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EL ENSAYO: PENSAR/APROXIMAR

Resulta inútil definir y caracteri-zar al ensayo, descomponiéndolo porel tamiz del discurso académico opseudo-científico. Más que intento fa-llido, contraviene su naturaleza mis-ma imbuida en su discontinuidad, dis-persión y contingencia. Michel deMontaigne, más allá de su presuntapaternidad del género, nos hace unapertinente advertencia: "(...) Si yo hu-biese pretendido buscar el favor delmundo, me hubiera engalanado conprestadas hermosuras; pero no quierosino que se me vea en mi manera sen-cilla, natural y ordinaria, sin estudioni artificio, porque sólo me pinto a mímismo". Se descarta entonces la ilu-soria grandilocuencia de los temas yla vacua ampulosidad estilística. Lasubjetividad inmanente al ensayo ex-cede sobremanera los límites de lo in-telectual, lo apolíneo: Nos reconoce-mos precisamente en las contradiccio-nes y disgresiones de nuestra condi-ción, por lo que la disociación de lasvoces y los aullidos (de la legión quellevamos por dentro) es obscenamentecontranatura. Más adelante, Mon-taigne nos lo ratifica: "(...) Así, yo mis-mo soy el tema de mi libro, y no hayrazón, lector, para que emplees tusocios en materia tan frivola y vana".Del mismo modo Gottfried Benn apun-ta desde la morgue y la sala de partos:"(...) la poesía lírica no tiene otro temaque el poeta mismo". Por lo tanto, losgéneros literarios no son comparti-mientos estancos, más bien han esta-blecido vasos comunicantes entre sí,contundentes vínculos con la vida mis-ma. Convergen en la recreación ytransformación del entorno fundadasen el rescate de la capacidad de asom-bro, vía estrecha y ardua que conducea la revelación, ese estado de graciaque nos salva de la cruenta fuerzadepreciadora del tiempo.

Desdiciendo las conceptualiza-ciones genéricas que reducen todo alabsoluto, a la pontificación y a las sen-tencias definitivas, el ensayo es fun-damentalmente un ejercicio de la li-

bertad que trasciende incluso lo lite-rario. No nos vende una visión magis-tral de la realidad, mucho menos uncompendio de ideas bien tramadas yenhebradas. La duda y la contramar-cha son sus más caros instrumentos:Su sentido oblicuo y gnoseológico seimpone con creces al imperio del mé-todo. Theodor Adorno, al respecto, afir-ma: "Es inherente a la forma del ensa-yo su propia relativización: El ensayotiene que estructurarse como si pudie-ra suspenderse en cualquier momen-to. El ensayo piensa discontinuamen-te, como la realidad es discontinua y,encuentra su unidad a través de lasrupturas, no intentando taparlas". Deallí que el ensayo posee un tonoconversacional, dialógico y, si se quie-re, visceral. El ensayista abreva en loslamederos de sus emociones, de suinspiración, de los amores y las repul-siones; ello, a los efectos de hurgar enel barroco concierto de voces diso-nantes que importa al alma y que sele impone con sus sacudidas y estre-mecimientos. Nos dice Walter Ben-jamin: "No se detiene en la aparienciaque constituye la crítica, el "Krion", ladistinción del bien y del mal. ( El ensa-yo) traslada toda la potencia críticahacia el interior, desplaza la "Krisis'alcorazón del lenguaje". Se trata enton-ces de leer y escribir libros vivos, locual trae consigo una consideraciónsentida en torno a nuestras preocupa-ciones y obsesiones por el hombre y elmundo. El riesgo reside en las mismasvisceras. Lo que allí se halle, entre lasirregularidades y contradicciones delespíritu, será la gratificación, un pa-radójico estado de gracia. El ensayoasemeja a un cul de sac, un callejónsin salida aparente, pues edifica unlaberinto que no es más que nuestrocuerpo/templo: "perdí-me dentro demim/porque eu era labirinto" en eldecir del poeta Sá-Carneiro. extravia-do en uno de sus tantos intentos suici-das.

Otro poeta, Francis Ponge, con-trariaba a lectores y críticos despreve-

nidos planteando nuevos temas litera-rios, tal es el caso del asa de la taza.Se explota la naturaleza lúdica de lascosas: "Los objetos, paisajes, sucesosy la gente me dan gran placer. Me con-vencen completamente por la sencillarazón de que no tienen que conven-cerme. Su presencia, su concreta evi-dencia, su solidez, sus tres dimensio-nes, su apariencia palpable, de la queno cabe duda...; (esto no se inventa así mismo . pero se deja ver), su apa-riencia: "es hermoso porque no tengoque inventarlo"; son la única raisond'etre, más exactamente, mi pretex-to: y la variedad de las cosas es lo queen realidad me conforma. Esto es loque quiero decir: estoy compuesto desu variedad, la que me permitiría exis-tir aun en el silencio. Como si yo fue-ra el lugar en torno al cual existen.Pero en relación con sólo uno de ellos,con cada uno de ellos en particular, sisólo tomo en cuenta uno, desaparez-co, me aniquila". En otras palabras, sisomos una bolsa de agua en corres-pondencia con nuestro atribulado pla-neta, así mismo las múltiples muta-ciones de nuestro interior se reflejanen la literatura clásica, que segúnCanetti "abunda en metamorfosis". Elimperativo consiste en ser sus custo-dios, no el oprimido intelectual que lie-

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POEMAS

va de arriba a abajo pesados anaque-les repletos de libros muertos, a modode un fetiche erudito y necrofílico. Laangustia que provoca el poema-padre(Shakespeare, por ejemplo) o el ensa-yo- padre (Montaigne o Bacon), sólohalla la cura en la consolidación de unavoz propia, original e irrepetible.Benjamin propone escribir ensayosenlazando citas y pasajes de diversasfuentes, lo cual puede demostrar pa-radójicamente la originalidad del au-tor en el diseño del collage o ensam-blaje (recordemos su validez en lasartes plásticas: como referencias jus-tas y necesarias Andy Warhol y MarcelDuchamp). Ya Borges había tocado eltema en su magnífico "Fierre Menard",que al decir de Alejandro Rossi "es in-alcanzable, pero debería ser el diostutelar de los imitadores". Hay que serparricidas en el sentido metafórico deltérmino para enfrentar el oficioensayístico. Pues, de lo contrario, nosengullirían no sólo las influencias y lasllamadas "afinidades electivas", sinotambién el enmascararnos en el ruidoy la pirotecnia verbal.

Si bien el ensayo se caracterizapor su sentido de la totalidad (al con-trario de la especificidad de la críticaliteraria), no es su pretensión decirloy abarcarlo todo: es un diálogo abiertoy continuo en su discontinuidad. Estáreñido de manera irreconciliable conlas taxonomías y las utopías onanistasque estragan y pervierten la vida delos hombres. En "El laberinto de la so-ledad", texto ensayístico que acaba decumplir medio siglo, Octavio Paz apun-ta: "Es posible que lo que llamamospecado no sea sino la expresión míticade la conciencia de nosotros mismos,de nuestra soledad". Se nos impone eloprobioso fardo de los pecados venia-les y capitales, pero no se nos enseñala significación de amar al prójimo.Georges Perec. en un extraordinariolibro (¿o ready - made?) titulado "Pen-sar / Clasificar" <1985 >. exhibe con de-senfado su desencanto por las clasifi-caciones y las utopías: ~^Mi problema

José Carlos De Nóbrega

con las clasificaciones es que no sonduraderas; apenas pongo orden, dichoorden caduca.

"Como todo el mundo, supongo,tengo a veces un frenesí del ordena-miento, la abundancia de cosas paraordenar, la casi imposibilidad de dis-tribuirlas según criterios verdadera-mente satisfactorios, hacen que a ve-ces no termine nunca, que me confor-me con ordenamientos provisorios yprecarios, apenas más eficaces que laanarquía inicial". "(...) Todas las uto-pías son deprimentes porque no dejanlugar para el azar, la diferencia, lo di-verso. Todo está puesto en orden y elorden reina". El ensayo no da nuncapor concluida la discusión y la confron-tación: el diálogo es perpetuo, en oca-siones cíclico pero enriquecedor; tie-ne el poder de reexpresar cuadros abs-trusos con una conmovedora sencilleze inmediata contundencia. A contra-corriente de los vetustos y distan-ciadores manuales de literatura, pro-cura una aproximación en libertad alo que nos toca, preocupa, constituyey seduce. Ello, por supuesto, en elmaravilloso juego del lenguaje, quenos permite una mirada curiosa y dis-tinta de lo que nos involucra. Tal esnuestra complacencia y contentamien-to.

Sergio Quitral

PUERTAS

Morires una puertaen el mundo

todo su poder de destierrotodo lo que nos revelarían

más que uncielo e infierno

es la belleza aterradorade un espacio negro

perono hay que abrirlasson tan sensibles

cruzar la calleen el momento equivocadoen medio de cada respiro

asíde leve

el alientolas entreabre

EL MAR

Escuchando a los que duermenaún somos el mar

sus olas de abandonoen las bocas de todos

son frías y lejanas

al respirarde noche

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INSOMNE ROMANCE DEL BARDO

El movimiento, signo molesto de la realidad,respeta mi fantástico asilo; mas yo lo habréescalado con la muerte. Ella es una blancaBeatriz de pie sobre el creciente de la luna,visitará la mar de mis dolores. Bajo su hechizoreposaré eternamente y no lamentaré más laofendida belleza ni el imposible amo.

José Antonio Ramos Sucre

Salgo a escena inerme ante vocales y voca-blos con vaivenes rápidos circulares de fulgorparalelo con el pez vivo en la red y la interro-gación sin sentido.

Juan Sánchez Peláez

Toda la noche he tratado de atra-par esa palabra que llega y se disipapor los resquicios del insomnio. Tachola última frase, el desdén comienza aentumecer mi mano algo temblorosa,lívida, angustioso movimiento que vay viene en el curso de esta caligrafíaque me asfixia. La palabra llega y mirostro se transparenta en su cresta,me aletea, sacudo sus residuos, soplola huella que ha dejado en el papel man-chado. Otra vez el insomnio abre subocaza, se crispa y desgarra la fuerzade seguir combatiendo en esta nochedesbordada en el tintero, sumergida yahogada para siempre en el ansia depermanecer aprisionado entre frasesy espacios dolorosos. Espero esa pala-bra que rezuma la vida y sus contor-nos, debe ser alada y liviana, acendradade relativos que impidan su curso, suirradiación y magnetismo. Alguien hadicho que mutilar la lengua es atentarcontra la madre. No importa, ni ma-dre, ni mucho menos padre me hanasistido, sólo habito esta casa llena devoces, de seres hechizados sumergidosen la geometría dormida de los librosy de alguna mirada que observa esteir y venir por los laberintos del signo.

El insomnio viene como siem-pre sigiloso y comienza a remover loslinderos de este sitio, acecha, muevesu larga cola y viene hacia mí a unahora imprecisa. Esto me hace recor-dar a un poeta cercano que tambiénha escrito: Salgo a escena inerme en-

tre vocales y vocablos... Como él, es-toy ilógicamente desamparado, asedia-do por húmedas ondinas que tañen suslaúdes en la ferviente mañana paraprolongar mis tormentos. La frasepuede llegar en este preciso momen-to, siento el palpito de su cercanía enesta hoja que revela lo que soy y seré.Por lo visto hoy permanezco alejadode este lugar, no llega hasta mí el vien-to salobre de la península, ni el ladri-do de los perros, ni una voz amada quearrulle o amortaje esta oscuridad es-parcida en mi cuerpo acalambrado yfebril. Sólo aspiro esa palabra, encor-vado en la lentitud de una sinuosidadde signos, referentes de memorias,latidos de otros y en desgracias auna-das a las mías. Todo puede callarse ovociferar en este oficio, actoholocáustico ha dicho otro que esperael texto para recitarlo, descifrarlo,padecerlo. Otro y otros a quienes elinsomnio no les ha mordido la cerviz.

Poco a poco se verá que estánamenazadas mis facultades mentales.Nadie lo sabe hasta el momento. Envarias ocasiones me he burlado delama de llaves. Cuando ella presurosase acerca a traerme el té, simulo queleo o toco el violín mirando por la ven-tana la silente caída de la tarde. Cuan-do sale, cierro la puerta y converso conalguien que todavía no me revela sunombre ni sus facciones. Y no es lamuerte. Ella llega al jardín y me lanzadiminutas piedras de mar para queobserve sus cabriolas entre las matas.Menudo animal. Menuda mujer. No séqué es en realidad. Sólo siento su lle-gada por su penetrante olor a almizcleque entorpece mi oficio. Ahora nadamás deseo esa palabra, ágil, silenciosao desbocada pero palabra al fin paraque pose sus garras en este papel man-chado, tal vez tachado por alguien quese oculta en un borde de mi sombra.

