El duende quiso madrugar. nº 1

22
Título de la barra lateral Describa aquí brevemente el producto o servicio Describa aquí brevemente el producto o servicio Describa aquí brevemente el producto o servicio 00/00/00 Subtítulo del catálogo EL DUENDE QUISO MADRUGAR REVISTA LITERARIA PRIMER NÚMERO. OCTUBRE 2015. MARIANO JOSÉ DE LARRA. Vuelve con nosotros. RINCÓN DE LA POESÍA: Poesía mexicana, con Francisco de Terrazas. La leyenda negra de SANTIAGO APÓSTOL y la deuda de la historia. Ejemplar gratuito Publicado en internet

description

En un intento de recuperar la esencia de un gran periodista y escritor como fue Larra, su Duende Satírico vuelve a nosotros para desve-larse ante este nuevo proyecto que pretende llevar a cada casa que nos abra sus puertas un pedacito de lo que pretendemos transmitir a nuestros lectores, aquellas ansias del costum-brista escritor que, mediante cuadros sociales, pretendía hacer despertar a su público, que dormía ante los escombros de su realidad.

Transcript of El duende quiso madrugar. nº 1

Page 1: El duende quiso madrugar. nº 1

Título de la barra lateral

Describa aquí brevemente el producto o servicio

Describa aquí brevemente el producto o servicio

Describa aquí brevemente el producto o servicio

Fecha: 00/00/00

Subtítulo del catálogo

EL DUENDE QUISO MADRUGAR

REVISTA LITERARIA

PRIMER NÚMERO. OCTUBRE 2015.

MARIANO JOSÉ DE LARRA. Vuelve con nosotros. RINCÓN DE LA POESÍA: Poesía mexicana, con Francisco de Terrazas. La leyenda negra de SANTIAGO APÓSTOL y la deuda de la historia.

Ejemplar gratuito

Publicado en internet

Page 2: El duende quiso madrugar. nº 1

Página 2

EL DUENDE QUISO MADRUGAR

El duende quiso madrugar

Número primero. Octubre de 2015.

Es una publicación de Francisco Javier

González de Córdova.

Es una revista literaria de publicación

mensual de difusión gratuita vía inter-

net.

Esta publicación se terminó de editar

el 29 de septiembre de 2015 en

México D. F.

El contenido de los textos es respon-

sabilidad del autor, cuya libertad de

expresión viene amparada en la Carta

de Derechos Humanos.

Publicación sin fines de lucro ni pa-

trocinada por ninguna organización o

empresa.

PROHIBIDA SU VENTA

Pintura de portada: Caprichos de duendes y monjes, nº 70, de Francisco de Goya. Revista de edición libre para Rincón Filológico: https://riconfilologico.wordpress.com/

Esta obra está licenciada bajo la Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional. Para ver una copia de esta licencia, visita http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/.

Page 3: El duende quiso madrugar. nº 1

Página 3

Humilde pero con entusiasmo surge

este primer número de esta revista literaria.

En un intento de recuperar la esencia de un

gran periodista y escritor como fue Larra, su

Duende Satírico vuelve a nosotros para desve-

larse ante este nuevo proyecto que pretende

llevar a cada casa que nos abra sus puertas un

pedacito de lo que pretendemos transmitir a

nuestros lectores, aquellas ansias del costum-

brista escritor que, mediante cuadros sociales,

pretendía hacer despertar a su público, que

dormía ante los escombros de su realidad.

No se pretende aquí cambiar el mun-

do, ni tenemos el deseo de alcanzar altos la-

res. Entretener es la base de la literatura, no a

modo de circo, pero sí desde un punto de

vista didáctico, para el lector que le pueda

servir. De nuestro lado está uno de los gran-

des escritores españoles del siglo XIX, el cual

nos va a acompañar por este largo camino que

iniciamos ahora. Será Mariano José de Larra

nuestra ilusión para seguir transmitiendo y

difundiendo esta revista que acaba de nacer.

