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J.L. Peña, L.A. Longares y M. Sánchez (Eds.) ISBN: 84-96214-29-X Geografía Física de Aragón. Aspectos generales y temáticos Universidad de Zaragoza e Institución Fernando el Católico. Zaragoza, 2004 EL MODELADO GLACIAR Y PERIGLACIAR EN EL MACIZO DEL MONCAYO F. Pellicer y M.T. Echeverría Departamento de Geografía y Ordenación del Territorio. Universidad de Zaragoza. Resumen. En el Macizo del Moncayo se reconoce un modelado frío, glaciar y periglaciar, ligado a la última fase del Pleistoceno superior. Los rasgos geomorfológicos más importantes del dominio glaciar son la presencia de tres circos y morrenas asociadas a los mismos, localizados en la vertiente nororiental del Macizo. El modelado periglaciar, todavía funcional en la actualidad por encima de los 2.000 m, recubre una importante superficie del Macizo, desde la cumbre, con presencia de suelos ordenados y algún ejemplo de glaciar rocoso y protalus rampart en los circos glaciares, hasta las laderas, donde destacan las coladas de bloques y los lóbulos de gelfluxión. Palabras clave: Formas glaciares, Formas periglaciares, Pleistoceno, Procesos actuales, Macizo del Moncayo, Sistema Ibérico. Abstract. In the Moncayo Mountain, some pleistocene and still active, in certain cases, glacial and periglacial morphodynamics have been recognised. The more important geomorphologic consequence of the glacial activity is the presence of three glacial cirques and moraines associated to such, located in the northeastern slope of the Moncayo. The periglacial forms, still functional at the present time over the 2.000 m, cover an important surface of the Mountain, from the summit, with good examples of patterned grounds and protalus rampart into the glacial cirques, to the slopes, where the block slopes and the gelifluction lobes are the more frequent landforms. Key words: Glacial forms, Periglacial forms, Pleistocene, Actual morphodynamics, Moncayo, Iberian System Introducción El Macizo del Moncayo se localiza en el extremo noroccidental de la Cordillera Ibérica zaragozana, entre el valle medio del Ebro y los altiplanos sorianos (Fig. 1). El Moncayo, anticlinal formado por un núcleo de cuarcitas y pizarras paleozoicas, recubierto por areniscas y conglomerados silíceos triásicos, culmina a los 2.315 m en el Pico de San Miguel, lo que supone un desnivel de más de 1.000 m sobre su piedemonte septentrional y más de 2000 m sobre la llanura aluvial del Ebro en el tramo fluvial más cercano al Macizo. Este gradiente topográfico, junto con la exposición de su vertiente norte abierta hacia las influencias húmedas marinas, permite reconocer en la fachada septentrional del Moncayo una serie de dominios morfogenéticos ordenados en altura, desde el modelado fluvial del piedemonte a la presencia de formas glaciares en el sector de cumbres, pasando por un muestrario de acumulaciones de ladera ligadas a modelados fríos (Fig. 2).

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J.L. Peña, L.A. Longares y M. Sánchez (Eds.) ISBN: 84-96214-29-X Geografía Física de Aragón. Aspectos generales y temáticos Universidad de Zaragoza e Institución Fernando el Católico. Zaragoza, 2004

EL MODELADO GLACIAR Y PERIGLACIAR EN EL MACIZO DEL MONCAYO

F. Pellicer y M.T. Echeverría Departamento de Geografía y Ordenación del Territorio. Universidad de Zaragoza.

Resumen. En el Macizo del Moncayo se reconoce un modelado frío, glaciar y periglaciar, ligado a la última fase del Pleistoceno superior. Los rasgos geomorfológicos más importantes del dominio glaciar son la presencia de tres circos y morrenas asociadas a los mismos, localizados en la vertiente nororiental del Macizo. El modelado periglaciar, todavía funcional en la actualidad por encima de los 2.000 m, recubre una importante superficie del Macizo, desde la cumbre, con presencia de suelos ordenados y algún ejemplo de glaciar rocoso y protalus rampart en los circos glaciares, hasta las laderas, donde destacan las coladas de bloques y los lóbulos de gelfluxión.

