El duende quiso madrugar. nº 1
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Subtítulo del catálogo
EL DUENDE QUISO MADRUGAR
REVISTA LITERARIA
PRIMER NÚMERO. OCTUBRE 2015.
MARIANO JOSÉ DE LARRA. Vuelve con nosotros. RINCÓN DE LA POESÍA: Poesía mexicana, con Francisco de Terrazas. La leyenda negra de SANTIAGO APÓSTOL y la deuda de la historia.
Ejemplar gratuito
Publicado en internet
Página 2
EL DUENDE QUISO MADRUGAR
El duende quiso madrugar
Número primero. Octubre de 2015.
Es una publicación de Francisco Javier
González de Córdova.
Es una revista literaria de publicación
mensual de difusión gratuita vía inter-
net.
Esta publicación se terminó de editar
el 29 de septiembre de 2015 en
México D. F.
El contenido de los textos es respon-
sabilidad del autor, cuya libertad de
expresión viene amparada en la Carta
de Derechos Humanos.
Publicación sin fines de lucro ni pa-
trocinada por ninguna organización o
empresa.
PROHIBIDA SU VENTA
Pintura de portada: Caprichos de duendes y monjes, nº 70, de Francisco de Goya. Revista de edición libre para Rincón Filológico: https://riconfilologico.wordpress.com/
Esta obra está licenciada bajo la Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional. Para ver una copia de esta licencia, visita http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/.
Página 3
Humilde pero con entusiasmo surge
este primer número de esta revista literaria.
En un intento de recuperar la esencia de un
gran periodista y escritor como fue Larra, su
Duende Satírico vuelve a nosotros para desve-
larse ante este nuevo proyecto que pretende
llevar a cada casa que nos abra sus puertas un
pedacito de lo que pretendemos transmitir a
nuestros lectores, aquellas ansias del costum-
brista escritor que, mediante cuadros sociales,
pretendía hacer despertar a su público, que
dormía ante los escombros de su realidad.
No se pretende aquí cambiar el mun-
do, ni tenemos el deseo de alcanzar altos la-
res. Entretener es la base de la literatura, no a
modo de circo, pero sí desde un punto de
vista didáctico, para el lector que le pueda
servir. De nuestro lado está uno de los gran-
des escritores españoles del siglo XIX, el cual
nos va a acompañar por este largo camino que
iniciamos ahora. Será Mariano José de Larra
nuestra ilusión para seguir transmitiendo y
difundiendo esta revista que acaba de nacer.
Sabemos que no tenemos competencia, empe-
zando porque no estamos abiertos al mercado
competitivo. Nuestro andar es libre, como
libre es aquél que decida introducirse en la
lectura de estas páginas. Invitado estás a
acompañarnos. Por ti, lector, estamos aquí,
para ti escribimos y por ti, aunque creas que
no, vivimos. Ambos nos complementamos.
Bienvenido.
Francisco Javier González de Córdova
ÍNDICE
Mariano José de Larra
4
Las nuevas costumbres
7 Noticias Pifias
9 Rincón de la Poesía
11
Poema al mundo. La leyen-da negra de Santiago Após-tol y la deuda de la historia
13
Citas célebres
16
Lectura recomendada
17
El teatro del fin del mundo
19
Página 4
MARIANO JOSÉ DE LARRA
–Buenos días, señor librero. ¿Qué
le trae a usted por aquí?
–Amigo, lo que a todo el mundo le
hace ir y venir: el deseo de ganar la
vida y, si se puede, de agenciarse
algunas superfluidades.
–Siéntese usted, que no vendrá
usted tan de prisa, y explíqueme en
qué puedo servirle.
–Señor, hablemos claro, y ahorré-
monos de palabras; vengo a animar
a usted a que escriba, y a que escri-
ba para el público.
–Hombre, mal pleito trae usted.
–Vaya, no empecemos con la mo-
destia.
–No, señor, no es modestia, es
comodidad, pereza, reflexión, to-
do lo que usted quiera.
–Pero, es posible...
