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1 El legado de Roma Contexto histórico Desde una fecha indeterminada, que podemos poner en el 753 a.C. siguiendo la tradición, hasta la época de Trajano en el siglo II, el Estado romano no dejó de crecer. Mediante sucesivas guerras se fue apoderando de territorios hasta llegar a su máxima expansión. Un momento clave en esa expansión fueron las guerra púnicas. En la primera los romanos traspasaron la península itálica al anexionarse, tras su victoria, Córcega, Cerdeña y Sicilia. Además se fueron extendiendo por el sur de lo que actualmente llamamos Francia, incorporando colonias griegas hasta llegar a la actual Cataluña. La segunda guerra púnica fue más decisiva. En ella Roma estuvo a punto de desaparecer pero, paradójicamente, salió de ella como la potencia hegemónica en el Mediterráneo occidental. Se anexionó o hizo dependiente de sí todos los territorios de los cartagineses, entre ellos una buena parte de Hispania. En un principio los pueblos ibéricos pensaron que Roma los había librado de los cartaginenses, pero pronto se dieron cuenta de que simplemente, habían cambiado de dueño. Comenzó así un proceso de siglos que se denomina romanización. Es un invento romano, aunque no un invento buscado. Los romanos lo hicieron, por así decir, sin querer. Posteriormente otros imperios tomarían la romanización como ejemplo de su propia manera de hacer, esta vez sí conscientemente. ¿Qué es esto de la romanización? Lo intentaremos resumir, aunque, evidentemente, es un proceso muy complejo. En primer lugar, hay varios factores que confluyen: 1. Los romanos se consideraban un pueblo elegido para gobernar a otros pueblos, evidentemente inferiores. Este hecho, para ellos, se demostraba en dos cuestiones: los dioses los apoyaban porque eran un pueblo con múltiples virtudes y, como consecuencia de ello, sucedía el otro factor, sus victorias eran continuas, no había pueblo que los pudiera vencer. Como pueblo superior que eran, era evidente que tenían más derechos que los demás y que su cultura y forma de hacer eran superiores. En este último aspecto solo se doblegaron, en parte, ante los griegos. Por tanto los demás pueblos estaban hechos para servirles y su cultura no pasaba de ser curiosidades llamativas. 2. Según el Estado romano iba creciendo se hacía más difícil mantener una estructura para el ejército basada en ciudadanossoldados. En un principio, las tropas romanas eran ciudadanos que, por un tiempo, dejaban sus labores para defender a la patria. El concepto de ciudadano fue evolucionando desde nacidos en Roma de padres romanos hasta itálicos en general en época de la tercera guerra púnica. Sin embargo un territorio tan grande exigía un ejército que no podía funcionar por temporadas y así se fue profesionalizando. La profesionalización del ejército trajo consigo la paga. Los soldados cobraban y no solo el botín. Sin embargo esta no era muy cuantiosa, pues la mayor parte del botín la llevaban los oficiales. Era así que después de veinte o treinta años de servicio, los soldados no tenían nada. Mario ideó para ello repartir tierras conquistadas entre los veteranos. La idea tuvo sus problemas, pero prosperó. Ahora combinemos estos dos factores y más que se podrían comentar en un territorio cualquiera del imperio romano y tendríamos lo siguiente: En un mismo territorio podían existir:

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  1  

El  legado  de  Roma  Contexto  histórico  Desde   una   fecha   indeterminada,   que   podemos   poner   en   el   753   a.C.   siguiendo   la  

tradición,   hasta   la   época   de   Trajano   en   el   siglo   II,   el   Estado   romano   no   dejó   de   crecer.  Mediante   sucesivas   guerras   se   fue   apoderando   de   territorios   hasta   llegar   a   su   máxima  expansión.  

