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  • OBRi^S COMPLETAS DE

    VRCAS VILA

    mrmsvNORamn Sopea, Editor. Provenza, 93 a 97, Barcelona.

  • :: Obras completas de Vargas Vila ::

  • Obras completas de J. M. Vargas Vila

    DERECHOS DE AUTOR

    Todo ejemplar que circulesin estampilla ser conside-

    rad ilegal:

    EL FINAL DE UN SUEOEDICIN DEFINITIVA

    DEBIDAMENTE REVISADA Y CORREGIDAPOR EL AUTOR

  • Derechos reservados.

    Ilano'.n Sopea, invprcsor y oditor: Provfinxa. 93 97.- Rufrion

  • Obras completas de J. M. VARGAS VILA

    EL FINALDE UN SUEO

    (NOVELA INDITA)

    EDICIN DEFINITIVA

    La Fraternidad Humana, no haescrito sino un poema...

    y ese lo escribi Can, con la manlbula de un asno.

    V. V

    BARCELONARAMN SOPEA, Editor

    PHOVENZA, 93 A 97

  • A MANERA DE PREFACIOPARA LA EDICIN DEFINITIVA

    Lneas breves;sintticas;sin espacio para ms;contentivas de la histori-a de este libro, sin histoa;este libro...un arco iris apoyado en dos tormentas

    ;

    un espacio azul y, blanco, en el rojo cromtico de U7i grancielo en tempestad;

    &n la dolorosa Triloga de estas novelas, aEl Minotauroi>,es como el alba de eisa ardoi-osa jornada, en que una AlmuHeroica, el alma de Frailan Pradilla, se puso en marcha ha-cia, la Vida;

    este .Final de un Sueoy>, es como un medioda tropical,fuliginoso y, meditativo, lleno de una calma imponente deselva ecuatorial;

    a las furentes rebeldas del aMinoiauroit, sigue este librodie reposo ideolgico, semejante al remanso de un gran Ho,momentos antes de entrar en las agitaciones de un mar te>iT-blemente amenazante;

    el draniQ, que se desarrolla en este libro, es todo psicolgico

    ;

    sus lineamientos estticos son ms puros, par ser absoluta^mente &spirituales ;

    es deliberadamente intelectual;y, pon' ende, ms noble y complicadamente dramtico

    ;

    la esencia vital de un drama, est en el alma de aquel quelo vive, no en los hecjios que lo producen, que son apenas ele-mentos circunstantes de l;

    leo con amor este segundeo libro de mi Triloga escrito en elao 1917, en Barcelona, para hacer suite al viMvnotauroi, y,preceder a i La Ubre de la Loba*, ltimr> de la sombra Tra-gedia, que fu la Vida de Frailan Pradilla;

    y, lo entrego para que entre a formar parte de mis tnObrasCompletaste, editadas par la Casa Editorial Sojyena ;vaya este libro, como los otros mos, hacia las almas cari-

    osas que me leen, auiZois siempre de hallar en cada unode ellos, el fulgo-r de vna Verdad;

    valerosamente dicha;en la decoracin esplndila de la Vida y del Dolar;como en este Hbro, que es la Novela de un Intelectual.

    Varga3 Vila.1920.

  • EL FINAL DE UN SUEO

    Mora la tarde triste;

    sobre los cielos plidos, era una gamade oros, en tal delicuescencia, que se di-ra lunar;

    los oros, se fundan en un argento p-lido en la penumbra vaga

    ;

    hora crepuscular;por el balcn, entraba la luz difusa y

    lenta rompida en los esteres y en las cor-tinas rojas, reviviendo en la alfombra laflora atrabiliaria, que se haca fantas-mal...

    la flora se haca triste, entrando en lastinieblas, en este vencimiento pacfico delSol...

    mariposas perseguidas, parecan lasmanchas blancas, que huan sobre la al-fombra a los ngulos remotos, donde, al

  • 8 VARGAS VIL

    A

    fin, se diluan, se esfumaban, se moranen un vuelo silencioso de liblulas can-sadas...

    los cristales de la lmpara que en elcentro abra sus brazos, con sus bombaspolicrmicas, irisaba los reflejos, de esatenue luz remota y jugaba en los plafo-nes, todos blancos y dorados como cielosde marfil

    ;

    en las grandes acuarelas, y, los paisa-jes al leo, que pendan de los muros, esaluz agonizante, pareca revivir y, dar vi-da, ora fuera a los marinos horizontes, y,las olas encrespadas y, las playas roca-llosas de Civitta-Vechia, o las suaves yonduladas, de Nettuno y Porto d'Anzio,ora al afro solitario, encerrado en sus pa-ludes, donde bueyes pacan gustosos y,rebaos diminutos, destacaban sus silue-tas en la rida y, majestuosa soledad dela Campia Romana, cuya lnea limtro-fe con la Urhi Orbis, decoraba la gran c-pula azulosa de San Pedro, siempre or-nada de reflejos, como un huevo lumino-so de cristal

    ;

    los ruidos de la calle, no turbaban, elsilencio omnipresente del saln, todo en

  • EL FINAL DE UN SUEO 9

    sombras, ya huidos, los jirones caduca-dos de la luz...

    Froiln Pradilla, despus de haberacompaado sus visitantes hasta la puer-ta del saln, para despedirlos, haba vuel-to cerca a la ventana, y, se haba sentadoen uno de los sillones, que estaban inme-diatos a ella, y, desde el cual poda verun gran pedazo del cielo, en el cual lasestrellas parpadeaban como vrgenes in-somnes, y, un gran fragmento de calle, enel cual las lmparas elctricas aparecanunas tras otras, con su luz oscilante y fe-lina, como ojos vidos de meretrices queexploraran las tinieblas;

    sus ojos indiferentes, contemplabansin emocin, el espectculo exterior, delos cielos y, de la tierra, absorto como es-taba en la contemplacin de sus paisa-jes interiores, atento al vocero confusode los mil gritos extraos que suban desu corazn

    ;

    haba llegado a una confluencia de suVida, en que sta, como un ro acrecido,pareca sentir el peso, de los parajes cal-^mados y bellos por donde haba corrido,y, quera orientarse hacia no saba qumares tempestuosos, inapaciguados, ocul-

  • 10 VARGAS VILA

    tos all abajo, en la sombra remota, cru-zada de relmpagos y, llena de gemidoslamentables...una confluencia de Infinito, ms all

    de la cual, gema algo, que no era su pro-pio Dolor, sino el Dolor de los otros, alcual haba estado toda su vida, tan aten-to su corazn

    ;

    no haba podido matar en s su almade Redentor;

    sa era su angustia;

    sa, la fuente oculta de todos sus pe-sares

    ;

    SU actitud de Triunfador feliz, hartode Gloria y, aun triste de ella, no conso-laba SUS tristezas de Apstol y de Rebel-de, y, senta an ms que la tristeza, elremordimiento de esa Gloria, cuyo humopareca ocultarle los senderos ya remotos,de sus luchas cuerpo a cuerpo con la Ti-rana, la Hidra inacabable, cuyas garrasse clavaban, no ya sobre l, que era unHombre Libre, sino sobre los otros, sobrelos Pueblos Esclavos ; aquellas tribus deilotas, que ms all del mar, dorman elsueo de la Ignominia, ms profundo queel sueo de las selvas, y, cuyas almas seconfundan en un mismo gesto de bestia-

  • EL FINAL DE UN SUEO H'

    lidad agresiva y primitiva, que eraun

    odio ciego a la luz ;el, saba que el Apostolado, es una as-

    censin perpetua, hacia las cumbres del

    Sacrificio;que en esa marcha dolorosa, la d-eten-

    cin, es una traicin

    ;

    que dos son los deberes de un Apstol

    :

    realizar su sueo, o morir por l

    ;

    que hay como la interrupcin de un rit-

    mo musieal, en la interrupcin de la ta-

    rea de un Apstol

    ;

    que es como la ruptura de una armonasideral, escrita por el Destino, en el pen-

    tagrama de las estrellas

    ;

    que es necesario al mundo que ese GranCntico de Gloria y de Fuerza, no se in-

    terrumpa, que esa Sinfona vivida, con-

    tine en ser la Obra de Perfeccin y, de

    Liberacin, que los hombres oigan y vean

    en un verdadero Festival del Espritu, y,

    lo sientan vibrar y desarrollarse ante

    ellos, en una gama ascendente, en unapureza inimaginable de lneas, en una

    perfeccin creciente de melodas hacia

    la cima, hasta finir y culminar el Gran

    Poema Lrico, el Poema Blico de mau-

  • 12 VAEGAS VILA

    dita fuerza y ocenica sonoridad, que esla Vida de un Libertador. .

    .

    ese Poema Heroico, que es el Poemadel Sacrificio, la cumbre de las Crucifi-xiones, donde la brutalidad de la VidaVencedora, decapitando al Genio, learranca la lengua, para apagar el ltimoeco del Verbo Apolneo que revel alMundo, lo que hay de irrovelado en el co-razn obscuro de la Fatalidad, y, cantese Himno de la Libertad, que muere conl, como si fuese el canto de todos los cis-nes del Ideal, sonando en la garganta deuno solo, para morir con l, sobre el tristeespejo del lago de los sueos, hecho unlago de cenizas, que se mezclan a las ce-nizas de los mundos muertos en el cora-zn inalterable del Silencio

    ;

    como la aparicin del fuego en unamontaa muy lejana, su juventud, se leapareca radiante y vibradora, como unincendio de selva, rtmicamente orienta-do hacia el Sol

    ;

    puesto en presencia de ese pasado tu-multuoso, su vida actual, se le aparecacomo insignificante y de una pequenezcorpuscular;

  • EL FINAL DE UN SE:O 13

    no que l, hubiese abandonado la Li-bertad ; no

    ;

    l, la amaba, l, la serva, l, la honra-ba con la gloria de su nombre

    ;

    los gestos que haba esbozado duranteios treinta aos de su ostracismo, habansido gestos de Apstol ensoador y, lri-co, nobles gestos de altruismo, teidos deuna A^aga y generosa melancola

    ;

    haba hecho de su palabra una flmula,y de su pluma una espada

    ;

    iluminar y combatir haba sido su mi-sin

    ;

    la Prensa y, la Tribuna, haban sidolas dos cimas desde las cuales, su almavestida de llamas haba dicho ai Mundo,el esplendor de su palabra

    ;

    pero, este combate as, plenamenteideolgico, tan por encima de las realida-des tangibles de la Vida, no satisfaca susanhelos combatientes, y, se vea como unHrcules vencido y, culpaba a la Vida deser la Onfala vencedora de sus energaspotenciales, vivas an, pues que ruganen su corazn, como leones enjaulados,venteando a lo lejos el olor de sangrien-tas carniceras

    ;

  • 14 VARGAS VILA

    y, una tristeza nazarena asaltaba sucorazn

    ;

    era que haba faltado a su Destino ?haba dominado ya la cumbre lvida,

    aquella tras de la cual, no le es posibleal Hombre hallar nuevos derroteros

    ;

    la marcha hacia el Oriente, no es per-mitida al hombre que ha cumplido cin-cuenta aos...

    su vida es ya una trayectoria hacia elOcaso, un suave declive hacia el mar dela Muerte, en cuyas tristes riberas creceninclinados sobre la Eternidad, los lti-mos laureles...

    l, haba entrado ya en esa Va Appia,en esa Va de las tumbas, que no por serla Avenida de la Muerte, deja de ser laAvenida de las Victorias

    ;

    aun poda combatir, aun poda vencer;

    aun poda tender la mano a otros lau-reles, que no fueran los ya concedidos asu talento extraordinario y cuya sombralo entristeca ms bien que consolarlo

    ;

    en el lenguaje consagrado por los hom-bres, l, era : un Vencedor

    ;

    su renombre era un renombre mun-dial

    ;

    entraba en la vejez por un prtico or-

  • EL FINAL DE UN SUE^O 15

    nado de refinamientos y de sutiles ele-gancias, como por un arco triunfal orna-do de rosas exquisitas

    ;

    ilustre, fuerte, rico, qu faltaba a sufelicidad ?