Afuera todo puede padecer. Re-cuerdo el Manzanares, río turbulentositiado por los gritos de los ahogados.y a la iglesia Santa Inés a donde ibatodas las tardes a escuchar la respira-ción de los santos. Al lado de La Dolo-

rosa, angustiante virgen que trata desacarse la daga del pecho, están losquerubines saltando de un lado a otro,dando agudos chillidos que atormen-taban mis sentidos. Eso no lo he escri-to, nunca he podido hacerlo. Sólo mepersiguen esas figuras tatuadas a fue-go en las baldosas de la casa paterna.Soles, sirenas, eolos y todo un bestiarioatormentado anduvieron a mi ladocada vez que me acostaba en el suelopara mirar las manchas de lluvia deltecho. Parece mentira, pero arriba meiba sumergiendo en un aire tibio queme llevaba a volar muy alto. Sí. Ence-raba mis alas y salía por la ventana arecorrer los brillantes espacios de lapenínsula y desde allí divisaba la sali-na donde mi cuerpo se convertía enun rayo luminoso y espejeante.

Adentro está el padecimiento.El miedo a perder la razón nos con-vierte en seres huidizos y proscritos.Todo está detenido. Ninguna madrenos habla ya - ha dicho el poeta- sino Ila puta madre muerte! que come/umbelas umbrales I cerezos rojos en elpatio. No la muerte que husmea losaires de Altagracia de Orituco, ni deaquí. Tampoco la que salta el jardínpara lanzarme diminutas piedras demar. Es otra. Más sutil que trae ensus alas el insomnio y se esparce en laoscuridad rapaz y silenciosa, amorosay terrible de esta madriguera. Ayer, aeso de la medianoche, vino y me dijoque visitaba una selva acústica paradivertirse con el desvarío de la luz.Qué amante es ésta, me pregunto. Enesta caverna el aire bárbaro trae unrumor doliente de sirena. La putamadre muerte se va entre nubes im-petuosas a una mansión hermética. Séque el día menos pensado volverá,dama singular y gentil, a comunicar-me en una tarde de esmalte la confi-dencia prometida. Ya no basta recor-dar al poeta sentado en una piedra in-visible, rodeado de mar, en un diálogoimparcial con Elena. Con ella esperaapaciguar los trucos de la vejez , conun vaso de whisky brinda rememo-rando a Lucrecio, a Mutis, al hermosoloco César Moro que cabalga en un

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Rafael José Alfonzo

caballo remoto por los aires de París.Admito que siempre he escuchado loshimnos de vírgenes ignotas desde unbajel rutilante, mi amigo el poeta losabe, siempre hemos brindado, no enuna mansión bizantina, mucho menosen un palacio suntuoso protegido porhistéricos y aplomados cancerberos,sino allá, en una rústica taberna, olo-rosos a sudor, a eructos, manoseadospor mujeres que castran sus amantesal amanecer.

Esta noche, la palabra vuelve apicotear el bosque nostálgico del pa-pel, me dispongo a sus designios, a sussilencios. Dije una vez que la humani-dad era una reata de monos y que elbuen escritor es aquél que usa expre-siones insustituibles. Lo dije, sí, perome cuesta precisar el día, esa fechainmemorable. No sé en qué momentoun amigo de borroso aspecto publicóestos aforismos bajo un rótulo gélidoy disperso. Por ahora trataré de atra-par la palabra que aspiro y así recupe-rar el tiempo y el espacio perdidos, laescucharé con vehemente interés comoesos sollozos que vienen a través delsueño ligero y variable. En este mo-mento, el papel está sepultado en cre-cientes y dolorosas tachaduras, atizala duermevela, él y yo sudamos, gol-pea las puertas de mi exilio y los re-cuerdos que son lobos que andan porel zaguán de una casa incierta. Sí, esamansión está instalada en los bordesde una infancia alejada de los ruidossolares, donde un clérigo es tentadopor párvulas y alucinadas vírgenesvenidas de la creciente luna. Esa pala-bra, ansiada libertad, cuerpo deseadodel fantástico reposo toca el umbral deesta ventana que descubre el cielo su-blime. Allí, con ella, también llega laluz y engrandece los fantasmas queandan silenciosos en los ángulos se-cretos de la sala. Esa palabra no borrasus huellas, prefigura sus pasos, des-de aquí escucho los ecos, la plácidamirada de los que se deslizan envuel-tos en sus murmuraciones por losmárgenes del papel. Jerónimo. José yTrina, postergada familia, desplazansus sombras en esta caligrafía persis-

tente y dolorosa. Otra vez el insomniosaca sus garras y va despedazando consu pico voraz esta noche estéril. Sóloel sopor engrandece, bajo la fascina-ción de un dragón comienzo a cavilarantes de la inesperada mañana. Québardo puedo ser si casi no recuerdonada, ninguna historia que no esté enlas figuras arabescas de mis libros.Solamente persiste en mi disipadamemoria una plaza desierta, un árboldoblado por la fiereza de un rayo y elrostro de una dama que me estuvo vi-gilando todo el tiempo mientras leíaun texto homérico en un banco incle-mente y derruido como la pesadez dela mañana. Recuerdo que me seduje-ron sus ojos negros y la extraña blan-cura de la tez. Se mostró indolentecuando quise hablarle, no respondió amis preguntas y al tocarla fue desapa-reciendo poco a poco entre los saucesque le servían de quebrado escenario.Muchas veces esta escena se repite enla extensión abrupta de mis sueños.Siempre llega ella y suprime con ungesto los relámpagos, intentodisuadirla de la huida y al tocarla de-saparece ante el gorjeo insistente deun pájaro invisible.

Ahora sólo pido el amparo de esapalabra que fluye en la punta de milengua, deseado cuerpo y red silencio-sa y entretejida de ecos. La suspiro,mucho más que la fuga hipnótica del

veneno, río volcánico, ebullición de lossentidos, vida y muerte a la vez. Noimporta, en este instante, que la no-che rasgue mi mesa de cedro y caigapara siempre en el tintero en dondese han ahogado los recuerdos. Ahorael papel flota, zigzagueante, ondulan-te a ratos ante una mano imaginariaque lo escribe, tacha, anula. Aspiro elsacrificio de esta caligrafía sepia, casiborrosa y quebradiza que mantiene micuerpo macerado en la intemperie deltiempo. Bajo la oscuridad de las mira-das de Milton y Hornero dije una vezque la gramática sirve para justificarlas sinrazones del lenguaje y que loúnico decente que podemos hacer conla historia, incluyendo a la mía, es fal-sificarla. El poeta, desde el zaguán desu casa en Altagracia, ha presentidolo mismo cuando vio una mañana a suhermano Abel sacudir los espantapá-jaros y a Elena huir en un corcel demar hacia una fábula insomne. Asíhemos permanecido en un diálogo si-lencioso desde el eterno umbral de lossignos. Y hoy, inhóspito frente a la vozque fluye de un césped de pájaros, meinclino sobre las cenizas del tiempoperdido y trato de atrapar al fin esapalabra que llega y se disipa por losresquicios del insomnio. Tacho la últi-ma frase y prosigo en el desdén de otramano temblorosa, glacial y frágil que,poco a poco, comienza a encender lám-paras en la penumbra de mi sueño...

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LAS LANZAS COLORADAS: LA TRAMA MISTO

Convencionalmente Las lanzascoloradas de Arturo Uslar Pietri, hasido referida por el mundo de la críti-ca a partir del "endoso" histórico pre-sente en la realidad textual y su con-notación en las fronteras de la ahistoriay el surgimiento de un antihéroe a ma-nera de elemento corruptor ycuestionador del relato histórico.Nuestro enfoque deja la referencia-lidad histórica (real y textual) y se con-centra en un elemento fundamentaldentro del texto: el amor o la ausenciade éste o su sustitución por evocacio-nes tránsfugas que contribuyen a crearel clima de ficción en la novela

La ausencia del "amor ético" yla presencia de un "amor apocalíptico"representan un novedoso planteamien-to que va desde la más desgarradoraorfandad (ausencia absoluta del padre)hasta la venganza en "cuerpo ajeno"(violación de Inés) encarnando unaespecie de "maldición hereditaria" quelleva a la condenación eterna sin dis-tingo ni excepciones. En silente ma-nifestación andrógina, la novela semueve tras la metáfora del cuerpo:amos que son esclavos, esclavos quealientan posiciones de amo, mujeresque asumen la venganza, hombres queaceptan la sumisión y el sacrificio anteel cruento avance de la guerra. Nove-la de sombras, donde los cuerpos semueven como espectros ante el pasoavasallante de Presentación Campos.Encuentro corporal que genera un diá-logo inconcluso atrapado entre la re-tórica de la historia y la imaginaciónpersuasiva que diluye y desgarra. Todoconstituye un juego de "noche y som-bras" para anticipar lo que vendrá: elsilencio interpretado como las sombrasque se ciernen sobre la familia Fonta,el mutismo de los blancos frente alarrebato del esclavo en su ejercicio deamo, la oquedad del silencio que origi-

na toda la narración y, por efecto, larealidad textual.

La estirpe de los Fonta, produc-to del juego y el azar, está signada poruna ascendencia titubeante y produc-to del "pecado" y el consiguiente ale-jamiento de Dios. La madre de losFonta (inicio de la descendencia) notiene nombre, además es una especiede masa amorfa, informe, donde elhombre deja su sello personal y mar-ca de la "hombría". Existe una absolu-ta ausencia de rasgos femeninos y sen-suales. Pareciera que la mujer cargasobre sus hombros el peso de una cul-pa heredable que se fortifica y acre-cienta en las figuras de Fernando eInés. La identidad femenina se encuen-tra extraviada entre los rezos y lasmiradas furtivas de los esclavos. Estaparticular consideración inclina unaaproximación de análisis sobre la "de-finición" de Fernando Fonta; él no he-reda el carácter fuerte y virulento dela estirpe, más bien, la sumisión y de-bilidad de las mujeres, vive profunda-mente ocupado en sus temores parapensar en el amor o sentir atracciónpor lo femenino, su fragilidad lohomologa a su hermana con quien lle-ga a constituirse en un solo ser, serespara la debilidad y el sufrimiento, elsacrificio y la venganza, aun con rolesinvertidos: Fernando para inmolarseen medio de la guerra sin levantararma alguna e Inés desandando enbusca de venganza; tras la sangre quelave la inquina histórica y ahistóricaque pesa sobre su familia y forma par-te del "argumento base" dentro de lahistoria textual. Lo atipíco signa Laslanzas coloradas, entre la virulencia dela guerra y la evolución de una estirpedesalmada surge la debilidad, la depo-sición de las armas y la calma de laavaricia por la inclinación a la sensibi-lidad y los asuntos del alma: 'Fue un

niño débil, enfermizo, sensible. Sólocon su hermana Inés, tan frágil comoél, pasó sus primeros tiempos en "ElAltar". Esta imagen de unidad gana ma-yor catadura y envergadura al produ-cirse la violación de Inés, que es la vio-lación de Fernando Fonta y de toda suestirpe representada en el cuerpo desu hermana que es el mismo suyo, tra-ducido en los rasgos de debilidad y sen-sibilidad.

Toda la novela está "montada"en las "tentaciones modernas de Sata-nás", en la disyunción entre lo sagra-do y lo profano, un intento por "lavar"el pecado original: "Fueron una castapintoresca, orgulloso, mórbida. En elfondo de sus espíritus se revolvían lasherencias contrarias; los abuelos he-roicos mezclados con los malos hom-bres, los religiosos con los locos, losque acometían grandes empresas jun-to con los borrachos y ladrones".

Fernando e Inés son hijos sinpaternidad, excluidos del amor filial,alejados de la protección paternal. "Hi-jos de la Malinche", abandonados pordios y los hombres. "Supadre, don San-tiago, fue un hombre sin ternura, vio-lento, aislado. La madre se pasaba todoel día en el oratorio, rezando con unmaniático fervor". Subyacente a lahistoria textual, transcurre la presen-cia religiosa a manera de antídoto paraconjurar el destino de los Fonta, irre-mediable hacia un abismo y condena-ción en un escenario donde se mue-ven como espectros en medio de losesclavos, fortaleciéndose la tesis: quea pesar de ser blancos son esclavos deuna estirpe condenada y presagiada porlos cataclismos de la vida y los arreba-tos de la historia, una historia de par-ticularidades contrarias a la historiade los vencedores y el paso firme dellinaje europeo en tierras americanas.

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:A ENTRE EL AMOR APOCALÍPTICO

Una esclavitud que no proviene delcolor de la piel sino por el "presidio"del alma.

El amor no existe, sólo el coito.Se sigue la tradición de violar que serompe con Fernando, quien recibe laviolación directa o indirectamente simantenemos la teoría de la fusión decuerpos como elemento catalizador dela realidad textual envuelta en una tra-ma histórica que transgrede el "ordencausal histórico". A los varones de lafamilia Fonta los "dominaba el maldominio de la carne". Esta usanza seinterrumpe con Fernando Fonta, cuer-po ausente de deseo y repleto de te-mores, donde la presencia del cuerpofemenino está representada no por eldeseo sino la estampa del sufrimientoy el recuerdo de su madre vestida deDolorosa en el intento por conjurar elpecado del padre al acostarse con lasnegras.

