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EL ESPACIO RURAL Y LOS CONDICIONANTES DE LA ACTIVIDAD AGRARIA EN ESPAÑA Esquema 1. Condicionantes de la actividad agraria en España 2. Usos y aprovechamientos agrarios 3. Los nuevos usos y funciones del espacio rural 4. Dominios y paisajes agrarios

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EL ESPACIO RURAL Y LOS CONDICIONANTES DE LA ACTIVIDAD AGRARIA EN ESPAÑA

Esquema

1. Condicionantes de la actividad agraria en España 2. Usos y aprovechamientos agrarios 3. Los nuevos usos y funciones del espacio rural

4. Dominios y paisajes agrarios

Por espacio agrario entendemos las áreas geográficas condicionadas por el ser

humano para la producción agrícola, ganadera o forestal. Surge de la actuación

humana sobre el medio natural y refleja los caracteres del medio físico y el sentido

de la actuación humana, que se concretan en forma de paisajes agrarios.

La superficie geográfica española se distribuye en tres grandes categorías: tierras

de cultivo, prados y pastos, y terrenos forestales.

Condicionantes de la actividad agraria

El espacio y las actividades agrarias están muy influidos por factores naturales y

humanos. Los primeros provienen de los componentes del medio físico y son los

responsables de la diferenciación paisajística del espacio rural; los segundos, se

refieren a la actuación humana sobre el medio.

Los condicionantes naturales

Entre los condicionantes o factores naturales de la actividad agraria destacamos

los siguientes:

El relieve: tiene una gran influencia que puede facilitar o dificultar las prácticas

agrícolas, hasta hacerlas incluso imposibles.

La altitud sobre el nivel del mar: en España sólo el 11% de la superficie se halla a

menos de 200 metros sobre el nivel del mar; el resto está a mayor altitud, y una

parte importante corresponde a la Meseta, cuya elevación contribuye a realzar la

continentalidad climática y sus efectos agrarios

Las pendientes y desniveles influyen en la formación y grado de estabilidad de los

suelos, en la vulnerabilidad a la erosión, en la circulación del agua en el suelo,

también en las posibilidades de mecanización de las faenas agrícolas…

El Clima: influye a través de las temperaturas, de las precipitaciones y de los

restantes elementos climáticos (insolación, nubosidad, vientos…) y no sólo por sus

valores, sino por la combinación entre ellos y la sucesión de los mismos a lo largo

del año.

El régimen climático que ejerce una influencia más extensa es el mediterráneo,

cuya prolongada sequía estival, combinada con las elevadas temperaturas, exige

una fuerte adaptación de plantas y cultivos, algunas de cuyas consecuencias

agrarias han sido la adopción de la trilogía de cultivos mediterráneos (cereales, vid,

olivo) y la implantación del regadío para contrarrestar los efectos de la aridez.

Los suelos: su acción se debe tanto a su naturaleza, como a la estructura,

composición, ubicación…

La vegetación natural: en ocasiones ha sido eliminada por completo para la plena

ocupación agrícola del espacio; en otras se ha mantenido con grandes rasgos de

pureza y constituye la base de los aprovechamientos forestales. Unas veces se ha

mantenido el herbáceo para su aprovechamiento por la ganadería; otras, se ha

optado por un aprovechamiento conjunto e integrado de suelo, pastos y arbolado,

surgiendo la dehesa.

Los condicionantes humanos

Los factores humanos son responsables de la ordenación y usos que presenta el

espacio agrario.

En relación con los condicionantes históricos, la primera ordenación agraria del

territorio peninsular se produjo en la época antigua, siendo los romanos quienes

instauraron unos sistemas agrarios basados en la trilogía de cultivos

mediterráneos. Posteriormente la ocupación musulmana supuso una ordenación

que confería gran importancia al regadío y a la producción de frutas y hortalizas

para la alimentación humana. La reconquista y repoblación cristianas llevaron

aparejados dos procesos, el uso y ordenación de las tierras basados en la

coexistencia entre aprovechamientos cerealistas y ganaderos, y, por otra, un

sistema de posesión de la tierra que tuvo plena vigencia hasta mediados del siglo

XIX y fue responsables de las grandísimas desigualdades existentes.

En lo que se refiere a los condicionantes sociales y económicos, puede decirse

que hasta épocas recientes, hasta después de mediados del siglo XX, la sociedad

española ha sido básicamente rural por cultura y por lugar de residencia de la

población. Durante siglos persistió la autarquía local y comarcal, que comenzó a

romperse con la generalización del ferrocarril en la segunda mitad del siglo XIX, y

culminó en tiempos recientes con el desarrollo de los nuevos sistemas de

transporte y con la instauración de una sociedad plenamente urbana. Ha sido en el

último tercio del siglo XX cuando la actividad agraria ha tomado una orientación

hacia el mercado, hacia la producción especializada y a gran escala en el seno de

una economía integrada en los mercados internacionales, particularmente de la

Unión Europea.

Ello ha estado acompañado de las grandes innovaciones técnicas experimentadas

por el sector agrario, entre las que destacan la mecanización del campo, la

generalización del uso de abonos y fertilizantes, el empleo de semillas y razas

selectas, la racionalización de las prácticas agropecuarias… en el seno de una

sociedad moderna y cada vez más desarrollada.

