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31 El diseño de las redes de riego y las escalas sociales de la producción agrícola en el 1 er milenio DC (Tebenquiche Chico, Puna de Atacama) MARCOS N. QUESADA 1 RESUMEN Frecuentemente se vinculan los grandes espacios agrícolas a procesos de centralización política, suponiéndose que la expansión de estos espacios debe corresponderse con el surgimiento de una autoridad con capacidad de movilizar la fuerza de trabajo necesaria para la construcción de la infraestructura y su administración. El uso de tal indica- dor, sin embargo, puede llevar a perder de vista la impor- tancia de las estrategias de apropiación de las unidades de producción campesinas que diseñan sus espacios de culti- vo en función de asegurar su acceso, actual y futuro, a la producción y a los medios de producción. En este trabajo presento un estudio centrado en el diseño de las redes de riego de Tebenquiche Chico (Catamarca, Argentina) cuya reconstrucción permitió interpretar las escalas espaciales y temporales del trabajo campesino y el modo en el cual el paisaje agrícola alcanzó una notable extensión sin necesa- riamente implicar escalas sociales supradomésticas. Palabras claves: tecnología agrícola – producción cam- pesina – diseño de red de riego – Tebenquiche Chico. ABSTRACT Extensive agricultural fields are frequently linked with processes of political centralization. The assumption is that the expansion of agricultural fields is related to the emergence of an authority with the capacity to mobilize the labor force that is needed for the construction of infrastructure and its management. However, the use of such an indicator can lead us to misunderstand the relevance of the appropriation strategies of peasant production units, which design their crop areas to ensure present and future access to production and the means of production. This article presents a study of the Tebenquiche Chico (Catamarca, Argentina) irrigation network design, reconstruction of which allowed us to interpret the temporal and spatial scales of peasant labor and the way in which the Tebenquiche Chico agricultural landscape reaches a remarkable extension without necessarily involving supra-domestic social scales. Key words: agricultural technology – peasant production – irrigation network design – Tebenquiche Chico. Recibido: septiembre 2005. Aceptado: marzo de 2006. Introducción Bajo el supuesto de que la expansión de los espa- cios de cultivo requiere necesariamente de la exis- tencia de una autoridad centralizada capaz de movilizar y coordinar una gran fuerza de trabajo para la habilitación de los campos agrícolas y administrar su empleo, la irrigación en gran esca- la se convirtió en un indicador favorito de la exis- tencia de individuos o grupos con funciones diri- gentes. En la literatura arqueológica andina abun- dan los modelos que otorgan a la irrigación un rol preponderante en la conformación de estruc- turas políticas jerarquizadas. Las jefaturas y los Estados son vistos como consecuencia inevitable de la expansión de las redes de irrigación y, en muchos casos, su colapso se explica por medio de un fracaso técnico (Moseley 1983; Ortloff y Kolata 1993; Williams 1997). Tal supuesto ha sido criticado desde varias direcciones. Se trajeron a discusión contraejemplos etnográficos, casos ar- queológicos que señalan que la jerarquización social no siempre es consecuencia de expansión agrícola e, incluso, modelos de simulación de sis- temas de irrigación actuales que señalan la con- veniencia de un control descentralizado de la tec- nología (Mitchell 1985; Gelles 1986; Paerregaard 1993; Barceló 1996a). Con todo, permanece como un recurso explicativo en plena vigencia para aque- llos enfoques que hacen énfasis en el grado de dependencia de las unidades de producción cam- pesinas. El control social, en estas perspectivas, es visto como algo necesario, inevitable e incluso deseado por una masa de campesinos en proble- mas –generalmente se trata de problemas vincu- lados a fenómenos de presión demográfica– que resignan de buen grado su autonomía en las deci- siones vinculadas a la producción y el acceso irrestricto a los medios de producción en manos de una élite dirigente. Sin embargo, en un con- texto de producción campesina el acceso a los medios de producción se torna crítico. Las unida- des de producción campesinas se encuentran vin- 1 CONICET - Escuela de Arqueología, Universidad Nacional de Catamarca. Esquiú 418, 11º piso, Depto. D - C.P. 4700, Catamarca, ARGENTINA. Email: [email protected] Estudios Atacameños N° 31, pp. 31-46 (2006)

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El diseño de las redes de riego y las escalas socialesde la producción agrícola en el 1er milenio DC

(Tebenquiche Chico, Puna de Atacama)

MARCOS N. QUESADA1

RESUMEN

Frecuentemente se vinculan los grandes espacios agrícolasa procesos de centralización política, suponiéndose que laexpansión de estos espacios debe corresponderse con elsurgimiento de una autoridad con capacidad de movilizarla fuerza de trabajo necesaria para la construcción de lainfraestructura y su administración. El uso de tal indica-dor, sin embargo, puede llevar a perder de vista la impor-tancia de las estrategias de apropiación de las unidades deproducción campesinas que diseñan sus espacios de culti-vo en función de asegurar su acceso, actual y futuro, a laproducción y a los medios de producción. En este trabajopresento un estudio centrado en el diseño de las redes deriego de Tebenquiche Chico (Catamarca, Argentina) cuyareconstrucción permitió interpretar las escalas espacialesy temporales del trabajo campesino y el modo en el cual elpaisaje agrícola alcanzó una notable extensión sin necesa-riamente implicar escalas sociales supradomésticas.

Palabras claves: tecnología agrícola – producción cam-pesina – diseño de red de riego – Tebenquiche Chico.

ABSTRACT

Extensive agricultural fields are frequently linked withprocesses of political centralization. The assumption is thatthe expansion of agricultural fields is related to theemergence of an authority with the capacity to mobilize thelabor force that is needed for the construction of infrastructureand its management. However, the use of such an indicatorcan lead us to misunderstand the relevance of theappropriation strategies of peasant production units, whichdesign their crop areas to ensure present and future accessto production and the means of production. This articlepresents a study of the Tebenquiche Chico (Catamarca,Argentina) irrigation network design, reconstruction ofwhich allowed us to interpret the temporal and spatial scalesof peasant labor and the way in which the TebenquicheChico agricultural landscape reaches a remarkable extensionwithout necessarily involving supra-domestic social scales.

