El CASTILLO de Bétera - beteraturisme.com

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l origen del castillo se remonta a la se- gunda mitad del siglo XI, coincidiendo con las invasiones de otros pueblos musulmanes i con los primeros movimientos cristianos para reconquistar los territorios arrebatados por el Islam. En un principio se trataba de una torre erigida sobre un pequeño zócalo fortificado, precedido, de un reduc- to cuadrangular que hacía a su vez funciones de aljibe. De este conjunto arrancaba un muro que cerraba el poblado de Bétera, y otro que cercaba un área elevada de la loma que servía de albacar. La alquería y el castillo se rindieron ante el rey Jaime I el 10 de abril de 1238. En julio del año ante- E rior, el monarca ja había comprometido Bétera a la Orden militar de Santa Maria de Calatrava. La Orden emprendió importantes obras en el Casti- llo, con la finalidad de adaptarlo a sus necesidades. El zócalo se amplió hacia el sur, y por el este se añadieron torres i lienzos. Pero no solo cambiaba la morfología, sinó también el concepto de su utilitzación. Dejó de ser únicamente un elemento de refugio y vigilancia del poblado para convertirse en castillo señorial y, a la vez, en lugar de resistencia militar. Después de la guerra entre el monarca aragonés, Pedro IV, y el rey de Castilla, Pedro II (1356-1369), en abril de 1364, Pedro IV ordenó que se llevara a cabo la El CASTILLO de Bétera

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l origen del castillo se remonta a la se-gunda mitad del siglo XI, coincidiendo

con las invasiones de otros pueblos musulmanes i con los primeros movimientos cristianos para reconquistar los territorios arrebatados por el Islam.

En un principio se trataba de una torre erigida sobre un pequeño zócalo fortificado, precedido, de un reduc-to cuadrangular que hacía a su vez funciones de aljibe. De este conjunto arrancaba un muro que cerraba el poblado de Bétera, y otro que cercaba un área elevada de la loma que servía de albacar.

La alquería y el castillo se rindieron ante el rey Jaime I el 10 de abril de 1238. En julio del año ante-

E rior, el monarca ja había comprometido Bétera a la Orden militar de Santa Maria de Calatrava.

La Orden emprendió importantes obras en el Casti-llo, con la finalidad de adaptarlo a sus necesidades. El zócalo se amplió hacia el sur, y por el este se añadieron torres i lienzos. Pero no solo cambiaba la morfología, sinó también el concepto de su utilitzación. Dejó de ser únicamente un elemento de refugio y vigilancia del poblado para convertirse en castillo señorial y, a la vez, en lugar de resistencia militar.

Después de la guerra entre el monarca aragonés, Pedro IV, y el rey de Castilla, Pedro II (1356-1369), en abril de 1364, Pedro IV ordenó que se llevara a cabo la

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demolición del castillo para evitar que volviera a caer en manos enemigas. Pero, al parecer no se destruyó en su totalidad.

En 1386, la Orden de Calatrava realiza la donació enfitéutica a la família Boïl de la Vila de Bétera i de la casa-castillo, convirtiéndose en una de las muchas mansiones que los barones poseyeron en el Reino.

En el siglo XVI tuvieron lugar obras de reforma: se construyó la planta superior, dotada de cubiertas de madera y de pavimento de buena calidad; se mo-dificó la capilla, se abrió el porticado del patio y se construyeron dos bodegas para uso doméstico –las dos mazmorras actuales–.

Pero, a pesar de la renovación, en el último tercio del siglo XVII, la nueva dinastía de barones de Bétera, los Rocafull, preferieron vivir en la masia de Massal-conill. El castillo-palacio pasaría a ser, además de la residencia del gobernador i del lugar donde estaba instalada la prisión local, un complejo de estancias habilitadas para los servicios de la señoría, como tru-llos, bodegas, tahona, caballerizas y almacenes don-de guardar los impuestos en especie recogidos a los vasallos. Esto supuso una degradación del castillo, ya que al no residir allí los señores, las obras de reforma y conservación se limitaron al mínimo.

En el año 1885 sobrevino una devastadora epi-démia de cólera, y algunas dependencias del castillo fueron convertidas en hospital de zona, atendido por Hijas de la Caridad.

En 1888, el Marqués i barón de Bétera hizo dona-ción de la casa-castillo a la Junta de Montes i Señorío territorial de Bétera, con el objetivo de convertir el in-mueble en una escuela-asilo u hospital, regentada per una comunidad de Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, que se encargaría del denominado Asilo de Nuestra Señora del Carmen. Este hecho supuso unas profundas reformas en el castillo, sufragades por el Marqués, y que, entre otras cosas supuso el soterra-miento de las mazmorras y del Saló del Tinell (comedor señorial) al haber sido utilizados como escombrera.

La Guerra Civil interrumpió las actividades del Cole-gio-asilo. El castillo pasó a convertirse en refugio local, prisión y base de alerta aérea. Poco tiempo después de finalizada la Guerra, se rehabilitó su anterior uso.

El precario estado provocó que en 1970 el colegio-asilo se trasladara a un nuevo edificio. Desde 1970 hasta 1975 albergó, de manera provisional, el retén, el juzgado de paz municipal, la biblioteca pública y un aula destinada a la enseñanza de adultos, sufriendo a partir de entonces un abandono casi completo.

