El canto religioso-Samá

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    EL CANTO RELIGIOSO- SAMA

    (Imam Gazzali)

    1. Su naturaleza y especies.2. Efectos del canto religioso, por el sentido de su letra.3. Efectos del canto religioso, por la emocin que en el alma produce

    su msica.4. Efectos que produce la audicin del Alcorn.5. Normas externas e internas para la audicin del canto religioso y

    criterio para discernir cules de sus efectos extticos son laudables o vituperables.

    SU NATURALEZA Y ESPECIES

    Ha establecido entre los cnticos armoniosos y el alma humana unamisteriosa relacin, en virtud de la cual ejercen aquellos sobre sta uninflujo emotivo maravilloso:

    - Unos producen alegra y otras tristezas, unos hacen dormir, otrosrer y otros conmueven profundamente el organismo haciendo que se

    muevan rtmicamente los miembros, sobre todo, las manos, los pies y lacabeza. Pero no hay que creer que tales efectos se deban a la letra poticade los cnticos, porque tambin se dan de ordinario con la sola msica,instrumental. Por eso, es proverbial decir que aquel a quien no le emocionala primavera con sus flores ni el lad con sus cuerdas, es porque tiene unacomplexin orgnica trastornada que no admite curacin.

    Ni cmo puede ser la emocin efecto exclusivo de la letra cantada,si es un hecho de experiencia palmaria que tambin produce sus efectos enel nio que, cuando en su cuna llora, le hace callar cualquier sonidoarmnico, al cual presta atencin, distrayndole de lo que le hace llorar?

    Hasta el camello, a pesar de su natural, se deja influir por el canto delacemilero que lo gua, y en forma tal, que aligera el paso, aunque la cargaque lleve sea muy pesada, y recorre en mucho menos tiempo largasdistancias, porque se avivan sus fuerzas con el canto y esa viveza lereanima y alegra.

    Es ms, cuando los desiertos recorridos se prolongan y los fardos ycargas que lleva encima le abruman de fatiga, basta que oiga el canto delacemilero, para que alargue el cuello e incline sus orejas, tratando deescucharle mejor, y acelere el paso hasta desbaratar la carga.

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    Y a veces, aun estando a punto de perder el aliento por lo veloz de lamarcha y el peso abrumador de los fardos, ni siquiera se da de ello cuenta,a causa de la vivacidad que con el canto ha cobrado.

    As, pues, el influjo del canto en el alma es de evidencia sensible, y elhombre que no lo siente es imperfecto, desequilibrado, refractario a loespiritual y ms grosero y burdo que los camellos, las aves y aun que las bestias todas, ya que todas sin excepcin se dejan conmover por los cantosarmoniosos.

    Ahora bien, el canto, desde el punto de vista de este su influjoemocional en el alma, no es lcito ni ilcito en s mismo, sino segn loscasos y las personas y las especies de canto.El juicio que merezcadepender siempre de lo que en el alma del que lo oiga exista deantemano, pues el canto no pone en el alma lo que en ella nohay, lo nico que hace es poner en conmocin los sentimientosque en el corazn predominan .

    El canto armonioso con palabras rimadas y rtmicas emplease deordinario en varios casos con determinados fines religiosos, a cuyarealizacin tiende la emocin que en el alma provocan. He aqu losprincipales:

    1 Cantos de la peregrinacin .

    Los peregrinos acostumbran, en efecto, a rondar por los pueblos,antes de emprender la peregrinacin a la Meca, cantando al son del tambor y de la dulzaina poesas en las que describen el templo de la Kaba y sussantos lugares, la Mansin de Abrahn, el muro que rodea el recintosagrado, el pozo de Zamzm y las ceremonias de la peregrinacin, inclusoel viaje por los desiertos de la Arabia.

    Estos cantos excitan en las gentes el deseo de hacer la peregrinacina la Casa de Dios y lo reavivan si ya exista. En ambos casos, son tanlaudables estos cantos como el deseo que excitan, ya que la peregrinacin ala Meca es una obra buena. Al orador sagrado le es lcito ingerir en sussermones prrafos en prosa rimada con el fin de excitar en los oyentes el vivo deseo de hacer la peregrinacin, describiendo los santos lugares de laMeca y los ritos de aqulla y ponderando a la vez el alto mrito de esta obra buena.

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    Lo que es lcito y laudable en el predicador, tambin tiene que serloen quien para igual fin emplea la poesa en vez de la prosa rimada, puescon la medida del verso, aadida a la rima, las palabras de la cancinejercen sobre el alma una impresin ms honda, y esta impresin se hace

    todava ms intensa, si a esos elementos se suma una buena voz y unameloda artstica, cuyas cadencias se subrayan todava ms con los golpesdel tambor y el son de la dulzaina.

    2 Cantos fnebres .

    Estos cantos de lamentacin por los difuntos, que producen tristeza yllanto en los oyentes, sern vituperables, si provocan sentimientos dedesesperacin e impaciencia contra los decretos de la Providencia divina,que son irremediables. Por eso el Profeta prohibi las ruidosaslamentaciones de las plaideras en los entierros . En cambio, sonlaudables otros cantos, tan tristes como los fnebres, si en ellos se lamentael hombre de su propia imperfeccin y llora sus pecados y faltas, porquetales lamentaciones provocan en el alma sentimientos de dolor saludablepor lo pasado y propsitos de enmienda para el futuro,como lo hizoDavid en sus Salmos.

    Por lo mismo es laudable en el orador sagrado recitar desde elpulpito con voz conmovedora cantos tristes de este gnero, hasta llorandode veras y haciendo llorar a sus oyentes.

    3 Cantos festivos .

    En las circunstancias en que la alegra es lcita, es laudabletambin entonar cnticos que produzcan regocijo en las almas. Tal ocurrecon los cantos de pascuas, con los de bodas, con los que se entonan en los banquetes para celebrar el regreso del ausente, el nacimiento de un hijo, sucircuncisin o el trmino feliz de su aprendizaje del Al Quran.

    4 Cantos de amor mstico .El alma que ama a Dios apasionadamente, que no ansia otra cosa

    sino unirse con El, que en toda cosa que sus ojos miran no ve ms que aDios y que todo lo que oye lo oye como si de Dios lo oyera o a Dios serefiriese, es evidente que el canto no puede producir en esa alma otroefecto que el de excitar y avivar su deseo de Dios y la pasin amorosa quepor El siente, enardeciendo su corazn y haciendo surgir en ldelicias espirituales variadsimas, al par que iluminaciones orevelaciones, imposibles de describir, porque slo quien las hagustado es capaz de conocerlas.

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    A estos estados del alma llaman los sufes wayd, que significaoriginariamente encuentro y emocin, porque surgen de improviso enel alma de quien los experimenta, sin que antes de or el canto religioso loshubiere jams encontrado.

    A su vez, estos estados son causa ocasional de ciertos otros efectos ysecuelas, que con sus ardores queman el corazn y lo purifican de susmanchas, como el fuego material purifica de toda ganga los mineralespreciosos que se someten a su accin.

    Despus, a la purificacin as obtenida siguen visiones ocontemplaciones intuitivas y revelaciones, que son la meta a queaspiran los que a Dios aman y el fruto final de todas las buenasobras .

    La causa de que tales estados de alma sobrevengan al corazn con elcanto religioso es aquella misteriosa y secreta relacin que dijimos haestablecido Dios entre la meloda de la msica y el espritu humano, elcual, subyugado por ella, experimenta alegra, deseo, tristeza, bienestar yangustia. Penetrar esa misteriosa causa de que los sonidos influyan as enel espritu, pertenece ya a la sutil ciencia de las revelaciones msticas.

    El hombre ignorante, insensible y duro de corazn, a quien le estpor eso vedado sentir el deleite espiritual del canto, se maravilla al vercmo se deleitan los dems oyndolo, cmo se emocionan, cmo se alterasu estado psicolgico y se demuda su color, pero su admiracin es como lade la bestia de carga, incapaz de apreciar el deleite que los hombres sientencomiendo dulces, o la del impotente que no puede concebir el placer de launin sexual, o la del nio que no es capaz de apreciar el placer del mando y de los honores, o, en fin, la del ignorante que se extraa de que otrosdigan sentir deleite en conocer a Dios, su majestad y su gloria y lasmaravillas de su Omnipotencia.

    En todos estos casos, la razn es una sola y la misma, a saber, que eldeleite es una especie de percepcin, y toda percepcin exige un sujeto yuna potencia de percibir; por tanto, el sujeto que no posea perfecta esapotencia de percibir, no se concibe que sienta deleite.

    - Cmo va a sentir el placer de los sabores el que carezcadel sentido del gusto?

    - Cmo va a percibir el deleite de la msica el que no tengaodo, o el placer de conocer los inteligibles el privado deentendimiento?

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    As, pues, tambin el gusto del canto religioso, que el coraznexperimenta despus de haber llegado a los odos la voz del cantor, sepercibe con un sentido interior que el corazn posee, y por tanto, el que nolo posee no puede sentir tampoco ese placer.

    EFECTOS DEL CANTO RELIGIOSOPOR EL SENTIDO DE SU LETRA

    Cuatro son las situaciones en que puede encontrarse el sujeto, alescuchar el canto religioso:

    1 .- Es la de quien lo escucha de una manera fsica, es decir, sinentender la letra y deleitndose tan slo con la audicin de los sonidosarmoniosos y melodiosos de su msica. Tal actitud es lcita, aunque de bajacondicin, ya que de ella participa tambin el camello y aun todos losanimales irracionales, porque para gustar ese placer no es necesario otrorequisito que la vida fsica, a todo animal irracional le deleitan en ciertamedida los sonidos armoniosos.

    2 .- La segunda actitud en que puede orse el canto religioso,consiste ya en entender el sentido de las palabras de amor cantadas, peroaplicndolas, no a Dios o a las cosas divinas, sino a una criatura humana,determinada o no. Tal actitud, propia de los jvenes sensuales, no mereceque de ella tratemos y slo a reprobarla.

    3 .- Consiste en aplicarlo a los varios estados psicolgicos que elalma del oyente experimenta en sus tratos con Dios, ya de tranquilaseguridad, ya de dificultad en conseguir la gracia de la unin. Tal actitud espropia de los que aspiran a la perfeccin, sin haber salido an de suiniciacin.

