EL MITO HOY - Roland Barthes

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EL MITO HOY 1 ROLAND BARTHES EL MITO COMO FORMA El mito es un sistema de comunicación, un mensaje. (…) Se observa, por ello, que el mito no sabría ser un objeto, un concepto o una idea; es un modo de significación, una forma.” (pág. 9) El mito no se define por el objeto de su mensaje sino por la forma como lo profiere: hay límites formales en el mito, no hay límites sustanciales. ¿Puede todo, entonces, ser mito? Creo que sí, pues el universo es infinitamente sugestivo. Cada objeto del mundo puede pasar de una existencia cerrada, muda, a un estado oral, abierto a la apropiación de la sociedad pues ninguna ley, natural o no, prohíbe hablar de las cosas. Un árbol es un árbol. Sí, sin duda. Pero un árbol dicho por Minou Drouet, no es totalmente un árbol, es un árbol decorado, adaptado a un cierto consumo, investido de complacencias literarias, de revueltas, de imágenes, en resumen de un uso social que se añade a la pura materia.” (…)Lejana o no, la mitología no puede tener sino un fundamento histórico, pues el mito es una palabra elegida por la historia: que no sabría surgir de la naturaleza de las cosas.” (pág.10) EL MITO COMO SISTEMA SEMIOLÓGICO “Lo importante es observar que la unidad de una explicación no puede ligarse a la amputación de tal o cual de sus enfoques sino, según la palabra de Engels, a la coordinación dialéctica de las ciencias especiales allí comprometidas. Así sucede con la mitología: ella forma parte, a la vez, de la 1 Del Mito a la ciencia, Cuadernos del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales, Caracas 1972

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Resumen de "El mito hoy" de Roland Barthes.

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EL MITO HOY1

ROLAND BARTHES

EL MITO COMO FORMA

“El mito es un sistema de comunicación, un mensaje. (…) Se observa, por ello, que

el mito no sabría ser un objeto, un concepto o una idea; es un modo de significación, una

forma.” (pág. 9)

“El mito no se define por el objeto de su mensaje sino por la forma como lo

profiere: hay límites formales en el mito, no hay límites sustanciales. ¿Puede todo, entonces,

ser mito? Creo que sí, pues el universo es infinitamente sugestivo. Cada objeto del mundo

puede pasar de una existencia cerrada, muda, a un estado oral, abierto a la apropiación de la

sociedad pues ninguna ley, natural o no, prohíbe hablar de las cosas. Un árbol es un árbol. Sí,

sin duda. Pero un árbol dicho por Minou Drouet, no es totalmente un árbol, es un árbol

decorado, adaptado a un cierto consumo, investido de complacencias literarias, de revueltas,

de imágenes, en resumen de un uso social que se añade a la pura materia.” (…)Lejana o no, la

mitología no puede tener sino un fundamento histórico, pues el mito es una palabra elegida por

la historia: que no sabría surgir de la naturaleza de las cosas.” (pág.10)

EL MITO COMO SISTEMA SEMIOLÓGICO

“Lo importante es observar que la unidad de una explicación no puede ligarse a la

amputación de tal o cual de sus enfoques sino, según la palabra de Engels, a la coordinación

dialéctica de las ciencias especiales allí comprometidas. Así sucede con la mitología: ella forma

parte, a la vez, de la semiología como ciencia formal y de la ideología como ciencia histórica:

estudia las ideas-en-forma.” (pág.12)

“Se observa en el mito la existencia de dos sistemas semiológicos, uno de los cuales está

dislocado en relación con el otro: 1) un sistema lingüístico, la lengua (o los modos de

representación que le son asimilados), que denominará lenguaje-objeto, porque es el lenguaje

que el mito captura para construir su propio sistema: 2) y el mito mismo, que llamaré meta-

lenguaje pues es una lengua segunda, en la cual se habla de la primera. Reflexionando sobre

un metalenguaje, el semiólogo no necesita interrogarse más sobre la composición del lenguaje-

objeto, ni considerar el detalle del esquema lingüístico: no tendrá que conocer sino el término

1 Del Mito a la ciencia, Cuadernos del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales, Caracas 1972

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total o el signo global, y solamente en la medida en que ese término va a prestarse al mito.”

