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Domingo 15 de julio 2018 EL EVANGELIO EN AMÓS PASTOR JAVIER DOMÍNGUEZ RESUMEN DEL TEXTO Si no hay amor, es porque no amamos a Dios aún, no somos hijos, no adoramos a Dios. Esta es la acusación principal que Dios hizo contra Israel por medio del profeta Amós. Amós fue un profeta que Dios levantó que profetizó principalmente a Israel, al reino del Norte. Profetizó aproximadamente por dos años cuando Jeroboam II estaba reinando (Amós 1:1), llevando prosperidad económica y militar a la nación. Pero permitió y promovió la idolatría a dioses falsos, además de legitimar muchas injusticias sociales contra los pobres e indefensos de la época. Esto lo vemos a lo largo de su libro compuesto por discursos, poemas y visiones. Así, este libro se divide en cuatro partes: En la primera parte (capítulos 1-2) vemos que Amós profetiza contra las naciones alrededor de Israel. Dios las acusa de crímenes de lesa humanidad, y les advierte que los destruirá por esas injusticias sociales. Pero parte del capítulo 2 profetiza juicio contra Israel y le acusa de practicar la injusticia social e idolatría (Amós 2:6-8). En la segunda parte del libro (capítulos 3-6) lo que vemos son profecías contra Israel. Dios les acusa de menospreciar la responsabilidad que venía junto al privilegio de ser el pueblo de Dios: predicar sobre el Dios del pacto a todas las naciones de la tierra, siendo ellos ejemplo. En lugar de eso, ellos se entregaron a la idolatría, y al hacerlo, su moral cambió conforme a la moral de esos dioses. Así, en lugar de ser una nación santa, se comportaron de forma impía como los otros pueblos de la tierra: los políticos y adinerados derrochaban el dinero en placeres mientras los pobres eran abusados y engañados por ellos, debido a su codicia. Por eso, el juicio venidero que Amós proclama incluye la destrucción de los palacios de los ricos y lugares santos, el derrocamiento del reino y el exilio para el pueblo. 40 años después de esta profecía, los asirios conquistaron Israel. Pero en medio de estos capítulos, Amós les llama al arrepentimiento. - Amós 5:4 y 15a: «Porque así dice el SEÑOR a la casa de Israel: Buscadme, y viviréis. 15a Aborreced el mal, amad el bien, y estableced la justicia en la puerta». Hay dos verdades que se deben resaltar de esto: primero, practicar la justicia social no es el Evangelio; pero sí es una consecuencia de este. Segundo, la gran comisión que nos ha sido encomendada implica la gran responsabilidad de llevarla a cabo. En la tercera parte del libro (capítulos 7-9) leemos las visiones que tuvo Amós sobre lo que lo que Dios haría en el día señalado contra Israel, y cómo Israel sufriría. Pero en medio de estas visiones Dios muestra una vez más su gracia al decir: «He aquí, los ojos del Señor DIOS están sobre el reino pecador, y yo lo des-truiré de sobre la faz de la tierra; sin embargo, no destruiré totalmente a la casa de Jacob —declara el SEÑOR» (Amós 9:8). En la cuarta parte del libro (9:11-15) Dios promete una restauración sin precedente. Dios promete restaurar a Israel, pero también tomar un remanente de los gentiles, de todos aquellos que invoquen su nombre, y para lograrlo, Dios profetiza que levantará el tabernáculo de David, es decir, un descendiente de él. ¿Qué es el tabernáculo de David? ¿Se refiere a Israel como nación? (ver sección «El Evangelio en Amós»). IDEA CENTRAL DEL LIBRO Dios anuncia sus juicios a las naciones y a su pueblo rebelde; pero les promete restaurarlos tomando de cada uno a los que arrepentidos invocaran su nombre cuando el tabernáculo de David fuera levantado. EL EVANGELIO EN AMÓS Hechos 15 narra el Concilio de Jerusalén en el cual la iglesia primitiva estaba considerando si los gentiles necesitaban o no ser circuncidados para poder ser salvos. En ese contexto, Santiago, argumentando en contra de los judaizantes, cita un pasaje de Amós, diciendo: «Simón ha relatado cómo Dios al principio tuvo a bien tomar de entre © 2018 Iglesia Gracia sobre Gracia. Todos los Derechos Reservados

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Domingo 15 de julio 2018

EL EVANGELIOEN AMÓSPASTOR JAVIER DOMÍNGUEZ

RESUMEN DEL TEXTO

Si no hay amor, es porque no amamos a Dios aún, no somos hijos, no adoramos a Dios. Esta es la acusación principal que Dios hizo contra Israel por medio del profeta Amós.

