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El futuro del vínculo atlántico E n la senda de foros ante- riores que abordaron temas como ‘la educa- ción, motor del desarrollo’, ‘el debate sobre Colombia’ o ‘el Es- tado de Bienestar’, esta convo- catoria constituye otra manifes- tación de excelencia del Instituto Atlántico de Go- bierno, otra aportación apreciable a la ver- tebración de nuestra sociedad. Y cuando digo nuestra sociedad, me refiero desde luego a la de aquí mismo, España, pero más allá, también a esas dos almas tan nuestras, la eu- ANA PALACIO Antigua Ministra de Asuntos Exteriores de España (2002-2004) Los principios que han sustentado las relaciones internacionales económicas y de seguridad por más de 70 años cobran hoy una luz, una relevancia, especiales. Vivimos tiempos confusos, el signo del presente es la incertidumbre. Nos asolan las turbulencias.

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El futuro del vínculo atlántico

E n la senda de foros ante-riores que abordarontemas como ‘la educa-

ción, motor del desarrollo’, ‘eldebate sobre Colombia’ o ‘el Es-tado de Bienestar’, esta convo-catoria constituye otra manifes-tación de excelencia delInstituto Atlántico de Go-bierno, otra aportación apreciable a la ver-tebración de nuestra sociedad. Y cuandodigo nuestra sociedad, me refiero desde luegoa la de aquí mismo, España, pero más allá,también a esas dos almas tan nuestras, la eu-

ANA PALACIO

Antigua Ministra de Asuntos Exteriores

de España (2002-2004)

Los principios que hansustentado lasrelacionesinternacionaleseconómicas y deseguridad por más de70 años cobran hoyuna luz, unarelevancia, especiales.Vivimos tiemposconfusos, el signo delpresente es laincertidumbre. Nosasolan las turbulencias.

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ropea y la americana. La primera, porque on-tológicamente España es Europa, Europa esnuestro ser y en su construcción estamoscomprometidos activamente; la segunda,porque la vocación ultramarina, venero denuestra política exterior desde el siglo XV,nos ha conformado y erigido en nación sinla cual no se entiende el mundo que vivi-mos, y entretejido en comunidad de lenguay de cultura que se derrama gozosa por amboshemisferios.

Así, la gran tarea que nos interpela es lavertebración de nuestra sociedad en sentidopróximo y en el sentido ambicioso que reservael papel protagonista a loshispanohablantes, los cultu-ralmente hispanos, del norte,del centro y del sur de lasAméricas.

El asunto que hoy nosreúne, el vínculo atlántico,presenta, pues, una perspec-tiva ancha en la que las nacio-nes iberoamericanas tienenmucho que decir. Hoy, sinembargo, me limitaré a la pro-yección más inmediata, y sinduda esencial, de esta comu-nidad: el vínculo atlánticoentendido como cimiento delos lazos entre Estados Unidosy la Unión Europea. Porqueno hay posibilidad de unaeconomía global humanizadaque corrija los fallos de nues-tro sistema –fallos que debe-mos asumir de frente y por de-recho– sin la concurrencia delgran entramado de riqueza, de

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iniciativas, de innovación, con sede en lacuenca atlántica. Y, asimismo, toda la arqui-tectura jurídico-institucional de garantías paralos ciudadanos nacida tras la Segunda GuerraMundial, bastidor de nuestra seguridad y nues-tras relaciones internacionales, también tienesu foco, su núcleo, en el Atlántico norte; ydesde el desembarco de Normandía, la confe-rencia de San Francisco o la de BrettonWoods, Estados Unidos se ha constituido ennación indispensable.

Estos principios que han sustentado las re-laciones internacionales económicas y de se-guridad por más de 70 años cobran hoy una luz,una relevancia, especiales.

