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EL BORRADOR REY

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Faltaban apenas 15 días para el comienzo de las clases en la escuela. La madre de Sebastián le regañaba:-Hijo, hazme el favor de revisar tu maleta y poner en orden todos tus útiles escolares. No quiero que lo hagas apresuradamente el último día.–A lo que el pequeño replicaba:-¡Mamá déjame disfrutar los últimos días de mis vacaciones!-La precavida madre se había encargado, tiempo atrás de reponer los útiles rotos y perdidos y comprar los nuevos que su hijo necesitaría para el ciclo escolar.

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Mientras tanto, dentro de la mencionada maleta escolar, se realizaba una disputa poco común. Se encontraban aquí reunidos: el borrador, el lápiz, el sacapuntas, la regla, la cartuchera, el cuaderno, los colores y los marcadores. Era el borrador el que ejercía toda su hegemonía y poder en la reunión.-Quiero informar a todos los presentes- decía el borrador, con indudable voz autoritaria y carismática.-El motivo para ésta reunión: no asistir este año a las clases escolares con el niño Sebastián, para lo cual quiero proponerles un plan- El borrador ofrecía un plan de acción, no asistir a las clases de este año.

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-Yo me pregunto, y les pregunto a ustedes, si es justo que, como respuesta al servicio que cada uno de nosotros brindamos para el buen desarrollo de las clases y el aprendizaje de los niños, debamos recibir el maltrato que recibimos, se nos suele arrojar, maltratar, pisotear, olvidar, mojar, inclusive cuando los propios niños nos usan de proyectiles para ser arrojados entre ellos mismos.-Finalizando su discurso, recibió un caluroso aplauso y el apodo unánime de “EL BORRADOR REY”. La decisión ha sido tomada y la mayoría era absoluta solo faltaba que el Borrador Rey explicara su plan de acción y como llevarlo a cabo, mientras todos los útiles escolares escuchaban atentamente lo que su rey, el Borrador tenía que decir:

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-Será suficiente con que cada uno de nosotros nos escondamos fuera de aquí, en lugares estratégicos de la casa, para que nadie de la familia nos pueda encontrar-El voluminoso cuaderno, preocupado por su tamaño, preguntaba:- Pero como haremos para salir de esta oscura maleta?-En la parte superior, ustedes verán unas aberturas. Por allí podremos salir, por lo menos todos los que somos pequeños. Una vez afuera, abriremos la maleta para que puedan salir la regla, la cartuchera y el cuaderno.

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Una vez que estuvieron fuera, se encontraron con que el armario dentro del cual estaba la maleta permanecía cerrado con llave. Pero en aquel preciso momento, fuera, se escuchaban voces, a la vez que la llave de la puerta del armario giraba sobre su cerrojo, abriéndose finalmente su puerta. Entonces fue cuando el Borrador Rey con su característica rapidez ordenó:-¡Rápido todos a esconderse!-Algunos fueron a parar en el bolsillo de algún saco, otros, debajo de una pila de ropa, dentro de un cajón o en el bolsillo de una camisa. Todos encontraron finalmente un lugar adecuado para no ser vistos.

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-Hijo, tienes aquí camisetas limpias y planchadas. Te las dejo dentro del cajón de tu armario- a la vez que los guardaba.Pero en el mismo momento en que se disponía a cerrar la puerta, advirtió:-¡Oh Sebastián! ¿Qué has hecho con tu maleta? ¿Por qué está abierta?... ¡Y vacía! ¿¡Dónde están todos tus útiles escolares!?- la madre dejaba el armario abierto y se dirigía a pedir explicaciones a su hijo.El “Borrador Rey” sin perder un solo segundo, ordenó:-Este es el momento. Cada uno salga en orden. Rápidamente y sin ser vistos, ubíquense en los lugares asignados-Parecía un verdadero ejército. Mientras tanto la madre volvía al lugar de los hechos acompañada de Sebastián, el que no podía esconder su asombro por lo que estaba sucediendo en la casa. A pesar que Sebastián, decía que él nada tenía que ver con la pérdida de los útiles, los padres no le creyeron. Y en consecuencia esa noche debió irse a dormir sin ver televisión.Y otros castigos le esperaban si los útiles no parecían: no más videojuegos, ni futbol, ni salidas con los amigos.

