El Colegio Cervantes (1933-2008) 75 años de maristas en Córdoba

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El Colegio Cervantes (1933-2008) 75 años de maristas en Córdoba Juan José Primo Jurado

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Obra de Juan José Primo Jurado (Córdoba, 1961) doctor en Historia, licenciado en Filosofía y Letras y diplomado en Magisterio. Antiguo Alumno Marista y actual director del Archivo Histórico del Palacio de Viana (Córdoba)

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El Colegio Cervantes (1933-2008)75 años de maristas en Córdoba

Juan José Primo Jurado

Juan José Primo Jurado (Córdoba, 1961) es doctoren Historia, licenciado en Filosofía y Letras y diplo-mado en Magisterio. Cursó sus estudios desde 1ºPrimaria a COU, en el Colegio Cervantes de los her-manos maristas, concluyéndolos en 1979. En laactualidad dirige el Archivo Histórico del Palacio deViana, propiedad de la Obra Cultural de Cajasur,donde ha catalogado su valioso fondo documental, yes profesor de Historia Contemporánea en laUniversidad Rey Juan Carlos. Anteriormente ejercióla enseñanza en diferentes colegios e institutos. Sufaceta más conocida, además de las de escritor —Juan Jurado Ruiz, una vida para la Iglesia de Córdoba(Cajasur, 1999) La educación marista en Córdoba(Cajasur, 2003) Paseando por Córdoba (Almuzara,2004) Teoría del séneca cordobés (Almuzara, 2005)Antonio Cruz Conde y Córdoba: memoria de una ges-tión pública (Ayuntamiento de Córdoba, 2005) yCórdoba, ciudad eterna (Almuzara, 2007)— y guio-nista —la serie Historia de Córdoba (ABC, 2007)— esla de analista en la prensa local, iniciada en Córdobay continuada desde 2001 en ABC, en cuyas páginasde opinión ha publicado ya más de ochocientos artí-culos. Es miembro de la Real Academia de Córdoba,Cruz al Mérito Militar por su labor como comisarioen la magna exposición sobre El Gran Capitán y pre-sidente de la Asociación de AA.AA. del ColegioCervantes.

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EL COLEGIO CERVANTES (1933-2008)75 AÑOS DE MARISTAS EN CÓRDOBA

Juan José Primo Jurado

Colegio Marista Cervantes

Córdoba

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Autor

Juan José Primo Jurado

Prólogo

Chano Guzmán Moriana

(Director del Colegio Marista

Cervantes de Córdoba)

Portada y Contraportada

Chano Guzmán Moriana

Selección fotográfica

Antonio Pérez Rodríguez

Juan José Primo Jurado

Logotipo 75 Aniversario

Manuel Luque Bonillo

Diseño y maquetación

Equipo Edelvives

© Juan José Primo Jurado,

Chano Guzmán Moriana,

Antonio Pérez Rodríguez,

Manuel Luque Bonillo, 2008

ISBN: 000000000

Depósito legal: Z.0000-07

Talleres Gráficos Edelvives

Ctra. de Madrid, km 315,700 - 50012 ZARAGOZA

Certificados ISO 9001

Impreso en España · Printed in Spain

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La Buena Madre.

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Imagen de San Marcelino Champagnat en las publicaciones del siglo XXI.

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En esta casa de la calle Barroso abrió sus puertas el Colegio Cervantes el 4 de octubre de 1933.

Puerta de entrada al colegio en su primitiva ubicación de la calle Barroso.

La Primera Promoción del Colegio Cervantes.

Una imagen del entonces Beato MarcelinoChampagnat, en una publicación de los años cincuenta.

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Puerta de entrada a la casa palacio de Torres Cabrera, de 1935 a 1942 sede del colegio.

El curso 1935/36 lo inició el Cervantes en su segunda sede, este palacio de los condes de Torres Cabrera.

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Equipo de fútbol del Colegio Cervantes, que se enfrentó el 14 de mayo de 1941 con el del Instituto, en el Estadio América.

Comunidad de hermanos del Colegio Cervantes en junio de 1941, presididos por el segundo director del centro, H. Agapito García.

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El consiliario diocesano de Acción Católica, José Torres Molina, el director de las Congregaciones Marianas de Córdoba, jesuita P. Eduardo Roldán y los hermanosmaristas Bernardino María y Arturo José, con las directivas del Centro de Juventud y del Aspirantado de Acción Católica de Cervantes, el 6 de diciembre de 1940.

La chasca, instrumento de forma y sonidos reconocibles totalmente para cualquier alumno de Cervantes.

El pupitre y su tintero.

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El H. Cándido Amador y los alumnos de Acción Católica en la catequesis de los Olivos Borrachos, en diciembre de 1942.

Primeras comuniones del Cervantes el 14 de mayo de 1942. La foto se tomó en el patio del colegio en su sede de Torres Cabrera. Al siguiente curso se trasladó a la Compañía.

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Fachada de la sede del colegio entre los cursos 1942/43 y 1972/73. Noble edificio construido en el siglo XVI para albergar al prestigioso Colegio de Santa Catalina de los jesuitas, los cuales lo reformaron y habitaron hasta su expulsión en 1767.

Vista general de las Reales Escuelas Pías de la Inmaculada, en la plaza de la Compañía, las cualesalbergaron al Colegio Cervantes desde 1942 a 1973. Durante este tiempo y prolongándose hasta1999, los hermanos maristas se hicieron cargo también de las Escuelas Pías.

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Los alumnos Mariano Peñuela y José Jurado, en la ofrenda floral del Día del Estudiante Caído, en la Torre de la Malmuerta, 9 de febrero de 1943.

Foto recuerdo de la estancia en Córdoba, el 26 de julio de 1947, del H. Leónidas, séptimo Superior General de los maristas, en su primera visita a España.

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El alumno Félix Martínez Cantos, en la típica foto escolar de aquellos tiempos, curso 1951/52.

Alumnos de Cervantes, con las antiguashuchas, en la cuestación del Día delDomund del año 1951.

Escudo del colegio, diseñado por Rafael de laHoz en 1949. Hace alusión a la Virgen y susvirtudes (las tres flores, humildad, sencillez ymodestia) a Miguel de Cervantes (elguantelete, por la mano perdida en Lepanto)y a Córdoba (el pez, icono de San Rafael,custodio de la ciudad).

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El H. Ignacio Martínez con un niño de Primera Comunión y su familia, en el patio rojo del colegio, mediada ladécada de los cincuenta.

Primera comuniones del Cervantes, en mayo de 1952. La foto se tomó en el patio del colegio,ya en su sede la Compañía desde el curso 1942/43.

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Equipo de fútbol de 4º curso del año 1953.

Desde 1953, Cervantes figuró en el cortejo procesional de la Hermandad del Santo Sepulcro,con sede en la Compañía, al formarse con alumnos una Escolanía. Vestidos con túnica negra yroquete rojo, acompañaban Cristo muerto cantando motetes. La Escolanía mantuvo suactividad y presencia hasta 1965.

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Homenaje al H. Tomás Corral (sosteniendo un cuadro). La foto está tomada en la gran escalera del Cervantes del edificio de la Compañía.

El H. Luis María en el patio rojo del colegio con el trofeo del campeonato de baloncesto de1955, ganado por su clase de 5º que le rodea. Estaba recién llegado de Uruguay y un día lesllevó a clase un porongo, especie de vasija donde los naturales del país hermano toman sumate, y desde entonces a hoy sus alumnos lo conocen cariñosamente como “Poronguito”.

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El director de Cervantes, H. Ananías Llanillo, en la entrega de premios de 1964.

El campo de deportes del Colegio Cervantes en la avenida del Brillante, año 1965.

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Alumnos en el patio rojo de Cervantes, formados en filas para entrar en noviembre de 1967.

Tabla de gimnasia en el patio rojo de Cervantes en 1967.

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Vista general de la fachada principal del Colegio Cervantes, estrenando sede propia en el barrio de la Fuensanta en octubre de 1973.

El H. Ananías y el capellán de Cervantes, Valeriano Orden, con los niños de Primera Comunión el 14 de mayo de 1967.

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La íntima y preciosa capilla del nuevo Colegio Cervantes en la Fuensanta.

Plantilla de profesores del colegio el curso 1976/77, tercero de su instalación en su espléndida y definitiva sede de la avenida de la Fuensanta.

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Dos hermanos maristas de larga y querida presencia en el colegio, Cándido Vadillo (izquierda) y Tomás Corral.

Tabla de gimnasia en el campo de fútbol del colegio en su sede de la Fuensanta, poco después del traslado a ésta el curso 1973/74.

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El director de Cervantes, H. Carlos Rubio (centro) con el presidente de la Asociación de AA.AA., Antonio Alarcón (segundo por la izquierda), con la junta directiva de la asociación y sus esposas, a principios de los ochenta.

La tuna de Cervantes en 1980.

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El Club Maristas de baloncesto, año 1985.

El Club Maristas de fútbol, año de 1985.

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El H. Serafín Mayor con un equipo de baloncesto del colegio a principio de los años ochenta.

Alumnos de Cervantes en unos campamentos de verano en los años ochenta.

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El capellán del colegio, P. Jesús Mendoza celebrando una misa rociera en Cervantes el año 1985.

El dominico P. Jesús Mendoza lee la oración final en la Asamblea de AA.AA. de 1981, entre el H. Tomás Corral y Javier Martín Fernández, miembro de la Junta Directiva.

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Los hermanos maristas Francisco Ibáñez (izquierda) y Cándido Vadillo, en el Día del Maestro de 1986.

El director del colegio, H. Javier Lusarreta, preside una reunión con padres de alumnos en el curso 1987/88.

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Ceremonia de entrega de premios académicos al finalizar el curso 1990/91.

Hermanos y profesores de Cervantes con el Superior General marista, H. Charles Howard (quinto por la izquierda), en el vestíbulo del colegio, año 1990.

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Alumnos de Primera Comunión en Cervantes, con el dominico P. Cirilo, año 1993.

Los profesores José Enrique Carretero (izquierda) y Antonio Pérez, en la Semana de Andalucíade 1992. Cada año, esa semana cultural se dedica a una efeméride o acontecimiento histórico,con trabajos de alumnos que se exponen en el vestíbulo del colegio.

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Fernando Romay en la sala de profesores del colegio en el curso 2007/08. A su izquierda el H. Serafín Mayor, gran impulsor de los deportes, y a su derecha el H. José Luis Molina.

El jugador de baloncesto Fernando Romay, entre dos profesoras, en el polideportivo del colegio durante una visita a Cervantes el curso 2007/08.

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Antonio Pérez con sus alumnos en el aula de audiovisuales.

El antiguo alumno y profesor del colegio, Miguel Ángel Sanchiz, en el taller de manualidades el curso 2007/08.

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Una clase de 1º ESO durante el curso 2006/07.

Myriam García de Vinuesa, orientadora del colegio, durante una sesión de trabajo con alumnos en el curso 2007/08.

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Primera Comunión del año 2007 en el salón de actos de Cervantes, presidida por el P. Miguel, jesuita capellán del colegio.

Alumnos en el taller de Informática, con el profesor José Fernández Vílchez, durante el curso 2007/08.

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Alumnas de Cervantes durante la entrega de premios de deporte de 2008, en el pabellón polideportivo de Cervantes.

Fiestas del Colegio Cervantes en junio de 2008, durante la velada en torno a San Marcelino.

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Viaje de fin de Bachiller a Italia en el curso 2007/08.

La alumna María Primo Maldonado recoge un trofeo de baloncesto de manos de su entrenadora en las fiestas colegiales de 2008.

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La Educación Infantil comenzó a impartirse en el colegio en el curso 2006/07.

Los más jóvenes alumnos del frondoso árbol del Colegio Cervantes.

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El H. Florencio Andueza, querido y veterano símbolo del actual Cervantes, con los alumnos de Infantil en una visita de estos a la comunidad.

Los directivos de la Asociación de AA.AA., Leandro Crespo, Miguel Cerezo y Juan José Primo, con la presidenta de la Asociación de Madres y Padres, Mercedes Mayo, en el almuerzo fin de curso 2003.

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Promoción de 1998 en un encuentro organizado por la Asociación de AA.AA. en 2006.

Salón de actos del colegio durante la Asamblea de AA.AA. de diciembre de 2005. En primertérmino los alumnos de 2º Bachiller, que recibieron ese día la insignia de antiguos alumnos.

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El antiguo alumno y rector de La Universidad de Córdoba, José Manuel Roldán (sexto por laizquierda) y cuatro catedráticos, también antiguos alumnos, Mariano López, José Carlos GómezVillamandos, Ignacio Gallego y Rafael Jordano, reciben la insignia de oro de la Asociación deAA.AA. el 16 de diciembre de 2007. Les acompañan el presidente de la Asociación (cuarto porla izquierda) y el H. Chano, director del colegio (quinto por la izquierda).

PPrroommoocciióónn de 1957 celebrando su cincuentenario durante la Asamblea de Antiguos Alumnos de diciembre de 2007.

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Antonio López Valbuena, Inmaculada Ruiz, Antonio Pérez y el H. Pedro Pérez, Junta Directiva de la Asociación de AA.AA., con el Superior General de los maristas, H. Seàn Sammon (cuarto por la izquierda) en Castilleja de la Cuesta el año 2008.

Vista aérea del colegio donde se aprecian también sus campos de deportes y el polideportivo cubierto.

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Imagen de la Virgen María, en el precioso jardín que separa el colegio de la residencia de los hermanos.

Espléndida vista del colegio en su puerta oriental.

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Curso 1940/41, grupo de 3º en el patio del Colegio Cervantes en Torres Cabrera.

Curso 1950/51, grupo de 6º en el patio del Colegio Cervantes, ya en la Compañía.

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Curso 1951/52, grupo de 2º en el patio del Colegio Cervantes.

Curso 1953/54, grupo de 4º en el patio del Colegio Cervantes.

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Curso 1956/57, grupo de 4º en el patio del Colegio Cervantes, con el H. Ignacio Martínez y el H. Vicente Navarro.

Curso 1955/56, grupo de Preuniversitario en el patio del Colegio Cervantes.

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Curso 1959/60, orla de 3º,con típicos rincones delcolegio y cordobeses.

Curso 1962/63, grupo de4º, con sus profesores,el H. Ignacio Martínezy el H. Juan VicenteOrorbia.

Curso 1968/69, grupode 2º A, con su tutorAntonio López Valbuena.

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Curso 1968/69, grupo de 2º B, con su tutor Rafael Rodríguez Galán.

Curso 1970/71, grupo de 4º, en él hay tres futuros profesores de Cervantes: José Enrique Carretero, José Luis Royo y Antonio Marín.

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Curso 1981/82, grupo de 1º EGB, con su tutor Rafael Pérez de la Lastra.

Curso 1976/77, grupo de 3º BUP, con su tutor H. Juan José Mina.

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Curso 1996/97, grupo de 3º BUP C, con su tutor Rafael García.

Curso 2002/03, orla de 2º Primaria A, con su tutor Amador Pozuelo.

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Curso 2003/04, orla de 1º ESO A, con su tutor H. Serafín Mayor.

Curso 2003/04, orla de 3º ESO B, con su tutor H. José Antonio Franco.

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Curso 2005/06, orla de 2º Bachiller C, con su tutor Antonio Pérez.

Curso 2006/07, orla de 1º Primaria A, con su tutor Juan Dávila Díaz.

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Curso 2007/08, orla de 2º Infantil A, con su tutora Esperanza Macarena Vacas.

Curso 2007/08, orla de 6º Primaria A, con su tutor Francisco José Luque.

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Curso 2007/08, orla de 2º Bachiller, con sus profesores.

Orla con el profesorado y el personal de administración y servicios del Colegio Cervantes en el curso 2007/08.

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Desde la Familia Marista, y muy en concreto la cordobesa que integra todoslos estamentos del Cervantes, nos sentimos tremendamente orgullosos de queeste centro marista cumpla en el año 2008 los setenta y cinco años de su cre-ación. Una continuidad en el tiempo, de proyectos, realidades y resultados dela presencia marista en Córdoba: Todo un mundo por compartir, como reza ellema que hemos elegido para celebrar este aniversario.

La comisión organizadora del 75 Aniversario del Colegio Marista Cervantestuvo claro que, entre los actos a celebrar con tal motivo, uno debía dejar cons-tancia escrita de lo realizado durante esos años. Fue así como surgió la inicia-tiva de escribir y publicar esta obra. Y no es fácil escribir la historia de un cole-gio, porque siempre se escapa algo, esa ilusión, esa lucha diaria, lossentimientos que laten entre las risas y preocupaciones de los alumnos, losprofesores, las familias, los antiguos alumnos, los animadores, catequistas yentrenadores y otro personal del centro. Eso es difícil de recoger en páginasimpresas y tendrán ustedes, que seguro conocen Cervantes en alguna de susetapas históricas, poner de su parte para sentirlo. El resto sí está espléndida-mente recogido en este libro.

Y es que la historia del Colegio Cervantes resulta muy interesante. El 4 deoctubre de 1933, en plenas leyes restrictivas de la Segunda República para laapertura de centros de enseñanza de las órdenes religiosas, los hermanosmaristas fundaron el Colegio Cervantes (también fundaron ese mismo años loscolegios de Sevilla y Huelva). Se adaptaron a las leyes laicistas de entonces y locrearon y regentaron como maestros católicos seglares. Su éxito formativo,

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PRÓLOGO

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académico y religioso, no dejó de crecer hasta llegar a nuestros días, converti-do en uno de los colegios de referencia de la provincia cordobesa. Un buenejemplo de cómo la labor de la Iglesia puede crecer en situaciones legislativasaparentemente hostiles.

Entre esas dos fechas de 1933 y 2008, Cervantes ha educado a miles de alum-nos y enmarcado la labor de centenares de hermanos y profesores. Ha conoci-do diferentes regímenes políticos en España, con su reflejo en sucesivos y, aveces, excesivos sistemas educativos. Y ha experimentado la evolución de lasociedad cordobesa y española. A todo eso se ha adaptado nuestro colegio y hacontinuado con su labor de procurar formar buenos cristianos y honrados ciu-dadanos, coherentes con las enseñanzas y responsabilidades que aprendenaquí e inculcándoles las virtudes simbolizadas en nuestras tres violetas: humil-dad, sencillez y modestia.

Toda esa historia se desarrolló con una continuidad, sólo interrumpida cadacierto tiempo por el cambio de espacio físico. Cuatro sedes tuvo Cervantes ensu historia, las tres primeras de alquiler y la cuarta de obra nueva en propie-dad. Tras su ubicación primitiva en la calle Barroso, de 1935 a 1942 se estable-ció en el palacio de los condes de Torres Cabrera; luego fue acogido en el edi-ficio de las Reales Escuelas de la Inmaculada, en la plaza de la Compañía,donde permaneció hasta concluir el curso 1972/73, sacándole el máximo par-tido al viejo, monumental y entrañable caserón. Su actual edificio, inauguradoen octubre de 1973 en la avenida de la Fuensanta, se alza sobre 15.000 metroscuadrados con magníficas instalaciones deportivas y educativas para Infantil,Primaria, Secundaria y Bachiller.

Juan José Primo Jurado, autor del libro, es un profesional con gran prestigiointelectual en Córdoba y un antiguo alumno largamente identificado con elcolegio, habiendo dedicado ya en otras ocasiones estudios a la educaciónmarista. Ahora compila en estas páginas todo lo destacable en datos, nombrespropios, fotos y hechos, que han sucedido en la historia del Colegio Cervantes.Una herencia y un legado que asumimos y que nos anima a seguir creciendo yevolucionando al servicio de la formación integral de la infancia y juventudcordobesas.

H. CHANO GUZMÁN MORIANA

Director del Colegio Marista Cervantes

Córdoba, 8 de julio de 2008.

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PRÓLOGO

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La primera gratitud que debe dar un antiguo alumno que escribe un librosobre su colegio, para conmemorar el 75 aniversario de su fundación, es alpropio colegio por haberlo elegido a él como cronista de su historia y vida. Esun orgullo para mí haber podido escribir esta obra y así deseo manifestarlo¿Pero quién es el colegio? ¿A quién hay que dirigirse para manifestarle esasgracias? Hablar del Colegio Cervantes es hablar de todo, de paredes, de mue-bles, espacios, recuerdos y papeles, pero también es hablar de personas, pasa-das y presentes, que con su manera de ser, con su coincidencia en el cariño yen el trabajo por Cervantes, han creado la armonía, la documentación y lacolaboración precisas para que se hiciese realidad este libro.

En plano más concreto quiero agradecer la imprescindible colaboración deAntonio Pérez para localizar toda la parte fotográfica; a los hermanos maristasCarlos Rubio, José Antonio Vera y Chano Guzmán por sus minuciosas correccio-nes, matizaciones y aclaraciones al texto; a Alfredo Romeo por convertir estelibro en enciclopedia digital de la página web que ha diseñado para el ColegioCervantes y su Asociación de Antiguos Alumnos; y a la Institución Marista y aEdelvives por publicar el libro. Durante doce años seguidos de mi vida, todos loslibros en los que estudié cada día y la mayoría de los que leí procedían de la Edi-torial Edelvives, la misma que, casi tres décadas después de la terminación demis estudios en Cervantes, me edita un libro, este libro. Se cierra el círculo.

Y, finalmente, gracias a usted que lo está leyendo.

JUAN JOSÉ PRIMO JURADO

Córdoba, verano de 2008.

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AGRADECIMIENTOS

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Marcelino Champagnat

Marcelino Champagnat nació el 20 de mayo de 1789, poco más de mes ymedio antes de la toma de la Bastilla, en Rossey, una aldea del Ayuntamientode Marlhes (2.500 habitantes), unos 50 kilómetros al suroeste de Lyon. Era elnoveno y penúltimo hijo del matrimonio formado por Juan Bautista Cham-pagnat y María Teresa Chirat, familia campesina que junto al trabajo en elmolino y en el campo, comerciaba con telas y encajes. El padre era un hombrerecto e instruido, apreciado por los vecinos, que en los años de infancia deMarcelino fue secretario del Ayuntamiento de Marlhes. La madre es descritapor Furet, biógrafo de Champagnat, como “piadosa y recogida, amante de sucasa, educando a sus hijos en la religión, en la devoción a María y en la auste-ridad de costumbres, vigilándolos con solicitud”.

En medio del maremágnum de la Revolución Francesa, que desquiciabatodos los estratos del país, Marcelino no brilló en sus primeros estudios ysería su padre quien se encargase de su educación. También recibiría lainfluencia de una hermana del padre, Luisa, religiosa de San José, expulsadadel convento por la Revolución y que vivía protegida en casa de Juan Bautis-ta. Tras recibir la primera comunión y la confirmación, con 11 años, ayudaráa sus padres en las tareas de la casa e incluso cuidará unos corderos que leregala su progenitor.

Con 14 años de edad, Marcelino va afrontar una de las decisiones más trans-cendentales de su vida. En la Pascua de 1804, un eclesiástico enviado pormosén Courbon, vicario general de la Diócesis Primada de Lyon, llegó a Marlhes,

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MARCELINO CHAMPAGNAT,

FUNDADOR DE LOS HERMANOS MARISTAS

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dentro del afán por llenar los seminarios vacíos a causa de la Revolución. Lle-gado a casa de los Champagnat, los hijos de éstos rechazaron la posibilidad dehacerse sacerdotes, excepto el joven Marcelino, que queda pensativo y final-mente acepta, tomando una decisión que no variará en toda su vida. Pocassemanas después, la tragedia se abatirá sobre la familia con la muerte, de unataque de apoplejía, del padre. El curso 1804-1805 lo dedicó Marcelino aaprender a hablar y escribir francés (su lengua materna y habitual era el fran-co-provenzal) en la escuela de Saint-Saveur. Finalizado el curso peregrinó consu madre al santuario de La Louvesc y reafirmó su decisión. El 28 de octubrede 1805, con 16 años de edad, Marcelino Champagnat ingresa en el seminariomenor de Verrières, unos 100 kilómetros al oeste de Lyon.

Ocho años pasaría formándose en Verrières, donde encontraría como com-pañeros a Juan Claudio Colin y Juan María Vianney, futuro superior de laSociedad de María y santo cura de Ars, respectivamente. El 1 de noviembrede 1813 Marcelino ingresaría en el Seminario Mayor San Ireneo de Lyon;cuatro años antes su madre había fallecido. Tras los tres años preceptivos, el22 de julio de 1816, Champagnat era ordenado sacerdote. Al día siguiente,un grupo de estos nuevos clérigos, liderado por Juan Claudio Colin, y entrelos que se encontraba Marcelino, consagraron ante Nôtre Dame de Fourvié-re en Lyon, un proyecto forjado durante los años de San Ireneo, la Sociedadde María: grupo de sacerdotes destinado a las misiones, a la enseñanza de ladoctrina y al apostolado. Hoy en día se denomina Congregación de PadresMaristas y llevan a cabo su obra en las misiones, sobre todo de la Oceaníafrancesa. Marcelino, a pesar de que dio todo su apoyo al proyecto, ya mani-festaba según su biógrafo, afán por crear una orden exclusivamente de her-manos no sacerdotes, que dedicasen todos sus anhelos a la enseñanza de losniños necesitados.

Esa idea de lo necesario que era una enseñanza cristiana debió surgirle en susaños de infancia, cuando comprobó las carencias de los centros escolares quevisitó, pero el momento definitivo llegó durante su período de coadjutor de laparroquia de La Valla, localidad de los montes Pilat a unos 35 kilómetros alsur de Lyon. Llegado allí el 15 de agosto de 1816 y tras intentar reconstruirmoralmente el pueblo, el 28 de octubre tuvo una experiencia definitiva: asis-tió a un joven de 17 años, mortalmente enfermo, Juan Bautista Montagne, queignoraba completamente los misterios de la fe. No era un hecho casual, en

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Francia, apenas la mitad de la población estaba escolarizada y los maestrosofrecían muy pocas garantías pedagógicas, debido a los continuos avataresbélicos que desde hacía 25 años azotaban al país galo.

El 2 de enero de 1817, Marcelino Champagnat ya había instalado a dos novi-cios, Juan María Granjon y Juan Bautista Audras, en una casa de La Valla. Tresmeses después les daba un hábito y nuevos nombres (práctica común duran-te muchos años entre los hermanos). Este se puede considerar el arranque deLes Petits Frères de Marie (Los hermanitos de María), como los denominó sufundador, en contraposición a Les Grands Frères (Los grandes hermanos), títu-lo que asociaba a la ya veterana institución de los Hermanos de las EscuelasCristianas, fundada en Francia hacia 1680 por San Juan Bautista de La Salle(1651-1719), con una fortísima implantación en esa nación y que a finales delsiglo XIX comenzó su expansión por numerosos países.

En noviembre de 1818 los hermanos, que ya sumaban siete, abrían su prime-ra escuela en Marlhes. En aquellos momentos dos métodos pedagógicos pug-naban por imponerse en el terreno educativo: el mutuo consistía en que elprofesor impartía clase a unos monitores de 8 a 10, para que éstos, luegoexplicasen al resto de los alumnos; el simultáneo, ideado por los Hermanos deLa Salle, se basaba en enseñar por secciones a la clase, utilizando la chascapara emitir señales y evitar palabras inútiles. La Iglesia prefería éste últimoporque permitía una mayor influencia del maestro y una mejor enseñanza dela religión. Los maristas adoptarían el método simultáneo pero con unas carac-terísticas propias: “Compartir la vida de los jóvenes, amar a los jóvenes y con-ducirlos a Jesús bajo la protección maternal de María”. El sustento de los her-manos provenía de 200 francos que pagaban los alumnos y un huerto quecuidaba la congregación. Es curioso que, hoy en día, en los grandes colegiosde Francia, aún se mantenga la tradición del jardins potagers, que hermanos yamayores cuidan en parcelitas como nos recuerda Francisco Ibáñez.

La obra continuó en irresistible ascenso a pesar del recelo de algunos sectoresde la Iglesia, de la Universidad y de ciertos conflictos internos que supo supe-rar Champagnat. Hito clave es la construcción y puesta en marcha, a fines de1824, de Nôtre Dame de l’Hermitage, fundamental noviciado de hermanos.En 1837 se ponían por escrito las primeras Reglas de la Institución Marista. LaLey Guizot (1830) de Primera Enseñanza y la Ley Falloux (1850) de SegundaEnseñanza, favorecieron la expansión de los hermanos por Francia. El 20 de

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junio de 1851, Luis Napoleón Bonaparte firmaba un decreto de autorizaciónlegal para el Instituto de los Hermanos Maristas y S.S. Pío IX aprueba el Insti-tuto por decreto de 9 de enero de 1863.

Cuando Marcelino Champagnat fallece en Hermitage el 6 de junio de 1840, elInstituto de los Hermanos Maristas cuenta con doscientos ochenta hermanos,cuarenta y ocho centros y unos siete mil alumnos. El prestigio en Francia eraya muy fuerte: “En estas montañas de Pilat se necesitan hombres con unaabnegación sin límites, que, costando poco, reciben ayuda del Estado, de lacaridad pública y de los Ayuntamientos. Estos son los Hermanitos de María.Estos maestros serán recibidos como un regalo y los Ayuntamientos no pedi-rán otros”, declara en 1834 el inspector Depuy. Pero los horizontes de Marce-lino no se quedaban en los montes Pilat, ni siquiera en Francia: “Sus miras seextendían a todas las diócesis del mundo”, había confesado al obispo de Gre-noble.

La devoción a la Virgen María

Imposible resulta entender la educación marista sin detenerse a observar laenorme importancia que Champagnat y sus sucesores han dado a la devocióna la Virgen María. No es desde luego la única devoción de los hermanos, quesegún las Enseñanzas espirituales dedican también sus prácticas piadosas aJesucristo, San José, los Ángeles Custodios y las almas del Purgatorio, pero ladevoción a María tiene un significado tremendo que traspasa la mera devocióndel Hermano, para convertirse en eje y motor de la educación con que losmaristas trataron y tratan de modelar al alumnado. En este punto los maristasson un importante antecedente de la proyección que San Juan Bosco (1815-1888) dio a su obra salesiana por María Auxiliadora y justo será recordar aquíla figura de San Luis María Grignion de Montfort (1673-1716), sacerdote fran-cés famoso por su devoción a María y cuya influencia sobre Champagnat no espequeña.

Marcelino Champagnat definía a María como “nuestro recurso ordinario”, enalusión a las múltiples veces que él y los hermanos habían acudido a solicitarsu intercesión para cualquier dificultad. Alejandro Balko, uno de los mejoresteóricos del pensamiento marista refleja así la importancia que el fundadordaba a María: “Uno de los polos del espíritu de Marcelino Champagnat loconstituye la confianza filial a María. Es el núcleo central de la sencillez, y

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determina la visión evangélica de su carisma (...) Las expresiones de abando-no filial y confianza dinámica abundan en las cartas de Marcelino Champag-nat”. “A mayor gloria de Dios y en honor de la augusta Virgen María, Madre deJesucristo” es la divisa que aparece en el título de las Reglas del Instituto de1837; “Todo a Jesús por María, todo a María para Jesús” es otro de los pensa-mientos habituales que podemos leer en Champagnat. De hecho, cualquierantiguo alumno marista podrá recordar que en aquellos cuadernos donde sepuntuaba tanto los conocimientos como la aplicación (corrección, limpieza,orden), cualquier trabajo se iniciaba con las siglas AJPM (“A Jesús Por María”).

Desde 1824 los hermanos maristas han festejado en sus colegios las siguientesadvocaciones de la Virgen: Inmaculada Concepción, Purificación, Anuncia-ción, Asunción y Natividad. El Mes de María tiene mayor antigüedad, se cele-bra desde que Champagnat llegó a la parroquia de La Valla y desde entoncesese mes de mayo es característico de todos los colegios maristas; el artículo 51de las Reglas dice así: “Los hermanos se esmerarán en celebrar devotamente elMes de María, y exhortarán vivamente a sus alumnos a que lo celebren tam-bién con gusto y piedad”.

Estas tradiciones han sido continuamente renovadas por los sucesores deChampagnat y los primeros hermanos. En la publicación reciente de El educa-dor marista, en las páginas 87 a 89, se remarca lo intrínseco del fervor maria-no en un marista, Hermano o profesor seglar: “Ser marista implica ser devotode María. María es como la clave del misterio de Jesús. Si nos sentimos orgu-llosos de llevar el nombre de María, estamos obligados a amarla y hacerlaamar. Es característica indispensable de la que se debe dar testimonio para serprofesor de un colegio marista (...) Sin ella dejaríamos de ser verdaderosmaristas”. La misma obra señala el papel primordial que debe desempeñarMaría en la maduración del corazón y del cerebro en el período escolar. El yacitado Balko resume las ventajas de la presencia de María en el proceso educa-tivo de la siguiente manera: “La formación marista propone un evangeliomariano, con los jóvenes como destinatarios y beneficiarios de este sello espe-cial mariano, que comporta: profundas actitudes humanas de trabajo, de acti-tud benevolente hacia los demás y de confianza filial en Dios”.

Ciertamente, cualquier antiguo alumno marista puede dar fe de las continuasprácticas piadosas hacia María, que tenían lugar a lo largo del curso. Algunas,como la misa de los sábados o el rezo del Santo Rosario se han perdido en

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nuestros días, pero otras como el Mes de María siguen en plena vigencia. Lalista de canciones marianas, además, que se aprenden en los centros maristases larga y acoge desde tradicionales como la Salve Regina, Stella Maris y Conflores a María a más modernas como La Buena Madre, Ven con nosotros al cami-nar, Madre de todos los hombres y Madre óyeme mi plegaria es un grito.

Beato y Santo

La Iglesia reconoció las virtudes de Marcelino Champagnat. El 29 de mayo de1955, el Papa Pío XII beatificaba al fundador de los maristas en la Basílica deSan Pedro. Fue Postulador de la Causa, el H. Alessandro di Pietro y, por enton-ces, era Superior General, el H. Leónidas. Desde ese momento, los hermanospidieron de manera perseverante la canonización de Marcelino. El hecho mila-groso para que esto fuera posible se produjo en 1976, cuando el H. HeribertoWeber, marista uruguayo, fue diagnosticado de una neoplasia primitiva desco-nocida, con metástasis en los pulmones. Fue desahuciado por los médicos yllevado a un sanatorio. Los hermanos maristas deciden entonces iniciar unanovena para pedir su curación por la intercesión del Beato Marcelino. A su tér-mino el enfermo experimenta una extraordinaria mejoría y las radiografíasrevelan la desaparición total repentina de los signos de la enfermedad.

A raíz de este hecho, en 1985 se inicia el proceso informativo diocesano sobreel milagro, siendo el Postulador el H. Agustín Carazo. En junio de 1992 seentrega el Sumario sobre el milagro a la Congregación para las Causas de losSantos, siendo ya Postulador el H. Gabriele Andreucci. El 26 de junio de 1997los peritos médicos de la Consulta consideran que la curación del H. Weber fue“muy rápida, completa, duradera e inexplicable”. A partir de entonces, las eta-pas hacia la canonización van muy rápidas. Durante 1998, los Consultores Teó-logos atribuyen la curación del H. Weber a la intercesión del Beato Marcelino yla Congregación de Cardenales y Obispos concluye por unanimidad que se tra-ta de un auténtico milagro, promulgando el Papa Juan Pablo II el correspon-diente decreto el 3 de julio. Finalmente, el 9 de enero de 1999, Su Santidad, enConsistorio ordinario, anuncia la fecha del 18 de abril para la canonización.

Ese domingo, Juan Pablo II declara santo a Marcelino Champagnat, en unaceremonia en la que también reciben ese honor, Juan Calabria, sacerdote italia-no fundador de la Congregación de los Pobres Siervos de la Divina Providencia,y Agustina Libia Pietrantoni, virgen de las Hermanas de la Caridad. La Plaza de

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San Pedro se llena, básicamente, de miembros de la familia marista, unos14.000, que habían acudido fuertemente motivados por la campaña Un cora-zón sin fronteras, que el Instituto había difundido de cara al evento. De ellos,más de cien cordobeses, entre los que figura el antiguo alumno Luis Miranda,que reflejará el acto en un extenso reportaje que aparecerá en el diario Córdo-ba. La familia marista cordobesa celebrará, días después, con una misa solem-ne en la Catedral, presidida por el obispo, monseñor Martínez Fernández, laascensión a los altares de Marcelino Champagnat.

Para el H. Benito Arbués, Superior General en el momento de la canonizacióndel fundador, ésta “es punto de llegada porque se cumple el deseo de muchaspersonas y de partida porque nos ofrece la oportunidad de iniciar una nuevaetapa que ha de caracterizarse por la comunión y la complementariedad devocaciones en torno a la herencia que nos ha transmitido Marcelino”. En estasreflexiones, el H. Benito señala la actualidad del mensaje de Champagnat:“Para educar hay que amar, sin esta clave todo cae en proyectos sin vida y sincoherencia. Marcelino no quiso meros instructores, como no quiso meros cate-quistas; quiso educadores que apuntaran a la totalidad de las posibilidades dela persona. Desde su pensamiento de lograr buenos cristianos y virtuosos ciu-dadanos, se desprende que la acción educadora debe orientar hacia un com-promiso con la vida, con la historia y con la sociedad”.

Así mismo, habla el Superior General de que el Instituto deberá afrontar unarefundación para responder a las necesidades de los jóvenes y del mundo dehoy, y en ese sentido señala el importante papel a jugar por los seglares que sesienten maristas: “Los últimos capítulos generales piden a los hermanos quenos abramos al entorno, a la Iglesia y por supuesto a los seglares (...) Aceptamosque la misión y la herencia espiritual, que nos ha transmitido Marcelino de Ros-sey, no es patrimonio exclusivo de los hermanos sino de todas las personas quese sienten llamadas a realizar su vida orientadas por la vida evangélica que des-cubren en Marcelino. No se trata de trabajar para ayudar a los seglares a sermejores educadores o confiarles algunas responsabilidades secundarias, sino detrabajar con los seglares, los hombres y las mujeres maristas”.

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Carácter propio de los colegios maristas

La existencia de múltiples concepciones del hombre y de la vida, del mundoy de la sociedad provoca, evidentemente, una diversidad de propuestas edu-cativas. La Constitución española recoge esa pluralidad y los colegios maris-tas no dudan en mostrar públicamente sus señas de identidad y su ofertaeducativa.

Los colegios maristas se presentan como un centro escolar católico, con carac-terísticas propias aunque respetuoso con las demás y comprometido al serviciode la sociedad y de la Iglesia, en la cultura y la realidad social de nuestro tiem-po. Junto a una serie de objetivos generales que podrían ser suscritos por cual-quier colegio, religioso o no (adquisición por el alumno de técnicas de traba-jo y hábitos intelectuales; preparación para la participación en la vida convisión crítica; formar para la paz, cooperación y solidaridad; etc.), los maristasproponen para sus colegios unos objetivos más específicos:

1. Promover la formación integral de los alumnos de acuerdo con una concep-ción cristiana del hombre, de la vida y del mundo.

2. Impartir una enseñanza religiosa adecuada a las orientaciones de la Iglesiacatólica en contenido y calidad.

3. Proponer una síntesis entre fe, cultura y vida.

4. Crear un ambiente que favorezca el testimonio y la acción evangelizadora.

5. Practicar una pedagogía personalizada desde una visión trascendental.

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6. Adaptarse a la mentalidad de cada alumno y acompañarlo en su crecimientototal, atendiendo incluso los aspectos que superan el rendimiento académico.

7. Hacer presente y dar a conocer a María como modelo en su predilecciónpor la sencillez, el trabajo y la vida de familia.

8. Formar honrados ciudadanos y buenos cristianos, adaptados a la sociedad,con capacidades críticas y creativas.

9. Insertar la acción educativa en el contexto sociocultural del centro.

Estas características propias definen a cualquier Colegio Marista, pues uno delos pilares educativos del Instituto es la uniformidad de la enseñanza en todossus centros, desde la época del fundador hasta nuestros días. A menudo, cadacentro publica estas características en un Ideario, como una manera de dar aconocerse ante los alumnos, sus padres y los profesores seglares que opten porimpartir la enseñanza en los colegios maristas.

Los colegios maristas aspiran a ser reconocidos como un servicio de interéssocial sobre la base de cinco motivos:

1. Porque dan respuesta a una opción educativa socialmente reclamada.

2. Porque cumplen una función de servicio a los niños, jóvenes y adultos delentorno y están abiertos a ellos.

3. Porque cuentan con un equipo de profesionales y colaboradores compro-metidos a dar una educación coherente y de calidad.

4. Porque tienen el soporte y estímulo de los padres de alumnos, comprome-tidos con este tipo de educación.

5. Porque promueven una participación activa de los diversos grupos que for-man parte de su comunidad educativa.

El concepto de educación, educador y educando

Toda institución educativa debe tener claros los conceptos de educación, edu-cador y educando. Para los maristas de ayer y de hoy vienen definidos en laGuía del maestro, auténtico vademécum pedagógico de los hermanos.

La educación se define como “el arte de formar o modelar a los niños, o enotros términos, es el conjunto de metódicos esfuerzos por los que se rige el

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desenvolvimiento de todas sus facultades”. Incluso marca un fin para la edu-cación, que no es sino “facilitar al niño los medios de conseguir su destinonatural en este mundo y el sobrenatural en el otro, a saber, la salvación delalma”. Según la Guía, las ventajas de una buena educación, física, religiosa ymoral, intelectual y social, se mostrarán tanto para el niño (recordando lacita bíblica “El hombre seguirá su primer camino, y aún en la vejez no loabandonará” Prov. XXII, 6), como para la sociedad. Se enmarca aquí el pen-samiento de Champagnat sobre el objetivo principal de los hermanos maris-tas: “Formar buenos cristianos y virtuosos ciudadanos”, que resume bien elanhelo del fundador, que apostaba por una pedagogía integral que aunase fey cultura, no decepcionando a los padres que confiaban a sus hijos al Insti-tuto en los dos campos: “Si se tratase de enseñar sólo ciencias humanas a losniños, los hermanos no serían necesarios, los maestros serían suficientes. Sino pretendemos más que dar una instrucción religiosa, nos contentamos conser simples catequistas. Nuestra finalidad es integral porque queremos edu-car, es decir: instruirlos en sus deberes, enseñarles a practicarlos, darles elespíritu y los sentimientos del cristianismo, las virtudes del cristiano y delbuen ciudadano”.

Abundantes páginas dedica Champagnat al concepto de educador cristiano, alque define como padre, magistrado, apóstol y soldado. Padre, porque losalumnos reproducen el ejemplo moral que les dé el maestro; magistrado, por-que previene el mal desde su nacimiento y enseña la perfección de la justicia;apóstol porque “echa los fundamentos del temor al pecado en el corazón delos niños, los preserva del mal y abre su espíritu a las verdades de la salva-ción”; y soldado, porque concibe toda educación como una lucha, en el fondo,por conquistar el corazón del niño y el deber del educador cristiano es conse-guirlo para la Iglesia. Dentro del concepto de educador, Champagnat enume-ra una serie de virtudes que debe poseer y que nosotros resumimos aquí:

1. Ejemplaridad, “Los discursos pueden persuadir. El ejemplo arrastra. El niñoes naturalmente imitador, la naturaleza le ha hecho tal que se instruya en ellenguaje de los hechos. Es preciso que las enseñanzas y las palabras delmaestro estén siempre acordes con sus obras para que los discípulos las res-peten”.

2. Religiosidad, entendida también como piedad, “Únicamente ella obtiene lagracia divina, sin la que toda obra humana es estéril para el bien”.

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3. Vocación, “La educación no es la disciplina ni la enseñanza; no se consiguecon cursos de urbanidad, ni aún de religión, sino por medio de las relacio-nes continuas de los discípulos con los maestros, por medio de los avisosparticulares, del ascendiente moral, de los alientos, correcciones, instruc-ciones de todo género a que se prestan las relaciones no interrumpidas entremaestro y discípulo”.

4. Abnegación, “¿Qué es el sacrificio? Es el fruto del amor. Sacrificarse esentregarse sin reservas, olvidarse de sí mismo, no temerse por nada y darsepor entero. Según decía San Pablo, después de darlo todo aún cabe entre-garse a sí mismo”.

5. Firmeza y autoridad, “Tan necesaria es la disciplina, que sin ella no hay ins-trucción ni educación posibles, y la experiencia cotidiana enseña que elcolegio en donde reina orden perfecto, es amado de los alumnos y aprecia-do de los padres”.

6. Dedicación, “Vuestras exhortaciones no serán duraderas si no son frecuen-tes; y digo frecuentes, no prolongadas, porque la atención de los niños esvoluble por naturaleza. Al instruirlos no les causéis fastidio. El niño es plan-ta a la que aprovecha infinitamente más el rocío matutino que las lluviasabundantes que sobrevienen de tarde en tarde”.

7. Sentido práctico, “Criterio recto, prudencia y maña. Gracias a estas cuali-dades sabe el maestro dirigir debidamente un grupo de alumnos, aprecialas cosas con tino, tiene cuenta con la ligereza y debilidad de la niñez.Infunde aliento a todas las buenas voluntades y se contenta con los esfuer-zos cuando no puede conseguir, de momento, buenos resultados”.

8. Bondad, “Paciencia, mansedumbre, indulgencia y buen carácter”, comomedio de atraer a los niños.

9. Capacidad profesional, “El maestro ilustrado goza de gran autoridad; todasy cada una de sus palabras son recibidas cual rayo luminoso. A cualquierasunto que sea, le pone oportunos comentarios, apreciaciones y compara-ciones que despiertan la atención del niño, abren nuevos horizontes a suinteligencia, desenvuelven su juicio y forman su corazón”.

Con esta serie de citas de Champagnat al lado de cada cualidad que debe ador-nar al educador, hemos querido remarcar la aportación más importante que

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hace la Institución Marista al mundo de la pedagogía: su concepto del maes-tro, visto como factotum de la educación y entregado en cuerpo y alma a unade tipo integral. Entrega sin límites que no tendrá más recompensa, comotambién señala la Guía, que el cariño de los antiguos alumnos (de vez en cuan-do manifestado), la satisfacción de la misión cumplida, y el “peso de la gloriaque le aguarda en el cielo”.

Los hermanos, tradicionalmente aprendían la profesión de maestro en el Esco-lasticado y continuaban su formación ya en los colegios, guiados por el herma-no director y por los hermanos más experimentados. Más modernamente, cur-san sus estudios en las Escuelas Universitarias de la Iglesia de Magisterio,siendo titulares de una de ellas, la “Cardenal Cisneros” en Alcalá de Henares.Desde el primer momento en que piensan impartir la enseñanza media alcan-zan los grados universitarios, y en algunos países el Instituto Marista se dedi-ca también a la edición de textos escolares e incluso crea editoriales como FTDy Luis Vives en España, que por la calidad de sus textos y materiales didácticos(sobre todo los mapas) supuso en sus orígenes un gran impacto en el ambien-te escolar de nuestro país.