Palabras clave: Formas glaciares, Formas periglaciares, Pleistoceno, Procesos actuales, Macizo del Moncayo, Sistema Ibérico.

Abstract. In the Moncayo Mountain, some pleistocene and still active, in certain cases, glacial and periglacial morphodynamics have been recognised. The more important geomorphologic consequence of the glacial activity is the presence of three glacial cirques and moraines associated to such, located in the northeastern slope of the Moncayo. The periglacial forms, still functional at the present time over the 2.000 m, cover an important surface of the Mountain, from the summit, with good examples of patterned grounds and protalus rampart into the glacial cirques, to the slopes, where the block slopes and the gelifluction lobes are the more frequent landforms.

Key words: Glacial forms, Periglacial forms, Pleistocene, Actual morphodynamics, Moncayo, Iberian System

Introducción El Macizo del Moncayo se localiza en el extremo noroccidental de la Cordillera Ibérica

zaragozana, entre el valle medio del Ebro y los altiplanos sorianos (Fig. 1). El Moncayo, anticlinal formado por un núcleo de cuarcitas y pizarras paleozoicas, recubierto

por areniscas y conglomerados silíceos triásicos, culmina a los 2.315 m en el Pico de San Miguel, lo que supone un desnivel de más de 1.000 m sobre su piedemonte septentrional y más de 2000 m sobre la llanura aluvial del Ebro en el tramo fluvial más cercano al Macizo.

Este gradiente topográfico, junto con la exposición de su vertiente norte abierta hacia las influencias húmedas marinas, permite reconocer en la fachada septentrional del Moncayo una serie de dominios morfogenéticos ordenados en altura, desde el modelado fluvial del piedemonte a la presencia de formas glaciares en el sector de cumbres, pasando por un muestrario de acumulaciones de ladera ligadas a modelados fríos (Fig. 2).

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174 F. Pellicer y M.T. Echeverría Desde las primeras décadas del siglo pasado se ha teorizado en relación con la línea de

nieves cuaternarias y los factores geógráficos que favorecieron la presencia del modelado glaciar en la ladera noreste del Macizo del Moncayo (Wurm, 1911; Gómez de Llarena, 1916; Carandell y Gómez de Llarena, 1918; García Sainz, 1947). Las investigaciones de Martínez de Pisón y Arenillas Parra (1977) dieron lugar a cuidadas descripciones de los tres glaciares y sus correspondientes depósitos morrénicos, defendiendo el papel jugado por el factor estructural en relación con el modelado glaciar. Finalmente, Pellicer (1980, 1984) precisó, tal y como se recoge en el presente trabajo, la descripción geomorfológica de las formas glaciares y analizó los factores de su formación, planteando una hipótesis evolutiva de las sucesivas fases del fenómeno glaciar y periglaciar en el Moncayo.

Fig. 1. Localización y panorámica del área de estudio.

1. FACTORES DEL MODELADO GLACIAR

1.1. Factores estructurales La dirección estructural noroeste-sudeste de la Cordillera Ibérica en su sector central explica

que la ladera oriental o aragonesa más umbría, reciba los vientos húmedos procedentes del Noroeste y arroje valores de ablación nival inferiores a los de la ladera castellana.

Por su parte, el sustrato litológico excavado por la actividad glaciar, conglomerados, areniscas micáceas y pizarras arcillosas permotriásicas, ha evolucionado por macrogelivación, menos intensa en las areniscas gris-amarillentas que albergan el fondo de las hoyas glaciares, reteniendo las nieves, o las rojas apizarradas del tramo superior, que han sido afectadas por la gelifracción, favorecida por la densa esquistosidad y la red de diaclasado. El factor litológico explica, según señalan Martínez de Pisón y Arenillas Parra (1977), el vaciado de los amplios recuencos y la abundancia de derrubios, así como la posible incidencia en la prolongación del fenómeno glaciar en el Moncayo.