Key words: agricultural technology – peasant production– irrigation network design – Tebenquiche Chico.

Recibido: septiembre 2005. Aceptado: marzo de 2006.

Introducción

Bajo el supuesto de que la expansión de los espa-cios de cultivo requiere necesariamente de la exis-tencia de una autoridad centralizada capaz demovilizar y coordinar una gran fuerza de trabajopara la habilitación de los campos agrícolas yadministrar su empleo, la irrigación en gran esca-la se convirtió en un indicador favorito de la exis-tencia de individuos o grupos con funciones diri-gentes. En la literatura arqueológica andina abun-dan los modelos que otorgan a la irrigación unrol preponderante en la conformación de estruc-turas políticas jerarquizadas. Las jefaturas y losEstados son vistos como consecuencia inevitablede la expansión de las redes de irrigación y, enmuchos casos, su colapso se explica por mediode un fracaso técnico (Moseley 1983; Ortloff yKolata 1993; Williams 1997). Tal supuesto ha sidocriticado desde varias direcciones. Se trajeron adiscusión contraejemplos etnográficos, casos ar-queológicos que señalan que la jerarquizaciónsocial no siempre es consecuencia de expansiónagrícola e, incluso, modelos de simulación de sis-temas de irrigación actuales que señalan la con-veniencia de un control descentralizado de la tec-nología (Mitchell 1985; Gelles 1986; Paerregaard1993; Barceló 1996a). Con todo, permanece comoun recurso explicativo en plena vigencia para aque-llos enfoques que hacen énfasis en el grado dedependencia de las unidades de producción cam-pesinas. El control social, en estas perspectivas,es visto como algo necesario, inevitable e inclusodeseado por una masa de campesinos en proble-mas –generalmente se trata de problemas vincu-lados a fenómenos de presión demográfica– queresignan de buen grado su autonomía en las deci-siones vinculadas a la producción y el accesoirrestricto a los medios de producción en manosde una élite dirigente. Sin embargo, en un con-texto de producción campesina el acceso a losmedios de producción se torna crítico. Las unida-des de producción campesinas se encuentran vin-

1 CONICET - Escuela de Arqueología, Universidad Nacionalde Catamarca. Esquiú 418, 11º piso, Depto. D - C.P. 4700,Catamarca, ARGENTINA. Email: [email protected]

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culadas permanentemente a sus medios de pro-ducción, ya que han invertido fuerza de trabajoen su construcción y dependen de ellos para sureproducción. De allí que el productor campesinono sólo requiere de tecnología que le permita lo-grar los objetivos de producción y asegurar el éxitotécnico del ciclo agrícola, sino que, además, debedesarrollar estrategias sociales que le permitanreproducir el ciclo productivo (Vicent 1991). Esdecir, en la medida que la producción actual de-pende del trabajo pasado, inmovilizado en losmedios de producción, debe asegurar su acceso aellos fijando las relaciones sociales en estructurasduraderas (Meillasoux 1984). Esto implica, porun lado, la definición de los grupos sociales deapropiación (p.e., las estructuras de parentesco:Vicent 1991; Haber 1999), pero también, y es eltema que desarrollaré en este trabajo, la defini-ción de las escalas espaciales y temporales de losprocesos de trabajo agrícolas, que estánobjetivadas en el diseño de las redes de riego.

Para ello tomaré como caso la quebrada deTebenquiche Chico en la Puna de Atacama, pordos motivos: el primero es que la buena conser-vación de las estructuras agrícolas permitió recons-truir confiablemente el trazado de las redes de rie-go antiguas; el segundo motivo se debe a su vin-culación con la siguiente discusión relevante a esteplanteamiento: cuando Krapovickas visitóTebenquiche Chico en 1952 advirtió, a pesar desu corta estadía, la magnitud de la infraestructuraagrícola (Krapovickas 1955). Esas observacionesfueron las que le permitieron sugerir que la agri-cultura no sólo era de gran importancia en la eco-nomía puneña, sino que lo era desde tiempos muyantiguos (Krapovickas 1984). Tal interpretaciónno fue tenida en cuenta, en buena medida por elsupuesto que señalé antes, ya que puesto que nohay evidencias de centralización política en lapuna durante el primer milenio de nuestra era, seinterpretó que la agricultura debió tener escasodesarrollo, estando confinada a los bordes de losríos, donde las cortas canalizaciones no exigíanmayor inversión de trabajo y tampoco un poderpolítico centralizado (Olivera 1991). El desarro-llo agrícola y la expansión del espacio irrigado, y,por lo tanto, su estudio arqueológico, debieronesperar hasta el Período de Desarrollos Regiona-les cuando, sostienen algunos investigadores, “lasimportantes muestras de ingeniería hidráulica, eltamaño y complejidad de los sitios, sumados alimportante aumento de la población parecen su-

gerir la existencia de algún tipo de poder políticomás centralizado” (Olivera 2000: 46). Se propu-so, incluso, que esa sociedad podía ser concep-tualizada como una jefatura o señorío. (Albeck1993; Olivera 2000). En estos planteamientos estásintetizado el supuesto de la relación necesariaentre expansión de los espacios agrícolas y surgi-miento de estructuras de poder. Contrariamente,¿podemos imaginar una gran extensión bajo rie-go pero construida, usada y mantenida a niveldoméstico? ¿Cómo se vería?

El diseño de las redes de riego y las escalassociales de la producción agrícola

La pregunta anterior no es fácil de responder dadoque hay, en la puna y circumpuna, realmente po-cos casos de infraestructura agrícola prehispánicarelevada con suficiente detalle como para lograrreconstruir el diseño de los espacios de cultivo.Esto podría deberse, como bien señala Korstanje(1996), a que la fuerte orientación de la arqueolo-gía hacia el estudio de los espacios domésticos yfunerarios significó una falta de atención hacia losespacios de producción. En general, las pocasmenciones que se hacen en la literatura arqueoló-gica de la infraestructura de cultivo son del tipo:“hay evidencias de canales”, “las casas se encuen-tran dispersas entre campos de cultivo” y así. Losespacios productivos rara vez fueron percibidoscomo objeto de estudio, sino más generalmente,espacios intersticiales entre artefactos o edificios(Gleason 1994).

