“El escenario cotidiano en el que la tipografía desempeña ... · 3 Enric Jardí. Veintidós...

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118 119 Those who manipulate digital information become typographers. A statement like this makes us ask ourselves what the professional approach can contribute to the desktop typographer. The reflection revolves around the ways in which the decisions of users can be enriched with the addition of concrete viewpoints about the tasks that imply the use of typography. Some viewpoints are established on how the learning of typography oriented towards other disciplines, and not as taught to designers, allows its understanding as a key resource in communication, and how at the same time it becomes an opportunity to expand the thinking of the professional typographer. Many of the decisions about how to edit the information are in fact design options. So, beyond academic education, it is proposed that the important thing is to constitute a typographic body of thought and culture, to understand it as a tool for the optimization of everyday communication. Typography _ users_ desktop typography _ typographic culture Quienes manipulan información digital se convierten en tipógrafos. Una afirmación como ésta nos lleva a preguntarnos qué le aporta a un tipógrafo de escritorio la mirada profesional. La reflexión gira en torno a de qué forma las decisiones de usuarios pueden verse enriquecidas con la adición de puntos de vista concretos a las tareas que implican el uso de la tipografía. Se establecen algunas perspectivas sobre cómo el aprendizaje de la tipografía dirigida a otras disciplinas, y no sólo como lo que se enseña a los diseñadores, permite entenderla como un recurso clave de comunicación, y cómo, asimismo, constituye una oportunidad para expandir el pensamiento del tipógrafo profesional. Muchas de las decisiones sobre cómo editar la información son en la práctica opciones de diseño. Por lo tanto, más allá de la formación académica, se plantea que lo importante es constituir un pensamiento y cultura tipográficos, para entenderla como una herramienta para optimizar la comunicación cotidiana. Tipografía _ usuarios _ tipografía de escritorio _ cultura tipográfica Rodrigo Ramírez Diseñador gráfico de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso _ MA Information Design, University of Reading _ Tipógrafo autodidacto _ Profesor de la Escuela de Diseño de la Pontificia Universidad Católica de Chile Graphic Designer, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso _ MA Information Design, University of Reading _ Self-taught typographer _ Academic, Pontificia Universidad Católica de Chile School of Design Para introducirnos al ámbi- to donde lo que se reconoce es simplemente la letra o las fuen- tes de computador, lo planteado por Jury (2007), en ¿Qué es la tipografía?, define un rol no evi- dente, que centra la atención en el contenido, que la información se haga visible y entendible: “El escenario cotidiano en el que la tipografía desempeña su papel clave es invisible, permanece oculto mientras la información se transmite eficazmente”. El énfasis no es nuevo: En The Crys- tal Globet, breve escrito de 1932, Beatrice Warde establece una definición de lo que es la buena tipografía, aludiendo a que el lector ve la estructura y orden del texto impreso en la página y, ante todo, puede concentrarse en el contenido; todos los elementos gráficos son transparentes, como en una copa de cristal. En el contexto tecnológico ac- tual, editar información escrita seleccionando y aplicando ti- pografías no es exclusivo de los expertos operarios de maquina- ria especializada, como sí lo era antes del computador. Hoy, los mismos usuarios —una carac- terística de la democratización medial— tienen incidencia total en el contenido y en su aspecto. Para soportes diversos de salida, es posible tomar decisiones sobre cómo se verá y cómo se leerá el texto, con lo que los proveedores de tecnología apuestan más a fa- cilitar la toma de decisiones: una edición basada en plantillas es un ejemplo. Una pregunta inicial po- dría ser entonces ¿qué elementos comunes son la base para las de- cisiones de un usuario-tipógrafo? Vale mencionar que se trata de pasar más allá del juicio estético a una dimensión donde sepamos qué es lo óptimo, tengamos a la mano consideraciones objetivas (sabiendo lo difícil que es em- plear el término), y logremos pa- sar la barrera del omnipresente, pero difícil, sentido común o buen gusto. Es decir, formar las deci- siones sobre cómo se presenta la información escrita de la manera que más facilite la comunicación. Cómo se comunica con tipogra- fía puede ser distinto para un usua- rio intuitivo que para uno profesio- nal. Lo discutible por lo general es un asunto de estilo. Como ejemplo