El Espacio de La Fisura

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R. Cordero

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    El espacio de la fisura Sobre la revolucin y el entre Rodrigo Cordero1 Universidad Diego Portales, Santiago de Chile

    La fisura no puede ser conocida en su estructura a menos que

    experimentemos el abismo como perteneciente al evento Martin Heiddeger. Aportaciones a la Filosofa

    En el experimento del presente o en la aoranza, que apela al pasado, esos hombres han formado

    ya o estn formando otro entre, que a su vez da ya las normas para lo justo y lo injusto

    Hannah Arendt. Diario Filosfico

    I

    Toda lectura de Sobre la revolucin de Hannah Arendt se encuentra atada a la sentencia de que el

    problema primordial de la poltica es la fundacin y, en consecuencia, a la interpretacin de

    que las revoluciones son los nicos eventos que nos confrontan directa e inevitablemente con

    el problema del comienzo (OR: 21). Tal afirmacin obliga a plantearse la pregunta sobre qu

    es lo que se funda y a qu es lo que se da inicio con el acto revolucionario? La respuesta

    arendtiana es bastante conocida, la idea central de la revolucin es la fundacin de la libertad,

    la fundacin de un cuerpo poltico que garantice el espacio donde la libertad puede aparecer

    (OR: 125). Es decir, la emergencia de un espacio comn donde sea posible asegurar el poder

    de los seres humanos para actuar en concierto y comenzar algo nuevo en el mundo. Esta

    decisiva formulacin acarrea en el pensamiento de Arendt un supuesto que en este artculo

    deseo examinar. A saber, que lo que caracteriza a la fundacin de la libertad no es que sta

    1 Profesor asistente, Escuela de Sociologa; Profesor adjunto, Instituto de Humanidades. Este artculo forma parte del proyecto Fondecyt Iniciacin n 11121346. Artculo presentado en el coloquio internacional Sobre la revolucin de Hannah Arendt. 50 aos despus, 25-26 de Septiembre 2013, Santiago de Chile. Borrador, por favor, no citar. Email: [email protected]

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    acontezca como la instauracin de un principio absoluto que viene en reemplazo de uno

    anterior, sino ms bien el hecho de que ella toma forma y adquiere existencia efectiva como la

    apertura de un topos para la existencia poltica. Estrictamente hablando, este sitio constituye

    un espacio intersticial que Arendt regularmente denomina en sus escritos como un entre

    (ingls: in-between, alemn: Zwischen). Esta referencia al espacio entre posee, a mi entender,

    una significacin ontolgico-poltica que Arendt revela en sus reflexiones sobre el evento

    revolucionario. En lo que sigue propongo elaborar una lectura de Sobre la revolucin que enfatiza

    la centralidad del entre como espacio de constitucin de lo poltico.

    Mi interpretacin sugiere que la constitucin de un espacio entre resulta ser el

    propsito de la revolucin y la condicin que al mismo tiempo la hace posible. Desde esta

    perspectiva, la lectura de Arendt sugiere que el acto de fundacin no es un comienzo que est

    al inicio como unidad como punto de partida originario absoluto ni tampoco est al final

    de un proceso como resultado necesario de algo anterior, sino que es un comienzo

    proveniente desde y dirigido hacia el medio. Si proseguimos esta interpretacin, lo poltico

    slo puede estar fundado sobre y como el espacio abierto de una escisin. Esto significa que la

    nocin de libertad comn que le acompaa requiere adhesin a la idea de que no existe

    principio de cierre ni posibilidad de clausura definitiva del mundo como totalidad idntica

    consigo misma. Requiere, en suma, de un espacio entre en el cual pueda emerger el poder

    mismo de constituir un nuevo comienzo y fundar un espacio poltico duradero (OR: 116). En

    esta lnea, mi argumento principal es que en el espacio entre es donde reside el verdadero

    significado poltico y la fuente de perplejidades de la revolucin. Para sumergirnos all, en el

    entre, mi lectura subrayar la importancia que en Sobre la revolucin tiene la dialctica entre dos

    momentos del entre, el tiempo (seccin III) y la ley (seccin IV); es decir, el entre como

    espacio temporal y como espacio de normatividad.

