El cuerpo como instrumento didáctico: Un modelo para la enseñanza integradaPaola Lorenzana/2012

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El cuerpo como instrumento didáctico: Un modelo para la enseñanza integrada Paola Lorenzana/2012 ¿Cómo puede ser el cuerpo una herramienta liberadora del individuo y convertirse en un elemento de autoaprendizaje entre personas con y sin discapacidad y la danza, a su vez, convertirse en una disciplina integradora, liberadora y transformadora en este proceso? Introducción En el año 2011 el Centro Cultural de España de San Salvador (CCESV) promovió un taller de danza integrada con la maestra Marisa Brugarolas procedente de Barcelona. Junto a su proyecto llamado “Ruedapiés” propuso una nueva dimensión del trabajo escénico- danzario en función de la integralidad educativa y creativa a través de la danza- discapacidad.

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En el presente ensayo se intentará desarrollar un análisis del tema, descomponiendo primero la comprensión del lenguaje no verbal como comunicación, la danza y el aprendizaje y los procesos de integración de personas con y sin discapacidad hasta llegar al proceso propuesto por Brugarolas donde no solo aprendieron los niños y niñas con discapacidad sino todos los participantes de dicho taller.

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El cuerpo como instrumento didáctico:

Un modelo para la enseñanza integrada Paola Lorenzana/2012

¿Cómo puede ser el cuerpo una herramienta liberadora del individuo y convertirse en

un elemento de autoaprendizaje entre personas con y sin discapacidad y la danza, a su

vez, convertirse en una disciplina integradora, liberadora y transformadora en este

proceso?

Introducción

En el año 2011 el Centro Cultural de España de San Salvador (CCESV) promovió un taller

de danza integrada con la maestra Marisa Brugarolas procedente de Barcelona. Junto a su

proyecto llamado “Ruedapiés” propuso una nueva dimensión del trabajo escénico-

danzario en función de la integralidad educativa y creativa a través de la danza-

discapacidad.

Según el proyecto Ruedapiés “La Danza Integrada es aquella danza donde los procesos de

aprendizaje y de creación se dan siempre en grupos mixtos de personas con y sin

discapacidad” (Brugarolas, M).

A partir de esto se contactó con la Escuela de Educación Especial de Mejicanos (EEEM) y

por medio de la aplicación por currículum, el CCESV convocó a artistas escénicos/as para

dicho taller.

El taller se realizó en las instalaciones de la Escuela Nacional de Danza y contó con la

participación de 10 personas sin discapacidad (con experiencia en danza, teatro, artes

escénicas en general) y de 10 niños y niñas de la EEEM con discapacidad mental, en su

mayoría (autismo, retraso, síndrome down y otros).

Se realizaron 5 sesiones de 3 horas donde a partir de estimulación corporal se proponían

ejercicios de creación, contacto e improvisación.

A partir de esta experiencia se analizan los puntos planteados en este ensayo: el cuerpo

como herramienta contra la discriminación y elemento de autoaprendizaje entre

personas con y sin discapacidad y en específico de cómo la danza puede convertirse en

una disciplina integradora, liberadora y transformadora en este proceso.

En el presente ensayo se intentará desarrollar un análisis del tema, descomponiendo

primero la comprensión del lenguaje no verbal como comunicación, la danza y el

aprendizaje y los procesos de integración de personas con y sin discapacidad hasta llegar

al proceso propuesto por Brugarolas donde no solo aprendieron los niños y niñas con

discapacidad sino todos los participantes de dicho taller.

Justificación

La danza es un proceso que, a la luz de Zubiri, expone la capacidad “sentilectiva” de sentir

e inteligir, explicando este término a partir de su planteamiento que “el sentir humano y

la intelección no son dos actos distintos, (…) sino que constituyen dos momentos en un

solo acto de aprehensión sentiente de lo real” (Antunez Cid, J. 2006) este problema entre

sentir e inteligir que plantea Antúnez Cid en el libro “La intersubjetividad de Zubiri”, es el

conflicto al cual se enfrenta el/la participante del taller antes mencionado ya que no solo

implica analizar el proceso llevado en este taller, sino también cómo éste puede resolver

problemas de estimulación de la capacidad de aprehender de manera sentiente la

realidad por las personas con discapacidad y las personas sin discapacidad en una

dualidad integradora.

