El Espacio de La Fisura
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El espacio de la fisura Sobre la revolucin y el entre Rodrigo Cordero1 Universidad Diego Portales, Santiago de Chile
La fisura no puede ser conocida en su estructura a menos que
experimentemos el abismo como perteneciente al evento Martin Heiddeger. Aportaciones a la Filosofa
En el experimento del presente o en la aoranza, que apela al pasado, esos hombres han formado
ya o estn formando otro entre, que a su vez da ya las normas para lo justo y lo injusto
Hannah Arendt. Diario Filosfico
I
Toda lectura de Sobre la revolucin de Hannah Arendt se encuentra atada a la sentencia de que el
problema primordial de la poltica es la fundacin y, en consecuencia, a la interpretacin de
que las revoluciones son los nicos eventos que nos confrontan directa e inevitablemente con
el problema del comienzo (OR: 21). Tal afirmacin obliga a plantearse la pregunta sobre qu
es lo que se funda y a qu es lo que se da inicio con el acto revolucionario? La respuesta
arendtiana es bastante conocida, la idea central de la revolucin es la fundacin de la libertad,
la fundacin de un cuerpo poltico que garantice el espacio donde la libertad puede aparecer
(OR: 125). Es decir, la emergencia de un espacio comn donde sea posible asegurar el poder
de los seres humanos para actuar en concierto y comenzar algo nuevo en el mundo. Esta
decisiva formulacin acarrea en el pensamiento de Arendt un supuesto que en este artculo
deseo examinar. A saber, que lo que caracteriza a la fundacin de la libertad no es que sta
1 Profesor asistente, Escuela de Sociologa; Profesor adjunto, Instituto de Humanidades. Este artculo forma parte del proyecto Fondecyt Iniciacin n 11121346. Artculo presentado en el coloquio internacional Sobre la revolucin de Hannah Arendt. 50 aos despus, 25-26 de Septiembre 2013, Santiago de Chile. Borrador, por favor, no citar. Email: [email protected]
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acontezca como la instauracin de un principio absoluto que viene en reemplazo de uno
anterior, sino ms bien el hecho de que ella toma forma y adquiere existencia efectiva como la
apertura de un topos para la existencia poltica. Estrictamente hablando, este sitio constituye
un espacio intersticial que Arendt regularmente denomina en sus escritos como un entre
(ingls: in-between, alemn: Zwischen). Esta referencia al espacio entre posee, a mi entender,
una significacin ontolgico-poltica que Arendt revela en sus reflexiones sobre el evento
revolucionario. En lo que sigue propongo elaborar una lectura de Sobre la revolucin que enfatiza
la centralidad del entre como espacio de constitucin de lo poltico.
Mi interpretacin sugiere que la constitucin de un espacio entre resulta ser el
propsito de la revolucin y la condicin que al mismo tiempo la hace posible. Desde esta
perspectiva, la lectura de Arendt sugiere que el acto de fundacin no es un comienzo que est
al inicio como unidad como punto de partida originario absoluto ni tampoco est al final
de un proceso como resultado necesario de algo anterior, sino que es un comienzo
proveniente desde y dirigido hacia el medio. Si proseguimos esta interpretacin, lo poltico
slo puede estar fundado sobre y como el espacio abierto de una escisin. Esto significa que la
nocin de libertad comn que le acompaa requiere adhesin a la idea de que no existe
principio de cierre ni posibilidad de clausura definitiva del mundo como totalidad idntica
consigo misma. Requiere, en suma, de un espacio entre en el cual pueda emerger el poder
mismo de constituir un nuevo comienzo y fundar un espacio poltico duradero (OR: 116). En
esta lnea, mi argumento principal es que en el espacio entre es donde reside el verdadero
significado poltico y la fuente de perplejidades de la revolucin. Para sumergirnos all, en el
entre, mi lectura subrayar la importancia que en Sobre la revolucin tiene la dialctica entre dos
momentos del entre, el tiempo (seccin III) y la ley (seccin IV); es decir, el entre como
espacio temporal y como espacio de normatividad.
