El Misterioso Encanto de Las Victimas

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  • 7/25/2019 El Misterioso Encanto de Las Victimas

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    Gabriel Gatti*

    DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res56.2016.09

    Una figura reciente

    Vctimas. Las hay por todas partes y las hay de todo.Se las ve en Europa, en Estados Unidos, en OrienteMedio y en frica; se las ve, y mucho, en AmricaLatina, donde se encuentran de sur a norte y de estea oeste. Su dolor se muestra organizado a veces,solitario otras. A veces ni se ve ni se oye directa-mente, pero s a distancia de televisor o se intuye quees profundo cuando otros expertos, profesionales,gentes solidarias nos hablan de l. Y lo son demuchas cosas, de muchos dolores distintos, con sufri-mientos de intensidades y causas variadas, tantasque son incomparables. Pero son muchas, casi tantascomo ciudadanos.

    Hasta hace algunos aos, no mucho ms de un par dedcadas, solamente merecan ese sustantivo, vctimas, quienes sufran violencias trascendentes, esas quehacen a los pactos sociales que sustancian la vida encomn: perseguidos polticos, los que sufren genocidio,muertos por el ejercicio de la violencia de Estado,familiares de desaparecidos, asesinados por violencias

    terroristas . Las vctimas, por entonces, se paseaban porlos mismos pasillos en los que la historia coloc a hroeso mrtires; no siempre eran pasillos de palacio, aunquemuchas de ellas, sin quererlo, alimentaban el nutridomartirologio de las narrativas nacionales, que iniciabano contribuan a estructurar, y daban con eso alimento yjusticacin a algn que otro relato de poder. Tambinhaba entonces, hace aos, vctimas con residenciasms modestas las del pueblo, o del progreso, o dela revolucin; pero aunque modestas, stas, comolas otras, satiscieron roles de peso, trascendentes:ayudaban a elaborar narrativas extraordinarias, lasque constituyen lo comn cuando lo comn es grande y se escribe con maysculas (naciones, patrias, pases,pueblo). Eran vctimas extraordinarias, funcionales afenmenos extraordinarios.

    Pero desde hace un tiempo, dos dcadas, no creo quems,1 eso cambi. El sustantivo vctima se hizocomn, se hizo ordinario . Hasta democrtico. Quienespodan usarlo con legitimidad, si antes eran muchos ymuchas, ahora son muchos ms. Ahora, solas u organi-zadas, las vctimas lo son de muchas razones, algunastrascendentes como las de antes, de esas que organizanrelatos nacionales e Historias, pero otras, mucho menos:accidentes, violencias domsticas, y por frecuentescomunes, catstrofes, desahucios, ataques de animales,negligencias mdicas, olvidos de la historia Dequererlo, sera difcil ser exhaustivo pues lo humanotodo, casi todo, aparecera recogido en la larga lista delas vctimas contemporneas.

    Y no, no estoy haciendo un uso licencioso, esto es, abierto y metafrico de la gura. Es apenas una fotografarpida de por dnde aparece as nombrado, vctima ,este personaje central de la vida social contempornea.Lo encontramos en los usos vulgares de cualquierreality show de vocacin lacrimgena, y tambin en las

    cumbres de los dispositivos de produccin de verdad,las leyes, que sobre vctimas las hay de todo tenor yalcance: sobre vctimas de la violencia de gnero; sobre vctimas de la desaparicin forzada de personas; sobrelas de grandes accidentes; en muchas leyes propiasde perodos transicionales leyes de reconocimientoo de reconciliacin o de reparacin de sufrimientospasados; o en leyes de vctimas , sin ms, como lasque ya han sido aprobadas por el legislador en muchospases de Occidente (Francia, Espaa).

    y una figura difcil de pensar

    Y desde que se presentaron en multitud en la escenapblica, siempre han sido personajes difciles de pensarpara las ciencias sociales, por mucho que se multipliquen

    1 Lo creo, junto al equipo del proyecto Mundo(s) de vctimas,un proyecto pionero en abordar la gura de la vctima, sinatender a sus apellidos (de gnero, poltica, de t rco) sinoa lo que la sustancia. El proyecto fue nanciado por el antesllamado Ministerio de Innovacin espaol en su programade investigacin de excelencia entre 2012 y 2015 (ref. CSO2011-22451). De lo discutido y aprendido con ese equipo surgelo que contiene este ensayo.