    Icmo se llamaban las alas de esa Idea,

    que plegndose sobre su frente la hacantenebrosa, como una cima en la No-che?...

    Iera la visin del Pasado, en cuyos pai-

    sajes remotos, las costas de la Patria, sediseaban como las de un territorio deangustia y de desolacin ?

    era la visin del Presente, rido comoun campo de cenizas ?en Europa, haba muchos Apstoles co-

    mo l, aunque ninguno tuviera su Elo-cuencia acre y terrible

    ;

    soadores como l, no faltaban, aunqueno todos tuvieran su raro desinters queera como un rudo candor

    ;

    pero;...

    Ipor qu ese Apostolado no triunfaba ?por qu ese sueo no se realizaba ja-

    ms?...el espectculo que se ofreca a sus ojos,

    era un espectculo desalentador, capazno slo de justificar, sino de hacer palide-

  • 16 VAEGAS VILA

    cer las predicciones del ms hosco pesi-mismo

    ;

    la Europa envejecida pareca resigna-da a morir sobre las leye antiguas, abra-zada a ellas, mezclando el polvo de su ca-dver, al polvo de esas mismas leyes, quela haban esclavizado y la haban ven-cido

    ;

    en las ciudades, reinaba la Injusticiaen todas sus formas y, los esclavos delTrabajo eran tan miserables, como aque-llos que en la antigua Roma, llenaban consus clamores los silencios del Forum, y,enmudecan bajo el hacha de la Muerte,en las arenas del Circo

    ;

    afuera, en los campos, los siervos de lagleba, eran tan despiadadamente explo-tados y, tan sistemticamente envileci-dos como los de la gleba romana antes ydespus de los Gracos y, de la ley Salus-tia;

    el mundo no haba andado un paso enel camino de la Justicia

    ;

    el Derecho era el escabel de los fuertes,y, el hacha con que se decapitaba a losvencidos

    ;

    el Trabajo, continuaba en ser una Es-clavitud y la Riqueza una Insolencia

    ;

  • EL FINAL DE UN SUEO 17

    las relaciones entre el Trabajo y el Ca-pital, eran crueles y primitivas, con to-dos los caracteres de ferocidad de las ci-vilizaciones florecientes, prontas a entraren su declinacin;

    la Ley, era como siempre, la amenazadel dbil, y, la catapulta del fuerte

    ;

    el Juez, continuaba en ser el heraldodel Verdugo

    ;

    la Justicia, estaba sobre todos los la-bios, y, no estaba en ninguno de los cora-zones

    ;

    la Sociedad, continuaba en enviar loshombres, a morir sobre los campos de ba-talla, o los arrastraba a morir sobre lastablas de un cadalso

    ;

    la esclavitud exista con el nombre deejrcitos permanentes, y, esas legiones deparias, eran enviadas a conquistar terri-torios lejanos, para los mercaderes quelos pagalDan.Roma se haba fundido en Cartago, y

    eran una sola Urbe, que tena por fronte-ras, las fronteras del Mundo

    ;

    haba amos y esclavos, slo que a stos,para hacer ms irrisoria su esclavitud,les ponan un gorro frigio, emblema dela Libertad, y, sus amos fingan inclinar-

    SUEO.

    2

  • 18 VARGAS VILA

    se ante ellos en el gesto irreverente de lams bufa arlequinada;

    los embriagaban de elogios, como losantiguos embriagaban de vino los ilotas;para divertirse con ellos

    ;

    los Tribunales, continuaban en seiprostbulos de la Venalidad, y, las togas^^mantos de Mesalinas sin encanto, las cua-les, no teniendo favores que vender, ven-dan los de la Ley

    ;

    la, Bolsa, continuaba en ser el Tetragra-n^aon del Mundo, en donde no habams Tablas de la Ley, que las Tablas deLogaritmos

    ;

    el Mundo se alquilaba o se venda almejor postor;

    se hunda lentamente en todas las co-bardas, esperando la llegada de los br-baros que dorman en su propio seno, y,el relincho de cuyos caballos, se escucha-ba a intervalos haciendo estremecer el si-lencio del horizonte

    ;

    ellos vendran a la hora histrica, mar-cada por el Destino, para castigar esa fal-sa Civilizacin, fundada sobre la aposta-sa de todas las virtudes

    ;

    ellos, atravesaran con su lanza, el co-razn de esa sociedad, madre de todas las

  • EL FINAL DE N SUE:?O 19

    claudicaciones y de todas las cobardas

    ;

    y, acabaran con la comedia irritantede esa Libertad esprea, formada de to-das las esclavitudes, y, de esa Democra-cia, hecha de privilegios y, de egosmos

    ;

    no haba verdadero sino la Esclavi-tud;no haba sagrado sino el Crimen

    ;

    y, de rodillas ante esa Omnipotencia,el mundo deshonrado temblaba, aprestn-dose a morir

    ;

    y, l ; lo vea...

    vea ese atardecer de ignominias, pron-to a convertirse en un crepsculo de san-gre;

    y, vea la inutilidad de todas las doc-trinas al caer en la mentira de todos loscorazones

    ;

    qu haba sido de la Palabra de losapstoles y, de los profetas?...

    la simiente haba cado sobre una tie-rra podrida de Miedo y de Indiferencia,y, no haba germinado pudrindose a suvez en el corazn del Mundo, ya gangre-nado por la Muerte ;por un florecer nocturno de todas las

    iniquidades, el jardn de la Sabidura Hu-mana, haba visto morir una a una sus

  • 20 VARGAS VILA

    ms bellas rosas, sin esperanza de resu-rreccin

    ;

    el Mundo, no era digno de la Liber-tad?

    i no era capaz de ella ?no se saba quines eran ms viles, de

    los amos o de los esclavos

    ;

    los unos imponan el yugo, y los otroslo sufran con un gesto de igual bestia-lidad, vecino al idiotismo

    ;

    una espesa sombra de dolor cubra esemundo donde la voz de los profetas ha-ba muerto, en un Silencio hecho de ser-vidumbres

    ;

    en la prolongada miseria de la hora, enM cual se empapaban de Infamia, las l-timas races de la Vida, todo rayo de Glo-ria haba muerto sobre los cielos inermes,que parecan dos labios cerrados sobreuna tumba

    ;

    la espada de los arcngeles se haba ro-to, contra el muro de la Iniquidad, comocontra el corazdn de piedra de una Es-finge

    ;

    la plyade apostlica yaca en el polvo,al pie de ese muro, vencida por el Dolory por la Muerte ;

    los viejos apstoles y los nuevos aps-

  • EL FINAL DE UN SE^O 21

    toles, eran como la escoria intil, sobreel volcn extinto, de cuyo corazn, no sa-le ya la llama para acariciar la Noche ;en vano B&seckel, haba revelado al

    mundo, los : Enigmas del Universo, ylas ((Maravillas de la Vida^), si el mundono descifraba Otro Enigma que el delVientre, ni saba de otras maravillas quela de envilecerse y de morir sobre un le-cho, que habra encontrado demasiadomuelle, el eglatra de Sibaris

    ;

    en vano Strauss, haba arrancado alCristo, su mscara de dios, con una he-roica brutalidad de pedagogo en clera,y Renn, haba intentado arrancarle lacorona de mrtir, con una mano temblo-rosa, de lego irreverente y cobarde

    ;

    el judo asqu'eroso,- continuaba en rei-nar sobre un mundo degenerado, que ha-ba hecho de su cruz el estandarte furen-te de todas las Tiranas, y, de su mantode plebeyo castigado, la prpura de to-dos los imperios;

    reyes y pontfices, reinaban en su nom-bre, y, fantasmas de repblicas, ampara-ban bajo l, las formas de su soberanairrisoria, ms pesada que su antigua es-clavitud ;

  • 22 VAEGAS WILA

    si la tierra ya consagrada por la Civi-lizacin, agonizaba vencida... dnde,pues, sembrar la semilla de los sueos re-dentores, los que como l, haban consa-grado su vida a dar forma tangible a esossueos, y, a predicar desde las cumbresideales, el reinado de la Verdad y de laLibertad, entre los hombres ?no le bastaba el prestigio que su pala-

    bra apostlica tena entre las gentes cer-canas y, aun en aquellos pueblos remo-tos donde llegaba, apagada por la distan-cia, pero, siempre vivaz y lmpida, comoel eco de un clarn...

    l, haba vencido...s...

    pero i sus ideas ?dnde haban triunfado?vencidas haban sido en todas partes,

    y, no reinaban sino en el altar de su co-razn

    ;

    estrellas proscriptas, refugiadas en elcielo de su espritu, sereno como una in-mensidad

    ;

    cual un cazador, rodeado de su jaura,despedazada por los lobos, l vea con unagran tristeza, este vencimiento de susideas

    ;

  • EL FINAL DE UN SUEO 23

    y, no se resignaba a l

    ;

    un Apstol no tiene otras victorias quelas de sus doctrinas

    ;

    I qu le importaban las victorias de suNombre, si estaba de pie sobre las ruinasde su Ideal?...

    iestril Triunfo

    !

    triunfo miserable...se hablaba de su Genio...todos reconocan su Genio...pero...

    i de qu serva un Genio, que no habasido capaz de fundar la Libertad ?

    sus libros, haban libertado almas, mu-chas almas

    ;

    pero... dnde estaba el Pueblo, liber-tado por su pluma ?

    i no era el caso de romperla por intil ?como su Vida

    ;

    Iqu hara ahora de su Vida ?

    Ienvejecer en la celebridad, en la tran-

    quilidad, en la comodidad, rico y glorio-so, entregado al culto solitario de susideas y, al de sus riquezas ?

    stas, haban aumentado enorme-mente

    ;

    la muerte de todos sus parientes, lo ha-ba hecho triplemente millonario^

  • 24 VARGAS VILA

    SUS primos hermanos, los Estvez, ha-ban desaparecido, uno despus delotro...

    la primera en morir, haca ya muchosaos, haba sido Juliana, aquella bella florde idilio, que haba perfumado los albo-res de su adolescencia, con un suave per-fume de violetas matinales

    ;

    la tisis la haba devorado

    ;

    y, haba muerto, virgen, enigmtica, ta-citurna, como haba vivido

    ;

    su muerte ocasion la de su madre, queno la sobrevivi sino muy pocos das.Andrs Estvez, haba muerto en una

    batalla, mandando un regimiento, hechoya coronel, orgulloso de su librea, y fiel asu era actitud de esclavo galoneado ;

    toda la fortuna de ellos, que era muycuantiosa, haba venido a aumentar lade l, y la de su hermana, que continuabaen envejecer al lado suyo, soltera, resig-nada y, feliz ;

    su lejana aldea natal, construida desdeel principio, en tierras de su heredad, yque era ya una villa de regular impor-tancia, continuaba en ser un feudo suyo,al cual haba cedido ya, algunos de susderechos

    ;

  • EL FINAL DE N SUEO 25

    en muchas leguas a la redonda de esepoblado no haba morador, que no fuesearrendatario suyo y, no le pagase el cen-so y la gabela

    ;

    todo eso, aumentaba diaria y, enorme-mente sus rentas

    ;

    para vivir con holgura y con decencia,l y su hermana, que no amaban el lujoy boato, bastbanle, y de sobra, los emo-lumentos de su profesin, a los cuales seaada la venta prodigiosa de sus librosy, los precios muy altos con que se pa-gaban sus artculos de colaboracin cien-tfica, en las grandes Revistas Mdicasdel mundo

    ;

    todo eso era una superproduccin, in-til para l, que iba a entrar en la vejez,sintiendo o presintiendo ya, la inutilidadde su vida futura, y, el vencimiento defi-nitivo de los ideales de esa Vida

    ;

    Ise resignara a ese vencimiento ?

    morira repleto y, feliz, sobre las rui-nas de todos sus sueos ?

    ese crepsculo de hartazgo, no satisfa-ca su orgullo de Rebelde, ni era, ese des-aparecimiento el que haba soado en sujuventud heroica, llena de ensueos acra-tas;

  • 26 VARGAS VILA

    se insurreccionaba interiormente con-tra esa placidez bestial, que le pareca,una traicin a su Vida, una apostasa co-barde a todos sus ideales

