El Mito de La Nueva Sociedad

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 ¿EL ‘MITO’ DE UNA NUEVA SOCIEDAD? ¡Donde quiera que piséis, grito, abrid, hermanos, una fuente abrid, vuestra propia fuente de Mavroyenis! (Odisseas Elytis) CONTENIDO Palabras preliminares Título I: El concepto de nueva sociedad Principios sobre los cuales se asienta el deber de construir una nueva sociedad Pensando el futuro Otro problema insoluble dentro del modo de producción capitalista Por qué la construcción de la nueva sociedad ha sido imposible La instalación de un nuevo modo de producción no siempre es el comienzo de algo nuevo Título II: Capital, estado y modo de producción en la nueva sociedad Requisitos para la existencia del capital Las fuerzas productivas ante la modificación de las relaciones de producción La colectivización de las relaciones de propiedad no pone fin, necesariamente, al ciclo del capital Efectos de la desaparición del capital 1.Efectos de la desaparición del capital en la organización social 2.Efectos de la desaparición del capital en el modo de producción 2. 1. Ef ectos de la desaparición del capi tal en la regi ón económica del modo de producción 2.2. Efectos de la desaparición del capital en la región jurídico/política del modo de producción 2. 3. Efectos de la desaparici ón del capi tal en la regi ón ideológ ica del mo do de producción Título III: Enfrentando la sociedad del futuro En el umbral del establecimiento de una nueva sociedad Reflejos de la nueva sociedad La nueva sociedad existe ya, y se manifiesta PALABRAS PRELIMINARES La idea en torno a estimar posible la existencia de una sociedad mejor, alternativa a la que se vive, no es nueva. Informa la historia de los movimientos políticos y sociales, representa una constante en todo credo o doctrina religiosa. Es más, constituye su essentia ratio, su conditio sine qua non . De ello dan cuenta los libros sagrados. Así, por ejemplo, lo hace la Biblia cuando, en la parte destinada a las profecías de Isaías, contiene un sugerente versículo, según el cual “Habitará el lobo con el cordero, y el leopardo se acostará con el cabrito, y corre rán juntos el becerro y el león, y un niño pequeño los pastoreará. La vaca pacerá con la osa, y las crías de ambas se echarán juntas, y el león, como el buey, comerá paja. El niño de teta jugará junto a la hura de áspid, y el recién destetado meterá la mano en la caverna del basilisco. No habrá ya más daño ni

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¿EL ‘MITO’ DE UNA NUEVA SOCIEDAD?

¡Donde quiera que piséis, grito,abrid, hermanos,

una fuente abrid,vuestra propia fuente de Mavroyenis!

(Odisseas Elytis)

CONTENIDOPalabras preliminaresTítulo I: El concepto de nueva sociedadPrincipios sobre los cuales se asienta el deber de construir una nueva sociedadPensando el futuroOtro problema insoluble dentro del modo de producción capitalistaPor qué la construcción de la nueva sociedad ha sido imposibleLa instalación de un nuevo modo de producción no siempre es el comienzo de algonuevoTítulo II: Capital, estado y modo de producción en la nueva sociedadRequisitos para la existencia del capitalLas fuerzas productivas ante la modificación de las relaciones de producciónLa colectivización de las relaciones de propiedad no pone fin, necesariamente, al ciclodel capitalEfectos de la desaparición del capital

1.Efectos de la desaparición del capital en la organización social2.Efectos de la desaparición del capital en el modo de producción

2.1. Efectos de la desaparición del capital en la región económica del modo deproducción2.2. Efectos de la desaparición del capital en la región jurídico/política del modo deproducción2.3. Efectos de la desaparición del capital en la región ideológica del modo deproducciónTítulo III: Enfrentando la sociedad del futuroEn el umbral del establecimiento de una nueva sociedadReflejos de la nueva sociedadLa nueva sociedad existe ya, y se manifiesta

PALABRAS PRELIMINARES

La idea en torno a estimar posible la existencia de una sociedad mejor, alternativaa la que se vive, no es nueva. Informa la historia de los movimientos políticos y sociales,representa una constante en todo credo o doctrina religiosa. Es más, constituye suessentia ratio, su conditio sine qua non. De ello dan cuenta los libros sagrados. Así, por ejemplo, lo hace la Biblia cuando, en la parte destinada a las profecías de Isaías,contiene un sugerente versículo, según el cual

“Habitará el lobo con el cordero, y el leopardo se acostará con el cabrito, ycorrerán juntos el becerro y el león, y un niño pequeño los pastoreará. La vacapacerá con la osa, y las crías de ambas se echarán juntas, y el león, como elbuey, comerá paja. El niño de teta jugará junto a la hura de áspid, y el reciéndestetado meterá la mano en la caverna del basilisco. No habrá ya más daño ni

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destrucción en todo ni monte santo, porque estará llena la torre del conocimientode Yavé […]”1

En el mundo celestial hay, pues, una sociedad nueva que extiende sus dominios másallá de los confines de la muerte, en la región donde tiene lugar otra supuesta vida. Enuna dimensión desconocida, la misma que cobija la ‘mansión de las huríes’ de Mahoma

o donde comienza el reino del Zend’Avesta, de Zarathustra, el lugar donde todo esposible menos el mundo de hoy. Así, pues, en las creencias religiosas, la nuevasociedad comienza como consecuencia del fin de la vida que, con la muerte, de esamanera, pasa a ser la esperanza de los oprimidos, la certeza de un más allá donde seráposible obtener todo lo que le ha negado el grupo social dentro del cual vive. La nuevasociedad no es sino el ‘pairi-daeza’ de los persas, el ‘paraíso’ de la Biblia y del Corán.

Pero el reino de la nueva sociedad no despliega sus fronteras solamente en elmundo celestial, sino lo hace también en el terrenal. Personajes cuyas vidas estuvieronconsagradas a la defensa de la fe afirmaron, más de una vez, que ese reino tambiénera posible de establecer aquí, en la tierra. Lo hizo Augustinus, con su obra La ciudad de Dios; Thomas More, con su conocida Utopía, Francis Bacon con La Nueva Atlántida,y Tomasso di Campanella, con un libro cuyo título —La ciudad del sol— recuerda al

escrito por Augustinus; y, junto a ellos, Dyonisius de Vairos d’Alais con su Historia delos sevarambos.

Las ideas de todos ellos (Augustinus, Campanella, More) no eran nuevas. Nisiquiera lo fueron en su tiempo. Un grupo no despreciable de personajes históricos detodas las épocas y regiones enarbolaron esa bandera. Así lo hizo Urukagina quien, enla vieja ciudad de Lagash, ubicada en la Mesopotamia, intentó construir para los suyosuna sociedad mejor, hace más de 4000 años; también buscaron un mejor reparto de lastierras agrarias los hermanos Tiberio y Cayo Graco en la Roma Consular de 150 A.C.En esa misma Roma, cien años más tarde, Espartaco había de encabezar la másgigantesca rebelión de esclavos de la que se tenga memoria en los anales de lahumanidad, intentando construir una nación con todos ellos. Intentos paralelos aunqueno similares realizaron Vercingetorix en Francia, y Viriato en España. Las luchas

sociales libradas por los ejércitos populares, partidos políticos u organizaciones socialessiempre fueron orientadas por la idea simple, por cierto, que bastaba determinadoesfuerzo para sacudirse la estructura del poder vigente e iniciar, de inmediato, laconstrucción de una sociedad mejor. Es la idea que, de una u otra manera, estuvopresente en la obra de ilustres pensadores como Fourier, Bacon, Owen, Rousseau,Bakunin, Voltaire, Marx, Ortega y Gasset, entre muchos otros. La historia de la sociedadmejor oscila entre quienes han querido, únicamente, hacer su ingreso a ella como algodado, y quienes la han visto como una tarea que es necesario realizar.

Así, pues, la idea de construir una nueva sociedad se presenta no como unasimple casualidad en la evolución del ser humano sino como una constante históricaque informa toda su existencia. Y si hoy aparece como un tanto descabelladopreguntarse si acaso tales ideas siguen aún vigentes no es sino por el imperio sin

restricciones ejercido por un sistema de dominación impuesto a nivel planetario cuyamisión, exceptuando la de perseverar, casi podría reducirse a ridiculizar todo aquelloque le resulta molesto o contradice sus postulados.

Puede, así, decirse que, desde los albores de la civilización, viene el ser humanoluchando denodadamente por alcanzar una meta que más parece imposible, por realizar una idea pocas veces definida o expresada ―aunque siempre presente en lamente del colectivo social―, contenida en lo que se conoce bajo el nombre de ‘nuevasociedad’. Esta idea, difusa a lo largo de la historia, que se repite una y otra vez, que amenudo se presenta en el carácter de mito, de deseo, de mera fantasía o de ficción,

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sólo pudo encontrar un método de estudio y análisis luego del ingreso a la historia de unhombre excepcional como lo fue Karl Marx. Con la aparición de quien más tardesentaría las bases de la moderna sociología, este mito se desmiente como tal, cuelgasus atavíos de anhelo espontáneo o aspiración, para adquirir cuerpo y presencia, yproyectarse hacia el futuro como una tarea posible de realizar. La nueva sociedad deja,así, de ser idea descabellada, producto de la mente afiebrada de algún iluminado, o

simple infantilismo de ciertos adultos que se niegan a ‘madurar’; se hace, por elcontrario, realidad.

¿A qué se debe la existencia de esta idea? ¿De dónde surge?

Título I: El concepto de nueva sociedad

PRINCIPIOS SOBRE LOS CUALES SE ASIENTA EL DEBER DE CONSTRUIR UNANUEVA SOCIEDAD

La idea de concebir una sociedad diferente, distinta a la actual, parecieraesconder sus raíces en dos factores estrechamente ligados. A uno de ellos nosreferimos en la primera parte de este libro, destinada a explicar el concepto de unidad

originaria. No insistiremos, sino brevemente, al respecto; preferimos, sobre el particular,remitirnos a lo ya expresado. Sin embargo, en cuanto al otro de los factoresmencionados, por su importancia teórica, nos referiremos más en detalle en esteacápite.

a)El concepto de unidad originaria.Tal cual se señaló en un comienzo, la unidad originaria no es sino la unidad del

sujeto o individuo con su instrumento de trabajo, el objeto de su trabajo y el producto oresultado que obtiene. Esos elementos conforman una unidad. La unidad originaria.Ilustrémosla con un ejemplo. Un macaco (individuo) extiende su mano (instrumento detrabajo primordial), coge una banana (objeto de trabajo), le quita la cáscara que la cubre(incorpora energía corporal para materializar u objetivar su trabajo y obtener un

producto) y la engulle (dispone o se hace dueño de ese producto, uniéndoloindisolublemente a su cuerpo). He ahí la estructura que crea la naturaleza como formade existencia para los seres vivos. Esa estructura no se da en el género humano: elproductor no es dueño de su instrumento de trabajo; tampoco posee el objeto de sutrabajo ni, mucho menos, el producto del mismo. En el transcurso de la historia, otrossujetos se adueñaron de esos componentes que le pertenecían, transformándolo en‘trabajador desnudo’. Por eso, lucha por recomponer esa unidad bajo nuevos respectos,bajo nuevas circunstancias. Por lo mismo, la idea de construir una sociedad mejor a laactual constituye una constante histórica que ha conducido a no pocos seres humanosa enfrentar el riesgo de su propia inmolación. Morir en ese empeño ha sido el destino demuchos luchadores sociales, conducta que a no pocos investigadores sorprende ymaravilla. Y es que tal misión pareciera, así, estar inscrita no sólo en el inconsciente de

todos ellos, sino en la estructura corporal de cada individuo. Como si el ser humanoestuviese recordando permanentemente una época pasada, un tiempo anterior endonde todo lo que existía era propiedad suya y, a la vez, propiedad de todos, propiedadcomún, dominio colectivo inalienable y que, sin embargo, con el paso de los evos, ya nolo es. La idea de la libertad, que siempre acompaña al individuo en sus luchas por obtener una vida plena de realizaciones y retribuciones, se encuentra, igualmente,asociada a ese proceso de remembranza de tiempos mejores, de vivencias atávicas.

Sostenemos, por consiguiente, en esta parte, que la urgencia de cierta nuevasociedad, contrapuesta a la que se vive, es una concepción arquetípica, grabada en

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nuestro organismo, en nuestros genes, como recuerdo imperecedero de nuestracondición de seres vivos, de lo que ha sido y debe ser, en suma, para nosotros, lahistoria de la unidad originaria y su urgente recomposición, la unidad del productor directo con su instrumento de trabajo y con el resultado o producto del mismo. Laconstrucción de una nueva sociedad constituye, en consecuencia, un deber insoslayable para cada persona, una obligación que se impone al ser humano en cuanto

tal. Es, en suma, una actitud moral, un comportamiento ético que ha de establecerse enel carácter de forma de vida y de relaciones sociales entre individuos. Lo que nos lleva aestablecer la segunda razón, cual es la naturaleza social del ser humano.

b)La naturaleza social del ser humano.La moral, considerada como ente abstracto, no constituye simplemente una forma

de trato, entre los individuos, de carácter ideológico. O cultural, como algunosparecieran creerlo. Sus orígenes se encuentran en mecanismos biológicos que hacenobligatoria la relación de convivencia entre los seres humanos. En particular, talesmecanismos dicen directa relación con la imitación o mímesis, considerada por algunosinvestigadores como ‘aglutinante social’, puesto que fomenta la simpatía y elsentimiento de pertenencia grupal2. Y es que, como lo sostiene Martín Hoffman, las

raíces de la moralidad han de encontrarse, a su vez, en la mimetización motriz  oempatía, es decir,

“[…] la capacidad de percibir la experiencia subjetiva de otra persona”3.

O, como la define Steve J. Ayan,

”[…] capacidad de compenetración […]”4

Y Tania Singer y Ulrich Kraft:

“[…] compartir las emociones […]”5

La empatía nos hace sentir lo que sienten los demás; la empatía nos hace solidariospuesto que se traduce en un comportamiento de compenetración. Y esa conducta tieneraíces biológicas.

En efecto, la estructura corporal de todo individuo está preparada biológicamentepara enfrentar cualquier eventual amenaza que pueda arriesgar su integridad; elfundamento de esta actitud no es otro que la realización de la misión de todo ser vivocual es, en primer lugar, velar por su propia conservación. Enfrentada a esaemergencia, corresponde a la amígdala cumplir la función de generar un sentimiento demiedo; en fracciones de segundo, el cuerpo del individuo se pone en estado de alertapara enfrentar, de buena manera, la situación de riesgo. Pero la amígdala se activa,incluso, cuando ante la vista de una persona se pasan, rápido y sin que ésta lo alcance

a notar, fotografías que muestran un rostro asustado; el cuerpo reacciona frente altemor de los demás y se prepara para actuar. Al igual que la amígdala, se activantambién, en idéntica forma, el llamado ‘cuerpo estriado ventral’ y el ‘cortex orbitofrontal’cuando sorprenden algo que pueda parecer atractivo o placentero. Y el ‘gyrusfusiformis’ y el ‘sulcus temporalis’. Se forma, de esa manera, una red de estructuras quepercibe los estímulos y provoca las reacciones subsiguientes sin que la voluntad delactor intervenga para nada y sin que haya experimentado, aún, agresión o halagoalguno. Es esa la red que desempeña en nuestro organismo un rol fundamental dentrodel comportamiento social que nos guía.

