El Canon Del Nuevo Testamento

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EL CANON DEL NUEVO TESTAMENTO DEFINICIÓN DE CANON 1. El significado de la palabra «canon»: Deriva del griego «kanon» y, probablemente, también del hebreo «kane», que significa una vara recta para medir, o una regla; metafóricamente, la palabra ha venido a significar «norma» o «medida». 2. El uso de la palabra en la Biblia: Lo encontramos en Gálatas 6:16, Filipenses 3:16, 2 Corintios 10: 13-16. 3. Uso de la palabra referido a la Biblia: En el lenguaje de la Biblia «canónico» significa todo el contenido de las Escrituras, la lista» o «catálogo» de los libros que componen la Biblia. Fueron aceptados por la iglesia como divinamente inspirados, por ello se consideran como la única regla de fe y práctica. 4. Canonización: Es el proceso mediante el cual los libros de la Biblia reciben su aprobación y aceptación final por los líderes de la iglesia. EL CANON DEL NUEVO TESTAMENTO El canon del Nuevo Testamento es el conjunto exclusivo de libros escritos por los Apóstoles de Jesucristo y sus colaboradores inmediatos, que las iglesias cristianas han reconocido históricamente como poseedores de una autoridad suprema en cuestiones de doctrina y práctica, proveniente del hecho de haber sido inspirados por Dios de manera singular. FORMACIÓN DEL CANON DEL NUEVO TESTAMENTO Si bien el canon quedó de hecho completo en el momento mismo en que se terminó de escribir el último libro que lo compone, el reconocimiento definitivo del canon por parte de la Iglesia universal fue un proceso que requirió varios siglos. Los primeros libros datan por el año 45 d.C. que bien podrían ser algunas cartas paulinas como otros sostienen que es el libro de Santiago para finalizar con el Apocalipsis escrito a final del siglo I, cerca del 96 al

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EL CANON DEL NUEVO TESTAMENTO

DEFINICIÓN DE CANON

1. El significado de la palabra «canon»: Deriva del griego «kanon» y, probablemente, también del hebreo «kane», que significa una vara recta para medir, o una regla; metafóricamente, la palabra ha venido a significar «norma» o «medida».2. El uso de la palabra en la Biblia: Lo encontramos en Gálatas 6:16, Filipenses 3:16, 2 Corintios 10: 13-16.3. Uso de la palabra referido a la Biblia: En el lenguaje de la Biblia «canónico» significa todo el contenido de las Escrituras, la lista» o «catálogo» de los libros que componen la Biblia. Fueron aceptados por la iglesia como divinamente inspirados, por ello se consideran como la única regla de fe y práctica.4. Canonización: Es el proceso mediante el cual los libros de la Biblia reciben su aprobación y aceptación final por los líderes de la iglesia.

EL CANON DEL NUEVO TESTAMENTO

El canon del Nuevo Testamento es el conjunto exclusivo de libros escritos por los Apóstoles de Jesucristo y sus colaboradores inmediatos, que las iglesias cristianas han reconocido históricamente como poseedores de una autoridad suprema en cuestiones de doctrina y práctica, proveniente del hecho de haber sido inspirados por Dios de manera singular.

FORMACIÓN DEL CANON DEL NUEVO TESTAMENTO

Si bien el canon quedó de hecho completo en el momento mismo en que se terminó de escribir el último libro que lo compone, el reconocimiento definitivo del canon por parte de la Iglesia universal fue un proceso que requirió varios siglos. Los primeros libros datan por el año 45 d.C. que bien podrían ser algunas cartas paulinas como otros sostienen que es el libro de Santiago para finalizar con el Apocalipsis escrito a final del siglo I, cerca del 96 al 100 d.C. Estas fechas pueden variar dependiendo de la fuente consultada. Algunos sostienen las siguientes fechas:

Escritos paulinos (1º Tes.) 50-60 d.C. Evangelios sinópticos 65-80 d.C. Cartas deuteropaulinos (2ºTes, Col, Ef, 1º y 2ºTim, Tit) 70-100 d.C. Cartas universales 80-95 d.C. Literatura joánica 90-100 d.C. Apocalipsis 96-100 d.C.