Otro factor que ha influido de manera decisiva en la actividad y el espacio agrarios

ha sido el ingreso en las Comunidades Europeas. Este hecho ha traído consigo la

ampliación de los mercados agrarios, la participación en la fijación de las políticas

comunitarias y unas nuevas condiciones de financiación de la producción agraria.

Desde finales del siglo XX han ido apareciendo las nuevas condiciones productivas

generadas por la preocupación ambiental, por el consumo excesivo de insumos en

la agricultura, por la superproducción y los excedentes agrarios.

Usos y aprovechamientos agrarios

Respecto a los grandes grupos de aprovechamientos, existe gran coincidencia

entre los espacios forestales y las áreas de montaña. Ello es consecuencia de la

escasa o nula aptitud agrícola de las montañas y de la repoblación forestal.

Las praderas y los pastizales ocupan las zonas de montaña media de topografía

menos accidentada y de las grandes penillanuras del occidente peninsular; su

mayor desarrollo puede apreciarse sobre los suelos de la Iberia silícea. Las

praderas y los pastizales son el asiento de la ganadería tradicional, que aprovecha

los pastos permanentes de las praderas atlánticas y los estacionales de la España

interior.

Las tierras cultivadas ocupan las superficies de topografía más favorable y los

mejores suelos. Se distinguen tres grandes conjuntos agrícolas: las cuencas

interiores a la meseta, las depresiones exteriores y el litoral mediterráneo.

Tanto la submeseta septentrional como la meridional tienen un intenso uso agrario;

la primera ha tenido una marcada orientación cerealista en la cuenca del Duero, y

en la segunda destaca la gran área de la Mancha

Las depresiones del Ebro y del Guadalquivir presentan una gran aptitud agrícola,

aunque las tierras béticas ofrecen mayores potencialidades por la calidad de los

suelos, sobre los cuales se registran los mayores porcentajes de superficie

labrada.

Las zonas del litoral mediterráneo se caracterizan por la intensidad de laboreo

sobre una franja estrecha que alcanza su mayor extensión en el golfo de Valencia.

En los espacios de aprovechamiento agrícola destacan las zonas de regadío;

tradicionalmente ocuparon espacios reducidos, pero hoy constituyen uno de los

principales soportes económicos de la agricultura española. Junto a ellos resaltan

en el mapa de usos del suelo los espacios ocupados por cultivos forzados

(enarenados y bajo plástico) y subtropicales.

Los nuevos usos y funciones del espacio rural

Con frecuencia percibimos el espacio rural como concepto opuesto a espacio

urbano, expresión de la dicotomía entre campo y ciudad, al tiempo que lo

asociamos a espacio agrario, es decir, a un lugar en el cual se realizan actividades

agrícolas o ganaderas.

No obstante, los cambios experimentados por las sociedades contemporáneas han

alterado el concepto y los usos habituales del espacio rural; se aprecia una clara

influencia de la ciudad y lo urbano sobre el mismo, que ha atenuado los contrastes

paisajísticos entre campo y ciudad, al superponerse sobre el mismo espacio

diversos usos del suelo, como sucede de modo perceptible en las áreas

periurbanas próximas a nuestras ciudades.

Ello en buena medida es consecuencia de los nuevos usos y funciones del espacio

rural. A lo largo de los tiempos el campo ha tenido una función productiva

relacionada con los aprovechamientos agrícolas, ganaderos o forestales. Hoy

mantiene su condición de lugar productivo, pero gradualmente ha ido adquiriendo

valor de uso; así el espacio rural acoge residencias secundarias, pertenecientes a

habitantes de la ciudad, establecimientos industriales, talleres, naves de

almacenamiento, servicios diversos… que no son elementos del hábitat rural, pese

a su ubicación, pues no cubren necesidades derivadas de la explotación agraria,

sino que están al servicio de necesidades urbanas. Además, muchos de estos

espacios rurales acogen usos recreativos relacionados con el ocio y el turismo

rural o de naturaleza, como sucede en las áreas protegidas.

En consecuencia, puede decirse que el mundo rural ha perdido su caracterización

tradicional y se ha convertido en un espacio multifuncional en el que convergen

multitud de usos propiciados por las nuevas demandas y por las perspectivas de

futuro que se ofrecen al mundo en las sociedades desarrolladas.

En este sentido, el mundo rural acusa hoy de las presiones del mundo moderno

(urbanización, vías de comunicación), frente a las cuales se hace necesaria la

adopción de prácticas agrarias que favorezcan la preservación del entorno y la

conservación de la naturaleza bajo nuevas premisas del desarrollo rural.

Dominios y paisajes agrarios

La diversidad de los componentes naturales, los diferentes usos del suelo y el

distinto modo de ordenación del espacio originan dominios y paisajes agrarios

El dominio atlántico

La España atlántica se individualiza por su carácter montañoso y por la existencia

de un clima húmedo y de temperaturas suaves que favorecen el desarrollo de la

vegetación natural. Por ello, la España atlántica es el dominio de los bosques y de

los prados, que son el soporte de unos paisajes agrarios basados en la

especialización ganadera y forestal, donde la producción ganadera aporta la

principal contribución a la producción final agraria, si bien el significado de lo

agrario en el conjunto de la sociedad y de la economía varía desde un máximo en

Galicia hasta un mínimo en el País Vasco.

