El imperativo cristiano en san Pablo - L. Álvarez Verdes

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INSTITUCIÓN SAN JERÓNIMO ---------------11--------------- L. ÁL V AREZ VERDES EL IMPERATIVO CRISTIANO EN SAN PABLO La tensión indicativo-imperativo en Rom 6. Análisis estructural VALENCIA 1980

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El imperativo cristiano en san Pablo - L. Álvarez Verdes

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  • INSTITUCIN SAN JERNIMO ---------------11---------------

    L. L V AREZ VERDES

    EL IMPERATIVO CRISTIANO EN SAN PABLO

    La tensin indicativo-imperativo en Rom 6. Anlisis estructural

    VALENCIA 1980

  • EL IMPERATIVO CRISTIANO EN SAN PABLO

  • INSTITUCION SAN JERONIMO ---------------11---------------

    L. AL V AREZ VERDES

    EL IMPERATIVO CRISTIANO EN SAN PABLO

    La tensin indicativo-imperativo en Rom 6. Anlisis estructural

    VALENCIA

    1980

  • Con las debidas licencias

    L. Alvarez Verdes

    PRINI'ED IN SPAIN

    IMPRESO EN ESPAA

    l. S. B. N. 84-85873-()()-9

    DEPSITO LEGAL: V. 2.707- 1980

    ARTES GRFICAS S'OLER, S. A. - LIVERETA, 28 -VALENCIA (18) - 1980

  • NDICE GENERAL

    Pgs.

    INTRODUCCIN . . . .. . . .. . .. .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . . .. 9

    CAPTULO PRIMERO: CUESTIONES PRELIMINARES 23 1. Rom 6 en el contexto general de la carta . .. 26 2. Variantes textuales . .. . .. .. . . .. . .. .. . . .. .. . 35

    CAPTULO SEGUNDO: ESTRUCTURACiN A NIVEL DE EXPRESiN FORMAL 39

    1. Ambito de la estructuracin formal .. . .. . . .. .. . .. . 39 2. Delimitacin formal de la unidad de anlisis ... ... 41 3. Marcas de estructuracin general de Rom 6 . . . . . . 44

    a) Estructuracin de la secuencia iniciada en 6, 1 45 b) Estructuracin de la secuencia iniciada en 6, 15 52

    4. Estructuracin formal interna .. . .. . .. . .. . ... .. . .. . 55 A. La premisa (5, 20-21) .. . .. . .. . .. . . .. .. . ... .. . 55 B. Secuencia primera (6, 1-14) .. . . .. ... .. . ... . .. . .. 57

    a. Percopa introductoria (6, 1-2a) ... ... ... . .. ... ... ... 57 h. Seccin A (6, 2b-4) .. . .. . .. . .. . .. . ... .. . .. . ... ... 58 c. Seccin B (6, 5-7) ... ... ... ... ... .. . ... ... .. . ... ... 60 d. Seccin C (6, 8-11) ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 63 e. Parnesis conclusiva (6, 12-41) ... .. . ... ... .. . 65

    C. Secuencia segunda (6, 15-23) . .. ... ... .. . ... ... ... ... ... 69 a. Percopa introductoria (6, 15) . .. . .. .. . .. . .. . 69 h. Seccin A (6, 16-19) .. . ... ... ... ... ... 70 c. Seccin B (6, 20-23) . .. ... .. . . .. .. . .. . .. . .. . 76

    CAPTULO TERCERO: ESTRUCTURACiN SEMANTICA 81 1. Ambito de la estructuracin semntica . .. 81 2. Transformacin del corpus en texto .. -. . . . 83 3. Anlisis semntico .. . .. . . .. .. . . .. .. . .. . . .. .. . .. . . .. .. . . .. .. . . .. 86

    a. Anlisis semntico de &p.ap1:la . .. .. . .. . .. . .. . .. . .. . 86 h. Anlisis semntico de &dva1:o~ .. . .. . .. . .. . . .. . .. .. . 89 c. Anlisis semntico de xdpt~ . .. .. . .. . .. . .. . .. . . .. . .. 92 d. Anlisis semntico de Cm~ . .. . .. .. . .. . . .. .. . .. . .. . 96

  • 4. Campos semnticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107 S. Convergencia istopa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ., . . . 117

    CAPTULO CuARTO: ESTRUCIURACiN A NIVEL DE COMPOSICiN 121

    l. Ambito del nivel de composicin . . . ... ... . .. ... . . . . .. 121 2. Cdigo de las funciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127 3. Cdigo actancial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 132

    A. El mi ten te o destinan te . . . . . . 13S B. El actante sujeto ................................ . C. Actantes auxiliar y oponente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..

    137 145

    D. Actante destinatario y actante objeto . . . . . . . . . . . . . . . 150 4. Cdigo simblico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15S

    A. Dinmica del smbolo . . . . . . . . . . . . 158 B. Cdigo simblico y cdigo cultural . . . 160 C. El simbolismo en Rom 6 . . . . .. ... ... 161

    a. El sistema simblico bautismal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 164 b. El bautismo el~ 'tDV tJ.dva'tov Xptll'to1 . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169

    S. Cdigo teolgico ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 176 A. El cdigo homolgico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177

    a. El cdigo homolgico como estructura relacional positiva. 179 b. El cdigo homolgico y la estructuracin antittica muerte-

    vida ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 18S B. Cdigo pneumatolgico .. . . .. . . . ... . . . ... . . . .. . . .. . .. .. . 191

    6. Cdigo tico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 194 A. El discurso tico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 194 B. Estructuras argumentativas . . . . . . . . . .. . . . . . . . 197

    a. El motivo 1tept1tr.t'teiv . . . . . . . . . . . . . . . 197 b. El motivo de las "armas" . . . . . . . . . . . . . . . 200 c. El motivo de los "frutos" . . . . . . . . . . . . . . . 202

    C. El cdigo de la libertad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 205

    CAPTULO QuiNTo: EL PROBLEMA ETICO A LA LUZ DE LA TENSiN INDICATIVO-IMPERATIVAL 213

    l. Sentido concreto de la tensin indicativo-iD).peratival . . . . . . . . . 213 2. Sistema indicativo-imperativa! y autonoma tica . . . . . . 219

    a. Aportacin de los modelos exegticos y teolgicos ... ... ... 221 b. La aportacin de Rom 6 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 230

    CoNCLUSIN . . . . . . . . . . . 237 APNDICE: TEXTO ESTRUCTURADO DE ROM 6 .. . . . . ... .. . . . . ... . . . 239 BtBUOGRAFA ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 243 INDICB DE AUTORES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 255

  • INTRODUCCiN

    El ttulo de nuestro estudio hace referencia a un doble centro de in-ters. Se trata en primer lugar de un tema : la tensin indicativo-impera-tivo, que evoca ya desde el principio la problemtica relacionada con la tica paulina. En segundo lugar se hace referencia a un texto. concreto, Rom 6, como objetivo directo de anlisis. En forma de subttulo se hace mencin expresa del mtodo que presidir dicho anlisis : el mtodo es-tructural. La conjuncin de estos elementos en el ttulo pretende precisar y, por lo mismo, limitar el objetivo que nos proponemos. No se trata de hacer un estudio exhaustivo del tema de la tensin indicativo-imperativa! en toda-la obra paulina ni, por otra parte, se pretende someter el captulo sexto de la carta a los Romanos a un anlisis integral, como lo podra hacer un comentario. De la multitud de aspectos y contenidos que puede ofrecer el estudio de Rom 6 la atencin se centra en un tema concreto, subordinando a l todo lo dems.

    El enunciado del tema recurre al trmino "tensin" para referirse a la relacin entre el indicativo y el imperativo. Con ello no se pretende su-gerir una toma de posicin preestablecida. El trmino "tensin" es sufi-cientemente indeterminado como para poder introducir igualmente una relacin conjuntivo-integrativa o una relacin de disyuncin u oposicin. Una cosa, sin embargo, queda excluida ya desde el principio: el tomar los materiales indicativales e imperativales como realidades dadas, que responden a formas literarias diferentes, y sobre las /que lo ms que se puede tratar de precisar es el Sitz im Leben concreto que las ha configu-rado. Al emplear el trmino tensin" queremos dejar claro el empeo por situar los elementos indicativales e imperativales dentro de un cuadro dinmico-relacional en el que el entramado de atracciones y repulsiones, generado por las diversas binas de contrarios que funcionan en el texto, permita descubrir la modalidad exacta del dinamismo que los une y los separa. Indicativo e imperativo no son, en definitiva, sino denominacio-nes categoriales que han saltado del marco de la gramtica al de la exis-

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    tencia, del nivel lingstico modal y temporal al nivel del ser y del querer. Esta esencial vinculacin del indicativo y del imperativo con el existencial humano hace que ambas categoras no slo no puedan ignorarse mutua-mente sino que funcionen en una interrelacin dialctica.

    Al formular el tema en trminos categoriales queda claro el distancia-miento con relacin a lexicalizaciones concretas. Como efectivamente tendremos ocasin de comprobar, son mltiples y variados los trminos, frmulas, esquemas que pueden servir de vehculo literario tanto de la categora "indicativo" como de la categora "imperativo". Pero, lo que es ms importante, esta categorizacin del tema permite ms fcilmente estudiar el texto como unidad global, en la que los diversos sistemas rela-cionales conspiran al servicio del todo, lo mismo que al servicio de las partes, especialmente de aqullas que pueden considerarse como nucleares.

    El tema de la tensin indicativo-imperativa! se sita en el centro del problema tico, considerado en clave bblico-teolgica. No es este un campo que haya sido precisamente privilegiado por la investigacin b-blica. 1 La exegesis, demasiado condicionada por los planteamientos de la dogmtica, se ha venido centrando durante los ltimos siglos en aquellos niveles de la obra paulina que ms directamente abordan los problemas llamados "doctrinales". De ah que se haya concedido escasa importancia no solamente a las secciones parenticas que suelen figurar en la segunda parte de las cartas sino incluso a aquellas percopas de carcter tico que aparecen integradas en las secciones doctrinales. Uno de los factores que histricamente ms ha influido en la infravaloracin del material tico paulino ha sido sin duda la concepcin luterana de la justificacin "sola gratia" o "sola fide". 2 La teologa de la reforma se ha mantenido en su estrechez ideolgica en amplios sectores de la ortodoxia protestante. Hay que reconocer, sin embargo, el marcado giro que a partir del s. XIX ha realizado la exgesis protestante por obra de algunos crculos ms direc-tamente interesados por la crtica histrica. Merecen en este sentido desta-carse las aportaciones de la escuela de Tubinga, plasmadas en forma

    1 Cfr. V. P. FuRNISH, Theology and Ethics in Paul, Nashwille-New York 1968, 7.

    2 En el Gran Catecismo (1929), art. 3, se afirma a la vez que la permanencia del pecado en el justificado, la no-importancia y la no-nocividad del mismo : "Quamquam Dei gratia per Christum impetrata est et sanctificatio ... , numquam tamen a peccatis sumus vacui et hoc camis nostrae gratia. Ita facit Spiritus Sancti gratia, ut quamquam peccatis simus contaminati, non tamen nobis noceant in chris-tianitate constitutis".

