El camino a ninguna parte

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1. El camino que no iba a ninguna parte Cuando la valenta premia Martn viva en un pequeo pueblo que se conectaba con elmundo a travs de un nico camino. Andando por l, todocaminante se encontraba luego con que tres diferentesdestinos: la ciudad, el mar y un tercero en cuyo cartel seanunciaba, ninguna parte.Por supuesto nadie en el pueblo se haba tomado la molestiade recorrer un sendero con tan singular final, un poco de miedoseguramente les daba tambin.Pero Martn no era como el resto y en tanto nadie le daba raznde nada, su curiosidad fue en aumento hasta que un buen da,armndose de valor, decidi recorrer el extrao camino. 2. Se adentr poco a poco en un enorme bosque donde las copas de los rboles impedan que entrara la luz del sol, un camino que se haca cada vez ms largo y que puso a prueba su tesn. Cuando el cansancio empez a invadirlo apareci un pequeo perro que le dio nimos y as, juntos, llegaron al final del camino donde se levantaba un enorme castillo. Martn fue recibido por una hermosa mujer, un hada tal vez, que loreconoci y le ofreci llevarse en una carreta los tesoros que quisiera y pudiera cargar. 3. Cuando lleg al pueblo y vieron el oro y las joyas que traa consigo hicieron que contara su historia una y otra vez hasta el cansancio y mientras lo haca, los pueblerinos, envalentonados por la ambicin, emprendieron el mismo camino pero esta vez, solo para encontrarse con una infranqueable muralla de rboles y espinas. Este excelente autor, de larga trayectoria en la literaturainfantil, nos dice as que ciertos tesoros existen nicamentepara quien recorre un camino nuevo por primera vez. Ttulo: El camino que no iba a ninguna parteAutor: Gianni RodariIlustrador: Xavier Salom 4. CUENTO LARGO El camino que no iba a ninguna parte Este es el cuento que anoche cont a mis hijos antes de dormir, una preciosa fbula que dice as: A la salida del pueblo haba 3 caminos: uno iba hacia el mar, el segundo hacia la ciudad y el tercero no iba a ninguna parte. Martn lo saba porque se lo haba preguntado a casi todos, y todos le haban dado al misma respuesta: 5. - Aqul camino? No va a ninguna parte. Es intil ir por ah. - Y hasta dnde llega? - No llega a ninguna parte. - Pero entonces, por qu lo hicieron? - No lo hizo nadie; siempre ha estado ah. - Pero no ha ido nunca nadie a ver adnde va? - Eres bastante testarudo: no te digo que no va a ninguna parte? - Si no habis ido nunca, no podis saberlo. Era tan obstinado que empezaron a llamarlo Martn Testarudo, pero l no se enfadaba y continuaba pensando en el camino que no iba a ninguna parte. Cuando fue lo suficientemente grande como para cruzar la calle sin tener que cogerse de la mano de su abuelito, una maana se levant muy temprano, sali del pueblo y sin dudarlo tom por el misterioso camino, siempre adelante. El suelo estaba lleno de socavones y de hierbajos, pero por suerte no llova desde haca tiempo y por tanto no haba charcos. A derecha y a izquierda del camino se extenda la maleza, y pronto comenz el bosque. Las ramas de los rboles se entrecruzaban por encima del camino y formaban una galera oscura y fresca, en la que solamente penetraba, aqu y all, algn rayo de sol que haca las veces de fanal. 6. Anda que te andars, la galera no terminaba nunca, el camino no terminaba nunca; a Martn le dolan los pies, y ya empezaba a pensar en regresar cuando vio a un perro. "Donde hay un perro hay una casa -reflexion Martn-, o, por lo menos, un hombre". El perro corri a su encuentro meneando la cola y le lami las manos; luego sigui por el camino, volvindose a cada paso para ver si Martn an le segua. -Ya voy, ya voy- deca Martn, lleno de curiosidad. Finalmente, el bosque comenz a clarear, el cielo reapareci en lo alto y el camino termin en el umbral de una gran verja de hierro. A travs de sus barrotes Martn vio un castillo con todas las puertas y ventanas completamente abiertas. El humo sala por todas las chimeneas, y, desde el balcn, una hermossima dama le saludaba con la mano y le gritaba alegremente: -Adelante, adelante, Martn Testarudo! - Vaya- se dijo Martn muy contento-, yo no saba que iba a llegar aqu, pero ella s, por lo visto. Empuj la verja, atraves el jardn y entr en el saln del castillo a tiempo para hacer una reverencia a la bella dama que descenda por la escalinata. Era hermosa e iba vestida incluso mejor que las hadas y que las princesas, y adems era muy alegre y sonrea: -Entonces, no te la creste? -El qu? -La historia del camino que no iba a ninguna parte. -Era demasiado estpida. Y segn mi parecer, hay ms partes que caminos. -Exacto, basta con tener ganas de andar. Ahora ven, te ensear el castillo. 7. Haba ms de cien salones, llenos de tesoros de todo gnero, como en aquellos castillos de los cuentos en los que duermen las bellas durmientes o en los que los avaros acumulan sus riquezas. Haba diamantes, piedras preciosas, oro, plata, y a cada momento la hermosa dama deca: -Toma, toma lo que quieras. Te prestar un carrito para llevar el peso. Imaginaos si iba a hacerse de rogar Martn. Cuando emprendi el regreso, el carrito estaba completamente lleno. El perrito, que estaba amastrado, iba sentado delante y llevaba las riendas y les ladraba a los caballos cuando stos se adormilaban y se salan del camino. Martn Testarudo fue acogido con gran sorpresa en su pueblo, pues ya le haban dado por muerto. El perro descarg en la plaza todos los tesoros, mene dos veces la cola en seal de saludo, volvi a subirse al carrito y se march entre una nube de polvo. Martn hizo muchos regalos a todos, amigos y enemigos, y tuvo que explicar cien veces su aventura, y cada vez que terminaba de hacerlo, alguien corra a su casa a coger un carrito y un caballo y se precipitaba por el camino que no iba a ninguna parte. Pero aquella misma noche regresaron todos, uno tras otro, con la cara as de larga por el enfado: para ellos, el camino terminaba en medio del bosque, ante un espeso muro de rboles y entre un mar de espinas. No haba ya ni verja de hierro, ni castillo, ni hermosa dama. Porque algunos tesoros slo existen para los primeros que emprenden un camino nuevo, y el primero haba sido Martn Testarudo. Este cuento de Gianni Rodari incluido en el libro "Cuentos por telfono", tambin est publicado de forma individual en una edicin ilustrada por Xavier Salom editado por SM. Tambin os dejo un vdeo de el Libredn de Soledad Felloza que habla sobre este cuento.