Porque vivimos tiempos confusos. Porqueel signo del presente es la incertidumbre. Por-que nos asolan las turbulencias. Porque, con-trariamente al concepto acuñado por EricHobsbawm de “corto siglo XX” para denomi-nar la identidad del periodo comprendidoentre el asesinato del archiduque FranciscoFernando en 1914 y el desplome de la UniónSoviética en 1991, desde la perspectiva de hoylo que vemos es un “largo siglo XX”. En efecto,más que suponer una ruptura con respecto alpasado, el cuarto de siglo que sucedió a lacaída del muro de Berlín fue una continua-ción, de hecho la culminación, del tiempo quela precedió. Hoy estamos en un mundo dis-tinto, nuevo, sin balizar, terra ignota en la queemergen, de entre la bruma, hipocampos, hi-dras, dragones y sirenas. En el que nos sobre-saltan los improperios vía Twitter del presi-dente de los Estados Unidos de América; yasistimos incrédulos al espectáculo de los gran-des empresarios del mundo aplaudiendo bea-tamente cuando Xi Jinping, presidente de laRepública Popular y secretario general del

No hayposibilidad deuna economíaglobalhumanizadaque corrija losfallos denuestro sistemasin laconcurrenciadel granentramado deriqueza, deiniciativas, deinnovación, consede en lacuenca atlántica

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Partido Comunista de China,se postuló caudillo de la eco-nomía liberal.

En este periodo de insegu-ridades y mutaciones, ¿cómoorientar la navegación, si-quiera esta sea navegación avista?, ¿cómo contribuir?

Para encauzar estas refle-xiones introductorias y res-ponder a estas preguntas heescogido tres acontecimientosrecientes diversos en su ori-gen, naturaleza, desarrollo eincluso trascendencia: la elec-ción de Donald Trump y sus100 primeros días de go-bierno; el Brexit en las nego-ciaciones comerciales trasa-tlánticas; y la primera vueltade las elecciones presidencia-les en Francia. Sin embargo,resulta oportuno empezar poruna observación previa sobreEspaña.

Durante los últimos cincoaños, España ha sido un buenejemplo de torbellinos y dificultades; y decómo encarrilarlos y superarlos. Durante doslustros, en encuentros similares al que hoy nosreúne, España se señalaba como epítome decrisis económica, negación de la realidad, des-empleo, parálisis de las instituciones. Hoy, sinabandonar la clara conciencia de las dificulta-des a las que nos enfrentamos, de las fragilida-des que nos aquejan, es obligado reconocer queEspaña se erige en ejemplo de encauzamientopor nuestros gobernantes de una situación por

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muchos diagnosticada como irreversible; de su-peración, de vitalidad de nuestras empresas ynuestros ciudadanos. Recordando al vicecan-ciller alemán Wolfgang Schäuble en la re-ciente Conferencia de Seguridad de Múnich,un país que ha hecho bien las cosas, un paísque ha salido de la crisis respetando los valores,el Derecho y las reglas de la Unión Europea.Hoy, la economía española apuntala un creci-miento del 3%, nuestras empresas han salidoal exterior a conquistar mercados y la balanzapor cuenta corriente comienza a acostumbrarsea un sano superávit. Este gran esfuerzo se tra-duce en credibilidad internacional y desde elexterior se aprecia la estabilidad de España, enparticular por comparación con los países denuestro entorno que atraviesan complejos pe-riodos electorales y en muchos casos procesossociales de redefinición.

Los españoles podemos y debemos involu-crarnos en tareas que trascienden a nuestrapropia situación y esta coyuntura informa la re-flexión sobre el vínculo atlántico.