    El misterioso encanto de las vctimas

    * Doctor en Sociologa por la Universidad del Pas Vasco/EuskalHerriko Unibertsitatea (Espaa) y profesor de la mismaUniversidad. Es Director del programa Mundo(s) de vctimas, yautor, entre otros libros, de Surviving Forced Disappearance in Argentina and Uruguay . Nueva York: Palgrave Macmillan, 2014.* [email protected]

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    rev.estud.soc. No. 56 abril-junio Pp. 117-120 ISSN 0123-885X eISSN 1900-5180 DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res56.2016.09

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    las propuestas para hacerlo. Hay de todo: trabajos terapu-tico-curativos qu hacer para que la vctima no sufra/supere el trauma/gestione el trauma/?; descripcionesestadsticas cuntas vctimas hay/qu debe repararse/qu causas deben atenderse?. Hay bibliografa atenta asu expansin, masiva e invasiva (Chaumont 1997; Erner2007); otra que calibra por qu y con qu alcance el dolorestructura la vida social (Kleinmann, Das y Lock 1997);textos que con mirada crtica analizan el aparato, losdispositivos, que se conforman para ellas y por ellas, yque las amplican (Agier 2008; Boltanski 1993; Fassin y Rechtman 2007); e incluso otros que apuestan porpensarlas desde la conviccin que hacerlo da acceso a lacondicin humana en algunas de sus dimensiones msesenciales (Butler 2006).

    Mucho, y bueno. Si se organiza algo ms esa biblio-grafa se observan en ella dos formas de afrontarla gura en su dimensin social (Gatti 2014a). Unade marcado acento francs es sensible a cmo la vctima aborda y desborda el viejo y central personajedel ciudadano. En esta tradicin, ante la avalancha desujetos que ingresan en la vida social, la vida poltica,la vida jurdica, desde dolores privados, la reaccin esde profundo recelo, con el desprecio en el extremo yla denuncia o el anlisis en clave de sospecha comoel mejor resultado: la vctima, se dice, quita espacio,confronta, rivaliza, polemiza, y hasta disputa, laposicin central del que ha sido el soporte subjetivodel lazo social moderno, de la sociedad la francesa,el ciudadano (Chaumont 1997; Erner 2007; Garapon ySalas 2007; Wieviorka 2003, entre otros). La vctimarepresenta, se arma, una identidad negativa, queimpide la ciudadana y diculta el funcionamiento

    del engranaje de la vida colectiva. Es seal de unaciudadana inmadura, sin responsabilidad, asistida,asentada en la queja. Sospecha es la palabra clave.

    Otra bibliografa de sonoridad ms anglosajonaaborda la vctima como una manifestacin del serhumano en situacin doliente. Pensar sobre la condicinantropolgica del que sufre supone un alto precio porpagar: la deshistorizacin y la naturalizacin. Aunquetambin es alta la ganancia: sensibilidad por el sujetosufriente, por lo especco de su lenguaje, y por suscapacidades de articular comunidad y sentido (Ortega2008). En esta forma de aproximarse a la vctima, staes un sujeto que hace su agencia en el dolor, pese a queno es transmisible, y hace comunidad (Jimeno 2008;Ortega 2008) desde esa experiencia, desde el cuerporoto, desde su lenguaje quebrado. Comprensin es aquel trmino sntesis. 2

    2 Hay, es claro, mucho ms que eso: la poderosa produccinacadmica generada a partir de la experiencia histricade varios pases de Amrica Latina, por ejemplo, fuera delos trabajos ms empricos, les ha dado vueltas a algunas variantes locales de la gura , con conclusiones relevantessobre su presencia en las polticas de la memoria (Jelin 2002),

    Poderosos argumentos de estas dos tradiciones. La unaes racional y crtica. La otra, sensible e intensa. Pero unaes insuciente para entender una gura de densidadesnuevas, que pone en juego aspectos otros que los quecaracterizan a un actor social convencional, y desdeluego, muy distinta al ya viejo ciudadano moderno . Y laotra parece pobre para acercarse a la historicidad de unagura de calidades muy contemporneas, difcilmentedesligable de la expansin planetaria de la sensibilidadpor lo vulnerable y lo humano descompuesto, y de susmaquinarias de gestin.