  • INTRODUCCiN 11

    programtica en la obra Paulus de Chr. Baur. 3 La doctrina de la jusL ficacin por la fe comienza as a dejar puesto a la teora del "espritu", identificado en principio con el concepto del "Geist" hegeliano. La inves-tigacin de carcter histrico serva de plataforma cultural para ver en la doctrina paulina la sntesis entre el pensamiento judaico y el helenista. Aunque esto implicaba en cierta manera una valorizacin del material tico paulino, es lgico que tal solucin no poda ser considerada como satisfactoria por parte de muchos pensadores que, con el acentuarse del vitalismo y del romanticismo, se sentan cada vez ms distanciados de las tesis de corte racionalista. De ah que a finales del s. XIX encontrasen fcil acogida las aportaciones de la escuela de la historia de las religiones y concretamente la tesis de H. Gunkel que interpreta el "pneuma" en Pablo no ya como el espritu absoluto de corte helenstico-hegeliano, sino como una fuerza sobrenatural que desde fuera acta en el hombre. 4

    En el amplio "conspectus" histrico que A. Juncker ofrece al principio de su obra sobre la tica paulina s pone de manifiesto el esfuerzo realizado por H. Fr. Th. Ernesti 6 en orden a presentar una explicacin coherente del pensamiento tico de Pablo. De hecho algunos de los principios avan-zados por Ernesti seguirn presentes en la obra del propio Juncker. Para Ernesti el indicativo cristiano debe ser visto como don del Espritu, fruto inmediato de la comunin vital con Cristo (Lebensgemeinschaft) que funda una verdadera interpenetracin (Ineinandersein) de las actividades divina y humana. La obediencia humana aparece as como algo natural y necesario. Para mantener la validez del imperativo Ernesti recurre a la distincin entre "centro" de la personalidad y "periferia" : con la conver-sin se inicia en el cristiano un proceso vital que bajo la fuerza del Es-pritu Santo y la colaboracin del sujeto tiende a invadir todos los m-bitos de la existencia. En trminos muy semejantes se expresa H. von Soden, 7 si bien sustituye las expresiones de interpenetracin y connatu-ralidad o espontaneidad por las de fusin y de libertad. Con ello sigue,

    3 CH. BAUR, Paulus, der Apostel Jesus Christi. Ein Beitrag zur kritischen Ge-schichte des Urchristentums, Leipzig 21866. Cfr. A. KIRCHGASSNER, Erlosung und Snde im Neuen Testament, Freiburg 1950, 5.

    4 H. GuNKEL, Die Wirkungen des heiligen Geistes nach der populiiren An-schauung der Apostolischen Zeit und der Lehre des Apostels Paulus. Eine biblisch-theologische Studie, Gottingen 1888.

    s A. JuNCKER, Die Ethik des Apostels Paulus, Halle 1904. 1919. 6 H. F. ERNESTI, Die Ethk des Apostels Paulus in ihren Grundzgen darge-

    ste/lt, Braunsweig 1868. 7 H. VON SoDEN, "Die Ethik des Apostels Paulus", ZThK 2 (1892) 109-145.

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    sin embargo, en pie el problema principal que emerge de la teora de Ernesti: cmo hablar de imperativo tico cuando se acenta de tal ma-nera el determinismo sobrenatural?

    La dificultad de dar una respuesta adecuada al problema se hace espe-cialmente presente en la obra de P. Wernle que oscila entre las posturas extremas de un determinismo indicativa!, que rechaza como espreo cual-quier tipo de solucin de carcter imperativa!, y un eticismo a ultranza que reduce el indicativo a pura formulacin "enftica" del imperativo (versirkte Imperative). Para Wernle la antinomia indicativo-imperativo obedece a dos perspectivas doctrinales irreductibles que habran llevado a Pablo a la conjuncin de dos ticas opuestas : una tica del milagro, construida sobre las categoras de la gracia y de la nueva vida en el Espritu, y una tica de la voluntad. El Pablo carismtico de la experien-cia de Damasco, invadido por el entusiasmo de la espera de la prxima . parusa, habra proclamado ante todo una tica de carcter pneumtico, frente a la cual los desrdenes advertidos en las primeras comunidades no pasaran de simples episodios perifricos. En este contexto la par-nesis no sera sino una incongruente concesin del Pablo carismtico al Pablo misionero con excesiva dependencia a1.1n de la halakah judaica. Una ulterior reflexin, motivada en parte por las numerosas crticas recibidas, movera ms tarde a Wernle a desprivilegiar lo indicativa! situndolo en el plano de lo ideal. 8

    8 La evolucin en el pensamiento de P. WERNLE es uno de los sntomas ms evidentes de las dificultades objetivas que presentaba la cuesti'n indicativo-impera-tivo a finales del s. xfX. En su obra Der Christ und die Snde (Freiburg i.Br.-Leipzig 1897) P. Wernle adopta una postura radical en la interpretacin del indi-cativo paulino: el cristiano dominado por el Espritu no puede pecar. En una lgica estricta no cabe, pues, hablar de una verdadera tica en Pablo. Este radi-calismo le costara la ctedra en la universidad de Basilea. Ms tarde suavizar su postura, reconociendo que Pablo no debe ser visto como un exaltado idealista y que el imperativo debe ser considerado como parte integrante de su doctrina; estas ideas las expone en su libro Die Anfange unserer Religion (Tbingen 1901). Fi-nalmente, con ocasin de la crtica que hace en ThLZ (1909) 586-590 al libro de H. Windisch (Taufe und Snde im altesten Christentum bis auf Orgenes) se pone decididamente de parte del imperativo, infravalorando el indicativo hasta el punto de considerar tales expresiones como "verstarkte Imperative" o simples formu-laciones enfticas del imperativo. La cuestin del indicativo-imperativo est de una u otra manera presente en la mayora de los telogos protestantes de esta poca. Cfr. A. ScHoLz, "Zur Lehre vom armen Snder", ZThK (1896) 463-491; C. CLEMEN, Die christliche Lehre van der Snde, Giessen 1897; H. J. HoLZMANN, Lehrbuch der neutestamentliche Theologie, II, Freiburg i.Br.-Leipzig 1897; H. JAKOBY, N eutestamentsethik, Ktinigsberg 1899; H. WEINEL, Paulus, Tbingen 1904; lDEM, Biblische Theologie des Neuen Testaments, Tbingen 1911. Para una historia ms

  • INTRODUCCiN 13

    El tema de la relacin indicativo-imperativo seguir de una u otra manera presente en toda la teologa protestante de las primeras dcadas del s. :xx, con la lgica repercusin en las tesis clsicas del protestantismo. A. Schweitzer 9 no tendr inconveniente en proclamar la marginalidad de la doctrina de la justificacin en el conjunto del pensamiento paulino, mientras acenta la vertiente mstico-escatolgica, en cuyo contexto el imperativo tico se presenta como la expresin externa de la transfor-macin interna en Cristo. La proyeccin tica aparece as profundamente marcada por la "provisionalidad" (tica "interim") y el despegue frente a las realidades creadas.

    La aplicacin del mtodo de la historia de las formas ofrecera la va a nuevas hiptesis explicativas del pensamiento paulino, como las avan-zadas por M. Dibelius y R. Bultmann. M. Dibelius somete a anlisis ante todo las secciones parenticas de la obra de Pablo, cuya heteroge neidad con relacin a las secciones doctrinales de la obra considera un hecho evidente. El Pablo de las secciones doctrinales, demasiado preocu-pado por la proximidad de la parusa, no habra mostrado mayor preo-cupacin por el problema tico. Slo el desengao del retraso del fin le habra obligado a integrar en su obra un material tico que acusa su origen helenista y judaico. M. Dibelius no siente, pues, la necesidad de estudiar la posible relacin intrnseca entre el indicativo y el imperativo, ya que en su opinin Pablo no habra hecho ms que "etiquetar" como cristiana una tica que en principio era ajena a su explicacin teolgica. 10 R. Bultmann abordar el problema de forma mucho ms directa, haciendo recurso para ello no solamente a la clsica doctrina protestante de la jus-tificacin sino de forma muy especial a los principios que le brindaba la filosofa existencialista. La nueva situacin del cristiano no supone una ruptura con el pasado. El justificado no es portador de nada cualitativa-mente permanente. Todo para l se juega en cada momento al tomar la decisin existencial. JI La gracia debe ser concebida a nivel de evento,

    completa de la cuestin cfr. A. JuNCKER, o. c.; A. KIRCHGASNER, ErlOsung und Snde im Neuen Testament, Freiburg i.Br.1950.

    9 A. SCHWEI1ZER, Die Mystik des Apostels Paulus, Tbingen 1930; IDEM, Geschichte der paulinischen Forschung von der Reformation bis auf die Gegenwart, Tbingen 21933.

    JO M. DIBELIUS, Geschichte der urchristlichen Literatur, Berlin 1926; lDEM, Die Formgeschichte des Evangeliums, Tbingen 31966; IDEM, Paulus, editado y com pletado por W. G. KMMEL, Berlin 1951, 31964.

    JI La no-ruptura real con el pasado es claramente afirmada por R. BuLTMANN en su artculo "Das Problem der Ethik bei Paulus", ZNW 23 (1924) 139: "Das

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    como llamada concreta de Dios al hombre concreto, a quien se le exige una obediencia radical. He aqu el campo propio del imperativo, que no puede ser desfigurado sacndolo del campo de la fe para proyectarlo sobre la realidad emprica. La tica propiamente dicha quedara as fuera de la rbita inmediata del imperativo cristiano. Esta reclusin del imperativo cristiano en el solo campo de la fe no poda menos de suscitar extraeza y asombro. De ah que no se hiciera esperar la crtica de parte de nume-rosos telogos. As H. Windisch reprochaba a Bultmann el haber adop-tado criterios exclusivistas. El problema del imperativo cristiano encuentra elementos de explicacin, afirma Windisch, no solamente en la doctrina de la justificacin sino ante todo en la doctrina del bautismo y en la del Espritu. De igual manera considera inadmisible la eliminacin de lo em-prico del rea del imperativo. Hay que admitir, escribe, una doble esfera de actuacin: la esfera de lo celeste (en la que se sita el indicativo) y la esfera de lo terreno (en la que se realiza el imperativo). Lo que Dios realiza en la esfera de lo inconstatable (justificacin) debe tener su corres-pondencia en el nivel de lo emprico (wahmehmbar) a travs de la im-plicacin tica del hombre. Slo cuando ambos niveles funcionan para-lelamente concede Dios la salvacin escatolgica. 12 La crtica de Windisch a Bultmann es sin duda vlida ; lo que ya no nos parece tan vlida es la solucin alternativa que propone al hablar de esferas de accin paralelas y no ya de un sistema de relacin intrnseco, como aflora inmediatamente de la lectura del texto paulino. 13

    En el campo de la teologa catlica el tema de la relacin indicativo-imperativo no ha obtenido un tratamiento tan amplio como es el campo

    darf dann auch so formuliert werden, dass der GHiubige nie aufhi:irt ein dcre~"lj

  • INTRODUCCiN 15

    protestante, debido en no pequea parte a que ya en partida se contaba con unos presupuestos bsicos que garantizaban por un lado la consisten-cia objetiva del indicativo cristiano (doctrina de la justificacin, doctrina sacramental, pneumatolgica, etc.) mientras preconizaban la necesidad absoluta del imperativo tico o de una praxis de vida cristiana. De hecho en la mayor parte de las obras de teologa del Nuevo Testamento, in-cluso en aquellas que ms directamente se ocupan de la vertiente tica, nuestro tema o es totalmente soslayado o es estudiado de forma parcial e incompleta. 14

    Por nuestra parte estimamos que no es posible abordar con seriedad el problema de la tica cristiana (con los graves problemas que se plan-tean en la actualidad, como el de la autonoma, el de la especificidad, etc.) sin un estudio en profundidad del problema indicativo-impera-tiva!. Tanto ms que la ambigedad que reina en la moral, como muy acertadamente seala Th. C. Oden, 15 se ha proyectado de una u otra manera sobre el estudio de la tica bblica, especialmente de la tica paulina. 16 Ello se ha debido a que los autores se han mostrado en general ms preocupados en llevar adelante una determinada precomprensin ideo-lgica que en realizar un estudio de autntica fidelidad al texto bblico.

    El estudio del problema indicativo-imperativo no debe identificarse con el llamado estudio de las "motivaciones" en las que frecuentemente se apoya el apstol en sus exhortaciones, si bien hay que reconocer que un estudio analtico de este tipo que alcance a la obra paulina en su

    14 Cfr. R. SCHNACKENBURG, Die sittliche Botschaft des Neuen Testaments (HdM 6), Mnchen 21962; C. SPICQ, Thologie mora/e du Nouveau Testament, Paris 21970; K. H. ScHELKLE, Theologie des Neuen Testaments, 111, Ethos, Dsseldorf 1970. Con ocasin del comentario a las cartas de Romanos y Glatas dedican sendos excursos al tema O. Kuss, Der Romerbref, Regensburg 1963, 33%-413; H. SCHLIER, Der Brief an die Galater, Gottingen 51971 (trad. espa. Salamanca 1975, 306-322). Desde el punto de vista de la justificacin estudia el tema E. Mocsv, "Problema imperativi ethici in iustificatione paulina", VD 25 (1947) 204-217; 264-269; J. MuRPHY-O'CoNNOR, L'existence chrtienne selon Saint Paul, Pars 1974.