Sabemos que no tenemos competencia, empe-

zando porque no estamos abiertos al mercado

competitivo. Nuestro andar es libre, como

libre es aquél que decida introducirse en la

lectura de estas páginas. Invitado estás a

acompañarnos. Por ti, lector, estamos aquí,

para ti escribimos y por ti, aunque creas que

no, vivimos. Ambos nos complementamos.

Bienvenido.

Francisco Javier González de Córdova

ÍNDICE

Mariano José de Larra

4

Las nuevas costumbres

7 Noticias Pifias

9 Rincón de la Poesía

11

Poema al mundo. La leyen-da negra de Santiago Após-tol y la deuda de la historia

13

Citas célebres

16

Lectura recomendada

17

El teatro del fin del mundo

19

Page 4: El duende quiso madrugar. nº 1

Página 4

MARIANO JOSÉ DE LARRA

–Buenos días, señor librero. ¿Qué

le trae a usted por aquí?

–Amigo, lo que a todo el mundo le

hace ir y venir: el deseo de ganar la

vida y, si se puede, de agenciarse

algunas superfluidades.

–Siéntese usted, que no vendrá

usted tan de prisa, y explíqueme en

qué puedo servirle.

–Señor, hablemos claro, y ahorré-

monos de palabras; vengo a animar

a usted a que escriba, y a que escri-

ba para el público.

–Hombre, mal pleito trae usted.

–Vaya, no empecemos con la mo-

destia.

–No, señor, no es modestia, es

comodidad, pereza, reflexión, to-

do lo que usted quiera.

–Pero, es posible...

–Vamos, y ¿qué quería usted que

escribiera? Para fastidiar al público

siempre se está a tiempo;

además... que... en verdad... no

tengo nada que decirle por ahora.

–¡Por Dios! ¿No tiene usted nada

que decirle? Y ¿no ve usted los

abusos, las ridiculeces; en una pa-

Costumbrista, de alma romántica, Mariano José de Larra escribió una continua crítica social en sus artículos periodísti- cos. Muy joven mostró su desencanto hacia la sociedad de su país, dibujando con sus palabras cuadros costumbristas que demostraban la decadencia de un pueblo que, lejos de recuperarse de sus perpetuas crisis, caía irreme-diablemente hacia un abismo que parecía no tener fin.

Larra parecía predecir el declive que conduciría a la sociedad de su época; la historia a veces cuenta que fue un desencuentro amo- roso lo que le condujo a su final dramático, pero en sus escritos veremos mejor el motivo del mismo.

EL DUENDE Y EL LIBRERO

Page 5: El duende quiso madrugar. nº 1

Página 5

labra, lo mucho que hay que criti-

car?

–¡Criticar! ¡Ay! Usted está loco; mi

librero ha perdido la cabeza:

¿piensa usted que reservo yo la mía

para lances de honor? ¿O usted cree

que tengo yo gusto en vérmela ro-

ta?

–Eso no, usted habla en chanza: el

Gobierno vigila sobre la seguridad

de los individuos que están a su

cuidado, y castigaría a cualquiera...

–Sí, señor, el Gobierno vigila sobre

la sociedad; y la sociedad no cesa de

conspirar a desbaratar los buenos

fines del Gobierno; sí, señor, éste

protegería tal vez a quien criticase

los vicios y los abusos, porque estos

siempre conspiran contra el Go-

bierno; castigaría también, es cier-

to; pero, Señor librero, ni el Go-

bierno podrá evitar que una paliza

acabe con mi gana de criticar, ni a

mí me importará nada que el Go-

bierno cuelgue al que me la haya

pegado, a no ser que le cuelgue

antes de pegármela. ¿Y qué necesi-

dad tengo yo de matarme por los

abusos de otros?

–Mejor sabe usted que yo que se

puede criticar sin nombrar a nadie,

sin que nadie se pueda ofender.