El cuerpo representa la eviden-cia pecaminosa del alma. Mientras se

recurre a los rezos como lavatorio yexpurgación de culpas, ocurre una vio-lación no sólo del cuerpo del esclavo,sino del cuerpo social, el cuerpo reli-gioso y su salvaguarda de la fidelidady castidad. La religión o los ritos reli-giosos los convierten en fantoches, pri-mordialmente a ellas, las blancas, ob-jeto del sufrimiento y no del deseo, eldeseo y la satisfacción carnal está ha-cia las negras y demarca el insalvableobstáculo que existe entre el poder di-vino y la tentación de la carne. Abun-da entonces, una carencia de amor: di-vino, paternal, maternal. Se cumpleese conjuro inicial de "noche negra",reina de las tinieblas, remitiendo a una"versión" del enfrentamiento de la luzy las sombras. A Fernando e Inés: "Seles vestía siempre de negro. En mediode la naturaleza vital y fecunda, entrelos siervos bestiales, junto a su padreinaccesible, solos, de luto, hacían unfuerte contraste". Escuchan historiasde negros, la madre sustituía es unanegra que cuenta desde la perspectivacontraria a los blancos, cuenta desdela visión de los negros y ello contribu-ye a un acercamiento más íntimo conuna raza que no es la suya y lo quepuede ser interpretado como un con-flicto de "identidades" que implica unlaberinto. "Apenas si comenzó a acom-pañarlos entonces una esclava vieja,que fue su madre, los llevaba de pa-seo, les enseñaba oraciones, les con-taba las historias de la familia y algu-nos cuentos llenos de imaginación pa-vorosa de los negros". De alguna ma-nera se establece una especie de ta-tuaje en ellos, su cuerpo se hace mes-tizo, usurpando su condición naturalde blancos, aun más, su cuerpo se hacenegro, al ser criados por negros frenteal olvido de los blancos. Esta ausenciade la figura femenina e insistencia fi-gurada sobre la orfandad derrumba latraslación de sentido hacia la "madre

patria" como notación femenina; noexiste tal figura de la madre sino deun "cuerpo femenino" apetecido por eldeseo y circundado por los rezos.

Una novela de los "cuerpos" odel "cuerpo" se mueve entre los ex-tremos "Blanco y Negro", el cuerpo dela Iglesia es un cuerpo podrido perorespetado, quizás por el temor a la con-denación y el cierre definitivo de la sal-vación. El cuerpo femenino negro esapetecido y condenado en la paradojade la inocencia y la esclavitud, la su-misión y la redención a través de laimposición del poder. El cuerpo negroes profanado por el cuerpo blanco quecree en la redención a través de la Igle-sia, pero nunca llegará a ella. Dos cuer-pos se oponen y mutilan durante el de-sarrollo de la novela; en principio elcuerpo blanco mutila al negro; con Pre-sentación Campos, el cuerpo negro sereivindica al poseer el cuerpo blanco,puro e inocente de una fiel creyentede Dios y su santo oficio.

La inclinación de Fonta hacia laespiritualidad, lo aleja del "extremo mi-litar" excluyéndolo de la fortaleza y lagarantía de supervivencia. El gozo quelo llena es ambiguo, casi carnal, quelo acerca a lo espiritual del hombre,mas no a Dios. Fernando, a través dela "conversión" súbita, los afanes depenitencia y deseos de redención, seacerca profundamente a su hermanaInés, son carne que se confunde en losrezos, es la masculinidad que claudicafrente a la atracción de lo espiritual yel ejercicio de la penitencia como ca-mino a alcanzar la senda de los márti-res y así lavar el pecado que pesa so-bre la carne y el espíritu. Espirituali-dad que en medio de aquella sociedades sinónimo de alegoría femenina.

El ímpetu natural de un "hom-

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Y LA CONDENACIÓN ETERNA

Luis Javier Hernández

bre" dispuesto a su participación en larevolución independentista, en Fonta,adquiere rasgos de candidez y ternu-ra, trasplantando el sentido revolucio-nario a una "visión femenina"; paralos demás, la bandera traída por Mi-randa resume la osadía, refleja el va-lor y comporta toda una manifestaciónideológica. En cambio para Fonta, "Re-cordaba un poco los arco iris que lle-nan el cielo. La veía y empezaba a sen-tirla con ternura. Casi hubiera queri-do adorarla como se adora una reli-quia. En aquellos tres colores, mal pin-tados sobre un pedazo de papel, esta-ba la patria".

Los "hombres" van a la guerra;los "andróginos" se quedan para pre-servar el "hilo discursivo". La guerraes una "tentación"; ebriedad que sedu-ce; presencia femenina que embriaga,exalta los valores individuales en laebriedad de la vida y la conspiraciónde la "masculinidad." "Los hombresque nunca habían vertido sangre sen-tían la violencia de aquella primera ydurable ebriedad. Un espíritu indivi-dual, indisciplinado y cruel se desper-taba en las almas". El "incorporarse" ala guerra es una "fusión de cuerpos",un acto carnal, profundamente eróti-co en el placer frente al peligro o elplacer, a través de la presencia del pe-ligro.

Lo apocalíptico se cierne irreme-diablemente; se construye otra histo-ria, no desde la trama histórica, sinodesde la "acusación" del alma. Fontaes la especie de un "ángel caído" quelucha contra su condena devenida deun "pecado original" e histórico come-tido por sus ancestros a su llegada aestas "tierras de gracia". Fonta se de-bate entre los aforismos del pecado ylas ansias de redención. Redención quenunca llega al no concretarse el con-

vencimiento hacia un Dios y lo lleva aconvertirse en un "ángel caído", máscerca de los demonios que de la reden-ción divina.

Fernando nunca asume su pa-pel de "hombre de brega", siempremira/escucha desde la pasión del almaque le carcome el cuerpo en libidinosassensaciones. El dolor no llega a tala-drar su "carne" como a los hombresque se juntan/dispersan en la guerra.Está muy lejos de sentir el martirio,recuérdese la flagelación frustrada queno llega a producirse. Es una especiede éxtasis anhelado pero nunca con-sumado como las más profundas ten-taciones del deseo y la carne que so-brepasan el alma. En este sentido, elalma conduce a la escisión, en el almano se puede alcanzar la calma y armo-nía pretendidas. Aun más, para el prin-

cipio cristiano, el alma constituye uncuerpo más: "La unidad del alma y elcuerpo es tan profunda que se debe con-siderar el alma como "forma" del cuer-po" (cf Ce. De Vienne, año 1312, DS902). De hecho, Fonta intenta encon-trar esa unidad, esa integración quele permita la realización. Alma y cuer-po se encuentran escindidos en Fonta;el alma sueña con la incorporación re-volucionaria, el cuerpo se resiste a todosacrificio. En un escenario cruento dela guerra, las almas son excluidascomo cuerpo y se impone el cuerpo ma-terial, la materia que demuele y edifi-ca. Aun cuando la novela se narra des-de un "cuerpo espiritual", es una vozdel "alma" la que conduce hacia la con-sumación del Apocalipsis y lo irreme-diable dentro de la condenación eter-na como epílogo de una estirpe forma-da en el pecado.

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Nanacinder (1954 - 1962)

La Colonia Psiquiátrica deBárbula es anterior a la Universidadde Carabobo, aunque hoy se confun-dan sus espacios. Fue fundada en 1951,en los terrenos que pertenecían a laHacienda de Bárbula, la cual fue visi-tada en 1813 por Alejandro deHumboldt, y donde describió el curio-so árbol de la leche o "palo de la vaca";ejemplares de esta especie vegetal to-davía se observan en la zona. No seconservan ruinas de la hacienda y al-gunos pabellones del Psiquiátrico sonhoy aulas de clases de la Facultad deCiencias de la Salud de la Universidadde Carabobo, otros funcionan como de-pendencias de Insalud (la Colonia setransformó en Hospital Psiquiátricopara agudos); el Teatro cambió de nom-bre y pocos se acuerdan de la revistaNanacinder, de la que se editaron porlo menos 24 números, entre 1954 y1962, hasta ser clausurada por el en-tonces director de la institución.

Es de Nanacinder, de la histo-ria de esta revista, de lo que quere-mos hablar, de sus etapas (en 8 años),del génesis y de su final. De la valora-ción literaria de sus textos y de su im-portancia cultural, importancia que noradica solamente en ser la primerarevista literaria editada en la zona. Allíen Bárbula (Naguanagua, EstadoCarabobo) todavía circulan Zona Tó-rrida, La Tuna de Oro, y la RevistaPoesía, por hablar de las de mayor con-tinuidad. Si la comunidad universita-ria ha rescatado como emblema al"arco" de la Colonia Psiquiátrica, "be-llo arco" leemos en Nanacinder, biense podría recordar y reeditar totalmen-te o en parte, a ese antecesor de lasrevistas literarias carabobeñas de estasegunda mitad del siglo que concluye.

acinder, en su primernúmero re; :dnder vocero dela Colonia Psiquiátrica de Bárbula" yaparece como su director P. LópezMarín: el redactor jefe era Antonio R.Rangel y como reda oarecíanen el primer número Re - L Abreu

D. y A. H. P. Estamos en Abril de 1954.El Editorial lo firma R. L. Araujo, jefede servicio médico (el director de larevista y sus redactores eran pacien-tes psiquiátricos, aunque no se indi-que).

En el Editorial de su primernúmero se ve que la revista va sobrela marcha, paralelamente, a la amplia-ción del hospital. El hospital psiquiá-trico en aquel entonces respondía acierto ideal nacionalista: "El conjuntoes heterogéneo: por una parte de as-pecto rural con zonas de agro para sulaboreo y de otra más bien urbano, consus talleres de trabajo artesanal, ade-más tenemos teatro, sala de fiestas,iglesia y campo de deportes. Todo dis-tribuido armoniosamente para queaquéllos a quienes se destina: los en-fermos, encuentren albergue, solaz yocupación útil y que sirva de modelo yenseñanza a otras instituciones que serepitan en Venezuela". Esta primeraetapa de Nanacinder será la de "Vo-cero-escrito" de pacientes, médicos, en-fermeras y empleados. Nos enterare-mos de la vida cotidiana de la colonia,los chistes sobre el personal, etc. " Esla respiración de la colonia", anotabaen su segundo número RicardoAlvarez, el jefe de la Dirección Nacio-nal de Higiene Mental. Nos explica ensu editorial la concepción de la revis-ta: "En cuanto a la redacción y al con-tenido de Nanacinder son la sencillezmisma, sin los afanes, vanidades y fal-sas poses de la humanidad que bulleafuera", ubicando la revista, como ha-cía Araujo con la colonia, en un espa-cio distinto al de la sociedad en gene-ral: "afuera los hombres usan másca-ras para esconder su intimidad".

Este doble espacio, que previoAlvarez, se ahondará modificando amediano plazo la publicación, pero esoes otra historia. Ahora nos interesaexponer los orígenes de la revista, quecomo anunciaba: "Nanacinder reúnesin discriminación ninguna, los traba-jos de todos sus amigos: pacientes, em-

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pleados, médicos, etc." El Espacio dis-tinto, el de la enfermedad mental, seirá agrandando. Al principio sólo eranrefranes como: "En la pieza de los en-fermos, los médicos son reyes", o chis-tes: "Cambio cama N° 13 del pabellón3, por habitación del hotel Tamanacoo sucedáneo". Crucigramas, caricatu-ras de personajes de la colonia comoel Giuseppe que atiende la cantina, uotras historias de la vida cotidiana enBárbula.

Importa desde ya aclarar el ori-gen de este curioso nombre, el cualfue escogido entre otros posibles como:La Linterna Mágica, El Lagarto enBárbula, El Aguamieloro, Luz en laPenumbra, Laberinto, El Barbuleño,Mente Clara, La Muñeca Negra, Maremagnum, La Ciudad de la Luz, Cien-cia y Corazón, Oriente, Poniente, Oca-so, Democrático, Diluvio, Periódico delInfierno, Pierrot, El Quijote, El Voce-ro de la Luz, Nanacinder...

El nombre fue propuesto por unpaciente. Se escogió entre numerosossignificantes. ¿Pero cuál es su signifi-cado? Para el Dr. Araujo, es un medi-camento, para el Dr. López Viedma esuna razón social, para el Dr.Betancourt es un familiar cercano,para el Dr. Solanes significa una frutatropical o una vitamina. Para el pa-ciente A. Rangel es un amanecer, unzig zag para Palacios. Una mujer indí-gena para Calvetti, nombre de un bar-co, un volcán, aguardiente, un capri-cho ilógico, un país fantástico donderealidad y fantasía se funden, una en-fermedad, expresión artística, paraotros pacientes. Un solo significantepara múltiples significados. Nada com-pendia mejor la filosofía de esta revis-ta literaria.