Las iglesias cristianas (católicos, protestantes y ortodoxos) no tienen divergencias de opiniones en la aceptación del Canon del Nuevo Testamento. Son 27 libros que se dividen temáticamente de la siguiente forma:

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Los Evangelios Mateo a Juan (4 libros) Historia Hechos (1 libro) Cartas Paulinas Romanos a Filemón (13 libros) Cartas Generales Hebreos a Judas (8 libros) Profecía Apocalipsis (1 libro)

Hacia fines del siglo IV se llegó a la unanimidad de la Iglesia católica en lo refe-rente al canon del Nuevo Testamento.

Los escritos del Nuevo Testamento, por haber sido en su mayoría escritos dirigidos a comunidades particulares, no fueron conocidos inmediatamente por toda la Iglesia cristiana. Sin embargo, ya tenemos desde los primeros tiempos de la Iglesia testimonios de gran valor que demuestran la existencia de estos escritos sagrados. Hacia finales del siglo II encontramos ya testimonios explícitos, e incluso un catálogo de Libros Sagrados del Nuevo Testamento, como veremos después.

Las primeras colecciones

En el Nuevo Testamento encontramos indicios que nos permiten deducir la existencia de algunas colecciones de cartas. En (Co. 4:16) vemos que las cartas del Apóstol San Pablo pasaban de una comunidad a otra en forma de cartas circulares. En (2 Pe 3,15-16) el autor de esta carta habla de “todas las cartas de nuestro amado hermano Pablo”, lo cual indica que existe una colección de cartas paulinas. Colecciones de éstas las hubo seguramente en los centros de la misión paulina, en Corinto y Éfeso. Fue así como de manera inconsciente principió el crecimiento del Nuevo Testamento.

Los padres apostólicos

Se llaman padres apostólicos a los autores del cristianismo primitivo que, según la tradición, tuvieron algún contacto con uno o más de los apóstoles de Jesús de Nazaret. Se trata de escritores de los siglos I y II. Las citas que nos han transmitido los Padres apostólicos no suelen estar hechas literalmente, por lo cual resulta a veces difícil determinar de qué libro del Nuevo Testamento han sido tomadas, pero sus escritos están plagados de citas y de alusiones al Nuevo Testamento, de tal modo que sus testimonios son considerados como ciertísimos. Entre ellos se incluyen:

1. La Didajé o “Doctrina de los Doce Apóstoles” (hacia el año 90 d.C.). De autor desconocido. Es tal vez el más antiguo tratado cristiano de instrucción moral y litúrgica, en el que aparecen dos citas explícitas del Evangelio de Mateo, y posibles alusiones al Evangelio de Juan. No hay citas ni referencias claras a las epístolas de Pablo.

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2. San Clemente de Roma (hacia 96). Escribiéndole a la iglesia corintia, hace uso abundante del Antiguo Testamento. Hace mención explícita de la Primera Epístola de Pablo a los Corintios (capítulo 47) y demuestra familiaridad con las enseñanzas de Cristo. La Epístola a los Hebreos le es conocida, como también varias otras.

3. San Ignacio de Antioquia (año 107) Fue obispo de Antioquía y murió martirizado en Roma durante el reinado de Trajano, hacia 110. Con respecto al Nuevo Testamento, conoció el evangelio de Mateo y probablemente el de Juan, además de varias epístolas de Pablo.

4. Epístola de Bernabé (hacia 98). Es un tratado de autor y lugar de composición desconocidos, destinado a mostrar cómo el plan de salvación establecido en el Antiguo Testamento se cumple en Cristo. Varias veces se hace referencia a las enseñanzas de Jesús. Su autor reproduce unos pocos textos que aparecen en el Evangelio de Mateo, entre ellos Mateo 22:14, al cual antepone la fórmula “está escrito” (Epístola de Bernabé IV: 14).