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    II

    Antes de proseguir en la direccin recin bosquejada, debemos plantear primero la pregunta

    ms sencilla y fundamental: qu es el entre? En la extensa literatura que ha crecido al alero

    de Sobre la revolucin y que discute los alcances de sus principales conceptos libertad,

    natalidad, accin, autoridad, poder, el entre es algo que se tiende a dar por descontado. Es

    cierto que en dicho texto Arendt no se detiene a problematizar exactamente qu es el entre,

    no obstante la primaca que a mi juicio ella le atribuye en su argumento. El sentido de esta

    nocin asoma con cierta claridad en textos de la dcada de 1950, precisamente el periodo entre

    la aparicin de Los orgenes del totalitarismo y la escritura de Sobre la revolucin.2 En una entrada de

    diciembre de 1952 en su diario filosfico (Denktagebuch), Arendt escribe:

    Tan pronto como existen muchos hombres, comienza una esfera especfica desdivinizada. Este mbito es precisamente lo que Dios no pudo crear porque en la pluralidad se establece el entre como un mbito meramente humano, no ideal, que desde la idea como tal no puede preverse ni dominarse (DF: 265).

    En un fragmento de la misma poca, perteneciente al proyecto del libro Introduccin a la Poltica

    (Einfhrung in die Politik) pensado como una obra de dos volmenes, uno de ellos siendo

    precisamente Sobre la revolucin (Kohn, 2005), Arendt extiende la explicacin sobre el entre:

    [S]iempre que se juntan hombres sea privada, social o pblicopolticamente surge entre ellos un espacio que los rene y a la vez los separa. Cada uno de estos espacios tiene su propia estructura, que cambia con el cambio de los tiempos y que se da a conocer en lo privado en los usos, en lo social en las convenciones y en lo pblico en leyes, constituciones, estatutos y similares. Dondequiera que los hombres coincidan se abre paso entre ellos un mundo y es en este espacio entre [ZwischenRaum] donde tienen lugar todos los asuntos humanos (IP: 106).

    2 Aqu cabra agregar, por cierto, La condicin humana (1958).

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    Ambos pasajes apuntan a que el entre es un espacio emergente, que se constituye a partir de

    la condicin existencial de estar juntos en el mundo como una pluralidad de seres humanos.

    En el pensamiento de Arendt, el entre es equivalente al mundo y ste, a su vez, slo puede

    existir estructurado como un entre. Su estructura bsica est determinada por el hecho de

    que el entre es un mbito que congrega y a la vez separa a los individuos, une y establece

    distancia entre ellos, divide uniendo y separa juntando. Esto quiere decir que el mundo, en

    tanto espacio que es comn y no pertenece a nadie en particular, es lo que pone en relacin a

    las personas, en la medida que introduce una separacin entre ellas. Es all, en el espacio

    mundano del entre, donde en definitiva podemos aparecer ante, actuar con, ser vistos por y

    movernos entre otros. Entonces, si el entre es un principio relacional y diferencial, la

    realidad del mundo no puede ser una unidad esencial ligada por la solidez de un principio

    trascendente fijo; su fisonoma es ms bien la de una unidad frgil que depende de la capacidad

    espontnea e indeterminada de los seres humanos para accin en comn como el nico

    antdoto que permite renovar y salvar al mundo de su ruina natural (HC: 246-247). Por ello

    el mundo, el lugar entre de los asuntos humanos, debe ser objeto de cuidado; su fragilidad

    inherente demanda asegurar su estabilidad y permanencia pues se atrofia toda vez que el

    espacio intersticial del entre que lo sostiene se desmantela, sea por la fusin radical de la

    pluralidad de sus miembros en una masa homognea que elimina la singularidad o por su

    separacin absoluta que los condena a la existencia solitaria.

    Tal cual lo describe Arendt, el entre est lejos de referir a una nocin emprica de

    espacio fsico, o al menos no lo es primariamente. Es ms bien una categora ontolgica con

    carga filosfica que le permite repensar el fenmeno de la poltica y reconsiderar la autonoma

    de lo poltico, de un modo que aleja a su concepto de la tradicin liberal y del derecho natural

    y que, por cierto, resulta ajeno a la ciencia poltica ms ortodoxa (Vatter, 2012). La poltica

