El Consentimiento Al Valor Moral

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(1) EL CONSENTIMIENTO AL VALOR MORAL Aquí vamos a concretar lo del acto libre y el obrar en relación a los organismos vivientes, libertad de elección y organismo virtuoso. Hay una realidad universal que consiste en que el hombre siempre ha afirmado en su vida y obrar la existencia de lo que llamamos la dimensión ética de su vida: hay actos que responden al bien auténtico y otros no. La divergencia va a consistir en el modo como se determina que un acto sea bueno o malo. Hay un de Tomás que entra en el examen de este tema y que tuvo como contexto una polémica entre Abelardo y Pedro Lombardo. Tomás plantea una postura de equilibrio entre ambos partiendo fundamentalmente de Lombardo. Abelardo dice que el obrar moral de todo hombre tiene un valor neutro y no por sí mismo y en sí mismo. La intención del obrar va a determinar la bondad o no de la acción. Pedro Lombardo en cambio, dice que hay acciones que son en sí mismas buenas o malas, independientemente de la intención de la persona que actúa. Abelardo niega la existencia de acciones humanas que tengan valor moral intrínseco, propio, que en sí mismas sean buenas o malas y pone la fuente del obrar humano en la intención. Lombardo opina lo contrario. Estos dos personajes son representativos de dos corrientes éticas que siguen hasta hoy: la ética de la razón autónoma (normativa o teleologismo) y la ética de la persona humana o personalista. La primera corriente del teleologismo ético va a encarnar la postura de Abelardo. En el siglo XX esta corriente establece una especie de dualismo entre dos clases de elecciones y comportamientos: la elección fundamental o trascendental y las opciones categoriales o concretas (en oposición a trascendental). Esta separación moral viene de un dualismo antropológico que sostiene que en el hombre hay dos libertades: la opción fundamental va a ser la opción de la libertad fundamental o trascendental y las libertades concretas son la libertad de elección (que no involucran totalmente al sujeto). Se dice que la opción fundamental trascendental es donde se da el ámbito de la moralidad (bien y mal moral). En cambio, en el ámbito de las opciones categoriales concretas (de todos los días) no se va a hablar de bien y de mal sino que se va a introducir el concepto de bienes o males pre-morales. Ya no se va a decir que una elección concreta sea moralmente buena o mala, sino que se va a hablar de elecciones correctas o incorrectas. Pero ¿en base a qué discierne el hombre si una opción es correcta o no? En base a su razón autónoma, con su juicio establece que la acción es correcta o no. En esta corriente el bien o mal están determinados por la persona que se decide en una determinada situación. Elección fundamental → libertad fundamental - trascendental → dimensión moral o trascendental Elecciones → libertad de elección → bienes / males pre- Razón

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(1)EL CONSENTIMIENTO AL VALOR MORAL Aquí vamos a concretar lo del acto libre y el obrar en relación a los organismos vivientes, libertad de elección y organismo virtuoso. Hay una realidad universal que consiste en que el hombre siempre ha afirmado en su vida y obrar la existencia de lo que llamamos la dimensión ética de su vida: hay actos que responden al bien auténtico y otros no. La divergencia va a consistir en el modo como se determina que un acto sea bueno o malo. Hay un de Tomás que entra en el examen de este tema y que tuvo como contexto una polémica entre Abelardo y Pedro Lombardo. Tomás plantea una postura de equilibrio entre ambos partiendo fundamentalmente de Lombardo. Abelardo dice que el obrar moral de todo hombre tiene un valor neutro y no por sí mismo y en sí mismo. La intención del obrar va a determinar la bondad o no de la acción. Pedro Lombardo en cambio, dice que hay acciones que son en sí mismas buenas o malas, independientemente de la intención de la persona que actúa. Abelardo niega la existencia de acciones humanas que tengan valor moral intrínseco, propio, que en sí mismas sean buenas o malas y pone la fuente del obrar humano en la intención. Lombardo opina lo contrario. Estos dos personajes son representativos de dos corrientes éticas que siguen hasta hoy: la ética de la razón autónoma (normativa o teleologismo) y la ética de la persona humana o personalista. La primera corriente del teleologismo ético va a encarnar la postura de Abelardo. En el siglo XX esta corriente establece una especie de dualismo entre dos clases de elecciones y comportamientos: la elección fundamental o trascendental y las opciones categoriales o concretas (en oposición a trascendental). Esta separación moral viene de un dualismo antropológico que sostiene que en el hombre hay dos libertades: la opción fundamental va a ser la opción de la libertad fundamental o trascendental y las libertades concretas son la libertad de elección (que no involucran totalmente al sujeto). Se dice que la opción fundamental trascendental es donde se da el ámbito de la moralidad (bien y mal moral). En cambio, en el ámbito de las opciones categoriales concretas (de todos los días) no se va a hablar de bien y de mal sino que se va a introducir el concepto de bienes o males pre-morales. Ya no se va a decir que una elección concreta sea moralmente buena o mala, sino que se va a hablar de elecciones correctas o incorrectas. Pero ¿en base a qué discierne el hombre si una opción es correcta o no? En base a su razón autónoma, con su juicio establece que la acción es correcta o no. En esta corriente el bien o mal están determinados por la persona que se decide en una determinada situación.