Amós fue un profeta que Dios levantó que profetizó principalmente a Israel, al reino del Norte. Profetizó aproximadamente por dos años cuando Jeroboam II estaba reinando (Amós 1:1), llevando prosperidad económica y militar a la nación. Pero permitió y promovió la idolatría a dioses falsos, además de legitimar muchas injusticias sociales contra los pobres e indefensos de la época.

Esto lo vemos a lo largo de su libro compuesto por discursos, poemas y visiones. Así, este libro se divide en cuatro partes:

En la primera parte (capítulos 1-2) vemos que Amós profetiza contra las naciones alrededor de Israel. Dios las acusa de crímenes de lesa humanidad, y les advierte que los destruirá por esas injusticias sociales. Pero parte del capítulo 2 profetiza juicio contra Israel y le acusa de practicar la injusticia social e idolatría (Amós 2:6-8).

En la segunda parte del libro (capítulos 3-6) lo que vemos son profecías contra Israel. Dios les acusa de menospreciar la responsabilidad que venía junto al privilegio de ser el pueblo de Dios: predicar sobre el Dios del pacto a todas las naciones de la tierra, siendo ellos ejemplo. En lugar de eso, ellos se entregaron a la idolatría, y al hacerlo, su moral cambió conforme a la moral de esos dioses. Así, en lugar de ser una nación santa, se comportaron de forma impía como los otros pueblos de la tierra: los políticos y adinerados derrochaban el dinero en placeres mientras los pobres eran abusados y engañados por ellos, debido a su codicia.

Por eso, el juicio venidero que Amós proclama incluye la destrucción de los palacios de los ricos y lugares santos, el derrocamiento del reino y el exilio para el pueblo. 40 años después de esta profecía, los asirios conquistaron Israel. Pero en medio de estos capítulos, Amós les llama al arrepentimiento.

- Amós 5:4 y 15a: «Porque así dice el SEÑOR a la casa de Israel: Buscadme, y viviréis. 15a Aborreced el mal, amad el bien, y estableced la justicia en la puerta».

Hay dos verdades que se deben resaltar de esto: primero, practicar la justicia social no es el Evangelio; pero sí es una consecuencia de este. Segundo, la gran comisión que nos ha sido encomendada implica la gran responsabilidad de llevarla a cabo.

En la tercera parte del libro (capítulos 7-9) leemos las visiones que tuvo Amós sobre lo que lo que Dios haría en el día señalado contra Israel, y cómo Israel sufriría. Pero en medio de estas visiones Dios muestra una vez más su gracia al decir: «He aquí, los ojos del Señor DIOS están sobre el reino pecador, y yo lo des-truiré de sobre la faz de la tierra; sin embargo, no destruiré totalmente a la casa de Jacob —declara el SEÑOR» (Amós 9:8).

En la cuarta parte del libro (9:11-15) Dios promete una restauración sin precedente. Dios promete restaurar a Israel, pero también tomar un remanente de los gentiles, de todos aquellos que invoquen su nombre, y para lograrlo, Dios profetiza que levantará el tabernáculo de David, es decir, un descendiente de él. ¿Qué es el tabernáculo de David? ¿Se refiere a Israel como nación? (ver sección «El Evangelio en Amós»).

IDEA CENTRAL DEL LIBRO

Dios anuncia sus juicios a las naciones y a su pueblo rebelde; pero les promete restaurarlos tomando de cada uno a los que arrepentidos invocaran su nombre cuando el tabernáculo de David fuera levantado.