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¿Cómo puede suceder todo ello? ¿De qué manera esas reacciones, mecánicas,se relacionan con la empatía? Las investigaciones neurofisiológicas han permitidodescubrir la existencia de una relación estrecha entre la percepción del actuar ajeno y elcontrol del actuar propio. La generalidad de los autores señala, al respecto, que dicharelación ayuda a entender y a predecir las acciones de los demás. Eso no ocurre porquesí. Explica la mímesis o imitación, de la cual la empatía no es sino una forma más.

Porque, al igual que los otros tipos de mímesis, la empatheia encuentra su fundamentoen la llamada teoría de la ‘copia compartida’ según la cual

“[…] cualquier forma de comprensión interpersonal se basa en que captamos losmotivos del movimiento de los demás. Para lograrlo, los circuitos neuronalessimulan subliminalmente las acciones complejas que observamos. Este reflejonos lleva a que nos identifiquemos con los otros: actor y observador se hallan enestados neuronales muy semejantes”6.

Que el ser humano pueda imitar no causa asombro; no es lo mismo, sin embargo,cuando alguien se pregunta para qué o cómo lo hace. En ambos casos, la respuesta essorprendente. En primer lugar, porque la imitación, cuando es simulada, permite

predecir la conducta ajena; y, en consecuencia, hacer propio lo que a otro le sucede. Ensegundo lugar, porque el ‘cómo’ nos conduce a la mención de las llamadas ‘neuronasespeculares’ o ‘neuronas espejo’, descubiertas por Giacomo Rizzolatti a mediados delos años 90. La mímesis, por consiguiente, tiene raíces biológicas. Los individuossienten la desgracia de los demás porque sus estructuras biológicas están construidaspara acercarse los unos a los otros, para aproximarse entre sí.

“Humanos y monos son especies sociales. Por tanto, no es difícil apreciar lasventajas evolutivas (de supervivencia) de un mecanismo, basado en neuronasespejo, que fijan las acciones motoras esenciales dentro de una red motorasemántica de mayor extensión, por una razón poderosa: facilita la interpretacióndirecta e inmediata de las conductas ajenas sin necesidad de procesoscognitivos complejos. En la vida social, la interpretación correcta de lasemociones de los demás reviste importancia; de hecho, la emoción suele ser unelemento contextual clave que señala el propósito de un acto”7.

En una forma similar, se expresa Joachim Bauer, al señalar:

“Puesto que el gyrus cingulis constituye el núcleo del centro emocional delcerebro son las neuronas especulares […] ni más ni menos que un neurosistemapara la compasión y la empatía”8.“La revelación de aspectos neurobiológicos del proceso especular confirma algoque anteriormente se había concebido desde un punto de vista filosófico: en el rostro de otro ser humano nos encontramos nosotros como tales.Es primerocuando nos vemos y aceptamos mutuamente que nos hacemos prójimos y en

consecuencia nos entendemos a nosotros mismos como seres humanos. Ser partícipe en un mundo de experiencias intersubjetivas no es solamente underecho humano fundamentado filosóficamente sino tambiénneurobiológicamente (en el más exacto sentido). Negarse sistemáticamente averse y aceptarse mutuamente como seres humanos es inhumano y éticamentereprochable”9.

Así, pues, la empatía tiene raíces biológicas; por consiguiente, también las tiene lamoral. Y la tendencia a cooperar (no a competir) del ser humano. Porque, al parecer,

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nuestro cerebro se encuentra organizado para colaborar. No otro sentido tiene laimitación. Gracias a la capacidad de imitar podemos actuar con los demás, armonizar nuestras actitudes con las del otro individuo, sincronizarnos con sus movimientos. Y esque la aptitud para compartir los sentimientos con los demás

“[…] se ha desarrollado a partir de un sistema que codifica las sensaciones

personales; nuestra propia vida emocional constituye el fundamento para lacomparación de las emociones de otros. Lo que nos permite inferir que sólo nospodemos identificar con alguien si ya hemos sufrido sensaciones y experienciassimilares en nuestro propio cuerpo”.

Como lo expresan Tania Singer y Ulrich Kraft, la capacidad de imitar 

“También explica por qué ayudamos a quien lo necesita. Y es que en esos casosvivimos su desesperación, hasta cierto punto, en nosotros mismos”10.

La interacción social (IS) se apoya en la relación percepción/actuación (P/A), relaciónque jamás podría darse sin el mecanismo de la imitación cuyo rol es, precisamente,

facilitar la coordinación, especialmente, la coordinación temporal11

. Esta relación sepuede describir de la siguiente manera:

IS = (P/A)

La coordinación permite, a la vez, la sincronización, ajuste imposible de realizar sin el conocimiento de las acciones que ha de realizar el otro sujeto. De lo cual sededuce que ninguno de estos mecanismos ha sido construido para separar a losindividuos entre sí o hacerlos competir sino, por el contrario, para facilitar la vida encomún de todos ellos, para la realización del trabajo conjunto de los mismos, para lacolaboración. Podemos, en consecuencia, concluir como lo hace Natalie Sebanzseñalando:

“De todo lo aquí expuesto podemos deducir que el actuar en común tiene raícesprofundas en nuestra forma de percibir y en nuestros procesos cognitivosinconscientes. En muchos casos, la cooperación no es un ejercicio socialobligatorio hacia el que se nos debe animar; se trata, lisa y llanamente, de algoque no podemos dejar de hacer ”12.

Podemos, así, atrevernos a ensayar un tipo de definición de la moral no como unconjunto de reglas y normas de carácter social no coercitivas que obligan al ser humanoen su relación con los demás, sino como la mayor o menor distancia que guarda laconducta de los individuos para con todos y cada uno de los componentes del conjuntosocial, respecto de los principios de empatía y cooperación. Esa conducta opera dentrode un campo social; entendemos de esa manera el concepto de ‘campo de lasolidaridad’ empleado por Francesco Alberoni en sus trabajos, campo que se ordena yreordena de acuerdo a las prácticas morales del conjunto social13. Desde este punto devista, no puede sino calificarse de altamente inmoral la mantención de un modo deproducción como el capitalista (que es, además, modo de dominación) en donde lacompetencia es elevada a la categoría de virtud y, por consiguiente, adoptada en elcarácter de forma de vida.

Una consecuencia se deriva de la anterior: el cambio de un modo de producciónque no refleja los principios de la cooperación y de la solidaridad, el viraje hacia una

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nueva sociedad diferente a la actual que ofrezca mejores condiciones de vida,constituye un deber insoslayable para todo ser humano, una obligación moral que seimpone por sobre todas las demás como la más trascendental.

Sin embargo, ese cometido no se reduce, en modo alguno, al puro deseo dereemplazar la actual sociedad por otra, cualquiera, como se puede colegir de ciertosdocumentos que, a menudo, circulan entre las manos de ciertos activistas sociales. La

construcción de una sociedad nueva implica la previa descripción de un modelo, unapropuesta basada en argumentos que puedan darle solidez moral y filosófica.

PENSANDO EL FUTURO

Pensar el futuro parece tarea fácil de realizar; no lo es, sin embargo. Porque sibien hay quienes se preocupan de su propio futuro, y son capaces de prever algunoshechos que pueden afectar sus respectivas existencias, no lo hacen de la mismamanera respecto del resto del género humano. Un grupo de personalidades vinculadasal mundo de la ciencia (Richard Dawkins, Stephen Jay Gould, entre otros) se inclinanpor estimar que la evolución del individuo sigue un curso ciego de reordenamientosimprevistos, que nada es posible predecir y que, por consiguiente, aquella no poseería

tendencia ni dirección alguna. Resulta innecesario consignar aquí el desesperanzador mensaje que deja semejante concepción. Al lado opuesto de esa hipótesis, otro grupode personalidades, también vinculadas a las ciencias, piensan que la vida sí tiene unsentido, que la existencia misma del ser humano lo impele a actuar en determinadadirección; más exactamente, a pensar en su propia existencia como ser vivo, en lo quele ha de acontecer, en mirar hacia delante, en pensar su futuro. Resulta, así, altamentegratificante descubrir que el camino hacia la construcción de una sociedad que supere ala actual se encuentra ineluctablemente ligado a las leyes físicas pues, como lo señalacon énfasis Ilya Prigogine, la humanidad no marcha hacia la muerte térmica comoparecía indicarlo la segunda de las leyes de la termodinámica sino, por el contrario,comienza a abrirse camino hacia el futuro. La entropía está atrás, en el pasado, no en elfuturo que nos espera. Es el mensaje de esperanza de aquel notable químico.

“Así pues, la idea a la que he llegado es que la muerte térmica está detrás denosotros; la muerte térmica está de hecho en los inicios del universo. Todosestos fenómenos entrópicos debidos a la fusión de los núcleos, a la vida y a lahistoria, son en realidad absolutamente despreciables en comparación con laenorme producción de entropía que tuvo lugar en el inicio del universo”14.

Nuestro organismo está hecho para reconocer patrones de organización, parabuscar y preferir todo aquello que acuse la más simple forma de estructura. No por algoreconocemos rostros, voces, gestos, sabores, formas; no por algo clasificamos.Nuestras redes neurológicas están construidas para identificar. Y para descubrir lo quenos puede acontecer. Nuestras redes neurológicas, y en especial lo que se conoce bajo

el nombre de módulos cognitivos

15

, nos hacen preocuparnos por el porvenir. Las raícesde esta conducta han de encontrarse en los actos primordiales del ser humano como loes aquel que empleara en su fase de cazador/recolector: arrojar la piedra en busca deun objetivo. En ese acto tan sencillo, organizado en el módulo de representacióncerebral, la piedra es lanzada en función de algo, de conseguir un propósito. No va acualquier parte. Exige de quien la arroja prever un resultado. El ser humano funciona deesa manera: construyendo aquello que ha de ayudarle en su evolución16.

Existen, no obstante, otros indicios que apuntan en ese mismo sentido. Losmovimientos sociales, según se verá más adelante, caminan en dirección de una mayor 

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participación ciudadana, de un mayor reconocimiento social y de un mayor bienestar colectivo, no individual. Marchan en la inequívoca ruta de poner fin a la acción deindividuos que han hecho un modo de vida en la explotación de los demás. Por lomismo, toman a su cargo la reorganización del campo de la solidaridad. No insistiremossobre el particular.

Mihály Csíkszentmihály sostiene, además, que el cerebro del ser humano no está

organizado para permanecer en un estado neutro frente a los acontecimientos, es decir,al margen de lo que le conviene o no, como podría suponerse. No hay, por consiguiente, estado de equilibrio alguno en la mente del ser humano sino una clarainclinación hacia lo que le conviene tanto a él como al resto de su especie. El ser humano no es un sujeto neutral que, en determinados momentos, se orienta hacia unlado u otro (hacia el bien o el mal, diría más de alguien). No. Está organizado parapermanecer en un estado óptimo. La vida tiene tan sólo un sentido cual es el propioperfeccionamiento tanto individual como social del sujeto. Es el camino ininterrumpidopara la recuperación de lo que Riane Eisler denominara ‘la edad dorada’17.

POR QUÉ LA CONSTRUCCIÓN DE LA NUEVA SOCIEDAD HA SIDO IMPOSIBLE

Pero, si esa sociedad ha de construirse en algún lugar del planeta, ¿por qué ellono ocurre? ¿A qué se debe que fracasen constantemente todos los intentos deconsumar tal tarea, y muchos de ellos terminen arrojando resultados desastrosos, comoel que dejara el ‘socialismo real’18?

A nuestro entender, seis parecen ser las razones o motivos que han impedido larealización de tal tarea:

a) La nueva sociedad no es concebida en función de la recomposición de launidad originaria;

b) Existe incapacidad para formular su contenido;c) La sociedad vigente tiende a perpetuarse cuando el conjunto social no recibe

una propuesta que supere el actual estado de cosas;

d) La visión lineal de la historia induce a creer en un progreso que no existe;e) No hay acuerdo acerca de lo que son las condiciones materiales; y,f) El sistema vigente es un sistema y, por consiguiente, aprende y se defiende.

a. La nueva sociedad no es concebida en función de la recomposición de launidad originaria.

La primera razón, creemos, radica en que la generalidad de las propuestasensayadas no han ajustado o no ajustaron tal idea a lo que hemos denominado,siguiendo a Karl Marx, ‘recomposición de la unidad originaria’19. Una nueva sociedaddebe, necesariamente, tener como fundamento moral (ético) la recomposición de launidad originaria. Hacerlo no implica formular una mera declaración de principios. Larecomposición de la unidad originaria es un concepto y, a la vez, una tarea. Los

principios que sí indudablemente contiene, constituyen un basamento moral deproporciones que no pocas veces se manifiestan como el núcleo central de las disputasentre la descendencia europea (mestiza) de América Latina y sus pueblos originarios.Así sucede, por ejemplo, con las concepciones acerca de lo que ha de entenderse por ‘tenencia’ de la tierra. Mientras que, para los pueblos originarios, la tierra no essusceptible de venta o enajenación alguna (aunque sí de uso y goce, no dedisposición), para el moderno habitante de esos lugares la compraventa de la tierra(como reminiscencia del modo de producción feudal) sí que es objeto de apropiación y,por consiguiente, de compra y venta (en términos jurídicos, uso, goce y disposición).

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“Esto es lo que sabemos: la tierra no pertenece al hombre; es el hombre el quepertenece a la tierra. Esto es lo que sabemos: todas la cosas están relacionadascomo la sangre que une una familia. Hay una unión en todo”20. 

No insistiremos sobre el particular. Nos remitimos, aquí, y en este aspecto, a la primera

parte de este libro que trata sobre la unidad originaria.

b. Existe incapacidad para formular el contenido de lo que significa ‘nuevasociedad.

Como consecuencia de lo anterior, la construcción de un modelo se haceimposible. Porque la generalidad de quienes llaman a construir un ‘mundo mejor’, unasociedad diferente a la actual, raramente se preocupa de explicar lo que ha deentenderse por tal, sino lo hace como si se tratase de una mera aspiración. Contadasveces se entrega una definición o un concepto relativo al caso; tampoco documentosque den cuenta de lo que debe entenderse por tal. Menos, aún, la forma en que ello hade lograrse. De esa manera, el modelo de sociedad nueva que se propone no pasa másallá de ser un simple anhelo, un ‘wishfull thinking’. La indigencia teórica al respecto es

manifiesta. Dan cuenta de ello las frases que se emplean para expresar tal aspiración,especialmente de ciertos políticos para quienes se trataría de una ‘sociedad con justiciasocial’, una ‘sociedad de igualdad’ —en donde dicha igualdad ha de entenderse como‘igualdad de derechos’—, una ‘sociedad armónica’, ‘equilibrada’, en fin. Otros, másfamiliarizados con la terminología empleada por Marx, se atreven a sostener que setrata de una sociedad en donde existe ‘propiedad social (generalmente, estatal) de losmedios de producción’. Pero todas estas definiciones nada dicen o explican.Consecuentemente, las organizaciones y/o personas que toman en sus manos la tareade entusiasmar al conjunto social a través de una mera formulación de deseos noofrecen a éste más que palabras a cambio de una realidad en la que se vive.