5. San Policarpo de Esmirna (hacia el año 108). Obispo y mártir ( 69-155), fue discípulo del Apóstol Juan. Escribió a los cristianos filipenses una epístola que se ha conservado, cuya fecha aproximada (entre 107 y 108).La carta está llena de alusiones bíblicas, de las cuales aproximadamente 90% proceden del Nuevo Testamento (Mateo, Lucas, la mayoría de las epístolas paulinas, Hebreos, 1 Juan y 1 Pedro).

6. Papías (hacia 110). Obispo de Hierápolis en Asia Menor. Amaba la tradición oral y escribió un extenso tratado con el título Exposición de las sentencias del Señor. En los fragmentos conservados hay una defensa de la autoridad de los Evangelios de Mateo y Marcos, aunque sin ninguna idea clara de canonicidad.

En resumen, en los Padres Apostólicos se destaca con claridad la autoridad de las enseñanzas del Señor y los Apóstoles, y algunos de estos autores emplean las nuevas Escrituras cristianas, pero todavía no aparece de manera definida la noción de un canon como cuerpo exclusivo de escritos inspirados.

Desde el siglo II hasta el siglo III

Ya a principios del siglo II se admitió en forma general la autoridad de los cuatro Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, así como de las cartas del Apóstol Pablo a las iglesias. Antes de terminar dicho siglo, los Hechos, las cartas

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de Pablo a Timoteo, Tito y Filemón y las cartas primeras de Pedro y Juan formaban parte de la colección. Las epístolas 2 y 3 Juan, Judas, Santiago y 2 Pedro demoraron más en ser reconocidas generalmente, en parte por su brevedad y en parte por su circulación limitada geográficamente. La epístola a los Hebreos halló cierta resistencia, en tanto que Apocalipsis era generalmente admitido por los occidentales pero era visto con recelo en el Oriente.

Los apologistas

Las primeras generaciones de escritores cristianos que aún vivieron en la persecución se les conoce como «Apologistas» por la defensa que hacían de las doctrinas cristianas frente a los ataques de los infieles y de los herejes, razón por la cual tuvieron que recurrir con frecuencia a citaciones de los escritos sagrados. Entre estos se incluyen a:

1. Arístides Ateniense (hacia 140). En su Apología c. 15, narra la vida de Jesús, y afirma que la venida de Jesucristo puede ser conocida por los escritos evangélicos. También cita Mt, Jn, Hch, Rom, 1 Tim, Hebr, 1 Pe.

2. San Justino (año 150-160). De origen palestino, se convirtió al cristianismo hacia 130. Enseñó primero en Éfeso y luego en Roma. Escribió su primera Apología dirigida al emperador Antonio Pío hacia 150. Además de su extenso uso del Antiguo Testamento, Justino cita sobre todo los Evangelios, con mayor frecuencia el de Mateo, luego el de Lucas; existen algunas citas de Juan, y obviamente consideraba que el Apocalipsis era un libro profético dotado de autoridad apostólica. Hay algunas alusiones a las cartas de Pablo, pero casi ninguna cita. Una excepción son las palabras “Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios” (I Apología 19:6; cf. 1 Corintios 15:53).

3. Taciano el Sirio (hacia el año 172). Fue discípulo de Justino. Dio testimonio de la autoridad de los cuatro Evangelios canónicos al componer el Diatessaron , término musical que significa “armonía de cuatro”. El Diatessaron compila con gran ingenio los relatos de los cuatro Evangelios canónicos, siguiendo básicamente el marco de referencia del Evangelio de Juan. Prácticamente no contiene otro material, excepto unos pocos textos provenientes del apócrifo conocido como Evangelio de los Hebreos. En Siria, el uso eclesiástico del Diatessaron fue tan amplio e importante, que en el siglo III hubo resistencia a reemplazarlo por los cuatro Evangelios individuales, según lo establecido por las demás iglesias.

