El Asunto Tríadico de Peirce

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1 El asunto tríadico de Peirce Para estudiar a Charles Sanders Peirce de una manera ordenada, es necesario comenzar dando a conocer su propia concepción de signo. Para Peirce, el signo es “algo que, para alguien, representa a algo en algún aspecto o carácter” (CP, p.22). De igual manera Peirce propone que “el signo es estar en lugar de otro, es decir, estar en tal relación con otro que, para ciertos propósitos, sea tratado por ciertas mentes como si fuese ese otro” (CP, p.43). Como puede observarse, la función principal del signo es representar, estar en asociación tan íntima con el otro hasta el punto de llegar a ser como el otro, de aquí que se le dé al signo el nombre de representamen. A partir de esta concepción, podemos comenzar el análisis sobre los fundamentos esenciales que Peirce propone sobre el signo. Principalmente, ahondaremos en el tema de las triadas, elementos característicos utilizados por Peirce para realizar sus análisis. Es importante destacar que se distinguen dos clases de triadas irreducibles: - Genuina: por definición el fundamento de la relación exige una estructura tríadica.

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Breve resumen sobre los aportes a la semiótica por parte de Peirce.

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El asunto tríadico de Peirce

Para estudiar a Charles Sanders Peirce de una manera ordenada, es necesario comenzar

dando a conocer su propia concepción de signo. Para Peirce, el signo es “algo que, para

alguien, representa a algo en algún aspecto o carácter” (CP, p.22). De igual manera Peirce

propone que “el signo es estar en lugar de otro, es decir, estar en tal relación con otro que,

para ciertos propósitos, sea tratado por ciertas mentes como si fuese ese otro” (CP, p.43).

Como puede observarse, la función principal del signo es representar, estar en

asociación tan íntima con el otro hasta el punto de llegar a ser como el otro, de aquí que se

le dé al signo el nombre de representamen.

A partir de esta concepción, podemos comenzar el análisis sobre los fundamentos

esenciales que Peirce propone sobre el signo. Principalmente, ahondaremos en el tema de

las triadas, elementos característicos utilizados por Peirce para realizar sus análisis.

Es importante destacar que se distinguen dos clases de triadas irreducibles:

- Genuina: por definición el fundamento de la relación exige una estructura tríadica.

- Degenerada: el interpretante no crea, sino que utiliza una relación previa entre el

vehículo del signo y el objeto, sin que esta relación forme por sí misma un signo, lo

que sería contradictorio con el concepto de signo de Peirce.

Se propone la necesidad de tres condiciones o características fundamentales para que

exista o se dé la presencia de un signo o representamen. Respecto a este primer tema se

propone la siguiente triada genuina, ya que los tres elementos deben estar en completa

armonía para que el signo exista:

- Interpretante. Se refiere al signo que crea en la mente de una persona. Es decir, la

imagen mental o referente que un signo crea. Es el interpretante del primer signo.

Por ejemplo: al hablar de una cruz inmediatamente se crea la imagen de ese signo

en nuestra mente, su interpretante son esas dos líneas sobrepuestas, creando la

imagen característica de una cruz.

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- Objeto. Se interpreta como la razón de ser del signo. Es aquello que el signo

presupone, un conocimiento para que sea posible proveer alguna información

adicional sobre el mismo. Por ejemplo: para hablar de “Dante”, es necesario saber

con anterioridad de qué Dante se habla y conocerlo, para que así, el signo que Dante

representa sea válido.

También se puede dar la situación en la que un signo tenga más de un objeto. Por

ejemplo: Dante y Beatriz, es un signo que tiene más de un objeto.

- Fundamento. Es la idea por la que el signo está y existe. Debe entenderse como

cuando un hombre capta la idea de otro hombre, es decir, no se capta la idea

idéntica del otro hombre, pero sí se capta la idea general. El signo representa a su

objeto, pero no bajo todos los aspectos, sino que está en lugar de él sólo con

referencia a una suerte de idea.

Teniendo bien claras las condiciones necesarias para que exista un signo, Peirce propone la

división de los signos y claro, lo hace a través de tres tricotomías.