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II
Antes de proseguir en la direccin recin bosquejada, debemos plantear primero la pregunta
ms sencilla y fundamental: qu es el entre? En la extensa literatura que ha crecido al alero
de Sobre la revolucin y que discute los alcances de sus principales conceptos libertad,
natalidad, accin, autoridad, poder, el entre es algo que se tiende a dar por descontado. Es
cierto que en dicho texto Arendt no se detiene a problematizar exactamente qu es el entre,
no obstante la primaca que a mi juicio ella le atribuye en su argumento. El sentido de esta
nocin asoma con cierta claridad en textos de la dcada de 1950, precisamente el periodo entre
la aparicin de Los orgenes del totalitarismo y la escritura de Sobre la revolucin.2 En una entrada de
diciembre de 1952 en su diario filosfico (Denktagebuch), Arendt escribe:
Tan pronto como existen muchos hombres, comienza una esfera especfica desdivinizada. Este mbito es precisamente lo que Dios no pudo crear porque en la pluralidad se establece el entre como un mbito meramente humano, no ideal, que desde la idea como tal no puede preverse ni dominarse (DF: 265).
En un fragmento de la misma poca, perteneciente al proyecto del libro Introduccin a la Poltica
(Einfhrung in die Politik) pensado como una obra de dos volmenes, uno de ellos siendo
precisamente Sobre la revolucin (Kohn, 2005), Arendt extiende la explicacin sobre el entre:
[S]iempre que se juntan hombres sea privada, social o pblicopolticamente surge entre ellos un espacio que los rene y a la vez los separa. Cada uno de estos espacios tiene su propia estructura, que cambia con el cambio de los tiempos y que se da a conocer en lo privado en los usos, en lo social en las convenciones y en lo pblico en leyes, constituciones, estatutos y similares. Dondequiera que los hombres coincidan se abre paso entre ellos un mundo y es en este espacio entre [ZwischenRaum] donde tienen lugar todos los asuntos humanos (IP: 106).
2 Aqu cabra agregar, por cierto, La condicin humana (1958).
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Ambos pasajes apuntan a que el entre es un espacio emergente, que se constituye a partir de
la condicin existencial de estar juntos en el mundo como una pluralidad de seres humanos.
En el pensamiento de Arendt, el entre es equivalente al mundo y ste, a su vez, slo puede
existir estructurado como un entre. Su estructura bsica est determinada por el hecho de
que el entre es un mbito que congrega y a la vez separa a los individuos, une y establece
distancia entre ellos, divide uniendo y separa juntando. Esto quiere decir que el mundo, en
tanto espacio que es comn y no pertenece a nadie en particular, es lo que pone en relacin a
las personas, en la medida que introduce una separacin entre ellas. Es all, en el espacio
mundano del entre, donde en definitiva podemos aparecer ante, actuar con, ser vistos por y
movernos entre otros. Entonces, si el entre es un principio relacional y diferencial, la
realidad del mundo no puede ser una unidad esencial ligada por la solidez de un principio
trascendente fijo; su fisonoma es ms bien la de una unidad frgil que depende de la capacidad
espontnea e indeterminada de los seres humanos para accin en comn como el nico
antdoto que permite renovar y salvar al mundo de su ruina natural (HC: 246-247). Por ello
el mundo, el lugar entre de los asuntos humanos, debe ser objeto de cuidado; su fragilidad
inherente demanda asegurar su estabilidad y permanencia pues se atrofia toda vez que el
espacio intersticial del entre que lo sostiene se desmantela, sea por la fusin radical de la
pluralidad de sus miembros en una masa homognea que elimina la singularidad o por su
separacin absoluta que los condena a la existencia solitaria.