Un  momento   clave   en   esa   expansión   fueron   las   guerra   púnicas.   En   la   primera   los  romanos  traspasaron  la  península  itálica  al  anexionarse,  tras  su  victoria,  Córcega,  Cerdeña  y  Sicilia.  Además  se  fueron  extendiendo  por  el  sur  de  lo  que  actualmente  llamamos  Francia,  incorporando  colonias  griegas  hasta  llegar  a  la  actual  Cataluña.  

La   segunda   guerra   púnica   fue   más   decisiva.   En   ella   Roma   estuvo   a   punto   de  desaparecer   pero,   paradójicamente,   salió   de   ella   como   la   potencia   hegemónica   en   el  Mediterráneo  occidental.  Se  anexionó  o  hizo  dependiente  de  sí  todos  los  territorios  de  los  cartagineses,  entre  ellos  una  buena  parte  de  Hispania.  En  un  principio  los  pueblos  ibéricos  pensaron  que  Roma  los  había   librado  de  los  cartaginenses,  pero  pronto  se  dieron  cuenta  de  que  simplemente,  habían  cambiado  de  dueño.  

Comenzó   así   un   proceso   de   siglos   que   se   denomina   romanización.   Es   un   invento  romano,  aunque  no  un  invento  buscado.  Los  romanos  lo  hicieron,  por  así  decir,  sin  querer.  Posteriormente   otros   imperios   tomarían   la   romanización   como   ejemplo   de   su   propia  manera  de  hacer,  esta  vez  sí  conscientemente.  

¿Qué  es  esto  de  la  romanización?  Lo  intentaremos  resumir,  aunque,  evidentemente,  es  un  proceso  muy  complejo.  En  primer  lugar,  hay  varios  factores  que  confluyen:  

1. Los   romanos   se   consideraban   un   pueblo   elegido   para   gobernar   a   otros   pueblos,  evidentemente  inferiores.  Este  hecho,  para  ellos,  se  demostraba  en  dos  cuestiones:  los   dioses   los   apoyaban   porque   eran   un   pueblo   con   múltiples   virtudes   y,   como  consecuencia  de  ello,  sucedía  el  otro  factor,  sus  victorias  eran  continuas,  no  había  pueblo  que  los  pudiera  vencer.  Como  pueblo  superior  que  eran,  era  evidente  que  tenían   más   derechos   que   los   demás   y   que   su   cultura   y   forma   de   hacer   eran  superiores.  En  este  último  aspecto  solo  se  doblegaron,  en  parte,  ante   los  griegos.  Por  tanto  los  demás  pueblos  estaban  hechos  para  servirles  y  su  cultura  no  pasaba  de  ser  curiosidades  llamativas.  

2. Según  el  Estado  romano  iba  creciendo  se  hacía  más  difícil  mantener  una  estructura  para   el   ejército   basada   en   ciudadanos-­‐soldados.   En   un   principio,   las   tropas  romanas  eran  ciudadanos  que,  por  un  tiempo,  dejaban  sus  labores  para  defender  a  la  patria.  El  concepto  de  ciudadano  fue  evolucionando  desde  nacidos  en  Roma  de  padres  romanos  hasta  itálicos  en  general  en  época  de  la  tercera  guerra  púnica.  Sin  embargo   un   territorio   tan   grande   exigía   un   ejército   que   no   podía   funcionar   por  temporadas  y  así  se  fue  profesionalizando.  

La   profesionalización   del   ejército   trajo   consigo   la   paga.   Los   soldados  cobraban  y  no  solo  el  botín.  Sin  embargo  esta  no  era  muy  cuantiosa,  pues  la  mayor  parte   del   botín   la   llevaban   los   oficiales.   Era   así   que   después   de   veinte   o   treinta  años  de  servicio,  los  soldados  no  tenían  nada.  Mario  ideó  para  ello  repartir  tierras  conquistadas  entre  los  veteranos.  La  idea  tuvo  sus  problemas,  pero  prosperó.  