Zaragoza Lleida

Huesca

Teruel

0 50 100 km

P I R I N E O S

Zona de estudio

N

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El modelado glaciar y periglaciar en el macizo del Moncayo 175

Fig. 2. Mapa geomorfológico del Moncayo. Fuente: Pellicer (1984).

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176 F. Pellicer y M.T. Echeverría A su vez, el dispositivo subhorizontal de los estratos en la parte alta del Moncayo y su

contrastada respuesta a la erosión diferencial han favorecido el modelado de una serie de escalones morfológicos acelerando los procesos relacionados con la gelifracción.

Por último, las fracturas trasversales a la dirección general del Macizo han acentuado el modelado de los tres valles preglaciares en los que se ubican los circos, así como la morfometría de los mismos (Martínez de Pisón y Arenillas Parra, 1977). Uno de los ejemplos más evidentes del papel jugado por la tectónica en el trazado de los valles es el barranco del Cucharón con un rumbo NE-SW, inundado por una gran masa de derrubios.1.2. Factores climáticos

Carandell y Gómez de Llarena (1916) sitúan el nivel de nieves permanentes a 1.933 m durante el máximo desarrollo glaciar cuaternario, por lo que las cuencas receptoras de nieve tuvieron que ser necesariamente reducidas. A este hecho, hay que añadir el carácter aislado del macizo montañoso, desprotegido del viento y de la insolación, principales factores ambos de la ablación nival.

No obstante, los vientos dominantes del NW, procedentes del océano, podían ascender originando precipitaciones que, caso de ser nivosas, buscarían cobijo a sotavento en las vallonadas orientales, favoreciendo la actividad glaciar en el Moncayo.

2. MORFOLOGÍA GLACIAR En la ladera nororiental del Moncayo se localizan tres “circos de barranco”, el de

Cucharón, San Gaudioso y Morca, entalladuras instaladas en las cabeceras de tres barrancos preglaciares, al pié de los collados que separan las cimas de la sierra en la zona de acumulación nival preferente, a sotavento, y en la mejor exposición -NE- (Fot. 1). El modelado glaciar se ha limitado a acentuar las pendientes preexistentes, con un desarrollo preferente de los procesos de excavación sobre la exposición norte. Se trata de un glaciarismo de circo.

Fot. 1. Vertiente NE del Moncayo, donde se aprecia el modelado glaciar representado por los circos de San Gaudioso y Cucharón.

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Los depósitos morrénicos asociados a los citados glaciares están integrados por grandes bloques heterométricos, aristados y con una escasa matriz fina. No existe ninguna clasificación del material y la estructura del depósito es amorfa. Se reconocen varios conjuntos morrénicos: • Frontales (en torno a 1.700 m), conformados por varios arcos coalescentes, colgados sobre

los barrancos, que indican el límite máximo de extensión de los glaciares del Moncayo. • Intermedios, integrados por estructuras cordadas por efecto de la fuerte pendiente (30º), la

sobrecarga de clastos y un balance nival negativo. Llegan hasta los 1.850 m donde forman arcos bien definidos, orientados al Norte.

• Internos, localizados en el interior de los circos, cercanos a los resaltes rocosos y al resguardo de los rayos solares. Son formas generadas por aportes de gelifractos, poco desplazados por el hielo o “nevé” parapetado al pié de la cornisa. Martínez de Pisón y Arenillas Parra (1977) se refieren a estos depósitos como “morrenas de nevé” y por lo tanto habría que considerarlas como formas periglaciares.

2.1. El glaciar del Cucharón o Pozo de San Miguel El Cucharón es el glaciar más septentrional y mejor desarrollado, localizado en un collado en

las cercanías de la cumbre del Moncayo y expuesto hacia el Noreste. La hoya está cerrada por abruptos y parcialmente tapizada por derrubios de gravedad. La base del circo se localiza a unos 1.900 m, a partir de los cuales y hasta los 1.700 m se dispone una masa caótica de bloques heterométricos, articulada en varios arcos, cerrados por una morrena frontal derrubiada.