    Ninguna parece, en todo caso, bastar para acercarse auna gura tensa, intensa, misteriosa. Y sobre todo, muyparadjica, de texturas extraas, complicada: lo es por su agencia , pues, dice el tpico, es pasiva, y sin embargo laliteratura y la mirada socioantropolgica nos muestranque tiene agencia, y que la tiene, incluso, colectiva(Lefranc y Mathieu 2009); lo es tambin por su palabra ,pues no habla, no puede, pues la palabra doloridase quebr a partir de lo que sea que la llev a su actualcondicin, y sin embargo no solo habla es inclusoparlanchina (Boltanski 1993) sino que dice muchas mscosas de lo que dicen en su lugar sus muchos vocerosexpertos, asistentes, cuidadores; es paradjicatambin la identidad que otorga a quien puede ostentarlacon legitimidad, mucha, muy intensa, muy profunda,por mucho que al tiempo la condicin de vctima seapoco deseable; y es una gura paradjica tambin por suextrao equilibrio entre particularidad y universalidad,pues aunque entendemos que el sufrimiento se vive conintensidad intransferible que es indecible, pensamos,que no se puede contar, decimos o difcilmente transfe-rible slo otros igual que ellas los comprenden, arma

    el tpico, la condicin de vctima constituye uno de loscatalizadores ms intensos de la solidaridad social hoy;esto es, las vctimas son uno aislados, solos, incomuni-cados y son tambin multitud.

    La envidia de pena, o el deseable encantode la vctima

    En la Navidad de 2015, en Argentina, apareci una ms,se pens que la 120, de las hijas de desaparecidos que allllaman nietas o nietos, pues son las Abuelas de Plazade Mayo las que suelen liderar su bsqueda y, en este caso,recuperacin. Se trataba de la nieta de Chicha Mariani,Clara Anah, secuestrada con apenas tres meses en unoperativo del Ejrcito argentino, recuperada, se crea, 39aos despus. La noticia corri rpidamente, recorri laprensa y gener una intensa algaraba en las redes sociales.

    su marcado familismo (Vecchioli 2005), la centralidad delas vctimas de raz poltica en la construccin de las narra-tivas nacionales postransicionales (Piper 2005) o las muchaspolticas nacionales de administracin del dolor (Aparicio2012; Castillejo 2009). Tampoco es de desdear la produccinespaola en la materia.

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    Los intensos y tambin muy institucionalizadoscircuitos que en los ltimos quince aos se fueronorganizando en aquel pas en torno a las reclama-ciones por los derechos humanos trasladaron la buenanueva con la rapidez con la que corre la plvora. Noera la primera vez que esto ocurra 119 nietos habanaparecido antes pero el caso tena algunas singu-laridades que explicaban la intensidad especial de lacelebracin: la Abuela de la nia, ahora una adulta de 39aos, fue fundadora y presidenta de las Abuelas de Plazade Mayo y es un personaje de cierta notoriedad pblica,con mucho predicamento en los circuitos del activismoen pro de los derechos humanos en Argentina y conuna fundacin,3 la fundacin Clara Anah, que ayudaba amantener el caso presente en la memoria; el secuestro,desaparicin y asesinato de los padres de Clara Anah,aun no siendo ni ms brutales ni ms dramticos queotros, s tuvo algunas caractersticas que contribuana singularizarlo; una magnca novela, La casa de los conejos (Alcoba 2008), recreaba la vida de la clula deMontoneros a la que pertenecan los padres de Clara

    Anah antes de su desaparicinY adems, y sobre todo, desde la celebrrima aparicinen agosto de 2014 del nieto de la presidenta de lasAbuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto (Gatti 2014b),la celebracin de estas reapariciones haba adoptadouna cierta ritualidad, algo banal, algo pop, que en estecaso tambin se dio. Siguiendo sus reglas, en apenasun da, se desplegaron los festejos, las manifestacionespblicas y privadas de alegra y las celebraciones:Bienvenida Clara Anah, Lleg la 120, ahora el 121,las Abuelas son lo mejor de Argentina La esta era,una vez ms, unnime, sincera, sensible, sentida.

