El bandido adolescente

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EL BANDIDO ADOLESCENTE

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EL BANDIDO ADOLESCENTE

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Este verano, mientras veía el anuncio de una reposición de un viejo "western", me vino a la

memoria -esa memoria que se nos llena de nostalgia a los que tenemos ya algunos años -, que en mi

infancia no me vi nunca rodeado de cómics que trataran de pistoleros, indios, rifles, revólveres, ca-

ravanas, ganados que se robaban y atravesaban fronteras, salones en donde el más rápido colocaba

una bala certera en la frente del forastero, o en donde el bravucón de turno hacía trampas con las

cartas, casi siempre marcadas, en un póquer de muchos ases.

Y sin embargo me acordaba de "El guerrero del antifaz", "El Capitán Trueno", "El Jabato", el

"T.B.O", "Pulgarcito", y los innumerables "Cuentos de hazañas bélicas", así como de mis visitas a

una vieja biblioteca en donde pagábamos veinte céntimos de peseta por tener el derecho a llevarte un

"libro" a casa.

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No había leído nunca, ni entonces ni ahora, ninguna novela "del oeste", y eso que Marcial

Lafuente Estefanía cubría por entonces los kioscos con ellas. Pero eso sí, pasé muchas horas en el cine

y llegué a verme, en mis ilusiones infantiles, junto a Gary Cooper, Burt Lancaster y Kirk Douglas

(incluso viviendo sus papeles). A otros, como John Wayne, Richard Widmark, James Stewart y,

después, Clint Eastwood, los sentí más lejanos.

Ahí, en mi infancia, acurrucado en la butaca en esas obligadas horas de cine del "oeste",

observaba la algarabía de niños que aplaudían la llegada veloz de los soldados azules que iban ahora a

arremeter contra los indios multicolores; ahí, ahí estaban las múltiples referencias que no había

aprendido leyendo.

Ahora ya no puedo decir lo mismo. Después de este verano, me he bautizado en la lectura de

una novela del "oeste", de una novela que trata de todo esto y de mucho más. He vuelto un poco a mi

infancia, a soñarla, y he revivido el western a través de EL BANDIDO ADOLESCENTE de Ramón

J. Sender.

En el bandido adolescente, Billy the Kid (o Billy el Niño como diríamos nosotros), cuenta

Sender la vida y andanzas de un personaje real1, casi mítico, que se hizo legendario y popular. La

historia en sí, epopeya o antiepopeya, que más da, no es para mí lo más relevante. El encanto por lo

sencillo sí lo es. Sencillo es el lenguaje, sencillas y rápidas las descripciones, sencillos los diálogos, la

propia estructura del relato es también muy sencilla. Contar y no entretenerse en detalles da velocidad

a la historia; al fin y al cabo hay que contar mucho de un personaje que no vive más de veintidós anos.

Su vida novelesca, entre sheriffs, rufianes, cuatreros, propietarios de ganados, se humaniza en el

respeto a las mujeres, en el amor a su madre o en el de Melba, "hermosa mestiza de alemán y

mejicano".

La amistad - recordemos a Melquiades, Tunstall, Jesse Evans, por ejemplo- es otro valor que

Billy the Kid posee y cuida con respeto (él prefiere hablar de "lealtad”) incluso arriesgando su vida si

es necesario, porque al fin y al cabo "en la vida todo lo hace la voluntad" ; estamos ante el héroe de

acción por excelencia.

Ironía, humor, jovialidad y gracia suelen acompañar a las reflexiones y actitudes vitales que

Billy el Niño, el eterno adolescente, muestra en su deambular por ese mundo mixto de fronteras entre

las culturas de los hispanos y de los ingleses (los indios eran para él otra cosa). Por eso vemos

reflejados en la novela explicaciones sobre determinados vocablos del español, o aclaraciones sobre

voces del inglés y, sobre todo, del uso especial del español mejicano.

El concepto de la muerte -reflexiones que nos trasladan en algún caso a Jorge Manrique, pero al

revés-o la muerte misma -que nos acerca en la defensa de su madre al mundo lorquiano-, así como la

vida, nos explican al personaje, a quien Sender elabora como narrador y como recopilador-cronista de

una historia real. Así, como "recopilador épico", se apoyará no sólo en el propio sheriff Garret - de

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quien comenta incluso su estilo-, sino también en la memoria popular (pág. 248 y stes.); pero como

"narrador de novela" creará un mundo lleno de vivencias que sobrepasan la propia realidad y la

enriquecen.

Tal vez por ese acercamiento épico tradicional, "la primera aventura del muchacho fue digna

del romancero", la historia del "bandido adolescente" recoge, como "oficio" de Sender en este relato,

alusiones y citas de los cancioneros populares. Y no sólo esto, sino que también sorprende que en una

novela de “género” como esta, y a pie de página, aparezcan citas aclaratorias sobre aspectos de la

propia novela; se diría que Sender quiere mostrase aquí como un "cantor épico a la nueva usanza".

Y al final, en una danza a "modo de combate entre indios y cristianos" -y recordando las

danzas de la muerte medievales- convergen en la auténtica todas y cada unas de las calaveras que el

narrador se apresuró a mostramos en la primera página. ¿Calidoscopio de la vida? No importa la

respuesta. El placer de "revivir" a otros y a mí mismo como integrantes de un mundo de ficción se ha

fundido con los viejos placeres del cine del Oeste, de películas como "Solo ante el peligro", "Duelo de

titanes", "Fort Apache", "El Álamo" o "El hombre de las pistolas de oro"; al fin y al cabo son trozos

de una vida.

Grupo de Biblioteca.

' Este pistolero nace en Nueva York en 1859, y es el primero de los dos hijos de Michael y Catherine Mc Carthy (Henry era su nombre). Su madre quedó viuda durante la guerra civil y se trasladó a Indianápolis, donde conoció a William Antrim, con quien se casó en 1873 en Santa Fe, Nuevo Méjico. La familia se mudó a Silver Cuy. Luego su madre enfermó de tuberculosis y murió, A partir de ahí Billy the Kid inicia una vida al margen de la ley, en una época y en un lugar en que, como dice el propio Sender en las primeras líneas, "el hombre se hacía su propia ley (...) con la pistola y el rifle" . La primera muerte que se le atribuye data de 1877, cuando, tras un intercambio de insultos, mata a un tal CahilL. Después de su arresto y su huida, pasó un tiempo en Nuevo Méjico, en donde empezó a practicar la "cuatrería" con el grupo de Jesse Evans.... Su vida, desde entonces, se llena de verdades y mentiras, de muertes y venganzas, pero la acusación de la muerte del sheriff Brady es el comienzo de su caída. Hasta la elección de Patt Garrett como sheriff de Lincoln en noviembre de 1880, Billy y su banda vivieron a su aire. La insistencia de Patt Garret, que luego escribiría la historia sobre Billy the Kid, acabó con la vida de éste en 1881, pero fue, paradójicamente, quien inició la leyenda reviviendo al "bandido adolescente".