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REHABILITACIÓN DEL MONUMENTOEl 5 de novIembre de 1981, el Ayuntamiento de Bé-

tera, inició el expediente de declaración de la Casa-Castillo de Bétera como Monument Historico-artístico de carácter provincial. El expedient finalizó el 28 de julio de 1982 con la publicación en el B.O.E. núm. 179.

En 1983, el Marqués de Dos Aguas, Don Pascual de Rojas i Cárdenas, acordó con el ayuntamiento realizar la venta por el valor simbólico de una peseta.

Las obras de rehabilitación comenzaron en julio de 1984 y duraron cinco años, bajo la dirección del ar-quitecto Francisco Jurado Jiménez. La obra no quedó exenta de críticas, tanto por parte de vecinos como de especialistas de patrimonio, por el abuso en la utilización de materiales impropios, así como por el color rosado del exterior.

Actualmente está en proceso un nuevo proyecto de rehabilitación que pretende revertir en parte las obras llevadas a cabo en los añós 80, para convertir el castillo en un museo de las Culturas y Tradiciones de Bétera.

DESCRIPCIÓN EXTERIORLos materiales utilizados en la construcción son

mampostería y argamasa para las zonas inferiores, i de tapial (paredes de tierra basta i chafada en el molde) para los muros y torres. Las piedras secas se utilizaban generalmente en el interior (para dintelar, en arcos o en vueltas). Excepcionalmente se utilizaba el ladrillo para reforzar algún ángulo. El acabado exterior estana enlucido a capas, según la tradición árabe.

El castillo, en todo su conjunto, presenta un único recinto, con planta hexagonal de 1480 m2, ligeramente irregular, debido a la disposición de los muros, que se encuentran en equilibrio con la inclinación del terreno. Con la finalidad de contrarrestar el desnivel, tanto los muros como las torres van asentadas sobre un zòca-lo en taludes, que se levantó hasta alcanzar la parte superior del escalón natural. Entre ambos elementos existe una separación intermedia concebida original-mente como un camino de ronda exterior, que fue ocupado en algunos tramos por construcciones más modernes. Algunas de estas fueron derribadas durante la restauración. En la zona occidental, el talud avanza considerablemente para dar lugar al inicio de dos ba-luartes que se sitúan a los lados de la entrada.

El Castell de Béterael nostre museu, la nostra identitat

El Castillo de Béteranuestro museo, nuestra identidad

REHABILITACIÓN Y MUSEALIZACIÓN DEL CASTILLO DE BÉTERA

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El castillo se construyó con seis torres. Dos, de base semi-elíptica, se sitúan en los ángulos SO (torre III) y NE (torre V). La primera parece encajonada por una puerta secundaria, o poterna, con su barbacana y una construcción posterior. Las restantes son de planta rectangular. Una está enclavada en el ángulo NO (torre II), y actualmente se encuentra exenta de la construcción moderna que estaba adosada a ella. Otra torre, cuadrangular (torre VI), comparte con la torre maestra el acceso principal al castillo, en el lado izquierdo. Esta torre, llamada del campanar, por la espadaña y la campana que se encontraba allí, se de-rrumbó, com ya se ha dicho, en el año 1959, pero fue restaurada completamente. La torre rectangular del SE (torre IV), de la que no se conservaba más que la parte inferior, justo a la altura de los muros vecinos, se encuentra también rehabilitada.

De entre todas las torres destaca, sin duda por ser la de más volumen, una torre (torre I), también de planta rectangular (de 8 m por 6 m) i de alzada tronco-piramidal, que corresponde a la torre señorial, maestra, o también denominada torre del homenaje. Su altura puede llegar a los 20m, y estaba distribuida interiormente en cinco pisos. En el siglo XV, los na-turales la conocían como torre de dona Maria, por haber residido en ella María de Boïl, madre del barón Don Berenguer Vives de Boïl. En 1897 le instalaron un reloj público, además de un juego de campanas, can-biando el nom que recibía entonces de torre Canut –porque los plantas interiores se habían hundido y estaba vacía– por el de torre del Rellotge (torre del Reloj). Hoy en día es la caja de la escalera que condu-ce a las diversas plantas por este lado.

Todas las torres y muros estaban coronados por almenas rematadas por pequeños prismas puntiagu-

dos. La restauración ha sacado a la luz algunos de estos elementos que habían quedado escondidos por transformaciones posteriores, pero los remates trian-gulares han desaparecido.

Al lado de la torre SO (torre III), en la parte más alta del muro, sobresalen dos ménsulas de piedra que parecen indicar la antigua ubicación de un matacàn (especie de pequeño balcón cerrado con ranuras verticales, que sobresalen de las murallas con fines defensivos), a pesar de que su ubicación, tan cerca-na a dicha torre, parece desvirtuar su función. Existe también la suposición de que sostenía una especie de jaula donde se encerraba, a la vista de todos i en lo alto de la muralla, a quien merecía algun castigo.

Dibujo preparativo de una pintura de Rafael Monleón, ca. 1875. Podemos observar, junto a la parte inferior izquierda, la entrada secundaria (poterna), una moderna construcción entre les torres V y VI, que debió derrumbarse poco después, y almenas insinuadas entre las torres IV y V que no han sido recuperadas en la rehabilitación del castillo.