Elección fundamental → libertad fundamental - trascendental → dimensión moralo trascendental ≠

Elecciones categoriales→ libertad de elección → → → → → → bienes / males pre-morales Razón Autónoma

opciones concretas ● correctas / incorrectas establece● se justifica o no que se realice la acción

Esta corriente tiene tres modalidades: a) la corriente del amor: afirma que lo intrínsecamente bueno es por amor (si se miente por amor, es bueno,

si se miente sin amor, es algo malo, pero la mentira en sí misma no es buena ni mala); b) la ética de las consecuencias o teleológica: la consecuencia prevista o querida determina la corrección o

no de la acción (hago un aborto para salvar la vida de la mujer); c) el proporcionalismo: es una corriente que intenta atenuar las anteriores en las que se agudiza la inversión

del principio moral de que el fin no justifica los medios; pero usa un lenguaje que crea confusión: si la persona tiene que tomar una decisión objetiva, en una situación concreta, debe establecer una proporción entre bienes y males pre-morales y ver si la proporción justifica o no realizar la acción.

a) sola ley del amorRazón Autónoma b) ética de las consecuencias (teleológica)(corrientes) c) proporcionalismo

Las elecciones categoriales no comprometen la opción fundamental. Hoy mayoritariamente se da la corriente del proporcionalismo. A nivel más personal se suele justificar una acción por la ley del amor.