–Vamos, y ¿qué quería usted que
escribiera? Para fastidiar al público
siempre se está a tiempo;
además... que... en verdad... no
tengo nada que decirle por ahora.
–¡Por Dios! ¿No tiene usted nada
que decirle? Y ¿no ve usted los
abusos, las ridiculeces; en una pa-
Costumbrista, de alma romántica, Mariano José de Larra escribió una continua crítica social en sus artículos periodísti- cos. Muy joven mostró su desencanto hacia la sociedad de su país, dibujando con sus palabras cuadros costumbristas que demostraban la decadencia de un pueblo que, lejos de recuperarse de sus perpetuas crisis, caía irreme-diablemente hacia un abismo que parecía no tener fin.
Larra parecía predecir el declive que conduciría a la sociedad de su época; la historia a veces cuenta que fue un desencuentro amo- roso lo que le condujo a su final dramático, pero en sus escritos veremos mejor el motivo del mismo.
EL DUENDE Y EL LIBRERO
Página 5
labra, lo mucho que hay que criti-
car?
–¡Criticar! ¡Ay! Usted está loco; mi
librero ha perdido la cabeza:
¿piensa usted que reservo yo la mía
para lances de honor? ¿O usted cree
que tengo yo gusto en vérmela ro-
ta?
–Eso no, usted habla en chanza: el
Gobierno vigila sobre la seguridad
de los individuos que están a su
cuidado, y castigaría a cualquiera...
–Sí, señor, el Gobierno vigila sobre
la sociedad; y la sociedad no cesa de
conspirar a desbaratar los buenos
fines del Gobierno; sí, señor, éste
protegería tal vez a quien criticase
los vicios y los abusos, porque estos
siempre conspiran contra el Go-
bierno; castigaría también, es cier-
to; pero, Señor librero, ni el Go-
bierno podrá evitar que una paliza
acabe con mi gana de criticar, ni a
mí me importará nada que el Go-
bierno cuelgue al que me la haya
pegado, a no ser que le cuelgue
antes de pegármela. ¿Y qué necesi-
dad tengo yo de matarme por los
abusos de otros?
–Mejor sabe usted que yo que se
puede criticar sin nombrar a nadie,
sin que nadie se pueda ofender.
–Es cierto; pero no se puede evitar
que haya tontos que se crean el
objeto de la sátira del autor, cuan-
do éste tal vez no les ha hecho el
honor de acordarse de ellos para
tomarlos por modelos; y menos se
puede evitar el que muchos de es-
tos tontos quieran echarla de va-
lientes, y vayan todos los días a
desafiar al redactor, que tiene en-
tonces que dejar a todas horas la
pluma para tomar la espada, y dar
satisfacción particularmente a cada
individuo de los que componen el
público de lo que sólo ha dicho a
éste en general; y yo no hago áni-
mo ahora de empezar mi carrera
militar; me ha parecido siempre
más cómoda la del bufete, porque
aprecio las cabezas de mis semejan-
tes tanto como la mía; y soy de
opinión que más bien se hicieron
todas para discurrir que para reci-
bir golpes, prueba de ello lo muy
fáciles que son de romper, y lo
poco que resisten esa clase de ejer-
cicio...
–Conque, es decir, que mi visita es
en balde...
–Pero, hombre, si pide usted co-
sas...
–Pues yo no creo que usted, con
ese genio que Dios le dio tan mor-
daz, deje de tener algo escrito que
valga la pena de leerse; y vengo
por ello.
–Una cosa es que yo me divierta
en reírme en mi cuarto de todo lo
que me choca, y otra cosa es...
–Sí, señor, usted tiene mil razo-
nes, pero yo no salgo de aquí sin
llevar algo.
–Hombre, déjeme usted en paz,
no sea usted el diablo, que muchos
se lo agradecerán.
–Ahora mucho menos; y más, se
ha de proponer usted dar un pe-
riódico, hay materia para ello, yo
conozco que me puede valer mu-
cho.