Las personas con discapacidad en El Salvador no se tienen cuantificadas a cabalidad, y

según un blog denominado “Distintas Capacidades, Personas Excepcionales” (DCPE) en un

“artículo publicado el 5 de abril de 2009 en la página elsalvador.com (…), se manejan cifras

de un 13% de población con discapacidad en relación a la población total. En los años

90, mediante un censo de población totalmente inexacto gracias a un concepto erróneo o

mal definido de discapacidad, se calculó que tan solo 1.8% del total de la población poseía

discapacidad”. Y tal como lo afirma un estudio realizado en la Universidad de El Salvador

(UES) un documento oficial, del CONAIPD, en El Salvador “no existe un sistema general de

información completo y funcional que registre fehacientemente a las personas con

discapacidad” exponiéndose no solo el tema de la vulnerabilidad real de este sector sino,

además por lo que se desconoce al no tener ni siquiera cuantificada la población,

volviéndola más vulnerable.

Nuestra sociedad y el sistema en el que vivimos están “caracterizados por un impulso

atomizador que genera la exclusión y ataca lo comunitario” (Carnacea, A.) aumentando

brechas entre sectores, haciéndolas más grandes ante los sectores vulnerables. En su libro

“Arte, Intervención y Acción Social”, Carnacea y Lozano “reconocen el potencial

transformador del arte y sus lenguajes”.

El arte, ha sido un vehículo de terapia, de ocupación y distracción pero es en este ejercicio

de danza integrada donde se desarrolla de manera holística un proceso de

autoaprendizaje donde cada participante no solo se vuelve facilitador, sino un generador y

receptor de aprendizaje.

La estructura social en la cual vivimos es excluyente por su visión neoliberal de desarrollo.

El proceso integrador propuesto en el taller no solo establece una nueva forma de

entender la discapacidad o la danza, sino de integrarlas para ser generadora de

transformaciones del individuo para su liberación, como lo proponía Freire en su modelo

pedagógico del oprimido.

En este proceso integrador se propone botar barreras no sólo en la forma de ver la danza,

sino también en la forma en que se expresan las personas con discapacidad, lo cual

implica un cambio en la relación que artistas del movimiento tienen con las capacidades

especiales y eso, a su vez, propone una transformación en la visión de mundo que nos ha

rodeado y que se puede percibir ha sido condicionada por la evidente falta de datos de la

población con discapacidad de nuestro país y en la poca producción artística con esta

población.

Cuerpos con discapacidad

En el informe antes mencionado y realizado por la UES, se encontró un análisis de

términos que definen a las personas con discapacidad elaborada por diferentes

instituciones que luego se contrastan con la visión que la población definida tiene de sí

misma. En “la Convención contra todas las formas de discriminación de las personas

discapacitadas define en su artículo 1 la discapacidad como una deficiencia física, mental o

sensorial, ya sea de naturaleza permanente o temporal, que limita la capacidad de ejercer

una o más actividades esenciales de la vida diaria, que puede ser causada o agravada por

el entorno económico y social”; y en otra definición, “el Programa de Acción Mundial para

las Personas con Discapacidad, apoyándose en la experiencia de la Organización Mundial

de la Salud, distingue la discapacidad de la minusvalía y la deficiencia definiendo a aquella

como toda restricción o ausencia (debida a una deficiencia) de la capacidad de realizar una

actividad en la forma o dentro del margen que se considera normal para un ser

humano”(UES); mientras que en consultas y entrevistas, este mismo informe confrontaba

esta definición con personas discapacitadas y expresaban que “estas no opinan, piensan o

sienten que se trate de una deficiencia, sino de una circunstancia que puede ser adversa o

no según sea el entorno social y cultural en que la persona se desenvuelve”(UES).

Y el análisis que hacen respecto a los resultados obtenidos en el estudio de esta

Universidad, enfocado al acceso a la educación superior de personas con discapacidad, un

elemento importante es el que enuncia respecto a las “Barreras físicas” y en este, brinda

luces sobre el ejercicio pleno de los derechos civiles, políticos, económicos y sociales por

parte de una persona con discapacidad, planteando que “ requiere salvar todo tipo de

obstáculos no únicamente legales y actitudinales sino también físicos. Estas barreras

provocan un impacto negativo profundo en las personas y su entorno. La responsabilidad

social de las instituciones en materia laboral y educativa, no sólo significa tomar en cuenta

el acondicionamiento del entorno físico, sino también promover un cambio de actitudes

sociales y culturales hacia las personas con discapacidad, que les permita el desarrollo

pleno de sus capacidades en el campo en que se desarrollan” (UES).