    Es, en efecto, evidente que la voluntad del que aspira a la perfeccin

    tiende a un fin, como meta de sus aspiraciones, que es conocer a Dios,encontrarlo y unirse a El, mediante la contemplacin mstica y larevelacin previa de los velos que lo ocultan.Para lograr esa metanecesita, naturalmente, un camino que recorrer, unos ejerciciosque practicar y unos estados de alma que tales ejerciciosdespertarn en su corazn .

    As, pues, cuando oiga una cancin que le habla de los reproches del Amado o de los ntimos coloquios con l, de buena acogida o de repulsa, deunin o de separacin, de aproximacin o de alejamiento, de aoranza porel bien perdido o de ardiente sed por lo que el amante espera, de deseo yansia de llegar o de desesperacin y tedio.

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    De familiaridad y fiel cumplimiento de las promesas o de infidelidad y temor de ruptura.

    Y, en fin, de los preparativos para la unin o de cualquiera otro de lostpicos usuales en las poesas erticas, es natural que algunos de los

    estados de nimo en ellos descritos tendrn que coincidir con los que elalma del oyente experimenta en su aspiracin hacia Dios y, as, al or esostpicos, parece como si el eslabn golpeara el pedernal de su alma e hiciesesaltar de ella de repente las chispas ardientes del deseo de Dios,provocando en ella nuevos estados, distintos de los ordinarios, yofrecindole ancho campo para aplicar a ellos el sentido de las palabras delcanto ertico, sin cuidarse de que tal aplicacin corresponda o noexactamente a la intencin del poeta que lo compuso.

    Y es que toda frase tiene varios sentidos, que slo los inteligentes Atinan, ms o menos, a comprender.

    Pongamos algunos ejemplos de estas aplicaciones e interpretaciones,para que no vaya a pensar algn mal intencionado que, cuando el devotooye mentar en esas canciones la boca, las mejillas o el cabello de la amada,nicamente entiende estas palabras en su sentido literal.

    Se cuenta de un devoto que al or cantar este verso:Me dijo el mensajero de mi amada:- Maana te visitar. Y yo le respond:Pero sabes acaso lo que dices?, le produjo tan viva emocin la

    letra y la msica, que extasiado de alegra se puso a repetir el verso,cambiando en l la palabra visitar por visitaremos.

    Cuando volvi en s, le preguntaron por la causa de tamao regocijo.- Y l respondi:-Es que he recordado las palabras del Profeta( ) , cuando dijo que

    los bienaventurados en el paraso visitan a su Seor, una vez cada viernes.

    Cuenta asimismo Ibn al-Darray:Pasaba yo en compaa de Al-Futi por la orilla del Tigris, entreBasora y Ubulla, cuando vimos en el mirador de un palacio a un hombre,delante del cual una esclava cantaba este verso:

    - Cada da cambias. Mejor te sera otra cosa .Mas he aqu que un hermoso joven, que, cubierto de harapos y

    llevando en la mano una jarra, escuchaba la cancin al pie del mirador,exclam:

    - Muchacha! Por Dios y por la vida de tu seor, No repetirs otra vez ese verso?'

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    - Repiti el verso la muchacha, y entonces dijo el joven:- Por Dios juro que as es mi cambio en mis relaciones con Dios, que

    es la Verdad! Y al decir esto, lanz un sollozo y muri. Detuvimos entonces el paso

    para ver de prestarle auxilio y omos que el dueo del palacio le deca a laesclava:

    - Eres libre por amor de Dios .

    Despus de esto, las gentes de Basora salieron de la ciudad y lollevaron al cementerio, para enterrarlo, despus de hacer por su alma losfunerales. Una vez que lo hubieron sepultado, dijo el dueo del palacio:

    - Tengo a Dios por testigo de que todo cuanto poseo, incluso estepalacio, lo destino a su servicio y que todas mis esclavas son, desde estemomento, libres.

    Y diciendo esto se quit sus vestidos, se envolvi en una manta y volvindose, mientras las gentes lo miraban llorando, desapareci sin quese volviese a tener noticia de su paradero.

    Lo que de este relato nos interesa es notar que aquel joven devoto,como viva entregado todo el tiempo en el recuerdo de Dios y preocupado vivamente del estado de sus relaciones con El y, adems, tena concienciade su incapacidad para cumplir con perseverancia y firmeza los requisitosque su trato con Dios exiga, estaba afligido por la versatilidad de sucorazn, tan inclinado a desobedecer las leyes divinas; y por eso, as quehiri sus odos aquel verso tan coherente con su estado espiritual, lo oycomo si Dios mismo fuera quien le hablase y le dijera:

    Cada da cambias. Mejor te sera otra cosa.

    Pero el que oye con este espritu el canto religioso, es decir, como si aDios oyera, conviene que tenga slida instruccin en lo que las normas dela fe ortodoxa establecen acerca de Dios y de sus atributos, para que eviteel peligro de aplicar a Dios cosas que, por no estar adecuadas a sunaturaleza, son impas o herticas.

    Este peligro no lo evitar el devoto iniciado ms que aplicando laletra del canto a su solo estado espiritual, sin relacin alguna con losatributos divinos. Un ejemplo tpico de errores de este gnero nos lo ofrececabalmente el verso del relato anterior.

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    Porque si el joven, al orlo, lo hubiese repetido como dirigiendo lmismo la palabra a Dios y atribuyendo a Este cambio o versatilidad denimo, habra incurrido en pecado de infidelidad.

    Ello acaece a menudo al iniciado, por ignorancia pura y simple, sinmezcla de conviccin consciente de su error; pero a veces tambin nace deignorancia, que es efecto de cierta especie de conviccin, es decir, por creerel oyente que los cambios de su propio estado espiritual y, en general, losde todas las cosas de este mundo, proceden de Dios.

    Ahora bien, esto, en el fondo, es verdad, ya que Dios es quien pone alcorazn del mstico, unas veces, en anchura y otras en aprieto, unas loilumina y otras lo sume en tinieblas, unas lo endurece y otras lo ablanda,unas le da la perseverancia en la virtud y fuerzas para seguir obedecindole y otras lo somete al imperio de Satn para que lo desve de su santa ley.

    Todo esto procede de Dios indudablemente.

    Ahora bien, de quien proceden estados diferentes en momentossucesivos, se dice de ordinario que es caprichoso y verstil, Y quiz el poetano pens, al hablar de cambios en su verso, ms que en la versatilidadcaprichosa de su amada, que unas veces lo acoge afable y otras lo rechaza,unas veces se acerca a l y otras veces lo aleja. Este es, efectivamente, elsentido del verso en cuestin; pero entenderlo as respecto de Dios esimpiedad pura y simple.

    Antes bien, es preciso saber que Dios, al revs de sussiervos, produce cambios en los seres, sin sufrir El mismocambio alguno y altera las cosas sin experimentar El alteracin .Pero esta verdad el iniciado la conoce tan slo por fe ciega en la autoridadde quien se la ensea, mientras que el mstico intuitivo la conoce con lacerteza real y verdadera que es fruto de la revelacin. Es esta verdad una de

    las ms admirables propiedades de la soberana del Seor. Cambiar lascosas, sin sufrir El mismo cambio alguno, no se concibe, en efecto, ms quede Dios, pues todos los dems seres se cambian, al cambiar a otro.

    Hay tambin oyentes a quienes la intensidad de la emocin lessubyuga hasta el extremo de caer en un estado semejante a la embriaguez,que les pone fuera de s y les hace prorrumpir en reproches contra Dios,acusndolo de injusto y parcial en la distribucin de sus dones y gracias alos corazones de sus siervos, puesto que a unos los elige y distingue como antimos amigos y a otros los aleja de su presencia como a rprobos yextraviados.

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    Y al orlo exclam:Es cierto.En cambio, otro asceta, que a la vez lo escuchaba, dijo: Es falso.

    Pero un mstico, experto en cosas de espritu, replic:Ambos a dos aciertan.

    Y as era en verdad, pues el primero, el que asenta a las palabras delsegundo hemistiquio, amaba a Dios, pero por no haber logrado todava laposesin de lo que amaba, se senta sumido en afliccin y pena por losobstculos que para la unin encontraba y por la fuga de su Amado,

    Mientras que el otro, el que negaba el dolor del amante, era porquegozaba ya de la ntima familiaridad del Amado y as, por el exceso de suamor, encontraba deleite hasta en las penas que sufra, o bien, si negaba enel amor el dolor, era porque no senta de presente, como el primero,obstculos para el logro de lo que su voluntad quera, ni tema para elfuturo el peligro de perderlo, antes bien, mantena viva en su corazn laesperanza de conservarlo.

    Se ve, pues, aqu cmo la interpretacin de las palabras vara, segnla diversidad del estado de nimo que domina al que las oye.

    Se cuenta tambin que Abu-l-Qsim B. Marwan, discpulo de AbuSaid al-Jarrz, dej de asistir durante muchos aos al ejercicio del cantoreligioso, y la primera vez que asisti invitado a una sesin, oy a una quecantaba este verso:

    - En medio del agua est de pie, sediento, pero no le dan de beber.

    Al orlo, se levant el auditorio y de la emocin cayeron en xtasis.

    Cuando volvieron en s y quedaron en silencio, les pregunt Abu-l-Qsimqu era lo que tanto les haba impresionado del sentido de aquel verso, yellos le indicaron que la alusin a la sed de los altos estados msticos y laprivacin de ellos, a pesar de la presencia real de sus causas.

    Pero como no le satisficiese aquella explicacin, le preguntaron: Cul es, pues, el sentido que t le encuentras?El les respondi:Que, estando el alma ya en medio de los estados msticos y honrada

    por Dios con los carismas, no se le conceda ni la ms exigua porcin deellos.

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    Aluda con esto a la existencia de una realidad mstica tras losestados y los carismas, los estados la preceden como prembulos suyos ylos carismas echan ya races en el campo en que aqulla aparece, aunquede hecho no se logre todava.

    Sin embargo, entre el sentido que dio al verso Abu-l-Qsim y el quele daban los otros sufes no haba ms que una simple diferencia de gradoen la sed espiritual a que el verso alude, el que se ve privado de los estadosmsticos, siente sed de ellos; pero si los logra, siente, una vez ms, sed de loque tras ellos existe.

