El creador y su criatura

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30 A más de tres años del anuncio del inicio de la crisis del 2008, con la quiebra de la calificadora Lehman Brothers, una nueva crisis se desarrolla por todos los rincones del mundo. A pesar de los esfuerzos para presentarla como algo independiente de la anterior, la realidad es que se trata de su continuación, lo cual nos habla de algo que, por lo menos en algunos aspectos, tiene un elemento novedoso. Igualmente queda evidenciado que la tan cacareada recuperación fue un sueño de opio de las mismas calificadoras, que fueron, en parte, responsables de aquella crisis. Ahora, en el colmo del simplismo, estas calificadoras pretenden achacar la responsabilidad de lo que se ha dado en llamar la crisis de sobreendeudamiento a la poca pericia de algunos gobernantes que se han endeudado por encima de sus posibilidades de pago. La realidad es que tanto la crisis del 2008 como la del 2009 nos hablan de problemas estructurales que son intrínsecos al neoliberalismo, donde nos encontramos con el fenómeno de una dinámica de asegurar mecanismos de ganancias para los grandes empresarios trasnacionales por medios no productivos. La crisis de endeudamiento no es, en ese sentido, fruto de la existencia de Estados caros como producto del peso del sector social en la economía, sino de la subvención que, desde el Estado, se efectúa a las grandes firmas financieras. En cada uno de los países europeos y en Estados Unidos se repite esta constante. Con el estallido de la burbuja inmobiliaria, en particular en los Estados Unidos, pero no nada más ahí, las deudas de las familias se convirtieron en deudas de los organismos financieros, y éstas, por la intervención del capital público para el rescate de los organismos financieros, en una deuda pública. Uno de los casos más patéticos lo encon- tramos en Irlanda, donde se utilizaron 50 mil millones de euros (la tercera parte del PIB de ese país) para lograr el rescate de la banca que opera en ese país. En particular, se utilizaron 29 mil para rescatar únicamente al Anglo Irish Bank. Todo esto ha generado un déficit público que en todos los países europeos y en los Estados Unidos ha venido creciendo. Una vez más: la criatura se come a su creador Sergio Rodríguez Lascano Tabla 1 Evolución de los déficits (-) o excedentes (+) públicos en % del PIB 2005 2006 2007 2008 2009 2010 Alemania -3,3 -1,6 +0,3 +0,1 -3,0 -3,3 Estado español +1,0 +2,0 +1,9 -4,2 -11,1 -9,2 Estados Unidos -2,8 -1,9 -2,3 -5,3 -10,4 -10,1 Francia -2,9 -2,3 -2,7 -3,3 -7,5 -7,1 Grecia -5,3 -6,0 -6,7 -9,8 -15,6 -10,4 Irlanda +1,6 +2,9 +0,1 -7,3 -14,3 -32,4 Italia -4,4 -3,3 -1,5 -2,7 -5,3 -4,5 Japón -6,7 -1,6 -2,4 -2,2 -8,7 -8,1 Portugal -5,9 -4,1 -3,2 -3,6 -10,1 -9,2 Reino Unido -3,3 -2,7 -2,8 -4,8 -10,8 -10,3 Zona Euro -2,6 -1,4 -0,7 -2,1 -6,3 -6,0 Total OCDE -2,8 -1,3 -1,3 -3,3 -8,2 -7,7 Fuente: OCDE. Tomado de Isaac Johsua, La Grand crise du XXI siecle.

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Como el modelo Neoliberal esta sindo deborado por lo mas rapas del mismo

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A más de tres años del anuncio del inicio de la crisis del 2008, con la quiebra de la calificadora Lehman Brothers, una nueva crisis se desarrolla por todos los rincones del mundo. A pesar de los esfuerzos para presentarla como algo independiente de la anterior, la realidad es que se trata de su continuación, lo cual nos habla de algo que, por lo menos en algunos aspectos, tiene un elemento novedoso. Igualmente queda evidenciado que la tan cacareada recuperación fue un sueño de opio de las mismas calificadoras, que fueron, en parte, responsables de aquella crisis. Ahora, en el colmo del simplismo, estas calificadoras pretenden achacar la responsabilidad de lo que se ha dado en llamar la crisis de sobreendeudamiento a la poca pericia de algunos gobernantes que se han endeudado por encima de sus posibilidades de pago. La realidad es que tanto la crisis del 2008 como la del 2009 nos hablan de problemas estructurales que son intrínsecos al neoliberalismo, donde nos encontramos con el fenómeno de una dinámica de asegurar mecanismos de ganancias para los grandes empresarios trasnacionales por medios no productivos.