–No, no, no, eso no; comprome-
terme a dar un periódico, no se-
ñor; supuesto que usted se empe-
ña saldrán, sí, de la oscuridad unas
cuantas hojas que escribí noches
pasadas, y Dios quiera que no me
tenga que arrepentir. Si como es
regular me sigue el humor, publi-
caré otras cuando me acomode o
pueda, por artículos sueltos; si no,
allí se quedará donde a mí se me
acabe el gusto.
–Conque, por último...
–Sí, señor, por último, ha vencido
usted, bien a mi pesar: ahí van esos
borrones; póngalos usted en limpio,
en la inteligencia de que no quiero
que nadie sepa que yo soy el que los
publico; póngales usted cualquier
título, que en el día no se repara
mucho en eso, y mientras más des-
atinado más gusta, es decir, más
llama la atención, más se compra;
de modo que ya eso del título es
especulación del librero; pero en-
tienda usted que no le doy licencia
sino para anunciarlo, pelado de toda
alabanza, nada de prevención, que
juzgue el público lo que quiera.
–Pero para venderlo...
–Si no se vende, que no se venda;
yo le abonaré a usted el gasto. Vaya
usted con Dios, y hasta otro mes no
me vuelva usted a incomodar.
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Página 7
LAS NUEVAS COSTUMBRES
Frente al televisor
Un mundo de noticias se mueve en torno a nuestra sociedad. Según el territorio, unos medios están más al alcance que otros, según la decisión las políticas de turno, cuyo fin es mantener una imagen limpia y pura ante el espectador holgazán y acostumbrado que sabe amoldarse a lo que la caja tonta le dicta. Un nuevo cantante (Alitas de pollo) está de moda sin haber vendi-do aún ningún disco. Sin fama precedida le alaban. Su nombre, la primera vez que todos le escuchan. ¿Cómo llegó a la pequeña pantalla? Nadie se lo pregunta. Todos le oyen, pero nadie duda de las intenciones de los me-dios de comunicación. En pocos días saldrá su disco, que muchos com-prarán porque lo vieron por televisión. Su música se parece a otras, pero no se le da importancia; cómo se va a pensar que tras sus canciones hay todo un estudio social, al igual que la imagen del artista, con el fin de lle-varlo al estrellato. Menos mal que aún nadie se pregunta por qué salió en la televisión como una aparición, de la nada. Mi televisión tiene varios canales. Estoy muy bien informado. Uno defiende a un político; otro defiende a otro. ¿No son, por curiosi-dad, ambos políticos los que representan a los partidos mayoritarios? ¡Cuánto dinero tienen los grandes partidos, que incluso pueden mantener sus canales de televisión! ¿Que los canales les apoyan desinteresadamente? Por algún motivo son empresas que mueven grandes capitales. En cam-bio, los partidos pequeños, que no tienen su canal, parecen no convencer tanto; ¡mala suerte! Yo ya tengo mi canal favorito. ¡Qué buenos noticieros! ¡Qué razón tienen los de mi partido! Que conste que mi canal es imparcial; de vez en cuando una crítica a los míos; a la oposición se le deja hablar unos minutos (¡pero que malos son!). ¡Menos mal que el país va bien, a pesar
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de las dificultades! Si gobernaran los otros, estaríamos en la ruina. Hay
que tener paciencia, porque dentro de poco veremos los buenos resulta-
dos. ¡Qué cerdos son la oposición! Por su culpa, los buenos resultados no
llegan; obstaculizan siempre las bondades de nuestro gobierno, que tanto
hace por nosotros.
¡María, vente! Acabaron las noticias. Está a punto de comenzar la
película de los once Óscars; en los comerciales cenamos. ¡Qué bien que
se ve esta televisión que me regalaron por nada! ¡Imbéciles los que no la
quisieron! ¿Otra vez frijoles para cenar? Maldita oposición, como está
destruyendo el país.
¡María, ya empieza! Alitas de pollo patrocina la película.
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NOTICIAS PIFIAS
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RINCÓN DE LA POESÍA
¿Qué es poesía?, preguntaba Bécquer, y veía la respuesta en los
ojos de la amada, así como también podemos encontrarla en la Naturale-
za, incluso en nuestro bello pensamiento, en un gesto; en definitiva, en
un sentimiento capaz de expresarse en cualquier forma, visible e invisible,
tan propia de este enorme universo que nos rodea, físico y espiritual.
