, que el comandante Yarela ]' e1 oficiat Natte-ro desernpeñarían el puesto de artillero pe|o pedían que e1 "Tea-lamon" los desembarcase en el Continente. Accedió eI marino ho-landés y ei "Tealarnon" cambió de ruta. En su viaje haci¿ Iacosta el navÍo salvador que tarnbién conducía a bordo a un gru-

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pc de marinos noruegos, colno 10s nuestros, también náufragos,irizo la,rgos zig-zags para disimular sll rumbo de los submarinosnazis,

Cual1do el barco llegó, a unas tres millas del continente, frente alprrerto de Gerernies, provinc= norteña de Haití, fueron arreadoscios botes, lcs nuestros se etnbatcaron en el mismo que se sal-varon y que en tos días que estr-rvieron a bordo fué reparado. Los.ráuiragcs rlol'uegos ocuparorr tlD bote que luego retornó aI bu'e1:re cori.dt:ciclc por marinos del mismo "Tealamolt". La llegada aGeremies y de 1o bien qrr-e fueron tratados en esta localidad me-l'e:en un capítulo aparte y es eI que sigue.

LA LLEGADA A HAITI

Finairrerte, -siguen dicientlo los náufragos- llegamos frente

a la costa Cc HaitÍ. Los clos botes que tripulábamos se manteuíana corta disiancia uuo de otro, para evitar cualquier contingenciariesagl'aclable. Erarnos cincuenta y tantas personas, Íncluyendo a.

los iláufragos noruegos que también bajaban a tierra coll tlosotros.Cuando nuestras embarcaciones estaban casi en tierla, no-

t:mos entre lcs pobiadores de Ia costa unas muestlas. inconfun-riibies de inquietucl. Después, nos explicaron que nos habían to-r:raclo por invasores y, algunos hasta se aventuraban a suponerque éramos la avanzada tle los iaponeses que se disponfa a ini-riar la conquista de América establecientlo üna base en aque'lia isla.

Apena,s eriierados de que se trataba de náufragos de barccs'torpecleados, nos atentlieron con toda soiicitud, ilevántlotlos fren-te a ias autoridades tle esa parte del terl'itof io.

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DE JEREMIE A PORT PRINCE'Í

Lrua '¿ez ante ellas, repetimos nuestra exposición y manifes-rarnos nuestLo ciesec de clue se nos ploporcionaran los medios deliegar a Port Prince a fin de tratal' de poneernos en cornunica'ción con el gobierno de nuestro país para que se adoptaran me-clidas para nuésti'o regreso a la patria, cosa que se nos apare.cía iejana -tal coino rlespués 1o pudimos cjomprobal', ya que tar'-damos casi dos rneses en volver a ver el Cerro de Montevideo.

Las autoridades, que carecían de medio cle transporte parallevaln:s hasta Port Prince, iniciaron gestiones ante una com-pañía amerícana que se dedica a la explotación del caucho y elIngeniel'o Jefe dispuso que se nos proporcionara un camión enel cual har'íamos el viaje, si bien bastante incómodos, encanta-tlos de poderlo realizar, ya que era eI único .medio disponible.

Y así fné cómo durante más de veinte horas nos sacudimosen forma impresionante en aquel carromato que corría guiadopo1' manos expertas a una altura rle dos mil pies sobre el niveldel rnar y'por senderos -que

aquéIlos no se pueden llamar ca.minos- casi intransitables para esa clase de vehículos.

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Por momentos, se. estrechaba tanto la senda que el camióndebía arninorar 1¿ marcha. Era un momento dramático err el que

torios callábamos co1l el corazón en la boca. A nuestro lado, jus-to en la rüeda de1 camión, habían precipicios impi'esiouantes. Unamala maniobra y todo había termiirado para nosotros, luego dehaber escapado corr felicida'c1 a los peligros de1 mar. Era una in-justicia qlie tai cosa sucediese.

MOMENTOS TRISTES

Los rnuchachos distlaÍan 1os sacudones ]' el calsancio ¿lelmolésto viaje, entonando -o desentolantlo- r'iejos tailgos y can-ciones rioi:latenses, que nos traíau lecuerdos de nuestros seres¡iuericlos, de aqueiios que había vivialo horas tan angustiosas co-mo 1as nnestras al ignorarse nuestra süel:te a raíz del naufragio.

Por eso, a veces, utla voz cualquiera se hacía más ro[ca ycatlaba ahogada por un nudo de angustia clue apretaba muy fue}te en la gargante. Además, el recrierdo de los compañeros des-ajrarecidos -porque airn nacla sabíamos de la balsa- y de Ca-brillana con su brazo roto y Siivelra con su pierna infebtada r{üequedaban. .ambos hospitalizados en JeleIlie, nos quitaba un poco1a alegría de nuestra salvación.

Era en esos momentos cuando se podÍa apreciar 1os esfuei'-zos de algunos de los muchachos que trataban cle hacer cuettosy chistes para distraer a lcs tlemás de sus tristes pensamisntss.Era ínúti]; en cada cot'azól.., había una imagen; una maclre, unaesposa, una 11cvia... ]' los rostros se liacían sornbiíos. veiándoselos c:ios con la tristeza de1 recueldo Ce ias ausentes y con 1a

honda ternura que hubiera querido cristalizar en forma de frasecaliñosa, de caricia, de beso... pero, estábanos tan ieios!...

lLLEGAMOS A PORT PRINCE

En ei mismo camión en que viajábamos, nos diligimos antelas autoridarles haitianas, repitiendo el capitán, ei relato del ttau-fragio y de las circunstancias que 1o siguieron hasta nuestlo arri-bo a lq*capital.

De inmediato nos lle-¡alon hasta el modenio edificio de laEscuela Militar, en la que haliarnos l¿ más calurosa acogida. ',Ie-

fes y alumnos rivalizaron en hacer grate nuestra estaila allí ]'ncs proporcionaron 1os medios cle escribir .. a los qrie descle aquí,esperaban ansiosos nuestras noticias. Todo, pape1. soi;res. irastalas estampillas para el Correo Aéreo nos fué ¡laclo poi' aqriellosbuenos muchacl'ros que se sentian identificados con noscti"os en1a lucha a muelte contra el monstruo del totalitarislllo que ame'rraz¿ al mundo. En cierto modo, podemos decir qtie nos trataroncomo a hermanos en desgracia.' Nunca olvidaremos los días vividcs en la Escuela llilitar deHaití. Aunque ansiosos de volver, nos se11tíamos ull poco ernuestl'a propia casa,

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RECORRIDO DE LA BATSA

OCEANO ATLANT/TO,oot oonoxt//?a¿1o de/ hundt-tíenlo de/ "//7on I p v ; r/ea'!

OCEANO PACTFICO

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,133 HORAS ENTRE CIELO Y MARI

Entle tanto veamos lo que suce<lió a los qlre, en la frágil bal'sa, se aleiaron del buque que se hundfa.

La odisea que corrieron los cuatro muchachos de la balsa,es clecir, Machado, Suárez, Solia y Buschlazzo parece más biencuento que realidad. Vivierotr 133 horas entre cielo y mar, sinagua ni prov,isiones. Se rnanteniau cle algas' rnarinas, comieronun día un pescado y cuando no podían más con la sed chupabanlos botones de sus ropas. Buschiazzo que llegó a ia balsa com-pletamente desnudo hizo todo el viaje solarnente cubierto poluria camisilla que le cedió Soria. Pero por si fuese poco toda lali.-.i1rliia de esa situación de náufragos leq quedaba a lcs mucha-i:hos ¡¡r-e lucha ,oás, la del peiigro de los tiburones que persis-ieetemeli.c acompañaron a la balsa. Eilo obligó a los bravos ma-rinos a vivir un estado tle constante inquietucl. De noche se al-ierrr¿rlirii eir Ia guardia y cuando retornaba el día volvían a es-('1':ri:ri'e! horizonte para descubrir eI barco salvador. Dije enr;irc cr_ritulo de este relato que el cuchillito de Suárez habría de¡;ir:si:: un importante papel en toda la odisea. En efecto, fué.i:r este instrumento que amarrado a una de las tablas rotas de

Lo flecho indico el espocio recorrido por los nóufrogos.que se solvoron en lo bolso, desde el lugor del torpedeo-

miento hosto Puerto EsPoño.

