El caballero número treinta y uno

6

Click here to load reader

description

Mención Honorífica Categoría B del quinto concurso de cuento y leyenda convocado por la Secretaría de Educación de Veracruz

Transcript of El caballero número treinta y uno

Page 1: El caballero número treinta y uno

El caballero número treinta y uno

Angelina Miranda

Page 2: El caballero número treinta y uno

Córdoba es la ciudad de los treinta caballeros, dice la historia oficial. Lo que no está escrito en las

versiones impresas, legitimadas desde el poder, son los múltiples testimonios de quienes afirman

que existe un trigésimo primer fundador de la villa de Córdoba en las Lomas de Huilango.

No es fortuito que el nombre de don Ángel Miranda haya sido borrado de las crónicas virreinales

que apuntan a la existencia de solamente treinta caballeros peninsulares, que fundaron lo que

hasta hoy se conoce como la ciudad de Córdoba, una villa enclavada en el centro de Veracruz, que

surgió originalmente, dicen los historiadores, como una fortaleza para defender a los comerciantes

y viajeros de los encarnizados ataques de los bandidos y caudillos que asolaban la región.

El Yambo era un hombre sabio que se convirtió en genio tutelar de los habitantes que después se

llamaron a sí mismos cordobeses.

Él era noble en más de un sentido, pues pertenecía a la realeza africana y formaba parte del

contrabando de esclavos que a su vez desertaban de sus plagiarios para convertirse en bandidos,

homicidas o lastres para las regiones en las que encallaban embarcaciones tales como la Nao de

China.

De figura impresionante, este esclavo etíope medía más de dos metros de altura y era tan negro

como blancos eran aquellos que fundaron una villa que, de hecho, este rey sin corona ya había

construido años antes y quienes haciendo alarde de su investidura, lo reconocieron con el tiempo

y el trato, más allá de cualquier prejuicio humano. Don Ángel Miranda le llamaron para

castellanizar su estirpe y el real Yambo quedó inmortalizado en el escudo de la ciudad, para

beneplácito de aquellos que lo consideraron su hermano y el caballero número 31 de la ciudad de

Córdoba, Veracruz.

Page 3: El caballero número treinta y uno

Orígenes

Corría el año de 1617, cuando el virrey Diego Fernández de la Corona, expidió la cédula real que

autorizaba la fundación de la villa de Córdoba y a la cual atendieron treinta caballeros

provenientes de la madre patria, auspiciados por el rey Felipe III.

Sin embargo, no informaron a la Nueva España de un asentamiento irregular que prestaba

atención médica y resguardo a todas aquellas víctimas de los criminales de la época, que habían

sido maltratados o heridos en las felonías que cometían aquellos que de por sí, no tenían nada que

perder.

Yambo era uno de ellos.

No obstante, su procedencia lo obligaba a considerar el honor, la lealtad, la honestidad y el valor

como parte de su forma de ver y asumir el mundo, a diferencia de sus demás hermanos esclavos o

las parias desechadas por la sociedad novohispana.

El león de Etiopía

Cuando Yambo nació, la anciana de la tribu predestinó que el príncipe sería llamado “El León de

Etiopía” y que su estirpe sería noble en una tierra lejana. Nadie sospechaba entonces que todos

ellos pronto serían llevados como esclavos a tierras desconocidas, allende las fronteras, en la

fragata mercante más importante en aquellos tiempos: La Nao de China.

Fue así como Yambo llegó a las costas de la Villa Rica de la Vera Cruz. Él y toda su gente fueron

comprados por don Juan de Obregón, que decidió trasladarlos a pie hasta la mina de la

Valenciana, propiedad de su hermano, Antonio de Obregón, conde de la Valenciana, ubicada en

Guanajuato.

Al pasar por la villa de San Lorenzo, el negro Yanga asaltó la caravana y, a punto de matar al noble

español, éste fue heroicamente defendido por Yambo, para sorpresa del insurrecto.

¿Por qué defiendes a los españoles? Preguntó Yanga, quien es considerado uno de los

primeros libertadores de América.