    ;

    es verdad que no tena Patria

    ;

    la Tirana, primero, y, la Conquista,despus, haban devorado la suya

    ;

    el ltimo Tirano haba vendido el l-timo jirn de la tribu esclava, y, el caya-do de los conquistadores, apacentabaaquel rebao de liebres

    ;

    las viejas espadas de los hroes, eranruecas, en las cuales aquellos lidios dege-nerados, hilaban su propia infamia, y, elcordel de sus mismas ligaduras

    ;

    verdad era, que el comprador del Mi-notauro, el Conquistador yanki, previsi-vo y prfido, extremaba el desprecio porsu conquista, dejando flotar un fantasmade nacionalidad, sobre aquel cadver dePueblo

    ;

    embalsamado el Minotauro, haca elefecto de un animal vivo, de pie en la sel-va ancestral

    ;

    engalanada la tribu, con los arreos deuna sober-ana grotesca, distraa su bar-barie con el oro de su esclavitud y, con-

  • EL FINAL DE UN SUEO 27

    solaba su servidumbre, con los mirajesdel Orden

    ;

    sus antiguos Csares, no eran ya, sinopretores humildes que gobernaban ennombre de Csares lejanos, amos de laPlutocracia brbara y srdida, que habacomprado aquel rebao tropical, perpe-tuamente amotinado contra la Libertad

    ;

    en la tragicomedia de su desaparicin,la Triibu haba conservado, los organis-mos bufos de su antigua Soberana

    ;

    tena cmaras y tribunales, al parecersuyos, donde esclavos togados, beodos deservilismo, daban y aplicaban leyes, quesus amos remotos les dictaban

    :

    muchas veces, esas senaduras, esas di-putaciones, esas magistraturas de prost-bulo, le haban sido ofrecidas por la partems sana de la Tribu, aquella que con-servaba an, una lengua bajo la morda-za, un corazn bajo la librea y, una espe-ranza bajo el espesor de la noche, que elsilencio haca impenetrable como el se-creto de una tumba

    ;

    l, haba rechazado con asco y con ho-rror, esas ofertas, enrojeciendo ante laidea, de ir a sentarse en aquellos serra-

  • 28 VARGAS \^LA

    los de eunucos, y, de mancillarse con sucontacto

    ;

    pero, como en la Tribu no todo se ha-ba vendido, quedaba an un ncleo dealmas dignas, que vivan en la esclavi-tud, sin haberse esclavizado, conservn-dose libres, como Epicteto en su ergstu-la, refugindose en el Silencio, que erala nica atmsfera respirable en esa ado-racin de la Conquista

    ;

    soberbias contra el vasallaje impdicoque las rodeaba, esas almas, pensabansiempre, en el Gran Proscripto, cuyonombre, hecho ya legendario, haba sidopor tantos aos, la protesta viva y, el ver-bo denunciador, contra el Crimen impe-rante

    ;

    l, era, para aquellas almas, el Pala-dium de los sueos de aquel pueblo enca-denado

    ;

    la leyenda, se haba hecho cada da msespesa i3n torno de su nombre, como lazarza, en torno d la cueva de un len

    ;

    y esa zarza floreca, en rojas flores de Qui-mera

    ;

    la Fbula, lo coronaba con sus aureolasinverosmiles

    ;

    para aquellos que despus de haber en-

  • EL FINAL DE UN SUENO 29

    vilecido la Patria, sufriendo y amando laesclavitud, acababan de deshonrarla, su-friendo y amando la Conquista, l, erasiempre, el Anarquista letrado, el Trro-rista elocuente, el Tiranicida terico, quepredicaba la razn del pual, como lanica razn posible contra la Tirana

    ;

    para las almas libres y dolorosas, queno pudiendo salvar la Libertad, se con-formaban con llevar el duelo de ella, y,para la juventud, que sufra impacienteun yugo que no haba forjado, l, era elApstol, siempre odo, el Mrtir, siempreperseguido, el Redentor siempre espera-do, al cual con un prestigio de Leyenda,circua una aureola de Misterio y Santi-dad

    ;

    sus libros circulaban sigilosamente, enmanos de los iniciados en su culto, comosalmos de una religin, en una catacum-ba de creyentes, y, adas apasionados,aprendan de memoria captulos enteros,para llevarlos y declamarlos en ciudadesy, en aldeas, y, decirlos a labradores en-tusiasmados, en el silencio de los cam-pos :

    su palabra, era un Evangelio, y, su

  • 30 VALGAS VILA

    nombre era un lbaro para los amantesexquisitos y escasos de la Libertad

    ;

    los ecos de esa adoracin, le llegabande vez en cuando, ya en manifestacionesimpresas, ya por la voz de labios entu-siastas, que la decan cerca de l, y, eracomo el rumor de todas las selvas remo-tas, que murmuraban su nombre...

    SQ potencia de vida interior se estimu-laba con estos acentos, como una llamaexaltada por el viento, y, adquira lafuerza vertiginosa de una hoguera, en lanoche, crepitante de ruidos y de fulgo-res...

    y, eso, lo haca triste, tan triste, comoen ese momento, que haca el gesto deabrazarse a sus sueos intangibles

    ;

    sufra con la dolorosa ansiedad de unartista, ante su Obra inconclusa, la Obraque ha sido el amor de su Vida, y, susmanos, heridas de inmovilidad, no pue-den concluir...

    le pareca que su Obra inconclusa, lomiraba, que su Obra lo llamaba, que suObra lo acusaba, que su Obra tena pala-bras de reproche, para sus manos cobar-des, antes llenas de un inefable orgullo...

    y, palideca y enrojeca a la vez, como

  • EL FINAL DE UN SUEO 31

    si todo su Pasado se alzara pidindole ra-zn de su Olvido, y, todo su porvenir sedibujase ya como un reproche, a su vidatan miserablemente estril...

    senta una angustia de nufrago, y^una sensacin de anonadamiento, lo en-volva como un sudario...en aquel momento, un ruido extrao,

    vino a despertarlo de su ensoacin;

    el telfono sonaba, llamando, en la ha-bitacin vecina, que era su despacho

    ;

    vuelto a la vida real, se puso en pie, y,se dirigi al aparato, dando la luz, al en-trar al aposento

    ;

    Al...Al...la voz deba serle muy grata, porque

    un gran contentamiento se reflej en susemblante, disipando todas las nubes desus borrascas anteriores...C'est toi ma chrief dijo, con una

    voz en que temblaban todas las ternu-ras.

    Toi...f

    Mais no.,,

    Luif.,.

  • 32 VABGAS YILA

    y, su voz se hizo grave, por una emo-cin de alarma...Depuis quandf

    Mais il y a de la -fivre ?

    Tout suit...

    Va bien... alors apres diner... el toiqa va...

    Soyez tranquile, je serai la dHci a unelieure...

    Merci... merci...

    y, sonri ; todo su aspecto amoroso yviril, se mostr en aquella sonrisa

    ;

    Et moi aussi...

    ...Auplus tard, a bientt,

    ...Mie pour lui, un million pourtoi...

    y, acercndose al aparato, fingi el so-nido de un beso...

    algo muy agradable debieron respon-derle, porque ri de muy buena gana

    ;

    la comunicacin fu quitada;

  • EL FINAL DE N SUEO 33

    colg la bocina, y, *se dirigi a su Bi-blioteca

    ;

    iba a coger un libro, cuando tocaron ala puerta.Adelante

    ;

    *

    el criado grave y ceremonioso, la entre-abri :Monsieur est serv. Mademoiselle fElle est a la salle a manger,.. attend

    Monsieur...Bien...e hizo una sea con la mano

    ;

    el criado desapareci

    ;

    apag la luz y se dirigi al comedor

    ;

    su hermana lo esperaba

    ;

    toda vestida en blanco, segn su cos-tumbre, que era ms bien una mana, porno decir una excentricidad, vino ha-cia l

    ;

    la bes en la frente y, se sentaron a lamesa

    ;

    la ventura de Laura Pradilla, estabatoda, en esas horas de intimidad con suhermano, en esos tete a tete confidencia-les y, afectuosos, en que l, le haca lascrnicas de Pars, y conversaban de to-do, hasta de la Patria ausente, que se les

    SUEO.

    3

  • 34 VAEGAS VILA

    apareca, all lejos,^como un muro de

    hostilidad

    ;

    una gran paz, un silencio conventual,reinaba en el pequeo comedor, con mue-bles de caoba estil primer Imperio

    ;

    una luz azul y blanca, descenda de lalmpara sobre la mesa, y, las penumbrasque proyectaba el ahat-jour, de sedas yencajes, se extendan ms all de los si-llones, hundiendo los objetos, en unasombra acutica, como si estuviesen enel fondo de un lago inmvil y, transpa-rente ;

    los oros de las vajillas de Svres, queen los aparadores y vitrinas dejaban versus reflejos mrbidos a travs de los cris-tales, se hacan casi blancos, como el re-flejo opalescente de la loza y las cristale-ras cuyos bordes orlaban

    ;

    el brillo escaso de la cuchillera y gran-des piezas de plata repujada, que llena-ban los anaqueles, pareca hacerse msobscuro en ese adormecimiento de capi-lla, donde la luz tena un vago encantode caricia

    ;

    en ese reposo encantador, lleno de pu-ms intimidades, la voz de Laura Pradi-Ua, sonaba suave y musical, en el silen-

  • EL FINAL DE UN SUEO 35

    co grave de las cosas que parecan ente-nebrecerse gradualmente

    ;

    y, su hermano la escuchaba tierno ysonriente, habituado a mirarla y, a tra-tarla, como a una nia, a pesar de aveci-narse ya a la cuarentena, porque para

    esos dos seres, la vida pareca haber he-cho un alto, y, se miraban en uno comolimbo retrospectivo, cual si el tiempo noavanzase y, esa terrible cosa que es la ve-jez, no estuviese tan prxima de ellos, consu cortejo de duelos inacabables

    ;

    el fuego que arda en la chimenea lan-zaba a veces crepitaciones violentas, y,volva a caer en uno como letargo, vol-

    vindose a opacar, cual si hubiese sidofatigado por ese esfuerzo.Sdeca Laura, y, su voz tomaba

    un timbre de duelo. El monumento demam, en el Cementerio, ha sido tumba-do por una tormenta, y, la estatua de laPiedad, que lo decoraba, ha sido rota.Hoy mismo dijo su hermano con

    voz gravehe hablado con el arquitectoque debe hacer el nuevo monumento ; mepropongo, que sea, algo, mucho ms sli-do, y, mucho ms suntuoso ; una peque-a gruta en mrmol blanco, a cuya entra*

  • 36 VARGAS VILA

    ca, se alce una estatua monumental delSilencio, con el dedo sobre los labios;...yo, te har ver el proyecto, cuando trai-gan los dibujos

    ;

    y, los dos hijos callaron, como si viesencon ojos materiales, el rostro de su madremuerta, y, las ruinas del hogar remoto...Y, en la casacontinu Laura , el

    techo del comedor se ha derrumbado,rompiendo el viejo aparador de roble es-culpido, i recuerdas ? aquel que tena dosgalgos y, al pie un venado muerto.

    Sdijo su hermano hecho soador,

    como si viese en lontananza el viejo yaustero comedor, con los muebles slidosy enormes, y la gran sillera roja ; y, msall, las penumbras del jardn cuyos ar-bustos ms osados introducan sus ramas,cuando los cristales abiertos les dejabanlibertad Dar ello...Ya he escrito al viejo Gaspar, para

    que lo haga restaurar, y, enve a la ciu-dad cercana, el mueble para que lo arre-glen tambin...Eso, no ser posible ; era un mueble

    del siglo XVIII, llevado de Espaa, por elArzobispo Gonzalo de Estvez, para re-

  • EL FINAL DE UN SUEO 37

    galo de novia de su sobrina Candelaria,que fu nuestra bisabuela

    :

    y, como si la pompa del viejo mueblearruinado, se hubiese alzado ante ellos,callaron, y, el silencio se hizo profundo.