(págs. 15-16)

Ejemplo: “Estoy en la peluquería, me dan un ejemplar de Paris-Match. En la portada, un

joven negro vestido con un uniforme francés, saluda militarmente, los ojos en alto, fijados sin

duda en un pliegue de la bandera tricolor. Ese es el sentido de la imagen. Pero, ingenuo o no,

yo veo claramente lo que ello me significa: que Francia es un gran imperio, que todos sus hijos,

sin distinción de color, sirven fielmente bajo su bandera y que no hay mejor respuesta a los

detractores de un pretendido colonialismo, que el celo de ese negro por servir a sus

pretendidos opresores. Me encuentro pues, aun aquí, ante un sistema semiológico amplificado:

hay un significante, formado por un sistema previo (un soldado negro hace el saludo militar

francés); un significado (es aquí una mezcla intencional de militarismo y de afrancesamiento);

hay, en fin, una presencia del significado a través del significante.” (pág. 16-17)

“El significante puede verse, en el mito, desde dos puntos de vista: o como término final

del sistema lingüístico o como término inicial del sistema mítico: se precisan entonces dos

denominaciones: en el plano de la lengua, es decir, como término final del primer sistema,

denominaré al significante sentido: en el plano del mito lo llamaré forma. En el significado, no

hay ambigüedad posible: le dejaremos el nombre de concepto. El tercer término, es la

correlación entre los dos primeros: en el sistema de la lengua, es el signo; pero no es posible

volver a tomar esa palabra sin ambigüedad, pues en el mito (y esa es su particularidad

principal), el significante está formado por los signos de la lengua. Denominaré al tercer

término del mito significación, la palabra es aquí tanto más justificada, en cuanto el mito tiene,

efectivamente una doble función: designa y notifica, hace comprender e impone.” (pág. 17)

LA FORMA Y EL CONCEPTO

“El significante del mito se presenta de una manera ambigua: es, a la vez, sentido y

forma, pleno de un lado y vacío del otro. (…) Como total de signos lingüísticos, el sentido del

mito tiene un valor propio, forma parte de una historia, la del león o la del negro: en el sentido,

una significación es construida que podría bastante bien bastarse a sí misma si el mito no la

aprehendiera y no hiciera de ella rápidamente una forma vacía, parásita. El sentido está ya

completo, postula un saber, un pasado, una memoria, un orden comparativo de hechos, de

ideas, de decisiones. (…)

El punto capital en todo esto, es que la forma no suprime el sentido, sino que lo

empobrece, lo aleja, lo tiene a su disposición. Uno cree que el sentido muere, pero es una

muerte en suspensión: el sentido pierde su valor pero conserva la vida de la cual se nutre la

forma del mito. El sentido será para la forma como una reserva instantánea de historia, como

una riqueza sometida que es posible llamar y alejar en una especie de alternancia rápida: es

preciso, incesantemente, que la forma pueda enraizarse en el sentido y alimentarse de él en

naturaleza; es necesario sobre todo que pueda esconderse allí. Es este juego de escondido

incesante entre el sentido y la forma lo que define al mito.” (pág. 18)

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“Veamos ahora el significado: esta historia que se derrama fuera de la forma va a ser

totalmente absorbida por el concepto. El concepto está determinado: es, a la vez, histórico e

intencional; el móvil que hace proferir el mito. (…) Contrariamente a la forma, el concepto

jamás es abstracto: está lleno de una situación. (…) Es preciso insistir bien en este carácter

abierto del concepto; no es, en absoluto, una esencia abstracta, purificada; es una

condensación informe, inestable, nebulosa, donde la unidad y la coherencia se refieren sobre

todo a la función.” (pág. 19)

“Cuantitativamente el concepto es mucho más pobre que el significante, a menudo él

solo se representa. De la forma al concepto, pobreza y riqueza están en proporción inversa: a la

pobreza cualitativa de la forma, depositaria de un sentido escaso, corresponde una riqueza del

concepto abierto a toda la historia; y a la abundancia cuantitativa de las formas, corresponde

un número limitado de conceptos. Esta repetición del concepto, a través de formas diferentes,

es preciosa para el mitólogo, ella permite descifrar el mito: es la insistencia de una conducta lo

que le da su intención.” (pág. 20)

LA SIGNIFICACIÓN

“En semiología, el tercer término no es otra cosa, lo sabemos, sino la asociación de los

dos primeros: es el único que se ofrece para verlo de una manera plena y suficiente, el único

efectivamente consumido. Lo he llamado significación. Se observa que la significación es el

mito mismo” (pág. 21)

“Por paradójico que pueda parecer el mito no esconde nada: su función es la de deformar,

no la de hacer desaparecer. (…) La relación que une el concepto del mito con el sentido

es, esencialmente, una relación de deformación. (…) Naturalmente, esta deformación

sólo es posible porque la forma del mito está constituida por un sentido lingüístico. (…) Pero

esta deformación no es una abolición: el león y el negro permanecen allí, el concepto tiene

necesidad de ellos: se les ha amputado la mitad, se les quita la memoria, no la existencia (…)