En esta primera etapa, la revis-ta será un vocero de la Colonia Psi-quiátrica. José Solanes (entre los mé-dicos) será de los que se toman la pu-blicación más en serio, y por supues-to, entre los pacientes su director López

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Revista literaria: Una Fruta Tropical

Pedro Téllez

Marín. Allí Solanes publica sus prime-ros ensayos en el país. A través de larevista podemos observar la evoluciónde la poesía de López Marín, hastaaproximarse al surrealismo. RafaelBetancourt escribirá un editorialantiperezjimenista "entre líneas". Unode los números trae como anexo unsuplemento sobre la necesidad y la di-ficultad de la laborterapia de Solanes.El N° 7 es un número necrológico, so-bre el primer director GonzálezPuccini, con poemas de Mayer, JohnDonne y M.A. sobre la muerte. En elN° 9. A. Rangel escribe sobre BaltarsarGracián. Y en el mismo número se elo-gia a una enfermera que recorrió a pielos 12 Kilómetros que separaban a lacolonia de Valencia, por no haber au-tobús. Es el Nanacinder como vocero.

La segunda etapa de la revistaestá signada por la laborterapia. Nose especificarán los redactores, ni apa-recerá un director explícito, aunquecontinúe López Marín. Las portadasse ilustran con grabados de artistas dela Colonia Psiquiátrica, aunque toda-vía no funcionaba el taller de artepsicopatológico que arrancaría en 1968.En Bárbula, el pionero de la la-borterapia sería José Solanes, él ex-ponía el ambiente al que debía respon-der el periódico: "En una colonia psi-quiátrica debe respirarse un aire que,como el de los sanatorios antituber-culosos, sea ya curativo, claro está que,al hablar aquí de aire hacemos unacomparación: se trata de atmósfera psi-cológica y en una palabra de ambien-te. El ambiente que se respira en unacolonia es decisivo". El periódico es larespiración de la colonia, el periódicose incluye en dicho ambiente. El tra-bajo de la edición (en multígrafo), losgrabados, la correción de textos o lacompaginación de las hojas para elengrapado, todas actividades manua-les que se combinan con las "intelec-tuales" propias de la creación del tex-to y su dibujo. Si el equipo de la revis-

ta desaparece de las portadas, sus nom-bres reaparecen firmando las colabo-raciones. Se publican cuentos y poe-mas, los grabados sustituyen a las ca-ricaturas y los entretenimientos dellector; se trata de entretener al "es-critor" o hacedor de la revista, por de-cirlo de algún modo. En esta nuevaépoca de la revista, lo inmediato cedepaso a las temporadas: navidad, sema-na santa, carnaval. Se entrevista a loscreadores en plena faena, como al gra-bador Aurelio (N° 15). Aparecen losmonólogos de Antonia y la voz de unloco: "aunque tenga que fundar un pe-riódico", y este periódico que solicita-ba el paciente será el Nanacinder ensu tercera etapa.

Decía el Dr. Solanes en unacharla a los laborterapeutas -transcritaen la revista-: "Por poco que se hayavivido en un establecimiento psiquiá-trico, se sabe que, más que la agita-ción o la peligrosidad, lo que caracte-riza la conducta del enfermo es el ais-lamiento. Proponiéndole que se aso-cie a una labor, se le da al aislado laocasión de salir de su ensimismamien-to, de integrarse en un grupo". Si enun inicio, la revista como vocero, o larevista como labor de un grupo, cum-plió parte de esa función terapéutica,la necesidad de comunicarse (de expre-sarse) condujo a una salida artística,que denominaremos "colectivamente"el Nanacinder literario.

En los cuentos, poemas y testi-monios del Nanacinder literario, susautores -los pacientes- retratan su ais-lamiento, comunican su incomunica-ción, su ensimismamiento. Hacen na-rrativa y poesía de su situación espe-cial, de su forma peculiar de ser en elmundo. Se trata de una laborterapia"intelectual" y no manual. El espacioutópico de la medicina de los 50" diopaso a un espacio privado, muy priva-do, de vivencia de la enfermedadun borrador, de la presentación de ana

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antología futura de la revista, añosdespués de esa experiencia editorial,pedía el Dr. Solanes que: "Sepamos des-cubrir sencillez en lo inusitado y sepa-mos buscar placer no en la solución deacertijos, sino en la mera comunica-ción de lo humano". El texto que moti-vó el colapso de la revista, pues fuecensurada por las autoridades sanita-rias, se titulaba "Luz, cenizas y espu-ma", el cual merece estar presente encualquier antología del cuento vene-zolano. Del autor sólo conocemos unasiniciales, pero su narrativa semejabapeligrosamente a una historia clínica.El Director de Bárbula, el Dr. LuisErasmo Maldonado, no entendió quela sencillez y la naturalidad de éste yotros textos de la revista, sólo podíanromper el aislamiento del autor a tra-vés de la exposición de su enfermedad.Y esa contradicción del discurso artís-tico de estos poetas y ensayistas, conel discurso clínico tradicional, fue loque determinó la clausura de la revis-ta Nanacinder y el silencio posteriorque hasta nosotros llega.

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NANACINDER: ANTOLOGÍA MÍNIMA

NANACINDER

Las palabras viven cautivas desu significado en los diccionarios enque se hallan aparcadas. PeroNanacinder fue un vocablo cimarrón.Lejos de todo redil académico, por untiempo pudo estar escribiéndose (¿o ga-lopando?) sin arnés que le impusierasentido ni jinete que le diera dirección.Nanacinder fue una palabra libre. Sepensó que con una palabra libre sepodría hacer un periódico libre. Consu nombre, inventado por un demen-te, se bautizó una revista que publica-ron los pacientes de la Colonia Psiquiá-trica de Bárbula. Acogía también lapublicación, no sabemos si por com-promiso, textos de enfermeros y has-ta de médicos. Uno de éstos, el Dr. Ri-cardo Alvarez, quien era entonces elJefe de la División de Higiene Mentaldel Ministerio de Sanidad, pudo asíescribir en el N9 2 (1.5.1954) queNanacinder le parecía ser "la respira-ción misma de la Colonia". "No deten-gáis este periódico", escribía, "dejadlomarchar a donde quiera; tiene vidapropia y habla su propio lenguaje".

Unos años después, sin embar-go, Nanacinder vino a detenerse. Aser detenido. ¿Fue ello debido a queno todos los sucesores que en su altositial tuvo el Dr. Alvarez pensaroncómo él? ¿A que sus redactores y ami-gos encontraron que era más fácil obe-decer órdenes contrarias que inspirarlas favorables? Víctima de la suscepti-bilidad de unos y de la amarga pasivi-dad de los otros, Nanacinder sucum-bió en la tormenta burocrática levan-tada por uno de sus artículos. Se quisodarle nueva vida, pero Nanacinderresultó ser cadáver tan difícil de ente-rrar como de resucitar. No se publica-ron nuevos números, mas los ya pu-blicados siguieran suscitando interés,fueron objeto de búsqueda y encontra-ron nuevos lectores. Gracias a la ini-ciativa de la Dirección de Cultura de

nuestra universidad, la lectura deNanacinder puede ahora dejar de serconfidencial. Se han reunido en estepequeño volumen algunos de los tex-tos que más solicitados fueron, en losaños de silencio, por los que recorda-ron su voz. No es de extrañar que en-tre los más pedidos figurara el artícu-lo que motivó el colapso de la revista:Luz, cenizas y espuma. Se reimprimenahora fragmentos de él, y el lector po-drá encontrarlos en la página. Hay queleerlos como deben ser leídos todos losotros. Con mirada ni suspicaz ni técni-ca. Decía todavía el Dr. Alvarez en suartículo que la vida de la Colonia no seexpresaba sino que se vertía "con todanaturalidad" en las páginas deNanacinder. Invitaba así a contemplarhumana y poéticamente lo allí presen-tado más bien que a analizarlo sabia einquisitivamente. Sepamos descubrirsencillez en lo inusitado y sepamosbuscar placer no en la solución de acer-tijos, sino en la mera comunicación delo humano.

Dr. José Solanes

LACOLONITA

A la Colonita de Anare,donde sopla brisa suavehe venido yo a cantarcon mi guitarra del almaa orillas de este palmar.

Yo vivo en este palmar,donde goza mi corazóny tengo tanta expansióncomo las olas del mar,como las brisas del mar.

Aquí vivo yo contentay plena de poesíalas montañas que el sol dora,y la bella luz del día,cuando se asoma la aurora.

Una fuente cristalinadonde me voy a bañary alegres golondrinas,que gorjean en el palmararmonizan mi cantar...

No tengo que trabajar,vivo al colmo de mi deseo,y canto, como y paseopor las riberas del ríoy por las playas del mar.

Mi vida en estas riberas,se desliza suavementecon mis cultas enfermerasy un médico inteligenteque me inspira este cantar.

A la Colonia de Anaredonde sopla brisa suavehe venido yo a cantarcon mi guitarra del almaa orillas de este palmar.

Dolores Gómez Ch.

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COLECCIÓN DE TEXTOS EN PROSA Y

EL MONÓLOGO DEMARÍA ANTONIA

El que quiera vivir feliz que seopere el corazón así como lo hice yo,testigos en los Estados Unidos. Orien-te soy. Queremos un padre de 15 años,para que vea por los viejos ancianos,ángeles ancianos.

Es decir, quiero mi casa para vi-vir, con una compañera y un papá delsuelo porque el del cielo está viendopor todos. Adiós mis padres y todos lostrabajadores auxiliados a la mano y ala planta de pie, donde estamos para-dos de nuestro Señor.

Todos nos hemos quejado, todosnos hallamos ciegos, porque estamosen el lugar que no hay corazón.

Los claveles están naciendo enlos jardines de Bárbula y las rosasarrastradas no las quieren recoger. Yome le quejo a Caracas, la Capital, pormás que el Gobierno cambie. Se aca-ban las carreras de toros. No se puedeganar dinero disponiendo de las vidas.El toro es para comer y al que mata altoro pregunto para quién es sino paralos gusanos, para alimento de la tie-rra, que ella no nos da de comer.

Mi cárcel fue el sufrimiento y enla cárcel estoy contenta, distraída delos cariños y apartados los sentimien-tos. Esto lo he hecho yo hoy cumplien-do con nuestro Señor a quien se le dael corazón.

Las palabras evocadas son denuestro Señor en el pensamiento.Existen malos pensamientos.

María Antonia

LA LOCURA

La locura es un problema muycomplejo que se necesita de mucho es-tudio de análisis y de observacionespara decir si una persona está loca; esuna enfermedad muy difícil de deter-minar.

Yo voy a dar mi concepto muypersonal acerca de ella, para mí, unloco o una loca es aquella persona quevive para los demás y no para ella, esdecir, depende de los demás, no es res-ponsable de sí mismo, no responde desus actos y no se da cuenta de la vida ysus problemas. Es una enfermedad fá-cil de curar poniendo bastante interésen ella, utilizando remedios y ponien-do a la persona a preocuparse en algo;se está estudiando otras cosas para cu-rar la locura que son los estudiosPsicoterápicos, es decir, mediante laconversación utilizando procesos clíni-cos o psicológicos, estos procedimien-tos si con el tiempo tienen resultados,es un paso muy grande que se ha dado,ya que el elemento se cura sin com-plejos y otra serie de cosas, cosas queel elemento curado tiene que lucharpara vencer dichos actos que puedenser perjudiciales, ya que el cerebro tie-ne que hacer un doble esfuerzo.

La locura también tiene otrasdefiniciones como pueden ser las si-guientes: de acuerdo a la manera decomportarse que es la más frecuenteya que el elemento se comporta muydiferente a la vida normal pero estadefinición a veces ha traído confusióny se ha tildado a muchas personas delocas, siendo completamente normalcomo son los sabios, como le pasó aCervantes, ya que siempre que habla-ba era de locos, esto afirma más el con-cepto de que la locura es una enfer-medad muy compleja.

Por 1_M.

MADRE

Te quiero,te adoro,te amo,te imploro,cocido,pan y jamóny de postreun melón;cuatro botellasde pepsicola,una bicicletay una trompeta,un trombón,un saxofóny un acordeón.

E.P.

EL CLIMA

La dulzura del néctar de los dioseslicor,

el dulzor qu<r ~e cuaja en la miel dela rima,

F¡ue tiene susurrando

el amor,aripe en el aire, de Caripe en

el alma.

Qué frescura de atmósferafecundando la flor,

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'ERSO

que a los cielos se abre de fraganciaóptima.

Qué dulzura de soles del veranotraídos,

qué frío en el invierno, comoel frío de las cimas.

Ibre el cuerpo liviano el calor nuncareza.

Nunca posa en el alma la ceñidatristeza.

unca pesa en la vida, de la vidael dolor.

Bajo el sol del Otoño, baja el soldel Estío,

bajo el cielo brumoso del Inviernosombrío.

Es Caripe en el alma suavidad ydulzor.

J.P.M.

AGUINALDO

Lea la parodia el cuestionariocanturriante de los pastoresque van hacerle su adoraciial niño nacido en Belén.

Los rostros sonrosadosde felices caricias llevando de ofrenda,sobre sus brazos ovejas,otras bermellonadas cosas muy bellashablan, conversan, cantanjunto a -ros hombres Reyes.

La Virgt:: rr.amá del pequeño,es venerada desde el Portalhasta la tí: ̂ ncia macabra,donde s< y el mal.

López Marín

LUZ , CENIZAS Y ESPUMA

A.S.M.