concreto: Lo correcto que resulta para una educadora de párvulos utilizar ‘Comic Sans’ en su trabajo. Entonces, ¿qué?, o más bien ¿cómo son las decisiones de dise- ño para un usuario promedio en la web o en un documento editado en un procesador de texto? Pro- bablemente e independiente de su habilidad —o talento—, será en muchos casos pura intuición: ‘parecerse a’, que el texto se vea ‘como’, son algunas de las razones frecuentes. Nuevamente el apren- dizaje basado en la observación (o quizá en la imitación) parece ser un ingrediente común, lo que in- cluso alcanza a los diseñadores. En busca de entender si el rol de la tipografía está centrado más en la apariencia o en mejo- rar la lectura, hay una experien- cia motivadora en lo académico y profesional, que ha sido mi participación en distintas instan- cias con la tipografía como tema central, donde los interlocutores no son diseñadores: editores, es- critores, periodistas, gerentes de marketing, curiosos de entender sobre esta disciplina con la cual se relacionan diariamente o que tienen un objetivo que va mucho más allá de la charla tipográfica. Lo constato: tienen inquietudes distintas, el texto les representa no una forma, no un estilo histó- rico, rasgos o contraformas, sino un problema concreto de énfasis, tamaños, de apariencia, aunque también de amabilidad o elegan- cia, también de credibilidad, de acceso claro a la información con- tenida. Aparece entonces ahí cla- ramente la dimensión de usabili- dad del texto, cómo las decisiones pueden alterar o mejorar el de- sempeño y no sólo la apariencia. Ellas y ellos quieren entender cómo el recurso tipográfico deja de ser una alquimia y pasa a ser algo tan manejable como lo que hacen a diario en sus textos, en su correo electrónico o en su dis- positivo móvil. En la experiencia de compartir conocimiento se sorprenden al entender cómo la función de la tipografía sobre- pasa lugares comunes como el carácter o la identidad, y pasa a ser en definitiva una herramienta concreta para optimizar la co- municación que, al mismo tiem- po, puede ser neutra o centrada en presentar claramente más el contenido que en la apariencia. Adicionalmente, desde esta misma experiencia, quien descu- bre este potencial, lo más proba- ble es que llame a un diseñador con buenos conocimientos en ti- Diseño (tipo) gráfico para la gente Si hoy es fácil saber, entonces qué tanto habría que saber. Alu- do al texto de J. Frascara (2001), donde llama a los diseñadores a promover una cultura de diseño centrada en optimizar la comuni- cación, más que entenderlo sólo como un instrumento para otros fines. Con la tipografía pareciera ocurrir lo mismo: la cantidad de veces que se observan fuentes en contextos incorrectos de aplica- ción o con atributos independien- tes de su función real (llamativa, moderna) confunde el concepto de identidad con el de caricatura, en desmedro de aspectos clave como la legibilidad o la comprensión. Un procesador de texto auto- matizado para facilitar las deci- siones o el uso tipográfico en la publicidad contribuyen cotidia- namente a esta visión empobre- cida sobre su rol como herra- mienta visual. Es la comunicación visual en lo cotidiano, específicamente el uso de la tipografía, ya no sólo patrimonio de los diseñadores o tipógrafos. Hoy cada usuario de computador se enfrenta a deci- siones tipográficas, que resuelve con mayor o menor habilidad. Así, con cada persona asumida como un tipógrafo, se presume que es un recurso muy accesible, y editar la tipografía implica nada más que conocer la herramienta general (software). Sin embargo, lo que no se maneja, a menos que haya una formación previa, es sa- ber qué hace que la tipografía y su aplicación sean convenciona- les, hasta dónde se puede con- fiar sólo en la intuición o en qué punto quebrar una norma puede ser una innovación o resultar in- conveniente para la legibilidad del texto y alterar la experiencia de lectura. No sólo el estilo, sino lo me- dible también importa. Pareciera ser pertinente hablar incluso de usabilidad de las fuentes tipo- gráficas, puesto que luego le exigimos al texto que cumpla tareas o con ciertas condiciones, representadas en visibilidad, le- gibilidad, reglas de la informa- ción escrita para comprender mejor, si es efectiva o si se sigue considerando sólo un recurso es- tético. Ahí se entra en un terreno que aunque puede generar otra reflexión interesante, excede el objeto de este artículo. “El escenario cotidiano en el que la tipografía desempeña su papel clave es invisible, permanece oculto mientras la información se transmite eficazmente.” 1 3 2 4 1 Ellen Lupton. Thinking with type 2 David Jury. ¿Qué es la tipografía? 3 Enric Jardí. Veintidós cosas que nunca debes hacer con las letras 4. Phil Baines & Andrew Haslam. Type & typography DISEÑA ENFOQUES

