El Conocimiento Dialéctico. Juan Iñigo Carrera

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    conocimiento dialcticoLa regulacin de la accin en suforma de reproduccin de lapropia necesidad por elpensamiento

    Juan B. Igo Carrera

    CICPCENTRO para la INVESTIGACION

    como CRITICA PRACTICA

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    conocimiento dialcticoLaregulacin de la accin en su forma de reproduccinde la propia necesidad por el pensamiento

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    Publicado por CICP Juan B. Iigo Carrera 1992Todos los derechos reservados

    CICPCENTRO para la INVESTIGACIONcomo CRITICA PRACTICACasilla de Correo 54171000 Correo CentralBuenos AiresArgentina

    ISBN 950-798-000-8(edicin en ingls: ISBN 950-798-001-6)

    Queda hecho el depsito que marca la ley 11.723

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    Indice

    Presentacin viiEl desarrollo del capital en accin revolucionariaconciente. Crtica de la teoria cientifica xiiiEl conocimiento dialctico; o sea, la regulacin de laaccin en su forma de reproduccin de la propia nece-sidad por el pensamiento 1

    1. Qu hacer 12. El sujeto concreto de la accin; el desarrollo de la nece-sidad hasta alcanzar su forma concreta de libertad 113 Laforma concreta del proceso dialctico de conocimien-to 22a. De la determinacin de la realidad por el procesode su reproduccin ideal a la manifestacin formalde esta reproduccin como tal 22b. El avance de lo singular a lo general: cono-cimiento y reconocimiento 28c. Elcurso general del desarrollo de la capacidad pa-ra personificar concientemente la necesidad de lasformas reales concretas '.35d. Laexposicin de la reproduccin ideal de la reali-dad 384. La reproduccin ideal de la realidad vista sucintamenteen su unidad concreta : 47

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    viiPresentacin

    Apenas observamos el desarrollo de las luchas sociales durantelos ltimos aos, salta a la vista la singular evolucin del espacioque cabe hoy da a la accin cientficamente dirigida a la transfor-macin radical de nuestra sociedad actual en una sociedad con-cientemente regulada. Nos referimos, en otras palabras, a la accinrevolucionaria conciente que tiene por fin la superacin del capi-talismo en el socialismo o comunismo.Hasta los cultores ms conspicuos de las formas ideolgicas,los filsofos, se regodean hoy da proclamando a los cuatro vien-tos el fin de la ideologa. Se trata del agotamiento de las energasutopstas , nos dice Haberrnas, de la decadencia de las grandesnarrativas acerca de la emancipacin y el progreso , acentaLyotard. Despus de lo cual no les queda sino abrazarse al andra-joso consuelo postmoderno de la pequeez intrascendente; la cuales tanto tal, que ni ellos mismos la encuentran satisfactoria paracubrir la desnudez pblica de su propia vacuidad.Almismo tiempo, quienes personifican al capital de propiedadntegramente colectiva al interior de su mbito nacional -y, por lotanto, tan capital para el conjunto del proletariado, y tan privadopara el de los restantes mbitos nacionales, como el que ms-,urgidos por la ampliacin de la escala de acumulacin de ste, seven crecientemente forzados a desarticular su mscara ideolgicade representantes de la negacin absoluta del capitalismo. Esdecir, del socialismo o comunismo. Apenas les cabe recurrir ahoraa la apologtica democratista para cubrir los verdaderos lmites delproceso social que encarnan: la enajenacin de las potenciashumanas como potencias del capital.El descubrimiento tardo de la naturaleza ideolgica delmarxismo -es decir, del representarse, y por tanto degenerar, a lareproduccin ideal de las formas especficas de la sociedad actual,avanzada por Marx, como una concepcin del mundo, un sistemade pensarniento- diezma las filas de sus antiguos partidarios. Al-gunos lo abandonan para mantenerse simplemente en la cresta de

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    viiila ola, hoy postmoderna. Pero otros, para afirmar su necesidad depersonificar la genuina transformacin del capitalismo en unaforma social superior.Pues bien, si para algo se bastan por s solas estas formasconcretas de las luchas sociales, es para poner en evidencia laampliacin sustancial del espacio que cabe actualmente a la accinrevolucionaria conciente. Qu puede expresar con mayor elocuen-cia el avance de la necesidad social del desarrollo de esta accin,sino el reconocimiento, desde el propio campo de la enajenacinideolgica, del mero carcter precisamente ideolgico de las con-cepciones con que el capital pretende vaciar de su verdaderocontenido a la accin en cuestin. Difcilmente se haya manifes-tado, en toda la historia del capitalismo, la demanda social por laaccin revolucionaria conciente con mayor claridad y energa quelas aparentes hoy da.Bien podemos decir, entonces, que la necesidad de la accinhumana basada en el conocimiento cientfico se impone comonunca. Y, efectivamente, ni bien se vuelve la mirada hacia estaforma de accin, se la ve manifestarse en su potencia, revolu-cionando renovadamente las condiciones materiales de la pro-duccin social. Desarrollando en este revolucionar las fuerzasproductivas materiales de la sociedad. Proyectando as creciente-mente a estas fuerzas, ms all de hasta donde les cabe tomarforma en la regulacin capitalista del proceso de metabolismosocial.Pero tan pronto como enfrentamos al conocimiento cientficoen s mismo, en tanto abstractrnente tal, el panorama cambia porcompleto. Los plaidos autocomplacientes de Popper tienen aqula ltima palabra: aunque nunca podremos justificar racional-mente nuestras teoras, ... podemos al menos discutirlas racional-mente . Contra cuya contundencia no se levanta ms que eldegradado euerytbing goes de Feyerabend. Cuando no, la merareafirmacin declarativa de la verificabilidad de las teoras en laprctica; declaracin que no tiene ms que su nfasis para ocultarla imposibilidad de su sostn lgico. 0, colmando ya la degrada-cin del conocimiento cientfico, la pattica elevacin de su con-trario, la abstracta fantasa, a verdadera esencia suya; esto es, laafirmacin del carcter heurstico de las teoras La prctica cien-tficaviene a terminar cientficamente convertida as en una suertede l dice que yo digo que l dice , capaz de discurrir indefi-

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    ixnidamente sin encerrar ms contenido de realidad que estos dimesy diretes mismos. Hermenutica, tal el santo y sea con que lacomunidad cientfica abre paso a esta masa de letra muerta quepretende sea tomada por signo de vitalidad cientfica; que tam-poco es cuestin que cualquier chismoso concluya un buen daque ha practicado la ciencia toda su vida sin haberse enterado.

    Semejante circunstancia no es para sorprender a nadie: conaceptacin actual que nopuede ser ms universal, el conocimientocientfico se nos manifiesta teniendo a la construccin de teorasacerca de las concatenaciones reales por forma naturalmente nece-saria. Se nos manifiesta as, en general, representndose a estasconcatenaciones reales, es decir, a la determinacin -o sea, alafirmarsemediante la propia negacin, a la contradiccn-, por lasrelaciones de medida de las formas reales concretas, en base a lalgica formal; pero tambin lo hace, representndose a la determi-nacin por la interpenetracin, la oposicin (simple o sobredeterminada), la autonoma relativa, de los contrarios, en base a lalgica dialctica, ms o menos especificada. Seguido de modontegramente consecuente, el propio mtodo de esta forma deconocimiento cientfico, del conocimiento terico, pone en evi-dencia por s mismo la irreductible exterioridad de su producto, larepresentacin ideal de las concatenaciones reales, respecto de lanecesidad de stas. Y, con esta evidencia, la de la exterioridadigualmente irreductible entre el conocimiento cientfico terico y elpropio fin genrico del conocimiento cientfico; tal es, la regu-lacin de la apropiacin real de la materia, la regulacin de laaccin, bajo la forma de apropiacin ideal de la necesidad de lamateria.Con la liviana soberbia necesaria para juzgar los algo as comocinco mil millones de aos que tiene potencialmente por delantela vida humana sobre la Tierra -para no ir en este cmputo mslejos- desde la mezquina ptica de quien es producto de losapenas tres primeros millones de aos de historia humana, lospropios cientficos se apresuran ahora a declarar la imposibilidadde la reproduccin ideal, por el pensamiento, de la realidad. Alpunto que, dar por sentada la determinacin ideolgica de todoconocimiento cientfico, pasa corrientemente por crtica histrica-mente conciente irreductible a la actual forma general de ste. Yson los propios cientficos quienes condenan consecuentemente alconocimiento cientfico, por toda la eternidad y sin atenuantes

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    xcomo le corresponde por su imputada limitacin innata, al terrenode las utopas agotadas, de las grandes narrativas liberadoras.Hasta al ms descarado cretinismo apologtico del capitalismo nole queda nada por pedir: en boca de sus genuinos representantes,el mismisimo mtodo cientfico declara haber alcanzado el fin desu historia, que elfuturo ya est aqu. Si uno tuviera el vigor ex-presivo de Orwell, bien podra afirmar que si se pasea la miradadesde el centfco al idelogo y desde el idelogo al cientfco, esimposible ya decir cul es cul.Por cierto, la presente acentuacin del deterioro de la imagende la ideologa y del alcance de la ciencia no es por completoajena al contemporneo desarrollo de la crisis de superproduccingeneral. El avance inmediato hacia ella, y particularmente ellamisma, toman normalmente forma concreta en la descomposicindel optimismo apologtico; as como en la puesta en tensin delconocimiento cientfico, que se ve de esta suerte ineludiblementeenfrentado con sus propios lmites. Mas, una vez renovadas en lacrisis las bases del proceso de acumulacin de capital, resurge eloptimismo ideolgico y las propias limitaciones pasan al terrenode los malos, y mejor olvidables, recuerdos. En la parte correspon-diente a este resurgimiento, la doble prdida de la fe no es, pues,ni novedosa ni duradera.Pero la magnitud del vaco actual, puesta en evidencia por esadoble autodeclaracin de bancarrota, vale, por s misma y porsobre esta circunstancia, como expresin del grado de maduracinalcanzado por la necesidad de la transformacin radical del propiomtodo del conocimiento cientfico. Y, con todo, esta autodeclara-cin no es sino plida expresin de la necesidad positivamentepuesta de manifiesto, en este mismo sentido, por el desarrolloactual de la regulacin conciente del proceso de metabolismosocial, y hasta por el propio desarrollo de las condiciones ma-teriales de este proceso. Manifestacin positiva que, sin embargo,recin emerge en el avance de la reproduccin, de estos desarro-llos, por el pensamiento.Esque se trata, verdaderamente, del desarrollo de la necesidaddel capital de aniquilarse a s mismo en una forma social superior:la regulacin conciente del proceso de metabolismo social, o sea,en el comunismo o socialismo. Se trata as,espeficamente, deldesarrollo del capital en accin revolucionaria conciente. Y,por 1tanto, del desarrollo de la organicidad misma de la accin revolu-