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3) Ética de la persona humana o personalistaEn el texto de I-IIae q 18, a. 1-11 de Santo Tomás el prólogo a la cuestión 18 es muy importante, porque ahí va a decir cómo se determina el bien y el mal de los actos humanos. Da por supuesto que en el obrar humano hay bien y mal y va a estudiar cómo se determina que una acción sea mala o buena. Clase 12: 1/11/13Etica de la persona humana o personalistaEn esta cuestión Tomás se plantea cómo se determina si una acción es moralmente buena o mala, planteo propio del debate del ámbito ético. La q 18 que tiene 18 artículos. En los primeros 4 Tomás tiene presente la polémica entre Lombardo y Abelardo y va a seguir en parte la postura de Lombardo. A partir del 5 tiene como interlocutores a San Alberto Magno, San Buenaventura y a Alejandro de Halles. En la primera parte, la estructura va a ser: a) art.1; b) arts. 2-4. En el primero señala de modo general cómo se determina si una acción es buena o mala y partir del art. 5 determina la esencia de la moralidad del acto humano. Los arts. 1-4 tienen como trasfondo la polémica entre Pedro Lombardo y Abelardo. Y va a determinar cómo la acción humana es buena o mala. En el art. 1 da un principio muy importante, partiendo de una analogía: el obrar es como un determinado ser, tiene como una entidad metafísica; por eso aplica un principio de la metafísica a la vida moral: el ser y el bien son convertibles y en los seres contingentes limitados, finitos, el bien se va a determinar por la plenitud de ser que le es debida a ese ser. El obrar es como una cierta entidad y tiene una plenitud de ser que le es debida. Por lo tanto, en el obrar el mal y el bien se van a determinar por la plenitud de ser que le es debida al obrar. Tendrá tanto de bien, cuando tenga la plenitud de ser que le es debida y tendrá tanto de mal, cuando carezca de algo que le es debido a su plenitud de ser. Artículos 2, 3 y 4 ¿Cuál es la plenitud de ser que le es debida al obrar y cómo está constituida esta plenitud de ser? Santo Tomás arte de una concepción en la que va a mostrar que el obrar humano es una realidad que posee una unidad intrínseca, pero compleja, compuesta. Determina los elementos que componen la plenitud de ser debida al obrar humano. Vamos a cambiar el orden correlativo de los artículos por el siguiente: 4, 2 y 3. En el art. 4 afirma que todo obrar humano tiene una intención personal al que llama fin. En el art. 2 señala que el obrar humano tiene una naturaleza propia a la que llama objeto de la acción y en el art. 3 sostiene que toda persona que realiza una acción, lo hace en una situación concreta que llama circunstancias. Estos son los elementos que componen la plenitud de ser que le es debida al obrar. Artículo 4 Intención personal o fin o voluntad rectamente intencional: es la intención recta de la persona que actúa; es el fin bueno y recto de la persona que actúa. En otro lugar Santo Tomás llama a esto finis operantis (fin del operante). Este primer elemento es el más subjetivo, el más personal, porque dos sujetos pueden realizar una misma acción, pero cada uno con una intención diversa. El fin, la intención de la persona que actúa, lo más personal que la persona pone de sí mismo, al ser lo más subjetivo, ¿se puede decir que esa intención va a ser en sí misma y por sí misma recta o en sí o por sí mala o desordenada? ¿Se puede afirmar que es buena o es mala en sí misma y por sí misma? ¿Cuál es el criterio para determinar que la intención de la persona que actúa es en sí misma o por sí misma buena o mala y desordenada? ¿Existe un criterio que muestre la rectitud o desorden de la persona que actúa? El criterio tiene que referirse a una realidad. Santo Tomás da un criterio en el art. 4: la bondad del fin está constituida por una relación a la causa misma de la bondad; quiere decir que el fin de la persona tiene una bondad o malicia en sí misma y por sí misma; lo sabemos, porque esa intención por sí misma debe ser ordenable a la causa misma de la bondad. ¿Qué es la causa misma de la bondad? El Ser Trascendente Personal, porque estamos partiendo de un ser contingente que tiene una dimensión metafísica real al Ser Trascendente Personal. Por eso, la intención será recta o desordenada si es por sí misma ordenable a la causa misma de la bondad. En la tercera objeción del art. 4 Santo Tomás propone un ejemplo: una persona que realiza una acción buena, pero lo hace por vanagloria (dar limosna por ostentación). En la acción, estaríamos en la naturaleza propia u objeto (art. 2), en cuanto a la vanagloria no ubicaríamos en la intención personal (art. 4). Esa intención por sí misma no es ordenable a la causa misma de la bondad, por eso, la acción no es recta.

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Artículo 2 Aquí es donde Santo Tomás utiliza otra expresión: finis operis (fin de la acción). La acción en sí misma o por sí misma tiene una intencionalidad objetiva propia, un finis operis. Este no se refiere al valor físico de la acción (dar algo a otro, por ejemplo), sino a su naturaleza moral propia que es el objeto de la acción hecho objeto de la voluntad, que la acción en y por sí tiene una relación con los valores morales. Por lo tanto, esa acción tiene dos características: por un lado, realiza como persona y por otro, ese finis operis es compatible con un finis operantis recto. Porque podría pasar el revés: robo para ayudar a los pobres (no es la acción física, porque esta puede ser buena o mala moralmente), sino la acción considerada en los valores morales que la acción realiza. Una acción que por su naturaleza u objeto propio es buena va a tener dos cualidades: a) me realiza como persona y b) va a ser compatible con el finis operantis. Artículo 3 Cuando una persona actúa, lo hace por una intención personal, realiza una acción y lo hace en una situación o circunstancia. La plenitud de ser del obrar humano requiere una intención recta, con un objeto propio y en las circunstancias debidas. Santo Tomás discierne las circunstancias siguiendo un criterio de Aristóteles. ¿Quién realiza la acción? ¿Por qué realiza la acción? ¿De qué modo? ¿Dónde, cuándo, en qué medio? Son las preguntas que en el sentido común vamos respondiendo cuando hablamos de una acción que hicimos. La intención puede tener razón de circunstancia.

art. 1

a.4 intención personal o fin = voluntadq 18 P Lombardo rectamente intencionada; finis operantis

arts. 2-4 a. 2 naturaleza propia u objeto =intencionalidad propia del objeto; finis operisa. 3 situación o circunstancias