    Froiln, que se mostraba preocupadodesde la llamada del telfono, abrevi lasobremesa, y, sonriendo a su hermana, sepuso en pie y se despidi de ella, con un :bonsoir, lleno de ternura...pocos momentos despus, se' oa el rui-

    do de su coche, que se alejaba.

  • Se puede renunciar a una pasin..,pero... olvidarla?hay un encanto secreto en el amargor

    de ciertos recuerdos, especialmente deaquellos que nos han hecho sufrir mu-cho;

    verlos ya lejanos, inertes, que no pue-den alzarse del polvo, que no pueden he-rirnos... ellos, que desgarraron nuestrocorazn!...

    Icmo son bellas las tumbas que encie-

    rran los despojos, de aquellos que nos fue-ron fatales

    !

    Icmo son bellos, los cadveres de

    nuestros enemigos vencidos!...cuan amables son las olas de los ma-

    res que cubren ciertos naufragios!...parece extrao, pero hay un gran pla-

    cer en devorar ciertas cenizas

    ;

  • 40 VARGAS VILA

    placer de cenerfago, no hay un pla-cer de lotfagos ?

    las lgrimas son salobres, y, sin embar-go, hay momentos en que nos es dulce de-vorar nuestras lgrimas

    ;

    en horas de amor, llorar es una granventura

    ;

    habis sentido una dulzura igual, a laque os dejan en los labios las lgrimasde una mujer, que ha llorado por vos-otros, cuando intentis consolarla, besan-do sus ojos en una hora de reconciliacin ?

    as el recuerdo de ciertos amores, en loscuales lloramos mucho, y por los cuales,lloramos todava, con una extrafm volup-tuosidad, que hace deliciosa, extraa-mente deliciosa, la acre y, amarga sal delas lgrimas

    ;

    bajo el azul lmpido de un ensueo deAmor, todo se embellece y, se engrande-ce, hasta las perspectivas de la Muerte,que se hacen armoniosas y, lcidas, lle-nas de una gracia meldica, iluminadaspor una luz divina, cuando nos acerca-mos a ellas llevados por el recuerdo, y,evocamos todo lo que fu, y, yace venci-

    do bajo los estandartes victoriosos delTiempo;...

  • EL FINAL DE UN SUEO 41

    del Olvido?no : el Olvido, no vence nada ; se vence

    a s mismo, muendo sobre aquello quemata;

    el Olvido, es cobarde

    ;

    el Olvido ignora la Victoria, porque notiene conciencia de ella

    ;

    slo el Recuerdo es grande, slo el Re-cuerdo es divino, aun el Recuerdo del Do-lor, que al abrir su cliz de tristezas noshace irrumpir en sollozos y, en lgrimas ;no hay efusin igual a la efusin de ter-

    nuras de un Recuerdo, cuando aqul tu-vo muchas, aunque ellas fueran luego en-tenebrecidas por el vuelo azorado de to-dos los dolores

    ;

    las manos del Recuerdo, nos acariciancomo las manos amadas, que evocamos ysurgen de las tumbas como largos y blan-cos lirios de Eternidad que nos tocan ynos apaciguan con un frotamiento de p-talos

    ;

    la edad, nos ensea el culto del Recuer-

    do, no nos ensea el culto del Olvido

    ;

    el Olvido, es una pasin de decrepitud,que viene a nosotros, cuando ya hanmuerto todas las dems

    ;

    aquel que olvida, es porque no vivi na-

  • 42 VARGAS VILA

    da digno de recordarse, y, no vivi unade esas pasiones imperecederas que mar-can la vida con su sello fatal, y, de lascuales basta una hora, para condensar enlos ojos toda la belleza del mundo, y, enel corazn las palpitaciones de todas lascosas vivas y amantes de la Tierra...

    labios que olvidan ciertos besos de ju-ventud, es porque no besaron nunca cier-tos labios de mujer, en los cuales palpitala eternidad del Amor, es decir, la eterni-dad de la Tragedia, y, besarlos, es comobesar la boca del Abismo y, el estremeci-miento de un sol en agona

    ;

    vidas que no han vivido ciertas horasde Amor, no han vivido la Vida...

    ellas no han apurado la Inmortalidad,en esa fuente de lavas, que brota de nues-tro corazn y de otro corazn en formade lgrimas, y, abren en nuestra alma unsurco tan hondo, que nada, ni los silen-cios y, el horror de la Eternidad puedecolmarlos

    ;

    esas lavas petrificadas son el Recuer-do, y nada pueden contra esa montaaen duelo, los vuelos letrgicos, de ese bu-ho, que vuela sobre las tumbas : el Ol-vido...

  • EL FINAL DE UN SUEO 43

    a medida que avanzamos en edad, y,nos acercamos a la tumba, ms vivimosen el Pasado y, del Pasado, porque el Por-venir es tan corto, que no tiene ya el po-der extrao de encantarnos

    ;

    es a la hora del crepsculo que las bes-tias rapaces se arrastran por entre las ma-lezas, interrumpiendo con la inquietud desus pupilas felinas, la serenidad atentade los paisajes

    ;

    as los recuerdos, en la tarde de la Vi-da, cuando las cenizas de la tumba cer-cana, ensaya sobre nosotros sus primerosvuelos

    :

    esa expansin del alma, en los silenciosdel Pasado, era para Froiln PraSilla unasuper-vida, un huerto cerrado, en el cualamaba refugiarse, lejos de todo ruido,que no fuera el de los latidos de su propiocorazn

    ;

    su vida sentimental haba sido tan cor-ta, que haba podido escribirse, en unasola pgina, pero, con letras de sangre,que no se borraran jams

    ;

    l, no contaba como amor, aquel idilio,ilcido y, blanco, en que a los catorceaos, haba amado a su prima Juliana,y, haba soado al lado de ella, en los jar-

  • U VARGAS VTLA

    dies frondosos de la casa paterna, cercaa los jazmineros en flor, donde su suavebelleza de lis plido, pareca casi incor-prea, y, sus ojos se hacan tristes, comolas aguas que lloran, bajo los juncos nu-biles

    ;

    los besos que haba puesto sobre la fren-te pura, bajo los bucles infantiles, queeran como una corona florecida, habansido tan puros, que no merecan el nom-bre de besos

    ;

    excepcin hecha de los besos de las ma-dres, beso que no es impuro, no es un be-so ; es una profanacin incestuosa de loslabios

    ;

    el beso es el cntico del Sexo, que brota,hecho flor por los labios encendidos ;

    la rosa gnea, que quema adorablemen-te, los labios en que se posa

    ;

    sos, los haba puesto l, por primeravez, en los labios del Amor, cuando ha-ba besado, los de Rosa la Taciturna, co-mo haba llamado, la virgen misteriosay suave como una meloda, que se habaofrecido a sus amores, como un cliz deHolocausto y de Resignacin, en el pe-queo huerto de la Pensin familiar, don-de albergaba sus sueos de juventud, He-

  • EL FI^^\L DE UN SUEO 45

    nos de voluptuosidades y de revanchas

    ;

    ese amor que haba sido triste, comoun ra^^o de luna sobre las aguas dormi-das, haba sido su nico amor, porque ha-ba sido trgico

    ;

    y, la Tragedia inmortaliza aquello quetoca con sus alas

    ;

    la Muerte, haba coronado ese Amor,con sus adelfas cinreas

    ;

    quin haba sembrado esas adelfas?l, con sus propias manos...esas manos inmunes que la cuchilla de

    ningn verdugo haba tocado...con ellas haba matado el rosal de sus

    amores, para matar el pjaro implumeque tena su nido en l

    ;

    por extinguir el hijo, aun no nacido, ha-

    ba muerto la madre, en plena Vida

    ;

    esa Tragedia, que lo haba adoloradosiempre, no lo haba contrito jams

    ;

    ella, era, un reposorio de su Pensamien-to, en que amaba refugiarse para forta-lecerse, para amurallar an ms su cora-zn defendiendo a toda costa su libertad,feliz y orgulloso de escapar a las redes

    del Amor

    ;

    desterrado de su pas, poco despus deese drama que ensombreci su vida, ca-

  • 46 VARGAS VILA

    do en el turbin acelerante de Pars, enplena juventud, haba fatigado todos losamores, evitando caer nunca en el Amor

    ;

    la Tragedia de su primer Amor, lo per-segua siempre y, se alzaba como un fan-tasma, entre l, y, el alma de las mujeresque gozaba

    ;

    sobre el cuerpo desnudo de todas ellas,haba buscado el Placer, pero, no hababuscado nunca el Amor

    ;

    senta el encanto de los cuerpos desnu-dos, y tena el horror de ver las almas des-nudas

    ;

    cerca a la orla negra o la gama de oro,de un vientre femenil, haba sentidasiempre el deseo de herirlo, como si vieseel espanto de una nueva vida germinaren l

    ;

    bajo los senos que apretaba convulso,entre sus manos, que martirizaba con suslabios, que refrescaba con sus besos, nohaba querido buscar nunca un corazn

    ;

    aquel botn rojo, sobre aquel globo dencar con venazones azules, le producala impresin de la corola de una rosamonstruo, bajo la cual durmiera un nidarde vperas

    ;

    y, retiraba sus manos con asco y con

  • EL FINAL DE UN SUEO 47

    miedo, como si los reptiles fuesen a pi-carlo

    ;

    bajo la tiniebla densa, o el reflejo ureode las cabelleras obscuras o luminosas quedesataba con sus manos y, extenda so-bre las almohadas, como estandartes delegiones vencidas, y, en cuyas ondas ocul-taba el rostro, como en un divino lago devoluptuosidades, o se envolva en ellas co-mo en una mortaja de gloria, no habaquerido buscar nunca una alma

    ;

    y, cuando haba credo verla asomartras de los carbunclos, o los miosotis delos ojos, hechos enormes por las sensacio-nes del placer, haba aplicado sus labioscomo un cauterio, sobre aquellas pupilasde perv^ersin tras de las cuales aleteabaesa liblula, venenosa y fatal que es elalma de una mujer;

    senta la embriaguez de la Voluptuo-sidad y, la apuraba y la daba hasta el de-lirio, pero, guardaba la fuente de sus ter-nuras, que oa susurrar dulcemente den-tro de su corazn

    ;

    tena, el odio y el miedo del alma y delcorazn de la Mujer;no amaba en ella sino su sexo

    ;

    l, que era caritativo y dulce para to-

  • 48 VABGAS YILA

    dos, era duro ya que no poda ser cruel,para las hembras, que se aproximaban al, en actitud de amor

    ;

    siempre que tena ocasin de conoceruna mujer, se preguntaba; de quin se-r la desgracia, este ser tan bello, quesiembra el mal, con la inconsciencia de unelemento de la Naturaleza ?