Fotografía 2.- Circo del Cucharón y morrena asociada en primer término.

El dispositivo morrénico presenta tres subunidades: • La unidad inferior, en torno a 1.720 m, más voluminosa, está integrada por varios arcos con

bloques ortogonales o subangulares de gran calibre, de los que destaca el más septentrional colgado sobre el valle fluvial hacia el que muestra un talud de derrubiamiento.

• La unidad superior muestra dos abultamientos lobulados en torno a 1.860 m.

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• La unidad situada en el fondo de la hoya glaciar está representada por depósitos morrénicos pegados a la pared, a 1.905 m, donde los bloques de calibre decimétrico, se mantienen frescos y presentan una cierta independencia genética en relación con las otras subunidades.

2.2. El glaciar de San Gaudioso El glaciar de San Gaudioso es el más reducido, con un cuenco ovalado, que apenas supera

los 500 m de diámetro, descendiendo desde los 2.200 hasta los 1.875 m. El margen septentrional está representado por un graderío de estratos subhorizontales

cubiertos hacia la base por coladas de gelifluxión y derrubios de gravedad que inundan el fondo del circo. La ladera de solana está esculpida por corredores tapizados de crioclastos que nutren conos de gelifractos en la base.

Las morrenas se disponen en varios arcos, uno inferior, bien nutrido, que alcanza los 1.690 m, uno intermedio a cota 1.800 m, y una serie de pequeños arcos superiores hasta alcanzar el fondo del circo.

2.3. El glaciar de Morca El glaciar de Morca es el más meridional y de mayores dimensiones, ubicado a sotavento en

un collado (2.120 m) y alcanzando los 1.900 m por la base. Al igual que en el aparato de San Gaudioso, la disimetría de laderas es evidente; mientras que la solana se inflexiona hacia el Noroeste en dos peldaños, la umbría, regularizada por coladas de gelifluxión, mantiene algún escarpe con derrubios de gravedad en la base.

La acumulaciones morrénicas de nuevo presentan tres arcos, uno externo que desciende hasta 1.700 m, uno intermedio, entre 1.780 y 1.850 m y uno superior, a 1.870 m, formando un cordón bien dibujado en la pared del fondo, de 150 m de longitud, con bloques de tallas inferiores a los depósitos exteriores.

2.4. Génesis y evolución glaciar en el Moncayo Las manifestaciones glaciares de la Cordillera Ibérica occidental se han datado como

würmienses (Thornes, 1968, en Urbión; Martínez de Pisón y Arenillas Parra, 1977, en el Moncayo; García Ruiz, 1979, en la Demanda; Ortigosa, 1985, y Sanz, 1986, en la Sierra de Cebollera). No existen datos para concluir con un cronología precisa, pero dado el excelente grado de conservación de los aparatos morrénicos se puede situar su génesis en las últimas pulsaciones frías cuaternarias, pero bajo un mismo periodo glaciar.

Por su parte, las morrenas de nevé o protalus ramparts, adosadas a las vertientes septentrionales, corresponden a una fase posterior, caracterizada por un incremento de las precipitaciones y bajo un efecto de pared en condiciones de umbría claramente periglaciares.

Pellicer (1984) en el Moncayo plantea un modelado glaciar siguiendo una secuencia de cinco fases sin una asignación cronológica precisa, pero con características ambientales contrastadas:

Fase Inicial.- Acumulación diferencial de nieve a sotavento en las cabeceras de barrancos preglaciares. La lenta fusión nival incrementa los procesos ligados a la actividad hielo-deshielo. Las capas horizontales recogen las avalanchas y la nieve, persistente a la fusión, se incrementa de año en año.