Metafísicamente hablando, el obrar humano tiene una plenitud de ser debida al obrar humano que está constituida por la intención, la naturaleza moral propia y las circunstancias o situaciones. Pero para que el obrar metafísicamente tenga la plenitud de ser que es debida, la intención moral tiene que ser buena y también la naturaleza y las circunstancias. Cuando el obrar de una persona concreta es metafísicamente buena, tiene la plenitud de ser debida moralmente, entonces es buena. Si se realizara una acción buena sólo en su intención y en la naturaleza propia u objeto (arts. 2 y 3) pero con una intención mala, la acción metafísicamente es parcialmente buena y parcialmente mala, pero toda la acción moralmente es mala.

Art. 4 respuesta a la tercera objeciónMetafísicamente Moralmenteintención: buena  naturaleza objeto propio: buena buenacircunstancias: buenas  

Plenitud del ser debidaa la acción humana intención: mala  

naturaleza objeto propio: buena malacircunstancias: buenas  

parcialmente buenaNo es lo mismo que la malicia venga por una intención desordenada a que sea mala por su naturaleza moral propia u objeto o que sea mala porque las circunstancias son no debidas. Desde el punto de vista moral, la acción es mala, pero si lo que causa la malicia es la intención, la acción es más grave. Metafísicamente un acto puede ser total me bueno si tiene todo lo que corresponde a su plenitud de ser; en ese caso será también moralmente bueno. Pero es suficiente que uno de los elementos que corresponden a la plenitud del ser sea malo, para que metafísicamente el acto sea parcialmente bueno y moralmente malo.

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Metafísicamente Moralmentetotalmente buena → buena

Plenitud del ser debidaa la acción humana   intención desordenada

parcialmente buena mala naturaleza mala propia  circunstancias no debidas

Segunda parte (arts. 5-8 y 9-11) Aquí es donde Santo Tomás va a hacer su aporte más original al mostrar cómo la diferencia del bien y del mal del obrar constituye la esencia del obrar humano, Los otros autores decían que la moralidad de la acción es un accidente necesario a la acción, pero no constituye la esencia. Santo Tomás dice, en cambio, que la moralidad constituye la esencia de la acción. En el artículo 5 utiliza la palabra objeto del artículo 2 en sentido análogo, porque parte de la expresión aristotélica: una acción se especifica por su objeto. Cuando la acción es un acto humano voluntario, ¿de dónde viene esa especificidad del objeto de la acción? Viene de la relación que el objeto tiene con la razón, con la prudencia. El objeto que especifica una acción va a ser en sí mismo y por sí mismo bueno o malo, si ese objeto es conforme a la recta razón práctica (el término recta no figura en el texto de Tomás) o es disconforme, es decir, contradice a la razón recta. Sabemos cuándo un objeto que especifica una acción es bueno o malo por su relación con la razón: será moralmente bueno si es según la razón y será moralmente malo si es contrario a la razón. Si el objeto especifica el acto va a constituir la esencia de la acción humana. Artículo 6 Santo Tomás da aquí un paso más. Recordemos que el acto libre distinguimos el acto del querer, que surge de la voluntad, y el imperado. Entonces Tomás dice que todo obrar humano está compuesto simultáneamente por dos actos: a) uno es un acto interior a la voluntad; b) el otro es un acto exterior a la voluntad. En el artículo 5 había dicho que los actos se especifican por su objeto; cada acto tiene su objeto propio. El objeto propio del acto interior es la intención y el objeto propio del acto exterior es la acción que tiene una naturaleza propia. Afirma que el objeto propio del acto interior es como la forma del obrar humano y el objeto propio del acto exterior es la materia. El obrar es una única realidad constituida por dos acciones con objeto propio: el objeto propio del acto interior es la forma y el objeto propio del acto exterior es la materia del obrar. De tal manera, que quien roba (acto exterior) para pagar a una prostituta (acto interior) es más adúltero que ladrón, porque la moralidad formal viene de la intención y la material viene de la naturaleza propia de la acción que se realiza. Artículo 7¿Cómo se relaciona la moralidad formal con la material? Lo hace de dos maneras: a) la material queda contenida en la formal (cuando se roba para enriquecerse, hay una única malicia, la acción de robar está contenida en la intención); b) cuando la moralidad material no está contenida en la moralidad formal (roba para drogarse), se realizan dos malicias, de la cual la formal es para drogas, la material es el robo. Artículo 8Abelardo dice que no hay actos que en sí mismos o por sí mismos sean buenos o malos. Esto lo retoma Tomás al preguntarse si existen actos que en sí y por sí sean moralmente neutros. Responde que sí, porque el objeto de la acción no tiene relación con la razón: pasear, rascarse la oreja, son moralmente indiferentes, neutros. Artículos 9, 10 y 11 Santo Tomás retoma lo del artículo 8 en el 9 y se pregunta: cuando una persona realiza esos actos neutros (exteriores) con una finalidad, ¿siguen siendo moralmente indiferentes? No. ¿Por qué? Porque toda persona cuando hace algo, lo hace por algo, con una intención. Del fin y de la circunstancia le viene la moralidad. Por ejemplo, si paseo para disfrutar y descansar esa acción es moralmente buena, pero podría pasear por la esquina para planificar un robo. Los actos moralmente indiferentes en concreto no existen porque siempre lo hacen con una intención y de ésta van a recibir un valor. A partir del artículo 9 Santo Tomás incorpora el rol de la circunstancia, porque la intención juega el papel de circunstancia.