    4.- La actitud cuarta del que oye el canto religioso es patrimonioexclusivo del mstico que, por haber pasado ya a travs de todos los estados y moradas del camino espiritual, no se preocupa de entender la letra ensentido alguno que se refiera ni a su propia alma, ni a sus estados ymoradas, ni a ninguna otra cosa que no sea Dios, porque su espritu estcomo atnito, abstrado y entregado en el mar de la contemplacin extticade Dios, tal como las mujeres que se cortaron las manos sin sentir dolor,extticas al contemplar la hermosura de Jos.

    A este estado lo llaman los sufes inconsciencia de s mismo , yclaro es, que si en l pierde el sujeto la conciencia de s mismo, mucho msla perder de todas las otras cosas que no son l. De modo que, en talestado, queda el mstico sin darse cuenta de cosa alguna, excepto del Sernico, Dios, objeto de su contemplacin. Hasta pierde tambin laconciencia de esta misma contemplacin, porque si el alma le prestaseatencin y se diese cuenta de que contempla, dejara ipso facto de atenderal objeto contemplado.

    Pasa lo mismo con la visin fsica, el que embelesado mira un objeto bello, no se da cuenta de su propio estado de abstraccin contemplativa, nide los ojos con que lo mira, ni de su corazn en que el deleite de mirarlo

    reside.Tampoco el ebrio tiene conciencia de su embriaguez, ni el que sienteplacer se da cuenta de su propio deleite, sino, tan slo, del objeto que se loproduce. En el conocimiento intelectual sucede algo anlogo; el acto deconocer un objeto es distinto del acto de conocer que se lo conoce, ycuando al sujeto le viene a las mientes este acto reflejo de conocer queconoce al objeto, pierde la conciencia del objeto conocido.

    Ahora bien, esto que con las cosas criadas ocurre, ocurre tambin a veces con el Creador, aunque entonces sobreviene, de ordinario, como elrelmpago sbito, que no persiste ni dura, y si durase, no seran capaces desoportarlo las facultades humanas, que bajo su peso abrumador setrastornaran y hasta morira el sujeto.

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    As se cuenta de Abu-l-Hasan Al-Nuri que, asistiendo a una sesinde canto religioso, oy este verso:

    - Jams ces de habitar en una de las moradas de tu amor

    que a los corazones humanos deja atnitos cuando la habitan . Y, al orlo, se puso de pie y dominado por la emocin exttica, sali

    corriendo como loco, y tropezando en un montn de caas recin cortadascuyas races haban all quedado como espadas, se puso a andar sobre ellashasta la maana, a la vez que repeta el verso, mientras brotaba la sangrede sus pies, que se hincharon, igual que sus piernas. Slo muy pocos das vivi despus de aquello.

    Este cuarto grado, propio de los sinceros amigos de Dios en elentender el sentido mstico del canto religioso y en su emocin exttica, essuperior a todos los otros, porque aun el grado tercero, es decir, aquel enque el sujeto aplica la letra a sus varios estados psicolgicos, est muy por bajo de los grados de la perfeccin, ya que en l se mezclan todava losatributos de la humanidad, y eso es cierta imperfeccin, puesto que laperfeccin est en que el sujeto pierda del todo la conciencia de s mismo yde sus estados, es decir, que se olvide de ellos y no les preste atencin(como las mujeres de que antes hablamos no se dieron cuenta de suspropias manos cortadas ni de los cuchillos), porque, al or el cantoreligioso, lo oiga tan slo para Dios, en Dios, con Dios y de Dios.

    Este grado es, por eso, patrimonio exclusivo de quien se hasumergido ya en el fondo del mar de las esencias reales y pasado ms allde la playa de los estados psicolgicos y de los actos externos,identificndose con la confesin de la sola existencia de la unidad divina yrealizando de verdad esta idea en su espritu con sinceridad de intencin,en forma tal, que no quede en el sujeto nada de s mismo, por haberseextinguido del todo en l su humanidad, no prestando atencin alguna a

    los atributos de ella.Claro es que al decir que el sujeto se aniquila o extingue, no me

    refiero a su cuerpo, sino tan slo a su corazn, y por corazn no entiendo elcorazn de carne y sangre, sino un ser misterioso y sutil que con el coraznmaterial tiene cierta relacin secreta, tras del cual todava late otro sermisterioso, el espritu que de Dios procede y que tan slo lo conoce el quelo conoce.

    Aquel ser misterioso tiene existencia real; pero la forma de estaexistencia, se identifica con la cosa que en l se representa; de modo que,cuando en l se representa otra cosa distinta de la primera, cambia suforma.

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    Es, pues, como si no tuviera ese ser ms realidad que la de la cosaque en l se representa.

    Sirva de ejemplo el espejo pulimentado, el cual tampoco tiene, por smismo, color alguno, sino el color del objeto que en l se refleja y

    representa. As tambin, el cristal del vaso reproduce el color del lquido que

    contiene, sin que por s mismo tenga ni color ni forma. Su forma propia esnicamente la aptitud que posee para recibir las formas de otras cosas. Ysu color propio es esa disposicin natural o aptitud para recibir en s todoslos colores.

    De esta morada espiritual, que pertenece ya a la esfera de larevelacin mstica, nace la fantstica ilusin de quien pretende expresarlacon los trminos de inhabitacin de Dios en el alma y deidentificacin del alma con Dios, llegando a decir:

    -Yo soy la verdad.

    Todo esto es error puro y simple, parecido al de quienatribuye al espejo la forma del rojo, cuando en su superficieaparece este color, reflejado del objeto rojo que se pone frente al.

    EFECTOS DEL CANTO RELIGIOSOPOR LA EMOCIN QUE EN EL ALMA PRODUCE SU MSICA

    Extenso sera traer aqu a colacin todo cuanto han dicho los sufes ylos filsofos al estudiar la emocin exttica de la msica religiosa y suarmnica analoga con el alma humana.

    Nos limitaremos, tan slo, a aducir algunos de sus textos, paraconcluir despus explicando lo que hay de verdad en esta materia.

    En cuanto a los sufes, Du-l-Nun el egipcio defini los efectos delcanto religioso diciendo que:

    - De l emana una influencia divina sobre el corazn, en elcual infunde ideas espirituales que lo conmuevenprofundamente para llevarlo a Dios, l que las oyeespiritualmente, realiza la unin, el que las oye slo con el almasensitiva, cae en la impiedad .

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    Parece, pues, que redujo la emocin exttica del canto religioso a unmovimiento del corazn hacia Dios, es decir, hacia la idea espiritualsugerida por El con la msica sensible, idea que, por venir de El, es la verdad.

    Otro sufi, Abu-l-Husayn al-Darry, explicaba las emociones por lexperimentadas en el canto religioso diciendo:

    La msica me transport a travs de los hipdromos de lahermosura y majestad de Dios y me lo hizo encontrar junto a su don. Ellame dio a beber de la copa de la pureza, por ella alcanc las mansiones de lacomplacencia con la voluntad divina y ella me sac a los jardines de ladistraccin y del ocio.

    Al-Sibli deca:

    La audicin del canto es, por defuera, tentacin, y, pordentro, admonicin. Al que penetra su sentido espiritual, le eslcito escuchar la admonicin. El que no lo penetra, se vesometido a la tentacin y se expone a la perdicin.

    Por lo que toca a los filsofos, he aqu lo que dice uno de ellos:

    Existe en el corazn una eminente y noble virtud que ellenguaje humano es incapaz de expresar con palabras, pero queel alma sensitiva puede traducir con los sonidos meldicos de lamsica. Cuando esa noble virtud aparece, se alegra el almasensitiva y se mueve hacia ella. Y los oyentes escuchan lainterpretacin que de ella da el alma y entran en secretocoloquio con ella y dejan de conversar con las aparienciasexteriores.

    Otro dijo:Los efectos de la msica son stos:

    - Al que se siente incapaz de realizar una idea, le mueve a obrar; alque se siente reacio para pensar en ella, le invita a la reflexin y reaviva enl la fatiga y desmayo que el pensar y el opinar le producen de modo quegustoso vuelve a lo que abandon y animoso emprende aquello de que sesenta incapaz, lo turbio se le hace claro y con nimo jovial lleva a trminofeliz los planes y proyectos que abandon, acertando sin fracasos ycaminando sin lentitud.

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    Dijo otro:As como el pensar conduce al entendimiento por ocultos caminos

    hasta el objeto que intenta conocer, as tambin la msica conduce alcorazn hasta el mundo espiritual.

    Otro filsofo a quien se le pregunt cul fuese la causa de que losmiembros corpreos se muevan espontneamente al or el sonido rtmico ymeldico de la msica, respondi as:

    La causa es un amor apasionado, propio de la inteligencia; el quesiente esa pasin intelectual, no necesita halagar con caricias de palabramaterial a su amado, sino que le bastan para galantearle y festejarle lasonrisa, la simple mirada y cualquier gesto o ligero movimiento de las cejaso prpados. Estos modos de hablar son mucho ms expresivos, que ellenguaje, aunque espirituales.

    En cambio, el amante bestial emplea slo el lenguaje material ofsico, para expresar con l los efectos externos de su deseo enfermizo y desu rastrera pasin.

    Otro dijo:El que est triste, oiga las melodas de la msica. Cuando en el alma

    entra la tristeza, su luz se apaga; cuando siente alegra, su luz se reaviva ylanza llamas al manifestar el gozo que siente.

    Muchos otros son los dichos y opiniones que se han emitido acercade la msica y el xtasis y cuyas citas de nada servira multiplicar aqu.Ocupmonos ya en explicar la idea significada por la palabra xtasis(wayd).

    Decimos, pues, que esta palabra expresa un estado del alma, fruto dela audicin de la msica:

    - Ese estado es, en s, una influencia divina que el oyente encuentracomo algo nuevo en su propia alma, a consecuencia de la msica oda. Peroeste estado del alma puede ser de dos especies, pues siempre se reduce, bien a revelaciones y contemplaciones que pertenecen a la categora de losconocimientos y sugestiones, bien a otros cambios de ser o estados delalma que no son conocimientos, el deseo y el temor, la tristeza y lainquietud, la alegra y la afliccin, el arrepentimiento, la expansin y laangustia.