Y es que, a menudo, se olvida un hecho substancial: las sociedades no seorganizan en el aire, sino sobre la base de un modo de producción que, normalmente,

se hace dominante en determinadas regiones del planeta, subsumiendo la operatividadde los que antes allí existían. Nacen, de esa manera, las ‘formaciones sociales’, queson sociedades en donde coexisten determinados modos de producción, siendo uno deellos dominante por sobre los demás. Una nueva sociedad requiere, por consiguiente, laexistencia de un nuevo modo de producción que ha de definirse como cuestión previa asu instalación. Porque el modo de producción no es solamente un modo de producir sino, además, una forma de vida, un modo de vivir; es, consecuentemente, una formade pensar, de concebir las relaciones humanas de manera diferente a las que existen. Ypuesto que los modos de producción son conjuntos teóricos, estructuras que poseenelementos y relaciones, dicho nuevo modo ha de ser examinado en esa condición y noen su simple carácter de deseo o aspiración.

“El modo como los hombres producen sus medios de vida depende, ante todo,de la naturaleza misma de los medios de vida con que cuentan y que tratan dereproducir. Este modo de producción no puede considerarse únicamente en elsentido de ser la reproducción de la existencia física de los individuos. Es yamás bien un modo determinado de la actividad de estos individuos, demanifestar su vida, un determinado modo de vida de los mismos”21.

c. La sociedad vigente tiende a perpetuarse cuando el conjunto social no recibeuna propuesta que supere el actual estado de cosas.

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Cuando así sucede, cuando nadie explicita lo que quiere construir, la poblaciónraras veces reacciona. Y es que se encuentra frente a un conjunto de promesas quepuede o no transformarse en algo mejor a lo actual, que puede o no superar loexistente; pero esa alternativa no se presenta en el carácter de cierta sino, apenas,como una posibilidad, no una realidad. De esta manera, el sistema, como cuerpo vivoque es, tiende a perpetuarse, pues ese es su deber esencial, expresado en la sentencia

‘esse persistere in esse est ’. Lo cual significa, en palabras aún mayores, que paraponerle fin es necesario terminar con él. No se trata, en este caso, de tomar las armas yderribarlo, como lo ha sido la constante en la historia de los intentos hechos por construir una sociedad mejor. Porque una solución armada conlleva, implícita, laincorporación del autoritarismo a la lucha social. Y, por ende, la recomposición de lavertical estructura del estado. No existen grupos armados que no se organicen

 jerárquicamente y que, por lo mismo, una vez derribado el gobierno contra el cual sehan levantado, no impongan la jerarquía y la verticalidad del mando como formaprincipal de organización social.

Hay, no obstante, otro inconveniente a salvar: las personas saben que ciertasexperiencias intentadas por algunos movimientos sociales no han entregado solucionesque superen el estado actual de cosas. Peor aún: no sólo ofrecieron menos de lo que

entregaba el sistema capitalista, sino terminaron fracasando por completo. Ante talesexperiencias, no debe llamar la atención que nadie quiera arriesgar lo que tanto le hacostado conseguir por una mera eventualidad. Nadie cambia lo que ha adquirido por lasimple promesa de una aventura. Y es que las clases dominadas son esencialmenteconservadoras, actitud que no es casual: obedece a la lógica que guía a quien empleatodas sus energías en lograr cierta estabilidad para él y para su grupo familiar. No esdescabellado suponer que evite arriesgarlo todo ante promesas que puedan o norealizarse. Por esas mismas razones, a menudo, en medio de una revolución, losindividuos se arrepienten de lo avanzado y ante el temor de lo incierto, prefieren elretorno a lo que antes poseían; adviene, entonces, el fenómeno llamado ‘la venganzadel pasado’. ‘L’ancienne régime’ hace su ingreso a la sociedad en medio de losaplausos de sus anteriores detractores, y en medio de una euforia social.

Esta idea de la ‘superación’ se encuentra contemplada a lo largo y ancho de todala obra de los clásicos: la nueva sociedad no ha de igualar a los individuos en lapobreza, sino en todo aquello que han logrado desarrollar las fuerzas productivas. Setrata, así, de una nivelación hacia arriba, nunca hacia abajo, por lo que, precisamente,presume el desarrollo de las fuerzas productivas a un grado extremo. Como lo expresanMarx y Engels, ese requisito

“[…] constituye también una premisa práctica absolutamente necesaria, porquesin ella sólo se generaría la escasez y, por lo tanto, con la pobreza, comenzaríade nuevo, a la par, la lucha por lo indispensable y se recaería necesariamenteen toda la miseria anterior […]”22 

Y, poco más adelante:

“El comunismo, empíricamente, sólo puede darse como la acción ‘coincidente’ osimultánea de los pueblos dominantes, lo que presupone el desarrollo universalde las fuerzas productivas y el intercambio universal que lleva aparejado.”…“Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera al estadode cosas actual”23

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d. La visión lineal de la historia induce a creer en un progreso que no existe.Otra de las razones que han impedido el establecimiento de una sociedad nueva

es la tendencia predominante de la población orientada a concebir la historia de lahumanidad de manera lineal. La idea imperante es, hoy en día, considerar evolución dela especie humana como una marcha progresiva, un avance sin retroceso, en constantedesarrollo. Es ese convencimiento lo que confiere el carácter de ‘progresista’ o

‘desarrollista’ a ciertas concepciones políticas que defienden amplios sectores de laopinión pública. Porque, de acuerdo con ellas, todo lo que parece ofrecer el futurodebiera ser ‘para mejor’. Sin embargo, la evolución se manifiesta en un constanteintercambio de elementos y no en una progresión incesante hacia el infinito. Suponer locontrario es tomar las creencias por realidades. El destino de los seres humanos jamásha de ser concebido sobre la base de simples creencias. Por el contrario: presumir como cierta la bíblica tentación de la serpiente a la primera pareja de seres humanos,según la cual

“se os abrirán los ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal”24,

constituye, más que un disparate, una aberración.

Una sociedad que reemplace a la actual puede superarla, sin lugar a dudas, comopuede, también, no hacerlo. Los modos de producción no se han sucedido linealmentecomo la clásica concepción del llamado ‘marxismo’ parece creerlo, sino obedecen a‘configuraciones’ nuevas que se construyen, constantemente, como los modelos de uncaleidoscopio. Llamar a destruir la sociedad actual por el simple deseo de construir unanueva sin analizar las consecuencias que puede acarrear tal sustitución no constituyesolamente un error, sino parece, más bien, una soberana estupidez.

e. No hay acuerdo en torno a determinar cuáles son las condiciones materialesque permiten el cambio de sociedad.

A menudo, no las concepciones racionales sino las simples creencias, basadas enestimaciones o suposiciones, conducen a formular afirmaciones temerarias como

aquellas según las cuales ‘están dadas las condiciones materiales’ para proceder alcambio de una sociedad. Estas estimaciones constituyen, frecuentemente, optimistaspronósticos que no vacilan en repetir algunos analistas. La creencia en torno a suponer que el modo de producción capitalista estaría llegando a su fin no sólo informa lageneralidad de los análisis actuales, sino ha sido el ‘leit motiv ’ en las declaraciones degrandes líderes e institutos de investigación. Lenin llegó a escribir un libro en el quesostenía que el imperialismo, en cuanto fase superior del capitalismo, estaría llegando asu fin; y el Manual de Economía de la Unión Soviética no vacilaba en dedicar uncapítulo especial para describir el modelo soviético como ‘Modo de ProducciónComunista’. La nueva sociedad parecía haberse comenzado a construir y, con ello, elreino de la felicidad.

Resulta extraño, hoy, constatar el hecho que las condiciones para un cambio

social habían sido predichas por Karl Marx doscientos años atrás, entre las cuales, unade ellas era la expansión sin precedentes que debía tener el mercado mundial; otra, elimpresionante desarrollo que debían exhibir las fuerzas productivas. Ninguna de talespremisas se había cumplido al momento de advenir el ‘socialismo real’. No debíasorprender que la nueva sociedad se transformase, de esa manera, en un entero fiasco.

f. El sistema vigente es un sistema y, por consiguiente, aprende y se defiende.Finalmente, un hecho al que pocos analistas hacen referencia es la capacidad de

aprendizaje de los sistemas. Los sistemas son organizaciones porque quienes las

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integran son organismos. Son, por consiguiente, estructuras vivas; como tales,aprenden de cada lección que reciben. Aprenden, por tanto, a defenderse. Cada intentode abolirlos que realizan las clases dominadas es una experiencia que los robustece enlugar de debilitarlos; constituyen verdaderas vacunas inoculadas al cuerpo social a finde prever la propagación del virus del cambio. Tal circunstancia impide volver a ensayar fórmulas ya utilizadas para establecer una nueva sociedad, pues el sistema ha

aprendido de tales experiencias. No por algo ha sorteado con éxito las crisiseconómicas de los últimos decenios, de las cuales no pocas son superiores a la crisisde la Gran Depresión.

Podemos concluir esta parte diciendo, en consecuencia, que el problema de la‘nueva sociedad’ no radica en el hecho de si es posible o no instaurarla, sino en definir oanalizar lo que ha de venir o lo que se ha de construir o establecer. En primer lugar.Enseguida, se presenta otro problema que es el de cómo llevar a cabo la empresaempeñada, tarea que conduce, inexorablemente, a tratar dos materias elementales: a)por una parte, lo que bien podría denominarse ‘teoría del partido’ o, en su caso, teoríadel movimiento social’, y b) la estrategia para realizar tal cometido, materias que noabordaremos en este trabajo.

LA INSTALACIÓN DE UN NUEVO MODO DE PRODUCCIÓN NO SIEMPRE ES ELCOMIENZO DE ALGO NUEVO

Si una sociedad se organiza sobre la base de un modo de producción, ¿significaeso que es necesario destruir ese modo y sustituirlo por otro para construir una nuevasociedad?

Así es, en realidad. Pero eso no quiere decir que dicha sustitución haya dehacerse drásticamente, en un determinado momento histórico y por una sola vez, pueslas sociedades no cambian de esa manera. Ni siquiera cuando una revolución sedesencadena. En efecto, las revoluciones, por regla general, se manifiestan comoculminación de un largo proceso de ajustes y reajustes que ha tenido lugar dentro delmodo de producir predominante en la formación social donde ocurren; no como su

preciso instante de defunción. Por consiguiente, advienen —cuando lo hacen— paracoronar la ruta exitosa que ha conducido a las grandes mayorías que componen esegrupo social al reemplazo de dicho modo de producción. Queremos decir, aquí, que unarevolución, al desencadenarse, lo hace para legitimar los cambios que ya hancomenzado a hacerse presentes dentro de determinada formación social. En otraspalabras, constituyen, solamente, la manifestación jurídico-política de tales cambios, nosu causa eficiente.

Al contrario de lo que afirmamos, sostiene Ernst Mandel que un cambio social alservicio de las clases dominadas se ve enfrentado a construirlo todo desde uncomienzo. A diferencia de las revoluciones anteriores, sostiene el teórico belga, larevolución proletaria se distingue por ciertas características peculiares entre las queseñala:

“1) La revolución proletaria es la primera revolución victoriosa en la historia de lahumanidad llevada a cabo por la clase social más baja. Esta clase dispone deuna potencialidad económica, que de hecho está extremadamente limitada, yque por ello se ve excluida de cualquier porción de la riqueza social […] Susituación es bastante diferente a la situación de la burguesía y de la noblezafeudal, que tomaron el poder político cuando ya tenían en sus manos el poder económico existente, así como de la situación de los esclavos, que fueronincapaces de llevar a cabo con éxito una revolución.

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2) La revolución proletaria es la primera revolución en la historia de lahumanidad que aspira a un derrocamiento de la sociedad existente planeadoconscientemente, o sea, que no busca restaurar las condiciones previas (comolo hicieron las revoluciones de esclavos y campesinos en el pasado), osencillamente legalizar el cambio de poder que había sido alcanzado ya en elplano económico, sino que más bien aspira a realizar un proceso totalmente

nuevo […]3) […] la conquista del poder por el proletariado no es el final sino el comienzode la actividad de la clase trabajadora en el proceso de revolucionar lasociedad”25 .

No participamos de esta idea. La generalidad de las revueltas sociales se produceporque hay un deseo de restaurar, precisamente, valores que fueron abolidos por lainstauración sistemática de modos de dominación; lo que Marx mismo denomina‘recomposición de la unidad originaria’. Se trata de sentimientos atávicos, de recuerdosincorporados a nuestra memoria como testimonio de una vida de libertades yrealizaciones que, sistemáticamente, fueron conculcadas.

Las sociedades, de una u otra manera, llevan en su interior, en todas las épocas ylugares, las semillas, gérmenes, retazos o vestigios de modos de producir diversos que

solamente se hacen dominantes en determinadas circunstancias. Si así sucedeconstantemente, con mayor razón han de hacerlo esas tendencias, que se manifiestana diario, orientadas a establecer relaciones sociales con todos los seres humanosbasadas en una suerte de recomposición localizada o particularizada de un pasado quese añora.

De manera que, como lo afirma Mandel, si la ‘teoría leninista de la organización’considera en forma decisiva todas las peculiaridades anotadas26, aquella no serviría enmodo alguno para los propósitos anotados.

Profundicemos un poco más acerca de estas aseveraciones.

Título II: Capital, estado y modo de producción en la nueva sociedad

REQUISITOS PARA LA EXISTENCIA DEL CAPITAL

La sociedad actual no se organiza de manera distinta a como lo hacen las demás;su propósito es, en pocas palabras, producir para el grupo social. Y ninguna sociedadpuede dejar de producir en espera de la instalación de un nuevo modo de hacerlo.

Permítasenos, aquí, repetir algunos conceptos. Un ‘modo de producción’ es unamanera de producir: la forma de cómo los seres humanos elaboran aquello quenecesitan para cumplir su misión social de seres vivos. Esa forma de producir implica, ala vez, y sin embargo, un estilo de vida, un modo de vida, que va a variar según la formaen que se produzca, pues no vive de la misma manera quien se establece próximo almar, para dedicarse a la pesca, que quien lo hace en la montaña o en la ciudad. Losinstrumentos de trabajo empleados por cada uno de ellos se diferencian; también se

hacen diferentes tanto las dificultades que enfrentan como las actividades quedesarrollan. A ayudarnos en tal diferenciación se hacen presentes los elementos quecomponen el modo de producción. Nos remitimos, en este acápite, a lo consignado enla primera parte de nuestro trabajo27.