Hay, claro, excepciones. Sin embargo, la mayoríade estos esfuerzos adoptaron un enfoque “de arri-ba hacia abajo” enfatizando en el supuesto de lacentralización política y vieron Estados y caci-ques allí donde bien podrían haber actuado cam-pesinos. La discusión generada en torno a las es-calas sociales involucradas en la gestión de losextensos campos de camellones de las costas delTiticaca es ejemplificadora de ello (Kolata 1991;Erickson 1993; Janusek y Kolata 2004). Erickson(1993) defendió una perspectiva “de abajo haciaarriba” enfatizando en la capacidad de las unida-des sociales de baja escala de integración (fami-lias y grupos locales) para realizar obras de granenvergadura sin necesidad de intervención de laburocracia estatal. Su discusión se basó en la es-tructura espacial de los campos de camellones yen los procesos de trabajo que tomaron lugar du-rante su construcción y uso. Notó que la enorme

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extensión de campos elevados se hallaba confor-mada por conjuntos más pequeños cuya gestiónno requería de un poder político centralizado.

Recientemente, en la puna y circumpuna, un nú-mero de investigadores se interesaron ya no sóloen medir la extensión de los espacios agrícolas,sino en comprender la forma en que estos funcio-naban y eran administrados. Por ejemplo, la ex-tensa aldea agrícola formativa de Piedra Negra,en Laguna Blanca, Catamarca (Albeck y Scattolin1984; Delfino 1999) parece haber sido irrigada,al menos en parte, por numerosas redes de riegoque servían a conjuntos discretos de parcelas decultivo. Se están realizando importantes esfuerzospara registrar estas redes y su relación con los nú-cleos habitacionales (Delfino com. pers. 2005). Deigual modo, Alvarez (2001) ha encontrado que elextenso paisaje agrícola correspondiente al Perío-do de Integración Regional de la quebrada de ElTala, cerca de la ciudad de Catamarca, estaba con-formado por pequeñas unidades funcionales deno-minadas “estructuras compuestas”. Estas estabanconstituidas por un conjunto de terrazas de cultivoa las cuales se vinculaba una habitación que habríaservido de residencia a los agricultores durante elperíodo de cultivo. Las extensiones totales de am-bos sitios arqueológicos son notables, sin embar-go, parece posible encontrar que estos espacios sehallaban segmentados en unidades más pequeñas,quizá funcionalmente independientes unas de otras.Es probable que esta forma de estructurar los es-pacios de producción no haya sido privativa delprimer milenio DC. En la localidad Antofalla,Puna de Atacama, he registrado perímetros de rie-go formalmente similares –que describiré más ade-lante para el caso de Tebenquiche Chico– queparecen haber sido utilizados durante los perío-dos Tardío, Inca, e incluso, Colonial Temprano(Quesada 2005).

En su etnografía del riego en Chiapa y Jaiña, nor-te de Chile, Martínez (1989) describe dos siste-mas de irrigación que coexisten. Uno de ellos, alque llama principal, es de uso comunal y trans-porta agua desde una distancia de unos 20 km. Elotro sistema está conformado por pequeñas redesde irrigación independientes entre sí y del siste-ma principal que captan agua de una serie de ver-tientes y sólo sirven a sus dueños. El sistema prin-cipal, a diferencia de los otros, está sujeto a unsistema de control del acceso al agua con autori-dad designada (el “Alcalde de Aguas”) y a un sis-

tema de contabilidad bien establecido y registra-do (el libro de aguas), en tanto que las otras redescarecen de estos y sus propietarios gozan de ma-yor autonomía. Estas observaciones son importan-tes por dos motivos: en primer lugar, muestranque la oposición entre las perspectivas “de arribahacia abajo” y “de abajo hacia arriba” es falsa,por cuanto las escalas sociales en las cuales una yotra hacen énfasis no son excluyentes, sino quecoexisten y muchas veces se establecen entre ellasrelaciones tensas de cooperación y conflicto(Mayer 1989). Por ello, la posición más ventajo-sa para el investigador no está en una u otra esca-la, sino en las relaciones entre ellas; el segundomotivo es que muestra también que la estructuraespacial de los espacios de producción juega unrol en la forma en que se plantean esas relacio-nes. Hay, entonces, una relación entre el diseñode los espacios productivos y la escala de las uni-dades sociales responsables de su construcción yfuncionamiento. Con diseño de los espacios deproducción me refiero simplemente a la configu-ración espacial que estos adoptan, y la importan-cia de su reconstrucción radica en que a través desu estudio podemos acceder a los procesos de tra-bajo involucrados en su construcción, uso y ges-tión. Los espacios de cultivo no son construidosde cualquier manera. Por el contrario, en tantomedios de producción objetivan las condicionesde trabajo bajo las cuales tuvieron origen y fue-ron empleados (Barceló 1996b). En particular,estos diseños conforman esquemas espaciales ytemporales que estructuran el trabajo agrícola.

En la Puna de Atacama, donde la agricultura sóloes posible bajo riego, la reconstrucción de losespacios de cultivo se traduce en la reconstruc-ción de las redes de riego. Llamo red de riego aun conjunto de canales, tomas de agua, estanquesy cualquier otro dispositivo hidráulico, relaciona-dos funcionalmente y destinados a la irrigación.Es razonable pensar que resulta más sencillo de-finir estos diseños en casos que, como los regis-trados por Martínez, estaban aún en funcionamien-to. En casos arqueológicos la tarea estará media-da por las condiciones de conservación y visibili-dad de las estructuras que no siempre son las de-seadas. Lo más probable es que nos encontremoscon un gran número de segmentos de canales des-conectados entre sí, por ello el relevamiento decampo de las redes de riego no sólo requiere delregistro de las estructuras visibles, sino tambiénde aquello que no lo es, es decir, la vinculación