Para comenzar esta obra apeloa las vibraciones divinas, mis compa-ñeras inseparables en las horas tor-mentosas de mi locura, apelo a mi sis-tema nervioso baluarte máximo de lalucha trabada entre el consciente y elinconsciente; apelo a mi consciente queme inspire y a mi inconsciente que meguíe y a mis dedos en conjunto con lasuñas, que tengan el suficiente poderpara terminar esta obra, pues será paramí un eslabón en la cura total de mienfermedad de sicópata.

Vamos a entrar en la fase de laenfermedad por lo tanto voy a hacerun paréntesis para invocar a los espí-ritus buenos que siempre me acompa-ñarán para que me inspire, digo invo-car a los espíritus puesto que siempreque hago algo en mi vida hagoinvocaciones para que la inspiracióndivina me acompañe. El hecho de in-vocar a los espíritus es que yo me tildode espiritista, ahora bien, espiritistaes creer en el espíritu, y yo pregunto :¿Quién no cree en los espíritus? Espi-ritismo es ciencia, espiritismo es amor,no voy a invocar espíritus de personasmuertas. Esas personas que descansanen Paz y que la tierra les sea muy li-viana para que las vibraciones divinaspuedan llegar hasta sus cuerpos lo máspuras posibles para poder deshilarlos,digo deshilarlos, puesto que nuestroscuerpos, a mi entender, son como unapieza de malla; nuestros cuerpos sonhechos por la mano de Dios Todopode-roso que los teje de sus tejidos másfinos y al perder lo que corrientemen-te se llama vida, entonces él con todosu amor los vuelve a deshilar envian-do toda esa materia hacia otros plane-tas donde las utilizará en otras confec-ciones porque nada se pierde, todo setransforma.

Le llamo Divino Tejedor, porqueme pongo a pensar en la Armonía delos átomos y me quedo pasmado detanta Harmonía; podrá el hombre ensu obra maestra forjar la Harmoníade un Átomo de Hierro, digo hierroporque es lo que más a la mano tengo,pero podría citar por ejemplo los áto-mos de piedra, las transformaciones,por qué tienen pasado y esos átomostan bellos que me están visitando aquí,esos átomos de Helio que están origi-nando los rayos solares. Qué sería dela Tierra sin Sol, ¿ya lo pensaron?, esosson átomos y eso es tela tejida por laMano Divina, eso es algo tan sutil, quepor solo pensarlo nada más, me mete-rían en un manicomio y me llamarían¡loco, loco!... muchas veces, pero hoydigo: hermanos míos que son locurasdivinas! Los rayos solares me dejan-figúrense que parece que quedo en ti-nieblas- imagínense las palabras quesalieron mientras los rayos solares es-taban batiendo de lleno en la máqui-na, ahora es como si se me fueran lasinspiraciones, por lo tanto, es en estosmomentos que hago las invocaciones,vean como las hago: Invoco las vibra-ciones divinas que sigan asistiendo aeste pequeño relato y si no es posiblehacerlo por medio de los rayos solaresque lo haga por medio de la MenteCósmica; imagínense, así nace la pa-labra de la Mente Cósmica. Tiene queexistir una Mente Cósmica que todolo controle, por lo tanto, es a esa Men-te Cósmica que pido dé la inspiracióna mis médicos para que me puedan se-guir tratando, porque me sienta malen este estado de ánimo; al contrarioa mí no me importaría que me llama-sen loco millones de veces, siendosiempre así un loco inspirado por laMente Cósmica. La Inspiración Divi-na permite que yo me pueda sanar yser un hombre de sociedad como to-dos los hombres, porque el mundo enque vivo a pesar de ser verdaderamentefantástico es un mundo que todavía esprematuro pensar en él; pueda que la

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Tierra llegue a esa fase de desarrolloy así, llegar a ese punto de ver mara-villas; más tarde les contaré algunas,si acaso desean que les cuente.

CÓMO SUCEDIÓLA ENFERMEDAD

Un día por la tarde me encon-traba en la orilla de la mar pensandocosas absurdas pero no me daba cuen-ta de ello, me sentía bien por el mun-do donde estaba siendo transportado.Yo nunca tomé drogas de ninguna cla-se pero creo que ello era efecto comode drogas, pues el mundo donde esta-ba siendo transportado era tan irrealque perdí el nexo del tiempo y del es-pacio y de todo lo que está relacionadocon la vida normal.

Fui a comer y salí para el cine yla película me entusiasmó, era comosi estuviera soñando y al salir de lapelícula, tenía la impresión de que enel cine me habían puesto un hilo en lavista que ese hilo me conduciría haciaun paraíso y entonces comencé a se-guir la ruta de ese hilo. Llevé el ca-mión a la casa y empecé a caminar, acaminar por rumbos tan diferentes quellegó la noche y yo siempre caminan-do. Volví de nuevo a la orilla de la pla-ya y estuve allí sentado bastante tiem-po, siguiendo el curso de la imagina-ción. Dieron las diez, las once, lasdoce... y yo siempre sentado en la ori-lla de la playa. El hilo seguía su cursoy era como si fuera una cinta magne-tofónica grabada, cada momento quepasaba me hacia visionar cosas tan di-ferentes que se me torna imposibledescribirlas por lo absurdo que eran,por ejemplo, la razón principal de lacinta era llevarme por la ruta que meconduciría al centro de la Tierra.

Tenía que correr todas las ru-tas, superar todos los precipicios, enfin lograr vencer todos los obstáculospara poder llegar al centro de la Tie-rra. Una vez allí poder apreciar los

talleres donde se teje desde los átomosque componen las nebulosas hasta lamateria más sutil de que se componennuestras vistas.

Esa fue la promesa del espírituque me vino a anunciar ese viaje alcentro de la Tierra. En fin repitiendoiba caminando como si fuera llevadopor la mano de una persona, era unaclase de magnetismo animal lo que meconducía, como la física admite el mag-netismo, yo admito la física. Vamos aestar permanentemente en el campode la física, por lo tanto, en la locura,yo era el mayor físico de la Tierra yhabía descubierto una manera de ir al

centro de la Tierra caminando por lamano de un Espíritu.

Entonces fui a la orilla de la pla-ya, me puse a caminar y en determi-nado momento me lancé al agua parapoder conquistar la meta que me pro-puso el espíritu que estaba siendo due-ño de mi cuerpo. Me lancé al agua conropa y me puse a nadar hasta la metadesignada; al llegar allí de nuevo mepuse en período de meditación, comen-cé a caminar por la orilla de la playa ylos perros me ladraban bastante, en-tonces llegué cerca de unos pescado-res que estaban pescando y les pedí unpescado, me lo dieron y lo boté de nue-vo al agua. Comencé a recordarme detodos los apóstoles y encontré un bar-co de un pescador que llevaba el ibre de PEDRO, entoncesya había encontrado a PEDRO y me

faltaba encontrar los otros. En ese bar-co estaba un pescador dormido, yo mefiguré que ese pescador era PEDRO yme puse a ver si encontraba a PABLO.Así iba haciendo un recorrido por eltiempo, ya estaba en el tiempo de losapóstoles.

Tenía un padre que era un espí-ritu poderosísimo puesto que me pusea mirar detenidamente parte de la cár-cel y él puso su ojo izquierdo sobre laparte izquierda de mi cabeza y mis ojosadquirieron un poder extraordinario;logré ver los brillantes más bellos adeterminada profundidad de la Tierra,qué belleza me hizo ver mi padre DA-VID o sea mi padre Espiritual -puestoque mi padre se llama Francisco- peroel amor que me demostró ese Señor,fue un amor tan grande que hoy ten-go vergüenza de decirlo, por lo tantolo que pido es comprensión de todospuesto que todos pueden pasar, no digopor lo mismo pero si por algo pareci-do.

Mi padre me mandó a poner derodillas en el suelo y las manos tam-bién, entonces sentí que por encimade mis espaldas deslizaban fluidos tansuaves que estuve en esa posicióncomo día y medio y no me cansó elespectáculo, era extraordinario lo queyo veía deslizar por mis espaldas, eratan bello que no sé escribir las pala-bras que puedan demostrar el efectode dicho acto.

Salí para fuera y era como si es-tuviera acompañado de eminencias,era como si a mi lado fueran los mayo-res sabios, porque todo parecía hablar:las moscas, las hormigas. ¡Qué mun-do maravilloso, entonces era como sime estuvieran diciendo: como seríamaravilloso vuestro mundo si os en-tendierais como se entienden las hor-migas, cómo sería de sublime vuestromundo si os amarais como se amanlas mariposas. Todo eso me hablabanellos, qué maravilla! Y digo hoy quepasé esa fase de locura, a veces desea-ría volver a esos puntos para poderlosestudiar...

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VISION DE LA CIUDAD EN EL

EL DIVINO TEJEDOR

1

Tú que eres del UniversoEl Divino TejedorTeje para la humanidadUnos átomos de tu amor.

II

De tus manos sutilesTodo sale en cantidadDesvía hacia la TierraUn poco de Fraternidad.

III

Yo nací para pedirY pido con emociónQue unas con tu amorCorazón a Corazón...

A.S.M.

Las ciudades, como los sueños, están consti-tuidas de deseos y de miedos, aunque el hilode su discurso sea secreto, sus reglas absur-das, sus perspectivas engañosas y toda cosaesconda otra.

ítalo Calvino

La ciudad se erige ante la mira-da del escritor como un espaciosemiótico, al cual debe tratar de sus-traer, para representarlo a través dela escritura.

Una ciudad es un discurso y paraser captado en su totalidad, hay queacercarse a los signos que lo forman,interpretarlos y leer en ellos el imagi-nario de ese espacio urbano. Así lo sos-tiene Ángel Rama (1984: 45):

Toda ciudad puede parecer-nos un discurso... Las ciuda-des despliegan suntuosa-mente un lenguaje, median-te dos redes superpuestas:la física que el visitante co-mún recorre hasta perder-se en su fragmentación, y lasimbólica que la ordena e in-terpreta, aunque sólo paraaquellos espíritus afines ca-paces de leer como signifi-caciones los que no son nadamás que significantes sensi-bles para los demás y, mer-ced a esa lectura, reconstruirel orden.

En ese laberinto, el escritor vaarmando con su palabra un universo-ciudad donde la historia, los recuerdos,las vivencias se convierten en algo realy palpable, de tal manera que la ciu-dad no es sólo un espacio -calles, pla-zas, teatros, callejones- sino tambiéntránsito imaginario simbólico que re-coge las costumbres y los hechos desus habitantes. En este sentido, seña-la Arturo Almandoz (1992:107) lo si-guiente:

(...) la ciudad es nuestromundo. La ciudad llega a seruna suerte de totalidad con-creta, desde la cual el indi-viduo va a divisar la inago-table multiplicidad y la inex-tricable complejidadfenoménica, en las que seinserta su infinitesimal exis-tencia. Y todo ese procesognoseológico nos ocurre enun punto geográfico y cultu-ral, cuya escenografía másmediata es la ciudad... en esesentido, la ciudad nosmediatiza el mundo.

Por otra parte, una ciudad escomo una especie de urdimbre teatralque impacta la mirada del espectadory para ser aprehendida en su totalidadhay que analizar cada uno de los ele-mentos que la integran; interpretar-los y leer en ellos a fin de elaborar apartir de esta lectura, su imaginario.

Así como cada ciudad es "funda-da, delimitada y construida de nuevopor cada habitante" (Almandoz,1992:111), es decir, cada persona haceuna autorrepresentación de su ciudado como señala Calvino (1993:42): "cadahabitante elige la ciudad que corres-ponde a sus deseos"; de igual manera,el escritor al abordar una ciudad estáhaciendo su representación personalde la misma, recreando los signos, in-terpretándolos para darle vida deacuerdo a la imagen que ya existe ensu mente:

Cada hombre lleva en sumente una ciudad hechasólo de diferencias, una ciu-dad sin figuras y sin formas,y las ciudades particulares larellenan (Calvino, 1993:44).

Las ciudades, entonces, adoptanla forma que corresponde a los deseosde quien la mire. En este sentido, laciudad deviene en una imagen psico-tópica.

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DISCURSO LITERARIO

Toda ciudad, como espaciosemiótico, propone al escritor un dis-curso, pero no debemos confundir esaciudad con el discurso que la describe,porque en todo lenguaje hay engaño,esas imágenes que se presentan escon-den otros signos, sin embargo la false-dad no está propiamente en el discur-so del escritor, sino en las cosas. Unahermosa imagen, una visión positivade la ciudad siempre oculta otra mira-da, tal vez opuesta, vil, pero real de lamisma, es como la ciudad de Olivia,descrita por Calvino, hermosa, rica,próspera; pero este discurso que ladescribe comporta al mismo tiempootra realidad y es que Olivia para daresta imagen positiva debe estar en-vuelta en una nube de hollín, atibo-rrada de gente que habita en sórdidossuburbios. En este sentido, podemosseñalar que cada ciudad va proponien-do un vasto repertorio de imágenes yun repertorio de discursos infinitos.