EL EVANGELIO EN AMÓS

Hechos 15 narra el Concilio de Jerusalén en el cual la iglesia primitiva estaba considerando si los gentiles necesitaban o no ser circuncidados para poder ser salvos. En ese contexto, Santiago, argumentando en contra de los judaizantes, cita un pasaje de Amós, diciendo: «Simón ha relatado cómo Dios al principio tuvo a bien tomar de entre

los gentiles un pueblo para su nombre. 15 Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, tal como está escrito: 16 DESPUÉS DE ESTO VOLVERÉ, Y REEDIFICARÉ EL TABERNÁCULO DE DAVID QUE HA CAÍDO. Y REEDIFICARÉ SUS RUINAS, Y LO LEVANTARÉ DE NUEVO, 17 PARA QUE EL RESTO DE LOS HOMBRES BUSQUE AL SEÑOR, Y TODOS LOS GENTILES QUE SON LLAMADOS POR MI NOMBRE» (Hechos 15:14-17).

Santiago, inspirado por el Espíritu Santo, está confirmando que esa promesa de Dios de levantar el tabernáculo de David para salvación de judíos y gentiles comenzó su cumplimiento con la aparición de Jesucristo: Él es el tabernáculo de David. Con Jesucristo la restauración del reino ha comenzado, por eso, vemos que de toda tribu, lengua y nación está, poco a poco, invocando el nombre del Señor.

IMPLICACIONES PARA NOSOTROS HOY

A) NO CREYENTES

Busquen a Dios; pero no en la religión, sino en Jesús. Dice Amós 5:4-5: «Porque así dice el SEÑOR a la casa de Israel: Buscadme, y viviréis. 5 Pero no busquéis a Betel, ni vayáis a Gilgal, ni paséis a Beerseba; porque ciertamente Gilgal será llevada cautiva, y Betel caerá en desgracia». La fuente de perdón y vida eterna es Jesús. Arrepiéntete y conviértete.

B) CREYENTES

1. Si usted ha estado envuelto en una iglesia en donde el cristianismo se centra en ritos, pactos con dinero, prosperidad, felicidad y prácticas religiosas; pero no en Cristo, huya, porque ahí no va a vivir, sino a morir.

2. Nuestras acciones son un resultado de quién gobierna nuestro corazón

- ¿Quieres cambiar el rumbo de tu vida? ¿Matrimonio? No te enfoques en practicar moralidad, enfócate en conocer y adorar a Dios.

- La base de toda relación familiar o matrimonial que persevera, no es el amor, sino nuestra adoración a Dios. Esto es así porque el amor filial no evita que peques contra tu prójimo, ¡tu adoración y temor a Dios, sí!

- Solo el corazón del adorador hace del Evangelio el modelo de su vida. «Sed imitadores de mí, como yo de Cristo», expresó Pablo.

3. La disciplina es una oportunidad de arrepentimiento, y en medio de ella Dios siempre está presente

- Una frase que se repite en Oseas 3-4 es: «Pero no os habéis vuelto a mí». Esa es la intención de Dios: que tú disfrutes su gracia una vez más.

- Cuando Pedro fue pedido por Satanás para ser zarandeado, Jesús le dijo: «Yo le he pedido a mi Padre». El que lo sostiene a usted en medio de la prueba es Jesucristo, en él somos más que vencedores.

- Así, cuando seas disciplinado, pon tu esperanza en la gracia de Dios mediada por Jesucristo. Él es el tabernáculo de David, quien reedifica la vida de quien se aferre a Él por medio de la fe.

4. Practicar la justicia social no es el Evangelio, pero sí es una consecuencia de ello

- Una prueba de que hemos sido transformados por el Evangelio es amar al prójimo, practicar la justicia y ser buenos con todos. Dios muestra que la verdadera adoración a Dios se traduce en practicar la misericordia, justicia y generosidad con los demás: «Misericordia quiero y no sacrificio».

- El corazón del cristianismo es el Evangelio, no las buenas obras; pero el verdadero Evangelio nos lleva a practicarlas. Si alguien dice que ama y adora a Dios pero no muestra amor por el prójimo o respeto por su esposa, esposo, padres... es porque no tiene a Cristo.

5. La gran comisión que nos ha sido encomendada implica la gran responsabilidad de llevarla a cabo

- En el nuevo pacto, nuestra misión no es buscar ser prósperos o ser felices, nuestra misión es salvar y hacer discípulos por medio de la predicación del Evangelio.

PASAJES CITADOS EN EL SERMÓN1 Juan 5:13; Amós 1:1; 2:6-8; 5:4, 15a; 9:8, 11-12; Hechos 15:14-17; Amós 5:4-5.