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la balsa puclieron los náuft'agos defenderse de los tiburones que

en tenebrcso corteio seguían el paso dé la misrna. Entre Bus'chiazzo y Suárez se altel"naban en la fuucióu rie mantener ale'jados a los tiburoDes. Mientras tanto Soria ploculaba algas rna'rinas y Machado se malltenía alerta en su cargo de vigía. Undía d.istinguieron a 1o lejos algo qrie a todos pareció ¡ratarse denna boya con provisiones. Como la balsa iba a ia deriva y 1a co-rriente los alejaba cada vez más de ese bulio lesolrieron impro'visar algunas de las tablas rotas e11 rernos. Nuel'amellte el cu'chillito de Suárez prestó a los náufragos uD gran servicio. Mien'tras Buschiazzo se defendía de los tiburones Soria ¡' Suárez fue'lon a los improvisados remos. Despriés de una aldua lucha detres horas, -la

fuerza de la corriente en colira era grande en€sos momen"!os,- llegaron al lugar eü donie iiotaba el misterio-so objeto. ¡Qué decepción esperaba a lcs r¡uchachcsl Lo que elloscieyeron provisiones era el corcho de un sairariCas destlozado.',

Pero fué Ffecisamente en este iustante q'üe se pr-odtljo, anteel desencanto sentido, uua saludable r-eacciól !ol'.iile viendo quepodían remar e imponer a la embartac!ón ula rllta pala su na'vegación persistieron err esa tar{iea. Oicsi¡lbo }Iachatlo, luego deestudiar detenidarnente 1os puntos tar'jlaales y ple'ria consultacon sus compañeros señaló un lumbc,. L,l sigüieror. . . Retnarondos clías más y luego comprobaror qre LabÍar aieltado con laruta porque en esa situación encolr¡Larorr e1 "Exp1orer", buquenorteamei'icano de gr'.erra que se diligía pala 1a ccsta.

Fué Soria el primero que tiirisó a lo lejos e1 barco salvadory de inmetliato, atando sus camisas a l,:s iemos, comenzaron ahacer señas al "Exp1orer". Pasaron lllcmetl¡os tle vertladera an-gustia porque eI "ExBlorer" seguía su t'uta sin dar señales dehabernos visto. Luego supieron qre rc¡ro uedida preventiva e1

Cestroyer yanqui había hecho mariiobras paia evitar caer en unacelada que corrientemente hacen ios s;rbuaritos nazis para atraela sus víctimas y tomarlas desplerenitla:. Fuelon verdaderos gri-tos de júbi1o los que blotaron de 1as gat'gantas de 1os valientesnáufragos cLran.do vieron que t1e ]a u:iidad amet'icana arreabanun bote que de inmediato se dirlgió ha:ia e1los. Y cuando. fue-ron abrazados por sus colegas de 1a gran ira¡ión dei Norte toda-vía tenían fuerzas como para ofrecerse a1 oficíal americano quecapitaneaba el bote salvavidas pata remal'. Está demás decir queel generoso ofrecimiento no fué aceptado ¡- que conducidos a bor-do, Iuego de ser saludados por el comandarte ile la na.¿e, capi-tán Arnolcl Smith, fueron, po1' éste mismo, presentarfos al médi-co de abordo que los sometió a una prolija revisación. Compro-bado el estado de debilitlad, de verdadela iuanición ile los náu-fragos el médico ordenó que los mismos fuelan sometidos a untratamiento especia.l de comiclas y de refrescos a base de fru-tas. Antes de bañarse para luego vestlr 1as ropas que le fuerclcedidas por los marineros del "Explorer" los muchachos fueroninvitados por el comandante a concurril al i,"uente del mandodonde éste les explicó que con mucllo pesar no podía cargar con

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1a balsa pot'que estaba inutilizada y que en ese momento, impul's¡rila por ia corriente, se acercaba ai mismo barco. En seguidaoidenó su destiucción y un artillero de estribor hizo ün certeroriisparo que, dando en pleno centro. de la balsa, la hizo de inme'diato zczobrar. Los muchachos asistierol a esto no sin pesar por-que guardaban de ia frágil embarcación en que se habían salvatloun grato recuei"tlo. La vida aborclo del "trxpiorer" fué feliz paralos muchachos y las horas se deslizaron rápidamente. El abutr-dante y fresco alimento y eI tratamiento médico a base cle to-nicos y de inyecciones tle calcio 1os rehabiiitó físicamente másprcnto cle lo clue ellos mismos esperaban. Dos días después des'embarcalon en Trinidad habiendo el "Explorer", desviándose desu ruta para 'dejarlos en el mencionado puerto España, porquepor indicaciones contenialas en sobres celrados para .ser abiertosen hora y clía en los mismos señalailos el "Explorer" clebía se-g,"rir ahoia para 1a India. Lo primero que hicieron los muchachosa1 desembarcar fué procurar al Cónsril uruguayo en 1a localidady por e1 mismo lograron con éxito la gestión cle cornunicar aMontevicleo su salvamé"nto. Hasta ese rnor¡ento no sabían ios mu-chachos cle 1a balsa Ia suerte corrida por eI bote y como en Tri-nidad se comentaba de un violento temporal que clías antes sehabía ctesencadenado en el At1ántico Norte, por momentos ducla-ron de volver a ver a sus compañeros de aventura. Hasta el mo-nento en que llegaron a1 "Explorer" los iráufragos de ia balsahabían navegado 133 horas.

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EL VUELO FIACIA PUEF"TO ESPAÑA

Veamos ahora qué sucetle a los náufragos salvados en e1 bote.Seguimos la nafración que nos hacen.

üComo altes queda dicho, Cabrillana y Silveira habían qte-

dado internados en el hospitai de Jelemie, el primero, con unbrazo fracturado a consecuencia de la caída sufrida al caer so'bre cubierta eI golpe de agua que mató a1 cocinero Conde y al¡qayordomot Baigor',ri aI golÉearlos contra las tablas del p[so'Después de varios dÍas, cuando ya se hallaban en condiciones ale

viaje, fueron trasladados hasta Puelio Príncipe, clonde los reci-bimos con la alegría que se puede suponer.

tr c prirnero que nos preguntaron al vernos ela sobte qué no-ticias teníamos de los qne faltaban. Desgraciadamente nosotrossabíamos tau poco como ellos misrnos, lo que aumentó su pena.

Fínalmente, en tl1la máquina de la Pan American Airrvays,Ilor cuenia <le nuestro Gobierno, los dirigimos en vuelo haciaPuerto España, donde nos recogería el bar,:o que nos había dede trasladar aI Plata.

A mitarl del camino hicimos escala en Puerto Rico. dondepermanecimos toda la noche, ya un poco más animados aI saber-nos en viaje de legreso.

EL ENCANTO DEL TROPICOf

Fué en Puerto Rico, precisamente, que casi perclemos a uricompañero, aunque no en el sentido en que eI lector pudieracreer, sino que estuvo a punto cle sucumbil a los encantos rleuna chica del país que pletendía acapai'a¡Io sin más trámite.

Para evitarie un posible disgusto, no daremos sti notnbte,'pelo 1o cierto es que el lromble no aparecía por ningún lado cuan-do llegó la hora tie reiniciar el viaje en el avión, 10 que nos llenóde inquietud.

Tras pacientes averiguaciones conseguimos ubicarlo y su buentrabajo nos costó convencerlo de que tení.a que veni| cou nos-otros. Estaba tan enamorado tle su portorriqueña qrie no querÍasaber de nada de seguir viaje.

Finalmente logramos convencerlo y vigilándoio de cerca, 1ometirnos en el avión. Hasta que éste se eler'ó estábamos espe.rando su voz de protesta, diciendo que quería quedarse. A cier'-ta altura, miré hacia abajo -nos dice uno de 1os náufragos. Unasola mujer agitaba su pañuelito en ademán de destrledida: era"Elia". Felizmente, nuestro compañero no la vió, que si no, me-nudo lío que nos arma!...