En el capítulo XXXVIII de las Enseñanzas espirituales, Champagnat se extiendesobre el concepto de niño sujeto a la educación, es decir del educando. Llamafuertemente la atención que dedica al respeto que debe tenérsele, justificándo-lo con distintos argumentos: desde la cita latina de Juvenal, Maxima debeturpuero reverentia (“Máxima reverencia se debe al niño”), a valoraciones cristia-nas como que el niño es la obra más perfecta de Dios, pasando por el subraya-do de las virtudes infantiles: “Es un alma inocente cuyo apacible sueño no hanturbado aún las pasiones, cuya rectitud no ha sido alterada por las mentiras eilusiones del mundo”. Poco más adelante muestra al niño como “el campo quedebéis cultivar por encargo del mismo Dios; es un tierno renuevo, una plantadébil, pero que será un día árbol frondoso, cargado de los frutos de todas lasvirtudes”, a la par que llama la atención al maestro sobre que el niño será sucompañero de viaje en la tierra y en el cielo.

La gran preocupación de Champagnat por el respeto hacia los niños, se resu-me en el respeto a su inocencia. Este respeto a la inocencia se muestra enexigir a los hermanos un dominio de sí mismos, a mostrar bondad y urbani-dad y huir de escandalizar a los alumnos (falta que el fundador consideragravísima).

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La pedagogía de la presencia

Intrínsecamente unida al concepto de educador y a la valoración del educan-do, está la pedagogía de la presencia. Un sello inequívocamente marista y quedistingue a sus colegios. Furet, biógrafo de Champagnat, nos recuerda dospensamientos del fundador que van en esta línea, uno señala que para educara los niños hay que amarlos y a todos por igual, el otro, textualmente, dice: “Senecesita que vivamos en medio de los niños, que estén mucho tiempo connosotros”.

Si la pedagogía marista da un papel clave al educador, así mismo remarca unade las principales armas que éste tiene para su labor: su presencia. Con domi-nio, equilibrio y afecto, el educador debe colocarse entre los alumnos, convi-viendo con ellos en situaciones que, fuera del horario escolar, permitirán aéstos mostrarse más espontáneamente y completar mucho más profundamen-te su educación, a la par que es una manera de prevenir actitudes díscolas yfracasos educativos, sustituyendo con éxito a la vigilancia inquisitorial.

Un hermano marista, profesor durante años del Colegio Cervantes, TeodoroAlonso, resume correcta y entrañablemente la idea de la pedagogía de la pre-sencia: “La expresión es bella y rica de contenido. Una presencia prolongadamás allá del horario escolar: la vigilancia antes de entrar en clase, el juegocompartido durante los recreos, la explicación particular después de las clases,las salidas de los fines de semana, los campamentos durante las vacaciones...Porque la educación exige acompañamiento, mucha entrega personal, cercanía(desde la altura de la cátedra no se llega al corazón). Champagnat quiso quelos maristas fueran una congregación laical: el Hermano que se coloca junto asu hermano pequeño y vela paciente y amorosamente el despertar y desarrollodel hombre que duerme en el niño”.

En El educador marista encontramos los fundamentos de esta pedagogía de lapresencia, mantenida y renovada por el Instituto Marista en toda su trayecto-ria. Las podemos resumir así:

1. La pedagogía de la presencia exige de la persona del educador que ni ocul-te ni abstraiga su persona.

2. Evita convertirse en un personaje distante, diferente, parapetado en sus títu-los, su saber y su dominio.

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3. Es un estar con corrección, ni hierático ni hilarante, ni agresivo ni con com-plejo de no tener más remedio que aguantar la situación. Así se creará unclima de comunicabilidad con los alumnos.

4. El educador ni estorba, ni molesta, ni ofende, ni altera. Su presencia produ-ce distensión y anima aspectos positivos y valores humanos.

Quien esto escribe, como antiguo alumno, puede dar testimonio de cuán cier-to es que todas estas teorías no se quedaron en el papel. Siempre recordaré laimagen simpática del Hermano alzándose la sotana e intentando llevarse elbalón entre una nube de alumnos que tratábamos desesperadamente de qui-társelo, pero que en el fondo éramos dichosos porque nuestro maestro estabajugando al fútbol con nosotros. Las múltiples excursiones, las fiestas del cole-gio, la accesibilidad del Hermano o del maestro seglar con espíritu marista,son, junto con las devociones a María, los émulos, los Cuadros de Honor y laomnipresente chasca, las imágenes que más pronto recordará cualquier anti-guo alumno marista.

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Gerona 1886

Antes de que los primeros hermanos maristas aparecieran por España, en1886, el Instituto ya se había extendido desde Francia a otros rincones delmundo. Al Reino Unido llegaron en 1851; a la Bélgica valona en 1856; a Irlan-da en 1862; a la Colonia del Cabo, en África del Sur, en 1867; a Samoa en1871; a Australia en 1872; a Nueva Caledonia, colonia francesa de Oceanía, en1873; a Nueva Zelanda en 1876; a las islas Seychelles, colonia francesa, en1884 y a la provincia francófona de Québec, en Canadá, en 1885.

La venida a España no fue fruto de un plan preconcebido de expansión, sinomás bien el resultado de una casualidad que arraigó y se hizo fértil. Moral delBarrio, en sendas obras (El Educador Marista y Cien años de escuela), ha docu-mentado y analizado ampliamente las razones de la llegada de los maristas anuestra nación.

El 10 de julio de 1886 llega a la Casa General de los hermanos maristas, enSaint-Genis-Laval, una carta del Padre Réveillère, Superior de los PP. Lazaristasen Buenos Aires, en la que solicitaba cuatro hermanos maristas para encargar-se de las escuelas de su misión. El Superior General de los maristas, H. Teófa-no, aceptó la petición, con la condición de que los hermanos que fueran des-tinados allá pudieran seguir rigiéndose por sus propias Reglas yConstituciones y tuviesen libertad para realizar nuevas fundaciones; además,decidió que los hermanos misioneros, antes de partir se acostumbrasen a lacultura y lengua españolas.

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La proximidad de Gerona con la frontera francesa, fue la razón que eligió estaciudad para que en ella los cuatro hermanos que viajarían a Buenos Airesaprendiesen español. Paradójica elección, tratándose de la ciudad donde sehabla un catalán más cerrado. A la capital gerundense arribó en noviembre elH. Bérillus, Asistente General, que preparó todo para la llegada de los herma-nos, contactando con mosén Ignacio Servitja Escatller, párroco de la iglesia delCarmen. A su retorno a Francia, en concreto al escolasticado de Saint-Paul-Trois-Chateaux, le faltó tiempo para contar maravillas de España y del tratorecibido por parte de los gerundenses. El 8 de diciembre se elegía a los cuatrohermanos, de nombres Hilario José, Hermilo, Hipólito y Helión, curiosa coin-cidencia en las iniciales, que hará que en el mundillo marista se conozca aestos hermanos pioneros con el sobrenombre de “las cuatro haches”. Puesbien, los cuatro llegaban a la estación de ferrocarril de Gerona, el 19 dediciembre de 1886, a las 8,30 de la mañana, oían misa en la catedral, se insta-laban en el primer piso del número 2 de la calle Escolapia, junto al SeminarioConciliar y se preparaban para asistir a sus clases de español en el colegio SanNarciso.

Pronto, los habitantes de Gerona se acostumbrarían a ver pasear a los cuatrohermanos, con sus largos hábitos y sus diccionarios de francés-español en lasmanos. Los progresos en el idioma eran rápidos, pero el proyecto bonaerensese iba complicando y se hacía difícil. Además, el obispo de Gerona monseñorTomás Sivilla, mostró su deseo de que los maristas permaneciesen en la ciudady abriesen un colegio. Así, la empresa destinada inicialmente a Argentina, que-dó en España y abrió su primer colegio en la calle Fournás número 2, el 1 dejunio de 1887, con tan sólo tres alumnos: Ricardo Reixach, Narciso Viñas eIgnacio Servitja. Por la tarde de ese mismo día el número había ascendido aseis, al día siguiente subieron a veintiocho y al finalizar el mes rondaban lossesenta alumnos.

No es el momento ni el lugar para desgranar exhaustivamente las peripecias delos hermanos maristas en Gerona. Sí decir que su progresión fue extraordina-ria. El curso 1887-88, que se abre en septiembre, se inicia con 120 alumnos yla Junta del Apostolado de la Oración les encargará la gestión de otro colegiode la ciudad, el Sagrado Corazón (en construcción). Pronto, el húmedo localde la calle Fournás fue sustituido por un hermoso edificio en la calle Claverí-as número 12, antiguo colegio luego deshabitado, que se rebautizó con el

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nombre de La Inmaculada. El local, de tres plantas y amplio huerto trasero,con 437 metros cuadrados fue inicialmente alquilado, pagando los hermanos100 pesetas mensuales a su propietario, Manuel Llinás, hasta que en 1891 loshermanos lo compran. En ese año, el total de alumnos es de 411 y es designa-do director el H. Hilario. En el curso 1892/93, el Sagrado Corazón abre suspuertas como colegio de primaria y los maristas repartirán el alumnado, dos-cientos cuarenta y cinco en éste y ciento ochenta en La Inmaculada.

Hasta 1900, los hermanos maristas pasarán a abrir o hacerse cargo de otrosveintitrés colegios en Cataluña. Los nombres de Vich, San Felíu de Torelló yMataró, donde se hizo famoso el espléndido colegio Valldemía (1888), Rubí(1889), Centelles (1890), Berga y Canet de Mar (1892), Sabadell (1894), Léri-da (1895), Igualada (1896) o Barcelona (1900), entre otros, vinieron a unirsea la fundación primigenia de Gerona. Juntas, instituciones católicas benéficas,asociaciones piadosas, patronatos o los propios párrocos y obispos (el ordina-rio de Vich, monseñor Morgades i Gili, se distinguió en su apoyo a los maris-tas), reclamaban la presencia de los hermanos y les confiaban sus centros.

La mayoría de los alumnos eran niños pobres que recibían enseñanza gratuita.Existían, sin embargo, reducidos grupos de niños que podían sufragar los gas-tos de su educación, y que entregaban cantidades mensuales que oscilabanentre las 5 y las 10 pesetas. Las Juntas y Patronatos pagaban a los hermanosuna media de unas 900 pesetas anuales para sus gastos y mantenimiento.

Era indudable que la pedagogía integral marista, su sencillez, su religiosidadllana, iba adquiriendo un gran prestigio a pesar de las críticas de ciertos diariosliberales como La Lucha, de Gerona, que criticaba a los padres que confiabanla educación de sus hijos a “los frailes franceses”. Un ejemplo del buen nom-bre que iba alcanzando el Instituto nos viene del testimonio del inspector deSanidad que debía dar el visto bueno al nuevo colegio La Inmaculada (cons-truido en 1905, siendo director el H. Helion, sobre el solar del antiguo):“Subiendo por los callejones venía dispuesto a cerrar el colegio, pero al reco-rrer todas las dependencias y admirar salones bien ventilados, con mucha luzy buena orientación, y ver el sol que entra por tantas ventanas, me he conven-cido de que este colegio es el mejor centro docente de Girona, por su higiene,por lo pedagógico de su construcción y por sus posibilidades. Antes que éste,debería cerrar todos los demás centros”.

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La legalización en España

En contraposición a las numerosas dilaciones para obtener la autorización legalen su país de nacimiento (hasta 1851, treinta y cuatro años después de su funda-ción, no le fue concedida en Francia), la legalización del Instituto Marista enEspaña fue rapidísima. El 31 de diciembre de 1887, el H. Hilario José, se dirigíapor carta a la Reina Regente María Cristina. En esos momentos el colegio de Gero-na es una realidad igual que el de la calle San Simón de Mataró y se acariciaba laidea de hacerse cargo del colegio Valldemía de la misma localidad: “HermanoHilario José, superior de los Pequeños Hermanos de María venidos desde Franciaa los Estados sujetos a Vuestra Maternal dominación, con el más profundo respe-to se atreve a exponeros que el Instituto religioso del que es humildísimo miem-bro, erigido en el año 1817 por el celo del difunto P. Champagnat, sacerdote de ladiócesis de Lyon, en la vecina República, cuenta hoy en día con unos tres mil qui-nientos miembros, los cuales, en ambos continentes se dedican a instruir a losniños y aún a los adultos en todo lo que pueda contribuir a servir mejor a su Diosy a su Patria. Aprobado el Instituto por la Santa Sede, son ya los Pequeños Her-manos de María operarios reconocidos de la viña de Cristo (…) No pretendenlos Pequeños Hermanos de María privilegio alguno en su favor, y sí únicamenteque se les permita dedicarse a su ministerio, en los vastos territorios que cobija elpabellón de las Españas al igual que los demás Institutos religiosos reconocidospor el Gobierno. Suplica reverentemente a Vuestra Majestad se digne autorizar enEspaña la congregación religiosa denominada de los Pequeños Hermanos deMaría, como lo están los demás Institutos dedicados a la enseñanza”.

El 3 de febrero de 1888, tres meses después de escrita la carta, apenas ochomeses transcurridos desde que los maristas comenzaran a impartir sus prime-ras clases en España, el ministro de Gracia y Justicia, Alonso Martínez, contes-taba aprobando el Instituto, mediante Real Decreto con fecha de publicaciónde 8 de febrero, “para España e islas adyacentes”. La única condición plantea-da a los hermanos era la de solicitar de las autoridades civiles y religiosas dellugar una autorización expresa y concreta para cada escuela.

La alegría entre los maristas fue enorme, más aún si tenemos en cuenta los negrí-simos nubarrones que sobre su futuro se cernían en Francia y que detallaremos enel siguiente apartado. El 23 de febrero de 1888 el Superior General, H. Teófano,escribía una carta de agradecimiento a S.M. la Reina, cuyos términos denotaban lainmensa dicha que albergaba en el Instituto por la fácil legalización en España.

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Desastre en Francia y consolidación en España

Si la llegada de los maristas a España se debió al azar, su consolidación va a serconsecuencia de los acontecimientos que van a tener lugar en nuestro paísvecino, cuna y gran base de los hermanos. Lo hemos comentado hace apenasunas líneas. En los años finiseculares del XIX, oscuras perspectivas se cerníanen Francia, no ya sólo sobre los maristas, sino sobre todas las órdenes religio-sas dedicadas a la enseñanza.

Desde el advenimiento de la República (1873), la enseñanza religiosa va aestar en el punto de mira de republicanos y liberales, afines al programa anti-clerical de la masonería. El acoso va a comenzar durante la presidencia deJules Grevy (1879-1887), y en opinión de Louis Caperan, fue facilitado por latransigencia del Vaticano y del Episcopado galo, con el fin de evitar una que-rella llamativa que promoviese desde el Gobierno un mayor grado de rigoranticlerical. Además, las numerosas órdenes religiosas que realizaban su laboren las escuelas no supieron articular un frente común que permitiera unadefensa de sus derechos.

Una tras otra van a ir cayendo sobre dichas órdenes leyes restrictivas. En 1880comienzan a ser expulsadas del territorio francés todas las congregaciones que,hasta el momento, no habían obtenido autorización legal para existir. En 1882se suprime la enseñanza de la religión en las escuelas comunales y se prohíbela práctica de la oración. En 1884 se obligaba a todas las órdenes a pagar unimpuesto que gravaba fuertemente los traspasos, herencias y donaciones. Laley Globet (30 de octubre de 1886), declara laicas todas las escuelas comuna-les y obliga a que sus maestros, en el plazo de cinco años, sean todos seglares.Además se obligaba a los hermanos a cumplir el servicio militar: si en 1889había unos cincuenta hermanos cumpliéndolo, en 1891 eran doscientos,como dice Moral Barrio, “Incluso desde el punto de vista material era una cala-midad sin precedentes en el Instituto. La eficacia de más de ciento cincuentahombres jóvenes se restaba a una institución en pleno rendimiento. En el pla-no económico era un desastre no sólo por lo que no ganaban, sino por lo quese necesitaba para ayudarlos materialmente”.

El Instituto Marista buscará fuera de Francia lo que en ella se le niega. Las esta-dísticas de 1900 nos dicen que fuera de Francia trabajan 2.341 hermanos (delos que 686 eran franceses), atendiendo 237 centros y 43.574 alumnos.

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La expansión que habíamos comentado antes hasta 1886 se ha ampliado aho-ra a Estados Unidos e Italia (1887), Dinamarca e islas Fidji (1888), Colombia(1889), China (1891), Turquía y la colonia británica de Aden (1892), Suiza(1893), Brasil (1897), Egipto (1898) y Méjico (1899). Su presencia en Franciasigue siendo, a pesar de su retirada de las escuelas públicas, muy fuerte. Entreel territorio metropolitano y las colonias (Argelia, islas Seychelles, Líbano,Siria, Indochina, Nueva Caledonia y Samoa), cuenta para ese mismo año de1900 con 4.839 hermanos que atienden 536 escuelas y 51.196 alumnos.

Pero la puntilla final a su presencia en su país de origen está próxima. El 10 dejulio de 1901 el Gobierno Combes dicta la ley Waldeck-Rousseau, que dicta-mina que ninguna congregación religiosa puede existir en Francia ni abrirescuelas sin autorización expresa del Consejo de Ministros y dicho Consejopuede disolver una congregación y cerrar sus escuelas mediante un decreto. Laautorización de que disponían los maristas desde 1851 se convierte en papelmojado. El 19 de septiembre de 1901 el H. Teófano presenta la petición deautorización y el 1 de abril de 1903 la catástrofe se consuma: El Gobierno nie-ga la autorización al Instituto para regularizarse y da un plazo de tres mesespara cerrar todos sus centros. Las demás órdenes religiosas corren igual suer-te. El 1 de diciembre de 1905, el gabinete Combes pone el último anillo a lacadena iniciada años atrás: se prohíben las Universidades católicas y se retira elderecho a enseñar cualquier materia a religiosos o sacerdotes, se suprimen losconventos, se incautan los bienes eclesiásticos, se expulsa del país a unos20.000 religiosos... se rompen las relaciones con el Vaticano.

En 1903, los Hermanos de las Escuelas Cristianas eran la principal congre-gación masculina de origen francés dedicada a la enseñanza, tanto en núme-ro de hermanos como de escuelas en todo el mundo: 9.309 y 1.372, respec-tivamente. Los hermanos maristas los seguían, de lejos, en segundo lugar,con 4.240 miembros y 595 centros educativos, siendo su progresión espec-tacular, pues en 1830 eran la octava congregación de este ranking en núme-ro de escuelas. Los Marianistas, que desde 1887 habían iniciado su obra enEspaña, ocupaban el quinto lugar con 838 padres y 67 colegios. Baladí seríadetenerse a comentar el durísimo revés que la nueva legislación francesasupuso para el Instituto Marista, la más importante de las órdenes masculi-nas de Francia, después de los Hermanos de la Salle. Pero de ello se benefi-ciarían sus obras allende las fronteras francesas, que recibirían nuevos

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impulsos. 1903, el año de la expulsión de Francia, también será recordadopor las nuevas llegadas de maristas a España, por su aparición en Argentina(17 años después de aquel primer intento fallido de las “cuatro haches”) yCuba; 1904 será el año de Palestina; 1905 el de Bulgaria y Servia; 1907, Gre-cia; 1909, Hungría y Perú; 1911, Chile, el Congo belga y la lejana Ceilán;1914, en fin, contempla la llegada de los hermanos al Imperio Alemán.

En efecto, como hemos dicho, nuevos contingentes de maristas llegan a nues-tra nación en 1903. La crítica situación del Instituto en Francia y la magníficaacogida que se había tenido al otro lado de los Pirineos (30 centros formabanya la llamada Provincia de España) lo decidieron. Si la venida de 1886 habíatenido su origen en la casa de Saint-Paul-Trois-Chateaux, las de 1903 lo van atener en las de Aubenas y Lacabane.

Tres hermanos de Aubenas, Richard, Robustien y Louis Maxence, llegan el 26de mayo de 1903 a Pontós, provincia de Gerona, para comprar una finca de40 hectáreas al precio de 30.000 pesetas. Durante el verano llegarían más her-manos procedentes de Aubenas, que fueron acondicionando los tres destarta-lados caserones que poseía la finca. En las Navidades, Pontós alojaba ya 50hermanos, entre novicios y profesos, y para el 30 de mayo de 1904 se abría laescuela. Borrasá, La Bisbal, Besalú y Figueras serán nuevos centros que se abri-rán desde Pontós, pero que tendrán vida efímera (para 1920 ya se habíancerrado) debido a las penurias económicas del Instituto y a que atendían aniños muy pobres. La fortuna les sonreiría en 1907, cuando el obispo de Lugo,monseñor Benito Murúa, solicitó a la Provincia de España, maristas que se ins-talaran en la capital gallega; los hermanos de Pontós aceptaron la oferta quesus compañeros de la Gran Provincia declinaron al estar en plena expansiónpor otros puntos del solar hispano. Lugo (1907), Orense (1908) y Oviedo(1909) serían sólidas fundaciones, respaldadas por los respectivos obispos,que verían aumentar espectacularmente su número de alumnos y hermanos,ya en mayoría españoles. Tuy (1912), Vigo (1913), La Coruña (1915), León ySegovia (1919). Incluso en ese año de 1919, se abría el Colegio hispanofran-cés San José en Madrid, no sin cierta rivalidad con otros centros privados,incluido el Marista dependiente de la Provincia de España.

Retornemos a 1903 y vayamos a fijarnos en la tercera corriente de hermanosmaristas que llegan a España. Esta procederá de Lacabane, pequeña villa situa-da al sur de Burdeos. La proximidad con el País Vasco los llevará a él cuando

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estalle la crisis secularizadora en Francia. El Ayuntamiento de Oñate (Guipúz-coa) les brindó las dependencias de una antigua Universidad, donde asesoradospor los hermanos de la Provincia de España, los hermanos de Lacabane abriránen 1903 un noviciado y una escuela. La escuela seguiría en Oñate, pero el novi-ciado se trasladaría a Anzuola, una pequeña localidad a dos horas de marchapor el monte y efectivamente, por medio de jumentos y a través de dicho mon-te, se efectuó el traslado en 1907. Durango (1904), Zalla (1906), Plasencia delas Armas (1909), Balmaseda (1920), y Zumaya y Las Arenas (1928) son cen-tros que se abrirán desde Anzuola, con variada fortuna, dedicándose a primera,segunda enseñanza y a actividades de formación profesional. El gran centro delos hermanos originarios de Lacabane será El Salvador de Bilbao, fundado en1918 y que tras varios domicilios se emplaza actualmente en la calle Iturbide.Badajoz (1928) también sería fundado por ellos aunque pasaría a la jurisdic-ción de la Provincia Bética. El afán fundacional de los maristas de Anzuola losllevaría a ultramar, a Venezuela, llamados por el obispo de Maracaibo en 1925y en esa ciudad fundarán el colegio Nuestra Señora de Chiqinquirá, aparte deotros, menos importantes, en Coro y Riohacha.

La organización administrativa

El Instituto de los Hermanos Maristas está regido por un Superior General,elegido en Capítulos Generales (convocados cada nueve años) y asistido porlos Consejeros Generales, que se eligen igualmente en dichos Capítulos. Cuan-do llegaron los maristas a España la Casa General tenía su sede en Saint-Genis-Laval, tras la expulsión de Francia se ubicó en Grugliasco (Italia) y desde 1961está en Roma. El Instituto, para su mejor administración, se divide mundial-mente en Provincias, al frente de las que se halla un Hermano Provincial apo-yado por el Consejo Provincial. En cada Colegio, la comunidad religiosa y laeducativa se organizan de manera distinta, y el director del Colegio no secorresponde necesariamente con el Superior de la comunidad religiosa.

Los hermanos pioneros que llegaron en 1886 a Gerona fueron el embrión de lallamada Gran Provincia de España, constituida en 1903, una de las once queconformaban el Instituto Marista en todo el mundo, y cuyo primer Provincialserá el H. Pablo María. Su proyección y desarrollo fue extraordinario, llenaronde escuelas Cataluña en apenas una docena de años y el amanecer del siglo XX

emprendieron el camino del sur: en 1904 llegaron a Calatayud y Valdepeñas.

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Los centros de Moral de Calatrava, Manzanares y Lucena, el primero en Anda-lucía, se abrieron en 1906 y al año siguiente les tocaba el turno a Alicante ySoria. En 1915 llegarán a Larache, en el Marruecos español y los años de laSegunda República verán la apertura de los colegios de Jaén, Málaga, Córdoba,Sevilla y Huelva.

Como sabemos, también desde 1903 otras corrientes de hermanos maristasfundaban colegios en España, siempre ayudados por los veteranos de la GranProvincia, pero sin poder evitar algunos roces, al tener colegios unos en áreasde influencia de otros. En 1920 se crea la llamada Provincia de León, con el H.Bertualdo como Provincial, que recogía los esfuerzos de los hermanos que lle-garon a Pontós. Anzuola se erigiría como Provincia en 1935, ocupando solo elterritorio vasco, y su primer Provincial sería el H. Cipriano.

Superada la tragedia colectiva española que fue la Guerra Civil (1936-1939) yque afectó terriblemente a los maristas (ciento setenta y cuatro mártires, cien-to veinte encarcelados, numerosas escuelas cerradas y centros destruidos), seimponía una reorganización administrativa de los maristas en nuestra nación.El 17 de abril de 1942 se creaba una nueva Provincia que reuniría el importan-te desarrollo catalán: nacía así Levante, con Cataluña y la región valencianacomo núcleo. Se mantenía la vieja Provincia de León y se creaba la extensaProvincia Norte-Sur, que englobaba a la antigua Gran Provincia de España (sinLevante ya).

Dos años después, el 28 de abril de 1944, el Consejo General efectúa peque-ñas modificaciones que se saldarán con la aparición de cuatro provincias.Levante y León seguían como en 1942, pero Norte-Sur, demasiado extensa sedividía en Bética (Andalucía, Murcia, Badajoz, Castilla la Nueva y Larache) yNorte (Anzuola, Navarra, Castilla la Vieja y Alcazarquivir, en Marruecos).

En 1959, el 2 de febrero, se acomete la, hasta ahora, definitiva reestructura-ción de las provincias canónicas maristas españolas. El aumento de las voca-ciones de hermanos, alumnos y centros así lo aconsejaba. Los nombres de lasnuevas siete provincias eran Bética (con la extensión americana en Bolivia),Castilla (que se ocupaba también de Rodesia), Cataluña (que se ocupaba tam-bién de Baleares y Paraguay), León (con extensión a Ecuador), Levante (quellevaba también el Sahara), Madrid (que englobaba Canarias y el Zaire) y Nor-te. La Casa Central se instalaba, definitivamente, en Madrid

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La que más nos interesa a nosotros por nuestro estudio, la Bética, comprendíalas provincias andaluzas más Badajoz, Ciudad Real y la citada Bolivia. En 1959disponía de 14 colegios, Badajoz, Fuenteheridos, Huelva, Bonanza, Sanlúcarde Barrameda, Sevilla, Villanueva de las Minas, Córdoba, Lucena, Jaén, Grana-da, Málaga, La Caleta y Roboré (Bolivia); dos Casas de Formación, el Castillode Maimón en Córdoba y Castilleja de la Cuesta en Sevilla; y una casa de reti-ro, Villa Onuba en Huelva.

A finales del siglo XX, la provincia Bética disponía de los siguientes colegiosNuestra Señora del Carmen (Badajoz), Cervantes y Reales Escuelas de la Inma-culada (Córdoba), La Inmaculada (Granada), Colón (Huelva), Santa María dela Capilla (Jaén), Nuestra Señora de la Victoria (Málaga), San José (Priego deCórdoba), Nuestra Señora de los Reyes (Sanlúcar de Barrameda - Bonanza),Santa María la Mayor (Sanlúcar la Mayor), San Fernando (Sevilla) y los bolivia-nos Sagrados Corazones (Roboré), Escuela Gonzalo Drees (Cochabamba),Hermanos Maristas (Comarapa), Hermanos Maristas (Santa Cruz de la Sierra)y San José (Chiquitos), que suponían, exceptuando los colegios de Bolivia, unglobal de 12.776 alumnos (alrededor de un 8,5% del total de alumnos quecursan Preescolar, EGB, BUP y COU en centros católicos andaluces), más de 250 hermanos, 285 profesores seglares y 78 miembros de personal nodocente.

A partir de entonces, se inicia una importante reestructuración. El 1 de juliodel año 2000, el antiguo Distrito de Líbano-Siria es incorporado a la provinciaBética, y el 1 de septiembre del año 2003, se constituye una nueva provincia,integrada por las antiguas provincias de Italia, Levante y Bética.

La nueva provincia recibe el nombre de Provincia Marista Mediterránea. LaAsamblea Provincial de Alicante, en diciembre de 2002, así como los retiroscomunes, durante los veranos de 2002 y 2003, que convocan a hermanos delas distintas zonas, ricos en momentos de oración, discernimiento, diálogo yesparcimiento en común, facilitan la integración de los miembros de las dife-rentes provincias. Al mismo tiempo, el H. Superior General y su Consejo,encomiendan a la nueva Provincia Mediterránea el apoyo y animación dedeterminadas zonas de África: el Distrito de África-Oeste (Liberia, Costa deMarfil, Ghana, Camerún, Guinea y Chad) floreciente en vocaciones y actividadesapostólicas.

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En la actualidad, el Superior General de los maristas es el neoyorkino H. SeanSammon, que sucedió al H. Benito Arbués en 2001, mientras que el Provincialde la Marista Mediterránea es el H. Manuel Jorques Bru. Los datos generalesdel Instituto Marista en España son: 59 colegios, 57.484 alumnos, unos sete-cientos hermanos (de los que una sexta parte está en misiones en el extranje-ro), 2.820 profesores seglares y 398 miembros del personal no docente. Fun-damentales para conocer esta organización son las muy cuidadas páginas Webdel Instituto Marista: www.champagnat.org (General), www.fmsmediterra-nea.net (Provincia Mediterránea) y www.maristascordoba.com (del ColegioCervantes, de Córdoba)

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La enseñanza católica durante la Segunda República

Como escribe el profesor Cuenca Toribio, “La República advino sin resistenciasconsiderables, con la relativa neutralidad de clero y jerarquía. De otro lado, ypor primera vez en el discurrir de la vida contemporánea, grupos confesionalesde cierta cuantía adoptaron una actitud esperanzada frente a un régimen desliga-do de las tradiciones patrias” y, sin embargo, el nuevo régimen pronto daríapruebas de su hostilidad hacia la Iglesia y de violación del Concordato de 1851.En mayo de 1931, antes de un mes de la proclamación de la República, elGobierno Provisional ya había dictado sendos decretos aboliendo la obligatorie-dad de la asignatura de Religión en los centros públicos y obligando a retirar delas aulas el crucifijo o cualquier otra imagen religiosa, salvo que la totalidad delos padres y el maestro no tuvieran inconveniente en que esos símbolos presidie-ran la vida escolar. Entre el 11 y el 13 de ese mes de mayo, 107 edificios religio-sos fueron incendiados en toda España, hechos cometidos por turbas irraciona-les cuya única noción de republicanismo era el rechazo a la Iglesia Católica.Estos desmanes se cometieron con la aquiescencia de unas autoridades guberna-tivas que, no actuando, se hicieron cómplices de tales hechos y desmoronaronlas esperanzas de muchos católicos en el nuevo régimen. En este marco seencuadra el incendio que destruyó totalmente el Palacio Episcopal de Málaga yel anejo Colegio Nuestra Señora de la Victoria de los hermanos maristas.

Aprobada la Constitución laicista de 1931, la Educación se convertía en elgran caballo de batalla entre la Iglesia Católica y el Gobierno Republicano-Socialista que, ansioso de mejorar España a través de la educación, hacía

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culpable a la Iglesia y a su enseñanza de la incultura del país.. La “escuelaúnica y laica” que propugnaba el Gobierno de Azaña desde postulados mix-tos de la Institución Libre de Enseñanza y del Socialismo, tuvo como princi-pales abanderados a los ministros de Instrucción Pública Marcelino Domingoy Fernando de los Ríos y al director general de Primera Enseñanza, RodolfoLlopis. Si los decretos de mayo de 1931, desarrollados en una circular de Llo-pis en enero del año siguiente, podrían contemplarse como un ejercicio de lalibertad religiosa y la aconfesionalidad del Estado, las medidas tomadasdurante 1932 y 1933, no dejaban dudas sobre la persecución legal a que sesometía a la Iglesia: en enero de 1932 se suprimía la Compañía de Jesús y senacionalizaban, sin indemnización, sus bienes (según Cuenca, una concesiónde Azaña a los socialistas para evitar la disolución y expulsión de todo el cle-ro regular); en noviembre se prohibía a las Asociaciones Católicas, tanto demaestros como de padres de alumnos (las únicas constituidas entonces), pre-sentarse a las elecciones de vocales de los Consejos de Protección Escolar; enel curso 1932/33 se suprimía, por ser explícitamente católica la Escuela Nor-mal de Magisterio de Pamplona y se disolvía su Asociación de AA. AA.; enabril de 1933 se publicaba el proyecto de ley que permitiría ingresar en elescalafón público a los maestros de escuelas privadas laicas, negándoselo alos que hubiesen prestado sus servicios en las privadas confesionales; pero elgolpe mayor vino con la aprobación de la Ley de Confesiones y Congregacio-nes religiosas el 17 de mayo de 1933 que, sin tapujos, y en palabras de Aza-ña en el Tomo IV de su Memorias, trataba “de preparar el camino para quedesaparezca en España la educación e instrucción por cuenta y riesgo de lasasociaciones religiosas”.

La ley la había presentado como proyecto ante la Comisión de Justicia delas Cortes, el ministro del ramo, Álvaro de Albornoz, el 14 de octubre de1932. Los retoques que sufrió en la Comisión la endurecieron aún más yen sus seis títulos y dos disposiciones transitorias abolía el presupuesto des-tinado al clero, ponía bajo control estatal todas las propiedades de la Iglesia,exigía un control de la distribución de sus miembros y prohibía la prácticapolítica, comercial, industrial, agrícola y educativa. El artículo 31, en esteúltimo punto, era bien claro: “Las Órdenes y Congregaciones religiosas nopodrán dedicarse al ejercicio de la enseñanza. No se entenderán compren-didas en esta prohibición las enseñanzas que organicen para la formaciónde sus propios miembros. La inspección del Estado cuidará de que las

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Ordenes y Congregaciones religiosas no puedan crear o sostener Colegiosde enseñanza privada directamente, ni valiéndose de persona seglar inter-puesta”. La Ley fue aprobada, entre grandes controversias y mientras elGobierno estaba bajo sospecha por los sucesos de Casas Viejas, por 278votos a favor y 50 en contra. Alcalá Zamora, presidente de la República ycatólico, no consideró oportuno ni devolver la ley a las Cortes ni vetarla,por lo inútil de lo primero y lo peligroso de lo segundo. Los colegios deSegunda Enseñanza tenían de plazo para desmantelarse hasta el 1 de octu-bre de 1933 y los de Primera Enseñanza hasta el 31 de diciembre de esemismo año. La medida afectaba a 350.000 alumnos de Primera Enseñanzay 20.000 de Enseñanza Media.

La Iglesia española estaba, sin embargo, preparada para todo esto. Los ata-ques liberales durante el XIX y, particularmente, la libertad de enseñanzaproclamada por las leyes de la Restauración, habían forjado en los católicosy en su jerarquía una cohesión y una conciencia de lucha y defensa, desde elpunto de vista apostólico y desde el punto de vista histórico, de su derechoy deber a intervenir en la Educación en España. En 1930, por decreto delcardenal Primado, Pedro Segura, se había constituido la Federación de Ami-gos de la Enseñanza (FAE), fundada por Domingo Lázaro (marianista), Enri-que Herrera Oria (jesuita) y Pedro Poveda (sacerdote secular), que acogeríaa todos los centros dirigidos por religiosos y religiosas, los centros diocesa-nos y los centros seglares que expresamente manifestaran su carácter de con-fesionales. Además, formaban esta federación algunas personas seglares, loseducadores mismos organizados en asociaciones de tipo profesional. Susfines eran:

• La educación cristiana de la juventud.

• La protección de la enseñanza privada ante los poderes públicos, en armoníacon los derechos de la familia, de la Iglesia y del Estado.

• La defensa de la escuela confesional católica.

• El fomento de la cultura, especialmente en los sectores menos favorecidos.

• La instrumentación de medios económicos, propagandísticos y jurídicos.

• La colaboración con el estado y las asociaciones católicas en orden a la mejo-ra material y pedagógica de los colegios.

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La FAE mantendría toda su fuerza durante la República, debiendo tenerse encuenta, aparte del apoyo legal que de ella recibían sus asociados, su InstitutoPedagógico, creado en el curso 1931/32, las Semanas de Estudios Pedagógi-cos, iniciadas en enero de 1932, y la revista Atenas, aparecida por primera vezen 1931. En la primera junta directiva de la FAE ya se incluía como vocal unMarista, el H. Hilario Felipe. La FAE sigue existiendo en nuestros días con elnombre de Federación Española de Religiosos de la Enseñanza (FERE).

Ante la Ley de Confesiones y Congregaciones religiosas hubo numerosas yrápidas condenas desde el mundo católico: el manifiesto en su contra de losgrupos parlamentarios de inspiración católica (agrarios y vasco-navarros); lasmanifestaciones por la libertad de enseñanza de las masas de católicos del país;la publicación de los libros blanco y azul recogiendo las quejas sobre la ley; laDeclaración Colectiva del Episcopado español del 5 de mayo de 1933; la Encí-clica de Pío XI Dilectissima Nobis, fechada en Roma el 3 de junio de 1933, enla que lamentaba la triste realidad de la Iglesia española y su falta de libertad,al tiempo que instaba a los católicos en defensa de la fe; y la nota de protestadel nuncio, monseñor Tedeschini, dada el 27 de julio de 1933. Pero, y sin des-cartar lo importante de este posicionamiento colectivo de la Iglesia, lo más efi-caz fue la reconversión de los colegios católicos en Sociedades Anónimas parapoder seguir existiendo. Ya el 1 de marzo de 1932, Vidal y Barraquer, obispode Barcelona, proponía en su Archidiócesis constituir en los colegios religiososMutuas de padres de alumnos que defendieran el derecho a la educación cató-lica y, llegado el momento, asumieran la propiedad del centro. Así se haría entoda España. Los hermanos maristas, por ejemplo, cara al exterior vistieron deseglar, pasaron a tratamiento de “don”, camuflaron las denominaciones de suscolegios y pusieron la propiedad de éstos a nombre de Sociedades Anónimas.No nos quedan testimonios de la propiedad del Cervantes cordobés en estostiempos, pero no debió diferir mucho del colegio Inmaculada de Granada, quepasó a denominarse Cultura Granadina, siendo propiedad, desde el 31 deoctubre de 1932, de una Sociedad Anónima con capital social de 20.000 pese-tas, formada por cuarenta socios con una acción cada uno de 500 pesetas.

El Bienio de centro derecha de diciembre de 1933 a febrero de 1936, a pesarde las expectativas, no trajo muchos cambios, pues si bien las leyes antirreli-giosas del período anterior se suavizaron en su aplicación e incluso se volvió adotar de un presupuesto al clero necesitado, no se abolió dicha legislación, a

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pesar de las promesas hechas en la campaña electoral. Ciertamente no fue eltema religioso prioritario en este período, que tuvo otros problemas, como laRevolución de Octubre de 1934, que se cobraría la vida de treinta y cuatroreligiosos (uno de ellos hermano marista) y la destrucción de cincuenta y ochotemplos. El triunfo del Frente Popular en febrero de 1936 supuso una vuelta alas actitudes del bienio republicano-socialista, aumentado con más ataques aedificios religiosos sin intervención de la fuerzas de seguridad, cuyas conse-cuencias Gil Robles, en sesión parlamentaria del 16 de junio de 1936, cifrabaen 160 completamente destruidos y 251 parcialmente. El diálogo Iglesia-Esta-do estaba roto y se anunciaban tiempos muy duros para la religión católica enEspaña, cuando estalló la Guerra Civil el 18 de julio de 1936.

En todo este período de la Segunda República, los maristas se mantuvieronfirmes. Pasada la tormenta de mayo de 1931, en septiembre de ese año, elH. Laurentino, Superior de la Provincia de España, en la que se encuadra-ban los colegios andaluces, se dirigía a los hermanos en el siguiente comu-nicado: “Mientras no fuercen, mientras no nos obliguen, no debemos cederen nuestro derecho ni conceder a nadie intromisión ilícita en nuestrascosas. Recordemos el consejo del Rmo. H. Superior General (H. Diógenes):il faut rester à sa place d’honneur à faire le bien, hereux de souffrir à la suite deJésus; il faut ne pas nous effrayer, confier en Dieu et en Marie comme notre Véne-rable Fondateur. Tenez, tenez bon, restez a vos postes! Voyez le Mexique! Priez!Es hora de orar, de trabajar, de enseñar; de no tener miedo, aunque se ten-ga prudencia; de no ceder voluntariamente un paso, ni dejar un puesto; demantener el hábito religioso, las Reglas, usos y costumbres. De no apartar-nos, ni un centímetro, de la Iglesia católica y del Papa, ni de nuestros Pre-lados y Superiores. ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Nuestra Madre, la Reina y Seño-ra de nuestras almas!”. Ciertamente los maristas, escaldados ya, en cuanto apersecuciones religiosas desde el Estado se refiere, afrontaron muy bien lasituación. Los colegios de Sevilla, Huelva, Jaén y Córdoba, por citar sólo losde Andalucía, tienen su origen en este período. Como dice el H. Ibáñez:“Curiosamente, ninguno de los colegios establecidos en zonas tradicional-mente maristas capituló, y sí surgieron otros que se han afincado en sus res-pectivos lugares con visos de perennidad. Así, mientras multitud de obraseclesiásticas sufrían persecución y aún aniquilamiento, los maristas espa-ñoles experimentaron notable auge, hasta la gran tragedia, en la que habíande pagar tremendo y glorioso tributo”.

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La Córdoba de los años treinta

La Córdoba a la que llegan los hermanos maristas en 1933 es una ciudad de101.701 habitantes (censo de 1930), que habiendo comenzado el siglo XXcomo la quinta ciudad andaluza, en esos momentos ya había superado a Cádizy era la cuarta por detrás de Sevilla, Málaga y Granada. En 1940 alcanzaría los135.674 habitantes. Su buen crecimiento vegetativo y la atracción que sobrelos pueblos de la provincia comenzó a ejercer en el primer tercio de siglo, sonlas razones que explican su importante impulso demográfico. En ese períodoagricultura, industrias (La Cordobesa, Electromecánicas, etc.) y el sector servi-cios ayudaron a mejorar la economía cordobesa. Era Córdoba, pues, una ciu-dad de clase media, aunque con importante presencia obrera y fuerte inmigra-ción de los pueblos.

La sociedad cordobesa era ya tan festiva como ahora y muchas celebracionesactuales se daban entonces. La Cabalgata de Reyes se inició en 1925, SemanaSanta (prohibida las procesiones en los años 1932, 1933, 1934 y 1936) teníaya gran importancia y mayo era pura fiesta con las cruces, los patios (cuyoconcurso inició el Ayuntamiento en 1918) y la Feria de Nuestra Señora de laSalud, con ubicación, desde 1820, en los jardines de La Victoria. La fiesta tau-rina tenía su foro en el coso de Los Tejares (construido en 1846), mientras queel fútbol apenas despuntaba, con un Rácing Cordobés en Tercera División ysin que existiera el estadio de El Arcángel. El Gran Teatro (abierto en 1873), elTeatro Duque de Rivas (en la confluencia de Gran Capitán con Los Tejares,construido en 1905 y cerrado, para derribo, en 1972) y el Góngora (inaugura-do en 1932) eran los principales espacios de la ciudad dedicados al teatro y alcine.

La ciudad había derribado sus murallas y ejes emblemáticos como Cruz Con-de, Claudio Marcelo, Gran Capitán, Los Tejares (entonces Avenida de Cana-lejas), Plaza de las Tendillas, San Fernando y La Victoria, existían ya, peroCórdoba abarcaba poco más que en la Edad Media, con la Medina y la popu-losa Axerquía unidas. Por el oeste, más allá de los jardines de la Victoria, delbarrio del Alcázar y de la calle de la Muralla, sólo existían escombreras, huer-tas, el edificio de la Cruz Roja (inaugurado en 1933), la Escuela de Veterina-ria (terminada de construir en 1936, aunque habilitada cinco años más tar-de), los cuarteles de San Rafael y de la Victoria y la barriada periférica de LosOlivos Borrachos (construida entre 1930-1934). Al sur, al otro lado del río

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Guadalquivir, sólo en el Campo de la Verdad existía una breve construcción.El este terminaba en la Ronda del Marrubial y en el Santuario de NuestraSeñora de la Fuensanta, más allá de los cuales sólo estaban el cuartel deAlfonso XII (desde la República, rebautizado como Lepanto) y más huertas.Al norte, finalmente, al otro lado de la Avenida de América y de los jardinesde Agricultura y de la Merced, sólo estaba la estación de ferrocarril y las víasférreas, el barrio de las Margaritas y la Huerta de la Reina.

Córdoba carecía de Universidad, aunque desde 1583 albergaba al SeminarioConciliar de San Pelagio y desde la primera mitad del siglo XIX era sede deuna de las cuatro Escuelas de Veterinaria existentes en toda España, siendo sudirector en el período de los años treinta Rafael Castejón y Martínez de Ariza-la, y de la Escuela Normal de Magisterio, sita en la calle San Felipe, dirigidapor Gil Muñiz. La medicina y su investigación tenían su gran centro en el Hos-pital del Cardenal Salazar, también llamado de Agudos, actual Facultad deFilosofía y Letras. Existía un sólo Instituto de Segunda Enseñanza, con sedeen la Plaza de las Tendillas (el actual edificio del IES Góngora), fundado en1847 y del que es heredero el IES Séneca, siendo su director, en 1933, Anto-nio Jaén Morente.

Aparte de los hermanos maristas, otras órdenes religiosas dedicadas a la ense-ñanza y existentes en la década de los treinta en Córdoba, eran los salesianos(el Colegio San Francisco de Sales se fundó el 1 de diciembre de 1901, en suactual emplazamiento), los Hermanos de La Salle (fundaron Cultura Españolaal mismo tiempo y en la misma calle que el Cervantes), las madres escolapias(encargadas de la gestión del dos veces centenario Colegio de Santa Victoriadesde 1888; del Colegio de San Rafael, fundado por el obispo don AdolfoPérez Muñoz en 1922 y del propio Colegio Calasancio, inaugurado en 1928),las esclavas del Sagrado Corazón (en la plaza de San Juan desde 1880), lasfranciscanas misioneras de la Madre del Divino Pastor (el Colegio Divina Pas-tora se fundó en 1920, ubicándose de 1931 a 1939 en la calle Alfaros), la Ins-titución Teresiana (en la plaza de la Concha desde 1922), las hijas de la cari-dad (en el Colegio La Milagrosa de la calle Gondomar desde 1904), laCongregación de la Sagrada Familia de Villefranche (en la plaza de San Andrésdesde 1903, para trasladarse dos años después a la de Aguayos), las hermanashospitalarias de Jesús Nazareno (desde el siglo XVII) y las hijas del Patrociniode María, con el centro más veterano, el Colegio Nuestra Señora de la Piedad,

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en la plaza de las Cañas, fundado en 1606. La Real Academia de Córdoba(fundada en 1810), el Real Círculo de la Amistad, Liceo Artístico y Literario(1856), el Real Centro Filarmónico Eduardo Lucena (1902), la Escuela deArtes y Oficios (1869) y el Conservatorio Oficial de Música (cuya oficialidadobtuvo en 1922, gracias a Martínez Rücker), completaban la oferta educativo-cultural de la Córdoba de los años treinta.