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El modelado glaciar y periglaciar en el macizo del Moncayo 179

Fase de Nevé.- El nicho de nivación retiene acumulaciones importantes y la nieve helada durante el invierno frena el proceso de fusión de la nieve de primavera. La gelivación, intensa en los bordes, es ineficaz en la hoya y se paraliza la excavación.

Fase de máximo glaciar.- La fusión estival es superficial. El hielo se mueve condicionado por la pendiente, el circo se rehunde y la carga detrítica es evacuada por el hielo y depositada. Se dibujan los arcos morrénicos externos.

Fase de retroceso.- El hielo se repliega y los fenómenos periglaciares son intensos, produciendo derrubios que sepultan el hielo frente a la fusión y dan lugar a un glaciar rocoso. La masa plástica, genera arcos en guirnaldas y la fusión y recristalizaciópn de nieve reciente da lugar a lóbulos semejantes a los de solifluxión, pero de dimensiones mayores, asistiendo a una covergencia de formas glaciares y periglaciares.

Fase tardiglaciar.- Se acumula hielo al pié de las cornisas rocosas y aparecen las morrenas de nevé o protalus ramparts en las umbrías de Morca y del Cucharón.

3. MODELADO PERIGLACIAR El modelado periglaciar ha constituido un tema de especial interés en la montaña

mediterránea por cuanto que sus resultados morfológicos cubren una importante superficie de las laderas y cumbres de estos sistemas montañosos (González y Pellicer, 1988; Gómez Ortiz, Simón y Salvador, 1994; Peña, Sánchez y Lozano, 2000).

Si la huella glaciar queda restringida a pequeñas manifestaciones muy localizadas en el espacio, las manifestaciones periglaciares son más abundantes y más extensas. Son numerosos los trabajos dedicados al periglaciarismo realizados en el ámbito de la Cordillera Ibérica: Thornes (1968), García Ruiz (1979), Ortigosa (1985), Arnáez Vadillo (1987), Sanz y Pellicer (1994), Arnáez Vadillo y García Ruiz (2000) en el sector noroccidental de la Cordillera Ibérica; González y Asensio (1977), Asensio et al (1994) en la Cordillera Ibérica y la Submeseta Sur; Gutiérrez y Peña (1977), Peña y Lozano (1998) en la Cordillera Ibérica Centroriental…

Las primeras alusiones al modelado periglaciar, a pesar de la abundancia y variedad de morfologías localizadas en la cara noreste del Moncayo, son las encontradas en los trabajos llevados a cabo por Brosche desde 1971, quien propone una edad würmiense para las formas localizadas por debajo de los 2000 m, y por Martínez de Pisón y Arenillas Parra en 1977.

Será, de nuevo, Pellicer (1980, 1984) quién investigue las características del periglaciarismo del Moncayo, que “devasta los resaltes rocosos del macizo acentuando, de esta forma, la sensación masiva del relieve senil”.

Las acumulaciones periglaciares (Fig. 2) revisten las laderas regularizadas que muestran una pendiente media de 30º-33º, y las características y morfometría de los derrubios difiere según su posición altitudinal, el sustrato, la pendiente y los agentes morfogenéticos (Pellicer, 1984).

3.1. Acumulaciones de vertiente Las acumulaciones de vertiente engloban morfologías variadas como las coladas de bloques,

los lóbulos de solifluxión, los derrubios ordenados o la solifluxión en manto.

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Fig. 3 Localización de las principales formas periglaciares en el Moncayo. Fuente: Pellicer (1984).

Copos de tierra

Laderas de solifluxión

Suelos ordenados Copos de piedras

Protalus fosilizado por derrubios

Laderas de bloques

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El modelado glaciar y periglaciar en el macizo del Moncayo 181

Las coladas de bloques (stone streams o block slopes) son frecuentes entre los 1.800-1.900 m, límite de las nieves permanantes durante el máximo glaciar, pero pueden localizarse por encima de los 900 m, en exposiciones de umbría (Fot. 3). Estas acumulaciones se disponen de forma aislada en todas las laderas del Macizo, especialmente en la ladera norte y sobre pendientes acusadas. Son formas alargadas constituídas por bloques de arenisca y cuarcita de dimensiones decimétricas y aspecto caótico, con escasa matriz fina. Su origen está relacionado con procesos de solifluxión que han arrastrado grandes bloques arrancados por macrogelivación. La existencia de finos es cuestionada en algunos casos, en los que es probable que la nevé permitiera el deslizamiento de los bloques.