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    xicionaria del proletariado, del desarrollo del conocimiento cientficocomo forma concreta necesaria de la accin poltica radical.Por cierto, la teora cientfica crtica toma esta cuestin comosu propio objetivo. Pero, aun en aquellas de sus versiones quegustan presentarse como las ms radicalizadas, la teora cientficano es capaz de ir ms all del choque con una sarta de contra-dicciones aparentes. As, ya ha llegado a ser un lugar comn eldarle vueltas y ms vueltas a las formas concretas esenciales de laorganicidad de la accin revolucionaria del proletariado, paraterminar pretendiendo que el problema se resuelve simplementecon darle un nombre ingenioso:- la estructura econmica de la sociedad determina la superes-tructura poltica, ideolgica, de ah, la conciencia del proletariadoy, luego, la accin revolucionaria. Esto es la determinacin nece-saria del cambio radical de la estructura econmica. Invocar lasupremaca en ltima instancia de la estructura, la autonoma re-lativa de la superestructura, la sobredeterminacion de esta dialc-tica, etc., carece de ms sustancia que el ser una manera de salirdel paso.- el capitalismo lleva en s la necesidad de autoanquilarse enel socialismo, pero el socialismo no tiene otra posibilidad que laaccin voluntaria del proletariado. La verdadera relacin entrenecesidad y libertad no tiene cmo ser descubierta mediante surepresentacin como la dialctica exterior de voluntarismo y fata-lismo, de actiuismo y pasividad, del ser revolucionario, reformistao conformista.

    - las teoras generales llegan a la formulacin de ciertas leyesnecesarias, pero cualquiera que tenga que vrselas con las cues-tiones prcticas de todos los das sabe que hay un abismo entreaqullas y stas. Tan frecuentes y verbosas como son, las justifica-ciones del vnculo entre el modelo terico, el marco terico, y laprctica concreta no pueden hacer ms que asemejarse a lo queMarx refera como la dialctica del por una parte ... , por otraparte .....

    - el conocimiento cientfico es un producto de clase, pero laideologa es la negacin absoluta del conocimiento cientfico. L~apelacin a la superioridad de la ciencia proletaria, la genialtdadde sus maestros fundadores, a su verificacin histrica, no es sinola afirmacin del producto ideolgico ms genuino del capital: quela ideologa toma necesariamente la forma del mtodo cientfico

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    xiimismo.- el conocimiento cientfico aparece actualmente teniendo a laformulacin de teoras por forma natural; pero las teoras sonimposibles de ser puestas en evidencia como verdaderas o falsaspreviamente a la accin; y aun despus, aunque a tal altura pocadiferencia hace realmente. Por lo tanto, las teoras cientficas sloson formas de interpretar al mundo y, como tales, la negacinmisma de la accin conciente. El socialismo es el proceso humanode metabolismo social concientemente regulado, vale decir, elproceso de metabolismo social cientficamente regulado. Enconse-cuencia, tanto como el conocimiento cientfico est condenado ala interpretacin, el socialismo est condenado a la imposibilidad.A decir verdad, la teora cientfica crtica no ha apelado al conjurode un nombre para liberarse de esta desgracia: es lo suficiente-mente acrtica como para pasar por alto la contradiccin aparenteaqu involucrada.Estas cuestiones tan escabrosas en apariencia se encuentranclaramente presentes en la muy manifiesta crisis del conocimientoterico que se ve a s mismo como crtico, en particular delmarxismo. Pero se encuentran igualmente presentes en la crisisactual del mtodo cientfico en general. Tal pobreza de la teoracientfica es por s misma suficiente para sealar que semejantesenigmas aparentemente irresolubles no involucran a esta o aquellateora, sino a la teora cientfica en s. Y que la crtica de la cienciaexistente hoy da no toma cuerpo en la construccin de una nuevateora, sino en la superacin de la teora cientfica misma. No setrata, pues, de concebir una nueva representacin de la realidad,condenada por su sola condicin de tal representacin a responder auna necesidad constructivaajena a lanecesidad real, a una lgica.Setrata de apropiar virtualmente a la realidad reproduciendo su ne-cesidad mediante el pensamiento, de la reproduccin ideal de larealidadNo es el conocimiento cientfico, forma concreta que asume laregulacin conciente del proceso humano de metabolismo social,quien se encuentra ante el fin de su historia. Quien lo est, es lateora cientfica, forma histrica especfica de ese conocimientocuando ste se desarrolla como potencia enajenada en el procesohumano de metabolismo social autnomamente regulado median-te la produccin de valor: as como la teora cientfica nace alldonde el imperio de la produccin mercantil se abre temprana-

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    xmente paso, el avance del capital hacia su autoaniquilacin en laregulacin conciente del proceso humano de metabolismo socialevidencia ya hoy da la necesidad del perecimiento de la teoracientfica como forma general de la apropiacin de la realidad porel pensamiento.El desarrollo del conocimiento cientfico como regulacin dela transformacin de la sociedad actual en la de los individuoslibremente asociados es, por lo tanto, la crtica de la teora cien-tfica. Encaro el desarrollo genrico de la organicidad de la accinrevolucionaria conciente del proletariado, desplegando su necesi-dad del siguiente modo:

    El desarrollo del capital en accin revolucionara conctenteCrtica de la teora cientfica

    l El conocimiento dialctico El conocimiento dialctico; o sea, la regulacin de la accin bajosu forma de reproduccin de la propia necesidad por el pensa-miento: de la inmediatez de la accin a la determinacin de susujeto concreto (el desarrollo de la necesidad hasta alcanzar suforma concreta de libertad), las formas concretas de la repro-duccin ideal de la realidad (el mtodo del conocimiento dialc-tico) El conocimiento matemtico; o sea, el conocimiento de la medi-da de la propia necesidad: la determinacin que se niega a s mis-ma como tal y la falta de necesidad real cuyo desarrollo reproduciridealmente; la forma concreta de la medicin del cuanto, o sea, delproceso matemtico de conocimiento: de la representacin de lasrelaciones de cantidad como abstractamente tales (la lgica), a larepresentacin de la medida de las formas abstractas reales por lasrelaciones de medida de sus formas concretas.

    Il La determinacin histrica del conocimiento dialcticol El desarrollo de la materia en ser genrico humano: la determi-nacin de la materia como desarrollo histrico general, o sea,como universo; la vida: la regulacin del proceso de metabolismoindividual, la regulacin simple del proceso de metabolismo social,de la especificidad animal al gnero humano.IV El desarrollo del ser genrico humano en capital; o sea, laenajenacin de las potencias humanas como potencias del capital:la regulacin general del proceso de metabolismo social mediante

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    El conocimiento dialctico;o sea, la regulacin de la accin en su formade reproduccin de la propia necesidadpor el pensamiento

    Qu hacerLosfilsofos no han hecho sino interpretar al mundo de dife-rentes maneras; de lo que se trata es de cambiar/o. -1 Nos ubica-mos, desde el vamos y fuera de toda duda, en el terreno de la

    accin, de la prctica.Es en este terreno que nuestro primer paso reside en contes-tamos acerca de la forma concreta de nuestra accin. Acerca dequ hacer-, Nuestra accin transformadora nos dice as, con slo1 Marx, Karl, 11a tesis sobre Feuerbach. Die Philosophen haben die

    Welt nur verschieden interpretiert; es krnrnt drauf an, sie zu uerdndern:Tbesen ber Feuerbacb, Marx/Engels Ausgewahlte Werke, Dietz Verlag,Berln, 1985, T. I, p. 200. (Ms de una de las traducciones al espaolcorrientemente disponibles de los textos que vamos a citar presentandistorsiones significativas respecto de su original. De ah la utilizacin detraducciones propias siempre que ha sido posible obtener la edicin enidioma original. Hemos realizado las traducciones del alemn en colabora-cin con Carlos Lehmacher. De todos modos, para facilitar la ubicacin delas citas en su contexto en espaol, se indica una traduccin publicada ala que puede recurrirse con las salvedades correspondientes. Para lapresente cita: Tesis sobre Feuerbacb, Marx/Engels Obras escogidas, Edito-rial Ciencias del Hombre, Buenos Aires, 1973, T. IV, p. 11).

    2 S, por supuesto, a la accin de quin vamos a estar refirindonos aesta altura, sino a la de nosotros mismos en la inmediatez de nuestrasingularidad de sujetos concretos; a la ma, a la del lector que ha co-.menzado aqu mismo a reproducir crticamente por su cuenta el desarrolloexpuesto. El despliegue de la necesidad de nuestra propia accin no nosha presentado, por ahora, otra razn para esta accin, como no sea el

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    2imponemos este primer paso suyo, que no es simplemente ella;que es ella y al mismo tiempo un algo distinto: el qu hacer. Noshace saber que lleva en s, por lo tanto, una determinacin queno se reduce a ella misma. Y esto es lo ms que nuestra accintransformadora puede decimos acerca de s misma en su inmedia-hecho mismo de habernos puesto en camino. La necesidad de nuestraaccin debe desplegar entonces, desde esta inmediatez suya, su propiarazn; vale decir, la determinacin de nuestra singularidad de sujetosconcretos. Y, as, llegar a dar cuenta de esa inmediatez misma. Salta a lavista pues, que a este despliegue no le cabe en modo alguno arrancar sinms con el consabido discurrir interpretativo acerca de la unidad entreteora y prctica, acerca del sujeto revolucionario, acerca del sujeto engeneral o de cualquier otro tpico por el estilo; discurrir que todoacadmico que se precie ha de echar seguramente de menos; y sin el cualno faltar el superficial incorregible que crea ver en nuestra necesidad deaccin, nada ms que un impulso abstractamente compulsivo. Pero nomenos ajena a la inmediatez en que nos encontramos que tales sesudasinterpretaciones, lo es la pretensin de desarrollar la crtica de ellas eneste mismo lugar. Antes bien, todo lo que la existencia de tales interpre-taciones nos da lugar ya a decir es que, as como la necesidad de nuestraaccin debe dar cuenta de s misma en su propio despliegue, ella debedar cuenta, all mismo, de por qu no se nos presenta la necesidad demetemos de cabeza en cualquiera de las representaciones en cuestin queson moneda corriente; y, en consecuencia, la necesidad de nuestra accindebe dar cuenta de la necesidad misma de estas representaciones. Si mepropusiera a esta altura cortar por anticipado todas las consideracionespor el estilo [[originadas, las especficamente en cuestin, en la ausenciadel despliegue inmediato de la transformacin del valor en precio deproduccin, pasando por alto que tal despliegue presupone el de lasdeterminaciones propias del proceso de circulacin del captalll, echara aperder el mtodo dialctico de desarrollo en su integridad. Al contrario.Este mtodo tiene de bueno que continuamente pone trampas a estos ti-pos [el estrecho de mente y economista vulgar], provocndolos a lainoportuna manifestacin de su necedad. Wollte ich nun alle derartigenBedenken vorweg abscbneiden, so wrde ich die ganze dialektischeEntwicklungsmethode verderben. Umgekehrt, Diese Methode hat dasGute, daB sie den Kerls [der Spiesers und Vulgarokonoml bestndigFallen stellt;die sie zur unzeitigen Manifestation ihrer Eselei provozieren.Marx, Karl Carta a F. Engels del 27 de julio de 1867. Marx/Engels Werke,T. 31, Dietz Verlag, Berlin, 1965, p. 313. [texto original intercalado J.l.C.l;[laclaracin agregada j.I.ClJ (para contexto en espaol puede verse: Marx,Carlos El Capital, T. 1, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1973, p.686).