La llegada de los maristas a Córdoba

La presencia de los maristas en Andalucía arranca en 1906, con el colegioNuestra Señora de Araceli, en Lucena. Pasarían dieciocho años hasta que elcentro lucentino abandonase su soledad: en 1924 se fundaría Nuestra Señorade la Victoria, en Málaga; en 1926, lo haría el San Fernando en Villanueva delRío y Minas (Sevilla); en 1927 sería el turno de La Inmaculada, de Granada yen 1930 el de Nuestra Señora de la Capilla, en Jaén. En la organización canó-nica del Instituto Marista, se englobaban dentro de la Gran Provincia de Espa-ña, con casa provincial en San Andrés de Palomar (Barcelona).

El advenimiento de la Segunda República, con las leyes restrictivas para laenseñanza católica del bienio azañista, no supuso ningún freno para el afánapostólico y la vocación educativa de los hermanos. En 1933, el provincial, H.Laurentino, envió a varios hermanos a Sevilla, Córdoba y Huelva para sonde-ar entre la población y las autoridades eclesiásticas las posibilidades de funda-ción de nuevos colegios maristas. En Sevilla se fundaría el San Fernando y enHuelva el Colón. A Córdoba llegó el H. Servando, que en mayo de ese mismoaño alquiló un piso bajo, en el número 10 de la calle Barroso, propiedad deFrancisco Natera, para instalar el colegio. La calle Barroso, nombre que man-tiene en la actualidad, pertenece al barrio de la Trinidad y comunica la plazade San Juan con el convento de Santa Ana. Está en pleno centro de la ciudad,a menos de 200 metros de la Plaza de las Tendillas, siendo su principal defec-to la estrechez.

La casa alquilada por los maristas, que hoy en día se mantiene en pie y conidéntica fachada, era el antiguo palacio solariego de los Velasco, familia de ran-cia tradición cordobesa que se remontaba a la época de Fernando III. El edifi-cio databa de finales del siglo XV y ya en el XIX pertenecía a los condes deFuente el Salce. Ramírez de Arellano hace referencia a esta mansión, destacan-do los bustos y escudos que decoran el exterior y, sobre todo, “un precioso

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ajimez en esquina, tapiado y embadurnado con mil capas de cal y ocre”. OtroRamírez de Arellano, Rafael en este caso, atribuye la obra a Hernán Ruiz, hijo.En esta casa vivió el arqueólogo Ángel Casas Morales, experto en Neolítico yque legó al Museo Arqueológico una colección inestimable, y en la viviendacontigua habitó el académico y orador cordobés Pedro Palop Fuentes, en losaños sesenta y setenta profesor de Cervantes.

Rafael Salcines Muñoz, como alumno de los primeros años de Cervantes,recuerda perfectamente aquella primigenia ubicación del colegio: la casa eramuy amplia, tenía distintas habitaciones que fueron habilitadas como aulas deenseñanza. Se accedía por un portal de tres escalones que al frente tenía unapuerta de cristales que daba al patio de recreo. A la derecha una escalera con-ducía a la vivienda de uno de los alumnos fundadores, Mariano Peñuela Escri-bano. Los alrededores del colegio no podían ser más pintorescos, enfrente sehallaba la popular taberna Casa Adriano, animadísima desde las 11 de lamañana con el consiguiente trastorno para la jornada escolar, y un númeromás arriba una “amenazadora”, para los camuflados hermanos maristas, Casadel Pueblo.

El 17 de septiembre de 1933 llegaría, procedente de Calatayud, el H. JulioAlbéniz, que sería el primer director del colegio y, poco después, el H. Francis-co Arteaga. Estos dos hermanos serían los que iniciarían el curso 1933/34.Previamente se había insertado un anuncio en la prensa local que había atraí-do a familias interesadas en saber quiénes eran los que llevaban el colegio. Elmobiliario del centro constaba de un pequeño despacho para el director, cin-cuenta pupitres de dos plazas, cuatro pupitres para los profesores y mediadocena de sillas. Y con estos efectivos comenzaba, el 4 de octubre de 1933, laandadura del colegio El primer día de clase sólo hubo un alumno matriculado:Juan Manuel Anguita Blanco, al que al día siguiente se le uniría FranciscoNatera (hijo del dueño del inmueble).

Se escogió desde el principio el nombre Cervantes para denominar al nuevocentro, nombre discreto que evitaba referencias religiosas y que se justificabapor la vinculación del escritor de Don Quijote de la Mancha con Córdoba.Miguel de Cervantes y Saavedra (Alcalá de Henares, 1547-Madrid, 1616) tuvovinculación familiar con nuestra ciudad donde vivió desde 1553 a 1563, supresencia aquí está constatada en varias ocasiones y, durante un tiempo, huboquien sostuvo que esa vinculación iba más allá y directamente el inmortal

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escritor había nacido en Córdoba. Lo que es innegable es la existencia de unaCórdoba cervantina. Cervantes prueba el conocimiento que tenía de Córdobacon la aparición de la plaza y de la posada del Potro en El Quijote y en Rinco-nete y Cortadillo. Agujeros del Potro, fabricantes de agujas, eran tres de losmanteadores de Sancho Panza en el episodio de la Venta y el propio venterohabía cursado estudios de picaresca en dicha plaza, parada de viajeros y aven-tureros, refugio de tahúres y mentidero que fue en los siglos XVI y XVII. En1916, con motivo del tercer centenario de su muerte, la ciudad le había dedi-cado sendos artísticos azulejos, aún visibles en la actualidad, en la referida pla-za del Potro y en la Puerta de Osario.

Para finales de octubre de 1933, la dotación humana del Colegio Cervantes sehabía incrementado con un nuevo marista, el H. Ignacio Martínez Alonso, pro-cedente del colegio de Larache y con otros doce alumnos, entre los que desta-caban los hermanos Gutiérrez de Ravé, Manuel (actual coadjutor de la parro-quia cordobesa de San Nicolás de la Villa), José y Francisco, Mariano Peñuela(luego misionero en Japón), Emilio Calderón y el ya citado Rafael Salcines. LosAnales del Cervantes conservan datos curiosos de esta épica primera época,como los honorarios mensuales que habían de pagar los alumnos: párvulos, 15pesetas; elemental, 20 pesetas; grado medio, 25 pesetas y grado superior, 30pesetas. Los tres hermanos maristas vivían en una fonda próxima, en régimende pensión completa, y pagaban 4,50 pesetas diarias. La generosidad de lasfamilias cristianas que llevaron sus hijos a este colegio camuflado confesional,se hizo patente en las primeras Navidades de los maristas en Córdoba: seispollos, dos pavos, algunas botellas de vino y cajas de polvorones.

Los comienzos del Cervantes son un calco de las vicisitudes y del espíritu quepodríamos contar de cualquier centro marista recién inaugurado en aqueltiempo. Reproducimos el testimonio de uno de los hermanos pioneros en Cór-doba, el H. Ignacio Martínez: “Disponíamos de diferentes clases de alumnos.Yo tenía ingreso, comercio y francés y algunos de segunda enseñanza, y tam-bién mecanografía. El jueves íbamos de paseo con los niños. Éramos amables,cariñosos y caritativos con los niños y familias. La Comunidad la componía-mos tres hermanos, tan compenetrados que parecíamos uno; lo que quería odecía uno, lo queríamos los tres. ¡Qué vida de familia! No nos disgustábamosni una sola vez. Siempre contentos, siempre alegres. La pobreza era connatu-ral con nosotros. Comida muy corriente, todos los días sin vino. Sólo en las

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grandes solemnidades tomábamos café y copa... unas tres veces al año. Losmuebles eran escasos y pobres; había que trasladarlos de una parte para otra,por ejemplo la silla. Una sola silla por cada hermano que había que llevar deun sitio a otro. Pero bendito sea Dios que nos daba algo que sufrir”.

El mes de mayo de 1934 contemplará en Córdoba, por primera vez, la celebra-ción marista del mes de María, y a cuatro alumnos haciendo la Primera Comu-nión. El curso lo finalizaban, en junio de 1934, un total de veintinueve alum-nos (¡Qué lejos de los más de mil actuales!). Entre los agregados merece citarsea Rafael de la Hoz, que llegaría a ser célebre arquitecto cordobés y presidente dela Asociación Mundial de dicha profesión. El colegio presentó ocho alumnos alexamen de ingreso en el Instituto de Bachillerato y todos aprobaron.

El curso 1934/35 se iniciaba el 15 de septiembre. Para el primero de octubreestaban matriculados cincuenta y cuatro alumnos y para después de Navida-des el número se elevó a sesenta y uno. A los tres hermanos maristas ya citadosse les unieron el H. Matías Botet Quintana y el H. León Albinit Beperet. Esteaño se presentaron doce alumnos al examen de ingreso en el Instituto, apro-bando también todos.

Las buenas previsiones de matriculación para el curso 1935/36, convertían enmás que insuficiente la capacidad del local de la calle Barroso. A ello se unía eldesagrado que los hermanos sentían por el bullicio excesivo de la Casa Adria-no. Fueron estos los motivos que llevaron a buscar nuevo acomodo al Cervan-tes, de acuerdo con el Superior Provincial, H. Laurentino.

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El palacio de los condes de Torres Cabrera

1935/36, el tercer curso de los hermanos maristas en Córdoba, se iba a iniciaren un señorial y amplio edificio, bien distinto del anterior. Se trataba del pala-cio de los condes de Torres Cabrera, emplazado en el número 13 de la calle deidéntico nombre. En lo que no se diferenciaban ambas mansiones era en laenjundia del linaje de sus titulares: como los Velasco, los Torres Cabrera hun-dían sus raíces en la Edad Media cordobesa. Fernando Díaz de Cabrera, encar-gado por Enrique II del gobierno de Córdoba, fue el fundador del mayorazgode los Torres Cabrera, elevado a Condado por Carlos II en 1688. La casa pala-cio de los condes, donde se ubicaría el Cervantes, se alzó en el siglo XVII y fuereedificado en la segunda mitad del XIX.

Las mejores descripciones históricas de esta mansión nos las ofrecen Teodomi-ro Ramírez de Arellano y Ricardo de Montis. Ramírez de Arellano la describecomo “una de las casas más bonitas de Córdoba” y destaca su verja de entrada,el jardín exterior y el patio principal; señalando la biblioteca y magnífica colec-ción de antigüedades romanas que posee la casa, procedentes de excavacionesrealizadas in situ. Montis se extiende más, no en vano se trata de un artículofechado en junio de 1928, glosando las glorias arquitectónicas e históricas deesta casa, con el fin de convencer a la Diputación para que la adquiriese y des-tinara a Gobierno Civil. Fin que la sacaría del vacío y silencio en que habíacaído en esos años. La fachada principal está compuesta por dos cuerpossalientes unidos por una terraza, que le dan aspecto de fortaleza; dentro, elpatio central del edificio, circunvalado por arcos sostenidos por 30 columnas

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y con pavimento y zócalo de mosaico. Una escalera de mármol negro conincrustaciones de mármol blanco y ágata, unía las dos plantas de que consta-ba la casa palacio.

En esta mansión, siendo conde de Torres Cabrera Federico Martel, se habí-an alojado los duques de Montpensier, en 1848, y Ramón María Narváez,que presenció desde allí un desfile de la Milicia Nacional. Siendo condeRicardo Martel y Fernández de Córdoba, gobernador civil de Córdoba, lacasa alojó durante tres días de abril de 1877 (que correspondieron a laSemana Santa) al Rey Alfonso XII y su séquito; estancia de la que se conser-va un riquísimo Salón del Trono de 90 metros, estilo Luis XV. El líder delPartido Conservador, Antonio Cánovas del Castillo, también fue huéspedde Ricardo Martel, jefe de dicho partido en Córdoba, y a cuya recepciónacudieron varios miles de personas que llenaron salones, patios y jardines.Otras dedicaciones que tuvo la casa palacio en esta época fueron la de sededel diario conservador La Lealtad, exposición permanente de productos ymaquinaria agrícola, fiestas de fin de curso de las escuelas dominicales paraobreros, institución benéfica creada por la condesa Isabel de Arteaga, y Jue-gos Florales y fiestas literarias, en una de las cuales se dio a conocer Anto-nio Fernández Grilo, cantor de las Ermitas cordobesas y de quien los con-des se convirtieron en mecenas, costeándole la publicación de su primerlibro de versos.

Una nueva sede para el Cervantes

El sentimiento de melancolía y preocupación que invadía a Montis viendola otrora señorial y activa vida de la casa palacio, devenida en silenciosa ytriste, con un futuro de ruina y derribo, se solucionaría siete años despuésde que escribiera su artículo. El 4 de septiembre de 1935, el H. Julio Albé-niz, director del Colegio Cervantes, firmaba un contrato de arrendamientocon Pilar Meléndez Valdés, propietaria del edificio. El estado de éste, apesar de llevar deshabitado varios años, era magnífico y los hermanos solotuvieron que efectuar pequeñas reformas para adaptarlo a su uso de cole-gio, como la transformación del Salón de Baile en capilla y la construcciónde seis retretes y una fuente para que bebieran los niños en el patio. El 15de septiembre se realizó el traslado desde el local de la calle Barroso, alamanecer, por los propios hermanos “para no perder prestigio”, como nos

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recuerda Francisco Ibáñez. A los padres con niños en el Colegio se les envióuna tarjeta notificándoles el cambio de domicilio y en la prensa local seincluyó el siguiente anuncio: “Colegio Cervantes, Primera y Segunda Ense-ñanza. Se ha trasladado al Palacio de los Condes de Torres Cabrera. Exten-sos patios, hermosos jardines, amplias aulas. El reglamento limita el núme-ro de alumnos por aula”. La nueva ubicación del Colegio no escapaba delcentro de la capital y, aunque en sentido contrario y con más revueltas, nomás de 300 metros le separaban de las Tendillas. La calle, en fin, comunica-ba los Jardines de Colón con la plaza de Capuchinas y en sus alrededores selocalizaban lugares tan típicamente cordobeses como las plazas de lasDoblas, de Capuchinos y del Cardenal Toledo o el número 2 de la mismacalle, que había visto nacer el 4 de julio de 1917 a Manuel Rodríguez Sánchez,Manolete.

El curso se iniciaba el 1 de octubre de 1935 con sesenta y cuatro alumnosque irían paulatinamente aumentando hasta llegar a ciento once endiciembre. Las aulas tenían una amplitud y luminosidad de las que carecí-an las de la calle Barroso y los chavales podían desfogar sus energías jugan-do al fútbol y al baloncesto en un patio interior terrizo, respetando el patiode columnas y el jardín. El profesorado estaba formado por los hermanosJulio Albéniz, Ignacio Martínez, Francisco Arteaga, Matías Botet, CarlosMerino y Lucialiano Bernardo. El 10 de mayo de 1936 se celebraron lasPrimeras Comuniones de los niños del Cervantes, por primera vez en lacercana y hermosa parroquia de San Miguel, estrenándose el coro colegial.A los exámenes para obtener el título de Bachillerato se presentaron dieci-nueve alumnos, todos aprobados, lo que valió una felicitación del Institu-to al Cervantes.

Los Anales del colegio recogen una significativa anécdota de este curso: loshermanos maristas no vestían de sotana, se titulaban solo “maestros católicos”,y la propiedad del colegio era de una sociedad anónima y no del InstitutoMarista, de acuerdo con la legalidad republicana. Pues bien, el 14 de noviem-bre, el Cervantes fue visitado por el inspector jefe de Primera Enseñanza, que-dando complacido del local, los alumnos, los maestros y la enseñanza (que noocultaba ni el rezo ni el crucifijo en las aulas). Mantuvo un gesto serio duran-te toda la visita, pero al marchar, y con una sonrisa, les dijo a los “maestroscatólicos”: “No me engañan, son ustedes maristas”.

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La Guerra Civil

Graves acontecimientos esperaban a Córdoba y España, en general, recién ter-minado el curso 1935/36. El estallido del Alzamiento y la subsiguiente GuerraCivil atemorizará a los maristas cordobeses, hasta que la conexión con las fuer-zas sublevadas de Sevilla y las desembarcadas en Cádiz, clarifique la situaciónde Córdoba a favor de los nacionales. Desde la relativa calma de esta ciudad deretaguardia, los hermanos vivirán el dolor y tristeza, a medida que conozcanlas desventuras de sus compañeros de congregación que han quedado en la otraEspaña y que serán víctimas de un odio irracional e injustificado. La matanzacolectiva más atroz tendrá lugar en Barcelona, el 8 de octubre de 1936, cuandocuarenta y cinco maristas, encabezados por el Superior Provincial, H. Laurenti-no Alonso, sean ametrallados por anarquistas de la FAI frente al cementerio deMoncada. El total del martirologio marista durante la Guerra Civil eleva elnúmero de víctimas a ciento setenta y cuatro, más ciento veinte que sufrieronprisión, viviendo la Provincia Bética sus mayores angustias en Málaga, Badajozy Jaén. Moral Barrio escribe sobre esta tragedia: “En la trama del conflicto huboturbias sinrazones humanas. Pero en miles y miles de casos hubo, sin duda, tes-timonio y martirio. Reconocerlo y proclamarlo no es condenar a los verdugos,a quienes los mártires perdonaron siempre. Todos fallamos entonces comosociedad; pero ellos nos redimieron, a todos, con su sangre. Proclamar a nues-tros mártires no es rechazar la reconciliación, sino buscar, en esa sangre purifi-cada por el amor y la muerte, la semilla de la reconciliación”.

El 4 de octubre de 1936 se iniciaba el curso en el Cervantes. Había una signi-ficativa novedad: los hermanos vestían de sotana. Pero algo más que cambiosde imagen tendría el Cervantes durante la guerra. Una compañía de transmi-siones se instaló en dependencias del colegio y una clase baja se adaptó comorefugio durante los bombardeos aéreos. Esta clase recibió el sobrenombre deEl Sotanillo y dio origen a una revista quincenal, editada por los alumnos, conpoesías, artículos, chismes y las consabidas caricaturas. Los Anales recogen eldato de que un día una bomba cayó en el patio terrizo e hirió a un soldado. Elgeneral Queipo de Llano, personalmente desde Sevilla, ordenó que el Cervan-tes, a pesar de las penurias económicas, debía encargarse de cuarenta huérfa-nos de guerra, almuerzo y educación incluidos.

La nueva situación de España afectará, lógicamente, al tipo de educación. El H. Ibáñez se extiende sobre este tema: Dios, Patria, Familia y Disciplina eran

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conceptos que se manejaban con naturalidad, se palpaban en el ambiente y tra-taban de ser los pilares sobre los que, Iglesia y Estado querían construir el nue-vo orden. La descripción que Ibáñez nos da del comienzo del curso el 15 de sep-tiembre de 1938 no puede ser más gráfica: “... ya de mañanita confluyen por lasdistintas calles numerosos grupos de alegres pequeños que inundan el jardín consus metálicas voces... Mostraban la alegría de entrar en su segundo hogar y for-mados en impecables filas, saludaban, brazo en alto a la enseña nacional”.

El Cervantes continuaba su vida normal a pesar de la guerra. Buenos resulta-dos académicos; actividades extraescolares con efecto de mejorar el caché delcentro, como una demostración gimnástica en la plaza de toros de Los Tejares;participación de los maristas y sus alumnos en la obra apostólico-social de lacatequesis del barrio de los Olivos Borrachos, en colaboración con la AcciónCatólica, actividad que se mantendría en los años de posguerra... El númerode alumnos aumentaba: para el curso 1939/40, finalizada la guerra, se llegabaa los trescientos. También arribaron nuevos hermanos, entre los que hay quedestacar por su trascendencia en la historia del Colegio, al H. Esteban Gallo,uno de los escasos supervivientes del colegio malagueño, llegado en 1938, y alH. Tomás Corral, venido en abril de 1939 tras dos años de dura cárcel en Jaén.Por contra, la comunidad marista cordobesa podía ya contar su primer falleci-do: el H. Felipe Irulegui partía para la Casa del Padre el 10 de noviembre de1938; Los Anales le dedican ocho páginas de verdadero afecto.

Cambio de director y nueva etapa

El año 1940 contemplaba la venida de un nuevo director para el Cervantes, elH. Agapito García Osorno, procedente del colegio de Burgos, que sustituía enel cargo al H. Julio Albéniz, destinado como director del colegio de Larache,en el Marruecos Español. El reconocimiento al primer director del Cervantesse refleja en los Anales redactados por su sucesor: “Don Julio, como los alum-nos muy cariñosamente le llaman y le recuerdan, fue el fundador y el alma deeste Colegio que hoy cuenta 400 alumnos, en partes iguales de 1ª y 2ª Ense-ñanza. Córdoba y el Colegio Cervantes saben de los trabajos, sudores y fatigasde don Julio que, durante siete años y en momentos muy críticos ha venidososteniendo esta obra. Lo que hay, a él se le debe y a los que con él han cola-borado”. En 1975, la Asociación de AA. AA. del Cervantes, le dedicó una delas aulas de los últimos cursos, grabando su nombre en una placa de mármol.

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Para el cargo de subdirector se nombró al H. Victoriano Ruiz, presente en elcolegio desde 1937 y futuro director de 1957 a 1963. El cambio se realizabasin ningún problema y con la obediencia que siempre ha caracterizado a losmaristas: “Los Superiores mandan y colocan a sus súbditos en los lugares ycasas que creen más convenientes”, rezan los Anales.

Una nueva etapa se abría para el Cervantes, que contaba en el curso 1940/41con trece hermanos encargados de los puestos de director, administrador, delos cuatro cursos de Primera Enseñanza y de los siete de la Segunda. Tres pro-fesores seglares impartían clases en el colegio: Carlos Sánchez (Latín y Geo-grafía), el teniente José Martín (Educación Física) y el reconocido imagineroJuan Martínez Cerrillo (Dibujo), luego sustituido por Marcial Costa Quintero.Las retribuciones de estos seglares eran de 100 pesetas mensuales por horadiaria de clase.

La evolución de la matrícula en Cervantes nos la muestra el siguiente cuadro:

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1940/41 1941/42 1942/43 1943/44 1944/45 1945/46

Párvulos 50 29 25 27 30 36

Clase Elemental 45 38 40 32 34 35

Grado Medio 46 45 44 47 39 42

Ingreso 42 42 52 50 42 38

Total 1ª Enseñanza 183 154 161 156 145 151

1º Bachillerato 52 34 41 41 32 39

2º Bachillerato 35 45 39 41 40 40

3º Bachillerato 32 33 39 38 39 38

4º Bachillerato 27 28 27 33 35 23

5º Bachillerato 23 20 23 22 26 28

6º Bachillerato 15 19 18 20 21 30

7º Bachillerato 20 14 17 17 19 15

Total 2ª Enseñanza 204 193 204 212 212 213

TOTAL COLEGIO 387 347 365 368 357 364

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La “euforia” de la posguerra

Años de posguerra y numerosas estrecheces económicas para la comunidadmarista, pero el colegio sigue adelante. Los años cuarenta son años en el Cer-vantes de euforia por el triunfo en la contienda y por la paz. Es lo que luego sellamará el nacionalcatolicismo, que se prolongará hasta bien entrados los cin-cuenta. Por las mañanas, a la entrada, todos los alumnos reunidos en el patio,cantaban el himno nacional con la oficiosa letra de José María Pemán, mientrasen un balcón se izaba la bandera de España. Incluso alguno de los hermanosnuevos, como el H. Florentino Asenjo, se habían visto obligados a combatir enla guerra, lo que excitaba la imaginación de los chavales: “Don Florentino noscontaba episodios de la recién terminada Guerra Civil, de los que él había sidoprotagonista. Los contaba de una forma que parecía que los estábamos viendo,aunque a mí me costaba mucho esfuerzo imaginarme vestido de soldado aaquel hermano marista con amplia sotana y su pequeña baberola, blanquísimay almidonada. Para mí, aquel hombre era un héroe, que había colaborado muymucho en la derrota de los rojos”, recuerda Eduardo Font de Dios.

El curso escolar estaba salpicado de fiestas religiosas, la mayoría, y de conteni-do político, que la comunidad de Cervantes, vivía intensamente, como lamayoría de los cordobeses de aquellos años. La lectura de los Anales nos reve-la una actitud sincera, lejos de cualquier pretenciosidad o artificialidad religio-sa y, en todo caso, en sintonía con los tiempos. Veamos, a continuación, cómose desarrollaba el curso en cuanto a festividades se refiere.

Todos los domingos había misa de 9 de la mañana, oficiada por algún padrecapuchino, y desde octubre de 1942, con el cambio de sede del colegio, por elnuevo capellán Juan Antonio Lozano o por el párroco de La Compañía, JoséTorres Molina. Igualmente, durante todo el curso, se celebraban los PrimerosViernes de Mes, con misa, comunión y consagración al Sagrado Corazón deJesús, dirigidos por el P. Roldán, jesuita para el que siempre tendrán palabras deelogio los maristas y que se caracterizaba por su carisma y sentido pedagógicohacia los alumnos. El rezo del rosario también era práctica habitual para losalumnos de Segunda Enseñanza, efectuándose a las 6’30 de la tarde en la capilla.

El curso, en sí, se iniciaba a primeros de septiembre con una misa y la presen-tación de profesores. Especial trascendencia, para el colegio y la ciudad, tuvo elinicio del curso 1945/46: por iniciativa del obispo de Córdoba, Adolfo Pérez

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Muñoz, tuvo lugar una Santa Misión en toda la diócesis las dos primeras sema-nas de octubre; cincuenta y dos padres jesuitas se encargaron de la capital, quepareció transformarse en un inmenso templo y así quedó grabado en los Ana-les maristas y en la historia cordobesa. Iglesias, centros de trabajo, cuarteles, lacalle... fueron testigos de un fervor inaudito y multitudinario, de renovaciónespiritual y religiosa; los alumnos mayores del Cervantes participaron en lacomisión de orden, acompañaron a la Santa Misión a Los Olivos Borrachos ydesfilaron en la magna procesión del 12 de octubre que culminó en la Plaza deJosé Antonio, hoy Tendillas: “El éxito de la Misión ha desbordado completa-mente el límite de las esperanzas de los más optimistas. Laus Deo. Ha habidoactos especiales para niños, jóvenes, hombres, etc.; todos con extraordinariabrillantez, que perdurarán, sin duda, en el recuerdo de los cordobeses. Diosquiera que también se conserve el fruto que ha de reportar a las almas”, recogí-an los Anales. En inicios normales de cursos, el 15 de septiembre tenía lugar laFiesta de la Escuela Cristiana, en cuya procesión participaban las distintas órde-nes religiosas dedicadas a la enseñanza ubicadas en Córdoba. El 25, 26 y 27 deseptiembre era la Feria de Otoño, suspendiéndose las clases de la tarde para laPrimera Enseñanza, la única que había empezado el curso. El 1 de octubre secelebraba la Fiesta del Caudillo, no había clase y los hermanos asistían a larecepción oficial en el Gobierno Civil; al día siguiente comenzaban las clasesde la Segunda Enseñanza. El 12 de octubre, Fiesta de la Virgen del Pilar y de laHispanidad, los alumnos asistían a misa de 9 en el colegio y luego tomabanvacación. A finales de mes tenía lugar el Domingo Mundial Por las Misiones,más conocido como Domund; en 1945 salen por primera vez los alumnos delCervantes a recorrer las calles de Córdoba con sus huchas y brazaletes, reco-giendo la importante cantidad de 2.055 pesetas. El 29 de octubre (luego el 9 defebrero), Fiesta de los Caídos, por la mañana tenían clase los alumnos que noeran flechas, los demás oían misa en San Cayetano, efectuaban una ofrenda flo-ral ante la Cruz de los Caídos en la Torre de la Malmuerta y por la tarde vaca-ción. El 1 y 2 de noviembre, Fiesta de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos,tampoco había clase, sólo misa de 9 los dos días y excursión campestre (la cas-tañada) el segundo. El 20 de noviembre era el Aniversario de la muerte de JoséAntonio Primo de Rivera, se celebraba con vacación y con misa oficial en lacatedral a la que asistía una representación del colegio. En diciembre, el 8,encontramos la Festividad de la Inmaculada Concepción que, precedida de unanovena, se celebraba con misa y comunión general en la capilla.

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Las vacaciones de Navidad ponían fin al primer trimestre del curso. Estas seiniciaban el 23 de diciembre, tras la lectura de notas, reanudándose las clasesel 7 de enero. En diciembre de 1942, las vacaciones son precedidas de unacampaña entre los alumnos para recoger donativos destinados a la DivisiónAzul; la suma obtenida, redondeada por el Colegio, es de 300 pesetas, “¿Quéhará el Colegio de Cultura Española que lleva entregando ya dos años milpesetas?”, se lamentan simpáticamente los hermanos en los Anales. Durante elperíodo vacacional los hermanos aprovechaban para hacer algún viaje y lim-piar y ordenar las clases. El 24 de diciembre se asiste a la Misa del Gallo y lanoche del 31 se dedica a acción de gracias y contrición. No podemos dejar deseñalar cómo se recoge en los Anales el 1 de enero: “Terminadas las oracionesde la mañana y una vez reunidos en la Sala de Profesores, se procedió al salu-do fraternal: con santa alegría y cariño los miembros de esta Comunidad nosdeseamos el feliz Año Nuevo”. En cuestión más material, no faltan los regalosde alumnos que ayudan a pasar mejor estas fiestas y que los hermanos agrade-cen así: “Aunque el año sea de escasez y privaciones, sin embargo, la Provi-dencia vela por sus escogidos y las Pascuas de Navidad no transcurren deltodo mal: el pollo, los buenos vinos y licores y otras buenas cosas procedentesde regalos, pasan por la mesa” o “El niño Jesús quiere hacernos partícipes delregocijo que viene a traer al mundo su nacimiento, no sólo para el espíritusino también un poco para la materia que ha de servirle con buena voluntad yhace que los obsequios de los alumnos, sin cosa mayor, sean algo más nume-rosos que en años anteriores”. Cualquier antiguo alumno que estudiara en elcolegio de la plaza de la Compañía, recordará las ventanas del patio blancoque dan al sótano y que en vísperas de las vacaciones navideñas eran pobladaspor algún ilustre visitante, generalmente un pavo. Los maristas, en cualquiercaso, no podían olvidar su sello de sencillez, e incluso en Navidad, el ConsejoLocal de diciembre de 1942 tomaba la siguiente medida: “Manifiesta el Her-mano Director que, no siendo costumbre entre nosotros tomar café con lechedespués de la cena, se aproveche dicha leche para incrementar la densidad deldesayuno, máxime que por el calor, o por otras causas misteriosas, corre peli-gro de evaporarse, todo o parte de tan nutritivo líquido”. La festividad deReyes iba precedida de la asistencia de los hermanos a la Cabalgata, que eracontemplada con ojos maravillados por aquellos castellanos, vascos y navarrosque la vocación y la obediencia llevaron lejos de su tierra: “Ciertamente es dig-na de verse, mezcla de procesión cívica y religiosa, tan en consonancia con la

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psicología andaluza”. Para Reyes, los hermanos recibían un pequeño regalo dela propia comunidad: “Se encarga al hermano administrador, vea el modo deproporcionar, dentro de los límites de la economía y de la santa pobreza, unpequeño aguinaldo a los hermanos el día de Reyes”.

Ya en el segundo trimestre, en febrero se iniciaban los Siete domingos de SanJosé, patrón de los hermanos maristas, consistentes en rezar oraciones y can-tar canciones a sus dolores y gozos, durante la misa de alumnos de las 9 de lamañana. En febrero, también generalmente, se celebraba el Miércoles de Ceni-za, cuya imposición se efectuaba a los alumnos tras misa de 9 en la capilla. El1 de marzo de 1941, extraordinariamente, no hubo clase; el motivo históricolo recogemos textualmente de los Anales: “El 1º de marzo fue día de lutonacional. S.M. Alfonso XIII falleció en Roma el 28 de febrero. En todas partesse celebran funerales por el eterno descanso de su alma. En Córdoba sus hon-ras fúnebres son en la Catedral, asisten la mayoría de los miembros de laComunidad. Ese día no hubo clase”. El 7 de marzo, Fiesta de Santo Tomás deAquino, patrón de los estudiantes católicos; misa de 9 y vacación. El 10 demarzo se celebraba la Fiesta de los Mártires de la Tradición, no había clase ylos hermanos asistían a misa en San Hipólito. El 19, Fiesta de San José, se cele-braba con misa y comunión general en la capilla y luego vacación; la vísperasolía haber alguna actividad cultural y recreativa en el Colegio.

La semana anterior a Semana Santa tenían lugar Ejercicios Espirituales paralos alumnos de Segunda Enseñanza. Los de 5º, 6º y 7º se recluían cinco díasen San Hipólito, de donde sólo salían para comer y dormir en sus casas; enalgunos años, a petición de los alumnos, los Ejercicios se hacían cerrados en elColegio Nuestra Señora de Araceli de Lucena. Los alumnos de 1º, 2º, 3º y 4º,durante esos cinco días, recibían dos pláticas diarias en la capilla del colegio,una a las 12 y otra a las 18’30 tras el rosario. El Viernes de Dolores, fiesta degran devoción en Córdoba, los dos grupos finalizaban los Ejercicios con misay comunión general, tomando vacación después.

El Lunes Santo los alumnos acudían al colegio para recoger las notas e iniciarlas vacaciones, que duraban hasta el Martes de Pascua, inclusive. Durante elperíodo vacacional, los hermanos salían al campo, veían procesiones y asistí-an a los Santos Oficios (en los PP. Capuchinos primero, en La Compañía yCatedral, luego).

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Abril se iniciaba en su primer día con la Fiesta de la Victoria: “La magníficaVictoria de nuestros soldados en su heroica cruzada. ¡Señor de los Ejércitos!los que gemimos en las mazmorras rojas: ¡Te Deum laudamus!”, expresan vehe-mentemente los Anales en el 1 de abril de 1943. Ese día no había clase (salvodos horas si coincidía con Ejercicios Espirituales) y el Cervantes participabaen el desfile cívico-militar que recorría las calles de Córdoba (la tribuna deautoridades se alzaba en la Avenida de la Victoria) con una escuadra de alum-nos de 1º, 2º y 3º de Segunda Enseñanza, que interpretaba canciones patrióti-cas. En la misma línea de conmemoración política iba la Fiesta de la Unifica-ción, que se celebraba con vacación el 19 de abril, recuerdo del decreto deFranco de 1937 que creaba la FET y de las JONS. El 23 de abril, Día del Libroy de Cervantes, el Colegio, que llevaba el nombre del gran escritor, suspendíalas clases, celebraba concursos literarios y exposiciones de libros.

Mayo se iniciaba con la fiesta nacional del Primero de Mayo; los alumnos oíanmisa de 9 y tomaban vacación. Era el mes de mayo un mes muy importantepara el colegio pues durante él se celebraban las Confirmaciones, PrimerasComuniones a cuya preparación tanta importancia daban los hermanos, y elMes de María, igualmente de gran sentido en la Institución Marista. Las Con-firmaciones se llevaban a cabo en la parroquia, primero San Miguel y luego LaCompañía, y eran presididas por los obispos de Córdoba, Adolfo Pérez Muñozhasta 1945 y fray Albino González Menéndez-Reigada desde esa fecha. De lasPrimeras Comuniones, que se celebraban en los domingos de mayo o el Día dela Ascensión o de La Aparición de San Rafael, hablaremos más adelante, diga-mos ahora que el Mes de María se celebraba diariamente, todo el colegio, aúltima hora de la tarde en la capilla del palacio de Torres Cabrera y en la igle-sia de La Compañía cuando el Cervantes se trasladó a su tercer emplazamien-to; en ese acto, los Carmelitas Descalzos imponían a los alumnos el Escapula-rio del Carmen; aparte, en cada clase, solía ponerse una imagen de la VirgenMaría a la que los alumnos ofrecían las tradicionales flores. Mayo finalizabacon la Feria de Nuestra Señora de la Salud que, como en nuestros días, dura-ba una semana, de lunes a domingo, concediéndose vacación completa tresdías y suspendiéndose la sesión de la tarde los otros tres.

Y llegamos a junio, el último mes del curso escolar. En él tenían lugar dos fes-tividades, el Corpus Christi, que por supuesto no había clase y asistiendo la comunidad y algunos alumnos a la procesión que, con el Santísimo en la

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Custodia, realizada por de Enrique de Arfe, recorría la ciudad y la Fiesta delFundador de los maristas, Marcelino Champagnat: los hermanos preparabancon verdadero cariño y esmero esta festividad, tanto por dar realce a su, enton-ces, Venerable fundador, como por intentar que surgiera alguna vocación. Losdías 3, 4 y 5 de junio tenía lugar el triduo preparatorio, a partir de las 6 de latarde, con plática a cargo del ya citado P. Roldán S. J. y el día 6 se celebraba lagran fiesta de Marcelino Champagnat, con misa a las 9 de la mañana, activida-des culturales y competiciones deportivas, bien en las pistas del colegio, bien enestadios de la ciudad (América, Marrubial, Electromecánicas). Algunos años, aldía siguiente, se programaba una excursión campestre con alumnos escogidos.

Ninguna festividad quedaba ya en el curso, que desde mediados de junio enfi-laba su recta final de exámenes en todos los niveles.

Las Primeras Comuniones

Las Primeras Comuniones siempre han tenido mucha importancia para loshermanos maristas, tanto por la trascendencia católica de dicho acto, comopor la vivencia que marca en los niños y el “escaparate” en que, ciertamente,son de la marcha del colegio, para los padres y la sociedad. Actualmente serealizan en el amplísimo salón de actos que posee el Cervantes en su modernoedificio de la Avenida de la Fuensanta, previos meses de intensa preparacióncatequética a cargo de padres, madres y antiguos alumnos; pero esta actuali-dad hunde sus raíces en una importante tradición desde la instalación del Cer-vantes en el palacio de Torres Cabrera.

El H. Tomás Corral era el preparador, desde febrero, de los primocomulgantes,que por entonces accedían a la comunión con 6 o 7 años. Les explicaba elCatecismo y el sentido del acontecimiento del que iban a ser protagonistas:“Reconozco que lo hizo muy bien y que llegó a inculcarnos la auténtica esen-cia de lo que significaba ese Sacramento. Lo mejor de todo era cuando se acer-caba la fecha prevista, porque ensayábamos la ceremonia en la iglesia, con hos-tias de verdad, claro está que sin consagrar. Mi mayor preocupación era queno se me pegase al paladar, puesto que solo la podía despegar, y con muchocuidado, con la punta de la lengua. Nos enseñaron que, además de estar enGracia de Dios, la Sagrada Forma no se podía tocar con la mano, y que tenía-mos que estar en ayunas absolutas desde las doce de la noche del día ante-rior”, escribe Font de Dios.

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El colegio preparaba una coral para la misa y distribuía programas del acto yrecordatorios a los niños. Los días escogidos solían ser domingos de mayo, eldía de la Ascensión del Señor o la Aparición de San Rafael a la que, con fechadel 7 de mayo, daban gran importancia los hermanos y la ciudad de Córdoba.El lugar, si era un grupo grande (más de veinticinco), la parroquia de SanMiguel, primero, y de La Compañía después, y si era reducido, en la capilladel colegio. Para ver la importancia que concedían los hermanos a la PrimeraComunión basta leer los Anales: “Esmeradamente preparados por el H. Tomás,lléganse sus almas candorosas, a teñirse en la púrpura divina de la sangre delCordero ¡Quiera el Señor que sea para todos ellos prenda de eterna salva-ción!”. Las familias hacían lo que podían por poner guapos a sus hijos: “Aqueldía me vistieron de blanco, con los primeros pantalones largos que había teni-do, llevaba en una mano un pequeño devocionario y un rosario de plata defiligrana, y en la otra, una vela con muchos adornos que nunca encendí. Otroscompañeros iban vestidos de distinta manera, de marineros o de almirante.Tan solo uno, que se apellidaba Santos, iba vestido de una forma muy especial.Totalmente de negro, incluso los calcetines y los guantes. Su padre habíamuerto recientemente y era preceptivo que fuese de luto”, recuerda EduardoFont de Dios. Recibida la comunión, los niños, de dos en dos, renovaban laPromesas del Bautismo con la mano derecha apoyada en los Evangelios. Parti-cular importancia tuvieron las Primeras Comuniones de mayo de 1944, cuan-do la tomaron dos hijos del entonces alcalde de Córdoba, el prestigioso médi-co Antonio Luna Fernández, alumnos del Cervantes.

Terminado el acto, un fotógrafo de colegio sacaba una foto al grupo y este sedisolvía en busca de algún tipo de “satisfacción”, como nos comenta EduardoFont: “Debido a la precariedad de medios económicos de casi todas las fami-lias, las celebraciones profanas eran muy austeras. Tan solo un desayuno enfamilia, y en casa. Posteriormente, acompañado de mi madre, fui visitandouna a uno a los miembros más allegados de mi familia, tíos, abuelo y algúnque otro íntimo amigo. En cada casa te hacían un regalo. Siempre en metálico.Una o dos pesetas era lo corriente, que yo depositaba en una limosnera, queportaba exclusivamente para este evento. Los zapatos nuevos de tacón de mimadre y los míos blancos recién estrenados, todos los trayectos realizados apie, hicieron que cuando regresáramos a las cuatro de la tarde, estuviéramosmaterialmente molidos”.

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El movimiento de la Acción Católica

Hablar del Cervantes en sus primeros años es nombrar, a la fuerza, al movi-miento de Acción Católica (AC), uno de cuyos centros se creó en el colegioel 6 de noviembre de 1940, en solemne sesión presidida por el consiliariode la AC en Córdoba, José Torres Molina, quedando como director el H.Matías Botet, como encargado de aspirantes el H. Arturo Alonso y comodirector espiritual el P. Roldán S. J. Alumnos de Enseñanza Media, sobretodo 6º y 7º, completaban la Junta Directiva y el cuadro de integrantes delcentro.

El centro de AC, del Cervantes, además de la parafernalia de himnos, insig-nias y banderas, que caracterizaban a este movimiento, creado en el mundoen 1922 por Pío XI y en España desde 1931 gracias a Ángel Herrera Oria, seorientó hacia actividades deportivas y de excursionismo para los alumnos queen él se integraban; realizó Círculos de Estudios; editó la revista Luz: “¡Quierael Señor y Nuestra Señora de la Fuensanta, que esta hojita lleve a todos suslectores, calor para el corazón y luz para la inteligencia”, aparece en los Anales;pero, sobre todo, se dedicó a una intensa y hermosa labor catequética y deayuda social en el, entonces, barrio occidental de las afueras de la capital,conocido como Los Olivos Borrachos. Allí compraron los maristas un peque-ño local para realizar su apostólica labor.

Varias tardes a la semana los miembros del centro de AC del Cervantes, con sudirector y alma H. Matías Botet al frente, iban a Los Olivos Borrachos a impar-tir catequesis a los niños pequeños. En vísperas de Navidad se les entregabanregalos: “Los niños de la primera categoría logran 2 jerséis de lana, 1 prendade vestir diversa, 1 boina, 1 kilo de garbanzos, 3 kilos de batatas y 2 naranjas.Los niños de 2ª categoría: 1 jersey de lana, 1 par de calcetines, 1 boina, mediokilo de garbanzos, 1kg. y medio de batatas y 1 naranja; y los de tercera catego-ría: 1 boina, medio kilo de garbanzos, 1 kilo. y medio de batatas y una naran-ja”, detallan los Anales. En primavera, se organizaba una excursión a CerroMuriano.

La Acción Católica se mantuvo muy fuerte en el Cervantes durante los añoscuarenta y cincuenta, comenzando a languidecer a principios de los sesentapor el cambio de los tiempos, por la ausencia del H. Matías (fallecido en Cas-tilleja de la Cuesta en 1965) y por falta de alumnos comprometidos. Las Actas

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de los Consejos Locales reflejan la inquietud porque esta obra no desaparecie-ra, cosa que no se pudo evitar. En 1963, el piso de Los Olivos Borrachos sealquilaba “a un antiguo alumno de las Escuelas Pías, que desea contraer matri-monio y no puede hacerlo por falta de piso”.

Salida de Torres Cabrera y fallecimiento del director

No sin dificultades, a los siete años de su fundación, el Colegio Cervantesparecía irse consolidando. El número de alumnos, sin llegar a los cuatrocien-tos deseados, se mantenía cerca de esa cifra y las visitas de los superiores delInstituto Marista terminaban siempre con un visto bueno. Incluso una señorade Belmez, Carmen Boza, ofreció la fundación de un colegio en dicho pueblo;ofrecimiento que, tras agradecerlo, el H. Provincial rechazó en mayo de 1941por falta de personal. Sin embargo, dos acontecimientos van a marcar una cri-sis en los dos últimos cursos de presencia de los maristas en la casa palacio deTorres Cabrera: la necesidad de abandonar el edificio por su venta a la familiaCruz Conde, con la consiguiente y desesperada búsqueda de nuevo emplaza-miento, y la repentina muerte del H. Agapito García, director del colegio, aca-ecida el 5 de febrero de 1942.

En noviembre de 1940, Pilar Meléndez Valdés, propietaria del palacio deTorres Cabrera, vende el inmueble a Rafael Cruz Conde, importante bodegue-ro, que fuera alcalde de Córdoba en los años veinte. A finales de ese mes, elnuevo propietario informa de palabra y mediante notario, a los hermanos, deque su intención es habitar el edificio y dedicarlo a la industria del vino. Losmaristas tendrán de plazo hasta el 25 de julio de 1942 para buscar nuevoemplazamiento al Cervantes, siendo hasta esa fecha inquilinos del señor CruzConde, una vez liquidadas sus deudas con Pilar Meléndez Valdés. Los herma-nos confían en sus Superiores Provinciales la resolución del caso, los cualesles comunican que busquen nueva sede tanto de alquiler, de compra o de nue-va planta, con preferencia de la primera alternativa.

Los Anales y las Actas del Consejo Local están repletas de la búsqueda de nue-va ubicación para el Cervantes y de los roces con Rafael Cruz Conde, que consu familia se instala en varias habitaciones de la mansión en julio de 1941,interfiriendo en la marcha del colegio y lo que era peor desde el punto de vis-ta de la época, hoy visto con gracia: “Habiendo tomado las cosas un tinte unpoco subido, puesto que el femíneo sexo pasa por el claustro con vestidos no

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muy decentes, la Dirección del Colegio tomó la determinación de hacerle unrequerimiento notarial para que cerrase las puertas que por derechos de inqui-lino, no puede abrir el propietario”. La prueba de que estos roces no irán amás, es que los nietos de Rafael Cruz Conde, estudiarán en el Cervantes, ya ensu ubicación de la plaza de la Compañía.