–Es cierto; pero no se puede evitar

que haya tontos que se crean el

objeto de la sátira del autor, cuan-

do éste tal vez no les ha hecho el

honor de acordarse de ellos para

tomarlos por modelos; y menos se

puede evitar el que muchos de es-

tos tontos quieran echarla de va-

lientes, y vayan todos los días a

desafiar al redactor, que tiene en-

tonces que dejar a todas horas la

pluma para tomar la espada, y dar

satisfacción particularmente a cada

individuo de los que componen el

público de lo que sólo ha dicho a

éste en general; y yo no hago áni-

mo ahora de empezar mi carrera

militar; me ha parecido siempre

más cómoda la del bufete, porque

aprecio las cabezas de mis semejan-

tes tanto como la mía; y soy de

opinión que más bien se hicieron

todas para discurrir que para reci-

bir golpes, prueba de ello lo muy

fáciles que son de romper, y lo

poco que resisten esa clase de ejer-

cicio...

–Conque, es decir, que mi visita es

en balde...

–Pero, hombre, si pide usted co-

Page 6: El duende quiso madrugar. nº 1

sas...

–Pues yo no creo que usted, con

ese genio que Dios le dio tan mor-

daz, deje de tener algo escrito que

valga la pena de leerse; y vengo

por ello.

–Una cosa es que yo me divierta

en reírme en mi cuarto de todo lo

que me choca, y otra cosa es...

–Sí, señor, usted tiene mil razo-

nes, pero yo no salgo de aquí sin

llevar algo.

–Hombre, déjeme usted en paz,

no sea usted el diablo, que muchos

se lo agradecerán.

–Ahora mucho menos; y más, se

ha de proponer usted dar un pe-

riódico, hay materia para ello, yo

conozco que me puede valer mu-

cho.

–No, no, no, eso no; comprome-

terme a dar un periódico, no se-

ñor; supuesto que usted se empe-

ña saldrán, sí, de la oscuridad unas

cuantas hojas que escribí noches

pasadas, y Dios quiera que no me

tenga que arrepentir. Si como es

regular me sigue el humor, publi-

caré otras cuando me acomode o

pueda, por artículos sueltos; si no,

allí se quedará donde a mí se me

acabe el gusto.

–Conque, por último...

–Sí, señor, por último, ha vencido

usted, bien a mi pesar: ahí van esos

borrones; póngalos usted en limpio,

en la inteligencia de que no quiero

que nadie sepa que yo soy el que los

publico; póngales usted cualquier

título, que en el día no se repara

mucho en eso, y mientras más des-

atinado más gusta, es decir, más

llama la atención, más se compra;

de modo que ya eso del título es

especulación del librero; pero en-

tienda usted que no le doy licencia

sino para anunciarlo, pelado de toda

alabanza, nada de prevención, que

juzgue el público lo que quiera.

–Pero para venderlo...

–Si no se vende, que no se venda;

yo le abonaré a usted el gasto. Vaya

usted con Dios, y hasta otro mes no

me vuelva usted a incomodar.