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El desafío de las herejías

Un factor que influyó en el establecimiento del canon fue la aparición de herejías que pretendían redefinir la fe cristiana. Las más influyentes hacia la mitad del siglo II fueron:

a. Marción de Sínope: Aparentemente había aceptado las enseñanzas de los gnósticos, de que toda la materia es mala y todo espíritu es bueno. Esto lo llevó la rechazar el Antiguo Testamento con su historia de la creación, y a postular que el Dios del Antiguo Testamento no es el ser supremo verdadero. Lo que es más, de los escritos del Nuevo Testamento aceptaba solo el evangelio de Lucas y diez epístolas de Pablo "excluyendo las pastorales". Puesto que los dos primeros capítulos de Lucas describen el nacimiento humano de Jesús, los eliminó del evangelio. Por aquel entonces no se había establecido en la iglesia ningún canon, y por eso bien puede afirmarse que es Marción el primero que define un canon de libros cristianos. Debido a que Marción era un hombre de gran influencia, la iglesia se vio en la necesidad de confrontar el canon limitado de él con uno más completo y más correcto.

b. Valentín: A diferencia de Marción, Valentín no rechazó el Antiguo Testamento ni los escritos apostólicos, sino que los reinterpretó radicalmente mediante una exégesis alegórica. En su obra más importante, El evangelio de la verdad, alude a Mateo y Lucas (posiblemente con Hechos), el evangelio y la primera carta de Juan, las cartas paulinas (excepto las pastorales), Hebreos y Apocalipsis, y (...) los cita en términos que presuponen que tienen autoridad.

c. La herejía de los montanistas: Añadía nuevos libros al canon de la Iglesia y afirmaba que había recibido nuevas revelaciones del Espíritu Santo.

La Iglesia responde a los herejes

La iglesia antigua reconoció de inmediato los emprendimientos de Valentín y Marción como las innovaciones que eran, el primero principalmente por sus doctrinas ajenas a las creencias y prácticas básicas de las iglesias apostólicas y el segundo por su intento radical de fijar un canon en extremo restringido.

1. Fragmento de Muratori (170 a algo más tarde). Se le llama así a la lista encontrada por el investigador Ludovico Antonio Muratori en 1740, en la Biblioteca ambrosiana de Milán. Es el documento occidental más antiguo que menciona como libros aceptados 22 de los que componen nuestra versión del canon del Nuevo Testamento. Faltan los siguientes: Hebreos, Santiago, 1 y 2 de Pedro, 3 Juan.

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2. San Ireneo (año 175-195). Originario de Asia Menor y discípulo de Policarpo, obispo de Lyon en las Galias. Enseñaba que los escritos del Nuevo Testamento son de origen apostólico. En sus escritos, San Ireneo cita o alude a todos los libros del Nuevo Testamento, a excepción de la epístola a Filemón, la 2 Pe, la 3 Jn y la de Jds.

3. Tertuliano (año 160-240). Atestigua veintidós escritos del Nuevo Testamento: cuatro evangelios, Hch, trece cartas paulinas y, además, 1 Pe, 1 Jn, Jds y Ap. La carta a los Hebreos es atribuida a Bernabé, y no se incluye en el canon.

4. Clemente Alejandrino (hacia el año 180-202). Eusebio afirma, hablando de Clemente Alejandrino, que “en los libros de las Hypotyposes teje una compendiosa narración de todas las Escrituras de ambos Testamentos”. De donde se puede deducir que conocía todos los libros del Nuevo Testamento, incluso el Apocalipsis. Se duda si conocía las epístolas 2-3 Jn y la 2 Pe.

Aproximación hacia un consenso en el siglo III

Orígenes (185-254). Es la autoridad dominante del siglo III. Indica que son aceptados veintiún libros del actual canon de veintisiete; pero hay otros que él cita como «escritura», como la Didajé y la Carta de Bernabé. Luego menciona entre los textos acerca de cuya aceptación algunos dudan, los siguientes: Hebreos, Santiago, Judas, 2 de Pedro, 2 y 3 de Juan, además de otros libros (como la Predicación de Pedro o los Hechos de Pablo).