El modo de producción capitalista (que denominaremos MPK) es un conjunto queintegran dos elementos. El primero de ellos se conoce bajo el nombre de ‘fuerzasproductivas’ (FP); el segundo es llamado ’relaciones de producción’ (RP). Reducidos losnombres de todos ellos a las consonantes anotadas, podemos describir al MPK bajo lafórmula

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MPK=(FP,RP).

Este modo de producir, que se ha hecho predominante en todo el planeta, tienecomo característica central la elaboración de un resultado o valor llamado ‘capital’ cuyaesencia es acrecentarse constantemente. No se incurre en una inexactitud al afirmarse,

por consiguiente, que la sociedad capitalista es aquella organizada para la producciónde capital. Porque no hay sociedad capitalista sin capital, ni capital sin sociedadcapitalista. Lo cual transforma al capital en elemento esencial para la existencia delmodo de producción capitalista.

Permítasenos, aquí, repetir algunos conceptos vertidos en la segunda parte deeste libro.

El capital puede definirse como un valor que se valoriza; pero es, a la vez,también, una relación social, poder del gobierno sobre el trabajo y sus productos; y,finalmente, trabajo acumulado. Así lo concibió, por lo demás, la escuela clásica de laEconomía; así lo definió Sismondi en su obra, ‘Nouveau Princips d’Economie Politique’,al expresar que

“Capital […] es un valor permanente que se multiplica”.

Una concepción similar tenían Bentham, Stuart Mill y Malthus, cuando afirmaban que

“El valor se convierte, pues, en valor progresivo, en dinero progresivo y, encuanto a tal, en capital”28.

Para que el capital exista, sin embargo, han de concurrir tres elementos de los cualesdos pertenecen al conjunto de las relaciones de producción siendo el tercero unarelación social:

a) La existencia de las categorías de vendedor y comprador de fuerza o

capacidad de trabajo.Es requisito esencial para la producción de capital la existencia de un comprador y de un vendedor de fuerza o capacidad de trabajo pues el primero va a comprar esa mercancía y el segundo se la va a vender. La existencia de esta relación deigualdad (libertad para contratar) en la desigualdad (desigualdad social pues unotiene dinero y el otro no) es la que permitirá la apropiación del excedente social.

 b) La existencia de una relación contractual entre comprador y vendedor defuerza o capacidad de trabajo, que se traduzca en producción de plusvalor .Objetivización del trabajo.Cuando el producto entregado por el trabajador, luego de manipular las materiasprimas y la maquinaria, se venda —convertido en mercancía—, y el mayor trabajo que ha realizado —convertido en mayor producto— arroje un mayor 

valor, éste no será suyo; se convertirá en capital —que es la cantidad de dineroque debió recibir por su trabajo— del cual se apropia el patrón o empresariocada vez que se repite el proceso productivo. Cuando eso sucede, se dice queel trabajo se ha objetivizado, es decir, se ha transformado en un bien. Y,

c) La presencia de una mercancía intermedia que permita la acumulación,llamada dinero.Todo este proceso sería imposible si no existiese una relación social que permitala acumulación, es decir, la multiplicación ad infinitum de la riqueza, que es eldinero. Si los seres humanos no tuviesen dinero, la acumulación sería imposible

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pues no existirían bodegas suficientes para guardar la mercancía acaparada.Reunir mercancía alimentaria sería imposible pues la propia naturaleza seencarga de destruirla. Sin embargo, el dinero, al ser una forma de contar permitelo imposible que es la de guardar números; transforma, por consiguiente, laacumulación en realidad.

De este modo, podemos concluir que sin los requisitos anotados más arriba, elcapital no podría existir; por consiguiente, tampoco el modo de producción capitalista. Niel capitalismo como sistema. Insistamos en este hecho: no hay capital sin dinero; nohay capital sin plusvalor; y no hay capital si no hay comprador y vendedor de fuerza ocapacidad de trabajo. De manera que puede aseverarse categóricamente que, paraterminar con la sociedad capitalista, es necesario poner fin al capital; y el capital setermina cuando alguno de sus tres componentes no se hace presente en el procesoproductivo. En otras palabras, cuando se revolucionan las relaciones de producción.Exceptis excipiendis. Como se verá más adelante.

LAS FUERZAS PRODUCTIVAS ANTE LA MODIFICACIÓN DE LAS RELACIONES DEPRODUCCIÓN

El capital, pues, no se origina en ambos elementos que componen el modo deproducción capitalista (FP y RP), sino tan sólo en uno de ellos (RP); lo cual quiere decir que, en dicho modo, las RP son su elemento esencial o, lo que es igual, su componentedeterminante. No significa ello, sin embargo, que el desarrollo de las fuerzasproductivas no influya en su determinación. De ninguna manera. Constantemente, eldesarrollo de aquellas está alterando, de todas maneras, a las relaciones de produccióny, por consiguiente, el comportamiento del modo de producción; no obstante, el cambiode uno a otro no se produce. Y es que ello solamente sucede cuando el desarrollo delas fuerzas productivas entra

“[…] en contradicción con las relaciones de producción existentes o, lo

que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones depropiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí”29.

Las fuerzas productivas, entonces, no se alteran por la simple circunstancia demodificarse las relaciones de producción. Lo hacen, sí, aunque sólo temporalmente, sihan sido dinamizadas por el ejercicio de la competencia, como se verá casi deinmediato. Lo que en esta parte queremos expresar es que si, algún motivo, llegasen aestablecerse modificaciones, talas o reajustes al conjunto que componen las llamadas‘fuerzas productivas’, la esencia del modo de producción capitalista no experimentaríavariación alguna, pues las relaciones de producción jamás dejan de ser capitalistasmientras el desarrollo de las fuerzas productivas les sea armónico o guarde estrictacorrespondencia con ellas. No obstante, si tales modificaciones, talas o reajustes se

realizan en las relaciones de producción; en este caso, la esencia del modo deproducción experimenta profundas alteraciones.Dentro del modo de producción capitalista, ha sido la competencia el elemento

dinamizador de las fuerzas productivas, sin lugar a dudas. No sorprende, enconsecuencia, que algunos analistas supongan inextricablemente ligado el desarrollo deaquellas al ejercicio de la competencia, circunstancia que, en cierta medida, es efectiva.De hecho, numerosos productos se perfeccionan y mejoran en su constante ejercicio.Desde este punto de vista, toda modificación introducida a las relaciones de producciónorientada a desplazar a la competencia como elemento dinamizador de aquellas

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debería producir una grave regresión en el desarrollo de las mismas. Nada más osada yerrónea que tal afirmación: las fuerzas productivas jamás han dependido del ejercicio dela competencia. Por el contrario: los factores determinantes en el desarrollo de aquellasparecen estar, más bien, vinculados a la naturaleza del ser humano, a su forma de ser,a sus exigencias biológicas como ser vivo. Es más: sostenemos aquí que el desarrollode las fuerzas productivas es constante; tiene su dinámica propia, al margen de la

competencia, de las presiones ejercidas sobre el trabajador o el técnico encargado dellevar adelante la producción o de cualquier otro mecanismo que se presente como sucausa aparente o elemento dinamizador esencial. Y esto es tan efectivo que, de no ser así, resultaría imposible de explicar por qué los pueblos originarios y los movimientossociales desarrollan constantemente esas fuerzas al servicio de la comunidad, conprescindencia de la competencia o de otros instrumentos de dominación30. De lo cual seinfiere que no porque las relaciones de producción dejen de ser competitivas, sinoadquieran el carácter de cooperativas, va a detenerse el desarrollo de las fuerzasproductivas. El ser humano, por naturaleza, persigue el perfeccionamiento de su obra.Día a día intenta hacer mejor las cosas. Porque necesita asegurar tanto su propiaconservación y reproducción, como la de los suyos. A perseverar en ese empeño leurge la mayor eficacia que debe emplear en la preservación de su propia existencia y la

de su grupo familiar: es la única forma de fortalecer su mejor protección. Por ello,siempre estará mejorando la obra que realiza, y encontrando formas cada vez másóptimas para realizar su trabajo. La ciencia no es sino la historia de cómo los sereshumanos han hecho posible la realización de las tareas que se le ponen por delante. Lasuperación de sus propias limitaciones está incorporada en la esencia del ser humano.La ciencia no es sino el producto de esa búsqueda incesante. Y eso lo hace a diario eltrabajador. Queremos decir, con ello, que no porque aparezcan las fuerzas productivascomo algo propio de la competencia o del mismo capital, constituyen algo que lespertenece por esencia. No por algo Marx afirma lo siguiente:

“La fuerza productiva social del trabajo se desarrolla gratuitamente, tan prontocomo los obreros se ven sujetos a determinadas condiciones, y el capital los

somete a estas condiciones. Como la fuerza productiva social del trabajo no lecuesta nada al capital, como por otro lado, el obrero no la desarrolla antes deque su trabajo pertenezca al capital, aparece entonces como fuerza productivaque el capital posee por naturaleza, como su fuerza productiva inmanente”31.

Terminemos repitiendo, aquí, nuestra anterior aseveración: un modo de produccióncambia su esencia por la simple circunstancia de alterarse la estructura que presentansus relaciones de producción. Lo cual no obsta a que un desarrollo cada vez másintenso de las fuerzas productivas, conduzca a una necesaria e inevitable modificaciónen las relaciones de producción. Pero eso sólo ocurrirá cuando entren en contradiccióncon aquellas.

LA COLECTIVIZACION DE LAS RELACIONES DE PROPIEDAD NO PONE,NECESARIAMENTE, FIN AL CICLO DEL CAPITAL

En la estructura del modo de producción capitalista, las categorías de comprador yvendedor de fuerza o capacidad de trabajo no sólo definen lo que se conoce bajo elnombre de ‘relaciones de producción’, sino dan origen a lo que se conoce, usualmente,como ‘clases sociales’. En el modo de producción capitalista no existe categoría algunaque permita suponer dos clases antagónicas colocadas a ‘la izquierda’ o a ‘la derecha’de un estado, un presidente o cualquier otro basilisco de similar categoría; tales clases

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tienen nombre, y se llaman ‘clase de los vendedores de fuerza o capacidad de trabajo’(comúnmente denominados ‘trabajadores’) y ‘clase de los compradores de dichamercancía’ (corrientemente, denominados ‘empresarios’). No ‘izquierda’ ni ‘derecha’,como usualmente se acostumbra a denominar a ciertos estratos dentro del campo de lapolítica.

Las relaciones de producción dentro del sistema capitalista se establecen, en

primer lugar, como formas de vinculación de los seres humanos entre sí. Lo hacendentro de un campo social que, por lo mismo, puede ser llamado, como lo haceAlberoni, ‘campo de la solidaridad’. Las relaciones de producción pueden adoptar variadas formas, pero siempre estarán tomando mayor o menor distancia (o cercanía) aciertos principios que, en los albores de la humanidad, estableció la ‘unidad originaria’.Porque aquella era la forma de vida de los individuos. Su moral.

Tal cual lo expresáramos en la primera parte de esta obra, sufrió la ‘unidadoriginaria’, a lo largo de la historia, sucesivos y violentos reajustes que terminaron por romperla. Del proceso productivo bajo el imperio de la unidad originaria nacieron dostipos de relaciones: unas, relativas a los seres humanos entre sí, que eran decooperación y apoyo mutuo; otras, de los seres humanos respecto de los bienesmateriales, incluida la tierra, que eran de posesión (uso y goce, jamás de disposición).

Las primeras, a lo largo de la historia, se sustituyeron por relaciones de competencia ysubordinación. El modo de producción capitalista representa la más reciente expresiónde estas nuevas relaciones, en donde sólo algunos compran lo que otros se venobligados a vender (fuerza o energía corporal); en tales condiciones, las relaciones decompetencia y subordinación se constituyen en relaciones de dominación puesto queuna clase domina a la otra en virtud del ejercicio de su poder económico. Las segundas,establecidas también entre los seres humanos y los bienes (también llamados ‘mediosde producción’), con los que determinado grupo humano va a trabajar, se transmutan enrelaciones de propiedad: los medios de producción pertenecen al comprador de fuerzao capacidad de trabajo, que pasa a ser empresario, en tanto el productor directo seconvierte en ‘trabajador desnudo’.

Podría pensarse que solamente la ruptura de las relaciones de propiedad

conllevaría a la organización de un nuevo modo de producción. No ocurre así, sinembargo. No basta con romper las relaciones de propiedad para suponer que, de esemodo, se estaría derivando hacia una sociedad que conduzca a la recomposición de launidad originaria. Porque la ruptura de esas relaciones puede ser hecha en beneficio deun nuevo personaje (el estado) que subrogue en su rol a los antiguos propietariosparticulares y lo transmute en el nuevo propietario general para, de esa manera,convertido ya en patrón nacional, se levante como nuevo perceptor de plusvalor yacumulador por excelencia. El modo de producción capitalista se mantendría inalterabley el régimen vigente no podría sino ser calificado en el carácter de ‘capitalismo deestado’32; las relaciones de dominación serían ejercidas directamente por losorganismos represivos del estado y por su mentor ideológico que sería el partido. Lostrabajadores cambiarían tan sólo de patrón.

De lo expresado se desprende que para iniciar la construcción de una nuevasociedad no es necesario desmembrar los componentes del modo de producciónvigente sino realizar los cambios necesarios dentro del eje central del mismo que es elárea de lo que se conoce como ‘relaciones de producción’. Los demás elementos queintegran el modo de producción capitalista quedarían intactos. En principio. Sinembargo, queremos insistir, aquí, que las llamadas ‘fuerzas productivas’ se mantendríaninalterables33 pues, como ya lo hemos aseverado, la producción no puede interrumpirse;no puede dejar de continuar. No así la forma en que se hace. Lo cual nos conduce aplantear ciertas suposiciones acerca de lo que sucedería si desapareciese el capital.

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EFECTOS DE LA DESAPARICIÓN DEL CAPITAL

La desaparición del capital produce notables efectos tanto en el modo deproducción como en la estructura misma de la organización social que es sumanifestación jurídico/política. En la organización social, conmueve la existencia del

estado y afecta a determinadas relaciones sociales como lo son las dinerarias; en elmodo de producción, sus efectos se hacen sentir, particularmente, en todas y cada unade las regiones que lo componen, a saber, las regiones económica, jurídico-política eideológica.

1. EFECTOS DE LA DESAPARICIÓN DEL CAPITAL EN LA ORGANIZACIÓN SOCIALEl estado no es la simple expresión jurídica de la nación, como se acostumbra a

enseñar en las cátedras de Derecho de las distintas universidades. Esa es, a nodudarlo, una definición formal: el estado es la organización social misma mediada por lafuerza; es la violencia institucionalizada. Funciona solamente como una estructura deimposición que subordina coercitivamente al conjunto social bajo formas jerárquicas;nace, por consiguiente, cuando debe cumplir con los requerimientos que le exige un

modo de dominación, es decir, un modo de producción que funciona sobre la base de ladivisión de la población en clases sociales. Por consiguiente, siendo el modo deproducción capitalista un modo de dominación, el efecto más importante que en élproduce la desaparición del capital es quitar su razón de ser al estado.