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a. 5 acción se especifica por su objetoa. 6 a) objeto propio acto interior: intención (forma) b) objeto propio acto exterior: acción (materia) a. 7 relación entre moralidad formal y material: a) la material contenida en la formal: una malicia

San Alberto Magno arts. 5-8 b) la material no está contenida en la formal: dos maliciasq 18 San Bernardo a. 8 actos en sí y por sí moralmente neutros: el objeto de la acción

Alejandor de Halles arts. 9-11 no tiene relación con la razón. a. 9 actos neutros (exteriores) con findalidad: tienen valor moral dado por la circunstanciaa. 10 la circunstancia modifica el valor moral de la acción si: a) tiene relación directa con el orden de la razón recta; b) tiene que ser condición principal del objeto de la acción. a. 11 la circunstancia no tiene relación directa con la razón y no es condición principal del objeto del acto, puede aumentar o disminuir la moralidad propia de la acción.

Artículo 10 Santo Tomás se pregunta si en una acción que en sí misma y por sí misma, que por su objeto tiene un valor moral propio, la circunstancia puede modificar ese valor moral. La respuesta es sí. Pero la circunstancia tiene que tener dos características: a) una relación directa con el orden de la razón recta; b) la circunstancia tiene que ser condición principal del objeto de la acción. Por ejemplo, la acción de robar por su propio objeto siempre es mala, pero no es lo mismo robar en la calle que robar en un lugar sagrado porque la circunstancia (el lugar) tiene una razón directa con la razón, que prohíbe cometer injurias en un lugar sagrado. Esa acción ya no es un simple robo, es un sacrilegio. Esto se expresa con la indignación. Toda acción de violación es grave por su objeto: no es lo mismo violar a una persona mayor que a una niña; la circunstancia de la edad tiene una razón directa con la razón, que ordena cuidar a un niño indefenso. La violación pasa a ser una pederastia. Artículo 11En los tres últimos artículos vimos el objeto del acto exterior de la voluntad en relación con la circunstancia, para ver cómo afecta ésta: el acto neutro recibe la moralidad de la circunstancia, si la circunstancia cambia, cambia el valor moral de acto. Cuando la circunstancia no tiene una relación directa con la razón y no es condición principal del objeto del acto, la acción tiene su valor moral propio por su objeto propio, pero en este caso, la circunstancia puede aumentar o disminuir la moralidad propia de la acción. La cantidad de lo robado tiene que ver a quién se le roba. No es lo mismo robarle cien pesos a un jubilado que gana la mínima, que a Bill Gates. Si la víctima es un jubilado, estaríamos en lo señalado en el artículo 10. Dimensión social del ethos humanoEl ethos tiene tres dimensiones: personal, social-comunitaria e histórica cultural. Con esto terminamos la dimensión personal. Si volvemos a la experiencia del hombre en cuanto hombre, hay una experiencia de que toda persona existe y actúa con otros. Al respecto hay tres temas: a) relación de la persona con la sociedad; b) cómo en el obrar con otros el hombre va conquistando su libertad terminal o autonomía y c) la participación del hombre en esa acción junto con otros.