En este rincón de la poesía que ofrecemos a nuestros lectores
iremos ahondando en las distintas épocas para acercaros la belleza que a
través de nuestros tiempos ha ido forjando nuestra cultura en forma poé-
tica. La historia de la poesía sigue su curso, tras un trayecto maravilloso
que, poco a poco, iremos compartiendo con todo aquel que se acerque a
estas páginas.
El poeta que les presentamos a continuación posiblemente no es
de todos conocido. Francisco de Terrazas, natural de México, hijo de
conquistador español (1525-1600) ha llegado hasta nosotros no con una
amplia obra, pero sabemos de los elogios que recibió de Cervantes y Bal-
tasar Dorantes de Carranza, el cual lo definió como “excelentísimo poeta
toscano, latino y castellano”.
Terrazas, a parte de su obra con espíritu petrarquesco, nos relata
la Conquista de México a modo de la Araucana de Ercilla.
En esta ocasión les presentamos dos de los nueve sonetos que han
llegado hasta nosotros, cuya belleza no puede dejar de recordarnos a la
belleza con que Petrarca nos regaló en su Canzionere, donde el verso es la
fusión de la queja y el amor que mueve a la poesía del Renacimiento en
lengua castellana, época también conocida como Siglo de Oro.
Les invitamos a disfrutar con Francisco de Terrazas.
Página 12
RINCÓN DE LA POESÍA
DEJAD LAS HEBRAS Dejad las hebras de oro ensortijado que el ánima me tienen enlazada, y volved a la nieve no pisada lo blanco de esas rosas matizado. Dejad las perlas y el coral preciado de que esa boca está tan adornada; y al cielo, de quien sois tan envidiada, volved los soles que le habéis robado. La gracia y discreción, que muestra ha sido del gran saber del celestial maestro, volvédselo a la angélica natura; y todo aquesto así restituido, veréis que lo que os queda es propio vuestro: ser áspera, crüel, ingrata y dura.
SOÑÉ QUE DE UNA PEÑA
Soñé que de una peña me arrojaba quien mi querer sujeto a sí tenía, y casi ya en la boca me cogía una fiera que abajo me esperaba. Yo, con temor buscando, procuraba de dónde con las manos me tendría, y el filo de una espada de una asía y en una yerbezuela la otra hincaba.
La yerba a más andar la iba arrancando, la espada a mí la mano deshaciendo, yo más sus vivos filos apretando...
¡Oh, mísero de mí, qué mal me entiendo pues huelgo verme estar despedazando de miedo de acabar mi mal muriendo!
Página 13
POEMA AL MUNDO
LA LEYENDA NEGRA DE SANTIAGO APÓSTOL
Y LA DEUDA DE LA HISTORIA
El pasado 25 de julio, día de Santiago Apóstol, me hice una pregunta que quizás pocos se han hecho en su vida: ¿Por qué un Apóstol de Dios, gran ejemplo de morali-dad, aparece tantas veces dibujado soste-niendo un sable y dando muerte a musul-manes?
Otra pregunta vino a completar la ante-
rior: ¿Y por qué dichas pinturas hacen gala dentro de numerosísimas igle-
sias, sabiendo que uno de los mandamientos más predicados de la Ley de
Dios es “no matarás”?
Para contestarme a estas preguntas tuve que remitirme a los hechos históricos de la antigüedad, y me encontré, para mi alivio, la le-yenda negra del Apóstol Santiago, que queda, para suerte del cristianis-mo, en mera leyenda y no en realidad, base de la historia. Antes que na-da, uno debe acercarse al momento histórico del predominio de Mahoma, y cómo este nuevo profeta lleva la palabra de Dios con una perspectiva distinta a la Iglesia Católica, que va perdiendo territorios en el Viejo Mundo frente al nuevo movimiento religioso musulmán. Vamos a responder directamente a la cuestión que pretendemos tratar aquí. ¿Mató realmente Santiago a alguna persona, en este caso a algún musulmán? La respuesta es: No. Después de este gran alivio que habrán tenido, seguramente, los
verdaderos cristianos, podemos seguir narrando qué sucedió a lo largo de
la historia con respecto a esta persona, tan cercana a Jesucristo.
