El impacto del estigma en el tratamiento de adictos a drogas ilegales

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El Impacto del Estigma en el Tratamiento de Adictos a Drogas Ilegales.

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Una reseña sobre el impacto del estigma en el tratamiento para adictos a las drogas ilegales para un curso de sociología básica que cursé en la Universidad del Sagrado Corazón en Puerto Rico. Q lo disfruten!

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El Impacto del Estigma en el Tratamiento de Adictos a Drogas Ilegales.

Eduardo Vargas

Mildred López

SOC 209-

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Universidad del Sagrado CorazónFacultad Interdisciplinaria de Estudios Humanísticos y Sociales

San Juan, Puerto Rico

Índice:

Introducción…………………………………………………………

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Drogas y Estigmas como Problemas Sociales

en Conjunto……………………………………………………………4

La Criminalización y Dicotomía de las

Drogas……………6

El Modelo Salubrista en Puerto

Rico………………………..8

Conclusión…………………………………………………………..

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Bibliografía…………………………………………………………

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San Juan, Puerto RicoIntroducción:

La relación entre los estigmas sociales y el tratamiento a los adictos a drogas ilegales es

un paradigma evidente en la realidad social y política de Puerto Rico. Es en cada luz, cada

clínica de metadona, refugio y callejón oscuro que vemos el poder marginador que posee dicho

sello a estas personas. En el tercer capítulo del libro “Estigma y Salud: Consecuencias

detrimentales de lo alterno”, se define esta relación, el origen clasista de la misma al igual que

propone una alternativa científica a este conglomerado de problemas sociales, que es el Modelo

Salubrista.

Los autores, Varas y Cintrón, exploran las complejidades que construyen y fomentan los

problemas sociales que componen el exilio social de las personas drogodependientes, como la

ilegalidad del uso, el control moral del Estado y los beneficios que rodean la separación entre lo

“bueno” y lo “malo”, conflicto metafórico entre las drogas legales e ilegales.

Además del estigma asociado con el tratamiento a los adictos a drogas, en este trabajo

identificamos las drogas legales, las ilegales, las leyes que la prohíben y fomentado el sello

inmoral a millones de personas alrededor del mundo. Veremos como la política pública

prohibicionista del Estado creó la marca de inmoralidad que se asocia con los usuarios de las

llamadas drogas ilegales y su impacto social.

La teoría básica de los autores es presentar el fracaso de la Guerra contra las Drogas, una

lucha nacida de la propia división clasista, xenofóbica y política del Estado a principios del Siglo

XX, al igual que auspiciar los beneficios científicos del Modelo Salubrista, comparando el

ejemplo del gobierno Holandés con el Estadounidense.

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San Juan, Puerto RicoDrogas y Estigmas como problemas sociales en conjunto:

La definición de estigma marca la desacreditación de la persona usuaria de drogas dentro

del concepto moral social. Las leyes que están vigentes en Puerto Rico y los Estados Unidos

criminaliza algunas drogas y más no el uso de otras. La penalidad conlleva la privación de la

libertad, la separación de la familia, la exclusión de programas públicos y en los casos más

extremos, como Singapur y China, hasta la condena máxima de cárcel y la pena de muerte (pp.

74-75). Los criminalización de ciertas drogas se compone del discurso discriminatorio que

caracteriza algunos sectores con el consumo de drogas ilegales. Varias drogas fueron

criminalizadas a principios del siglo 20(pp. 87-88), definiendo a los usuarios como desprendidos

de la realidad e inclinados al “...suicidio o al ultraje y al asesinato de personas inocentes(p.84)”.

Un ejemplo de la base racista de la criminalización es que se asociaba la marihuana con

inmigrantes mexicanos que buscaban trabajo en Estados Unidos al igual que su espacio en la

sociedad americana. Todo con la demonización de las drogas.

Varios movimientos sociales “contribuyeron a la demonización del uso de drogas: el

puritanismo, la temperancia, el movimiento sufragista feminista, la ideología de la supremacía

blanca, el complejo industrial carcelario y la ideología prohibicionista(p.83)”. Con estos

ejemplos, los autores presentan un lado opresivo contra varias características de los usuarios de

drogas que han sido tratados o encarcelados: pobreza, baja escolaridad, el desempleo, el contagio

con el Virus de Inmunodeficiencia Humana, la xenofobia y el tener antecedentes penales. La

inmoralidad de los usuarios de drogas fue punta de lanza para las leyes prohibicionistas como el

Harrison Act(1914), el Volstead Act(1920) y el Marijuana Tax Acct (1937).