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    3tez, por mucho que la encaremos e interroguemos una y otra vez.Para seguir adelante con la realizacin de nuestra accin co-mo accin cuya regulacin nos pertenece, como accin conciente,no nos cabe sino enfrentar al qu hacer mismo. Al hacerlo, el quhacer se nos muestra no menos escurridizo, en su abstracta inme-diatez, que nuestra accin en la suya. Se nos muestra en talinmediatez, como l mismo a la par que un otro, la necesidad denuestra accin. Despus de lo cual, tampoco el qu hacer tienenada para agregar respecto de s mismo, como no sea a travs delo que pueda decimos esta necesidad de nuestra accin a prop-sito de ella misma. Vemonoslas, pues, con la necesidad de nues-tra accin. Esta necesidad slo puede sealamos a nuestra volun-tad transformadora como el otro que lleva en s; otro en el cualreside su propia necesidad. Pero nuestra voluntad transformadorano puede decimos, respecto de su propia necesidad, sino queslo nos cabe buscarla en lo que ella tiene de voluntad transfor-madora propia del proletariado. Cuando enfrentamos a la volun-tad proletaria, ella tampoco puede damos razn inmediata de smisma. Antes bien, nos responde que, siendo su razn la que nosinteresa, debemos comenzar por buscarla en su interior; en sucondicin de simple voluntad de clase. Mas el choque con laausencia de inmediatez respecto de la propia necesidad se repite:las clases se limitan a decimos que debemos buscar la suya, antetodo, en cuanto ellas llevan en s de reproduccin del proceso deacumulacin de capital.Detengmonos por un momento a esta altura del desarrollode nuestra accin transformadora. Hasta aqu, sta se ha materiali-zado en la bsqueda de la necesidad de sus formas concretas.Como tal, ha alcanzado a decimos que lleva en s a la voluntadtransformadora del proletariado. Pero ha alcanzado a decimos,igualmente, que la voluntad del proletariado no se basta, por smisma, para dar cuenta de su propia necesidad; que esta necesi-dad la trasciende. Con lo cual, nuestra accin transformadora nosha dicho que, as como la transformacin del mundo lleva en s ala accin voluntaria del proletariado, ni las formas concretas -y,por lo tanto, la organizacin poltica del proletariado-, ni la poten-cia transformadora de esta accin, nacen simplemente de dichavoluntad misma.Si queremos continuar avanzando en la realizacin de nuestraaccin conciente no nos queda pues, por ahora, otro camino que

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    4enfrentamos a la reproduccin del proceso de acumulacin decapital. Pero, en lo que respecta a su propia necesidad, esta repro-duccin no hace sino remitimos a su contenido de proceso devalorizacin del capital. Cuando abordamos a ste, se nos muestraencerrando, en tanto simple proceso de valorizacin del valor, alproceso de simple produccin de valor, de produccin de simplesmercancas. Produccin que se empecina en ponemos ante la delvnculo social entre los productores privados independientes en unsistema de metabolismo social autnomamente regulado. Al inte-rrogar a este sistema acerca de su propia necesidad nos respondeque debemos comenzar por buscarla en su condicin de procesode vida humana. Pero a la vida humana no le cabe tampocodesplegar su necesidad por s misma. Pretende que, ante todo, nosremontemos en lo que ella tiene de proceso de metabolismo sim-plemente natural. Tan pronto lo hacemos, este proceso se nospresenta con su necesidad emergiendo de su condicin de simpleexistencia determinada. Existencia determinada que, a su vez, nosimpone, para respondemos acerca de su necesidad, enfrentarla enlo que lleva en s de pura existencia; de materia como abstracta-mente tal.Puestos a la bsqueda de la necesidad de nuestra accin, noshemos visto as compelidos, so pena de mutilar tal conciencia, aavanzar enfrentando manifestaciones particulares de la realidad me-diante nuestro pensamiento. Cada una de estas manifestaciones noha podido decimos, acerca de s misma, sino que es ella a la parque un otro que lleva en s; y, por lo tanto, que si su necesidad eslo que nos interesa, no nos queda ms lugar para comenzar abuscada que en este otro. El curso de nuestro avance no hapodido, pues, sino remontarse analticamente al interior de nuestropunto de partida a lo largo del vnculo as definido. Tal ha sido supropia necesidad. Pero al alcanzar, por este camino, a la materiacomo pura existencia y enfrentarla, no nos encontramos con queella encierre en su interior a un otro en el cual radique su necesi-dad. En tanto simplemente tal, la materia nos muestra, as, quenuestra accin transformadora de la sociedad la encierra a ella -a lamateria- como su contenido ms simple. O sea, que tal accin esuna forma material. Pero nos muestra, al mismo tiempo, que nues-tra conciencia, en tanto simple conciencia de tal materialidad abs-tracta que ha llegado a ser hasta aqu, es an incapaz de dar cuentade la necesidad de siquiera la ms general de las formas concretas

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    5en que nos cabe realizar nuestra accin. Agotada nuestra posibili-dad de aquel remontamos analtico, estamos lejos todava dehaber completado nuestro primer paso en el terreno de la accincon conocimiento de causa. As y todo, tal agotamiento es elnico camino abierto ante nosotros que no lleva en s la inmedia-ta aniquilacin de este primer paso. Y, bien podemos decirlo, eldespliegue de la mitad del mismo. \Como abstractamente tal, la materia no se limita a mostramosque no encierra en s a un otro del cual brota su necesidad. Msan, evidencia esta simplicidad suya precisamente porque nosmuestra que ella es, por s misma y no por otro, necesidad denegarse como simplemente tal existencia abstracta para afirmarsecomo existencia concreta. Loque la materia nos dice directamenteen su pura simplicidad, es que ella es necesidad inmediata deafirmarse mediante su propia negacin, de determinarse; que ellaes devenir. Y nos lo dice, realizando esta necesidad que le espropia frente a nosotros: la pura existencia deviene existenciadeterminada; aquella existencia que habamos dejado atrs bus-cando la necesidad de su ser. Al reaparecer ahora de este modoen nuestra presencia, la existencia determinada lo hace con estanecesidad suya ya desplegada; es decir, lo hace como formaconcreta bajo la cual la forma abstracta realiza su propia necesi-dad. Nos encontramos, pues, ante el despliegue del correspon-diente momento de la necesidad de nuestra accin. No nos cabesino apropiar este momento en su virtualidad, reproducindolomediante nuestro pensamiento>.Lejos de interrumpirse por alcanzar a la materia en su simpli-cidad absoluta, como que sta es puro devenir, el fluir de nuestrocurso se ve renovado. Al enfrentamos ahora a la materia simple-mente diferenciada cuyo surgimiento acabamos de presenciar, ella

    3 Por ms que afilemos nuestra capacidad analtica, la materia seniega a abrirle curso al interior de su simplicidad de pura existencia. Nohace sino enviamos de vuelta, en su negarse como simplemente tal paraafirmarse por s misma como devenir. Se encarga as de sealamos al ser ya la nada como las abstracciones puramente mentales que son; y enconsecuencia, como ajenas por completo al conocimiento de las abstrac-ciones reales ms simples. Lo cual, lejos de condenarlas a la indiferencia,nos pone sobre la pista de la necesidad de tales abstracciones en elterreno de las formas ideolgicas de la representacin de la realidad.

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    6nos dice que, en tanto necesidad realizada, es la forma concretade la simple materia. Para agregar al punto, con la elocuencia quele da el trascender de s en un otro distinto ante nosotros, que,precisamente como tal forma concreta, no es aniquilacin deldevenir sino necesidad ella misma de determinarse por s. Nosdice as que ella es, por ser forma concreta del devenir, necesidadde afirmarse mediante su propia negacin; y como tal, formaabstracta ella misma. Naturaleza de las formas concretas de lamateria, que cada una de ellas se va a encargar de hacemosevidente, realizndola para nosotros en cuanto la alcancemosacompaando el desarrollo de la necesidad de la forma inmedia-tamente ms abstracta de la cual brota.Ni bien la materia despliega su pura necesidad de determinar-se como materia diferenciada, esta determinacin suya toma for-ma concreta en el afirmarse del devenir mismo mediante su pro-pia negacin como simplemente tal. En el desarrollo de estaafirmacin, la forma cuya necesidad se realiza deviene una otraque,a la par de tener tal necesidad como realizada en su interior,la tiene como necesidad a realizar que le es propia. En tantoabstracta, esta forma no realiza ya su necesidad saliendo simple-mente de s para determinarse como forma concreta. Tiene estanecesidad suya transformada en necesidad de reproducirse a smisma como forma abstracta. En tanto forma concreta, lleva en sa su propia necesidad de devenir, como condicin de su existen-cia. Lamateria se nos presenta, as, determinndose como materiaviva. Y, consecuentemente, la necesidad de nuestra accin, des-plegada hasta lo que ella tiene de proceso de metabolismo pura-mente natural. Con lo cual no es poco lo que la materia nos dicerespecto de nuestra necesidad misma de dar cuenta de la nece-sidad de nuestra accin: el avance en la apropiacin de la virtua-lidad especfica del medio es, de suyo, el desarrollo de la capaci-dad del sujeto social para regular su proceso de metabolismo.Pero no por ello la materia deja de decimos, con el mismo vigor,lo lejos que nos encontramos an de haber satisfecho tal nece-sidad. Apenas alcanzamos a la materia bajo su forma concreta deproceso de metabolismo puramente natural, sta se nos muestraen su necesaria inquietud como forma abstracta. Es que esteproceso trasciende de ser simplemente tal, afirmndose comocapacidad genrica de desarrollarse a s mismo a travs de laproduccin de su medio; esto es, a travs de transformar al medio

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    7de ajeno en uno para s, al someterlo a la propia capacidad detrabajo. El proceso de metabolismo puramente natural realiza assu necesidad transformndose en proceso humano de metabo-lismo social. De modo que, toda la necesidad de nuestra accindeterminada por aquel proceso, lo est bajo la forma concretapropia de ste.