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Those who manipulate digital information become typographers. A statement like this makes us ask ourselves what the professional approach can contribute to the desktop typographer. The reflection revolves around the ways in which the decisions of users can be enriched with the addition of concrete viewpoints about the tasks that imply the use of typography. Some viewpoints are established on how the learning of typography oriented towards other disciplines, and not as taught to designers, allows its understanding as a key resource in communication, and how at the same time it becomes an opportunity to expand the thinking of the professional typographer. Many of the decisions about how to edit the information are in fact design options. So, beyond academic education, it is proposed that the important thing is to constitute a typographic body of thought and culture, to understand it as a tool for the optimization of everyday communication.

Typography _ users_ desktop typography _ typographic culture

Quienes manipulan información digital se convierten en tipógrafos. Una afirmación como ésta nos lleva

a preguntarnos qué le aporta a un tipógrafo de escritorio la mirada profesional. La reflexión gira en torno a de qué forma las decisiones de usuarios

pueden verse enriquecidas con la adición de puntos de vista concretos a las tareas que implican el uso

de la tipografía. Se establecen algunas perspectivas sobre cómo el aprendizaje de la tipografía dirigida a

otras disciplinas, y no sólo como lo que se enseña a los diseñadores, permite entenderla como un recurso clave

de comunicación, y cómo, asimismo, constituye una oportunidad para expandir el pensamiento del tipógrafo profesional. Muchas de las decisiones sobre cómo editar la información son en la práctica opciones de diseño. Por lo tanto, más allá de la formación académica, se plantea

que lo importante es constituir un pensamiento y cultura tipográficos, para entenderla como una herramienta

para optimizar la comunicación cotidiana.

Tipografía _ usuarios _ tipografía de escritorio _ cultura tipográfica

Rodrigo RamírezDiseñador gráfico de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso _ MA Information Design, University of Reading _ Tipógrafo autodidacto _ Profesor de la Escuela de Diseño de la Pontificia Universidad Católica de ChileGraphic Designer, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso _ MA Information Design, University of Reading _ Self-taught typographer _ Academic, Pontificia Universidad Católica de Chile School of Design

Para introducirnos al ámbi-to donde lo que se reconoce es simplemente la letra o las fuen-tes de computador, lo planteado por Jury (2007), en ¿Qué es la tipografía?, define un rol no evi-dente, que centra la atención en el contenido, que la información se haga visible y entendible: “El escenario cotidiano en el que la tipografía desempeña su papel clave es invisible, permanece oculto mientras la información se transmite eficazmente”. El énfasis no es nuevo: En The Crys-tal Globet, breve escrito de 1932, Beatrice Warde establece una definición de lo que es la buena tipografía, aludiendo a que el lector ve la estructura y orden del texto impreso en la página y, ante todo, puede concentrarse en el contenido; todos los elementos gráficos son transparentes, como en una copa de cristal.

En el contexto tecnológico ac-tual, editar información escrita seleccionando y aplicando ti-pografías no es exclusivo de los expertos operarios de maquina-ria especializada, como sí lo era antes del computador. Hoy, los mismos usuarios —una carac-terística de la democratización

medial— tienen incidencia total en el contenido y en su aspecto. Para soportes diversos de salida, es posible tomar decisiones sobre cómo se verá y cómo se leerá el texto, con lo que los proveedores de tecnología apuestan más a fa-cilitar la toma de decisiones: una edición basada en plantillas es un ejemplo. Una pregunta inicial po-dría ser entonces ¿qué elementos comunes son la base para las de-cisiones de un usuario-tipógrafo? Vale mencionar que se trata de pasar más allá del juicio estético a una dimensión donde sepamos qué es lo óptimo, tengamos a la mano consideraciones objetivas (sabiendo lo difícil que es em-plear el término), y logremos pa-sar la barrera del omnipresente, pero difícil, sentido común o buen gusto. Es decir, formar las deci-siones sobre cómo se presenta la información escrita de la manera que más facilite la comunicación.

Cómo se comunica con tipogra-fía puede ser distinto para un usua-rio intuitivo que para uno profesio-nal. Lo discutible por lo general es un asunto de estilo. Como ejemplo concreto: Lo correcto que resulta para una educadora de párvulos utilizar ‘Comic Sans’ en su trabajo.