Esta circunstancia, sin embargo, no conduce necesariamente a concluir que talorganización deba ser abolida. Por el contrario: una nueva estructura social, que secorresponde con mayor propiedad a las talas y reajustes efectuados a las relaciones deproducción, comienza a construirse en forma paralela para ir asumiendo las nuevasfunciones sociales y haciendo inútiles las instituciones que existían con antelación. Elestado, por consiguiente, no es destruido por decreto, sino sigue un curso natural deextinción en la medida que nuevas formas sociales van reemplazando a aquellas queexistían y comienzan a desaparecer. Se entiende de esa manera que los clásicos hayan

expresado una similar opinión al respecto: no hay abolición del estado sino extinción,que es casi, por decirlo, muerte por inanición, deceso propio de todo aquello quedeviene en estructura inútil.

La paulatina desaparición del estado se realiza en estricta correspondencia aldesarrollo de la nueva organización social que, para los clásicos, no se trataría de un‘estado socialista’ o un ‘estado popular’, sino una estructura social que preferíanllamarla ‘Gemeinwessen’ (‘Comunidad’)34.

El carácter inútil del estado en la nueva sociedad va a tener grandesrepercusiones en las diversas regiones del modo de producción vigente: sus efectosempiezan a conmover funciones y estructuras, especialmente en la región jurídicopolítica, que se tornan, también, innecesarias.

La desaparición del capital no obliga, necesariamente, a la desaparición del dinero

como relación social, aunque de ocurrir, sí la desaparición del dinero conlleva a ladesaparición del capital, como ya lo hemos señalado. El dinero puede continuar subsistiendo en cualquiera de (o todas) sus diversas formas (monetaria, giral,cibernética). Cuando así sucede, facilita los términos de intercambio, y puede, incluso,transformarse en una forma de evaluar y tasar determinados bienes y servicios a lamanera que lo hicieran los Local Exchange Trade System LETS, forma de transacciónque se desarrollara con éxito en la década de los 90, en Inglaterra y otros países delmundo.

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No existe motivo alguno para suponer que los institutos castrenses deban ser abolidos. Las Fuerzas Armadas continúan existiendo, pero se hacen funcionales a lasociedad como el sistema inmunológico lo hace con el cuerpo. Alteran, por consiguiente, su rol. De constructores y sostenedores del estado pasan a ser guardianes de la Comunidad. Los ‘golpes de estado’ o ‘regímenes de excepción’ setornan cada vez más difíciles a medida que aumenta la estrecha colaboración entre

ellas y el resto del cuerpo social. Porque las Fuerzas Armadas no constituyen una isladentro de la nueva sociedad, como lo hacen dentro del MPK, sino forman parte de ella;no sólo la defienden de un eventual ataque de intereses externos, sino colaboran con elconjunto social precisamente para evitar cualquier tipo de agresión, tarea que realizanen virtud del fortalecimiento de los lazos regionales, es decir, los vínculos con elvecindario. La labor de protección del cuerpo social se realiza cuando los institutosarmados toman en sus manos el estudio y análisis de los fenómenos naturales, comolos climatológicos y telúricos, que puedan afectar a la población. Porque su función esproteger a ese cuerpo, no suplantarlo, dominarlo o controlarlo; su función es eldesarrollo del conjunto social, no su sumisión.

2. EFECTOS DE LA DESAPARICIÓN DEL CAPITAL EN EL MODO DE PRODUCCIÓN

El hecho que el capital desaparezca, siendo un elemento esencial del modo deproducción capitalista, produce efectos trascendentales dentro de éste. El primero ymás importante es que dicho modo deja de ser tal para transformarse en otro: alprincipio, en un modo en descomposición; más tarde en un nuevo modo que comienzaa asentarse para hacerse dominante en esa formación social35. Por supuesto que todasesas transformaciones afectan sus diferentes áreas, es decir, sus regiones económica,

 jurídico-política e ideológica. En ese mismo orden veremos lo que sucede al interior decada una de ellas.

2.1. EFECTOS DE LA DESAPARICIÓN DEL CAPITAL EN LA REGIÓN ECONÓMICADEL MODO DE PRODUCCIÓN

La producción es un fenómeno que se repite constantemente.

“Cualquiera que sea la forma social del proceso de producción, éste tiene queser continuado o recorrer periódicamente, una y otra vez, los mismos estadios.Igual que una sociedad no puede dejar de consumir, tampoco puede dejar deproducir. Por tanto, considerado en un nexo continuo y en el flujo ininterrumpidode su renovación, todo proceso de producción es al mismo tiempo, un procesode reproducción”36.

Producción implica, pues, reproducción. Sin embargo, la reproducción se realiza bajolas condiciones que impone la producción, pues ninguna sociedad puede producir sinreconvertir, constantemente, una parte de sus productos en elementos de la nuevaproducción. Si la producción se realiza bajo el imperio del capital, la reproducción

también ha de realizarse bajo ese modo, lo cual significa, en otras palabras que, dentrodel MPK, la reproducción se realiza para tan sólo reproducir el capital. El proceso envirtud del cual se produce el plusvalor es denominado por Marx ‘reproducción simple’; elde reconversión de la plusvalía o ‘acumulación de capital’ es denominado ‘reproducciónampliada’. En este mismo sentido se manifiesta Paul Sweezy:

“Es inevitable la conclusión de que la Reproducción Simple implica laabstracción de lo más esencial en el capitalista, a saber, su interés en ampliar elcapital”37.

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La distinción entre ‘reproducción simple’ y ‘reproducción ampliada’ no es meramenteacadémica: permitió a Nicos Poulantzas distinguir dos períodos históricos que, paranosotros, adquieren notable relevancia, pues nos ayudan en la descripción del procesoproductivo dentro del nuevo modo de producción. De acuerdo con el teórico greco-francés, tales períodos serían:

a)el período de la reproducción simple, en donde no hay acumulación de capital; y, b) el período de la reproducción ampliada, donde sí la hay y se caracterizaría por el

amplio predominio que ejerce el sistema capitalista38 dentro de la sociedad.

En una forma de producir que no considera en modo alguno la vigencia delcapital, el proceso productivo sólo se realizaría bajo el carácter de reproducción simple,es decir, donde una parte de la producción es consumida y otra empleada paradinamizar y proseguir con el proceso productivo mismo sin que exista acumulación.

Eliminada la producción de capital, se alteran, dentro del modo respectivo, lasrelaciones de producción como ya lo hemos dicho. Las incipientes y nuevas relacionesde producción, que ya se practicaban al interior de las organizaciones populares,

comienzan a reemplazar a las vigentes. Aquel espacio que Francesco Alberonidenominara ‘campo de la solidaridad’39, comienza a experimentar profundastransformaciones lo que va a conducir a cambios no menos profundos en las demásregiones, especialmente en aquella donde se manifiestan determinadas formas deconciencia social.

Si, anteriormente, para los efectos de este análisis, hemos distinguido entrerelaciones de dominación y relaciones de propiedad, debemos señalar aquí que lasprimeras, de competitivas, se hacen cooperativas, en tanto las segundas, departiculares derivan a sociales (no estatales). Exceptis excipiendis. La distinción quehacemos no es superflua; hay razones que la avalan.

Las relaciones de propiedad sociales implican el ejercicio de dos derechos queson el de uso y goce; por eso, no pueden ser confundidas con las relaciones de

propiedad estatales que implican, además, el de disposición. En las primeras, elderecho de disposición se devuelve al conjunto social que jamás va a ejercerlo,aceptándose sólo los de uso y goce por parte de particulares; en las últimas, el ejerciciodel uso, goce y disposición está entregado a quien detenta el uso de la violencia, esdecir, a ese ente inmaterial denominado ‘estado’.

Al desaparecer la acumulación capitalista, desaparecen las gananciasempresariales. La especulación financiera sufre, en consecuencia, severasrestricciones; desaparecen las tarjetas de crédito como fuente de enriquecimientoempresarial y disminuye ostensiblemente la actividad bancaria. No siempre se extingueel dinero, como ya lo hemos dicho. Cuando así sucede, la actividad bancaria continúa.Y puede hacerlo para cumplir tan sólo dos funciones:

a) fortalece lo que se ha dado en llamar ‘la venganza del pasado’, y hace retornar laacumulación capitalista en manos particulares o del estado, o

b) facilita las relaciones de intercambio nacionales e internacionales de la nuevasociedad.

Conjuntamente con desaparecer la especulación financiera se contraen las bolsasde valores, contribuyendo al desplome de la burguesía financiera. Si los cambios seproducen de manera brusca, los capitales tienden a escapar del país, amenazandocrear un caos económico y social. Esto puede acarrear graves consecuencias pues

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capital que huye del país compromete al conjunto social y, normalmente, es fuente deconflictos internacionales.

Si las relaciones dinerarias continúan vigentes, es posible que el sistema deremuneraciones se mantenga, pero éstas tenderán a nivelarse hasta alcanzar unequilibrio. Es posible, incluso, que tenga lugar el llamado ‘efecto de la Comuna de París’en donde las remuneraciones de los individuos se equiparan e igualan, pues existe

convencimiento en torno a que también todos tienen iguales necesidades.El mercado se limita ostensiblemente a la vez que las formas cordiales de entrega

de bienes introducidas por el nuevo modo de distribución se hacen predominantes.Centrales de distribución de productos destinados a satisfacer las necesidades de lapoblación comienzan a organizarse en todos los rincones del país, estableciéndosenexos entre todas ellas a fin de facilitar la entrega de dichos productos al consumidor.

Una consecuencia acarrea otra. Las limitaciones que empieza a experimentar elmercado reducen, a la vez, la producción de artículos suntuarios. No existe necesidadagobiante de cambiar un producto por otro, cuyo último modelo ofrezca al usuariomayores funciones que el anterior, como sucede hoy con la telefonía móvil. O cuyoaspecto sea más adecuado a la vestimenta o al color que impone la moda. La nuevaforma de producir impide que el cambio se realice por la simple circunstancia de un

cambio; ciertas limitaciones pasan a constituirse en una realidad.Sin embargo, la mayor contribución que el nuevo modo de producción puede

hacer a la sociedad del futuro es la prohibición que introduce al empleo de ciertas ydeterminadas sustancias cuya existencia planetaria, aunque parece ilimitada, no lo es.La mayor unión del ser humano con la naturaleza le obliga imperiosamente al cuidadodel medio ambiente y, por consiguiente, al empleo de los recursos en formaresponsable. La nueva sociedad es fundamentalmente ecológica, precisamente, por lacircunstancia ya anotada. Por consiguiente, ha de imponerse una producción basada enel empleo de sustancias renovables y destinadas no a satisfacer los requerimientos delmercado, sino las necesidades reales del ser humano. Una producción que nosobrepase los límites planetarios. No parece necesario insistir, al respecto, en lasarcástica burla que ha significado la incorporación del automóvil a etanol a la

producción industrial de medios de transporte ‘ecológicos’ como forma de dar soluciónal problema energético y al uso de combustibles fósiles: la necesidad de contar cadavez con mayor volumen de biocombustible para hacer funcionar los nuevos modelos‘ecológicos’ ha permitido a la industria del combustible arrasar con las selvas, pulmonesde la tierra, principalmente, en Brasil. Y a aumentar la crisis alimentaria pues las tierrasdestinadas al cultivo de los alimentos se destinan a la producción de combustible. No haocurrido de manera diferente con la incorporación de la India y China al modelocapitalista de consumo de carne: el cultivo de la soya y otros vegetales para el alimentodel ganado requiere de campos extensos dedicados a esa actividad. Se disminuye, enconsecuencia la producción de alimentos para el resto de la población mundial,aumentándose la producción de gas metano y acelerándose, en consecuencia, el efectoinvernadero. Las dificultades no terminan ahí, sino recién comienzan: nuevos y

sucesivos problemas se hacen presentes. Según Jeffrey D. Sachs:

“La producción de alimentos supone un tercio de las emisiones de gases deefecto invernadero, si contamos las de los combustibles fósiles utilizados en elcultivo, preparación y transporte de esos alimentos, el dióxido de carbonoliberado a la atmósfera por la preparación del suelo para pasto y labranza, elmetano de los arrozales y del ganado rumiante y el óxido nitroso del uso deabonos”40.

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El sistema actual no sólo ha causado y ocasiona tales deterioros. Su avance exigearrasar con antiguas formas culturales. Exige ser implacable con el propio ser humano.Así, por ejemplo, en beneficio del mercado, se establecen bolsones naturalesprotegidos tan sólo para la visita y contemplación de unos pocos. Como bien lo señalaraMichael Cernea, de la Universidad George Washington:

“Durante la última mitad del siglo XX, millones de personas pertenecientes apueblos indígenas de África, Sudamérica y Asia fueron expulsadas de las tierrasde sus antepasados para que se creasen santuarios naturales donde no viviesenseres humanos. La mayoría pereció, víctima de la malnutrición, lasenfermedades y la explotación […]”41 

Raras veces rompieron los pueblos originarios el equilibrio ecológico; lo hicieron más deuna vez, y solamente en contadas ocasiones, pues siempre vivieron en armonía con elmedio ambiente, formando parte inseparable suya. La instalación de un nuevo modo deproducción basado en la recomposición de la unidad originaria ha de privilegiar lavinculación del ser humano con la naturaleza y el respeto por los pueblos aborígenes;ha de hacerlo, por consiguiente, con el estudio y desarrollo de las tecnologías

orientadas a resolver los problemas de la sociedad actual, entre otras, en materia deenergías, la eólica, hidráulica, solar, memotríz, en fin. Y al estudio de nuevas formas dealimentación que impidan el constante sacrificio de otras especies para consumo de losseres humanos. La forma de vida del ser humano, de predadora, se hace simbiótica.

2.2. EFECTOS DE LA DESAPARICIÓN DEL CAPITAL EN LA REGIÓN JURÍDICO-POLÍTICA DEL MODO DE PRODUCCIÓN

La sociedad que empieza a organizarse a partir de la nueva estructura queadoptan las relaciones de producción jamás podrá funcionar con eficacia si no seconvierte, a la brevedad, en una comunidad altamente tecnificada, circunstancia que laobliga a incorporar y usar de manera exhaustiva todo el instrumental que ofrecen lasnuevas innovaciones tecnológicas. El establecimiento de esta sociedad es un modelo a

imitar, no una abominación que deba avergonzar a sus constructores. La distribución delas funciones y de la carga de trabajo, el rumbo de la especialidad, la forma de realizar la autoadministración social, el modo de satisfacer las necesidades de la población, sontareas que requieren del empleo pleno de un arsenal tecnológico de proporcionesproveniente de los más sofisticados inventos que pueda ofrecer la ciencia moderna. Lanueva sociedad no es un retorno a la necesidad ni una nivelación ‘hacia abajo’. Es unaoferta de vida mejor que requiere la mayor perfección instrumental.

