El Estado Sobreprotector

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Argumentos contra el estado de bienestar

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El Estado sobreprotector

Escrito por Rebecca Roggen

El Estado paternalista es por un lado, como una madre sobreprotectora que desestima la capacidad de sus hijos; y, por otra parte, el Estado es como un padre de tendencias dominantes y patolgicas, cuyo nico inters es, ms que educar, imponer su voluntad.

Los hijos del Estado paternalista son diferentes a los hijos de los Estados maduros. Su particularidad radica en que, siendo ya aptos para producir, siguen dependiendo de sus padres, mientras que sus contemporneos de al lado ya se han independizado (casos de los pases desarrollados o en vas de desarrollo).

Ellos son como los viejos-nios que siendo adultos, mentalmente an no han crecido. Con dientes y cuerpos desarrollados maman del pecho de su madre, la miran como a una autoridad suprema y como a una gran proveedora que les sacia todas sus necesidades.

El Estado paternalista es as, sus viejos-nios lo necesitan pero tambin le rinden cuentas. No saben reconocer todava sus deberes pero conocen perfectamente sus derechos y ms all. Saben que son la responsabilidad de sus padres (es decir, de su Estado) y saben que pueden exigir, y culparlos si es preciso, porque ellos se vuelven exigentes y "culpadores" por excelencia.

El gobierno del Estado paternalista regala por aqu, all y acull. Regala a los sectores pobres de la sociedad y mantiene contentos a sus funcionarios, asegurndose a la vez que todos sus hijos sepan que es generoso y bondadoso. Al mismo tiempo, mientras mantiene a sus viejos-nios con las manos llenas de dulces, l hace de las suyas y aprovecha cuanta fechora le sea posible: porque cuando da por aqu, quita por all.

Desde temprana edad, los viejos-nios del Estado paternalista aprenden la cultura del recibir y se tragan el discurso tcito, vox populi: "Soy hijo del Estado y por lo tanto tengo derecho a ser mantenido por l" "Sus riquezas son mis riquezas (aunque yo nunca las trabaje, de todas formas, me las merezco)", porque en esta clase de Estado, el Estado es padre y madre y como es obvio, debe ocuparse de sus hijos como tambin debe mandarlos (...pero a su parecer). Los hijos del Estado paternalista dependen psicolgicamente y -muchas veces- econmicamente del Estado, son sobreprotegidos y dominados.

No todos estn de acuerdo con el sistema de gobierno, los intelectuales y clases que han tenido acceso a una buena educacin, suelen ser los primeros en disentir, catalogando a este Estado de populista y demagogo. Lo que nos hace preguntarnos: Es esta idiosincrasia la idnea? Lo cierto es que los Estados maduros la han superado, han trascendido a una nueva etapa.

Y qu beneficios trae este sistema paternalista al pueblo inmaduro? Aparte de recibir un regalo inmediato (y efmero) las ganancias a largo plazo son nulas. Por lo contrario, el hijo de este Estado comienza a sentir una sensacin de inutilidad derivada de su extrema dependencia a su Padre/Madre. Tambin surge un malestar que brota al cobrar conciencia: "Mi padre de verdad me ama...o me utiliza?"

Cuando se da cuenta de su miseria, atrofiado por la improductividad, y de que ya los "regalos" que le dan no solucionan la raz del problema -si no que actan como paos calientes que pronto se enfran- el hijo del paternalismo pasa a sentir resentimiento contra su padre, el Estado. Lo culpa de sus males y de su pobreza, no pudiendo reconocer que es l el responsable de su destino y el de su patria; que es l quin conforma al Estado y no es un individuo aislado.

Pero hay una salida constructiva. Solo si el viejo-nio madura, deja de culpar a los otros de sus males (incluyendo al gobierno) y acepta su responsabilidad como ciudadano(s), asumiendo tanto sus derechos como sus deberes, podr evolucionar y trascender colectivamente a un nuevo Estado, un Estado independiente y prspero.