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RESUMEN DEL TEXTO

Si no hay amor, es porque no amamos a Dios aún, no somos hijos, no adoramos a Dios. Esta es la acusación principal que Dios hizo contra Israel por medio del profeta Amós.

Amós fue un profeta que Dios levantó que profetizó principalmente a Israel, al reino del Norte. Profetizó aproximadamente por dos años cuando Jeroboam II estaba reinando (Amós 1:1), llevando prosperidad económica y militar a la nación. Pero permitió y promovió la idolatría a dioses falsos, además de legitimar muchas injusticias sociales contra los pobres e indefensos de la época.

Esto lo vemos a lo largo de su libro compuesto por discursos, poemas y visiones. Así, este libro se divide en cuatro partes:

En la primera parte (capítulos 1-2) vemos que Amós profetiza contra las naciones alrededor de Israel. Dios las acusa de crímenes de lesa humanidad, y les advierte que los destruirá por esas injusticias sociales. Pero parte del capítulo 2 profetiza juicio contra Israel y le acusa de practicar la injusticia social e idolatría (Amós 2:6-8).

En la segunda parte del libro (capítulos 3-6) lo que vemos son profecías contra Israel. Dios les acusa de menospreciar la responsabilidad que venía junto al privilegio de ser el pueblo de Dios: predicar sobre el Dios del pacto a todas las naciones de la tierra, siendo ellos ejemplo. En lugar de eso, ellos se entregaron a la idolatría, y al hacerlo, su moral cambió conforme a la moral de esos dioses. Así, en lugar de ser una nación santa, se comportaron de forma impía como los otros pueblos de la tierra: los políticos y adinerados derrochaban el dinero en placeres mientras los pobres eran abusados y engañados por ellos, debido a su codicia.

Por eso, el juicio venidero que Amós proclama incluye la destrucción de los palacios de los ricos y lugares santos, el derrocamiento del reino y el exilio para el pueblo. 40 años después de esta profecía, los asirios conquistaron Israel. Pero en medio de estos capítulos, Amós les llama al arrepentimiento.

- Amós 5:4 y 15a: «Porque así dice el SEÑOR a la casa de Israel: Buscadme, y viviréis. 15a Aborreced el mal, amad el bien, y estableced la justicia en la puerta».

Hay dos verdades que se deben resaltar de esto: primero, practicar la justicia social no es el Evangelio; pero sí es una consecuencia de este. Segundo, la gran comisión que nos ha sido encomendada implica la gran responsabilidad de llevarla a cabo.

En la tercera parte del libro (capítulos 7-9) leemos las visiones que tuvo Amós sobre lo que lo que Dios haría en el día señalado contra Israel, y cómo Israel sufriría. Pero en medio de estas visiones Dios muestra una vez más su gracia al decir: «He aquí, los ojos del Señor DIOS están sobre el reino pecador, y yo lo des-truiré de sobre la faz de la tierra; sin embargo, no destruiré totalmente a la casa de Jacob —declara el SEÑOR» (Amós 9:8).

En la cuarta parte del libro (9:11-15) Dios promete una restauración sin precedente. Dios promete restaurar a Israel, pero también tomar un remanente de los gentiles, de todos aquellos que invoquen su nombre, y para lograrlo, Dios profetiza que levantará el tabernáculo de David, es decir, un descendiente de él. ¿Qué es el tabernáculo de David? ¿Se refiere a Israel como nación? (ver sección «El Evangelio en Amós»).

IDEA CENTRAL DEL LIBRO

Dios anuncia sus juicios a las naciones y a su pueblo rebelde; pero les promete restaurarlos tomando de cada uno a los que arrepentidos invocaran su nombre cuando el tabernáculo de David fuera levantado.