El concepto, literalmente, deforma pero no elimina el sentido: una palabra testimoniará esta

contradicción: lo aliena.” (pág. 23)

“El mito tiene un carácter imperativo, interpelador: proveniente de un concepto

histórico, surgido directamente de la contingencia es a mí a quien viene a buscar: me está

dirigido, yo sufro su fuerza intencional, me exige recibir su ambigüedad expansiva.” (pág. 24)

“Es que el mito es una palabra robada y devuelta. Sólo que la palabra que uno

relaciona no es completamente la que se ha robado: devolviéndola, no se la ha puesto

exactamente en su lugar. Es este breve hurto, este momento furtivo de un truco, lo que

constituye el aspecto pasmado de la palabra mítica.” (pág. 26)

“La significación mítica nunca es completamente arbitraria, está siempre, parcialmente

motivada, contiene fatalmente una parte de analogía: (…) para que la imperialidad francesa

aprehenda al negro que saluda, es necesaria una identidad entre el saludo del negro y el

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saludo del soldado francés. La motivación es necesaria para la duplicidad misma del

mito: el mito juega con la analogía del sentido y de la forma: no hay mito sin forma

motivada. (pág. 26)

LECTURA Y DESCIFRAMIENTO DEL MITO

“Estamos aquí en el principio mismo del mito: él transforma la historia en naturaleza. Se

comprende ahora porqué a los ojos del consumidor de mitos, la intención, la adhominación del

concepto puede permanecer manifiesta sin parecer por ello interesada: la causa que hace

proferir la palabra es perfectamente explícita, pero ella en seguida se plasma en naturaleza;

ella no es leída como móvil sino como razón. Si leo el negro saludando, como símbolo puro y

simple de la imperialidad, me es preciso renunciar a la realidad de la imagen, ella se

desacredita a mis ojos deviniendo instrumento. A la inversa, si descifro el saludo del negro

como pretexto de la colonialidad, niego aun con más certeza el mito bajo la evidencia de su

móvil. Pero para el lector del mito, la salida es completamente diferente: todo sucede como si

la imagen provocara naturalmente el concepto, como si el significante fundamentara el

significado: el mito existe a partir del momento preciso en que la imperialidad francesa pasa al

estado de naturaleza; el mito es una palabra excesivamente justificada.” (pág. 30)

“En principio se observa allí totalmente el carácter impresionante del mito: lo que se

espera de él es un efecto inmediato: poco importa si el mito es desmontado en seguida, su

acción es considerada más fuerte que las explicaciones racionales que pueden desmentirla

posteriormente. (…) El mito es, a la vez, indiscutible e imperfecto: ni el tiempo ni el saber le

agregarán o le quitarán nada. (…) Por esta razón el mito es vivido como una palabra inocente:

no porque sus intenciones están escondidas, pues así no podrían ser eficaces; sino porque

están naturalizadas.” (pág. 31)

“Todo sistema semiológico es un sistema de valores; ahora bien, el consumidor del mito

toma la significación por un sistema de hechos: el mito es leído como un sistema factual no

siendo sino un sistema semiológico.” (pág. 31)

EL MITO COMO LENGUAJE ROBADO

“¿Qué es lo característico del mito? Transformar un sentido en forma. Dicho de otra

manera, el mito es siempre un robo de lenguaje. (…) En verdad nada puede estar al abrigo del

mito, pues el mito puede desarrollar su esquema segundo a partir de cualquier sentido y, como

hemos visto, hasta de la privación del sentido mismo.” (pág. 32)

“La lengua se presta al mito de otra manera: es muy raro que ella imponga, desde el

principio, un sentido pleno e indeformable. (…) Sin duda, la lengua dispone de todo un aparato

apropiativo. Pero queda siempre, alrededor del sentido final, un espesor virtual donde flotan

otros sentidos posibles: el sentido puede casi constantemente interpretarse. Podría decirse que

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la lengua propone al mito un sentido horadado. El mito puede fácilmente insinuarse, inflarse en

él: es un robo por colonización.” (págs. 32-33)

“El mito puede alcanzar todo, corromper todo, hasta el movimiento mismo que se le

opone; de modo que mientras más se resiste el lenguaje-objeto al principio, mayor será su

prostitución final: quien se resiste totalmente, cede totalmente: Einstein de un lado, Paris-