Página 6

Page 7: El duende quiso madrugar. nº 1

Página 7

LAS NUEVAS COSTUMBRES

Frente al televisor

Un mundo de noticias se mueve en torno a nuestra sociedad. Según el territorio, unos medios están más al alcance que otros, según la decisión las políticas de turno, cuyo fin es mantener una imagen limpia y pura ante el espectador holgazán y acostumbrado que sabe amoldarse a lo que la caja tonta le dicta. Un nuevo cantante (Alitas de pollo) está de moda sin haber vendi-do aún ningún disco. Sin fama precedida le alaban. Su nombre, la primera vez que todos le escuchan. ¿Cómo llegó a la pequeña pantalla? Nadie se lo pregunta. Todos le oyen, pero nadie duda de las intenciones de los me-dios de comunicación. En pocos días saldrá su disco, que muchos com-prarán porque lo vieron por televisión. Su música se parece a otras, pero no se le da importancia; cómo se va a pensar que tras sus canciones hay todo un estudio social, al igual que la imagen del artista, con el fin de lle-varlo al estrellato. Menos mal que aún nadie se pregunta por qué salió en la televisión como una aparición, de la nada. Mi televisión tiene varios canales. Estoy muy bien informado. Uno defiende a un político; otro defiende a otro. ¿No son, por curiosi-dad, ambos políticos los que representan a los partidos mayoritarios? ¡Cuánto dinero tienen los grandes partidos, que incluso pueden mantener sus canales de televisión! ¿Que los canales les apoyan desinteresadamente? Por algún motivo son empresas que mueven grandes capitales. En cam-bio, los partidos pequeños, que no tienen su canal, parecen no convencer tanto; ¡mala suerte! Yo ya tengo mi canal favorito. ¡Qué buenos noticieros! ¡Qué razón tienen los de mi partido! Que conste que mi canal es imparcial; de vez en cuando una crítica a los míos; a la oposición se le deja hablar unos minutos (¡pero que malos son!). ¡Menos mal que el país va bien, a pesar

Page 8: El duende quiso madrugar. nº 1

Página 8

de las dificultades! Si gobernaran los otros, estaríamos en la ruina. Hay

que tener paciencia, porque dentro de poco veremos los buenos resulta-

dos. ¡Qué cerdos son la oposición! Por su culpa, los buenos resultados no

llegan; obstaculizan siempre las bondades de nuestro gobierno, que tanto

hace por nosotros.

¡María, vente! Acabaron las noticias. Está a punto de comenzar la

película de los once Óscars; en los comerciales cenamos. ¡Qué bien que

se ve esta televisión que me regalaron por nada! ¡Imbéciles los que no la

quisieron! ¿Otra vez frijoles para cenar? Maldita oposición, como está

destruyendo el país.

¡María, ya empieza! Alitas de pollo patrocina la película.

Page 9: El duende quiso madrugar. nº 1

Página 9

NOTICIAS PIFIAS

Page 10: El duende quiso madrugar. nº 1

Página 10

Publicidad

Page 11: El duende quiso madrugar. nº 1

Página 11

RINCÓN DE LA POESÍA

¿Qué es poesía?, preguntaba Bécquer, y veía la respuesta en los

ojos de la amada, así como también podemos encontrarla en la Naturale-

za, incluso en nuestro bello pensamiento, en un gesto; en definitiva, en

un sentimiento capaz de expresarse en cualquier forma, visible e invisible,

tan propia de este enorme universo que nos rodea, físico y espiritual.

En este rincón de la poesía que ofrecemos a nuestros lectores

iremos ahondando en las distintas épocas para acercaros la belleza que a

través de nuestros tiempos ha ido forjando nuestra cultura en forma poé-

tica. La historia de la poesía sigue su curso, tras un trayecto maravilloso

que, poco a poco, iremos compartiendo con todo aquel que se acerque a

estas páginas.

El poeta que les presentamos a continuación posiblemente no es

de todos conocido. Francisco de Terrazas, natural de México, hijo de

conquistador español (1525-1600) ha llegado hasta nosotros no con una

amplia obra, pero sabemos de los elogios que recibió de Cervantes y Bal-

tasar Dorantes de Carranza, el cual lo definió como “excelentísimo poeta

toscano, latino y castellano”.

Terrazas, a parte de su obra con espíritu petrarquesco, nos relata

la Conquista de México a modo de la Araucana de Ercilla.

En esta ocasión les presentamos dos de los nueve sonetos que han

llegado hasta nosotros, cuya belleza no puede dejar de recordarnos a la

belleza con que Petrarca nos regaló en su Canzionere, donde el verso es la

fusión de la queja y el amor que mueve a la poesía del Renacimiento en

lengua castellana, época también conocida como Siglo de Oro.