La crisis de endeudamiento no es, en ese sentido, fruto de la existencia de Estados caros como producto del peso del sector social en la economía, sino de la subvención que, desde el Estado, se efectúa a las grandes firmas financieras. En cada uno de los países europeos y en Estados Unidos se repite esta constante. Con el estallido de la burbuja inmobiliaria, en particular en los Estados Unidos, pero no nada más ahí, las deudas de las familias se convirtieron en deudas de los organismos financieros, y éstas, por la intervención del capital público para el rescate de los organismos financieros, en una deuda pública. Uno de los casos más patéticos lo encon-tramos en Irlanda, donde se utilizaron 50 mil millones de euros (la tercera parte del PIB de ese país) para lograr el rescate de la banca que opera en ese país. En particular, se utilizaron 29 mil para rescatar únicamente al Anglo Irish Bank. Todo esto ha generado un déficit público que en todos los países europeos y en los Estados Unidos ha venido creciendo.

Una vez más: la criatura se come a su creador

Sergio Rodríguez Lascano

Tabla 1 Evolución de los déficits (-) o excedentes (+) públicos en % del PIB

2005 2006 2007 2008 2009 2010

Alemania -3,3 -1,6 +0,3 +0,1 -3,0 -3,3

Estado español +1,0 +2,0 +1,9 -4,2 -11,1 -9,2

Estados Unidos -2,8 -1,9 -2,3 -5,3 -10,4 -10,1

Francia -2,9 -2,3 -2,7 -3,3 -7,5 -7,1

Grecia -5,3 -6,0 -6,7 -9,8 -15,6 -10,4

Irlanda +1,6 +2,9 +0,1 -7,3 -14,3 -32,4

Italia -4,4 -3,3 -1,5 -2,7 -5,3 -4,5

Japón -6,7 -1,6 -2,4 -2,2 -8,7 -8,1

Portugal -5,9 -4,1 -3,2 -3,6 -10,1 -9,2

Reino Unido -3,3 -2,7 -2,8 -4,8 -10,8 -10,3

Zona Euro -2,6 -1,4 -0,7 -2,1 -6,3 -6,0

Total OCDE -2,8 -1,3 -1,3 -3,3 -8,2 -7,7

Fuente: OCDE. Tomado de Isaac Johsua, La Grand crise du XXI siecle.

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Si analizamos este cuadro y lo desglosamos podemos ver cómo mientras que en 2006 el Estado español tenía un superávit de 2.0 por ciento respecto de su Producto Interno Bruto, en 2009 cayó a -11.1. Por su parte, el déficit de Estados Unidos pasó de -1.9 en el 2006 a -10.4 en el 2009. En tanto que, el de Grecia pasó de -5.3 por ciento en el 2005 a -15.6 por ciento en el 2009. El caso más escandaloso fue Irlanda, que pasó de un superávit de 1.6 por ciento a un déficit de -32.4 por ciento en cinco años. Esto ha traído como consecuencia que el déficit en toda la zona Euro pasara de -0.7 por ciento en el 2007 a -6 por ciento en el 2010; mientras que en el conjunto de los miembros de la OCDE, el déficit se incrementó

de -1.3 a -7.7 por ciento. Evidentemente el déficit público de esos países ha tenido que cubrirse con el sobreendeudamiento. La troika que administra el capital en Europa: el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo han decidido tomar el control de por lo menos tres países: Grecia, Irlanda y Portugal. La posibilidad de que eso se extienda a Italia y al Estado español plantean hoy la nueva realidad europea. ¿Dónde quedó la supuesta ortodoxia neoliberal que se les impone a los países pobres en el sentido de que su déficit no sea mayor al 1.5 por ciento? El cuadro del déficit debe ser complementado con el del peso de la deuda sobre el PIB de estos países (Ver tabla 2).