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    surge entre-los-hombres, por lo tanto completamente fuera del hombre. De ah que no haya

    ninguna sustancia propiamente poltica. La poltica surge en el entre y se establece como

    relacin (IP: 95). A este planteamiento le subyace la defensa que Arendt realiza de la poltica

    como dominio de la libertad cuyo sistema nervioso se alimenta de la accin y del discurso de

    seres humanos que establecen relaciones y, en esa medida, son capaces de dar comienzo en

    conjunto a nuevo estado de cosas (initium). Visto desde esta perspectiva, es posible reconocer

    al menos tres atributos distintivos del entre: sociolgicamente, supone una ontologa social

    como relacin de una pluralidad de seres humanos (estar-con, socialidad); polticamente, es una

    esfera desde la cual brota y se produce poder (capacidad de actuar en conjunto e iniciar lo

    nuevo estableciendo promesas mutuas); y filosficamente, articula la posibilidad de

    simbolizacin y sentido, en tanto slo en la esfera del entre es posible establecer distinciones

    y diferencias (aunque no por ello es un espacio fcilmente representable).3 Estas propiedades

    son perceptibles solamente si reconocemos la estructura paradjica de la elusiva nocin del

    entre, separacin como apertura de una relacin (Nancy 2002: 19).

    Mi planteamiento fundamental es que Sobre la revolucin es un texto que puede ser ledo

    como una meditacin sobre el entre. Si el propsito de la revolucin es fundar un nuevo

    espacio donde la libertad pueda emerger y habitar, y no solamente lograr la liberacin de la

    opresin y la tirana, la poltica de la revolucin no puede ser entendida sino que como una

    poltica del entre. En dicho texto Arendt es enftica en sostener que el entre es un terreno

    que no llega a existir automticamente donde sea que los hombres viven juntos (OR: 19). En

    la medida que es un espacio desdivinizado y no ideal, la existencia real del entre no

    ocurre como algo natural ni tampoco como efecto de una ideacin terico-metafsica, sino que

    3 El carcter irrepresentable del entre encuentra en la teora poltica de Arendt una conexin directa con su crtica en Sobre la revolucin a la poltica de la representacin en tanto sita la fuente del poder poltico en la voluntad del pueblo (OR: 175 y ss.); ver Fine (2001: cap. 7) y Esposito (1999: cap. 3 y 4; 2006: cap. 2).

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    es un producto del esfuerzo humano y una propiedad de un mundo construido por el

    hombre (OR: 31). En palabras de Arendt, el entre es lo propiamente histrico-poltico (DF:

    171), por eso es un espacio que debe ser instituido y mantenido por la accin humana. La idea

    moderna de revolucin representa precisamente el esfuerzo poltico por instituir y mantener un

    espacio entre. Este esfuerzo toma la forma de una verdadera escisin en el fundamento de

    una autoridad que se erige como absoluta y cerrada, y que pone en marcha lo que la literatura

    comnmente llama poder constituyente. El acto revolucionario aparece entonces como la

    introduccin de una fisura temporal desde la cual se abre un espacio que permite dar inicio y

    forma a un nuevo cuerpo poltico basado en leyes. Y son las leyes las que, a juicio de Arendt,

    luego mantienen abierto y regulan el mbito del entre (DF: 145). Este intersticio configura

    una relacin dialctica entre tiempo y ley, la que en varios pasajes Arendt define en trminos de

    la insoluble tensin entre el espritu de lo nuevo y la preocupacin por la estabilidad (OR:

    202, 223).4

    En el plano de esta relacin, el acto de fundacin se convierte en un evento que revela

    con dramtica precisin la ausencia de un fabricador en este mbito y, por tanto, explica la

    extraordinaria fragilidad de los asuntos estrictamente humanos (LTA: 105; ver HC: cap. 5). Es

    por ello que Arendt reconoce desde el inicio de Sobre la revolucin que la fundacin de la

    libertad siempre ha sido incierta, si no del todo ftil (OR: 29). Esta fragilidad constitutiva de

    la libertad poltica no debe atribuirse simplemente a las condiciones concretas que llevan al

    xito o al fracaso relativo de una revolucin documentadas y discutidas por Arendt en el

    anlisis comparado de la Revolucin francesa y la estadounidense, sino que al hecho mismo

    de que la revolucin se produce en el terreno fisurado del entre, es decir, en el fundamento

    4 La dialctica entre tiempo y ley se encuentra claramente inscrita en el concepto de Constitucin, al que la mayora de las revoluciones modernas apuntan como su finalidad. Por un lado, el trmino significa el acto de producir una discontinuidad en el curso temporal (poder constituyente) y, por otro, refiere al documento escrito que es resultado de este acto, la Constitucin como cuerpo de normas (poder constituido) (OR: 145).