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entre ellas. Esto último torna de fundamental im-portancia lograr una fina representación de la to-pografía, puesto que es la observación de las pen-dientes la principal guía para establecer las vin-culaciones de los segmentos de canales. Pero ellono es suficiente. La clave para la definición de lasredes de riego está en el establecimiento de loque Barceló (1996a) llamó “línea de rigidez”. Estaes coincidente con el trazado del canal principal,aquel que abastece a toda la red. Lo importantede la noción, desde un punto de vista metodo-lógico, es que señala el límite físico de crecimientode la red. Ningún agregado puede hacerse a unaaltura superior a la de la línea de rigidez en undeterminado punto, puesto que, en sistemas de rie-go por gravedad, el agua requiere para circularpendientes siempre negativas. Es decir, todo dis-positivo hidráulico que tenga un punto de capta-

ción a mayor altura que la línea de rigidez, conseguridad no forma parte de esa red de riego. Perodebe tenerse en cuenta que todos los dispositivoshidráulicos cuyo punto de captación del agua seencuentre por debajo de la línea de rigidez pue-den, aunque no necesariamente, integrar esa redde riego. De modo que la reconstrucción del tra-zado de los canales principales nos ofrece unmarco de referencia espacial que oficia de límitea la interpretación de la configuración de las re-des de riego.

El diseño de las redes de riego enTebenquiche Chico

Tebenquiche Chico se ubica en el departamentode Antofagasta de la Sierra en la provincia deCatamarca, Argentina (Figura 1). Se trata de una

Figura 1. Mapa de ubicación de Tebenquiche Chico.

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de las varias quebradas que se disponen en elmargen occidental del salar de Antofalla. La di-rección general de la quebrada se desvía apenasunos grados del norte magnético. Alrededor de los4500 m.snm, en los faldeos del cerro Tebenquiche(5837 m.snm), brotan cinco manantiales u “ojosde agua” que alimentan el arroyo que desciendepor el fondo de la quebrada hasta alcanzar los3300 m.snm en el salar de Antofalla con unos 10km de recorrido.2 Las cabeceras de la quebradase ubican en la franja altitudinal de Puna (4000 a5000 m.snm), en tanto que la mayor parte del re-corrido del arroyo está en la Suni (3000 a 4000m.snm). En esta última, aunque las precipitacio-nes son más escasas, la temperatura es más eleva-da. La irrigación aquí cumple la función de resol-ver la discordancia espacial entre temperaturasapropiadas y humedad suficiente para la prácticaexitosa de la agricultura.

En el sector medio (entre los 3609 m.snm y 3762m.snm) la quebrada se ensancha dando lugar a laformación de terrazas aluviales a ambos lados delarroyo. Este corre por el fondo de un cañadón queel agua ha cavado. En este sector, donde se con-centra la mayoría de los núcleos residenciales(n=13) he relevado una superficie de 150 ha delas cuales 92 se hallaban bajo riego. Sin embar-go, a juzgar por el análisis de fotografías aéreas,prospecciones pedestres y relevamientos más re-cientes, esta constituye no más de un tercio de lasuperficie agrícola total de Tebenquiche Chico.Conocemos redes de riego que se extienden aguasarriba y aguas abajo del sector que analizo en esteartículo. Aquellas 92 ha eran irrigadas por mediode 19 redes de riego, las que, a su vez, definensus correspondientes perímetros hidráulicos, esdecir, el área que cada red podía irrigar. La carto-grafía de la Figura 2 muestra en tonalidades degris la extensión de estos perímetros. Las redesde riego I a IX se ubican al este del arroyo; lasrestantes, X a XIX, lo hacen al oeste. Los dosejemplos que describiré a continuación serviránpara ilustrar la forma que adoptan las redes deriego en Tebenquiche Chico.3

La Red de Riego I (Figura 3) está conformadapor el canal principal <9> que se extiende por la

barranca de la terraza aluvial. Al alcanzar la posi-ción del núcleo residencial TC7 tuerce hacia eleste continuando en los segmentos <151>, <153>,<157>, <158>, <165>, <168> y <170>. De estecanal principal se desprenden derivaciones de se-gundo orden hacia el sur, en sentido de la máxi-ma pendiente: la prolongación de <9> al sur deTC7, <152>, <15>, <16>, <17>, <18>, <159>,<29>, <166>, <30>, <31>, <169/59> y <172>; yotras de tercer orden: <7>, <5>, <6>, <13> y<14>. Estos canales proveían de riego a conjun-tos de parcelas con pared de piedra en la barrancadel arroyo (A), entre los canales secundarios<159> y <29> (B) y al oeste del canal secundario<59> (C), y a otras parcelas no delimitadas conmuros de piedra, sino por el mismo trazado delos canales.

La Red de Riego XV (Figura 4) está integradapor el largo canal <445> que se prolonga por labarranca de la terraza aluvial hasta superar el nú-cleo residencial TC32. Allí tuerce hacia el oestecirculando adosado a los muros externos de TC32,atraviesa la estrecha terraza aluvial en este punto,y retoma su curso al sur al alcanzar la ladera oes-te de la quebrada. Más al sur podría continuar enel tramo <397> y más allá en el corto segmento<266>. De este canal principal se desprenden loscanales secundarios <831>, <832>, <1279>,<442>, <429>, <428>, <427> y <399>. Median-te esta red de riego se proveía agua a las parcelascon pared de piedra que se ubican al este y sur deTC32 (A), y a aquellas construidas en la laderaoeste entre los canales secundarios <831> y <427>(B); y al sur de <389> (C).

Cada uno de los dos casos descritos ilustra unaforma particular de conducir el agua, lo cual diolugar a dos diseños de red de riego. Las redes deriego que se ubican al este del arroyo poseen undiseño centrífugo donde el agua tiende a alejarsedel acuífero. Las que se hallan al oeste, en cam-bio, poseen un diseño centrípeto, puesto que elagua tiende a regresar al arroyo. Aunque estasdiferencias son de importancia en cuanto a los lí-mites físicos de expansión de las redes de riego,es relevante para este trabajo destacar una seriede similitudes entre los dos diseños que bien po-drían indicar que se trata de la adaptación de unmismo diseño a la desigual topografía de la que-brada. En ambos casos se trata de un canal prin-cipal que parte desde el arroyo, desciende por labarranca y atraviesa la terraza aluvial; en las re-

2 A lo largo de los últimos 3 km el agua circula de formasubterránea.

3 En otro trabajo (Quesada 2001) describí en detalle cadauna de las 19 redes de riego.

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Figura 2. Cartografía de Tebenquiche Chico. Se indican con diferentes tonalidades los perímetros hidráulicos de lasredes de riego relevadas.