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San Juan, Puerto RicoDe la ilegalidad de las drogas y su empleo discriminatorio se desprende el “rol del

desviado”(p.76). Dada la represión social y de orden público que emplea el Estado contra las

drogas y sus usuarios, estas personas asumen ser incapaces de cumplir con sus responsabilidades

sociales y por ende se auto-excluyen de la sociedad y por ende su baja auto-estima corrompe la

disciplina que conlleva un proceso terapéutico. Esta conducta derivada de una violencia cultural

que asume la disfunción social de los usuarios, contribuye al contra-desarrollo de la persona en

cuanto a su status social y la discriminación a la que son sometidas(p.76). Es decir, el individuo

no logra remover el estigma de haber sido drogodependiente, aún cuando este haya completado

un programa de rehabilitación aprobado regulado por el Estado. Como ejemplo, los autores

presentan la exclusión de beneficios de prestamos universitarios y becas federales a quienes

hayan sido convictos por un crimen relacionado a drogas: “Esta norma coercitiva sugiere que la

sociedad valora menos a una persona que fuma marihuana que una que incurre en un acto de

violencia inter-personal, incluso cuando el acto desencadena en privar de la vida a otra

persona(p.83).”

Se puede concluir que la relación entre las drogas ilegales y el estigma que existe hacia

los usuarios es parecido a un circulo vicioso, repetitivo y concurrente, coexistiendo uno o el otro

en una maquiavélica harmonía. El tratamiento inefectivo que conlleva encarcelamiento o

tratamiento por parte de la Corte de Drogas, entidad que une en una misma terapia adictos al

alcohol y la marihuana con usuarios de drogas más fuertes como la cocaína y la heroína(p.78)

demuestra la falta de aplicación científica a un complejo problema social. Por consiguiente, los

usuarios esquivan dichos procesos rechazando las pocas alternativas que el Estado provee

mientras su propia gestión auto-destructiva les imposibilita la inclusión social, elemento definido

en el texto como “el constructo opuesto al estigma”(p.82).

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San Juan, Puerto RicoLa Criminalización y Dicotomía de las Drogas

Como discutimos anteriormente, la criminalización de las drogas fue un precursor

dominante en la estigmatización de los adictos a estas. Desde el acta Harrison hasta la

concretización de la era de la prohibición en el 1918 con el acta Volstead(p.87) se enfatizó en la

inmoralidad de las drogas y el deber del Estado de intervenir por el bienestar y la seguridad

social. Tras argumentos estrictamente morales derivados de las creencias conservadoras y relatos

periodísticos que entrelazaban las drogas con minorías, se fomentó el estigma con la

criminalización. Como el ejemplo de la marihuana, con la cocaína y el opio se proclamaron

eventos violentos e ilegales que no tenían cabida en el modelo social del Estado y estos estaban

vinculados con minorías. Con el primero se comenzó a decir que los propietarios de esclavos le

daban el estimulante para aumentar su rendimiento y así explotarlos en el trabajo. Con el opio se

argumentó una discrepancia religiosa que buscaba opacar la migración de chinos al oeste

americano, quienes estaban compitiendo con los blancos por el trabajo(p.86). De manera

represiva, estos argumentos sentaron la base para la propaganda amarillista contra las drogas que

llevó a las leyes que dictan las penalidades discriminatorias de la encarcelación, el tratamiento

innocuo a la adicción y sus consecuencias sociales.

Las leyes crearon un pensar colectivo que el Estado aprovechó para forzar su agenda

puritana y conservadora de principios del siglo 20, época de expansión territorial y político.

Junto con estas leyes, el Gobierno creó propaganda masiva que exageraba los efectos de estas

drogas con el proceso de demonizarlas al igual que a sus usuarios. Fue en el 1968 que se

reconoció legalmente la marihuana como un estimulante y no como un narcótico. En el 1972, el

informe de la Comisión Shafer propuso la decriminización de la marihuana ya que comprobaba

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San Juan, Puerto Ricoque el uso de esta no representaba un riesgo para la persona ni la sociedad(p.85-86) . No obstante

la misma fue rechazada por el presidente Richard Nixon, aunque fue avalada por once estados de

la Unión durante la década consiguiente.

La dicotomía de las drogas trata las mismas como unas “buenas” y otras “malas”,

fenómeno que reduce el estudio de este a dos parámetros morales y no científicos, lo que excluye

el “elaborar política para lidiar con las consecuencias de los problemas sociales asociados al

consumo de drogas, sean estas legales o ilegales, desde una perspectiva de salud pública”(p.81).

Como ejemplo de los efectos de la “dicotomía artificial”, el texto compara la imagen del

alcohol(droga legal) con la de las “otras drogas”. El primero se asocia con “el éxito, el prestigio

y el lujo...”(p.80) y el segundo se asocia con cuatro esteriotipos que “influencian la valoración de

este fenómeno ya sea reforzando o propagando el estigma”. Los cuatro estereotipos, sacados del

género del cine son:

Homicidas o maníacos

Espíritus Rebeldes (Wild Child)

El uso exagerado como escena de comedia

El uso de esta que conlleva a la inevitable tragedia.

Podemos concluir que el Estado cumplió su propósito a principios de siglo: criminalizar

el uso de estas sustancias que eran foráneas y asociadas con minorías religiosas y étnicas hasta el

presente. No obstante, la guerra contra las drogas ha representado una inversión mayor que la

necesaria para emplear otros métodos para combatir la drogodependencia y la estigmatización.

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San Juan, Puerto RicoEl Modelo Salubrista en Puerto Rico

Existe otro modelo, más novedoso, para tratar el problema de adicción a drogas ilegales.