Por eso, todo está en la miradadel escritor, la visión particular que ledará forma a la ciudad creando un ima-ginario de la misma, como lo hacíaMarco Polo al recrear las ciudades ensu tablero de ajedrez:

... disponiendo sobre el ta-blero torres amenazadoras ycaballos espantadizos, galo-pando enjambre de peones,trazando caminos rectos uoblicuos como el paso majes-tuoso de la reina, Marco re-creaba las perspectivas y losespacios de ciudades blancasy negras en las noches deluna (Calvino, 1993:34).

Nada es definitivo, la visión deuna ciudad es sólo una apariencia, unamirada.

Para escribir la ciudad, recrearlaa través de la palabra, algunos escri-tores han empleado un acercamiento

sociologista, realista, otros han prefe-rido una aproximación fenomenológicaadoptando un tono íntimo. En los pri-meros, la ciudad aparece como el re-sultado de un proceso socio-cultural,histórico y político. A través de ella severán las marcas de una época. El tipode ciudadanos, los valores que la ri-gen, las costumbres, los hechos, etc.,este tipo de obras adquiere un valorreferencial en la literatura urbana se-cular. En ellas sus autores describeny dicen los símbolos que leen en losedificios, en las calles, en la ubicaciónde sus barrios, en el vasto paisaje hu-mano que la conforma.

Esta tendencia focaliza a la ciu-dad como un escenario en términosfísicos y sociales, económicos y políti-cos, produciendo una visión un tantorígida.

En las aproximaciones literariasde tendencia fenomenológica se recu-rre a un diálogo más íntimo entre elescritor y la ciudad, de este modo yano hay una sola visión, ni una sola lec-tura. Desde esta perspectiva, cuandoel escritor aborda una ciudad es por-que no le es indiferente, aún cuandono se sienta identificado con ella.Cuando se acerca a ésta es porque hayalgún contacto entre él y ese espacio,algo lo ata a ella. En este sentido, lamemoria juega un papel fundamental,puede ser quien lo conduce en el en-cuentro con la ciudad y su recuerdo loacosa; como le sucede al ingenuo via-jero del poema "La ciudad" deKonstantino Cavafy (1987:41):

"Me iré -dices- a otra tierra, hacia otromar,

otra ciudad ha de haber mejor que éstadonde mis esfuerzos fracasan de

antemanoy mi corazón yace muerto, sepultado.¿Cuánto más retendrá mi ser este

marasmo?Donde vuelva los ojos, mire lo que

mire,

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veo negras ruinas de mi vidagastada y destruida en tantos años".-No hallarás otra tierra, no hallarás

otro mar.Esta ciudad te ha de seguir. Verás las

mismas calles,envejecerás en los mismos arrabales,vas a encanecer entre las mismas

casas.Siempre verás a esta ciudad, no

sueñes con otra.No hay barcos para ti, no hay calles.Tal como en este rincón destruíste tu

vidaen todo el mundo ya la destruíste.

La ciudad persigue al hombrecon sus recuerdos, con las vivenciasque en ella ha tenido, para él la ciudadestá construida de las relaciones en-tre las medidas de su espacio y los acon-tecimientos de su pasado. La ciudadse fija en la memoria creando una con-ciencia individual, donde se disponenaquellas cosas o fragmentos de vidaque se quieren recordar. En conse-cuencia, la memoria le da vida a la ciu-dad, como señala Calvino (1993:30), "Lamemoria es redundante: repite los sig-nos para que la ciudad empiece a exis-tir". Pero la existencia memoriosa esun deseo, porque toda ciudad cambia,se transforma con el curso de los años,no es siempre la misma, entonces haydos ciudades: una, la que ha llegado aser y otra, la que se evoca con la nos-talgia de lo que fue. Esta, sin embar-go, lleva inscrito su pasado en las ca-lles, en sus plazas, en su historia, allíestán sus marcas, sus signos inolvida-bles. El reconocimiento de la impron-ta urbana a través de la experienciamemoriosa refleja la íntimaescogencia de ese espacio como prime-ra estación hacia la sabiduría, de talmanera que no es por azar que loshombres más sabios del mundo tienenen la mente a Zora, la más armoniosade las ciudades invisibles de Calvino(1993:26): quien la ha visto ya no pue-de olvidarla, pues ella permanece enla memoria de manera inmutable.

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Dilia Martínez de Traid

La ciudad, entonces, es tambiénmemoria en la que ya todo es recuer-do, todo es pasado y en cada búsquedaincesante reaparece esa urbana memo-riosidad, porque en el fondo, esa ciu-dad de memoria es una ciudad inte-rior, inmanente.

Como hemos podido apreciar, laimagen de una ciudad se patentiza demanera extraordinaria en el discursoliterario adquiriendo la invisible es-tructura de deseos y sueños al ser plas-mada en el lenguaje. En tal sentido,son muchas las ciudades que han su-gerido un gran imaginario en obras li-terarias de trascendencia universal, asílo señalan Jaye y Watts: (1981: ix):

...Las ciudades han sugeri-do tan fuerte imaginería ytemas particulares, así comomoldeado las actitudes ysentimientos revelados enmuchas grandes novelas,obras teatrales y poemas,que la verdadera existenciade estas obras literarias de-pende de la existencia de laciudad (...) La literatura dela ciudad suministra expe-riencias que devienen partesintegrales de nuestras vidasa través del tiempo.

Es por ello que hay ciudades quellegan a convertirse en mitos en la me-dida que existe una literatura que lasrecree, tales como París mitologizadaen las obras de Dumas y Baudelaire,el Londres Isabelino en el teatro deShakespeare o el Nueva York metro-politano que aparece en la poesía deWalt \Vhitman. De tal manera que enel discurso literario, la ciudad se perfi-la como un momento del proyecto hu-mano plasmado a través del lenguaje.

En la literatura latinoamerica-na el espacio construido ha definidotambién muchas de las le laescritura en el continente. Ya desde

la época colonial se venía establecien-do una relación muy estrecha entrelugar y grafía y, según señala SoniaMattalia en su ensayo "Imágenes dela ciudad en fin de siglo latinoameri-cano" (1995: 521), esto ha ido creando"una determinada espacialidad ennuestro imaginario".

Dentro de este contexto, la lite-ratura venezolana no ha escapado alinterés por el espacio, por el contra-rio, mirar el territorio propio ha sidoun hecho frecuente; al respecto JoséNapoleón Oropeza opina que el escri-tor venezolano no se ha alejado delentorno nacional, sino que ha tenidointerés en presentarlo a través de di-versas miradas: "Ya no hay una solavisión, ni una sola lectura".

Tanto en Venezuela como en elresto del continente, la literatura deeste siglo desarrolla una toma de con-ciencia sobre el inmenso significadoque cobran y van a desplegar las ciu-dades. Ángel Rama (1973: 59) apuntasobre la relevancia que tendría el es-pacio urbano en la vanguardia latinoa-mericana cuando señala lo siguiente:

(...) lo que fue la naturalezapara los prerrománticos, eraahora para los vanguardistasla ciudad... ese instante decambio representado por laconjunción de sectores socia-les dispares, la violentaaproximación de las tradicio-nes que acarreaban con lasnuevas estructuras urbanas,el debate que se había intro-ducido en los sectores me-dios ciudadanos cuyo poderestaba en vías de consolidar-se o era reclamado.

La ciudad, en tanto nuevo esce-nario poético y narrativo, será gene-radora de variados códigos estéticos enel presente siglo, dando lugar a la apa-rición de toda una literatura abierta a

plasmar las manifestaciones de la ex-periencia urbana.

En tal sentido, la narrativa ve-nezolana actual reconoce el emergen-te e ineludible paisaje urbano como es-cenario del inmanente sujeto secular,creando así todo un imaginario de laciudad y generando a partir de éstetoda una reflexión en torno al hombrey el espacio que habita.

Ciudades como Caracas, Mara-caibo y otras aparecen como referen-tes en muchas obras literarias, asímismo Cumaná como ciudad, tambiénha sugerido una fuente "imaginaria"en la literatura venezolana. Son va-rios los escritores que le hantematizado y recreado a través de susproducciones convirtiéndola en ciudadcorporeizada por el verbo, "ciudad deespejo de los avalares del alma, ciu-dad de la palabra misma que la nom-bra, ciudad de la mirada que nos de-vuelve los ojos" (Brito, 1998: 7).

Desde la poesía, ha servido demotivo a poetas como Miguel SánchezPesquera, José Antonio Ramos Sucrey Andrés Eloy Blanco, entre otros. Ennarrativa, se ha convertido en sujetoliterario de reconocidos escritores ve-nezolanos como José Salazar Domín-guez, Alfredo Armas Alfonso y Gusta-vo Luis Carrera, sólo por citar algu-nos.

Pero, ¿cuál es la visión deCumaná en la narrativa venezolanaactual? Para responder esta interro-gante indagaremos primero en los an-tecedentes de su imaginario.

Nota: Los libros consultados son: "La CiudadLetrada" (1984) de Rama; "Ciudad y Memo-ria" (1992) de Arturo Almandoz; "Las ciuda-des invisibles" de ítalo Calvino; "Cien poemas"de Cavafy; "Literatura y la experiencia Urba-na Americana" (1981) de Jaye y Watts; "Lasdos vanguardias americanas" (1973) de Ramay "Del asombro de nombrar una ciudad" (1998)de Carlos Brito.

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FOTOGRAFÍA

Antonio Hernández

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LA MANO: Entre lo oscuro y lo claro

Asumir una nueva herramien-ta para la descodificación de ladramaturgia latinoamericana, no estarea fácil si esa herramienta va enbusca de descubrir nuevos códigos y/osignos teatrales y no quedarse en lasuperficie, mas, bajar a las profundi-dades del texto dramático haciendo unare-lectura desde otro ángulo o perspec-tiva.

Trataremos de abordar la obraLos Invasores, del dramaturgo chile-no Egón Wolff, como un fenómeno ensí mismo, partiendo de la influenciade la iluminación en la narrativa de laacción: El juego de los planos de la rea-lidad y el ensueño que marca con bas-tante acierto un lenguaje escénico yun signo no estudiado hasta ahora conprofundidad.

Los signos que utiliza el drama-turgo son diferentes a los usados porel puestista o director teatral. El di-rector utiliza en la mayoría de los ca-sos los signos artificiales, como la ilu-minación. El dramaturgo se sumergeen su sueño y en el texto lo hace reali-dad.

El lector tiene una visión dife-rente del signo utilizado con respectoal espectador, aunque en momentosdeterminados, los signos artificiales ylos naturales se confunden.

La iluminación como signo tea-tral es un fenómeno que empieza a serexplotado en el siglo XX, para realzarlos otros medios de expresión, delimi-ta el lugar de la acción, aisla una ac-ción de la otra, dándole una atmósferaespecial y casi real. Dándole un aspec-to del espacio escénico que está fueradel actor. Delimita espacio-tiempo.

Egón Wolff. en su obra: Los In-vasores, tiene un dominio de la ilumi-nación, creando un fenómeno de ex-pectativa y sorpresa.

Al inicio de la obra la didascalia

dice "Cuando se alza el telón, está enpenumbra. Es de noche"..., aquí nosmarca el tiempo. Luego: "después deun rato, ruido de voces en el exterior,llaves en la cerradura...", esto vacreando una expectativa. Culmina ladidascalia: "...y luego una mano queprende las luces", de nuevo la sorpre-sa, creando toda una atmósfera teatraly real. La iluminación se ha transfor-mado en un instrumento de precisión,reconstruyendo lo temporal-espacial.

Esto sólo es el principio. Es unapremisa, que pareciera sin muchoscambios, sin mucha importancia ymucho menos la mano que aparece yenciende la luz. Sólo al inicio se ve lamano, lo demás son sombras o figu-ras.

Al llegar aquí estamos abordan-do el terreno de lo intrateatral. Nosestamos sumergiendo en el texto. Enla estructura profunda. Pero sólo comoun pequeño acercamiento. Vamos enbusca de la poética que nos da la ilu-minación.

En la segunda didascalia, cuan-do los personajes (Meyer-Pietá) se vana dormir, pareciera que nada trascen-dente va a pasar, dice: "De paso Meyerapaga las luces de la habitación (vuel-ve a aparecer la mano pero más ilumi-nada y visible), sólo una débil luz ilu-mina la ventana que da al jardín..."Aquí el dramaturgo utiliza con ese efec-to de luz, un signo del cine. Didascalia:"Después de un rato se proyectan unassombras a través de ella y luego unamano manipula torpemente la venta-na, por fuera..." Esta mano es diferen-te a la otra y está bien marcada con elefecto que da el signo de la ilumina-ción. Nos sugiere la psicología de lospersonajes y las acciones diferentes.

Didascalia sigue: "Un golpe ycae un vidrio quebrado", (estas accio-nes van creando en el espectador ex-pectativa y sorpresa por el personaje

que intenta entrar), "...la mano abreel picaporte y por la ventana cae Chi-na dentro de la habitación...", toda estaacción hace despertar al lector-espec-tador a la curiosidad. Luego Meyer selevanta y enciende la luz, para saberqué está ocurriendo.