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Figura 3. Red de Riego I.

des de riego ubicadas al oeste del arroyo el canalprincipal continúa por la ladera, que por ese ladodelimita la quebrada. A lo largo de su recorridose desprenden de él derivaciones secundarias yterciarias encargadas de conducir el agua a lasparcelas de cultivo.

Cronología de construcción y uso de las redesde riego de Tebenquiche Chico

La posibilidad de datar estructuras de cultivo através de mediciones cronométricas está mediadapor el hallazgo fortuito de muestras que puedanser analizadas de esa manera que, como se sabe,es poco probable. No he obtenido en TebenquicheChico material con suficiente contenido orgánicocomo para realizar una medición directa. No obs-tante, existen varios indicadores que, tomados enconjunto, me permiten ubicar cronológicamentelas redes de riego. Se han realizado excavacionesen tres de los núcleos residenciales de TebenquicheChico: TC1, TC2 y TC27. De ellos es de particu-lar importancia TC1, puesto que ha permitido

construir una secuencia cronológica aplicable alasentamiento y quizás extensible a las otras que-bradas de la cuenca del salar de Antofalla. En TC1se han excavado dos recintos de habitación em-pleando una técnica estratigráfica que ha permiti-do lograr una buena resolución (Haber 1999;D’Amore 2002). De sus depósitos se han obteni-do 14 fechados radiocarbónicos que, luego de sucalibración y corrección, han posibilitado la cons-trucción de una secuencia de períodos de ocupa-ción y desocupación del núcleo residencial. Ha-ber (1999) ha resumido tal secuencia en cincoperíodos. Se inicia en un Período 0 anterior a laprimera ocupación de TC1. Entre los siglos IV yVI se produce la primera ocupación del compuestoresidencial (involucrando su construcción) dandolugar al comienzo del Período 1 que se prolongaentre 500 y 900 años hasta finalizar entre los si-glos XI y XIII, momento en que TC1 es desocu-pado. Este lapso de desocupación (Período 2) ter-mina cuando tiene lugar la reocupación del Pe-ríodo Colonial Temprano (Hispano-indígena) queconstituye el Período 3 de muy corta duración

Red de riego I. El perímetro irrigado por esta red de riego estáindicado por el área con fondo blanco. El cuadriculado internojunto con los valores indicados abajo y a la izquierdacorresponden al sistema de coordenadas del sitio. Pueden serexpresados en metros para una referencia adicional de la escala.Abajo a la derecha, ubicación de la red en el área relevada.

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Figura 4. Red de Riego XV.

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(quizás no mayor a 150 años). Finalmente, el Pe-ríodo 4 representa una nueva desocupación hastaque fue excavado. Se han definido, entonces, dosmomentos de ocupación: Período 1 y Período 3.El primero de ellos es relativamente coincidentecon el Período Agroalfarero Temprano y el Perío-do Agroalfarero Medio/Integración Regional, loque lo hace coincidente, también con el Tempra-no de Albeck (1993) y la etapa formativa en laPuna de Atacama (Olivera 1988, 1991). El Perío-do Agroalfarero Tardío/Desarrollos Regionales noestá representado en la cerámica de TebenquicheChico, y la ocupación incaica está evidenciadasólo por unos pocos fragmentos de alfarería ha-llados en superficie. Esto apoya la secuencia ela-borada por Haber, puesto que la cerámica recupe-rada en las excavaciones corresponde, según suasignación cronológica en otras regiones, sólo alos dos períodos representados por las datacionesradiocarbónicas.

La cerámica relacionada estratigráficamente conlas muestras analizadas cronométricamente hapermitido delinear un marco cronológico aún másfino, útil al menos a escala local. Se ha clasifica-do según criterios tecnológicos la totalidad de losfragmentos recuperados de la excavación de am-bos recintos de TC1 (Granizo 2001), y se hanhallado categorías que se vinculan sólo a un eventoestratigráfico fechado, por lo cual son diagnósticasde ese momento en particular dentro de la secuen-cia de TC1 (Haber 1999). La comparación de es-tas categorías diagnósticas con la cerámica reco-lectada en la superficie de los demás núcleos re-sidenciales ha dado lugar a la formulación de hi-pótesis cronológicas para todo el asentamiento.Puede decirse, en términos generales, que todoslos núcleos residenciales fueron ocupados y qui-zá construidos durante el Período 1, aunque laconstrucción pudo haber sido anterior. De igualmodo todos fueron desocupados durante el Perío-do 2 y, finalmente, todos, excepto uno, fueronreocupados durante el Período 3. Este esquema,brinda un marco temporal dentro del cual asignarcronología a las redes de riego. Lo más probablees que estas hayan sido construidas durante losperíodos 1 o 3, puesto que son los lapsos tempo-rales en que Tebenquiche Chico estuvo ocupado.Ya hemos dicho que parece que todos los núcleosresidenciales fueron construidos en el Período 1(o antes) y, como mostraré, hay una relación es-pacial entre ellos y las redes de riego. Tal rela-ción podría constituir, además, una relación fun-

cional, puesto que los núcleos residenciales se-rían el lugar de residencia de las unidades socia-les que habrían construido y/o gestionado las co-rrespondientes redes de riego. De modo que seestablece una relación de dependencia mutua en-tre la casa, el grupo social que constituye la uni-dad de producción y los espacios de producción.Si fuera esta la situación, entonces las redes deriego debieron haber sido construidas simultánea-mente con los núcleos residenciales.