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Fuerto trspaña. En Puerto Rico l1os habÍamos enierado tle quehabía cuatro soblevivientes más de nuestro barco, clue nos espe-l'aban en Puerto España. Sus nombres eran un misterio pata nos-orros y pasábamos largo rato cambianclo impresiones de quienesse¡Ían los salvados.

Feiizmente, ya faltaba poco para salii' de la duda. Al bajar se

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"oa dij" que prcnto veríarx'.rs a, tittestros compañeros. En . efecto,Iicco después, con los ojos llenos de- lág¡imas estrechábanrcs con-tra nuestlos pechos a Macha.do, J-Lrair Pedro Suárez, Eustaquio So-ria y Antonio..Buqchía:zzb y teirÍamos ia rlolorosa cer'uidurnbre de'qliiénesr eran lbs que faltaban. ..

Puedr afirrnalies que dur:--ite 1ar'3c latp perntanecimos mudosevocando a los ccmpañeros <lesap:r'ecir1os. De pronto, alguno ha-blaba y decÍa: ";Pobre Conde, }e, irltima copa al salir de Montevi--deo Ia tomó conmigo en la calle 25 de Agosio". Y así, con recuer:-dos que en otras circunstancias hubieran care.ido por completd tle\¡a1or, íbarnos pasantlo i'evista en ¡ilestl'a ímaginación á los rles-aparecidos, a aquellos compañer3s c¡'e hai:ían estado junto a nos"otros en ias buenas y en las malas y a los que la suerte les jugó'Ian mala pasada.

[.A VIDA Ei! PUERTO ESPAÑA

Al llegar a este pri[to del r'ela¡o. t.nl:. ]a palabra uno {,le loscuatro tripulantes de la balsa, q'cien ncs hace eI relato de las ho-l'as vividas en aquella localidad hasta su deiinitivo embarque rum"bo a ésta.

Vivíarnos en rrna fonda de rna rilei.os eir la que s€ bebía :rlásde 1o que se conía. En razón rlirecta con 1a canticlaal de bebida in-gerida estaban las trifulcas que allí se atmaban. Eran va|ias enla mañana y otras tantas ejr la rarcle. La bautizamos ,.La Fondade las Broncas".

Al final nos aburrimos de tatt3 vet tepattir,,bollos', ], pat:ano vernos camprometidos el a1gún ]ío con 1a. policia ctre allí, re-solvimos no ir a ia fonda sino a comer y dorinir.

El resto de las horas, lo pasábarnos en eI puerto esperando laoportunídad de u¡ barco que viajara_ I:acia ei piata o que lievaraa su bordo diarios de llontevideo. Así fué que xos conocíamos enstls menores detalies eI püerto y las embarcaciones allí amarra-das o alcladas.

*LA PRIMERA ALEGRIA

Eu esa espera ncs pasábarnos día tras rlía sin obtenel, la rne-nor noticia de nuestra patria, que, nunca como entonces, nos |tá;leció tan querida y tan hermosa.tr'igúrense pues nuestra. alegre sorpresa cuando una mañana

llegaron a nuestras manos ejempiares de diarios de Montevideo.En ellos estaba la ¡.oticia de nuestro nauflagio y las fotos ale á1.gunos de nuestros familiares, que aparecían co[tentos con la no.ticia de nuestro salvamento o llorando la desaparición tle algunode los que quedaron allá...

{oé, puedo asegurarles, una ver.Cadera pelea para leer torlosal tiempo. Era corno si nuestra patria nos hubiera salido al en-

tiII.i*ri!

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cuentro, lievándoncs algo del calor de nuestros hogares,Fué aquélla la primera alegría que tuvimos luego del naufra-

gio. Cuando llegarnos a Río de Janeiro hallamos allí, esperándonosa un periodista urugüayo, Mario José Clérico, que era quien ha-bía tenido aquella invalol'able atención Bara con nosotros. Al co-nocello, nuestros abrazos le clijeron bien claro cle nuestra gratitud.

EN¡ EL 'ICABO DE HORNOS" .

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Ya, -como vé el lector,- se hallan juntos todos los náufra.gos. Continuamos reproduciendo fielmente lo que cuentan.

Al fin, tras tantos días interminables de espera, Ilegó el "Ca.bo cle Hornos". tr'uimos conduóidos a bordo, donde tanto la tripu.lación como el pasaje tuvieron mil atenciones para nosotros. Nues-tros compañeros heridos hallaron a bordo de Ia nave españolaquien los atendiera con todo cariño, haciéndoles más llevaderaslas horas de inmovilidad a que sus heridas los coilclenaban. Des-pués, es justo. hacer destacar que la compañía Ibana, armadoradel barco no cobró ni un centésimo por nuestros pasajes, a pesarcle haber tenido que abandonar su derrotero habitual para ir a re-cogernos a Puerto España. Luego vinieron las horas alargadasdel regreso, cuando nos pasábamos las horas enteras apoyados enla borda, hablando de nuestras cosas y teníendo un perenne re.cuerdo para aquellos querldos cornpañeros a quienes la muertesorprendió en aguas del Caribe.

Brasii!... Con qué alegría vimos la costa verde!... Era comoun anticipo. Ya nos faltaba poco. Bahía... llos faltaba menos!Ríó! La "Ciutlad Maravillosa,", nunca nos lo paréció tanto comoen aquellos momentos en que er"a un .punto cle reterencia pat:asaber cuánto nos faltaba. todavía par.a llegar.

LA LLEGADA A RIO DE JANEIRO

En San Salvador (Bahía) np fué perrnitido eI descenso de loJpasajeros en tránsito, asÍ que la llegada a Río de Janeiro fué muycelebl'ada porque los oficiales y luego los tripulantes pudieron de-leitarse con las bellezas de la ciudad carioca. A. recibir a los via-jeros concurrieron al ltuerto de Maua el Embajarlor nuestro en eIBrasil, tloctor César Gutiérrez, el Cónsul General señor FaustinoTeysela, eI agregado naval Capitán de ¡'ragata Américo Dentone,funcionarios .de nuestras representacioues diplomática y consular,compatriotas radicados en el Brasil entre lo que cabe señalar lapresencia del distinguido amigo Adan Spinelli. Mucha expectati.va había despertado el ar"ribo del barco español porque err el mis-mo también viajaba de regreso a Rio los tripulantes del carguerobrasilero "Parnaiba" que también fué víctima de la cobayde agre-sión nazi y a pesar de todos los cordones de aislamiento estaLle-cidos por la policfa marítima un numeroso priblico presenció elarribo del "Cabo de llornos"

Fracasadas las primeras gestiones para que Budiesen desem-

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barcar los tripulantes luego tle saludar a la oficiaiitlaal a quien sele perrnitió bajar a tierra, el Embajador doctor Gutiérrez, subióa bordo del "Cabo de Hornos" y alirigiéDtlose a la popa sahrdoemocionado a todos los tripulantes compatriotas. Luego, en vibran-te acento, elogió la conducta de to'dos ellos que muy bien habíansabido honrar la gloriosa tradición de rtuestra mat'ina. Añadió:"Habéis sido víctimas de la política de ruestro país en esta gue-rra, polÍtica que todos los orientales compartimos porque ella de-fiende la civilización, los principios más nobles y sagi'ados de lahunanidad".

Luego convidó al Comandante y a la oficialidad a dar ur1 pa-seo por la ciudad, terminado el cnal, se difigiel'on to<los a Ia se-de de la Embajada y en su espléndido salón de rerauo se sirvióun cocktail. En el transcurso de esta improrisaCa reunióu, a la quetambién asistieron caracterizaclos compatriotas l'adicados en elIlaís hermano y las familias del doctor Gutiér'iez !' de otlos fun-cionarios de la Embajada y del Consuiado, 1os oiiciales Natteroy Bianchi hiciei'on un interesaute I'elato de la odisea. Mientlastanto, habiendo prosperado gestiones que fu¡rciolarios consularespor orden del Embajador irabÍan hecho er Itamaraty los tripulan-tes habían logrado también descender i- bebieron alegremente cer-1'eza en la plaza Mauá. Ei vapor largó amanas a las 12 de ia no-che y al otto dÍa ilegaba a Santos.

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IMPRESIONANTES RELATOS DE LOS TRIPULANTES!