Ahora   combinemos   estos   dos   factores   y   más   que   se   podrían   comentar   en   un  territorio  cualquiera  del  imperio  romano  y  tendríamos  lo  siguiente:  

En  un  mismo  territorio  podían  existir:  

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Pueblos  que  se  habían  aliado  con  Roma  o  no  se  habían  opuesto  a  ella.  Estos  pueblos  se  autorregulaban  internamente  pero  debían  acatar  la  autoridad  del  gobernador  romano.  

Pueblos  nuevos,  aparecidos  a  raíz  de  una  repartición  de  tierras  a  veteranos.  

Colonias  romanas  en  las  que,  al  menos  la  clase  dirigente,  eran  ciudadanos  romanos  que  vivían  en  esos  lugares  por  distintos  motivos  (ejército,  negocios,  etc.)  

No   todos   estos   pueblos   eran   iguales   puesto   que   los   ciudadanos   romanos   eran  superiores   a   los   veteranos   (gente   de   distinta   procedencia   de   la   que   hablaremos   a  continuación),  estos  a  los  nativos  y  por  último,  estos  a  los  esclavos.  

Los  veteranos  eran  gente  de  distinta  procedencia  a   los  que  había  unido  el  ejército.  Puesto   que   sus   lenguas   y   costumbres   eran   distintas,   adoptaron   las   romanas   para   su  interrelación   y,   posteriormente,   sus   descendientes   solo   conservaron   algunas  características  (o  ninguna)  de  su  origen.  

Puesto  que  es  razón  de  todo  el  mundo  progresar  y  el  poder  lo  ejercían  los  romanos,  la   mayor   parte   de   los   pueblos   se   fueron   amoldando   y,   generación   tras   generación,  perdiendo   sus   particularidades.   Así,   de   una  manera   inconsciente,   puesto   que   no   estaba  premeditado,  se  fueron  convirtiendo  en  romanos1.  

De  hecho,  según  pasaban  los  siglos,   los  romanos  fueron  extendiendo  la  ciudadanía,  primero   a   los   italianos,   después   a   los   hispanos  del   sur,   a   los   norteafricanos   y,   al   final,   a  todos  los  pueblos,  según  iban  considerando  que  estaban  suficientemente  romanizados.  

Este   proceso   por   el   cual   pueblos   diversos   fueron   absorbiendo   la   cultura   romana  hasta  entenderla  como  suya  se  denomina  romanización.  

La  Romanización  de  Hispania.  Tras  la  batalla  de  Zama,  en  el  202  a.C.,  Cartago  está  vencida.  Los  romanos  reducen  el  

imperio   cartaginés  más  o  menos  a   lo  que  hoy  en  día  es  Túnez  y   se  quedan  con  el   resto,  bien   directamente,   o   bien   a   través   de   Estados   vasallos.   Todo   el   territorio   hispano  cartaginés  pasa  a  convertirse  en  provincias  romanas2.  

Al  principio  los  hispanos  pensaban  que  los  romanos  los  habían  liberado,  pero  pronto  se  dieron  cuenta  de  que  habían  cambiado  de  dueño.  Los  romanos  no  estaban  dispuestos  a  renunciar  a  las  riquezas  de  Hispania.  

Comienza  en  ese  momento  la  romanización  de  la  península.  En  el  año  18  a.C.  Octavio  Augusto  completa  la  conquista  de  la  península  tras  doblegar  a  ástures  y  cántabros.  Cuando  esto   sucede   comienza   la   romanización   en   el   norte   pero,   en   ese  momento,   las   zonas   del  Mediterráneo  ya  están  romanizadas.  Quiere  esto  decir  que  la  romanización  tuvo  lugar  en  toda  Hispania,  pero  no  al  mismo  tiempo.  Mientras  el  sur  y  el  levante  estaban  romanizadas  a  finales  del  siglo  I  a.C.,  el  norte  peninsular  no  lo  estuvo  hasta  por  lo  menos  el  II  d.C.  Fue  