Para empezar, sabemos que España se ha apoderado de la imagen
de este Apóstol y lo ha nacionalizado. Ante todo, debemos quitarnos la
Página 14
idea de que Santiago andaba por el país cantando el “yo soy español, espa-
ñol, español”. Antes de que hubiese existido este país, tras la muerte de
Jesucristo, los apóstoles emprendieron la misión de propagar la palabra de
Dios por los distintos puntos del mapa conocido. Santiago llegó hasta la
Península Ibérica; se dice que pisó suelo gallego, y que a la altura de la
actual Zaragoza vislumbró a la Virgen, madre de Jesús, tras su muerte.
Santiago moriría en la Península Ibérica, pero no sería hasta muchos años
después de su muerte cuando reconocerían su importancia y utilizarían su
memoria para construir el estandarte por el cual animarían a los nuevos
pueblos cristianos a alzarse en armas en pos de la conquista peninsular
primero, para seguir con la conquista americana después.
En una de las batallas importantes por el territorio (Clavijo, 844 d. C.), Ramiro I de Asturias tuvo la excelente idea, a modo de propagan-da de guerra durante la Segunda Guerra Mundial, de brindarle dicho triunfo al pobre Santiago Apóstol, ya fallecido siglos atrás. Y es que a uno no lo dejan descansar tranquilo. Según Ramiro I, la victoria “cristiana” fue posible gracias a la aparición del santo en el suelo de batalla. Ahí viene lo más perturbador de toda esta historia; sólo hay que imaginarse al santo animando a cortar cabezas del otro combatiente en nombre de Dios. Al-gunos aceptarán esta blasfemia, que adorna las iglesias católicas desde tiempos inmemorables. A otros les resultará una hazaña épica digna de la españolidad y el catolicismo, a pesar de la aberración de la historia que no conjuga en ningún momento con las Leyes de Dios o la moral digna de ningún pueblo. Este mito, quizás bello para algunos faltos de moral, deja una eti-
queta poco favorable a un pueblo que no deja de estar en la boca del mun-
do internacional, que a día de hoy acepta en sus fronteras vallas de la
muerte, e impide que puedan acceder fácilmente refugiados de otros paí-
ses que sufren las masacres continuas de sus hermanos. Si han de limpiar
su nombre, primero deben empezar corrigiendo los desastres provocados
en la actualidad, pero sin olvidar limpiar el pasado que, a pesar del mito,
Página 15
aceptarlo implica autoetiquetarse no sólo como xenófobo, sino además
como ignorante. Aún hay mucho por hacer.
¿Por qué, Santiago, te recuerdan como no fuiste? Tú, Apóstol consagrado de bondad grandiosa, hasta lejanas tierras tu legado llevaste, y te pagaron con sangre, la historia tediosa.
¿Por qué, ni nunca heriste, te llaman “matamoros”? Imagen tienes de ser genocida en la tierra. Son las pinturas de la Iglesia con marcos de oro los que alaban tan lamentable imagen de guerra.
Tú, pacífico, el quinto mandamiento te cuelgan, manipulación del clero; Dios no abre la puerta al traidor, a quien sus manos de sangre lo llenan, ni a quien anima a ensangrentar a su amada huerta.
Con esas pinturas que te hicieron, se condenan, al pedir al pueblo de Dios matar en su nombre, ¡terrible blasfemia!, para alzar al mal que adoran y oscurecer así al bello espíritu del hombre.
Francisco Javier González de Córdova
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CITAS CÉLEBRES
“Dos grandes verdades: primera, la necesidad de una religión en todo or-
den social, necesidad innegable pues que la experiencia no nos presenta
en el transcurso de los tiempos un solo caso de un pueblo ateo; y segun-
do, el derecho común de los hombres por el cual ninguno de ellos puede
adjudicarse más predominio sobre los demás que el que estos miembros
quieran darle”.
MARIANO JOSÉ DE LARRA.