Les invitamos a disfrutar con Francisco de Terrazas.

Page 12: El duende quiso madrugar. nº 1

Página 12

RINCÓN DE LA POESÍA

DEJAD LAS HEBRAS Dejad las hebras de oro ensortijado que el ánima me tienen enlazada, y volved a la nieve no pisada lo blanco de esas rosas matizado. Dejad las perlas y el coral preciado de que esa boca está tan adornada; y al cielo, de quien sois tan envidiada, volved los soles que le habéis robado. La gracia y discreción, que muestra ha sido del gran saber del celestial maestro, volvédselo a la angélica natura; y todo aquesto así restituido, veréis que lo que os queda es propio vuestro: ser áspera, crüel, ingrata y dura.

SOÑÉ QUE DE UNA PEÑA

Soñé que de una peña me arrojaba quien mi querer sujeto a sí tenía, y casi ya en la boca me cogía una fiera que abajo me esperaba. Yo, con temor buscando, procuraba de dónde con las manos me tendría, y el filo de una espada de una asía y en una yerbezuela la otra hincaba.

La yerba a más andar la iba arrancando, la espada a mí la mano deshaciendo, yo más sus vivos filos apretando...

¡Oh, mísero de mí, qué mal me entiendo pues huelgo verme estar despedazando de miedo de acabar mi mal muriendo!

Page 13: El duende quiso madrugar. nº 1

Página 13

POEMA AL MUNDO

LA LEYENDA NEGRA DE SANTIAGO APÓSTOL

Y LA DEUDA DE LA HISTORIA

El pasado 25 de julio, día de Santiago Apóstol, me hice una pregunta que quizás pocos se han hecho en su vida: ¿Por qué un Apóstol de Dios, gran ejemplo de morali-dad, aparece tantas veces dibujado soste-niendo un sable y dando muerte a musul-manes?

Otra pregunta vino a completar la ante-

rior: ¿Y por qué dichas pinturas hacen gala dentro de numerosísimas igle-

sias, sabiendo que uno de los mandamientos más predicados de la Ley de

Dios es “no matarás”?

Para contestarme a estas preguntas tuve que remitirme a los hechos históricos de la antigüedad, y me encontré, para mi alivio, la le-yenda negra del Apóstol Santiago, que queda, para suerte del cristianis-mo, en mera leyenda y no en realidad, base de la historia. Antes que na-da, uno debe acercarse al momento histórico del predominio de Mahoma, y cómo este nuevo profeta lleva la palabra de Dios con una perspectiva distinta a la Iglesia Católica, que va perdiendo territorios en el Viejo Mundo frente al nuevo movimiento religioso musulmán. Vamos a responder directamente a la cuestión que pretendemos tratar aquí. ¿Mató realmente Santiago a alguna persona, en este caso a algún musulmán? La respuesta es: No. Después de este gran alivio que habrán tenido, seguramente, los

verdaderos cristianos, podemos seguir narrando qué sucedió a lo largo de

la historia con respecto a esta persona, tan cercana a Jesucristo.

Para empezar, sabemos que España se ha apoderado de la imagen

de este Apóstol y lo ha nacionalizado. Ante todo, debemos quitarnos la

Page 14: El duende quiso madrugar. nº 1

Página 14

idea de que Santiago andaba por el país cantando el “yo soy español, espa-

ñol, español”. Antes de que hubiese existido este país, tras la muerte de

Jesucristo, los apóstoles emprendieron la misión de propagar la palabra de

Dios por los distintos puntos del mapa conocido. Santiago llegó hasta la

Península Ibérica; se dice que pisó suelo gallego, y que a la altura de la

actual Zaragoza vislumbró a la Virgen, madre de Jesús, tras su muerte.