Los aprovechamientos agrarios son variados y entre ellos destacan los dedicados

a la alimentación humana (patatas, hortalizas) y animal (maíz) y los forestales. Su

verdadera especialización es la ganadería vacuna, desarrollada al amparo de la

producción de hierbas y forrajes. La excelente cabaña autóctona ha sido

completada con la introducción de razas extranjeras, que han incrementado los

rendimientos. La orientación de esta cabaña fue la producción de leche, base de

una potente industria, si bien el problema de los excedentes lácteos en la Unión

Europea ha hecho aumentar la cabaña de aptitud cárnica.

Los paisajes agrarios atlánticos presentan una acusada fragmentación parcelaria,

con multitud de parcelas de ínfimo tamaño. Constituyen el ámbito de mayor

implantación del hábitat disperso, del que forman parte multitud de aldeas y

caseríos, y en ellos predomina la pequeña propiedad y los regímenes de

explotación directa.

El dominio mediterráneo interior

El interior peninsular ofrece una gran diversidad paisajística sobre el denominador

común de la influencia del clima mediterráneo. Los aprovechamientos agrícolas

están dominados por los cultivos de secano, si bien en los últimos años ha ganado

mucha extensión el regadío.

La Cuenca del Duero: es asiento de pequeña y mediana propiedad sobre una

parcelación muy fragmentada, que fue objeto de concentración parcelaria en el

franquismo. Sus orientaciones tradicionales han sido la explotación cerealista (trigo

y cebada) y la ganadería ovina. La explotación cerealista ha alcanzado un elevado

grado de mecanización, al tiempo que se han difundido cultivos de regadío, como

la remolacha, maíz o alfalfa. La superficie de pastos y de barbechos ha disminuido

progresivamente, lo que ha repercutido en la ganadería, que se ha visto confinada

a los espacios de menor aptitud agrícola o ha sido objeto de estabulación.

El área castellano-manchega ofrece como rasgos distintivos el aumento del

tamaño de las explotaciones agrarias y un notable grado de concentración del

hábitat. Sobre la amplitud de las llanuras manchegas destacan tres grandes grupos

de aprovechamientos: la ganadería ovina, base de la producción lanera y quesera

tradicional, el cultivo de cereales, que está en retroceso ante el avance del girasol,

y el viñedo, que confiere su fisionomía agraria a la Mancha.

El oeste peninsular toma buena parte de sus caracteres agrarios de su pertenencia

a al Iberia silícea. Los suelos silíceos son poco fértiles y rinden moderadas

cosechas, incluso tras largo periodo de descanso; por eso se han constituido sobre

ellos las explotaciones agrarias de la dehesa, que integran, bajo un régimen

extensivo, los aprovechamientos agrícolas y ganaderos a partir de los beneficios

que rinde la encina.

En las zonas de mejores suelos aparecen los cultivos cerealistas y de plantas

industriales. En las extensas áreas puestas en regadío tras la construcción de los

embalses (Plan Badajoz) aparecieron numerosos cultivos nuevos, como hortalizas,

arroz, tabaco…Predomina la gran propiedad, herencia de la historia, que ha

convertido el oeste peninsular en unos de los grandes enclaves del latifundismo

hispano.

El valle del Ebro comparte rasgos agrarios con la España interior, si bien ofrece

unos caracteres especiales, que resultan visibles en una doble gradación de

paisajes: en altura, desde las montañas hasta el fondo de la depresión, y en

longitud, desde el nacimiento del Ebro hasta la desembocadura, de donde resulta

una mezcla de influencias y variedad de paisajes dentro de su coherencia

mediterránea.

En la cuenca alta alternan los caracteres propios de la España atlántica húmeda y

de la mediterránea seca, coexistiendo espacios agrícolas, ganaderos y forestales.

En las áreas de regadío se aprecia una intensa actividad agrícola, con cultivos de

huerta para consumo y para la industria, así como notables áreas de vid que dan

lugar a los afamados vinos de Rioja.

La depresión del Ebro y sus laderas estuvieron integradas funcionalmente por la

trashumancia ganadera. Hoy son espacios yuxtapuestos, de manera que la

montaña es ganadera y la depresión, agrícola. En el sistema extensivo predomina

la cebada sobre los suelos de mediocre calidad, y en el intensivo los cultivos de

regadío, de gran tradición y antigüedad. Abundan los cultivos de remolacha,

forrajes y hortalizas y en algunas comarcas se da una fuerte intensificación de

frutales y de ganadería.

En cuanto a la propiedad, en el conjunto de la depresión coexisten diversos

tamaños. Algo semejante ocurre con el hábitat rural.

El dominio mediterráneo litoral

El litoral mediterráneo tiene como elementos definidores la baja altitud sobre el

nivel del mar y el régimen térmico de veranos calurosos e inviernos templados y

moderados, aunque siempre con escasas precipitaciones. Tiene un marcado

carácter de franja litoral entre el mar y las montañas, y sólo se adentra hacia el

interior a través de las depresiones del Guadalquivir y del Ebro. Caracterizado en

su conjunto por el dinamismo del espacio agrario, por la coexistencia de

actividades no agrarias sobre el espacio rural y por el alto nivel de intensidad de

sus aprovechamientos, ofrece considerables diferencias en toda su longitud.

Cataluña tiene un terrazgo de reducida extensión. Sus paisajes agrarios son muy

intensivos, especializados y de clara orientación hacia el mercado. En general, ha

habido un fuerte retroceso de los cultivos de secano y un notable desarrollo de la

ganadería estabulada e industrial, de los cultivos hortofrutícolas y de la vid.