                                                                                                                         1  El  proceso  lo  podríamos  comparar,  con  las  debidas  distancias,  a  la  formación  de  los  EE.UU.  

A  los  primitivos  colonos  ingleses  se  fueron  agregando  en  el  siglo  XIX  europeos  de  todo  origen.  Los  nietos   de   los   emigrantes   hablaban   inglés   y   vivían   al  mismo   estilo   que   los   nativos   y   el   hecho   de  llamarse  entre  sí  irlandeses,  italianos,  griegos,  noruegos,  etc.  no  pasaba  de  ser  una  clasificación.  Los  muy   distintos   (negros,   indios,   etc.)   fueron   los   que   más   tardaron   pero   no   por   ello   quedaron  excluidos  de  proceso.  

2  El   territorio   en   cuestión   sería   aproximadamente   las   actuales   CC.AA.   de   Valencia,  Murcia,  Andalucía  y  Extremadura,  además  de  gran  parte  de  Castilla-­‐La  Mancha  y  el  tercio  sur  de  Portugal.  A  esto   habría   que   añadir   las   actuales   provincias   de   Tarragona,   Barcelona   y   Girona,   que   ya   eran  territorio  dependiente  de  Roma  antes  de  la  segunda  guerra  púnica.  

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por   lo   tanto   un   proceso   largo   con   distintos   estadios   y   que,   según   la   zona,   sucedió   en  distintas   épocas.   Conocemos  más   la   romanización  del   sur   y   el   este  por  dos  motivos:   fue  más  duradera  y  sucedió  en  época  de  esplendor  del  Imperio.  La  zona  norte,  en  cambio,  fue  romanizada   en   épocas   menos   documentadas   y   más   turbulentas,   por   lo   que   tenemos  menos  datos.  Sin  embargo,  no  hay  que  entender  esta  menor  documentación  como  que  no  hubo  romanización  (mito  celtista3).  Si   la  romanización  hubiera  sido  débil  en  estas  zonas,  idiomas  como  el  gallego  o  el  asturiano  no  existirían,  por  ejemplo.  

Los   romanos   trajeron   a   la   península   una   serie   de   novedades   importantes.   Su  intención   no   era   hacer   avanzar   económicamente   estas   zonas,   sino   explotarlas   para   su  beneficio.  Sin  embargo  esa  explotación  necesitaba  de  ciertas  estructuras  que  marcaron  el  futuro  de  la  península.  

La  ciudad.  La   ciudad   “urbs”   era   desconocida   antes   de   los   romanos.   Los   pueblos   indígenas  

vivían   en   aldeas,   algunas   grandes,   sin   estructura   arquitectónica   clara.   Los   romanos  importaron  de  Asia  y  extendieron  al  mundo  el  tipo  de  urbanismo  hipodámico.  

Para   una  mejor   gobernación   del   territorio,   dividieron   la   península   en   provincias4,  primero  dos,   luego   tres,  y  ya  en  época   tardía  más.  Al   frente  de  cada  provincia  estaba  un  gobernador  (procónsul,  propretor)  que  vivía  en  la  urbs  capital5.  

En  un  principio  los  romanos  no  construyeron  nuevas  capitales,  sino  que  adaptaron  las  que  ya  había:  Cartago  nova  (Hispania  citerior)  e  Hispalis  (Hispania  ulterior).  Más  tarde  fueron   readaptando  o   construyendo  otras:   Itálica   (actual   Santi   Ponce),   cerca  de  Hispalis  (Sevilla)  o  Emerita  Augusta  (Mérida),  construida  a  partir  de  un  asentamiento  de  veteranos.  En   época   clásica   (siglo   I   a.C.)  Hispania   estaba   dividida   en   tres   provincias:   Tarraconense  (capital  Tarraco),  Bética   (por  el   río  Betis,   actual  Guadalquivir)   capital   Itálica  y  Lusitania,  capital  Emerita  Augusta.  En  todas  ellas  usaron  el  sistema  hipodámico,  bien  totalmente,  si  era  de  nueva  construcción,  o  bien  readaptando  las  ciudades.  