Tal cual lo describe Arendt, el entre est lejos de referir a una nocin emprica de
espacio fsico, o al menos no lo es primariamente. Es ms bien una categora ontolgica con
carga filosfica que le permite repensar el fenmeno de la poltica y reconsiderar la autonoma
de lo poltico, de un modo que aleja a su concepto de la tradicin liberal y del derecho natural
y que, por cierto, resulta ajeno a la ciencia poltica ms ortodoxa (Vatter, 2012). La poltica
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surge entre-los-hombres, por lo tanto completamente fuera del hombre. De ah que no haya
ninguna sustancia propiamente poltica. La poltica surge en el entre y se establece como
relacin (IP: 95). A este planteamiento le subyace la defensa que Arendt realiza de la poltica
como dominio de la libertad cuyo sistema nervioso se alimenta de la accin y del discurso de
seres humanos que establecen relaciones y, en esa medida, son capaces de dar comienzo en
conjunto a nuevo estado de cosas (initium). Visto desde esta perspectiva, es posible reconocer
al menos tres atributos distintivos del entre: sociolgicamente, supone una ontologa social
como relacin de una pluralidad de seres humanos (estar-con, socialidad); polticamente, es una
esfera desde la cual brota y se produce poder (capacidad de actuar en conjunto e iniciar lo
nuevo estableciendo promesas mutuas); y filosficamente, articula la posibilidad de
simbolizacin y sentido, en tanto slo en la esfera del entre es posible establecer distinciones
y diferencias (aunque no por ello es un espacio fcilmente representable).3 Estas propiedades
son perceptibles solamente si reconocemos la estructura paradjica de la elusiva nocin del
entre, separacin como apertura de una relacin (Nancy 2002: 19).
Mi planteamiento fundamental es que Sobre la revolucin es un texto que puede ser ledo
como una meditacin sobre el entre. Si el propsito de la revolucin es fundar un nuevo
espacio donde la libertad pueda emerger y habitar, y no solamente lograr la liberacin de la
opresin y la tirana, la poltica de la revolucin no puede ser entendida sino que como una
poltica del entre. En dicho texto Arendt es enftica en sostener que el entre es un terreno
que no llega a existir automticamente donde sea que los hombres viven juntos (OR: 19). En
la medida que es un espacio desdivinizado y no ideal, la existencia real del entre no
ocurre como algo natural ni tampoco como efecto de una ideacin terico-metafsica, sino que
3 El carcter irrepresentable del entre encuentra en la teora poltica de Arendt una conexin directa con su crtica en Sobre la revolucin a la poltica de la representacin en tanto sita la fuente del poder poltico en la voluntad del pueblo (OR: 175 y ss.); ver Fine (2001: cap. 7) y Esposito (1999: cap. 3 y 4; 2006: cap. 2).
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es un producto del esfuerzo humano y una propiedad de un mundo construido por el
hombre (OR: 31). En palabras de Arendt, el entre es lo propiamente histrico-poltico (DF:
171), por eso es un espacio que debe ser instituido y mantenido por la accin humana. La idea
moderna de revolucin representa precisamente el esfuerzo poltico por instituir y mantener un
espacio entre. Este esfuerzo toma la forma de una verdadera escisin en el fundamento de
una autoridad que se erige como absoluta y cerrada, y que pone en marcha lo que la literatura
comnmente llama poder constituyente. El acto revolucionario aparece entonces como la
introduccin de una fisura temporal desde la cual se abre un espacio que permite dar inicio y
forma a un nuevo cuerpo poltico basado en leyes. Y son las leyes las que, a juicio de Arendt,
luego mantienen abierto y regulan el mbito del entre (DF: 145). Este intersticio configura
una relacin dialctica entre tiempo y ley, la que en varios pasajes Arendt define en trminos de
la insoluble tensin entre el espritu de lo nuevo y la preocupacin por la estabilidad (OR:
202, 223).4
En el plano de esta relacin, el acto de fundacin se convierte en un evento que revela
con dramtica precisin la ausencia de un fabricador en este mbito y, por tanto, explica la
extraordinaria fragilidad de los asuntos estrictamente humanos (LTA: 105; ver HC: cap. 5). Es
por ello que Arendt reconoce desde el inicio de Sobre la revolucin que la fundacin de la
libertad siempre ha sido incierta, si no del todo ftil (OR: 29). Esta fragilidad constitutiva de
la libertad poltica no debe atribuirse simplemente a las condiciones concretas que llevan al
xito o al fracaso relativo de una revolucin documentadas y discutidas por Arendt en el
anlisis comparado de la Revolucin francesa y la estadounidense, sino que al hecho mismo
de que la revolucin se produce en el terreno fisurado del entre, es decir, en el fundamento
4 La dialctica entre tiempo y ley se encuentra claramente inscrita en el concepto de Constitucin, al que la mayora de las revoluciones modernas apuntan como su finalidad. Por un lado, el trmino significa el acto de producir una discontinuidad en el curso temporal (poder constituyente) y, por otro, refiere al documento escrito que es resultado de este acto, la Constitucin como cuerpo de normas (poder constituido) (OR: 145).