Entonces, ¿qué?, o más bien ¿cómo son las decisiones de dise-ño para un usuario promedio en la web o en un documento editado en un procesador de texto? Pro-bablemente e independiente de su habilidad —o talento—, será en muchos casos pura intuición: ‘parecerse a’, que el texto se vea ‘como’, son algunas de las razones frecuentes. Nuevamente el apren-dizaje basado en la observación (o quizá en la imitación) parece ser un ingrediente común, lo que in-cluso alcanza a los diseñadores.

En busca de entender si el rol de la tipografía está centrado más en la apariencia o en mejo-rar la lectura, hay una experien-cia motivadora en lo académico y profesional, que ha sido mi participación en distintas instan-cias con la tipografía como tema central, donde los interlocutores no son diseñadores: editores, es-critores, periodistas, gerentes de marketing, curiosos de entender sobre esta disciplina con la cual se relacionan diariamente o que tienen un objetivo que va mucho más allá de la charla tipográfica. Lo constato: tienen inquietudes distintas, el texto les representa no una forma, no un estilo histó-

rico, rasgos o contraformas, sino un problema concreto de énfasis, tamaños, de apariencia, aunque también de amabilidad o elegan-cia, también de credibilidad, de acceso claro a la información con-tenida. Aparece entonces ahí cla-ramente la dimensión de usabili-dad del texto, cómo las decisiones pueden alterar o mejorar el de-sempeño y no sólo la apariencia. Ellas y ellos quieren entender cómo el recurso tipográfico deja de ser una alquimia y pasa a ser algo tan manejable como lo que hacen a diario en sus textos, en su correo electrónico o en su dis-positivo móvil. En la experiencia de compartir conocimiento se sorprenden al entender cómo la función de la tipografía sobre-pasa lugares comunes como el carácter o la identidad, y pasa a ser en definitiva una herramienta concreta para optimizar la co-municación que, al mismo tiem-po, puede ser neutra o centrada en presentar claramente más el contenido que en la apariencia.

Adicionalmente, desde esta misma experiencia, quien descu-bre este potencial, lo más proba-ble es que llame a un diseñador con buenos conocimientos en ti-

Diseño (tipo) gráfico para la gente

Si hoy es fácil saber, entonces qué tanto habría que saber. Alu-do al texto de J. Frascara (2001), donde llama a los diseñadores a promover una cultura de diseño centrada en optimizar la comuni-cación, más que entenderlo sólo como un instrumento para otros fines. Con la tipografía pareciera ocurrir lo mismo: la cantidad de veces que se observan fuentes en contextos incorrectos de aplica-ción o con atributos independien-tes de su función real (llamativa, moderna) confunde el concepto de identidad con el de caricatura, en desmedro de aspectos clave como la legibilidad o la comprensión.

Un procesador de texto auto-matizado para facilitar las deci-siones o el uso tipográfico en la publicidad contribuyen cotidia-namente a esta visión empobre-cida sobre su rol como herra-mienta visual.

Es la comunicación visual en lo cotidiano, específicamente el uso de la tipografía, ya no sólo patrimonio de los diseñadores o tipógrafos. Hoy cada usuario de computador se enfrenta a deci-siones tipográficas, que resuelve

con mayor o menor habilidad. Así, con cada persona asumida como un tipógrafo, se presume que es un recurso muy accesible, y editar la tipografía implica nada más que conocer la herramienta general (software). Sin embargo, lo que no se maneja, a menos que haya una formación previa, es sa-ber qué hace que la tipografía y su aplicación sean convenciona-les, hasta dónde se puede con-fiar sólo en la intuición o en qué punto quebrar una norma puede ser una innovación o resultar in-conveniente para la legibilidad del texto y alterar la experiencia de lectura.

No sólo el estilo, sino lo me-dible también importa. Pareciera ser pertinente hablar incluso de usabilidad de las fuentes tipo-gráficas, puesto que luego le exigimos al texto que cumpla tareas o con ciertas condiciones, representadas en visibilidad, le-gibilidad, reglas de la informa-ción escrita para comprender mejor, si es efectiva o si se sigue considerando sólo un recurso es-tético. Ahí se entra en un terreno que aunque puede generar otra reflexión interesante, excede el objeto de este artículo.