El  sistema  hipodámico  ideal  se  basa  en  un  cuadrado.  Dos  grandes  avenidas  cruzan  el  cuadrado  de  norte  a  sur   (cardo)  y  de  este  a  oeste   (decumanus)  y  confluyen  en  una  gran  plaza  central  (foro).  En  el  foro  están  los  principales  templos  y  edificios  gubernamentales.  Las  cuatro  cuadrículas  se  organizan  en  calles  perpendiculares:  

 

                                                                                                                         3  El  celtismo  es  un  movimiento  cultural  que  reivindica  las  raíces  celtas  en  distintas  partes  de  

Europa.  En  la  península  ibérica  tiene  cierta  importancia  en  Galicia  y  Asturies.  Si  bien  es  cierto  que  en  ambos  territorios  existe  cierto  substrato  cultural  de  origen  centroeuropeo  que  podríamos  llamar  celta  (tipos  de  música  e  instrumentos,  mitología  y  narrativa  popular,  algunos  tipos  de  construcción,  etc.)  la  base  de  ambas  culturas  (idioma,  estructura  social,  reglas  jurídicas,  sistemas  de  construcción,  etc.)  es  claramente  romana.  

4  Provincia  procede  de  pro-­‐uinco,  es  decir,  territorio  conquistado.  5  Capital,  urbe  donde  reside  el  gobierno,  tiene  dos  posibles  orígenes.  Generalmente  se  acepta  

que   es   una   metáfora   del   cuerpo   humano   y   que   la   capital   gobierna   el   territorio   como   la   cabeza  (caput)  gobierna  al   cuerpo.  Pero  puede   tener  otro  origen.  En  Roma,  una  de   las   siete  colinas  es   la  capitolina   que   es,   según   la   leyenda,   donde   la   loba   amamantó   a   Rómulo   y   Remo.   En   esa   colina  estaban  los  principales  edificios  gubernamentales  y  de  ahí  que  se  tomaría  el  término  para  la  ciudad  con  edificios  de  gobierno.  

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Evidentemente,   la   estructura   ideal   tenía   que   adaptarse   al   terreno,   como   podemos  observar  en  los  planos  y  fotos  anteriores.  

Los   romanos   no   solo   trajeron   el   sistema   de   trazar   ciudades,   también   la   forma   de  construir   los   edificios   y   los   tipos   de   edificios.   El   hormigón   (invento   no   romano   pero  mejorado   mucho   por   ellos)   y   el   arco   de   medio   punto   dio   la   posibilidad   de   construir  grandes   edificios   y   estructuras   imposibles   antes   de   ellos,   como   son   los   puentes   en   ríos  anchos,  edificios  de  varias  plantas,  templos  de  grandes  dimensiones,  teatros,  etc.  

Cualquier   ciudad   hispana   de   ciertas   dimensiones   (y   por   supuesto   las   capitales)  tenían  edificios  de  este  tipo.  Así  podemos  señalar  infraestructuras  como:  

Teatros:  Baelo  Claudia  (cerca  de  Tarifa),  Gades  (Cádiz),  Carthago  Nova  (Cartagena),  Itálica   (Santi   Ponce,   cerca   de   Sevilla),   Malaca   (Málaga),   Augusta   Emerita   (Mérida),  Saguntum  (Sagunto),  Tarraco  (Tarragona),  Segobriga  (Salices,  Cuenca),  Clunia  (Coruña  de  los  Condes,  Burgos),  Regina  (Casas  de  Reina,  Badajoz).  

Anfiteatros:   Italica,   Tarraco,   Emerita,   Segobriga,   Malaca,   Carthago   Nova,   Corduba  (Córdoba)  y  alguno  más.  Destacan  los  de  las  capitales  y  el  de  Córdoba.  Alguno  de  ellos  fue  usado  para  construir  la  plaza  de  toros  encima  (Cartagena).  