El Levante acoge un regadío de elevados rendimientos. Es el asiento de la huerta

tradicional, pieza clave de la ordenación del espacio rural. Junto a las producciones

hortícolas destacan los cítricos, frutales y arroz. En estos espacios, en continua

mutación, se aprecia la competencia del turismo y de la industria en disputa por el

suelo, de modo que la agricultura está cediendo sus suelos tradicionales para otros

usos y desplazándose hacia tierras de peor calidad.

En Andalucía, que comparte rasgos con el litoral mediterráneo, distinguimos varios

paisajes, orientados en franjas desde Sierra Morena hasta el mar: las dehesas y

espacios cinegéticos forestales, los paisajes acortijados de la depresión del

Guadalquivir, los olivares subbéticos, las hoyas y depresiones interiores, las

altiplanicies cerealistas y los enclaves de regadío y los cultivos bajo plásticos que,

ya en el litoral, se interponen entre el Mediterráneo y las cordilleras.

Canarias

El archipiélago canario tiene una superficie agraria muy reducida, por la

configuración volcánica de las islas. La superficie agraria se sitúa en las zonas

bajas y en las laderas, donde gracias al esfuerzo humano se han construido

terrazas. Muy condicionadas por la falta de agua y favorecida por el régimen

térmico, las islas Canarias desarrollaron una agricultura de exportación basada en

el plátano, la patata y el tomate, que acusa la competencia de la producción

peninsular y la disputa del suelo por parte de la promoción inmobiliaria y del

turismo. Tradicionalmente la agricultura insular ha coexistido con una notable

cabaña de ganado cabrío.

Vocabulario

Agricultura de regadío: consiste en aportar agua al suelo para que los vegetales tengan el suministro que necesitan favoreciendo así su crecimiento. Se utiliza en la agricultura y en jardinería. Los métodos más comunes de riego son: arroyamiento o surcos, inundación o sumersión, aspersión, infiltración o canales, goteo o riego localizado. Ejemplo: frutas y hortalizas.

Agricultura extensiva: explotación agraria basada en una gran cantidad de tierra, poca mano de obra y pocos rendimientos. Aunque también se puede dar en el regadío (algodón, por ejemplo), se localiza fundamentalmente en el sistema de cultivo de secano. Después de la crisis de la agricultura tradicional ha sido sometida a una amplia tecnificación y mecanización, la que no ha seguido este proceso o ha desaparecido o está dentro de la agricultura a tiempo parcial.

Agricultura intensiva: Es aquella actividad económica que utiliza poca extensión de tierra, mucha mano de obra y obtiene amplios rendimientos, produce cantidades inmensas en reducidos espacios de un solo tipo de producto. La agricultura intensiva se suele dar en la agricultura de regadío y dentro de esta podemos encontrar los regadíos tradicionales y los modernos, dentro los cuales habría que situar la agricultura punta o los

cultivos enarenados o bajo plástico…

Aparcería: tipo de explotación de la tierra indirecta. Es una sociedad a la que el dueño aporta la tierra y el aparcero, el trabajo; los gastos se satisfacen a medias y los beneficios o productos de la cosecha se reparten en la proporción establecida.

Barbecho: Práctica agrícola consistente en dejar descansar la tierra por una temporada para que regenere la materia orgánica perdida en la anterior cosecha. Era una práctica habitual del secano español, que está en franco retroceso debido a la utilización masiva de abonos químicos. Esta práctica tradicional aunque daba perores resultados económicos, supone menos impactos medioambientales.

Cultivos industriales: cultivos que para ser consumidos necesitan ser transformados en la industria. Algodón, tabaco, remolacha...

Dehesa: sistema agrario basado en el aprovechamiento mixto forestal y ganadero: encinas y alcornoques (bellota) y ganado porcino, ovino o bovino, de grandes explotaciones que ocupan suelos de mediocre calidad. Las dehesas conforman amplios paisajes en el occidente peninsular y en Andalucía, y son auténticos exponentes de una ocupación humana del espacio rural armónico con la naturaleza y respetuosa con el medio.

Explotación agraria: es la unidad técnico-económica de la que se obtienen productos agropecuarios bajo la responsabilidad de un empresario. Puede ser: explotación directa de la tierra: régimen de tenencia de la tierra en la que el titular de la explotación agraria es el propietario de la tierra o explotación indirecta: régimen de tenencia de la tierra en el que el titular de la explotación y el propietario de la tierra no es la misma persona. Distinguimos dos tipos: arrendamiento y aparcería.

Ganadería industrial: sistema pecuario en el que se ha adoptado el sistema de integración, empresas que aportan el animal a ganaderos, que ponen el establo y el trabajo.

Ganadería intensiva o industrial: se practica en explotaciones muy especializadas, a la que se destina mucho capital en mano de obra, inversiones, instalación es y alimentos para el ganado. El resultado es la obtención de muchos ejemplares en un espacio reducido. Los animales se crían en régimen de estabulación. A veces combina la vida y la alimentación en el establo y en el campo (semiestabulada)

Latifundio: Explotación agraria de gran extensión caracterizada por el ineficaz uso de los recursos disponibles. El latifundio está asociado a ciertas características: bajos rendimientos, baja capitalización, bajo nivel tecnológico, explotación de la mano de obra y bajo nivel de vida de los trabajadores. Aunque no existe un acuerdo unánime a la hora de fijar el umbral de tamaño, se suelen considerar latifundios aquellas explotaciones agrarias que sobrepasan las 250 ha.

