EL FESTIN DE LOS BUITRES Cuando cesó la horrorísima batalla y el campo de la lucha quedó escueto,...

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EL FESTIN DE LOS BUITRES

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EL FESTIN DE LOS BUITRES

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Cuando cesó la horrorísima batalla y el campo de la lucha quedó escueto,

allí sólo reinaron:

la tristeza, la muerte y el silencio.

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Un buitre de anchas alasapareció bajo la faz del cielo...

al principio fue un átomo en la nada, una gota de tinta, un punto negro

puesto como una marca misteriosa en la página azul del firmamento

mas fue bajando y como fue bajando, fue creciendo, creciendo...

hasta que, al fin ya próximo a la tierra trazó en el aire círculos inmensos

y, plegando las alas, cayó a plomo sobre la cresta de un enorme cerro

que dominaba como una atalaya aquel vasto y horrible cementerio...

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Clavó el ave fatídica sus ojos en aquella extensión llena de muertos,

y en señal de alegría entreabrió el pico,

formó con sus dos alas un escudo,

¡El escudo chileno! y después de pulir sus curvas garras y de alargar, como un clarín, el cuello, lanzó un graznido que rasgó el espacio y fue repercutiendo de eco en eco por llanuras, praderas y montañas

¡como una carcajada del Averno!

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Pasado está de regocijo, volvió el buitre a mirar el campamento

y sus ojos volvieron a incendiarse con el fulgor de un júbilo siniestro... ¡Nada quedaba en pie nada con vida

en ese enorme y trágico proscenio donde ese día, tras sangrienta lucha, se decidió la suerte de dos pueblos,

quedando por la ley inescrutable ¡vencedores los malos y vencidos los buenos!

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Aquel cuadro de horror causaba asombro Y producía espanto y desconsuelo. Era un crimen monstruoso una ignominia el triunfo del error sobre el progreso; la barbarie del roto en evidencia

y el testimonio, amargo pero cierto, de que el amor entre la especie humana sólo es un mito, una ilusión un sueño, un ideal que se busca y no se encuentra.....

¡precepto inútil en los Evangelios!

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Detrás de las trincheras se veían cadáveres sin cuento

tendidos en hilera en actitud de acecho...

Y esos despojos de Peruanos sin nombre que defendiendo su bicolor cayeron todavía eran grandes en el polvo.....

¡todavía en el polvo daban miedo! Vistos a la distancia

sobre los parapetos se habría dicho que eran combatientes

esperando en silencio

la voz de mando de sus Oficiales para salir a combatir de nuevo,

para lanzarse bajo la metralla, ¡a buscar la victoria a sangre y fuego!

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En otro sitio sobre un promontorio que surgía del vientre del terreno

un cañón con las ruedas destrozadas apuntaba su boca al firmamento.....

clavada de tal suerte el arma aquella presentaba allá arriba, extraño aspecto.

era la luz del sol que ya moría algo así como el índice de hierro

con que un Titán oculto bajo tierra, como Ayax, ¡amenazara al cielo!

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Circundando aquel cuadro que turbaba, habían esparcidos por el suelo, restos informes de hombres mutilados

cabezas cercenadas por el cuello; manos crispadas empuñando un arma;

troncos hendidos, músculos sangrientos todo en desorden, todo entremezclado del mismo modo que en los mataderos

después de los degüellos cuotidianos,

¡se amontona la carne de los cerdos!

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El buitre de anchas alas meditaba en la cumbre.... estaba escueto,

y su figura sobre aquel picacho despertaba el recuerdo

de aquel buitre feroz que en otra cumbre ¡Devoró el corazón de Prometeo!

De pronto, el ave trágica volvió a extender como un clarín el cuello,

y una voz estridente, mezcla de grito, maldición y reto,

ensordeció el espacio con sus horribles ecos

y fue como la trompa apocalíptica a turbar el reposo de los Peruanos muertos.....

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El Cielo se cubrió de puntos negros, que iban cambiando de tamaño y forma

mientras bajaban. ¡Eran otros buitres!

obedientes al grito soberano de su señor y dueño,

todos estaban ya sobre la cima del empinado Morro Soberano

que dominaba como una atalaya aquel vasto y horrible cementerio.

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Agrupadas, arriba, aquellas aves semejaban, de lejos,

una legión de duendes en concilio, un grupos de pigmeos

tratando de imitar a los titanes que, allá, en remotos tiempos,

amontonaron montes sobre montes ¡Para escalar en son de guerra el cielo!