Estados Unidos, decía hace un momento,ha sido arquitecto principal del orden globalliberal, nación indispensable. Y hoy continúasiéndolo. De ahí la alarma, el desconcierto, quesiguieron a la elección de Donald Trump. Hoy,podemos destacar acontecimientos recientesalentadores. Todo apunta a que el ultranacio-nalista Steve Bannon, jefe de estrategia deTrump, quien se erigió en los primeros momen-tos en auténtico valido, está perdiendo in-fluencia y podría incluso ser apartado por com-pleto del círculo de confianza. Mientras, elhasta ahora huidizo y marginado Rex Tillersonse dibuja como sombra del presidente, y elcuestionado Michael Flynn ha sido sustituidoen el fundamental cargo de asesor de seguridad

Vivimos tiemposconfusos y, sibien loselementos sobrelos que reposabael orden mundialsiguenpresentes, faltala amplitud demiras, el impulsoque los guio: laconvicción deque la libertad,la democracia yel Estado dederecho son losmejoresfundamentospara la paz y laprosperidad

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nacional por el respetado H.R. McMaster. LaCasa Blanca parece enfilar un orden. El recreoparece haber terminado.

Y este giro tiene traducción en la ejecutoriade gobierno. Podría significar que la Adminis-tración Trump ha entendido que no puede di-señar una política exterior centrada exclusiva-mente en intereses internos, definidos estos,además, de forma restrictiva y roma. Así, conel lanzamiento de misiles crucero sobre Siriaen respuesta al último ataque con armas quí-micas a la población civil por parte de Basharal Assad –aunque este acto sea más demostra-ción de fuerza que precursor de una estrategiasustantiva–, Washington no ha hecho sino re-currir al manual de prácticas del expresidenteClinton. Por otra parte, la agresiva retórica deTrump hacia China se ha visto superada porlas preocupaciones comparti-das sobre Corea del Norte.Pasado el momento de embe-leco presidencial con Putin,Rusia ha sido retornada, almenos ante los medios, al an-terior rol de amenaza de Oc-cidente. Y entretanto laOTAN, piedra angular denuestra seguridad, ha resuci-tado de la obsolescencia a laque había sido condenada porun tuit trumpiano.

Por lo tanto, el cielo no seha desplomado sobre nuestrascabezas y en materia de polí-tica exterior y de seguridadnos llegan signos alentadoresdesde Washington. Pero porel momento no cabe lanzar lascampanas al vuelo. No pode-

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mos superar, por ejemplo, la desazón que pro-vocó la cadena de acontecimientos originadapor Pyongyang. Ni ignorar borrones, comocuando, recientemente, la Administración es-tadounidense anunció haber dado órdenes alportaviones USS Carl Vinson de tomar rumboa Corea, mientras este continuaba plácida-mente su navegación en dirección opuesta,hacia Australia.

En el área económica, la Unión Europea esel mayor socio comercial y de inversión de losEstados Unidos. Así, el último año EstadosUnidos exportó al bloque por valor de 270.000millones de dólares e importó de la Uniónbienes y servicios por valor de 417.000 millo-nes de dólares; mientras, la inversión cruzadaentre ambos superó los 2,5 billones en cadasentido. En este contexto, desde 2013 se vienenegociando, con variada intensidad y entu-siasmo, un gran acuerdo bilateral comercial yde inversiones, conocido como TTIP por sussiglas en inglés. Tras la elección de Trump, pro-liferaron los signos que auguraban para el TTIPun final similar al sufrido por el macroacuerdoregional firmado por la AdministraciónObama con once naciones de la cuenca pací-fica, denominado, también por sus siglas en in-glés, TPP. Hoy, parece que las negociacionesdel TTIP podrían reactivarse o tal vez reini-ciarse en el corto plazo; en cuanto al Brexit, lasdeclaraciones del secretario de comercio de Es-tados Unidos, Wilbur Ross, no dejan lugar adudas sobre la primacía de la Unión Europeafrente al inicial coqueteo del presidente con elReino Unido.

Sin perjuicio de valorar estos aspectos po-sitivos, tampoco en esta área tiene cabida eloptimismo acrítico. La Administración norte-americana puede haber comprendido que un

El ordeninternacional,para retomar surumbo, precisade liderazgo. Yeste brilla porsu ausencia

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acuerdo comercial con laUnión es más importantepara los intereses de EstadosUnidos que un acuerdo post-Brexit con el Reino Unido,pero no cabe conjurar, por en-salmo, a quien ha acogido conentusiasmo los resultados delvoto del referéndum en elReino Unido y no ha escati-mado muestras, dentro y fuerade Twitter, de aprecio por po-pulistas nacionalistas euro-peos de ribetes autoritarios, enparticular, Marine Le Pen.