Minifundio: Explotación agraria caracterizada por su pequeña amplitud. Es el término contrario al latifundio. Los minifundios tienen problemas de rentabilidad y muy difícil su permanencia debido a la competencia con otras explotaciones mayores. En general, explotaciones agrarias menores de 5 has.

Monocultivo: sistema de cultivo basado en el predominio de una única producción. Consiste en dedicar toda la tierra de una explotación agraria o de una región a un producto único.

Parcela: Unidad mínima de explotación. Una parcela o un conjunto de ellas, pero bajo la responsabilidad de un mismo empresario es una explotación. Se diferencian unas de otras por el tamaño (grandes o pequeñas), la forma

(regulares o irregulares) y los límites (abiertas o cerradas)

Política Agraria Comunitaria (P.A.C) La PAC Se creó en 1962 convirtiéndose pronto en la política sectorial más importante de la CEE. Sus objetivos básicos eran incrementar la productividad agraria y el nivel de vida de la población agraria, estabilizar y asegurar los mercados y el abastecimiento, consiguiendo de paso desarrollar a las regiones más atrasadas. Para ello se creó el FEOGA que tenía entre sus principales funciones el control de los precios y los mercados. Se creó un mercado común para los productos agrarios y se fijaban unos precios indicativos para los productos (precios orientación), también se establecieron los

precios garantía.

Rotación de cultivos: consiste en sembrar diferentes vegetales sucesivamente sobre el mismo terreno, en lugar de utilizar un sistema de monocultivo, para evitar que el terreno se agote en la exclusiva alimentación de una sola especie vegetal.

Trashumancia: práctica ganadera antiquísima que consiste en el traslado estacional del ganado buscando buenos pastos según las estaciones. En invierno hacia el llano y en verano hacia las montañas. En España esta trashumancia se organizaba a través de la mesta, que tenía tantos privilegios que llegó a perjudicar a la agricultura

Prácticas

Práctica 1

El mapa representa la distribución de los diferentes paisajes agrarios de España. Analícelo y responda a las siguientes preguntas:

a) Diga el nombre de las Comunidades Autónomas donde se localizan los paisajes agrarios de la España húmeda (ganadera y forestal). Explique algunas causas.

b) Explique los factores geográficos que condicionan la localización de los paisajes de la España mediterránea cálida.

c) Deduzca de la información del mapa los cultivos dominantes que se producen en el interior peninsular.

a) Paisajes agrarios de la España húmeda: Galicia, Asturias, Cantabria, País

Vasco y norte de Navarra, Aragón (zona de los Pirineos).

Causas: relieve, carácter montañoso favorece la explotación forestal donde

predominan los caducifolios, robles y hayas; también pinos y eucaliptos (obtención

de madera de gran calidad y papel). En zonas de montaña media el prado natural

donde pasta principalmente vacuno. Otra causa es el clima, la influencia marina

proporciona unas precipitaciones abundantes (más de 800mm) y bien distribuidas

a lo largo del año y temperaturas suaves.

b) Situada en una estrecha franja costera por todo el litoral mediterráneo, Islas

Baleares y el valle del Guadalquivir. Clima: las temperaturas son elevadas en

verano (25º) por ser el Mediterráneo un mar cerrado y estar bajo la influencia de

las masas de aire tropicales. Latitudes bajas y los inviernos suaves (10º) por la

influencia marina.

Las precipitaciones son escasas e irregulares con un máximo en otoño debido a la

gota fría y una prolongada sequía estival.

Relieve: el hecho de constituir llanuras de materiales terciarios sedimentarios y la

presencia de ríos como el Turia, Júcar, Segura produce una gran fertilidad de las

tierras y la extensión de amplias zonas de cultivos de regadíos: hortofrutícolas. En

el valle del Guadalquivir cultivos de secano.

c) Cultivos en el interior peninsular: secanos extensivos: cereales (Cuenca del

Duero, Ebro), viñedos (La Mancha, Valle del Ebro) y olivos (interior de Andalucía)

Regadíos mixtos: hortalizas, remolacha, maíz, alfalfa, arroz, tabaco…en la vega de

los ríos

Práctica 2

En el mapa siguiente se representa la distribución de las áreas de regadío. Con esta información conteste a las preguntas siguientes:

a) Diga del 1 al 7 el nombre de las Comunidades Autónomas señaladas, afectadas por el máximo regadío.

b) Deduzca de la información del mapa las posibles causas que explican la localización de la agricultura de regadío en la Península Ibérica.

c) Enumere los cultivos predominantes en las tierras de regadío de España.

a)

1. Aragón

2. Comunidad Valenciana

3. Castilla-León

4. Extremadura

5. Castilla-La Mancha

6. Murcia

7. Andalucía

b) Causas de la localización de la agricultura de regadío:

España se caracteriza por un clima de escasa precipitaciones y una prolongada

sequía estival. Los musulmanes fueron los primeros en extender amplias

superficies de regadíos y a principios del S. XX comienza una serie de proyectos

cuyo objetivo es ampliar la superficie irrigada, con la construcción de embalses,

realización de trasvases y captación de aguas subterráneas. La mayor parte de

consumo de agua dulce es para la agricultura.

