El cuervo blanco

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“El hombre feliz es más raro que un cuervo blanco” Amigos: ¿Quién no ha sentido el desamor? ¿Quién no se ha visto traicionado? ¿Quién no ha sufrido y llorado cuando un ser amado se embarca rumbo al hades? Todos lo sentimos, todos lo sufrimos, todos lo vivimos, y en la multitud de personas que rebuscaron en su pasado y revivieron las veces que sufrieron me encontraran. Pero les diré algo: no en toda esa caterva se ve una lúgubre mirada, algunos de ellos sonríen y tal vez ustedes demanden ¿Qué es lo que les pasa? Ellos sonríen porque fueron felices con esas personas, sufrieron tal vez, fueron traicionados, fueron ignorados, heridos y maldecidos pero al final todo esto valió la pena, porque amamos, porque sufrimos, porque vivimos. Amamos y compartimos unos días, unas semanas, unos meses, unos años que más da, el tiempo es tiempo y al final que no se detiene y solo pasa; y esa persona que hoy ya no puede o ya no quiere estar a nuestro lado, nos amo, por eso nos brindo un minuto de las 24 horas de su vida. Entonces esos recuerdos siguen en nuestros corazones y es nuestra elección atesorarlos o llenarlos de rencor. No digo que vivamos del pasado, pero hay que estar felices de que ese aire del pasado lo respiramos nosotros. Hay que estar felices de que lloramos, que reímos, que peleamos, que dimos y tal vez no recibimos; eso es lo que debe hacernos felices. Tal vez hoy esa persona es feliz con alguien más o este en un mejor lugar, alegrémonos por ello, alegrémonos si aún el recuerdo, si la imagen sigue viva en nosotros. La felicidad no hace falta buscarla la tenemos a lado todo el tiempo, está esperando a que nos decidamos a ser felices, no envilezcamos nuestros corazones de odio y rencor porque solo odio y rencor transmitiremos y evitaremos la senda de la felicidad. Entonces que esos labios se activen y muestren la curva que forma la alegría en nuestros rostros, seamos los sonrientes de la multitud los extraños de la masa, aquellos que en vez de maldecir y arrepentirse de algo le sonríen al futuro y dicen ¡Qué bueno que paso!, pues la alegría nos abre más puestas que la tristeza. Entonces démosle una sonrisa al futuro, un” gracias” al pasado y un “adiós” al rencor. Rescatemos nuestras buenas experiencias y desechemos las malas, que sigamos adelante subiendo la escalera del éxito de la mano de las buenas memorias y la felicidad.

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“El hombre feliz es más raro que un cuervo blanco”

Amigos:

¿Quién no ha sentido el desamor? ¿Quién no se ha visto traicionado? ¿Quién no ha sufrido y

llorado cuando un ser amado se embarca rumbo al hades?

Todos lo sentimos, todos lo sufrimos, todos lo vivimos, y en la multitud de personas que rebuscaron

en su pasado y revivieron las veces que sufrieron me encontraran. Pero les diré algo: no en toda esa

caterva se ve una lúgubre mirada, algunos de ellos sonríen y tal vez ustedes demanden ¿Qué es lo

que les pasa?

Ellos sonríen porque fueron felices con esas personas, sufrieron tal vez, fueron traicionados, fueron

ignorados, heridos y maldecidos pero al final todo esto valió la pena, porque amamos, porque

sufrimos, porque vivimos.

Amamos y compartimos unos días, unas semanas, unos meses, unos años que más da, el tiempo es

tiempo y al final que no se detiene y solo pasa; y esa persona que hoy ya no puede o ya no quiere

estar a nuestro lado, nos amo, por eso nos brindo un minuto de las 24 horas de su vida. Entonces

esos recuerdos siguen en nuestros corazones y es nuestra elección atesorarlos o llenarlos de rencor.

No digo que vivamos del pasado, pero hay que estar felices de que ese aire del pasado lo respiramos

nosotros. Hay que estar felices de que lloramos, que reímos, que peleamos, que dimos y tal vez no

recibimos; eso es lo que debe hacernos felices.

Tal vez hoy esa persona es feliz con alguien más o este en un mejor lugar, alegrémonos por ello,

alegrémonos si aún el recuerdo, si la imagen sigue viva en nosotros.

La felicidad no hace falta buscarla la tenemos a lado todo el tiempo, está esperando a que nos

decidamos a ser felices, no envilezcamos nuestros corazones de odio y rencor porque solo odio y

rencor transmitiremos y evitaremos la senda de la felicidad. Entonces que esos labios se activen y

muestren la curva que forma la alegría en nuestros rostros, seamos los sonrientes de la multitud

los extraños de la masa, aquellos que en vez de maldecir y arrepentirse de algo le sonríen al

futuro y dicen ¡Qué bueno que paso!, pues la alegría nos abre más puestas que la tristeza.

Entonces démosle una sonrisa al futuro, un” gracias” al pasado y un “adiós” al rencor.

Rescatemos nuestras buenas experiencias y desechemos las malas, que sigamos adelante subiendo

la escalera del éxito de la mano de las buenas memorias y la felicidad.

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Y si algún día hemos de morir llevémonos la satisfacción de haber vivido.