Los hermanos buscaban un edificio que no fuera muy viejo, que tuviera ampli-tud y contara con patio. Se desechó una casa propuesta por el sacerdote JuanAntonio Lozano; la amplísima de Rafael Castejón, en la calle de Torres Cabre-ra, desde el año 2007 convertida en hotel de cinco estrellas, se rechazó por noser muy sólida ni estar bien acondicionada; se tanteó el Palacio de los marque-ses de Viana, pero el titular, Fausto Saavedra, rehusó la petición de alquilerque se le hizo; se estudió alquilar la Academia Espinar, en la calle Pedro López,por 400.000 pesetas anuales, pero no se llegó a ningún acuerdo; la casa de losseñores Barrena y Luque se descartó ante el alto precio del alquiler, 1.600.000pesetas… Ante tan desalentadoras gestiones, a finales de julio de 1941, el H.Agapito García, a instancias del Consejo Provincial, tanteará la posibilidad deque familias pudientes y adineradas, afectas al ideario marista, costeasen laconstrucción de un colegio a partir de un solar, pero las indagaciones deldirector tendrán resultado negativo.

Comenzaba el curso 1941/42, el último del Cervantes en el palacio de TorresCabrera y el colegio no tenía aún futuro emplazamiento. Para mayor preocu-pación, el infatigable H. Agapito fallecía el 5 de febrero de 1942, tras diez díasen cama a consecuencia de una gripe que degeneró en pulmonía. Su cadáverse colocó en su despacho y ante él, en signo de reconocimiento y respeto,pasaron todos los alumnos. Fue enterrado en el panteón que tienen los herma-nos maristas en el cordobés cementerio de Nuestra Señora de la Salud, junto almausoleo de Manolete. En años sucesivos, todos los 5 de febrero, en la parro-quia a la que esté adscrita el colegio, se celebrarán funerales por su alma y porlas de los demás hermanos, profesores y alumnos del Cervantes fallecidos des-de su fundación en 1933.

El nuevo director, H. Ángel Martínez Gómez, llega el 17 de febrero desdeMadrid, y de acuerdo con el Consejo Provincial continúa buscando casa parael colegio. Se propone la adquisición de la finca Machaco para la construcciónde un colegio, pero no hay tiempo material para ello. La finca del señor Cárde-nas y la actual casa de Correos parecen una posibilidad, que se desvanece ante

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el interés del propietario de ésta, marqués de Valdeflores, en retenerla. Engeneral, el problema al que se enfrentan los maristas a la hora de alquilar cual-quier caserón es que los alquileres son muy altos y las obras de adaptación,que debería afrontar el colegio, también ascienden a grandes sumas de dinero.

En mayo de 1942, se va a vislumbrar una solución, que los maristas tomaráncomo temporal, pero que llevará al Cervantes a ocupar la plaza de Queipo deLlano (luego de La Compañía) durante treinta y un años. Merece la penacopiar los Anales en la primera vez que citan el futuro emplazamiento: “Infor-mado el H. Director de que el inmueble denominado La Compañía (calle San-ta Victoria) tenía varios locales deshabitados y de que, últimamente, el núme-ro de esos locales había aumentado con los que el antiguo administrador de lasEscuelas Pías había dejado libres al ser despedido, entabló conversaciones condon Francisco Blanco Nájera, deán del cabildo catedralicio y presidente delPatronato de las Escuelas Pías”. Como ya veremos más adelante, las EscuelasPías o Reales Escuelas de la Inmaculada son una institución educativa cordo-besa presidida por un patronato que integran los canónigos de la Catedral cor-dobesa, deán, doctoral y magistral, a la sazón en aquella época, FranciscoBlanco Nájera, Benjamín Salas Diestro y Juan Eusebio Seco de Herrera, respec-tivamente. El director de las Escuelas Pías era el sacerdote José Vallepuga yéstas languidecían por falta de personal, habitando los escasos maestros el mis-mo edificio. La intervención de Benjamín Salas Diestro, que conocía bien a losmaristas por ser delegado diocesano de Acción Católica, fue decisiva (y así loreconocerán siempre los hermanos) para que se llegase a un acuerdo. El Cole-gio Cervantes, a partir del curso 1942/43, podría ocupar varias dependenciasdel edificio de la plaza de la Compañía, con un arriendo de 6.000 pesetasanuales y comprometiéndose a efectuar las obras de adaptación que, según elpresupuesto de Rafael Díaz García, ascendían a 37.784’36 pesetas.

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El edificio y su historia

“Como auténtica limosna se ocupan las dependencias de un célebre y monu-mental patronato”. Así describe Ibáñez la llegada del Cervantes a su nuevasede de la plaza de la Compañía. Eran momentos difíciles, se mezclaban laspenurias económicas de la posguerra, con el traumático desalojo de TorresCabrera. Sin embargo, la fe de los maristas y el nombre que su labor estabaadquiriendo en Córdoba, harían que esta etapa, en la que el colegio se ubicóen la plaza de Queipo de Llano (hoy de La Compañía), fuese la segunda másdilatada de toda su historia, solo superada por los treinta y cinco años que lle-va en su actual y propia sede de la Fuensanta. Los treinta y un años en elinmueble de La Compañía verían pasar a cientos de alumnos por sus aulas ycontemplarían la auténtica consolidación del Cervantes y su elevación al nivelde los mejores colegios de Córdoba.

En cualquier caso, lo primero que llamaba la atención en su traslado, era elapego de los maristas al centro de la ciudad, sin duda por la accesibilidad queasí se podía ofertar a los alumnos. El edificio de la plaza de la Compañía esta-ba justo a espaldas de las Tendillas y casi a mitad de camino entre la primeraubicación, calle Barroso, y la segunda, calle Torres Cabrera. Sin embargo, dosaspectos diferenciaban a esta nueva sede: su monumentalidad y una larga tra-dición histórica vinculada a la enseñanza. Vamos a detenernos, precisamente,en estos dos puntos:

La historia de la inmensa casa se remonta a mediados del siglo XVI. Su propie-tario era el deán de la Santa Iglesia Catedral de Córdoba, Juan Fernández de

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Córdoba, tercer hijo del conde de Cabra, hombre de extraordinaria fortuna,generoso y de vida azarosa, que llegó a pretender el obispado de Córdoba(derrotado por Leopoldo de Austria, tío del Emperador Carlos V).

En 1540 vino a Córdoba el padre Juan de Ávila, guiándole el afán de remediarla falta de centros de educación para la infancia. Aunque sus gestiones no seconcretaron en nada, dejó sembrada la semilla en la nobleza capitalina y, pocodespués, tanto Catalina Fernández de Córdoba, marquesa de Priego, como elya citado Juan Fernández de Córdoba, brindaron casas y rentas a los primerosmiembros de la recién creada Compañía de Jesús que llegaron a Córdoba, ins-talándose en una casa de la Judería y dedicándose a la atención de hospitales,predicación y a impartir el sacramento de la penitencia. Como quiera que losjesuitas desearan encontrar un amplio lugar para crear una iglesia y un colegio,el deán Juan Fernández de Córdoba les donó la suya en 1553, con la únicacondición de que estas escuelas fueran siempre públicas. El cabildo municipalofreció unos 64.000 reales provenientes de las sobras del encabezamientogeneral de tercias y alcabalas. Sería el primer superior de los jesuitas AntonioFernández de Córdoba (hijo de los condes de Feria y marqueses de Priego,por tanto hijo de doña Catalina) y el primer rector del colegio el padre Fran-cisco Gómez. El colegio y la iglesia fueron puestos bajo la advocación de San-ta Catalina, en honor de la santa patrona de la marquesa de Priego, benefacto-ra de la fundación.

Nada quedaba del primitivo colegio de Santa Catalina cuando llegaron losmaristas en 1942. Sí se conservaba, igual que en nuestros días, la iglesia, hoydenominada parroquia de San Salvador y Santo Domingo de Silos, uno de losejemplares más interesantes del Manierismo en Andalucía, atribuible a Her-nán Ruiz II, que terminó su construcción en 1567. Los hermanos maristastuvieron una fuerte vinculación con esta parroquia, donde se celebraban lasPrimeras Comuniones y Confirmaciones del Colegio. Tres párrocos conocie-ron: José Torres Molina (1942-1950), Juan Jurado Ruiz (1950-1955) y JoaquínCanalejo (1955-1973). Con este último surgieron problemas al exigir el párro-co que las Primeras Comuniones se hicieran mezcladas con las de los demásniños de la parroquia, sin ceremonia exclusiva para los del Cervantes. Losmaristas acabarían trasladándolas a la Real Iglesia de San Pablo, dadas las exce-lentes relaciones que de siempre les habían unido con los Hijos del Corazónde María.

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El colegio de Santa Catalina, según Juan Aranda, se convirtió desde su funda-ción en el más importante de la ciudad, acudiendo a él también los colegialesde Nuestra Señora de la Asunción y del Seminario de San Pelagio, centros con-trolados por los jesuitas. Tal sería el nivel del alumnado, que en 1576, el rec-tor Gómez propondría al Ayuntamiento la creación de una Universidad, ideaque se trasladaría al Rey Felipe II y que, a la postre, no cuajaría. La fama ynúmero de matrícula se mantendría durante todo el siglo XVII y hasta media-dos del XVIII, cuando los numerosos preceptores privados que desempeña-ban su labor en nuestra ciudad, arrebatasen un importante sector del alumna-do a Santa Catalina.

A finales del siglo XVII el estado del colegio, arquitectónicamente hablando,era ruinoso y el padre Gámiz acometió, más que una reforma, la construcciónde uno nuevo, cuyo interior es el que ya conocieron los maristas y ha llegadoa nuestros días. La construcción se comenzó en 1701 y su traza y dirección seatribuyen al lucentino Francisco Hurtado Izquierdo. Dos elementos merecencomentarse de la nueva construcción: el patio y la escalera. El patio, cerrado,de planta cuadrangular, con cuatro puertas (una daba a la escalera y otra, ya enépoca del Cervantes, a los servicios), dividido en dos plantas, con ventanalesrectangulares decorados con frontones, alternando el frontón triangular y elcurvo. Para todos los que correteamos, jugamos, hicimos gimnasia o forma-mos filas en este patio, tiene un sobrenombre: el patio rojo, por su caracterís-tica pintura rojiza que destacaba sobre tonos ocres claros y en contraposicióna otro que denominábamos el patio blanco. Cuando yo tenía ocho o nueveaños y jugaba a policías y ladrones por el patio rojo, esquivando balones y cha-vales, aquel recinto me parecía enorme; cuando ya de mayor he vuelto, daba lasensación de que hubiera encogido y me parece mentira que tantos chavalescupiéramos en él. No en vano, en mis tiempos de escolar uno de los mejorespremios que nos podía tocar con el sistema de émulos, era utilizar el patio enhoras en que estuviese vacío.

El otro elemento señero de esta reconstrucción del Setecientos es la escalera,una de las más hermosas del Barroco español, algo en lo que quizás no caía-mos cuando en ordenadas filas la subíamos y la bajábamos cuatro veces al día,si estabas en una clase de la primera o segunda planta. Tomando la descrip-ción que da Alberto Villar: “La escalera es de tipo imperial y está realizada enmármol negro con embutidos en rojo, blanco y verde; abre al corredor por tres

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arcos de medio punto, con un tiro central, rellano con ventanal sobre zaguánbajo, y dos hocinos o tramos -paralelos al anterior- que alcanzan el piso altorepitiendo la triple arquería. El espacio queda cubierto por una gran cúpulasemiesférica sobre pechinas decorada con yeserías barrocas”. Cualquier alum-no que subiese la escalera sabía que, al terminar, a mano derecha se encontra-ría con una clase y con la casa del capellán del Colegio, y a la izquierda, la ven-tanita de la Administración, donde el H. Tomás te vendía, con exquisitaeducación y pulcritud, desde libros a lápices y desde cuadernos a gomas deborrar; después venía un largo pasillo y un reloj de péndulo, bajo el cual másde uno se quedaba castigado a la salida.

Poco disfrutarían los jesuitas de estas nuevas instalaciones, porque el 2 de abrilde 1767 se truncaba para siempre el futuro jesuítico del centro. Ese día, unapragmática de Carlos III ordenaba su expulsión de España. Los jesuitas deSanta Catalina fueron embarcados, de madrugada, en carruajes con destino aCádiz, de donde partirían hacia los Estados Pontificios. Aunque los hijos deSan Ignacio de Loyola volverían en el siglo XIX a Córdoba y hoy en día regen-ten una iglesia, San Hipólito, y un centro universitario, ETEA, su historia enSanta Catalina terminó en la madrugada de aquel 2 de abril. Incluso el nom-bre de la iglesia y del colegio se perderían, pero los cordobeses tributan surecuerdo a los 214 años de presencia de los jesuitas allí, conociendo a la parro-quia y a la plaza como La Compañía.

Fin de una etapa, pero comienzo de otra. Iglesia y colegio serían rápidamentereocupados. El obispo de Córdoba, Baltasar Yusta Navarro, ordenó la uniónde dos antiguas parroquias fernandinas, San Salvador y Santo Domingo deSilos, en la antigua de Santa Catalina, verificándose el traslado del Santísimo el16 de diciembre de 1782. Con respecto al colegio, de nuevo surge la figura deun deán de la Catedral cordobesa, Francisco Javier Fernández de Córdoba,que adquirió al Rey el ex colegio el 3 de agosto de 1787, con el pensamientode fundar unas escuelas gratuitas para niños pobres. Nacían así las RealesEscuelas Pías de la Inmaculada Concepción. Francisco Javier Fernández deCórdoba gastó en la reedificación y arreglo del edificio más de 300.000 realesy lo dotó con la finca del Rosal, camino de Santa María de Trassierra, y la cre-ación de una escuela para niñas en el Pozanco de San Agustín. Las Escuelasabrieron sus puertas el 18 de agosto de 1791, siendo sus primeros maestrosFelipe Golmayo y Julián Álvarez, que seguían el método de enseñanza de la

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Real Escuela de San Isidro de Madrid y del Real Sitio de San Ildefonso. Desdeentonces hasta nuestros días, han seguido funcionando, estando gobernadassegún voluntad de su fundador y con la exigencia de la gratuidad, por unpatronato integrado por los canónigos de la Santa Iglesia Catedral de Córdobaque ocupasen los puestos de deán, magistral y doctoral (el mismo patronatodel vecino colegio de Santa Victoria, creado en 1753 y que desde el 21 dejunio de 1888 tiene concedida la gestión del centro a las madres escolapias).

Entre las reestructuraciones que se acometen para su reapertura en el veranode 1791 destacan las de la fachada exterior, en la que se mantienen los doscuerpos con vanos de medio punto rebajado; sobresale la portada principal,con un ingreso formado por un arco convexo enmarcado por pilastras jónicas.En el piso superior se abre una amplia balconada que daba al salón de actos.Los planteamientos de esta reforma se han atribuido al francés Baltasar Dreve-ton, autor del colegio de Santa Victoria.

No habría más retoques arquitectónicos importantes. A este colegio, cargadode tradición e historia, llegaban los maristas en 1942. El recinto tenía trespuertas exteriores: la principal, que daba la plaza de la Compañía entoncesdenominada plaza de Queipo de Llano, era utilizada por los niños de lasEscuelas Pías; la de la calle Santa Victoria era por donde entrarían y saldrían,al principio, los alumnos del Cervantes, mientras que una puerta de la calleJuan de Mena era la que daba acceso a las niñas de las Escuelas Pías. Con losaños, el mayor volumen de alumnos del Cervantes, haría que la primera entra-da se destinase para ellos mientras que los de las Escuelas Pías entrarían porJuan de Mena.

El Cervantes estrena sede provisional... para 31 años

El 1 de junio de 1942 se inician las obras de acondicionamiento de las aulasque el patronato alquila al Cervantes y, según consta en los Anales, el 14 dejulio siguiente, a las 4 de la mañana, en camiones cedidos por la familiaCruz Conde, se inicia el traslado de muebles y material de enseñanza des-de el palacio de Torres Cabrera a la nueva sede. La mudanza se prolongaráhasta el 24 de dicho mes, en que el H. Ángel Martínez, director del Cervan-tes, hace entrega de las llaves que la comunidad poseía de la que había sidosu vivienda y lugar de trabajo durante siete años, a Antonio Cruz Conde,hijo del propietario.

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A finales de agosto de 1942 llega para hacerse cargo del puesto de director delcolegio el H. Amador Ibáñez Alonso, partiendo el H. Ángel Martínez para elColegio Nuestra Señora de la Victoria de Málaga. En septiembre, el Cervantesinicia su andadura en la nueva ubicación de la plaza de la Compañía, estandoconstituida la Comunidad por los siguientes hermanos:

H. Amador Ibáñez Alonso Director

H. Victoriano Ruiz Yoldi Subdirector y 5º Bachiller

H. Baltasar Revilla Aráus Administrador

H. Tomás Corral Castresana Ingreso

H. Matías Botet Quintana 7º Bachiller

H. Luis Falgás Riera 1º Bachiller

H. Martín Robledo González 4º Bachiller

H. Segundo Merino Ramos 6º Bachiller

H. Esteban Gallo Manzanedo 3º Bachiller

H. Luis Rodríguez González 2º Bachiller

H. Florentino Asenjo Bañuelos Grado Medio

H. Juan González Ortiz Elemental B

H. Ricardo Plagaro Cobo Elemental A

Es de destacar que se suprime la clase de Párvulos, por falta de espacio, y laElemental se desdobla en dos. Completaban el cuadro de profesores los segla-res, Carlos Sánchez como profesor de Griego, Filosofía e Historia de 6º deBachiller, el comandante José María Sánchez como profesor de Gimnasia yAdolfo Ruiz, profesor de Alemán.

Todo apuntaba a la provisionalidad del nuevo emplazamiento: la escasez deespacio concedido, la falta de luminosidad y exceso de humedad, el compar-tirlo con las Escuelas Pías, pero, sobre todo, la tirantez de relaciones con dosmiembros del Patronato, el deán, Francisco Blanco Nájera y el magistral, JuanEusebio Seco de Herrera, a la sazón director del Monte de Piedad y Caja deAhorros de Córdoba. Esta tirantez, que se mantuvo durante todo el curso1942/43, se debía a malos entendidos y al temor de los patronos de que losmaristas quisieran perpetuar y ampliar su presencia en el viejo caserón de LaCompañía, llegando aquéllos a ponerle a éstos un plazo tope de tres años para

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la ocupación de las aulas a ellos asignadas. De esta época son frases en los Ana-les tales como: “Quiera la Virgen Santísima de la Fuensanta, tocarlo (al magis-tral) con su mano suave para que las bases 2ª, 3ª, 5ª, 6ª y 7ª puedan mejorar-se en provecho del Colegio”, o, tras la visita a las tumbas de los dos hermanosfallecidos en Córdoba, “... que habrán de interesarse porque nuestra obra enCórdoba no perezca ¡Quiera el santo H. Agliberto (nombre de profesión del H.Agapito García) que tanto sabe de nuestras necesidades, darnos la soluciónque mejor cuadre con la mayor gloria de Dios!”.

Para aumentar más las cuitas de los maristas, su protector, el doctoral Benja-mín Salas Diestro era nombrado Abad-Párroco de Logroño y tenía que partirde Córdoba. El H. Amador Ibáñez acude a despedirlo a la estación y suyas sonlas palabras que recogen los Anales: “Pierde el colegio un comprensivo amigoque con sus consejos desinteresados venía orientándonos en el camino de nues-tras relaciones con los Patronos, de quienes depende nuestra situación actual enCórdoba. ¡Quiera el Señor, que parece nos priva de todo apoyo humano, sernuestra única esperanza! In te, Domine, speravi... Nisi Dominus aedificaverit”.

Tanto por buscar una solución definitiva, como por demostrar a los patronos suvoluntad de ocupación temporal, el Cervantes, durante los cursos 1942/43,1943/44 y 1944/45 seguirá buscando un emplazamiento. El Palacio Gelo; elantiguo Gobierno Civil, propiedad del marqués del Mérito, en la Avenida delGran Capitán; un solar de la calle Cruz Conde que se vendía a 1.100 ptas. elmetro cuadrado; un garaje frente a la Plaza de Toros de Los Tejares; los almace-nes de carbón Carracedo, en la calle Reyes Católicos; un solar en los jardines dela Merced, frente a la Torre de la Malmuerta y la huerta del convento de los PP.Capuchinos, son posibles sedes que tantean los maristas en estos años. No seconcreta nada, pero las dos últimas opciones, jardines de la Merced y huerta delos Capuchinos, son las que parecen tienen más posibilidades. En cualquiercaso, las relaciones con los patronos se van suavizando, gracias a los continuosgestos de buena voluntad de los hermanos y a la buena marcha del colegio.

En octubre de 1943, y procedente de La Merced de Murcia, llega un nuevodirector para el Cervantes, el H. Esteban Fermín Azpilicueta, pasando el H.Amador Ibáñez a dirigir el Escolasticado de Castilleja de la Cuesta. Los Anales,que a partir de entonces comienza a escribir el nuevo director, van reflejandola mejora de las relaciones con los patronos; así, cuando a mediados del curso1944/45, fallezca el magistral Juan Eusebio Seco de Herrera, se escribirá: “Con

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él firmamos el contrato de arrendamiento del local que ocupamos y aunque deapariencia algo adusta, era bueno y afable y particularmente en el último añomanifestó verdadera simpatía por nuestra obra. El Señor se lo haya recompen-sado”. En agosto de 1945, el deán Francisco Blanco Nájera será nombradoobispo de Orense y ya no quedarán en el patronato ninguno de los patronoscon los que los maristas habían firmado el contrato inicial.

La dignidad de deán tardará mucho en ser ocupada, pues quedará vacantehasta abril de 1948 cuando sea nombrado José María Padilla Jiménez, pero lasotras dos, cubiertas por oposición, lo serán pronto. La de magistral la ganaráFélix Romero Mengíbar y la de doctoral Narciso Tibau. Particular alegría mos-traron los hermanos por este nombramiento, al ser gran amigo de los maristasde Lérida y tener un carácter muy agradable: “Consideramos en lo que a noso-tros afecta su nombramiento, como un favor de Dios y una protección más dela Virgen Santísima de la Fuensanta, a quien invocamos todos los días paraque bendiga al Colegio y le busque solución al problema del local”.

La solución, ciertamente, iba a ser providencial. Un nuevo director se iba ahacer cargo del Cervantes a partir de septiembre de 1945, el H. Epifanio delVal Ruiz, procedente de La Inmaculada de Granada. En enero de 1946, lacomunidad inicia una novena a la Virgen para solucionar el problema “casa”;novena que se repite a partir del 1 de febrero. Al día siguiente, el H. Epifaniodel Val y el H. Matías Botet, subdirector, visitan a Félix Romero en su despachode director del Monte de Piedad, con el fin de solicitarle un préstamo para laposible compra de la huerta de Capuchinos o del solar de los jardines de laMerced. El magistral los sorprenderá con la siguiente propuesta: “¿Entraría enlos planes de ustedes el quedarse con la dirección de las Escuelas Pías y poderampliar su Colegio con los locales que ahora ocupan los maestros?”. Los doshermanos no salen de su asombro, mientras don Félix insiste en lo beneficio-so que para ambas instituciones sería llegar a un acuerdo, en que los maristaspagarían el alquiler simplemente poniendo a los hermanos al frente de lasaulas de las Escuelas del Patronato. La superioridad marista deberá ser con-sultada, pero ese 2 de febrero de 1946 puede ser considerado un día históricopara el Cervantes: “Gracias sean dadas a Dios Nuestro Señor y a la SantísimaVirgen, por esta prometedora esperanza de disponer en fecha próxima de con-veniente local para el Colegio, cosa tan deseada y buscada en Córdoba duran-te estos últimos años”, dicen los Anales.

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Ese día finalizaban algo más de cinco años de incertidumbres y angustias, ini-ciadas en noviembre de 1940 con el anuncio del desalojo del palacio de TorresCabrera. Se había cambiado de emplazamiento, se había buscado desesperada-mente otro, y se conocieron momentos en que el Cervantes desconocía sufuturo inmediato. Esta crisis de madurez de la Institución Marista en Córdobahabía provocado que, de los veinte directores que el colegio ha tenido en sussetenta y cinco años de existencia, cinco, se sucedieran en este período de seisaños. Ahora, el H. Epifanio prolongaría su dirección hasta 1951, cuando sellegaba a los cuatrocientos alumnos del Cervantes y doscientos cincuenta delas Escuelas Pías, con dieciocho hermanos y seis profesores seglares. Durantetreinta y un años los hermanos sacarán el máximo partido al viejo caserón deLa Compañía, para adecuarlo a gran colegio y casa de comunidad, volcandosus afanes en la educación y enseñanza, tanto de los alumnos gratuitos de lasEscuelas Pías, como de los de pago del Cervantes.

La vida académica

La vida académica fue similar en los años cuarenta, cincuenta y sesenta. ElCervantes ofertaba Primera y Segunda Enseñanza, aparte de servicio de mediapensión, almuerzo y merienda. El ingreso al Colegio se hacía con 6 años y jun-to a la matrícula se debía presentar fe de bautismo extendida por el párroco ycertificado de revacunación y de estar exento de enfermedad contagiosa. LaPrimera Enseñanza constaba de cuatro grados: Párvulos, Elemental, GradoMedio y Superior. Al finalizar el curso Superior, para acceder a la SegundaEnseñanza, se debía aprobar el Examen de Ingreso, razón por la cual, al últimocurso también se le llamaba Ingreso.

Con 10 años, si no se había repetido, se iniciaba la Segunda Enseñanza o Bachi-ller que constaba de siete cursos. Al finalizar 4º se podían interrumpir los estu-dios y, superando un examen estatal, Revalida de 4º, acceder a carreras de gra-do medio: Magisterio, Peritos, etc. Con 16 o 17 años se terminaba 7º deBachiller y, si lo aprobaba, el alumno también debía aprobar, primero en Sevi-lla y años después en Córdoba, el Examen de Estado o Reválida para obtener eltítulo de Bachiller y acceder a la Universidad. El 7º de Bachiller, o Curso Preu-niversitario (el Preu) como se denominó desde mediados de los cincuenta, eraun curso muy duro en que los maristas preparaban a conciencia a los alumnos,a base de obligarlos a memorizar enormes listas de fechas, lugares, nombres y

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acontecimientos: “... Y lo peor de todo era que te lo podían preguntar en aquelmaldito examen. Don Teófilo (el H. Esteban Fermín) una y mil veces nos hacíaestudiar aquellas listas y las preguntaba con frecuencia con tal machaconeríaque nos las incrustaba en nuestros lóbulos cerebrales”, recuerda Font de Dios.Y es que, tal y como se refleja en los Anales, uno de los anhelos de los herma-nos era que el máximo número de alumnos presentados, superase la Reválida.La mayor parte de las veces, el resultado era positivo, pero cuando no lo era,como en julio de 1946, los maristas también lo reflejaban: “Malas noticias nosllegan en los primeros días de julio sobre el resultado de los exámenes de nues-tros alumnos en la Universidad Hispalense. Tan sólo 2 de los 13 presentadosaprueban el escrito y salen bachilleres. Dios quiera que esta lección sirva pararectificar deficiencias y estimular más al estudio a las sucesivas promociones”.

Tiempos gloriosos y heroicos, tanto para alumnos como para profesores deSegunda Enseñanza, fueron los años cuarenta, cincuenta y sesenta, sobre todo silo comparamos con las facilidades para el estudio y el bajo nivel de conocimien-tos actuales. Para hacernos una idea, tomemos los datos del final del curso1948/49 que nos brinda en su obrita Eduardo Font de Dios: “Terminamos 7ºaquel curso en Cervantes catorce alumnos. En Cultura Española unos veinte. EnSalesianos treinta o cuarenta. En el Instituto otros tantos. En la Academia Espi-nar unos veinte. Entre los Institutos de Cabra y Peñarroya-Pueblonuevo, otroscuarenta y cinco. ¡Ciento sesenta, aproximadamente, en toda la provincia deCórdoba! Después de la criba de la Reválida, pudimos tener acceso a la Univer-sidad, ese año, unos sesenta alumnos”. En el curso 1972/73, último del Cervan-tes en la plaza de la Compañía, los datos habían variado enormemente. El totalde alumnos que terminaban lo que ya se denominaba Curso de OrientaciónUniversitaria (COU) era de 501, sólo en los centros privados: San Francisco deSales (212), El Carmen (80), Bética, de la Institución Teresiana (79), Cervantes(70) y La Salle (60). Gran variación de número que revela un cambio de tiem-pos, sin necesidad de entrar a valorar el cambio de mentalidad y actitudes de unbachiller de finales de los años cuarenta con uno de principios de los setenta.

El curso se iniciaba para la Primera Enseñanza a principios de septiembre ypara la Segunda a principios de octubre, ambas terminaban a finales de junio,verificándose los exámenes de Ingreso y Reválida a principios de julio. Duran-te el verano y durante el tiempo que fijase la Dirección del colegio, se impar-tirían dos horas diarias de clase a los alumnos de Bachiller que hubieran

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quedado con alguna asignatura pendiente para septiembre. Las vacacionesescolares ya las reflejamos en un apartado anterior, digamos aquí que, sema-nalmente, había vacación, primero, el domingo y la tarde del jueves, luego eldomingo y la tarde del miércoles (si eran festivos, los días previos inmedia-tos), cambiándose a mediados de los sesenta por los sábados. Las clases de Pri-mera y Segunda Enseñanza tenían horario de mañana de 9 a 12’30 y, por latarde, de 15 a 18 los de Primera Enseñanza y de 15 a 19 los del Bachiller.Había recreo de media hora por la mañana y otro por la tarde, efectuándose envarios turnos, para aprovechar mejor las capacidades de los dos patios.

Las faltas de asistencia y de puntualidad se controlaban muy estrictamente ydebían justificarse inmediatamente. Igualmente, las faltas de conducta se san-cionaban, incluso con la expulsión. El profesor repartía su hora de clase enexplicar, hacer ejercicios y preguntar la lección diariamente. Los exámenesfuertes eran los trimestrales y, por supuesto, los de Ingreso y Reválida. Sema-nalmente se informaba a los padres, a través de un Boletín de Notas, de la mar-cha académica (conocimientos, aplicación y conducta) de sus hijos, aunquecon el tiempo quedaría el Boletín como mensual. Ciertamente la enseñanzaera dura, pero pocos antiguos alumnos del Cervantes podemos encontrar quela critiquen con la perspectiva de los años y, en cualquier caso, los recreos,excursiones y días de vacación, se cogían con muchas más ganas que ahora.

El tema de los premios formaba parte, desde el principio, de la educaciónmarista. Ya comentamos en la primera parte de nuestro trabajo el sistema deémulos, que acarreaba como premio algún que otro recreo extra. Cada mes, laentrega del Boletín de Notas, la efectuaban el tutor y el director y también caí-an premios: “Como olvidar el momento del reparto mensual de aquella cartu-lina acreditativa del cuadro de honor. Recuerdo el momento... el hermanodirector, en este caso Epifanio del Val, entraba por las clases portando su viejacaja de carne de membrillo repleta de golosinas y lista para ser repartida entrelos que merecían la barrita de regaliz, y para los del cuadro de honor había has-ta caramelos y, por supuesto, el orgullo de ver su foto enmarcada”, escribía JulioSánchez Luque en el número 5 de Eco Marista. El Cuadro de Honor consistía enque tu foto de carné figurase en un cuadro que, desde el curso 1957/58, men-sualmente se exhibía en el vestíbulo de entrada del colegio y en la entrega de unpequeño diploma, para ello debías tener conducta y aplicación excelentes todaslas semanas y sacar un promedio de notable, sin ningún suspenso. Dependiendo

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del número de cuadros de honor que hubieras obtenido en un curso y de tusresultados finales, tenías opción a diploma, medallas de bronce, plata u oro, oel gran premio, la cruz de oro; en ocasiones estos premios se acompañaban dealgún regalo en material escolar. También se incluían diplomas y trofeos pordeportes, asistencia y buena conducta. En la presidencia de la ceremonia deentrega de premios se situaban el hermano director, el gobernador civil, el dele-gado del Ministerio de Educación y algún personaje ilustre de Córdoba, vincu-lado al Colegio Cervantes. Al principio la entrega se realizaba a final de curso,de acuerdo a un programa similar a este de 1948 para la Enseñanza Primaria:

1. Apertura.2. Reparto de Diplomas.3. Canto.4. Nombramiento del resultado de los Grados Preparatorio y Medio.5. Canto.6. Nombramiento del resultado de los Grados Elemental A y B.7. Reparto de premios.8. Himno Nacional.

Posteriormente, en los años cincuenta, al aumentar el número de alumnos, laentrega de premios se realizaba enmarcada en un gran acto cultural, a finalesdel primer trimestre, generalmente el día de la Inmaculada, que el Cervantesorganizaba en el Gran Teatro o en el Cine Góngora. Este último espacio eracedido gratuitamente por su propietario, José Manuel Ramos García-Peña,antiguo alumno marista del Colegio Chamberí de Madrid, “para que las fami-lias pudieran disfrutar de la justa gloria que les corresponde en el triunfo desus hijos”. Las Escuelas Pías también realizaban actos similares, presididos porlos patronos, generalmente en el salón de actos del colegio. Durante estas fies-tas, siempre se organizaba una rifa para obtener dinero para obras de caridad(catequesis, Seminario, Noviciado, Proemigrantes, misión en Bolivia, capilladel colegio, Flores de Martirio y otras obras piadosas). Este fue el programa dela entrega de premios del 8 de diciembre de 1960 en el Góngora:

1. Palabras de un alumno.2. Actuación del Orfeón.3. Palabras del H. Director.4. Reparto de Premios.5. Película.

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Ese año de 1960 fue el primero que se exhibió una película al terminar laentrega de premios, cuando hasta entonces se representaba una obra de teatro.El H. Carlos Rubio, por entonces en Cervantes, nos cuenta que el film que seproyectó fue el titulado Un ángel pasó por Brooklyn, tercer trabajo entre el direc-tor húngaro con nacionalidad española Ladislao Vajda y el niño Pablito Calvo.

Para finalizar, hagamos una referencia a los honorarios de los alumnos, que elCervantes cobraba, y a la evolución de su matrícula:

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CCoommppaarraacciióónn mmeennssuuaalliiddaaddeess aa aabboonnaarr ppoorr llooss aalluummnnooss ddeell CCeerrvvaanntteess

Grado 1948/49 1962/63

Inicial 40 ptas. 250 ptas.

Elemental 50 ptas. 275 ptas.

Medio 55 ptas. 300 ptas.

Ingreso 60 ptas. 325 ptas.

1º Bach. 70 ptas. 375 ptas.

2º Bach. 75 ptas. 375 ptas.

3º Bach. 80 ptas. 375 ptas.

4º Bach. 85 ptas. 475 ptas.

5º Bach. 90 ptas. 475 ptas.

6º Bach. 100 ptas. 500 ptas.

7º ó Preu 130 ptas. 600 ptas.

EEvvoolluucciióónn aalluummnnooss mmaattrriiccuullaaddooss eenn eell CCeerrvvaanntteess

Grado 1963/64 1967/68 1971/72

Preuniversitario 27 44 -

140

220

735

1.095

5º y 6º Bachiller 80 90

Bachiller Elemental 337 389

1ª Enseñanza 372 438

Total 816 961

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Las actividades extraescolares

Las actividades extraescolares tuvieron siempre gran importancia en el Cer-vantes. Desde los recreos “extras” para los triunfadores de los émulos, a lasexcursiones campestres; desde las actividades deportivas a las veladas y con-cursos literarios del Día del Libro y de Miguel de Cervantes; y desde las vela-das lírico-musicales en honor de Marcelino Champagnat a cualquier acto reli-gioso presidido por los sucesivos capellanes del Colegio (Juan AntonioLozano, José Vallepuga, los padres Roldán y Carrillo de Albornoz SJ, LeandroFanlo CMF, José María Bolívar CMF, Antonio Gil y Valeriano Orden) o párro-cos de La Compañía (José Torres, Juan Jurado y Joaquín Canalejo).

Pongamos un ejemplo de velada en honor de Marcelino Champagnat, que en1948 se vinculó a la Asunción de la Virgen María, dogma por el cual postula-ba España, y que fue concedido dos años después por el Papa Pío XII, acto alque también solemnizarían los maristas:

1. Palabras de presentación.

2. Conferencia: La Asunción en España, por don Narciso Tibau.

3. Canto Quiero Madres (4 voces).

4. Estampa lírica en honor de la muerte y Asunción de Nuestra Señora(alumnos).

5. Canto Assumpta est María.

6. Corona poética, por el hermano subdirector.

7. Canto rítmico por alumnos pequeños.

8. Al Instituto Marista, por R. S. Contreras.

9. Canto regional.

10. Palabras finales.

11. Himno al Venerable Fundador.

Particular solemnidad y preparación tuvieron los actos en honor de la Beatifi-cación de Marcelino Champagnat. Sucedida ésta el 29 de mayo de 1955, seproclamó Año Champagnat el curso 1955/56. La iglesia de la Compañía, con suretablo decorado con un enorme lienzo que representaba al nuevo Beato ante

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la Virgen María, albergó un Triduo Sacro del 16 al 18 de febrero de 1956, quecelebraron José Vallepuga (capellán del Cervantes), Joaquín Canalejo (párrocode La Compañía) y José María Padilla (deán de la Catedral). En él predicaronel flamante magistral, Juan Jurado Ruiz, que habló de Marcelino como educa-dor y del papel de la Virgen; el doctoral, Narciso Tibau, que estudió al Beatocomo hombre; y el obispo, fray Albino González, que desarrolló el tema deChampagnat como Santo.

Ocasionalmente, y con motivo de alguna festividad, los hermanos llevaban alos alumnos a algún pase cinematográfico matinal, bien en el cine Góngora,en el Gran Teatro o en el hoy desaparecido cine Duque de Rivas.

Las excursiones campestres siempre eran tema grato para los hermanosmaristas y donde desarrollaban ampliamente su pedagogía de la presencia. Y,claro está, mucho más grato era aún, para los alumnos participantes. LaFuente de la Raja (por la Carrera del Caballo), los Baños de Popea en Trassie-rra, Cerro Muriano, Obejo, el Puente de Hierro también conocido como LaPalomera pasando el barrio del Naranjo, el Cañito Bazán, las Ermitas, Almo-dóvar o el Castillo de Maimón, eran los lugares habituales para llevar a loschavales. Unas veces andando, otras en tren (Cerro Muriano y Almodóvar) yotras en autobús (Obejo), las excursiones eran cuidadosamente preparadas yquedaban reflejadas en los recuerdos de los Anales, como ésta a Cerro Muria-no el 7 de junio de 1941, con 120 alumnos: “Junto a la fuente del puebloacampó el grupo expedicionario y con buen apetito y excelente humor sevaciaron las fiambreras y botellas que algunos disimuladamente llevaron. Latarde transcurrió en el tobogán de las Arenillas y colinas vecinas. Finalizada latarde se organizaron algunas compañías de Lope de Rueda que divirtieron a laconcurrencia. Como acto final fue la iglesia del pueblo que nos abrió suspuertas para rezar el Santo Rosario y dar gracias por el buen día pasado sinpercance alguno”.

Cualquier antiguo alumno del Cervantes podrá recordar estas excursiones,en las que, a medida que avanzaban los años, se iban perdiendo detallescomo el rezo del Rosario, pero otros permanecían inmutables como la alga-rabía infantil, los partidillos de fútbol, los juegos, los pequeños accidentes,la belleza de la sierra cordobesa, el buen sabor del bocadillo... y la eternapresencia del sonriente hermano, tan serio en clase, ahora dispuesto lo mis-mo a jugar que a comer, que a contar chistes, con sus alumnos. Por poner

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un recuerdo de un antiguo alumno, recurramos de nuevo a Eduardo Fontcuando, cincuenta años después, rememora una excursión a Almodóvar enmayo de 1945, estando en 3º de Bachiller: “Visitamos el castillo durante lamañana y posteriormente nos encaminamos al pantano de la Breña, dondeconsumimos la merienda que nos habían preparado en casa. Para beberagua teníamos que descender a la base de la presa, por una interminablefila de escalones. Cuando conseguíamos llegar a arriba de nuevo, la sed vol-vía a estar presente. Luego, hasta nuestro regreso a Córdoba en tren, nosfuimos al río Guadalquivir, donde pasamos a la otra orilla en una enormebarcaza que se deslizaba por la superficie impulsada por una maroma queatravesaba el río. Volvía a pasar sed y no tuve ningún reparo en beber aguade la corriente del Guadalquivir. Me imagino que aquel día a mi madre se lefue la mano de sal en la tortilla de patatas o quizás me puso jamón comoalgo extraordinario”.

Cuando se instaura el Preu, se inicia la práctica de los Viajes Fin de Estudios,que solían realizarse durante el tercer trimestre. Del primero que tenemos noti-cia a través de las Actas del Consejo Local es el del curso 1959/60, que tuvocomo destino Madrid y alrededores. El del curso 1964/65 ya contemplaba finesmás lúdicos y menos culturales, pues el objetivo escogido fue Mallorca.

Los deportes también gozaron desde un principio de gran importancia en elCervantes. Los patios del colegio de La Compañía permitieron desarrollar lapráctica del baloncesto y voleibol, deporte el primero en el que siempre des-tacó el Cervantes en las competiciones entre centros educativos provincialesy regionales. El deporte de la canasta comenzó a practicarse de una maneraorganizada en 1941 con motivo de la participación de Cervantes en el pri-mer campeonato provincial escolar del que se tiene constancia. El combina-do de los maristas compartió liga con Cultura Española, Instituto Góngora,Cuartel Central y Academia Hispana. Venció Cultura Española, que fue elcentro que introdujo el baloncesto en Córdoba en 1936, por delante delCervantes. Los títulos tardaron en llegar a las vitrinas del Cervantes. No fuehasta 1956 cuando llegó la primera celebración al vencer el conjunto seniorla final de la liga provincial a costa del Rayo OJE (28-12). En aquella épocala liga senior era la competición más importante en la que participaban loscombinados de la época. La primera liga de categorías base conquistada porCervantes llegó en 1958.

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En los años sesenta el Cervantes acudía con frecuencia para utilizar lasmagníficas pistas del Polideportivo de la Juventud, recién construido en elSector Sur. Ajedrez y ping-pong eran otros deportes que desde los años 40pudieron practicar los alumnos. El fútbol, el deporte rey en España, sufríael problema de la limitación del espacio: el patio rojo era una zona de “altadensidad” de balones en los recreos y pillarlo sólo era un bien tremenda-mente preciado; por ello, para las competiciones, el Cervantes recurría a losestadios de América, de las Electromecánicas o el Enrique Puga en elMarrubial.

Desde 1955, el problema del espacio se vio aliviado con la compra por losmaristas de un solar en el Brillante, con vistas a futura sede del colegio coninternado pero que en el interim se adaptó para crear varios campos pequeñosde fútbol. Allí iban los alumnos los jueves por la tarde y los domingos por lamañana a jugar y a soñar con emular a aquellos ídolos que sólo les eran cono-cidos por los cromos, primero, y por las retransmisiones televisivas dominica-les después. Por cierto, que el H. Carlos Rubio nos brinda el preciso dato deque el primer aparato de televisión llegó a la comunidad marista cordobesa en1963.

No puedo, en este punto, dejar de contar mi propia experiencia. En 1969, ami clase de 3º de Primera Enseñanza, se la dividió en cuatro equipos a los cua-les se les entregó la equipación deportiva correspondiente: a uno la del RealMadrid, a otro del Atlético de Bilbao, a otro del CF Barcelona y al mío, la cami-seta amarilla y el pantalón azul de la UD Las Palmas, un equipo modesto quepor entonces se codeaba con los grandes. La ilusión infantil fue tal que, aúnhoy en día, mantengo mi absoluta fidelidad al equipo canario, a pesar de lasmalas rachas que ha pasado desde entonces.

La gimnasia también ocupó un lugar en las asignaturas, pero si la citamosentre las actividades extraescolares es por las demostraciones de gimnasia einstrucción premilitar que el Frente de Juventudes organizaba en la Plaza deToros durante los años cuarenta y a las que Cervantes asistía. Citemos, parailustrar este hecho, la sin par pluma del H. Amador Ibáñez cuando recoge enlos Anales la demostración del 21 de enero de 1943: “Es llevada a cabo porlos colegios de Cultura Española y Cervantes. Allí se aprecia de visu la buenacategoría de alumnos que ellos poseen, y lo mejor disciplinados que los tie-nen. Hacen alarde del número y llevan hasta los de Ingreso; y van todos los

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hermanos (il faudra épater) hasta el administrador y el que hace las compras.En los ejercicios queda Cervantes a la altura, y hasta ejercicio hay, que soloCervantes puede desarrollar”.

Desde mediados de los cuarenta, buscando uniformidad y para evitar las dife-rencias de calidad en las prendas deportivas entre los alumnos, el Cervanteshizo obligatoria para las clases de Educación Física y las competiciones conotros colegios, la camiseta roja con vueltas blancas y el escudo del centro, quedesde entonces hasta nuestros días han llevado cientos de alumnos. Los colo-res rojiblancos del Cervantes se harían tan conocidos en las competicionesdeportivas de Córdoba como los verdes de Cultura Española o La Salle, losazules de San Francisco de Sales (salesianos) o los aurinegros de Virgen delCarmen (carmelitas).

Tres actividades culturales/deportivas podemos añadir a todo lo escrito has-ta ahora. Desde los años sesenta se inicia en el Cervantes la práctica de loscampamentos de verano, para alumnos y con alumnos mayores y algún her-mano como monitores, que, consolidado en los setenta y ochenta, se man-tiene hasta nuestros días, teniendo como destinos tradicionales el Puerto deSanta María y Sabinillas, cerca de Estepona o Villa Onuba, en la Sierra deHuelva. En Villa Onuba, además, los hermanos siempre pasaban veinte díasde retiro.

En el curso 1966/67, un equipo del Cervantes, dirigido por el H. MaurinoOrtega González, participó con éxito en el concurso deportivo-cultural Cesta ypuntos, que a escala nacional organizaba Televisión Española, presentado porDaniel Vindel. Y desde 1971, y de la mano de los HH. Eufrasio y Juan Larios,se creó en el Colegio una sección del movimiento Scout.

Finalmente, decir, que aunque la Acción Católica en el Colegio Cervantes ter-minó desapareciendo al final de los años sesenta, otras actividades benéficassurgieron para los alumnos del colegio, siendo la principal la Campaña deNavidad, organizada por Cáritas Diocesana desde principios de los sesenta, yque recogía tanto donativos en metálico como ropa usada. El Día del Hambre(1 de febrero), el Domund, la misión marista en Bolivia, o cuestaciones ocasio-nales para paliar los daños provocados por las inundaciones, lo mismo enSevilla que en la India, eran otros momentos del curso para comprometer lagenerosidad de los alumnos y sus familias.

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Las relaciones externas

Es norma de la Institución Marista tratar de mantener siempre correctísimasrelaciones con el resto de los colegios, con las autoridades civiles y eclesiásti-cas de la ciudad y con cuantas personas pudieran ser sus benefactores en unmomento dado. Igualmente, los hermanos eran tremendamente agradecidoscon quienes les mostraban favor.