    Isabe el viento por qu agita las olas,

    y, stas por qu sepultan el bajel dondeperecen tantas vidas humanas?...

    as, ese ser de inconsciencia y de fata-lidad, que es la Mujer...

    pobre ser de capricho y, de locura, queiiene el cerebro y, la crueldad de un p-jaro, y, en el cual no viven con vida in-vencible y pertinaz, sino las emocionesdel sexo

    ;

    l, haba visto mujeres bellas, algunasinteligentes, muchas buenas, pero no ha-ba visto ninguna que no fuera fatal a al-guien o algo

    ;

    la Belleza, la Inteligencia, la Bondad,no son sino mayores elementos de Fata-lidad, en la Mujer;

    lo que hay en ella de superior, como loque hay de inferior, lo que tiene de per-Terso como lo que tiene de puro, no le

  • EL FINAL DE N STJEO '45

    sirve sino para centuplicar su poder per-turbador y ser ms fatal en la Vida ;

    lo que hay de conmovedor en ella, esesa esclavitud de la Naturaleza, que la or-ganiz para producir el Mal, dondequie-ra que fija sus ojos de encanto, y, posasus plantas ligeras, como dos alas tron-chadas

    ;

    es inocente de llevar consigo el Mal,como un frasco de veneno, es inocente decontener la Muerte

    ;

    le suceda con frecuencia, viendo dor-mir a su lado, alguna mujer, fatigada deplaceres, pensar : Si yo matara a esta mu-jer, cuntas vidas librara de la desgra-cia?

    y, era tanto el poder sugestivo de supensamiento que muchas de esas mujeresdespertaban azoradas, sobresaltadas, co-mo si despertasen de un mal sueo o hu-biesen escapado a un gran peligro

    ;

    y, se hallaban ante los ojos duros, ame-nazantes de aquel hombre que parecamirarlas con iniquidad

    ;

    y, lo besaban como para desarmarlo ;haba tenido queridas, muchas queri-

    das, a las cuales haba dado su oro y susimiente

    ;

    SUEO.4 --

  • 60 VAEGAS VILA

    a ninguna haba dado su alma, ni sucorazn

    ;

    muchas lo haban amado o haban di-cho amarlo, y, eso haba bastado para quel, les volviese la espalda con rencor, co-mo se le vuelve a una acechanza descu-bierta, seguro de que marchando en di-reccin contraria al Amor, marchaba endireccin de su ventura;no peda a sus queridas, sino el Placer,

    las dejaba en el momento en que l o enella, senta nacer una chispa de Amor

    ;

    l, saba que el secreto para no amarnunca una querida, es prostituirla, lle-vndola hasta las condescendencias msinfames

    ;

    y, l, las prostitua hasta las peores de-pravaciones, para sentir la nusea deellas

    ;

    y, la senta

    ;

    en el pequeo apartamento que en laru de Bac, tena para sus citas de pla-cer, haba reunido, cuantas exquisiteces,elegancias y refinamientos, pueden reunirel .arte y, la ciencia, para hacer ms in-tensas y agudas, las sensaciones del amory aun las del vicio

    ;

    y, las agotaba en las mujeres que lo fre-

  • ELf FINAL DE UN SUEO 51

    cuentaban como en un objeto de estudio,como si fuesen los casos clnicos que a

    diario trataba, o los cuerpos inertes que

    se ofrecan a su bistur en una sala de

    oi>eraciones

    ;

    uno de sus grandes placeres, consistaen embriagarlas hasta la hebetud, y, versurgir en ellas la bestialidad nativa, de-

    jando los fingimientos de la educacin co-mo una serpiente que muda de piel dejasus escamas

    ;

    y, gozaba enormemente en ver cmoengrandeca la locura en las pupilas bes-tializadas, en el fondo de las rbitas, he-chas sombras como pozos profundos, y,en verlas gesticular y orlas gritar casi

    dem entizadas en los delirios de la msbaja animalidad, hasta caer por el suelosemidesnudas, tartamudas, asquerosas deor y repugnantes de mirar...

    sereno, impasible, las contemplaba, fe-liz de ver esa ignominia del dolo, deverlo hundirse en la abyeccin, como undios revolcado en sus propias deyeccio-nes

    ;

    y, gozaba de sentir el desprecio, el asco,subirle del corazn hasta los labios, quepor aristocratismo de maneras y de tem-

  • 52 VARGxVS VTLA

    peramento no se dignaban escupir sobretanta ignominia, m insultarla

    ;

    algunas, al volver en s, le guardabanrencor de esta degradacin, otras se con-formaban con huirlo, temerosas de haberdivulgado algn secreto...

    en el fondo, todas lo teman, ms quelo amaban;

    otras llegaban a aquel pequeo bou-doir pidindole el consuelo de la morfinaque tena, en una pequea farmacia, don-de frascos multicolores irisaban tras degrandes vidrieras, sobre anaqueles pri-morosamente niquelados

    ;

    y, l, se la daba, encantado en ver obrarlentamente los efectos del alcaloide, trasde los ojos que se velaban y, en las pre-ciosas cabezas que se rendan, como gui-llotinadas por un verdugo invisible

    ;

    vea con fruicin, los cuerpos inertes,abandonados a todas las violaciones, y,oa las palabras que salan de los labiossin dominio, reveladoras a vf^ces de ex-traos dramas ntimos

    ;

    amaba esas cosas con una pasin dealienista, y, las cultivaba con una pasinde alquimista que disuelve o tritura unmetal precioso, y, se goza en ver triturada

  • EL FINAL DE UN SUEO 53

    la arcilla miserable de un dolo, que un

    tiempo ador y aate el cual tiemblan to-

    dos los mortales

    ;

    algunas, se encaprichaban en estas re-

    laciones sin ternuras, en estos amores sin

    emociones espirituales, con ritualismossdicos, que exasperaban sus neurosis, en

    el fondo de los Parasos Artificiales

    ;

    pero, l, rechazaba y cortaba brutal-

    mente esas pasiones histricas, como^ re-

    chazaba y rompa las muchas romnticasque se queran formar en torno de l

    ;

    tena el horror de los largos concubina-

    jes, y, ninguna de esas queridas, si talpodan llamarse, esas relaciones de en-cuentros y goces epidrmicos, le dur msde tres meses

    ;

    las licenciaba sin emocin y sin violen-cias, aun a aquellas que ms se encapri-chaban en seguirlo

    ;

    como era rico, y, generoso con ellas, mu-

    chas se rebelaban contra este abandono,

    pero, l era inexorable ;cada ruptura, era para l, una purifica-

    cin, una Epifana, en que el fuego de la

    libertad purificaba su corazn

    ;

    esas mujeres, le haban ocasionado mu-

  • 64 VAEGAS VILA

    chos disgustos, pero ninguna le habaocasionado un dolor;

    le haban costado mucho oro, pero, nin-guna le haba costado una sola lgrima

    ;

    buscador de sensaciones y, no de pasio-nes, haba reservado su corazn y, su ce-rebro, en estas luchas sexuales, y, por esohaba sido el Amo y no el siervo de lasmujeres que haba gozado

    ;

    as haba llegado a la avanzada madu-rez de su edad, relativamente joven, be-llo, fuerte, merced a una higiene fsicatan cuidadosa como su higiene espiritual,que lo haca aparecer en cada libro suyo,con mayor belleza literaria y mayor fuer-za ideolgica, ciue todos los escritores j-venes que alrededor suyo, pugnaban poremularlo, o se agotaban en imitarlo

    ;

    y, eso, porque aun en sus encuentros ca-llejeros, su voluptuosidad, era sabia, co-mo todas las cosas de su vida

    ;

    aun en esos amores de una hora, conti-nuaba en ser el dominador, no el domi-nado, de los besos y los abrazos transito-rios, y, llevaba a ellos, una como especiede clera hambrienta, que haca sus be-sos desesperados y agresivos como si qui-

  • EL FINAL DE N SUESO 55

    siese vengarse de todas lasmujeres en la

    mujer que posea en aquel momento ;su furia voluptuosa haca

    del acto car-

    nal, una como revancha en ^"^ f ^^^^^vencida, v como asesinada por

    sus besos

    se plegaba, gritando laangustia mas que

    el placer de aquel abrazo

    ;

    sus labios, eran amargos sobrelos ca-

    bios dulces, eran voracessobre el trao-

    loelo polvoreado de las mejillas,sobre el

    ulumn de los cuellos cisneos, o lamaiv

    Writa de los senos desnudos ; y, sehacan

    mortales, como si por ellosdesbordase la

    ola de destruccin que agitabasu cere-

    ''''las hembras del trottoir, quehaban

    compartido alguna vez su lecho,haban

    sentido miedo ante el rojo de carnede

    aquellos labios insaciables y, losrefana-

    mientos dolorosos de aquel Herculesque

    las venca

    ;

    . i^cV se lo mostraban unas a otras en

    los

    cafs del quartier o en losbulevares de

    la Hve droite, refirindose losencantos

    violentos de aquellas horas, de acrevo-

    luTDtuosidad v definitivo vencimiemo;

    y, as haba pasado el meridianode la

    Vida auardando la intangibilidad de su

  • 56 VAKGAS VILA

    Reino Interior, cuidadosamente cerrado,para toda ardiente dulzura, que no fuerala del Recuerdo.Vencedor de la Vida.Vencedor de] Amor

    ;

    y, en esa paz augusta dorma su cora-zn, en un lecho de recuerdos, como unviejo len, sobre un tapiz de hojas cadu-cas, bajo la caricia de arbustos jvenes,y, la suave belleza de un cielo otoal, quepromete an nuevas auroras.

  • El cielo era muy triste, como, una urnavolcada, de donde se escapara un polvode cenizas.

    Pars, se hunda en la bruma, bajo unmanto argentado, de tonos muy borrosos,como cielos de mar...en marcha lenta y grave, las nubes gri-

    ses eran como rebaos pvidos, en eseanochecer

    ;

    el Sena, era como un inmenso abreva-dero, donde esas nubes iban sus aguas abeber

    ;

    la ciudad adorable, alzaba sus mirajes,en ese gris metlico, como una ideali-dad...como una playa nrdica, hunda sus

    perspectivas hechas casi impalpables, enesa niebla densa, sin un rayo de sol

    ;

  • 68 VAKGAS VILA

    cielos anestesiados, se diran los cielos,en la inmvil grandeza de su comba es-pectral

    ;

    como plegaria muda hacia la luz difun-ta, se alzaba del ro obscuro un hlito depaz

    ;

    las lneas armoniosas del Louvre, dise-aban su pura gracia helnica, en la h-meda caricia de la hora vesperal

    ;

    los jardines distantes, eran manchasobscuras^ y, se hacan misteriosas en susdensos follajes, y, la mustia belleza de suflora invernal

    ;

    los edificios todos, parecan emerger,de un miraje lejano de aguas impalpa-bles...

    los rboles simtricos, fingan tropasinmviles, esperando el desfile de un cor-tejo imperial...

    el Instituto hunda su cpula plomiza,en el cielo cetrino, como un enorme obs ;

    el patio lateral del edificio, tena abier-ta de par en par su gran puerta debronce

    ;

    ante ella desfilaba una larga hilera decoches y, automviles

    ;

    iban pasando uno tras de otro, y, enellos entraban presurosas, mujeres ele-

  • EL FINAL DE IJN SUEO 69

    gantes y friolentas envueltas en pieles devalor, y artsticamente tocadas

    ;

    seores severos y muy chic les hacancompaa hasta el carruaje, o entraban al, en su seguimiento

    ;

    muchos de esos vehculos, lucan escu-dos armoriales en las puertas y, en las li-breas de sus cocheros y lacayos

    ;

    otros, ostentaban las armas de gobier-nos extranjeros, y, eran coches de Emba-jadas

    ;

    los haba tambin de la alta banca, laalta poltica, y la alta burguesa

    ;

    todo ese pblico sala de una sesin so-lemne del Instituto, donde haba diserta-do un sabio extranjero de gran renombrey que aspiraba a la consagracin de Pa-rs

    ;

    los coches desfilaban, por el Quai Vol-taire hacia el Pont-des-Arts, para ganarla rive droite, otros hacia el puente Hen-ri IV, para atravesar el Sena por l, yotros buscando el Boulevard Saint-Ger-main, se internaban por la ru du Seine,o las otras adyacentes

    ;

    el patio se descongestionaba lentamen-te de pblico

    ;

    los ms tardos en abandonarlo, eran

  • 60 VARGAS VILA

    profesores y, estudiantes que hacan co-rrillos discutiendo sobre las teoras delconferenciante

    ;

    esos grupos se disolvan o seguan a piepor las aceras, dirigindose casi todos ha-cia el Boulevard Saint-Michel, y otrosmuy pocos, atravesaban el Pont de l'Ins-titut, y, se perdan bajo las arcadas ma-jestuosas del Louvre

    ;

    el Conserje, cerr las grandes puertas,tras de los ltimos en abandonar el edi-ficio, que eran, un anciano alto, delgado,corto de vista, que caminaba penosamen-te, apoyado en el brazo de una joven

    ;

    ambos vestan bien, y, ella, con una su-prema elegancia, que le vena ms de suaspecto seorial, que de su indumenta-ria;hablaban de la conferencia, y, as ha-

    cindolo, se dirigieron por la misma ace-ra, en direccin ascendente del Sena ;

    as atravesaron la ru du Seine, y, vol-vieron por la ru Bonaparte, hacia Saint-Germain-des-Prs

    ;

    llegados al Boulevard Saint-Germain,con la intencin de atravesarlo, la jovense detuvo