    Todos estos estados del alma los provoca la msica y los reaviva si yaexisten. Pero si son dbiles y de tan poca intensidad que no llegan a influiren el cuerpo hacindole moverse, reposar o cambiar de estado.

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    Es decir, movindose de manera desacostumbrada, o callando ydejando de mirar como antes miraba y hablaba, no reciben el nombre de xtasis (wayd), que tan slo se emplea cuando se manifiesta al exteriorcon mayor o menor intensidad, en la medida en que aparece y segn los

    cambios externos que produce. A su vez, el movimiento que engendra en lo exterior del cuerpo es

    proporcional a la intensidad de la influencia divina que el alma recibe. Yasimismo la inhibicin en esos cambios externos es proporcional a laenerga y poder del sujeto para reprimirse y evitar que sus miembros semuevan. Cabe, en efecto, que el xtasis sea muy intenso en lo interior, sinque se altere o cambie en lo exterior el sujeto, por ser mucha la fuerzainhibitoria de ste.

    Y, al revs, cabe tambin que el xtasis no trascienda al exterior, porser tan dbil la influencia divina, que no llegue a poner en movimiento alcuerpo ni a desatar el nudo de la inhibicin.

    Al primero de los dos sentidos del xtasis aludi Abu Sa'id al-'Arabicuando dijo:

    El xtasis es contemplacin del alma que vigila, inteleccin presentede las ideas sugeridas por el canto y atenta consideracin de los misterios.

    Ni es inverosmil que la audicin de la msica sea causa ocasional deque al alma se le descubra lo que antes le estaba oculto, porque larevelacin de lo desconocido se debe a muchas causas, una de ellas es lamera sugestin, y la msica es muy sugestiva.

    Otra causa es el cambio de los estados psicolgicos del sujeto que loscontempla y percibe, pues esta percepcin es una especie de conocimiento,la cual engendra esclarecimiento de cosas, desconocidas antes desobrevenir al alma la influencia divina de la msica; otra causa es la

    serenidad o pureza del alma, y bien sabido es cunto influye la msica enserenar el nimo y cmo es causa ocasional esta serenidad para que al almase le descubran cosas ignoradas.

    Otra causa es la vivacidad del corazn, reanimada por la fuerteimpresin que en l ejerce la msica, y esa mayor vivacidad intensifica lacontemplacin de cosas que antes era incapaz el alma de percibir.

    Lo mismo que con el canto cobra fuerzas el camello para soportarcargas que antes le era imposible llevar; si la obra del camello consiste entrasportar pesos, la del alma consiste en descubrir verdades ocultas yconsiderar atentamente los misterios del reino de los cielos.

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    Por medio de estas causas es la msica causa ocasional de revelacin.Pero hay ms todava; cuando el corazn es puro, cabe que se le

    represente la verdad, ya en forma de contemplacin y visin interior, ya alor una poesa, cuyas palabras rimadas resuenan en los odos como el eco

    de una voz que el sujeto ignora quin la profiera, tanto en el estado de vigilia, como soando cuando duerme,pues la visin en sueos esuna de las cuarenta y seis partes en que se divide la inspiracinproftica y, por eso, su conocimiento perfecto se sale ya delmbito de la asctica .

    Un suceso de esta naturaleza se cuenta de Muhammad ibn Masruqde Bagdad, el cual dijo:

    - En los das de mi insensatez, sal de mi casa una noche, ebrio ycantando este verso:

    - En el Monte Sina hay una via, por la cual, cuando paso, memaravillo de que haya quien beba agua. Y entonces o a uno que cantandodeca:

    - Y en el infierno hay un agua, que no la pasa a tragos nadie, sin quese le quede en las entraas y las desgarre. Esa fue la causa de miconversin y de mi consagracin a la ciencia y a la vida devota.

    Mira, pues, cmo influy aqu el canto en la obra de purificar elcorazn, hasta el extremo de representrsele con toda verdad la realistadescripcin del infierno, bajo la envoltura de las palabras rimadas einteligibles que exteriormente hirieron sus odos.

    Y lo mismo que influye el canto en la obra de purificar el coraznpara hacerle or esas voces misteriosas, influye tambin para hacerlecontemplar con los ojos del cuerpo la lorma de al-Jadir que bajo diferentesfiguras se aparece, en efecto, a los hombres dotados de corazn, como losngeles se aparecen a los profetas, ya en su forma real y verdadera de

    ngeles, ya bajo figuras que en cierto modo se le asemejan. As, al Enviadode Dios se le apareci dos veces el ngel Gabriel en su propia forma.

    En tales estados psquicos de pureza de corazn adquiere tambinste la virtud de escudriar y descubrir lo ntimo de las conciencias, virtudque los sufes llaman sagacidad o penetracin fisiognmica.

    Cada una de las dos especies de fenmenos que el xtasis produce revelaciones y emociones es de dos clases:

    - Unos son inefables, es decir, no pueden explicarse con palabras, deotros, en cambio, cabe expresar con palabras su esencia real.

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    Quiz te parezca inverosmil que existan actos de conocer yemociones cuya real esencia no conozca el sujeto ni pueda por esoexplicarla con palabras; pero no hay en ello nada de inverosmil, porque enlos estados psquicos ms ordinarios encontrars de ello testimonios.

    Por lo que toca, en efecto, a los actos de conocer, cuntas veces no sele ofrecen al jurista dos casos de moral o de derecho cannico semejantesen la forma, pero entre los cuales l aprecia instintivamente ciertadiferencia respecto de la solucin que a cada uno de ambos debe dar, y, sinembargo, si se viese obligado a explicar en qu estriba esa diferencia, no leayudara la lengua a expresarla con palabras, aunque fuese el mselocuente de los hombres?

    He aqu, pues, cmo el sujeto percibe con su gusto la diferencia entreambos casos, pero no la puede explicar. Su percepcin de la diferencia esun acto de conocer que de improviso le ha venido a la mente por el gusto.

    Ahora bien, es indudable que tal acto de conocer no le ha podidosobrevenir sin una causa, que para Dios tiene realidad positiva, aunque alsujeto no le sea posible explicarla, ya por incapacidad de su lengua, ya, mstodava, por lo sutil de la idea en s misma, que no admite formasadecuadas de expresin. Esto lo conocen muy bien cuantos tienen queresolver con frecuencia problemas dudosos.

    Y por lo que toca a las emociones, cuntas veces no percibe elhombre en el fondo de su corazn, al despertar del sueo, un sentimientode angustia o de expansin, cuya causa ignora?

    A veces tambin piensa en una cosa cualquiera, y este pensamiento leproduce en el alma cierta impresin, olvida luego el pensamiento que se laha producido, pero la impresin subsiste y el sujeto la sigue sintiendo.

    En estos casos, la emocin sentida, de alegra o de tristeza, surgi enel alma porque el sujeto estaba pensando en ella; pero, una vez que seolvid de la causa, sigue sta produciendo todava sus efectos.

    A tales emociones, tan extraas, no cabe ya aplicarles el nombre dealegra o de tristeza, ni les corresponde expresin alguna queadecuadamente signifique su objeto.

    Es ms, el gusto artstico para distinguir una poesa bien medida deotra que no lo est, es patrimonio de unos hombres y no de otros.

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    El que posee ese gusto, sabe perfectamente y sin que de ello le quepaduda alguna establecer la diferencia entre el verso artstico y el defectuoso,pero no puede explicarle a otro, que carezca de ese gusto mismo, en questriba la diferencia.

    Otros muchos estados de alma son de esta misma condicinmaravillosa. Porque si al alma le sobrevienen emociones de temor, tristeza y alegra cuando oye canciones cuya letra comprende, tambin la solamsica, sin letra, de los instrumentos de cuerda o de otra especie, que notienen sentido alguno inteligible, producen en el alma impresinmaravillosa que es imposible explicar con palabras.

    Estos extraos efectos mentales explican por algunos diciendo queson un ardiente deseo del alma (sawq), pero sin que sta conozca qu es loque desea. Fenmeno, en verdad, maravilloso; que el sujeto cuyo coraznse conturba y emociona oyendo las cuerdas del lad, el sonido de ladulzaina o de instrumentos parecidos, no sepa qu es lo que desea, y, sinembargo, encuentre en su alma algo as como si sta reclamase o exigieseuna cosa que ella ignora qu sea.

    Hasta a las gentes del vulgo les sucede esto, aunque su corazn est vaco de todo amor, humano o divino. Y ello tiene su misterio, que es ste:

    - Todo deseo necesita dos condiciones en que fundarse, primera, unacualidad del objeto deseado, o sea, cierta relacin de analoga con el sujetoque lo desea. Segunda, conocer el objeto deseado y la manera de llegar a l.

    Cuando ambas condiciones se dan, el resultado es evidente; pero sino se conoce el objeto deseado y, sin embargo, se da la cualidad queprovoca el deseo, entonces el corazn se sentir movido por ella coninflamado ardor, produciendo en l, sin duda, un estado de estupor yperplejidad.

    Si un hombre se criase desde nio en la soledad, sin ver jamsmujeres ni conocer en qu consiste la unin sexual, y luego, llegado ya a lapubertad, sintiese con vehemencia el instintivo apetito del sexo, no sabraque lo que deseaba era la unin sexual, porque ignorara en qu consiste, ya que ni siquiera conocera qu cosa son las mujeres.

    Pues as tambin, en el alma humana existe cierta misteriosa relacinde analoga con el mundo superior y con los deleites que se le ha prometidoencontrar en las sublimes mansiones del paraso celestial, pero de talesdeleites no le es dable imaginar en esta vida ms que sus cualidades ynombres.

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    Al modo del hombre de nuestro ejemplo que tan slo conoce de odaslo que son las mujeres y la unin sexual, sin haber visto jams mujer nihombre alguno y ni siquiera su propia figura en un espejo para poderinferir por analoga la de la mujer y sentir as el deseo, al or hablar de ella.

    De igual modo, pues, la msica excita en el alma el deseo de aquellosdeleites del cielo; pero la profunda ignorancia en que vive, preocupada tanslo de las cosas de aqu abajo, le hace olvidarse de s misma, de su Seor yde su patria, hacia la cual van instintivamente sus deseos y gemidos, demodo que siente en s misma la necesidad de algo que ella ignora lo quesea, y por eso se queda atnita, perpleja y conturbada, como el que seasfixia y no conoce el camino para librarse de la muerte.