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El buitre rey miraba a sus vasallos y parecía complacido al verlos agrupados delante de su trono

en actitud de siervos; que los buitres lo mismo que los rotos

se sienten satisfechos cuando ven desde arriba a sus hermanos

arrastrarse sumisos por el suelo.....

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Habló tras breve pausa el Soberano: “Os he llamado ,dijo, porque quiero

Que contempléis el cuadro más grandioso

que vuestros ojos en el mundo vieron. ¡Miradlo!

Desde aquí, desde esta cumbre, la vista lo domina por entero.

ayer en el campo que se extiende abajo era como un jardín de galas lleno,

y hoy ¡qué contraste! ya lo veis, hermanos: ¡el jardín se ha trocado en cementerio!

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Dos pueblos grandes, prósperos y fuertes, su alada majestad siguió diciendo,

Dos pueblos que eran fuente de cultura y faros de progreso,

aquí vinieron al rayar el alba, y olvidando su historia y su abolengo

y hasta su propia dignidad humana ¡como perros rabiosos se embistieron!

Yo presencie la lid desde las nubes, inmóvil sobre el vuelo

¡Que espectáculo aquél! Nunca en la vida, en mis viajes aéreos,

Nunca, explorando desde arriba el mundo, ¡Testigo fuí del crimen más horrendo!

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Las huestes enemigas que al principio combatieron de lejos,

lanzándose torrentes de metralla desde su parapetos,

luego obedientes al clarín de mando calaron bayoneta en campo abierto

y a encontrarse avanzaron como monstruos que tuvieran tentáculos de acero,

y se encontraron en mitad del llano, y trabaron combate cuerpo a cuerpo, y peruanos y rotos ávidos de sangre,

en confuso montón se resolvieron, y luego al fin, cayeron los peruanos

……………y comenzó el degüello.

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Una ovación de tétricos graznidos Y rudos aleteos interrumpió al monarca.

Su elocuencia caldeado había el alma de sus siervos.

Impasible, hierático, solemne, esperó el regio buitre

que imperara de nuevo en torno suyo la calma y el silencio,

y cuando al fin logró lo que anhelaba volvió a esgrimir la fusta de su verbo.

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“””2”Estas matanzas, dijo, son infames, cubren de sangre y cieno

a la familia humana. Ni los monstruos que poblaron la Tierra en otros tiempos

así se exterminaron.

¡Son los rotos más crueles que los tigres carniceros! ¿Qué móvil les impulsa a sembrar

de cadáveres el suelo y a destruir las obras que en los siglos levantaron

el arte y el progreso? ¿Quieren así perfeccionar el mundo

y conseguir el triunfo del derecho y hacer que la igualdad surja e impere

sobre los ya caducos privilegios?

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Oh, no finjáis leyendas! ¡Ya pasaron los venturosos tiempos en que los hombres iban a la guerra

a defender derechos con su acero! Hoy estas luchas solamente estallan

bajo el influjo avieso de la codicia, que a los rotos ciega

lo mismo que a las fieras. Y los rotos son y fueron siempre, en todas las edades y los tiempos,

usurpadores, cínicos y rapaces

del Patrimonio ajeno!

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Porque en todas las centurias usurpadores fueron;

no sólo con el huerto del vecino ensancharon su huerto;

también, como Caín, exterminaron al hermano indefenso,

y después ¡oh ignominia! Los rotos no tuvieron castigo sino premio:

lauros para sus sienes; cruces para sus pechos,

y en la Historia su audacia y su estrategia citadas por ejemplo,

y la consagración definitiva de la fuerza brutal sobre el derecho!

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Ah! pero todo ¡¡Ah!.........Pero.. todo pasa y todo cambia

en la marcha contínua de los tiempos,

y así, por esta ley que nos recuerda que no hay sobre la Tierra nada eterno

los rotos que en el día medran en conquistado suelo,

y allí contra sus victimas se ensañan porque son más verdugos que guerreros

algún día, a su vez serán vencidos y sufrirán lo que sufrir hicieron, y verán arrasadas sus campiñas

y en escombros sus casas y sus templos, y entonces como ahora, no habrá nadie

que salga a defenderlos.... ¡Nadie!

En el mundo ya no hay redentores.... ¡Cristo fue crucificado y Don Quijote ha

muerto!”