    Pero a los dos das salta la noticia que quiebra losnimos: el cotejo de las muestras de ADN entre quiendijo ser Clara Anah y su abuela revelaba que no haba vnculo biolgico entre ambas. La vctima no lo era .Usurpadora, mentirosa patolgica, farsante,impostora, codiciosa, se dijo. La vctima era una falsa vctima . No era ms Clara Anah Mariani. Volva a sernadie, Mara Elena Wehrli, slo una hurfana sin unahistoria destacable detrs (Leguizamn 2015).

    No es la primera de la historia: Enric Marco, en Espaa,que alcanz altas cotas de popularidad y cierto poderen lo que algunos han llamado industria de la memoriahistrica (Cercas 2014), se hizo pasar por supervivientedel campo de concentracin nazi de Flossenbrg, sinserlo; en Estados Unidos, Tania Head/Alicia Esteve pasdurante seis aos por vctima de los atentados del 11 deseptiembre de 2001 en Nueva York, llegando a dirigiruna de las asociaciones que agrupaba a las vctimas ylos afectados por aquellos hechos; Somaly Mam, que

    3 Su sitio web, muy desfasado actualmente, puede orientar allector interesado sobre estas peculia ridades, https://funda-cionanahi.wordpress.com

    construy una dura biografa de esclava sexual, que lallev a las ms altas cimas en la escala de las vctimasreconocidas (Premio Prncipe de Asturias, NacionesUnidas), construy con datos inciertos parte impor-tante de su historia de dolor.

    Son stas, o la de la falsa Clara Anah, manifestacionesde simples patologas? Acaso son apenas una muestrams de a dnde pueden llegar las argucias del pcaro?Aunque una y otras son las explicaciones ms al uso,ni una ni otra pueden conformar las inquietudes de uncientco social. Apostemos por otra hiptesis: estoscasos son muestras de las consecuencias no deseadas,es claro de la institucionalizacin de las maquinariasdel humanitarismo, maquinarias que generan las condi-ciones de su propia posibilidad y que requieren ocios,experticias que las armonicen, testimonios que les dencalor y relato y tambin vctimas que les proporcionencarnadura, materialidad sufriente.

    Hace ya unos aos, en 1997, Jean-Michel Chaumont

    propuso entender la comparecencia masiva al espaciopblico de vctimas del Holocausto con el trminoconcurrencia, concurrence , es decir, competencia.Aunque asociado a una situacin indeseable el sufri-miento pasado, ser vctima daba acceso a bienesdeseables reconocimiento, visibilidad, identidad.Planteada as, la cuestin de casos como el ClaraAnah y las otras falsas vctimas no se dirime en un ejedelimitado en los extremos por la verdad o la mentira;esto es, no se trata aqu ni de saber ni de juzgar sise es o no vctima de verdad, si se es un sufriente real:Qu delimita el sufrimiento legtimo del intolerable?Cul es el sufrimiento reconocido? Es vctima todo

    aquel que sufre? Quin sufre de verdad? Quin es,entonces, una vctima? La categora es demasiadoescurridiza y muy poco universalizable para que nostomemos en serio la posibilidad de hablar con basesociolgica de verdaderas y falsas vctimas.

    La cuestin pasa entonces por saber cmo se otorgareconocimiento al sufrimiento, cul es el estatuto quealcanza aquel que es nombrado por esa condicin la desufriente, la de vctima y cul es la centralidad de esacondicin en el espacio social que la contiene, y lo queestar en esa condicin comporta: Piedad? Ayudas?Dinero? Poder? Olvido? Prebendas? Identidad?Dolor? Patetismo? (In)existencia social? Silencio?

    De todo hay, de todo ha habido. Hoy la posicin social dela vctima suscita no slo la concurrence , en el sentidode Chaumont, sino tambin la concurrencia, a saber:multitud son los que concurren a ese lugar social (Gatti2014a), los que acuden al tentador llamado de la vctima.Miles de personas demandan, en efecto, ser recono-cidas a travs de lo que les ha hecho sufrir; cientos demiles reclaman ser nombradas por lo que han padecidoo padecen; millones entienden, entendemos, que somosciudadanos a travs de algo, lo que sea, la causa importa

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    poco, que justamente impide que lo seamos. El deseode ser vctima invade, s, la sociedad contempornea:otorga reconocimiento, ayuda a salir de la invisibilidadsocial y colectiva Permite existir a quienes, si no, insta-lados en otras categoras, raramente resultan audibles.