“El escenario cotidiano en el que la tipografía desempeña su papel clave es invisible, permanece oculto mientras la información se transmite eficazmente.”

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1 Ellen Lupton. Thinking with type

2 David Jury. ¿Qué es la tipografía?

3 Enric Jardí. Veintidós cosas que nunca debes

hacer con las letras

4. Phil Baines & Andrew Haslam. Type & typography

DISEÑA ENFOQUES

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impactan las propias decisiones de ese tipógrafo digital y, funda-mentalmente, cuáles son las más críticas, según el objetivo que persiga. También, cuándo será más conveniente contar con un especialista en el equipo.

Algo de pensamiento tipográfico (para novatos y expertos)

Tener antecedentes para resol-ver las decisiones propias parece ser una duda permanente. ¿Cómo edito mejor el texto o cuándo llamo al tipógrafo profesional? En una búsqueda amplia de pen-samiento tipográfico, una intro-ducción didáctica como la de E. Jardí (2007), con el doble y bien intencionado título 22 consejos sobre tipografía (que algunos diseñadores jamás revelarán) o Veintidós cosas que nunca debes hacer con las letras (que algunos tipógrafos nunca te dirán), es una fuente de información inicial res-pecto de cómo partir desde las decisiones tipográficas más sim-ples como, por ejemplo, ‘no uses más de dos estilos de letra…’, que son a menudo las más efectivas. Luego, en un plano más erudito, el enfoque de autores como P. Baines y A. Haslam, que en Type & Typography (2005) realizan el interesante ejercicio de explicar los orígenes histórico-técnicos junto a los alcances prácticos de la tipografía: el espacio donde se aplica. En particular el diagrama

Más en profundidad, las pre-guntas que el texto conciso y contundente de E. Lupton Thin-king with Type (2004), donde esta autora desafía a diseñadores, es-critores, editores y, principalmen-te, a estudiantes a pensar qué se hace (y qué no, type crimes) con el lenguaje escrito. Cómo el conocimiento no pasa sólo por imitar la tendencia o el dominio de una herramienta computa-cional, sino más bien por enten-der las relaciones históricas y de la técnica; cómo incide en el tratamiento visual del texto y su ordenamiento, su estructura se-cuencial. Pensar con tipografía es entonces volver a ver el lenguaje visual en distintas dimensiones, que deben ser abordadas por todos los tipógrafos en todos los niveles: los profesionales y los aficionados. Que los editores digi-tales de contenido, independien-temente de su posición, logren ver la diferencia entre letras para llamar la atención y letras para leer, que la cultura tipográfica sirva para concentrarse más en el contenido que sólo en el dis-curso aparente, parece señalar con claridad el elemento base: cultura de la letra.

Entonces cultura tipográficaHoy, cuando el enfoque de

los proyectos más interesantes que generan conversación sobre el tema general del diseño está orientado a lo que las personas re-

quieren, cuando se suman nuevos atributos (identidad, exclusividad, necesidades específicas de clien-tes), entender qué se pide y cómo luego otros pueden hacer uso de la herramienta, es fundamental.

¿Cómo adquirir una cultura tipográfica propia que permita tomar decisiones correctas? Ello significa no sólo ver cómo será el aspecto externo, sino también cómo éste es adecuado respecto del desempeño, de las expecta-tivas, cómo se convierte en parte de lo que hacemos o en una expe-riencia más cómoda, más legible, de acuerdo a su narrativa. Lo-grarlo óptimamente a través del recurso tipográfico no es un resul-tado casual, requiere saber cómo.

Así, como hoy resulta fácil editar un sitio con contenidos con buena apariencia para un weblog o contenido visual con calidad profesional para una presentación, el diseñador po-dría considerarse prescindible. Sin embargo, en un contexto de calidad será necesario disponer de un profesional que asegure visualidad fresca y un buen des-empeño. Por tanto el desafío de aprendizaje y refinamiento será mayor en la medida que nuestros clientes o contrapartes sean más exigentes con sus requerimientos tipográficos. Esto es, que conoz-can más sobre el desempeño, y cómo incluso a veces las deci-siones comunicacionales más efectivas pueden llegar a estar

entre las más convencionales.Más uso, más conocimiento:

“[…] si bien las convenciones bá-sicas de la tipografía se aprenden en la escuela, no ocurre lo mismo con los principios elementales del lenguaje visual, y la mayoría de quienes se enfrentan a la tarea de diseñar un póster o un folleto descubren que ni ellos mismos ni su ordenador son capaces de transmitir el mensaje tal y como pretendían” (Jury, 2007).