Tabla 2 Total de la deuda de la administración central en % del PIB

2005 2006 2007 2008 2009

Alemania 40,4 40,9 39,4 38,8 43,0

Estado español 36,4 33,0 30,0 33,7 46,1

Estados Unidos 36,1 36,0 35,6 40,0 53,1

Francia 53,3 52,1 52,1 54,2 60,8

Grecia 110,3 107,5 105,8 109,6 125,7

Irlanda 23,6 20,3 19,8 27,7 46,0

Italia 97,5 96,7 95,2 98,0 106,6

Japón 164,3 161,4 164,2 178,0 Nd

Portugal 68,2 69,8 69,2 71,2 81,1

Reino Unido 43,4 43,3 42,6 61,3 75,1

Fuente: Op.cit. Nd = no disponible

Como podemos observar, el sobreendeu-damiento se ha convertido en un fenómeno estructural del modelo de acumulación neoliberal actual. Ahora, la mayoría de los expertos económicos se inclinan por la posibilidad de que Grecia se declare en moratoria de pagos y salga de la zona euro. Es evidente que las normas que se le fijaron para reducir su déficit y para el pago de los intereses de los créditos impo-sibilita su estadía en la zona euro. El problema es que todos los créditos otorgados por el Banco Central Europeo, que están respaldados fundamentalmente por los bancos franceses y alemanes, verán cómo se convierten en bonos basura. Con la consecuencia de generalización del problema. Ahora, si Italia o el Estado español piden créditos para poder hacer frente

a su déficit y a su deuda, los créditos que se otorgarán tendrán una tasa de interés muy elevada, con lo que el círculo vicioso se volverá a plantear. Este endeudamiento no ha tenido que ver, como algunos teóricos neoliberales señalan, con la existencia de Estados pesados que invierten demasiado en servicios sociales. La realidad es que, como nunca, hemos visto cómo se achican una serie de conquistas sociales; cómo, cada día, la renta social de los trabajadores disminuye. Todos los sectores se han visto afectados: la educación, la salud, la vivienda, la canasta básica alimentaria, para no hablar del tiempo, monto y manejo de las jubilaciones. Desde luego, el efecto más evidente lo hemos visto en los salarios.

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Vivimos una caída mundial del salario, lo que implica un incremento de las tasas de explotación, como nunca antes se ha visto, y, por lo tanto, un incremento de las ganancias. Lo cual está en contradicción con la situación que se vive. ¿Cómo es posible que con el nivel de ganancias obtenidas no se viva un proceso de auge económico? La respuesta a esta pregunta es clave. Si analizamos las fortunas de los hombres más ricos del mundo veremos que en los últimos años, a pesar de la crisis, han incrementando sus fortunas. El caso más ejemplar es el de Carlos Slim: “Pese a las dificultades de México, uno de sus ciudadanos es la persona más rica del mundo. Carlos Slim, hijo de un inmigrante libanés, ha amasado una fortuna calculada por Forbes en 74 mil mdd. La revista estima que el año pasado su caudal neto se elevó en 20 mil 500 mdd”. (“Economist Intelligence Unit: México, entre cárteles y monopolios”. La Jornada, 6 de septiembre del 2011). Entonces, es en otro lado donde debemos buscar la explicación de la situación. Desde finales de 2008, nosotros planteábamos el problema y señalábamos: “Todo esto ha implicado un incremento

de las tasas de explotación, que es lo que nos permite hablar de un crecimiento de las tasas de ganancias. Si esto es así, el problema sigue siendo explicar por qué, a pesar de esas tasas de explotación y esas tasas de ganancias, no se ha salido de la fase B del ciclo largo Kondratieff. Desde mi punto de vista, el capital finan-ciero (el dominante, entendido en su forma clásica de capital industrial más capital bancario) se orienta hacia donde las ganancias son más altas. Antes existía un Estado nacional que intervenía en la economía para regular los flujos productivos y los flujos financieros y las cadenas productivas, al mismo tiempo que tomaba en consideración la indispensable tranquilidad social. Pero, desde hace ya varios años, el Estado ha renunciado a esa vieja potestad. Ahora, el Estado simplemente crea las condiciones para el libre flujo de capitales sin ningún tipo de regulación, siempre bajo la idea de que sus dos funciones fundamentales son:“1. Garantizar la ausencia de medidas interventoras en el terreno de la producción, así como en el de la distribución y las finanzas.

Gráfica 1

Fuente: base de datos Ameco, Comisión Europea, http://tinyurl.com/ameco8 Tasa de acumulación = tasa de crecimiento del capital neto, en Michel Husson, ¿Crisis de las finanzas o crisis del capitalismo?