1. Resulta de que el signo en sí mismo sea

a) una cualidad (cualisigno)

b) un existente real (sinsigno)

c) una ley general (legisigno)

2. Resulta de que la relación del signo con su objeto sea

a) una relación del signo consigo mismo (ícono)

b) una relación existencial con el objeto (índice)

c) una relación con el interpretante (símbolo)

3. Resulta de que el interpretante represente al signo como

a) signo de posibilidad (rema)

b) signo de hecho (dicisigno)

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c) signo de razón (argumento)

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El signo como índice, icono o símbolo

La tricotomía que interesa estudiar con mayor interés es la que resulta de las relaciones de

los signos con sus objetos.

Existen tres modos de relacionarse el vehículo del signo con el objeto, el interpretante

debe actuar de tres formas distintas.

a. Semejanzas o Iconos. La relación signo-objeto consiste en un mero parecido o similitud.

Un icono es sólo una cualidad general que sólo existe como idea. Sirven para transmitir

ideas de las cosas que representan simplemente imitándolas. Las semejanzas son los únicos

medios de describir las cualidades de las cosas y de las acciones que se tienen en mente. Un

ejemplo es el diseño que un artista hace de una estatua, de una composición pictórica, de

una construcción arquitectónica, etc. La semejanza no tiene una conexión dinámica con el

objeto que representa; simplemente sucede que sus cualidades se parecen a las de ese

objeto, y provoca sensaciones análogas en la mente para la que es una semejanza. Pero

realmente se encuentra desconectado de ellas.

Subdivisiones:

- Imágenes. Cuando se trata de simples cualidades: lo verde del campo.

- Diagramas. Cuando se trata de relaciones diádicas de las partes de una cosa por

relaciones análogas con sus propias partes: las partes del diagrama de un motor de coche,

corresponden a cada una de las partes del motor real.

- Metáforas. Representan el carácter haciendo un paralelismo con alguna otra cosa: (este

niño) es un dulce.

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b. Indicaciones o Índices. Es el encargado de posibilitar la referencia a objetos concretos,

poniendo en relación el lenguaje de los símbolos y los íconos en el mundo. La relación con

el objeto consiste en algún tipo de conexión existencial, independientemente de su

interpretación y uso semiótico. Muestran algo sobre las cosas por estar físicamente

conectados con ellas. Unos ejemplos de índices son el reloj ya que indica la hora del día,

una veleta indica la dirección del viento, todo lo que percibimos, lo que nos sorprende, lo

que nos da a conocer un mensaje todo eso es una indicación. El índice está conectado

físicamente con su objeto; hacen un par orgánico. Pero la mente que interpreta no tiene

nada que ver con esa conexión, excepto observarla después de que se ha establecido.

c. Símbolo o signos generales. Es un signo que se refiere al objeto que denota en virtud de

una ley, que puede ser una convención, un hábito, una asociación de ideas o una

disposición natural de su interpretante. No denota una cosa, denota una clase de cosas, él

mismo es una clase y no una cosa singular. El símbolo está conectado con su objeto en

virtud de la idea de la mente que usa símbolos, sin la cual no existiría tal conexión. El

concepto de símbolo en Pierce es de extraordinaria riqueza y la complejidad del enunciado

con que lo define no va reñida con la claridad que lo identifica. El símbolo es, por tanto, el

signo que permite afirmar la correlación entre la ley existente en el objeto y la ley existente

en algún interpretante. Si existen ambas leyes es posible producir un signo que las

correlacione, y tal será el símbolo.

Bibliografía

Charles S. Peirce, La ciencia de la semiótica. Ediciones Nueva Visión, Buenos

Aires, 1974. (Se refiere con las siglas CS)

Antonio Tordera, Hacia una semiótica pragmática: el signo en Charles S. Peirce.

Valencia, 1975.

Moheno, Lillian. 1990. Aproximación a la semiótica de Charles S. Peirce. Acciones

textuales: revista de teorías y análisis. Revista número 2. Pag. #89 – 103.