Transformar esta visión implica un serio proceso frente a las diferencias y la eliminación

de las vulnerabilidades que generan los estados sin políticas serias e integradoras que

respondan a la realidad de cada sector de la población, en cuanto a esto, la visión del

cuerpo como centro de gravedad, Nietzsche explica que es necesario “aguardar hasta

cuan lejos se puede hacer cuerpo el saber y la verdad – y hasta qué punto acontece una

transformación del individuo, cuando finalmente todavía él solo vive para conocer” (Jara,

J. 1998) y la visión transformadora de Freire no solo analizada desde la opresión que

ejerce la sociedad sino la opresión de nuestra propia visión de la discapacidad

entendiéndola a la luz de su pedagogía: “en el cual los oprimidos van desvelando el

mundo de la opresión y se van comprometiendo, en la praxis, con su transformación, y, el

segundo, en que, una vez transformada la realidad opresora, esta pedagogía deja de ser

del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los hombres en proceso de permanente

liberación” (Freire, P)

El cuerpo como herramienta

El cuerpo es un elemento con el cual contamos los seres humanos, pero pocas veces se

analiza su potencial en la educación, y mucho menos en la educación especial. La

comunicación no verbal es un término que lleva años analizándose y es partícipe de

estrategias y acciones en función de su máxima utilización en la política, las relaciones

públicas, el arte, etc. Como se explica en el libro “Comunicación no verbal” de Xosé

Padilla, la comunicación no verbal fue inicialmente estudiada por Charles Darwin en su

publicación “La expresión de las emociones en el hombre y los animales” donde desarrolló

los inicios del gesto dándoles un significado específico según estudios del comportamiento

(Padilla, X.) pero este mismo autor aclara que no inició con Darwin, si bien es cierto lo

estudió y plasmó en publicaciones, el cuerpo viene analizándose desde la antigua Grecia y

sus estudios sobre el tema en relación a la oratoria y el teatro.

La comunicación no verbal, entendida como “todos los signos y sistemas de signos no

lingüísticos que comunican o se utilizan para comunicar y que incluyen hábitos y

costumbres culturales” (Padilla, X) es un mundo que se abre y se utiliza en todas sus

potencialidades (kinésica, proxémica, paralenguaje y lenguaje), resumiéndolo en el

siguiente cuadro donde el mismo autor intenta explicar la relación:

(Padilla, X)

Dentro de la danza, el mundo del lenguaje no verbal converge también con un proceso

comunicativo que responde a necesidades individuales de los/as artistas.

Según el libro “la danza en la escuela” (García, H) la danza es “una actividad humana,

universal (…) motora, polimórfica, polivalente y compleja”. La llama universal porque ha

existido desde tiempos antiguos y en todo el mundo. Motora por su uso de “técnicas

corporales específicas para expresar ideas, emociones y sentimientos bajo una estructura

rítmica”; polimórfica porque tiene diversas clasificaciones según épocas, estilos, corrientes

(arcáica, moderna, clásica, ritual, popular, etc), polivalente porque no solo se vive a nivel

artístico sino también a nivel educativo, de ocio y de terapia. Y compleja porque involucra

factores biológicos, sicológicos, sociológicos, históricos, estéticos, morales, técnicos,

políticos, geográficos y porque la expresión y la técnica son una actividad de grupo pero

también es individual. (García, H)

Es así como el análisis de la danza desde una propuesta integradora y transformadora, no

puede seguirse estructurando al margen del entorno; sino, como propone Nietzsche, es

necesario hacer un cuestionamiento de la falsa sabiduría y de la postura en exceso

optimista de la cultura aislada del entorno (Barcalett, M. 2006).

La danza, como bien se plantea en un inicio, es individual, porque le pertenece a quien

danza o a quien crea la danza, pero quien danza o crea la danza es un cuerpo que, como lo

define Yvonne Berge en su libro “Danza la vida: el movimiento natural, una autoeducación

holística” (Berge, Y, 2000) es un cuerpo con la capacidad de “sentilegir” que explicara

Zubiri (Antunez Cid J. 2006).

La danza, según Berge, para enseñarla debe provenir del descubrimiento autónomo, lo

que ella plantea como etapas o coordinaciones instintivas fundamentales que debe ir

descubriendo cada individuo. Esta misma autora, en sus reflexiones se cuestiona:

“¿Porqué la danza no será un elemento de cultura, una autoeducación? En demasiadas

clases el cuerpo se mueve pero no siente. Se consigue vagamente un equilibrio relativo,

pero sin inteligencia. La danza (…) quiere enseñarse, a veces, sin saber hacerlo” (Berge, Y.

2000).