La agricultura de regadío se localiza en la vega de los ríos (Ebro, Guadalquivir,

Duero, Turia…), el caudal continuo de agua permite la irrigación, asociado a la

presencia de un suelo de tipo arcilloso de gran fertilidad. Los sistemas utilizados

son especialmente por aspersión y goteo.

c) Abundan cultivos como el arroz, la remolacha, el algodón, cítricos, verduras,

hortalizas.

Práctica 3

En el mapa se representa la distribución de la propiedad agraria por

provincias. Conteste a las siguientes preguntas:

a) ¿En qué provincias la pequeña propiedad supone más del 50% del total de la propiedad agraria? ¿Son sinónimos "pequeña propiedad" y "minifundio"?. Si no lo fuesen cuáles serían las diferencias.

b) ¿En qué provincias la gran propiedad supone más del 50% del total de la propiedad agraria? ¿Son sinónimos "gran propiedad" y "latifundio"?. Si no lo fuesen cuáles serían las diferencias.

c) Explique las causas de las que deriva esta distribución y las consecuencias principales que se han derivado de ella.

a) Pequeña propiedad más del 50%: Pontevedra, Lugo, Orense, Cantabria, León,

Segovia, Valencia e Islas Canarias.

Pequeña propiedad y minifundio: debemos de diferenciar entre propiedad y explotación. La propiedad es la titularidad de la tierra (a quién pertenece). Por el contrario, la explotación es la unidad técnico-económica de la que se obtiene los productos agrarios; así pues nos dice quien la trabaja. De esta manera la propiedad va de la gran propiedad a la pequeña propiedad, mientras que la

explotación va del latifundio al minifundio, y no necesariamente tiene que coincidir gran propiedad con latifundio, ni pequeña propiedad con minifundio.

Una región en la que predomina la gran propiedad puede tener un paisaje de

minifundio si esta es arrendada a múltiples agricultores.

b) Gran propiedad más del 50%: Guadalajara, Cáceres, Badajoz, Ciudad Real,

Albacete, Huelva, Sevilla, Cádiz, Córdoba y Jaén.

No son sinónimos gran propiedad y latifundio

Una región en la que predomina la pequeña propiedad puede tener un paisaje de

latifundios si unos pocos agricultores arriendan muchas propiedades.

c) Las causas de esta distribución proceden de los procesos históricos de

ocupación del territorio y su evolución posterior. Históricamente existieron tres tipos

de propiedad bien diferenciados: colectiva, estamental y particular.

La propiedad colectiva era aquella cuya titularidad correspondía a las villas y a los

municipios. Estaba integrada por las tierras pertenecientes a la colectividad, que se

dividían en lotes para el aprovechamiento individual (bienes comunales), o se

arrendaban a particulares a cambio de una cantidad de dinero para atender las

necesidades de la villa (bienes de propios).

La superficie perteneciente a la Iglesia y a la nobleza constituía la propiedad

estamental. La mayor parte de las tierras pertenecientes a la nobleza integraban

los señoríos, cuya integridad territorial estuvo protegida durante siglo por la

institución de mayorazgo. Los bienes de la Iglesia procedían de compras y de

donaciones de fieles.

Los titulares de ambos tipos de propiedad no tenían capacidad de enajenar o

vender, razón por la cual se decía que estos bienes estaban en manos muertas.

En consecuencia, unos y otros se encontraban apartados del mercado y de la

partición hereditaria, lo que redundaba en la escasez de tierras para los

particulares y en su encarecimiento.

Ilustrados y reformistas clamaron contra esta situación y, finalmente, en el siglo

XIX se le puso fin mediante los procesos desamortizadores. La desamortización

afectó a los bienes propiedad del clero y de los municipios; la primera fue llevada a

cabo por Mendizabal en 1836 y supuso la incautación de numerosas fincas

pertenecientes al clero y su venta a particulares. La desamortización civil tuvo lugar

más tarde, a partir de 1855, y se llevó a efecto al aplicar la Ley Madoz, la cual dio

origen a la privatización de la tierra que formaba el patrimonio comunal de los

municipios españoles.

La consecuencia de estas medidas en la estructura agraria fue muy grande,

pues supuso el trasiego de una cantidad ingente de tierra de propiedad colectiva a

manos de particulares. En contra de lo que se pretendía, el proceso vino a reforzar

la gran propiedad, pues, por lo general, los compradores ya tenían condición de

propietarios. Asimismo, la desamortización civil privó a los municipios de un

amplísimo patrimonio, base del sustento de los más humildes.

En lo que a los bienes de la nobleza se refiere, la abolición de mayorazgo y la

supresión del régimen señorial permitieron que, en adelante, los bienes de la

nobleza se rigiesen por las leyes sucesorias normales y entraran en un proceso de

fragmentación por herencia, aunque preservando su condición de latifundios.

El resultado de todos estos procesos fue una concentración notable de la

propiedad y, como quiera que los vecinos habían perdido sus tierras públicas y que

a finales del siglo XX la población iba en aumento, la proletarización del

campesinado se incrementó al haber más personas y menos tierras que labrar. La

desigualdad en la distribución de la tierra o la carencia de ella estuvieron en la

base de la conflictividad social y de las demandas de reforma agraria, que se

materializaron en la Segunda República, aunque sus efectos quedaron anulados

tras la Guerra Civil.