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sin fondo de la vida en comn. Ahora, es precisamente por ello que la esfera desdivinizada
del entre es el nico lugar donde los seres humanos tenemos el derecho a esperar milagros
(IP: 114).
III
La figura teolgica del milagro que Arendt paradjicamente emplea para caracterizar el espacio
mundano y secular del entre, no tiene otro propsito que remarcar la capacidad de los seres
humanos para lograr por medio de la espontaneidad de su accin lo improbable e
impredecible: fundar un nuevo comienzo (IP: 111-114). El milagro es el acontecimiento que
interrumpe como un rayo inesperado el curso del mundo y que quiebra la continuidad del
tiempo. Arendt advierte la fuerza de ese rayo que trasciende toda anticipacin en la experiencia
de las revoluciones modernas. En efecto, ella afirma, si uno fechara la revolucin, sera como
si uno hubiese hecho lo imposible; uno habra fechado el hiato en el tiempo histrico (OR:
205). La realizacin concreta de esta imposibilidad se haya inequvocamente unida, por un
lado, al derrumbe de un rgimen y la liberacin de la opresin, y, por otro, al deseo de dar
forma poltico-legal a la promesa de una libertad por-venir. En este sentido, la accin
fundadora de los hombres de la revolucin desafa la continuidad misma del tiempo histrico
al introducir una brecha temporal, un hiato entre el espacio de la experiencia pasada y el
horizonte de expectativas futuras (Koselleck, [1979] 2004). Y al hacerlo, el evento de la
revolucin abre literalmente el abismo del tiempo sin el cual el espacio poltico del entre
no podra ser fundado, conocido, ni mucho menos experimentado como tal.
La perplejidad que acarrea la apertura de esta laguna en el medio de la experiencia
temporal es evidente. El evento de la revolucin queda suspendido entre un ya-no y un no-
todava donde, por as decirlo, no tiene nada a lo que aferrarse (OR: 206). Al ocurrir y
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ubicarse en el espacio de la fisura, el acto mismo de la fundacin se experimenta como falto de
fundamento. Es como si el iniciador hubiese abolido la secuencia de la propia temporalidad, o
como si los agentes fueran expulsados del orden temporal y su continuidad (ibd.). Esta
dificultad que genera la fundacin de la libertad poltica se encarna en el problema que
enfrentan los propios revolucionarios para sostener una posicin en un mundo sin fondo. A
saber, sus acciones no pueden ser explicadas reanudando una cadena causal que ya se
encuentra rota ni tampoco ser llevadas adelante por el simple impulso de una idea o principio
absoluto. La revolucin se vuelve as presa del abismo temporal entre pasado y futuro que
ella misma abre y que necesita de algn modo mantener para constituir la libertad. El asunto en
cuestin es que en la bsqueda de un fundamento tarea inescapable para todo nuevo
inicio, la revolucin termina con frecuencia en la repeticin de acontecimientos
precedentes (Esposito, 2006: 116).