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    sin fondo de la vida en comn. Ahora, es precisamente por ello que la esfera desdivinizada

    del entre es el nico lugar donde los seres humanos tenemos el derecho a esperar milagros

    (IP: 114).

    III

    La figura teolgica del milagro que Arendt paradjicamente emplea para caracterizar el espacio

    mundano y secular del entre, no tiene otro propsito que remarcar la capacidad de los seres

    humanos para lograr por medio de la espontaneidad de su accin lo improbable e

    impredecible: fundar un nuevo comienzo (IP: 111-114). El milagro es el acontecimiento que

    interrumpe como un rayo inesperado el curso del mundo y que quiebra la continuidad del

    tiempo. Arendt advierte la fuerza de ese rayo que trasciende toda anticipacin en la experiencia

    de las revoluciones modernas. En efecto, ella afirma, si uno fechara la revolucin, sera como

    si uno hubiese hecho lo imposible; uno habra fechado el hiato en el tiempo histrico (OR:

    205). La realizacin concreta de esta imposibilidad se haya inequvocamente unida, por un

    lado, al derrumbe de un rgimen y la liberacin de la opresin, y, por otro, al deseo de dar

    forma poltico-legal a la promesa de una libertad por-venir. En este sentido, la accin

    fundadora de los hombres de la revolucin desafa la continuidad misma del tiempo histrico

    al introducir una brecha temporal, un hiato entre el espacio de la experiencia pasada y el

    horizonte de expectativas futuras (Koselleck, [1979] 2004). Y al hacerlo, el evento de la

    revolucin abre literalmente el abismo del tiempo sin el cual el espacio poltico del entre

    no podra ser fundado, conocido, ni mucho menos experimentado como tal.

    La perplejidad que acarrea la apertura de esta laguna en el medio de la experiencia

    temporal es evidente. El evento de la revolucin queda suspendido entre un ya-no y un no-

    todava donde, por as decirlo, no tiene nada a lo que aferrarse (OR: 206). Al ocurrir y

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    ubicarse en el espacio de la fisura, el acto mismo de la fundacin se experimenta como falto de

    fundamento. Es como si el iniciador hubiese abolido la secuencia de la propia temporalidad, o

    como si los agentes fueran expulsados del orden temporal y su continuidad (ibd.). Esta

    dificultad que genera la fundacin de la libertad poltica se encarna en el problema que

    enfrentan los propios revolucionarios para sostener una posicin en un mundo sin fondo. A

    saber, sus acciones no pueden ser explicadas reanudando una cadena causal que ya se

    encuentra rota ni tampoco ser llevadas adelante por el simple impulso de una idea o principio

    absoluto. La revolucin se vuelve as presa del abismo temporal entre pasado y futuro que

    ella misma abre y que necesita de algn modo mantener para constituir la libertad. El asunto en

    cuestin es que en la bsqueda de un fundamento tarea inescapable para todo nuevo

    inicio, la revolucin termina con frecuencia en la repeticin de acontecimientos

    precedentes (Esposito, 2006: 116).

    En s mismo, esto no representa un problema para Arendt. Por el contrario, su

    interpretacin de las revoluciones estadounidense y francesa enfatiza que el extrao

    entusiasmo que los revolucionarios del siglo XVIII demostraron por la antigedad romana no

    se deba a un intento romntico por subordinar la contingencia radical del acto revolucionario

    a la continuidad de una tradicin. Su retorno a las leyendas fundadoras estaba gobernado

    ms bien por la ambicin de encontrar inspiracin para su propia accin, la que en efecto ellos

    mismos habran descubierto en la autoridad (auctoritas) que para los romanos el acto de

    fundacin llevaba implcita dentro de s (OR: 196-199, 204-205; LM: volumen II, 207 y ss.). Lo

    que Arendt identifica aqu, especialmente en el caso de la Revolucin estadounidense, es la

    activacin de un recuerdo que permite desplegar un tipo de bilingismo epocal consistente

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    en la extraordinaria capacidad de mirar el ayer con los ojos de los siglos por venir (OR: 198),

    y que resulta esencial para transitar el espacio entre abierto por la revolucin.5