    El proceso humano de metabolismo social se pone por s soloen movimiento en nuestra presencia. Lo hace desarrollndose ensu potencia para apropiar realmente al medio ms all de dondealcanza su capacidad actual para regular tal apropiacin en base ala apropiacin de la virtualidad de s mismo. O sea, llevando lacooperacin entre sus miembros por encima de la capacidad destos para, reconocindose mutuamente en el desarrollo de susrespectivos procesos de metabolismo individual, coordinar direc-tamente a los mismos como momentos de tal proceso de metabo-lismo social. El proceso en cuestin se nos presenta, as, determi-nndose como proceso humano de metabolismo social autnoma-mente regulado. Proceso donde la sociedad asigna su capacidadtotal de trabajo entre las distintas modalidades concretas de sterepresentndose, al trabajo abstracto materializado en los pro-ductos de los trabajos concretos desplegados por los productoresprivados independientes, como la capacidad de estos productospara relacionarse entre s en el cambio. Esto es, donde la relacinsocial general del proceso de metabolismo productor de su pro-pio medio deviene mercanca; y el trabajo abstracto, representadode aquel modo, el valor de las mercancas. Es ahora la mercancaquin nos lleva hacia adelante en la bsqueda de la necesidad denuestra accin. Lo hace al ir presentndonos su propio desarrolloen tanto unidad concreta de su forma natural, valor de uso, y desu forma social especfica, de su forma valor. En este desarrollo, lacambiabilidad de las mercancas se niega como simplemente tal,para afirmarse como cambiabilidad directa slo de la mercancaque todas ellas destacan como su equivalente general, del dinero.Y, de ah, la produccin mercantil se nos presenta realizando sunecesidad al tomar por objeto general la produccin de esterepresentante general del valor, la produccin de la relacin so-cial general en su manifestacin concreta.Laproduccin social como produccin del valor trasciende des realizando su necesidad en la valorizacin del valor mismo, enla produccin de ms valor por medio del propio valor; en la

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    8transformacin del dinero en capital. La produccin del capitalcomienza as a desplegarse ante nosotros en la compra de lafuerza de trabajo -mercanca cuyo valor de uso especfico resideen su capacidad para producir valor- por su valor. Se contina enel consumo productivo de la fuerza de trabajo por ms tiempoque el necesario para la produccin de ella misma. Para cerrarsecon la venta de las mercancas en que se carpa riza aquel consu-mo, por el valor de stas; retorno a la forma dinero que arroja lacorrespondiente plusvala respecto del capital lanzado original-mente a la circulacin. En tanto cmulo de medios de producciny medios de vida para los obreros que se presenta a abrir sumetamorfosis productiva, el capital nos dice cmo somete al tra-bajo vivo a su necesidad de valorizarse. Al punto de determinarcomo productivo, no ya al trabajo que transforma al medio enuno para s, y ni siquiera al que produce valor, sino tan slo altrabajo que produce plusvalor. El capital nos lanza a la cara asque l, trabajo materializado y, como tal, medio del procesohumano de metabolismo social, se ha adueado de las potenciasgenricas de este proceso. Para agregar que, les guste o nosemejante enajenacin de sus potencias genricamente humanas,a la burguesa y al proletariado no les cabe sino personificar estaspotencias ahora suyas, del capital. Como que, nos abunda elcapital realizando su necesidad de simple proceso de valorizacintrascendiendo en reproduccin de ese proceso, es l quien produ-ce y reproduce a los seres humanos dndoles forma concreta deburguesa y proletariado. El capital refriega de este modo ennuestras narices, la evidencia de que, cualquiera sea nuestra nece-sidad de actuar transformando radicalmente al mundo, ella lepertenece como la que ms. Tal necesidad no puede ser sinoforma concreta necesaria de su existencia, por mucho que larealizacin de la misma sea la de su propia aniquilacin.

    Lasimple reproduccin del capital avanza en la determinacinde s misma, transfigurndose en produccin del capital en escalaampliada, en proceso de acumulacin de capital. La plusvalarelativa -incremento de la tasa de plusvala por medio de lareduccin del tiempo de trabajo necesario para producir a lafuerza de trabajo- se niega con ello en su simplicidad, para afir-marse como forma concreta general de este proceso. Como tal, suforma simple -el incremento de la capacidad productiva del traba-jo en las esferas que directa o indirectamente producen los me-

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    9dios de vida para los obreros asalariados- deviene una dobledeterminacin a la trascendencia de simplemente s del procesode acumulacin de capital. Doble determinacin con la cual con-fluye la carrera por el incremento circunstancial de la tasa deplusvala individual en las esferas ajenas a la produccin sealada.Tal incremento tiene, por forma general, la misma que el de laplusvala relativa tiene por concreta: el incremento circunstancialde la capacidad productiva del trabajo que cada capital poneindividualmente en accin, por encima de la social.Ante todo, la reproduccin del incremento de la capacidadproductiva del trabajo tiene, como forma concreta general, lacreciente concentracin de las masas de capital individualmentepuestas en accin. Necesidad que choca contra la propiedad pri-vada del capital. Y no meramente con formas particularmenterestringidas de esta propiedad, sino con ella en s misma. En sudesarrollo, aquella necesidad lleva en s la negacin de la propie-dad en cuestin como forma concreta necesaria de la acumula-cin de capital, hacindola afirmarse como un lmite absoluto aesta acumulacin. A la par, la reproduccin del incremento de lacapacidad productiva del trabajo tiene, por forma concreta igual-mente general, el sometimiento de todos los aspectos de la pro-duccin al conocimiento cientfico; la reproduccin del simpleincremento de la plusvala relativa, igual sometimiento en lo querespecta al consumo. De donde, al exhibirse ante nosotros en eldesarrollo de su necesidad general como proceso de acumula-cin, el capital, nuestra relacin social especfica, nos dice quelleva en s la necesidad de aniquilar, tanto a su base histricaconcreta, cuanto a su razn histrica de existir. Tanto a la propie-dad privada en general, cuanto a la insuficiencia del desarrollo dela capacidad humana para apropiar a su propio proceso de meta-bolismo social en la integridad de la virtualidad de ste, o sea,para regularlo concientemente. Pero, con ser el capital mismoquien nos muestra tal necesidad, nos dice, de modo no menoscontundente, lo lejos que est de haber trascendido ya en talaniquilacin. El capital nos dice, as, que lleva en s a esta ani-quilacin como potencia; y, ms especficamente an, como po-tencia que, as como avanza en su realizacin con el desarrollo dela acumulacin de capital, se renueva con este desarrollo como talpotencia.Al avanzar en la concentracin de la escala individual del

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    10capital y la organizacin cientfica de la produccin y el consumo,el proceso de acumulacin de capital se nos manifiesta superandola estrecha base de la propiedad privada, ya en cuanto. stapersonifica directamente en la burguesa la organizacin generalde dicho proceso. El capital despoja con ello a la burguesa de suderecho histrico a existir. Al tiempo que determina al mismoproletariado de cuyo plustrabajo se nutre, con la mediacin dedesarrollarlo en cuanto obrero colectivo, como tal personificacingeneral suya. Personificacin que no encierra ya en s limitacinalguna a su condicin de tal. Y que es, por lo tanto, la formaconcreta ms genuina del proceso de acumulacin de capitaL Espues el proletariado quien lleva en s la necesidad de personificarla aniquilacin del capital, Esta aniquilacin es, de suyo, la de lasclases sociales. La de la burguesa, lisa y llanamente; de ah questa se le resista con uas y dientes. Pero, en esta misma aniquila-cin, el proletariado realiza su propia necesidad, negndose abso-lutamente como tal, por cierto, para afirmar sus potencias comopotencias humanas de los individuos libremente asociados; esdecir, de los sujetos concretos del proceso humano de metabo-lismo social concientemente regulado. Por muy enajenada en ecapital que esta potencia revolucionaria se encuentre, o mejordicho, precisamente por ser tal potencia enajenada, ella se nosmuestra as como potencia propia del proletariado. Y, como quese trata de la organizacin general de proceso de acumulacindel capital, de la produccin de la relacin social general actual,como potencia que tiene a la accin poltica revolucionaria delproletariado por forma concreta general, Qu hacer sino reali-zarla?Ahora s, tenemos desplegada ante nosotros la necesidad es-pecfica de nuestra accin. Esta puede reconocerse a s mismacomo forma concreta necesaria de existencia de la materia . Espe-

    4 Loconcreto es concreto porque es la sntesis de mltiples determi-naciones, por lo tanto, unidad de lo diverso. Aparece en el pensamiento,por eso, como proceso de sntesis, como resultado, no como punto departida, a pesar de ser el verdadero punto de partida, y por lo tanto,tambin, el punto de partida de la intuicin y de la representacin. Enelprimer camino [el anlisis),la representacin plena era condensada a ladeterminacin abstracta; en el segundo, las determinaciones abstractasconducen a la reproduccin de lo concreto por el camino del pensamien-

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    12de aqu, a la materia determinada en general. Dejamos entoncessta atrs, para vmoslas con la simple existencia. Movimientocon el cual no hemos hecho sino renovar la inquietud del tras-paso, en la inversa reaparicin y superacin de cada una de esasmismas formas a medida que van desplegando su necesidad parti-cular. Sin embargo, por ms absoluto que tal desplazamientopueda parecer, no nos hemos movido ni siquiera un pelo fuera denuestro objeto original. En ninguno de sus momentos, la repro-duccin ideal de nuestra necesidad real ha transitado a travs dealguna determinacin que no se encontrara al interior de la accinrevolucionaria con conocimiento de causa. La firmeza de nuestrarestriccin a ella salta a la vista por la forma misma del traspasoen que este mantenerse en s toma cuerpo.Cuando nos enfrentamos analticamente con la forma realrecortada por nuestra percepcin inmediata, se nos presenta co-mo ella misma a la par que un otro: su propia necesidad deexistir. Se nos presenta, as, como forma concreta que es tal porllevar en s a su propia forma abstracta. Necesidad de existenciade una forma real, esta forma abstracta no puede ser ni ms nimenos real que su concreta. En su pura realidad, una y otra slose diferencian entre s por la modalidad con que portan la mismanecesidad real. La necesidad real que la abstracta tiene comopotencia que la especifica en tanto tal, la tiene la concreta comonecesidad actual correspondientemente especificativa. La poten-cialidad real de la forma abstracta es actualidad real en la con-creta. La segunda es la realidad desplegada de la primera; laprimera realizada. Potencia ya desarrollada en acto, la forma abs-tracta slo enfrenta a nuestra percepcin inmediata, transfiguradaen forma concreta. Por su parte, tal percepcin se encuentraabsolutamente limitada a la exterioridad misma de su objeto.Apenas si puede conocer a ste en la inmediatez de su realidadactual; actualidad que incluye, por supuesto, a la necesidad quese encuentra en ella como potencialidad a realizar. Y qu decir denuestra apropiacin de la forma abstracta, no ya en la virtualidadde su realidad, sino en su realidad misma. Tal apropiacin sehace de la forma abstracta tan slo en lo que, de ella, tiene laconcreta a la cual transforma en s misma. Es la realidad propia dela forma abstracta la que nos la hace a sta asequible, en tanto