Page 4: El caballero número treinta y uno

No los defiendo, afirmó Yambo, pero no somos asesinos. Si bien es cierto que fuimos

masacrados y vendidos como esclavos, también lo es que si hacemos justicia por nuestra

propia mano, no seremos diferentes de ellos.

Esta acción cambió el rumbo de la historia. Mientas Yanga fue traicionado y masacrado por los

españoles, Yambo inició un camino hacia la paz y la reconciliación de su pueblo con los

conquistadores.

En agradecimiento a su acción, los hermanos de Obregón le otorgaron la libertad a él y a todo su

pueblo, que prefirió vivir en paz, en el anonimato y el servicio al prójimo, hasta que llegaron por

decreto real, aquellos autorizados por el rey para fundar la villa de Córdoba.

Y no sólo eso, don Antonio de Obregón le otorgó el nombre de Ángel Miranda, para que él y su

gente pudieran ser considerados dignos ciudadanos de la Nueva España.

Hermanos, más que Caballeros

El sentido del honor del León de Etiopía era contagioso e inspiraba admiración y respeto. No fue

fácil para los treinta caballeros, establecerse en la región.

Estos nobles españoles fueron asaltados, vilipendiados y casi asesinados por propios y esclavos,

quienes los veían como una amenaza a sus intereses y también como invasores sin mayor

privilegio que el color de su piel.

Yambo demostró que el león no solamente es ejemplar por su fuerza, sino también por su valor y

coraje. Él decía que cualquiera puede matar a su enemigo, pero no cualquiera puede convertirlo

en su amigo en aras de vivir en paz y armonía en beneficio de todos.

Congruente, sabio y humilde, como los grandes reyes de poderosas naciones, tuvo el

reconocimiento de aquellos a quienes con el tiempo llegó a considerar hermanos más allá de los

prejuicios raciales y quienes a su vez veían en él una especie de genio tutelar de la región de las

grandes montañas.

Es indudable que sin el poder y protección del León de Etiopía, la villa de Córdoba no hubiera

podido ser fundada en los campos de Huilango. Eso decían los treinta caballeros que oficialmente

fundaron la ciudad.

Page 5: El caballero número treinta y uno

Nace la leyenda

Al morir Yambo, Los treinta hidalgos peninsulares quisieron plasmar su gratitud al León de Etiopía

en un gesto que durara generaciones más allá del tiempo y de las eras humanas, pero discutieron

el punto álgidamente, pues reconocían que era imposible honrar a un rey negro, a un monarca

africano, por más valeroso que este fuera.

Sin embargo, uno de ellos sugirió que el escudo de Córdoba llevara escondido en sí mismo el

reconocimiento al valor de Yambo, el castellanizado Ángel Miranda y lo lograron a través de un

león dorado cuyo fondo es negro como la piel del héroe de la villa de Huilango.

La explicación que dieron al rey, sigue siendo válida para los neófitos: el escudo dividido en cuatro

partes, en donde la primera representa los reinos de Castilla y León, el segundo bloque hace

Page 6: El caballero número treinta y uno

presente a los reinos de Aragón y Sicilia, el tercero hace referencia al reino de Austria y el cuarto y

último bloque representa oficialmente a Borgoña.

No obstante, cuenta la leyenda que, para felicidad de los treinta caballeros, el caballero número

treinta y uno, el León de Etiopía, Yambo, don Ángel Miranda o mejor aún, el amigo que les salvó la

vida y les regresó el honor, la virtud y la gloria, tiene un sitio en el escudo de la ciudad de Córdoba,

más allá del que la historia oficial le quiera brindar.

Dice mi abuelo, que el abuelo de su abuelo le contó que Yambo era nuestro padre. Mi cabello

rizado y mi figura espigada me recuerdan que existió un hombre que fundó mi ciudad, un

extranjero del color del ébano, que prefirió la paz en lugar de la guerra y honró la amistad por

encima del color de la piel. Esa es la leyenda de un ángel etíope que se apellidó Miranda para

poder vivir en una tierra que no era de él, pero que llegó a querer, cuidar y proteger como si fuera

suya.

Dios bendiga el León de Etiopía, el caballero número treinta y uno de la villa de Córdoba, Veracruz.

Angelina Miranda