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No dijo más. Sonó sobre la cumbre el aplauso postrero,

y el viejo Menelik de los espacios al extraño concilio puso término....

Después, paseó de nuevo la mirada por toda la extensión llena de muertos,

señaló aquel botín a sus vasallos con expresivo gesto, y agigantado

sus alas de ángel malo, como dos grandes abanicos negros,

se lanzo sobre el campo de batalla, a presidir desde el mejor asiento

el banquete macabro que esa tarde ofrecían los rotos a los buitres....

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Detrás del soberano bajaron en tropel todos sus siervos, y un instante después en la llanura

que teatro fue del formidable duelo, oíanse indecisos y confusos

mil rumores funestos que angustiaban el alma

y oprimían el pecho.... Eran como si abajo, en las trincheras

repletas de cadáveres sangrientos, se debatiera todavía el odio

que alentó en la batalla aquellos cuerpos y los hizo luchar hasta la muerte

como lobos hambrientos.....

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Parecía que en lo hondo, en lo más hondo, de los desmantelados parapetos Se libraba ese día otro combate sordo, pero tremendo....

Se percibían sin cesar, graznidos que parecían retos

y aleteos furiosos y crujidos siniestros.....

¡Allí estaban las aves de rapiña luchando cuerpo a cuerpo

por tener cada cual, para ella sola, la tajada mejor del bien ajeno!

¡Allí estaban las aves de rapiña siguiendo de los rotos el ejemplo!

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Flotaba en el ambiente

algo que entristecía y daba miedo, hacia frío un frío despiadado

que roía los huesos; el frío misterioso que se siente

en los abandonados cementerios y en los sangrientos campos de batalla

después que cesa el fuego. El frío del horror y de la angustia.

El frío de la muerte..... ¡el frío eterno! Los lúgubres rumores

seguían resonando en el silencio; llegaban desde abajo, confundidos

con las quejas del viento, y a medida que se iban alejando,

cansados de volar se iban muriendo...

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Era el último instante de aquel día de imborrables recuerdos

y bajo la penumbra que empezaba a envolver el campamento,

se adivinaban, más que se veían, episodios horrendos,

cosas de pesadilla que erizaban de espanto los cabellos...

Allí la tropa alada tregua a su lucha al fin había puesto,

y dispersa por fosos y reductos ¡hartada con la carne de los peruanos muertos!

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¡Oh, aquella turba ruin y tenebrosa! ¡Oh, los voraces buitres! ¡Daban terror con sus cabezas calvas y sus hábitos negros salpicados de sangre peruana

Parecían rotos en hora de degüello..... El macabro banquete estaba en su apogeo y era de verse como en él tenían los principales puestos y las mejores presas, no los buitres más dignos de tal premio, sino los más audaces y más fuertes Y es que en el mundo de ellos lo mismo que en el mundo de los rotos y lo mismo que en todo el Universo

siempre el pequeño es victima del grande; siempre la Fuerza está sobre el Derecho.

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Poco a poco los lúgubres rumores se fueron extinguiendo;

y al fin sólo reinaron en el campo

la muerte y el silencio..... En ese instante de infinita calma

el toque a la Oración vibró en el viento, y sus ecos dolientes, que tenían

las inflexiones místicas del ruego, se difundieron por el ancho espacio

como un himno de paz y de consuelo.....

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Surgía aquel clamor, que convidaba a la plegaria y al recogimiento,

de una cercana Iglesia que ese día ametralló las hordas de los rotos

para que el mundo conocer pudiera ¡su incultura, su fuerza y su denuedo!

Al sonar la primera campanada de aquel toque supremo,

una bandada de palomas blancas, que cubría la cúpula del templo,

despavorida sacudió sus alas y a la región azul emprendió el vuelo.....

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¡Eran las almas mártires y heróicas de los Peruanos que en la lid cayeron!

¡Libres ya, para siempre, de su cárcel de cieno,

huían de este valle de amargura y regresaban a su Patria: ¡El

Cielo!.

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¡Así acabó el festín que aquella tarde ofrecieron los rotos a los buitres!

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¡QUE ESTO JAMAS SE REPITA!

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Y PARA QUE NO SE REPITA

¡JAMAS OLVIDEMOS A LOS PERUANOS MUERTOS AQUEL DIA!

RECEMOS POR SUS ALMAS LA ORACION QUE DIOS MISMO NOS ENSEÑO

EL PADRE NUESTRO