    ;

    en aquel punto-de interseccin de lneas

  • EL FINAL DE UN SUE5O 61

    de tranvas y de mnibus, la aglomera-cin y la circulacin de carruajes, hacamuy peligroso el paso, en aquella iioraincierta, en que los focos de gas y, los deelectricidad recientemente alumbrados,daban una luz relampagueante, que ha-ca ms peligroso avanzar sobre la calza-da donde el asfalto hmedo se haca res-baladizo

    ;

    mir cuidadosamente a uno y a otrolado, buscando un agente de polica, quela ayudase a atravesar el Boulevard, consu padre medio ciego y, enfermo delreuma

    ;

    habiendo visto uno, que regimentabael paso de los vehculos en mitad de lacalle, le hizo seas y aun lo sise, paraatraer su atencin ; la niebla y, el ruidoimpidieron que fuese vista ni oda

    ;

    entonces, dejando a su padre, en el bor-de del trottoir, avanz sola, para llamaral agente

    ;

    el anciano, permaneci un momentoall, pero luego, como queriendo unirse asu hija, avanz unos pasos, fuera de laace-a

    ;

    en aquel momento, un automvil, a to-

  • 62 VARGAS VILA

    da viveza, desembocaba del Boulevardsobre la plaza

    ;

    el anciano, no lo vio, o no pudo evitar-lo, y, cay bajo l

    ;

    un grito de horror parti de los espec-tadores de aquella escena

    ;

    quines fueron a detener el auto, qui-nes a recoger el cuerpo, que el vehculohaba arrastrado bajo las ruedas

    ;

    un agrupamiento inmediato se produ-jo, que impidi toda circulacin

    ;

    la joven, que ya volva con el agente,viendo aqueUa aglomeracin de gentes yno viendo a su padre, tuvo el presenti-miento de su desgracia, y, abrindose pa-so violentamente, lleg hasta la aceradonde ya haban puesto el cuerpo del an-ciano, inerte y baado en sangre...Pap, pap grit desolada, abra-

    zndose al cuerpo y, besndolo apasiona-damente

    ;

    su rostro y su vestido se llenaron desangre :Un coche, un coche

    gritaba, soste-niendo la cabeza del anciano sobre las ro-dillas

    ;

    la gent-e, conmovida, presenciaba la es-cena, y, las mujeres lloraban...

  • Eli FINAL DE UN SUEO 63

    en el mismo automvil asesino, que ha-ba sido detenido por la multitud, el agen-te hizo colocar al herido, e invitando lajoven a seguirlo se dirigieron al Hospitalinmediato

    ;

    all fu descendido el cuerpo y llevadoa la sala de pronto socorro, donde lo reci-bieron practicantes y enfermeras

    ;

    se busc un mdico y, se hall un cle-bre cirujano, que justamente, en aquelmomento acababa de operar y, sala consus discpulos de la sala de operaciones :era Froiln Pradilla

    ;

    la joven, estaba de rodillas, cerca al le-cho de mrmol en que haban colocadoel cuerpo inerte de su padre, que aun vi-va, y lo besaba y lo llamaba, y, acaricia-ba el rostro querido, con tanta suavidad,como al de un nio enfermo, a quien te-me hacerse mal...

    sus ojos tristes y, hmedos, entre lascejas blondas, donde las lgrimas seme-jaban escarchas temblorosas en los p-talos de una azalea, miraban a intervaloslos objetos y las gentes con tal mirada deangustia y de terror que haca mal el ver-los;

    llamaba a su padre, quedamente, apa-

  • 6i \'AEGAS VILA

    sianadamente, tiernamente, inclinandosobre l, su cabeza giottesca, y, la profu-sin de sus cabellos desordenados por laemocin, extenda como un velo de oro,sobre el rostro exange del anciano

    ;

    su mano sutil, de venazones anilinas,posaba s* caricia azul-cerlea, sobre lafrente paterna murmurndole al odo...Pap, pap, sufres mucho ?y, alzaba el rostro desolado, con la fren-

    te manchada de sangre, los labios llenosde sangre, y, llena de sangre, la cabelleraluminosa...tan plida, que ella pareca tambin ba^

    jo esa sangre, otra herida, en agona.Froiln Pradilla, seguido de algunos

    discpulos, se abri paso, por entre las en-fermeras y practicantes hasta el grupodoloroso

    ;

    el agente, tomaba en aquel momento losnombres, para el informe de lo sucedido :Monsieur Paul Berteuil, qumico,

    agregado a la Facultad de Ciencias y, pro-fesor auxiliar; Mademoiselle, SuzanneBerteuil, escultora, discpula de la Escue-la de Bellas Artes.

    Berteuil, ste nombre record a FroilnPradilla sus estudios de Qumica, y, se

  • EL FIlN AL DE UN SUE:0 6o

    inclin sobre el cuerpo del viejo profesor,que aun sin conocerlo haba sido su maes-tro;

    lo auscult, aun viva ; el corazn noliaba cesado de latir

    ;

    le abri los prpados ; las pupilas tur-bias, no tenan an la ilucidez de laMuerte

    ;

    suplic a Susana, que se retirara unmomento, para desnudar y examinar de-tenidamente el cuerpo del herido

    ;

    sta se retir a una pieza vecina, conlas enfermeras, que ensayaban conso-larla

    ;

    el mdico y los ayudantes, desvistierony examinaron, el cuerpo de Paul Ber-teuil

    ;

    haba sido maltratado horriblemente ;presentaba magullamientos y erosionesmltiples ; tena un brazo y una piernarotos ; conmociones viscerales ; y, una he-rida en el parietal derecho, que haba oca-sionado una grande hemorragia ; sta erala herida ms grave, que la edad del en-fermo, sesenta y ocho aos, haca casimortal

    ;

    estado grave, casi agnico, fu el diag^nstico

    ;

    SUENO.

    5

  • 66 VARGAS VILA

    lo suturaron, lo vendaron, y, ordenaronel traslado de urgencia, a una sala del edi-ficio.

    Susana, se opuso a que su padre que-dara en el Hospital, y, pidi llevarlo con-sigo a su casa

    ;

    as fu puesto en una camilla, y llevadohasta el coche de Ambulancia, acompa-ado por enfermeros

    ;

    mientras esto hacan, la joven fu to-mada de un sncope.

    Froiln se acerc a ella, para auxi-liarla...

    aplicaron un cordial a sus labios tanplidos como dos geranios muertos, lafriccionaron en los tmpanos y en los pul-sos

    ;

    reanimada, alz su cabeza luminosa,recobr la conciencia de su situacin, y,haciendo un esfuerzo sobre su angustia,dijo a Froiln Pradilla, con una miradaimploradora donde las lgrimas tenantodas las elocuencias :Doctor, usted es un hombre de cien-

    cia, su nombre me es familiar, usted debeconocer el nombre de mi padre.

    Sdijo l, conmovido

    , es un gran

    sabio...

  • EL FINAL DE UN SUEO 67En nombre de ese sabio, le suplico

    que no nos abandone ; venga usted a ver-lo ; crelo usted, slvelo usted...

    Froiln callaba

    ;

    sin duda, no quera comprometerse aalgo que era casi un imposible.Vendr usted ?insisti la joven.

    Sdijo l gravemente.

    ICundo ?

    Esta misma noche... Gracias, gracias !murmur Susa-

    na, con la voz ahogada por los sollozos;

    y, le extendi su carta de visita.Froiln, la tom de aquellos dedos, ms

    blancos que el papel satinado que conte-na su nombre armnico ; le dio su manopara apoyo, al bajar la escalera, la acom-pa hasta la puerta, hasta ver los cami-lleros, colocar la camilla en el coche, y, lamir partir, como si una inquietud se ale-jase con esa ambulancia, que llevaba unhombre hacia la Muerte

    ;

    y, se alej l, tambin del Hospital, endireccin a su casa.

  • Aquella noche, al sentarse a la mesa,Froiln Pradilla, se senta turbado, ex-trao, presa de una gran inquietud, comosi las emociones de la tarde, persistiesenen l, con una rara vibracin

    ;

    comi muy poco, guardando largos si-lencios, concentrado en s mismo, impre-sionado con la escena reciente, como si laimagen del viejo profesor aplastado y, en-sangrentado, lo persiguiera hasta aquelcomedor apacible, en cuyas penumbrasmitigadas, la luz haca bahas blondas co-mo pozos mercuriales, sobr el tapiz es-peso y, en el silencio, lleno de intimida-des suaves todas las cosas parecan exha-lar un perfume de paz y, de quietud ;

    cont a su hermana, el accidente, cosaque no haca nunca con los mil casos se-

  • 70 VAEGAS YLLA

    mejantes, que ocurran en las ambulan-cias y hospitales, donde por motivo de suprofesin, se vea obligado a concurrir;

    y, puso tanta emocin, tal sentido dra-mtico en su relato, que Laura, se con-movi hasta las lgrimas, pensando enel viejo triturado y, en la desesperacinde la hija, y, se hizo plida de pena, tanplida, como los linos de sus vestidos deprimera comulgante que le eran habitua-les y en cuyas alburas, su rostro quedadoinfantil a pesar de la edad, pareca unaflor de cera, envuelta en los Daos de~unaltar ; era conmovedora y, pueril, esa co-mo petrificacin, en las modas de su ado-lescencia, que la haca llevar an los ca-bellos cortados sobre la frente, a pesar delos hilos blancos, que empezaban a esmal-tarlos, y, recogidos atrs, en una sola tren-za, lo cual le daba el aspecto de una nia,enfermiza, tarda en el desarrollo.

    Froiln, hablaba apasionadamente, y,se haca a s mismo, la ilusin de creer,que era la suerte del viejo Maestro, aquien haba debido en su juventud, tan-tas nociones de Ciencias qumicas la quele interesaba, y, no la belleza imponentey escultural de la hija, de la cual le pa-

  • EL FINAL DE N SUEO 71

    recia ver an, la armona del torso, las

    curvaturas rtmicas del cuerpo, lasImeas

    escultricas del cuello, la cabeza humana,

    y, el rostro alargado de faccionesfuertes,

    como de una Ninfa de Giorgio Barbarelli,

    sobre las cuales, la cabellera extendauno

    como vaho de oro, semejante al que el va-por de las lagunas y, el sol de los

    grandes

    crepsculos adriticos, proyectan sobre

    las cabezas de las estatuas, en Venecia

    ;

    el alma de esas lagunas pareca tambinprisionera, entre las largas pestaas

    h-

    medas, bajo las cejas enarcadas, donde

    las pupilas cerleas, hacan reflejosde

    metal

    ;

    ,,

    .

    queriendo apartar su vista, de esta vi-

    sin interior, que lo fascinaba, comola

    prolongacin turbadora, de una msica

    en el alma, sus ojos tropezaron con un ta-

    piz de Fregonard, pendiente al muro,en

    cuyo fondo floral, una Diana Cazadora,

    atenta al ruido de los cuernos de susnin-

    fas acariciaba un lebrel,' pronta asoltarlo

    al paso de la presa ;y le pareca ver en aquella

    figura alti-

    va y monumental, la imagen de Susana

    Berteuil, con el mismo aire imperioso del

    rostro, el mismo ofertorio mudo de sus se-

  • 72 VAEGAS VILA

    nos magnficos, las mismas formas escul-turales, que la diosa desnuda ocultaba enlos juncales del cuadro

    ;

    las cornalinas sanguinolentas del pai-saje, parecan recordarle las manchas desangre del viejo, herido, como las pupi-las de palos vinosos de la Diana, le re-cordaban las miradas hmedas de la otravirgen, que a esa misma hora, sollozaba,cerca al lecho de su padre, acaso entradoen agona

    ;

    y, la idea de esa muerte probable, lo ob-sesion extraamente, a l, que por suprofesin, estaba tan habituado a ver mo-rir, y, le pareca or en el gran silenciocircundante gritos de angustias desespe-radas, que lo llamaban desde lejos...

    y, apresur la sobremesa, disculpndo-e con su hermana, que ella tambin loinstaba a ir a ver al sabio enfermo y, ^prestarle el auxilio de su ciencia...