En las relaciones trans-atlánticas nos encontramosfrente a un fenómeno pare-cido a la memoria muscular. Una vez interio-rizado, este tipo de aprendizaje, como montaren bicicleta, opera automáticamente en en-tornos y circunstancias estables, pero por sísolo no tiene capacidad de desarrollar las re-acciones creativas, ni la visión a largo plazonecesarias para enfrentarse a una alteraciónsustancial y duradera del entorno. Saber peda-lear no nos garantiza la vuelta ciclista. Comohe empezado por decir, vivimos tiempos con-fusos y, si bien los elementos sobre los que re-posaba el orden mundial –multilateralismo,libre comercio, alianzas duraderas, e incluso elesporádico diseño unilateral de políticas porparte de Washington– siguen hoy presentes,falta la amplitud de miras, el impulso que losguio: la convicción de que la libertad, la de-mocracia y el Estado de derecho son los me-jores fundamentos para la paz y la prosperidad.Hoy nos enfrentamos al Tourmalet; necesita-mos plena consciencia y agudeza muscular. Yno las tenemos.

El orden internacional, para retomar surumbo, precisa de liderazgo. Y este brilla por suausencia.

Estados Unidos ha sido por 70 años adalidde la visión ilustrada de la racionalidad delhombre, el progreso de la humanidad y la ina-gotabilidad de los recursos. Pero hoy, aunquepor parte de la Administración se intente unasingladura constructiva, estaremos en la tácticamientras que de su presidente solo quepa rea-listamente esperar que no provoque demasia-dos bandazos.

Mientras, China pregona una “visión” dela globalización que no haría sino perpetuar susaspectos más desalmados, en los que hunde lasraíces el desorden actual.

En cuanto a los gobiernos y dirigentes eu-ropeos, hemos de reconocer que son múltipleslos flancos que se presentan a la crítica. La ino-perancia de las instituciones de Bruselas: la dis-cordia en el Consejo, la deriva de la ComisiónEuropea, el tan ambicioso como peligroso ob-jetivo de autoengrandecimiento del Parla-mento Europeo. Por no hablar de la ausenciade Francia, la debilidad de Italia, las peligrosasderivas de los miembros centroeuropeos, em-pezando por Polonia y terminando por Hun-gría, las dificultades que presenta el aparente-mente inevitable e históricamente cargadodirigismo de Alemania. Desde la conciencia dela responsabilidad que a España le incumbe, sí,podemos lamentarnos, pero el diagnóstico nocambia, la Unión no está presta para asumirpapel de liderazgo mundial alguno.

En esta compleja realidad que vivimos, sinperjuicio de la carencia de liderazgo apuntada,la revitalización del orden global puede y debe

El liberalismo se ha idodescarnando amedida que seidentificaba conla economía y el mercado eignoraba loscondicionantesde la nuevarealidad delmundo

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abordarse desde la sociedadcivil. La tarea, y repito la ideade arranque de esta interven-ción, se centra en la disemi-nación de los principios y losvalores liberales; que nuestrasociedad los abrace activa-mente y como suyos los de-fienda. En definitiva, tenemosque encarar que una partecreciente de la población re-niega explícita, implícita o tá-citamente de los fundamentosintelectuales de esta doctrina.Y debemos asumir que, almenos en parte, esto se debeal incumplimiento de la pro-mesa de la prosperidad com-partida que constituye la basede la sociedad abierta. Perotambién ha de proclamarsealto y claro que la defensa del

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orden internacional liberal no ha sabido tras-cender en estos tiempos convulsos su rígidocorsé intelectual. El liberalismo se ha ido des-carnando a medida que se identificaba con laeconomía y el mercado e ignoraba los condi-cionantes de la nueva realidad del mundo; entérminos aristotélicos, a medida que todo lo fueinvadiendo la lógica (logos), mediante el usodel lenguaje de la ética (ethos) y la contenciónde la pasión (pathos).