Los lóbulos de gelifluxión dominan entre los 1.550/1.600 m y los 1.900 m, observándose con más nitidez en la zona próxima al límite del bosque (1.850 m), si bien pueden salpicar el conjunto del Moncayo. Presentan una morfología de tipo linguoide con un talud convexo en la parte inferior, y una pequeña depresión en su extremo superior. Los lóbulos son de dimensiones variadas, desde algunos metros hasta algo más de un centenar de metros de anchura (Fot. 4).

Los derrubios ordenados entre los 1.100 y los 1.300 m, están integrados por capas alternantes de gravas y gravillas alcanzando espesores de varios metros. Se han localizado preferentemente en las vertientes constituidas por un sustrato esquistoso, en áreas próximas al margen glaciar (barranco de Morca, 1300 m)

La solifluxión en manto es el mecanismo más abundante en las laderas del Macizo desde los 1.700 a los 1.100 m, responsable de su topografía monótona de perfil casi rectilíneo. Los depósitos de ladera están integrados por cantos cuarcíticos heterométricos y angulosos, envueltos en una matriz arenoso-arcillosa gris-parda, con espesores que pueden superan los 4 m.

En las laderas inferiores del macizo la pendiente se dulcifica y crece la proporción de cantos rodados de mayor calibre, incorporando un color rojizo-amarillento, que es dominante en la base del Moncayo.

Fots. 3 y 4. Laderas de bloques colonizadas por el hayedo y solifluxión funcional en el piso supraforestal.

3.2. Acumulaciones de valle Los depósitos periglaciares confluyen en el fondo de los barrancos, fosilizando topografías

previas, dando lugar a valles en cuna que pueden alcanzar pendiente acusadas, entre 15º y 45º. El relleno de los valles da lugar a corrientes de bloques angulosos de cuarcitas y areniscas, con

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escasos elementos finos, lavados por el agua de escorrentía en los momentos de deshielo, impidiendo la formación de un suelo y la consecuente colonización vegetal.

Pellicer (1984) diferencia dos tipos de corrientes de bloques en función de su localización: Corrientes con origen en las coladas de bloques de las ladera, que ocupan superficies

reducidas (500 x 150 m), localizadas en las cabeceras de los barrancos e integradas por bloques de talla decimétrica.

Corrientes con origen en los taludes morrénicos derrubiados, en los barrancos de Morca, San Gaudioso y El Cucharón, con presencia de bloques de talla métrica, alcanzando hasta 1.500 m de longitud y 450 m de anchura.

3.3. Periglaciarismo en los circos glaciares Cercanos a los resaltes rocosos se reconoce algún glaciar rocoso y protalus ramparts

generados por aportes de gelifractos, poco desplazados por el hielo o “nevé” albergados al pié de las cornisas.

Además, sobre los escarpes rocosos de los circos glaciares se han instalado “corredores de crioclastia”, estrechos pasillos de 2 a 3 m de anchura siguiendo la línea de máxima pendiente, asociados a conos basales y “derrubios de gravedad” de perfil rectilíneo y pendiente acusada, conformados por materiales angulosos triturados y ligados, allí donde se ha acumulado material fino, a pequeños mantos y lóbulos gelifluidales basales.

Fot. 5. Periglaciarismo funcional en el dominio de cumbres. A: Campos de piedras; B: Copos de tierra; C:

Suelos estriados; D: Rosa de piedras.