Templos   religiosos:   Diana   (Mérida),   Marte   (Mérida),   Hércules   (Gades),   Culto  imperial   (Augusto-­‐Barcino(Barcelona),   Trajano(Itálica),   Adriano(Carthago   Nova)),   sin  atribución  conocida  (Corduba,  Vicus  Augusti  (Vic-­‐Barcelona)).  

Por  supuesto,  en  todos  estos  lugares  y  en  más  también  hay  restos  romanos  de  otros  tipos  de  edificaciones  aunque  son  especialmente  importantes  Mérida  e  Itálica.  

Construcciones   civiles   como   puentes,   acueductos,   y   carreteras   también   nos   han  llegado.  Algunos  de  ellos  son:  

Puentes:  Alcántara  (Toletum),  romano  (Emerita,  Corduba,  Obila  (Ávila)).  

Acueductos:  Segovia,  Aqua  Nova  y  Fontis  Aureae(Corduba),  Onuba  (Huelva).  

Maqueta  de  Augusta  Emerita  (Mérida)  Esquema  ideal  

Vista  del  ensanche  de  Pompaelum  (Pamplona)  

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En  cuanto  a  carreteras,  calzadas  o  vías,  las  principales  eran:  

Vía   Augusta:   Desde   los   Pirineos   hasta   Gades,   por   el   Mediterráneo   y   el   centro   de  Andalucía  (pasaba  por  Hispalis-­‐Itálica,  la  actual  Sevilla).  Se  desviaba  del  Mediterráneo  en  Valencia.  

Vía  de  la  Plata:  Entre  Astorga  y  Mérida,  algunos  dicen  Hispalis.  

Vía   Atlántica:   Desde   Lucus   Augusti   (Lugo)   hasta   Onuba   (Huelva)   por   la   costa  portuguesa.  

Vía  Norte:  de  Tarraco  a  Asturica  Augusti  (Astorga)  por  Aragón  y  Castilla.  

De  todas  estas  (y  más  que  había  y  hay)  nos  interesa  especialmente  la  Vía  o  Ruta  de  la  Plata   porque   se   suele   preguntar   por   ella   en   la   PAU:   Iba   de   Astorga   a   Zamora,   de   ahí   a  Cáceres   y   a   Mérida.   Actualmente   la   Ruta   de   la   Plata   es   un   atractivo   turístico   y   se   ha  alargado  por  los  dos  extremos  hasta  Gijón-­‐Xixón  por  el  norte  y  hasta  Sevilla  por  el  sur.  

El  legado  romano  en  Asturias.  Como  se  ha  mencionado  arriba,  existe  en  Asturias  un  movimiento  celtista  que  tiende  

a   infravalorar   los  aspectos   romanos   frente  a   los  celtas  o  aborigen.  Hasta  no  hace  mucho  tiempo   (unos   cincuenta  años)   se   tendía  a  decir  que   la   romanización  de   los  ástures  y   los  cántabros  fue  difícil,  tardía  y  escasa.  Hoy  en  día  ningún  historiador  consideraría  esto.  En  el  último  medio  siglo  han  ido  apareciendo  restos  romanos  abundantes  pero,  aún  así,  el  hecho  de  que  tanto  el  idioma,  como  la  regulación  legal  tradicional,  el  sistema  de  construcción  de  viviendas   y   las   calzadas   nos   hablan   de   una   romanización   profunda,   aunque,  evidentemente,  los  pueblos  anteriores  dejaran  su  impronta6.  

Lo  que   sí  parece  es  que   la   romanización   fue  desigual,  más   concentrada  en   la   zona  central  que  en  las  alas.  Sin  embargo,  en  el  sudoeste  de  Asturias  (Cangas  del  Narcea,  Tineo)  hubo  una  romanización  importante  debido  a  que  era  zona  de  minería  de  oro.  