    Estos y otros estados semejantes son de aquellos cuya esencia real elsujeto no percibe de manera perfecta ni puede, por tanto, expresarla conpalabras.

    Pero las de saber, adems, que el xtasis se divide en espontneo, quese llama propiamente wayd o encuentro, y forzado, que se llamatawayud. Este ltimo, es vituperable-criticable, cuando se debe ahipocresa del sujeto que pretende aparentar y hacerostentacin de los altos estados msticos que en realidad noposee .

    Es, en cambio, laudable, cuando al deseo sincero de lograrlos se debeel esfuerzo que con habilidad el alma hace para provocarlos, adquirirlosrealmente y atraerlos hacia s. Cabe, en efecto, adquirir en cierto modo losaltos estados msticos.

    Por eso precisamente mand el Enviado de Dios que aquel a quienleyendo el Alcorn no le vengan espontneamente las lgrimas, se esfuercepor entristecerse y llorar.

    Y es que los estados psquicos pueden comenzar por ser forzados,para acabar siendo reales y espontneos. Ni cmo puede dejar de sercausa de su real adquisicin el esfuerzo por adquirirlos, si todo el queaprende el Alcorn comienza por leerlo y estudiarlo de memoria con difcilesfuerzo, poniendo en su aprendizaje la ms intensa atencin y reflexin.

    Pero, despus que se le ha hecho ya un hbito a la lengua, dememoria lo recita de corrido en la oracin litrgica, o en otros casos, de talmodo, que a veces, distrado y sin darse de ello cuenta, recita un captuloentero y despus de acabado lo vuelve a recitar otra vez porque entoncesadvierte ya que lo recit distrado y desatento?

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    Asimismo le ocurre al que aprende a escribir, al principio le cuestamucho trabajo hacerlo; pero despus que se habita, acaba por hacerlo contal soltura y espontaneidad, que escribe muchas hojas teniendo elpensamiento absorto en otra cosa. Las cualidades todas del alma y de los

    miembros del cuerpo no hay manera de adquirirlas, sino poniendo en ello,al principio, todo esfuerzo y empeo, pero despus, con el hbito, se hacenespontneas.

    Y en este sentido dicen algunos que el hbito es una quintanaturaleza. Por eso no debe desesperar de adquirir los altos estadosmsticos el que se ve privado de ellos, sino, antes bien, debe esforzarse poratraerlos a su alma oyendo el canto religioso y por otros medios. En la vidaordinaria es cosa corriente ver que una persona desea sentir amorapasionado por otra, y para ello no cesa de traer su recuerdo a la memoria,mirarla de continuo y grabar en su mente sus cualidades amables y susdotes morales dignas de elogio.

    Hasta que acaba por amarla con pasin y el amor arraiga en sucorazn con tal fuerza, que, despus, ya no puede menos de amar y,aunque desee quedar libre de ese amor, no le es posible.

    As tambin ocurre con el amor de Dios y el deseo vehemente deunirse a El o con el temor de caer en su desgracia y, en general, con todoslos altos estados msticos, cuando el hombre los pierde, debe esforzarsepor atraerlos a su alma tratando y conversando con las personas que losposeen, observando atentamente sus cualidades, asistiendo a sus sesionesde canto religioso y orando y suplicando humildemente a Dios le concedatales estados facilitndole sus causas ocasionales.

    A estas causas pertenece, no slo la audicin del canto religioso, sinotambin el trato de los awliyas, de los temerosos de Dios, de quienes leaman con pasin y de quienes con humilde sumisin le sirven, pues

    tratando a una persona se adquieren, sin darse de ello cuenta el sujeto, lascualidades de aqulla.

    Por otra parte, la posibilidad de adquirir con esos u otros medios elamor divino y los dems estados msticos la demuestra lo que en una desus plegarias dijo el Enviado de Dios:

    OH, Dios mo! Concdeme tu amor y el amor de los quete aman y el amor de los que me acercan a tu amor.

    Donde se ve que el Profeta( ) recurri a la plegaria como medio delograr el amor de Dios.

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    En resumen, queda demostrado que los efectos producidos por lamsica del canto religioso se reducen a revelaciones y emociones, quepueden ser inefables o no, y espontneas o forzadas.

    EFECTOS QUE PRODUCE LA AUDICIN DEL ALCORN

    Pero quiz dirs:Y cmo es que el xtasis no aparece cuando algunos oyen recitar el

    Alcorn, que es palabra de Dios, mientras que se extasan oyendo loscantos religiosos, que son obra de los poetas?

    Porque si el xtasis es verdadero y, por lo tanto, efecto de la gracia deDios y no una vana ilusin producida por Satans, mejor debiera nacer porla audicin del Alcorn, que no por la del canto.

    A esta dificultad respondo queel xtasis verdadero es aquel quenace de la abundancia del amor divino, de la sincera voluntad yardiente deseo de unirse con Dios. Ahora bien, estos sentimientos losprovoca tambin la audicin del Alcorn. Lo que jams provoca el Alcornes el amor de las cosas creadas. As lo demuestra lo que dice Dios

    - Acaso no reposan seguros los corazones con el recuerdode Dios? (Al Quran 13:28)

    - Al leer las repeticiones [del Alcorn] los que a Dios temen,sienten que su piel se horripila; pero despus, su piel y suscorazones se ablandan y enternecen con el recuerdo de Dios.

    (Al Quran 39:24)

    Ahora bien, toda emocin que en el alma se experimenta aconsecuencia de la audicin y por causa de ella, es xtasis, y, por tanto, loson esos sentimientos de seguridad, de horripilamiento, de temor y de

    ternura del corazn.Dice asimismo Dios en otro pasaje:

    Son creyentes aquellos tan slo cuyos corazones seaterran al recuerdo de Dios. (Al Quran 8:2)

    Y en otro lugar:

    Si hubisemos revelado este Alcorn a una montaa, deseguro que la habras visto humillarse y henchirse por el temorde Dios. (Quran 59:21)

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    El terror y la humildad son emociones y pertenecen a una de las dosespecies de los estados psquicos propios del xtasis, no a la otra, que es lade las revelaciones, aunque a veces son tambin causa ocasional derevelaciones y sugestiones.

    Por eso dijo el Profeta( ) :Adornad el Alcorn con vuestras voces.

    Y de Abu Musa al-As'ari dijo:Le ha sido dada por Dios una flauta de las flautas de la familia de

    David.

    Muchos son, adems, los relatos que demuestran cmo el xtasisnace tambin de la audicin del Alcorn en los hombres de coraznsensible. As, por ejemplo, las palabras del Profeta( ) cuando dijo:

    La azora de Hud y otras semejantes blanquearon mis cabellos,aluden al xtasis, puesto que las fuertes emociones de tristeza y de terrorproducen a veces el efecto de blanquear los cabellos.

    Tambin se cuenta que Ibn Mas'ud, ley a presencia de Muhammad( ) , la azora titulada Las mujeres y, al llegar al versculo que dice:

    Qu harn cuando reunamos contra ellos testigos de todos lospueblos y cuando invoquemos contra ellos tu propio testimonio? (Quran4: 45), exclam Muhammad( ) :

    - Basta! , mientras sus ojos se inundaban de lgrimas. En otratradicin se cuenta que, leyendo u oyendo leer el Profeta( ) el versculo,que dice:

    En verdad que para ellos tenemos pesadas cadenas y un brasero ardiente y un manjar que los ahogar y un tormentodoloroso (Sura 73:12), cay sin sentido. Asimismo, leyendo en otra ocasin el versculo:

    -Si T los castigas, ellos son tus siervos (Quran 5:118), seech a llorar.

    En cambio, Abu Musa Abd Allah b. Qays al-As'ari, compaero deMuhammad y judo converso, fue un excelente recitador del Alquran.

    Otro de los Compaeros del Profeta( ) deca de l:

    Jams o sonido de cmbalo, ctara ni flauta que fuese ms hermosoque el de la voz de Abu Musa salmodiando el Alcorn.

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    Fue, adems, valiente guerrero. Muri el ao 44 de la hgira, a lossesenta y tres de edad, siempre que repasaba un versculo que aluda a ladivina misericordia, oraba y se llenaba de alegra. Adems, el mismo Diosalaba que se emocionen leyendo el Alcorn, cuando dice:

    Y al or lo que ha sido revelado al Profeta ( ) , vers quelas lgrimas fluyen de sus ojos en abundancia, por lo que de la verdad han conocido. (Quran 5:86)

    Finalmente, tambin se cuenta que cuando el Profeta( ) haca laoracin litrgica, herva su pecho como hierve la caldera.

    Tambin son muchos los casos de emocin exttica producida por el Alcorn que se cuentan de los compaeros del Profeta y de sus inmediatossucesores: al recitarlo u orlo recitar, unos caan desvanecidos; otroslloraban; otros perdan el sentido; otros hasta moran de la impresin. DeZurra b. Ab Awfa se refiere que, dirigiendo la oracin litrgica en lamezquita de al-Raqqa, al recitar el versculo (Quran 74:8):

    - Cuando suene la trompeta [del juicio final], cay sin sentido en elmismo mihrab y muri.

    Umar Ibn Jatab (r.a), al or recitar a un hombre el texto que dice:El castigo de tu Seor es inminente y no habr quien lodesve (Quran 52: 7-8), lanz un grito y cay al suelo desvanecido; lo

    llevaron en tal estado a su casa y no se restableci de la enfermedad hastapasado un mes.

    Slih al-Marri recitaba el Alcorn a Abu Yarir, cuando ste lanz unfuerte sollozo y muri. As tambin al-Sfii, al or recitar este versculo(Quran 77:35).

    -Aquel da, los culpables quedarn mudos y no se lespermitir alegar excusas, cay desvanecido .

    Ali b. al-Fudayl oy recitar este otro:El da en que los hombres comparecern ante el Seor del

    universo. (Quran 83:6)

    Y cay sin sentido, relatos semejantes se cuentan de otroscompaeros de Muhammad( ) y de sucesores de stos.