A B

C D

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El modelado glaciar y periglaciar en el macizo del Moncayo 183

Al Noreste del barranco de Morca y separado del circo del mismo nombre, se localiza un nicho de reducidas dimensiones (200 x 150 m) entre los 1.980 y los 1.800 m y orientado hacia el ESE. Se identifica con un escarpe rocoso que alimenta un talud de derrubios móviles y una colada de bloques que alcanza los 1.600 m.

3.4. Formaciones periglaciares en el área supraforestal Las cumbres del Moncayo, son afectadas en la actualidad por un periglaciarismo activo,

favorecido por las condiciones climáticas y por un roquedo propicio a la gelifracción y solifluxión desde los 2.000-2.100 m (Fot. 5).

Por encima del nivel altitudinal del bosque, las vertientes regularizadas, con una pendiente entre 40º y 50º forman una superficie continua, rota por algunos lóbulos y cicatrices de solifluxión con un aspecto cada vez más fresco a medida que se asciende la ladera, con desplazamientos constatadas en los bloques que integran los lóbulos solifluidales.

La cumbre del Moncayo, por encima de los 2.100 m está sembrada de manifestaciones periglaciares ordenadas según el valor de la pendiente:

En áreas con una pendiente inferior a 20º se localizan “campos de piedras” de algunos centenares de metros de diámetro, integrados por un caos de lajas angulosas de 20 a 30 cm de eje mayor, que albergan “nidos de piedras” con un diámetro en torno a los 60 cm, y “rosetas de piedras” de unos 30 cm de eje mayor; pero lo habitual es ver una gran proporción de bloques formando alineaciones imprecisas, a modo de “suelos estriados” en una fase embrionaria. Cuando aparecen los elementos finos se reconocen otras formaciones como “copos de tierra“ de dimensiones decimétricas y aislados y “copos de piedras.

En áreas con una pendiente superior a 20º se observan “suelos en guirnalda”, escalonando la ladera allí donde la vegetación es de hierba clareada y “vertientes en terracitas” con pendientes más acusadas en total ausencia de vegetación y predominio de microclastos.

3.5. Cronología periglaciar Durante el último periodo frío Pleistoceno todo el Macizo quedó incluido en el ámbito

periglaciar, estando cubierto por acumulaciones, tales como depósitos geli-solifluidales y derrubios ordenados en laderas, y suelos poligonales y estriados, ligadas al hielo estacional. En las fases póstumas glaciares, Tardiglaciar, la capacidad modeladora de los procesos periglaciares debió ser muy intensa, a juzgar por la presencia de clastos cubriendo el hielo glaciar y la aparición de protalus ramparts. Los bloques procedentes de la derrubiación de las morrenas formaron coladas en los valles, encauzándose en los depósitos de solifluxión en manto que ya cubrían las laderas y los talwegs.

Actualmente continúan algunas formas atípicas de solifluxión por encima de los 2.000 m, que constituyen morfologías de tránsito hacia otros dominios morfoclimáticos, mientras que en las cumbres se reconoce un periglaciarismo activo por encima de los 2.000-2.100 m.

4. CONCLUSIONES El modelado glaciar, sobre el macizo del Moncayo alcanza una incidencia limitada, si bien

existen factores estructurales y climáticos, derivados estos últimos de la exposición nororiental y de

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una cierta proximidad a la influencia marítima, que han favorecido por encima de los 1.600 m la localización de tres circos glaciares acompañados de acumulaciones morrénicas correspondientes al máximo glaciar del Pleistoceno superior.

Por su parte, el modelado periglaciar, de mayor extensión y variedad morfológica, recubre el conjunto del Macizo, destacando la regularización de las laderas mediante depósitos de coladas de bloques correlativos al citado máximo glaciar, con etapas posteriores de reactivación periglaciar, tales como el Tardiglaciar, en donde se modelan protalus ramparts y algún ejemplo de glaciar rocoso.

En la actualidad los procesos periglaciares ligados a soli/gelifluxión son funcionales en la cumbre del Moncayo, por encima de los 2.000 m.

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