“Para concebir una perfección se requiere cierto nivel ético y
es indispensable alguna educación intelectual. Sin ellos pue-
den tenerse fanatismos y supersticiones; ideales jamás”.
JOSÉ INGENIEROS.
Quizá mi única noción de patria sea esta urgencia de decir Nosotros quizá mi única noción de patria sea este regreso al propio descon-cierto.
MARIO BENEDETTI.
En la música todos los sentimientos vuelven a su estado puro y el mun-do no es sino música hecha realidad.
ARTHUR SCHOPENHAUER.
Amo a la humanidad, pero, para sorpresa mía, cuanto más quiero a la humanidad en general, menos cariño me inspiran las personas en particular.
FIODOR DOSTOIEVSKI.
Considero más valiente al que con-quista sus deseos que al que con-quista a sus enemigos, ya que la victoria más dura es la victoria so-bre uno mismo.
ARISTÓTELES.
Cuando hayamos descubierto las leyes que rigen la vida, nos dare-mos cuenta de que el hombre de acción se ilusiona más que el soña-dor.
OSCAR WILDE.
No existe la libertad, sino la búsqueda de la libertad, y esa búsqueda es la que nos hace libres.
CARLOS FUENTES.
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LECTURA RECOMENDADA
La lectura es un placer que nadie se debe perder. Uno de los grandes defectos de la sociedad es el desconocimiento de su historia, así como dejar en las manos de unos pocos el manejo y difusión de la misma que, en muchas veces, ha sido contemplada de manera muy diferente a la realidad. Sólo el lector puede vencer los obstáculos que difuminan a la historia de los pueblos; pero para ello se debe seleccionar bien lo que se lee.
Para comenzar, les quiero recomen-dar un libro: La muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuentes. Se encontrarán ante una peculiar redacción, el pensamiento más pro-fundo de un moribundo, Artemio Cruz, en un divagar continuo, la presentación de la toda una vida en un cerebro cansado por la enfermedad y los años, un estado difícil de comprender para el sano, y tan bien repre-sentado en esta magnífica obra que no deja de lado un contexto histórico importante, como es el antes y el después de la Revolu-ción mexicana.
No quiero dejar de invitar a que lean este libro sin antes ofrecer-les uno de sus pasajes tan cercano a dos culturas, como son la mexicana y la española. Aún hay mucho que reflexionar en nuestras actuales socieda-des; superar los errores que durante tantos siglos hemos ido arrastrando, y que nos hace vulnerables ante la cultura misma. Los libros (sólo los buenos, aún sabiendo que hay mucha confron-tación a la hora de delimitar la calidad de los mismos) nos ayudarán a co-nocer la historia. Está en nosotros querer poner de nuestra parte para alcanzar dicho conocimiento. En el mar de la lectura existen barcos bue-nos y otros no tan buenos, o directamente malos; fracasaremos si no ad-
Página 18
vertimos nuestra situación y la calidad de nuestro navío: si aún seguimos a flote,
o ya nos hundimos en la ignorancia.
A continuación les ofrezco uno de los párrafos magistrales de la obra que aquí les recomiendo: “[…] en las columnas blancas de los pórticos campestres y en las entona-ciones voluptuosas del cuerpo y de la voz morirán los efluvios: habrá aquí una frontera: luego se levantará el pedestal sombrío de las águilas y los pedernales: una frontera que nadie derrotará: ni los hombres de Extremadura y Castilla que se ago-taron en la primera fundación y después fueron vencidos sin saberlo en el ascenso de la plataforma vedada que les dejó destruir y deformar sólo las apariencias: vícti-mas, al fin, del hambre concentrada de las estatuas de polvo, de la succión ciega de la laguna que se ha tragado el oro, los cimientos, los rostros de cuantos conquista-dores la han violado; ni los bucaneros que colmaron sus bergantines con los escudos arrojados desde la cima de la montaña indígena con una carcajada agria; ni los frailes que cruzaron el Paso de la Malinche para entregar nuevos disfraces a dioses inconmovibles que se hacían representar en una piedra destructible pero que habi-taban el aire; ni los negros traídos a las plantaciones tropicales y alaciados por las avanzadas indias que ofrecieron sus sexos lampiños como un reducto de victoria sobre la raza crespa; ni los príncipes que desembarcaron de los veleros imperiales y se dejaron engañar por el dulce paisaje de palmacristi y fruta en drupa y ascendie-ron con sus equipajes cargados de encaje y lavanda a la meseta de paredones acri-billados; ni siquiera los caciques de tricornio y charreteras que en la muda opaci-dad del altiplano encontraron, al cabo, la derrota exasperante de la reticencia, de la burla sorda, de lo indiferente: tú serás ese niño que sale a la tierra, encuentra la tierra, sale de su origen, encuentra su destino, hoy que la muerte iguala el origen y el destino y entre los dos clava, a pesar de todo, el filo de la libertad“
La muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuentes.