Práctica 4

En el mapa se representa la distribución de la propiedad agraria por

provincias. Conteste a las siguientes preguntas.

a) ¿En qué provincias la gran propiedad o latifundio supone más del 50% del total de la propiedad agraria?

b) ¿En qué provincias la pequeña propiedad o minifundio supone más del 50% del total de la propiedad agraria?

c) Explica las causas que han provocado dicha distribución y las consecuencias que se han derivado de ellas

a) Gran propiedad más del 50%: Guadalajara, Cáceres, Badajoz, Ciudad Real,

Albacete, Huelva, Sevilla, Cádiz, Córdoba, Jaén.

b) Pequeña propiedad más del 50%: Pontevedra, Lugo, Orense, León, Cantabria,

Segovia, Valencia, Islas Canarias.

c) Las causas de esta distribución proceden de los procesos históricos de

ocupación del territorio y su evolución posterior. Históricamente existieron tres tipos

de propiedad bien diferenciados: colectiva, estamental y particular.

La propiedad colectiva era aquella cuya titularidad correspondía a las villas y a los

municipios. Estaba integrada por las tierras pertenecientes a la colectividad, que se

dividían en lotes para el aprovechamiento individual (bienes comunales), o se

arrendaban a particulares a cambio de una cantidad de dinero para atender las

necesidades de la villa (bienes de propios).

La superficie perteneciente a la Iglesia y a la nobleza constituía la propiedad

estamental. La mayor parte de las tierras pertenecientes a la nobleza integraban

los señoríos, cuya integridad territorial estuvo protegida durante siglo por la

institución de mayorazgo. Los bienes de la Iglesia procedían de compras y de

donaciones de fieles.

Los titulares de ambos tipos de propiedad no tenían capacidad de enajenar o

vender, razón por la cual se decía que estos bienes estaban en manos muertas.

En consecuencia, unos y otros se encontraban apartados del mercado y de la

partición hereditaria, lo que redundaba en la escasez de tierras para los

particulares y en su encarecimiento.

Ilustrados y reformistas clamaron contra esta situación y, finalmente, en el siglo

XIX se le puso fin mediante los procesos desamortizadores. La desamortización

afectó a los bienes propiedad del clero y de los municipios; la primera fue llevada a

cabo por Mendizabal en 1836 y supuso la incautación de numerosas fincas

pertenecientes al clero y su venta a particulares. La desamortización civil tuvo lugar

más tarde, a partir de 1855, y se llevó a efecto al aplicar la Ley Madoz, la cual dio

origen a la privatización de la tierra que formaba el patrimonio comunal de los

municipios españoles.

La consecuencia de estas medidas en la estructura agraria fue muy grande,

pues supuso el trasiego de una cantidad ingente de tierra de propiedad colectiva a

manos de particulares. En contra de lo que se pretendía, el proceso vino a reforzar

la gran propiedad, pues, por lo general, los compradores ya tenían condición de

propietarios. Asimismo, la desamortización civil privó a los municipios de un

amplísimo patrimonio, base del sustento de los más humildes.

En lo que a los bienes de la nobleza se refiere, la abolición de mayorazgo y la

supresión del régimen señorial permitieron que, en adelante, los bienes de la

nobleza se rigiesen por las leyes sucesorias normales y entraran en un proceso de

fragmentación por herencia, aunque preservando su condición de latifundios.

El resultado de todos estos procesos fue una concentración notable de la

propiedad y, como quiera que los vecinos habían perdido sus tierras públicas y que

a finales del siglo XX la población iba en aumento, la proletarización del

campesinado se incrementó al haber más personas y menos tierras que labrar. La

desigualdad en la distribución de la tierra o la carencia de ella estuvieron en la

base de la conflictividad social y de las demandas de reforma agraria, que se

materializaron en la Segunda República, aunque sus efectos quedaron anulados

tras la Guerra Civil.

Práctica 5

El mapa representa los usos del suelo agrario. Analícelo y conteste las cuestiones siguientes:

a) Nombre todas las provincias que tienen una aportación equilibrada de agricultura y ganadería

b) ¿Qué relaciones pueden existir entre cada uno de estos usos y las condiciones naturales de España?

c) Elementos predominantes de los paisajes en las áreas con mayor aportación agrícola y elementos predominantes de los paisajes en las áreas con mayor aportación ganadera. Enumérelos y distíngalos.

a) Aportación equilibrada: León, Zamora, Salamanca, Ávila, Soria, Huesca,

Zaragoza, Teruel, Guadalajara, Toledo, Cáceres, Badajoz e Islas Baleares.

b) Relación entre usos y condiciones naturales del medio:

El relieve: gran influencia, puede facilitar o dificultar las prácticas agrícolas. Sólo el

11% de la superficie está a menos de 200m sobre el nivel del mar (llanura). El

resto está a mayor altitud, y una parte importante corresponde a la Meseta. Las

pendientes y desniveles influyen en la estabilidad de los suelos y las posibilidades

de mecanización.

Existe una gran coincidencia entre los espacios forestales y las áreas de montaña.

Ello es consecuencia de la escasa aptitud agrícola de las montañas. Las praderas

y pastizales ocupan las zonas de montaña media y las grandes penillanuras del

occidente peninsular. Las tierras cultivadas ocupan las superficies más llanas:

cuencas interiores de la meseta, las depresiones exteriores y el litoral

mediterráneo.