En s mismo, esto no representa un problema para Arendt. Por el contrario, su
interpretacin de las revoluciones estadounidense y francesa enfatiza que el extrao
entusiasmo que los revolucionarios del siglo XVIII demostraron por la antigedad romana no
se deba a un intento romntico por subordinar la contingencia radical del acto revolucionario
a la continuidad de una tradicin. Su retorno a las leyendas fundadoras estaba gobernado
ms bien por la ambicin de encontrar inspiracin para su propia accin, la que en efecto ellos
mismos habran descubierto en la autoridad (auctoritas) que para los romanos el acto de
fundacin llevaba implcita dentro de s (OR: 196-199, 204-205; LM: volumen II, 207 y ss.). Lo
que Arendt identifica aqu, especialmente en el caso de la Revolucin estadounidense, es la
activacin de un recuerdo que permite desplegar un tipo de bilingismo epocal consistente
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en la extraordinaria capacidad de mirar el ayer con los ojos de los siglos por venir (OR: 198),
y que resulta esencial para transitar el espacio entre abierto por la revolucin.5
Tras estas reflexiones est la preocupacin de Arendt por cmo mantener ese espacio
entre abierto, sin que el abismo del tiempo se trague a la revolucin y, con ello, la esfera de
accin y poder a la que momentneamente ha dado origen. El punto decisivo en su
argumentacin es la apora en la que toda revolucin se ve inevitablemente envuelta, a saber,
que nada amenaza los propios logros de la revolucin con ms peligrosidad e intensidad que
el espritu que las ha provocado (OR, 232). Es decir, la inclinacin hacia y capacidad para
iniciar algo nuevo que la revolucin moviliza, se encuentra en franca tensin con la demanda
por dar estabilidad y durabilidad a una nueva forma de gobierno. Ello implica que la
constitucin de la libertad siempre lleva consigo una dosis de clausura que limita la ocurrencia
genuina de nuevos comienzos y, por tanto, contradice el acto revolucionario. En relacin a este
punto, Roberto Esposito concluye que la revolucin no puede ser al mismo tiempo ruptura
original y constitutio libertatis, pues para que ello fuera posible tendra que permanecer en
estado fluido de ruptura continua (Esposito 1999: 35). Lo que Esposito pasa por alto es que
para Arendt la aparente incompatibilidad de ambos elementos es un resultado de la misma
experiencia revolucionaria, cuyo sntoma ella ve plasmado en la lgica dicotmica del
pensamiento poltico moderno que entiende lo nuevo y la permanencia como opuestos sin
relacin. El problema es que sin comprender la relacin interna entre ambos componentes del
5 Esto no le impide a Arendt ver la distorsin de la autoridad del recuerdo generada por los profesionales de la revolucin, figura cuyo nacimiento histrico ella data en la Revolucin francesa pero cuya ascendencia poltica identifica con las revoluciones del siglo XX. La principal cualidad de esta controvertida profesin era la de imitar la marcha de eventos pasados, bajo la creencia en que el acto de fundacin puede ser planificado y ejecutado siguiendo el guin de la historia o las leyes de un sistema terico (OR: 56-57, 258-260). El resultado no puede ser otro que el cierre violento del espacio entre donde el poder y la incertidumbre de lo nuevo pueden emerger.
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fenmeno revolucionario, no puede comprenderse adecuadamente el costo de su disociacin
(OR: 223).
En efecto, Sobre la revolucin es un texto que toma la brecha temporal abierta por la
experiencia revolucionaria como condicin y medio para investigar el divorcio entre libertad
poltica y gobierno. Lo que a mi juicio conecta a ambos, el acontecimiento del inicio
revolucionario de la libertad y la constitucin de un cuerpo poltico, es la estructura que los
sostiene: la gramtica del entre.