Así, los hermanos tendrán continuos gestos de buena voluntad con los miem-bros del Patronato “Deán Francisco Javier Fernández de Córdoba”; con lospárrocos de La Compañía, cuya colaboración era tan necesaria tanto para losactos del colegio como para la vida religiosa de la comunidad; realizarán visi-tas para felicitar la onomástica y presentar nuevo director a los sucesivos obis-pos de Córdoba, Adolfo Pérez Muñoz (1920-1945), fray Albino GonzálezMenéndez-Reigada (1946-1958), Manuel Fernández-Conde y García delRebollar (1959-1970), el vicario capitular y canónigo magistral Juan JuradoRuiz (1970-1972) y José María Cirarda Lachiondo (1972-1978). Igualmentepara presentar a nuevos directores del Cervantes se visitará siempre al gober-nador civil (Vignote y Vignote, Macián Pérez, Risueño Catalán, Ortí Meléndez-Valdés, Revuelta, Barquero y Barquero, Mateu de Ros, Landín Carrasco, Pela-yo Ros, Gutiérrez Rubio, Hernández Sánchez, Mariano Nicolás, Pérez Beneyto,Herrera, Ansuátegui y Esteban Mompeán, sucesivamente).

Vecina del Cervantes, pues su sede canónica se situaba en la parroquia de la Com-pañía, era la Hermandad del Santo Sepulcro; antiquísima cofradía penitencial,desde 1820 y hasta 1966 procesión oficial de la Semana Santa cordobesa. En suestación de penitencia del Viernes Santo, la acompañaban la Virgen de los Dolo-res, representaciones de las demás cofradías y las autoridades civiles, religiosas ymilitares. Desde 1953, también el Colegio Cervantes figuró en el cortejo procesio-nal, al formarse con alumnos de este centro y bajo la dirección del H. PedroLacheta Reta, la Escolanía del Santo Sepulcro. Vestidos con túnica negra y roque-te rojo, acompañaban Cristo muerto cantando motetes. La Escolanía mantuvo suactividad y presencia hasta 1965, último año que realizó la estación de penitencia.

Los Anales recogen la asistencia, el 25 de agosto de 1941, al acto de salida delnuevo diario Córdoba: “Tiempo hacía que esa necesidad de un rotativo de estasdimensiones se echaba de menos en la sultana de Andalucía. A la inauguración,invitados por el director del diario, asistió una representación del Colegio”.

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En el terreno educativo asistían a la inauguración del curso escolar en el Insti-tuto de Bachillerato de la ciudad y mantenían muy estrechas relaciones conotras órdenes relacionadas con la enseñanza, como jesuitas, salesianos y her-manos de las Escuelas Cristianas. Los primeros mantuvieron una intensa asis-tencia espiritual a los alumnos del Cervantes (Congregaciones Marianas, Ejer-cicios Espirituales) y éste no dudó en acudir a cuantos actos se organizabanen San Hipólito (Centenario fundacional, fiesta de San Estanislao, etc.), desta-cando en la relación los jesuitas padre Roldán y padre Fernández Cuenca.

Los salesianos llevaban en Córdoba desde 1901 con una labor educativa ypopular tremendamente apreciada por los cordobeses, que llenaban de hastanovecientos niños en los años cuarenta las aulas del San Francisco de Sales;su sencillez sirvió para que los maristas conectaran muy bien con ellos, tantoal nivel de alumnos como de comunidades, gozando siempre para el Cervan-tes de gran prestigio por su veteranía. Los Anales recogen multitud de actos enque ambas comunidades se invitaban mutuamente (Fiesta de San José, Veladade la Inmaculada, Fiesta de María Auxiliadora, etc.) y cómo se ponían deacuerdo en temas del discurrir de la enseñanza. Si hubiera que recoger algúnmomento de esta relación, me quedaría, por lo simpático y testimonial de unaépoca de tremenda familiaridad, con la descripción del H. Amador Ibáñez dela asistencia a la Fiesta de María Auxiliadora en mayo de 1943: “Por la maña-na, algunos hermanos van a la velada recreativa, y por la tarde al Te Deum. Alsiguiente día celebran su fiesta patronal, María Auxiliadora; invitan al fraternalágape a miembros de varias comunidades: jesuitas, hermanos de las EE. CC.,Sr. Magistral, hermanos maristas, etc. Asiste el H. Administrador, H. Marcos(H. Baltasar Revilla), que vuelve encantado de la fraternal acogida. Pocos díasdespués, el Rvdo. P. Director de los Salesianos (Francisco de la Hoz), obsequiaa la comunidad con un saquito de 50 kilos de patatas, primicias de su ricahuerta, que en estos tiempos de racionamiento vienen como anillo al dedo”.

Durante muchos años, el mayor referente y la más estrecha relación para Cer-vantes fue Cultura Española, no en balde maristas y lasalianos tenían afinida-des ideológicas, ambos colegios se habían fundado en 1933 y durante muchosaños iban a estar próximos, geográficamente hablando, pues Cultura Españo-la se ubicó en la esquina de la calle Barroso con la plaza de San Juan, hasta elcurso 1953/54, cuando se trasladó a las faldas de la sierra cordobesa abriendosu magnífico colegio-internado bautizado como La Salle. Los Anales recogen

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las visitas de cortesía que se intercambiaban ambas comunidades de herma-nos y reflejan el grado de amistad que existía, sobre todo en los años cuarentay cincuenta. Otra cosa eran las competiciones deportivas, que los alumnosconvertían en el momento de mayor “choque” entre ambos centros; el “pique”alcanzaba incluso terrenos espirituales y así nos lo narra Font de Dios: “Losalumnos de Cultura, nos echaban en cara que nuestro fundador sólo era vene-rable, mientras que el de ellos ya era santo. Cuando se lo contábamos a nues-tros profesores siempre decían que tan solo dependía de un milagro que hicie-se nuestro fundador, hecho que llevaban esperando varios años, para quepudiese subir también a los altares, y que entonces... ¡ya veríamos!”.

Otro tipo de relación se tenía con el vecino durante los treinta y un años delCervantes en La Compañía: el centenario Colegio Santa Victoria. Al ser uncentro íntegramente femenino y llevado por una orden femenina, los herma-nos maristas apenas tenían relación con él que no fuera la estrictamente oficial.Sin embargo, cualquier alumno que haya estudiado en Cervantes podría con-tarnos cómo eran aquellas chicas uniformadas en verde, con falda de cuadrosplisada, y que para más de dos y de tres fueron sus amores adolescentes:“Mientras tanto, a nuestras vecinitas de enfrente del Colegio de Santa Victoria,de las Reverendas Madres Escolapias ni las veíamos. Ya se encargaban éstas deponerles un horario de entradas y salidas incompatible con el nuestro. Nuncacoincidíamos, salvo cuando nosotros las esperábamos en la calle Jesús María,junto al Cine Góngora, antes de entrar ellas a clase, cosa que hacían un cuar-to de hora antes que nosotros. Entonces se aflojaban los cinturones que hastaese momento habían llevado ceñidos a su cintura ante nosotros. Las monjitasles tenían prohibido que lo llevasen ajustado, ya que, eso podía ser causa deque sus vecinos, enemigos de su pureza, pudieran atentar contra la suyateniendo pecados de pensamiento”, recuerda Eduardo Font.

Fruto de la buena relación que existía entre los colegios, la Asociación deMaestros Católicos de Córdoba, con el apoyo de la Delegación del SEM y laInspección Provincial de Primera Enseñanza, organizó del 4 al 7 de marzo de1943, una Semana Pedagógica. La inauguración tuvo lugar en la parroquia deSan Nicolás y las conferencias, en el salón de actos de la Diputación, lugardonde amenizaron la Semana las actuaciones musicales de las niñas del Cole-gio de La Milagrosa. En las conferencias participaron las Teresianas, por mediode la inspectora guipuzcoana Josefina Oloriz; los HH. de las EE. CC. enviaron

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al H. Andrés Embid, director y profesor de 7º de Bachiller; por los salesianosintervino su director, Francisco de la Hoz; así como personalidades como eldeán, Francisco Blanco Nájera; el consiliario de la Asociación Paulino Seco deHerrera (también párroco de San Nicolás); la consejera nacional Josefina Álva-rez de Cánovas; el inspector jefe de Jaén, Agustín Serrano de Haro; el goberna-dor civil, Ramón Risueño; y Alfonso Iniesta, consejero nacional de Educacióne inspector central de Primera Enseñanza. Los maristas estuvieron presentesen todos los actos, pronunciando el H. Amador Ibáñez la conferencia Funda-mentos de la Pedagogía Marista. El diario Córdoba del 7 de marzo de 1943 reco-gía la siguiente noticia: “Continúan celebrándose en nuestra capital las confe-rencias pedagógicas para maestros, con entusiasmo creciente dada la calidadde los oradores que en las mismas intervienen. En el día de ayer, disertó sobreel tema Fundamentos de la Pedagogía Marista, el hermano Amador Ibáñez,director del Colegio Cervantes. El conferenciante hizo un estudio acabado delos puntos fundamentales y de los sabios consejos que su santo fundador dioa sus hijos los hermanos maristas. Fue muy aplaudido”.

Los hermanos maristas de este período

Un total de doscientos hermanos maristas pasaron por Cervantes en los añosque el Colegio estuvo en la Plaza de la Compañía. Resulta difícil enumerarlos atodos, pero vamos a tratar aquí de citar algunos nombres y acercarnos a cómoeran aquellos hermanos, que componían la casi totalidad del cuerpo docente deCervantes, pues no existía aún la necesidad de un numeroso profesorado seglar.

Siete directores pasaron por el colegio en los treinta y un años de estancia en laantigua plaza de Queipo de Llano, número 4. El H. Amador Ibáñez Alonso fueel único que repitió dirección, 1942-1943 y 1951-1957; su carácter era tremen-damente vital, simpático, recto pero a la vez tan sencillo como para cuidar per-sonalmente las macetillas de claveles que adornaban su despacho; era un provi-dencialista nato y un enamorado de la Virgen, como se desprende de los pasajesque escribió en los Anales y reuniones del Consejo Local, algunos de los cualesya hemos citado, pero otros no, como éstos: “Conforme a los deseos de don JuanJurado, cura párroco de la Compañía, se invita a los alumnos a la procesión queen torno a los límites de la parroquia, habrá de tenerse con la recién bendita ima-gen de la Virgen de Fátima, que será cual arca de la alianza en torno a Jericó,derribo de las murallas de la frialdad religiosa” y “Para llevar al ánimo y corazón

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de los alumnos un mayor entusiasmo y más encendido amor a la que es madrede toda pureza, se trata de organizar un variado concurso en honra de la Inma-culada”; el H. Amador ha fallecido, octogenario, en 1996 en Segorbe (Castellón).

El H. Esteban Fermín Azpilicueta sólo estuvo de director de 1943 a 1945. Lesucedió el H. Epifanio del Val Ruiz, conocido por su nombre de profesióncomo H. Bienvenido, que ocupó la dirección de Cervantes de 1945 a 1950,en cuya época se llegó al acuerdo con el patronato de las Escuelas Pías parahacerse cargo de éstas a cambio de utilizar el antiguo Colegio de Santa Catali-na sin plazo de tiempo; así mismo, bajo su dirección se adquirió para novicia-do el Castillo de Maimón.

Tras el segundo período del H. Amador, llegó a la dirección el H. VictorianoRuiz Jordiz, bautizado por sus contemporáneos como El Santo, por su extremaespiritualidad y sencillez, y que ocupó el cargo de 1957 a 1963; posteriormen-te marcharía a Bolivia, misión marista dependiente de la provincia Bética, don-de permanecería hasta su llegada a la residencia de Benalmádena, donde falle-cería en 1993; la Asociación de AA. AA., de la que fue asesor y colaborador lededicó, en 1978, una placa de mármol con su nombre, a la entrada de una delas clases de los alumnos mayores.

La humanidad y el cariño hacia los alumnos definen al H. Ananías LlanilloGarcía, profesor en una primera etapa en los años cincuenta y director, en unasegunda, de 1963 a 1969, cuyo nombre de profesión era H. Euquerio; fallecióen Sevilla en 1993.

Breve fue el paso por la dirección del H. Ángel Sáez Ruiz (1969-1970). Y, porfin, el último director que conoció el Colegio Cervantes en su sede del antiguoColegio de Santa Catalina, el H. Emilio González Román (1970-1976), a quienle cupo el honor de inaugurar en 1973 la nueva ubicación del centro en laAvenida de la Fuensanta y de recibir, en 1972, la primera insignia de oro de laAsociación de AA. AA.

A todos los directores les tenían los alumnos un extraordinario respeto(¿Quién no recuerda el interrumpir la clase, ponerse de pie y saludar al herma-no director si este hacía una visita al aula?), algo común, por otra parte, en loscentros públicos de aquel tiempo, cuando se accedía al cuerpo de directorespor oposición. Los siete lucharon por mejorar día a día la calidad de enseñan-za de Cervantes y por encontrarle una sede propia y definitiva.

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El horario de los hermanos era bastante duro y apenas tuvo modificaciones duran-te el período. Ofrecemos el de los días laborables en los años cincuenta y sesenta:

5,45 Levantarse.

6,15 Salve, Oración, Laudes y Meditación.

7 Estudio religioso.

7,50 Misa. Desayuno.

9 Clase.

13,45 Vísperas y visita al Santísimo.

14 Almuerzo.

16 Clase.

18 Rosario y salida.

20 Oración personal.

20,15 Lectura espiritual.

20,30 Completas.

20,45 Cena.

22,30 Silencio comunitario. Acostarse.

Diferencias encontramos entre los hermanos que ocuparon el Cervantes en losaños cuarenta y cincuenta, con respecto a los de finales de los sesenta. Dehecho, la meticulosidad en rellenar los Anales y las Actas de los Consejos Loca-les, se va perdiendo, hasta el punto de que carecemos de los Anales de los añossesenta y primera mitad de los setenta. Tiempos heroicos y familiares los prime-ros, cuando los hermanos maristas tenían que luchar por la existencia del cole-gio frente a la escasez económica y las dificultades de una obra que se está ini-ciando. Tiempos difíciles los segundos, cuando con Cervantes más queconsolidado, el enemigo eran los cambios de los tiempos (se comienza a dejarde usar la sotana, hay problemas de obediencia e incluso algunos hermanosplantean vivir en pisos) y la ola de secularizaciones, que redujeron la comuni-dad marista cordobesa, la avisaron del futuro problema de falta de vocaciones ypudieron hacer desaparecer Cervantes: “Hasta se piensa abandonar por motiva-ciones raras surgidas de interpretaciones equivocadas del Vaticano II. Recorda-mos la apasionada defensa que el H. Ignacio Martínez realizó en un capítuloprovincial de su colegio y de su ciudad”, reconoce el H. Francisco Ibáñez.

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Pero en lo que sí coincidían los maristas de todas las épocas era en poner supersona en un segundo plano, en pro del acondicionamiento material del cole-gio y del desarrollo integral de sus alumnos. Sus pequeñas habitaciones, en losrecovecos del Cervantes, eran de una sobriedad espartana y nunca se pudodecir de un hermano que no llevara una vida sobria y austera. La preparaciónacadémica y las ganas por entregarse en el mundo de la educación, les eraninnegables. Empleemos este espacio para describirlos en general: su forma deser, su forma de educar e identificarse con el alumno eran uniformes, basadasen las lecturas de las Enseñanzas espirituales y de la Guía del maestro; luego,cada uno le ponía su personalidad particular: “Eran otros tiempos, eran otrossistemas, no sé si mejores o peores que los actuales, eso se encargará de decir-lo y enjuiciarlo el tiempo, ese juez implacable que da a cada cual lo suyo y queotorga la razón o la quita. Lo cierto es que eran unos tiempos que imprimíanun carácter del que no es posible desposeerse, y no es que todo fuera bueno,no, también tenían sus ratos malos, es lógico, en esa etapa estudiantil de unapersona hay de todo, pero quizás los años borren de nuestras mentes lo que detristezas tenían y en el corazón y en la mente solo queden incrustados losrecuerdos que nos hacen revivir el inicio de unas amistades que siempre per-duran, o el reconocimiento hacia aquellos hombres que iniciaron nuestrospasos en la vida... algunos con sus genios inconfundibles, otros con su dulzu-ra, pero eso sí, todos tenían algo que les hace inolvidables... Maestros, sí,Maestros con mayúscula: HH. Epifanio, Tomás, Faustino, Esteban, Florenti-no, Ananías, Honorato, Teófilo, Teodoro, Ignacio, Pedro, etc. ... Algunos yanos dejaron para siempre, pero no importa, la gran familia Marista está forma-da por un eterno presente...”, nos cuenta Julio Sánchez Luque antiguo alum-no de finales de los cuarenta y principios de los cincuenta, luego miembro dela Real academia de Córdoba. Sobre la imagen que podían ofrecer unos her-manos de los años cuarenta en Córdoba, podemos citar el relato de Font deDios: “Cuando nos los encontrábamos fuera del colegio, nos acercábamos aellos y le besábamos la mano. Iban correctamente vestidos, pues además deno llevar manchada de tiza la sotana, se cubrían los hombros con una esclavi-na y se colocaban un sombrero como el de los picadores en las corridas detoros, pero un poco más pequeño y de color negro. Lo que no llevaban era lababerola blanca (el rabat) que usaban en clase. Los Hermanos de La Salle sísalían con ella a cualquier sitio. Nunca se mostraron propicios nuestros profe-sores a explicarnos los motivos de ello”.

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También yo puedo ofrecer mi testimonio de los hermanos maristas a mediadosde los años sesenta: los HH. Vidal González, mi tutor en 3º y 4º de PrimeraEnseñanza a quien siempre guardaré eterno reconocimiento, Francisco Fer-nández, Eufrasio López, Juan Larios, Ignacio Martínez, Luis Sainz, EstanislaoSanz, etc. El rabat, el sombrero y la esclavina habían pasado al baúl de losrecuerdos, pero había cosas que no variaban, como la sotana, el cordón y elcrucifijo metálico; eso en la apariencia, y en la esencia, la austeridad, la senci-llez, el orden, la pulcritud y ese acento tan típico de Castilla (la inmensa mayo-ría de los maristas que impartieron docencia en Cervantes era originaria de loque entonces se llamaba Castilla la Vieja, León, Vascongadas y Navarra).

Obligatorio, para este trabajo, es detenernos algo más en tres hermanos que sehan considerado emblemáticos del Colegio Cervantes en su etapa de ubica-ción en la actual Plaza de la Compañía: los HH. Tomás, Ignacio y Esteban.

El H. Tomás Corral Castresana nació en Teza, un pueblecito burgalés en el límitecon Álava, en 1908; pero eso es casi anecdótico, pues con 15 años ya había sali-do de él para iniciar su andadura como religioso marista. Arceniega (Álava) le viohacer el juniorado y Balaguer (Lérida), el postulantado, noviciado y escolasticado;obtuvo el título de maestro en León y las prácticas las realizó en el Colegio Sagra-da Familia de Cartagena. Su primer destino como hermano, con el nombre deprofesión de H. Bernardo José, fue el Colegio de niños gratuitos, hijos de mineros,en Barruelo (Palencia). Luego pasó al Virgen de la Capilla de Jaén, donde le sor-prendió la Guerra Civil, teniendo que padecer dos años de cárcel, aliviados porlas múltiples atenciones de la familia Merelo, uno de cuyos hijos el Antonio Mere-lo, acabaría siendo hermano marista, profesor y administrador en Cervantes enlos años sesenta y setenta. Finalizada la contienda, en 1939, con 31 años, llega elH. Tomás al Colegio Cervantes de Córdoba... ¡Y ya no se movió de ahí! Nadamenos que cuarenta y cuatro años pasó el H. Tomás en el colegio marista cordo-bés, convirtiéndose en historia viva y siendo el único hermano que conoció lastres últimas sedes del centro: Palacio de Torres Cabrera, plaza de la Compañía yavenida de la Fuensanta. De esos cuarenta y cuatro años, sólo los seis primeros losvivió como excelente profesor de Ingreso y preparador de las Primeras Comunio-nes, pasando desde el curso 1945/46 a ocupar el cargo de Administrador. “Lossuperiores, en contra de mi voluntad, me cambiaron los libros por las libras”,decía en una entrevista de Eco marista en 1981, lo que no le impidió el seguir enestrecho contacto con los alumnos desde la ventanilla que existía al final de la

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regia escalera del caserón de la Compañía y en continuar prestándose a la docen-cia, puntualmente, cuando las necesidades del colegio lo requerían. Su trato,entregado y afable, le hizo ser tremendamente querido por alumnos y antiguosalumnos a los que nunca cesó de dar consejos: “Recomiendo a los antiguos alum-nos que sigan siendo buenos compañeros con los que lo fueron un día en el Cole-gio, y que sean buenos cristianos y virtuosos ciudadanos; que no olviden las prác-ticas religiosas que aprendieron en el Colegio y, sobre todo, que sean devotos dela Virgen”. Pulcro (al estilo francés de los primeros hermanos), servicial, ecuáni-me, dotado de una gran memoria, observante, piadoso... podrían ser adjetivospara el H. Tomás, pero dejemos que sea el H. Francisco Ibáñez quien lo defina:“Santo varón, de una inocencia verdaderamente ingenua, durante muchísimosaños administrador de los menguados recursos del Colegio, se las arreglaba paraatender a la subsistencia de manera ingeniosa... llegando a poseer casi el doble decartillas de racionamiento de las asignadas legalmente. Su piedad y servicialidadquedarán como signos de alma cándida y buena persona. Su Córdoba, su Cole-gio, lo marista, Maimón incluido, eran su mundo y lo vivía con ilusión casi infan-til”. El H. Tomás colaboró intensamente con todos los estamentos del colegio y en1973, la Asociación de AA. AA. que ya en 1961 le había rendido un homenaje, leconcedió su máxima distinción, la insignia de oro. En 1981, fue premiado por laFederación Provincial de Centros de Enseñanza No Estatal con el título de Profe-sional de la Enseñanza Distinguido.

El H. Tomás nos dejó un 19 de noviembre de 1983, a los 75 años de edad. Suamor por Córdoba y lo cordobés (no faltó en cuarenta y cuatro años a ni unasola procesión del Corpus), le llevó a que sus restos reposaran en el cementeriode Nuestra Señora de la Salud. Impresionante fue el dolor de toda la familiaMarista: hermanos, profesores, alumnos, antiguos alumnos, amigos... pasaronante el cadáver, instalado en la sala de profesores del colegio, y asistieron al fune-ral, presidido por el padre Jesús Mendoza y seis sacerdotes más, en un salón deactos que agotó su capacidad. La revista anual del Cervantes, Eco Marista, lededicó ocho artículos, representativos de los distintos estamentos de la familiamarista: “Carta abierta al H. Tomás” de Antonio Alarcón Parodi, “La última Sal-ve en el cielo” de Vicente Ruiz Granados, “Adiós H. Tomás, ruega por nosotros”de Mateo Vázquez Berni, “El buen monje” de Rafael Córdoba Cruz o la Evoca-ción que compuso el H. Francisco Ibáñez y que reproducimos al final de estetrabajo, son algunos de los títulos. Sería imposible reproducir todo lo que se dijoentonces sobre el H. Tomás, nos quedamos con las palabras de Fernando Bajo

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Moreno, presidente de la Asociación de AA. AA. de 1958 a 1963, publicadas enesa misma revista: “Algo insustituible se ha ido del Colegio Cervantes. Un víncu-lo querido, respetado y admirado, nos ha de faltar desde ahora a cuantos, al lle-gar al colegio, buscábamos su compañía, amena y afectuosa siempre, para char-lar con él de aquellos tiempos... de los más próximos y de éstos. Pero comotenemos fe -que él mismo nos consolidó en el alma con su ejemplo aún más quecon su palabra- ahora, cuando sigamos llegando a Cervantes, saldremos a unode sus patios, miraremos al Cielo y él, desde allí, junto a la Madre nos mirarásonriendo, con su sencillez de santo, con la que él siempre tuvo. Descanse enpaz, querido Hermano Tomás. Inolvidable amigo y Hermano”.

El H. Ignacio Martínez Seco (Beni Jesús es su nombre de pila, pero en este casoel que ha perdurado es el de profesión: H. Ignacio), nacido el 22 de abril de1925 en Quintanar de Valdelucio, muy cerca de Aguilar de Campoo (Burgos),batió el récord de continuidad en Cervantes que poseía el H. Tomás: cincuentaaños permaneció el H. Ignacio en el colegio marista cordobés, desde aquel leja-no curso 1955/56 en que llegó, procedente del juniorado de Villalba (Madrid),para hacerse cargo de los alumnos mayores y de los deportes. Durante más dequince años preparó a los cursos de 4º de Bachiller para la Reválida de ese año:“Su persona no sólo nos producía respeto, también admiración, pues todossabíamos que si en 4º de Bachiller, en el que él daba clase, se aprobaba, la Revá-lida estaría, como dice hoy la juventud, chupada”, escribe Fernando Maestre.Con la implantación de la Educación General Básica (EGB), pasaría a ser profe-sor y tutor en 8º EGB, siendo su especialidad las Matemáticas, hasta que unproblema en la visión le apartó de la docencia; fue un profesor muy exigentecon los alumnos pero también consigo mismo a la hora de preparar la clase, ymuy realista en sentido pedagógico: “Las lecciones que estudien los alumnosen casa han de haber sido explicadas por el profesor en clase... Las tareas escri-tas han de ser cortas y fáciles, pero realizadas con esmero y aplicación. El finprimordial de éstas, es educar la responsabilidad del niño”, decía en 1981.Director de la EGB y superior de la Comunidad Marista, han sido otros de suscargos en Cervantes. En 1977, la Federación Provincial de Centros de Enseñan-za No Estatal, le concedió su premio anual de Profesional de la Enseñanza Dis-tinguido y es insignia de oro de la Asociación de AA. AA., la cual, en 1991, lededicó un emotivo homenaje, con ocasión de sus treinta y cinco años en elcolegio, consistente en misa en la parroquia de la Compañía y almuerzo en elCírculo de la Amistad, al final del cual se le entregaron distintos regalos y

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recuerdos. Marista de la vieja escuela, de recio aspecto, el H. Ignacio es, aúnhoy en su retiro de Benalmádena desde la primavera de 2005, una instituciónviva y llena de humanidad del Cervantes al que aprecia toda la Familia Maristacordobesa. Cuando sus antiguos alumnos se paraban a saludarle y a presentar-le sus hijos, en las fiestas del colegio o en sus diarios paseos por el centro de suCórdoba, el H. Ignacio se ha sentido más que pagado por sus desvelos y afaneseducadores: “Uno de mis motivos de mayor alegría es ver cómo los antiguosalumnos aún nos recuerdan con cariño. Yo los considero casi como hijos míos.La prueba de que existe un afecto mutuo que no se borra con el paso del tiem-po es que vienen a traer a sus hijos al Colegio en el que ellos estudiaron... Sinembargo, lo que más me duele es tener que decirles, en muchos casos, que nohay plazas”, afirmaba en una entrevista del diario Córdoba en 1983.

El H. Esteban Gallo Manzanedo, de nombre de profesión H. Paulino León, tam-bién era burgalés. Llegó al Colegio Cervantes en 1938, como uno de los escasossupervivientes de la Comunidad Marista de Málaga, ciudad en la que, estallada laRevolución en el verano de 1936, a punto estuvo de ser fusilado. Sobrevivióviviendo debajo de un puente, haciendo de buhonero y arreglando cacharros porlas calles más humildes, hasta que encontró cobijo en la Pensión Alarcón, graciasa la generosidad de la familia propietaria. El H. Esteban permanecería en Córdo-ba diecisiete años, hasta 1955. Durante ellos, su pequeña y llena de vida figura seharía famosa: “Santo religioso, siempre preocupado por sus antiguos alumnos ysu porvenir... Tan bondadoso y popular, que en muchos ambientes sencillos, elCervantes era conocido como el Colegio de don Esteban”, afirma el H. Ibáñez ensu obra. Fue profesor de 2º, 3º y 4º de Segunda Enseñanza, colaboró intensamen-te en la obra catequética en los Olivos Borrachos del centro de Acción Católica deCervantes y fue el gran promotor y alma y corazón inicial de la Asociación deAntiguos Alumnos, creada el 2 de enero de 1949. Hasta su partida de Córdoba,colaboró intensísimamente con los AA. AA., que siempre le han profesado verda-dero afecto, presidiendo una foto suya sus asambleas anuales, privilegio que solocomparte, desde sus fallecimientos, el H. Tomás Corral y el H. Francisco Ibáñez.El H. Esteban falleció en Sevilla en el año 1964, celebrándose una misa por sualma en la parroquia de la Compañía el 4 de enero de 1965. En 1978, la Asocia-ción de AA. AA., le dedicó una clase del último nivel en el nuevo Colegio Cervan-tes en la Fuensanta, colocando una placa de mármol con su nombre; distinciónque, hasta la fecha, sólo ostentan otros dos hermanos, el H. Julio Albéniz, primerdirector y el H. Victoriano Ruiz, director de 1957 a 1963.

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La Asociación de Antiguos Alumnos (1ª parte)

Sin duda alguna, no hay mayor prueba de que una institución educativa, quepersigue algo más que la mera transmisión de conocimientos, ha triunfado, esla creación de una Asociación de Antiguos Alumnos. En Córdoba, la de mássolera y número es la de los AA. AA. Salesianos, creada el 8 de diciembre de1912, pero no le anda muy a la zaga, en vitalidad y también en número, la deCervantes. Orgullosos pueden estar los educadores maristas por haber logradoimbuir en sus alumnos tal espíritu que, una vez terminados sus estudios cole-giales, pasados los años, vuelven la vista atrás y con simpatía y afecto recuer-dan sus años infantiles y adolescentes, los buenos maestros, los esfuerzos de lavida estudiantil, el espacio físico del colegio, la formación humana e intelec-tual en él recibida, y, como la gratitud es la mejor moneda de las almas nobles,dan su apoyo y aliento lo que Cervantes precisa.

En el curso 1940/41 salía la primera promoción del colegio. Ella, aglutinada porDionisio Carabaño, Juan Manuel Anguita, Rafael de la Hoz, Carlos López y JoséAntonio Muñoz, fue la auténtica gestora de la fundación de la Asociación de AA.AA., junto con la ayuda inestimable del H. Esteban Gallo y la colaboración de losdirectores del Colegio que se sucedieron en los años cuarenta. Desde la finaliza-ción de sus estudios en Cervantes, la primera promoción inició reuniones perió-dicas que se han mantenido hasta nuestros días. El Cervantes, por su parte, en ladécada de los cuarenta, organizaba un acto de entrega de diplomas a los alum-nos que terminaban sus estudios, obsequiándoles al final “con una copa de vino,pastas y cigarros”, como se detalla en los Anales, teniendo en mente la fundaciónde una Asociación de AA. AA. ya desde el Consejo Local del 13 de diciembre de1942. Ilusiones y esfuerzos culminaron el 2 de enero de 1949 con la fundaciónde la Asociación de AA. AA. Maristas del Colegio Cervantes de Córdoba, eligién-dose la primera junta directiva compuesta por las siguientes personas:

Presidente: José Alarcón Parodi.

Secretario: José Luis Santisteban Martínez.

Tesorero: José Antonio Muñoz García.

Vocales: Dionisio Carabaño Guirao, Antonio Moyano Navarro, José Luis Sal-cines López, Francisco Martín Salcines, José Morillas Eslava y José TorresQuintela.

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Se fijó una cuota anual de 25 pesetas, cobradas en recibos de 2 pesetas mensua-les, excepto el de diciembre que sería de 3. La Junta acordaba reunirse periódi-camente y convocar una Asamblea Anual, generalmente en diciembre, en la quese tomarían acuerdos, se elegiría cada tres años presidente, se informaría de lasactividades a los socios, se entregaría la insignia de las tres violetas a los nuevosmiembros de la Asociación y se ofrecería un desayuno a los asistentes. La prime-ra Asamblea Anual tuvo lugar el 22 de enero de 1949, asistiendo doscientosveinte socios y sirviéndose un desayuno cuyo coste fue de 5 pesetas el cubierto.Desde la Asamblea de 1961, y a propuesta de Antonio Moyano Navarro, el desa-yuno fue sustituido por una copa de vino español, a cargo de la Asociación.

Sesenta años tiene ya de vida la Asociación de AA. AA.; una vida cargada deactividades y emociones, que podemos rastrear magníficamente gracias al His-torial de la Asociación que, pacientemente, Antonio Alarcón Parodi fue confec-cionando a base de las actas de las Asambleas Anuales y de sus recuerdos par-ticulares. En este primer acercamiento a la Asociación trataremos de resumirlos aspectos principales del período 1949-1973, dejando la siguiente etapapara el próximo capítulo.

Cinco presidentes ha conocido la Asociación desde su fundación, José Alar-cón Parodi (1949-1958), Fernando Bajo Moreno (1959-1963), Antonio Alar-cón Parodi, de la segunda promoción, que se hizo cargo de la presidencia el 30de diciembre de 1963, al dimitir Fernando Bajo por motivos de trabajo y per-maneció treinta y siete años en el cargo, José Luis Royo Raya (2000-2006) y elactual, Juan José Primo Jurado desde diciembre de 2006.

Antonio Alarcón fue reelegido hasta once veces, fundando legalmente la Aso-ciación en 1966, de acuerdo a la normativa del Registro de Asociaciones, ysiendo el gran artífice de su expansión, de su presencia en todas las actividadesde Cervantes y de su vinculación con la Familia Marista de la provincia Béticay nacional (ADEMAR) y con la Federación Española de Asociaciones de AA.AA. de la Enseñanza Católica (FEDAEC). Labor de equipo, como él no se can-saba de repetir, en la que han participado su vicepresidente, secretario y teso-rero a lo largo de esos años, Rafael Córdoba Cruz, Guillermo Gisbert León yJosé María González Ripoll, respectivamente.

El presupuesto de la Asociación siempre fue muy ajustado, dependiendo delas cuotas anuales de sus socios, que fueron de las 25 pesetas iniciales, a las

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100 pesetas, aprobadas en la Asamblea de 1967. Aún así permitió afrontar lasnumerosas actividades en que se embarcaron y se pudo prestar ayuda a hijosde antiguos alumnos que estudiaban en el colegio, siendo sólo los primerosaños los únicos que arrojaban algún déficit, subsanado por los hermanosmaristas: “En hombres jóvenes no hay trampa vieja”, dijo el H. Victoriano enla Asamblea de 1962, cuando ofreció 3.000 pesetas para solventar las compli-caciones de la Tesorería por la falta de colaboración de los asociados. Losmaristas les cederían, desde 1965, una sala de Cervantes para las reuniones dela Junta, amueblándose rápidamente por los miembros de la Asociación,incluido un barril de vino de cuatro arrobas, obsequio del antiguo alumno,Agustín Campos Espinosa, propietario de las prestigiosas Bodegas Campos.

Las actividades principales de la Asociación en este período de 1949 a 1973,aparte de las reuniones y las Asambleas que mantenían el contacto entre losasociados, fueron: la creación de un Boletín informativo en 1968, que aúnperdura, tras intentos fallidos desde 1951 y la institucionalización desde1970 del día del Rosario y la flor, a finales de mayo, que consistía en unaofrenda floral de los AA. AA. y el rezo del santo Rosario a la Virgen en el San-tuario de Nuestra Señora de la Fuensanta. Mención aparte merecen los pre-mios que irá creando la Asociación y que serán un reflejo de su vivir y su sen-tir: En 1965 se creó el Premio Excelencia, para premiar al mejor alumno delcolegio, adjudicándose cada año al alumno destacado, no sólo por sus notas,sino también por el voto de sus compañeros y la opinión de los profesores ydirección del Cervantes. En ese mismo año se creó la Insignia de Plata, paraser concedida a los AA. AA. que cumplieran los veinticinco años de la termi-nación de sus estudios en el colegio. Finalmente, ya en la Asamblea de 1951se propuso crear un premio para el ex alumno más distinguido, pero no seconcretó en nada y será en la de 1971 cuando se creará la Insignia de Oro, apropuesta de Amador Jover y Antonio Alarcón, para premiar al antiguo alum-no o colaborador de la Asociación que lo merezca y a propuesta de la Asam-blea Anual; el director de Cervantes, H. Emilio, sería el primer distinguidocon ese honor, correspondiendo el año siguiente a los antiguos alumnos,Rafael de la Hoz Arderius, director general de Arquitectura, Amador JoverMoyano, vicedecano de la Facultad de Veterinaria de Córdoba, Diego Mir Jor-dano, catedrático de Medicina en Sevilla, Carlos Vicente Córdoba, catedráti-co de Biología en Salamanca y, a propuesta de Fernando Bajo, a la JuntaDirectiva de la Asociación de AA. AA..

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Difícil es señalar cuáles son los antiguos alumnos más destacados de este perí-odo e imposible recogerlos a todos aquí. Sin duda, cualquier antiguo alumnoque haya sabido aprovechar en su vida los cimientos educativos y formativosque recibió en Cervantes y desde el puesto que le diera la sociedad haya sido“buen cristiano y virtuoso ciudadano” ya es destacable, pero aunque sea porrecoger los que triunfaron en sus respectivas carreras y gozaron de renombreen Córdoba y fuera de ella, vamos a citar unos cuantos nombres propios que,además, han seguido muy vinculados con la Asociación, ocupando en ocasio-nes cargos de vocales en la Junta.

Rafael de la Hoz Arderius, fue sucesivamente director general de Arquitectura,presidente de la Unión Internacional de Arquitectos, vinculada a la UNESCOy que agrupa a más de 600.000 arquitectos de cerca de cien países, PremioCEOE por la construcción del Edificio Castelar en Madrid, académico de laReal Academia de Bellas Artes de San Fernando, presidente del Consejo deArquitectos de Europa y Medalla de Honor de la Ciudad de Córdoba. Entre lasobras de él y su equipo en nuestra ciudad destacan: el Parque Figueroa, elGobierno Civil, el Hospital Provincial, la oficina principal de la antigua CajaProvincial de Ahorros y la remodelación del convento de las Dominicas delCorpus Christi, para acoger la Fundación Antonio Gala.

Amador Jover Moyano, fue vicedecano y decano de la Facultad de Veterinaria,de la que es catedrático, académico de la Real Academia de Medicina de Sevi-lla, presidente de la Sociedad Europea de Patólogos Veterinarios, Cordobés delAño en 1992, Medalla de Oro del Colegio de Veterinarios de Córdoba y, des-de 1990 a 1998, rector de la Universidad de Córdoba.

Debemos destacar cuatro periodistas surgidos de entre los antiguos alumnosde esta etapa. Fernando Bajo Moreno, director de la emisora cordobesa deradio La Voz de Andalucía y presidente de la Asociación de AA. AA. AntonioGalán Ortiz, periodista y redactor jefe, primero, y subdirector, después, deldiario Córdoba. Rafael González Zubieta, conocido como El Zubi, antiguoalumno de Lucena, periodista de la prensa local y jefe de informativos deCanal Sur TV. Y Rafael López Cansinos, locutor de Radio Córdoba, columnis-ta en la prensa local y presentador en muchas ocasiones del acto de entrega dePremios del Colegio Cervantes, de quien Rafael Cremades, periodista de CanalSur, dijo al entregarle el 27 de junio de 1997 el XII Premio Periodístico Ciudadde Córdoba: “Es un hombre de bien, amigo de sus amigos, irónico zorro del

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periodismo, entregado a la causa de Córdoba, que nunca abandonó... Voz degiros artísticos, de galán de radio, pintada en el aire de la onda media, grave ycompleta, llenando las casas de esta bendita ciudad día a día”.

Así mismo médicos como Diego Mir Jordano, catedrático de Medicina; CarlosVicente Córdoba, catedrático de Biología; Mariano Aguilar Candela, eminentecirujano digestivo; Felipe Toledo Ortiz, uno de los creadores, además, delinfluyente foro de opinión Corduba nostra; Juan Manuel Peinado Requena yJuan Manuel Anguita Blanco, el primero profesor y luego decano de la Facul-tad de Córdoba.

En el mundo de los que se dedicaron a la abogacía podemos citar a José Anto-nio Muñoz García, abogado y Cruz de San Raimundo de Peñafort por laEscuela de Práctica Jurídica; y a Rafael Mir Jordano, abogado cordobés deprestigio y escritor.

Otros antiguos alumnos reseñables fueron Francisco Martín Salcines, excelentepintor cordobés y primer presidente de la Asociación de Padres de Alumnos delColegio Cervantes. Ángel Burón Romero, profesor de la Facultad de Ciencias enSantander. Francisco Alférez Delgado, titular de Paleontología de Vertebrados enla Complutense. Diego Moreno García, catedrático de Dibujo en la Escuela deIngenieros Agrónomos cordobesa. Eloy Almoguera Martínez, director de la CajaRural en Córdoba. Manuel Salcínez López, historiador, conferenciante, académi-co de la Real Academia de Córdoba y Cronista de la ciudad. Eduardo SalcínezMuñoz, catedrático en el Conservatorio Superior de Música de Córdoba. JulioSánchez Luque, escritor, académico de la Real Academia de Córdoba y gran cre-ador y mantenedor de la Semana Lírica de Córdoba. El reverendo FranciscoGutiérrez de Ravé, coadjutor de la parroquia cordobesa de San Nicolás de la Villa.

Finalmente, dos presidentes del Córdoba CF en los años setenta y ochenta, sonantiguos alumnos de Cervantes: Ricardo Mifsut Vizcaíno, empresario, y José MaríaRomeo Moya, prestigioso odontólogo cordobés y Carlos Clementson Cerezo, poe-ta, escritor y profesor de Literatura Española en la Universidad de Córdoba.

Un escudo para el Colegio Cervantes

Aunque la insignia universal marista (educadores, alumnos, antiguos alum-nos, padres, etc.) son las tres violetas, desde 1949 el colegio de Córdoba va acontar con un símbolo propio: su escudo.

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El escudo es obra de Rafael de la Hoz, antiguo alumno de la primera promoción,al que se le encargó en la Asamblea Inaugural de la Asociación de AA. AA., el 22de enero de 1949, aprovechando que hacía unos cursos de heráldica en Inglate-rra. Para describir el escudo transcribo lo que por el mismo de la Hoz fue expre-sado y que recoge el Historial de la Asociación: “De acuerdo con el sentido moder-no, estudiadas las formas tanto europeas como americanas, se agrupan yenmarcan los motivos que pueden representar a un colectivo. De esta forma pro-pongo un emblema que reúna las siguientes cualidades: Colegio, Ciudad yOrden Marista. Es por ello que en la insignia, representando al Colegio Cervan-tes se incluya el guantelete en negro sobre fondo oro del Manco de Lepanto; aCórdoba un pez de oro sobre fondo rojo que representa a San Rafael, que en susimágenes lleva el pez de la curación de su milagro; y para la Orden Marista pon-go, sobre los símbolos antes descritos, tres flores blancas que representan las tresvirtudes de nuestra Virgen María, destacando sobre el fondo negro que repre-senta el pecado”. El escudo de Cervantes lucirá siempre en cualquier documen-to del colegio, en sus prendas deportivas, en los Boletines de Notas, etc.

El Castillo de Maimón

En los primeros meses de 1946, al mismo tiempo que se solucionó con elPatronato “Deán Francisco Javier Fernández de Córdoba” el uso del colegio deLa Compañía a cambio de hacerse cargo de las Escuelas Pías, la ComunidadMarista cordobesa logró hacerse con una magnífica finca para un noviciado:“Tanto la adquisición de la finca Castillo de Maimón, como, según parece, elinminente arreglo de la cuestión Colegio, han de considerarse como un verda-dero regalo de la Providencia, ya que las circunstancias que lo determinaronno pudieron ser ni más inesperadas ni más favorables”, señalan los Anales.

La génesis de la adquisición del Castillo de Maimón, comienza el 5 de enerode 1946, cuando el corredor de fincas, Antonio González, se presentó en Cer-vantes, ofertando la finca Villa Paquita, en la carretera del Brillante a dos kiló-metros de Córdoba, para internado. El día 10, la finca era visitada por el Her-mano Provincial H. Secundino Burgos, el Asistente General H. Sixto Lacunzay el director del Cervantes H. Epifanio del Val, desestimándose por el excesode bullicio de su emplazamiento, pues los maristas, más que un internado, loque deseaban poner era un noviciado. Cuatro días después, Antonio González,llevaba al H. Epifanio y al H. Matías a ver la finca conocida como Castillo de

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Maimón, en referencia a haber sido posible residencia de filósofo cordobés delsiglo XII, Maimónides (Moisés ben Maimón). Propiedad de Juan López Baena,situada en las afueras del Barrio del Naranjo, al norte de la ciudad, gozaba deuna situación privilegiada por su tranquilidad y buen clima, al estar en las fal-das de la Sierra y apartada de caminos: “En el corazón de la riente Andalucía,sobre los flancos de la Sierra, que montan centinela sobre la antigua capital delos sultanes, la histórica y bella Córdoba”, tal como anunciaría la revista StellaMaris de septiembre de 1949. Las condiciones de venta no parecieron abusi-vas, siendo la finca del agrado del Hermano Provincial en su visita del 28 deenero, recibiéndose autorización para su compra al mes siguiente.

Eterno agradecimiento mostrarán siempre los hermanos maristas a RafaelPeralta, padre de los famosos rejoneadores Ángel y Rafael, amigo sevillanoque, requerido por los maristas, se trasladó a Córdoba para asesorarles en todoel proceso de compra del Castillo de Maimón: “Aparte del importante benefi-cio material que supuso, sin duda, ahorrarnos varios miles de pesetas, por lagestión de don Rafael Peralta, le hemos de agradecer particularmente el interésque en ello puso, considerándole como a uno de nuestros sinceros y mejoresamigos, al que debemos gratitud no sólo por esta ocasión, sino por otrasmuchas, ya que siempre ha estado dispuesto a ayudarnos con absoluto desin-terés personal y con el mayor afecto”, reflejan los Anales. Ya en 1939, RafaelPeralta había ayudado a los hermanos a adquirir la finca sevillana de Castille-ja de la Cuesta, donde unos años después se alzaría el escolasticado.

El 28 de febrero de 1946 quedó efectuada la compra del Castillo de Maimón,en presencia del notario Luis Boza Montoto. La alegría que destilan los Analeses comprensible, pues la finca era realmente envidiable: 165.000 metros cua-drados rodeados de tapia, de ellos 30.000 de huerta, 1.500 olivos, 600 naran-jos y otros árboles frutales. Desde la primavera de ese año, Maimón sería obje-to de las visitas de los hermanos maristas en los jueves por la tarde y losdomingos el día entero, residiendo incluso en vacaciones: “Resulta, por lo tan-to, la finca un gran alivio para los hermanos, ya que es un magnífico comple-mento del Colegio, que no cuenta con jardín, ni patios espaciosos, y lo que espeor, ni siquiera con la debida independencia de nuestros vecinos. En cam-bio, en la finca hay independencia del bullicio urbano, aire sano y mucho sol,junto con la variedad y hermosura del campo, tan a propósito para levantar elpensamiento y un himno de gracias al Creador”.