    Tras estas reflexiones est la preocupacin de Arendt por cmo mantener ese espacio

    entre abierto, sin que el abismo del tiempo se trague a la revolucin y, con ello, la esfera de

    accin y poder a la que momentneamente ha dado origen. El punto decisivo en su

    argumentacin es la apora en la que toda revolucin se ve inevitablemente envuelta, a saber,

    que nada amenaza los propios logros de la revolucin con ms peligrosidad e intensidad que

    el espritu que las ha provocado (OR, 232). Es decir, la inclinacin hacia y capacidad para

    iniciar algo nuevo que la revolucin moviliza, se encuentra en franca tensin con la demanda

    por dar estabilidad y durabilidad a una nueva forma de gobierno. Ello implica que la

    constitucin de la libertad siempre lleva consigo una dosis de clausura que limita la ocurrencia

    genuina de nuevos comienzos y, por tanto, contradice el acto revolucionario. En relacin a este

    punto, Roberto Esposito concluye que la revolucin no puede ser al mismo tiempo ruptura

    original y constitutio libertatis, pues para que ello fuera posible tendra que permanecer en

    estado fluido de ruptura continua (Esposito 1999: 35). Lo que Esposito pasa por alto es que

    para Arendt la aparente incompatibilidad de ambos elementos es un resultado de la misma

    experiencia revolucionaria, cuyo sntoma ella ve plasmado en la lgica dicotmica del

    pensamiento poltico moderno que entiende lo nuevo y la permanencia como opuestos sin

    relacin. El problema es que sin comprender la relacin interna entre ambos componentes del

    5 Esto no le impide a Arendt ver la distorsin de la autoridad del recuerdo generada por los profesionales de la revolucin, figura cuyo nacimiento histrico ella data en la Revolucin francesa pero cuya ascendencia poltica identifica con las revoluciones del siglo XX. La principal cualidad de esta controvertida profesin era la de imitar la marcha de eventos pasados, bajo la creencia en que el acto de fundacin puede ser planificado y ejecutado siguiendo el guin de la historia o las leyes de un sistema terico (OR: 56-57, 258-260). El resultado no puede ser otro que el cierre violento del espacio entre donde el poder y la incertidumbre de lo nuevo pueden emerger.

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    fenmeno revolucionario, no puede comprenderse adecuadamente el costo de su disociacin

    (OR: 223).

    En efecto, Sobre la revolucin es un texto que toma la brecha temporal abierta por la

    experiencia revolucionaria como condicin y medio para investigar el divorcio entre libertad

    poltica y gobierno. Lo que a mi juicio conecta a ambos, el acontecimiento del inicio

    revolucionario de la libertad y la constitucin de un cuerpo poltico, es la estructura que los

    sostiene: la gramtica del entre.

    IV

    La pregunta central de la cual Arendt debe hacerse cargo es cmo mantener abierto ese espacio

    que pone en relacin y separa, aquel espacio que para existir no puede tener un principio de

    clausura. Es exactamente en este punto en Sobre la revolucin donde el espacio temporal del

    entre se torna espacio normativo. La apuesta de Arendt es clara en cuanto a sostener que la

    nica posibilidad de asegurar instituciones duraderas es manteniendo el espacio entre (i.e., el

    abismo de la libertad) abierto y eso, en definitiva, significa darle una forma legal. Esta

    aseveracin requiere de su parte realizar una doble correccin al concepto convencional de ley.

    Primero, ella plantea la necesidad de deshacernos de la nocin de ley en trminos de

    preceptos y prohibiciones cuyo solo propsito es demandar obediencia y, en vez, restituir su

    sentido espacial (IP: 189). En efecto, tanto en Los orgenes como en La condicin humana Arendt

    acenta la nocin griega de ley, nomos, que significa establecer la frontera, borde o muro dentro

    del cual se levanta la ciudad y se estabiliza un mundo entre en el cual los individuos se

    pueden mover. Sin embargo, en Sobre la revolucin Arendt toma distancia de esta concepcin

    debido a su marcado nfasis en el lmite (i.e., la ley es lo que encierra y da orden) y origen pre-

    poltico (i.e., el legislador proviene desde fuera de la ciudad). En su lugar, adopta la nocin