En efecto, la dirección colectiva de la Comunidad jamás podrá realizarse si losindividuos no están en posesión de las herramientas necesarias para ejercer el controlsocial y manifestar su voluntad soberana. Sólo los adelantos científicos podrán hacer posible la consulta permanente a las bases sociales y el respeto a la diversidad deopiniones y puntos de vista. La posesión de ordenadores en manos de todos los

sectores sociales y el libre uso de Internet como un derecho inmanente al ser humano,a la manera que lo ha hecho Finlandia, debe ser una labor prioritaria. Así, los conflictossociales tenderán a resolverse no sobre la base de las decisiones de poderes situadospor encima de las contrapartes, sino en virtud del diálogo permanente y conciliador entre toda la población. Por consiguiente, en el aspecto jurídico/político, ha dedesaparecer el ejercicio de la violencia estatal, la jerarquía y la verticalidad del mandocomo base de la unidad social, reemplazándoselas por la necesidad de la cooperaciónsocial entre los habitantes de la nación (sinergia).

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De si existirán constitución, leyes, decretos, reglamentos, ordenanzas einstrucciones —y, en caso de existir, cómo se dictarán— no es algo que requiera de unamención o tratamiento especial en esta parte. Las reglas sociales, a menudo, sonestablecidas por la propia comunidad tomando en consideración la costumbre de actuar en determinada manera; es algo, por consiguiente, que ha de resolver la propiacomunidad con el uso del instrumental tecnológico adecuado. En ese mismo orden de

materias, puede o no existir representatividad; tampoco es esto algo que revista mayor importancia pues, de continuar funcionando el sistema representativo, la incorporaciónde la alta tecnología permitiría tanto el ejercicio de la autodeterminación por parte de lapoblación como de una amplia y rigurosa vigilancia de la misma sobre susrepresentantes. El ejercicio de un amplio control social sobre quienes ejercen larepresentatividad es conditio sine qua non en la marcha de la nueva sociedad.

Puede, por lo mismo, darse la existencia de un Parlamento que no tiene por quéser bicameral; puede, del mismo modo, existir un Ejecutivo, pero sin la verticalidad demando y la odiosa jerarquización que identifica a la representación política en el modode producción capitalista.

Debe existir una tendencia marcada hacia la desaparición del sistema carcelario yestructuras judiciales, sustituyéndose la presencia del juez o del magistrado, como

poder estatal, por la de un ‘amigable componedor’, en tanto las prisiones han de ceder su lugar a ‘centros de tratamiento médico’ para el análisis y estudio de las conductasantisociales.

Los partidos políticos deben tender a desaparecer para ser sustituidos por movimientos sociales y estructuras sociales naturales, formadas a partir de las propiasnecesidades de la población.

2.3. EFECTOS DE LA DESAPARICIÓN DEL CAPITAL EN LA REGIÓN IDEOLÓGICADEL MODO DE PRODUCCIÓN

En la región ideológica del modo de producción, es decir, en el área cultural o laregión en donde imperan ‘determinadas formas de conciencia social’, el cultodesmedido a la juventud que propicia el sistema capitalista, originado en la valoración

exagerada a la fuerza de trabajo que puede moldear a su entero arbitrio por razones deedad, se sustituye por el respeto al ser humano en su calidad de tal, sea hombre, mujer,niño, anciano, extranjero, nacional, creyente o ateo. Comienza, de nuevo, a ser valorada la experiencia de la práctica sostenida de un oficio, en el carácter de fuente deconocimiento. Como consecuencia de ello, retorna el respeto al anciano. Y es que se dainicio al cambio del carácter tanto individual como social del individuo. El que erapredador evoluciona a cooperador, en tanto el mercantilista lo hace hacia el ser solidario.

Una profunda transformación comienza a manifestarse en las formas de valorar que tiene el ser humano. La ambición de ‘tener’ determinados bienes (automóviles,bungalows, casas de campo, casas de playa, computadores, televisores y, en general,aparatos de reciente aparición o tipo) que, dentro del sistema capitalista, son indicativos

del status social del individuo, se sustituye por el deseo de ‘ser’42. Los individuos quierencomportarse como tales, reivindicar su rol de seres humanos en la sociedad y no recibir la estima social por los bienes materiales o el ‘status’ que han logrado adquirir. Pero ellono ocurre sin dificultades, como se verá más adelante.

La moda, es decir, la exigencia que la sociedad capitalista coloca al ser humanode emplear los signos semióticos impuestos por ella, para ser elevado por el conjuntosocial a los sectores más altos grados de la escala jerárquica, es reemplazada por otras concepciones tales como ‘comodidad’, ‘utilidad’, en fin. El ser humano usa oemplea los signos que desea, aquellos que le son más aptos para su relación con los

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demás, y no aquellos establecidos por el sistema dominante como los mejores y másconvenientes (vestuario, calzado, anteojos, relojes, joyas, teléfonos móviles,expresiones y demás valores producidos por determinadas ‘marcas’ comerciales).

Como se expresara más atrás, los valores de la competencia ceden su lugar a lasnormas fraternales de la colaboración. La sociedad sinérgica (simbiótica,colaboracionista, cooperativa) impone sus formas de trato social, desplazando a

aquellas que existían bajo el modo anterior. Queda obsoleto el concepto de ‘jefe’,‘director’, ‘gerente’ o ‘dirigente’ como sujeto que debe gozar de mayor consideraciónsocial y económica; nace la estima al hermano, al compañero, al amigo, al vecino. Laescala jerárquica es abolida; se terminan los ‘recursos humanos’ para que vuelvan aaparecer ‘seres humanos’, para que las personas vuelven a ser personas a quienes serespeta por su calidad de tal, no por sus títulos, funciones o cargos que desempeñan.

Un nuevo concepto hace su aparición para imponerse por sobre las mezquinasprácticas del individualismo: el ser humano sólo puede realizarse en comunidad, adiferencia de los principios establecidos por el sistema capitalista según los cuales elindividuo únicamente ha de hacerlo en el carácter de sujeto particular. La sociedadsimbiótica sigue expandiéndose hasta abarcar todo el espectro nacional y comienza amostrarse como un modelo a escala internacional. El individualista evoluciona hacia

sujeto social.Esta circunstancia explica que, en una sociedad nueva donde el modo de

producción capitalista —y, por ende, el capital— ha sido abolido, exista un ampliocampo para el desarrollo de otras formas de relación humana. Y es que, como bien loseñala Alberoni, los movimientos sociales se realizan en la medida que reemplazan alviejo campo de la solidaridad que existía y lo reemplazan por uno nuevo que refleja conmayor propiedad los intereses que los han guiado en sus luchas.

El principio de la reciprocidad —llamado también principio de la compensación—se empieza a aplicar en forma intensa para dar paso al principio de dar sin esperar recibir nada a cambio43.

Título III: Enfrentando la sociedad del futuro

EN EL UMBRAL DEL ESTABLECIMIENTO DE UNA NUEVA SOCIEDAD

¿Implica, lo que hemos señalado precedentemente, que el tránsito hacia elestablecimiento de un mundo mejor constituirá un paso idílico? ¿Es el cambio de modode producción el ingreso ininterrumpido al ‘pairi-daeza’ de la tradición persa, o de la‘Utopía’ de Thomas More?

Francesco Alberoni sostiene que los cambios dentro de una sociedad seencuentran estrechamente vinculados al desarrollo de los movimientos sociales. Unaidea —o muchas—, que se hace carne en las personas, provoca un estado anímicoespecial cuyo resultado es el despertar del grupo social. El fenómeno del ‘estadonaciente’ hace su aparición. Una emoción especial se apodera de cada una de las

personas al interior de la formación social. Todos parecen vibrar al unísono como siinterpretasen una melodía que les es común. Nace, entonces, el ‘movimiento’, inmensoconjunto de individuos que se manifiesta en estado naciente, vibrando de alegría ydeseoso de transformaciones sociales. Estado naciente y movimiento pasan aconfundirse e identificarse el uno en el otro para hacer posible, en definitiva, el cambio;la sociedad toda comienza a marchar hacia lo que parece un encuentro consigo misma.Profundas transformaciones empiezan a introducirse a las formas de vinculación entrelos seres humanos. Todos parecen querer demoler la realidad vigente para realizar susmás íntimos sentimientos, anhelos y aspiraciones.

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Sin embargo, los seres humanos son sujetos de carne y hueso, personas queviven con su carga cultural de prejuicios, sospechas y desconfianzas mutuas, no seresinventados para realizar proezas inimaginables. Producto social de un modo dedominación cuya misión ha sido adaptarlos para cumplir determinadas funcionessociales en beneficio de la presunta libertad de otros, arrastran la cultura legada por elsistema anterior. El ser humano que el Che (Ernesto ‘Che’ Guevara) soñara como

sujeto ideal para realizar las transformaciones sociales (el más bueno, el más capaz, elmás humano, el más puro, el más leal, el más esforzado) jamás se hará presente, puesno ha existido —ni existirá— en lugar alguno del planeta que no haya sido su mente.Porque cuando los movimientos toman en sus manos la tarea de realizar el cambiosocial, quienes acometen tal empresa no son sino los oprimidos, los explotados, loscansados de la vida, los que jamás fueron considerados, los que han sentido una rabiainmensa por su marginación, los que constituyen el más puro producto social de unsistema inmisericorde. Se trata, pues, de sujetos que, en su inmensa mayoría, llevan enel cuerpo una carga descomunal de emociones, stress, daños psíquicos, ansias devenganza, revanchismo. Y la cultura de la gran mayoría es, aún, la cultura de las quefueron sus clases dominantes. Por lo mismo, los principios de la verticalidad del mando,de la jerarquía y de la competencia continúan siendo, para esos individuos, valores

tremendamente apreciados. Una revolución no es, en consecuencia, el idílico despertar a un mundo mejor y, no obstante, es, a menudo, la única forma de recobrar el equilibriosocial que se ha perdido por la ambición de unos pocos. Y puesto que muchos dequienes participan en su desencadenamiento conservan formas de vivir legadas por elmodo de producción que se derrumba, resulta inevitable que algunos de ellos puedantomar en sus manos la conducción del conjunto social: las consecuencias de ese hechono van a ser las mejores para la gran mayoría de la población. Karl Marx, que dedicarasu vida al estudio de los fenómenos sociales, llamó la atención acerca de talcircunstancia. No por algo, cuando se refiere a lo que podría suceder luego de abolidoel modo de producción capitalista, distingue dos fases de extraordinaria importancia quepueden hacerse presentes dentro de una sociedad y, por ende, necesarias deconsiderar. Ellas son:

a) la fase del ‘comunismo grosero’ o ‘comunismo vulgar’; y,b) la fase del comunismo propiamente tal, como superación del estado actual de

cosas.

En la primera fase, que es la del ‘comunismo grosero’ o ‘vulgar’ las pasionespueden desatarse sin control alguno pues, en lugar de abolirse la propiedad privada, seconfunde ese objetivo central con la generalización de la misma, y quienes fueron antesmarginados de la posesión de ciertos bienes quieren tomar para sí lo que antes nopudieron tener. En esa fase, no por otra razón puede llegarse hasta la búsqueda deprescindir, incluso

“[…] en forma violenta del talento, etc. La  posesión física inmediata representapara él la finalidad única de la vida y de la existencia; el destino del obrero no essuperado, sino extendido a todos los hombres; la relación de la propiedadprivada continúa siendo la relación de la comunidad con el mundo de lascosas”…44

Este deseo de extender la propiedad privada a todo lo que existe y se manifiesta es tanintenso e insuperable que ni siquiera la mujer escapa a ello. Porque, concebido el

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matrimonio como forma exclusiva de la propiedad privada, tiende a sustituírsele por lacomunidad de mujeres, en donde la mujer pasa a ser propiedad comunal y común.

“Puede decirse que esta idea de la comunidad de mujeres es el secreto a vocesde este comunismo todavía grosero e irreflexivo. Así como la mujer sale delmatrimonio para entrar en la prostitución general, así también todo el mundo de

la riqueza, es decir, de la esencia objetiva del hombre, sale de la relación delmatrimonio exclusivo con el propietario privado para entrar en la relación de laprostitución universal con la comunidad. Este comunismo, al negar por completola  personalidad del hombre, es justamente la expresión lógica de la propiedadprivada, que es esta negación”45.

Imperan, así, las emociones, la rabia, la envidia, el deseo de demostrar ante los demásel poder o la capacidad que jamás pudo exhibirse bajo la anterior sociedad. Las luchaspor imponerse por sobre el conjunto social o por conseguir lo que otros tuvieron puedenser tanto o más violentas que bajo el imperio del modo de producción anterior. Lacompetencia es aún la forma de acceder a los privilegios; y éstos se mantienen porquesiguen vigentes los principios de la verticalidad del mando y la jerarquía. La sociedad

sigue siendo piramidal, en donde los que van a mandar se colocan en la cúspide de laorganización social para controlar la ‘veleidad’ de la inmensa mayoría que permaneceen la base, destinada tan sólo a obedecer.

“La envidia general y constituida en poder no es sino la forma escondida en quela codicia se establece y, simplemente, se satisface de otra manera La idea detoda propiedad privada en cuanto tal se vuelve, por  lo menos, contra lapropiedad privada más rica como envidia y deseo de nivelación, de manera queson estas pasiones las que integran el ser de la competencia. El comunismogrosero no es más que el remate de esta codicia y de esta nivelación a partir delmismo representado”46.“La primera superación positiva de la propiedad privada, el comunismo grosero,no es por tanto más que una forma de mostrarse la vileza de la propiedad

privada que se quiere instaurar como comunidad positiva”47

.

Esta idea, este temor a lo que podría suceder al momento de reemplazarse unasociedad por otra también está presente en la mente de algunos escritores, como Olaf Stapledon, por ejemplo, al describir algunos mundos en donde se realiza ese cambio:

“[…] unos pocos mundos altamente desarrollados, con una mentalidad comunal,se pervirtieron de un modo raro, difícil de entender, y que los llevó al desastre.Sólo puedo sugerir que en ellos, aparentemente, el ansia de una verdaderacomunidad y una verdadera lucidez mental llegó a ser obsesiva y perversa, demodo que la conducta de estos exaltados se deterioraba de tal modo que podíaconfundirse con el fanatismo religioso y tribal. La enfermedad conducía pronto ala sofocación de todos los elementos que parecían negarse a aceptar la cultura

generalmente aceptada por la sociedad mundial. Cuando tales mundosdominaban el viaje interestelar, podían llegar a concebir el fanático deseo deimponer su cultura a toda la galaxia”48.

El momento que hemos descrito, no sólo al prolongarse sino, a menudo, al hacersepresente, puede transformarse en la ocasión propicia para quienes añoran el retorno alpasado. Si han quedado vestigios de relaciones de producción anteriores, el cambiopuede orientarse en dos mezquinos sentidos:

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a) se asimila el concepto ‘social’ a ‘estado’; los bienes sociales se entregan, por consiguiente, al estado y se constituye un ‘capitalismo de estado’, a la maneraque sucediera en los países del llamado ‘socialismo real’; o,

b) se añora el pasado para retornarse al mismo, luego de sangrientas disputas. Eneste caso, la sociedad se da un baño de sangre para volver a recorrer la mismasenda anterior. El estigma del Marqués de Lampedusa, de cambiarlo todo para

que todo siga igual, se realiza en plenitud.