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    13puramente tal forma abstracta, slo Idealmente ,

    7 Todas las cosas estn llenas de dioses, Tales de Mileto, La particularrelacin entre las formas abstractas reales y la modalidad de la apropia-cin humana de ellas como tales, es el punto de apoyo de toda larepresentacin de la naturaleza misma de estas formas abstractas realescomo contrapuesta a la materialidad de sus formas concretas, como unapura inmaterialidad Inversin de donde se sigue necesariamente, comoque la necesidad de las formas concretas reside verdaderamente en lasformas abstractas de las mismas, la naturaleza inmaterial de la determina-cin de las formas concretas reales. Y que la realizacin de las formasabstractas es la transformacin de las mismas de inmateriales en mate-riales. Tal representacin es encarnacin histricamente necesaria de laregulacin enajenada del proceso humano de metabolismo social.Mientras -correspondienternente al desarrollo de esta regulacin enajena-da- el conocimiento humano apenas alcanza a las formas abstractas de lasreales concretas ms inmediatas a stas, la representacin en cuestin secorporiza en el animismo primitivo. En ste, cada forma real concreta serepresenta encerrando una forma inmaterial que la determina, por suinmediatez, primero en su singularidad, luego en tanto especie. A medidaque aquella regulacin especficamente enajenada extiende su base ge-nrica -la apropiacin ideal de las formas reales- la representacin comoinmaterial de la naturaleza de las formas abstractas reales se desarrolla enformas religiosas que van abarcando determinaciones cada vez ms gene-rales de la materia. Pasa as del pantesmo a los monotesmos locales, yluego a los monotesmos universales. Donde llega a abarcar con especifi-cidad puramente religiosa, como cristianismo, a la unicidad en la diversi-dad de la determinacin de las formas concretas. Pero ya antes, comienzaa aflorar la conciencia de que es la idealidad del proceso de apropiacinde las formas abstractas como tales, la que subyace en la concepcin de lainmaterialidad de stas. Al principio tmidamente, invertida en su propiainversin, poniendo a las ideas como las representantes, la forma deexistencia, de esa inmaterialidad. Hasta que, en manos de Hegel, lainversin idealista alcanza su simplicidad irreductible: Hegel pone a lareproduccin ideal de la realidad, esto es, a la forma material del procesode apropiacin ntegra de las formas abstractas como tales, en el lugar dela materialidad de estas formas, como la inmaterialidad misma de ellas.Despus de lo cual, a la filosofa idealista no le queda nada nuevo pordecir; ha llegado al fin de su propio desarrollo. Fin que, hasta en sumisma forma, lleva en s su inmediata superacin en la reproduccin de larealidad por el pensamiento; y, con esta reproduccin, el fin de toda lafilosofa como forma de desarrollo de la conciencia social. La filosofaidealista slo puede alcanzar su fin, pues, cuando a la regulacin delproceso de metabolismo social no le basta ya con tomar forma en la

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    14Al descubrir por el anlisis a la necesidad de existir de laforma recortada por nuestra percepcin inmediata no hemos tras-pasado pues, ni real ni idealmente, de esa forma a otra exterior aella. Ni, tampoco, a una supuesta -o sea, introducida idealmente-por nosotros; tan ajena a la forma real que enfrentamos como laque ms. Lo que hemos hecho ha sido penetrar idealmente en el

    interior de la forma real en cuestin. Penetracin profundizadaluego, tantas veces como la forma abstracta consecuentementedescubierta se nos ha mostrado encerrando en su interior a supropia necesidad de existir como una pura potencia; es decir,encerrando en su interior a otra forma de nuestro objeto real, msabstracta an que ella misma. As, hasta que nos hemos topadocon una forma abstracta de nuestro objeto real que no lleva en sa su propia necesidad de existencia como potencia a realizar,como forma abstracta suya. Por el contrario, ella es simple necesi-dad de determinarse, de trascender de s afirmndose en su pro-pia negacin. Esta forma simple real tiene pues a la necesidad desu propia existencia como necesidad inmediatamente actual; esexistencia en s misma. Pero tanto como esta existencia actualsuya es necesidad de trascender de s, tal forma simple es, almismo tiempo, existencia en potencia. Potencia que realiza devi-niendo forma concreta; esto es, realizacin de la contradiccin,del negarse para afirmarse, virtualmente inmanente a ella. Afirma-cin de la forma simple mediante su negacin como tal, la formaconcreta es la reproduccin real de la necesidad de afirmarsemediante la propia negacin. Y como tal se despliega en eldesarrollo de formas cada vez ms concretas de nuestro objetoreal. Al acompaar este movimiento real con nuestro pensamien-to, no hemos salido de la forma ms abstracta de nuestro objetoconcreto a otras ajenas a ella, sino reproducido idealmente lametamorfosis en que esta forma ms abstracta despliega su nece-sidad. Hemos seguido de este modo, a nuestro objeto real, en laintegridad de la extensin de su propio desarrollo. Lo hemosseguido, pues, hasta donde tiene su existencia concreta actual, no

    conciencia enajenada, y necesita comenzar a hacerlo como conciencialibre. Claro est que tampoco la cosa es como para tirar simplemente lafilosofa al tacho de los desperdicios: con el conveniente retroceso profe-soral, se encuentra todava en condiciones de prestar excelentes serviciosal capital como lisa y llana ideologa.

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    5ya como necesidad realizada, sino como necesidad a realizar. Noshemos apropiado idealmente, as, de la necesidad de sus poten-cias en cuanto objeto real concreto. Y, precisamente, de la realiza-cin de estas potencias se trata. Nuestro objeto se nos muestra,entonces, en la plenitud de lo que verdaderamente es : un sujeto.Lamateria es el sujeto. Sujeto que tiene, por forma ms simplede existencia, el afirmarse mediante la propia negacin, el deve-nir, la necesidad de determinarse'', A lo largo de su despliegue,

    8 Tal vez escandalice ya a quienes conciben a la representacin de larealidad por sus relaciones de medida como forma excluyente del conoci-miento cientfico, que la materia no nos haya presentado a sus diferenciasmicromtricas ms pequeas, es decir, a las partculas subatmicas, comosu forma ms simple. Pero estas partculas no slo son forma concreta dedeterminaciones especficas de la materia. El conocimiento de su medida,y aun el de ellas mismas, es en s mismo ajeno al despliegue general de lanecesidad de nuestra accin concientemente transformadora de la organi-zacin social. Y as lo es, por mucho que su conocimiento por medio dela representacin de sus relaciones de medida sea, hoy da, condicingeneral para la realizacin del proceso social de produccin en cuantosimple proceso material. Ms an -con necesidad que veremos en sumomento-, la superacin, por este ltimo conocimiento, de las limitacio-nes a las que lo sujeta su condicin de representacin -esto es, latransformacin del mismo en reproduccin ideal de su objeto- presuponeel desarrollo de aquel despliegue. [Por] ... el principio ato mstico ... , alreducir la infinita multiplicidad del universo a esta simple oposicin [aqutomos y al lado el vaco] y al atreverse a reconocer aqulla por medio desta, ... [[al que se sumall la relacin igualmente trivial y exterior de lacomposicin, que todava debe sobrevenir para alcanzar la apariencia deun concreto y de una multiplicidad, ... padece la fsica en las molculas,partculas, tanto como la ciencia poltica, que parte de la sola voluntad delos individuos. [An] ... das atomistische Prinzip ... , die unendlicheMannigfaltigkeit der Welt auf diesen einfachen Gegensatz [sich hier Atomeund daneben das Leerel zurckfhrt un sie aus ihm zu erkennen sicherkhnt, ... [[... ll das gleich triviale und aufserliche Verhaltnis derZusammensetzung, das noch hinzukommen mus um zum Scheine einesKonkreten und einer Mannigfaltigkeit zu gelangen, ... leidet die Physik inden Moleklen, Partikeln ebensosehr als die Staatswissenschaft, die vondem einzelnen Willen der Individuen uasgeht. Hegel, G.W.F.Wissenschaft der Logik, Werke in zwansig Banden, Swhrkamp Verlag,Frankfurt, 1969, T. V, L. 1 pp. 184-186. [texto original cambiado de ordenJ.l.C]; [[hilacin agregada J.l.C.ll. (para contexto en espaol puede verse:Ciencia de la lgica, Editorial Solar, Argentina, 1976, pp. 146 147).