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“2. Garantizar que la sobreexplotación de la mano de obra sea el único mecanismo de competencia.“La autonomía de los bancos centrales no es más que la expresión de la cesión de poder del Estado hacia el capital. No es sino la expresión del mutis del Estado frente a la economía. Esto ha permitido que la fórmula D-D’ (Dinero-dinero incrementado) sea más atractiva, veloz y sustanciosa que la vieja D-M-D’ (Dinero-mercancía-dinero incrementado)”. (Sergio Rodríguez Lascano, “Tiempo de crisis. Tiempo de Rabia”. Revista Rebeldía No 63) Es decir, se vive una contradicción entre el monto ascendente de la explotación y la ganancia y la caída en el monto de la acumulación. (Ver gráfica 1) Mientras que en 1972 la tasa de ganancias y la tasa de acumulación se ubicaban de manera casi completamente simbiótica, a partir de que el neoliberalismo se vuelve hegemónico se va a abrir una brecha que tiende a separar ambos indicadores. Aquí está claro. No es ni casual ni baladí que sea 1982 el año que marca esa separación. Tampoco es una cuestión sin importancia señalar que en esos mismos años y hasta 1980 la tasa de acumulación siempre era más elevada que la tasa de ganancia, aunque fuera en muy poca escala. Esa era la norma en el funcionamiento pre-neoliberal. Nos basamos aquí en un análisis del funcionamiento del capitalismo contemporáneo del que conviene recordar previamente las principales articulaciones, que pueden ser resumidas como sigue, tomando como base algunas ideas de Michel Husson: 1. La tasa de ganancia, como sabemos, se restablece con base en un retroceso generalizado de la parte salarial. Como hemos visto más arriba, esto ha sucedido por lo menos en los países afiliados a la OCDE, como es el caso de México. La caída ha sido generalizada. Mientras que en 1976 el salario en los 15 países de la OCDE era de 67.5 por ciento, en el año 2006 había bajado a 57.5 por ciento. Peor es el caso de Japón, donde la parte de los salarios en el valor agregado era de 78 por ciento en 1976 y, para el año 2006, bajó hasta cerca del 60 por ciento. 2. Este restablecimiento de la tasa de ganancia no conduce a un exceso de acumulación sino a la liberación de capitales libres, los cuales en su sed de ganancia desmedida buscan ubicarse en aquellos lugares donde ésta sea más rápida.

3. Debido al enrarecimiento de las ocasiones de inversión rentables, este movimiento se hace posible por la desreglamentación en los Estados nacionales y conduce a burbujas financieras y a la elevación de las normas de rentabilidad. 4. Esta hiper-rentabilidad financiera crea una capa de rentistas cuyo consumo compensa, en parte, el estancamiento de la demanda de los asalariados. Los corta cupones de los que hablaba Nicolás Bujarin. 5. En contrapartida, se profundizan las desigualdades y el recurso al sobreendeudamiento por parte de los asalariados. Lo mismo que el incremento del capital hipotecario en inversiones de riesgo que, como producto de la caída de los ingre-sos de los trabajadores, ha permitido el estallido de la crisis hipotecaria, que está lejos de haber terminado, como se evidencia en Europa. Esto ha obligado a los bancos estatales a ir al rescate de las cuantiosas fortunas ahí invertidas, lo que ha significado un incremento del sobreendeudamiento de los Estados. 6. Este esquema se refuerza a sí mismo: el sobre-endeudamiento conduce a una desregla-mentación permanente por la creación de nuevos productos financieros. 7. Mientras que la elevación de las normas de rentabilidad reduce, más todavía, las ocasiones de inversiones rentables en la esfera productiva y ejerce una presión renovada sobre los salarios. Vivimos un proceso de caída del salario en Estados Unidos, Europa Occidental, Japón y América Latina. Esta caída permite un aumento considerable de la tasa de ganancias. Sin embargo, esto no conduce, como en el pasado, a un incremento de la tasa de acumulación sino a un incremento de las inversiones especulativas (comparación entre las tasas de interés y la tasa de crecimiento). O, como lo señala, Michel Husson: “Desde el viraje neoliberal producido a comienzos de los años 1980, la recuperación de la tasa de ganancia no implicó un aumento durable y generalizado de la acumulación. Este solo hecho conduce a identificar una fase específica de ‘financiarización’ del capitalismo, relativamente inédita en su historia. La ganancia no acumulada corresponde, en efecto, a una distribución creciente de ingresos financieros (intereses y dividendos). La distribución del ingreso ha conocido así una inflexión marcada a mediados de los años 1980: la parte del