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    Y asimismo, de los sufes. Estaba en su mezquita al-Sibli en unanoche de ramadan, haciendo la oracin litrgica tras del imam, cuando, alrecitar ste el versculo:

    Si quisiramos, te quitaramos lo que te hemos revelado

    (Sura 17: 88), lanz al-Sibli un grito de terror tan intenso, que los fielescreyeron que haba expirado: con el rostro enrojecido y los miembrosconvulsos, clamaba sin cesar:

    - Eso les dice Dios a sus amigos!

    Al-Yunayd dijo:Entr a casa de Sari al-Saqati y vi ante l a un hombre sin sentido.

    Sari me dijo: Este hombre ha odo recitar un versculo del Alcorn y se ha

    desvanecido. Yo le dije: Rectale otra vez el mismo versculo. Lo leo, y l entonces se

    levant volviendo en s. Abu Al al-Mugzili le dijo a al-Sibli:

    - Alguna vez, al or un versculo del Libro de Dios, suaudicin me arrastra a apartarme del mundo, pero despus vuelvo a mis sentidos y a los hombres, sin perseverar en mialejamiento.

    Respondile al-Sibli: Lo que del Alcorn hiri tus odos y te arrastr a huir del

    mundo, fue gracia y favor que Dios te hizo. Y cuando te volvi a ti mismo, fue tambin efecto de su

    misericordiosa solicitud para contigo, porque slo te convena entregartepor completo a El por la negacin de tu propia voluntad y fuerza.

    Otro de los sufes oy a uno que recitaba el versculo: Oh alma segura de tu suerte, convirtete a tu Seor,

    satisfecha y grata a El! (Quran 89:27):

    Y despus de pedirle que lo repitiese, exclam: Cuntas veces le habr ya dicho que se convierta y no se

    ha convertido! Y al decir esto, cay en xtasis lanzando un fuerte grito y expir.

    Ibrahim ibn Adham, siempre que oa recitar el versculo:

    Cuando el cielo se hendir, senta descoyuntarse todaslas articulaciones de su cuerpo convulso . (Quran 84: 1)

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    En suma, puede decirse que ningn hombre de corazn deja de sentirlas emociones del xtasis al or el Alcorn. Aquellos a quienes ningunaimpresin les hace, son comparables a quienes, aunque les llamen agritos, no oyen ms que el sonido de la voz, porque son sordos, mudos,

    ciegos e incapaces de comprender [lo que se les dice]Es ms, al hombre de corazn, una sola palabra de la sabidura le

    hace impresin, si la oye. Entr un hombre del Jurasn a casa de al- Yunayd que estaba reunido con varios maestros de espritu y le pregunt:

    Cundo sern iguales para el siervo de Dios aquel que le alaba yaquel que le censura?

    Uno de los presentes le respondi:Cuando lo metan en el manicomio y lo aten con cadenas.

    Pero al-Yunayd le replic: El responder no es de tu incumbencia. Y dirigindose al hombre que haba hecho la pregunta, aadi:Cuando adquiera la firme conviccin de que es criatura. Al or esta respuesta, el hombre lanz un sollozo y muri. Pero quiz

    dirs:- Si la audicin del Alcorn es til para provocar el xtasis, cmo es

    que los sufes se congregan para or el canto que entonan los recitadores depoesas y no para or a los lectores alcornicos?

    Porque lo conveniente sera que se congregasen para extasiarse enlos crculos de stos y no en los de aqullos, es decir, que para cada reunin buscasen un lector alcornico y no un recitador de poesas, ya que lapalabra de Dios es, sin duda alguna, ms excelente que las poesas que secantan.

    Conviene, sin embargo, saber que el canto de poesas provoca la

    emocin exttica con ms intensidad que el Alcorn, por siete razones:1 .- Todos los versculos del Alcorn no se armonizan de igual modo

    con el estado de nimo del oyente ni tampoco se prestan a ser entendidospor ste y aplicados a la situacin espiritual en que se halla.

    Si el oyente se halla embargado por el deseo de Dios o por la tristeza y el arrepentimiento, cmo se pueden acomodar a su estado espiritual los versculos del Alcorn que, explican las normas jurdicas de la particin deherencias o el procedimiento del divorcio o las leyes penales?

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    2 .- El Alcorn es sabido de memoria por la mayora de los fieles y sele recita repetidas veces. Ahora bien, lo que se oye por vez primera, hacefuerte impresin en el alma; pero, a la segunda vez, la impresin ya es msdbil, y, a la tercera, apenas si hace impresin alguna.

    Por eso, si despus de haber experimentado intensa emocin extticaoyendo una poesa, se empease alguien en provocar aquella mismaemocin repitiendo continuamente varias veces seguidas al da o a lasemana la misma poesa, no podra lograrlo.

    En cambio, si la sustituye con otra distinta, encontrar de seguro quele hace impresin en el alma, y eso, aunque la nueva poesa exprese enforma diferente las mismas ideas que la primera, porque la novedad de laspalabras y la diferencia de las mismas bastan para que el alma seconmueva, a pesar de ser uno solo y el mismo sentido.

    Por el contrario, el lector alcornico no puede leer un Alcorn nuevo y peregrino, cada vez que le invitan a leer, su texto es limitado, no admiteadiciones, y, adems, es sabido de memoria y se repite con frecuencia.

    A lo que estamos diciendo aludi Abu Bakr cuando, al ver cmolloraban los rabes beduinos que por vez primera oan el Alcorn, exclam:

    -Nosotros fuimos como vosotros, pero nuestros corazonesse han endurecido.

    Mas no hay que pensar por eso que Abu Bakr fuese de corazn msduro que aquellos incultos beduinos ni que estuviese ms privado que ellosdel amor de Dios y del de su palabra, sino que, a fuerza de or recitar el Alcorn repetidas veces, le haca ya poca impresin, por estar familiarizadocon su texto.

    De ordinario es, en efecto, imposible que el oyente oiga recitar un versculo que antes no haya odo y que, por eso, le haga llorar, y quedespus siga hacindole llorar durante veinte aos, pasados los cualestodava vuelva a hacerle llorar su audicin.

    La diferencia en el primero y el segundo caso no es otra sino sta, quese trata de algo nuevo y peregrino, pues todo lo nuevo place, como, alrevs, lo reiterado disgusta.

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    Cabalmente por esto concibi Umar Ibn Jatab (r.a) el propsito eleprohibir a los fieles que diesen muchas veces las vueltas alrededor de laKaa'ba, pues deca:

    Temo que menosprecien esta Casa Santa , es decir, a fuerza

    de familiarizarse con ella. El que por vez primera, al hacer la peregrinacina la Meca, ve la Casa Santa, llora y grita y hasta, a veces, pierde el sentidopor la emocin que le produce el verla.

    En cambio, despus de vivir un mes en la Meca, no siente ya lamenor emocin. En suma, pues, el cantor puede usar de poesas nuevas yperegrinas en cada caso, mientras que el lector alcornico jams disponede versculos nuevos.

    3.- El lenguaje medido, propio del verso, ejerce sobre el alma unasingular impresin. No es el sonido armonioso de la voz humana, sometidaa las leves del metro potico, como otro cualquier sonido armonioso quecarezca de medida. Slo en los versos se encuentra esa medida, que falta enlos versculos del Alcorn.

    Y si el cantor altera la medida del verso que recita o las palabras desu rima o la lnea de la meloda musical con que lo canta, el corazn deloyente se turba y su emocin exttica desaparece, porque, faltando ya laarmona, el alma siente instintiva repulsin y por eso se conturba ydisgusta.

    4.- Adems, la impresin que en el alma hace el verso medido, varasegn las diferentes melodas con las cuales se canta y que se llamanaires (turuq) y estilos.

    Estos aires no se diferencian unos de otros ms que en abreviarnotas largas o alargar notas breves, en hacer pausas entre las palabras y enhacer cesuras o uniones en algunas de stas.

    Ahora bien, tal libertad de manejo, lcita con el verso, no se permitecon el Alcorn, porque ste debe ser recitado tal y como fue revelado porDios: hacer breve lo que en el texto es sucesor largo o introducir pausas,cesuras y uniones entre las palabras, contra las normas litrgicas de larecitacin alcornica, es cosa prohibida o, al menos, reprobable.

    Y, por tanto, si el Alcorn se ha de salmodiar as, tal y como fuerevelado por Dios, dejar de producir en el alma la impresin que tiene porcausa la medida de las melodas, las cuales hacen impresin por s mismas,aunque no expresen idea alguna, como ocurre con la msica de losinstrumentos de cuerda, con la flauta, con la gaita, etc., cuyos sonidos sonininteligibles.

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    5.- Las melodas medidas del canto se acentan adems y seintensifican llevando el ritmo o comps con otros sonidos, tambinmedidos, aparte del de la voz humana, tales como el golpe del bastn, deladufe, etc., porque la emocin exttica dbil no se excita, si no es por efecto

    de una causa enrgica y esta energa no se logra, sino por el conjunto detodas estas causas, cada una de las cuales ejerce su influjo particular.

    Ahora bien, al Alcorn hay que preservarlo de todos estos aadidosque para el vulgo de las gentes tienen forma de juego y diversin, mientrasque el Alcorn es, todo l, cosa seria para todo el mundo, y no es lcito, porlo tanto, mezclar con la verdad pura lo que para el vulgo es cosa de juego yque, aun para los que no son vulgo, tiene la forma y apariencia de tal, porms que estos ltimos no lo miren realmente como juego.

    Antes bien, conviene tratar al Alcorn con tal dignidad y respeto, queni siquiera se le debe leer en medio de las calles y de los caminos, sino enlugar tranquilo y reposado, como tampoco en estado de impureza sexualni, en general, en cualquier estado de impureza litrgica.

    Mas este respeto al Alcorn como a cosa sagrada no puedenobservarlo cumplidamente en todos los momentos, sino quienes vigilanescrupulosamente sus estados de conciencia, y por eso recurren los fieles alcanto religioso, que no merece ser tratado con la vigilante circunspeccinque el Alcorn.

    Por lo mismo tambin, no es lcito recitar el Alcorn llevando el ritmocon el adufe en la noche de la fiesta nupcial, y en cambio es lcito hacerlocon los versos que en ella se cantan.