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    16esta necesidad se manifiesta como la que en cada forma concretadel sujeto tiene su existencia actual plena slo como un poderser. Como la potencia que cada una de estas formas lleva en s. Y,por lo tanto, como la forma concreta de la necesidad que lasdetermina a ellas, formas concretas, como abstractas. Formas abs-tractas que, a su vez, se afirman negndose a s mismas: realizansu potencia deviniendo concretas.Bajo su modalidad ms simple, la necesidad portada por laforma abstracta es una potencia de realizacin inmediata. Peroesta modalidad simple se afirma mediante su propia negacin enel encerrar, la forma -abstracta, potencias cuyas formas realizadasson mutuamente excluyentes en el mismo sujeto concreto; poten-cias que existen junto con sus contrarias, determinando a unamisma forma abstracta como tal. Semejante forma abstracta llevaen s la necesidad de tomar una determinada forma concreta ascomo la que se opone a sta. Las potencias en cuestin no seencuentran ya, en ella, como un simple poder ser. Lo estn comoun poder ser que, al mismo tiempo, es un poder no ser comoposibilidad o contingencia. Laforma abstracta se desarrolla nece-sariamente, ahora, no en una forma concreta, sino en una diver-sidad de stas: unas, realizacin de unas potencias suyas, otras, deotras. As, hasta que se abren paso todas las potencias que en-cierra en su interior. La forma abstracta se niega de este modocomo simplemente tal, afirmndose como gnero. Sus corres-pondientes formas concretas hacen otro tanto, metamorfosen-dose en las especies diferenciadas en que torna cuerpo la realiza-cin de la necesidad del gnero.Posibilidad ya realizada, a la especie le es, ante todo, porcompleto ajena la determinacin de su propia posibilidad. Desdesu punto de vista, la realizacin de la necesidad -la causalidad-toma la forma de la casualidad, de la accidentalidad. De la necesi-dad que no es, al mismo tiempo, necesidad alguna'', A la par que,negacin de la negacin, cada especie, considerada por s, se nos

    9 De semejante punto de vista unilateral se nutre la reduccin de lacasualidad a su apariencia, la abstracta accidentalidad vaca de todadeterminacin. Reduccin particularmente tentadora para la represen-tacin de las formas abstractas reales por las relaciones de medida de lasformas concretas de stas, que necesita creer en la falta de toda necesidadinmanente a sus objetos.

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    17presenta como la materializacin absoluta de aquellas de las po-tencias genricas que la han particularmente deterrnlnado'P, yestas potencias, como el conjunto de las circunstancias o condi-ciones de la respectiva especie. Pero. la determinacin de la reali-zacin de la posibilidad se desarrolla, a su vez, negndose comoajena -por tanto casual y aparentemente inmediata- respecto de laforma concreta especfica. Lo hace afirmndose en la determina-cin, por esta forma, de su propia necesidad como modalidadconcreta de realizarse la posibilidad. Esto es, en cuanto formaconcreta que se aduea de sus propias condiciones y las transfor-ma, por s, en existencias concretas; en cuanto vida. Tal formaconcreta es as forma necesaria de existencia de otras formasconcretas de la materia que, hasta all, se le enfrentaban comopotencias que le eran ajenas. Tiene, en consecuencia, la formagenrica de la accin transformadora que se regula a s misma.Accin que avanza en su apropiacin real de las condiciones quela determinan, aduendoselas antes en la misma virtualidad destas. Es decir, reconocindose, a s misma, como forma necesariade realizarse la posibilidad en cuestin: apropindose virtual-mente de las formas de cuya posibilidad le cabe ser portadora, talaccin puede luego apropiarse realmente de estas formas,imponindose como forma concreta de la necesidad de transfor-marse de las mismas. De sujetos exteriores a ella, la accin

    10 Esta apariencia da pie a la creencia en la determinacin inmediatacomo nica forma concreta de existencia de la necesidad; o sea, a lametafsica determinista. De la cual se sigue que, all donde la necesidad senos enfrenta como posibilidad o contingencia -y correspondientementecomo casualidad o accidentalidad- no hay sino un insuficiente conoci-miento de su determinacin. A semejante concepcin todo se le hacerepresentarse a la forma abstracta por su forma concreta ya desarrol lada,pasando por alto la transformacin que media entre ambas. Trans-formacin en la cual, la necesidad que se encontraba plenamente determi-nada como posibilidad, deviene posibilidad realizada. Es decir, un poderser o no ser que se ha negado como tal para afirmarse como sersimplemente determinado. Sea como desarrollo puramente cualitativo. Seacomo desarrollo cuantitativo; temporal, por caso tpico. Dios no juega alos dados : as ha resumido Einstein el tan inescapable como angustiosodebatirse del conocimiento cientfico centrado en la representacin de larealidad por sus relaciones de medida, entre esta metafsica y su aparentecontraria, la de la abstracta accidentalidad.

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    19en tal representacin no puede ms que, en el mejor de los casos,conocer a su propia necesidad por las concatenaciones aparentesde sta; vale decir, de un modo correspondientemente exterior.En el peor, no pasa de imaginrsela de una manera puramentefantstica. De ah, el lmite especfico que tiene la potencia de estaaccin.

    La apropiacin por el pensamiento de las formas reales en suvirtualidad supera la exterioridad de estas formas acompandolasidealmente en el desenvolvimiento de su necesidad real. Modo enque reproduce mentalmente las concatenaciones reales de lasmismas. Toma as forma de reproduccin ideal de la realidad. A lreproducir idealmente la necesidad de las formas reales, la accintransformadora se apodera virtualmente de su propia necesidaden la integridad de sta. Con lo cual su potencia no encuentra unlmite en la forma misma de ese apoderamiento: la accin trans-formadora que conoce su propia necesidad mediante la reproduc-cin ideal de la misma es la forma concreta ms desarrollada deldevenir, o sea de la materia, con las que nos enfrentamos. Setrata, ms que obviamente, del ser genricamente humano en laplenitud especfica de su desarrollo actual.Vista ahora exteriormente, slo porque se encuentra comple-tamente determinada como forma concreta necesaria de la mate-ria, la accin humana puede transformar a otras formas de sta enformas para s; y, por lo tanto, transformarse a s misma. En tantofuera ajena a tal determinacin -en otras palabras, no encarnara eldesarrollo de la necesidad de la materia bajo las formas concretascorrespondientes-, la accin humana sera impotente para actuarsobre cualquiera de las formas concretas en que esa necesidad sedespliega; sobre cualquiera de las formas concretas de la materia.As como lo es un alfiler respecto de la capacidad de hacerseaicos de aquello que nicamente puede ser destrudo a mazazos.y slo porque se encuentra completamente determinada comoforma concreta necesaria de la materia, la accin humana devienenecesariamente, en la evolucin histrica, una accin libre: unaaccin que conoce su propia necesidad en la integridad de sta11.

    11 La libertad de la voluntad no es, pues, otra cosa que la capacidadde decidir con conocimiento de causa. Por lo tanto, cuanto ms libre seael juicio de un ser humano respecto a una determinada cuestin, con tantamayor necesidad va a estar determinado el contenido de ese juicio; ... [la

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    Claro est que, all donde la necesidad presentaba su formaconcreta de casualidad, la accin humana que la ha realizadopuede aparecer, siempre desde un punto de vista exterior, consu s determinaciones invertidas. Esto es, determinando por s laexistencia de la necesidad de que se trata, y no como la formaconcreta de realizarse sta12 Por caso, la transformacin radical

    del capitalismo en la regulacin conciente del proceso de metabo-lismo social no tiene ms forma general de realizarse que laaccin voluntaria del proletariado. Pero aquella transformacintiene a esta accin por tal forma, en tanto en la voluntad delproletariado mora la necesidad, la voluntad, del capital de aniqui-larse a s mismo en esa forma social superior. De ah la potenciarevolucionaria de dicha accin voluntaria. A quien restringe suvisin de la accin voluntaria del proletariado a la forma concretainmediata de la realizacin de la transformacin del capitalismo,esta accin se le aparece despojada de toda potencia, como nosea la que surge de la voluntad del proletariado misma. No envano, en semejante exterioridad, la posibilidad del capitalismo deaniquilarse a s mismo se presenta, no como la necesidad absolutade ste, sino como la ausencia de tal necesidad en l; y, ms bien,como la pura y simple negacin de la misma. Al amparo de estaaparente absolutizacin de la potencia de la accin voluntaria delproletariado, la verdadera potencia de esta accin como formaconcreta de la necesidad histrica especifica del capitalismo, dejalibertad] es, ... , necesariamente un producto del desarrollo histrico.Freiheit des WilIens heist daher nichts andres als die Pahigkeit, mitSachkenntnis entscheiden zu konen Je freier also das Urteil einesMenschen in Beziehung auf einen bestimmten Fragepunkt ist, mit destogr6Berer Notwendigkeit wird der Inhalt dieses Urteils bestimmt sein; ... ;sie [Freiheitl ist ... notwendig ein Produkt der geschichtlichenEntwicklung. Engels, Friedrich Herrn EugenDhrings Umwilzung derWissenschaft (t Anti-Dbring ), Marx/Engels Ausgewahlte Werke, DietzVerlag, Berln, 1985, T. V, p. 128 (para contexto en espaol puede verse:ElAnti-Dhring, Editorial Claridad, Buenos Aires, 1967, p. 123).

    12 La conversin de la posibilidad de esta inversin en representacingeneral de la relacin entre la accin humana y su objeto corresponde aldesarrollo de la conciencia cuando las potencias de la humanidad se leenfrentan a sta como potencias que le son ajenas. Slo nos cabe, a estaaltura, sealar la existencia de la referida posibilidad, as como la existen-cia de su transito necesario a representacin generalizada.

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    21forzosamente paso a la endeblez causal de sus propias formasconcretas transfiguradas -con la exclusin de sus determinaciones-en puras abstracciones: la solidaridad, la organizacin, la morallibertaria del proletariado. Y junto a stas, a la an ms endebleseudocausalidad de la realizacin de los abstractos valo r es h umano s e te rno s de la j u st ic ia so cial .

    La accin concientemente regulada mediante la reproduccinde la realidad por el pensamiento lleva en s, pues, el avanzar enel despliegue ideal de la necesidad del sujeto sobre el que va aoperar, al punto de poder reconocer a su propia forma concreta -es decir, reconocerse a s misma- como forma concreta necesariade existencia de las potencias de este sujeto. Forma histricaconcreta de la regulacin del proceso humano de metabolismosocial, la acumulacin de capital se toma en el objeto concretomismo de la produccin y el consumo social. El capital deviene,as, el sujeto especfico del proceso de metabolismo social aut-nomamente regulado. Como tal sujeto, el capital es la formaconcreta de la vida humana bajo la cual todas las potenciasgenricas de esta vida se transfiguran en potencias del productosocial. De modo que la mismsirnavida humana concreta devienepersonificacin necesaria del capital, forma de existencia de ste.Pero, si esta inversin alcanza su plenitud en la acumulacin delcapital, ya la mercanca la lleva originariamente en s, como lanecesidad general de los productores privados independientes deproducir valor, transfigurando a la produccin de valores de usoen el vehculo de la produccin de la relacin social general. Lamercanca es, pues, el sujeto social especfico ms simple alldonde el proceso de metabolismo social toma forma en un sis-tema de interdependencia general autnomamente regulado'>,Sujeto que realiza su necesidad como tal transformndose encapital, al darle a esta regulacin autnoma su forma acabada deproduccin de valor: su forma de valorizacin del valor. El capitaltiene, por potencia histrica especfica, su transformacin en unproceso de metabolismo social concientemente regulado; transfor-

    13 no son sujetos ni el valor ni el valor de uso , sino quesolamente lo es la mercanca. ...que es el concreto econmico ms sim-pie. Marx, Karl Glosas marginales al Tratado de economa poltica deWagner, editadas en El Capital, Fondo de Cultura Econmica, Mxico,1973, T. 1 pp. 716 Y718.