A bordo del "Cabo de Hornos" entrerisiamos a todos ios tripulantes sobrevivientes. El ambiente de la popa del barco espa-ñoi tenÍa esa caracteristica familiar que toil¿l toda reunión de pa-sajeros en viajes largos. Se ha dicho siempre que lo existe lu-gar más propicio para identificar a un gmpo de pet'sonas en unrnismo espíritri amable de solidaridad humaua qrie un barco. Eseera el clima impera,nte eí ei navío cuando iniciamos nuestla ta-rea sorprendiendo a ios muchachos er1 alegre reunión rodeanclo alas linrlas y graciosas españolitas que llegan a ^{nérica con la ri-sueña esperanza de encontrar la felicidad. Con los primeros quecharlamos, cambiando lás primelas impresioues sobre eI funestosuceso fueron Cabrillana y Silveira, arrbo.q l.ieridos, pero feiizmen-te en tren rle ladical lestablecimiento. Cuanclo rcs cuenta Cabri-ltrana en las circunstancias en clue fué sah.ado pol Leguizamón yAnoyo, sus ojos se cubren de lágrirnas. Luego. también, con pro-fnnda emoción recuerda a Baygorry, el mayoldorno que era sugran amigo y que encontró Ia muerte a su lado cuando la tremen-da tl.omba de agua cayó sobre cübierta arrzstrando todo a su dia-bólico paso. Silveira nos cuenta luego en qué circunstancias se hi-rió en eI pié. Fué precisamente cuando se trabajaba para arrear eibote que se hirió con un alambre de cobre. El pobre Silveira su-frió mucho. La intérvención que le hicieron en e1 pie en Gerernies

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para extirpar la lnfección gangrenosa fué sencillamente atoiorosa yla faiia de anestésicos aumentó el sufrimiento.

..TIREN NOMAS. coBARDEs, ¡VIVA EL [JRUGUAY!,,

Benitez, fué uno de los que tuvo mayor faciilclaci para salvarse"En cambio deinostró su valentía en eI gesto de protesta y tle re_beldía cuando frente a lcs oficiales y marineros de1 submarincque los.contemplaba a escasa distancia les gritó: ,,Tiren nomás.cobardes. Viva el Uruguay!" Juan peciro Suárez es otro de lostripulantes que si se tuviese que ganar Ia vida como ,'sp,eaker,,se moriría de hambre:'unca habla. por sus compañeros clL balsase sabe también de su comportamiento hei.oíco y ¿e su gran ab_negación. Eustaquio soria. otro de ros que sarvaion con drosimboMachado, es una figura q'úe llama la aténción, pcr eI üota.ble con_traste de su temperamento, ingenuo y dócil, con el de su carácterfuerte en 1os momentos de apremio. Fué el que descendiendo conla balsa logró mantenerla hasta tanto sus compañeros subieran enla inisma. B.schiazzo, el hombre que tranquiiamente se ¿ásn'¿áantes cle tirarse al mar y que viajó también en la balsa semides-nudo explicó que se despidió rie sus ropas poi,que

"u".u zuáo ]iu_dar vestido. "Y sabía, agregó, que desde áonde estábámos a lacosta había unas cuantas milias...'. Rao y Cabrera .o" ¿* .i"i_páticos muchachos, plenos de juventucl. Són casi niños como Be-nitez. cuentan la aventura con indiferencia, En carnbio u""o"tru-lnos en Nietto y en Arroyo dos relatores Ínteresantes. EI primero,a qui€n le llaman.,Perejil,,es un viejo lobo de *u.. Con'-u*tr"".JIa iercera vez que naufi.aga pel'o por ello ito clejó de impresionarleel _s.'ceso p'or eI torpedeamiento. Nos crice que el efecto der tor-pedo es algo imposible de desci'ibir. y que Ia

-situación ;;i Sr; S;;_dó el "Montevideo" escorado impoiibititó ios trabajos ¿é saiva.rrento. Arroyo, por s* parte, estima que el certero impacto deltorpedo bastaba para hundir at ,,1\{ontévirleo,, y que I*;-¿;;";,;:tos que le siguieron sóro sirvieron para precinitar eI desenlace.ot.o iripulante que irradia simpatía y-s" gut, dé entratla ra voru"-iiq ,1" cualquiera, es Galarza. Se salvó e.n circunstau"l* ¡i." li,:'iciles porque cuando estalió el torpedo estaba en 1",

";iá;r.;;.Leguizamón que junto con -drroyo sálvaron a ca¡rirraoá, 1;ilü;iogró salir del fondo del barco a cubierta y se precipitó en elbote clespués de arrastrar a su compañero caíclo con el irazo-iloti.Risso, que siempre leía, se precipitó al mar y alcanzó el bote.rlr ur1 ejemplar de la Biblia. Celinki, Constenla y CiorAanelfi riásriiríeron mayormente, pero en cambio Duarte, que cumplía guardiajuqto at timón cuenta que la tremenda s*"ídlda l; i";;;;-;;i:

ireáadose violentamente en ra cabeza co'tra eI techo de i;- dbi"ea. Casi cae rlesvanecido pero reaccÍonó a tiempo y semiincons.cieate1legó]rasta1aembarcaciónenquesesa1v]aroi.

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Dante Marega, que par'ó Ia máclnina dei "l,fontevideo", penni-tienfo de esa manera que pudiesen alr.ear e1 bote y las balsas,destaca que en ningún momenfo perdió Ia serenidad y lo rnismopuede decirse del vetera[o maquinista López, que en 1g18 fué conla expedíción de Sackleton al Polo.

PUNTA DEL ESTE A LA VISTA

Nlientras tanto e1 Cabo de Hornos se acercaba a iloutevideo.Ya frente a Punta del Este .un cablegrama anuncia que rnuchagente espera en el puerto la llegada de ios sobrevivientes. Latarde gris del domingo se hizo muy larga para los muchachos. En

CON Et MINISTRO URUGUAYO

Cuondo los nórflogos llegoron o nio de Joneiro so-ludodos de inmedioto por el Ministro uruguoyo en el Bro-sil, doctor Césor Gutiérrez, quien les dirigió uno vibron-te orengo.

Esto foto fué tomado poco después, cuondo lo ofi-ciolidod del buque, en compqñía del diplomótico compo-trioto efectuobon un poseo por uno de los cclles del puer-to de lo copitol corioco.

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Llm AHto em Ia Capital rlel Brasi!

En cl pucrto de Río dc Joneiro fué tonroclo esto foto, en que se ve olcopritón dei bugue, Rodríguez Vorelo, ol telegrofisto Mochqdo, LoureonoArroyo, José López, Donte Mcregc y Melchor Mortínez quienes desembcrr-cqron por breves instontes. En sus rostros denoton lc sotisfccción de en-contrcrse ccmino del hogcr y en tierrc hermonc. C¡"¡

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cubierta ya ro se bailaba... Las graciosas españolitas tristes porla separación de quienes fueron gentiles compañeros de viaje miraban cómo estos preparaban sus cosas. Ya estaban los muchachosindiferentes a todo. Montevideo, la ciudad querida, abarc¿ba todosu pensamiento. Pero no fueron ingTatos. Se despidieron de toalos.DeI comandante de la nave, del iapellán de a bordo, que ofició lamisa en memoria de los que no sobrevivieron, del mayordomo Ma-nuel Sierra, que fué muy bueno con todos ellos, en fin... Yaestaba Montevideo a la vista. La cerrazón no permitía ver la ciu-dad ilaramente. Pero los muchachos la presentÍan, la adivinaban.Todos estabpn felices. Pero como un bulto, en un rincón de lapopa, Hermenegildo Suárez, con la chra pegada a un cabo, llora..,Y de ese hombre, todo opiimismo, alegría, espíritu, surge el findel relato al brotar de sus labios, emocionantes y balbuceantes,.estas palabras: "¡Qué lástima que no regresamos todos!".!,-

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OTRA YEZ, EN tA PATRIA(17 de Mayo de 1942)

1El puerto arde de alegría -alegría triste- esta roche. El

"Cabo de Hornos", anclacio en el antepuerto trae a su boraio a losuáufragcs sobrevivientes del "Montevideo", quienes se¡án tras-bordados al r'emolcador "Lavaileja" designado para tlasladarlosal muelle, donde les esperan para darle la más calurosa bienveni-rla más de treinta mil personas. Un pedazo de pueblo se agrupaen la. dársena para recibir a sus hijos, ya que el golpe asestatloa ellos ha repercutido directa y dolorosamente en su corazón. Lasautoridades marítimas han organizado un recinto inmediato al des-embarcadero reservado para los familiares cle las víctimas, los pe-riodistas y oficiales, pero ya casi no existen diferenciaciones pueslos náufragos son tlilectos al ánimo de la muchedumbre que deseademostrarle su fraternidad estrecha.