Podría objetarse lo anterior aduciendo que los lu-gares de residencia durante el Período 3 fueronlos mismos que durante el Período 1. Pero exis-ten diferencias en las características de ambasocupaciones. La ocupación del Período 1 ha sidocaracterizada como permanente o casi permanen-te y continua, puesto que no hay evidencias dehiatos estratigráficos ni cronológicos (Haber 1999;D’Amore 2002). El Período 3, en cambio, se hacaracterizado como una ocupación temporal, po-siblemente estacional, vinculada, quizás, a la ex-plotación de recursos específicos como por ejem-plo, la lana de vicuña (Haber 1999; Lema 2004).El hecho de que en este período se hayan ocupa-do antiguos recintos en lugar de construirse nue-vos apoyaría esta interpretación. La circunstanciadel último abandono de TC1 es también compati-ble con la idea de una ocupación temporal, pues-to que no parece haber sido un abandono previstocomo definitivo. Uno de los recintos fue dejadocon un equipo mínimo de vasijas y otros imple-mentos indicando que se preveía regresar (Haber1999; Granizo 2001; Lema 2004). La cerámicadel Período 1 da cuenta de un amplio repertoriode formas y características de pasta, lo que indi-caría, a su vez, una mayor variedad de activida-des en las cuales intervino. Se destaca, en parti-cular, la existencia de vasijas destinadas al alma-cenamiento. Este tipo de vasija no fue empleadodurante el Período 3. El conjunto alfarero de esteperíodo es muy sencillo en cuanto a la variedadde formas y pastas de cerámica, y, por tanto, lavariedad de actividades en las que intervino (Gra-nizo 2001). La enorme cantidad de fuerza de tra-bajo invertida en la construcción de las redes deriego parece corresponderse más con una ocupa-ción permanente que con una de carácter tempo-ral, por lo que resulta más coherente vincularlacon el Período 1. Por otro lado, la producción yel almacenamiento corresponden a dos momen-tos secuenciales de los procesos de reproduccióndel grupo social. Hay evidencia de almacenamien-

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to para el Período 1, pero no para el Período 3.Las herramientas que, a juzgar por su distribu-ción espacial, estuvieron vinculadas con la cons-trucción y explotación de las parcelas de cultivoestán presentes desde el momento de la construc-ción de TC1, y probablemente intervinieron enella. Esto indica que la construcción de las redesde riego pudo realizarse desde el comienzo delPeríodo 1. Estos argumentos, tomados en conjun-to, señalan al Período 1 como el lapso en el cualse construyeron las redes de riego de TebenquicheChico. Pero podemos darle un poco más de sus-tento a esta hipótesis. La cerámica recuperada enlas estructuras hidráulicas puede informarnos acer-ca de su historia de uso. El método consiste enasignar a las estructuras las fechas de las cerámi-cas obtenidas mediante dataciones absolutas enotros contextos. La secuencia cerámica de TC1 esapropiada para tal fin. Realizamos recoleccionesde la cerámica de superficie en estructuras perte-necientes a varias redes de riego. Las cerámicasrecuperadas se muestran en el Cuadro 1 donde,además, se consigna su equivalencia con las cerá-micas definidas previamente en otras regiones delNoroeste Argentino, el período al que correspon-den dentro de la secuencia de TC1 y el rango tem-poral de cada categoría cerámica, según fue datadamediante análisis de C14 en los depósitos de TC1.De los 189 fragmentos recuperados sólo cuatrocorrespondían a las cerámicas 1 (Caspinchangoordinario) y 13, ambas del Período 3. Hay pocasdudas, entonces, de que la construcción y uso másintenso, y quizás sostenido, de las redes de riegofue a lo largo del Período 1, aunque es posibleque fueran reutilizadas en parte durante el Perío-do 3, como propone Lema (2004).

Las escalas espaciales y temporales de laagricultura en Tebenquiche Chico

Las redes de riego de Tebenquiche Chico no seconectan entre sí, no poseen elementos comparti-dos con otras redes de riego. Por ello sonfuncionalmente independientes, es decir, que po-drían haber funcionado con el mismo nivel dedesempeño en ausencia de las otras redes de rie-go. Estas son las primeras características a desta-car: la segmentación del espacio agrícola pormedio del riego y la independencia funcional decada red.

Lo anterior también nos informa acerca del posi-ble modo de expansión del paisaje agrícola. Ya

Cuadro 1. Categorías cerámicas recuperadas en las redes de rie-go de Tebenquiche Chico.

dije que el complejo hidráulico de TebenquicheChico no conforma una unidad tecnológica, sinoque resulta de la agregación de redes de riego. Laagregación de redes de riego es uno de los proce-sos de crecimiento del espacio agrícola (Figura5a), pero, además, encontramos que los canalesprincipales de cada red de riego muy rara vez re-corren una gran longitud sin que de ellos se des-prenda un canal secundario.4 Es más, con excep-ción de sólo una red de riego ninguna alcanza la

4 De acuerdo al relevamiento, las derivaciones secundariasse desprenden del canal principal a distancias promedio de48 m. Sin embargo, es poco probable que la cartografía deTebenquiche Chico dé cuenta de todos los canales secunda-rios, de modo que la distancia entre ellos debe ser menor.

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Figura 5. Esquema hipotético de los procesos de crecimiento de las redes de riego de Tebenquiche Chico: a) agregación de redes deriego; b) extensión de la red de riego; y c) combinación de los procesos de agregación y extensión de las redes de riego.

terraza aluvial sin irrigar campos aterrazados enla barranca del arroyo. Podemos imaginar la for-ma en que las redes de riego se expandieron pormedio de una corta prolongación del canal prin-cipal y la construcción de una derivación de se-gundo orden (Figura 5b). Entonces, la expansiónde los espacios agrícolas de Tebenquiche Chicoparece haber procedido mediante dos procesos de

crecimiento: agregación de redes y extensión decada red. El más bajo nivel de agregación era laconstrucción de las pequeñas unidades funciona-les a corto plazo, cuya acumulación habría dadoorigen y forma a las redes de riego, esto es laextensión de cada red. Luego, la agregación delas redes de riego a lo largo de la quebrada habríaresultado en la constitución del paisaje agrícola

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de Tebenquiche Chico (Figura 5c). Ambos proce-sos se presentan en orden lógico mas no necesa-riamente cronológico, y con seguridad nuevas re-des eran agregadas al tiempo que las existentes seampliaban. Lo importante de esta forma de ex-pansión del espacio cultivado es que permite in-crementar la cantidad de tierra incorporada alpaisaje agrícola manteniendo en niveles muy ba-jos la cantidad de fuerza de trabajo invertida encada evento constructivo. Por otro lado, encuen-tra sentido en un contexto donde el trabajo inver-tido debe redituar a corto plazo.