    15 Th. C. OoEN, o. c., 131. 16 Basta ver cmo formulan algunos autores lo que ellos consideran el ncleo

    esencial de la tica paulina. P. RAMsEY (Basic Christian Ethics, New York 1950, 75ss) recurre a la expresin "ama y haz lo que quieras", G. F. THOMAS habla de una "tica de redencin y una tica para regenerados (Christian Ethics and Moral Philosophy, New York 1955, 87), por su parte E. BRUNNER llega al extremo de considerar el material tico paulino como simples "instrucciones pedaggicas... que no obligan en conciencia" (Das Gebot und die Ordnungen, Zrich 1939, 581, n. 8).

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    totalidad no podr menos de dejar traslucir la estructura profunda que subyace como comn denominador. 17

    Como objeto inmediato de nuestro anlisis hemos escogido el cap. 6 de la carta a los Romanos, prefirindolo a cualquier captulo de las lla-madas secciones parenticas por tratar del problema tico en cuanto tal, cuestionndolo en funcin misma del ser cristiano, desarrollado en pers-pectiva cristolgica en los captulos precedentes (cfr. Rom 3, 21-5, 21). Por otra parte, Rom 6 ofrece un amplio nmero de cdigos semiticos que permiten estudiar el tema desde una perspectiva unitaria a nivel dec discurso y que son, a la vez, verdaderamente representativos del pensa-miento expuesto por Pablo en toda su obra.

    El mtodo de investigacin que nos hemos propuesto seguir -el m-todo estructural- no es simplemente un mtodo ms dentro del amplio abanico de mtodos cientficamente vlidos empleados por la exgesis bblica. El mtodo estructural supone en realidad un giro :radical en la precomprensin del texto bblico. 18 Durante los dos ltimos siglos la exgesis bblica ha venido considerando un deber de cientificidad el ate-nerse a los criterios impuestos por los mtodos histrico-crticos (crtica textual, crtica literaria, historia de las formas, historia de la redaccin). La precomprensin que preside estos mtodos de paradigma histrico -igualmente aceptados por la exgesis protestante 19 y por la exgesis

    17 Entre las publicaciones que estudian las "motivaciones" de la tica paulina merecen citarse: A. ZILLESSEN, "Die Begrndung der sittlichen Forderungen bei Jesus und Paulus", en Theologische Arbeiten aus dem Rhein. Predigervercin, N. F. 8 (1901) 33-71; E. VON DoBSCHTZ, "The most Important Motives for Be-havior in the Life of the early Christians", en: The American Journal of Theology 15 (1911) 505-524; M. E. ANnREWS, "The Problem of Motive in the Ethics of Paul", JR 13 (1933) 200-215; A. A. THOMPSON, Motivation in the Ethics of Paul. Phil. Diss. Harward University 1952; L. NIEDER, Die Motive der religiOs-sittlichen Pariinese in den paulinischen Gemeindebriefen. Ein Beitrag zur paulinischen Ethik, Mnchen 1956; H. Fr. VON CAMPENHAUSEN, Die Begrndung der kirchlichen Entscheidungen beim Apostel Paulus. Zur Grundlegung des Kirchenrechts, Heidel-berg 1965; M. H. GRUMM, "Motivation in Paul's Epistles", CThM 35 (1964) 210-218; W. SCHRAGE, Die konkreten Einzelgebote "In der paulinischen Pariinese. Ein Beitrag zur neutestamentlichen Ethik, Gtersloh 1961; O. MERK, Handeln aus Glauben. Die Motivierungen der paulinischen Etlzik, Marburg 1968.

    18 Cfr. D. PATTE, Wlzat is Structural Exegesis?, Philadelphia 1976; V. K. RoB-BINS, "Structuralism in Biblical Interpretation and Theology", The Tomist 42 (1978) 349-372, hic 350.

    19 W. G. KMMEL, Das Neue Testament. Geschiclzte der Erforschung seiner Probleme, Freiburg-Mnchen 1958; A. VAN HARVEY, Tlze Historian and the Believer, New York 1966.

  • INTRODUCCiN 17

    catlica- 20 parte del carcter esencialmente diacrnico del texto. El hombre es considerado como el verdadero creador de la significacin ; reconstruyendo el proceso de evolucin de una idea o de un smbolo se llega necesariamente al autor (individuo o grupo) y a lo que l quera expresar. La verdad es vista en clave histrica, como algo objetivable a travs del dato (dichos, hechos de la persona o grupo). 21 El giro funda-mental que frente a los mtodos histrico-crticos supone el mtodo es-tructural consiste ante todo en centrarse en el texto en cuanto tal, dejando de lado los elementos de carcter diacrnico. El texto es visto en perspec-tiva sincrnica, como expresin lingstica de las estructuras de significado. El objetivo primario del exegeta estructuralista es el de descubrir los sistemas semiticos que funcionan en el texto, el primero y fundamental de los cuales es el lenguaje en cuanto tal, en relacin con el cual todos los dems (vgr. sistema narrativo, sistema simblico-mtico ... ) deben con-siderarse ms bien como subsistemas, al servicio siempre de la comunica-cin. En esta perspectiva el autor no es visto como el creador absoluto de la significacin; las estructuras preexisten normalmente al autor, aunque a nivel de discurso sea a l a quien corresponde imponer el giro concreto al sistema de relaciones de las mismas.

    La introduccin del mtodo estructuralista en el campo de la exgesis bblica ha sido posible gracias al renovado esfuerzo de telogos 22 y exge-tas 23 que en los ltimos decenios han tratado de llevar la investigacin a

    20 H. ZIMMERMANN, Neutestamentliche l\1ethodenlehre. Darstellung der historisch-kritischen Methode, Stuttgart 1967; R. E. BROWN, J. A. FITZMYER, R. E. MuRPHY, The Jerome Biblical Commentary, Englewood Cliffs 1669, xvii.

    21 D. PATTE, o. c., 13. 22 Entre los telogos que ms decididamente han contribuido a la configuracin

    de una hermenutica que tome en serio la dinmica de la palabra deben citarse E. FucHs y G. EBELING, representantes de la llamada "nueva hermenutica". Sus obras ms importantes son: E. FucHs, Zum hermeneutischen Problem in der Theologie. Die Existentiale Interpretation, Tbingen 1959: IDEM, Hermeneutik, Bad Cannstadt, 31963. G. EBELING, Wort Gottes und Hermeneutik, en: Wort und Glaube, Tbingen 1971; Cfr. R. W. FUNK, Language Hermeneutic and Word of God, New York 1966.

    23 En el campo bblico han ido apareciendo una serie de estudios en los que se presta una peculiar atencin al nivel del lenguaje. Cfr. A. V ANHOYE, La structure littraire de l'Epitre aux Hbreux (Studia Neotestamentica, Studia 1), Paris-Bruges 2!976; E. LEACH, "Legitimacy of Saloman: Sorne Structural Aspects of Old Tes-tament", EurJourSoc 7 (1966) 58-101; IDEM, Genesis as Myth and Other Essays, London 1969; P. BEAUCHAMP, Cration et sparation. Etude exgtique du chapitre premer de la Genese, Bruges 1969; A. WILDER, Early Christian Rhetorik: The Language of the Gospel, Cambridge 1971; R. LACK, La symbolique du livre tl'lsale (Analecta Biblica 59), Roma 1973; R. Mos1s, "Ex 19, 5b.6a: Syntaktischer Aufbau

  • 18 L. LVAREZ VERDES

    un terreno ms estrictamente literario. El mtodo estructuralista propia-mente dicho ha irrumpido en los estudios bblicos con los aos setenta. Como tal se suele entender el mtodo que emplea las tcnicas derivadas de la metodologa lingstica de F. Saussure 24 y del antroplogo Cl. Lvi-Strauss, 25 tcnicas que han sido completadas con las nuevas aportaciones de los formalistas rusos y de otros especialistas de lingstica moderna, especialmente de lengua francesa. 26 Las divergencias tericas y a nivel de anlisis que existen entre los estudiosos de la lingstica moderna ZT se reflejan en los autores que pretenden aplicar el mtodo estructural al campo de la Biblia. 28 Por otra parte, los estudios realizados hasta ahora

    und lexicalische Semantik", BZ 22 (1978) 1-25; P. AUFFRET, "Essai sur la structure littraire du psaume 1", BZ 22 (1978) 26-45.

    24 F. SAUSSURE, Cours de linguistique gnrale, Paris 31931. 25 Cl LVI-STRAUSS, Anthropologie structurale, Paris 1966. 26 Cfr. R. JAKOBSON, Essais de linguistique gnrale, Paris 1963; T. TODOROV,

    Littrature et signification. Essai sur la signification, avec une classification des trapes et figures, Paris 1967; L. HTEMSLEV, Prolgomimes pour une thorie du lan-gage, Paris 1968; V. PRoPP, Morfologa della fiaba, Torino 1966; E. SAURIAU, Les deux cent mi/le situations dramatiques, Pars 1950; A. MARTINET, Elements de /inguistique gnrale, Paris 1960; E. BENVENISTE, Problemes de linguistique gnrale, Pars 1966; A. J. GREIMAS, Smantique structurale Recherche de mthode, Pars 1966; IDEM, Smiotique et sciences sociales, Pars 1976.

    ZT Cfr. E. BENVENISTE, Problemes de linguistique gnrale (trad. it. Problemi di linguistica generale, Milano 1971). El autor al hacer referencia a la teora lin-gstica de F. Saussure no tiene dificultad en afirmar que junto a "las considera-ciones geniales" de Saussure hay en l todava "cosas que suscitan controversia". Benveniste critica concretamente la concepcin saussuriana de la "arbitrariedad" del signo lingstico (p. 61ss). Con no menos objetividad crtica autores como D. DELAS - J. FILLIOLET (Linguistique et potique, Pars 1973, 39ss) ponen serios reparos al concepto de "funcin potica" propuesto por R. Jakobson.

    28 Como exponentes del anlisis estructural aplicado al texto bblico merecen citarse: R. BARTHES, "La lutte avec l'ange: Analyse textuelle de Genese 32, 23-33" en: AA. VV., Analyse structurale et exgese biblique, Neuchatel 1971, 27-40; IDEM, "L'analyse structurale du rcit. A propos d'Actes 10-11", en: AA.VV., Exgese et hermneutique, Paris 1971, 181-204; en este ltimo volumen y sobre el mismo pa-saje del libro de los Hechos aparecen otros artculos de J. Cou&ri:s (pp. 205-212) y de L. MARN (pp. 213-238). En la misma obra: P. RICOEUR, "Sur l'exgese de Genese 1, 1-2, 4", pp. 67-84. Con aplicacin al gnero parablico cfr. GROUPE D'ENTREVERNES, Signes et Paraboles. Smiotique et texte vangelique, Paris 1977. La parbola del "Buen Samaritano" es estudiada por D. PATIE, What is structural Exegesis, Philadelphia 1976, 37-62 y por V. K. RoBBINs, "Structuralism in Biblical Interpretation and Theology", The Thomist 42 (1978) 349-372, hic 356-368. Un estudio ms comprometido de llevar el mtodo estructural al anlisis del relato es el realizado por D. MINGUEZ, Pentecosts. Ensayo de semitica narrativa (Ana-lecta Bblica 75), Roma 1976; loEM, "Hechos 8, 25-40. Anlisis estructural del relato", Bib. 57 (1976) 168-191; L. ALONSO ScHoKEL, "David y la mujer de Tecua: 2 Sam. 14 como modelo hermenutico", Bib. 57 (1976) 192-205. Como ejemplo de

  • INTRODUCCiN 19

    en el campo bblico con criterios estructuralistas son an escasos y gene-ralmente limitados a pequeas unidades. Esta limitacin se hace ms palmaria cuando se comprueba que estos estudios se reducen prctica-mente al gnero narrativo, donde los autores podan contar con un mayor respaldo de tipo metodolgico por los frecuentes anlisis de esta clase realizados en la literatura profana. Queda as. un amplio campo de la literatura bblica prcticamente inexplorado, como sucede con los dis-cursos evanglicos, con la literatura epistolar, la apocalptica, etc. Por todo ello creemos acertada la afirmacin que sobre la aplicacin del m-todo estructural a la exgesis bblica hace V. K. Robbins : "si bien existen ya algunos anlisis completos de este tipo en la literatura bblica, tal clase de anlisis est todava en la infancia". 29 Esto significa que debern pasar an bastantes aos hasta que el mtodo estructural adquiera la madurez a la que ha llegado el mtodo crtico-histrico.