    6.- A veces, el cantor canta un verso que no se acomoda al estado denimo del oyente, el cual entonces, como no le gusta, se lo desecha y le pideotro. No se acomodan, en efecto, igualmente todos los cnticos a todos los

    estados de nimo. Es, pues, muy fcil que a los oyentes congregados parauna sesin de canto religioso les recite el lector un versculo del Alcornque no se acomode al estado de nimo del auditorio.

    Es verdad que el Alcorn es medicina til para todos los hombres,cualquiera que sea su estado de nimo:

    As, los versculos que hablan de la misericordia divina lo son para elque teme a Dios, los que amenazan con las penas infernales lo son para eliluso que fa sin razn en la misericordia divina, etc.

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    Pero, a pesar de esto, como no es seguro que el versculo recitado porel lector coincida con el estado de nimo del oyente, temer ste, si porqueno lo asimile, exponerse al peligro de rehusar por fastidiosa la palabra deDios, y al no encontrar razn justificada para rechazarlo, tratar de salir

    del paso resolvindose a darle un sentido acomodaticio que se armonicecon su estado de nimo.

    Ahora bien, esa aplicacin de la palabra de Dios en un sentidocontrario al que Dios mismo quiso darle es ilcita. En cambio, esperfectamente lcito interpretar las palabras de un poeta en un sentidodistinto del que su autor les dio, para acomodarlas al estado de nimo deloyente, que de ese modo evita el hasto o repugnancia que la letra del cantole produce, sin ms peligro que el de incurrir en error de interpretacin.

    A la palabra de Dios, por el contrario, hay que guardarle el mximorespeto y evitar toda exgesis acomodaticia. Y estas son, a mi juicio, lasrazones que tienen los maestros de espritu para preferir en el cantoreligioso las poesas al Alcorn.

    7 .- Existe todava una sptima razn que aduce para el mismoobjeto Abu Nasr al-Sarry de Tus. Dice as:

    El Alcorn es la palabra de Dios y atributo suyo, es, por lo tanto, la verdad divina, sobre la cual, por ser increada, carece de poder la naturalezahumana, cuyos atributos son creados. Si una minscula partecilla de lo queesa palabra de Dios significa y del respeto que merece se revelase a loscorazones humanos, quedaran henchidos de perplejidad y atnitos deaturdimiento.

    En cambio, las gratas melodas del canto se acomodan perfectamentea la naturaleza del alma humana, si bien la relacin que con ella guardanno es la de cosas necesarias para su vida, sino slo la de gustos osatisfacciones superfinas. Dgase lo mismo de la poesa.

    Por eso, cuando las melodas y los sonidos de la msica se asociancon las alusiones y delicadas sutilezas de la letra de los versos, el conjuntoresultante de esta armona entre la letra y la msica agrada ms fcilmente y satisface mejor y ms pronto el gusto superfino que en ambos elementospor separado encuentra el corazn.

    Ya que los dos son cosas creadas y por lo tanto semejantes entre s.De modo que, mientras la humana naturaleza, con sus atributos

    propios y sus gustos superfinos, subsista en nosotros, encontraremosplacer en los tonos emocionantes de la meloda musical y en los sonesarmoniosos.

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    Por eso, pues, la satisfaccin sensible que experimentamos en lospoemas cantados es mayor queja que nos produce la palabra de Dios,atributo suyo, que de El procede y a l retoma.

    De lo dicho resulta que a los corazones humanos, aunque ardan enamor de Dios, les ha de producir emocin ms viva una cancin nueva yrara, que la salmodia del Alcorn, porque el ritmo de la poesa se acomodamuy bien al gusto sensible de la naturaleza humana y cabalmente por taladecuacin, puede sta componer versos.

    En cambio, la composicin literaria del Alcorn se sale de todas lasnormas y moldes del lenguaje humano, por ser un milagro de elocucinque no cae dentro de la esfera de la actividad del hombre, con cuyanaturaleza ninguna semejanza tiene.

    NORMAS EXTERNAS E INTERNAS PARA LA AUDICINDEL CANTO RELIGIOSO Y CRITERIO PARA DISCERNIRCULES DE SUS EFECTOS EXTTICOS SON LAUDABLES O VITUPERABLES

    Cinco son las reglas de conducta que deben observarse para escucharel canto religioso.

    Norma 1 Afecta esta norma primera al tiempo, al lugar y alauditorio del canto. Por lo que toca al tiempo, dicen los maestros deespritu que el canto religioso ser del todo intil en ocasiones en que elcorazn est ocupado en cosas que le distraigan o turben, comiendo,discutiendo o haciendo la oracin litrgica, pues el espritu no estaraentonces vaco y dispuesto a experimentar la emocin exttica.

    Por el mismo motivo hay que excluir todo lugar ocasionado adistracciones, las calles o vas frecuentadas y los lugares que, por suaspecto repulsivo, no se presten al recogimiento.

    En cuanto a las personas, hay que evitar la compaa de gentesprofanas o francamente hostiles al canto religioso, que, aun dandomuestras externas de devocin, carezcan de las cualidades propias de uncorazn delicado y sensible.

    Su presencia, en efecto, sera molesta para los dems y lespreocupara. Dgase lo mismo si est presente a la sesin un orgullosohombre de mundo, al cual hubiera que guardar consideraciones yatenciones, o un suf que pretendiese extasiarse forzada e hipcritamente,simulando la emocin exttica con los aparentes efectos del baile y deldesgarramiento de la tnica.

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    Todo esto turba y disipa la atencin y, por ello, faltando talesrequisitos, vale ms prescindir del canto religioso.

    Norma 2 Afecta ya esta segunda norma a los que estn

    presentes, y consiste en que, si el maestro de espritu [sayj]) advierte queentre los que le rodean hay novicios a quienes el canto religioso ha deperjudicar, no debe permitir que en presencia de ellos se ejecute, y, si poracaso hubiera de ejecutarse, deber ocuparlos en otro ejercicio devoto.

    El novicio a quien puede perjudicar el canto religioso pertenece a unade tres clases:

    - 1 Aquel que no ha llegado todava ms que a las prcticas externasdel camino espiritual y que por eso carece de gusto para sentir el cantoreligioso.

    A ese tal, ocuparlo en este ejercicio es ocuparlo en cosa que no lecorresponde, puesto que no siendo por su profesin hombre mundano ydado a las diversiones, escucha, sin embargo, el canto religioso como unadiversin, y, no siendo tampoco todava de los msticos dotados de gustopara sentirlo espiritualmente, se recreara tan slo en su gusto sensible.

    Ocpese, pues, mejor en el rezo de letanas o en servir a loshermanos. De lo contrario, perder el tiempo.

    -2 .- Aquel que est ya dotado de gusto espiritual para sentir elcanto religioso, pero en quien queda todava un resto de aficin a losgustos superfinos y de inclinacin a los apetitos sensuales y a lascualidades propias de la naturaleza humana, sin haberlas vencido an tanpor completo, que pueda estar seguro contra sus peligros.

    A ese tal, es fcil que la audicin del canto religioso le despierte yestimule el deseo de las diversiones superfinas y de satisfacer lasensualidad, con lo cual interrumpir su marcha por el camino espiritual y

    lo alejar de la perfeccin.3.- Aquel, en fin, que, habiendo logrado ya vencer las pasiones y

    estando seguro contra sus peligros, tiene adems abiertos los ojos de su vista interior y el corazn dominado por el amor de Dios.

    Pero que, esto no obstante, carece de slida instruccin teolgica eignora lo que significan los nombres y atributos de Dios y lo que de El eslcito o imposible predicar. Ese tal, si se le abre la puerta del cantoreligioso, aplicar a Dios el sentido de su letra, tanto si es lcito como si nolo es, y el dao resultante de tamaos peligros, es decir, la impiedad, sermayor que el provecho que pudiera sacar del canto religioso.

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    Porque es de advertir que el xtasis, en la mayora de los casos, nodura mucho tiempo, y por eso, cuando el xtasis es permanente, se debe aque el sujeto vive ya en ntima unin con Dios que es la Verdad y suconstante estado de contemplacin, y por eso, no le alteran los estados

    sucesivos que le sobrevienen.De modo que, segn esto, la fuerza del xtasis siempre mueve, ms o

    menos; pero, a su vez, la fuerza reflexiva de la razn y de la inhibicinpuede reprimir los movimientos externos del sujeto.

    A veces, una de estas dos fuerzas vence a la otra, ya porque aqullasea ms intensa, ya porque su opuesta sea ms dbil, y de ello resulta,segn los casos, la perfeccin o la imperfeccin. Porque no hay que pensarque quien por la emocin exttica cae convulso sobre el suelo tenga msperfecto xtasis que quien permanece exteriormente tranquilo a pesar de lafuerte emocin sentida. Antes al revs, quiz lo sea ms si xtasis del quepermanece inmvil.

    En los primeros tiempos de su vida devota, Al-Yunayd se mova enlas sesiones de canto religioso, y luego, ms tarde, comenz a no moverse.

    Preguntrosle cul fuese la causa de este cambio y respondi con estetexto alcornico:

    T ves los montes y crees que estn firmes, pero ellospasarn como pasan las nubes: obra es de Dios, que hace conperfeccin toda cosa. (Quran 27:90)

    Y dijo esto para dar a entender que el corazn, conmovido en elxtasis, circula por el reino invisible de los cielos, mientras los miembrospermanecen exteriormente inmviles en actitud tranquila. Y Abu-l- HasanMuhammad b. Ahmad dijo, estando en Basora:

    Acompa durante sesenta aos a Sahl y no vi que jams sealterase al or recitar cosa alguna de letanas o del Alcorn; pero, cuandolleg hacia el fin de su vida, recit en su presencia un hombre el versculoque dice:

    En ese da no se os admitir ya rescate (Quran 57:14), ylo vi turbarse de emocin y caer en tierra.

    Cuando volvi en s, le pregunt qu le haba pasado, y dijo:-S, amigo mo, somos ya flacos. Asimismo, oy otra vez el

    versculo que dice:El imperio en aquel da ser de Dios el Misericordioso

    (Quran 25:28)

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    Otras veces, si por acaso los contemplativos asisten al canto religiosoen compaa de oyentes profanos a la vida espiritual, estn presentes, enefecto, con sus cuerpos, pero ausentes del todo con sus corazones, lomismo que exactamente les ocurre en cualesquiera otras reuniones, fuera

    de las del canto religioso, en las que tratan y conversan con los mundanospara asuntos temporales imprescindibles.