Este planteamiento perdió funcionalidad apartir del ataque a las Torres Gemelas, cuandoel terrorismo cobró carta de naturaleza inter-nacional y puso de manifiesto las líneas de fallade los cimientos lógicos y éticos del orden li-beral. Y la crisis financiera global de 2008 aunlas ahondó.

LÓGICA, ÉTICA, PASIÓN

Hoy la pasión es un arma imprescindible enpolítica, pero son los enemigos del liberalismoquienes mejor la empuñan. Marine Le Pen,eficaz propagandista donde las haya, en unasimplificación falsa pero atractiva, remachaque la globalización y las instituciones sobrelas que esta reposa serían sauvages. Pese a sugran volatilidad, el nacionalismo y el identi-tarismo, se han convertido en catalizadores deemociones federadoras: la nostalgia y el sen-tido de pertenencia.

Para sobrevivir como marco de referenciade las relaciones internacionales, los valores delliberalismo deben encarnar en la sociedad a tra-vés de un entendimiento propio de la pasión.Sin menospreciar la lógica y la ética –áreas enlas que el orden mundial liberal destaca por en-cima de cualquier alternativa– es preciso en-contrar otra conexión con los ciudadanos.Armar un programa que no solo sea razonable,

Quienescreemos en el ordenmundial liberal,en el papelbasilar que enél correspondeal vínculoatlántico,debemosentender que laresponsabilidadno soloincumbe a quienesgobiernan

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sino que conmueva. Que hable al corazóndesde la cabeza. Que plantee una ilusión de fu-turo. Sin falseamientos, sin edulcorar las difi-cultades, pero sin caer en derrotismos o rehuirel debate que, ya lo dije, tenemos pendienteabordar de frente y por derecho. Y difundirlo,no entre los convencidos, sino entre los escép-ticos.

Es lo que ha hecho Emmanuel Macron enFrancia. No ha recurrido a apropiarse de argu-mentos del populismo, revistiéndolos de racio-nalidad como sí vimos hacer en la campañaholandesa. Además, por difícil que en algunosmomentos, sin duda, le ha resultado la defensasin ambages de Europa, ahí está su rotunda lla-mada a la refundación del proyecto común,“cette Europe qui protège”, en su discurso de vic-toria la noche del domingo 23 de abril. Y sobretodo, ha creado ilusión, ha dibujado un futuroposible. Y ha ganado en la primera ronda delas presidenciales. Esperemos, esperamos, quegane de forma abultada el día 7 mayo; y apren-der la lección que nos está dando; y sacar lasconsecuencias pertinentes; y, si pudiéramos,contribuir aprovechando su impulso.

Termino. Por mucho tiempo, las virtudes ylas ventajas de un mundo globalizado se hanpromovido desde la autocomplaciente como-

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didad de intelectuales cámaras de eco. Estotiene que acabar. Quienes creemos en el ordenmundial liberal, en el papel basilar que en élcorresponde al vínculo atlántico, tanto en susentido extenso como en el más estricto objetode estas palabras, debemos entender que la res-ponsabilidad no solo incumbe a quienes go-biernan; que la tarea nos reclama, que debemosconstruir sociedad civil. Y saludar iniciativascomo esta del Instituto Atlántico de Gobierno,así como su tarea de formación en las medula-res áreas de liderazgo y gestión pública.

NOTAS

* Conferencia inaugural del VII Foro Atlánticodel Instituto Atlántico de Gobierno. HotelHesperia, Madrid; 26 de abril de 2017.

PALABRAS CLAVEVínculo atlántico • España • EE.UU.

• Europa • Liberalismo

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