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salario baja en beneficio de los ingresos financieros, en tanto que la parte del ingreso nacional destinado a la inversión permanece constante a mediano plazo”. Este hecho “inédito” representa lo nuevo que le ha agregado la fase neoliberal al capitalismo ya de por sí depredador que conocíamos; la financiarización del capitalismo implica que, después de algunos años dorados, ahora vivamos una crisis dentro de la crisis, o la conjunción de dos crisis: la industrial y la financiera. Dice Isaac Johsua, en La Grand crise du XXI siècle: “Estamos frente a un verdadero giro, en una suerte de crisis en la crisis. Porque Grecia inaugura la pérdida de soberanía y porque la inclusión de Italia en el círculo de amenazas muestra que, incluso se unificaran todas las fuerzas de la Unión Europea no podrían salvar a todos. Juan Manuel Barroso, presidente de la Comisión Europea ha terminado por reconocer que la cri-sis de endeudamiento es de toda Europa y no únicamente el de su periferia. Es necesario ir más lejos y admitir el carácter universal de la crisis de sobreendeudamiento público, que no es otra cosa que una manifestación del carácter universal de la crisis de 2008-2009”. Aquí, yo diría que se trata de una manifestación de esta nueva fase del capitalismo mundial a la que se le conoce como neoliberalismo, una de cuyas víctimas se llama Estado-Nación, tal y como lo han señalado los zapatistas desde 1997, por lo menos. La decisión de Standar and Poor’s de cambiar la clasificación de la deuda norteamericana de triple A a doble A se explica en función de que para el 2012 la deuda norteamericana representará el 102 por ciento de su PIB y, a que ésta, está contratada con acreedores internacionales, en especial China y Japón, a diferencia de la japonesa que si bien llega a

cerca de 180 por ciento, casi toda ella está contratada con japoneses. Algunos aconsejan volver a viejas políticas keynesianas para salir de la crisis. El problema es que en la crisis del 29 se utilizó la deuda para relanzar a la economía por medio del crédito a la producción y al consumo, y el gasto social. Ahora con el sobreendeudamiento esto no sería posible a riesgo de que la deuda pública se salga completamente de control. El engendro, la criatura que se creó bajo el nombre “neoliberalismo”, cada vez más, atenta contra sus creadores. El problema es que no se vislumbra un modelo de recambio para regresar al

anterior, por más que quieran los nostálgicos del retorno maléfico (parafraseando a

Ramón López Velarde, los de la íntima tristeza reaccionaria),

es inviable.Sin embargo, mientras

tanto, los neoliberales, han llevado a cabo una política que ha roto la vieja forma de organización y res-puesta social. Este proceso de deterioro social se parece al que se llevó a cabo

en América Latina en lo que se conoció como

la crisis de la deuda. En aquella ocasión se utilizó

la deuda pública con los organismos internacionales como

mecanismo de disciplinamiento con relación a los Estados nacionales. La soberanía de esos Estados se vio menguada por las cartas de intenciones que se firmaron con el Fondo Monetario Internacional. Ahora, con la deuda pública en Europa se busca disciplinar no sólo a los Estados nacionales, los cuales también firman cartas de intenciones para desbaratar lo que queda del viejo Estado social, sino fundamentalmente al movimiento social. Hemos visto hasta ahora dos oleadas de respuesta: en un primer momento, con el estallido de grandes huelgas generales en Francia, Grecia e Italia que, a pesar de su dimensión, no lograron

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parar los planes de desmonte del viejo Estado social. Posteriormente, respuestas como la de los indignados en el Estado Español y en Grecia o la semi-insurrección que se vivió en Londres, que reflejan no sólo la desesperación de centenares de miles de trabajadores en activo o desempleados ante los ataques a su nivel de vida, sino también la escasa confianza que les merecen a sectores crecientes de la población los sindicatos o los partidos políticos, en tanto los ven como parte del establishment. La sociedad de las dos velocidades ha acabado por decretar que dos tercios de la misma son prescindibles, lo que ya se había decretado en América Latina hace muchos años. El abajo social europeo se rebela con lo que tiene a mano y eso no es otra cosa que las acampadas, las asambleas de barrio, las asambleas masivas. De una manera horizontal, donde no aparecen para nada los líderes. Algunos critican lo poco efectivo de las movilizaciones, pero pasan por alto que las respuestas organizadas por sindicatos o partidos o no han existido o no han sido suficientes para quebrar la lógica del poder. Y, en cambio, por lo menos en el terreno de la educación política, la eficacia de los indignados ha sido más efectiva.