    presintiendo que haba de trasnochar,y, no queriendo que trasnochara su co-chero, que era al mismo tiempo su laca-yo, sali a la calle, donde los focos de luzelctrica lo deslumhraron con su serpen-teo convulsivo, de vboras de oro, arras-

  • EL FINAL DE N SUE^O 73

    trndose perezosas sobre el asfalto negro

    ;

    se detuvo un momento en la puerta

    ;

    no pasaba ningn cocbxe

    ;

    descendi la calle a pie, hasta el rondPointe, donde la ru de Maubege, se unea la de Ctiteaudun, y, all tom el pri-mer carruaje, dando la direccin :Ru de Rennes, nm...el cochero, tom por el Faubourg Mont-

    martre, atraves el Boulevard, entr en laru Montmartre, y, se intern por la redde callejas tortuosas, que llevan por losmercados hacia el Sena

    ;

    para aminorar su impaciencia, se pusoa mirar a travs de los cristales, del ve-hculo, esa parte del Viejo Pars, que aesa hora, era como una evocacin hechaa tinta china, como una sucesin de aguasfuertes, hechas por un artista medioeval,dado a fantasas lgubres o grotescas

    ;

    las torres agudas de las iglesias, rarasen aquel trayecto, parecan madermenesde horcas de los cuales las campanas pen-dan como cuerpos de ajusticiados ;

    en la bruma que envolva la ciudad, losreverberos, eran, como cirios de agoni-zantes, y, aparecan mezquinos, en la ple-nitud de la tiniebla hmeda

    ;

  • 74 VARGAS VILA

    la masa gris de los edificios, se hacauniforme y montona, como un muro in-acabable, a cuyo pie los gritos de los ca-melots y, vendedores de diarios, parecangritos de locos, salidos de un asilo noctur-no, llenando de alaridos el vientre de lanoche

    ;

    sobre los suelos hmedos, los lustres delos Cafs hacan remansos de luz que es-pejeaban en la sombra

    ;

    todo engrandeca desmesuradamente,en la bruma, con alineamientos absurdose incertidumbres de miraje

    ;

    las siluetas de los edificios, se hacanilgicas, a fuerza de engrandecerse y, pa-recan, recular en la perspectiva, en unahuida fantasmal de contornos ;

    al salir a la me de Rivoli, ya cercanoal Sena le Dareci que sala de una pesa-dilla, y, respiraba otro aire ;

    la travesa del ro, le pareca una libe-racin

    ;

    las lneas puras y esbeltas del Hotel deVille, se le aparecan como ms artsticas,ms llenas de gracia helena, al salir deaquel ddalo de callejuelas, amenazantes,como una emboscada

    ;

    dejndolas atrs, pudo ver la mole del

  • EL FINAL DE UN SUEO 75

    Louvre hecha violcea, como una monta-a en la noche

    ;

    el Boulevard Saint-Michel, qued a suizquierda con la agitacin de una colme-na en furia

    ;

    por la ru Dauphine, buscaron el Bou-levard Saint-Germain, lo remontaron yya en el ngulo de Saint-Germain-des-Prs, busc con avidez, el lugar del si-niestro, y, por un fenmeno de sugestinvital, le pareci ver a distancia manchasde sangre, cerca al trottoir, por dondeatravesaban gentes indiferentes, ajenasal triste suceso, que se haba desarrolladoall, pocas horas antes...

    el coche entr en la ru de Rennes, yse detuvo frente al nmero indicado.Froiln Pradilla, descendi, pag al co-

    chero, y, entr apresurado.Monsieur Berteuil?

    pregunt a laportera, que guardaba un aire de circuns-tancias, llena de gravedad, y, que como sile preguntasen por la salud del profesor,ms que por la direccin de su aparta-mento, dijo :

    i Ah 1 seor, muy grave, muy grave...I no sabe el seor el accidente ?S; soy el mdico...

  • 76 VARGAS VILA

    j Ah !igracias a Dios 1 ; al segundo...

    Froiln subi, sin preocuparse de laszalemas de la Pipelette, que crea ver su-bir con l, la salvacin del enfermo

    ;

    subiendo le pareca que un silencio an-gustioso llenaba la escalera. . . y, el mutis-mo de las cosas se haca el amigo y, elcmplice del mutismo de las almas.

    ^^ Habr muerto?se pregunt llenode inquietud

    ;

    y, pens retroceder

    ;

    pero, sabiendo que lo esperaban, avan-z resuelto

    ;

    toc el timbre

    ;

    le parec que su repercusin sonaba ex-traa, en el silencio expectante

    ;

    una sirvienta, de edad muy grave ymuy triste, vino a abrirle

    ;

    haba varias personas en el corredor, di-vididas en grupos

    ;

    hablaban muy bajo, comunicndose susimpresiones y sus temores

    ;

    el nombre del gran mdico, dicho paraanunciarse, los hizo volver a mirar, comosi viesen aparecer la Salud y la EsjDeran-za por las puertas de la casa ;

    se abrieron en filas para dejarlo pasary, se inclinaron para saludarlo;

  • EL FINAL DE UN SUEO 77

    en el pequeo saln, haba una aglome-racin de gentes amigas y consternadas,eran casi todos profesores, hombres de le-tras, artistas, y, familias de la vecindad,acudidas al rumor de la catstrofe

    ;

    entre los hombres haba conocidos yadmiradores suyos, que lo saludaroncon un :Bonsoir, Maitrelleno de estimacin

    y de esperanza...para los que lo conocan, la llegada del

    Gran Mdico, era sensacional

    ;

    se saba que fuera de su clnica, l, novisitaba, dndose por completo al profe-sorado, y, que siendo muy rico y no vi-viendo de su profesin, slo sus amigosmuy escasos gozaban de ese privilegio, olos extranjeros muy ricos, que venanatrados por el prestigio de su fama, parahacerse operar de l.

    Berteuil, era un sabio pobre, como to-dos los sabios, que viva de su sueldo deprofesor, y de algunos escasos emolumen-tos, que su ciencia le daba, cmo habalogrado que Froiln Pradilla viniera a vi-sitarle ?haban sabido lo del encuentro casual

    en el Hospital, a la salida de su leccin.

  • 78 VAEGAS VILA

    in nima vili, y, su promesa de venir lue-go, pero, la haban credo una amabili-dad para con la hija del sabio herido, unapromesa de cortesa, que el galeno ilustre,no se creera en el deber de cumplir

    ;

    as, su llegada, fu una sorpresa y unasatisfaccin para todos.Susana Berteuil, apareci en el umbral

    de la puerta de la alcoba

    ;

    libre ya de sus abrigos y de sus pieles,apareca ms alta, ms esbelta, en unams poderosa euritmia de lneas, que eracomo una musicalidad tangible

    ;

    la esbeltez de la figura haca resaltarms la expresin de la cabeza, que la ma-sa de los cabellos haca voluminosa y, lu-minosa, una expresin de orgullo y vo-luntad, apenas domada por el infortuniodel momento, y, a la cual, los prpadosentrecerrados daban un aire de medita-cin y gravedad ; se dira una estatua deMinerva, a la cual hubiesen mutilado lasalas

    ;

    tendi la mano a Froiln, con una son-risa triste, como la de ciertos retratos bo-rrosos de las mujeres de otros tiempos...Merciy mercile dijo por toda salu-

    tacin;

  • EL FINAL DE UN SUEO 79

    y, en esa palabra, simple al parecer, ha-ba un temblor de voz, en que temblabasu alma, en un desbordamiento de grati-tud.

    Froiln, sinti el deslumbramiento deaquella belleza rara y superior, destacn-dose en las penumbras que haca el abat-jour, de la lmpara de pie, situada en unngulo del saln, como se destacan cier-tas estatuas en los salones de los museos,en la luz verdosa de los stores, abajadospara librarlas de las violencias del Sol

    ;

    y, le estrech la mano, inclinndose an-te ella, en una reverencia ceremoniosa yelegante,

    y, entraron ambos en la alcoba dirigin-dose al lecho del enfermo

    ;

    el anciano pareca dormir

    ;

    en la luz tenue de las lmparas vela-das, que daban un tinte acuoso y verd-ceo al aposento, pareca el cadver deun ahogado, arrojado sobre una riberablanca

    ;

    el olor de los antispticos haca pesadala atmsfera

    ;

    cerca al lecho, slo haba un hombre,que al verlo, vino a l, solcito y respe-tuoso :

  • 80 VAEGAS VILA

    Maitre...l, lo reconoci

    ;

    era un joven alumno de la Escuela deMedicina, que sola acudir a sus leccio-nes...

    Tiens!... vous par icif Monsieur Mo-lard;

    y, se estrecharon las manos

    ;

    el joven le explic el estado del enfer-mo, desde su llegada del Hospital, y, lasaplicaciones que le haba hecho esperan-do la llegada de Froiln :Mademoiselle Suzanne, me haba di-

    cho que usted vendra, y lo esperbamoscon impaciencia...

    Froiln, puls al enfermo

    ;

    el pulso era muy dbil

    ;

    continuaba en estado comatoso;

    la color era muy plida, como de uncuerpo exange, pero, no era cadavrica

    ;

    le entreabri los prpados ; las pupilastenan ms vitalidad que en la tarde

    ;

    haba, sin duda, una reaccin

    ;

    la temperatura haba ascendido.

    i Inyecciones ?S... de cafena ; eso lo ha reanimado.

    i El corazn ?ambos lo auscultaron.

  • EL FINAL DE UN SUEO 81

    Ligeras alteraciones ; fenmenos ner-viosos.

    IDegluta ?

    No...Alimentacin inyectada, muy ligera.

    No cambiar los vendajes hasta maana

    ;

    calma absoluta.Susana, segua con los ojos y los odos,

    los gestos y, las palabras del Doctor, sin

    perder una sola de las del dilogo de losdos hombres.Molard, estaba vivamente impresiona-

    do, confundido, su emocin lo ofuscabapor momentos ; su dolor era tan sincero,que pareca que l fuese tambin, hijo delsabio herido ; haca tiempo que lo cono-ca, haba sido su discpulo preferido, y,era mirado en su casa, como alguien dela familia ; haba sabido la noticia del ac-cidente, por un condiscpulo, en un caf ;

    y, haba acudido presuroso ; no se habaseparado desde entonces del lecho del an-

    ciano...Froiln, miraba fijamente al enfermo,

    siguiendo con atencin, las huellas del

    mal, sobre el cuerpo y el rostro demacra-dos;

    SUEO.

    &

  • 82 VAEGAS VILA

    la inmovilidad del sabio era com-pleta...

    slo se oa su respiracin : era penosa...los dos hombres callaron...el silencio se hizo absoluto ; uno de esos

    silencios imponentes, que acompaan to-dos los desastres.Susana, tena la mirada fija en el m-

    dico, como si tuviese su alma pendientede sus labios ; una ola de angustia y desollozos contenidos, agitaba su pecho, enondulaciones perceptibles ; sus ojos inte-rrogaban, queriendo adivinar, en las fac-ciones de aquel hombre la enormidad desu desventura ; toda su alma pareca nsuspenso, en espera de una palabra, quela hundiera o la salvara...Y, bien?... Doctordijo, al fin, con

    una voz de creyente en espera del Mila-gro.