Lo cierto es que, en cualquiera de los dos casos, el sueño de construir una nuevasociedad se torna, por completo, ilusorio.

Pero, ¿es posible, con todo, evitar estos perniciosos efectos?En realidad, los fundamentos que hemos consignado en las páginas anteriores

permiten suponer que no necesariamente pueden hacerse presentes estos efectos encada cambio social. No olvidemos que la construcción de una nueva sociedadpresupone la superación de la anterior. Esta no es una simple aspiración, sino unaconditio sine qua non del cambio social y del establecimiento de aquella. Enconsecuencia, con la realización de esas tareas no se trata, como ya lo hemosseñalado, de nivelar a los individuos ‘hacia abajo’ como lo han hecho las experiencias

del llamado ‘socialismo real’, sino ‘hacia arriba’. Queremos con ello señalar que unanueva sociedad sólo es concebible si supera a la actual en todos los aspectos, es decir,si la ‘igualdad’ se realiza en la abundancia y no en la escasez, si las libertades socialesy políticas van en aumento y no en declinación, si la realización del individuo se logra enplenitud y no como un hecho aislado o particular. Es esta circunstancia lo que obliga aestablecer como requisito esencial  para la existencia de la misma el desarrolloexhaustivo de las fuerzas productivas. Una sociedad que supere a la actual no puedeexistir sin elevar ese desarrollo a su más alto nivel, que es lo único capaz de satisfacer las necesidades de la población, de los individuos; no del mercado, de ese enteabstracto, inmaterial, que exige convertir la producción anterior en chatarra y renovar urgentemente las reservas sólo para permitir una mayor acumulación. Los viciosheredados del antiguo modo de producción podrán ser combatidos únicamente en la

medida que el conjunto social se vea beneficiado con una oferta diferente de bienes a laque antes ofrecía el mercado. Esto quiere decir que, bajo las nuevas formas deproducir, y a través de las centrales de distribución, deberá existir mayor acceso a losproductos por parte de la población, tarea que se hace posible con una mayor producción, la cual exige fuerzas productivas a la altura de los nuevos requerimientos.

REFLEJOS DE LA SOCIEDAD DEL FUTURO

No hay, por consiguiente, fin de la historia, fin de las ciencias, de las artes ni delas letras; mucho menos, fin del ser humano como tal. Y, sin embargo, tal es latendencia que propaga la cultura dominante, vale decir, estimar al sistema capitalistacomo la culminación de la evolución humana; convencer a la población que después de

este modelo de sociedad no hay otro, que hemos llegado al término de nuestro viaje. Larealidad nos muestra, por el contrario, ciertos fenómenos cuya constante ocurrenciaavala nuestro convencimiento en el sentido que una nueva sociedad no sólo es posible,sino está construyéndose a diario dentro de la actual. Esos fenómenos identifican a lasociedad del futuro, aunque constituyen, apenas, reflejos de la misma, indicios de suexistencia atávica en cada uno de nosotros y que asoman en cada uno de los actos denuestra diaria conducta.

Es un hecho comprobado que, de una u otra manera, el ser humano intentaresolver sus problemas introduciendo reformas al funcionamiento de la sociedad. No es

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simple coincidencia que busque integrarse a los demás individuos de su especie paraestablecer con los mismos relaciones de mercado y reconocerse como semejante aellos; no es casual que busque mayor participación en la administración de la sociedady dispute con los gobernantes, cuando éstos son acometidos por la fiebre privatizadora,su mejor derecho a decidir si es o no posible aceptar la venta de los bienes públicos.Los principios que orientaron la construcción de las comunidades ancestrales siguen

hoy vigentes en las luchas sociales que se desatan en cada una de las naciones delorbe.

A lo largo de este ensayo hemos insistido en un hecho: la nueva sociedad no essino la recomposición de la unidad originaria bajo otras circunstancias, bajo otrosrespectos. La recomposición de la unidad originaria es, por consiguiente, un concepto.En ese sentido contiene rasgos, elementos que la caracterizan, imposibles de definir enforma exhaustiva pues se trata de una estructura cuya construcción, siempre abierta,

 jamás termina.Uno de ellos es el principio de la diferenciación. Constituye una falacia suponer,

siquiera, que la recomposición de la unidad originaria ha de darse en idéntica formadentro de las distintas regiones del planeta. Por el contrario, adoptará formas diferentesporque diferentes son, también, las formas que asumen las múltiples culturas

establecidas en los diversos continentes. Es dable suponer que las relaciones entre lasagrupaciones humanas han de darse, principalmente, en una especie o suerte deconexión cultural de carácter horizontal, porque una nueva sociedad debe ser, por naturaleza, multicultural. Nada lo expresa mejor que esa frase tan socorrida con la quese identifica a fenómenos contrapuestos: unidad en la desunidad, equilibrio en eldesequilibrio. Esta característica que debe asumir la nueva sociedad aparece, de súbito,como una conducta ya aceptada naturalmente por todos y de todos; sin embargo, nosucede de esa manera. Los esfuerzos orientados a establecer relaciones con otrasculturas se dan hoy, preferentemente, en el plano de la tolerancia con el que semanifiesta como diferente. Y esta forma de entender las relaciones sociales con lasculturas originarias, por ejemplo, son las predominantes, incluso, en encuentros consectores de alta conciencia social como ocurre en los Foros. Sin embargo, cuando se

considera a todo el planeta como unidad de análisis, tales prácticas se nos aparecen deltodo mezquinas. Porque la tolerancia, a diferencia de la cooperación —que reconoce lavariedad humana al considerar capacitados a los individuos para desempeñar distintasfunciones—, sólo alienta el sentimiento de soportar al prójimo, no de entenderlo ni deunirse a él como parte de un todo mayor; la tolerancia es incapaz de entender elconcepto de diferencia. La tolerancia no es un principio que guía necesariamente laconducta del ser humano, sino apenas el subproducto de una organización social que,merced a la dominación que ejerce sobre el conjunto de individuos, ha sido capaz demantenerse vigente a lo largo de la historia.

Por el contrario, la cooperación —que se asienta sobre el principio que nadie losabe todo, pero todos saben, al menos, una parte—, por el simple hecho de reconocer las aptitudes y capacidades de cada persona contribuye eficazmente a desarrollar la

multiinteligencia o inteligencia colectiva: acepta lo que cada cultura valora más y escapaz de ofrecer y lo entrega como tal al conjunto social49. Al establecerse lacooperación como principio rector de la vida en común, el individuo diferente se integraa la comunidad en virtud de una conexión reticular de manera tal que le permitapotenciar sus aptitudes. La base de la estructura comunitaria es la diferencia de losindividuos entre sí, la inteligencia colectiva. Ninguno puede hacerlo todo, pero todospueden sí hacerlo.

Otro principio que debe caracterizar a la sociedad construida sobre la base de larecomposición de la unidad originaria es la participación de todos sus miembros en la

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dirección de la misma. La nueva sociedad o sociedad del futuro ha de ser unaagrupación humana conducida por sus propios integrantes, autodirigida,autoorganizada, autoconvocada.

Resulta interesante constatar, en consecuencia, que los movimientos sociales,normalmente poco familiarizados con la teoría y bastante más ideologizados por lacultura imperante, guiados por ese sentimiento de amplia participación social, recurren

al vocablo ‘democracia’ para expresar sus más sentidas aspiraciones al respecto. Perocomo el término ‘democracia’ tiene, de por sí, un peso ideológico de proporciones, seven obligados a construir una tipología especial. Distinguen, así, lo que denominan‘democracia de baja intensidad’, que es la normal, la que usualmente se conoce bajo elnombre de ‘democracia’, y la ‘democracia de alta intensidad’ con la que pretendendescribir sus voluntades en orden a democratizarlo todo, empresas, servicios,instituciones, en fin. Bajo esta idea tienen lugar múltiples encuentros; bajo esta idea lohizo, hace un tiempo atrás, el Foro de Porto Alegre en cuya realización dominó eseimperioso deseo de ‘democratizarlo todo’50.

No puede censurarse a las organizaciones que recurren, en sus luchas sociales,al préstamo de palabras con alta carga conceptual. La recomposición de la unidadoriginaria es un proceso. El estado ha de ser desplazado con nuevas instituciones, con

nuevas ideas para que, finalmente, se extinga. La sociedad del futuro se construye aritmo lento, de a poco; pero se hace hoy, y no mañana. Y sus características no puedendefinirse sino a grandes rasgos. Constituyen lo que Thomas Mathiesen denomina ‘lo nonato’, ‘lo no nacido’, ‘lo no completado’ (‘det ofullgånga’), es decir, lo que no se harealizado, lo que aún no tiene existencia, lo que aún no se hace realidad51.

Es una verdad que en los debates y conclusiones a que arriban los forosmundiales y los encuentros de los movimientos populares rara vez se aborda el tema dela nueva sociedad en forma directa; menos aún se intenta una descripción más o menoscompleta acerca del contenido de la misma. Sin embargo, es en ellos donde puededescubrirse, como en un molde vacío, lo que ha de ser aquella, pues se la puedeencontrar en innumerables referencias, anhelos e intenciones. La sociedad del futuroaparece cada vez que se quiere defender el derecho a la autodeterminación del

conjunto social, cada vez que se reclama en contra la destrucción de las selvas y elexterminio de los pueblos originarios.

La construcción inmediata, actual, de la sociedad del futuro nos conduce, una vezmás, a reiterar nuestra discrepancia con las tesis sustentadas por Ernst Mandel paraquien, una vez alcanzada la victoria por las fuerzas populares sobre el elementodominador, comienza la tarea de construir la nueva sociedad. Insistimos: la construcciónde la nueva sociedad es un asunto actual, no futuro. Es hoy, y no mañana cuando seestablecen los fundamentos sobre los cuales operarán las relaciones humanas. No deotra manera se entiende que los movimientos sociales estén, continuamente,reclamando por la necesidad de retornar al concepto de servicio público pues, en lasconcepciones atávicas del ser humano en donde se encuentra presente la idea de lacomunidad, las actividades que realiza el estado se entienden hechas en beneficio de

toda la sociedad. De esa manera se entiende que Immanuel Wallerstein insista alrespecto. Y es que existen actividades cuya realización sólo debe ser ejecutada por elcolectivo humano y no por sujetos particulares que buscan lucrarse con ello. Elfuncionamiento de medios de transporte, trenes, aviones, barcos o vehículos que sedesplazan por sobre las vías construidas dentro de la nación no constituye un simple‘negocio’. Tales actividades tienen un alto significado geopolítico; se enmarcan en elcuidado de la soberanía nacional. En la conservación del ente político. Entregarlas a losvaivenes del mercado implica introducir el concepto de lucro en la administración de lanación y hacer hasta de la Fuerzas Armadas actividades ‘rentables’. En la medida que

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un solo individuo exista en algún apartado punto del país cuidando la soberaníanacional, los medios de transporte deben estar ligados a él y estar prestos a servirlo. Ycon ellos, todos los medios de comunicación. Por que se trata de ‘servicios’, funcionesque deben ser desempeñadas con la única finalidad de mantener la cohesión delcuerpo social. Convertir en objeto de lucro esas actividades es convertir la seguridadnacional en negocio y sacar el país a remate.

En ese mismo sentido, no debe llamar la atención que muchas aspiracionessociales se inserten en soluciones de mercado pues tal es el modo corriente a travésdel cual se intenta el proceso de reconstitución de la unidad originaria. Por eso existenlos movimientos que alientan la constitución de cooperativas, de empresas deautogestión, de industrias sin patrón, en fin. Expresan, todas ellas, el deseo de construir algo nuevo, formas de relación social establecidas sobre bases más humanas.

LA NUEVA SOCIEDAD EXISTE YA, Y SE MANIFIESTA

Terminemos este último acápite insistiendo en el hecho que la nueva sociedad nopuede sino ser concebida como una recomposición de la unidad originaria bajo otrascircunstancias, bajo otros respectos: en la manos del productor directo, nuevamente,

han de volverse a reunir tanto el instrumento como el objeto de su trabajo; enconsecuencia, el producto de ese mismo trabajo.

¿Cómo se presenta todo ello? ¿Cómo puede ocurrir?Sucede que quienes integran la sociedad humana no solamente son componentes

suyos, sino unidades vivas, personas cuya función natural no es otra que la deestablecer relaciones recíprocas a fin de manifestarse como conjunto social. Y es quedeben ensayar formas de producir y de comunicarse entre sí, pues necesitan proveer supropia conservación y reproducción. En ese mosaico de actividades, tan sólo una deaquellas va a prevalecer por sobre las demás; tan sólo una de ellas va a imponersesobre las otras para dar identidad a esa sociedad. Sin embargo, cuando esa forma omodo de producir deje de imponerse para dar paso a otro, la referida sociedadcontinuará guardando en su seno los vestigios suyos, así como los retazos de aquellos

que le han precedido: toda sociedad o formación social, como quiera llamársela,contiene formas de producir que no se han hecho aún dominantes, y retazos o vestigiosde aquellas que existieron en el pasado como formas dominantes y que dejaron deserlo. No de otra manera puede entenderse el carácter histórico del ser humano. Laformación social es un fantástico crisol en donde se funden, existiendo y coexistiendo,distintas formas de vida y de convivencia; en las prácticas de los individuos que laintegran se encuentran aquellas que fueron del pasado y las que lo serán del futuro. Por eso, no debe llamar la atención que algunos autores sostengan haberse practicado elcapitalismo en épocas muy antiguas, y que continúen hoy, en algunas regiones delplaneta, manifestándose costumbres esclavistas o feudales. Un modo de produccióndominante no impide la manifestación de otras formas de producir, que siempreseguirán haciéndolo aunque de manera subsumida; y no para identificar al conjunto

social. Así, pues, una formación social permite la convivencia social; en ella puedendarse la mano, por consiguiente, presente y pasado.

Por consiguiente, tampoco debe sorprender que muchas de las formas de tratoque la generalidad de los seres humanos establece como basamentos necesarios parala construcción de una nueva sociedad constituyan reminiscencias de antiguas formasde vida, más cooperativas y solidarias, que se vieron desplazadas por modos de ser endonde imperaban la violencia y la dominación. Nuestra tesis es que tales formas deconvivencia no solamente continúan hoy vigentes en numerosos lugares del planeta,sino son reivindicadas periódicamente por los movimientos sociales que aspiran

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implantar un estilo de vida superior. Es más: si las reivindican tales organizacionescomo forma de vida colectiva es, precisamente, porque han adoptado muchas de lasmismas en sus prácticas diarias, en sus maneras de ser cotidianas. Cuando protestanpor su instauración lo hacen porque necesitan verlas establecidas como práctica socialgeneralizada, convertidas en modo de producción dominante. No en el carácter de‘bolsones’ sociales, de buenas costumbres, de gentileza no regulada, sino en el carácter 

de formas de existencia común, reconocidas y aceptadas de todos. Porque constituyenvestigios de un pasado que no sólo se niega a morir, sino representa la unión del ser humano con la naturaleza, vínculo que no pudo imponerse como hábito social ante laavasalladora marcha de los modos de dominación. Constituyen, por lo demás, losfundamentos graníticos de una moral milenaria, una ética atávica, un conjunto de reglasde conducta para los seres humanos que une y no desune, que acerca y no divide, quehace colaborar y no competir. Expresan, en suma, la necesidad de reconstruir la unidadoriginaria bajo esas otras circunstancias, bajo esos otros respectos que son los queentrega la moderna sociedad.