Santiago moriría en la Península Ibérica, pero no sería hasta muchos años

después de su muerte cuando reconocerían su importancia y utilizarían su

memoria para construir el estandarte por el cual animarían a los nuevos

pueblos cristianos a alzarse en armas en pos de la conquista peninsular

primero, para seguir con la conquista americana después.

En una de las batallas importantes por el territorio (Clavijo, 844 d. C.), Ramiro I de Asturias tuvo la excelente idea, a modo de propagan-da de guerra durante la Segunda Guerra Mundial, de brindarle dicho triunfo al pobre Santiago Apóstol, ya fallecido siglos atrás. Y es que a uno no lo dejan descansar tranquilo. Según Ramiro I, la victoria “cristiana” fue posible gracias a la aparición del santo en el suelo de batalla. Ahí viene lo más perturbador de toda esta historia; sólo hay que imaginarse al santo animando a cortar cabezas del otro combatiente en nombre de Dios. Al-gunos aceptarán esta blasfemia, que adorna las iglesias católicas desde tiempos inmemorables. A otros les resultará una hazaña épica digna de la españolidad y el catolicismo, a pesar de la aberración de la historia que no conjuga en ningún momento con las Leyes de Dios o la moral digna de ningún pueblo. Este mito, quizás bello para algunos faltos de moral, deja una eti-

queta poco favorable a un pueblo que no deja de estar en la boca del mun-

do internacional, que a día de hoy acepta en sus fronteras vallas de la

muerte, e impide que puedan acceder fácilmente refugiados de otros paí-

ses que sufren las masacres continuas de sus hermanos. Si han de limpiar

su nombre, primero deben empezar corrigiendo los desastres provocados

en la actualidad, pero sin olvidar limpiar el pasado que, a pesar del mito,

Page 15: El duende quiso madrugar. nº 1

Página 15

aceptarlo implica autoetiquetarse no sólo como xenófobo, sino además

como ignorante. Aún hay mucho por hacer.

¿Por qué, Santiago, te recuerdan como no fuiste? Tú, Apóstol consagrado de bondad grandiosa, hasta lejanas tierras tu legado llevaste, y te pagaron con sangre, la historia tediosa.

¿Por qué, ni nunca heriste, te llaman “matamoros”? Imagen tienes de ser genocida en la tierra. Son las pinturas de la Iglesia con marcos de oro los que alaban tan lamentable imagen de guerra.

Tú, pacífico, el quinto mandamiento te cuelgan, manipulación del clero; Dios no abre la puerta al traidor, a quien sus manos de sangre lo llenan, ni a quien anima a ensangrentar a su amada huerta.

Con esas pinturas que te hicieron, se condenan, al pedir al pueblo de Dios matar en su nombre, ¡terrible blasfemia!, para alzar al mal que adoran y oscurecer así al bello espíritu del hombre.

Francisco Javier González de Córdova

Page 16: El duende quiso madrugar. nº 1

Página 16

CITAS CÉLEBRES

“Dos grandes verdades: primera, la necesidad de una religión en todo or-

den social, necesidad innegable pues que la experiencia no nos presenta

en el transcurso de los tiempos un solo caso de un pueblo ateo; y segun-

do, el derecho común de los hombres por el cual ninguno de ellos puede

adjudicarse más predominio sobre los demás que el que estos miembros

quieran darle”.

MARIANO JOSÉ DE LARRA.

“Para concebir una perfección se requiere cierto nivel ético y

es indispensable alguna educación intelectual. Sin ellos pue-

den tenerse fanatismos y supersticiones; ideales jamás”.

JOSÉ INGENIEROS.

Quizá mi única noción de patria sea esta urgencia de decir Nosotros quizá mi única noción de patria sea este regreso al propio descon-cierto.

MARIO BENEDETTI.

En la música todos los sentimientos vuelven a su estado puro y el mun-do no es sino música hecha realidad.

ARTHUR SCHOPENHAUER.

Amo a la humanidad, pero, para sorpresa mía, cuanto más quiero a la humanidad en general, menos cariño me inspiran las personas en particular.