La emoción crece por seguntlos. La dársena tiene su uoveles.co empaque de siempre, colt slls barcos iluminarlos que hablan depaisajes lejanos. El acre aire marino refresca los rostros con suprlreza de mar, qrle se extiende a lo lejos bajo las estrellas. !.ren-te a é1 se siente como nunca la pequeñez y rnezquindad de la ciu-dad de pequeñas y agmpadas casas, contraste que en otlas oca-síones nos haría despreciarla. Hoy, sin embargo, comp,rendemos]a dignidad de su destino creador; de su vientre fecundo nace lacliatura que se irá con su técnica y su coraje por sobre el mar, do-minándclo para ilevar su rnensaje de paz y prosperid.ad a los.her-manos lejanos.

La nelviosidad de la espera hace trizas ios nervios cuanclo,a las 22 horas, el "Lavalleja" se arrima a1 muro. Todas las ma-nos se levarltan en alto y un grito de bienvenida irrumpe de cadapecho. Los náufragos suben la escalerilla y son anebatados porel abrazo de familiares y amigos. Ellos no tienen casi Balabras.L¿ palabt'a ya natla podrÍa decir. Primero eI capitán Varela, luegoReparaz, A.rroyo, Machado, Banchero, Sarli, Benítez, Giordanelli,Rao, Suárez, Sol'ia. . .

Alrededor de cada uno se forma un estrecho nualo de abra.zos, besos y lágrimas. Los pocos metros que deben caminar hastala Prefectura se hacen interminables pues la alegria y el dolor delmomento, con su fuerza elemental, han roto todo orden y el pír.

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Los fomiliores dc Flermes Sorli le ro-dean, demostrondo lo olegrío que lesemborgo el tenerle otro vez, sono Ysolvo. Abojo: el timonel PrósPeroConstenlo nqrro o un cronisto lo odi-

seo vivido.

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Sotisfecho de hollorsenuevomente en el hogor,el grumete Américo Rooposo junto o su podre.

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blico se abalanza sobl'e e11os. Cacla p.ersona qrielecirle su f rase cle compañelismo; son levautados enYat] err alrdas.

Itr1 dicharachel'o Hermenegiido Suárez hace üu chiste, quieresolreil' y se le \rarl pol las rrrejillas morenas dos lágrimas blillan-tes corro noneclas. A Orosimbo Machatlo la esposa le pl'esetta trlo-ranrio un bebé: "l\Iir'¿i. mh'á a tu I'rijito", le dice. Galarza, un pai-

BANC}IERO ABR.AZA A SU HtrJITO

Vicente Bonchero, ¡"""" +"g"¡stq de 26 oños, no pue-de contener su hondo emoción

-como cloromente lo po-

tentizo el grobodo- suq6dq puede estrechor entre susbrozos o su pequeño hijito, o quien creyó, duronte los te-rribles instontes que se sucedieron cuondo el torpedeo-miento, que no podrío volver o ver. A su lodo su esposoexpreso lo mismo emoción. Esto esceno mudo es otro ole-goto formidoble contro los brutoles totolitorismos.

tocar'los )- {'ie-vilo y 1es 11e-

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sano alto y curtido, sefio y sereno, mal'cha erguido con un hijl'to en cada brazo'

Y corriendo cle grupo en grupo, titt rnucltacho joven y fuerte'helrnano del tlesaparecido Mauro Veglio, l]ora con acento clesga-

rrado y exclarna:

-bué satisfacción. . . ;Ayl Qué satisfaccién 1a tle ustetles tle

voh'erlos a ver... y mi pobre hermanito nunca más. '.X'inalmente 1os náufragos penetran en Ia Prefectura' Vibran

aíin en el aire los últirnos fogonazos de 1as mácluinas de los fotó-grafos y e1 pirblico permanece junto a 1as p'leltas clel edificio vi'vanclo a sus lterrnanos del "Montevideo".

GIORDANETLI CON SUS HERMANOS

Antonio U¡crcqnelli es uno de los múr¡neros del"Montevideo". Cuondo se produjo el torpedeomiento delnovío ocudió prestomente q su puesto/ que ero el de orreorpor popo uno de los botes y cumPlió serenomente con su

deber. Aquí lo vemos pocos ¡nstontes después de desem-borcorn estrechomente obrazodo con sus hermonos, mien-tros de sus ojos broton cólidos lógrimas de olegrío ol sa-berse otro vez entre los suyos y de dolor tombién, cl recor-dor o los compoñeros perdidos en lo noche trógico.

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C0M0 MURIO el BENJAMIN de Is TRIPUIACION

ATILIANO GONZALEz, LA pRtMER VtCTilvlÉ\ DEL ATAQUE AL¡,MONTEVIDEO'" TUVO UNA VIDA CORTA, PEROINTENSAMENTE DRAMATICA

Atiliano José González Larralde. Su nombre, dicho así, escue-tamente, nada dice ni sugiere en la mente del lector. Sin embar-go se trata del protagonista de una novela, corta. por su tlura.ción, pero 'intensamente vivida a través de sólo 19 años.

Nació Atilianr) cn el departamento de Treinta y Tres. Süs pa-dres eran muy pobres, tan pobres que tuvieron que "regal¿r" aAtiiiano a una señora inglesa que se interesó por la suerte de lacriatura. Y así pasó del miserabie rancho de adobe a vivii a unalujosa residencia, con todo el confort que saben imponerle los hi3osde Albión a sus hogares.

Aili, cercado cle atenciones, tenienclo a1 instante cuanto su fan-tasía pudiera aBetecer, fué crecienclo librado a sus instintos y a1o que el Destino pridiera clisponer.

Se cuenta que dos reyes qrie estabal en guerra, capturaronuno e1 hijo dei otro. Uno de los leyes encerró a su prisionero enun calabozo, en e1 que tenía magla comida y bebía puramenteagua. El otro, más refinado en su venganza, di6 a su prÍneipe cau-tivo los mayores placeres, grandes eenas, abundantes bebidas, ver-daderos harenes. LIegó la paz. Al procederse al canje de prisio-neros, el que estuvo en el calabozo volvió fuerte y lleno de vigor.En cambio, ei padre de aquel clue vivió entre placeres, recibió unregio ataúd, dentro del cual descansaba, vencido por süs propiosdesenfre[os, el prÍncipe mimado.

Tal lo ocurrido con Atiliano. Torlo cuanto quiso, le fué dado.Su mismo aburrimiento lo llevó a disgustarse con su Tegia protec-tora, quien terminó por lievallo a 'n albergue de menoresl Eri caerdel cielo al infierno. Sin embargo, el muchacho tenía un resto dehombría que no quebró la vida fastuosa ni las excesivas comodidades. Y allÍ estaba su sarvación. Logró que unos tros lo recrama-ran al Juez de Menores. Volvió a la vida pobre, la que era áho_11 rnqq dura, luego <le haber eonocido todós los halásás de unasituaeión privilegiada. su voluntad de rehacer su rida son su pro-

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pio esfuerzo, le impedía buscar reconeiliación con su protectora.Alguien la habló del "Montevideo". Pensó en la viila ruda y virildel mar. Logró embarcarse.

Y el día del torpedeamiento se hallaba de guardia en la cofadel palo mayor, cuando el impacto hizo bambolear el barco. Sucuerpo, como un trágico muñeco volteó en el espacio, en tanto su

'r grito de angustia rasgaba el silencio de la noche anunciando elprincipio de la dramática odisea.