Dicho modelo es conocido como el modelo salubrista y es el proyecto exitoso de Holanda. Desde

1991 se emplea esta ideología que pretende combatir los problemas sociales de la adicción a

drogas ilegales desde el andamiaje médico, tratando a los mismos como pacientes en vez de

criminales o víctimas indefensas de la amenaza de las drogas. Propone que estos pacientes sean

tratados como personas normales, a las cuales se le provean oportunidades normales y se les

exijan demandas normales(p.90). El modelo salubrista es la recomendación de los autores del

texto al problema de la estigmatización en el tratamiento a los adictos a drogas ilegales en Puerto

Rico(p.94).

Partiendo de la premisa que el tratamiento a la drogadicción no debe ser peor que la

droga en si misma, el enfoque del modelo salubrista es la salud mental del paciente y los

concurrentes problemas sociales que le llevaron a desarrollar la psicopatología. Viendo al

autoestima como propulsor del desarrollo social de la persona y por consiguiente una mejor

calidad de vida social, el modelo salubrista divide los efectos de la droga en efectos primarios y

secundarios. La primera explica los efectos farmacológicos que ocasiona la naturaleza de la

droga: embriaguez en el alcohol, estimulación con la cocaína, etc. mientras que la segunda se

produce bajo las condiciones en que la droga se consume. A diferencia del Modelo

Prohibicionista, el salubrista propone la intervención del Estado fundamentada en el

conocimiento científico y no las posturas ideológicas de los poderes políticos(p.92). Como

alternativas al problema de adicción, el Modelo Salubrista propone lo siguiente: reducir el daño

que le pueda ocasionar la droga al individuo, reducir el daño a otros y estudiar el fenómeno como

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San Juan, Puerto Ricoun problema de salud y no de inmoralidad del individuo(p.92). Para completar la propuesta, el

Modelo Salubrista propone establecer “suficientes servicios personales y profesionales que sean

costo efectivos para reducir los problemas relacionados con el consumo de drogas”(p.92). Con

esto, los autores contra atacan uno de los problemas críticos del sistema actual y es que solo hay

facilidades para atender al 8% de la población con el problema de adicción a drogas en Puerto

Rico(p.75).

Los beneficios del Modelo Salubrista se extienden del tratamiento del estigma de las

personas adictas a las drogas o usuarios casuales de las drogas ilegales y proponen la solución,

en parte al problema. Presentan, como ejemplo, la asociación del uso de drogas ilegales con la

criminalidad, enunciado contradicho con el ejemplo de Holanda. En el país europeo, la

criminalidad no esta asociada con el consumo de la marihuana, sin embargo, por la forma en que

está establecidas las leyes en Puerto Rico, van de la mano(p.92). Al decriminalizar el uso

personal de drogas ilegales y fiar estos a “las estrategías de salud pública”(p.93) se puede

“acarrear el uso problemático de todas las drogas con potencial de abuso y de crear

dependencia.”(p.92). Solo al cuestionar los estándares impuestos por las leyes pohibicionistas

con argumentos científicos podremos comenzar la batalla contra la estigmatización a los usuarios

de drogas ilegales y por consiguiente contra la criminalidad. Como plantean los autores:

“Mientras el estado de ley actual prevalezca, objetivamente quien consume una droga ilegal está

por definición cometiendo un crimen.”(p.93).

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San Juan, Puerto RicoConclusión

El impacto corrosivo de las leyes en contra de ciertas drogas a principios del siglo 20 creó

una falsa imagen de un mundo diferente al establecido y en expansión, en el caso de Puerto Rico

y los Estados Unidos. Ahora, cien años después, la sociedad continua bajo las directrices

discriminatorias de una política pública controladora, que implica el conservadurismo de la

moral religiosa. Además, el añadirle elementos discriminatorios a las poblaciones relacionadas

con las drogas mencionadas en el trabajo (los chinos=opio, negros=cocaína,

mexicanos=marihuana, alcohol=mafia, luego con el éxito), complementa el discurso

estigmatizante que ha llevado a la salud mental y la criminalidad a niveles incomprensibles. La

jornada criminal que impacta las cortes de los Estados Unidos(p.93) debe ser retada por

argumentos sólidos e inteligentes que promuevan el cambio del modelo prohibicionista al

modelo salubrista, opción indispensable para los autores ya que permite divulgar conocimiento

“y crear ambientes que apoyen el que se pueda aspirar a maximizar la salud y bienestar de todos

y todas en el sociedad.”(p.93).

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San Juan, Puerto RicoBibliografía

NORML. (2003). Report on sixty years of Marijuana prohibition in the U.S. Extraido 18

de abril de 2010, de norml.org

Senado de Puerto Rico. Comisión de Gobierno, Comisión de Salud. Plan integral para

atender el problema de adicción de drogas mediante el Enfoque Salubrista. Mayo

2009.

Varas, N., Cintrón, F. Estigma y Salud en Puerto Rico: Consecuencias Detrimentales de

lo Alterno. Publicaciones Puertorriqueñas (Capítulo 3, pp. 74-101).

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