    Froiln dej de mirar el cuerpo del vie-jo, que era ya casi un despojo miserable,y, mir la joven, a la cual, la luz de unalmpara porttil, que tena en la mano,baaba de una ola de claridades blancas,bajo las cuales, todo su cuerpo temblabade incertidumbres, sus ojos, tenan unocomo mirar sobre el abismo, y, su boca se

  • EL FINAL DE UN SUEO 83

    plegaba triste, como temblando ante lapalabra escrutadora que haba dicho...

    y, una gran piedad inund su corazn,una piedad sin lmites, por aquel gran do-lor filial, por esa criatura que temblabacerca de l, desconcertada y vencida, enel dintel de lo incierto y, lo precario, vien-do acercarse el lgubre cortejo de la Muer-te;... la nica Muerte dolorosa; la deaquellos que amamos, y, que se llevan al-go de nuestra vida, dejndonos de ella, loms cruel, lo nico que no muere : el Do-lor

    ;

    ante aquella belleza lacerada, su cora-zn tembl de un modo inslito :Y bien?...repiti la joven, cerran-

    do lentamente los ojos, como para no veravanzar la muerte en la respuesta ; incli-nando la cabeza abrumada de resigna-cin, como si en aquel instante fueran aguillotinarla :Imposible decir nadamurmur l,

    muy bajo, como si buscase una excusa, y,temiese ser odo de aquel herido, cuyoduelo pareca llevar ya . Esperemos unMilagro de la Naturaleza.Un Milagro? gimi ella, con un

    gesto de laxitud, y, una voz de desespe-

  • 84 VAKGAS VILA

    ranza; y, una ms honda tristeza de ven-

    cimiento descendi sobre su rostro comouna nube, transfigurndolo en el de unaDolorosa inconsolable

    ; y, qued muda,como una estatua severa, hecha soberbiaen los relieves de la piedra inerte ; . .

    .

    l, no se atrevi a mentir, a profanar laesperanza ; no se atrevi a consolarla, y,mir a Molard, en cuyos ojos expertos, sevea la misma inquietud, por no decir elmismo pesimismo del Maestro

    ;

    y, ambos se volvieron hacia Susana,con un igual gesto de Misericordia, queera como un gesto mutuo de adoracin asu Dolor

    ;

    la pobre creatura, rota bajo los talonesde ese Destino insensato que la hera, pa-reca haber entrado en un limbo de Eter-nidad, envolvindose en su suplicio comoen un manto que la ocultase, refugindo-se en un Silencio, ms desgarrador quetodos los alaridos

    ;

    varias seoras, se acercaron a ella, conla intencin de sostenerla, pues compren-dieron que iba a desmayarse ;

    sin embargo, con un valor estoico, ella,reaccion sobre s misma, y, qued en pieen medio de los brazos tendidos para re-t

  • ELf FINAL DE UN SUEO 85

    cibirla, veixcedora de su Debilidad, comouna estatua de la Victoria, hecha de mar-fil y de oro...en esa inmovilidad., en ese silencio, con

    los brazos cruzados sobre el pecho, la bo-ca sin palabras, toda su Vida se habacoiicentrado en sus ojos hmedos y glau-cos, hechos trgicos, ante la Visin de suDestino Inexorable

    ;

    haciendo un gesto, como para libertar-se de los brazos amigos, que aun se ten-dan hacia ella, avanz hacia el lecho don-de yaca su padre, se arrodill ante l, y^tomando una de sus manos blancas e iner-tes, la llev a sus labios, y qued inm-vil...

    entre las blancuras inmaculadas de lassbanas y, el azul obscuro del taje decalle, que aun llevaba, slo se vean, elblondo ocre de la cabellera, y, la blancu-ra nivea de la nuca, en la cual los rizosde oro jugueteaban a la luz, como mira-das de insectos luminosos, sobre una co-lumna tronchada

    ;

    su cuerpo, se agitaba en un ritmo lento,como si sus sollozos obedeciesen a unamsica interior grave y pausada

    ;

    en aquel estupor profundo, en que el

  • 86 VAEGAS VILA

    Silencio, se haca casi tangible, los asis-tentes, respetando ese dolor, fueron aban-donando poco a j)oco el aposento...

    el saln, estaba ya vaco...lo tardo de la hora, lo haba despo-

    blado;

    slo quedaban dos viejas seoras, dis-puestas a velar al lado del enfermo, y, aacompaar la joven.Froiln Pradilla y, Molard, permane-

    cieron an cerca del paciente, esperandosin decrselo, la hora en que principiarala agona, o apareciera algn sntoma in-esj^erado de mejoramiento

    ;

    al n, Froiln, hizo el gesto de mar-charse :Maitre...dijo el joven, ante el gesto

    de partida, y esperando algunas instruc-ciones

    ;

    Nada que hacer... dijo el Mdico,mirando a la joven, como jDara explicar alotro la razn de su prudencia.Molard, hizo un gesto de certidumbre,

    y aadi :Yo, velar aqu, por si algo ocurre...al ruido de ese coloquio, Susana, alz la

    cabeza y se puso en pie ;el ro glorioso de su cabellera, se haba

  • EL FINAL DE U-N SUEO 87

    dest-renzado al rooe con el lecho, y su ca-

    beza pareca ms bella en ese desorden,con esa belleza provocativa y rara de lasmujeres cuando salen del lecho

    ;

    arregl los cabellos sobre la frente ra-

    diosa y los tmpanos hechos casi azulespor la transparencia de la piel, que deja-ba ver la red obscura de las venas ; los le-vant, sobre la nuca odorante, fijndolosen la cima de la cabeza, con sus manostrmulas, donde el carey de las peinetas,haca vagos reflejos de crustceos elc-tricos

    ;

    y, con una voz, en que se notaba todoel dominio sobre sus nervios exaspera-dos, dijo a Froiln :Se va usted? Doctor...Sdijo l . Mi presencia no es ne-

    cesaria aqu ; para lo que ocurra, quedael seor Molard

    ;

    i por qu su voz se hizo amarga al decirestas palabras?... Vendr usted maana ? pregunt

    Susana, poniendo tal acento de splica ensu voz, que l no tuvo la crueldad de ne-garse, y dijo :S... si aun es preciso...

  • m VAEG AS VILA

    y, en esas palabras pareci expresar to-do su liXgubre pesimismo...

    estrech la mano a Molard.Susana, lo acompa hasta la puerta

    del saln...A demain.,.A demain...se dijeron ambos...y, sus manos temblaron, estrechndo-

    se en la semisombra del corredor;

    y, l, descendi la escalera, turbado,confuso, cerrando su mano, como si qui-siera aprisionar el contacto fugitivo deaquella carne suave y tibia que haba tem-.blado entre sus dedob...

  • Fiel, a su hbito de anotar sus impre-siones, Froiln Pradilla, escribi en elDiario Espiritual que llevaba, las emo-ciones de sos ltimos das.

  • Pans..,

    Lo malo de toda pasin sentimental,es, que nos exterioriza, nos destierra denuestro Reino Interior ; nos hace misera-blemente humanos

    ;

    i a dnde vamos por ese sendero de exi-lio?

    hacia los otros

    ;

    hacia el alma de los otros

    ;

    atrados y, contagiados por la pasinde los otros

    ;

    heme aqu entrado en los senderos irra-cionales de la Piedad, contagiado por elvirus morboso de la Piedad ;una Piedad absurda e inmoderada, por

    un dolor vulgar, como todos los doloresque vienen del corazn;

  • m VARGAS VILA'

    felizmente, mi cerebro, indcil a todayugo, rebelde a toda emocin sentimen-tal, analiza estas sensaciones de nimo,y, se niega a entrar en este jardn de qui-meras, donde las flores tienen la extraapalidez de las cosas irreales y fatales

    ;

    de todos los mirajes, aquellos formadopor los vapores de las lgrimas, son los,ms peligrosos

    ;

    el mundo, visto al travs del velo tem-bloroso de nuestras lgrimas, es, algo tier-no y despreciable, como todos los paisa-jes de la sentimentalidad, pero, visto altravs de las lgrimas de los otros, es algomuy peligroso, que si nos obstinamos enmirarlo, puede sernos fatal

    ;

    los paisajes profundos del sentimiento,vistos en nuestro propio corazn, son la-mentables y peligrosos

    ;

    vistos en el corazn de los otros, son fa-tales, porque tienen el atractivo funesto,y, el vaho malsano de la boca de unabismo ;...

    ellos, nos atraen, por el vrtigo de laPiedad

    ;

    ellos remueven en nosotros ese sedi-mento de cobarda y, de aminoramientodel Yo, que se llama : la Piedad

    ;

  • EL FINAL DE UN SUENO 93

    la Piedad, qne como todo Amor, es, una

    pasin de esclavos ; y, esclaviza

    ;

    ningn Conquistador ha sentido la Pie-dad;

    y, aquellos que la han sentido, hanmuerto devorados por ella, sobre la ruina

    de sus conquistas

    ;

    Ipor qu pienso en todo eso, y, digo to-

    do eso?a causa de la Piedad

    ;

    a causa de que yo, conquistador de los

    reinos paradisacos del Olvido y, la Quie-tud, siento removerse en mis entraas elvirus de la Piedad ; ese virus corrosivoque disuelve el metal de la estatua de la

    Victoria, alzada en nuestro corazn

    ;

    yo, el Vencedor, de todas las pasiones,

    por qu siento hoy, alzarse bajo misplantas, la cabeza llorosa de la Piedad,

    como la de una vbora hipcrita, que me

    pide el permiso de morderme y de des-truirme ?

    el rosal de las sentimentalidades, que

    pareca marchito y agotado, en mi cora-zn... i por qu amenaza reverdecer y flo-recer de nuevo ?...

    el corazn...

    ah ! miseria de las miserias de la Vi-

  • 94 VAEGAS VILA

    da!... por qu la viscera abominableque pareca atrofiada, parece agitarse denuevo, entre las cenizas de sus sueos'!ha sido tocado por el revulsivo de las

    lgrimas; las lgrimas de una mujer;...I por qu el rostro imperioso de esa mu-

    jer, tan extraamente bello, surge antem, como visto en un espejo trgico, en elfondo de un lago de desolacin

    tiene el poder obsesionante de un* griteen la Noche ; . . . de una lamentacin inter-minable, que no puede ni huirse, ni aca-llarse...

    se dira, el cuerpo de un nufrago, quetiende a m, sus brazos del fondo de lasaguas

    ;

    iqu palidez la suya!...

    los mrmoles sepultados en el Heles-ponto, no fueron ms blancos al ser ex-trados de los mares que los guardabancon amor;

    por qu el azul de sus ojos hace unasombra cerlea sobre su rostro y, su gar-ganta, como una caricia de olas ?

    su cabellera, se dira hecha de cenizasde soles

    ;

    hace pocas horas, cuando la he visto in-clinada sobre el lecho de su padre mori-

  • El. FliNAL i)K UN SUENO 95

    bundo, me pareca que su nuca ibaa in-

    cendiarse, tal era el resplandor desus n-

    zos, hechos luminosos al fulgor dela lam-

    ^^su boca es tan imperiosa, lasmandbu-

    las tan fuertes, los dientes tanblancos y

    tan voraces, que da la sensacin dela bo-

    ca de un cachorro de len, hmeda aun

    de leche y recin desprendida dela ubre

    maternal

    ;

    i oh ! es la Piedad, la imbcil yveneno-

    sa Piedad, la que me ha intoxicado yme

    hace contemplarla as^ bajo ese halo men-

    tiroso y temblador

    ;

    _

    si yo hubiese visto a esa mu]er en el es-

    plendor de un baile, admirada, corteja-

    da, vencedora y, orguUosa en eltriuno

    de su Belleza Insuperable, la habraad-

    mirado como todos, pero no habra guar-

    dado ni un minuto despus de la fiesta,

    el recuerdo de su rostro demedalla im-

    perial, de sus ojos aterciopelados y tene-

    brosos, de sus hombros de alabastro, in-

    solentemente desnudos;...

    pero, la hija de este Profesor, estrella-

    do contra el trottoir y toda en desolacin,

    vista entre los muros desnudos deun

  • 56 VArxG AS VILA

    Hospital, cerca a los nqueles y al mrmolde un lecho de oi^eraciones...

    aquella imagen de la Tristeza, bajoaquellas facciones de diosa mutilada, enese templo del Dolor, con la atmsferaimpregnada de acres olores... por quha conmovido mi corazn?...porque la s, pobre, vencida, pronta a

    entrar en la orfandad y en la miseria

    ;

    as, bajo el peso tirnico de su DestinoInexorable, me parece augusta

    ;

    su arma ms poderosa, es no temer nin-guna ; estar desarmada ante la Vida, quela atrepella y la tritura...

    su Dolor, es toda su Fuerza...innumerables mujeres, han pasado por

    nais brazos, tan innumerables y tan olvi-dadas, como las olas, que a la hora delbao me han tocado en el mar, no dejan-do en mi corazn otras