EL EVANGELIO EN AMÓS

Hechos 15 narra el Concilio de Jerusalén en el cual la iglesia primitiva estaba considerando si los gentiles necesitaban o no ser circuncidados para poder ser salvos. En ese contexto, Santiago, argumentando en contra de los judaizantes, cita un pasaje de Amós, diciendo: «Simón ha relatado cómo Dios al principio tuvo a bien tomar de entre

EL EVANGELIO EN AMÓS

los gentiles un pueblo para su nombre. 15 Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, tal como está escrito: 16 DESPUÉS DE ESTO VOLVERÉ, Y REEDIFICARÉ EL TABERNÁCULO DE DAVID QUE HA CAÍDO. Y REEDIFICARÉ SUS RUINAS, Y LO LEVANTARÉ DE NUEVO, 17 PARA QUE EL RESTO DE LOS HOMBRES BUSQUE AL SEÑOR, Y TODOS LOS GENTILES QUE SON LLAMADOS POR MI NOMBRE» (Hechos 15:14-17).

Santiago, inspirado por el Espíritu Santo, está confirmando que esa promesa de Dios de levantar el tabernáculo de David para salvación de judíos y gentiles comenzó su cumplimiento con la aparición de Jesucristo: Él es el tabernáculo de David. Con Jesucristo la restauración del reino ha comenzado, por eso, vemos que de toda tribu, lengua y nación está, poco a poco, invocando el nombre del Señor.

IMPLICACIONES PARA NOSOTROS HOY

A) NO CREYENTES

Busquen a Dios; pero no en la religión, sino en Jesús. Dice Amós 5:4-5: «Porque así dice el SEÑOR a la casa de Israel: Buscadme, y viviréis. 5 Pero no busquéis a Betel, ni vayáis a Gilgal, ni paséis a Beerseba; porque ciertamente Gilgal será llevada cautiva, y Betel caerá en desgracia». La fuente de perdón y vida eterna es Jesús. Arrepiéntete y conviértete.

B) CREYENTES

1. Si usted ha estado envuelto en una iglesia en donde el cristianismo se centra en ritos, pactos con dinero, prosperidad, felicidad y prácticas religiosas; pero no en Cristo, huya, porque ahí no va a vivir, sino a morir.

2. Nuestras acciones son un resultado de quién gobierna nuestro corazón

- ¿Quieres cambiar el rumbo de tu vida? ¿Matrimonio? No te enfoques en practicar moralidad, enfócate en conocer y adorar a Dios.

- La base de toda relación familiar o matrimonial que persevera, no es el amor, sino nuestra adoración a Dios. Esto es así porque el amor filial no evita que peques contra tu prójimo, ¡tu adoración y temor a Dios, sí!

- Solo el corazón del adorador hace del Evangelio el modelo de su vida. «Sed imitadores de mí, como yo de Cristo», expresó Pablo.

3. La disciplina es una oportunidad de arrepentimiento, y en medio de ella Dios siempre está presente

- Una frase que se repite en Oseas 3-4 es: «Pero no os habéis vuelto a mí». Esa es la intención de Dios: que tú disfrutes su gracia una vez más.

- Cuando Pedro fue pedido por Satanás para ser zarandeado, Jesús le dijo: «Yo le he pedido a mi Padre». El que lo sostiene a usted en medio de la prueba es Jesucristo, en él somos más que vencedores.

- Así, cuando seas disciplinado, pon tu esperanza en la gracia de Dios mediada por Jesucristo. Él es el tabernáculo de David, quien reedifica la vida de quien se aferre a Él por medio de la fe.

4. Practicar la justicia social no es el Evangelio, pero sí es una consecuencia de ello

- Una prueba de que hemos sido transformados por el Evangelio es amar al prójimo, practicar la justicia y ser buenos con todos. Dios muestra que la verdadera adoración a Dios se traduce en practicar la misericordia, justicia y generosidad con los demás: «Misericordia quiero y no sacrificio».

- El corazón del cristianismo es el Evangelio, no las buenas obras; pero el verdadero Evangelio nos lleva a practicarlas. Si alguien dice que ama y adora a Dios pero no muestra amor por el prójimo o respeto por su esposa, esposo, padres... es porque no tiene a Cristo.

5. La gran comisión que nos ha sido encomendada implica la gran responsabilidad de llevarla a cabo

- En el nuevo pacto, nuestra misión no es buscar ser prósperos o ser felices, nuestra misión es salvar y hacer discípulos por medio de la predicación del Evangelio.

PASAJES CITADOS EN EL SERMÓN1 Juan 5:13; Amós 1:1; 2:6-8; 5:4, 15a; 9:8, 11-12; Hechos 15:14-17; Amós 5:4-5.

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