México: de una declinación a otro sexenio del crecimiento cero

Como siempre, cuando se inició la crisis de la deuda en Europa con la caída mundial de las bolsas de valores, en México, otra vez su secretario de Hacienda (la primera vez fue Carstens ahora, el aún más tonto, Cordero) decretó que la misma no nos iba a afectar. Como si el país fuera inmune frente a los casi 15 millones de desempleados de Estados Unidos o a la caída de la producción industrial, al impresionante nivel al que ha llegado la deuda pública norteamericana, o al arribo de un déficit fiscal de 1.38 billones de dólares. Desde luego, seríamos menos vulnerables si nuestro intercambio comercial con los norteamericanos no representara el 85 por ciento, si nuestra moneda no dependiera de la evolución del dólar, si nuestra industria fuera nacional y si existiera un mercado interno realmente funcionando. Casi inmediatamente después de hacer esa declaración sin fundamento se ha tenido que

reconocer que la economía mexicana ha comenzado su declinación. Realmente lo que está dando comienzo es una nueva recesión, que se agrava en tanto no existen antecedentes de grandes tasas de crecimiento. Al quinto año de Calderón, la economía habrá crecido en un 1.4 por ciento que es equivalente al crecimiento de la población (para medir el crecimiento real de una economía hay que relacionar la tasa de crecimiento del PIB con la tasa de natalidad), con lo cual, éste será uno más de los sexenios de crecimiento cero. Según datos oficiales, que no son muy confiables, hoy en México la mitad de la población vive abajo del umbral de pobreza. El desempleo a nivel nacional en julio se mantuvo elevado al agrupar a 2 millones 749 mil 236 personas. En junio, la cifra fue de 2 millones 679 mil personas, es decir, en un mes hubo un incremento de 97 mil 837 personas. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) informó que la tasa de desempleo en julio de 2011 fue de 5.62 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA) en julio de 2011. Y de 5.42 por ciento en junio pasado. Desde luego, si se utilizaran los criterios de la OCDE para medir el desempleo, éste sería el cuádruple del que se declara. Por sexo, el desempleo femenino siguió reportando mayores incrementos que el masculino. En julio, la tasa de desempleo en los hombres registró una disminución, al pasar de 5.66 por ciento en julio de 2010 a 5.50 en el mismo mes de 2011, y la de las mujeres se incrementó de 5.78 a 5.83 por ciento en el mismo lapso. En tanto, de acuerdo con datos desestacionalizados, a nivel nacional, la tasa de desocupación de julio fue de 5.27 por ciento respecto a la PEA, inferior en 0.50 puntos porcentuales a la de junio. En el mes que se reporta, un 26.5 por ciento de los desocupados no completó los estudios de secundaria, en tanto que los de mayor nivel de instrucción representaron el 73.5 por ciento. Las cifras para la situación de subocupación son de 44.2 y de 55.8 por ciento, respectivamente. Las entidades con más desocupación durante julio fueron Tamaulipas con 8.81 por ciento, Aguascalientes con 7.23 y el estado de México con 7.20. Mientras que los estados con menor desocupación fueron: Michoacán con 2.48, Chiapas con 2.65 y Yucatán con 2.69 por ciento. Por otro lado, el gobierno calderonista, por medio de su secretario de Hacienda y su partido, han

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hecho un escándalo por el vertiginoso crecimiento de la deuda pública de los estados, cuyo saldo histórico es de 315 mil millones de pesos, pero no dice que él propuso al Congreso, exclusivamente para el pago de intereses y comisiones relacionados con el endeudamiento del sector público federal, 315 mil 18.5 millones de pesos, monto 5.9 por ciento superior con respecto al de 2009, es decir, el mismo monto