En   la   zona   central   encontramos   restos   romanos   en   distintos   sitios,   pero  especialmente   en   el   municipio   de   Gijón-­‐Xixón.   Fuera   de   este   municipio   los   restos  pertenecen   casi   siempre   a   uillae,   es   decir,   a   caserías   de   gente   más   o   menos   poderosa  económicamente.   La  uilla  mejor   estudiada   también  está   en  este  municipio,  Veranes,   que  veremos  brevemente  después.  

Así  y  todo  se  pueden  señalar  como  restos  romanos  importantes  fuera  de  Gijón-­‐Xixón  una  fuente  en  Oviedo  (no  sabemos  si  pública  o  perteneciente  a  una  uilla),  un  puente  que  cruza  el  río  Nora  y  que  comunicaba  el  poblado  más  importante  de  la  zona,  Lucus  Asturum  (Llugo  de  Llanera)  con  el  este  y  el  sur.  En  la  zona  al  sur  de  Mieres,  La  Pola  L.lena  y  Ayer,  tenemos   restos   de   varias   uillae   alrededor   de   El   Camín   Real   de   la  Mesa,   la   antigua   ruta  hacia  Castilla  que  sigue  un  trazado  romano.  

En  el  occidente,  en  toda  la  zona  entre  Degaña  y  Taramundi,  se  pueden  observar  en  los   montes   los   canales   que   los   romanos   construían   para   su   sistema  minero,   basado   en  agujerear   y   llenar   de   agua   las   montañas   para   después   calentarlos   y   producir   la   ruina  montium,  es  decir,  la  caída  de  la  montaña.  

                                                                                                                         6  Un  claro  ejemplo  de  la  romanización  asturiana,  por  ejemplo,  son  los  topónimos  terminados  

en   –ana,   todos   ellos   de   origen   latino.   Por   ejemplo   Llaviana.   A   pesar   de   graciosos   intentos   de  explicación  de  este  topónimo,  diciendo  que  por  allí  pasaba  una  vía  que  los  nativos  llamaban  Ana,  la  realidad   es   que   procede   de   Villa   Flaviana,   es   decir,   de   una   casería   (uilla)   que   pertenecía   a   una  familia   con   nomen   Flauius.   Lo   mismo   se   puede   decir   de   Santiyana,   Curniana,   y   cualquier   otro  topónimo  terminado  en  –ana.  

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Pero,  como  se  decía  antes,  los  principales  restos  están  en  Gijón-­‐Xixón.  

Restos  romanos  de  Gijón-­‐Xixón.  El   geógrafo   griego   Estrabón   (siglo   I   d.C.)   en   su   monumental   Geographia   hace  

mención  de  que  la  ciudad  más  importante  de  los  ástures  era  Noega  y  que  esta  se  asentaba  en   una   pequeña   península.   En   los   años   70   del   siglo   XX   un   grupo   de   arqueólogos  comenzaron   a   excavar   con   cierto   método   La   Campa   Torres.   Hicieron   numerosos  descubrimientos   que   llevaban   a   pensar   que   el   asentamiento   tenía   cierta   importancia,  especialmente   por   sus   murallas   defensivas.   Es   por   ello   que   decidieron   que   ese  asentamiento  era  Noega.  No  encontraron  ni  una  sola  prueba  de  que  lo  fuera,  pero  de  tanto  repetirlo  parece  que  se  ha  hecho  verdad.  Hoy  en  día  cualquier  manual  o  página  web  dice  que  es  Noega.  

Sí   encontraron,   sin   embargo,   una   inscripción   que   nos   dice   que   los   habitantes   del  lugar   eran   los   Cilúrnigos   y   que   estaban,   al   menos,   algo   romanizados,   puesto   que   la  inscripción  está  en  latín.  