Hay, además, algunos elementos que nos propor-cionan pistas para reconstruir la estructura espa-cio-temporal del ciclo agrícola. La fuerza de tra-bajo no fue invertida de manera homogénea en elespacio de la quebrada, y tal diferencia resultasensible. En las cercanías de las casas se invirtiómás trabajo en la construcción y preparación delas parcelas (Figura 6). Allí se agrupan parcelasaterrazadas, contenidas con muros de piedra y bienniveladas. Las acumulaciones que resultan deldespiedre de los campos se vinculan espacialmentea estas parcelas y a las casas y disminuyen o es-tán ausentes a medida que nos alejamos de ellas.Las palas líticas o sus fragmentos son notable-mente más abundantes dentro de las parcelas conpared de piedra adyacentes a las casas, y muchomenos en las parcelas sin pared retiradas de lascasas.5 Estos elementos pueden ser interpretadoscomo evidencias de diferentes intensidades de usode las distintas categorías de parcelas. La acumu-lación de trabajo en sólo un sector del espacio decada red de riego pudo resultar ya de unasumatoria de eventos de trabajo, ya de una fuerteinversión inicial con la expectativa de utilizarlo conmayor frecuencia. Como fuera, es posible plantearque el ciclo agrícola en Tebenquiche Chicoinvolucró el cultivo intensivo, a modo de huerta,

5 Gastaldi (2002) estudió los patrones de depositación de losfragmentos de hojas de pala líticas y encontró que la com-posición del conjunto recuperado de los campos correspon-día a lo esperado en un contexto de uso. No sucede lo mis-mo en el interior de las casas, donde, al parecer, ingresabauna mayor proporción de pedúnculos (sección de la hojaque va atada al mango) que de limbos (sección de la hojaque contacta con el suelo al momento de ser usada). Elautor interpreta que esto se debe a que al romperse la hojade la pala el/la campesino/a ingresaba a la casa con el pe-dúnculo aún atado al mango, allí realizaba el reemplazo ydepositaba en diferentes contextos (intersticios de las pie-dras de los muros, pozos, etc.) el fragmento reemplazado.

Figura 6. Parcelas con pared de piedra próximas al núcleo resi-dencial TC1. Las flechas indican una prolongada acumulaciónde despiedre adyacente a las parcelas. Detrás del despiedre seextienden las parcelas sin pared.

de las parcelas próximas al núcleo residencial, y elcultivo extensivo o más esporádico, bajo barbechosectorial, de otras pequeñas parcelas sin pared depiedra dispersas en distintos sectores de una mis-ma red de riego, y en otras redes de riego.

Las escalas sociales de la producción agrícolaen Tebenquiche Chico

Las características de las redes de riego que enu-meré hasta aquí parecen señalar que la construc-ción, uso y gestión de los espacios agrícolas deTebenquiche Chico no requirió necesariamenteuna unidad social de escala mayor a la domésti-ca. La ampliación de los perímetros hidráulicosen forma de crecimiento modular implica que cadared de riego se expandió mediante episódicoseventos constructivos de baja escala de moviliza-ción de fuerza de trabajo. No existe ningún dis-positivo hidráulico o espacio de cultivo que porsus dimensiones haya requerido de unidades so-ciales mayores a la unidad doméstica. Lo mismopodría decirse con respecto al uso de los espaciosde cultivo. El establecimiento de un régimen debarbecho sectorial para gran parte del espacio irri-gado implica que sólo una parte de la superficietotal era puesta en producción en un momentodado. La escala espacio-temporal de estas prácti-

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cas no habría superado así las posibilidades delgrupo doméstico ni su capacidad de gestión ocontrol. Esto último es, además, destacado en elhecho de que la discontinuidad tecnológica entrelas redes de riego conformó un espacio de pro-ducción descentralizado. No existe un elementocomún sobre el cual ejercer un control sobre elcomplejo hidráulico de Tebenquiche Chico. Setrataría entonces de un nivel de control que nohabría excedido las capacidades de las unidadesdomésticas individuales. El carácter doméstico delas redes de riego fue, además, enfatizado median-te la asociación espacial de los canales principa-les de las redes de riego y las casas. Como ya lohabía señalado Haber (1999), en el sector de ma-yor densidad arquitectónica, con una sola excep-ción, cada casa se vincula a una red de riego yno hay red de riego que no se asocie a una casa(Figura 7).

El establecimiento de una relación material, visi-ble y duradera entre las casas y los tramos inicia-

les de los canales principales, la línea de rigidez,no debe haber sido casual. Es allí donde se definela independencia funcional de cada red de riego,puesto que es la posibilidad de captar agua inde-pendientemente lo que les brinda ese carácter. Entérminos estrictos, el tramo inicial de los canalesprincipales es la toma de agua, cuya construcción,por cierto, no parece haber implicado una graninversión de trabajo. Las tomas de agua se ubicanjusto en aquello que necesariamente fue compar-tido por todos los regantes de Tebenquiche Chi-co: el arroyo. Uno podría pensar, incluso, queaquella independencia funcional que propongopara las redes de riego es, a la postre, ficticia,puesto que el arroyo pudo haber funcionado comocanal principal estableciendo una única línea derigidez. Desde ningún punto esto puede ser co-rrecto. Que el arroyo haya podido actuar comocanal principal no significa que lo fue y su signi-ficado social e histórico es diferente. En un terre-no con pendiente en todas direcciones, como esel caso de la quebrada de Tebenquiche Chico,cualquier dirección pudo haber actuado como uncanal. Lo que distingue un canal de una línea deescorrentía natural no son la pendiente ni la exis-tencia de una depresión que canaliza el agua. Lorealmente definitorio es que un canal implica unainversión de fuerza de trabajo que se realiza a tra-vés de procesos de trabajo, en los cuales las per-sonas establecen vínculos sociales duraderos conotras personas y con los canales mismos y, ade-más, permiten establecer una espacialidadculturalmente pautada. Pero el hecho de que to-dos los usuarios comparten el mismo acuífero noslleva a otro tema de discusión por el siguientemotivo: el caudal del arroyo es ciertamente mo-desto. Nuestras mediciones dieron como resulta-do un transporte de 26.30 lt/seg. El significado deeste valor no es a primera vista evidente, pero bas-ta decir que difícilmente pudo haber alcanzado aabastecer más de dos tomas de agua abiertas si-multáneamente. Tal situación señala que el usodel agua debió de alguna manera estar socialmenteregulado y, por lo tanto, que el acceso al aguaestaba mediado por algún sistema de reparto. Unaconsecuencia importante de este hecho es que laindependencia funcional de las redes de riego nogarantiza un acceso irrestricto al agua y la apertu-ra de las bocatomas debió dar lugar a más de unconflicto. El acceso al agua debió ser, por lo tan-to, constantemente negociado. Para el caso, lasmejores condiciones de acceso al agua las poseíanquienes construyeron su red de riego en la posi-