Después de haberse desarrolla-do la anterior acción, Meyer vuelve asubir a su habitación y apaga la luz.Se preguntaría el lector-espectadorcómo el dueño de la casa deja al perso-naje China, un harapiento, en su casay a oscuras. Allí la iluminación cobramayor vida, por la ambientación quedeba crearse y dar la sensación de quese está durmiendo, pero en peligro,creando una atmósfera de inseguridad.

Didascalia: "La escena sigue unrato a oscuras. Luego se ve otra manoque se asoma por fuera, en medio delhaz de luz...". La acción va creandomiedo, terror con estos dos persona-jes invasores que son China y Toleto-le, la iluminación por lo tanto es clavey vital, controlando el ritmo de la obra.

El símbolo es claro, oscuridadpara los desposeídos y luz para los quedominan la sociedad. Además los pla-nos escénicos, arriba el poder, abajolos harapientos. Y siempre es el due-ño quien enciende la luz, tiene el po-der de encender o apagar, momentá-neamente.

Hay un juego bien logrado porparte del dramaturgo, con el apagadoy encendido de la luz, no es casual: lamano que domina todo y la mano quesucumbe.

Terminando el Cuadro I del pri-mer acto, empieza a invertirse muysutil y progresivamente la mano queenciende y apaga. El personaje Tole-tole apaga la luz, para irse a dormir,como si estuviera en su casa o en con-fianza. Pero hay que aclarar que todaesta acción no la remarca el autor, él

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Douglas Paredes

es muy precavido con la progresión.

Al inicio del segundo Cuadro delprimer Acto, la iluminación es muy di-recta, ya que deberá dar la sensaciónque es de día o el otro día. Esto cam-biará la atmósfera y el ritmo de laobra, es otra ilusión.

El dramaturgo siempre va enprogresión y proyección de la ilumina-ción y de las acciones que allí seescenifican.

En uno de los textos, el perso-naje China dice: "las noches van a serlargas y heladas; cortan ramas paracalentarse el cuerpo..." con este parla-mento infieren al lector-espectador,para lo que se avecina.

El Acto segundo es muy enfáti-co, empieza la didascalia: "Madruga-da... Marcela que baja despavorida, co-rriendo escalera abajo". La ilumina-ción deberá marcar lo temporal paraque el espectador se ubique y dar lasensación que va amaneciendo.

En este segundo acto aparece-rán de nuevo, nuevas manos, extendi-das en acción suplicante de dos mon-jas, cobrando la iluminación una fuer-za dramática y milagrosa, dándole a laacción una fluidez y flexibilidadinigualable. Esta simbología de lasmanos extendidas, marca el equilibrioentre el poder y los olvidados. Esta ac-ción es el comienzo de los cambios, losde arriba irán hacia abajo y los de aba-jo hacia arriba. Es una primera adver-tencia.

Siguiendo este acto apareceránproyecciones que representan didas-calia: "ojos que miran... rostros de an-cianos... manos cruzadas... manos su-plicantes... pies en zapatos rotos". Estatécnica de iluminación le da un vuelcoy un valor mucho más teatral, ya quepermite proyectar, aislar y centrar laacción, dándole vida. (Las proyeccio-

nes fueron muy utilizadas por el tea-tro político para enfatizar sus mensa-jes).

Al final de la obra, la didascalia:"Meyer baja la escalera. Enciende laluz y mira con cautela por todos lados".El dramaturgo no enfatiza la mano,toda la acción es muy rápida. Aquí hayun equilibrio entre la luz y la mano,se encuentran. Pero la acción, antesde encender la luz por parte de Meyerprevia a la palabra, deberá ser codifi-cada por la atmósfera que se dará en-tre el sueño y la realidad.

La última didascalia es conclu-yente: "...y una mano penetra, abrien-do el picaporte". Telón.

En Los Invasores la iluminacióncerca alrededor de la intimidad crean-do un espacio en forma ambigua, comoresguardo y opresión entre lo real y loirreal, va diseñando con precisión todala acción, dándole una importancia vi-tal al juego de la atmósfera, creandoconflictos entre los personajes en con-fusas luchas por sobrevivir, va crean-do un ambiente entre una realidaddeformada o de ensueño. En toda laobra hay referencias de sombras y gen-tes, que salen de penumbras j <sombras y áreas de oscuridad

sentan un mundo umbrío-onírico.También hay imágenes de animali-zación, de los harapientos. Esto vacreando, a través de la iluminación,personajes mágicamente reales, quese confunden entre la realidad mágicao de ensueño.

La luz, tradicionalmente, se haconsiderado como símbolo de la ver-dad y, cuando la mano aparece y en-ciende la luz al comienzo de la obra,sirve para situarnos en presencia dela verdad.

Estos elementos de las imáge-nes, sombras, iluminación, manos, ledan una nueva dimensión a ladramaturgia latinoamericana, hacién-dola más eficaz y teniendo un dominiotécnico y cabal de estos recursos en eltexto dramático.

La obra en sí tiene su propia ilu-minación, por todo el mensaje que estáintrínseco. La iluminación moral, so-cial, la toma de conciencia del egoís-mo que prevalece en sociedades dese-quilibradas o desiguales socialmente,que son controladas por la burguesía.Tenemos la iluminación de la liquida-ción de las diferencias de clases, elvalor del dinero, los metales y las pie-dras preciosas. Poder llegar a la tomade conciencia y reconocimiento plenode culpa.

La iluminación de Los Invaso-res no es alumbrar: cumple una fun-ción artística bien definida de ambien-te, e ir creando diferentes atmósferas,entre los cambios de intriga, contro-lar el ritmo, crear y recrear un lugary un momento temporal-espacial, su-brayando los momentos culminantes.Modaliza el acontecimiento de una es-cena de una acción, dándole su propiatonalidad y fluidez. Todo esto combi-nado con el manejo magistral de lamano. Pareciera que hubiese una sim-biosis entre la mano y la luz.

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EL RUMOR

Como tantos otros pueblos, "LosSamanes" había nacido bajo condicionesque al principio no importaban; un puebloque se levantaba entre extensiones de lar-ga sabana no preocupa al principio cuandolo más importante era vivir donde fuesenecesario, sino después, mucho después seconsidera la suerte o no de quedarse entierras casi perdidas de Dios.

Por otro lado, el matiz cultural desu gente dejaba una huella en el pensar yel vivir a través de los años, en el negocioagricultor y ganadero, levantándose así unpueblo a duras penas, nacido de la nada ydestinado también a ser nada, excepto enaquellos períodos en los cuales uno queotro candidato al gobierno local por finaparecía, para lanzar su campaña y eraentonces que "Los Samanes" dejaba de serun pueblo del olvido para convertirse enparada obligada del reino político de tur-no.

Es así como por sesenta largos años"Los Samanes" era como otro pueblo más,con sus personajes actuales y algunos le-gendarios, donde las virtudes y proezas delos últimos se iban exagerando cada vezque el mismo relato rondaba por el puebloy es que "Los Samanes" a pesar del trans-currir de los años y sus varias épocas deprosperidad y desatino, no escapaba de sushistorias y rumores. En especial estos úl-timos, que como en todo lugar, eran au-mentados y distorsionados a la par de lafe y creencias populares.

Igual pasó con Olguita, la hija ma-yor del boticario, que una vez hecha mujer-cita no escapó de los rumores, ella se ena-moró y decidió casarse como todas las chi-cas de su edad, no pasaron cuatro mesesde aquel noviazgo cuando insistió en ca-sarse - ¡Ah el amor!- , y con él llegaron lasdudas.

- ¿Por qué tan rápido hija? ¿Tú no...no estarás embarazada Olguita? -decíasu madre con un hilo de voz casi quebrada.

-;Por supuesto que no, mamá!-casi en un grito respondió ofendida Olguita.

De allí que tanto insistió su madrea que esperara un tiempo prudencial paracasarse y así lograr desmentir los rumo-res, que ya hacía horas que rondaban porel pueblo, por supuesto ¡casi al año! se casóOlguita para que los mal pensados vieranque no estaba embarazada, pero ño faltóquien dijera en el pueblo ¿habrá perdido ala criatura? Después de casada ya no eraque estaba embarazada, sino que -;La po-

bre muchacha no puede tener hijos!- se-gún los rumores, porque ¿cómo se explicaya con ocho meses de matrimonio y sin hi-jos?; - pobrecita y tan joven. Así que claro,ella y su joven esposo tuvieron que poner-se a trabajar en ese asunto lo más rápidoposible, para evitar los rumores una vezmás.

II

El pueblo era, con el transcurrir delos años, un cuadro de semblantes de gen-te cansada, más por el trabajo que por elpaso del tiempo y, es que "Los Samanes"existía al compás del ritmo de sus habi-tantes donde la faena del campo marcabael diario vivir y pensar de los hombres ylas tierras, se quisiera o no, porque no ha-bía otra alternativa, había que trabajarlasy defenderlas porque, el pan de los hijos yuna tan anhelada, pero nunca vista, mejorvida dependían de siembras y ganado.

Y aunque el llano es extenso y lastierras son todas iguales, muchas veces noestaban delimitadas, - ¿para qué?- y esque las tierras que se sabían vacías, du-rante años, eran reclamadas por dueñosque ni se les conocía y el problema estabacuando unos, los ocupantes de tierras poraños, no reconocían los derechos de otros,los dueños de ellas.

Pero también el problema del aguapara la siembra, porque sin riego no habíacosecha, que muchas veces estaba bajo elcontrol de "algunos caciquillos" - ¿Y losdemás cómo le hacían?- . Ya esto era res-puesta Divina y el asunto pasaba a entescelestiales.

Es así como todo había resultadobien, hasta que una sequía de ésas quesólo viene una vez cada año tambaleó alpueblo, por lo que una tarde se habían re-unido algunos hombres bajo la sombra deun gran samán.

-¿Y si vamos todos aquí pa' abla'con el Sr. Alcalde? El tiene el pode' y losreales pa' ayudarnos, ¡que no se olvide queel pueblo "Los Samanes" votó por él!- ase-guraba don Hilario, un viejo campesino,con aquella confianza de quien trae la ver-dad en su palabra.

-¡Ay compadre, esa gente del gobier-no debe 'sta bien ocupa' atendiendo a losricos!, mejor pedimos a Dios y a laVirgencita. ¿Si no, de quién es la lluvia,pueg? ¡de ellos! y qué le toca al pobre si noes pedirle a los Santos cuando 'stamos solo.

-Compadre ¿esa gente del partió nose estarán haciendo los p...? decía otro.Igualito, mejor rezamos, segurito 'stoy quela Virgen sí no falla- dijo don Pancho.

Nadie hablaba, lo que daba a en-tender que se aceptaba la lógica propues-ta porque ¿quién iba a objetar, si se trata-ba de pedirle a la Santísima Virgen?

Y con esa misma calma que otor-gan los años y la ausencia de prisa en unrostro ya marchito, Don Pancho concluíaen su ingenuidad campesina que lo mejorera una visita a la Virgen en su Iglesia,con unos cuantos hombres -así nos oirámás ligero-. Todos convinieron seguros ensu fe de que el problema estaba ya claro yresuelto, pero la realidad se vuelve turbiay decepcionante. La noche siguiente hubouna tímida llovizna: -¡Tal vez si hubiesevenío un gentío... entonces ... quién sabe!nos hubiesen escuchao mejor-se decía DonPancho dando vueltas a su sombrero ymirando resignado al cielo.

III

De entre los muchos personajes de"Los Samanes", destacaban aquéllos queeran protagonistas de su propia historia ysin proponérselo, también de la de los de-más, así fue como aquella mujer a quienllamaban en el pueblo "La Viuda" se con-virtió en un personaje enigmático y miste-rioso, en parte por su alejamiento de todoy de todos, corno viviendo ¿en otro mundo?Cecilia era su nombre, joven y muy hermo-sa, casi etérea, pero triste, con ojos tanvacíos de vida y tan llenos de nada, -¡sonde bruja!- decían los rumores en el puebloy, tal vez, era porque estaban secos de tan-to llorar. Habían pasado más de cinco añosdesde la muerte de su esposo, un indiomisterioso y con costumbres criollas; peroel tiempo nunca es demasiado para borrarel dolor de la muerte y religiosamente, cadasegundo domingo, por más de cinco añosesa mujer, siempre de negro, se entregabaa sus recuerdos en la tumba de su esposomás allá del morichal, donde yace un muer-to que aún no ha podido descansar en pazsegún dicen los rumores en el pueblo y esque, la sangre en la sabana también correcon facilidad cuando se trata de protegerlas tierras y linderos, bueno... la sangreindia llama... pero la criolla también y comoera de esperarse, en sólo segundos al calorde una pelea por las tierras se esgrimió unmachete y en un abrir y cerrar de ojos ya se

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Deisy Díaz

habían ensañado con el indio. Alguien dijoque fue en defensa propia y no habiendoningún testigo a favor del muerto, porquelos muertos ya no cuentan, el crimen que-dó impune y -"por falta de pruebas"- elasesino, por cierto era compadre del jefecivil, salía ileso cerrándose el caso, de nadavalía reclamar ni llorar -¿será por eso quedicen que la viuda se volvió casi loca dedolor y de injusticia?- .