IV
La pregunta central de la cual Arendt debe hacerse cargo es cmo mantener abierto ese espacio
que pone en relacin y separa, aquel espacio que para existir no puede tener un principio de
clausura. Es exactamente en este punto en Sobre la revolucin donde el espacio temporal del
entre se torna espacio normativo. La apuesta de Arendt es clara en cuanto a sostener que la
nica posibilidad de asegurar instituciones duraderas es manteniendo el espacio entre (i.e., el
abismo de la libertad) abierto y eso, en definitiva, significa darle una forma legal. Esta
aseveracin requiere de su parte realizar una doble correccin al concepto convencional de ley.
Primero, ella plantea la necesidad de deshacernos de la nocin de ley en trminos de
preceptos y prohibiciones cuyo solo propsito es demandar obediencia y, en vez, restituir su
sentido espacial (IP: 189). En efecto, tanto en Los orgenes como en La condicin humana Arendt
acenta la nocin griega de ley, nomos, que significa establecer la frontera, borde o muro dentro
del cual se levanta la ciudad y se estabiliza un mundo entre en el cual los individuos se
pueden mover. Sin embargo, en Sobre la revolucin Arendt toma distancia de esta concepcin
debido a su marcado nfasis en el lmite (i.e., la ley es lo que encierra y da orden) y origen pre-
poltico (i.e., el legislador proviene desde fuera de la ciudad). En su lugar, adopta la nocin
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romana, lex, cuyo significado es conexin ntima o relacin, es decir, algo que conecta dos
cosas o dos socios a quienes circunstancias externas han reunido (OR: 187).6
Esta comprensin de la ley como alianza permite a Arendt transformar el
acontecimiento revolucionario en una verdadera fuente de poder, en la medida que la prctica
de establecer pactos y promesas mutuas da forma a una nueva estructura poltica cuya virtud es
la de vincular estableciendo distancia. Analticamente, esto significa invertir la lgica de
operacin de lo poltico desde una nocin de ley que produce orden limitando el poder, a otra
que genera (augere) poder abriendo un espacio entre que conecta las acciones de los seres
humanos. As, la fuente de la ley no es un absoluto sino que el ensamblaje de un espacio
relacional. Es por ello que la experiencia de los rganos populares surgidos en cada una de las
revoluciones modernas, no obstante su corta vida, as como la formacin de una repblica
mediante una Constitucin, no obstante el olvido del espritu que le dio origen, constituyen
para Arendt encarnaciones del entre como espacio normativo (OR: 238-239).
Ahora, mantener abierto el mundo entre como cuerpo poltico con forma legal no
encuentra soluciones fciles ni definitivas. En tanto la ley, tal como la entendan los romanos,
establece relacin entre entidades diferentes y que no estaban originalmente unidas, la
fisonoma del entre es la de una unidad frgil que se ve inevitablemente amenazada por el
propio principio (arch) que lo sostiene. Al respecto, Arendt seala: la tragedia es que la leyes
son hechas para los hombres, no para ngeles ni para demonios. Las leyes y todas las
instituciones duraderas se fracturan no slo ante la embestida del mal elemental sino tambin
bajo el impacto de la inocencia absoluta (OR, 84; nfasis agregado). No resulta difcil
entonces entender por qu ella advierte en la banalidad del terror totalitario y la ingenuidad del
terror revolucionario la ms dramtica actualizacin de la posibilidad de destruccin del
6 Para una discusin instructiva sobre este desplazamiento en la obra de Arendt, ver Birmingham (2011).
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espacio poltico del entre. Mientras el primero arrasa la ley que estabiliza la comunicacin
entre personas y las despoja de proteccin legal hasta hacerlas seres superfluos (OT: 599-600),
el segundo abole la distancia entre ellas al elevar la compasin a virtud poltica y reemplazar
la autoridad de la ley por la tirana de la superioridad y sospecha moral (OR: 88-109).