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    macin social en cuya personificacin erige al proletariado. En sudesarrollo, esta potencia revolucionaria del capital elimina por s asu contraria, a la mera reproduccin del capitalismo. Ellaes, porlo tanto, una necesidad histrica simple, no una posibilidad, delcapital, en lo que este mismo la determina. Dicho de otro modo,una necesidad histrica del capital a cuya realizacin no le corres-ponde estar determinada, en s misma, como posibilidad. Peroesta realizacin del capital se materializa necesariamente en larealizacin de aquella potencia que es su contraria; se materializa,pues, como proceso histrico. De donde, a las formas concretasde realizarse la necesidad simple del capital de aniquilarse a smismo en una forma social superior no les cabe' otra forma inme-diata de necesidad que la de posibilidades de esa potencia contra-ria a esta necesidad simple. Tal es, para empezar no ms, la formaconcreta de la necesidad de la determinacin cuantitativa tem-poral de la aniquilacin en cuestnl .Realizacin histrica del proceso de metabolismo social con-cientemente regulado -o sea, de la expresin plena de la accintransformadora que conoce su propia necesidad-, cuyo desarrollotoma la forma concreta de posibilidad en la reproduccin de sucontrario, la transformacin radical de la sociedad se corporizaespecficamente como inmediatamente tal en la accin concientedel proletariado fundada en la reproduccin de la realidad por el

    14Tan propia como esta forma de la necesidad lo es de la determina-cin de nuestro ser social histrico, lo es de nuestro ser natural individual.Desde su nacimiento, todo individuo lleva consigo la necesidad simple desu propia muerte. Ajena' en s misma a la posibilidad, esta necesidad notiene otra forma concreta de realizarse que como posibilidad del desa-rrollo de su contrario, el proceso de vida individual. La enajenacin delser genrico humano en el capital deja a la persona humana tan slo enposesin de su abstracto ser individual. Y, con ello, vaco de la capacidadsimple de tomar conciencia de las determinaciones de esta individualidadabstracta. De ah que la conciencia de la forma de la necesidad encuestin no se encuentre menos determinada por esa enajenacin res-pecto de la individualidad natural humana que respecto del ser socialhistrico. Ms an, el desarrollo de la conciencia de las propias determi-naciones individuales mediante la reproduccin ideal de stas tiene comomomento suyo ineludible, al desarrollo de igual conciencia en relacincon las propias determinaciones genricas; como que las primeras deter-minaciones son forma concreta necesaria de las segundas.

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    3pensamiento. Nuestra accin revolucionaria slo lleva en s elpleno, y por tanto verdadero, conocimiento de causa -en otraspalabras, es una accin concientemente revolucionaria- cuando,en cada momento y lugar, se reconoce a s misma como la formaconcreta en que se realiza la necesidad inmanente al capital dedesarrollar las fuerzas productivas materiales de la sociedad hastahacerse saltar a s mismo por el aire 15.

    3. La forma concreta del procesodialctico de conocimientoa. De la determinacin de la realidad por el procesode su reproduccin ideal a la manifestacinformal de esta reproduccin como tal

    Nuestra apropiacin ideal de la realidad comienza por enfren-tarse con el sujeto cuya necesidad va a reproducir, por la formade este sujeto que nos es cognoscible con independencia de laparticipacin del pensamiento en este conocimiento en s. Estaporcin de nuestro conocimiento se nos presenta as, desde elpunto de vista de la apropiacin ideal de la realidad, como unapercepcin inmediata. All donde finaliza la capacidad de la per-cepcin inmediata para apropiar virtualmente la necesidad delsujeto real sobre el que vamos a actuar, nace la necesidad de laapropiacin ideal misma. Con lo cual, la forma concreta que noses inmediatamente apropiable se nos presenta como la exteriori-dad de dicho sujeto. Considerados como momentos abstractamen-15En tanto aniquilacin de s mismo, el capital slo porta potencial-

    mente a las formas concretas especficas del proceso de metabolismosocial concientemente regulado como su propia absoluta negacin. Fuerade esta expresin suya como pura negatividad, la potencialidad del capitalno alcanza a las referidas formas concretas, ni en lo que ellas tienen denecesidad simple, ni en lo que tienen de necesidad posible: estas formasconcretas son completamente ajenas a tal potencialidad. Lo mismo ocurrecon la potencialidad de la mercanca. Esas formas son, pues, en igualmedida, completamente inexistentes hoy da. En consecuencia, la preten-sin de su conocimiento no es sino un mezquino discurrir en torno aformas puramente fantsticas; la de su personificacin, hipocresa desicofante.

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    24te independientes del proceso de apropiacin de la realidad porel pensamiento, el producto de la percepcin inmediata es, pues,el punto de arranque de la reproduccin ideal en s. Msestricta-mente an, esa percepcin es el punto de arranque del procesode anlisis que integra esta reproduccin; proceso de anlisis que,a partir de la exterioridad percibida, debe avanzar descubriendopor medio del pensamiento las formas cada vez ms abstractas dela necesidad del sujeto que le concierne. La realidad que apre-hende nuestra percepcin inmediata no es, entonces, una formasimplemente propia del sujeto percibido y, como tal, porcompleto exterior a nosotros mismos. Esa realidad es la unidadentre la manifestacin exterior de las determinaciones de estesujeto y las determinaciones propias de nuestra capacidad depercepcin, de nuestro sentido perceptor. Nada es azulsimplemente en s mismo. El azul es la unidad real entre lasdeterminaciones de cierta luz, superficie, estado atmosfrico, etc.y el funcionamiento normal de nuestro sistema visual; tan denuestra determinacin es la realidad inmediatamente apropiada,que basta una alteracin de este funcionamiento mientras lasdeterminaciones inherentes a la exterioridad percibidapermanecen intactas, para que el azul no sea tal azul. En sudesarrollo indisolublemente unitario, el anlisis y la reproduccinideal en s del sujeto sobre el que vamos a actuar necesitan darcuenta, en consecuencia, de las determinaciones reales mismas denuestra capacidad de percepcin inmediata concretamente enjuego respecto de la realidad exterior inmediatamente percibidade ese sujeto.Ladeterminacin de la realidad aprehendida por nuestro pro-ceso de percepcin inmediata, que brota de este mismo proceso,puede ir ms lejos que la simple unidad entre las condiciones denuestra capacidad de percepcin y la exterioridad de la necesidadque abordamos para reproducir. Al enfrentamos a una formaconcreta, nuestro proceso de percbrla en su inmediatez puedetornarse, l mismo, en determinacin de la necesidad de estaforma, al transformada respecto a cmo se encontraba original-mente all. Circunstancia que no es para horrorizar a nadie. Enprimer lugar, esta percepcin es la forma material del proceso deconocimiento que se relaciona, en su materialidad misma, con lamaterialidad de la forma real cuya necesidad va a apropiaridealmente dicho proceso. En segundo lugar, la circunstancia que

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    6se encuentra especfcarnente determinada como la necesidad mis-ma de realizar la reproduccin ideal de la realidad. La concienciaas determinada, nuestra conciencia revolucionaria, no es la sim-ple negacin de la conciencia enajenada, sino la negacin de lanegacin de la conciencia libre. Como tal, las determinacionesideolgicas no se han meramente esfumado de esta conciencianuestra. Pero la presencia en ella, de estas determinacionesideolgicas, se supera a s misma en la determinacin especifica, a .la necesidad de nuestra conciencia, de dar cuenta de esa pre-sencia reproduciendo idealmente su necesidad. Esta reproduccinideal es, pues, un momento necesario del conocer nuestra propianecesidad mismo. Momento que se se va a hacer presente toda .vez que las determinaciones ideolgicas en cuestin sean atinen-tes a la necesidad concreta que vamos a personificar con nuestraaccin..El anlisis y la reproduccin ideal propiamente dicha notienen como llegar a corporizarse si se pretende dejar de lado eldespliegue de la necesidad de tales determinaciones, en la me-dida que le corresponde 16.

    Mientras la reproduccin ideal de una forma real concreta seencuentra en desarrollo, su necesidad como tal reproduccin nose manifiesta inmediatamente -es decir, por su misma forma- alexterior. La percepcin inmediata enfrenta a una multitud deformas reales concretas; ninguna de las cuales deja traslucir, enesa inmediatez, que ella sea justamente aqulla cuya potencia noscorresponder encarnar con nuestra accin.. El anlisis de cadaforma real concreta enfrenta, a su turno, a la masa de formasabstractas contenida en ella; formas abstractas no menos realmen-te presentes all, cada una de ellas, que las dems. El despliegueideal de la posibilidad que cada forma real abstracta lleva en s se

    16Necesitada de creer que no hay ms forma de apropiacin de larealidad por el pensamiento que ella misma, la representacin ideal ve, enla determinacin ideolgica, un lmite absoluto a la capacidad humanapara regular concientemente la accin. Proyecta as, al gnero, lo que lees propio a ella como especie. Y lo hace con tal conviccin que, dar porsentada la determinacin ideolgica insuperable de todo conocimientocientfico, vale decir, condenar a la ciencia de una vez y para siempre alcultivo de las concatenaciones aparentes, pasa corrientemente hoy da porla quintaesencia de la crtica histricamente conciente a la actual formageneral de ese conocimiento.