que el débito estatal (acumulado durante varias décadas), con el agravante de que sería utilizado sólo en un año, sin reducir el saldo de la deuda federal. La deuda pública federal se acerca a los 3.5 billones de pesos, que, sumados a los 110 mil millones de dólares que se deben por concepto de la deuda externa federal, nos daría más de 4.5 billones de pesos. Ya en 2010 el comportamiento de la deuda pública federal mostraba el siguiente comportamiento, traducido a la deuda per capita. (Ver gráfica 2) A esto hay que agregarle la deuda de los estados. Para saldar los créditos que solicitan los estados cada habitante en México tendría que pagar 2 mil 819 pesos, según información de la Secretaría de Hacienda. Lo anterior basado en el último censo realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), que reportó 112 millones 336 mil 538 personas, y la deuda de los gobiernos estatales que, de acuerdo con Hacienda, es de 316

mil 704 millones de pesos. Coahuila es la entidad federativa que más deuda por habitante tiene en México, sus pasivos están cuatro veces por encima del promedio nacional. Pero algunos analistas consideran que la deuda oculta de los estados podría rebasar los 475 mil millones de pesos, si se suma la deuda no contingente y los pasivos por pagos a proveedores.

Así, en el gobierno de Coahuila, el gobernador Enrique Martínez y Martínez (1999-2005) del PRI recibió una deuda pública de 786.5 millones de pesos y la dejó en 323.2 millones. Por su parte, su sucesor, Humberto Moreira, se dedicó a gastar, y en sólo seis años multiplicó por cien el tamaño de la deuda que ahora rebasa los 32 mil millones de pesos; para hacerlo falsificó documentos y mintió. Aunque no con la misma desmesura que en Coahuila, los pasivos de las finanzas públicas en la mayoría de los estados han crecido de manera dramática y sin justificación alguna. Sobresale el caso de Nuevo León: Natividad González recibió una deuda de 8 mil 418.2 y la llevó a 27 mil 070.7. En Veracruz, Fidel Herrera llevó la deuda de 3 mil 528 a 21 mil 499. Pero en otros partidos también hace aire. El panista Emilio González recibió una

deuda de 8 mil 480.4 y la dejó en 22 mil millones de pesos. Y el perredista —por lo menos lo era en ese momento— López Obrador, en los cuatro años ocho meses que gobernó al DF, engrosó la deuda en 14 mil 809.30 millones de pesos. Más allá de su militancia partidista, la clase gobernante demanda más y más recursos que luego aparecen en cuentas en el extranjero o en fondos de campaña o en los cochinitos de los futuros candidatos. México se encamina a una recesión ya que, en paralelo a lo que acabamos de decir, el crecimiento industrial se ha detenido en el último trimestre y las dos joyas de la corona: las remesas y la inversión extranjera directa, van a la baja. Cada vez son menos las familias mexicanas que reciben remesas de sus familiares, principalmente en Estados Unidos, y las que aún lo hacen captan menos dólares. El número de hogares que recibieron ingresos del exterior el año pasado se ubicó en un

Deuda

Elaborado por el Centro de Análisis Multidisciplinario, UNAM, 2010.

Gráfica 2

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millón 357 mil, contra un millón 859 mil de 2006, de acuerdo con el más reciente registro de la Encuesta Nacional de Ingreso Gasto de los Hogares 2010. Es decir, hubo una baja de 27 por ciento, equivalente a medio millón de receptores de divisas. Además, en el primer semestre del año, la inversión extranjera directa (IED) cayó 32.6 por ciento respecto al mismo periodo de 2010, según datos oficiales. Así, de enero a junio se captaron 5 mil 149 millones de dólares, contra 7 mil 642 millones del año pasado. Ante el panorama que acabamos de describir líneas arriba, no existe una posibilidad de recuperación de la IED y sí, en cambio, muchas posibilidades de que caiga aún más. Vivimos escenarios de crisis económica, más allá de las palabras de aliento que nos lanzan los gobernantes y en general la clase política, la situación está afectando de manera directa los hogares mexicanos. A la situación de guerra que se vive en el país en contra de la sociedad, disfrazada de guerra contra el narcotráfico, hay que agregarle la terrible situación económica de la mayoría de los mexicanos. La realidad es que la dictadura del dinero no está dejando mucho espacio para que exista una capa social de masas que los defienda. ¿Cuál es el panorama que se vive en muchos hogares? El jefe de familia no tiene empleo, la madre que decidió entrar a la producción o al comercio fue despedida, la educación no tan sólo no es un agente de promoción social sino que hoy los mejores capacitados no tienen empleo. En la esquina del barrio unos venden drogas con el aval de la policía, la marina y el ejército. De tanto en