FIODOR DOSTOIEVSKI.

Considero más valiente al que con-quista sus deseos que al que con-quista a sus enemigos, ya que la victoria más dura es la victoria so-bre uno mismo.

ARISTÓTELES.

Cuando hayamos descubierto las leyes que rigen la vida, nos dare-mos cuenta de que el hombre de acción se ilusiona más que el soña-dor.

OSCAR WILDE.

No existe la libertad, sino la búsqueda de la libertad, y esa búsqueda es la que nos hace libres.

CARLOS FUENTES.

Page 17: El duende quiso madrugar. nº 1

Página 17

LECTURA RECOMENDADA

La lectura es un placer que nadie se debe perder. Uno de los grandes defectos de la sociedad es el desconocimiento de su historia, así como dejar en las manos de unos pocos el manejo y difusión de la misma que, en muchas veces, ha sido contemplada de manera muy diferente a la realidad. Sólo el lector puede vencer los obstáculos que difuminan a la historia de los pueblos; pero para ello se debe seleccionar bien lo que se lee.

Para comenzar, les quiero recomen-dar un libro: La muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuentes. Se encontrarán ante una peculiar redacción, el pensamiento más pro-fundo de un moribundo, Artemio Cruz, en un divagar continuo, la presentación de la toda una vida en un cerebro cansado por la enfermedad y los años, un estado difícil de comprender para el sano, y tan bien repre-sentado en esta magnífica obra que no deja de lado un contexto histórico importante, como es el antes y el después de la Revolu-ción mexicana.

No quiero dejar de invitar a que lean este libro sin antes ofrecer-les uno de sus pasajes tan cercano a dos culturas, como son la mexicana y la española. Aún hay mucho que reflexionar en nuestras actuales socieda-des; superar los errores que durante tantos siglos hemos ido arrastrando, y que nos hace vulnerables ante la cultura misma. Los libros (sólo los buenos, aún sabiendo que hay mucha confron-tación a la hora de delimitar la calidad de los mismos) nos ayudarán a co-nocer la historia. Está en nosotros querer poner de nuestra parte para alcanzar dicho conocimiento. En el mar de la lectura existen barcos bue-nos y otros no tan buenos, o directamente malos; fracasaremos si no ad-

Page 18: El duende quiso madrugar. nº 1

Página 18

vertimos nuestra situación y la calidad de nuestro navío: si aún seguimos a flote,

o ya nos hundimos en la ignorancia.

A continuación les ofrezco uno de los párrafos magistrales de la obra que aquí les recomiendo: “[…] en las columnas blancas de los pórticos campestres y en las entona-ciones voluptuosas del cuerpo y de la voz morirán los efluvios: habrá aquí una frontera: luego se levantará el pedestal sombrío de las águilas y los pedernales: una frontera que nadie derrotará: ni los hombres de Extremadura y Castilla que se ago-taron en la primera fundación y después fueron vencidos sin saberlo en el ascenso de la plataforma vedada que les dejó destruir y deformar sólo las apariencias: vícti-mas, al fin, del hambre concentrada de las estatuas de polvo, de la succión ciega de la laguna que se ha tragado el oro, los cimientos, los rostros de cuantos conquista-dores la han violado; ni los bucaneros que colmaron sus bergantines con los escudos arrojados desde la cima de la montaña indígena con una carcajada agria; ni los frailes que cruzaron el Paso de la Malinche para entregar nuevos disfraces a dioses inconmovibles que se hacían representar en una piedra destructible pero que habi-taban el aire; ni los negros traídos a las plantaciones tropicales y alaciados por las avanzadas indias que ofrecieron sus sexos lampiños como un reducto de victoria sobre la raza crespa; ni los príncipes que desembarcaron de los veleros imperiales y se dejaron engañar por el dulce paisaje de palmacristi y fruta en drupa y ascendie-ron con sus equipajes cargados de encaje y lavanda a la meseta de paredones acri-billados; ni siquiera los caciques de tricornio y charreteras que en la muda opaci-dad del altiplano encontraron, al cabo, la derrota exasperante de la reticencia, de la burla sorda, de lo indiferente: tú serás ese niño que sale a la tierra, encuentra la tierra, sale de su origen, encuentra su destino, hoy que la muerte iguala el origen y el destino y entre los dos clava, a pesar de todo, el filo de la libertad“

La muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuentes.