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En 1948, la empresa constructora de Benito Fábrega, respetando la huerta,inició la construcción de un noviciado en el Castillo de Maimón, descrito asípor el H. Francisco Ibáñez: “De forma rectangular, con un amplio patio en suinterior, de dos pisos, con elegantes arcos y columnas de estilo andaluz. Loszócalos cubiertos de cerámica sevillana, le dan luminosidad y alegría, parapaliar en lo posible las elevadas temperaturas estivales... En la planta baja seencuentra la capilla, capaz para unas cien personas. El retablo central es demadera, elegantemente esculpido por nuestro H. Honorio Molinuevo, queofrece un trono real a la Virgen Inmaculada, patrona de la casa. Las vidrieraspresentan artísticos motivos de la vida de Marcelino Champagnat. En el mis-mo piso se encuentran la sala de ejercicios, tres clases, la sala de profesores, elrefectorio, la cocina y otros servicios. El segundo piso está totalmente destina-do a dormitorios y enfermería, con los consiguientes servicios higiénicos.Puede alojar cómodamente unos ochenta formandos y el personal directivocorrespondiente”.

El noviciado se inauguró solemnemente el 8 de septiembre de 1949, bendeci-do por el canónigo José Torres Molina, asistiendo el Provincial H. Secundino,miembros del Consejo, delegados de toda España, los directores de los cole-gios de la Provincia y las autoridades civiles cordobesas. Un día después, seproducía la primera toma de hábito de los veinte novicios y el ingreso de losveintisiete postulantes que inauguraron Maimón. La futura Provincia Bética,completaba así su infraestructura para sus formandos, con el veterano esco-lasticado de Castilleja de la Cuesta (Sevilla), inaugurado en 1943, y el flaman-te noviciado de Córdoba.

El 8 de septiembre de 1955, con motivo del Año Santo Mariano, se inaugura-ría con gran fiesta (fuegos artificiales incluidos) un hermoso monumento a laInmaculada Concepción, proyecto del arquitecto cordobés Carlos Sáenz deSantamaría y obra del escultor Amadeo Ruiz Olmos. Visible desde el caminoque lleva a la finca, se basa sobre una roca y se alza sobre un pedestal de gra-nito gris donde luce un busto de Marcelino Champagnat, siendo la esculturade la Virgen de dos metros de mármol blanco de Macael con un peso de 2.300kilos. Su altura total es de 10 metros y el costo, de 135.000 pesetas, fue apor-tado por los colegios de la Provincia y las familias de los estudiantes, cuyosnombres se guardan en una caja de estaño a los pies de la Virgen. En 1956 lospropios novicios maristas construyeron un campo de fútbol y tres frontones.

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En 1960 se realizaron mejoras en la casa, creando despachos para los superio-res provinciales, y se terminó una sencilla piscina, alivio de canículas estivales.Los maestros de novicios que han ocupado el cargo a lo largo de todos estosaños son:

H. Rufo Sos Arlegui.

H. Agustín Llanillo García.

H. Nicolás Ramírez de Alda.

H. José Antonio Vera López.

H. Raúl Martínez Linares.

H. Rafael Arteaga Oña.

H. Ignacio Pérez.

H. Javier García Terradillos.

H. José Luis Elías Becerra.

Como en todas las órdenes religiosas, el noviciado atravesó mejores y peoresmomentos, siendo testigo de vocaciones abundantes y de soledades preocu-pantes. Hoy, vacío de vocaciones, pero manteniendo la propiedad los maristas,es cedido para actividades colegiales y diocesanas. El Castillo de Maimón sigueahí, testigo mudo y fiel de la historia marista cordobesa. Por él pasamosmuchos alumnos de Cervantes en nuestras excursiones del sábado, con la ilu-sión de la caminata hasta llegar a él, el día de campo en La Palomera, bajo elpuente de hierro de la línea Córdoba-Almorchón, la proximidad de SantoDomingo o el Santuario de Nuestra Señora de Linares, el partido de fútbolcorrespondiente en el campo de Maimón y el rato de charla y juego en losbancos y mesas que existen en torno a una sencilla gruta que alberga una Vir-gen, enmarcada entre plantas y hiedras. Supongo que los hermanos soñarían yrezarían con que en alguno de nosotros brotase la vocación, pero tambiénestoy seguro de que su deseo, en cualquier caso, era que disfrutáramos conilusión infantil de esos días, y tened por cierto, y cualquier antiguo alumno lopodrá confirmar, que así lo cumplíamos.

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Una sede propia y definitiva para Cervantes

Las buenas relaciones con el Patronato de las Escuelas Pías y el disfrute del vie-jo caserón de la plaza de la Compañía, no ocultaron nunca a los hermanosmaristas la realidad de que debían encontrar un emplazamiento propio y defi-nitivo para el Colegio Cervantes.

La adquisición en 1955 del solar de 10.000 metros cuadrados del Brillante,anteriormente referido, abrió una esperanza desbordada, repleta de planesimposibles. Los años cincuenta mantendrán esta esperanza, pero no se cons-truirá nada en él; sólo se plantarán árboles, se harán un pozo de agua parafuentes y doce duchas y se utilizará el terreno para crear varios campos peque-ños de fútbol. La primera mitad de los sesenta mostrará el desánimo de loshermanos por el tema: dificultad en obtener un préstamo del Monte de Piedady Caja de Ahorros y retorno a los arreglos en el antiguo Colegio de Santa Cata-lina: “... en vista de lo mucho que se alarga el proyecto para la construcción delnuevo colegio”, refleja el acta del Consejo Local del 31 de mayo de 1962. Porello, se permutarán los terrenos del Brillante por otros vecinos en dicha zona,pero los HH. Victoriano y Ananías, terminarán sus etapas como directores sinver cumplido el sueño de la sede propia. Mientras, el edificio de La Compañíano podía dar más de sí para el alto número de alumnos: se habían creado cla-ses imposibles en los últimos recovecos, a veces era preciso atravesar un aulapara llegar a otra, los patios se habían quedado pequeños y las habitacionesde los hermanos resultaban de una incomodidad excesiva, incluso para unaorden religiosa.

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El desánimo y las interpretaciones equivocadas del Vaticano II, como nos recorda-ba el H. Francisco Ibáñez anteriormente, llevaron a la tentación de abandonar,pero “no era posible echar por la borda tantos sacrificios ya cuajada la obra”, diceel H. Ibáñez. Aprovechando la coyuntura oficial que fomentaba la creación decentros de enseñanza con generosos créditos a bajo interés, con el dinero de laventa en 1969 del solar del Brillante y tras rechazar por insuficiente un proyectode colegio en la calle Sagunto (el actual Santa María de Guadalupe, de los francis-canos), se adquirió un terreno de 15.000 metros cuadrados en la Avenida de laFuensanta número 35, a la sombra del santuario de la patrona de Córdoba. Elantiguo alumno Luis Trócoli Losada, socio de la empresa de construcción IMARA,fue el hombre que brindó a los maristas esta oportunidad. El solar se ubicaba enel centro del nuevo barrio de Fuensanta-Santuario que, proyectado desde 1968,construían el Instituto Nacional de Urbanización y la Caja Provincial de Ahorros.Cerca de 4.000 viviendas económicas, de entre 50 y 120 metros cuadrados, deentre cuatro y ocho plantas, iban a permitir a muchas familias acceder a su propiacasa. La construcción del Club Santuario (frente al Cervantes, hasta el punto quefue su bar en los primeros tiempos) en 1973 y el Proyecto de Reparación y Equi-pamiento Urbanístico (1974), dotaron al nuevo barrio de instalaciones deporti-vas, zonas verdes, instalaciones escolares y aparcamientos.

Antonio Gil Moreno, capellán entonces del colegio, bendecía en 1970 la colo-cación de la primera piedra, aunque hasta 1971 no comenzarían las obras, acargo de la empresa IMARA S.A. bajo proyecto del arquitecto cordobés VíctorEscribano Ucelay. Estas finalizarían en el verano de 1973, con un costo totalde 64 millones de pesetas, inaugurándose el nuevo Colegio Cervantes paraoctubre del curso 1973/74.

Tras acertadas modificaciones en su primitivo diseño, el colegio tenía cabidapara unos mil seiscientos alumnos, tres aulas por curso de cuarenta puestos cadauna, comedor escolar de 300 metros cuadrados, laboratorios, biblioteca y salónde actos con capacidad para seiscientas butacas, estando en ese momento enestudio la adquisición de un solar al otro lado de la calle Hermanos Pinzones(que no se llegaría a comprar) para ampliar el colegio. Los patios eran una de lasbazas más importantes del nuevo Cervantes: pistas asfaltadas de baloncesto yminibasket, un campo de futbito de tierra, otro de fútbol, también de tierra, yuna pista polideportiva asfaltada, todos con sus medidas reglamentarias. Ungimnasio y dos piscinas, una de competición y otra infantil, completaban en su

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inauguración la oferta deportiva del colegio. A finales de los ochenta y con ayu-da económica de la Asociación de Padres, se construiría un hermoso polidepor-tivo cubierto, con capacidad para varias pistas de baloncesto, fútbol sala, balon-mano y voleibol, de calidad excelente. Precisamente la construcción de estepolideportivo provocó la enemistad de algunos vecinos del barrio y llevó al cole-gio a un pleito con el Ayuntamiento; la orden municipal de paralización de lasobras provocó la indignación de las gentes afines a Cervantes, que demandó en1993 al alcalde entonces de Córdoba, Herminio Trigo, ganando el juicio porSentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía y teniendo los maristastodo el respaldo legal y judicial para el polideportivo. El Colegio, en fin, teníaforma de L, con cinco plantas en el brazo largo y cuatro en el corto y un ampliovestíbulo-recibidor en el que se colocaron en una vitrina los trofeos obtenidospor el Colegio y a donde daban las oficinas, despachos y sala de profesores. Paraevitar problemas económicos y posibles trabas políticas en un futuro españolincierto, los hermanos maristas creaban la empresa Promociones Escolares, en laque controlaban todas las acciones, y que pasaba a ser propietaria del ColegioCervantes, como refleja el Acta del Consejo Local del 16 de noviembre de 1974.

Realmente fascinados debían estar los hermanos y la familia marista con elnuevo y propio edificio colegial, tras las inquietudes y estrecheces de los últi-mos cuarenta años, pero los primeros tenían un segundo motivo para alegrar-se: por fin tendrían una residencia exenta para la comunidad. En efecto, sepa-rado del colegio por un hermosísimo y cuidado jardín, donde destaca el cedroplantado en 1979 por Juan Manuel Anguita Blanco, primer alumno de Cer-vantes y Miguel Ángel Jiménez Pedrero, último alumno matriculado ese año, yla imagen de la Virgen María, donada por el directivo de los AA.AA., RafaelCórdoba., se alza una residencia de tres plantas para vivienda de los hermanosmaristas, de comodidad y sencillez reconocidas. Precisamente la capilla de estaresidencia cuenta con vidrieras de tema abstracto de Antonio Povedano Ber-múdez, pintor natural de Alcaudete (Jaén) pero cordobés de adopción, amigode los maristas, uno de los más importantes artistas españoles contemporáne-os y vitralista de fama internacional. Entre sus vidrieras en Córdoba destacan,también, las del templo Santa María Madre de la Iglesia y las de los colegiosBética (Institución Teresiana) y Sagrada Familia (las francesas). En 1978, elcolegio se dotaría de una capilla para el alumnado donde, igualmente, destaca-ban las vidrieras, en este caso de temática religiosa y obra de Tomás EgeaAzcona, antiguo alumno marista del Colegio La Fuensanta, de Murcia.

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En octubre de 1973, los alumnos maristas inauguraban el nuevo Colegio Cer-vantes. La empresa de autocares Autotransportes López iniciaba una relacióncon el colegio, que dura hasta la actualidad, recogiendo alumnos por toda laciudad, en numerosas líneas (llegaron hasta nueve). Era la primera vez que Cer-vantes abandonaba el centro urbano y la primera que un centro privado religio-so se instalaba en un barrio de clase media baja, si exceptuamos el caso deNuestra Señora de las Mercedes de las mercedarias, en el Campo de la Verdad.La Fuensanta era, además, en la mitad de los setenta, un barrio con influenciadel Partido Comunista y serios problemas de delincuencia en alguna de suscalles. Sin embargo, y superados unos roces iniciales con los colegios públicosde la zona, Cervantes se integraría perfectamente en el barrio, ofreciendo susinstalaciones a múltiples actividades ciudadanas a plena satisfacción y acogien-do, cuando se iniciasen las subvenciones estatales, a niños del entorno. Nuncase vería tanta expectación en el barrio como cuando en el campo de fútbol delcolegio jugaba el equipo Fuensanta Maristas, que militó en Primera Regional.

Por otra parte, el aludido tema de la delincuencia inicial en el barrio no afectóal colegio. Escribe el H. Francisco Ibáñez en los Anales sobre el intento derobo del coche de la comunidad el 9 de febrero de 1980: “Si consignamos elhecho no es por darle demasiada importancia, sino porque en estos días laprensa nacional y local considera el barrio de La Fuensanta como el cuartomás peligroso de España. Esto no es sólo una exageración sino una solemnementira. Hay problemillas, pero nada grave. Este es el mayor en siete años”.

El equipo docente de aquel curso inaugural de 1973/74 era el siguiente:

Bachiller y COU

H. Emilio González Román Director, Biología y FísicaH. Fernando Moreno Barrio Tutor COU y 6º, Religión e Hª ArteFrancisco Roldán Villén Tutor 6º, Lengua y FilosofíaJuan Herrera Mesa Tutor 5º, Física, Química y MatemáticasManuel García Merina Tutor 5º y DibujoCarlos Domínguez Conde Tutor 5º y FrancésH. Ignacio Martínez Seco Tutor 4º y 5º, Religión, Matemáticas, Física yQuímicaH. Carlos Rubio Múzquiz Tutor 6º y Matemáticas y QuímicaH. Luis Sainz del Castillo Tutor 4º, Matemáticas y FísicaH. Timoteo Pérez Martínez Matemáticas, Química y ReligiónH. Vicente Liesa Perella FrancésFrancisco López Pozo Latín, Lengua e Historia

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Joaquín Moreno Manzano FEN y Ciencias SocialesManuel Parra Galindo Educación Física y DeportesJosé León Gallardo ManualidadesJuan López Luque Ciencias MédicasAntonio Vázquez Romero Ciencias EconómicasAntonio Navarro Sánchez ReligiónSantiago Hernández Rodríguez BiologíaP. Francisco Gálvez León ReligiónDavid Fernández Cortés Ciencias NaturalesFrancisco Caballero Chumillas LenguaFrancisco Fernández Pareja ReligiónPedro Palop Fuentes Latín y Griego

EGB

Juan Dávila Díaz 1º A

H. José Martín Cubero 1º B

Rafael Pérez de la Lastra 1º C

Enrique del Río Correa 2º A

Cristóbal Rodríguez Luque 2º B

H. Cándido Vadillo Robredo 2º C

H. Eufrasio López Rodríguez 3º A

Rafael Rodríguez Galán 3º B

Antonio López Valbuena 3º C

Samuel Gálvez Pozuelo 4º A

José Luque López 4º B

Francisco Rodríguez Luque 4º C

Celso Velázquez Elices 5º A

Francisco Rodríguez Luque 5º B

José Peralbo López 5º C

Antonio Higueras Manga 6º A

Manuel Llamas Aguilar 6º B

Mateo Vázquez Berni 6º C

H. Joaquín Pardo Delgado 6º D

Pedro Moral Muñoz 7º A

José López Tarruellas 7º B

H. Francisco Fernández Juan 7º C

La Comunidad Marista del Cervantes la completaba el H. Antonio MereloPérez, llegado ese curso, como administrador y los HH. Tomás Corral y MiguelTellechea, jubilados.

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La vida académica

La Ley General de Educación (LGE) del ministro Villar Palasí, aprobada en1970 y que preveía la creación de los ocho cursos de la Educación GeneralBásica (EGB, obligatoria de los 6 a los 14 años), los tres del Bachillerato Unifi-cado Polivalente (BUP) y el Curso de Orientación Universitaria (COU), fuerápidamente puesta en práctica por Cervantes. En el curso 1971/72 comenzóa funcionar la primera promoción de la EGB, en concreto en el curso 5º; en1973/74 funcionaría el primer COU; y en 1975/76 aparecería el 1º de BUP. LaPrimera Enseñanza no llegó a conocer el nuevo colegio del barrio de la Fuen-santa y el Bachillerato Elemental y Superior apenas durarían un par de cursosacadémicos. La siguiente legislación educativa, la LOGSE, llegará a Cervantesen el curso 1996/97, con la instauración de la Primaria y el 1º de la Educa-ción Secundara Obligatoria (ESO).

Los hermanos y el profesorado seglar harán un esfuerzo por mantener en estosaños el nivel que se les exige y a fe que lo consiguieron. Preocupados por eléxito académico de sus alumnos, los docentes maristas han continuado exi-giendo un alto grado de resultados en las cinco, primero, y en las tres, des-pués, evaluaciones en que se divide el curso escolar. La Selectividad, el exa-men público que al finalizar COU da paso a la Universidad, ha sido uno de losobjetivos constantes de Cervantes, testimoniando su triunfo el altísimo por-centaje de aprobados. Hoy en día, setenta y cinco años después de su funda-ción, en instalaciones, trato humano y resultados académicos, Cervantes se haconvertido en uno de los colegios de referencia en Córdoba y las solicitudes deadmisión de alumnos se agolpan en sus puertas.

Cervantes se fue adaptando también al nuevo marco legal de los colegios pri-vados concertados, que reciben subvención estatal en la enseñanza obligatoria.En Córdoba, hasta el curso 2007/08, todos los colegios privados católicos hanescogido esta línea, excepto Alzahir y El Encinar. En el curso 1978/79 se ini-ció la subvención en EGB con un 50% de la mensualidad, en el 1980/81 pasóal 58%, en el 1981/82 al 68’7%, en 1983/84 al 72’8% y llegando al 100%, gra-tuidad completa, en el curso 1989/90.

El acogimiento a estas subvenciones llevó consigo aceptar las normas legalesde la Administración para la admisión del alumnado, muy rígidas y primandoexcesivamente la proximidad geográfica, que más de un dolor de cabeza le han

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dado a la dirección de Cervantes y que han impedido a muchas familias quedeseaban ver a sus hijos en el Colegio, cumplir ese anhelo: “Las familias venrestringido su derecho a elegir el centro por su definición, por su ideario. Lafamilia puede ser obligada a inscribir a los hijos en un centro por razón de suproximidad aunque el ideario de este centro sea contrario a la concepciónfamiliar de la vida ¿Para qué definir un centro si no se le puede elegir por sudefinición?” se lamentaba la revista Eco Marista en 1984. Igualmente hubo deconstituirse un Consejo Escolar como máximo órgano rector del centro.Hubieron de ser superadas iniciales suspicacias, dada la escasa representaciónque la LODE preveía para los titulares de los centros privados: “La entidadtitular queda en escasa proporción con los demás estamentos (3 de 15). Anteesta visión quién se sentirá estimulado para la fundación de centros de ense-ñanza. Con el tiempo sólo quedarán los centros públicos... Al titular le puedeser impuesto un director que se halle lejos del ideario e incluso ser contrario ala definición del centro... Extraña empresa la ideada por el PSOE, cuyo titularno interviene en la elección de personal, siendo el único responsable económi-co”, se insistía desde la misma revista.

Sin embargo, la fuerte labor concienciadora de los hermanos y de los profeso-res y padres afines, llevaron a que el Consejo Escolar estuviera constituido porsimpatizantes del Ideario del Cervantes: “Hay que participar, cada uno segúnsus fuerzas y posibilidades, en esta lucha que nos concierne a todos: El futurode nuestros hijos está en nuestras manos; consigamos para ellos una sociedadtolerante en la que distintos tipos de escuelas puedan convivir en armonía,para el mayor enriquecimiento de un mundo auténticamente libre y pluralis-ta”, había advertido en el número 0 de Eco Marista, de 1979, Luis AlbertoPetit, presidente de la Federación Católica Nacional de Padres de Familia yPadres de Alumnos. El primer Consejo Escolar de Cervantes, tras las eleccio-nes de octubre de 1984, obtuvo los siguientes representantes:

Equipo directivo: H. Juan José Mina Ezpeleta (Director), H. Javier Lusarre-ta Huesa (Subdirector), H. Antonio Merelo Pérez (Admi-nistrador) y H. Ignacio Martínez Seco (Director EGB).

Entidad Titular: H. Francisco Ibáñez Cámara, H. Maximiliano BoadaCarazo y H. José Cabello Carrasco.

Profesores: Mª Eugenia Borrero Cuenco, Antonio Higueras Man-gas, Samuel Gálvez Pozuelo y José Peralbo López.

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Padres: Manuel Porras del Corral, Ricardo Vaamonde Lemos,Anselmo Díaz y Mª Jesús Méndez Picón.

Alumnos: Gonzalo Capitán Requena y Juan A. Sánchez Dantas.

Personal no docente: José Gavilán Trigueros.

Otro gran cambio trascendental para Cervantes lo iba a vivir el colegio en sudefinitiva ubicación de la Fuensanta: la inclusión de alumnado femenino. En lasreuniones del Consejo Local de marzo de 1974 se planteó la escasez de alumnosde 6º de Bachiller para formar el COU el siguiente curso y la posibilidad de queéste sea mixto. Así, en el curso de 1974/75, tras cuarenta y un años de “mascu-linidad”, las aulas del Colegio Cervantes veían alumnas. Esta innovación afectósólo al recién instaurado COU y colegios femeninos como Santa Victoria, Bética,Divina Pastora, Sagrado Corazón y Sagrada Familia, enviaron a sus alumnas deBUP a Cervantes, en una época en la que aparte del colegio de los maristas, sóloVirgen del Carmen, San Francisco de Sales y La Salle, impartían COU entre loscolegios privados católicos de la capital. El alumnado femenino fue acogido sinproblemas, incluso mimado para que no sintiera ninguna extrañeza, y en laentrega de insignias de AA. AA., el 5 de enero de 1975, por primera vez la reci-birían chicas, siendo elegida Cristina Correa Fernández, vocal de la Junta de laAsociación de AA. AA. en representación de esa promoción.

La brecha de la coeducación ya estaba abierta y durante el curso 1979/80 unimportante grupo de padres, deseosos que sus hijas recibieran la educaciónmarista, “presionó” a la Dirección para que al año siguiente el BUP fuera tam-bién mixto, lo cual no se consiguió entonces pero sí para el curso 1984/85. Enlo que respecta a EGB, con la gratuidad completa alcanzada en 1989/90, tam-bién esta etapa se hizo mixta. Con motivo del 50 aniversario de Cervantes,Sánchez Blanco, un antiguo alumno, en ese momento padre de una alumnade COU, tras manifestar su nostalgia y sus recuerdos escribía: “Pero todavía,casi reciente, la conmoción emotiva-intelectual que perdura y se agiganta, escuando vi a mi hija, con sus vibrantes, desenfadados, alegres, inconscientes,juguetones y cariñosos 17 años, besando a sus profesores. ¡Cielos! pensé ¿Hanpasado cuarenta años o dos siglos? Qué enorme diferencia de la imagen, untanto adusta, circunspecta, lejana, de la mayoría de los hermanos, por aquelloslargos pasillos del caserón frente a Santa Victoria, de estos hermanos vistiendode paisano y dejándose coger del brazo y besar por chavalinas poco más quequinceañeras. Algo más, mucho más que el Vaticano II había pasado, como un

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huracán, por el viejo Colegio Cervantes. Disfruté viendo a los viejos “ogros”,profesores de mi hijo, quitándose a manotazos, como moscas, las crías, quegritaban, reían, jugaban y saltaban informales. ¡Bienvenidos los nuevos tiem-pos! Mi viejo Colegio Cervantes se llenaba de risas femeninas, de vuelos defaldas... En este feliz cumpleaños me alegra, me ilusiona celebrarlo con losnuevos aires, con los nuevos modos. Pasados quedan los pasados años. ¿Quédiferente, verdad, H. Tomás?”.

La siguiente gran novedad académica, tras la conversión de Cervantes en uncolegio mixto, llegaría en el curso 2006/07, con la instauración de la EducaciónInfantil. Esta nivel educativo, de los 3 a los 5 años, lo que en su día se llamó Pre-escolar, nunca había tenido cabida en los planes educativos maristas cordobesesque tomaban a los alumnos ya con 6 años 1º de Primaria, pero la insistencia delos padres en dotar al colegio de esta educación, llevó a realizar unas obras quetransformaron el espacio de la piscina en un edificio unido, pero aislado del res-to del colegio, para que los más pequeños den allí sus primeros pasos humanosy escolares. El éxito, a día de hoy, de la apuesta es absoluto.

Actualmente, con alrededor de mil alumnos repartidos entre los tres cursos deInfantil, seis de Primaria, cuatro de ESO y dos de Bachiller, todos con dos otres líneas, las cosas han cambiado mucho respecto a aquellos tiempos heroi-cos de la Plaza de la Compañía. Ha desaparecido la vacación del jueves por latarde, pero la semana termina el viernes; Navidades (unas dos semanas),Semana Santa y verano son las vacaciones más fuertes; se mantienen fiestascomo el día de la Virgen del Pilar, la Inmaculada o el Primero de Mayo y hannacido otras de contenido político, el Día de la Constitución (6 de diciembre),desde 1978, y el Día de Andalucía (28 de febrero), desde 1983, que sustituyena las de la época de Franco. Para siempre, se han perdido el día de San José, laAscensión y el Corpus. La celebración de los patronos de la Enseñanza, SanJosé de Calasanz (27 de noviembre) y Santo Tomás de Aquino (28 de enero) seha unificado entorno al Día de Andalucía, para lograr un “puente” en el calen-dario del segundo trimestre, siempre más denso. Respecto al horario, paraBachillerato y 3º y 4º de ESO es intensivo por la mañana y para el resto de loscursos desdoblado tres días a la semana.

Desde hace varios años, Cervantes reparte entre sus alumnos, a principio decurso, una completísima y muy bien presentada agenda escolar, exclusiva delcolegio. En ella se refleja el carácter propio del centro, las normas de convivencia

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y las personas y las actividades que componen la Comunidad Educativa delcolegio y la Familia Marista cordobesa. Facilita dicha Agenda, la comunicaciónentre el colegio y la familia del alumno.

El personal que ha formado parte de la plantilla del Colegio Cervantes duran-te el curso 2007/08, con el H. Chano Guzmán como director general, Francis-co José Luque Oteros como jefe de estudios de Primaria y Manuel Porras Gar-cía como jefe de estudios de Secundaria, ha sido el siguiente:

Aguilar Lara, Miguel Ángel Luque Oteros, Francisco José

Albalá Peña, José María Llamas Aguilar-Tablada, Manuel

Álvarez Díaz, Rafael Llamas Jiménez, Jesús Manuel

Andueza Álvarez, H. Florencio Marín Palomares, Antonio

Anquetil, Christelle Mayor García, H. Serafín

Aparicio Moreno, Francisca Molina Requena, H. José Luis

Aranda Merina, Dolores Montiel Pérez, Juan Manuel

Cacho Gutiérrez, Francisco del Mora Pérez, María Dolores

Camacho Espejo, Isabel Morales de la Cruz, Julia

Canovaca del Río, Ana Muñoz Castro, Antonio

Cañas Ramírez, Jesús Joaquín Palacios Losada, Carlos José

Carretero de Lara, José Enrique Parra Martínez de Murga, Eloísa

Corripio Suárez, Francisco Rafael Perea Merina, Francisco Javier

Cosano Molleja, Carmen Pilar Pérez de la Lastra, Rafael

Dávila Díaz, Juan Pérez Mompeán, H. Pedro

Delgado González, Francisco Pérez Rodríguez, Antonio

Espino Pérez, José Ángel Pizarro Muñoz, Daniel

Fernández Romero, José Manuel Porras García, Manuel

Fernández Vílchez, José Pozuelo Linares, Amador

Fernández Vílchez, Miguel Ángel Quintanal Pérez, H. José Antonio

Franco Franco, H. José Antonio Rey Alamillo, Sebastián del

Gálvez Maya, Juan José Río Correa, Enrique del

Gálvez Maya, Rafael Rivera Franco, Pablo

García de Vinuesa Garijo, Myriam Rodríguez Galán, Rafael

García Guardia, Miguel Ángel Rodríguez Luque, Cristóbal

García Porras, Rafael Rodríguez Luque, Francisco

González Cano, Lourdes Rodríguez Madrid, Rafael Ángel

Gordillo Santofimia, Ana María Rodríguez Villalba, María Yolanda

Gordillo Vallejo, Juan Vicente Royo Raya, José Luis

Guzmán Moriana, H. Chano Rubio Múzquiz, H. Carlos

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Haba Rodríguez, Fátima de La Ruiz Ruiz, Inmaculada

Herencia Bellido, Ana Ruiz Ruiz, Josefa

Hidalgo Fernández., Susana Sánchez Pino, Vanesa

Lama Cardo, José Luis Sánchez Redondo, Sebastián

Latorre Castillo, María Luisa Sanchiz Salmoral, Miguel Ángel

López Valbuena, Antonio Torralbo Vela, Raquel

Luque Bonillo, Alberto Vacas Bergillos, Esperanza Macarena

Luque Laguna, María José Vera López, H. José Antonio

Para finalizar este apartado, ofrecemos los siguientes cuadros comparativossobre la evolución del número de alumnos y el coste de las mensualidades enCervantes, durante este período.

(Por 1ª Enseñanza entendemos la antigua denominación de EGB, 8 cursos, ydesde 1996/97 la actual de Primaria y ESO, 10 cursos. Por 2ª Enseñanzaentendemos BUP y COU, 4 cursos, y desde 1997 el actual Bachiller, 2 cursos)

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EEvvoolluucciióónn ddeell nnúúmmeerroo ddee aalluummnnooss mmaattrriiccuullaaddooss eenn CCeerrvvaanntteess

1973/74 1978/79 1983/84 1988/89 1993/94 1996/97 2002/03 2007/08

- - - - - - - 105

946 1213 1145 1016 960 768 857 645

328 496 486 543 480 419 143 243

Infantil

1ª Enseñanza

2ª Enseñanza

1.274 1.709 1.631 1.559 1.440 1.187 1.000 993TOTAL

CCoommppaarraacciióónn mmeennssuuaalliiddaaddeess aa aabboonnaarr ppoorr llooss aalluummnnooss ddee CCeerrvvaanntteess

Grado 1975/76 1996/97 2002/03 2007/08

Infantil - - - 217 euros

1ª Etapa EGB 1.400 ptas. Gratuita Gratuita Gratuita

Gratuita Gratuita Gratuita2ª Etapa EGB 1.600 ptas.

BUP 2.000 ptas. 23.500 ptas. 205 euros 263 euros

COU 2.500 ptas. 24.500 ptas. 205 euros 263 euros

Comedor 1.500 ptas. 10.800 ptas. 85 euros 99 euros

Transporte escolar 500 ptas.Primaria 7.500 ptas.

Bachiller 6.300 ptas.683 euros/año 870 euros/año

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Las actividades extraescolares

Muchas de las actividades extraescolares de esta etapa del Colegio Cervanteshunden sus raíces en una tradición que se remonta, bien a la época del palaciode Torres Cabrera o la de la Plaza de la Compañía. Así, en su nuevo destinodefinitivo, Cervantes ha seguido celebrando la entrega de premios, aunquepasándola del Gran Teatro al propio Colegio; el Día del Libro y el Día de Mar-celino Champagnat, se han continuado conmemorando con actividades litera-rias y celebraciones religiosas, deportivas y musicales. Los campamentos deverano siguieron celebrándose en Mallorca, Sabinillas, el Puerto de Santa Maríay actualmente en Villa Onuba (Fuenteheridos, Huelva), con una asistenciaanual de más del centenar de niños y con profesores y antiguos alumnos comomonitores: “Es compartir los momentos de alegría, de soledad, los chistes delFuego de Campamento, las preparaciones para la revista de tiendas, la hora dela clasificación, los ratos de ensayos de cantos, los juegos, las salidas al Puerto,a Arcos, a Ceuta, etc. ... Es todo eso y mucho más lo que hace que cada año seañore el volver a juntarnos”, explicaba el H. Juan José Mina. El MovimientoScout continuó contando con importante presencia en el Colegio, siendo elantiguo alumno y profesor actual de Cervantes, José Enrique Carretero de Larasu gran animador. Los viajes siguieron teniendo gran importancia en el mundocolegial; las excursiones de un día tuvieron más empaque y ya se visitaban ciu-dades como Granada, Málaga o Jaén, con absoluta entrega y dedicación porparte de los profesores, hermanos y seglares; los Viajes Fin de Estudios alcanza-ron en esta época destinos mucho más lejanos que en años anteriores: Galicia oMallorca al final de la EGB, Canarias o Italia al finalizar el BUP.

Las actividades pastorales gozan de gran dinamismo y organización en el Cer-vantes de esta cuarta etapa, así como los actos benéficos mantienen una largatradición, siendo, quizás, el más veterano el Domund: “Un año más ha vividoel colegio las jornadas del Domund con intensidad creciente. Lo han vividolos profesores con sus catequesis misioneras durante una semana. No han fal-tado tampoco conferencias, montajes y celebraciones Eucarísticas orientadasen el mismo sentido. Lo han vivido los alumnos, pequeños y mayores e inclu-so un buen grupo de antiguos alumnos que admirablemente siguen colabo-rando con el colegio en diversos aspectos. Cada uno ha trabajado a su modo:unos hucha en mano, y con simpatía invitando a los transeúntes a depositarun donativo para el Domund, otros presidiendo las mesas petitorias instaladas

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en lugares estratégicos de nuestra ciudad”, escribía el H. Ignacio en EcoMarista en 1984. La recaudación ha ido siempre en aumento, desde las358.040 ptas. de 1979 al 1.080.000 ptas. de 1997, pasando por las 743.000ptas. de 1985. A ellos se suma la Campaña de Navidad, con recogida de ali-mentos y ropa, distribuidos luego por parroquias necesitadas y las obras decaridad de los Hermanos de la Cruz Blanca y las Hermanas de Sor Ángela dela Cruz. En el segundo trimestre, la Campaña contra el Hambre en el Mundo,con el tiempo denominada de Manos Unidas, se celebra con idéntico éxitotodos los años. El H. Ignacio explicaba así, en 1986, la importancia de estosactos: “Consideramos las Campañas del Domund, Navidad y Contra el Ham-bre, que a lo largo del curso celebramos en el Colegio, muy propias para laeducación en solidaridad con los más necesitados espiritual y materialmente,aportando el granito de arena para solucionar, en la medida de lo posible, susnecesidades”.

Desaparecido a fines de los años sesenta el Centro de Acción de Católica, losalumnos de Cervantes que quisieron comprometerse en una obra de caridad,encontraron en un principio, en las visitas al vecino Asilo de Ancianos delCampo Madre Dios, un terreno propicio para sus inquietudes. Actualmente, ydesde hará unos veinticinco años, el espíritu marista ha calado en dos gruposy una ONG. Los Grupos de Amistad de Córdoba, constituidos en 1982 comoAsociación Juvenil, están dirigidos a los alumnos de los últimos cursos de laescolarización obligatoria y se dedican a catequesis de poscomunión y a ladefensa de los países subdesarrollados, organizando desde 1986 por las callesde Córdoba, en el penúltimo domingo de noviembre, una Marcha Joven comodía de convivencia y encuentro juvenil para concienciación social y aportaciónbenéfica. A principios del presente siglo, esta actividad se cambió por el festi-val Con Otra Marcha, celebrándose en el colegio con idénticos fines y esplén-didos resultados. Los Grupos de Vida Cristiana, en la misma línea, se dirigenhacia los alumnos del Bachiller y universitarios, iniciándose con el Sacramen-to de la Confirmación y continuando con vivencias y convivencias festivo-cris-tianas a lo largo del año. Desde hace unos años, también, los alumnos de Cer-vantes viven en el tercer trimestre una semana de concienciación de la ONGMarista SED (Solidaridad, Educación y Desarrollo), con charlas, montajesaudiovisuales y Eucaristías, orientada fundamentalmente a que conozcan larealidad de la misiones maristas en Bolivia, Paraguay, Zambia, Zaire, Ruanda yCosta de Marfil, a sensibilizarles para la solidaridad Norte-Sur y educarles en

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una visión global más justa y solidaria de la humanidad. SED, cuya sede prin-cipal está en Madrid, también promueve y coopera en proyectos de desarrolloentre los marginados y el Sur, por lo que se realiza una cuestación que, en elCervantes, en 1997, recaudó 700.000 ptas.

Se perdieron celebraciones religiosas como las misas del sábado o del domin-go y el rezo en la clase del Rosario, víctimas del cambio de los tiempos, perosiguió la oración y reflexión cristiana al comenzar las clases por la mañana, lasEucaristías mensuales, preparadas por los propios alumnos, ejercicios espiri-tuales y el tradicional Mes de María. Sobre ésta última actividad el H. Francis-co Ibáñez hace en los Anales de 1980 la siguiente reflexión: “El Mes de Maríapierde ilusión colectiva. No obstante son muchos los signos externos quedemuestran sigue vivo. Se ven, en las filas, niños con ramos de flores, las cla-ses se ven adornadas, o motivadas, ya con altarcitos ya con decoracionesmarianas en las pizarras, posters marianos por corredores y escaleras, etc. Asímismo, en la programación de apostolado hay espacio para emotivas Eucaris-tías para todos los cursos”. Efectivamente, la devoción a María seguiría incul-cándose en el “Cervantes” como un hilo conductor en sus setenta y cinco añosde existencia. Como celebración religiosa en este período del Colegio, se intro-dujo, con notable éxito, la celebración en Nochebuena de la Misa del Gallo, enel salón de actos, abierta a todos los integrantes de la Familia Marista.

Como novedad de esta época más reciente de la historia del Cervantes, apare-cieron las fiestas de los sábados por la noche. Surgieron a finales de los seten-ta y se prolongaron durante todos los ochenta y parte de los noventa, en unsalón de actos convertido en improvisada discoteca. Su gran promotor fue elH. Juan José, incansable animador, barman, disjockey y músico, arropado poruna pléyade de incondicionales alumnos y antiguos alumnos, inasequibles aldesaliento. Era una gran prueba de la adaptabilidad a los nuevos rumbos de lajuventud del veterano colegio y la filosofía era muy simple, ya que los jóvenesoptaban por fiestas nocturnas y música moderna, dársela en el recinto cole-gial, que era seguro, sano y vigilado cobijo. No faltaron padres de alumnos nihermanos que criticaron esta experiencia, pero la gran mayoría la apoyó y eltiempo dio la razón al H. Juan José: en toda Córdoba se hicieron famosas lasfiestas de Cervantes, por su buena organización, su ambiente y su música envivo. Allí acudieron alumnos no sólo del Cervantes, sino de toda Córdoba,muy lejanos ya los tiempos de las estrictas separaciones que narrábamos en su

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momento entre los colegios masculinos y femeninos. Los alumnos del COUde cada año gestionaban la barra y hubo cursos que llegaron a recaudar 10millones de pesetas, que destinaron a costearse el Viaje Fin de Estudios. Y loque es más importante, todos se sintieron más identificados con el Cervantes,aunque ello supusiera para algún padre tener que aceptarlo a la fuerza ante elapoyo del resto de los padres a la iniciativa.

Precisamente este ambiente festivo, y la colaboración entre los AA. AA. y el H.Juan José, hicieron posible que la Familia Marista cordobesa dispusiera de unacaseta en la Feria de Córdoba, con el nombre de Ademar, desde 1980 hasta1993, cuando la Feria dijo adiós a los jardines de la Victoria para trasladarse alArenal. Y también debido a este clima lúdico que dominó a Cervantes en estaetapa, surgieron numerosas actividades musicales: con la llegada del H. JuanJosé en el curso 1976/77, se inició la formación de grupos musicales de alum-nos y antiguos alumnos, llegando a formar hasta doce agrupaciones de rock,pop, música discoteca, música suramericana, salsa... y una magnífica tuna,creada en 1978 y que estaba integrada, entre otros, por el propio H. Juan José,con su acordeón, Francisco Oteros Fernández, Manuel Ángel García Matas,Francisco Camargo Jiménez, Ángel Gómez Solís y Antonio y Javier Ruiz Moru-no, y que animó con sus serenatas, durante años, las noches cordobesas de losviernes. El más famoso conjunto musical fue Samantha, de finales de los seten-ta y principios de los ochenta, integrado por Manuel Ángel Jiménez Arévalo,Manuel Martínez Lagares y Javier Velasco Cañadas. Los grupos musicales ame-nizaban las fiestas de los sábados, acompañaban las Eucaristías del colegio yeran solicitados, por su fama y calidad, para distintos actos, incluso fuera deCórdoba. Sin duda en este punto hay que citar a Belén Laguna, la mejor vozfemenina que ha pasado por el Colegio y que como tal fue premiada por laAsociación de AA. AA. en la Asamblea de 1987. Las actividades musicalessiguieron garantizadas con el director de Cervantes, H. Juan Ignacio Poyatos,que no dudó en coger la guitarra eléctrica y formar un grupo musical, y conlos incombustibles H. Juan José y Manuel Llamas que, el primero tras su órga-no y el segundo con la batuta, eran capaces de dirigir cualquier coro.

Las representaciones teatrales, más allá de las puramente escolares, tambiéntuvieron hueco en las actividades extraescolares del nuevo Cervantes. En suescenario se representaron, entre otras, Medea de Eurípides, por los alumnosde la Escuela de Arte Dramático, en 1979; la ópera rock Hair, por un grupo de

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antiguos alumnos, liderados por Javier Martín Fernández, en 1980 y EnriqueIV del antiguo alumno Alberto Rubio Ritoré, por el grupo de teatro CulturaViva, en 1983. Conciertos, ballets, cine (en 1977 se proyectó Johnny cogió sufusil, otro signo de la apertura del Cervantes), concursos de fotografía y de pin-tura, completaban la oferta cultural del Colegio.

Y no podemos terminar este repaso a las numerosas actividades extraescolaresdel período 1973-2008, sin hacer referencia a las dos grandes efemérides quecelebró Cervantes en esta etapa, antes de la actual del setenta y cinco aniversa-rio fundacional: El cincuenta aniversario de su fundación y el centenario de lallegada de los maristas a España. En 1983, Cervantes cumplía 50 años y si en1958 el Consejo Provincial no consideró apropiado celebrar las Bodas de Pla-ta, ahora las de Oro se iban a conmemorar por todo lo alto; Asociación dePadres, Asociación AA. AA., hermanos, profesores y alumnos se iban a encar-gar de ello: se convocó un concurso de carteles con motivo del Cincuenta Ani-versario y la revista Eco Marista le dedicó los números 6 y 7; aparecieronreportajes en la prensa local con entrevistas al director H. Carlos Rubio y a loshermanos más veteranos, Tomás e Ignacio, en La Voz de Córdoba el 12 de ene-ro, en el Córdoba el 30 de enero y en Tendillas 7 el 28 de febrero de 1983; elsalón de actos del colegio contempló tres magníficos espectáculos: el 25 defebrero el Real Centro Filarmónico “Eduardo Lucena”, bajo la dirección deAntonio Sánchez, celebró un concierto de temas cordobeses; el 15 de abrilactuó el grupo de ballet clásico de Maruja Caracuel y el 20 de mayo, dirigidospor Luis Bedmar, actuaron la Orquesta Municipal de Córdoba y la Coral delColegio Cervantes. Del 15 de noviembre al 15 de diciembre, Correos de Cór-doba utilizó un matasellos conmemorativo de la fundación del Cervantes. Elaño se cerró con la Vigilia de la Inmaculada, en la que el obispo de Córdoba,monseñor José Antonio Infantes, bendijo la imagen de la Virgen colocada en eljardín del Colegio.

Con respecto al centenario que en 1986 se cumplía de la llegada de los maris-tas a España, la Familia Marista cordobesa se unió a él estando presente en suinauguración en Gerona y en su clausura en Madrid. Eco Marista le dedicó sunúmero 12. Córdoba y el Cervantes, albergaron el 26 de abril la Final de laCanción Marista a nivel nacional, de cuya celebración viene una amplia rese-ña en el número 9 del Boletín Informativo que el Secretariado Permanente delCentenario editó.

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El baloncesto

Los deportes mantuvieron su tradicional importancia en el colegio, más ahorasi cabe, gracias a las magníficas instalaciones deportivas iniciales del nuevoCervantes y de las que se fue dotando con el tiempo. Fútbol, futbito, tiro neu-mático, tenis de mesa, ajedrez, balonmano, natación, voleibol y balonkorf (uncurioso deporte similar al baloncesto pero que podían jugar chicos y chicasdel que fue pionero en Córdoba el Cervantes), tienen cabida en las actividadesdeportivas colegiales, pero, sin duda, la palma se la lleva el baloncesto.

Entre la liga senior ganada en 1956 y la benjamín-mixta del 2006 han sidocon total seguridad más de cincuenta las ligas ganadas por los maristas. Aescala escolar, provincial, regional y nacional, Maristas Córdoba ha participa-do con éxito en todas las competiciones (minibasket, infantil, cadete, juve-nil, junior y senior) desde su creación como club el 15 de septiembre de1975. El 8 de abril de 1979, obtenía en Huelva el I Campeonato de Andalu-cía para juveniles al imponerse en la final al Universitario de Granada por 89a 80, título que revalidó al año siguiente. En 1981 el equipo junior se procla-maría campeón provincial y ascendería al Grupo X de la 3ª División nacional,donde militó varias temporadas con jugadores como Ramiro, Hueso, Canti-llo, Houston, Rafael López, Juan Fernández, Alfonso, Garrido, Amador y Cal-vo. La vitrina de trofeos que hay en el vestíbulo del colegio, está llena a rebo-sar de copas de campeones. El actual Maristas es, por supuesto, el club conmás ligas cordobesas en su palmarés con una ventaja importante sobre otrasentidades históricas como el CES, Colegio Virgen del Carmen, club Juventudo Salesianos. También estamos ante el club actual que más años lleva conse-cutivos trabajando la base ya que desde 1941 nunca ha dejado de practicarseel baloncesto.

En la actual sede de Cervantes han llegado más del 90 por ciento de los títu-los. En esta etapa el baloncesto fue promovido por el H. Carlos, posterior-mente director del Colegio, ayudado por el H. Andrés y el H. Serafín, queformaban un equipo muy importante junto también al H. Juanjo, que desdeotras facetas ayudaba a conseguir fondos económicos para el deporte. Juntoa estos hermanos el primer entrenador seglar que se les unió fue Jesús Oroz-co, propulsor importante del baloncesto en el colegio. Éste trajo al añosiguiente a entrenadores de prestigio dentro del panorama baloncestístico dela época (José Luís de los Reyes “El Pipa”, Manolo González, Antonio Millán

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y Eduardo Burgos, etc.). Eduardo Burgos fue jugador del Maristas Seniorque jugó la fase de ascenso a Tercera División, pasando en sus últimos añosde jugador a entrenador, habiendo sido antes antiguo alumno del colegio.Posteriormente han ido pasando por Maristas entrenadores importantes y derelevancia en el baloncesto cordobés (José Luís Vega, Fernando León, Frande la Riva, etc.) todos ellos con su trabajo y esfuerzo han contribuido a for-mar jugadores y lograr innumerables campeonatos. Seria importante desta-car a la última hornada de entrenadores surgida en la que es importante des-tacar a Luís Requena y Sebastián (Chany) del Rey, que fueron antiguosalumnos, luego jugadores y se quedaron de entrenadores y en el caso deChany ahora profesor y Coordinador de Deportes. También es necesarioreseñar la introducción del baloncesto femenino en el colegio, unida a laintroducción de alumnas en las aulas, siendo sus primeros entrenadoresRaquel Rodríguez y el H. Serafín.