    El hecho de que el mtodo estructural no disponga an de una tcnica de anlisis definida y precisa -lo cual slo puede ser fruto de una amplia experiencia prctica- no quiere decir que el mtodo estructural no ofrezca ya unos rasgos especficos propios que lo legitiman como instru-mento vlido para conducir la exgesis bblica por las vas radicalmente nuevas por las que parece discurrir la revolucin metodolgica de la ciencia actual. 30

    Conscientes de toda esta gama de posibilidades y de dificultades que comporta el mtodo estructural hemos afrontado nuestro estudio de Roro. 6, tratando de llevar a la prctica un modelo de anlisis que tenga en cuenta los diversos niveles de significacin ; un modelo que recoja, por tanto, los principales sistemas semiticos que funcionan en el texto. Ana-lizamos en primer lugar el sistema semitico formal, que hace referencia primariamente a la forma de la expresin pero sin excluir la forma del contenido. La estructura formal se legitima como sistema semitico por cuanto la dinmica de la misma nunca puede considerarse como un juego trascendentalista" de puras fonnas sino como elemento significativo, que a la vez que es inodelado por el contenido ejerce una funcin modeladora sobre el mismo. 31 En un segundo momento estudiamos el sistema semn-

    aplicacin del mtodo estructural a un texto potico cfr. R. LACK, "Le psaume l. Une analyse structurale", Bib. 67 (1976) 154-167.

    29 V. K. ROBBINS, a. c., 368. 30 Cfr. T. S. KUHN, The Structure of Scientific Revolutions (Itrternational En-

    cyclopaedia of unified Science, Vol. 2, n.0 2), Chicago 1970. 31 Lo que F. SAUSSURE afirma con relacin a la expresin verbal como signo

    lingstico es igualmente vlido a nivel de signo compuestQ y de estructuracin for-

  • 20 L. ALVAREZ VERDES

    tico. El sistema semntico trabaja directamente con el "significado", si bien, dada la inseparable unidad entre significado y significante, ste no podr estar ausente en ningn momento del anlisis. El proceso para identificar las unidades mnimas de significado sigue una va autnoma con relacin a otros sistemas semnticos, 32 recurriendo directamente al procedimiento de eliminacin y de reduccin.33 Las unidades mnimas de significacin vienen normalmente presentadas en binas oposicionales, por cuanto el sistma de diferencias es verdaderamente constitutivo de significacin. 34 Finalmente analizamos una serie de sistemas semiticos que hemos colocado sobre un comn denominador: el nivel de compo-sicin El trmino "composicin" lo entendemos no como resultado sino como proceso de estructuracin y de manifestacin del discurso en cuanto tal. Con ello quere111os poner de relieve la perspectiva de sntesis en la que vienen colocados estos sistemas semiticos, a diferencia del horizonte preferentemente analtico en que se situaban los sistemas anteriores. Para expresar en cierta manera esta diferencia hemos adoptado en este caso la denominacin de "cdigos".

    De los cdigos analizados, algunos tienen un carcter ms general, por cuanto de manera ms o menos marcada se encuentran en toda composi-cin literaria; tales son: el cdigo de las funciones, el cdigo actancial y el cdigo simblico. Otros son especficos del discurso analizado; entre stos hemos sealado el cdigo teolgico y el cdigo tico. 35

    mal del discurso. Lo significado no preexiste al significante. Es la forma lo que hace que el significado exista como tal significado; por esto la forma es verda-deramente "significante". Esto supone superada la concepcin clsica que confera al concepto una consistencia "in se" y una personalidad propia que slo cuando estaba perfectamente definida poda pasar por la sastrera para cortarse a la medida el traje de la expresin literaria cfr. F. SAussuRE, Nature du signe ln-gustique (Acta lingstica I) Copenhagen 1939, 161; E. BENVENISTE, Problemi di linguistica genera/e, 61-68. ,

    32 Es frecuente entre los estructuralistas establecer el sistema semntico partiendo de otros sistemas semiolgicos, como el actancial o el mtico (Cfr. D. PATTE, o. c., 35ss; V. K. ROBBINS, a. c., 356ss).

    33 El procediniiento de eliminacin y de reducci-n es fcilmente aplicable en textos de extensin limitada. En textos mayores, como un libro o toda la obra de un autor, tal mtodo resulta prcticamente inviable, debindose en tal caso recurrir al procedimiento de "extraccin".

    34 Cfr. E. BENVENISTE, "La forme et le sens dans le langage", en: Le langage (Actes du XIII e Congres des Socits de Philosophie de langue frans:aise) 1 Geneve 1967, 27-40.

    35 El "cdigo de las funciones" analiza las diversas unidades lingsticas ba:jo el signo de la "correlacin". Las unidades lingsticas se desarrollan sintagmtica-mente al ritmo del movimiento dialctico del discurso; se trata de un fluir ondu-

  • INTRODUCCiN 21

    El anlisis de los diversos sistemas semiticos va desde el principio dirigido por una preocupacin hermenutica : la de descubrir la funcin concreta que ejerce la bina indicativo-imperativo. Este objetivo de cartter hermenutico es lo que principalmente justifica sea el captulo inicial que toca el problema de la crtica textual, sea el captulo que figura al final y que intenta responder a algunos interrogantes fundamentales que plan-tea la relacin indicativo-imperativo en Roro 6.

    El referirnos en el principio al problema de la crtica textual no representa una concesin ilgica al mtodo histrico sino responde a una exigencia de cientificidad. Cada mtodo tiene su propia ptica y sus instrumentos propios de investigacin, lo cual delimita lgicamente el campo en el que deber actuar. Esto explica que el exegeta, que ha optado por un mtodo concreto, tenga frecuentemente que recurrir a la ayuda de otros mtodos que le permitan cubrir el espacio al que aqul no puede llegar. ste es el caso del recurso obligado a los resultados de la crtica textual, si es que el exegeta estructuralista pretende realizar no ya simple-mente un ensayo de semitica lingstica -para lo cual le basta en principio disponer de un texto- sino aquel tipo de exegesis que conduzca a una hermenutica vlida, para lo cual ser necesario trabajar sobre el texto cientficamente legitimado.

    Por otra parte, tras el estudio de los cdigos el texto se habr revita-lizado, emergiendo como una estructura definida y cerrada 36 de relaciones significativas. Es el momento en que el lector se acerca al texto para

    !ante en el que cada una de estas unidades desempea su funcin concreta desde una posicin correlaciona! especfica. El "cdigo actancial" tiene su lugar propio en el gnero "relato", pero es vlido para la mayor parte de los discursos litera-rios. El dinamismo de las funciones suele avanzar de la mano de unos determinados personajes o categoras, que introducen un sistema de relaciones semiticas propio. En Rom. 6 el hombre, que con su drama existencial se sita en el centro del discurso, no lleva adelante la acci\n en solitario ; en el drama intervienen una serie de personas o categoras personificadas (Dios, Cristo, la gracia, el pecado, etc.) con cualificaciones y funciones muy definidas. Sobre la legitimidad del trnsfert del cdigo actancial a otros tipos de discurso distintos del relato puede verse el razonamiento de A. J. GREIMAS cuando estudia desde esta perspectiva el discurso jurdico (Smiotique et sciences sociales, Paris 1976). La aplicacin del "cdigo simblico" al discurso de Rom. 6 se funda en la naturaleza misma del discurso literario, que se distingue del discurso cientfico precisamente por su distanciamiento del "grado retrico cero". Finalmente los cdigos "teolgico" y "tico" se fundan en la naturaleza especfica del discurso de Rom. 6.

    36 Cfr. L. ALoNso ScHoKEL, "David y la mujer de Tecua", o. c., p. 204.

  • 22 L. ALVAREZ VERDES

    prolongarlo en un nuevo discurso 37 en el que el propio lector toma la palabra para interrogarlo dirigindole una serie de preguntas sobre pro-blemas no resueltos o que apenas han sido esbozados en los niveles semi-ticos analizados. El lector, que ha seguido la marcha del anlisis de Rom 6 y ha podido comprobar el denso haz de relaciones que desde los diversos niveles del discurso proclaman el carcter esencialmente conjun-tivo de la tensin indicativo-imperativa!, siente la necesidad lgica de interrogarse: esta indisoluble unidad desde la que funciona la bina indicativo-imperativo se realiza solamente a nivel teolgico o alcanza tambin la esfera de lo tico? En ese ltimo caso ien qu manera puede seguir siendo vlido el proyecto de una tica autnoma cristiana?

    Nuestro estudio no tiene la pretensin de ofrecer la respuesta definitiva al problema, objetivamente complejo, de la relacin indicativo-imperativo en Pablo, tanto ms que la naturaleza de nuestm trabajo impona man-tenernos dentro de unos lmites muy concretos. Confiamos, no obstante, que el anlisis de Rom 6, dado por un lado el carcter especfico de este captulo -en l plantea Pablo de forma directa el problema del quehacer tico-imperativa! sobre la base de la condicin indicativa! del cristiano- y dado, por otra parte, el carcter de objetividad del mtodo estructural que hemos adoptado, pueda constituir a la vez una pista y una invitacin para prolongar el estudio del tema a sectores ms amplios del "corpus" paulino e incluso al conjunto del Nuevo Testamento.

    Deseamos manifestar desde estas pginas nuestro agradecimiento a todos aquellos que con su generosa colaboracin nos han ayudado a llevar adelante el presente estudio ; entre ellos quiero recordar de forma especial al Prof. A Vanhoye, quien desde el principio nos ha acompaado con sus sugerencias y orientaciones, y al Prof. Fritzleo Lentzen-Deis, que nos ha apoyado y estimulado en nuestro trabajo.

    Roma, 1980.

    37 Cfr. P. RICOEUR, "Problemes actuels de l'interprtation", CPED 148 (1970) 163-182. En la pg. 176 escribe: "Lire c'est en toute hypothese enchainer un dis-cours nouveau au discours du texte".

  • CAPTULO PRIMERO

    CUESTIONES PRELIMINARES

    El estudio de la tensin entre el indicativo y el imperativo desborda de por s las fronteras de un texto concreto del corpus paulinum. El estu-dio adecuado del tema, aun limitado al pensamiento tico de Pablo, supondra una labor de penetracin hermenutica en todo el epistolario del apstol. El centrar nuestro estudio en Rom 6 es una exigencia im-puesta inmediatamente por razn de mtodo ; una aplicacin seria del anlisis estructural que quiera prestar atencin a los diversos niveles literarios (nivel formal, semntico, de composicin) exige el optar por textos relativamente reducidos, aunque esto imponga un estudio comple-mentario que manifieste la homogeneidad del texto analizado con el resto del corpus.