Estas relaciones invaden a diario nuestra forma de ser. Podemos descubrirlas,en primer lugar, entre las parejas; luego, entre los familiares; también, entre los amigos;finalmente, en las relaciones de compromiso social.

Pueden parecer extrañas estas relaciones, sin lugar a dudas. No secorresponden en absoluto con aquellas establecidas por el modo de produccióncapitalista, basadas en la compra y venta de energía corporal. Porque la sociedadvigente impone relaciones humanas mercantilizadas en las cuales, cada cierto tiempo yen determinadas fechas, el individuo recibe la paga por su trabajo. Con esaremuneración puede adquirir lo necesario para el sustento propio y el de su grupofamiliar. Las relaciones establecidas entre él y el sujeto a quien sirve son tasables ycomputables en dinero, poder de compra que recibe a cambio de energía corporal. Sinembargo, y paradojalmente, esas relaciones dinerarias, que parecen hoy constituir elmodo de vida de los seres humanos, no ocupan sino un mezquino retazo de tiempo ensu vida. En efecto, apenas si se dan en los momentos en que el trabajador recibe lapaga y gasta el dinero recibido. El lapso dentro del cual realiza estas operaciones es

extremadamente breve. A diferencia de las demás relaciones sociales del ser humano,que constituyen una verdadera constante e invaden su tiempo y su atención, lasrelaciones dinerarias, bases del sistema existente, son asombrosamente fugaces. Y esque el ser humano, en sus relaciones más personales e íntimas, emplea un modo deproducción extinguido hace miles de años, reivindicándolo a diario en sus gestos oademanes, y en sus palabras.

Entre los enamorados se dan, naturalmente, tal tipo de relaciones, pues lasparejas no se exigen retribución pecuniaria para concederse mutuamente el amor quese profesan. Brota ello como una relación natural, es decir, del sujeto con la mujer y deésta con aquel, porque ambos son parte de otra unidad originaria, que es la unidadbiológica, la que posibilita la producción y reproducción de los seres humanos, la que daorigen a la comunidad. Por eso, los enamorados no se exigen dinero cuando se

acarician, o cuando van a bailar, a pasear, o a visitar a alguien. Sus relaciones son extrasistema. Viven la plenitud de la existencia humana. Se encuentran en estado naciente.

Una relación social que se aparta de aquellas, a la práctica de las cuales obliga elmodo de producción capitalista, se da, igualmente, entre los familiares, porque tampocoel afecto que se manifiesta dentro de ellos está sujeto a contraprestaciones pecuniarias.Un padre no exige pago al hijo por el amor que le profesa ni por la protección que lebrinda; tampoco lo hace la madre con el hijo ni éste con aquella. También esa relaciónse da con abuelos, tíos, primos, en fin. Las relaciones pecuniarias están al margen delas que se establecen entre familiares. Porque, al igual que las anteriores, estas

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relaciones están regidas por la unidad originaria que da vida y continuidad a lacomunidad, la natural organización social en donde se desenvuelve el verdadero ser humano.

Por lo mismo, así como sucede entre familiares y parejas, también se danrelaciones de afecto entre amigos y conocidos. Nadie cobra por invitar a una casa acompartir un vino o una comida, ni por una conversación con el vecino o el transeúnte.

Es notable que estos nexos se extiendan, también, a lo que podríamos denominar ‘relaciones de compromiso social’, vínculos de solidaridad establecidos por losmiembros de una comunidad para el trato entre ellos y con el grupo social. Nadie exigeuna contraprestación por colaborar en una colecta destinada a reunir fondos para el finque sea, por entregar una ayuda que alguien le solicita e, incluso, tratándose decatástrofes o situaciones especiales, por los trabajos voluntarios que debe realizar. Por el contrario, tales comportamientos se consideran verdaderas obligaciones morales; ymuchas de las actividades, aún cuando demandan gran cantidad de trabajo corporal,son realizadas con alegría aunque no impliquen retribución pecuniaria alguna. Lasrelaciones mercantiles que impone el modo de producción capitalista no han podidoinvadir al ser humano en sus aspectos más íntimos.

Para la mujer, el cambio hacia un modo de producción social posee una

importancia capital pues es la única manera que le permitirá realizarse en plenitud.Constantemente explotada bajo los sucesivos modos de dominación, también lo ha sidobajo el vigente por su calidad de mano de obra dócil y barata. Durante el lapso que hadebido desempeñarse en el carácter de ‘dueña de casa’ y proveer, por consiguiente, laconservación de su familia, jamás ha tenido retribución alguna por ese trabajo. Es un‘recurso humano’ que emplea el capitalista sin que nadie advierta su condición deexplotada. La mujer dueña de casa es un ser invisible para la economía.

Es verdad que aún persisten relaciones humanas de afecto que, a lo largo de lossiglos, se han mantenido regidas por los vaivenes del mercado. La trata de blancas y laprostitución constituyen una de ellas; también, la venta de niños, la esclavitud y, másmodernamente, la venta y tráfico de órganos. Pero son actos que, incluso, bajo elmismo modo de producción capitalista, son censurables y acarrean el repudio de la gran

mayoría de la población. Los valores legados por esa moral atávica de la unidadoriginaria continúan vigentes entre los seres humanos y eso constituye, a no dudarlo,una esperanza. Nos hace estar ciertos que una nueva sociedad sí es posible. Y conella, un lugar para todos los seres humanos.

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1 ‘Sagrada Biblia’, Edición de Eloíno Nácar y Alberto Colunga, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1955,pág. 806.2 Sebanz, Natalie: “Psicología de la cooperación”, ‘Mente y Cerebro’, N° 24, mayo/junio de 2007, pág. 60.3 Goleman, Daniel: “La inteligencia emocional”, Javier Vergara Editor S.A., Buenos Aires, 1997, págs.. 126 y132.4 Ayan, Steve J.: “Neuronas especulares”, ‘Mente y Cerebro’, Barcelona, N° 8, agosto de 2004, pág. 79.5 Singer, Tania y Kraft, Ulrich: “Empatía”, ‘Mente y Cerebro’, N° 11, Barcelona, marzo/abril de 2005, pág. 64.6 Ayan, Steve J.: Id. (4), pag. 64.7 Rizzolatti, Giacomo; Fogassi, Leonardo y Gallese, Vittorio: “Neuronas espejo”, ‘Investigación y Ciencia’, enerode 2007, Barcelona, pág.19.8 Bauer, Joachim: “Varför jag känner som du känner”, Natur och Kultur, Stockholm, 2007, pág.42. El textooriginal, en sueco, es el siguiente:“Eftersom gyrus cinguli utgör hjärnans central emotionella centrum, är spegelneuronerna […] varken mer eller mindre än ett neurosystem för medkänsla och empati”.9 Bauer, Joachim: Id. (7), pág. 102. La cita testual es:“Klarläggandet av speglingsprocessens neurobiologiska aspekter bekräftar något som man tidigare hade insettur filosofisk synvinkel: i den andra människans ansikte möter vi oss själva som människor.Det är först när vi ser och accepterar varandra som människor som vi blir medmänniskor, och först därigenom uppfattar vi oss självasom människor. Det är inte bara en filosofikt utan också neurobiologiskt grundad mänsklig rättighet (i ordensrätta bemärkelse) att vara delaktig i en värld av intersubjektiva erfcarenheter. Att systematiskt vägra att se ochacceptera varandra son människor är omänskligkt och etiskt förkastligt”.10 Singer, Tania y Kraft, Ulrich: Id. (5), pág. 6511 La coordinación puede ser clasificada, para estos efectos, en tres tipos: a) la corta o temporal; b) laprolongada o larga; y c) la simbiótica o perenne. La coordinación corta se puede observar en la danza, en laejecución de una tarea específica entre dos personas, en fin; la larga, en el caso del bebé con su madre hastael momento en que se puede alimentar solo; y la simbiótica es la colaboración entre dos individuos de la mismaespecie o de especies diferentes a lo largo de toda sus existencias, como sucede con las bacterias que existenen el aparato digestivo del ser humano.12 Sebanz, Natalie: Id. (2), pág. 63.13 Véase de Francesco Alberoni su obra “Genesi”.14 Prigogine Ilya: “El nacimiento del tiempo”, Tusquets Editores S.A., Barcelona, 1993, pág. 65.15 Los conceptos de ‘módulos’ han sido tomados del libro de Peter Carruthers y Andrew Chamberlain “Evolutionand the human mind. Modularity, language and meta-cognition”. En realidad, quien primero empleó la palabra‘módulo’ fue Noam Chomsky para referirse al ‘módulo del lenguaje’. Posteriormente, el concepto fue ampliado

para arribar a lo que hoy se conoce como ‘modularidad masiva’, es decir, múltiples módulos cerebrales y nosolamente uno como lo había señalado Chomsky.16 Véase de Peter Gärdenförs su obra ”Den meningsökande människan”. La traducción literal del título de laobra viene a ser “El individuo buscador de significado”.17 Véase de Mihály Csíkszentmihály sus obras “Finna flow” y “Flow”, cuyos títulos pueden ser traducidos como“Encontrar el flujo” y “Flujo”.18 ‘Socialismo real’ es el nombre que se autoconfirió el sistema soviético, entre las décadas de los 60 y 70.19 Véase, al respecto, el trabajo de Karl Marx intitulado ‘Salario, precio y ganancia’, contenido en las “Obrasescogidas” de Marx y Engels, Editorial Progreso, sin fecha, pág. 180.20 Véase el texto de la carta del jefe Seattle al presidente de los Estados Unidos.21 Marx, Karl: “Formaciones económicas precapitalistas”, Editorial Ciencia Nueva S.L., Madrid, 1967, pág, 185.22 Marx, Karl y Engels, Friedrich: “La Ideología Alemana”, Empresa Consolidada de Artes Gráficas, La Habana,sin año de impresión, pág. 35.23

Marx, Karl y Engels, Friedrich: Id. (22), págs. 35 y 36.24 “Sagrada Biblia”, id. (1), pág. 14.25 Mandel, Ernest: “Teoría leninista de la organización”, Ediciones Era S.A., México, 1974, págs.9 y 10. Elnombre de Mandel aparece en las obras publicadas por otras editoriales como Ernst.26 Mandel, Ernest: Obra citada en (25), pág. 10.27 Véase la primera parte de esta obra intitulada “El concepto de unidad originaria”.28 Las citas de estos autores están tomadas de la obra de Karl Marx “Das Kapital”.29 Marx, Karl: “Prólogo de la Contribución a la crítica de la economía política”, contenido en las ‘ObrasEscogidas’, Marx/Engels, Editorial Progreso, Moscú, sin fecha de impresión, pág.183.30 Existe constancia de lo dicho, al respecto. Numerosas comunidades han desarrollado formas de producir altamente eficaces y que abastecen al grupo social, especialmente en lo relativo al uso de sustancias que no

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causan daño al ecosistema. No insistiremos sobre el particular. Véanse los artículos publicados por la revista‘Investigación y Ciencia’, publicada por Prensa Científica S.A., de Barcelona.31 Marx., Karl: ‘El Capital’, Akal Editor, Madrid, 1976, tomo 2, págs. 31 y 32.32 Una serie de autores, entre otros Cornelius Castoriadis el título de cuya obra “La sociedad burocrática” es depor sí bastante sugestivo, llaman a este tipo de sociedades ‘sociedad burocrática’. También lo hace ErnestMandel y otros autores que toman como base las enseñanzas de León Trotsky. No insistiremos al respecto,pues tal materia no dice relación con la idea que estamos desarrollando. De todas maneras, nuestra posición esque, en este caso, más que de una sociedad burocrática, categoría que parece alejarse de los marcos teóricos

clásicos, pareciera estarse frente a una suerte de ‘capitalismo de estado’.33 La inalterabilidad de las fuerzas productivas se refiere, más bien, a su función de equilibrio con las relacionesde producción para mantener la unidad del modo de producción en la fórmula respectiva. No dicen relación conel cambio constante que experimentan como parte de la naturaleza del ser humano.34 Friedrich Engels, en una de sus cartas enviadas a uno de sus lectores, se refiere a esta denominación,señalando que debe dejarse de lado todo esa charlatanería acerca de los ‘estados populares’ o ‘estadossocialistas’ que, en estricta teoría, jamás deberían existir.35 A este modo denominaron Karl Marx y Friedrich Engels ‘modo de producción comunista’ o, simplemente,‘comunismo’. La desaparición del experimento soviético y el completo desprestigio en que cayó el vocablo‘comunismo’, nos hacen proponer el nombre de ‘modo de producción social’ al que sirve de base para laconstrucción de la nueva sociedad o ‘Comunidad’.36 Marx, Karl: Obra citada en (31), pág. 9.37 Sweezy, Paul M.: “Teoría del Desarrollo Capitalista”, Ediciones F.C.E. España S.A., Madrid, 1982, pág. 91.38 Véase la obra de Nicos Poulantzas “Las clases sociales en el capitalismo actual”.39 Véase de Francesco Alberoni su obra citada en (13).40 Sachs, Jeffery D.: “Sobrepasar los límites planetarios”, ‘Investigación y Ciencia’, febrero de 2010, Barcelona,pág. 35.41 Mukerjee, Madhusree: “Energía y medio ambiente”, ‘Investigación y Ciencia’, diciembre de 2009, Barcelona,pág.10.42 Véase, al respecto, el libro de Erich Fromm ‘Ser o tener’.43 El principio de la reciprocidad se expresaba en las palabras ‘do ut des’, ‘facio ut des’, do ut facies’ y ‘facio utfacies’ que dieron la base para las relaciones contractuales en la vieja Roma. Significan ‘doy para que des’,‘hago para que des’, ‘doy para que hagas’ y ‘hago para que hagas’.44 Marx, Karl: “Manuscritos: economía y filosofía”, Alianza Editorial S.A., Madrid, 1985, pág. 141.45 Marx, Karl: Id. (44), pág. 141.46 Marx, Karl: Id. (44), pág. 141.47

Marx, Karl: Id. (44), pág. 143.48 Stapledon, Olaf: “Hacedor de estrellas”, Ediciones Minotauro S.R.I., Buenos Aires, 1971, pág. 157.49 Véase el libro de Pierre Lévy “Collective intelligence”, de donde hemos tomado el concepto ‘inteligenciacolectiva.50 Véase, al respecto, las obras de Boaventura de Souza Santos “Democratizing democracy” y “The rise of theglobal left”.51 Véase de Thomas Mathiesen su obra ‘Den dolda disciplinerig” (‘La disciplina oculta’).