Orosimbo Machad.o nos ha dicho que su cuerpo quedó sobrecubierta con los ojos muy abiertos, iijos en la altura, como pre-guntando: ¿Por qué?...

De sus labios entreabiertos, un hilito de sangre muy roja fuéformando un pequeño charco contra su cabeza adolescente, uncharco de sangre, que era como una maldición para los piratasde los mares que tronchan vidas inocentes.

Luego, cuando Orosimbo iba a dejar para siempre su barco,se rletuvo en su marcha hacia la borda que debia saltar en buscade la Vida. Volvió sobre sus pasos. Se arodilló junto al cadáverde la primer vfctima de. los nazis, y, eomo pudiera haberlo hechocon un hermano, lo besó en la freDte. En aquel beso, junto conla desBedida clel amigo, iba la despedida de todos sus compañeros,de cuantos fueron sus amigos y tle aquella madre que, allá en snpobre ranchito de Treinta y Tres, ignoraba la suerte tlel hijo"regalado" por culpa de Ia espantosa miseria que reiná en nuestracampaña.

Tal era Atili4¡lo José González tarralde. Un niño a quien lavitla reservó un papel dramático y un trágico final en la farsudel nundo. Un hijo del siglo.

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Desenmbarea el eapitán

copitón de lo nove, Rodríguez Vorelo.Le rodeon fomilior.es, omigos.y periocJistos" Todos queríon recoger de

sus lobíos uno versión de lo trogedio.'

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A bordo del "Cabo de Hor-nos" los soblevivientes delnaufragio se acercan a-lapatria. Aquf los vemos a sullegada a Rio, acodados enlas baranaiilias del barco es-pañol y demostrando en susrostros la alegrfa <le sabeí-se junto a tierras amigas yen camino de la patria.

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NPiloio, uruguoyo, soltero, nc-cido en el deportomento deSolto el 23 de febrero de I9l ó.l-'lijo de Tulio Michaelson y deEliso Núñez. Yivía en Grol.Brondzen Ns 2030 bis. Si co-nro piloto no pudo Ilevar sr-¡

borco ol puerto de destino,hizo lo posible, pcgondo el tri-buto de su vido, porque loshombres que confiobon en supericio se pusieron o solvo,cumpliendo osí, el brovo sol-teño, con lo responsobilidodque o todo oficiol osigno lotrqdición mcrino. ¡Solve ol pi-loto del "Montevideo": Elbio

Michoelson Núñez!

LA LINTERNA DE ERNESTO MICHAELSON FUE UNSIMBOLO DE SU ALMA GENEROSA

Pasa ei tienpo. Los días, en su lnonótouo colrer r.an alejandoen la lontananza del lecuerdo los actos y 1as personas. Algunosg,^estos y actitudes que, en los plimeros momentos no pueden apre-r:ialse en toda su magnitud y valor, van periilándose y permitien.tlo a.preciarlos tai cuales son.

La Historia no se hace en el acto. Es necesario que la accióndel Tiempo desgaste ias agurias aristas de las pasiones pat'a pocler,con justicia, aquilatar intenciones y procederes.

Ta1 1o que ocurre con ia galiarda figura del joven piloto del''\Iontevitleo", Elnesto Michaelson. Las prirnelas noticias, al infor-mal sobre los rlesaparecidos, decían en su frialdad rle documentooficiat: "Elnesto Michaelson, uruguayo, soltero, tle 26 años, coldomicilio eu Br¿ndzen 2030 bis. Desaparecido."

Era lógico, eomo antes decimos, en la friaklad de un docunrer)tooficial no eabÍa más. Sin embargo, al llegar a Río de Janeiro ylecoger de labios de los que fueron protagonistas de la ti'ágicajoruacla, comprendimos que tr"as aquella sencilla noticia se escon.día algo más: la personalidad de un héroe.

l)n efecto, queremos dejar estampado en estas páginas cual

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-60-fué la.actitud sereua y valiente del joven piloto que sacrifieó suvida para que se salvaran sus compañeros de ar¡entura. He aquícómo ocurrieron los hechos, según relato de testigos presencialesdel mismo suceso.

"El torpedo habfa conmovido a la nave. Todos tuvimos Ia sert'sación de lo que ocurrÍa y obedecienalo la orden del capitán, nosdirigimos a los botes, Ya era noche cerrada. La primera explosiónnos había dejado sin luz, por lo que er cubierta reinaba algunaconfusión. De pronto, un rayo cle luz rasga las sonbras. Es Er-nesto Michaelson que trae su poderosa iinterna y se dedica conella a guiar a los que itran en procura de los botes salvavidas.

Aquel rayo de luz entre las sombras era un verdadero slmbolo.EI de quien todo Io da sin pedir nada en cambio, en bien de sussemejantes. Quien la empuñaba, era un }Iombre.

Y arriamos el único bote sano que nos quedaba. Luego, conla navaja de Suárez eI prop,io capitán Rodríguez Varela cortó laeuerda de Ia segunda balsa, pues la primera se nos habfa ido algarete. Y siempre estaba allí aquel rayo de luz. Sin una nervio.sidad, sin rrrr temblor en las manos. lfichaelsou, conscieute del peliglo, nranejaba su iinterna rlirígiendo el h.az de luz hacia dondemás se necesitaba.

Ltegó el momento de larzarse al agua. Las sombras ei'an im-penetrables. EI submarino había abierto fuego con su cañóu pararematar al "Montevideo" que se mantenía escorado a estribor. Erael momento de mayor confusión. pues los que nos arrojábamos alagua no veíamos ni el bote ni la balsa.

Y por última vez el rayo de la linterna cie i\tichaelson se volcósolrre nosotros perinitiéndonos potrernos a salvo, alcanzando lasembarcaciones de salvataje. Luego, al alejarse el bote, en mediode la noche, vimos apoyado en la borda al gallaldo oficial quebuscat¡a aún a quien poder ser ritil.

Ahí está el caso de Orosimbo }lactradc. Ya desfallecía, luegode prolongadas inmersiones. La balsa estaba at lado de él y nola veÍa. De pronto el rayo de la linterna permitió a Eustaquio So-ria -que ya se hallaba sobre la balsa- yer a su compañero. Lotomó de los brazcs y logró arriarlo cuando ya se hundia por últi-ma vez"..Tal el relato sucinto de los hechos.

¿Por qué no saltó Michaelson junfo con sus conipañeros, cuan.do ya estaba cump;lida su misión? Hay quien dics que quizás losgases del torBedo .lo atontaron evitando que pudiera apreciar elpeligro en toda su inminencia y magnitud. Sin embargo, la actitudde los primeros momentos, siempre serena, la firmeza deaquella ma.no del hombre a carta cabal que dirisia eI rayo deluz entre las sombras, la actitud de tranquilidad euando permane-cfa apoyado en la borda mientras .le gritaban que se salvase, to-do, todo en él revelao qüo. algo gr&nde, muy grande oe¡¡rría enaquellos momentos .en el alma del valiente muchacho. ,

Qué? No lo sabremos nunca. Ernesto Michaelson, verdaderoexporente del valor y la serenidad criolla, se ha hunalido parasiempre en et Caribe, llqváudose consigo el secrete de su iata-lista indiferencia ante la muerte.