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    romana, lex, cuyo significado es conexin ntima o relacin, es decir, algo que conecta dos

    cosas o dos socios a quienes circunstancias externas han reunido (OR: 187).6

    Esta comprensin de la ley como alianza permite a Arendt transformar el

    acontecimiento revolucionario en una verdadera fuente de poder, en la medida que la prctica

    de establecer pactos y promesas mutuas da forma a una nueva estructura poltica cuya virtud es

    la de vincular estableciendo distancia. Analticamente, esto significa invertir la lgica de

    operacin de lo poltico desde una nocin de ley que produce orden limitando el poder, a otra

    que genera (augere) poder abriendo un espacio entre que conecta las acciones de los seres

    humanos. As, la fuente de la ley no es un absoluto sino que el ensamblaje de un espacio

    relacional. Es por ello que la experiencia de los rganos populares surgidos en cada una de las

    revoluciones modernas, no obstante su corta vida, as como la formacin de una repblica

    mediante una Constitucin, no obstante el olvido del espritu que le dio origen, constituyen

    para Arendt encarnaciones del entre como espacio normativo (OR: 238-239).

    Ahora, mantener abierto el mundo entre como cuerpo poltico con forma legal no

    encuentra soluciones fciles ni definitivas. En tanto la ley, tal como la entendan los romanos,

    establece relacin entre entidades diferentes y que no estaban originalmente unidas, la

    fisonoma del entre es la de una unidad frgil que se ve inevitablemente amenazada por el

    propio principio (arch) que lo sostiene. Al respecto, Arendt seala: la tragedia es que la leyes

    son hechas para los hombres, no para ngeles ni para demonios. Las leyes y todas las

    instituciones duraderas se fracturan no slo ante la embestida del mal elemental sino tambin

    bajo el impacto de la inocencia absoluta (OR, 84; nfasis agregado). No resulta difcil

    entonces entender por qu ella advierte en la banalidad del terror totalitario y la ingenuidad del

    terror revolucionario la ms dramtica actualizacin de la posibilidad de destruccin del

    6 Para una discusin instructiva sobre este desplazamiento en la obra de Arendt, ver Birmingham (2011).

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    espacio poltico del entre. Mientras el primero arrasa la ley que estabiliza la comunicacin

    entre personas y las despoja de proteccin legal hasta hacerlas seres superfluos (OT: 599-600),

    el segundo abole la distancia entre ellas al elevar la compasin a virtud poltica y reemplazar

    la autoridad de la ley por la tirana de la superioridad y sospecha moral (OR: 88-109).

    Con todo, la ley es el nico recurso al que, junto a la accin de iniciar algo nuevo,

    podemos echar mano para mantener abierto el espacio del entre y asegurar la fundacin de

    la libertad. Pero Arendt sabe bien que la institucin de la libertad es un logro frgil, incierto y

    hasta ftil. Sobre la revolucin nos recuerda que independiente del xito relativo de las

    revoluciones modernas en dar todo el poder a los ciudadanos, la mayora de ellas ha

    fracasado desde el inicio en establecer espacios donde participar en el ejercicio del poder

    pblico. A la luz de las experiencias del siglo XX, su diagnstico ltimo es que la existencia

    tangible de la libertad poltica ha quedado exiliada en islas en un ocano de necesidad y

    recluida en oasis en un desierto desolado por la violencia (OR: 275).

    V

    Coda El entre es el espacio mundano de constitucin de lo poltico, el fundamento sin

    fondo de la vida poltica en comn. El espacio de una apertura en el tiempo que no cierra, que

    es la fuente de vitalidad de lo poltico y el abismo que lo amenaza. El espacio de una

    separacin como apertura de una relacin, que es la fuente de poder y de la fragilidad de los

    asuntos humanos. El entre es la verdadera materia y forma del pensamiento de Arendt. Es

    por eso que an cuando el intento de fundar la libertad y de asegurarla en instituciones

    duraderas pueda demostrar ser un total fracaso, es desde los intersticios de un mundo ya

    fisurado que uno todava puede apelar a resistir a una realidad que se cierra y que niega la

    libertad y dignidad humana.

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    Referencias * Abreviaturas de textos de H. Arendt citados en el artculo se indican entre parntesis.

    Arendt, Hannah ([1951] 2004). The Origins of Totalitarianism. New York: Schocken. (OT)

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    Arendt, Hannah ([1958] 1998). The Human Condition. Chicago: Chicago University Press. (HC)

    Arendt, Hannah ([1963] 1990). On Revolution. London: Penguin. (OR)

    Arendt, Hannah (1977). The Life of the Mind, one volume edition. San Diego: Harcourt. (LM)

    Arendt, Hannah (2005). Introduction into Politics. En The Promise of Politics, editado por J. Kohn. New York: Schocken, pp. 93-200. (IP)

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