A pesar de ciertas dudas persistentes con respecto a algunos de los escritos más breves, la contribución de Orígenes es un avance hacia el reconocimiento final del Nuevo Testamento tal como ha llegado a nosotros.

Se alcanza virtual unanimidad en el siglo IV

Un acontecimiento que, siendo malo, tuvo un efecto saludable en la fijación del canon de las Escrituras fueron las persecuciones contra los cristianos. A los cristianos identificados como tales se les exigía que entregasen sus libros sagrados si querían evitar los castigos, o incluso la muerte. La última gran persecución tuvo lugar a raíz de un decreto o edicto del emperador Diocleciano, publicado el 23 de febrero de 303. El decreto, al parecer sancionado por instigación del procónsul de Bitinia, Hierocles, disponía que los templos cristianos fuesen arrasados y sus Escrituras confiscadas para ser quemadas. Esto último tornó importante, tanto para los perseguidores como para los perseguidos, saber exactamente cuáles documentos cristianos eran parte de las Sagradas Escrituras. De igual modo, luego de concluida la persecución, los líderes de la Iglesia debían saber quiénes habían entregado copias de las

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Sagradas Escrituras, y quiénes habían evitado el castigo entregando libros menos importantes.

Eusebio resume la situación sobre el canon

El historiador de la Iglesia, Eusebio de Cesarea (260-340), nos presenta, en su Historia eclesiástica, una síntesis de la situación a principios del siglo cuarto, en cuanto al status de los libros sagrados dentro del cristianismo. Eusebio propone 4 categorías de escritos:

1ª Libros "Reconocidos": Los 4 Evangelios. Hechos de los Apóstoles. Las 13 cartas de Pablo a la que él añade Hebreos que considera obra de Pablo. 1ª de Juan. 1ª de Pedro y como él mismo afirma "si en verdad parece correcto" el Apocalipsis de Juan, sobre el que afirma hay dudas en algunas iglesias.

2ª Libros "Disputados": Aquí introduce los que son aceptados como inspirados y canónicos por unos en unas regiones del Imperio y no por otros en otras regiones del imperio siempre dentro de las iglesias ortodoxas y apostólicas: Santiago. Judas. 2ª de Pedro y 2ª y 3ª de Juan.

3ª Libros "Espurios": Aquí introduce libros que se consideran no inspirados aunque pueden ser ortodoxos en su doctrina: Hechos de Pablo. El Pastor de Hermas. Apocalipsis de Pedro. Cartas de Bernabé. Didaché y el Evangelio de los Hebreos. Curiosamente vuelve a introducir aquí otra vez el Apocalipsis de Juan, que también ha metido entre los "disputados".

4ª Libros "Heréticos": Que él considera por la tradición y el uso entre las iglesias como no dignos de atención y alejados del uso apostólico, y que son falsificaciones heréticas: Evangelio de Pedro. Evangelio de Tomás. Evangelio de Matías. Hechos de Andrés y Hechos de Juan.

Otras listas completas

Atanasio (296-373). Obispo de Alejandría, proporciona una lista completa de libros del Nuevo Testamento para el año 367.

Jerónimo (342-420). El más grande erudito bíblico posterior a Orígenes; también admitía como canónicos los 27 libros.

Agustín de Hipona (354-430). Hacia 397 enumera los mismos libros que Atanasio, aunque en diferente orden.

El cierre del canon: La acción de los concilios

A fines del siglo IV, tanto la iglesia griega como la iglesia latina; llegaron a un completo acuerdo en cuanto al reconocimiento de los veintisiete escritos

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canónicos. En los tiempos de Agustín, los Concilios de Hipona (393) y de Cartago (397 y 419) reconocieron el Canon de 27 libros, así como el Concilio de Trullo (Constantinopla, 692) y el Concilio Florentino (1441).

Al llegar el protestantismo, éste quiso renovar antiguas dudas y excluyó algunos libros. Lutero rechazaba Hebreos, Santiago, Judas y Apocalipsis. Carlostadio y Calvino aceptaron los 27.

En el Concilio de Trento (1546), se presentó oficial y dogmáticamente la lista íntegra del Nuevo Testamento.