    El anlisis estructural lo consideramos en nuestro estudio como un mtodo de investigacin, como un instrumento que orienta la marcha anaggica hacia el sentido profundo. El mtodo estructural, pues, no solamente no excluye la hermenutica, sino que encuentra su culmina-cin en el momento hermenutico. La estructura del texto est por su propia naturaleza al servicio de la verdad y del mensaje, esenciales a todo discurso. Separar la estructura, arrancndola de este humus pro-fundo de la verdad, sera dejarla con las races al aire quedando reducido el anlisis estructural a un juego caprichoso por las ramas, que es lo que en definitiva sucede en el mtodo proclamado por R. Barthes. 1

    1 "El anlisis estructural no puede ser un mtodo de interpretacin; ste no pretende interpretar el texto, proponer el sentido probable del texto; no sigue un camino anaggico hacia la verdad del texto hacia su estructura profunda, hacia su secreto; difiere por consiguiente en forma fundamental de la llamada crtica lite-raria, que es una crtica interpretativa de tipo marxista o de tipo psicoanaltico. El anlisis estructural difiere de todas esas crticas porque no busca el secreto del texto; para l todas las races del texto estn al aire; no se dedica a desenterrar

  • 24 L. ALVAREZ VERDES

    Este carcter integral del discurso se hace de alguna manera presente en todos los niveles del mismo. De ah que, si bien por exjgencias meto-dolgicas, se impone el proceder progresivamente, comenzando por el anlisis de los elementos ms formales y externos y siguiendo por .los elementos semiticos, semnticos y por los elementos propios del nivel de manifestacin, la abstraccin as operada nunca puede ser total porque nunca podr ser adecuadamente comprendida la forma como forma si no es a partir de su relacin con el significado. Y tratndose aqu de formas y signos del lenguaje, debemos todava aadir que stos no podrn ser adecuadamente comprendidos si no es desde su concretizacin en el evento-discurso. 2 De ah que se imponga un frecuente ir y venir del lexema a la frase y de la frase al lexema, y de ambos al discurso tota1. 3 Tratndose del anlisis de Rom 6, el discurso total debe enten-derse primariamente como referido al conjunto del captulo (a travs de cada una de sus secuencias), pero nunca podr perderse de vista la carta en cuanto tal, que es la que constituye en definitiva la verdadera tota-lidad del discurso. De ah la necesidad, previa a todo anlisis particular, de situar la estructura parcial dentro de la estructura general.

    Por otra parte, el anlisis estructural trabaja sobre un texto concreto y determinado. Esto sucede tanto cuando el anlisis est dominado por la preocupacin de bsqueda de un modelo hipottico de descripcin, de una estructura vlida para todos los discursos del mismo gnero (como es el caso de las corrientes dominadas por el mtodo de la lingstica) 4

    las races para encontrar la principal" (R. BARTIIES, "L'analyse structurale du rcit. A propos d'Actes X-IX", en: AAVV., Exgese et hermneutique, Paris 1971, 188).

    2 Considerado al margen del discurso "el signo tiene slo valor genrico y conceptual. No admite, en cuanto tal, significado particular u ocasional. Todo aquello que es individual queda excluido" (E. BENVENISTE, "La Forme et le sens dans le langage", en: Le Langage. Actes du Xlll0 congres des socits de philo-sophie de langue fran9aise, Neuchatel 1967, 27-40, espec. 35).

    3 l. A. RICHARDS (The Philosophy of Rhetoric, Oxford 1936 y 1971, 11) pro-clama con energa la revalorizacin que se debe hacer de la frase (que l llama contexto), llegando a afirmar que las palabras no tienen significacin propia, ya que el discurso, tomado como un todo, es el que comporta, de manera indivisa, el sentido. De ah su prevencin frente a lo que llama "supersticin de la signi-ficacin propia". La misma subordinacin del lexema con relacin a la frase, es la que existe de la frase al discurso total, frente al que la frase debe considerarse como la "unidad completa ms pequea del discurso" (M. C. BEARDSLEY, Aesthetics, New York 1958, 115) el cual tiene como obra una entidad propia, irreducible a la suma de las frases que lo componen (Cfr. P. RICOEUR, La mtaphore vive, Paris 1975, 277).

    4 Tal sucede en el mtodo estructural de E. BENVENISTE (Problemes de Unguis-tique gnrale, Paris 1966. Trad. it., Problemi di linguistica genera/e, Milano 1971)

  • CUESTIONES PRELIMINARES 25

    como cuando se pretende dar un paso ms adelante centrando el ana-lisis en la singularidad especfica del texto, como se ha propuesto R. Barthes en la segunda etapa de su investigacin literaria. 5 E&to prueba la importancia que en el mtodo estructural adquiere el texto en cuanto tal, que se presenta en un sistema lingstico concreto. No cabe duda que siempre es posible hacer un trnsfert de sistema lingstico a travs de una traduccin. Pero todo trnsfert de sistema lingstico com-porta sus propios riesgos. Si el anlisis estructural se limita solamente al nivel semntico, es posible que estos riesgos en muchos casos sean mni-mos y que las variantes puedan considerarse, por tanto, como no-perti-nentes, pero esto no se puede afirmar cuando el anlisis estructural se centra directamente en el nivel de lo formal, donde entran en juego las relaciones sintagmticas y paradigmticas tanto de la forma de la ex-presin como de la forma del contenido. 6 Un anlisis del texto a partir de una traduccin, por fiel que sta sea, se encontrara con seros pro-blemas en el nivel de la expresin formal, en el nivel de la sustancia de la expresin y, dada la relacin ntima de estos niveles con el de la sus-tancia del contenido, tales problemas repercutiran en el nivel de lo semntico. Nosotros hemos querido obviar estas dificultades tomando como texto el original griego. En esta lnea de fidelidad al texto hemos

    basado en el concepto lingstico de "niveles de descripcin", o el de V. J. PRoPP (Morfologia della Fiaba, Torino 61966) basado en el concepto de "funciones" o, finalmente, en el mtodo seguido por A. J. GREIMAS (Smantique structurale, Paris 1966).

    s El propio R. BARTIIES confiesa haber cambiado el mtodo propuesto inicial-mente en su obra Introduction ii l'analyse structurale des rcits (Communications 8, 1966), orientado a buscar el "modelo" estructural. El punto de partida de este cambio lo constituye su obra S/Z (Pars 1970) en la que analiza la novela Sarrasine de H. Balzac, y en la que confiesa su propsito de "reemprender el anlisis es-tructural del relato en el punto en que hasta ahora se haba detenido : las grandes estructuras (S/Z, 18). Sobre el motivo del cambio escribe R. Barthes: "Lo que me ha llevado a cambiar es una reflexin sobre la literatura y el texto literario. Me he dado cuenta hace dos aos, realizando un seminario sobre la novela de Balzac ... que el mtodo de un texto, en oposicin al del corpus, me resultaba infinitamente ms rentable" (R. BARTIIES, en: AA. VV., Exgese et hermneutique, 245).

    6 Cfr. H. BREKLE, Semantik, Eine Einfhrung in die sprachwissenschaftliche Bedeutungslehre, Mnchen 1972 (trad. it. lntroduzione alla Semantica, Bologna 1975, 70). R. Barthes, preocupado solamente del nivel semitico (que l denomina semntico) pone de relieve la no pertinencia de los problemas suscitados por el transfert de sistema lingstico, y por eso, no tiene inconveniente en tomar como texto de anlisis de Act. 10-11 el que le ofrece cualquier traduccin francesa (R. BARTHES, "'analyse structurale du rcit. A propos d'Actes X-XI" en: AA.VV. Exgese et hermmeutique, 185-186).

  • 26 L. LVAREZ VERDES

    estimado necesario proceder a una legitimacin previa del mismo, tra-tando de identificar las variantes aportadas por la crtica textual, para poder valorar, llegado el momento, las repercusiones que una u otra tradicin textual pueden tener, sea a nivel de expresin formal sea a nivel semntico, o incluso, a nivel propiamente hermenutico.

    l. ROM. 6 EN EL CONTEXTO GENERAL DE LA CARTA

    Una lectura de superficie a lo largo de Rom. nos permite descubrir algunos indicios de carcter estructurante, que pueden ayudar a situar en el conjunto cada una de las partes.

    Al comienzo de la carta aparecen las formulaciones caractersticas del saludo inicial, propio de las cartas paulinas, con una marcada huella personal, a diferencia del cuerpo de la carta donde el apstol se oculta tras la exposicin temtica o el imperativo tico. El mismo carcter per-sonal reaparecer en la conclusin (15, 14-33), donde el apstol vuelve a manifestar sus deseos y propsitos en relacin con el viaje a Roma. 7

    El saludo presenta una caracterstica especial ; el destinante (Pablo) y el destinatario (romanos) confluyen en un objetivo comn circunstancial: la visita-encuentro que va a tener lugar. Pablo quiere dar consistencia especial a este encuentro, ya que se trata de una comunidad con la que no ha tenido relacin personal ; de ah que desarrolle temticamente la base del mismo. La estructura del saludo pasa del plano de la relacin-encuentro epistolar de cortesa al plano teolgico: relacin apstol (evan-gelizador)-evangelizado. De ah que se acente la funcin "evangelizador" y la funcin "escucha" desde un paralelismo formal y de contenido. Ambas funciones se focalizan en un factor comn: el evangelio. El evangelio -como elemento central- impone al predicador y al escucha una actitud de servicio, que se enrola en el sistema de influencia de la accin de Dios. En el apstol esta actitud se llama aouAEta: Pablo es !3ouA.o

  • CUESTIONES PRELIMINARES 27

    realiza su condicin de servicio en cuanto acepta el evangelio en la fe (El~ 7tQXO~V 't'l~ 7ttC:i't&ill~ , 1, 5).

    La confluencia apstol-escucha no se realiza por simple convergencia espacial o temporal sino desde la dinmica del evangelio : el evangelio contiene la "Mvap.t~" del Cristo Resucitado (1, 4), por eso el evangelio es

    Mvaflt~ ~ou &Eou (1, 16). Esta 1lvall~ se proyecta en forma efectiva de "crm-rrpa" para todo el que cree (1, 16), como manifestacin definitiva de la justicia (1ltxwocrv-y) de Dios. Por eso "justo" (1l(xato~) ser el que se integra existencialmente a travs de la fe, en esta dinmica salvfica del evangelio (1, 17).

    Al prescripto (1, 1-7), que contiene el saludo personal del autor y que termina con la frase estereotipada "xpt~ fi'lv xal E(p~v-y (ho 8Eou Ila-rpo~

    ~f!.iiW xal Kupou '1-ycrou Xptcr-rou" sigue -el proemio (1, 8-17}: accin de gracias (1, 8-10), manifestacin del deseo de realizar la visita y objetivos que con ella se propone (1, 11-15) y, finalmente, avance del tema que va a desarrollar en la carta (1, 16-17), que constituye en cierta manera la culminacin de las diversas razones con que a lo largo de la introduc-cin ha querido fundamentar su proyecto de visitar la comunidad de Roma. 8

    El desarrollo que el tema anunciado en 1, 16-17 obtiene a lo largo de la carta dista mucho de ser homogneo. De ah las mltiples hiptesis avanzadas sobre la estructura y divisin de la carta. 9 Para llegar a una

    8 J. BJERKELUND, Parakalo, Form, Funktion und Sinn der Parakal -Siitze in den paulinischen Briefen, Oslo 1967, 157: "Selbst das 'Thema' des Roro. (1, 16-17) erscheint nicht als distinkter Neuanfang, sondern enthalt die Motivierung fr den Wunsch des Apostels nach Rom zu kommen".

    9 La estructuracin de la carta a los Romanos, especialmente por lo que se refiere a los ce. 1-8, ha sido planteada por los exegetas desde muy diversos crite-rios, que han conducido a conclusiones tambin muy diferentes. La estructuracin que se puede considerar "clsica" (especialmente entre los autores protestantes) establece la divisin bipartita: 1, 18-5, 21 y 6-8 (cfr. W. M. L. DE WETIE, R. A. LIPSIUS, F. GoDET, B. WEISS, W. SANDAY-A. C. HEADLAM, G. STOCKHARDT, E. KHL, M. J. LAGRANGE, P. ALTHAUS, A. ScHLATIER, E. GAUGLER). Otro tipo de estructuracin muy frecuente, en especial entre los autores catlicos, establece la divisin 1, 18-4, 25, 1-8, 39 (cfr. J. WELLER, A. VARENIUS, J. J. RAMBACH, J. F. BuooEus, J. A. BENGEL, Th. HAR:ING, C. H. Dooo, A. NYGREN, N. A. DAHL, R. CoRNELY, J. SICKENBERGER, L. CERFAUX, S. LYONNET, A. VIARD). Existen algunas divisiones que se apartan de las anteriores, en mayor o menor proporcin. Merecen citarse: A. FEUILLET ("Le plan salvifique de Dieu d'apres l'Epitre aux Romains", RB 57 (1950) 336-387. 489-529) que presenta un plan tripartito: 1, 18-5, 11 1 5, 12-7, 6 1 7, 7-8, 39; J. JEREMAs ("Zur Gedankenfhrung in den paulinischen Brie-fen", en: Studia paulina in honorem J. de Zwaan, Haarlem 1955, 146-154) parte del estilo "oratorio" de la carta a los Roro., y as distingue entre las partes propiamente

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    respuesta satisfactoria en este sentido sera necesario proceder a un an-lisis basado no solamente en los ndices formales o en los contenidos doctrinales, sino tambin sobre todo en las estructuras semnticas pro-fundas. Pero esto excedera los lmites de nuestro cometido. Con el fin de situar el captulo 6.0 adecuadamente en el marco general de la carta creemos suficiente establecer la divisin general, insistiendo solamente en forma especial en los captulos que constituyen el contexto inmeqiato.