Figura 7. Canales principales de las redes de riego IV (derecha)y V (izquierda) indicados con flechas blancas, dirigiéndose a losnúcleos residenciales TC29 y TC28, respectivamente. La posi-ción de los núcleos residenciales está indicada con flechasnegras.

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ción más elevada y tal ventaja decrece a medidaque se desciende por la quebrada. No conozcocómo se resolvía este tipo de conflictos enTebenquiche Chico, pero no es necesario postularla existencia de una autoridad para tal fin. Lassoluciones sociales a este problema se esparcenen un continuo que va desde el establecimientode autoridades despóticas hasta golpes de puño ala orilla del canal.

Pero hay aún otro aspecto del problema, y se re-fiere a las posibilidades que presenta el complejohidráulico de Tebenquiche Chico para mantenerun control efectivo del acceso al agua. Señalo esteproblema, porque no hay un elemento común so-bre el cual ejercer tal control. El control de unatoma de agua, o de cualquier otro nodo de lasredes de riego, sólo permite controlar una peque-ña parte de la extensión total de la superficie irri-gada. Resulta interesante relacionar esto con losprocesos de crecimiento del espacio irrigado.Nótese que cada pequeño módulo agregado encada red de riego dependió necesariamente parasu funcionamiento de agregados anteriores, lo queno sucede en el proceso de agregación de redes.Las redes de riego fueron construidas de un modoque benefició en un comienzo y en cada agregadoposterior un control descentralizado e indepen-diente de cada una de ellas.

Lo anterior muestra que es probable que enTebenquiche Chico no haya sido sólo la apropia-ción del agua a nivel doméstico lo que haya mo-tivado la generación de tal diseño de red de riego.Ya he dicho que el diseño de las redes de riego deTebenquiche Chico no asegura a las unidadesdomésticas un acceso irrestricto al agua, pero ase-gura que tal acceso no esté mediado por un dis-positivo técnico no controlado por ellas. Una si-tuación equivalente puede señalarse con respectoa la fuerza de trabajo, al menos en la construc-ción y mantenimiento de las redes de riego. Noexiste ningún componente cuya escala haya re-querido necesariamente de la conformación deformas de trabajo colectivo.6 Entonces, lo que esvisible arqueológicamente es un largo y continuoproceso de autoapropiación y control, por parte

de las unidades domésticas, de la fuerza de traba-jo inmovilizada en la construcción y el manteni-miento de los medios de producción.

En Tebenquiche Chico, entonces, podemos con-tar alrededor de 300 ha de superficie irrigada, unos10 km de canales principales y muchos más dederivaciones de segundo y tercer orden, pero laforma en que estas redes de riego fueron diseña-das no da cuenta de la existencia de un controlcentralizado. Menos aún, de uno que pudiera serconsiderado un señorío. En realidad lo queTebenquiche Chico muestra es un extenso paisajeagrario resultante del trabajo campesino. Pero tam-bién la forma en que esos campesinos creían quedebía realizarse el trabajo agrícola, sus tiempos,sus espacios, cómo debía repartirse el agua, y tam-bién cómo no debía hacerse. Todo ello fue fijadoen estructuras materiales y funcionales, y de esemodo lograron reproducir sus cosechas bajo lasmismas relaciones de producción año tras año alo largo de un milenio. Pero no es mediante laobservación del resultado final de un largo proce-so histórico que podemos evaluar las escalas delas unidades sociales involucradas, sino por me-dio de la reconstrucción de los procesos de traba-jo, que son los ámbitos de interacción social don-de en buena medida se establecen y legitiman lasrelaciones de producción. Es allí donde el estudiodel diseño de las redes de riego alcanza su máxi-ma utilidad y nos muestra, por un lado, la necesi-dad de revisar nuestros supuestos y, por otro, dequé manera aquellos campesinos, sin someterse aun puñado de poderosos señores, supieron hacerdel desierto, su oasis.

Agradecimientos He discutido varios aspectos deeste artículo con Alejandro Haber, Carolina Lema,Gabriela Granizo, Enrique Moreno, MarcosGastaldi, Leandro D’Amore y Daniel Delfino. Suscomentarios me resultaron muy valiosos. Muchaspersonas participaron de los trabajos de campode relevamiento de las redes de riego deTebenquiche Chico y dejaron su parte en la inter-pretación de los diseños de las redes de riego:Leandro D’Amore, Gabriela Granizo, MarcosGastaldi y Ulises Coria. Quiero agradecer parti-cularmente a Miguel Ramos, de la ComunidadIndígena de Antofalla, con quien trabajé en unade las campañas. Su mirada campesina me ayudóenormemente a comprender el paisaje agrícola deTebenquiche Chico. Este artículo también se viobeneficiado por los comentarios de los asistentes

6 Pongo el énfasis en la no necesidad de formas de trabajocorporativo. De ninguna manera pretendo, ni podría soste-ner, que efectivamente no hubo en Tebenquiche Chico esasformas de trabajo.

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