Esta es una pregunta-respuesta que puede llevar al cuestionamiento inicial, y tiene que

ver con la relación cuerpo-mente-técnica, el reto que plantea no solo es a nivel de aislar

procesos entre estos elementos o solo entre dos, sino integrarlos; esta necesidad de ver

estos elementos por separado, supone un problema para procesos transformadores o

visiones liberadoras de la educación. Si la danza no transforma al bailarín o bailarina,

cuando se baja del escenario sigue siendo solamente un instrumento técnico que no

trasciende ni en su mismo cuerpo. El estudio o la enseñanza de la danza, así como lo

proponía Freire tendría que ser un elemento transformador en sí mismo, para que, en

procesos individuales-artísticos-colectivos sea también un instrumento transformador.

Si para Ángeles Carnacea, la cultura hay que entenderla como una forma de

comprenderse a sí misma, la danza tendría que proponer este “comprendernos nosotros

mismos” en alguna de sus dimensiones dentro de la sociedad donde se danza.

Autoaprendizaje y liberación: reconociéndonos en la danza

Para reconocernos en la danza es importante la empatía, no solo entender nuestros

cuerpos, sino que al reconocernos entes complejos, entendernos en el cuerpo complejo

de las demás personas. Es así como el proyecto de Danza Integrada de Marisa Brugarolas

nos propone un diálogo social de tipo moral y emocional empático, que evita “la

desvinculación” y la “anestesia”, frente a la discapacidad; su propuesta invita a

“implicarnos, a convivir y empatizar (…) con los colectivos desfavorecidos, vulnerables o

no” (Carnacea, A.) algo que también se propone en el libro de Carnacea.

Es interesante cómo se unen utopías dentro del proceso formativo artístico como

intervención social y la propuesta metodológica de Danza Integrada. En el libro de

Carnacea y Lozano, la palabra “Posibilidad” se repite y esto coincide en ambas visiones y

es más explícito al citar el libro de Carnacea: “la creatividad es un recurso que facilita la

acción de dar voz a los que se les niega” y profundiza aún más en el planteamiento y se

hace más evidente la relación al exponer que “Abrir espacios a la creatividad es dar voz, es

reconocer a la persona como capaz” (Carnacea, A.) y que no tienen voz porque les haga

falta, sino porque no se comunican como la sociedad está estableciendo como parámetro

“normal” de comunicación, sino porque no se les quiere escuchar desde su diferencia y su

propio lenguaje. Y es este el punto de coincidencia con la metodología propuesta por

Brugarolas, quien afirma en su sitio web que la danza integrada es una forma de concebir

las diferencias desde una perspectiva inclusiva pues “las diferencias no se ocultan sino que

aumentan el juego de la diversidad como materia de expresión” (Brugarolas, M.).

Foto tomada del sitio del proyecto Ruedapiés en Murcia, España.

Esto no solo es un punto de convergencia con esta propuesta única, sino que también la

enseñanza de la danza abre la puerta a dicha reflexión al proponer que no solo deberá

“capacitar para adquirir unas destrezas rítmicas, sino para alcanzar esa necesidad de

expresión y comunicación que toda educación estética debe desarrollar” (MEC, 1991, p.

183) (García, H, 2003)

Danza integrada: metodología que transforma.

La propuesta general de contenidos de la danza integrada, según su sitio web, consiste en

los siguientes temas:

• Desarrollo del esquema corporal, ejes, alineaciones y coordinación neuromotora

• Desarrollo de la escucha y percepción del movimiento de otros participantes

• Comunicación de nuestras sensaciones y emociones a través del movimiento

• Creación de coreografías conjuntas, participativas

• Entrenamiento de la percepción de estímulos, espaciales y temporales

• Adaptación de las propuestas a las posibilidades y necesidades del grupo

• Toma de responsabilidades grupal en las creaciones

• Muestras de creación

En El Salvador, el proceso se compartió y se vivió en todas sus dimensiones propuestas; el

grupo no contaba con niños y niñas con discapacidades físicas como en otras experiencias

de Marisa Brugarolas pero se pudo constatar el binomio discapacidad-sin discapacidad

intelectual como ella lo plantea, y que estos no se relacionan con el poder o falta de

poder, más bien, como ella propone: “cada diferencia no se oculta sino que nos ofrece el

rico juego de la diferencia y lo que éstas al colisionar y converger nos ofrecen como

materia de expresión” (Brugarolas, M.); este juego fue compartido y a la vez que se

descubrían nuevas técnicas de composición, ejercicios de improvisación y aplicación

técnica de la enseñanza de la danza, se descubrieron sensibilidades únicas y procesos

generadores en las personas sin discapacidad.