Page 19: El duende quiso madrugar. nº 1

Página 19

EL TEATRO DEL FIN DEL MUNDO

Llegamos al punto y final de este primer número de esta revista

literaria. Seguiremos llenando páginas de literatura, y el mundo seguirá

girando en torno a los mismos o nuevos ideales, con mayores fronteras si

cabe y aún mayor número de muertos tras las espaldas de los que se dicen

llamar liberadores del mundo. En esta nueva guerra mundial sin haber

sido declarada oficialmente, nos mantendrán entretenidos con los depor-

tes, el morbo de los programas de televisión o los foros populares de in-

ternet tan repletos de comerciales que pretenden mantener en todo lo

alto un modelo de neoliberalismo cada vez más caduco.

El telón ya se abrió para la nueva representación del mundo hace

ya mucho tiempo, y aún no hemos pasado de escena, a pesar de la entrada

de nuevos personajes. El público sigue expectante ante las historias conta-

das mediante el juicio de los más populares personajes y medios de lo ab-

surdo. Ahora sí se podrá decir, a pesar de que se molesten muchos, que se

les dan la basura que el público exige, quizás por el mediocre conocimien-

to de las cosas, aparte del aún menos interés por la realidad de los aconte-

cimientos.

Cuando está la pereza por abrir un libro es cuando más sencillo

resulta difundir las mentiras convincentes, obviamente para las mentes

menos trabajadas, que cada vez aumentan en número. La televisión tiene

un papel muy importante, que se acrecienta con el convencimiento de los

mediocres al creer que ahí siempre les tienen que contar la verdad. Una

fe nacida de la pereza por adquirir conocimiento.

La mercadotecnia está en su boom. Mientras que los líderes políti-

cos hacen sus cuentas y estudios sociológicos derivados de la mediocridad

humana que ve la televisión basura, los mencionados mediocres aceptan

su papel, siempre que la oferta atienda a la gratuidad del método de en-

Page 20: El duende quiso madrugar. nº 1

Página 20

tretenimiento que exigen.

La duda nos viene a los que rechazamos lo mediocre, y no enten-

demos cómo ante la oferta literaria gratuita que ofrecemos, sigue la gente

apostando por la basura televisiva. Seguramente, los que aceptan dicha

basura vean en esta oferta literarias una calidad pobre para sus expectati-

vas. No podemos vender esto como lo mejor, pero tampoco creemos que

pueda compararse a lo otro. No salvaremos la estupidez humana mediante

estas palabras, ni tampoco es nuestra meta. Digamos que este es un méto-

do que ofrecemos para el entretenimiento del que acepte acercarse hasta

nosotros; podemos o no funcionar, pero al menos tenemos la intención

de ofrecer nuevas alternativas, aunque sabemos que no son tan nuevas,

frente a lo ofrecido por gobiernos que no aparentan tener buenas inten-

ciones con su pueblo (quédese ahí nuestra impresión al respecto).

Sin ser los mejores, ni tampoco pretender entrar en la competen-

cia, nuestra oferta es gratuita y diversa. Somos parte del mismo mundo,

como así son nuestras letras, pedazos que aquí les ofrecemos, retazos que

tanto nos representa. Mundo literario ofrecemos; mundo mismo al que

pertenecemos todos, lo acepten o no.

Francisco Javier González de Córdova

Page 22: El duende quiso madrugar. nº 1

Página 22

Hasta el próximo número