    El cuerpo de la carta se divide en cuatro partes: I) 1, 18-4, 25; 11) 5, 1 - 8, 39; 111) 9, 1 - 11, 36; IV) 12, 1- 15, 13.

    La parte primera (1, 18- 4, 25) es introducida por la palabra-grapa "d'ltoxalne"tat" (cfr. 1, 17a.l8a) que funciona como trmino operativo de la anttesis manifestacin de la justicia de Dios- manifestacin de la clera de Dios. La primera parte se abre bajo el signo de la manifesta-cin de la "clera de Dios", tema que ser desarrolla!}o a travs de una doble comprobacin fctica: a) situacin de pecado por parte de los paganos, no obstante contar con la ley natural (1, 19-32), b) situacin de pecado por parte de los judos, a pesar de disponer del instrumento de ~a ley (2, 1-3, 20); doble comprobacin que conduce al aserto general: "'ltp07J"tlaO!fLEita . 'lt!V"ta; cp' fLapdav E 1vat, (3, 9). La expresin vuvi. a (3, 21) seala la introduccin de un evento radicalmente nuevo: la mani-festacin de la justicia de Dios ( atxatOOVlJ 9eou 'ltE

  • CUESTIONES PRELIMINARES 29

    22) y haba culminado el discurso con la frmula de fe cristolgica dicien-do que Cristo muri y resucit para nuestra justificacin (ata 't~v aotato-avrv ~fl-l'l, 4, 25b), en 5, 1 el discurso arranca de este hecho fundamental de haber sido justificados por la fe ( (Jtxatro~ne; oov) para extraer las consecuencias reales en el desarrollo dinmico del mismo en este mundo .

    A nivel de expresin formal creemos que el texto ofrece elementos suficientes que permiten establecer la divisin en 5,1, por cuanto de ah arranca un nuevo desarrollo literario. Entre estos indicios merece desta-carse, en primer lugar, el nuevo giro temporal del verbo (Jtxawov ; en los captulos precedentes el verbo es empleado con sentido general o principia! sea en presente atemporal o en futuro gnmico, tanto en la forma activa teniendo como sujeto a Dios (3, 26.30; 4,5), como en la forma pasiva, teniendo como sujeto al hombre que es justificado por la fe (3, 24.28). El mismo sentido general se observa en el doble

    (Jtxatw~~cronat de 2,13 y 3,20. El nico caso en que se usa la forma de aoristo es 4, 2, pero se trata de una condicional irreal (e! (J 'A ~padf!.

    e~ Ep-rrov (Jtxatl~Y ). En cambio, a partir de 5, 1 la justificacin es expre-sada en aoristo (atxatm~ne;, 5, 1.9; cfr. 8, 30). Mientras la justificacir es vista desde 5, 1 como evento ya realizado, nuevas categoras entran en escena como realidades de presente o de perspectiva futura : la paz (eip~vY'I EX,Of!.E'I rcpo; 'tov 9ev, 5, lb), la esperanza de la gloria escatolgica (b[; 'ti; a~Y; 'too Heoo, 5, 2b), la gracia (x_pt;, 5, 2), la vida (~m~, 5, 10). el Espritu Santo ( II 'IEOf!.a 'AT[ov , 5, 5), el amor del Padre (a-careY 8eoo, 5, 5.8), la salvacin (cfr. el futuro am~YC!f!.e~a en 5, 9.10). La presencia operativa de estas realidades legitima la xax_Ycrt; del creyente (5, 3.11) que aqu se pone en relacin inmediata con el carcter de lucha sufrida y valerosa, impuesta por la condicin de atxwmlh:[; (cfr. la sucesin de trminos tH .. t~ll;-brcofl-O'I~-aoxtf!.~, dominada por la A.rc[;, 5, 3-4).

    Si la presencia de estos trminos constituye un argumento para con-siderar el discurso iniciado en 5, 1 como una seccin nueva con relacin a 3, 18- 4, 25, constituye tambin la prueba de la unidad de los ce. 5-8. Nos bastar por ahora comprobar las afinidades literarias que existen entre Rom. 5, 1-11 y Rom. 8. Ya a nivel Iexemtico vemos reaparecer los trminos que arriba sealbamos como caractersticos de Rom. 5, 1-11: e!p~vY (8, 6), a-crcY 'too 9eoo (8, 35.39; dTarcdv, 8, 28.37), a~a ('t~v f!.AAouaav a~a'l, 8, 18; cfr. 8, 21), 'TC'IEOf!.rl ('t~; ~mi;, 8, 2; cfr. 8, 4.5.9.10.11.13.15.23.26.27), ~m~ (8, 2.6.10; cfr. crp~ea&w, 8, 24). El parale-lismo de ambos captulos se hace especialmente visible en la argumenta-cin desde el motivo "esperanza" que potencia la dinmica del creyente

  • 30 L. ALVAREZ VERDES

    en medio de las dificultades (cfr. fH .. [~u;, 5, 3) prolongada en 8, 35 por

  • CUESTIONES PRELIMINARES 31

    problemtica Pablo tiene presente en 9-11 el discurso general de 2, 1 -3, 20 en donde describa la universal situacin de pecado (3, 9c) desde la comprobacin fctica del comportamiento del pagano y del judo. All el discurso tena un interlocutor directo: el judo (a l se dirige Pablo en primera persona, mientras que del pagano habla en tercera persona), en 9-11 cl. discurso tiene como interlocutor directo ante todo el pagano-cristiano (a l se dirige Pablo en trminos de &aeA.

  • 32 L. ALVAREZ VERDES

    que entre ambas partes puedan existir. Como tendremos ocaswn de ex-plicar ms detenidamente en nuestro estudio, una divisin del gnero es insostenible, desde el momento en que la parte dogmtica nunca pierde de vista el elemento tico (cfr. ce. 1, 19-3, 20) y, ms en concreto, porque una parte fundamental de la misma (ce. 5-8) describe el "vv" salvfica desde la perspectiva de la tensin indicativo-imperatival, no faltando en este contexto secuencias estrictamente parenticas (cfr. 6, 12-14.19). Los ce. 12, 1 - 15, 13, ms bien que introducir un desarrollo literario inde-pendiente, se sitan en la misma lnea, presentndose como la versin imperativa! concreta de la tensin indicativo-imperativa! que a nivel prin-cipia! haba sido establecida en los captulos precedentes. Un ndice literario importante lo encontramos ya en 12, 1 : 7t:apaxaA.V OlX1:tpp.

  • CUESTIONES PRELIMINARES 33

    Por todas estas razones nos ha parecido conveniente dividir la carta en cuatro partes, 16 considerando como cuerpo de la misma todo el desarro-llo literario encuadrado entre la introduccin y la conclusin (1, 18- 15, 13). No obstante la heterogeneidad de los elementos que la integran, creemos que se puede comprobar la existencia de una lnea bsica que recorre todo el discurso y que viene ya formulada en el anuncio temtico de 1, 16-17: el evangelio es la avap.u; de Dios, por cuanto en l se manifiesta de forma efectiva la justicia de Dios para todo el que cree. Este manifestarse de la justicia de Dios tiene su vertiente fctica indica-tiva! (evento histrico-salvfica de Cristo -muerte y resurreccin- y del cristiano -aceptacin a travs de la fe y el bautismo-, realidades que configuran permanentemente el existencial cristiano) y su vertiente imperativa!, tanto a nivel principia! como a nivel concreto. 17

    El contexto prximo de Rom. 6

    Tras esta breve exposicin de la estructura general de la carta, que nos ha permitido comprobar el carcter unitario de todo el discurso, trataremos de examinar el puesto concreto que Rom. 6 ocupa en la segunda parte, sealando especialmente la conexin literaria del mismo con el c. 5 y el c. 7.

    El c. 5, con el que se abre la segunda parte, se desarrolla literaria-mente en dos secciones marcadamente distintas: 5, 1-11 se caracteriza por el tono de proclamacin (estilo-nosotros, como lo denomina O. Mi-che!) 18 mientras que 5, 12-21 tiene ms bien el aire reflexivo de una meditacin en tomo al sentido de la muerte y resurreccin de Cristo, desarrollada en una perspectiva csmico-escatolgica. 19

    La estructura de 5, 12-21 gira en tomo a un doble sistema antittico: por un lado Adn/Cristo y por otro la doble trada ley-pecado-muerte f gracia-justicia-vida. Este doble sistema antittico se mantiene sobre todo

    16 Cfr. H. ScHLIER, o. c., 12-16. 17 O. MICHEL (o. c., 46) pone de relieve uno de los procedimientos tpicos en

    Pablo, que sirve de prueba de la unidad estructural de toda la carta : el sistema de ir adelantando una serie de problemas sobre los cuales de una u otra manera se volver despus en el desarrollo ulterior del discurso. O. Michel cita algunos ejemplos: 3txatocrV1J -ro;;, &eo (1, 17 = 3, 21-31; 10, 3ss), dd;r-r -ro &eo1 (5, 5 = 8, 35-39), wp.o~ 1:o1 &eo (4,15 = 5, 20; 7, 1-6; 7, 7.25; 10, 4ss, etc.), 1:0 1tepcr,ov 1:o

    'lou3ai~u (3, 1-2 paralelo a 9, 5), r.apanfcrw 1:a p./,"1) (6, 13.19 paral. a 1tapacr-r~crat 1:a crltJ-

  • 34 L. ALVAREZ VERDES

    en 5, 12-19, siendo la anttesis Adn-Cristo (cfr. ot'v

  • CUESTIONES PRELIMINARES 35

    Las relaciones concretas de Rom. 6 con los ce. 5 y 7 sern estudiadas ms en detalle a lo largo de nuestro anlisis, especialmente del anlisis de la estructura formal.

    2. VARIANTES TEXTUALES

    En nuestro anlisis tomamos como "texto" el que ofrece la edicin crtica de A. Merk. 21 Debemos reconocer que el texto de Rom. 6, no obstante las variantes que la crtica textual ha encontrado, es aceptado en forma prcticamente idntica por las principales ediciones crticas (C. Tischendorf, 22 H. Fr Von Soden, 23 A. Merk, 24 K. Aland-M. Black et al.). 25 La nica discrepancia que hemos hallado es la que ofrece H. Fr Von Soden, que incorpora al texto en 6, 11c la expresin "-c

  • 36 L. LVAREZ VERDES

    6, 4: Las versiones vg. syP as como Or y Cy leen p en vez de oov tras el verbo auvs-rcpYfLEV . La variante tiende a acentuar el carcter causal explicativo de la percopa en vez del consecutivo. Ambrosiaster lee auvflEOl

  • CUESTIONES PRELIMINARES 37

    que recogen las ediciones crticas. El aditamento 'ti? xup[q> ~fl.l\1 tiende a homogeneizar 6, llc con 5, 21c y 6, 23c. Con ello se acenta, sin duda, la funcin conclusiva del colon.