En su propuesta metodológica, el tener igual número de participantes de ambos mundos

permitía facilitar contactos, establecer diálogos, compartir habilidades y principalmente

deconstruir y desaprender para reencontrar que: “Cuando personas con discapacidad

dejan oír su cuerpos, (…) se resquebrajan nuestros modos habituales de ver y ocurre un

cambio de paradigma en la estética de la danza y el arte contemporáneo. Un cambio al

que la cultura y sociedad deben estar atentas” (Brugarolas, M).

Fotos tomadas en el taller de San Salvador/2011

La propuesta se recibió y fue más fácil resquebrajar ese modo habitual de ver el mundo,

gracias a la fluidez y facilidad con que estos niños y niñas proponen movimientos, desde la

ausencia de prejuicios de cualquier tipo y es quizás, la manera de ver la danza como “una

danza donde no solo se aceptan todos los cuerpos, todas las mentes con sus diferencias,

sino que esa diferencia es lo que hace genuina este tipo de danza” (Ruedapiés) la que

permite que sus resultados y procesos de aprendizaje sean genuinos y por lo tanto

liberadores a nivel individual y colectivo.

Conclusiones

- La visión de la danza tiene que trascender el simple hecho individual y proponer en

alguna dimensión cambios en la visión de mundo de nuestros entornos.

- Nuestros entornos no son integradores, al contrario, el análisis de lo individual o

las diferencias se promueven para atomizar y no para atender el llamado a la

diversidad y el enriquecimiento que eso nos regala. Cambiar ese esquema es un

proceso que puede empezarse desde los diferentes ámbitos educativos. La danza,

y el arte en general, es un motor dinamizador de cambios si así se lo proponen.

- Nuestras sociedades necesitan transformaciones profundas; si nuestra sociedad

respondiera a las necesidades de todos sus sectores, el análisis tendría que ser

otro, pero mientras los derechos humanos no prevalezcan y los sectores más

vulnerables sean cada vez más vulnerables por el incumplimiento de sus derechos

o desconocimiento de estas poblaciones, será un compromiso de cada sector

asumir la responsabilidad de analizar, cuestionar, proponer y generar

transformaciones desde su naturaleza creadora y su lenguaje.

- La metodología de la danza integrada es una oportunidad que abre, no sólo

puertas al aprendizaje de la danza, sino al crecimiento del sector danzario al

involucrarse de manera integradora al tema de la discapacidad.

- Es fundamental reconocernos como seres más que corpóreos, donde la técnica es

lo único que prevalece y por tanto se dejan de lado sensibilidades urgentes de

experimentar. De ahí que, es necesario reconocernos como seres sentientes e

intelegibles y desarrollarnos desde una visión más profunda de nuestros cuerpos

en relación a los otros y en relación a nuestra experiencia con el entorno desde el

compromiso liberador.

- La experiencia de la Danza Integrada en San Salvador fue un hecho liberador para

quienes participamos en el taller, nos enfrentó con nuestros propios prejuicios,

con nuestras capacidades sensoriales y empáticas para abordar la discapacidad,

nos reforzó teoría pedagógica de la danza y permitió confrontar nuestras

limitantes en cuanto a la capacidad de crear en relación a los prejuicios que los

procesos de socialización han ejercido en nosotros y cómo la predisposición nos

frena nuestra capacidad de fluir en la creación y el movimiento.

Bibliografía:

- Padilla, X. “La comunicación no verbal”. Biblioteca de recursos electrónicos de

humanidades. Madrid.

- Rivas, M; Figueroa, H. “Informe Final: Integración de las personas con discapacidad

a la educación superior en El Salvador”. UES

- Antunez Cid J. “La intersubjetividad en Xavier Zubiri”. Editorial Pontificia

Universidad Gregoriana. Roma, 2006.

- Jara, J. “Nietzsche, un pensador póstumo: el cuerpo como centro de gravedad”,

Anthropos Editorial, Universidad de Valparaíso, Chile, 1998.

- Bacarlett, M. “Friedrich Nietzsche: la vida, el cuerpo y la enfermedad”. Universidad

Autónoma del Estado de México. 2006

- Berge, Y. “Danza la vida: el movimiento natural, una autoeducación holística”

Narcea, S.A. de Ediciones, Madrid, 2000

- Carnacea, A. Cambara,A. “Arte, Intervencion y Accion Social”, Editorial Grupo 5,

Madrid.

- García, H. “La danza en la escuela”, INDE Publicaciones, Barcelona, 2ª edición, 2003

- http://www.ccespanasv.org/actividad.php?act=1064

- www.ruedapies.es