El clima: influye a través de las temperaturas, de las precipitaciones y de los

restantes elementos climáticos (insolación, vientos…) y no sólo por los valores sino

también por la combinación entre ellos y la sucesión a lo largo del año.

El régimen climático más extendido es el mediterráneo, de prolongada sequía

estival y elevadas temperaturas, exige la adopción de la trilogía de cultivos

mediterráneos: trigo, vid y olivo. El regadío se extiende en la vega de los ríos,

sobre todo en la zona del litoral mediterráneo.

Los prados naturales en la fachada atlántica de abundantes precipitaciones y los

pastizales en el interior.

Los suelos: es otro de los factores, influye su naturaleza, composición…el

desarrollo de las dehesas en el occidente, suelos silíceos, de escasa fertilidad. Los

mejores suelos se reservan para la agricultura, de gran fertilidad los

correspondientes a la iberia arcillosa, valles de Ebro, Guadalquivir y el litoral

mediterráneo, especialmente el golfo de Valencia; así como la cobertera de las

llanuras meseteñas.

La vegetación natural: en ocasiones se ha eliminado por completo para la plena

ocupación agrícola, en otras se mantienen para aprovechamientos forestales, en

otros hay un aprovechamiento conjunto surgiendo la dehesa Meseta occidental)

que supone un aprovechamiento mixto (agrícola y ganadero) de grandes

explotaciones que ocupan suelos de mediocre calidad (silíceos). La cabaña bovina,

ovina y porcina se alimenta de la bellota que proporciona las encinas.

Mayor aportación agrícola:

Relieve llano y fértil: llanuras a menos de 200m sobre el nivel del mar (litoral

mediterráneo, valle del Guadalquivir) y meseta llanura a unos 650 m sobre el nivel

del mar (Cuenca del Duero y La Mancha) Ambos de materiales pertenecientes a la

Iberia arcillosa, de carácter sedimentarios, que rellenan las cuencas o constituyen

la cobertera de las llanuras meseteñas. En el valle del Guadalquivir se corresponde

con la campiña.

El clima: influye a través de las temperaturas, de las precipitaciones y de los

restantes elementos climáticos (insolación, vientos…) y no sólo por los valores sino

también por la combinación entre ellos y la sucesión a lo largo del año.

El régimen climático más extendido es el mediterráneo, de prolongada sequía

estival y elevadas temperaturas, exige la adopción de la trilogía de cultivos

mediterráneos: trigo, vid y olivo. El regadío se extiende en la vega de los ríos,

sobre todo en la zona del litoral mediterráneo.

La vegetación natural: en general se ha eliminado por completo para la plena

ocupación agrícola.

Mayor aportación ganadera: (fachada atlántica, Sistema Central (Madrid,

Segovia) Comunidad de Cataluña)

Zona de prados naturales desarrollados en relieve de montaña media (dificulta las

actividades agrarias) y clima húmedo, con abundantes precipitaciones bien

distribuidas a lo largo del año permiten el asiento de una ganadería vacuna

semiestabulada, y porcina, sobre todo en Cataluña de forma estabulada.

Aportación equilibrada agricultura y ganadería:

Relieve y suelo: zonas elevadas. Meseta occidental con una escasa cobertera

sedimentaria terciaria ocupada por la ganadería en régimen de dehesa, que

supone un aprovechamiento mixto (agrícola y ganadero) de grandes explotaciones

que ocupan suelos de mediocre calidad (silíceos). La cabaña bovina, ovina y

porcina se alimenta de la bellota que proporciona las encinas. Los mejores suelos

se reservan para la agricultura. Valle del Ebro, ofrece caracteres especiales,

visibles en una doble gradación de paisajes, desde las montañas hasta el fondo de

la depresión, y en longitud, desde el nacimiento del Ebro hasta la desembocadura,

de donde resulta una mezcla de influencias y diversidad de paisajes coexistiendo

espacios agrícolas (regadío y secano) en la depresión que pertenece a la Iberia

arcillosa y, por tanto suelos de gran calidad y ganadera (ovina y porcina) en la

montaña y régimen de estabulación.

Clima: predomina un clima mediterráneo interior, con fuerte oscilación térmica y

escasa precipitaciones.

La vegetación: se ha mantenido en zonas de dehesa que integra pastos y arbolado

y, en ocasiones se ha eliminado para la ocupación agrícola.

c) Elementos mayor

aportación ganadera

Elementos mayor aportación

agrícola

NATURALES

Relieve montaña media

Llanuras (valle Guadalquivir,

litoral), meseta (cuenca

Duero y Mancha)

Clima precipitaciones

abundantes

Mediterráneo interior y litoral

(sequía)

Suelos silícea (mediocre

calidad) y caliza arcillosa, gran fertilidad

Vegetación prados naturales eliminación

HUMANOS

Usos del

suelo

estabulación(Cataluña)

semiestabulación

(fachada atlántica)

extensiva (centro)

Secano (trilogía

mediterránea) regadío (litoral

y cerca de ríos)

Parcelas

Fragmentada (pequeña

propiedad explotación

directa)

Variedad: aumentan hacia el

sur (latifundio) fragmentada

en litoral

Hábitat disperso

Concentrado en centro y sur

(excepto cortijo andaluz)

Disperso en litoral