CRITERIOS DE LA CANONICIDAD

a. ApostolicidadEl autor debía ser un apóstol de entre los doce. Ejemplo: Pedro o Juan. De la autoría de Pablo, que aunque no era de los doce, se reconoce su apostolado a los gentiles.De no ser apóstol, podía ser un colaborador o cercano a ellos. Ejemplo: Juan Marcos o Lucas.

b. ContenidoConcordancia con el criterio de la verdad o “doctrina tradicional”.Concordancia expresa con la doctrina del Antiguo Testamento.Contenido edificante o espiritual.Correcta doctrina en cuanto a la humanidad y divinidad de Jesucristo (No corrompida por la influencia gnóstica de la época).Debía apegarse al kerygma (proclamación del evangelio).

c. Universalidad o catolicidad (destinación universal del escrito).Uso y aceptación de comunidades cristianas del siglo I o de los Padres de la Iglesia.

d. Inspiración Divinamente inspirados por el Espíritu Santo.

RAZONES POR LAS QUE SE FORMÓ EL CANON

La aparición de las herejías. Las persecuciones La difusión de muchos apócrifos (Del griego “apokryfa” significa

originalmente “oculto”): A partir del siglo II existe un cuerpo creciente de literatura cristiana que pretende ser inspirada, cuya autoría, con pocas excepciones, se atribuye a algún apóstol. Estas obras tenían generalmente una de dos intenciones, a saber:

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1) Rellenar huecos en ciertos aspectos de la vida de Jesús o de sus Apóstoles que a juicio de sus autores no eran suficientemente descritos en los genuinos escritos apostólicos. Un tema favorito fue la infancia de Jesús; otro, lo ocurrido en el intervalo entre su muerte y su resurrección; un tercero, la actividad de los Apóstoles que no se describe en el libro de los Hechos.

2) Inculcar ciertas doctrinas sincréticas, nacidas del mestizaje entre el cristianismo y ciertas filosofías, en general neoplatónicas, que habrían sido enseñadas por Jesús de manera privada a los Apóstoles y transmitidas sólo a los discípulos dignos de recibir tal conocimiento (gnosis). En esta categoría están los evangelios gnósticos.

Los apócrifos del Nuevo Testamento tienden, con resultado variable, a imitar las formas literarias propias de los libros genuinos. Por ello se clasifican en evangelios, hechos, epístolas y apocalipsis apócrifos. Estos libros, que fueron tenidos en gran estima por ciertos grupos marginales, nunca fueron recibidos como auténticos por el conjunto de las iglesias antiguas.

Algunos apócrifos del Nuevo Testamento

Evangelios Hechos Epístolas Apocalipsis

Del siglo II    De los Hebreos    De los Ebionitas    Pedro    Protoevangelio de

Santiago

De Nag-Hammadi (gnósticos)    De Juan (apócrifo)    De la verdad (Valentín)    De Tomás    De Felipe    De María Magdalena

Tardíos (siglos IV al VI)    Historia de José el

carpintero    Tránsito de María    Según Tomás (maniqueo)    De Mateo (apócrifo)

De JuanDe PabloDe PedroDe TomásDe AndrésDe Pilatos

    De los Apóstoles   (Epistula apostolorum)De Pablo    3 Corintios    Laodicenses    Correspondencia entre    Pablo y Séneca

De Pedro     Predicación de Pedro

De PedroDe PabloDe TomásDe JuanDe EstebanDe la Virgen

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CONCLUSIÓN

Hay que destacar que la aceptación definitiva del canon del Nuevo Testamento no se debió a las decisiones de los concilios. Lo que estos hicieron no fue sino reconocer y ratificar lo que ya estaba sucediendo en las diversas comunidades cristianas que formaban la iglesia universal.

Nos toca, como cristianos, agradecer a Dios por el don especial de estos libros que son «un libro», abrir sus páginas para descubrir en ellas su palabra, para recibir inspiración y corrección, y para comprender mejor su voluntad.