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ATILIANOJOSEGONZALEZ

Grumete, uruguoyo, soltero,nocido el 20 de febrero de1923 en el Deportomento deTreinto y Tres. Hijo de Aiilio-no Gonzólez y Dolores Lorrai-de. Domicilio: Piedros, 274

JOSECONDE

Cocinero, espoñol ciudodonolegol, cosodo con Luiso Pi-ñeiro, follecido el once demoyo. Noció en Pontevedroel 17 de enero de 1894. Hijode José Conde y Romono Lo-renzo. Buenos Aires Ns 174

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CAMILOSARATEGUI

Foguisto, uruguqyo, soltero,nocido en el Deportomentode Artigos el 9 de octubre de1918. Ero hijo de Julio So-rolegui y de Emilio Benton-court. Vivío en Durozno

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Apto. 2

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AMATIOPIOCASTILLO

Fogonero, uruguoyo, soltero,nocido en el Deportomentode Poysondú el dío I I de ju-lio de 1904. Ero hilo de Bor-tolo Costillo. Se domicilioboen lo colle Guenoc N.o 397]

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[,ORENZOROMULOOT,TVEIRA

Corbonero, uruguoi/o, soltero,nocido el I0 de ogosto de1917, en el Deportomento deDurozno. Hijo de lgnccio Oli-yeirq y de Romo Ccompo. Vi-vío en Juqn J. Rousseou 3947

ERNESTOMOtEDO

Ccrbonero, uruguoyo, solte-ro,, nocido el 17 de julio de1894, en el Deportomento deMontevideo. Ero hi¡o de JoséMoledo y de Emilio Díaz.Hosto emborcor vivío en lo

colle Poysondú l02l

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ALFREDOAPOLINARIOGANDUGLIA

Corbonero, uruguoyo/ solte-ro, nocido en Montevideo el1.0 de julio de 1912. Hijo deAlfredo Gonduglio y MoríoFuentes. Su domicilio ero en

lo colle lndustrio, 2705

ROGELIOGARCIA

Corbonero, uruguoyo/ cosadocon Teresq ?érez, noció enMontevideo el B de obril de1917. Ero hijo de FronciscoGorcío y de Monuelo Suórez.Se domiciliobo en Generql

Brondzen Ne 2176

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PEDROBAIGORRI

Moyordomo/ uruglrcyo, solte-ro, nocido en Montevideo elB de morzo de lB9B. Ero hi-jo de Bernordo Bcigorri y deRoso Villorino. Se domicilic-bo en lc colle Aiberto Fron-

chini Nq 893

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$AHDAI"IOEST,ANISLAOHTR.NANDEZ

Morinero, urugLloyo, casado,nocido en el Deportomentode Moidonodo el 3 de setiem-bre de 1910. Hijo de Monue-lo Hernóndez. Vivío en lo

colle Nery 3470

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ATBERTOCARAM

Fcguisto, uruguoyo/ soltero,nocido en el Deportomento deColonio el dío 26 de enero de1916. Era hijo de Joime Co-rom y de Morío Corom. Sedomiciliobo en Io colle Wos-

hington Ns I 1ó

MAUROVEGTIO

Foguisto, uruguoyo, soltero,nocido el 29 de junio de I 91 óen el Deportomento de Mon-tevideo. Hijo de José MoríoVeglio y'de Juono Rodríguez.5e domiciliobo en lo colle

Ejido Ne 87ó

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"IUA}ICARLOSAIANIS

Foguisto, uruguqyo, soltero"irqcido en el Depcrtqmento deFlorida el 2 de junio de 1915.Se domiciliobo en ésto, en lcr

colle Mercedes, 1082, Ao. 9Ero hijo de Clotilde Alonis

Al cerrar el capítulo que nos muestra los que perdieron su vi-da en el alevoso ataque, es nuestro deber señalar el tributo, en no-bles vidas, que debió pagar nuestra campaña, Salto, Maldonado,Artigas, Paysandú, Durazno, Treinta -y Tres, Colonia y Florida, es-tán de duelo; cada uno de estos departarnehtos perdió un hijo,Montevideo, también lleva luto por la pérdida de cinco hombres. Y,como en todo hecho de nuestra historia, no podía dejar de aparecerun representante de la Madre Patria.

¡Faz en la inmensidad de su tumba: el océanol

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LOS QUE ESPERAROru EN VANSA tOs QUE N0 R.HGRHSARON

1,7 de marzo d.e 7942. Hace justamente dos Íneses que las sil'e-nas de los rotativos metropolitanos anunciaron con toques fúne-bres la trágica verdad: El "Montevideo", del cüal nada se sabíahacía cerca de un mes, habÍa sido torpedeado en aguas riel Caribe,por un submarino ilel "Eje".

Y ante la noticia, un escalofrío recorrió el alma popuiar', quereaccionó violentamente obligardo a las autof ialailes a adoptar me-didas para proteger a los nazis radicados entre nosotros, de quese 1es aplicara la Ley del Talión.

En esta fecha, a las 21 y 30, pisarán tierra uruguaya los so-brevivientes de aquella tragedia. Ililes de persoDas de torlas lascondiciones sociales se agolpan en la explanada, frente a1 edificiode la Aduana, esperando que entre el "Cabo de Hot'nos". a cryobordo viajan los tripulantes clel "Montevideo".

Eln medio de una avalancha enorme de público, elltramos, pocomenos que en andas al local de la Prefectura, dontle los bravosmuchachos recibirán eI saludo de sus familial'es.

Empiezan a llegar: risas, besos, caricias febriles que parecentludar de la verdad. Muchas de las que esperan no creetr aún enla dicha de tener entre sus brazos ai que lloraron por perrlido.

Poco después, la avalancha de público es tan imponente quela Prefectura ordena cerrar las puertas de acceso al local y quese disperse al público estacionado frente al mismo.

Ya las convel'saciones han totrado vnelo, pasados ios prÍmerosinstantes de honda emoción por parte de viajeros y familiares.Ambulamos de grupo en grupo. Hallamos muchos conocidos, a losque visitamos en las horas de incertidumbre para llevarles la pala-bra rle aliento, junto con la última noticia satisfactoria.

De pronto, nuestros ojos, acostumbratlos en largos años ¿ cap-tar "la nota", ven algo que nos conmueve profundamente. Silen-ciosos, vestitlos enteramente de negro, permanecen en un rincónvarios familiares rle Ios muchachos clesaparecidos. Su esperanzafué más fuerte que todo y llegaron hast¿ el puerto en la duda deque las informaciones fueran equivocadas y que ,,EL', Tegresarapara estrecharlos en sus brazos.

Pasan los minutos. Cada vez que la cerrada puerta se abrepara al'ejar paso a alguien, las trágicas figuras enlutadas fijan susojos enrojecidos en el hueco, a cuyo fondo aparece la noche, locheoscura y frÍa como sus almas doloridas.

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Las 'r,eintitré:. Ya no llega natlie. Los fa'miliares tle los sobrevrvientes se ile.¡an a sus seres queridos en medio cle 1a algazal'ageneral. Los largos corl'edores van queclando vacícs'

Ya no quecla uatlie. Un oficial se llega hasta ellos' "Señoras:!a no clueda nadie. Ya tiesembarcaron todos " Y acluellas pala'

hras son conl tlna l)esada )ápitla pttesta 'sobre la.q alruas que aun

teilían uira esperatlza. Sa1en. Sus pasos cansinos, vencitlos, son laim:igen fiel cie 10 que pasa en sus corazones: la illiima 1uz acabade apagarse.

Y ¡¡ientra.s abandonamos el local, comparalllos 1a alegría bu-ilicirsa de los felíces que se alejan en rnedio del aplauso popula¡,con la espantosa tristeza de los que esperaron ell varo a los queI.O 1'C3'.-: e!ArOn. . .

CON LA ESPOSA DE JOSE CONDE

{llr,'ñila primera noticia rlel hundimiento clel "l{onteviclco";:.i tillij las fibras más íntimas de nuestro piteblo, ponientio an-g'.;sii¿ cn los corazones cl-e cuanr"os teiríau parientes a boldo t1ej¿ nave torpedearla y cle acluellos qrle por un sertimiento de hn"irtella soli¿lai'idad sentían como propio el riolol de las madres,€sposas o novias cle 1cs n¿iuf lagos. llegarncs hasta la modesta.casa de vecindad cle los náufragos de la caile Ruerlos Ailes 174.

11-11í, postraCa en su lecho desde hacía rnucho tiemiro. estaba laesposa rlel cocinero del "I orrtevideo", José Conde. r,ru cáucerloía sris entlaña s. haciencl-c perdel' a los rnéciicos toda espe L'an-za de salvación para 1a. enferma.

Sus pliinelas palabias fuercl para clecilnos: Pobt'e Jcsé!. Elsal:ía que Ia muerte lo esperaba en ese viaje y frié sólo palagauar 1o necesar'lo pala atendei'me rnejoi'...

Respondienc.lo a nuestra pi'egunta soI!citando cletalles1o ciue acal¡aba ile d-ecir, nos hizo el siguiente relato:

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"Yo estaba mn5- enfelma. Los lemerlios cilestan una enorniclatl,Fué entonces que alguien le habló a José de la posibilidarl deenl,.arcar eri e] "l'Iontevideo".