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    27las tiene que ver, para cerrar el ciclo, con la multitud de formasconcretas en que ella toma cuerpo de modo igualmente real.Multitudes y masas que no dejan siquiera de lado, como es obvio,a las formas ideolgicas en que se materializa la regulacin deproceso de,metabolismo social, mientras a la apropiacin ideal dela realidad le cabe, histricamente, tener su desarrollo general enla representacin. Y que incluyen, asimismo, a las formas pura-,mente reales inherentes a la percepcin inmediata y a las de igual, tipo que, eventualmente, genera el propio desarrollo del procesode conocimiento. Pero, precisamente al no tener ms gua que eldespliegue de la necesidad real -y excluir por tanto de s todo, presupuesto-, la reproduccin ideal de la realidad encuentra, en latortuosidad aparente de su camino, una determinacin tan sloformal. Lo cual no es poco decir: desde e punto de vista delproceso de conocimiento en s, el desarrollo de esa reproduccinno es sino la superacin de esta determinacin formal.En tanto la magnitud de esa tortuosidad deja trunco el cursode la reproduccin ideal, cualquiera sea la altura del mismo enque lo haga, esta reproduccin no alcanza 'a tomar la formaconcreta capaz de dar, a la accin en juego, la conciencia de supropia necesidad. Esta accin ser consecuentemente ciega, faltade libertad. Sin embargo, por ms grande que dicha tortuosidadsea, ninguna de las formas que enfrentamos deja de llevamos,directa o indirectamente, a la forma oportunamente correspon-diente a la reproduccin ideal de nuestro objeto concreto. Aun lasformas que son inatinentes a tal reproduccin o meramente apa-rentes y, por tanto, igualmente falsas en relacin con el desplie-gue de la necesidad en cuestin. Es que, en la materia, no existenformas intrascendentes, formas capaces de afirmarse sin acabarpor salir de s. Cuando sigamos, en uno u otro sentido, a estasformas fuera de lugar, ellas se van a mostrar impotentes paracorporizar la apariencia de una reproduccin de la realidad por elpensamiento. Mediante un mayor o menor rodeo, esas formas nosvan a conducir de vuelta al punto en que las enfrentamos origi-nalmente. De manera que nos ponen nuevamente en el caminode la verdadera determinacin en juego, al hacemos evidente lanecesidad de abordar, de entre las formas que all se encuentran,otras distintas a ellas.Es esa misma necesidad de ir ms all de su trmino, inheren-te a todas las formas de la materia, la que pone por s en

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    28evidenda cualquier degeneradn de la reproducdn ideal de larealidad en una representadn de la realidad. Tal degeneradn secorporiza, necesariamente, en la interrupcin del fluir ideal de lasformas reales para introducir, desde fuera de este fluir. una formaque se presenta dando cuenta, por s misma, de su propia necesi-dad; forma sta, la introdudda, de fuente real. sin duda, comoque no hay otras. Es decir. la referida degeneradn se corporizaen la representadn de esta forma real como un supuesto, unacategora, por donde se pretende pasa el desarrollo de la necesi-dad del objeto en estudio.Tomemos, por ejemplo, el intento de sustentar el desarrollode la reproduccin ideal de cualquier proceso social en la abs-tracta voluntad de quienes personifican este proceso. Sea que esteintento se articule imputando la regulacin del metabolismo sociala la racionalidad de los productores o a las preferencias de losconsumidores; sea que lo haga imputando el -no menos imputa-do- fracaso de una transformacin sodal revoludonaria a la trai-cin de sus drgentes' . Para seguir adelante con la apropiacinideal del proceso sodal sobre semejantes bases se impone nopreguntarles a aquellas racionalidad y preferencias, de dondesurge su carcter histrico;ni a esta traicin, por la necesidad queesa transformacin revolucionaria lleva verdaderamente en s,

    17Esta categora, la voluntad abstrada de sus determinaciones, ejerceparticular fascinacin sobre los cultores de los modernos sistemas derepresentacin de los procesos sociales. Y no es para menos. Para empe-zar, sera por cierto sorprendente encontrar algn proceso social que notomara forma concreta de accin humana voluntaria. Tamaa perogru-llada que lleva en s, le garantiza a la tal abstracta voluntad la aparienciade universalidad propia de determinacin genrica. Y, a cul formaconcreta de los procesos sociales, sino a ella, van a apelar quienes serepresentan a la verdadera causa de los fenmenos por la forma inmediatade los mismos: tal modalidad de representacin tiene precisamente larazn de ser de su generalidad actual en la necesidad de la falsa concien-cia respecto de 13 enajenacin de las potencias humanas en el capital. Sien su versin ya tradicional de voluntad revolucionaria, democrtica, deprogreso, de dominacin, etc., esta representacin se encuentra bastantealicada en los ltimos tiempos, es slo porque le ha llegado el cuarto dehora de presentarse bajo la pedantesca vanagloria de la propia miopa, tanal gusto postmoderno, como rational expectations, rational choice, perorealmente, irracionalidad [ilistea.

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    9como para tenerla tan luego a ella por forma general de desa-rrollarse18.En otras palabras, slo puede seguirse adelante con dichaapropiacin ideal a partir de la introduccin de categoras, toman-do acrticamente a stas por lo que hasta ellas mismas se encar-gan' de decir que no son: respuestas que no encierran preguntaalguna. En su necesidad de intrascendencia para sostenerse comofundamento -O sea, por su mera forma de supuesto-, la formaforzada dentro del curso de la apropiacin ideal nos enfrenta a laevidencia de su exterioridad respecto de toda necesidad real delsujeto concreto en cuestin. Y, con esta evidencia, a la evidenciade que el conocimiento del cual participa ha abandonado, en elacto, su condicin de reproduccin ideal de la realidad, paraconvertirse en una representacin ideal de sta. En s mismo, elproceso de conocimiento dialctico no es otra cosa que el ejerci-cio inquebrantable de la crtica, el rechazo de toda pretensin dever tan slo una respuesta all mismo donde esta respuesta se hatomado de inmediato en una nueva pregunta que demanda sercontestada 19.

    18 Agreguemos de paso que, la tan ubicua como servicial invocacina la traicin y dems desviaciones del mismo gnero, tiene su otro yo enla seudoautocrtica. Todo el secreto de la seudoautocrtica reside en laabominacin de las propias acciones pasadas, lanzando doloridos meaculpa y rasgndose las vestiduras del modo ms visible posible, perocuidndose al mismo tiempo muy bien de preguntarse acerca de lanecesidad social que se ha encarnado como para haber realizado accioneshoy tan infames y, ms an, acerca de la necesidad social que se encarnaahora, que tiene tal jeremaca autocrtica aparente por forma concretanecesaria.

    19 En su forma racional, [la dialctica] es un escndalo y horror parala burguesa y sus voceros doctrinarios, porque en la comprensin posi-tiva de lo existente encierra tambin, al mismo tiempo, la comprensin desu negacin, de su necesario ocaso, aprehende toda forma actual en elflujo de su movimiento, por lo tanto, tambin en su faceta perecedera,nada se deja imponer, es en esencia crtica y revolucionaria. In ihrerrationellen Gestalt ist sie dem Brgertum und semen doktrinarenWortfhrern ein rgernis und ein Greuel, weil sie in dem positivenVerstandnis des Bestehenden zugleich auch das Verstndnis seinerNegation, seines notwendigen Untergangs einschlieBt, jede gewordneForm m Flusse der Bewegung, also auch nach ihrer verganglchen Seite

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    30En el mismo momento en que la reproduccin de la realidadpor el pensamiento alcanza a completarse bajo la forma concretaen que nuestra accin puede dar cuenta de su propia necesidad,se manifiesta exteriormente como tal. Lo hace, presentando laforma de un doble flujo simtrico ininterrumpido de formas mate-riales apropiadas idealmente. Flujo que parte de la forma concreta

    que enfrenta inmediatamente nuestra accin, para avanzar de unaa otra al interior de formas cada vez ms abstractas. La msabstracta de las cuales lo pone en el camino de retorno. En eldespliegue de este camino, cada una de las formas antes reco-rridas reaparece en el orden inverso, como forma concreta quebrota del desarrollo de la necesidad virtualmente encerrada en laque la precede. As, hasta la reaparicin de aquella forma inicial,reconocida ahora como portadora de una potencia cuya realiza-cin tiene a nuestra accin por forma concreta necesaria.

    b. El avance de lo singular a lo general:conocimiento y reconocimientoEn cuanto realizacin singular de la apropiacin humana de lamateria regulada por medio de la reproduccin de su necesidadpor el pensamiento, cada una de nuestras acciones encierra eldespliegue ntegro de esta reproduccin respecto del sujeto con-creto que le es individualmente atinente. Despliegue ntegro quese encuentra corporizado en el del indisolublemente doble proce-so de anlisis y reproduccin sinttica. Cualquier mutilacin deeste proceso lleva en s la aniquilacin de la reproduccin idealde la necesidad del correspondiente sujeto concreto. Cosa que talmutilacin hace aun cuando nuestro conocimiento dialctico yahaya avanzado sobre la porcin no singular de este sujeto, por

    haberse desarrollado sobre otra singularidad del mismo sujetogenrico y especfico.Con el avance del conocimiento dialctico, la necesaria inte-gridad formal de la reproduccin ideal de cada concreto real seauffast, sich durch nichts imponieren laBt, ihrem Wesen nach kritisch undrevolutionar ist . Marx, Karl Das Kapital, Ullstein Verlag, Frankfurt, 1980,T. 1 p. 12. (para contexto en espaol puede verse: El Capital Tomo 1),Imprenta de Cao y Val, Madrid, 1898, p. 15).

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    31desarrolla en el desdoblamiento del simple proceso de conoci-miento. Desdoblamiento donde esa integridad formal se niegacomo simplemente tal, para afirmarse en la unidad de un procesode conocimiento en s y uno de reconocimiento. En tanto transcu-rre sobre formas cuya necesidad particular no ha sido desplegadaidealmente con anterioridad, el proceso de conocimiento revisteel primer carcter. En cuanto lo hace sobre formas cuya necesidadya ha sido desplegada respecto de otra existencia concreta delmismo sujeto, la cual comparte dichas formas con la que enfrenta-mos ahora, el segundo. Mediante este desdoblamiento, el procesode conocimiento dialctico avanza a travs de la masa de formasreales que enfrenta a cada paso con la potencia que le da elhacerla -en la parte correspondiente- como proceso de reconoci-miento, mientras conserva intacta, en este avance, su necesariaintegridad individual.Extendmonos un poco ms sobre el vnculo entre estos dosmomentos que conforman cada proceso concreto de reproduc-cin ideal de la realidad. No se trata de llegar analticamente hastala primera forma abstracta de nuestro sujeto que ya nos es conoci-da, para volver sin ms desde ella desplegando su necesidad, a lacorrespondiente a nuestra accin concreta. Para empezar, al nicolugar al que esa forma abstracta nos puede llevar en lo querespecta a su necesidad es a la forma inmediatamente ms simplecontenida en ella. De donde, la vuelta inmediata desde la formaen cuestin hasta la de nuestro inters especfico encierra lamutilacin del despliegue de la necesidad de esta ltima. Y, msbien, la degradacin del proceso de reproduccin ideal de larealidad a uno de mera representacin de sta: esa vuelta slo esposible forzando la introduccin de una necesidad incapaz debrotar por s en el camino desarrollado.Por caso, cuando proceso de conocimiento de una formasocial lo suficientemente concreta como para dar lugar a ello,alcanza analticamente a la lucha de clases en s misma como tallucha, no tiene ante s otra cosa que una sucesin de enfrenta-mientas, de avances y retrocesos, por parte de las clases enpugna. La necesidad de estos movimientos dista de reducirse aellos mismos.