Esta observación es una opor-tunidad para los tipógrafos pro-fesionales, considerando las so-luciones desarrolladas para los tipógrafos de escritorio más como promesa, con requerimientos simples y centradas en facilitar las decisiones. En otras disciplinas como el diseño de información o la visualización de datos, las so-luciones parecen apuntar en la misma dirección: agregar mayor empatía a los datos, considerar diversos tipos de usuario para me-jorar la naturalidad del uso, con-formar una experiencia placen-tera, simple. También puede ser ingenuo pensar que los tipógrafos cotidianos o sus herramientas, aunque cada vez más sofisticadas, reemplazarán al juicio y manejo del diseñador. Aunque mientras sean los usuarios quienes sigan moldeando el medio cotidiano, lo importante será considerar la tipografía como una herramienta para la comunicación, con calidad visual y desempeño.

“Visual Taxonomy” de cinco siglos de tipografía elaborado por C. Dixon (2005), sobre las clasifica-ciones tipográficas en la historia, expone cómo la forma cambia por el soporte, cómo se ve supe-ditada al estilo, la técnica y prin-cipalmente al uso corriente. Este diagrama sugiere que, progresi-vamente, fuimos pasando del es-tilismo de las tipografías clásicas a las formas más sometidas a las exigencias del mercado, a las de los consumidores y a la tecnolo-gía: el píxel es un ejemplo.

Más pensamiento tipográfico basado en lo cotidiano lo extrae-mos de Tipografía del siglo XX, de L. Blackwell, obra que en menos de dos años tuvo que actualizarse con la fórmula de un remix (1999 y 2001) y que da cuenta de este fenómeno: cómo se desarrolla de manera acelerada la tipografía en nuestro tiempo, cómo se va-rían dramáticamente los estilos y se re-mezclan. También cómo las tecnologías de información la han convertido en un recurso potente y omnipresente, llevando a que se produzcan permanente-mente más fuentes tipográficas, generando una eclosión de esti-los, que ya traspasan largamente las opciones de clasificación. Es fundamental, entonces, entender más las implicancias culturales de la tipografía en cómo moldea la visualidad cotidiana, que enfo-carse sólo en abarcar sus estilos o tendencias.

Bibliografía

Jury, David. (2007). ¿Qué es la tipografía? Gustavo Gili.

Jardí, Enric. (2007). 22 consejos sobre tipografía (que algunos diseñadores jamás revelarán) + Veintidós cosas que nunca debes hacer con las letras (que algunos tipógrafos nunca te dirán). Actar.

Lupton, Ellen. (2006 ). Thinking with Type. Princeton.

pografía para su próximo proyecto.“… la generalización del acce-

so a la tecnología digital ha pro-vocado que el término ‘tipografía’ haya dejado de restringirse a la labor del tipógrafo y se emplee cada vez más para designar el trabajo de organización de un material escrito. Ahora, cualquie-ra puede ser tipógrafo”. Interpre-to este planteamiento de Jury (2007) vinculado superficialmen-te al ‘hacer’ y ‘enseñar’ diseño. Escucho a menudo (y creo firme-mente) que la tipografía debe ser una materia base para el apren-dizaje de la comunicación visual. Sin embargo, ello puede signifi-car que la tipografía se conside-re más como disciplina erudita, cuando en realidad la relación directa con el lenguaje escrito es en la práctica. Entonces, ¿qué significa llegar a un ámbito don-de quienes dialogan o aprenden contigo no diseñan finalmente, aunque toman decisiones visua-les sobre el material que editan?

Aprender de tipografía en otro espacio significa poner algunas de las bases de la disciplina en un plano más general, aunque muy concreto; plantearla de una forma que todos puedan enten-derla no sólo centrada en en-tender sobre las características formales de un tipógrafo o las diferencias del estilo ‘Garalde’, sino también en el desempeño: de dónde provienen las conven-ciones tipográficas, de qué forma

DNA

Es la comunicación visual en lo cotidiano, específicamente el uso de la tipografía, ya no sólo patrimonio de los diseñadores o tipógrafos.

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1 Ellen Lupton. Thinking with type

2 David Jury. ¿Qué es la tipografía?

3. Phil Baines & Andrew Haslam. Type & typography

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hacer con las letras

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