Habían quienes juraban haber vis-to en las noches más oscuras a la viudainvocar al espíritu del indio y no sólo eso,¡la habían visto bailar en loca alegría! Se-gún los rumores, por supuesto, no era muycreíble la versión de unos borrachínes ¡peronunca se sabe!

Pero también los más sobrios locreían así.

-¡Compadre esa mujé es peligrosa!Más que fue la mujé de un Indio- decíaJosé María, un campesino más curtido desol y de tierra, a su amigo Juan Miguel,mientras subían algunas muías por el lla-no, hasta tarde. -¡Mejor no andamos porestos laos!

-Ujum, compadre ¿usté como queme salió cobarde como la comadre? Usténo es hombre, pueg, no va a creé en cuentosde camino.

- Le digo compadre que porai sedice que tiene pacto con las ánimas, ¿usténo ha visto el velorio prendió allá llanoadento, la sabana no se ha quemao porquees cosa de las ánimas!

Y Juan Miguel que no creía en cuen-tos de camino sentía que su corazón le dabaun salto cuando recordó aquella noche, lue-go que regresara de aquella fiesta en casade su compadre, andando el mismo sende-ro que acostumbraba la viuda y vio aque-lla extraña silueta luminosa, sin rostro de-finido, pero que él jura que le miraba conojos centellantes ¡y la carrera que dio fuesuficiente para quitarle la borrachera! ala que hoy todavía atribuye a su visión,pero por si acaso, ya no se le ve andar denoche por esos lados.

- No compadrito, esos son cuentosde gente chismosa -decía ahora no muyconvencido, un Juan Miguel, algo pálido.

IV

Si bien es cierto que la gente en "LosSamanes" ya nace con un equipaje decreencias, algunos aún piensan en los cas-

tigos para el mal y el premio para el bien,aun así se dejan arrastrar por las pasio-nes y no pueden evitar sentimientos comola ira y desprecio ante una traición. Estoes lo que pasó con Juan Miguel, quien apesar de ser un buen hombre y trabajadorquedó marcado por el abandono de su mu-jer. Y tanto que se lo advirtió su amigoJosé María en aquel entonces.

-Compadre, yo no sé que va a pensa'usté', pero usté es mi amigo y lo tiene quesabe, yo creo que ...su mujé' ...¡lo engañacompadrito!

-No, compadre, usté' 'sta bienpelao! Esa mujé' es incapag de una trai-ción, ella me quiere, ¿me oyó?

-¡Compadre que es verda'!-¿Pero usté' la vio en algo raro?-Pues verla así como que yo la vi,

pues la verdaíta es que no, ¡pero me lo dijoel compadre Elisario y usté' sabe que eltiene ojo'e garza pa' esas cosas! Y ya laduda comenzaba a gestarse en el corazónde Juan Miguel.

Por supuesto, después lo supo todoy si no hubiese sido por su amigo JoséMaría, su vida hubiese sido más desgra-ciada porque mucho pensó en quitarse lavida y lloró como un niño por aquella mu-jer a quien tanto amó.

Lo que nunca imaginó Juan Miguelcuando regresaba una tarde cualquiera desu traajo de jornalero, era que allí estabaella casi igual que la primera vez que lavio con esos ojos negros y esa misma figu-ra que lo volviera loco, esperándolo. -¿Aqué volvía? -a su mente vino aquella cartaque le dejó, que hablaba de su cansanciode tanta pobreza y miseria.

-¿Tan rápido se le pasó laguachafita con el musiú, María Luisa?- dijoclavándole una mirada de odio acumula-do. - ¿Qué viene a busca?

Y a ella le fue fácil excusarse con unllanto, con besos y caricias y un -No sabíalo que hacía- y una mezcla de resentimien-tos con un amor que creía enterrado, lu-chaban dentro de Juan Miguel. Sin embar-go la perdonó porque aún la amaba de ver-dad y ella se quedó.

Pero no pasó mucho tiempo cuandolas nuevas advertencias se hicieran pre-sentes.

- Compadre, esa mujé" no le sanobuena, ya una vez se lo dije y se lo vuelvu mrepetí'. -Pero Juan Miguel quería«su mujer, o tal vez se aferraba a i

tira piadosa.Y no faltaron, mucho después, aque-

llos días en que se rumoraba que a la mu-jer de Juan Miguel se le había visto conalgún hombre o que en su casa recibía lavisita de algún conocido o de un viejo ami-go- y sucede que la reputación es tan frá-gil como el cristal y una vez roto ya no pue-de repararse- . Así que los rumores siguie-ron y las advertencias también.

-Compadre, que esa mujé lo vavení dejando otra vez! Poraí la visitan-decía José María siempre atento a losrumores.

- No compadre, ella 'stá arrepentíay yo le creo! Por eso trabajo más que nun-ca, si mi Ma Luisa quiere viví bien pues yole daré esa vida, si volvió es que es pa'siempre.

Y sucedió lo que tenía que pasar,tal vez no fue como María Luisa lo imagi-nó y a veces lo que se promete no se puedecumplir y la vida que soñó llena de amorcon una hermosa casa y muchas flores ymuchas cosas más, se había esfumado hacemucho tiempo -porque la pobreza es elverdugo de los sueños aunque el amor so-brara-. Esta vez no hubo carta de despe-dida y la locura nuevamente se apoderó deJuan Miguel -¿Cómo era posible, por se-gunda vez?-. No faltaron los rumores alre-dedor del pobre hombre que había sidoengañado como un estúpido por creer en elamor, como tampoco faltaron los deseosde encontrarla y matarla, sobre todo dematarla y esta idea lo persiguió por mu-cho tiempo.

Sólo mucho después se supo -por-que en "Los Samanes" todo se sabe o seinventa- que el otro hombre con quien vi-vía María Luisa en un arranque de locuray celos- porque una mujer muy bonita ysensual es blanco de celos— le quitó la vida.Tal vez no aceptaba la traición de que fueobjeto, o tal vez fue el miedo de perderla oquien sabe qué. y luego... él, porque sin ella¿podría ese nombre seguir viviendo? o ¿fuetal vez para seguir viviendo con ella sinque nadie se la quitara, más allá de la

e? Eso nunca se sabe.

Juan Miguel no volvió a ser el mis-mo, había jurado no creer nunca más enlas mujeres - pero "nunca" es una palabramuy débil-. A veces se le veía pensativo y

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Textos y Autores

sus días transcurrían entre la naday el silencio, a pesar que su amigo JoséMaría lo visitara y lo animara a salir desu mutismo.

No se sabe aún como pasó, tal vezfue como ocurren los misterios en la vida,sin explicación. Fue un día cualquiera, talvez fue la soledad o el abandono de sí mis-mo, que Juan Miguel fue entendiendo mása la viuda, tal vez porque el dolor vuelve alos seres humanos más humanos y sóloasí somos más tolerantes.

Y fue por el camino después de mu-chas semanas entre sabana y morichal queJuan Miguel entendió el pesar de otro ser,sus charlas con la viuda se hicieron másfrecuentes y a decir verdad pues qué im-portaba que fuera viuda o loca o ¿bruja?...-¡no... bruja no es!- se decía Juan Miguel-¿Por unas cuantas velas al marío muerto?A los santos se les prende y no por eso sees brujo- y después de todo pues si hastabonita era la viuda y es que lo misteriosotambién es atrayente y pronto una luceci-ta se encendió en la mirada de Juan Mi-guel. Y un día como otro se fue a vivir con laviuda, muchos dijeron que ésta lo habíahechizado y hay quienes aseguran porquealguien lo dijo a su compadre quien a suvez lo dijo a otro compadre más que vierona un Juan Miguel bailar en loca alegríacon la viuda y el espíritu del indio! Y asícomo lo juraban, se santiguaban.

No faltó quien dijo del pecado enque vivían - ¡Si no hace mucho que lo dejóla muje' y ya anda con otra! Y si es aquéllay que le duele aún la muerte del marío, eseluto siempre dije que era un disfra'!- de-cían los rumores destilando veneno cadavez que se hablaba.

Y José María, bueno, él se fue ale-jando, porque aunque fuera su compadre yamigo de muchos años, pues Juan Miguelvivía con una bruja y ¡ya no podía tenérse-la confianza! -esa bruja cuando mira he-chiza al débil. Y un nuevo rumor nació: ¡JoséMaría ya no tenía voluntad!

Lo que sí es cierto es que la viudaun día dejó de usar su traje negro, paradar paso a un suave gris.

VI

Un domingo bien temprano en lamañana ya «-aim»*» de tantos rumores, el

cura de "Los Samanes" tocó las campanasen un frenético arrebato, provocando asíque todo el pueblo corriera de prisa a laparroquia, donde de seguro había unaemergencia, claro, todos fueron porque esascampanas sólo tocaban así cuando era algograve, después de todo, el pueblo era fielcumplidor de las costumbres religiosas, o¿es que era sólo eso... costumbre?

El cura se hallaba en el pulpito...su delgada y ensombrecida figura parecíala reencarnación de la muerte. Desde sualtura recorrió con la mirada a los feligre-ses que se encontraban de pie.

Con el brazo extendido, un largo yesquelético índice señalaba el altar y elotro señalaba a uno y otro de sus feligre-ses, dijo:

- ¡Sé quién de ustedes vive en peca-do y sé a quién dañan con su lengua y consu mente... y les digo que es peor que ma-tar!

Una ráfaga de inquietud y miedopasó entre la gente cuando el cura gritóamenazante: ¡Y de aquí no se mueve nin-guno, porque en la puerta los espera el dia-blo. Y solamente aquí están seguros!

La mayoría volteó temerosa a lapuerta de la parroquia y el sacristán sesantiguó, por si acaso.

- Así es que uno por uno van a pa-sar al confesionario a decirme todos suspecados y si no, olvídense del perdón y comoyo represento a Dios pues él también seretracta y tengan por seguro que los voy aexcomulgar cuerda de chismosos si es queno se arrepienten. -Y bajó del pulpito comoquien baja del cielo a la tierra, con fe oresignado, casi flotando se dirigió al confe-sionario al lado del altar.

Lentamente fueron pasando parahablar con el cura y luego se hincaban acumplir la penitencia impuesta.

Poco a poco fue llegando la tarde yel cura seguía confesando... y Dios, lo másseguro perdonando.

Hay quien asegura, y así lo jura,haber escuchado a uno de los tantos confe-sados decir: ¡Compadre, el padrecito estavez que nos dio duro con esa penitencia,pueg ni que fuera pa'tanto pero con eso deldiablo pue uno no sabe, pero digo yo ¿Quéle habrá mandao a deci al compadre Joséy a la comadre Tibisay que hasta ahoriticaestán arrodillaos?

JOSÉ CARLOS DE NOBREGA. Cara-cas (1964). Ensayista. Es el actual di-rector de esta revista. Ha publicado"Sucre, una lectura posible" y "Textosde la Prisa", ambos volúmenes de en-sayo de 1996.

SERGIO QUITRAL. Es un consecuentecolaborador de nuestras publicaciones.Forma parte del Comité de Redacciónde la Revista "Poesía". Obtuvo recien-temente el Premio Único de la Bienalde Poesía "Roque Muñoz" (2001).

RAFAEL JOSÉ ALFONZO. Coro (1949).Poeta y narrador. También es uno denuestros más asiduos colaboradores.Recientemente fue acreedor del Con-curso de Cuentos del Diario E! Nacio-nal (2001).

LUIS JAVIER HERNÁNDEZ. Desde elCILL "Mario Briceño Iragorry" de laUniversidad de los Andes, extensiónTrujillo, nos envió gentilmente su en-sayo sobre "Las lanzas coloradas" deUslar Pietri.

PEDRO TELLEZ. Valencia (1967). Fue di-rector de esta revista. Es médico ciru-jano egresado de la U.C. Su obraensayística comprende títulos como"Añadir Comento" (1997), "Fichas yRemates" (1998) y "Tela de Araña"(2000). Colabora también con la anto-logía de Nanacinder (selección).

DILIA MARTÍNEZ DE TRAID. Tesistade la Maestría en Literatura venezo-lana, U.C., extensión Cumaná. Su co-laboración es un fragmento de su te-sis "Visión de la ciudad: Cumaná y suimaginario en la narrativa venezola-na actual" (1999).

ANTONIO HERNÁNDEZ. Este magnificofotógrafo nos envía un trabajo que re-crea los farallones de Chimire, Mesade Guampa (1984). Es reportero grá-fico del diario «El Mundo Oriental», ElTigre.

DOUGLAS PAREDES. Licenciado en Edu-cación egresado de la U.C., en la cualha realizado una intensa labor teatral.Es director del Teatro de la Calle denuestra Alma Mater.

DEISY DÍAZ. Odontóloga egresada de laU.C. El Cuento que presenta en estenúmero obtuvo el Primer Premio delConcurso Literario auspiciado por laFacultad de Odontología.

ALY PÉREZ. Poeta radicado en el EstadoAragua, donde ha llevado a cabo unanotable labor tallerística.

La foto de la portada forma parte del archivodel doctor Pedro Téllez Carrasco. Sucopia fue cedida gentilmente por laDirección de Medios y Publicacionesde la U.C.

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