Hemos tenido muchos aficionados ilustres, llegándose a reunir en el patio delcolegio más de 500 personas (gradas supletorias) para asistir a algunos parti-dos de cuando el equipo militó en 3ª División, e incluso en eliminatorias deplay-offs de federados. De entre los innumerables fans y aficionados habríaque destacar a dos hermanos que nunca se perdían ningún acontecimientodeportivo, el H. Tomás y el H. Ignacio, que siempre alentaban a los chavales yvivían las partidos con gran entusiasmo.

Muchas personas han destacado en su labor dentro del baloncesto de Maristas,pero quizás dos figuras han destacado con luz propia en la historia de losMaristas (por su alargue y labor en el tiempo), el H. Serafín Mayor y EduardoBurgos. El primero le dio en la década de los ochenta un impulso tal al balon-cesto que lo llegó a situar en la cima provincial a nivel de base y muy cerca delclub Juventud entre los séniors. No hay que olvidar que el Maristas compitióen Tercera entre los años 1982 y 1985, cuando era la cuarta categoría nacional,y que estuvo incluso algún año muy cerca de subir a la Segunda División don-de estaba el club de Andrés López. Manolo González y Eduardo Burgos entre-naron en aquel trienio al equipo senior. Eduardo Burgos fue entrenador delcolegio durante un cuarto de siglo. Por sus manos pasaron centenares de juga-dores hasta su retirada hace menos de un lustro. El sello del H. Serafín yEduardo Burgos está aún presente y en el colegio Cervantes se les sigue vene-rando a ambos.

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Tres jugadores que han pasado por los Maristas han llegado con el tiempo a laACB, el escolta Curro Ávalos, el pívot José Torrubia y el pívot de 2 metros Joa-quín Ruiz Olmos. Ávalos disputó entre 1991 y 1999 con Unicaja 198 partidos,para anotar 889 puntos, fue internacional júnior y sub 23, siendo bronce en elEuropeo del 94 y perdió por 3-2 aquella final de la ACB de1995 que se le esca-pó al Unicaja por un triple errado por Mike Ansley. Torrubia jugó 12 partidoscon Caja de Ronda en la primera categoría nacional entre los años 1989 y1991 para anotar 28 puntos; también compitió en Primera, la LEB y la EBAcon clubes como el Melilla, el Cajasur o el Círculo Pacense y fue el primerjugador cordobés capaz de fichar con un contrato profesional por un equipoextranjero (el portugués del CAB Levis Store). Por su parte, Ruiz Olmos jugóen el Real Madrid desde el año 1981, siendo internacional en todas las catego-rías desde cadetes hasta juniors, al siguiente año jugó en el Collado-Villalba,también en Primera División-ACB, y posteriormente pasó por Juver de Mur-cia, Caja Plasencia y Badajoz en LEB.

El evento deportivo más característico de la historia marista es el Torneo deNavidad. Esta iniciativa fue puesta en marcha en 1989 por Luís Pintor, JoséLuís Aneri y Fernando León, éste último con el hotel Hesperia a sus espaldas.Durante más de una década tuvo los mismos mentores hasta que en el 2000retomaron su organización Sebastián del Rey y Luís Requena. El torneo se haconvertido con el tiempo en un clásico de las navidades baloncestísticas cor-dobesas. Todos los jugadores que han salido de la cantera cordobesa en las dosúltimas décadas han pasado por esta competición tan singular.

El padre Jesús Mendoza

El padre Jesús Mendoza González, dominico del convento cordobés de SanAgustín, marcó una etapa en el Cervantes. Se hizo cargo de la dirección espi-ritual del colegio en 1973 y por su entrega y esfuerzos diarios, por su ilusióngenerosa, por su dimensión sacerdotal, por su carácter abierto y amable, porsu facilidad de palabra, por su inteligencia, por su identificación con lo maris-ta y por su habilidad para saber conectar con los niños y adolescentes de unasociedad cambiante, Jesús Mendoza ha sido, sin duda, un capellán clave en lahistoria de Cervantes. Fue tutor de 1º BUP, al principio, por necesidades aca-démicas, pero luego se volcó en la organización de las catequesis de comu-nión, poscomunión y confirmación, en ejercicios espirituales y Eucaristías

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para los alumnos (diariamente se decía misa durante el recreo, más las celebra-ciones especiales), en las campañas del Domund, de Navidad y del Hambre yen clases de Religión; colaboró en todo tipo de actividades extraescolares y lapuerta de su despacho siempre estuvo abierta para recibir y atender cualquiernecesidad espiritual, inquietud social o escolar, grande o pequeña, de losalumnos.

Dinámico y actual, se mantuvo siempre en la línea eclesial que marcaría desde1978 el nuevo papa Juan Pablo II y de él y de los maristas es preciso destacaren todas sus charlas, escritos y homilías, el amor hacia la Virgen María: “Dioste salve, María, llena de gracia y bendita más que todas las mujeres. Confian-do en tu amor de Madre nos acercamos a ti, especialmente en este mes demayo dedicado a tu honor, con humildad en el corazón y una plegaria en loslabios: que estés, Madre, en nuestros corazones, en nuestros hogares, en nues-tro mundo, amén”, escribía en Eco marista de mayo de 1982.

Apostó siempre por realizar convivencias con los alumnos: “El poder hablarcon claridad, sinceridad y sin miedos. Poder tener una Eucaristía a gusto y sinprisas. No se pierde el tiempo y sí se gana mucho por el aire de reflexión y sin-ceridad”, en la misma revista, y por la amistad: “La esencia de lo humano y delas relaciones personales en cualquier ámbito es la amistad. La actividadcomún y la convivencia harán florecer la amistad entre aquellos que se sientencon ganas de participar. La amistad lo es todo... Por eso nosotros, este año, enel colegio, estamos trabajando bajo un principio hecho lema: Si quieres amis-tad, sé mas humano cada día”, escribía en 1984.

Orientó a los alumnos en la esencia de tres importantes períodos cristianos delcurso escolar, Navidad: “Que estos días sean de verdad fecundos en armoníafamiliar. Que sean auténticos en la amistad. Que sean sinceros en el perdón.Ansiosos de ese encuentro con Dios-hombre Jesús. Que sean de verdad días enque la paz no sea mentira ni palabra sin sentido, sino tarea para siempre. Quesea, en verdad y definitivamente, felicidad, porque seamos capaces de hacerque Navidad sea para todos”; Cuaresma: “Cuaresma, además del recuerdo deesos hechos salvadores, cumbres de nuestra vida, es una llamada renovada yurgente a la conversión. Conversión que debe nacer desde dentro de nosotrosmismos. Si nuestro corazón cambia, nuestra actitud será nueva. Cuaresma esllamada a esa novedad que es la confesión de que Cristo vive. Confesar connuestras actitudes que la Resurrección es siempre dinámica, inacabada,

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porque está dependiendo de nosotros siempre”; y Pascua: “Ya no nos puedeasustar nada. Tenemos que huir de la estrechez, de los complejos, del miedo.Renace la tierra. Resucitó Cristo nuestra esperanza, aleluya. Felicidad”.

Las Primeras Comuniones y las Confirmaciones cobraron un significado tre-mendamente especial con la llegada del padre Jesús Mendoza a la capellaníadel colegio. Por primera vez se formó un amplio equipo de catequistas conantiguos alumnos y alumnos de 3º BUP y COU que, bien preparado, impartiócatequesis por parejas, a razón de una hora semanal desde noviembre, a losalumnos de 3º EGB que iban a recibir la Primera Comunión ese año: “Yo que-ría hacer algo, me sentía con fuerzas para colaborar en nuestra fe, y quería quefuesen aprovechadas. El padre Jesús, director espiritual del colegio, me dio laoportunidad. Después de tres días de cursillo de preparación para catequistas,comenzamos nuestra misión de transmitir, con maravillosa ilusión, la doctrinade Jesús a aquellos que fueron sus más amados discípulos, los niños”, afirma-ba la catequista María de los Ángeles Medina en 1982. Las hermosas celebra-ciones eucarísticas tenían lugar en el salón de actos del colegio, a lo largo delmes de mayo, los sábados por la tarde y los domingos por la mañana, en unambiente festivo pero del que se encargaba el padre Jesús de que no afectase ala verdadera trascendencia espiritual de la ceremonia.

A comienzos del curso 1986/87, la Orden de Predicadores decidió un nue-vo destino para el padre Jesús, su tierra canaria, el Santuario de la Virgen dela Candelaria en La Laguna (Tenerife). Su marcha, aunque muy sentida, nodañó su obra catequética, que es uno de los mayores exponentes de la viven-cia cristiana de Cervantes y del concepto de Familia Marista. La multitudina-ria cena-homenaje que le rindió el Colegio Cervantes en septiembre de1986, demostró el gran número de amigos que cosechó con su labor: “Gra-cias, Jesús, porque has sabido llevarnos al otro Jesús. Gracias por tus Euca-ristías, tus catequesis, tus ilusiones y los grupos de muchachos a los que hasestimulado a Vivir”, reconocía el H. Juan José un par de años antes. Esaamistad imborrable y la formación espiritual que inculcó en cuantos lo tra-taron, son sus mejores recompensas: “Que siempre sea Cristo-centro yMaría-ayuda. Amando, acogiendo, sonriendo, haciendo felices, siendo ami-gos, perdonando, dialogando, es ya una tarea, pero la única que hará mejorla sociedad, el mundo y la familia. Un saludo a todos”. Fueron sus palabrasde hasta luego, en ese acto.

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Los hermanos maristas en este período

Nueve directores ha conocido el Colegio Cervantes en los treinta y cinco añosque lleva funcionando en su sede propia de la Avenida de la Fuensanta. El H.Emilio González Román (1970-1976), presente en Cervantes desde 1968, al quele cupo el honor de inaugurar el nuevo Colegio y ser su director en los tres pri-meros años de funcionamiento. El H. Fernando Moreno Barrio, profesor delcolegio en la segunda mitad de los años sesenta y primera de los setenta y que sehizo cargo de su dirección de 1976 a 1977. El H. Carlos Rubio Múzquiz (1977-1983). El H. Juan José Mina Ezpeleta (1983-1987 y 1988-1990). El H. JavierLusarreta Huesa (1987-1988) que sustituyó al anterior un curso, por motivosde enfermedad y estudios. El H. Luis Escuchuri Lacarra (1990-1996) llegado enel año 1990 procedente de la dirección de Santa María de la Capilla, de Jaén,dejando Córdoba en 1996 para ir a Nuestra Señora de la Victoria, de Málaga. ElH. Juan Ignacio Poyatos Martínez, natural de Granada, se hizo cargo de la direc-ción de Cervantes en septiembre de 1996, a punto de cumplir los 32 años, trashaber llegado a Córdoba en 1991 procedente de Nuestra Señora del Carmen deBadajoz, convirtiéndose en el segundo andaluz que dirigía el Colegio Cervantestras el H. Emilio y en el más joven de todos los directores que ha conocido en suhistoria. Desde 1999 a 2006, ejercerá la dirección Rafael García Porras, profesordel colegio y primer seglar en el puesto, con el cual Cervantes obtendría el Cer-tificado de Calidad. Y actualmente, a partir del curso 2006/07, la responsabili-dad de la dirección recae en el H. Chano Guzmán, natural de la provincia deJaén y que había estudiado COU en Cervantes en el curso 1979/80.

El horario de los hermanos de esta etapa, en días laborables, era el siguiente:

6’30 Levantarse7’00 Oración y meditación7’30 Misa8’00 Desayuno9’00 Clase

13’45 Rosario y visita al Santísimo14’00 Comida16’00 Clase19’00 Estudio religioso20’00 Tiempo libre20’15 Lectura espiritual20’30 Vísperas y Completas21’00 Cena

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Más de cincuenta hermanos maristas han entrado en las aulas del nuevo edifi-cio de Cervantes, los más mayores tras haber conocido la sede de la Plaza de laCompañía en distintas etapas. Con ellos, el número total de hermanos que hapasado por la comunidad cordobesa en sus setenta y cinco años de historia,impartiendo clase en las Reales Escuelas de la Inmaculada Concepción y, sobretodo, en el Colegio Cervantes, supera ya los doscientos cincuenta. De esta últi-ma hornada merecen destacarse el H. Antonio Merelo Pérez, laborioso admi-nistrador, sucesor en esta tarea del H. Tomás; el H. Timoteo Pérez Martínez,que conoció tres llegadas a Cervantes, 1951, 1970 y 1980, teniendo gran vin-culación con el noviciado de Maimón; el H. Cándido Vadillo Robredo, alavésdel límite con Burgos, marista desde 1923, peregrino de todo el mapa hispanoy hasta marroquí, conocedor de seis cárceles levantinas en 1936 y llegado aCórdoba en 1970, con 64 años, donde se dedicó durante trece a sus dos mejo-res aficiones: la enseñanza de la ortografía y el catecismo a los pequeños; el H.Joaquín Pardo Delgado, llegado en 1972, auténtico factotum de 1º BUP, cursodel que llegó a ser tutor de hasta tres secciones el mismo año; los hermanosBoada Carazo Maximiliano (H. Maxi) y Santiago, con toda su bondadosahumanidad y laboriosidad llenaron los años ochenta; el H. José CabelloCarrasco, llegado en 1974 y luego en 1982, profesor de Filosofía en BUP yCOU; el H. Florencio Andueza, que desde 1978 repartió sus estancias en Cór-doba en tres períodos, permaneciendo a partir de 1995 en Cervantes, rodeadodel cariño de los más pequeños; el H. José Luis Molina Requena, cordobés yantiguo alumno de Cervantes, responsable durante muchos años de la pasto-ral del colegio; el H. Serafín Mayor García, treinta y cuatro años en Cervantes,intercalados con un período como director del Colegio San José de Priego...Pero un espacio especial creemos que merecen dos directores HH. Carlos yJuan José y el H. Francisco Ibáñez.

El H. Carlos Rubio Múzquiz nació en Obanos (Navarra) el 9 de junio de 1941.Su primer destino como docente fueron las Reales Escuelas de la InmaculadaConcepción anejas a Cervantes, el curso 1960/61, retornando para el 1962/63 y1963/64. Su estancia más larga y decisiva en Cervantes se iniciaría en septiembrede 1973, procedente de Nuestra Señora del Carmen, de Badajoz. Profesor deQuímica y Matemáticas en el BUP, en 1977 fue elegido director del colegio. Losseis años que estuvo al frente de él fueron decisivos para modernizar y consoli-darlo. Cuatro años apenas llevaba en su nuevo barrio, había conocido dos direc-tores y superaba los 1.700 alumnos, España y Córdoba se hallaban en plena

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transición política, la juventud vivía su etapa más contestataria y los tiempospara la enseñanza católica anunciaban ya que no iba a recibir ningún regalo; lassecularizaciones se hacían notar en la Institución Marista y profesores seglaresque no habían dado nunca problemas, sacaban a la luz ahora sus discrepanciascon el Ideario del Colegio. El Cervantes, sin embargo, se mantuvo y voló másalto, y si ello fue en parte gracias a lo que se dio en llamar Familia Marista, no esmenos cierto que la acertada gestión del H. Carlos contribuyó de modo decisivo,como reconoció su sucesor el H. Juan José: “Guardo una gran admiración a lalabor serena, tranquila y arriesgada del H. Carlos, que se encuentra estudiandoen Roma. Sin el engranaje perfecto con que dejó la máquina colegial, no hubie-ra sido posible que la Casa marchara como lo está haciendo”.

Apostó el H. Carlos por la Familia Marista: “Expresión afortunada: FamiliaMarista; tenemos a Cristo, que es camino, verdad y vida, como hermano, y aMaría por Madre, Modelo y Recurso Ordinario, así se complacía en llamarlaMarcelino Champagnat... En la familia no caben posturas críticas llenas deamargura: de los padres hacia los hijos, al ver cómo se van despegando de lacasa; de los hijos hacia los padres, porque no se sienten comprendidos; de losprofesores a sus alumnos pues no corresponden a sus desvelos; de los alumnoshacia sus profesores pues se consideran discriminados e injustamente tratados.Nada de esto cabe en una Familia, pues familia es amor y calor de Hogar... Estafamilia que queremos construir y que la vamos haciendo cada día, no se basa enuna amistad humana puramente, aunque no se opone a ella, es en la identifica-ción con los objetivos donde encuentra su consistencia; demos coherencia anuestras vidas si queremos para nuestros hijos una buena educación; los niños,los educandos, exigen que haya armonía y compenetración en la familia, en elColegio y entre ambos”, escribía en Eco marista en 1982.

De su etapa como director, el H. Carlos nos recuerda el excepcional ambienteque existía en el colegio entre todos los estamentos educativos y nos explica-ba la clave de su dirección: “El magnífico equipo de colaboradores, alumnos,antiguos alumnos, profesores, capellán, matrimonios delegados, entrenadores,animadores deportivos, etc.”. Al terminar el curso se organizaba una excursiónpara todos los profesores, contribuyendo a conocer la obra de la gran FamiliaMarista española y muchas veces devolviendo visitas que habían sido acogidascon gozo en Córdoba. La empresa Autotransportes López ponía a disposiciónde esta excursión un autobús que, en alguna ocasión, fue de estreno.

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Quizás la razón del éxito del H. Carlos en su gestión, aparte de su sabiduríapara hacer equipos, su infatigable capacidad de trabajo en todos los frentes yla concreción de la idea de la Familia Marista, fue el tener las ideas muy clarassobre la Iglesia y la Sociedad: “Hoy, como hace cincuenta años, nos encontra-mos con una sociedad descristianizada. La sociedad, como tal, ha perdido elsentido de lo trascendente. A la vista de algunos pesimistas parece que la Bar-ca de Pedro, la Iglesia, va a la deriva; a la Iglesia se la critica desde dentro ydesde fuera. Sin embargo, sigue siendo la Iglesia, nuestra tabla de salvación,porque contamos con la promesa: Yo estaré con vosotros hasta la consuma-ción de los tiempos”. El admitir el cambio de los tiempos: “Ahora no es másdifícil, es distinto. Antes, el profesor decía una cosa y se respetaba, no se inso-lentaba el alumno. Ahora hay otros valores que se cultivan más, como es elespíritu crítico. Esto es importante y conviene tenerlo presente. El que elalumno manifieste espontáneamente lo que piensa, creo que es importante.También ahora hay más confianza entre profesor y alumnos. Nos tutean. Estaconfianza también es interesante”. Y el asumir un pasado, pero sin convertirseen estatua de sal: “Todo aniversario lleva consigo unas connotaciones nostálgi-cas por aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor. No podemos con-sentir que el cincuentenario se circunscriba a una complacencia nostálgica enel pasado; tampoco sería valiosa esta mirada retrospectiva si nos limitamos acopiar literalmente ciertas fórmulas que en su día tuvieron vigencia pero quenecesitan ser actualizadas. Mirar atrás, sí, pero sólo para detectar lo auténtico,lo nuclear, para ver si conservamos nuestra identidad, para analizar si el caris-ma de Marcelino Champagnat, del cual eran portadores los primeros herma-nos, está intacto en nuestro Colegio”.

En septiembre de 1983, el H. Carlos dejaba Cervantes: estudios en Roma, ladirección de la revista marista Presencia 7, Granada, Huelva, han sido varios desus siguientes trabajos, con la seguridad de que siempre en su corazón y en sumente habría un hueco para Córdoba, no desaprovechando ninguna ocasiónpara visitarla y mantener el contacto con el Cervantes, de cuya Asociación deAA. AA. es Insignia de Oro. El curso 2007/08 contempló con alegría, el retor-no del H. Carlos a “su” colegio, para volver a formar parte de la plantilla.

El H. Juan José Mina Ezpeleta, o H. Juanjo como es conocido, sucedió al H.Carlos en la dirección del Colegio Cervantes en septiembre de 1983. Habíanacido en Olleta (Navarra) el 9 de agosto de 1943. A similitud de su paisano

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el H. Carlos Rubio, su primer destino como docente marista fue Córdoba en elcurso 1962/63; marcharía al finalizar el año escolar y no volvería hasta sep-tiembre de 1976, procedente de Nuestra Señora del Carmen de Badajoz. Des-de entonces, y durante más veinte años, el H. Juanjo desarrolló su labor enCervantes. Profesor de Física y Química y Matemáticas en BUP y COU, sufigura con la bata blanca y su, casi, inalterable bigote se hicieron habituales enlas horas lectivas, sobre todo en su querido y bien utilizado laboratorio deQuímica. Pero el incombustible H. Juanjo fue capaz de ofrecernos muchasmás imágenes a lo largo del día: vestido de tuno y tocando el acordeón, diri-giendo un coro tras el órgano electrónico, cambiando discos durante las fies-tas de Cervantes, organizando un fuego de campamento o con el mono pues-to y reparando algún foco del salón de actos...

Este navarro afincado en Córdoba fue director del Cervantes de 1983 a1990, un cargo para el que decía que no servía pero que sacó adelante conéxito gracias al equipo de colaboradores que tuvo (Mateo Vázquez, el padreJesús, los presidentes de la Asociación de AA. AA. y de Padres, etc.), a lalabor previa del H. Carlos y a su indudable carisma con la juventud, en laclase y en las actividades extraescolares. Hombre de acción, poco dado adejar por escrito sus ideas, éstas se manifiestan en sus obras, sin las cualesno tendría sentido la historia del Cervantes en sus últimos años: Actividadesmusicales, campamentos de verano, caseta de feria, fiestas del Cervantes lossábados, no habrían existido sin el H. Juanjo y su puesta en práctica de lapedagogía marista de la presencia. En 1978 la Asociación de AA. AA. leimpuso su Insignia de Oro y en 1983, a propuesta de los alumnos de COU,recibió la Chasca de Oro.

Sus inquietudes apuntaron también hacia Bolivia, hacia la misión que la Pro-vincia Marista de la Bética tenía en ese país suramericano. Los veranos demediados de los años noventa los pasó allí, viviendo de lleno una realidadmuy distinta de la que contemplaba durante el curso escolar en Córdoba: “Alconcluir la experiencia, dos meses, el recuerdo y la oración siempre presenterecordando al campesino, llenan mi vida. Me muevo, al mirar el reloj, en sin-tonía con Bolivia (seis horas menos) y pienso y vivo por mis campesinos. Heencontrado a Dios a través del hermano pobre, del laico solidario y de los her-manos comprometidos del distrito. Mis vacaciones estivales parecen ya, queno tienen sentido sin el proyecto Bolivia”.

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Desde el curso 2002/03, el H. Juanjo, está destinado en el Colegio Santa Maríade la Capilla de Jaén.

El H. Francisco Ibáñez Cámara nació el 24 de mayo de 1929 en JaramilloQuemado (aldea de Salas de los Infantes, Burgos). Con nombre de profesión,H. Modesto, Jaén (durante diez años) y Bonanza, fueron sus primeros destinosen la Bética. En septiembre de 1977, y procedente del Colón de Huelva, llegóal Colegio Cervantes. Profesor de Lengua y Literatura Españolas y Francés enBUP y COU, de Religión y Filosofía ocasionalmente, vivía los exámenes deSelectividad en el más puro estilo de la vieja escuela marista: “No ha sido unbuen año; y no por el entusiasmo y trabajo de alumnos y profesores... Se for-maron tres tribunales y, casualmente, el 1º fue terrorífico y el 2º y el 3º autén-ticos coladeros... Por una vez no creemos en mala voluntad ni contubernios,sencillamente mala suerte; relativa, claro, pues pasaron 124 alumnos de los134 que presentamos. El promedio del tribunal fue de 48 por ciento de apro-bados y el trato recibido por otros centros, sobre todo institutos de pueblos,fue de pena. Ningún instituto de la capital estaba en el tribunal 1º”, dejó escri-to en 1980 en los Anales.

Magnífico profesor, inteligente y didáctico, lo que nos queda, sin embargo delH. Ibáñez en el recuerdo, es su enorme e inquieta actividad, igual con la plu-ma que con el pincel, nos queda su ironía, su sentido del humor, sus ganas devivir: “El H. Francisco Ibáñez fue un amigo que se preocupó por cuantos loconocimos, tanto en su actividad docente como en cualquiera de las facetasque cultivó. Dado como somos, tan amantes de las titulaciones, sólo diré quefue Licenciado en Lenguas Románicas, hablando perfectamente el francés. Sinembargo, igual cogía un pincel y hacía un hermoso cuadro, que manejaba unsoplete para fabricar una bella escultura, soldaba una silla rota o fabricabaunos ceniceros”, recordaba el antiguo alumno y profesor del Cervantes, JoséLuis de los Reyes.

En el modernizado Cervantes de finales de los setenta y en los ochenta, el H.Ibáñez fue un referente de la “vieja guardia”, pero con toda la gracia e inge-nio que le imprimía a cuanto decía, escribía o hacía. Y es que el H. Francis-co Ibáñez fue el último gran cronista de la historia del Cervantes; desde sullegada él, hasta su marcha en 1989, se encargó de recuperar una tradiciónperdida en los años sesenta. La lectura de los Anales y de las Actas de losConsejos Locales, por él escritos, son riquísimas de contenido y amenas de

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leer, salpicados con más de un comentario genuino. Sus colaboraciones conla revista Eco Marista nos regalaron su labor de cronista, literato e investiga-dor: La educación popular y Marcelino Champagnat (Eco 2), La tercera edad(Eco 5), V Encuentro de la Familia Marista en Jaén (Eco 7), Cena Homenajea los hermanos profesores del Cervantes de 1933 a 1983, Vigilia de la Inma-culada y Evocación al H. Tomás (Eco 8), Centenario de los HH. Maristas enEspaña (Eco 10), VII Encuentro de la Familia Marista en Huelva (Eco 11) y1886-1986 Centenario Marista en España (Eco 12), son algunos de sus artí-culos aparecidos en esa revista que editó el APA del Colegio Cervantes de1979 a 1986.

Poeta infatigable, el H. Fernando Calvo, recopilador de la obra de Ibáñez, halogrado reunir nada menos que ciento tres composiciones. Fue el promotor,junto a la directiva de la Asociación de AA. AA., del APA y a la dirección deCervantes, de la visita anual a la Residencia de los hermanos maristas jubiladosen Benalmádena. Colaboró intensamente en el Centenario de 1986, diseñandocarteles, llaveros, pisacorbatas y objetos de recuerdo. Fue corresponsal de laProvincia Bética para la revista marista Presencia 7 y dedicó los últimos años desu vida a confeccionar la historia de los colegios de dicha Provincia, impidién-dole su súbita muerte, ocurrida el 5 de enero de 1996 en La Inmaculada deGranada, culminar su proyecto, pero habiendo puesto su trabajo a disposiciónde quien quisiera aumentar la investigación. Como buen cronista, nunca pusopor escrito sus ideas, se limitó a reflejar cuanto veía, aunque lógicamente des-de una óptica muy personal: “Del Hermano Francisco Ibáñez Cámara no esnecesario hablar mucho ni rebuscar datos, todo, absolutamente todo lo dejóescrito, y a través de sus páginas, como si de una biografía surrealista se trata-ra, se puede reconstruir su historia, su vida, su humanidad, su erudición y suprofundo sentido religioso”, explica el H. Fernando Calvo.

Para conocerlo era preciso tratarlo y sintonizar con su forma de entender lahistoria, con sus ganas de trabajar, con su análisis de la sociedad actual y conesa alegría cristiana que sólo tiene el que confía en la Providencia: “Comienzael nuevo año, con toda la retórica de moda: La Década de los Ochenta. Sehacen augurios, pronósticos y previsiones de todo tipo: religioso, político, eco-nómico, etc. Abunda el pesimismo y el dogmatismo progre. Echamos en faltala visión sobrenatural del mundo en todo ese comentario multitudinario delos medios de comunicación. Dejemos el porvenir en manos de la Providencia”.

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Sería caer en el panegírico si dijéramos que el H. Ibáñez era un genio, pero nonos equivocamos si lo definimos como un humanista vital y genial. Vayan paraél nuestro recuerdo y cariño, y cerremos esta semblanza como a él le hubieragustado, con fe, ironía y vida, recogiendo la poesía escrita por él mismo en1994, pensando en su muerte:

Y cuando muera,

pues moriré algún día,

no vengáis a mi tumba a llorar

ni con lutos o crisantemos,

pues toda mi vida nadé en alegría,

la repartí y la libé,

corriendo caminos de mi Andalucía.

Y si sigo viviendo, como creo,

no vengáis llorando, por favor,

venid sonriendo,

venid rezando un rosario,

venid cantando un Ave María,

venid recordando el azul del cielo,

la belleza de las flores,

la aventura del día a día.

Aún estoy vivo, vivo

y no quiero que por mí nadie llore.

Vivo cuando te levantas,

vivo cuando cantas,

vivo cuando estás triste,

contando mi última trapacería

para volver tu cara alegre

y raer la melancolía.

Y para tu tranquilidad,

te confieso con simpatía,

que nadie podrá quitarme

un pitillo que fumarme

y mi devoción a María.

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Los profesores seglares

Los números son innegables. En el curso 1942/43, cuando el “Cervantes”abrió sus puertas en el edificio de la Compañía, su comunidad docente erade trece hermanos y tres profesores seglares para 365 alumnos; treinta añosdespués, en el curso 1973/74, el primero del colegio en la Fuensanta, habíadoce hermanos y treinta y tres profesores seglares para 1.274 alumnos;actualmente, el número de hermanos ha bajado a nueve y el de profesoresseglares ha ascendido a casi sesenta. En los años cuarenta, cincuenta y sesen-ta, hasta diez hermanos nuevos llegaban a Córdoba cada septiembre; desdela segunda mitad de los setenta, la cifra ha bajado a tres, dos, uno o ningu-no. El paulatino aumento de alumnos, parejo a la disminución de vocacio-nes maristas y a las secularizaciones, hará que Cervantes vaya incorporandoa su plantilla a profesores seglares. Los hermanos tratarán de reservarse lastutorías, hasta el punto de que un solo hermano era el tutor de tres cursos,pero llegará un momento en que hasta eso será inviable y los maristas debe-rán asumir que la gran responsabilidad de llevar las clases recae sobre profe-sores seglares.

A pesar de que no me cabe la más mínima duda de que los hermanos maristassopesaban largamente los méritos de uno u otro profesor a la hora de incluir-lo en la comunidad educativa de Cervantes, variada fortuna tendrán a la horade escoger estos colaboradores, tanto en su calidad académica como en su gra-do de fidelidad al Ideario Marista y católico que se suponen debían aceptar alingresar en un centro de estas características. Para algunos profesores, Cervan-tes fue solo un lugar de paso mientras sacaban oposiciones a la enseñanzapública, algunos entraron en abierto conflicto con el Ideario del colegio yotros, identificados con la confesionalidad del centro, no le dieron precisa-mente brillantez dada su baja calidad.

Ensalcemos aquí los que se entregaron y vivieron el espíritu del colegio, edu-cando y enseñando a generaciones y generaciones de alumnos, de acuerdo alIdeario Marista, compartiendo afanes educativos, convivencias en Maimón,Santo Domingo de Scala Coeli y Viajes Fin de Curso. Muchos hicieron delColegio su segundo hogar y en él siguen, otros partieron hacia nuevos hori-zontes tras haber dejado su mejor labor en los años de Cervantes, para otros,en fin, llegó la hora de una merecida jubilación.

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A mediados de los cincuenta entrarán en Cervantes, cuatro profesores que ten-drán una larga continuidad e importancia: Pedro Palop Fuentes, David Fer-nández Cortés, José Luque López y Celso Velázquez Elices. El primero, histo-riador y latinista, miembro de la Real Academia de Córdoba, permanecería enel colegio hasta su jubilación en 1978, Insignia de Oro de la Asociación de AA.AA., inició en 1974 una historia del Colegio Cervantes, lamentablemente ina-cabada y extraviado el material utilizado. El segundo, profesor de Ciencias enBachiller permanecerá en el Colegio hasta 1977, cuando pasará a la enseñan-za pública. El tercero, profesor del ciclo medio de la EGB (niños entre 8 y 9años), llegará a jubilarse en Cervantes en 1991. Y Celso Velázquez, tambiénprofesor del ciclo primero (niños entre 6 y 7 años) ha sido hasta hace poco elmás veterano profesor seglar, pues en el curso 1996/97 cumplió nada menosque treinta y ocho años impartiendo clases en el colegio.

Entre los profesores que entraron en Cervantes en los años sesenta hay un gru-po importante que ha llegado a nuestros días impartiendo docencia en los pri-meros niveles: Antonio López Valbuena, antiguo alumno (en la actualidad vice-presidente de su Asociación) y tremendamente integrado en la Familia Marista;Rafael Rodríguez Galán; Francisco Rodríguez Luque; Rafael Pérez de la Lastra; elprofesor de Educación Física y jefe de estudios y prefecto de disciplina durantemuchos años Manuel Parra Galindo, ya fallecido; y Mateo Vázquez Berni.

El caso de Mateo Vázquez, profesor de Sociales en la segunda etapa de EGB ysecretario adjunto de Cervantes, jubilado durante el curso 1996/97 tras treintay un años en el colegio, merece un alto: identificado con el espíritu de la Fami-lia Marista hasta el punto de que en cinco números de Eco Marista el editorialfue suyo; muy vinculado con los hermanos: “Hacemos constar que quien hatramitado el curriculum ha sido el profesor Mateo Vázquez, de 6º, Secretarioadjunto del Colegio, gran persona y entusiasta del Colegio Cervantes”, recogíael Acta del Consejo Local del 26 de noviembre de 1977, con motivo de la con-cesión del título de Profesional de la Enseñanza Distinguido al H. Ignacio; grananimador de la participación de los padres: “Precisamos de padres comprome-tidos, dispuestos a dar antes que a recibir, pues el trabajo comprometido y sin-cero de unos pocos puede más que la apatía, la desgana y el desinterés de unosmuchos. Con ese trabajo comprometido se logrará la paulatina consolidaciónde la Comunidad Educativa, coordinando a los estamentos en un compromisoserio de acción, de obras y no tan sólo de palabras”; defensor de los derechos de

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sus compañeros: “Los titulares de centros privados de enseñanza ven cómo, dedía en día, va empobreciéndose el sector, pues al aumentar el costo de la ense-ñanza, el núcleo de alumnos disminuye paulatinamente, siendo numerosos loscentros que cierran cada año. Los profesores y personal no docente ven cadadía más difícil la estabilidad de sus puestos de trabajo por las razones aducidasanteriormente”; y ferviente católico en la línea de Juan Pablo II: “Creemos yesperamos que este viaje (el de otoño de 1982 del papa a nuestro país) hayadejado una profunda huella en nuestros corazones; que sus palabras hayan caí-do en tierra buena para que dé su fruto y que su figura sea la luz del mundoque no se oculta, sino que se coloca sobre el candelabro para que nos siga ilu-minando a todos y nos guíe por la senda del bien”.

Los principios de los setenta verán llegar a Cervantes a un nutrido grupo deprofesores de la EGB que echarán raíces hasta nuestros días: Manuel Llamas-Aguilar Tablada, José Peralbo López, Enrique del Río Correa, Juan Dávila Díaz,Cristóbal Rodríguez Luque, Samuel Gálvez Pozuelo (fallecido en 2005 en ple-no ejercicio de su profesión), Antonio Higueras Manga, que pasaría posterior-mente a BUP y COU, Daniel Pizarro Muñoz y Pedro Moral Muñoz, éste últimoel único de la lista que ha pasado a la enseñanza pública.

A finales de los setenta y principios de los ochenta, Cervantes vivió una peque-ña hecatombe con la salida de él de un amplio grupo de profesores de Segun-da Enseñanza, bien por haber aprobado oposiciones en la enseñanza pública,bien por estar en disconformidad con la línea del colegio, o por ambas cosas ala vez. Los hermanos recurrirán a profesores de probada confianza, como JoséZarco Cañadilla, también luego profesor en la enseñanza pública, pero duran-te muchos años profesor de Literatura e Historia del Arte en BUP y COU,famoso por su rectitud y exigencia y valoración del trabajo, ideólogo de laFamilia Marista, responsable del Departamento de Orientación Educativa delColegio y articulista en este campo de la revista Eco Marista, donde siempredefendió la enseñanza integral: “Los valores de estudio, trabajo, agradecimien-to, amor filial, confianza, respeto, fraternidad, renuncia, abnegación y otros,crearán en el alma de nuestros hijos un reconocimiento pleno que desemboca-rá en la filiación divina y un clima que permita obtener la mejor cosecha den-tro de la institución escolar y para la vida, última meta para cualquier forma-ción integral”; Vicente Ruiz Granados, profesor de Filosofía y Latín, llegado en1976; Amador Pozuelo Linares, llegado a finales de los setenta y ligado a los

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primeros cursos de la Enseñanza de Cervantes hasta su jubilación; AntonioPérez Rodríguez, antiguo alumno del colegio de Lucena y profesor de Historiae Historia del Arte, que llegó en 1979 y permanece en la actualidad; o antiguosalumnos del propio colegio, como José Enrique Carretero de Lara, María delos Ángeles Alarcón García, Miguel Ángel Sanchiz Salmoral, Antonio MuñozCastro, Julia Morales de la Cruz, Francisco José Luque Oteros y otro numero-so grupo incorporado en los últimos años.

Otros profesores que impartieron varios cursos su docencia, durante estos últi-mos treinta y cinco años, pero que ya no están son: Joaquín Aguilar Gavilán,José Alfonso Bugella Rojas (un químico con el ingenio de un hombre deletras), Antonio Cantillo Bascón, Ramón Jiménez Solsona y Juan Ignacio Lobi-llo Ríos. Como curiosidad, decir que 1979 fue el año que vio, por primera vez,a mujeres como profesoras de Cervantes: Isabel Clara García de Liñán, de His-toria, Mercedes Osuna Rodríguez, de Inglés y María Eugenia Borrero Cuenco,de Ciencias. Ésta última, quedaría ya largamente vinculada con el colegio.

El curso 2007/08 ofrece una imagen del profesorado seglar de Cervantes máshomogénea que hace una treintena de años, cuando comenzó a ser decisivasu participación en la enseñanza y educación que pretendían impartir losmaristas en Córdoba. No en balde, la mitad de la plantilla actual, roza o supe-ra los 20 años de continuidad en el centro y muchos son antiguos alumnos, loque garantiza una mínima unidad de criterios y una eficacia en la acción.

Para ellos, y para los que pasaron por Cervantes dándose en el ejercicio de suvocación de docentes y educaron a generaciones de niños y adolescentes,tomo prestadas las hermosas líneas que escribiera Mateo Vázquez en diciem-bre de 1982: “Es indudable que cada uno de los numerosos profesores delcentro tiene una forma peculiar de concebir la vida, la pedagogía, la enseñan-za, la clase e, incluso, el trato con los alumnos. Somos muy diferentes en edad,formación, carácter, etc. No obstante esta variedad enriquecedora, hay unageneral y gran inquietud por nuestros alumnos, sus problemas, sus fracasos.Me diréis que esa inquietud es inseparable del buen profesor, del Maestro.Hay, sin embargo, un peligro: el que nos profesionalicemos, que esa vocaciónde maestro se convierta en una forma de vida, en un empleo, en el ejercicio deuna profesión, digna pero, al mismo tiempo ingrata... El discípulo será perfec-to si es como su maestro (Lucas 6, 42). Nuestra vida debe ser, para nuestrosalumnos, ejemplo vivo de honestidad. Nuestra palabra, nuestra enseñanza

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debe ser, para ellos, la simiente de las grandes virtudes, Fe, Esperanza y Cari-dad, virtudes que deberán acompañarles durante toda su vida, iluminando yallanando su camino, así al salir de nuestras clases puedan decir ¿dónde ire-mos?, aquí hemos escuchado, se nos han dado, palabras de vida eterna”.

La Asociación de Antiguos Alumnos (2ª parte)

Durante este período, la Asociación multiplicó sus actividades, vinculadassiempre con el colegio, llegando al número actual de más de mil trescientosasociados.

La misma Junta Directiva se mantuvo desde 1964 a 2000, encabezada porAntonio Alarcón Parodi. En el año 2000 se renovó dicha Junta, relevando JoséLuis Royo, antiguo alumno y profesor del colegio, a Antonio Alarcón. Pocodespués, ocurrió la triste noticia de la muerte de Antonio, acaecida en Córdo-ba el 7 de septiembre de 2002. La historia de la Asociación siempre tendrá unrecuerdo de gratitud y homenaje a sus desvelos y dedicación plena y decisivapor ella. De su inquieta laboriosidad y dedicación son testimonio todos losprogresos de la Asociación y de su manera de pensar basten estas palabrassuyas, escritas en 1997 en el boletín de la Asociación, como botón de muestra:“A ti, chiquita de COU, que cuando recibes la insignia eres una guapa mujer-cita; a ti, chavalote de COU, que vestido de hombre, con corbata y chaquetaoscura sabes acompañar y dejar la acera a tu compañera de clase: ese es elprincipio de un largo camino que te queda por recorrer. Sigue siempre así.Luce con orgullo esas tres violetas con la sencillez, humildad y modestia queellas representan. Siéntete Marista. Y si Dios te llama por ese camino, no vaci-les ¡Echa palante! Nunca te arrepentirás. Te lo dice y aconseja uno que goza deuna juventud prolongada y se siente marista hasta los huesos. Gracias herma-nos maristas por la enseñanza que me disteis y que nunca olvidaré y unas gra-cias con mayúsculas porque me enseñasteis a amar a María”.

Desde 1976, la Asociación cuenta con una sala en el nuevo Colegio. En la Asam-blea de 1978, la Asociación creó su rama juvenil, cuyo primer presidente fueRafael Lillo Roldán, y que durante su existencia colaboró en actividades comocatequesis de Primeras Comuniones, campamentos de verano, festivales musica-les, teatros, fiestas de los sábados en el Colegio, concursos, caseta de feria, etc. El18 de diciembre de 1988, en Asamblea General Extraordinaria, la Asociaciónreformó algunos puntos de sus Estatutos, con el fin de modernizarlos.

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Muchos son los gestos que demuestran la hermandad entre AA. AA. y la Ins-titución Marista. Quizás uno de los más hermosos sean las visitas que, des-de finales de los setenta, realiza una representación de la Asociación a losmaristas que pasan su venerable ancianidad en la residencia de Benalmáde-na, llevándoles palabras de aliento, cariño y algunos regalos y recibiendo, acambio, sus oraciones y agradecimiento. Desde 1982, una placa de plataobsequiada por la Asociación luce en dicha residencia con una frase pronun-ciada por José Zarco Cañadillas, profesor de Cervantes y antiguo alumno delColegio San José de Sahagún (León), durante su ponencia en el III Encuen-tro de la Familia Marista: “En este jardín de la esperanza, los Antiguos Alum-nos tendríamos que entrar de rodillas, porque esos hombres de Dios hancumplido en lealtad y en espíritu marista”. En 1988, la Insignia de Oro fuepara esta residencia de Benalmádena. Durante este período, dicha distinciónmáxima en la Asociación, recayó por once veces en hermanos maristas: lossucesivos directores del Cervantes, el Provincial H. José Luis Álvarez y loshermanos Tomás, Ignacio, Miguel, Antonio, Cándido y Serafín. Otro gestoque testimonia esa gratitud de almas nobles hacia Cervantes y los hermanoses la propuesta de Rafael de la Hoz, en 1974, de bautizar con los nombres deantiguos directores a las aulas de los últimos cursos del nuevo colegio, fuerápidamente puesta en práctica y al año siguiente los AA. AA. de la PrimeraPromoción entregaban dos placas de mármol, una con el nombre del H.Julio Albéniz y otra con el escudo del colegio y los nombres de los miembrosde dicha promoción; en la Asamblea de 1977 se aprobó la confección de pla-cas similares con los nombres de los hermanos Victoriano Ruiz y EstebanGallo.

Durante este período siguió editándose el Boletín Informativo y celebrándosea finales de mayo la ofrenda floral a la Virgen María, ya en su estatua que habíaen los jardines del colegio, regalo de los AA. AA. y bendecida en la Vigilia dela Inmaculada de 1983. La Insignia de Oro siguió premiando a los antiguosalumnos más distinguidos; su lista se refleja al final de este trabajo, pero seña-lemos aquí, por su tremenda emotividad, la entregada a Otilia García, madrede cinco religiosos, tres de ellos hermanos maristas: los hermanos Fernando,Serafín y Servando Mayor, el segundo, profesor en el Cervantes y director delSan José de Priego y el tercero, director en Priego en los años ochenta y misio-nero desde 1995 en Zaire, donde fue asesinado el 31 de octubre de 1996, jun-to a otros tres maristas españoles, por milicianos de la etnia hutu, temerosos

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de que denunciasen al mundo las atrocidades que cometían con los refugia-dos. Otra Insignia de Oro, muy sentida, fue la que recayó en 1980 en AdolfoDíaz Marín, entrañable y servicial portero del colegio, tanto en su etapa de laPlaza Queipo de Llano como en la Fuensanta, sustituto de José, el primitivoportero de los años cuarenta y cincuenta. Otro miembro del personal de servi-cio del Colegio que fue distinguido por los AA. AA. fue Francisco AgudoLópez, auténtico comodín, que recibió en 1984 una insignia exclusiva para él:el Alicate de Oro, en referencia a su sobrenombre.

En las Asambleas siguieron imponiéndose las Insignias de Plata a las promo-ciones que cumplían veinticinco años y las normales a los cursos de COU, pri-mero, y 2º de Bachiller, en la actual legislación educativa, del colegio. En1977, la Asamblea de la Asociación, a propuesta de Manuel de la Peña, creóuna nueva insignia, la Chasca de Oro, para premiar a los profesores seglaresdel colegio que llevaran veinticinco años en él, recibiéndola en sucesivos añosMateo Vázquez Berni, Manuel Parra Galindo, Rafael Rodríguez Galán, AntonioLópez Valbuena, Celso Velázquez Elices, José Luque López, Francisco Rodrí-guez Luque, Rafael Pérez de la Lastra, Manuel Llamas Aguilar, José PeralboLópez, Enrique del Río Correa, Juan Dávila Díaz, Antonio Higueras Manga,Cristóbal Rodríguez Luque y Samuel Gálvez Pozuelo. Desde hace varios años,los profesores seglares son objeto, también, de otro detalle por parte de la Aso-ciación de AA. AA.: al contraer matrimonio se les obsequia con un Quijote demadera, que la APA del Colegio completa, simpáticamente, con un SanchoPanza.