    De otros contemplativos, en cambio, se cree que, si abandonaron elcanto religioso, obedeci cabalmente a que, en efecto, no les serva ya paranada.

    Pero de otros consta que no eran contemplativos, sino simplesascetas que todava no encontraban en el canto religioso provechoespiritual, y como, por otra parte, no eran ya de las gentes mundanas que buscan la diversin, se privaban del canto para no ocuparse en un ejercicioque no les convena. Otros, en fin, si lo omitan, eran sencillamente porfalta de hermanos, es decir, de oyentes y cantores dignos.

    Norma 4 En cuarto lugar, el oyente no debe ponerse de pie nilevantar la voz con llanto, mientras pueda reprimirse.

    Sin embargo, le ser lcito danzar o esforzarse por llorar, siempre quecon ello no se proponga simular hipcritamente el xtasis.

    Y la razn de esta excepcin es porque el llanto forzado provoca latristeza espiritual, as como la danza mueve el corazn a la alegra y a la vivacidad. Ahora bien, toda alegra lcita puede lcitamente ser provocada, y hasta si la alegra es, ms que simplemente lcita, laudable, ser tambinlaudable la causa que la provoque.

    No conviene, sin embargo, que habitualmente hagan esto laspersonas constituidas en dignidad o que ocupan altos cargos, ni losmaestros a quienes se toma por modelo, y eso porque, como en la mayorade los casos la danza se ejecuta por juego y diversin, conviene que eviten

    los maestros lo que a los ojos de la gente tiene apariencia de diversin y juego, pues perderan prestigio a los ojos del vulgo y dejaran de serimitados como modelos.

    Desgarrar el hbito en el xtasis es inadmisible, salvo el caso en queel sujeto lo haga fuera de s, es decir, sin libertad. Porque no es inverosmilque el xtasis domine con tal fuerza al sujeto, que ste desgarre su hbitosin darse cuenta, ebrio de emocin, o bien, que se d cuenta, pero no sepueda dominar y obre como forzado y a disgusto, de modo que si se mueveo desgarra el hbito es tan slo para tomar aliento, pues a ello se veobligado, como l enfermo que no puede menos de gemir por el dolor quesiente y si se le quiere obligar a reprimirse no le es posible, aunque sugemido sea un acto libre.

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    Porque no todo acto que procede de la voluntad puede el hombreevitarlo:

    - La respiracin, por ejemplo, es un acto voluntario, y, sin embargo,

    aunque el hombre se empee en retener el aliento durante una hora, se ver forzado en su interior a querer libremente respirar.

    Pues lo mismo ocurre, a veces, con los gritos y el desgarramiento delhbito en el xtasis, y por eso no cabe condenar tales actos comoprohibidos. En presencia de al-Sari se hablaba, una vez, del xtasis intenso y, al preguntarle a qu extremo poda llegar, dijo:

    Se le da al que lo sufre un tajo en la cara con una espada y no seentera.

    Replicaron los presentes, estimando inverosmil que pudiese llegar atal extremo; pero l persisti en su idea sin rectificarla, pues tan slo quisodecir que en algunos casos llega el xtasis a ese extremo con ciertaspersonas.

    Alguien preguntar: Y qu decir de los sufes que desgarran loshbitos nuevos, despus de cesar el trance exttico y una vez acabado elcanto religioso? Porque acostumbran a despedazarlos en pequeos trozosque distribuyen luego entre los asistentes y a los que dan el nombre deharapos (jirqa).

    Tal costumbre es lcita, si se desgarra el hbito en trozoscuadrados que puedan servir para remendar con ellos loshbitos y las alfombras en que se hace la oracin litrgica .

    Tambin se rompe en trozos un trapo de algodn para remendar conellos una camisa, y no se considera tal accin como despilfarro, ya que sedesgarra para un fin til. Pues lo mismo ha de decirse del remiendo del

    hbito, que no cabe hacerlo, sino con pequeos trozos de otro,desgarrndolo con ese fin.Tambin es un fin lcito el reparto de los trozos entre la comunidad,

    para que todos los presentes puedan utilizarlos con aquel objeto.Todo el que posee una tela, tiene derecho a partirla en cien trozos y

    regalarlos a cien pobres, aunque conviene que los trozos sean tiles por sutamao para remendar con ellos cualquier prenda.

    De modo que lo que estimamos ilcito en el canto religioso esdespedazar el hbito estropendolo sin que sirva para otro fin, pues eso sque sera un puro despilfarro intil, absolutamente ilcito si se hace conplena deliberacin.

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    Norma 5 Todos y cada uno de los asistentes al canto religiosodeben seguir e imitar unnimes lo que haga cualquiera de ellos, si movidoste por la fuerza del xtasis se pone de pie, siempre que el xtasis seasincero y no simulado o forzado.

    Asimismo, cuando uno se pone de pie libremente, es decir, sin darmuestras externas de estar en xtasis, y la comunidad entera se levanta, estambin obligatorio imitarla y ponerse de pie, pues as lo exige laurbanidad social.

    Dgase lo propio en el caso de que la comunidad observe lacostumbre de quitarse el turbante, cuando al extasiado se le cae, o dedespojarse del hbito, cuando aqul se despoja de l para destrozarlo.

    La imitacin de todos estos actos es obligatoria, como signo de laarmona unnime que debe reinar entre la comunidad, pues singularizarsees seal de incultura, y, como cada grupo social tiene sus normaspeculiares de conducta, es indispensable acomodarse a las costumbres delos dems, sobre todo cuando stas son buenas para la grata convivencia ymutua ayuda de los hombres.

    Ni se diga que esa regla de urbanidad social es una innovacin que enla poca de los compaeros del Profeta era desconocida, pues no todas lasprcticas lcitas consta que fueran usadas y conocidas en dicha poca. Lasinnovaciones que deben evitarse son las que positivamente pugnan conalguna tradicin autntica del Profeta.

    Y de esa regla de urbanidad no consta que fuese prohibida por elProfeta. Cierto que no fue jams costumbre de los rabes el ponerse de piecuando alguien entra en el aposento, y ni siquiera los compaeros delProfeta se levantaban para recibirlo en algunos casos; pero eso no obstapara que digamos que, mientras no conste positivamente que tal

    costumbre haya sido prohibida.No vemos inconveniente en practicarla en aquellos pases en que es

    corriente y habitual para honrar al que llega.

    Porque ste y no otro es el fin de levantarse para recibir al que llega:-Darle muestras de respeto, consideracin y simpata. A pesar de lo

    dicho, no deber levantarse para acompaar en su danza a la comunidadaquel en quien sera mal visto que danzase y que perturbara con ello elestado de nimo de los dems, pues, si bien es lcito el danzar sin muestrasexternas de xtasis, en cambio el que lo hace para extasiarse pone enevidencia, a los ojos de la comunidad, que lo hace de manera forzada.

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    Por el contrario, si se levantare para danzar movido de sinceroxtasis, los presentes no lo llevaran a mal.

    De modo que los corazones de los que estn presentes son en todocaso la piedra de toque para juzgar de la sinceridad o simulacin de sus

    actos.Pero quiz diga alguien:- Y qu pensar de la espontnea repugnancia que inspira la danza y

    por qu ser que, de primera intencin, la considera todo el mundo comouna bagatela ftil, como cosa de juego y contraria a la religiosidad? Nadie,en efecto, que tome en serio la religin, vers que no la repruebe.

    Sin embargo, nadie tomar la religin ms en serio que el Profeta latom, y eso no obstante, bien sabido es que vio danzar en la mezquita a losabisinios y no lo reprob, porque era en tiempo a propsito para ello, esdecir, en la pascua de ramadn, y los que danzaban eran abisinios, entrequienes era habitual la danza.

    El rechazo espontneo que la danza inspira, nace que en la mayorade los casos se la ve aneja al juego y a la diversin. Ahora bien, la diversin y el juego son cosa lcita, pero slo tratndose de gentes del bajo pueblo,etopes y abisinios, o quienes sean de parecida condicin.

    En cambio, es reprobable, si se trata de personas de cierto rango,porque no va bien con su categora, pero de que una cosa sea reprobableporque no va bien con la categora de una persona, no es lcito inferir quesea ilcita siempre y por s misma.

    Si se le pide limosna a un hombre pobre y da un panecillo, su actoser acto de virtud y laudable; pero si se le pide a un rey y da tambin delimosna un panecillo o dos, todo el mundo lo estimar reprobable y hastaen las crnicas se har constar por escrito como uno de los rasgoscaractersticos de su conducta deshonrosa, que la posteridad y sus mismos

    partidarios referirn.Sin embargo, no por esto ser permitido afirmar que lo que hizo fue

    ilcito, pues en cuanto que dio gratuitamente pan al pobre, obr bien,aunque, atendido su alto rango social, obr como si le hubiera negado lalimosna, cosa, en verdad, fea y reprobable. Pues lo mismo hay que decir dela danza y de otros actos lcitos semejantes.

    Las cosas lcitas para el vulgo de las gentes son pecados para los justos y piadosos, as como, a su vez, las obras buenas de estos ltimos sondefectos respecto de los contemplativos que viven en la proximidad deDios.

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    Pero esto ocurre, habida cuenta de las diferencias de rango entreunos y otros, pues, miradas las cosas en s mismas, hay que juzgarlas comono ilcitas.

    Del anlisis que precede resulta en suma que el cantoreligioso es, unas veces, estrictamente prohibido, otras, lcito,otras, reprobable, aunque no ilcito, y otras, en fin, laudable:

    - Es del todo ilcito, para la mayora de los hombres jvenes o queestn dominados por los apetitos mundanos, en quienes el canto no hacems que excitar y fomentar los deseos censurables que a sus corazonesdominan.

    - Es reprobable, para quien, sin entender la letra de las canciones ensentido profano, es decir, aplicndolo a las cosas criadas, toma el cantoreligioso como ejercicio habitual y a todas horas, a manera de diversin y juego.

    - Es lcito, para quien no saca de l otro provecho que el deleitenatural que la buena voz produce.

    - Es en fin, laudable, para aquel en quien, dominado por el amor deDios, la audicin del canto no excita y pone en movimiento sino lascualidades laudables de su corazn.