Con todo, la ley es el nico recurso al que, junto a la accin de iniciar algo nuevo,
podemos echar mano para mantener abierto el espacio del entre y asegurar la fundacin de
la libertad. Pero Arendt sabe bien que la institucin de la libertad es un logro frgil, incierto y
hasta ftil. Sobre la revolucin nos recuerda que independiente del xito relativo de las
revoluciones modernas en dar todo el poder a los ciudadanos, la mayora de ellas ha
fracasado desde el inicio en establecer espacios donde participar en el ejercicio del poder
pblico. A la luz de las experiencias del siglo XX, su diagnstico ltimo es que la existencia
tangible de la libertad poltica ha quedado exiliada en islas en un ocano de necesidad y
recluida en oasis en un desierto desolado por la violencia (OR: 275).
V
Coda El entre es el espacio mundano de constitucin de lo poltico, el fundamento sin
fondo de la vida poltica en comn. El espacio de una apertura en el tiempo que no cierra, que
es la fuente de vitalidad de lo poltico y el abismo que lo amenaza. El espacio de una
separacin como apertura de una relacin, que es la fuente de poder y de la fragilidad de los
asuntos humanos. El entre es la verdadera materia y forma del pensamiento de Arendt. Es
por eso que an cuando el intento de fundar la libertad y de asegurarla en instituciones
duraderas pueda demostrar ser un total fracaso, es desde los intersticios de un mundo ya
fisurado que uno todava puede apelar a resistir a una realidad que se cierra y que niega la
libertad y dignidad humana.
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Referencias * Abreviaturas de textos de H. Arendt citados en el artculo se indican entre parntesis.
Arendt, Hannah ([1951] 2004). The Origins of Totalitarianism. New York: Schocken. (OT)
Arendt, Hannah ([1957] 1995). Labor, trabajo, accin: Una conferencia. En De la historia a la accin, editado por M. Cruz. Barcelona: Paids, pp. 89-107. (LTA)
Arendt, Hannah ([1958] 1998). The Human Condition. Chicago: Chicago University Press. (HC)
Arendt, Hannah ([1963] 1990). On Revolution. London: Penguin. (OR)
Arendt, Hannah (1977). The Life of the Mind, one volume edition. San Diego: Harcourt. (LM)
Arendt, Hannah (2005). Introduction into Politics. En The Promise of Politics, editado por J. Kohn. New York: Schocken, pp. 93-200. (IP)
Arendt, Hannah (2006). Diario Filosfico, 1950-1973. Barcelona: Herder. (DF)
Birmingham, Peg (2011). On Action: The Appearance of Law. En Action and Appearance: Ethics and the Politics of Writing in Hannah Arendt, editado por A. Yeatman et. al. New York: Continuum, pp. 103-116.
Esposito, Roberto (1999). El orgen de la poltica Hannah Arendt o Simone Weil? Barcelona: Paids.
Esposito, Roberto (2006). Categoras de lo impoltico. Buenos Aires: Katz.
Fine, Robert (2001). Political Investigations. Hegel, Marx, Arendt. London: Routledge.
Heidegger, Martin (2012). Contributions to Philosophy (of the Event). Bloomington, Indiana: Indiana University Press.
Kohn, Jerome (2005). Introduction. En The Promise of Politics, editado por J. Kohn. New York: Schocken.
Koselleck, Reinhart ([1979] 2004) Space of experience and Horizon of Expectation: Two Historical Categories. En Futures Past: On the Semantics of Historical Time. New York: Columbia University Press, pp. 255-275.
Nancy, Jean-Luc (2002). Hegel: The Relentness of the Negative. Minnesota: Minnesota University Press.
Vatter, Miguel (2012). Legalidad y resistencia: Arendt y Negri en torno al poder constituyente. En Constitucin y resistencia: ensayos de teora democrtica radical. Santiago: Ediciones UDP, pp. 38-94.