    6, 12: Leen 7taxo6etv a't:i v 'tai

  • CAPTULO SEGUNDO

    ESTRUCTURACiN A NIVEL DE EXPRESiN FORMAL

    l. MBITO DE LA ESTRUCTURACIN FORMAL

    Al hablar de la obra literaria, los autores suelen poner de relieve el carcter orgnico y el funcionamiento gestltico de la misma. "El mensaje potico, escribe E. Delas-J. Filliolet, se da cuando todos los ele-mentos utilizados son necesarios para la comprensin del mensaje global e, inversamente, cuando el funcionamiento global ha condicionado la pre-sencia de cada elemento". 1 Esta unidad se contruye sobre la pluralidad, pudindose con todo derecho hablar de una polifona de la obra literaria vista en perspectiva estructural. R. Ingarden 2 considera esta polifona como resultante de la convergencia de lo ,que l llama diversos niveles (Schichten) de la obra literaria: 1) el material verbal (Wortlaute) y las unidades superiores construidas a partir del mismo ( Lautgebilde) ; 2) las unidades significativas de diverso grado (Bedeutungseinheiten); 3) las unidades intuitivo-imaginativas (schematisierte Ansichten); 4) los objetos representados (die dargestellten Gegenstiindlichkeiten und hrer Schicksale ). Traduciendo la terminologa de R. lngarden en trminos del lenguaje empleado por los lingistas actuales que siguen fundamen-talmente la lnea marcada por F. Saussure, 3 podemos decir que el nivel del material verbal (Wortlauten) corresponde al "significante", el nivel de las unidades significativas equivale al "significado"; de hecho R. Ingarden sealar como elementos fundamentales de estas unidades : el contenido material (materia/e lnhalt) y el contenido formal (formale Inhalt), 4 que

    1 0. DELAS- J. FILLIOLET, Linguistique et potique, Paris 1973, 41. 2 R. INGARDEN, Das literarische Kunstwerk, Tbingen 21960, 26. 3 F. SAussURE, Cours de linguistique gnrale, Paris 31931. 4 R. INGARDEN, o. c., 62.

  • 40 L. ALVAREZ VERDES

    corresponde a la divisin en sustancia y forma del contenido, propuesta por L. Hjemslev; 5 el nivel de las unidades intuitivo-imaginativas se sita en la esfera del contenido, sea inmediatamente (si se trata de las im-genes resultantes del acto de intuicin) sea mediatamente (si se trata de los aspectos o perfiles de la realidad sobre los que se proyecta la intui-cin); finalmente, el nivel de los objetos representados se sita claramente en el mbito del "designatum", mbito que para muchos lingistas tras-ciende el campo de la obra literaria y de la lingstica. 6

    Cuando nosotros adoptamos el trmino "formal" para designar la primera etapa de nuestro anlisis, pretendemos con ello situarnos en la lnea del significante (nivel de la formulacin verbal o de las estructuras externas, de que habla R. lngarden). Pero aun aqu juzgamos oportuna una precisacin: dada la estructura dicotmica del significante (distincin de forma y sustancia de la expresin), el anlisis formal tomar en consi-deracin, ante todo, la forma de la expresin (sea a nivel de palabra o a nivel de frase), si bien, dada la unin ntima que existe entre ambos elementos, difcilmente se puede estudiar cualquiera de estos componen-tes sin que quede implicado el otro. Por otra parte, el texto que nos ocupa (Rom. 6), dada su contextura didctica, no puede conceder un relieve especfico a los efectos que brotan inmediatamente de la manipu-lacin de la sustancia de la expresin, a diferencia de lo que suele acaecer en la potica propiamente dicha. 7

    El anlisis estructural a nivel de expresin formal sigue de cerca el movimiento de las palabras, detectando su frecuencia, regularidad y posiciones estratgicas que ocupan en el discurso. Lo mismo hace con los grupos de palabras, sea que se trate de sintagmas o de frmulas propiamente dichas. La iteratividad o posicin determinada de las pala-

    5 L. HJEMSLEV, 1 fondamenti del/a teora del linguaggio, Torino 1968, 52-53. 6 R. JAKOBSON, Saggi di linguistica generale, Milano 31976, 183: "Los valores

    de verdad, afirma, en la medida en que (para emplear el lenguaje de los lgicos) son 'entidades extralingsticas' trascienden evidentemente, tanto la potica como la lingstica en general". Esto supone eliminar la referencia como no-pertinente, del campo de la lingstica. Contra esta tendencia protesta P. RICOEUR (La mta-phore vive, Paris 1975, 134ss. 273ss).

    7 Para el estudio del tema en Jos diversos gneros literarios, cfr. N. W. LuND, Chiasmus in the New Testament. A Study in Formgeschichte, Chapel Hill 1942; D. ALONSO, Poesa espaola. Ensayo de mtodos y lmites estilsticos, Madrid 1950; M. FUBINI, Genesi e storia dei generi letterari, Bari 1961; E. STEIGER, Grundbegriffe der Poetik, Zrich-Freiburg i. Br. 1%1; A. V ANHOYB, La structure littraire de l'Ep!tre aux Hbreux, Paris-Bruges 1963, 33-37; W. V. RuTIKOWSKI, Lyrik, Epik, Dramatik, oder die totgesagte Trinitiit, Meisenheim am Glan 1973; Kl. W. HEMPER, Gattungstheorie, Mnchen 1973.

  • ESTRUCTURACiN A NIVEL DE EXPRESiN FORMAL 41

    bras o frmulas da lugar a la formacin de diversas figuras del lenguaje, que la retrica clsica situaba en la esfera de la "elocutio" o ms con-cretamente, en la lnea del "omatus", como la inclusin, la "redditio" o construccin-grapa, el paralelismo, la anttesis y el quiasmo. 8

    La presencia de todos estos elementos es fcilmente detectable desde una simple prospeccin de superficie. Pueden considerarse como otras tantas seales que van marcando, sobre la linearidad sintagmtica de1 discurso, los puntos de repliegue paradigmtico, dando lugar as a la deli-mitacin de las secuencias, secciones y unidades lingsticas menores.

    Para realizar esta tarea se impone una lectura atenta. Es necesario acercarse al texto sin prejuicios de orden doctrinal o psicolgico. Es en esta etapa inicial donde tiene pleno sentido lo que R. Barthes dice sobre la reversibilidad del texto. 9 El anlisis formal debe abordar el texto por el mayor nmero de entradas posible, contemplndolo desde diversos ngulos, trasladando con flexibilidad el objetivo desde la parte al todo y desde el todo a la parte. As se pueden detectar las zonas que emergen con especial relieve y las que se quedan en la llanura. Estas protuberan-cias externas son, ya por s mismas, material adecuado para una estruc-turacin formal o de superficie, pero son, sobre todo, indicios de una nervatura subyacente desde la que se realiza el tejido de relaciones y connotaciones que operan directamente con el sentido y de cuya estruc-turacin profunda se ocupa el anlisis semntico.

    2. DELIMITACIN FORMAL DE LA UNIDAD DE ANLISIS

    Rom. 6 no se presenta como una unidad monoltica construida para desarrollar un tema nico e independiente. Su misma colocacin en la estructura de una carta implica, tanto a nivel de significante como a nivel de contenido, una interdependencia con relacin al resto del dis-curso. En las pginas precedentes hemos tratado de "situar" Rom. 6 en el marco general de la carta. Se impone, sin embargo, desde un punto de vista formal precisar con claridad los lmites de la unidad de anlisis que hemos escogido, sealando, a la vez que las fronteras, los lazos for-males que la unen tanto al discurso precedente como al discurso poste-

    8 H. LAUSBERG, Handbuch der literarischen Rhetorik, Mnchen 21973, 312-318. 359ss. 389ss.; N. ScHNBIDER, Die rhetorische Eigenart der paulinischen Antithese, Tbingen 1970, 12ss.

    9 R. BARTHES, S/Z, Paris 1970, 20.

  • 42 L. ALVAREZ VERDES

    rior. Delimitar la unidad es a la vez situarla literariamente. Como hip-tesis de trabajo hemos sealado como lmite de la unidad que analizamos los versculos 5,20 y 6,23. Los anlisis que realizamos a diversos niveles vendrn a confirmar si ha sido vlida la hiptesis adoptada. Existen, no obstante, algunos elementos de estructuracin general fcilmente detecta-bles en una primera lectura del captulo.

    En primer lugar, la percopa 5, 20-21 tiene carcter de seccin con-elusiva con relacin al c. 5, y ms concretamente con relacin a la se-cuencia que se abre en 5, 12. En 5, 12 aparecan como trminos temticos .tap1:ta-Mva"to;. La reaparicin de estos mismos trminos en 5, 21 debe ser considerada como una clara inclusin. Por otra parte, la anttesis

    d~aatAEl)IJS'I ~ .tap1:ta E'l 1:(1) &awht.p 1 ~ x.pt; ~aatAS01j atd antatOaYYJ!; s[; l:;w~v a[mov tiene el aire de formulacin reasuntiva del discurso precedente en el que, desde diversos enfoques, se haba trabajado con esta misma anttesis. 1 Finalmente, la frmula atd 'hao Xpta"tou 1:o Kup(ou ~.tow cons-tituye una marca evidente de final de unidad literaria (cfr. 6, 23c).

    Junto a estos ndices que demuestran la pertenencia de 5, 20-21 al c. 5 encontramos otra serie de ndices que indican el carcter de premisa que esta seccin tiene con relacin al c. 6. Debemos sealar en primer lugar la presencia de la bina .tapda-x.pt; en 5, 20.21 y en 6,1b. Lo mismo puede decirse del verbo 7tAsov.l:;stv que aparece en 5, 20c y 6, lb. Esto pone de relieve la funcin de palabras-grapa que estos trminos des-empean.

    Por su parte el c. 6 comienza con la interrogacin de carcter con-secutivo -;[ otiv &po.tsv que seala la introduccin de un nuevo tema y a la vez la inmediata conexin del discurso con el contexto inmediata-

    10 G. BoRNKAMM, al describir la estructura de Rom 5, 12-21 seala el carcter resolutivo-conclusivo de 5, 20-21. Tras el parntesis de carcter histrico que habla de la universalidad del pecado y de la muerte (vv. 13-14) que deja interrumpida en forma de anacoluton la afirmaci

  • ESTRUCTURACiN A NIVEL DE EXPRESiN FORMAL 43

    mente anterior. La presencia en 6, 1 de los trminos-grapa arriba sea-lados deja fuera de duda la funcin introductora de este versculo.

    Si con 6, 1 se abre la unidad de discurso, en 6, 23 esta unidad en-cuentra su cierre literario. En 6, 23 reaparece, en efecto, la anttesis f!.ap-ra-xptc; (con la variante de xptcrfl.a en vez de xptc;). El hecho es especialmente significativo porque la anttes;s xpt

  • 44 L. ALVAREZ VERDES

    que la alegora de 7, 1-6 debe considerarse como introduccin del des-arrollo literario de 7, 7-25 y, consiguientemente, como unidad no integrante del discurso de Roro 6, 1-23. 12

    3. MARCAS DE ESTRUCTURACIN GENERAL DE ROM. 6

    En Roro. 6 nos encontramos con dos preguntas que, en el ms clsico estilo de la diatriba griega, condicionan todo el desarrollo del discurso. En 6, 1 la pregunta es 'tt 00\1 epOfiE\1 y en 6, 15 la misma pregunta pero en forma apocopada : tt oov. Aparte de la innegable funcin ftica que debe atriburseles, estas formulaciones tienen tambin funcin estructural.

    De hecho tanto en 6, 1 como en 6, 15 la pregunta , oov (epofiEV) es ulteriormente precisada por una segunda pregunta que plantea la tem-tica que va a ser desarrollada en ambas secuencias del discurso : e7t:tf1Vrof1EV 'tij fia.ptlq. 'lva. i xpu; 7t:Aeovcr1j; (6, lb), fia.pt~O(l)fiSV O'tl O U X. EOfiE'I 7t:O VfiOV d.A.Ad. tmo xpw; (6, 15b). En ambos casos la pregunta -no obstante la coincidencia de estar centrada en la licitud o ilicitud de una praxis de pecado- tiene un referente diverso, que dar lugar lgicamente a un desarrollo demostrativo diferente: en el primer caso el referente es la conjuncin de los sistemas pecado-gracia ; en el segundo es la situacin de disyuncin con relacin a la ley.

    Por otra parte, el carcter conclusivo de la percopa 6, 12-14 y su funcin de transicin con relacin al desarrollo sucesivo, puesta de relie-ve especialmente por la partcula oov de 6, 12 y por la frase-grapa de 6, 14b, vienen a corroborar la funcin estructurante que las interroga-ciones , oov tienen a nivel general del discurso. El anlisis de la estruc-tura de cada una de las secciones del discurso constituir el argumento definitivo de la validez de la hiptesis general formulada.