    Dicen que Mara Elena Wehrli, cuando se present en laFundacin Clara Anah, dijo: Soy hija de desaparecidos.Estoy buscando mi identidad. No menta. Poda habersido una vctima de ETA en Espaa, un sobreviviente deAuschwitz, una sobreviviente del 11-M de Madrid o del11-S de Nueva York, o una vctima de las FARC o de algngrupo paramilitar en Colombia. Deseaba ser alguien ,ocupar un lugar que se reconociese y abandonar el lugarde los nadie: hospicios, orfanatos, pobreras, historiasannimas La nada. Envidiaba la pena de otros, que erapena nombrada, visible, reconocida. Hoy, ser vctimaes nada ms y nada menos que una va de acceso a lacondicin de ciudadano.

    Referencias1. Agier, Michel. 2008.Grer les indsirables. Des camps

    des rfugis au gouvernement humanitaire . Pars:Flammarion.

    2. Alcoba, Laura. 2008. La casa de los conejos. BuenosAires: Edhasa.

    3. Aparicio, Juan Ricardo. 2012. Rumores, residuos y Estado en la mejor esquina de Amrica . Bogot :Ediciones Uniandes.

    4. Boltanski, Luc. 1993. La souffrance distance . Pars:Folio.

    5. Butler, Judith. 2006. El poder del duelo y la violencia.

    Buenos Aires: Paids.6. Castillejo, Alejandro. 2009. Los archivos del dolor.Bogot: Ediciones Uniandes.

    7. Cercas, Javier. 2014. El impostor. Madrid: RandomHouse.

    8. Chaumont, Jean-Michel. 1997. La concurrence des victimes. Gnocides, identit, reconnaissance . Pars: LaDcouverte.

    9. Erner, Guillaume. 2007. La socit des victimes. Pars:La Dcouverte.

    10. Fassin, D. y R. Rechtman. 2007. Lempire du trauma-tisme. Enqute sur la condition de victime . Pars:Flammarion.

    11. Garapon, Antoine y Denis Salas. 2007. La victimeplutt que le droit. Esprit 11: 74-82

    12. Gatti, Gabriel. 2014a. Como la [vctima] espaolano hay. (Pistas confusas para poder seguir de cerca y entender la singular vida de un personaje socialen pleno esplendor). Kamchatka 4: 275-292. http://dx.doi.org/10.7203/KAM.4.4141

    13. Gatti, Gabriel. 2014b. Las Abuelas, el gobierno de lasangre y la banalidad del bien. Brecha 5/9. http://brecha.com.uy/las-abuelas-el-gobierno-de-la-san-gre-y-la-banalidad-del-bien/

    14. Jelin, Elizabeth. 2002. Los trabajos de la memoria.Buenos Aires: Siglo XXI Editores.

    15. Jimeno, Myriam. 2008. Lenguaje, subjetividad yexperiencias de violencia. En Veena Das: Sujetos del dolor, agentes de dignidad , editado por FranciscoOrtega, 261-292. Bogot: Ponticia UniversidadJaveriana.

    16. Kleinmann, Arthur, Veena Das y Margaret M. Lock,eds. 1997. Social Suffering. Berkeley: University ofCalifornia Press.

    17. Lefranc, Sandrine y Lilian Mathieu, dir. 2009. Mobili- sations de victimes . Rennes: Presses Universitaires deRennes.

    18. Leguizamn, Dante. 2015. Quin soy? Dndeestoy?. Revista Anbia . http://www.revistaanbia.com/cronica/quien-soy-donde-estoy/

    19. Ortega, Francisco, ed. 2008. Veena Das : Sujetos del dolor, agentes de dignidad. Bogot: Ponticia Univer-sidad Javeriana.

    20. Piper, Isabel. 2005. Obstinaciones de la memoria,

    disertacin doctoral, Universidad Autnoma deBarcelona.21. Vecchioli, Virginia. 2005. La nacin como familia.

    Metforas polticas en el movimiento argentinopor los derechos humanos. En Cultura y poltica en etnografas sobre la Argentina , compilado por GermnSoprano y Sabina Frederic, 241-270. Buenos Aires:Universidad Nacional de Quilmes Prometeo.

    22. Wieviorka, Michel. 2003. Lmergence des victimes. Sphera publica 3 : 19-38.