tanto se hacen operativos en sus colonias y ya hay varios muertos. Mientras, Calderón mira su reloj. Falta un año para abandonar el puesto de presidente que no debió ocupar pero que lo logró gracias al tácito acuerdo de quiénes lo cuestionaban. Lo rodean soldados, marinos y policías y uno que otro lambiscón que forma parte de su gabinete. Afuera hay una tormenta eléctrica, el tiempo está nublado, hay mucha niebla. Atrás de la niebla hay gente resistiendo, entre los yaquis, los nahuas de Michoacán, la gente digna de Ciudad Juárez, las

comunidades zapatistas. Y, ahí, alguien prende su pipa y dice: “odio decir que se los dije, pero se los dije”:“El rey supremo del capital, el financiero, empezó entonces a de-sarrollar su estrategia guerrera sobre el nuevo mundo y sobre lo que quedaba en pie del viejo. De la mano de la revolución tecnológica que ponía al mundo entero, por medio de una computadora, en sus escritorios y a su arbitrio, los mercados financieros impusieron sus leyes y preceptos a todo el planeta. La ‘mundialización’ de la nueva guerra no es más que la mundialización de las lógicas de los mercados financieros. De rectores de la economía,

los Estados Nacionales (y sus gobernantes) pasaron a ser regidos, más bien teledirigidos, por el fundamento del poder financiero: el libre cambio comercial. Y no sólo eso, la lógica del mercado aprovechó la ‘porosidad’ que, en todo el espectro social del mundo, provocó el desarrollo de las telecomunicaciones, y penetró y se apropió todos los aspectos de la actividad social. ¡Por fin una guerra mundial totalmente total!

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“Una de las primeras bajas de esta nueva guerra es el mercado nacional. Como una bala disparada dentro de un cuarto blindado, la guerra iniciada por el neoliberalismo rebota de uno a otro lado y hiere a quien la disparó. Una de las bases fundamentales del poder del Estado capitalista moderno, el mercado nacional, es liquidada por el cañonazo de la nueva era de la economía financiera global. El capitalismo internacional cobra algunas de sus víctimas caducando los capitalismos nacionales y adelgazando, hasta la inanición, los poderes públicos. El golpe ha sido tan brutal y definitivo que los Estados nacionales no disponen de la fuerza necesaria para oponerse a la acción de los mercados internacionales que transgrede los intereses de ciudadanos y gobiernos. “El cuidado y ordenado escaparate que se suponía heredaba el fin de la ‘Guerra Fría’, el ‘nuevo orden mundial’, pronto se ve hecho añicos por la explosión neoliberal. El capitalismo mundial sacrifica sin misericordia alguna a quien le dio futuro y proyecto histórico: el capitalismo nacional. Empresas y Estados se derrumban en minutos, pero no por las tormentas de las revoluciones proletarias, sino por los embates de los huracanes financieros. El hijo (el neoliberalismo) devora al padre (el capitalismo nacional), y de paso destruye

todas las falacias discursivas de la ideología capitalista: en el nuevo orden mundial no hay ni democracia, ni libertad, ni igualdad, ni fraternidad”. (Subcomandante Insurgente Marcos, “7 piezas sueltas del rompecabezas mundial”, junio de 1997) El problema que enfrenta el capitalismo no es de política económica, sino de la economía política. No se resuelve con volver a políticas estilo Roosevelt, tan apreciado por el ignorante candidato de Morena, o pensar que si volvemos a Keynes todo se soluciona. Hay un modelo de acumulación que vuelve más ricos a los ricos y más pobres a los pobres. Ese modelo está basado en una guerra contra la sociedad, no es arriba donde se va a resolver el asunto. No se trata de ser catastrofistas, pero hoy lo único realista es ser anticapitalista, ya que frente a la lógica de la explotación, el despojo, la rapiña, la especulación y la extensión de la miseria no es posible plantear una salida únicamente distributiva. Hay un dicho muy famoso entre la clase dominante norteamericana que siempre que busca una explicación de su caída en la popularidad dice: es la economía, estúpido. Frente a los analistas simplistas que buscan explicarse la crisis con bagatelas y frente a los que piensan en una salida que no toque la esencia del modo de producción capitalista, nosotros diríamos para explicar la actual crisis: es el capitalismo, estúpido.