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Habían pasado ya dos días y Sebastián se sentía cada vez más triste e incomprendido. Las clases en la escuela estaban por empezar y sus útiles escolares no aparecían por ningún lugar. Esa noche Sebastián se acostó en su cama, dispuesto a dormir sin haber cenado por voluntad propia. Su triste y silencioso llanto llenaba de lágrimas su almohada. De pronto escucho una extraña voz susurrarle al oído:-Escucha, óyeme Sebastián-El niño, sorprendido, buscó a su alrededor, para descubrir de donde provenía aquella voz:-¿Quién es que me habla?- preguntó con cierto temor.-Soy yo, tu borrador- contestó la voz.-¿Dónde estás?- preguntó él, mientras continuaba buscando.-Estoy aquí, dentro de la funda de tu almohada, al fondo, abajo- contestó el borrador, mientras intentaba asomarse.-Introduce la mano y sácame. Charlaremos- Dijo.

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Sebastián no se demoró en sacar al borrador de su escondite. Así empezó entre los dos una larga charla hasta altas horas de la madrugada, la que terminó en una verdadera amistad. El borrador le relató todo lo que había sucedido dentro de la maleta, lo mal que se sentía por el mal trato que recibían y el plan que estaba a punto de llevar a cabo. Sebastián luego de escucharlo se comprometió personalmente en cambiar sus hábitos y la mentalidad de los niños, de manera que se respetaran a los útiles escolares en función der servicio ejemplar que de ellos se recibía.

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-Tú debes sentiré muy orgulloso, cuando descubres que gracias a ti, y solamente a ti, se ha podido corregir un error en el cuaderno. Ningún otro útil escolar podría hacer aquello. O cuando el cuaderno descubre que solo gracias a él pueden verse los progresos del alumno plasmados en el papel. O cuando el lápiz descubre que sólo a través de su servicio, el alumno podrá volcar sus conocimientos y expresarse en el papel. Así es como cada uno de ustedes tiene la oportunidad de sentirse verdaderamente “ÚTILES”, y por eso, felices. Por eso pienso que quedarse escondidos en la casa es más huir del problema que enfrentarlo y resolverlo. Y por último, creo que yo, personalmente, los extrañaría mucho si ustedes dejaran de acompañarme a la escuela-

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El Borrador Rey hubiese llorado de haber tenido ojos. Pero era tan solo un borrador.“Pues bien”, dijo el Borrador, “te ruego que me esperes aquí un rato”, y se fue velozmente de la habitación.Aunque Sebastián no quería fallarle, ya era muy tarde y el sueño lo estaba venciendo. Pero antes que durmiera, el Borrador volvió a la habitación. Sebastián no entendía muy bien lo que sucedía. Él se limitó a decir:-A partir de mañana, todos estaremos nuevamente dentro de tu maleta. Te acompañaremos todo el año a la escuela-El rostro de Sebastián se iluminó de alegría. Fue la primera noche después de varias, en que pudo dormir plácidamente. Al día siguiente, los padres perdonaron a Sebastián, aunque éste no dio muchas explicaciones.

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Y llegó así el tan esperado primer día de clases. Sebastián se dirigía a la Escuela, cargando orgulloso su maleta y acompañado por sus mejores amigos. Y luego llegó el reencuentro, se izó la Bandera, se cantó el Himno Nacional e ingresaron al aula.-Ignacio Pérez…--…presente…--Sergio Martínez…--…presente…--Mónica Duarte…--…presente…-Mientras la maestra continuaba tomando lista de asistencia, Sebastián, esperando escuchar su nombre para dar el presente, pensaba. “Útiles Escolares…”, “¡¡…todos presentes!!”. Y sonreía sin saber nadie porqué.

FIN