Página 19
EL TEATRO DEL FIN DEL MUNDO
Llegamos al punto y final de este primer número de esta revista
literaria. Seguiremos llenando páginas de literatura, y el mundo seguirá
girando en torno a los mismos o nuevos ideales, con mayores fronteras si
cabe y aún mayor número de muertos tras las espaldas de los que se dicen
llamar liberadores del mundo. En esta nueva guerra mundial sin haber
sido declarada oficialmente, nos mantendrán entretenidos con los depor-
tes, el morbo de los programas de televisión o los foros populares de in-
ternet tan repletos de comerciales que pretenden mantener en todo lo
alto un modelo de neoliberalismo cada vez más caduco.
El telón ya se abrió para la nueva representación del mundo hace
ya mucho tiempo, y aún no hemos pasado de escena, a pesar de la entrada
de nuevos personajes. El público sigue expectante ante las historias conta-
das mediante el juicio de los más populares personajes y medios de lo ab-
surdo. Ahora sí se podrá decir, a pesar de que se molesten muchos, que se
les dan la basura que el público exige, quizás por el mediocre conocimien-
to de las cosas, aparte del aún menos interés por la realidad de los aconte-
cimientos.
Cuando está la pereza por abrir un libro es cuando más sencillo
resulta difundir las mentiras convincentes, obviamente para las mentes
menos trabajadas, que cada vez aumentan en número. La televisión tiene
un papel muy importante, que se acrecienta con el convencimiento de los
mediocres al creer que ahí siempre les tienen que contar la verdad. Una
fe nacida de la pereza por adquirir conocimiento.
La mercadotecnia está en su boom. Mientras que los líderes políti-
cos hacen sus cuentas y estudios sociológicos derivados de la mediocridad
humana que ve la televisión basura, los mencionados mediocres aceptan
su papel, siempre que la oferta atienda a la gratuidad del método de en-
Página 20
tretenimiento que exigen.
La duda nos viene a los que rechazamos lo mediocre, y no enten-
demos cómo ante la oferta literaria gratuita que ofrecemos, sigue la gente
apostando por la basura televisiva. Seguramente, los que aceptan dicha
basura vean en esta oferta literarias una calidad pobre para sus expectati-
vas. No podemos vender esto como lo mejor, pero tampoco creemos que
pueda compararse a lo otro. No salvaremos la estupidez humana mediante
estas palabras, ni tampoco es nuestra meta. Digamos que este es un méto-
do que ofrecemos para el entretenimiento del que acepte acercarse hasta
nosotros; podemos o no funcionar, pero al menos tenemos la intención
de ofrecer nuevas alternativas, aunque sabemos que no son tan nuevas,
frente a lo ofrecido por gobiernos que no aparentan tener buenas inten-
ciones con su pueblo (quédese ahí nuestra impresión al respecto).
Sin ser los mejores, ni tampoco pretender entrar en la competen-
cia, nuestra oferta es gratuita y diversa. Somos parte del mismo mundo,
como así son nuestras letras, pedazos que aquí les ofrecemos, retazos que
tanto nos representa. Mundo literario ofrecemos; mundo mismo al que
pertenecemos todos, lo acepten o no.
Francisco Javier González de Córdova
Página 22
Hasta el próximo número