Era url r:rarino -¡iejo que ya había lleg-ado liasta los mai'esr]-e la Ildia y de ]a China. Por eso, Lú¡ip1'entlÍa el enor.me ries-go qile signif icaba via jnl en estos tuomerrtos pol mtas c-rtit.laclo-Éamente vigilaclas por los submarinos alemanes.

RESOLUCION H EROICA

Sin decirme nacla, -sigue diciéndonos Ia enferma- corrió los

Jrámites para embarcal' en calidad de cocinero. Cuando ya esta-ba seguro de su particla, vino un rlia a casa y me habló, casi sitrmirarme a la cala. Recuerdo sus palabras como si las estu',¡ieraoyeildo en este moménto. n{e dijo: "Mirá, viejita, vos estás enfer-

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ma y n.ecesitamos clinero para que te puedas atender en forma.yo me voy de viaje y espero ganar unos quinientos pesos que nosvan a venir muy bien para tus remedios.

-Pero, ese viaje tiene mucho peligro, contestó la esposa.

-Ya 1o sé. Por eso he pensatio que si no vuelvo, tendt'ás laplata de mi seguro para poder curarte. Yo lo que quiero es vertebuena y no vivir con esta pena de tenerte siempre en cama. lledan ganas de llorar cuando te veo así. ..

EL VIAJE SIN RETORNO

Y llegó la fecha del viaje. trlsa mañana, termiuando sus pre'parativos, José Conde hablaba con su esposa, dándole las iütimasinstrucciones para que fuera a la Aclministración del Puerto, mien-tras durara su viaje a cobrar su sueldo, ya que é1 había dado laautorización coffespondiente.

Volvieron a hablar del viaie. Dijo ella: Mira, José, yo te pecli-rÍa que no te embarcaras. Yo fne voy a morir de cualquiel mane-Ta y rne parece innecesario que te sacrifiques inútilmeüte.

El la escuchó sonriente. Luego respondió: Todo va a ir bieusi logramos pasar del Caribe. Allí está 10 bravo. Como se ve, suinstinto le prevenía el peligro con toda precisióu. Sin embargo,la "viejita" estaba enferma y era neeesario exponer la vida paratraerle el remedio que quizás fuera su salvación. Antes cle salir,se sacó la alianza matrimonial y otro anillo y. enganchándolosen la cadena del reloj, los entregó a su esposa, mientras le decía:Tomá; tenelos vos. Si no vuelvo, es una lástima que se pierdan...

Horas después, el "Montevideo" levaba anclas y partf.a parasu viaje sin retorno. En él iba José Conde, el hombre que, soste-nialo por su cariño a su esposa, no trepidaba en afrontar 1o quesabía una muerte segura.

LA ANGUSTIA DE LA ESPERA

Pasaron los dÍas. Y llegó aquel en que nos hallábamos frentea la Bobre enferma. Le pl'eguntamos su nombre: Ltisa Piñeyro deConde. Hace apenas diez meses que se hau casado. Se quiere¡lcon todas las faerzas de su alma. La enferma, al hablarnos del au-sente se anima y se transfigura. Por momentos, nos impresiona,pues parece que lo viera allÍ, junto a su lecho. Sus ojos quedanlargo rato fijos y, final.mente, sus labios musitan: Viejol...

La arena siguió ca¡'endo indiferente. en la c]épsidra del viejoCronos. Cada dÍa que pasaba, se alejaba más la esperanza de sal-vación para Conde. Pei'o aquella mujer

-verdadero monumento a

la fe- seguía esperarrclo siempr€. Cada vez eue la visitamos 1ahallamos cou 1a cama cubierta de cliarios. Buscaba afanosameutela noticia que nunca había de llegar,

Mientras tanto, su mal tuvo un avance gigantesco que obligó

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a i,r,erirar,a,::x"# i#,Smxl'3u" uu,,, .:T.lnes de 1nayo, se hallaba en el sopor tle las drogas calmantes quese le administrabalr para atemperar sus hon'lbles tlolores' De pron-to sus ojos neglos se ablielon desmesut'atlos. Para endulzar susilttÍnos n1onlentos, existía en su I'eclor una piadosa confabulación:se le rlijo clue habían llegado uoticias cle que José Contle estaba¿ salvo, Iuego de haber sido recogitlo del mar por una nave qusio condujo a tien'a. Sus ojos enormes, abiertos hacia la ventana,parecían absoltos en la conternplación de "algo". En esos m}men'tos, un vapol' que abandonaba el puerto hizo escuchar su sireDa.La moribunda, irguiéndose con sus Írltimas fuerzas, gdtó: Ahíviene entlando e1 barco que 1o trae. Yo clriiero verlo!... Quieroverlo! . .. Quie. ..

No telminó la frase. Se inclinó su cabeza sobre la almohada.Estaba muerta. Así pues, por uila siniestra rnueca del Destino,quedaba inútil el heróico sacrificio de aquél noble müchacho quese llamó José Conde. Su "viejita", la "viejita" qne él tanto amóy por la que dió gustoso hasta la propia vida, había ido a reunirsecon é1 en ei más allá.

EL ROL COMPLETO DEL "MONTEVIDEO''

A continuación, hallará el léctor la nómina cle ios nánfragosque regresaron a bordo del "Cabo de Hornos", arribando a uues.tro puerto eI 17 de mayo:

Capitán José Rodríguez Vare1a; primer oficial, Fermín Repa-laz; Segundo oficial José P. Nattero; cuarto oficial, Orosimbo \1a-chaclo; jefe de máquinas, Magiorino Bianchi; contramaestre, DaviclCastiñeiras; primer maquinista, Meichor Maltíuez; seguudo, Dan'te ñ'Iarega; tercero, José López; cualto, Laureano Arroyo; paño-lero, Juan Pedro Duarte; carpintero, José Castlo Abella, cabo fo-guista, Jua[ Correa; cabos segundos foguistas, Angel Silveira yGumersindo Chaves; foguistas, Aifonso Nieto, Actolfo Galalza, Hi-pólito Rieffett y Vicente Banchero; carboneros, José Celinki y Her-mes Sarli; marineros de 1.a: Próspelo Costenla, Juan Pedro Suá-lez y José Leguizamón; marineros 2os.: Antonio Giordanelli, Pari-liuo Risso, Antonio Buschiazzo, Eustaquio Soria y Carlos Cabrilla-na; rnozos: Julio Vecino y Américo Rao; ayudante de cocina, Her.menegildo Sriárez; grumetes: Nelson A. RodrÍguez, Francisco Benitez y Valeutín Cabrera.

Y ahora, 1a triste lista de los clue Do t"egresaron:Telcer oiicial, Ernesto Michaelson; rnayordomo, Pedlo Baigo-

rl:i; cocinero, José Conde; marinero 2.o, Sanclalio I-lernández; fo.guistas: Camilo Saralegui, Albei'to Caram, N{auro Veglio, Juan Car.los Alaniz y Amalio PÍo Castillo; calboneros: Iguacio Olveila, Er'.nesto Moledo, Rogelio García Suár'ez y Alfrecio Gantlugiia; grume-te, José Atiliano González Lan'alde.

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ll'ut5 esl.e uno de los instan-tcri cle rnii,s honda emoción.Cu¿tntlo el rc'lnolc¿ldor' "Lavalle-ja" se accrc<i a,l uruelle erner-giendo de las sonrb|as de l¿bahía, en la noche del 17 demayo, la mucheclurnbre rompióeu uu vibrante grito de bien-venida. Descle Ia bor'cla 'cle laembarcación los náufragos le-vantando los blazos contesta-ban con voces ahogadas por laslliglinra s.

La cindad, al fondo, contern-Dlaba estremecida el regreso destrs irijos y lecordaba, en estemomerrto doloroso, a los quohabÍau quedado en el fondo delluaT.

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OTRA VEZEN tA PATRIA.

Herrnenegildo Suárez,coll su sotlrina Y her-manos; Fermín RePa-

Taz, er\ el seno de su

hogar; Orosimbo Ma-chado festejando elretordo con compañe-ros y el hericlo Silvei-ra, en convalesceucia.

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