En esta etapa de la Asociación de AA. AA. se han venido celebrando anual-mente, desde 1979, los Encuentros de la Familia Marista de la Bética, forma-da por los maristas, Asociaciones de Padres, profesores, AA. AA., alumnos ysimpatizantes. El primer Encuentro tuvo lugar en la Casa-Residencia de VillaOnuba en Fuenteheridos (Huelva), organizado por la Asociación de AA. AA.de Sevilla. El III Encuentro tendría lugar en Córdoba, los días 12 y 13 de juniode 1981, colaborando ampliamente en su organización la Asociación de AA.AA.; el Encuentro se inició con una cena en el Círculo de la Amistad en la quese intercambiaron regalos, para el día siguiente abrirlo con una misa en la igle-sia de la Universidad Laboral, oficiada por monseñor José Antonio InfantesFlorido, obispo de Córdoba, seguirlo con la exposición de tres ponencias:Valores de la familia marista, por Juan Garzón Pérez (presidente del APA de

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Granada), María como ejemplo de vida familiar, por Francisco Mena Segovia(profesor en el Colegio de Málaga) y La proyección hoy de la familia marista,por José Zarco Cañadillas, y concluirlo con un almuerzo de confraternidadpara más de 1.500 personas en los comedores de la Universidad Laboral. LaAsociación de AA. AA. asistió a todos los Encuentros que se han celebradohasta la fecha y el Colegio que albergaba dicho Encuentro por primera vez,recibía de los AA. AA. cordobeses una gigantesca chasca de madera, soporte dehierro y peana de mármol, de regalo, idea y realización de Antonio López Val-buena, antiguo alumno y profesor del colegio. En 1990, Córdoba volvería aorganizar un Encuentro de la Familia Marista Bética, en esta ocasión el quehacía número diez, que contó con la asistencia del H. Charles Howard, Supe-rior General de los HH. Maristas, y de monseñor Ignacio Noguer, antiguoalumno y obispo de Guadix.

No cesaron de organizar y colaborar los antiguos alumnos en actos en los quese hermanaba la Familia Marista: decisiva fue su gestión para que saliera bienel VII Congreso Europeo de la Familia Marista, celebrado del 5 al 11 de sep-tiembre de 1981 en Sevilla, con visita a Córdoba incluida, por lo que en laAsamblea Nacional de 1982 se concedió a la Asociación el Diploma de Honor.La Asociación ha mantenido siempre un contacto vivo con el resto de Asocia-ciones de AA. AA. Maristas de la Bética, logrando el resurgimiento de algunas,como la de Jaén en 1982. Colaboró intensamente en los actos del Cincuentaaniversario del Colegio Cervantes, logrando que del 15 de noviembre al 15 dediciembre de 1983, todas las cartas que salieran de Córdoba llevaran el mata-sellos “50 Aniversario Hnos. Maristas. Córdoba 1933-1983”. Igualmente, laAsociación se volcó en la conmemoración de los Cien Años de los Maristas enEspaña, en 1986, asistiendo a los actos inaugurales en Gerona, a los de clausu-ra en Madrid y al Festival de la Canción Marista que se organizó en Córdoba.La vida y la fuerza con que cuenta la Asociación de Córdoba hicieron que, en1993, al crearse las Federaciones Provinciales de AA. AA. Maristas, Córdobafuese escogida como sede de la Provincia Bética, que recordamos comprendeAndalucía y Badajoz.

Numerosos antiguos alumnos de esta etapa han enriquecido la nómina de pro-fesiones liberales de nuestra ciudad: profesores, abogados, médicos, arquitec-tos, empresarios, etc., fue la opción laboral que más han escogido los que estu-diaron en Cervantes.

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La Universidad fue el destino de muchos de ellos. Entre los más importantespodemos destacar Javier Lobillo Borrero, profesor titular de la Facultad deCiencias Exactas de Granada. Javier Martín Fernández, durante muchos añospresidente de la rama juvenil de la Asociación y luego profesor titular de Dere-cho Financiero y Tributario de la Universidad Complutense y Gerente de losTerrenos Liberados del Ferrocarril en el Plan RENFE de Córdoba. José ManuelRoldán Nogueras, rector de la Universidad de Córdoba y catedrático de Bio-química y Biología Molecular. José Carlos Gómez Villamandos, catedrático deAnatomía y Anatomía Patológica Comparada y vicerrector de Postgrado y For-mación Continua. Ignacio Gallego Domínguez, catedrático de Derecho Civil.Mariano López Benítez, catedrático de Derecho Administrativo. Rafael JordanoSalinas, catedrático de Nutrición y Bromatología y coordinador del Campusde Rabanales. Y Miguel Agudo Zamora, decano de la Facultad de Derecho.

En la abogacía podemos destacar a Diego Jordano Salinas, asesor jurídico delMonte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, fue presidente del PartidoPopular en la provincia y diputado en varias legislaturas. Teresa Palacios Cria-do, juez titular de la Audiencia Nacional. Luis Felipe Medina Rey, letrado delConsejo de Estado de Andalucía. Antonio Álvarez Salcedo, actual gerente deHOSTECOR, la asociación de negocios de hostelería cordobeses, Juan CarlosVelasco Cañadas y Antonio de la Riva Lara, ocupándose en los prestigiososbufetes creados por su familia.

Políticos también los hubo, y además del caso citado de Diego Jordano, encontra-mos otros. Manuel Martínez Lagares, concejal que fue de Alianza Popular a prin-cipios de los años ochenta. Ricardo Rojas Peinado fue concejal desde 1982 deAlianza Popular, después Partido Popular. Manuel Ángel Jiménez Arévalo, fotógra-fo, escritor y director-gerente, desde 1995 a 1999, del Gran Teatro de Córdoba yconcejal por el PP en el mandato 1999-2003. Valentín Priego Ruiz, delegado deTurismo de la Junta de Andalucía en Córdoba y, desde 2007, concejal de su Ayun-tamiento por el PSOE. Y Miguel Ángel Torrico Pozuelo, José María Bellido Rochey Rafael Jaén Toscano concejales del PP en los mandatos de 1999, 2003 y 2007.

Igualmente es obligado citar a los arquitectos Gabriel y Ángel Rebollo Puig yJorge Benítez Castro, autores de la Barriada de las Moreras (1991) y de la nue-va estación de RENFE-AVE en Córdoba (1994); a Pedro Cantueso Fonseca, quellegaría a desarrollar incluso una etapa docente en Cervantes; y a Luis García deViguera, arquitecto y director de la revista turística cordobesa Welcome Ole!

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En el mundo del empresariado encontramos antiguos alumnos de Cervantescomo Javier Campos González, gerente de Bodegas Campos, y a su hermanoJosé, paisajista, decorador y director de la Fundación Bodegas Campos. Y aAlfredo Romeo Molina, creador de la empresa de vehículos eléctricos Blobject,de la Cordobapedia, enciclopedia cordobesa a través de Internet, y de la pági-na web de los antiguos alumnos.

Diversas profesiones contemplan a otros antiguos alumnos destacables, comoVicente Amigo, guitarrista y compositor de renombre universal. Javier BajoHerrera, jefe del servicio técnico de ASAJA. Juan Antonio Muñoz Castillo, escri-tor y profesor de Secundaria. Alberto Rubio Ritoré, autor teatral, creador delgrupo de teatro Cultura Viva, poseedor de varios premios y actualmente profe-sor titular de Música en el IES Medina Azahara. José María Medina Rey, aboga-do y presidente de la Coordinadora Nacional de ONG,s. Juan José Primo Jura-do, director del Archivo Histórico del Palacio de Viana, articulista de opiniónen los diarios Córdoba y ABC, autor de diversos libros y profesor en la Univer-sidad Rey Juan Carlos. Luis Miranda, periodista del diario ABC. José Lama Car-do, médico actual del Colegio Cervantes y responsable durante muchos años delas catequesis de Primera Comunión, en íntima sintonía con el padre Jesús.

En el aspecto de antiguos alumnos de este período que encontraron vocaciónreligiosa podemos citar varios. Fernando Cruz Conde Suárez de Tangil, hijodel que fuera alcalde de Córdoba, ordenado sacerdote por Juan Pablo II en1993 y, luego, canónigo de la Catedral de Córdoba y vicario general de su dió-cesis. Gema Ledesma González, colaboradora y trabajadora incansable en lasJuntas de la Asociación, campamentos de verano, caseta de feria y fiestas delcolegio, que en 1993 sintió la llamada de Dios, ingresando en la clausura delConvento de la Encarnación de Córdoba, perteneciente a la Orden Cistercien-se, con el nombre de sor Gema del Alcázar. Y el mismo H. José Luis MolinaRequena, que fue alumno de nuestro colegio.

En el año 2006, Juan José Primo Jurado fue elegido presidente de la Asocia-ción. En la actualidad, la Asociación está presente a través de una página webpropia y su cuota de inscripción es de 6 euros anuales a pagar en un único reci-bo. Para apuntarse, se puede realizar a través de la página web o recogiendo lahoja de inscripción en el propio colegio o mandando un correo a la direccióndel Colegio Cervantes, señalando nombre y apellidos, dirección, código postal,teléfono y último año y curso en que el antiguo alumno estuvo en Cervantes.

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La actual Junta Directiva tiene la siguiente composición

Presidente: Juan José Primo Jurado

Vicepresidente: Antonio López Valbuena

Secretaria: Inmaculada Ruiz Ruiz

Tesorero: Miguel Cerezo González

Vocal: Leandro Crespo Encuentra

Vocal: Antonio Pérez Rodríguez

Vocal: José Miguel Navas Lloret

Vocal: H. Pedro Pérez Mompeán

Las actividades se orientan hacia la celebración de encuentros de promocio-nes a los diez, veinticinco y cincuenta años de su salida de Cervantes, organi-zación de la Asamblea Anual, confección del boletín, realización de actividadesculturales y deportivas y colaboración con la comunidad educativa del colegioen cuanto precise.

La Asociación está inscrita en el Registro Provincial de la Delegación de Gober-nación de la Junta de Andalucía con el número 131 de la Sección 1ª y nacio-nal 2.506. Su dirección postal es la misma del Colegio Cervantes, Avenida deNuestra Señora de la Fuensanta, 37, 14010-Córdoba. Teléfono 957 25 51 50.

La Familia Marista

Si en los cuarenta primeros años de su existencia, pudiésemos decir que, bási-camente, Cervantes se sostuvo por el esfuerzo y la responsabilidad de los her-manos maristas, a partir de la segunda mitad de los años setenta ese peso hacomenzado a ser compartido por profesores, alumnos, antiguos alumnos,padres y madres; muy en la línea de participación en la enseñanza que todoslos estamentos de la comunidad educativa de los centros españoles (públicosy privados) tendrían desde entonces. Pensamos que esto es muy importante yque le ha dado solidez al colegio en momentos difíciles de cambio de la socie-dad española. Es la aparición de la Familia Marista.

Siguiendo al antiguo alumno José Mª González-Ripoll Estrada en su investiga-ción, podemos averiguar que Familia Marista fue el nombre de una revista queapareció en 1966 como lazo de unión entre los seminarios maristas de Cataluña

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y las familias de los seminaristas. Uno de sus colaboradores, el H. Virgilio LeónHerrero (fallecido en 1986), responsable de la puesta en marcha del movi-miento Mundo Mejor Marista, de la Federación Nacional de AA. AA. y sudinamizador y actualizador, será el que cree el pensamiento que tomará el títu-lo de la revista, publicándolo en el número de junio de 1967. El H. Virgilio,dirigiéndose a los jóvenes seminaristas que han dejado sus familias, les diceque acaban de entrar en una gran familia, la Familia Marista, con la VirgenMaría como madre, modelo, patrona y superiora, y en torno a ella, los herma-nos maristas, sus padres, los ex-hermanos, los profesores, los alumnos, lospadres de alumnos, las damas maristas, los empleados, los antiguos alumnos,los cooperadores y los miembros de clubes.

El H. Carlos Rubio, en su etapa de director de Cervantes (1977-1983) será elgran instaurador y potenciador de la idea de la Familia Marista en Córdoba:“Queridos alumnos, sois los protagonistas de vuestra propia educación y forma-ción. Vosotros, padres, los responsables directos y los profesores los mejores alia-dos y colaboradores. Nadie debe ignorar ni dar de lado a su tarea específica. Enla perfecta conjunción de estos estamentos y en la clarividencia de los objetivosa conseguir, en esto se fundamenta nuestra familia. No seáis portadores de dudaso ideologías, decía el Papa en uno de sus recientes discursos, sino de certezas defe”, y “Los Antiguos Alumnos estáis llamados a colaborar de una manera eficazen la obra educadora de la Escuela Marista. Inmersos en el mundo y sus proble-mas, los AA. AA. pueden ser un elemento dinámico para la educación integralde la juventud de cara a su porvenir y a su inserción en el mundo... Los AA. AA.entran en el campo del apostolado marista como prolongación de la educacióncristiana recibida en la escuela, tienen un doble objetivo, continuar la formaciónrecibida y dar testimonio en el mundo”, escribía en 1982.

El 10 de febrero de 1979, en el colegio, la Asociación de Padres organizaba unhomenaje a los hermanos maristas, que se inició con la plantación de un cedroen el jardín a cargo del primer alumno de Cervantes, Juan Manuel Anguita y delque en ese momento era el más joven, Miguel Ángel Jiménez; continuó con unasolemne misa presidida por el padre Jesús Mendoza, una conferencia sobre “Elideario educativo de los hermanos maristas” a cargo de Juan Manuel Moreno,profesor de la Complutense, y una “copiosa” copa de vino, preparada por lospadres y servida por alumnos. Los más de mil asistentes al acto testimoniaban eléxito del mismo, que se convirtió en el inicio de la Familia Marista en Córdoba.

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En diciembre de 1979 aparecía la revista Eco Marista, Boletín Informativo dela Asociación de Padres de Alumnos y Educadores del Colegio Cervantes. Enpalabras del H. Ibáñez, reflejadas en los Anales de 1990, “en ella colaboratoda la Familia Marista. En elegante formato azul y blanco, recoge activida-des, trabajos y colaboraciones de padres, profesores, alumnos y antiguosalumnos, amén de la clásica información deportiva y profusión de fotografí-as. Es un extraordinario esfuerzo económico y humano que se ve compensa-do por los resultados”. Un total de doce números se editaron, a razón de dospor curso (diciembre y junio) desde el 1979/80 hasta el 1985/86, convirtién-dose en testigo de una época del Cervantes y reflejo de la vida de todos losestamentos de la Familia Marista. Eco Marista nº 7, de junio de 1983, publi-caba en su editorial los estatutos de la Familia Marista, iniciándolos con sudefinición (“...comunidad de personas unidas por el mismo ideal, por idénti-ca espiritualidad, por una misma forma, en sentido amplio, de pensar y dehacer para el cumplimiento de unos mismos fines generales y para desarrollary proyectar el espíritu Marista”), detallaba quiénes la integraban con suscaracterísticas (hermanos “como miembros cualificados de la comunidad,han de ser el lazo de unión entre todos los restantes miembros”, familiares delos hermanos, seminaristas, AA. AA. maristas, profesores seglares, alumnos ysus familiares), señalaba sus pilares (“La educación cristiana de la juventud...La vivencia del ideal evangélico con el sello característico de espiritualidadmariana... Una predilección por hacer el bien... La práctica de la humildad,matizada de sencillez y modestia... La existencia de un ideario que vele siem-pre por este espíritu comunicado por Champagnat”), sus objetivos funda-mentales (“Expansión del Reino de Dios... Educación de los jóvenes... Educa-ción de la fe... Extensión a través de la integración de los seglares, toda vezque por desgracia las vocaciones no surgen en la medida que fuera de dese-ar”) y sus objetivos inmediatos (“Necesidad de unas élites cualificadas, tantode hermanos como de seglares, que tomen con empeño especial la formación,crecimiento y desarrollo de esta nueva manera de ser, para vivir la espiritua-lidad marista y actualizar el compromiso apostólico en favor de la niñez y dela juventud”).

Los siguientes directores de Cervantes mantuvieron el apoyo a esta idea de laFamilia Marista, que ha contado siempre con el entusiasmo de la directiva dela Asociación de AA. AA.; de la APA del Cervantes (fundada en 1974 y aproba-da oficialmente en 1982) con sus sucesivos presidentes: Francisco Martín

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Salcines, Felipe de la Fuente Lozano, César Cayuelas Antón, Manuel CabanesFuentes, Mercedes Mayo González (madre de varios alumnos, abogada y des-de el año 2007 delegada provincial de la Consejería de Justicia en Córdoba),Manuel de la Torre y José Gómez; del Club de Madres (fundado en el curso1978/79) y de un importante grupo de profesores y alumnos. Los Encuentrosde la Familia Marista de la Bética, que anualmente, desde 1979, se celebranen un lugar diferente de la provincia, testimonian la puesta en práctica de laidea, habiendo tenido Córdoba el honor de acogerlos en 1981 y 1990. Sinduda el gran éxito de esta etapa del Cervantes ha sido la implicación de todala comunidad educativa en la marcha del Colegio y la creación de un senti-miento de Familia en torno al ideario Marista.

Un Cervantes para el siglo XXI

Y llegamos al último Cervantes, al que no podemos juzgar por falta deperspectiva histórica, pero del que sí podemos escuchar sus latidos eintentar recogerlos en este trabajo. Como ya hemos comentado antes, des-de hace unos años, el Colegio entrega a sus alumnos una Agenda Escolarcuya consulta nos ofrece los datos estadísticos del Colegio, las actividadesdeportivas y pastorales que ofrece a la comunidad educativa y la filosofíapedagógica y religiosa que lo impulsa. Basta con ella para conocer aspectosdel Colegio actual, por eso, nosotros aquí hemos querido ir un poco máslejos y reflejar en estas páginas los testimonios de los tres últimos directo-res de Cervantes, el H. Juan Ignacio Poyatos Martínez (1996-1999), Rafa-el García Porras (1999-2006) y el H. Chano Guzmán Moriana (desde elaño 2006).

“Como antiguo alumno marista que soy, del Colegio La Inmaculada de Grana-da, he aprendido de los hermanos, entre otras muchas cosas, el espíritu defamilia desde la sencillez mariana. Esta es la familia que yo sueño para el cole-gio, donde los valores cristianos y la atención a los menos favorecidos seanprioritarios. Donde padres, profesores, alumnos y demás miembros de lacomunidad convivan y compartan ideales, dialoguen y cooperen, animen yprogresen. Así creo que lo querría el Padre Champagnat y así lo vamos a inten-tar juntos”. Así se expresaba, a través del Boletín de los AA. AA. de octubre de1996, el H. Juan Ignacio, saludando un mes después de su toma de posesióncomo director a la comunidad educativa del colegio.

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No cabe duda de que el H. Juan Ignacio, en la actualidad delegado de Educa-ción de la Provincia Marista Mediterránea, fue consciente del peso históricodel pasado del Cervantes, gracias a la encomiable labor de muchas personas:“Es importante no perder la estima que se nos tiene en la ciudad, pues la gen-te busca en nosotros, además de la formación religiosa y la educación en valo-res cristianos, la seriedad en el trabajo y en el trato con las familias y la buenapreparación académica… Preparar personas para el día de mañana, que secomprometan en transformar las actuales estructuras creando un mundomucho más justo”, afirmaba en una entrevista en 1997.

Poco se podía imaginar un muchacho granadino del barrio del Zaidín, llama-do Rafael García Porras, cuando tras terminar sus estudios en el Colegio JuanXXIII iniciaba sus estudios universitarios de Filología Clásica en la ciudad dela Alhambra, que el destino le tenía preparado ser el primer director seglar delcolegio marista de Córdoba, un instituto religioso con el que nunca había teni-do contacto. Por lo pronto, recién terminada la carrera y sin más recomenda-ción que la Providencia, según propia confesión, Cervantes aceptó su curricu-lum y en septiembre de 1985 llegó a él para enseñar Griego y Latín. Impartiríatambién Lengua y Literatura Españolas, desempeñaría el cargo de jefe de estu-dios de Secundaria y en junio de 1999 sería elegido director general del cole-gio, con sus dos hijos estudiando en él.

La primera pregunta que se nos viene a la mente es el por qué, después desesenta y seis años de existencia, Cervantes conocía su primer director seglar:“El XIX Capítulo General Marista de 1991 y el Capítulo Provincial de 1998 sen-taron las bases para compartir las obras los hermanos y los seglares vinculadosal mundo marista. Cuando en 1999 terminaron sus mandatos como directores,hermanos, en los colegios de Córdoba, Málaga y Badajoz, el Consejo Provincialdecidió que en los tres hubiera directores seglares. Lo decidieron así no porquefaltasen hermanos capaces de asumir esa tarea sino porque hay una voluntad decompartir la tarea educativa y la espiritualidad”, explicaba Rafael García en unaentrevista mantenida con él en enero de 2003. Desde junio de 1999 y hastaseptiembre de 2006, no fue un mero sustituto de los hermanos en la dirección,sino que fue el director titular del colegio y lo representó a todos los efectos enreuniones con la administración civil y en los órganos maristas. En cualquiercaso y desde hace mucho tiempo, Rafael García se sentía muy vinculado a esca-la personal con el Instituto: “No soy hermano, pero me siento marista”.

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Durante su etapa en la dirección, los criterios pedagógicos del colegio fueronfieles al fondo y al legado histórico: misma identidad religiosa, pedagogía de lapresencia, exigencia académica y numerosas actividades extraescolares. Deestas últimas destaca el inglés, la informática, las deportivas y las catequesis.Merece la pena señalar que de estas últimas, coordinadas por el profesor Fran-cisco José Luque Oteros, participó el 35 por ciento del alumnado y que, demenor a mayor edad, se estructuran en, Iniciación Sacramental, PrimeraComunión (se realiza ahora en 5º Primaria), Grupos de Amistad (de 6º Prima-ria a 2º ESO) y Grupos de Vida Cristiana (de 3º ESO a 2º Bachillerato), exis-tiendo posteriormente varios Grupos de Universitarios que todos los viernes sereúnen para orar en la capilla de Cervantes.

En esos años, el Colegio Cervantes obtuvo certificado de calidad: la ISO9001:2000 Norma Internacional de Calidad Europea, tras una ardua tarea demás de tres años. Fue pionero Cervantes en Córdoba en la obtención de esacertificación. Rafael no dudó en apostar porque el colegio siguiera siendo unreferente en la ciudad de Córdoba y no sólo de un barrio de ella: “Queremospoder satisfacer los deseos de los antiguos alumnos que optan libremente portraer a sus hijos al colegio y para ello sería deseable que la zonificaciónimpuesta por la Delegación de Educación de la Junta de Andalucía, nunca fue-se una exigencia absoluta para el alumnado de Cervantes. Esa zonificacióndaña, además, la pervivencia de los colegios públicos que rodean el nuestro,porque la población del barrio de la Fuensanta tiende a traer a sus hijos aquí”.

En septiembre de 2006, culminado el período de Rafael García, se hacía car-go de la dirección el H. Chano Guzmán Moriana. Natural de la provincia deJaén, cursó estudios de COU en Cervantes, cuando se hallaba en la etapa delpostulantado marista, en el año escolar 1979/80. Con una capacidad de tra-bajo y de dinamización sobresalientes, en estos dos primeros años de su pre-sencia en la dirección del colegio cordobés es preciso destacar su autoría de lapágina Web www.maristascordoba.com a la que ha convertido, dada suamplio contenido y continua (más que diaria, horaria) actualización, en refe-rente de información y noticia de la comunidad educativa de Cervantes,ampliamente visitado por padres, alumnos y profesores. La voluntad del H.Chano Guzmán es seguir haciendo del colegio uno de los centros referentesde la oferta educativa cordobesa.

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(El año indica la llegada a Córdoba. En ocasiones hay más de uno porque elhermano marchó y regresó)

1. 1933 H. Julio Albéniz Azpilicueta

2. 1933 H. Ignacio Martínez Alonso

3. 1933 H. Francisco Arteaga Beorlegui

4. 1934/40 H. Matías Botet Quintana

5. 1934 H. León Albinit Beperet

6. 1935 H. Carlos Merino Albéniz

7. 1935 H. Luciliano Bernardo Ruiz

8. 1936 H. Fidel Delgado Sadornil

9. 1936 H. Antonio Aparicio Vicario

10. 1936 H. Guillermo Martínez Martínez

11. 1937 H. Mauro Pérez de Albéniz

12. 1937/53/61 H. Claudio Prieto Ortega

13. 1937 H. Modesto Arnaiz de Pedro

14. 1937 H. Ángel González Gutiérrez

15. 1937/57 H. Victoriano Ruiz Yoldi

16. 1937/44 H. Teófilo Blanco Miguel

17. 1937 H. Crescenciano Sancho Cavia

18. 1937 H. Vicente Rosas Susilla

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LOS HERMANOS MARISTAS EN CÓRDOBA

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19. 1937 H. Sixto Castrillo Arribas

20. 1937 H. Pedro Rueda Contreras

21. 1937 H. Dionisio González Moreno

22. 1938 H. Martín J. Oláiz Jaunsarás

23. 1938 H. Leandro Toribio Gutiérrez

24. 1938/45 H. Cirilo Chocarro Ibáñez

25. 1938 H. Fermín Catalán Goicoechea

26. 1938 H. Felipe Irulegui

27. 1938 H. Esteban Gallo Manzanedo

28. 1939 H. Justo Figuiéres Noëll

29. 1939 H. Tomás Corral Castresana

30. 1939/43 H. Malaquías Lastra Bujedo

31. 1939 H. Manuel Guerra Marañón

32. 1939 H. Modesto Lázaro Moreno

33. 1939 H. Martín Robledo González

34. 1939 H. José Mª Argandoña Martínez

35. 1940 H. Victoriano Álvarez González

36. 1940 H. Arturo Alonso Fernández

37. 1940 H. Florentino Asenjo Bañuelos

38. 1940 H. Agapito García Osorno

39. 1941 H. Julián García Rilova

40. 1941 H. Segundo Merino Ramos

41. 1941 H. Luis Rodríguez González

42. 1942 H. Ángel Martínez Gómez

43. 1942 H. Agustín Herrero Izquierdo

44. 1942 H. Luis Falgás Riera

45. 1942 H. Baltasar Revilla Araus

46. 1942 H. Juan González Ortiz

47. 1942 H. Ricardo Plagaro Cobo

48. 1942/51 H. Amador Ibáñez Alonso

LOS HERMANOS MARISTAS EN CÓRDOBA

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49. 1943 H. Demetrio Alzaga Ibáñez

50. 1943 H. Esteban Fermín Azpilicueta

51. 1943/55 H. Jerónimo Jiménez Álvarez

52. 1943 H. Javier García Tarradillo

53. 1943 H. Francisco Gallo Rodríguez

54. 1943 H. Carmelo García García

55. 1943 H. Jesús García Vadillo

56. 1944 H. Santiago Rojas Urquiza

57. 1944 H. Secundino Pérez Sanz

58. 1944 H. Teófilo Blanco Miguel

59. 1944/54 H. Florencio Puente Pérez

60. 1944 H. José Camacho Jurado

61. 1945 H. Fidel Rojo García

62. 1945 H. Faustino Primo Hoya

63. 1945/62 H. Fermín Candelas Piñán

64. 1945 H. Honorato Alcalde Santos

65. 1945 H. Epifanio del Val Ruiz

66. 1946/56 H. Joaquín Lázaro Moreno

67. 1946 H. Rafael Amo García

68. 1946 H. Fidel Rojo García

69. 1946 H. Jaime García Ubierna

70. 1947 H. Juan R. Villanova Ornella

71. 1947/78 H. Eugenio Rodríguez García

72. 1947 H. Raimundo Andrés Miguel

73. 1947/62 H. Maurino Ortega González

74. 1947 H. José Ortega Fuentes

75. 1947 H. Victoriano Arce García

76. 1947 H. Clemente Alcalde Santos

77. 1947 H. José Emilio Zuza Mena

78. 1947/52 H. Pedro Lacheta Reta

EL COLEGIO CERVANTES (1933-2008)

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79. 1948/55 H. Lesmes Antón Pérez

80. 1948 H. Ignacio Pinillos Azpilicueta

81. 1949 H. Luis Moral Ortega

82. 1949/63 H. Ananías Llanillo García

83. 1949 H. Primitivo Fernández Alonso

84. 1949 H. Nicolás Vela Moreno

85. 1949 H. Amando Arlanzón Díez

86. 1949 H. Lorenzo Martínez Cano

87. 1950 H. Julián Martínez González

88. 1950 H. Adolfo Vadillo Palacios

89. 1950 H. Fernando Martínez Zárate

90. 1950 H. Nicolás Pozas Infantes

91. 1950 H. Francisco Peruchena Ollacarisqueta

92. 1951/70/80 H. Timoteo Pérez Martínez

93. 1951 H. Salvador Negre Vilella

94. 1951 H. Teófilo Pérez Alonso

95. 1951 H. Francisco González Alonso

96. 1951 H. Urbano Alonso Hidalgo

97. 1951/54 H. Eusebio Maiquez Lozano

98. 1951 H. Raúl Luis Martínez Linares

99. 1952 H. Dámaso Sobrino Herrero

100. 1952 H. Domingo Miguel Sánchez

101. 1952 H. Julián del Carmen Cinto

102. 1952 H. Justino Caballero Civera

103. 1952 H. Damián U. Herrero Valle

104. 1952 H. Perfecto Iglesias Páramo

105. 1952 H. Vicente José Cañamero Infante

106. 1953 H. José Escobar Pablos

107. 1953 H. Fernando Hurtado Rodríguez

108. 1953 H. Félix Ayesa Zabaleta

LOS HERMANOS MARISTAS EN CÓRDOBA

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Page 195: El Colegio Cervantes (1933-2008) 75 años de maristas en Córdoba

109. 1953 H. Antonio Eguinoa Morales

110. 1953 H. Teófilo Javier Sanz de Galdeano

111. 1953 H. José Martínez Olano

112. 1953 H. Martín Antón López

113. 1953 H. Elicio Martínez Linares

114. 1953 H. Teodoro Alonso Cabria

115. 1953 H. Jacinto Sanz Ayúcar

116. 1954 H. Macario Roba Osorno

117. 1954 H. Agustín Alonso García

118. 1954 H. Luis Napal los Arcos

119. 1954 H. Daniel Gutiérrez Peña

120. 1954 H. Manuel Rubio Buendía

121. 1954 H. Marcelino Sedano Puente

122. 1954 H. Clemente Aparicio Gutiérrez

123. 1955 H. Ignacio Martínez Seco

124. 1955 H. Gabino Pérez Arellano

125. 1955 H. Alejandro Díez Martínez

126. 1955 H. José María González Moreno

127. 1955 H. Federico Pérez Pérez

128. 1955 H. Domingo Burgos Pérez

129. 1955 H. Emilio Rebollo de Simón

130. 1956 H. Pedro María Miqueo Jáuregui

131. 1956 H. Vicente Navarro Terol

132. 1956/68 H. Adriano Martín Martín

133. 1956 H. José Antón López

134. 1956 H. Valentín Jiménez García

135. 1956 H. Luis Arlanzón Díez

136. 1957 H. Angel Alonso Cabria

137. 1957 H. Miguel Tellechea Elizalde

138. 1957 H. José Luis Vázquez Fernández

EL COLEGIO CERVANTES (1933-2008)

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Page 196: El Colegio Cervantes (1933-2008) 75 años de maristas en Córdoba

139. 1957 H. Abilio Pérez Gutiérrez

140. 1957/61 H. Jacinto Soria de Jorge

141. 1957 H. Emilio Arroyo Arribas

142. 1957 H. José Antonio Ciganda Echevarría

143. 1958 H. Abilio Arauzo López

144. 1958 H. Miguel Ángel Linzoaín Yarnoz

145. 1958 H. José Luis Saiz del Castillo

146. 1959 H. Martín Antolín González

147. 1959 H. Francisco de Asís Flores Fernández

148. 1959 H. José Vera Barranquero

149. 1959 H. José Pérez Mompeán

150. 1960/62/73/07 H. Carlos Rubio Múzquiz

151. 1960/73 H. Antonio Merelo Pérez

152. 1960/69 H. Ángel Miguel Sánchez

153. 1961 H. Alberto Antolín de Alba

154. 1961 H. Juan Cristóbal Villard Martín

155. 1961 H. Félix Díez Rojo

156. 1961 H. Benjamín Barga López

157. 1961 H. Fulgencio Villescas Hidalgo

158. 1961 H. Crescencio González Ibáñez

159. 1962 H. Primitivo Fernández Espinosa

160. 1962 H. Basilio Corral González

161. 1962 H. Juan Vicente Ororbia Gorraiz

162. 1962 H. Jesús Sáinz Lozano

163. 1962/76 H. Juan José Mina Ezpeleta

164. 1962 H. Fermín Candelas Piñán

165. 1962 H. Emiliano Rojo Martínez

166. 1962 H. Maurino Ortega González

167. 1963 H. Julián San Miguel García

168. 1963 H. Ismael Ruiz Alonso

LOS HERMANOS MARISTAS EN CÓRDOBA

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Page 197: El Colegio Cervantes (1933-2008) 75 años de maristas en Córdoba

169. 1963 H. Ángel Ezpeleta Compains

170. 1963 H. Jorge Ollo Ciaurriz

171. 1963 H. José María Perea Salazar

172. 1963/99 H. Juan Juárez Moreno

173. 1964 H. Alfonso Zudaire Gurucharri

174. 1964 H. Ángel Gollonet Fernández de Trespalacios

175. 1964 H. Manuel Miguel Azofra

176. 1965 H. Mauro Díez Fuente

177. 1965/73 H. Fernando Moreno Barrio

178. 1965/73 H. José López-Torruella Tenorio

179. 1965 H. Juan José Casado Martín

180. 1965/72 H. Emilio Linzoaín Yarnoz

181. 1965/80 H. Patricio Fermín Zorraquino Rueda

182. 1966 H. Estanislao Sanz Falces

183. 1966 H. Belino López Merino

184. 1966 H. Vicente Liesa Perella

185. 1966 H. Leonardo Camposo Martín

186. 1966 H. Vicente Ortega García

187. 1967 H. Francisco Tordable Portillo

188. 1967 H. Ramón Burgui Fatás

189. 1967 H. Carlos Gómez Rico

190. 1967 H. Gregorio de Pedro López

191. 1967 H. José Luis Martínez Temiño

192. 1968 H. Anselmo Gómez Saiz

193. 1968 H. Antonio Ripoll Villalta

194. 1968 H. Victoriano García Martínez

195. 1968 H. Emilio González Román

196. 1968/73 H. Andrés Arnaiz Arroyo

197. 1969 H. Ángel Sáez Ruiz

198. 1969 H. Ángel Miguel Sánchez

EL COLEGIO CERVANTES (1933-2008)

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Page 198: El Colegio Cervantes (1933-2008) 75 años de maristas en Córdoba

199. 1969 H. Vidal González Ibáñez

200. 1969 H. Eufrasio López Rodríguez

201. 1969 H. Francisco Fernández Juan

202. 1969 H. Jesús Villalba Olmos

203. 1970 H. José Martín Cubero

204. 1970 H. Javier Rodríguez Martínez

205. 1970 H. Cándido Vadillo Robredo

206. 1971 H. Indalecio García Ruiz

207. 1971 H. Juan M. Larios Larios

208. 1972/98 H. Francisco García Torrientes

209. 1972/03 H. Pedro Pérez Mompeán

210. 1972 H. Joaquín Pardo Delgado

211. 1972 H. Diego Navarrete Navarrete

212. 1972 H. Basilio Gómez Cidad

213. 1973 H. Antonio R. Jiménez Vélez

214. 1974 H. Eliseo Ortega Moreno

215. 1974 H. Alfredo del Val Celada

216. 1974/82 H. José Cabello Carrasco

217. 1974/00 H. Serafín Mayor García

218. 1976 H. Juan Antonio Úsar Echarri

219. 1977 H. Francisco Ibáñez Cámara

220. 1978 H. Alejandro Ortega del Campo

221. 1978/94/96 H. Florencio Andueza Álvarez

222. 1978 H. Torcuato Tenorio Guerrero

223. 1979/83 H. Santiago Boada Carazo

224. 1980 H. Maximiliano Boada Carazo

225. 1980 H. Juan Miguel Anaya Torres

226. 1981 H. Juan Antonio Rico García

227. 1982 H. José Tenorio Guerrero

228. 1983 H. Javier Lusarreta Huesa

LOS HERMANOS MARISTAS EN CÓRDOBA

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Page 199: El Colegio Cervantes (1933-2008) 75 años de maristas en Córdoba

229. 1983 H. José Luis Elías Becerra

230. 1985 H. Francisco García Ruiz

231. 1985 H. Francisco Tordable Portillo

232. 1986 H. Jesús García Vadillo

233. 1986 H. Alejandro Fernández Andrés

234. 1986 H. Benito Hinojal Citores

235. 1988 H. José Pérez Mompeán

236. 1988 H. Federico Gil Moreno

237. 1989 H. Bonifacio González Quintano

238. 1990 H. Luis Escuchuri Lacarra

239. 1991 H. Juan Ignacio Poyatos Martínez

240. 1991 H. Felipe Fajardo Valero

241. 1992 H. Carlos José Hidalgo Muñoz

242. 1992 H. Miguel Ángel Velasco Mata

243. 1993/06 H. José Luis Molina Requena

244. 1994 H. Gregorio Bartolomé Delgado

245. 1995 H. Fernando Rodríguez Acero

246. 1996 H. Joaquín López Barriuso

247. 1996 H. Alberto Aragón Garrido

248. 1996 H. Diego Antonio Quesada Rodríguez

249. 1998 H. Anselmo Rodríguez Marín

250. 2000 H. Rafael Arteaga Oña

251. 2002 H. Lauro Andueza Álvarez

252. 2002 H. Plácido Eutiquiano Arce Arce

253. 2002 H. José Antonio Vera López

254. 2003 H. José Antonio Franco Franco

255. 2003 H. José Eulogio Ramos Jiménez

256. 2005 H. José Antonio Quintanal

257. 2006 H. Chano Guzmán Moriana

EL COLEGIO CERVANTES (1933-2008)

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Años Director

1. 1933-1940 H. Julio Albéniz Azpilicueta (H. Tomás).

2. 1940-1942 H. Agapito García Osorio (H. Agliberto).

3. 1942 H. Ángel Martínez Gómez (H. Eusebio José).

4. 1942-1943 H. Amador Ibáñez Alonso (H. Cándido Amador).

5. 1943-1945 H. Esteban Fermín Azpilicueta (H. Teófilo).

6. 1945-1950 H. Epifanio del Val Ruiz (H. Bienvenido).

7. 1951-1957 H. Amador Ibáñez Alonso (H. Cándido Amador).

8. 1957-1963 H. Victoriano Ruiz Yoldi (H. Leocadio).

9. 1963-1969 H. Ananías Llanillo García.

10. 1969-1970 H. Ángel Sáez Ruiz.

11. 1970-1976 H. Emilio González Román.

12. 1976-1977 H. Fernando Moreno Barrio.

13. 1977-1983 H. Carlos Rubio Múzquiz.

14. 1983-1987 H. Juan José Mina Ezpeleta.

15. 1987-1988 H. Javier Lusarreta Huesa.

16. 1988-1990 H. Juan José Mina Ezpeleta.

17. 1990-1996 H. Luis Escuchuri Lacarra.

18. 1996-1999 H. Juan Ignacio Poyatos Martínez.

19. 1999-2006 D. Rafael García Porras.

20. 2006-2008 H. Chano Guzmán Moriana.

159

DIRECTORES DEL COLEGIO CERVANTES

Page 201: El Colegio Cervantes (1933-2008) 75 años de maristas en Córdoba

1971 H. Emilio González Román.

1972 Rafael de la Hoz Arderius, Amador Jover Moyano, Diego Mir Jordano,Carlos Vicente Córdoba, Antonio Alarcón Parodi, Rafael CórdobaCruz, Guillermo Gisbert León y José Mª González-Ripoll Estrada.

1973 Mariano Aguilar Candela, Juan Luis López Barea, Juan Manuel Angui-ta Blanco, H. Tomás Corral Castresana y Carlos López Rodríguez.

1974 Juan Manuel Peinado Requena, Dionisio Carabaño Guirao, AngelBurón Romero, Francisco Alférez Delgado, José Alarcón Parodi y Fer-nando Bajo Moreno.

1975 Primera Promoción del Colegio Cervantes.

1976 H. Carlos Rubio Múzquiz, Pedro Palop Fuentes y Rafael González Ripio.

1977 H. Ignacio Martínez Seco, P. Jesús Mendoza González O.P. y MateoVázquez Berni.

1978 Diego Moreno García, H. Juan José Mina Ezpeleta y H. Miguel Telle-chea Elizalde.

1979 Francisco Martín Salcines.

1980 Adolfo Díaz Marín.

1981 H. Antonio Merelo Pérez.

1982 Jesús Orozco Martín.

1983 H. Cándido Vadillo Robredo.

1984 Junta de Madres.

161

INSIGNIAS DE ORO DE LA ASOCIACIÓN AA. AA.

Page 202: El Colegio Cervantes (1933-2008) 75 años de maristas en Córdoba

1985 H. José Luis Álvarez González.

1986 Luis Trócoli Losada y Miguel Cerezo González.

1987 Ricardo Mifsut Vizcaíno y H. Serafín Mayor García.

1988 Residencia de Benalmádena.

1989 José Lama Cardo.

1990 H. Luis Escuchuri Lacarra.

1991 Asociación Juvenil de AA. AA. y Rafael Rodríguez Vivas.

1992 Gema Ledesma González.

1993 Salvador Barea Santiago.

1994 José Luis Royo Raya.

1995 Leandro Crespo Encuentra.

1996 H. Juan Ignacio Poyatos y Otilia García.

1997 Desierto.

1998 Rafael García Porras.

1999 Vicente Amigo y Juan José Primo Jurado.

2000 Mercedes Mayo González.

2001 Desierto.

2002 Desierto.

2003 Desierto.

2004 Desierto.

2005 Antonio López Valbuena e Inmaculada Ruiz.

2006 H. Chano Guzmán, José Manuel Roldán Nogueras, José Carlos GómezVillamandos, Ignacio Gallego Domínguez, Mariano López Benítez yRafael Jordano Salinas.

2007 H. José Luis Molina Requena, Grupos de Amistad y Antonio PérezRodríguez.

INSIGNIAS DE ORO DE LA ASOCIACIÓN AA. AA.

162

Page 203: El Colegio Cervantes (1933-2008) 75 años de maristas en Córdoba

Fuentes:

Anales del Colegio Cervantes, de 1940 a 1946 y de 1980 a 1982 (170 páginas).

Actas del Consejo Local del Colegio Cervantes, de 1940 a 1977 (272 páginas).

Archivo de Secretaría del Colegio Cervantes, desde 1933.

Historial de la Asociación de AA.AA. del Colegio Cervantes, desde 1949 (125páginas).

Archivo de Secretaría de las Reales Escuelas Pías de la Inmaculada, desde 1947.

Bética Marista. Reportaje histórico, de Francisco Ibáñez Cámara, apuntes meca-nografiados sobre los distintos Centros de la Provincia, basándose en susAnales y en recuerdos personales (402 páginas).

Actas del Congreso Nacional de Educación Marista, celebrado en Salamanca,del 24 al 27 de septiembre de 1986.

Guía de centros educativos católicos, publicado por la FERE y el CGEC desde 1964.

Entrevistas personales con distintos miembros de la Familia Marista cordobesa.

www.maristascordoba.com (Web oficial del Colegio Cervantes).

www.champagnat.org/es (Web oficial de la Institución Maristas).

www.fmsmediterranea.net (Web oficial de la Provincia Mediterránea Marista).

www.cordobapedia.com (Enciclopedia digital cordobesa).

163

BIBLIOGRAFÍA

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Revistas:

Eco Marista, editada por padres y educadores del Colegio Cervantes de 1979 a1986.

Stella Maris, editada por el Instituto de los HH. Maristas desde 1920.

Maristas 1886-1986. Cien Años en España, editada por el Secretariado Perma-nente del Centenario de 1984 a 1986.

Presencia 7, editada por el Instituto de los HH. Maristas desde 1989.

Boletín Informativo, editado por la Asociación de AA.AA. Maristas del ColegioCervantes desde 1968.

Hemeroteca:

Diario de Córdoba, de1933 a 1938.

El defensor de Córdoba, de 1933 a 1938.

Azul, de 1936 a 1941.

Córdoba, desde 1941.

ABC, desde 2000.

El Día de Córdoba, desde 1999.

Tendillas 7, de 1979 a 1981.

La Voz de Córdoba, de 1981 a 1984.

Iglesia en Andalucía, 1999.

Educación marista:

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EL COLEGIO CERVANTES (1933-2008)

167

Page 208: El Colegio Cervantes (1933-2008) 75 años de maristas en Córdoba

Prólogo ................................................................................................ 3

Agradecimientos .................................................................................. 5

Marcelino Champagnat, fundador de los hermanos maristas................ 7

Fundamentos de la educación marista ................................................. 15

Los hermanos maristas en España (1886-2008) ................................... 23

El Colegio Cervantes de la calle Barroso (1933-1935) .......................... 35

El Colegio Cervantes del palacio de Torres Cabrera (1935-1942)......... 47

El Colegio Cervantes de la plaza de la Compañía (1942-1973) ............ 65

El Colegio Cervantes de la avenida de la Fuensanta (1973-2008)......... 103

Los hermanos maristas en Córdoba...................................................... 149

Directores del Colegio Cervantes.......................................................... 159

Insignias de oro de la Asociación AA. AA. ............................................ 161

Bibliografía........................................................................................... 163

168

ÍNDICE

Page 209: El Colegio Cervantes (1933-2008) 75 años de maristas en Córdoba

El Colegio Cervantes (1933-2008)75 años de maristas en Córdoba

Juan José Primo Jurado

Juan José Primo Jurado (Córdoba, 1961) es doctoren Historia, licenciado en Filosofía y Letras y diplo-mado en Magisterio. Cursó sus estudios desde 1ºPrimaria a COU, en el Colegio Cervantes de los her-manos maristas, concluyéndolos en 1979. En laactualidad dirige el Archivo Histórico del Palacio deViana, propiedad de la Obra Cultural de Cajasur,donde ha catalogado su valioso fondo documental, yes profesor de Historia Contemporánea en laUniversidad Rey Juan Carlos. Anteriormente ejercióla enseñanza en diferentes colegios e institutos. Sufaceta más conocida, además de las de escritor —Juan Jurado Ruiz, una vida para la Iglesia de Córdoba(Cajasur, 1999) La educación marista en Córdoba(Cajasur, 2003) Paseando por Córdoba (Almuzara,2004) Teoría del séneca cordobés (Almuzara, 2005)Antonio Cruz Conde y Córdoba: memoria de una ges-tión pública (Ayuntamiento de Córdoba, 2005) yCórdoba, ciudad eterna (Almuzara, 2007)— y guio-nista —la serie Historia de Córdoba (ABC, 2007)— esla de analista en la prensa local, iniciada en Córdobay continuada desde 2001 en ABC, en cuyas páginasde opinión ha publicado ya más de ochocientos artí-culos. Es miembro de la Real Academia de Córdoba,Cruz al Mérito Militar por su labor como comisarioen la magna exposición sobre El Gran Capitán y pre-sidente de la Asociación de AA.AA. del ColegioCervantes.

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Diario de Diario de CÓRDOBACÓRDOBA,,octubroctubre de 1933e de 1933

wwwwww.maristascor.maristascordoba.comdoba.com