    12 Cfr. O. MICHEL, Der Brief an die Romer, 219; O. Kuss, o. c., 432; E. KXsE-MANN, An die Romer, Tbingen 31974, 178ss; H. SCHLIER, o. c., 214ss. De manera distinta piensan otros autores que creen ver la existencia de una unidad literaria superior en 6, 1-7, 6. Cfr. E. FucHs, Die Freiheit des Glaubens, Romer 5-8 ausgelegt (BeTh 14), Mnchen 1949, 27 ss.; F. PASTOR, Libertad o esclavitud cristiana en Pablo? Rom 6, 15-23?, en: L. LVAREZ VERDES- J. ALONSO, Homenaje a Juan Prado. Miscelnea de estudios bblicos y hebraicos, Madrid 1975, 243ss.

  • ESTRUCTURACiN A NIVEL DE EXPRESiN FORMAL 45

    a) ESTRUCTURACIN DE LA SECUENCIA INICIADA EN 6, 1

    La secuencia se abre con una interrogacin introductoria de carcter general, que tiene ante todo funcin ftica ( d oov ~poup.Ev ; ). Sigue una segunda interrogacin en la que se formulan de forma expresa los tr-minos del problema (~11:tfL\I(IlfLEV tij [LaptCf 'lva 1 x.dp_u; 7CkEova1l; ). Y final-mente viene la respuesta en forma categrica, que en nuestro caso es negativa ( fL~ von:o ). Todo el desarrollo posterior tiene la funcin de "demostrar" la validez de esta respuesta. La demostracin-argumentacin puede introducirse a travs de la clsica partcula p o de otra partcula equivalente, o bien a travs de un tipo de formulacin que por su misma estructura manifiesta su carcter argumentativo, como puede ser la formu-lacin interrogativa. Estos diversos tipos de formulacin argumentativa estarn presentes en 6, 2-10.

    Los elementos formales que marcan el desarrollo de la argumentacin no siempre se pliegan a un esquema homogneo ; trataremos, no obstante, de identificar los rasgos ms caractersticos.

    Aparece en primer lugar una formulacin interrogativa, construida sobre la anttesis a7CE&vofLEV-e::~aofLEV:

    ohm; rL7CE&vofLE\I tij flapttCf 7Cit; Etl e::~ClOfLE\1 E\1 aotij (v. 2)

    Sigue una nueva frase interrogativa, introducida por un verbo de cono-cimiento, que tiene la funcin de remitir a un principio o evento que demuestra la validez de la argumentacin formulada precedentemente. Esto se hace mediante la formulacin-l'm

    Otl oaot E~Q7Ctta&rfLE\I Ek Xptat0\1 lyaouv, EL; "t:0\1 Mvatov a~tot E~tx7C"t:ta&rfLEVi

    La frase- o 1: t es reasumida por una nueva frase de construccin aut-noma: ClU\IE"t:CC('rfLE\1 00\1 atlt

  • 46 L. ALVAREZ VERDES

    En 6, 5 reaparece una frase de carcter argumentativo (construccin ei rp .. d.A."A.d xa[) estructurada sobre la anttesis muerte-resurreccin:

    el rdp at~"IJ

    iva xacapr"tJBii 1:00 fl"IJXtt aotlAEEtV ... (6abc).

    El v. 7 introduce una frase de carcter causal ( rdp a'lto~avrov) que en virtud de la forma pudiera hacer pensar en el arranque de un nuevo movimiento argumentativo. La construccin-a[ a de la frase siguiente (v. 8), que tiene un corte paralelo a 6, 5 y que introduce un desarrollo de carac-tersticas muy semejantes al precedente, nos mueve a pensar que la frase-lp de 6, 7 debe considerarse como integrante del desarrollo precedente, con carcter explicativo.

    En el v. 8 la frase ofrece una estructura paralela a 6, 5: la construc-cin-d M introduce un nuevo movimiento argumentativo construido sobre la anttesis muerte-vida:

    El a8 d.m:&'10f1V ai.>v Xpta1:

  • ESTRUCTURACiN A NIVEL DE EXPRESiN FORMAL 47

    El ae cbt:e.IMvo.tE\1 ouv Xpto't

  • 48 L. ALVAREZ VERDES

    El paralelismo es especialmente marcado en los dos ltimos casos en los que hay COrrespondencia directa de la frmula introductiva : El "(dp j E( a y la anttesis muerte-vida se aplica a nuestra participacin en la muerte-resurreccin de Cristo. En el primer caso la anttesis muerte-vida tiene como referente inmediato la 11apda.

    En los movimientos argumentativos aparece en el centro de la demons-tracin una frase- ht introducida por un verbo de conocimiento:

    v. 3: v. 6:

    i drvoEt"tE O"tl oaot ~a1t"t(a31jf1EV ...

    V. 9: .:o.:o rtvroaxonE; o"tt. 1tttAato; v3pro1to; ...

    E1an~; o.:t Xpta.:o; e1Ep3E~; ...

    En los dems elementos la homogeneidad no es ya tan marcada. En el primer desarrollo argumentativo y en el segundo encontramos una fraie- !va que prolonga dinmicamente la frase- o-rt: en 4a la frase- iva funciona mediante la introduccin de una nueva frase, de la que depende inmediatamente; en 6, 6b depende directamente de la construccin- .:t y es, a su vez, prolongada por una nueva frase final (infinitivo final: "tO !LTX"tl aouAEEl\1 ). El tercer desarrollo carece de construccin-!va.

    Esta coincidencia especial de los dos primeros desarrollos en base a la frase-iva viene altamente compensada por lo que se refiere a la semejanza literaria entre los desarrollos segundo y tercero, para los cuales se puede trazar el siguiente cuadro paralelo :

    Prtasis inicial

    S El "(rXp CJ!iCfl:l"tO! "(E"(Va!LEV "tlj'.l !iOll!ia"tl "tO ltavci"t:OU 11U"t:O

    Apdosis

    Explicacin demostrativa

    6 "tO"tO "(l V>CJXO\I"t:Ei; O"tl 1taAato; 1JlfuV v6pro11:o; auvEa"tau-prof).y 'lva xa.:ap1~31j .:o aro11a "tjj; !iap.:[a; "tO !11jX"tl aou-AES l\1 ~!id e; "tij 11ap.:q..

    8 El a a1tE3ciV0!1EV aov Xpta"tljl

    (mano!iEV ott) xal. aue;ao!LEV a.:Ijl.

    9 Ela"t:E; O"tl Xpta.:o; TEp3Eti; x VExpfuv oux"tt ci"Jtolhi.axEt, 3dva.:oc; au.:o oux"tt xuptEEt.

  • ESTRUCTURACiN A NIVEL DE EXPRESiN FORMAL 49

    Razn (y a la vez resultado) 7 1dp d1to&a\loo\l ilsiltxatonat

    1to 't~

  • 50 L. ALVAREZ VERDES

    funcin estructurante de esta partcula no es siempre idntica; en 6, 1 y 6, 15 ( , o o v) sirve para reemprender el discurso sobre un tema con-creto ; en tales casos la partcula oov marca el comienzo de una nueva secuencia. En 6, 12 el oov es parentico y, como tal, seala un nexo de carcter consecutivo con el discurso precedente y, por tanto, no puede reconocerse a la percopa siguiente el grado de independencia que damos en el discurso a las diversas secuencias.

    Existen, sin embargo, en esta percopa diversos ndices que ayudan a matizar la posicin estructural de la percopa. Los motivos desarro-llados en la percopa ofrecen -a nivel de expresin formal- correspon-dencia con los vv. 1-11, cfr. los lexemas criilf.La:(6, 6b y 6, 12a) y l:;funa:; (6, llb y 6, 13b: el verbo 1:;7Jv-en sus diversas formas temporales- se encuentra ampliamente presente en la primera secuencia: 6, 2b.10b; cfr.

    crul:;~crop.av en 6, 8; la correspondencia es mucho ms significativa si la extendemos al grupo semntico de la vida: l:;m~, &v.cr-ra:crt; etc.). La corres-pondencia desde el campo semntico de la muerte se encuentra represen-tada en los lexemas vaxp;{6, 13b; cfr. 6, 4b.lla) y ltv7J-r; (6, 12a; cfr. el grupo semntico alto&v~crxatv-&.va:-ro~, presente en toda la primera secuen-cia). Junto a estas correspondencias con trminos y motivos caractersticos de la primera secuencia, aparecen otros motivos comunes a todo el dis-curso, como la:p-r[a:,&ad6, 13ac; cfr. 6, 1.2b.6cd.7b.10ab.llc). Ms mar-cada, sin embargo, es la correspondencia formal de 6, 12-14 en relacin con la segunda secuencia: los tres imperativos sobre los que se estructura la percopa 12-14 configuran el motivo temtico de la segunda secuencia que funciona sobre el eje dominio-servicio, aunque los verbos xuptatv (6, 14a) y ~a:crtA.sm (6, 12) no figuren a nivel lexemtico en 6, 15-23. En este sentido merece sealarse el mercado paralelismo entre 6, 13 y 6, 19:

    f.L-/?iE 1ta:ptcr"t.VE"tE "tri f.LA.7J fliDV f51CAa a?itx[a:; cij f.La:p-r[q. &Ud. 1Capacr-r~cra:-ra ... -rd. f1A7J fliilV 5JtAa: ?itxatocrV7Ji; -rcji 8acji (6, 13)

    oocr1CEp d.p 1tapscr-r~cra:"tE -rd. f.LA7J fllV ?iouAa: -rij axo.IJ.a:pcr[q. xa:t -rij (lvOf.Ltq. ... o-rm; vv 1ta:pa:cr-r~cra:-rE 'td. flAl f1IDV ?ioA.a: 'tij ?itxa:tocrVIJ (6, 19)

    Esta coincidencia formal en gran parte de los elementos llevara a algunos copistas a introducir correcciones en el texto, en busca de una igualdad ms completa (cfr. la variante en 6, 19 de 5JtA.a. en vez de ?ioA.a:). En esta misma lnea de correspondencias con la segunda secuencia merece sea-

  • ESTRUCTURACiN A NIVEL DE EXPRESiN FORMAL 51

    larse la presencia en 12b del verbo 'ltaxoEl\1 que retornar en 6, 16b.l7b (cfr. tmaxo~ en 6, 16d). 15

    Esta marcada presencia de los motivos temticos de la segunda parte en la percopa 6, 12-14 ha movido a no pocos autores a estructurar el captulo en forma que la percopa 12-14 pase a la segunda parte (cfr. O. Kuss 16 y K. Barth 11). La mayora, sin embargo, la unen a la primera parte (cfr. A. Viard, 18 S. Lyonnet, 19 N. Gaumann, 20 P. Althaus, 21 O. Michel 22).

    Por nuestra parte, estimamos que estructuralmente debe unirse a la primera secuencia. Las razones que principalmente mueven a ello son: 1) el oov parentico inicial, 2) la frase final: ou rdp Ecm mi Vfl.O'I ri./...Ad. 7Co xptv que tiene la funcin de frase-grapa; como tal, cierra artificialmente la unidad literaria precedente y sirve de puente a la unidad siguiente, 3) la estructura de la primera parte quedara completa a nivel formal, por cuanto tiene su frmula conclusiva correspondiente (6, 11), resultara incompleta, sin embargo, a nivel de sentido ya que 6, 11 corresponde directamente a 6, 2 (cfr. el paralelismo que sealbamos ms arriba), dejando la pregunta inicial (6, 1) -que es del orden de la praxis- sin una respuesta (consecuencia) al mismo nivel. En cambio, el discurso queda estructuralmente completo si a la pregunta inicial "E'lttf!.Vrofl.E'I 'i [!.ap'ttCf l'i(l Y xpu; 'lCkEO'IcrY,;" podemos responder concluyendo: "fl.~ OU'I ~acrtA.eu'tiD Y [!.!lp'tta E'l 't Ovr't [!.m'l cr>J..a1"t . fl.~aE 'ltaptcr"t'IC"tE -cd. [!.kt [!.mY o7CA.a dh[w; 'tij J..ap'ttCf x "., 12-13).

    La multipl