Al  otro  lado  de  la  bahía  se  asentaron  los  romanos,  en  la  actual  Cimavilla.  No  sabemos  qué  nombre  daban  al   lugar,  pero  era  un  poblado  romano  de  cierta   importancia  a   finales  del  siglo  I  d.C.  El  asentamiento  romano  tenía  muralla  (conocemos  su  trazado  porque  hubo  excavaciones,  aunque  hoy  en  día  solo  un  trozo  pequeño  se  puede  contemplar)  unas  termas  (lo  que  da   lugar  a  pensar  precisamente  que  era  un  poblado  de  cierta   importancia)  y  una  fábrica  de  salazón  de  pescado.  

Las  termas  romanas  se  consideran  el  monumento  romano  más  importante  del  norte  de  España  y,  si  bien  son  pequeñas,  como  corresponde  al  tamaño  de  la  ciudad,  tienen  todos  los   elementos   típicos   de   estas   construcciones:   hipocausto   para   baños   calientes,  frigidarium   (piscina   de   baños   fríos),   pinturas   decorativas,   etc.   No   son   las   de   una   gran  ciudad  del  sur  o  de  Roma,  pero  reflejan  bastante  bien  que  la  gente  con  posibles  de  la  zona  debía  vivir  aquí.  

El   hecho   de   que   la   ciudad   estuviera   defendida   por   un  muralla   da   a   pensar   que   la  situación  no  debía  ser  muy  pacífica.  

En  las  excavaciones  de  los  años  70  y  80  hechas  tanto  en  La  Campa  Torres  como  en  Cimavilla   se   encontraron  numerosos   restos   de   objetos   de   todo   tipo.  Algunos  de   ellos   se  

1.  Sala  audiovisual  2.  La  Muralla  Tardorromana  3.  Las  termas  de  la  cultura  romana  4.  Las  termas  de  Campo  Valdés  5.  Las  pinturas  murales  6.  Técnicas  constructivas  7.  Vida  cotidiana  y  entorno  8.  La  calefacción  en  las  termas  9.  Recuperación  de  pinturas  murales  10.  Sarcófago  medieval  Caldarium  (C)  Frigidarium  (F)  Habitación  con  zócalos  Habitación rectangular  Tepidarium  (T1)  

 

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pueden  contemplar  en  el  museo  de  las  propias  termas,  otros  en  el  de  La  Campa  Torres  y  el  resto  se  supone7  que  en  el  Arqueológico  de  Oviedo.  

En   el   año   2007   se   abrió   al   público   la   Villa   de   Veranes.   Veranes   es   una   localidad  situada  a  unos  15  kilómetros  de   la  villa  de  Gijón-­‐Xixón  en   la  antigua  carretera  a  Oviedo.  Consiste  en  una  combinación  de   restos  con  reconstrucciones  de   tipo  didáctico  de   lo  que  era  una  uilla,  es  decir,  una  unidad  autosuficiente,   lo  que  en  Asturies   tradicionalmente  se  llama  casería  o  quintana.  Una  uilla  tenía  edificios  varios,  para  los  dueños,  los  esclavos,  los  animales,  granero,  etc.  al  igual  que  una  casería  actual  (si  exceptuamos  lo  de  los  esclavos)  y  era   una   unidad   autosuficiente,   es   decir,   producía   lo   que   consumía   y,   a   veces,   algún  excedente  que  se  vendía.    

 

 

 

 

 

 

                                                                                                                         7  Se  supone  porque  a  mediados  del  primer  decenio  del  siglo  XXI  aparecieron  objetos  de  esas  

excavaciones  “escondidos”  o  “almacenados”  (depende  de  quien  lo  cuente)  en  unos  locales.  

• Horreum (granero) • Culina (cocina) • Fornax (horno) • Vestibulum (vestíbulo) • Cella (almacén) • Ambulacrum (pasillo) • Ambulacrum (pasillo / galería

porticada) • Cubiculum (dormitorio) • Exedra (sala) • Balneum (baños de la villa) • Triclinium / Oecus (comedor / sala) • Diaeta (dormitorio principal) • Oecus (espacio de representación)