Match del otro. Puede darse a ese conflicto una imagen temporal: el lenguaje matemático es un

lenguaje acabado que deriva su misma perfección de esta muerte consentida; el mito es, por el

contrario, un lenguaje que no quiere morir: le arranca a los sentidos de los cuales se alimenta,

una sobrevivencia insidiosa, degradada, provoca en ellos un plazo artificial en el cual se instala

cómodamente y los convierte en cadáveres parlantes.” (pág. 33)

LA BURGUESÍA COMO SOCIEDAD ANÓNIMA

“La burguesía se define como la clase social que no quiere ser nombrada. (…) La

ideología burguesa puede, entonces, impregnar todo y, sin peligro, perder su nombre: nadie se

lo devolverá; ella puede, sin resistencia, someter al teatro, al arte, al hombre burgués, a sus

análogos eternos: en una palabra, ella puede ex-nombrarse sin freno, cuando solamente hay

una sola y única naturaleza humana: la defección del nombre burgués es total.” (págs. 39-40)

“El status de la burguesía es particular, histórico: el hombre que representa será

universal, eterno; la clase burguesa ha edificado su poder justamente sobre los progresos

técnicos, científicos, sobre una transformación ilimitada de la naturaleza: la ideología burguesa

restituirá una naturaleza inalterable: los primeros filósofos burgueses penetraban el mundo de

las significaciones, sometiendo todas las cosas a una racionalidad, decretándolas destinadas al

hombre: la ideología burguesa será cientista o intuitiva, constatará el hecho o percibirá el valor,

pero rehusará la explicación: el orden del mundo será suficiente o inefable, jamás será

significante. En fin, la idea primera de un mundo perfecto, móvil, producirá la imagen invertida

de una humanidad inmutable, definida por una identidad infinitamente recomenzada. En

resumen, en la sociedad burguesa contemporánea, el paso de lo real a lo ideológico se define

como el paso de una anti-physis a una pseudo-physis.” (págs. 42-43)

EL MITO ES UNA PALABRA DESPOLITIZADA

“La función del mito es la de evacuar lo real; él es, literalmente, un incesante flujo, una

hemorragia, o si se prefiere, una evaporación, en síntesis, una ausencia sensible. (…)

Es posible ahora completar la definición semiológica del mito en la sociedad burguesa: el

mito es una palabra despolitizada.” (pág. 43)

“Pasando de la historia a la naturaleza, el mito hace una economía: suprime la

complejidad de los actos humanos, les da la simplicidad de las esencias, elimina toda

dialéctica, toda ascensión por encima de lo visible inmediato, organiza un mundo sin

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contradicciones en tanto carente de profundidad, un mundo despedazado en la evidencia, erige

una claridad feliz: las cosas tienen la apariencia de significar solas.” (pág. 44)

EL MITO, DE IZQUIERDA

“Existe entonces un lenguaje que no es mítico, es el lenguaje del hombre productor: en

todas partes donde el hombre habla para transformar lo real y ya no para conservarlo en

imagen, en todas partes donde liga su lenguaje a la fabricación de las cosas, el meta-lenguaje

es devuelto a un lenguaje-objeto, el mito es imposible. He allí por qué el lenguaje propiamente

revolucionario no puede ser un lenguaje mítico. La Revolución se define como un acto catártico

destinado a revelar la carga política del mundo: ella hace el mundo, y su lenguaje, todo su

lenguaje, es absorbido funcionalmente en ese hacer. Es porque ella produce una palabra

plenamente, es decir, inicial y finalmente política, y no como el mito, una palabra inicialmente

política y finalmente natural, que la Revolución excluye el mito.” (pág. 47)

“El mito de izquierda surge, precisamente, en el momento en que la revolución se

transforma en ”izquierda”, es decir, acepta disfrazarse, cubrir su nombre, producir un meta-

lenguaje inocente y deformarse en “Naturaleza”. (…) El mito de izquierda es in-esencial. (…) Se

puede decir que, en un sentido, el mito de izquierda es siempre un mito artificial, un mito

reconstituido: de allí su torpeza.” (págs. 47-48-49)

EL MITO DE DERECHA

“Estadísticamente, el mito es de derecha. Allí él es esencial; bien nutrido, expansivo

brillante, hablador, se inventa sin cesar. Él capta todo: las justicias, las morales, las estéticas,

las diplomacias, las economías domésticas, la Literatura, los espectáculos. (…) El oprimido hace

el mundo, no tiene sino un lenguaje activo, transitivo (político); el opresor lo conserva, su

palabra es plena, intransitiva, gestual, teatral: es el mito; el lenguaje de uno se dirige a

transformar, el lenguaje del otro busca eternizar.” (págs. 49-50)